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Bárbara Fredrickson y Antonio Damasio: coincidencias y divergencias inadvertidas




Enviado por leopoldo Ferrer



Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. La
    Hipótesis del Marcador
    Somático
  4. La
    Teoría de la Ampliación
    Construcción
  5. Diferentes palabras para referirse a un mismo
    fenómeno
  6. Los
    efectos de la restricción y la
    ampliación
  7. Las
    causas de la restricción y la ampliación
    según Fredrickson y Brannigan
  8. Causas
    de la restricción y la ampliación según
    el modelo de Damasio
  9. El
    efecto restrictivo de las emociones
    positivas
  10. Las
    omisiones de ambos autores
  11. La
    unión de los planteamientos de Fredrickson y
    Damasio
  12. La
    búsqueda de nuevas emociones positivas que conduzcan a
    la construcción de recursos
    personales
  13. Las
    emociones negativas podrían tener también la
    función de mejorar las decisiones
  14. Conclusiones
  15. Referencias
    Bibliográficas

Resumen

Al surgir emociones negativas, el bagaje de pensamientos
y conductas que puede desplegar el ser humano disminuye. Pero con
las emociones positivas, sus repertorios aumentan. Esta
dicotomía entre ampliación y restricción
constituye un elemento importante dentro de dos teorías
actualmente relevantes: una estudia la toma de decisiones desde
las neuro-ciencias y la otra explica el bienestar humano desde la
psicología positiva. Son la Hipótesis del Marcador
somático de Damasio (1994) y la Teoría de la
Ampliación-Construcción de Friedrickson (2004).
Ninguno de los dos autores integra los planteamientos del otro al
construir su propio modelo. Casi no se citan mutuamente. Tampoco
existe el debate ni el señalamiento de puntos
coincidentes. Ello indica que sus coincidencias y divergencias
permanecen inadvertidas. Este artículo invita a reconocer
que la identificación y el análisis de tales
similitudes y desacuerdos, podría contribuir al desarrollo
de ambas posturas, de futuras teorías integradoras y de
nuevas técnicas de intervención psicológica.
Fredrickson y Brannigan (2000) plantean que las emociones
positivas revierten los efectos fisiológicos de las
negativas (Undoing Hypothesis). Adicionalmente, mencionan cuatro
emociones positivas que amplían los repertorios del ser
humano, llevándolo a desplegar determinados tipos
acciones, generando un aprendizaje que finalmente produce un
espiral ascendente de bienestar. Son la alegría, el
interés, la satisfacción y el amor. Dichas autoras
señalan la necesidad de identificar nuevas emociones
positivas, que amplíen los repertorios generando el mismo
tipo de espiral. Damasio (1994) plantea la existencia de
manifestaciones fisiológicas asociadas a las emociones
negativas. Son los marcadores somáticos negativos, que
conducen al individuo a desechar alternativas de acción
durante la toma de decisiones. Este artículo, aporta un
nuevo planteamiento integrador: "Las emociones positivas de
Fredrickson (2004) pueden revertir los marcadores
somáticos negativos de Damasio (1994)". En este sentido,
existen conductas adaptativas, cuya ejecución está
siendo impedida por marcadores somáticos negativos. Pero
también existen determinadas emociones positivas con mayor
efectividad para disminuir dichas respuestas fisiológicas
específicas en cada sujeto particular que enfrenta una
situación de toma de decisiones específica y
repetitiva. Estas últimas, responden a las inquietudes de
Fredrickson y Brannigan (2000). Es decir, son las otras emociones
positivas adecuadas para ampliar los repertorios generando el
espiral ascendente de bienestar.

Palabras clave: Hipótesis del Marcador
Somático, Emociones, Hipótesis de la
Reversibilidad, Teoría de la
Ampliación-Construcción

Abstract

When negative emotions arise, decreases the baggage of
thoughts and behaviors that humans can display. But positive
emotions increase the same repertoires. This dichotomy between
broadening and restriction is an important element in two
currently relevant theories: the first studies decision making
from the neuro-sciences and the other explains human wellbeing
from positive psychology. These are the somatic marker hypothesis
proposed by Damasio (1994) and the broaden and build theory of
Fredrickson (2004). Neither of these two authors integrates the
other´s approach in order to build your own model. Almost
not quote each other. There is no debate and Nobody says anything
about their matching points. It suggests that their similarities
and differences remain unnoticed. This article invites to
recognize that the identification and analysis of such
similarities and disagreements could contribute to the
development of both positions, future integrative theories and
new psychological intervention techniques. Fredrickson &
Brannigan (2000) suggest that positive emotions reverse the
physiological effects of negative emotions (Undoing Hypothesis).
Additionally, pointed out four positive emotions that broden
human beings repertoires leading to deploy certain types of
actions and generating learning that ultimately produces an
upward spiral of wellbeing. These are joy, interest, contentment
and love. Fredrickson and Brannigan pointed out the need for
identify another positive emotions that broadens repertoires,
generating the same upward spiral. Damasio (1994) proposed the
existence of physiological manifestations associated to negative
emotions. These are the Negative Somatic Markers, who lead the
individual to rule out options during decision making. This
article provides a new integrated approach: Fredrickson´s
Positive Emotions can reverse the Damasio´s Negative
Somatic Markers. In this regard, there are adaptive behaviors
whose execution is being inhibited by negative somatic markers.
Additionally, there are certain positive emotions more effective
than others to reduce these specific physiological responses in
each particular subject facing a specific and repetitive decision
making situation. The latter respond to the concerns of
Fredrickson & Brannigan (2000).These are the other positive
emotions appropriated to broad the repertoires and generate the
upward spiral of wellbeing.

Keywords: Somatic Marker Hypothesis, Emotions, Undoing
Hypothesis, Broaden and Build Theory.

Introducción

El principal objetivo de este artículo es
presentar una serie de coincidencias y discrepancias inadvertidas
entre dos teorías actualmente importantes para la
psicología de la emoción. Por un lado está
la Hipótesis del Marcador Somático desarrollada por
Antonio Damasio y sus colaboradores (Damasio, 1994; Naqvi y col.
2006; Bechara y Damasio 2005). Esta proviene de las neurociencias
y se ha desarrollado entorno a la patología. Estudia el
daño orgánico cerebral que merma la capacidad del
ser humano para tomar adecuadas decisiones. En el otro extremo,
se encuentra la Teoría de la
Ampliación-Construcción formulada por
Bárbara Fredrickson y su grupo de trabajo (Fredrickson y
Brannigan 2000; Fredrickson 2004; Fredrickson y col. 2008). Es
una postura que proviene de la psicología positiva. Esta
se enfoca el desarrollo de las formalezas del ser humano. A pesar
sus orígenes opuestos y del uso de palabras diferentes,
ambas posturas estudian un mismo fenómeno en común.
Se trata de la ampliación y restricción de los
repertorios de pensamientos y conductas del ser
humano.

Ambas posturas tienen una serie de coincidencias y
discrepancias. Una vez estas sean reconocidas, ello podría
contribuir al desarrollo de ambos puntos de vista, de futuras
teorías integradoras y de nuevas técnicas de
intervención psicológica.

Ambas teorías asumen que la disminución o
ampliación de los repertorios de pensamientos y conductas
van de la mano. Cuando se acorta o expande el pensamiento, ocurre
lo mismo con el repertorio de acciones. Ambas teorías
relacionan la restricción con las emociones negativas, la
ampliación con las positivas. Pero difieren en los
beneficios o desventajas de la restricción, en las causas
del proceso y en los términos que emplean.

En principio se presentará un resumen sobre cada
teoría por separado. Luego se realizará una
comparación de las palabras empleadas en cada modelo para
referirse al mismo tema. Posteriormente, se comparan los efectos
que cada postura le adjudica, tanto a la ampliación como a
la restricción. Luego se exponen las causas de ambos
procesos según lo planteado por ambas posturas.
Después se analizan las omisiones existentes en cada lado.
Finalmente, se formula una propuesta integradora, la cual
también toma en cuenta elementos presentes en el modelo
del Primming Motivacional de Lang (véase Lang,1995; Lang y
col.1997; Gomez-Martínez, 2011). Dicho nuevo planteamiento
intenta dar respuesta a las inquietudes de Fredrickson y
Brannigan (2000), quienes abogan por el descubrimiento de nuevas
emociones positivas capaces de generar un espiral ascendente de
bienestar.

La
Hipótesis del Marcador Somático

Esta teoría desestima la utilidad de la
racionalidad pura para la toma de decisiones. Plantea que los
procesos racionales por si solos son insuficientes para sustentar
las decisiones rápidas y acertadas del ser humano. Una
solución estrictamente racional ante un problema cotidiano
implicaría identificar absolutamente todas las posibles
acciones a tomar, predecir todas las consecuencias generadas por
cada una, comparar todas las alternativas entre sí en
cuanto a sus costos y beneficios y finalmente seleccionar la
mejor. Todo ello sobrepasaría la capacidad de
procesamiento del cerebro y el ser humano tardaría mucho
tiempo en decidir (Damasio, 1994 y Simón,
1997).

Pongamos el ejemplo de un fanático que
efectúa un análisis racional de las ventajas y
desventajas de sentarse en cada uno de los asientos de un estadio
de beisbol. Al operar de esa manera, su cerebro colapsaría
y no decidiría nunca. El partido culminaría mucho
antes de que este individuo pudiera decidir dónde
sentarse.

Según la Hipótesis del Marcador
Somático, lo que permite una toma de decisiones
suficientemente rápida y efectiva es la interacción
adecuada entre la racionalidad y la emoción. Dentro del
cerebro humano, las modernas estructuras pre-frontales,
encargadas del pensamiento racional, actúan en
colaboración con otras estructuras primitivas que procesan
las emociones, principalmente la amígdala (Damasio, 1994;
Bechara y Damasio 2005).

A la hora de tomar decisiones, el individuo toma en
cuenta diversas posibilidades de acción. Con forme a ello,
se crean fugaces representaciones mentales de los escenarios que
este podría vivir si adoptara las distintas alternativas.
Tales representaciones son generada gracias a la acción
coordinada entre la corteza pre-frontal y las zonas de la corteza
sensorial (Damasio, 1994; Bechara y Damasio 2005).

Dichos contenidos mentales provocan una respuesta
emocional anticipada. Así nos informan las emociones que
cada uno de esos escenarios producirían en nosotros si
llegáramos a ejecutar tal o cual conducta. Ello incluye un
anticipo de los cambios fisiológicos propios de cada
emoción. Estos últimos tienen el nombre de
Marcadores Somáticos, ya que su función es
asignarle una especie marca o etiqueta corporal a tales
situaciones. Estos nos muestran cómo llegarían a
estar las vísceras y el cuerpo cuando las conductas y
consecuencias imaginadas se conviertan en realidad (Damasio,
1994; Naqvi y col 2006).

Cuando una alternativa representada en la mente es
etiquetada con un marcador somático desagradable para el
individuo, su cerebro descarta esta opción al instante y
deja de pensar en ella. En este caso, se trata de un marcador
somático negativo. Por el contrario, las opciones que
generan reacciones fisiológicas de connotación
agradable (marcadores somáticos positivos) quedan
preseleccionadas. Ello implica que tienen oportunidad de
convertirse luego en la conducta elegida y ejecutada (Damasio,
1994 y Simón, 1997).

Todo este proceso, que incluye representación
mental de las opciones, representación de las
consecuencias de cada una de esas alternativas y la
producción de los marcadores somáticos, ocurre de
manera inconsciente la mayor parte del tiempo. Lo mismo ocurre
con las causas de muchas de estas reacciones, ya que los
marcadores somáticos se encuentran altamente vinculados a
experiencias pasadas que el sujeto muchas veces es incapaz de
recordar (Damasio, 1994).

A lo largo de la vida, las vivencias de cada individuo
quedan grabadas en su cerebro, luego al ocurrir un echo similar a
un evento del pasado, los marcadores somáticos recrean el
sucedo inicial. Cuando este último ha tenido una
connotación emocional negativa, se evocan marcadores
somáticos percibidos desagradables. Los eventos de
connotación agradable generan marcadores somáticos
positivos (Damasio, 1994).

La Teoría
de la Ampliación Construcción

Según la teoría de "Ampliación
Construcción" de Fredrickson y Branigan (2000), las
emociones negativas conducen mayormente a ejecutar acciones y las
positivas, activan el pensamiento. Las negativas restringen el
repertorio de pensamientos y conductas, ya que favorecen acciones
específicas apoyadas en cambios biológicos que las
facilitan. Por ejemplo, el miedo favorece el escape, ya que
aumenta el flujo sanguíneo en los miembros inferiores
facilitando la carrera. Por otro lado, las emociones positivas
generan un efecto diferente. Estas amplían la variedad de
acciones y pensamientos disponibles para el sujeto (Fredrickson,
2004).

Las emociones positivas pueden servir como
antídoto. Estas revierten tanto la restricción en
los repertorios de pensamientos y acciones, como los cambios
fisiológicos ocasionados por las negativas (Fredrickson, y
Branigan, 2000). Dicho planteamiento es denominado Undoing
Hypothesis
en el idioma inglés. Al no encontrar una
traducción habitual dentro del castellano, aquí lo
denominados "Hipótesis de la Reversibilidad".

En relación a las modificaciones
fisiológicas, si las emociones negativas merman la salud,
las positivas pueden mejorarla. Según McCraty y col.
(2009), las emociones positivas mejoran todo el cuerpo humano, ya
que generan ritmos cardiacos más armoniosos y coherentes.
En apoyo a esta afirmación, diversas investigaciones
demuestran que estas emociones han mejorado la salud, el balance
hormonal, los niveles de glicemia, la respiración, y el
sistema inmunológico (Rein y col., 1995; McCraty y col.,
2003a; McCraty y col., 2000). Adicionalmente, ha regulado tanto
la presión arterial, como los niveles de lípidos
(Ferrer, 2011, McCraty y col., 1998; McCraty y col.,
2003b).

Ahora bien, en relación a los de repertorios
cognitivos y conductuales, la ampliación producida por las
emociones positivas conduce a ejecutar diversas conductas. Existe
un grupo de cuatro emociones positivas importantes que son a
alegría, el interés, la satisfacción y el
amor. Cada una de estas suele surgir ante un determinado tipo de
circunstancias, suelen generar determinados tipos de cambios en
los repertorios momentáneos de pensamientos y acciones, y
producen determinados tipos de consecuencias (Fredrickson,
2004).

La alegría surge en situaciones valoradas como
seguras y familiares. También, ante sucesos asociados a
logros personales. Esta impulsa un amplio conjunto de actividades
de juego, incluyendo aquellos de tipo físico, social,
intelectual y artístico. Ello permite para hacer amistades
y adquirir diversas habilidades (manipulativas, físicas,
cognitivas, afectivas y sociales), fomentar la creatividad, el
desarrollo cerebral y mucho más (Fredrickson, 2004;
Fredrickson y Brannigan, 2000).

El interés surge ante contextos evaluados como
novedosos y seguros, que requieren invertir algo de esfuerzo y
atención. Invita a investigar, implicarse y vivir nuevas
experiencias. Al fomentar la exploración, aumenta las
habilidades cognitivas y los conocimientos. También
favorece el crecimiento personal, inteligencia y la creatividad
(Fredrickson, 2004; Fredrickson y Brannigan, 2000).

La satisfacción emerge en situaciones valoradas
como seguras, asociadas a un elevado grado de certeza y bajo
nivel de esfuerzo. Esta emoción pareciera no fomentar una
tendencia específica a la acción y las
investigaciones sugieren que produce cambios a nivel cognitivo,
más que físicos o conductuales. Las personas
satisfechas parecen recrearse en las circunstancias de su vida
actual. Adicionalmente, parecen integran dichos sucesos al
concepto que poseen de sí mismas y del mundo (Fredrickson,
2004; Fredrickson y Brannigan, 2000).

Las vivencias amorosas son la fusión de muchas
emociones positivas (entre ellas la alegría, el
interés y la satisfacción). El amor ayuda a
construir y reforzar lazos sociales. Ahora bien, la principal
función de cada una de dichas emociones positivas no es
amplíar el repertorio momentáneo de pensamientos y
acciones. Su efecto más importante es que conducen a
involucrarse en nuevas acciones y ello permite construir recursos
personales permanentes, que pueden ser utilizados mucho
después de que la conducta ejecutada al momento haya
culminado. A causa de ello, generan un espiral ascendente que
conduce a mayores niveles de bienestar psicológico
(Fredrickson, 2004; Fredrickson y Brannigan, 2000).

Diferentes
palabras para referirse a un mismo
fenómeno

Tal vez una de las causas de que la comunidad
científica no se haya percatado de las similitudes y
divergencias entre ambas teorías (de Fredrickson, 2004 y
Damasio, 1994) , radica en el hecho de que utilizan palabras
diferentes para hablar de un mismo fenómeno.

La Teoría de la
Ampliación-Construcción, habla de ampliación
y restricción de repertorios de pensamientos y conductas.
Dentro de la hipótesis del Marcados Somático, no
figuran estos términos. Sin embargo, se encuentran
implícitos allí. Según Damasio (1994), al
momento de tomar decisiones, las personas representan en su mente
las diversas opciones en relación a lo que pueden hacer.
Cuando alguien desecha una opción, deja de pensar en ella
y luego no la ejecuta.

Allí ese pensamiento es sustraído del
repertorio cognitivo. Lo mismo ocurre con la acción que
queda fuera del repertorio conductual. Entonces, podemos deducir
que la restricción está presente dentro de la
teoría de Damasio (1994).

Ahora bien, supongamos que existe una opción que
anteriormente era desechada quedando excluida de los repertorios
durante el proceso de toma de decisiones, pero a partir de un
momento comienza a ser preseleccionada. Ello implica que es
mantenida en el pensamiento y que el individuo se coloca en
disposición para finalmente seleccionarla y ejecutarla.
Allí está ocurriendo una ampliación, ya que
esa acción está siendo introducida al
repertorio.

Más allá de las palabras que se utilizan,
es evidente que la preselección y posterior
ejecución, de las cuales habla Damasio (1994), constituye
una forma de ampliación. Igualmente, al descartar una
alternativa, se está produciendo un tipo de
restricción. Entonces, la Hipótesis de la
Reversibilidad (Undoing Hypothesis) y la Hipótesis del
Marcador Somático están tratando los mismos temas
de ampliación y restricción dese perspectivas
diferentes y con terminologías diferentes.

Los efectos de la
restricción y la ampliación

Para Damasio (1994), la restricción cognitiva es
beneficiosa e imprescindible porque permite tomar decisiones
descartando rápidamente muchísimas alternativas.
Sin ella, tendríamos que evaluar demasiadas opciones.
Entonces el análisis racional exhaustivo de costo y
beneficio de todas las opciones sería muy extenso. Por
poner un ejemplo, podríamos decir que colapsaría el
cerebro de un fanático deportivo estudiando los beneficios
y desventajas de sentarse en cada asiento del estadio: nuca
decidiría porque el torneo terminaría
primero.

Cabe destacar que las investigaciones basadas en la
hipótesis del marcador somático, estudian los
resultados obtenidos dentro de experimentos basados en una
metodología denominada Iowa Gambling Task. Usualmente, una
parte de los sujetos son pacientes que presentan diversas
lesiones neurológicas, cuyo desempeño se compara
con el de los participantes sanos (Bechara, 2004)

Algunos de estos pacientes o enfermos suelen tomar
decisiones sumamente desventajosas en su vida real, a si como
también dentro del mencionado experimento. La
ampliación, causada por las emociones positivas, hace que
tales conductas inapropiadas ingresen a sus repertorios
conductuales. Ello ocurre, por ejemplo, en el caso de los sujetos
con lesiones a nivel del sector ventromedial de la corteza
prefrontal en el lado derecho, más no en aquellos cuya
lesión se ubica en el lado izquierdo (Bechara, 2004; Naqvi
y col. 2006).

Dicho sector ventro medial derecho se asocia al
procesamiento de las emociones negativas. Cuando su
funcionamiento disminuye, las emociones positivas se fortalecen
porque ambos tipos de emociones (positivas y negativas) son
mutuamente inhibitorios. Así, la merma en las emociones
negativas favorece el procesamiento de las emociones positivas; a
su vez, estás últimas conducen al sujeto a
seleccionar conductas desventajosas (Bechara, 2004). Si la
conducta desventajosa está siendo incluida en el
repertorio, allí está ocurriendo una
ampliación; que es por su puesto desadaptativa.

Fredrickson (2004) ofrece planteamientos diferentes.
Para esta autora, la restricción de pensamientos y
conductas nos protege del peligro favoreciendo acciones
rápidas, decididas y específicas cuando una
situación amenaza nuestra supervivencia. De resto, limita
el desarrollo de recursos personales. Pero la ampliación
es altamente beneficiosa porque conduce a descubrir acciones,
ideas y vínculos sociales novedosos y creativos. Por ello,
el individuo construye recursos físicos, intelectuales,
sociales y psicológicos, útiles a
futuro.

Evidentemente, la diferencia entre ambas teorías
se debe en parte a que representan corrientes diferentes. Damasio
(1994) y Bechara (2004), desarrolladores de la hipótesis
del marcador somático, se dedican al estudio de la
patología, de la enfermedad. Este tipo de posturas busca
reducir o eliminar lo que está mal en el ser humano. Por
eso, ven la ampliación como algo negativo, ya que,
favorece el despliegue de conductas desadaptativas. Pero
Fredrickson (2004) se enmarca dentro de la psicología
positiva, Su corriente aboga por el estudio de lo que está
bien dentro de las personas, busca fortalecer o desarrollar los
aspectos positivos del individuo, mas que eliminar los negativos.
En consecuencia, su teoría percibe la ampliación
como algo positivo ya que favorece el despliegue de las conductas
adaptativas.

Tomando en cuenta las diferencias entre la
Hipótesis de la Reversibilidad y la Hipótesis del
Marcador Somático, queda un par de preguntas por
responder: ¿La ampliación nos favorece o nos hace
un daño? ¿La restricción es finalmente
perjudicial o beneficiosa?

Tal vez, un punto intermedio entre ampliación y
restricción preservaría tanto la capacidad de tomar
decisiones señalada por Damasio (1994), como el
aprendizaje que genera recursos permanentes responsables del
espiral ascendente de bienestar indicado por Fredrickson y
Brannigan (2000). Sin embargo, parece más adecuado
puntualizar el tipo de acción que esté siendo
incluida o excluida del repertorio.

Según el punto de vista sostenido en este
artículo, la restricción es un arma de doble filo.
Esta puede beneficiarnos cuando impide conductas dañinas,
pero nos perjudica cuando inhibe las acciones adaptativas. Lo
mismo ocurre con la ampliación, esta puede ser un factor
de bienestar cuando la conducta favorecida es adecuada. Pero si
hay una conducta perjudicial que es introducida al repertorio de
acciones, ello genera un efecto contraproducente para la propia
persona.

Supongamos que alguien entra en un restaurante y sus
emociones negativas restringen su repertorio de conductas
alimentarias, ya que deja de ingerir un determinado tipo de
alimentos: ¿Ello es beneficioso o es perjudicial? La
respuesta depende del alimento rechazado. Cuando la
emoción negativa impide solicitar un producto sano, la
restricción perjudica. Pero cuando impide ordenar un
alimento insalubre, la restricción es sumamente
beneficiosa.

Algo similar podríamos decir sobre la
Ampliación. Si una emoción positiva nos conduce a
consumir un determinado alimento, eso es ampliación.
Supongamos que se trata de un individuo con serios problemas
cardíacos que se siente impulsado a disfrutar una
hamburguesa muy grasienta, prohibida por su médico. Esa
ampliación es altamente perjudicial. Si las emociones
positivas lo llevasen a consumir vegetales diariamente, ello
sería una ampliación sumamente beneficiosa para su
salud.

Las causas de la
restricción y la ampliación según
Fredrickson y Brannigan

Según la postura de estas autoras, emociones
negativas restringen el pensamiento y la conducta porque se
vinculan a patrones concretos de acción rápida,
desarrollados evolutivamente para afrontar el peligro. Tales
patrones se sustentan en cambios fisiológicos, que
posibilitan e inducen ese accionar. Por ejemplo; el miedo
envía sangre a las piernas favoreciendo el escape
(Fredrickson, 2004).

Una emoción positiva, surge ante situaciones
carentes de peligro, que no exigen restringir los repertorios
para actuar velozmente. Por ello, induce a realizar variados
tipos de conductas y no acciones específicas. El
interés conduce a vivir nuevas experiencias, explorar y
recibir nuevas informaciones. El amor hace establecer
vínculos y la alegría conduce al juego; que puede
manifestarse como actividades artísticas, sociales,
intelectuales o físicas. La satisfacción induce
cambios cognitivos, modificando el auto-concepto y la
visión del mundo. Todo ello puede adquirir diversas
formas. Así aumentan los repertorios cognitivos y
conductuales (Fredrickson, 2004).

Ahora preguntémonos: ¿Esta teoría
explica la restricción de los repertorios en suficientes y
diversos ejemplos cotidianos?

Imaginemos que alguien rehúsa tomar café
durante la mañana. Sale al trabajo y decide no utilizar el
automóvil tomando inusualmente el transporte
público. En su oficina, evade el trabajo. Pasa el
día inactivo, llega su novia invitándolo al cine y
él prefiere la discoteca. Ella le pide bailar, pero
él permanece en la barra evitando moverse.

Sus repertorios disminuyeron: no ingiere café, no
conduce, no trabaja… Sus emociones negativas
podrían haberlo inhibido. Preguntémonos en
qué momento desplegó una respuesta precisa, de
acción rápida, propia de situaciones de peligro
¿Evidenció el ataque, la huida o el congelamiento
del neandertal asechado por un tigre?… No lo hizo.

Podríamos ver sus conductas como versiones
actualizadas de las reacciones defensivas: tomar el
autobús como especie de evitación y quedarse
sentado como forma de congelamiento. Pero Fredrickson (2004)
afirma que las emociones negativas conducen a acciones
rápidas y específicas. Su planteamiento no admiten
versiones lentas o inespecíficas, su teoría no se
cumple en muchos casos.

Está demostrado que las emociones negativas
reducen los repertorios. Sin embargo, el proceso responsable de
la restricción, tal como lo describe Frédrickson
(2004), no explica gran parte de la conducta cotidiana. Las
acciones del ser humano actual, mientras experimenta emociones
negativas, son altamente variables. No son tan específicas
como las reacciones de defensa ante situaciones de
peligro.

Supongamos, que alguien arma una intriga para perjudicar
a un compañero de trabajo. Este es un tipo de ataque y
puede ser generado por la rabia o el miedo. Sin embargo, las
formas de crear una intriga son mucho más variables que la
agresión física primitiva. Esta última
incluye acciones como golear, morder, arañar, arrollar o
estrangular al oponente. Pero la cantidad de formas de armar una
intriga puede ser incalculable.

La ejecución de la mencionada trampa laboral, no
requiere del mismo aumento en el nivel de activación
fisiológica, la misma respuesta cardíaca, ni la
movilización de los recursos energéticos que
aumente la fuerza de los brazos o piernas: nadie golpea, nadie
corre.

Hoy en día, el ser humano utiliza ampliamente sus
recursos cognitivos para el ataque y la defensa. La selva moderna
impone enfrentamientos estratégicos, más que
violencia física. La movilización de los recursos
fisiológicos no puede ser exactamente la misma en ambos
casos.

Una pelea callejera exige sustento metabólico
primitivo. Pero muchos enfrentamientos actuales requieren de
percepción, razonamiento, anticipación, lenguaje,
memoria y creatividad. Todo ello se sustenta en cambios
fisiológicos ubicados mayormente en estructuras
evolucionadas del cerebro; no en la periferia de los
músculos. Ambos ataques, estratégicos o violentos,
son motivados por la rabia y el miedo. Pero requieren cambios
fisiológicos diferentes. Entonces, el supuesto de que las
emociones negativas generan cambios fisiológicos sumamente
específicos merece ser revisado.

Tal vez la solución estaría en plantear
que dicha especificidad fisiológica depende del tiempo y
de la intensidad de la emoción.

En principio, podríamos pensar que una
emoción negativa, al momento en que comienza a ser
experimentada, tiende a generar cambios fisiológicos
específicos que favorecen conductas como el ataque o la
huida. Sin embargo, luego se generan otros cambios
fisiológicos que ocurren aun cuando la persona siga
experimentando tales emociones. Dichos cambios,
sustentarían aquello que aquí es llamado "el
enfrentamiento estratégico", que es una forma socialmente
aceptable de la agresión.

Pero las emociones negativas también
podrían generan cambios fisiológicos
específicos al aumentar su intensidad, más no al
tener una intensidad baja. Así, un individuo molesto
podría funcionar bajo un sustento fisiológico
inespecífico, facilitador ataques estratégicos.
Pero si la rabia aumentase notoriamente, su metabolismo
favorecería solo la violencia.

Ahora bien, luego de leer este discurso, es posible que
el lector se pregunte ¿Dónde se ubica la tristeza
dentro del modelo de Fredrickson (2004)?

Esta podría ser la emoción más
restrictiva: una depresión merma notoriamente las
capacidades cognitivas y, además, puede producir severa
inactividad prolongada. Pero no se vincula con situaciones
amenazantes. Inhibe las acciones rápidas porque ya el
peligro se ha materializado generando pérdidas
dolorosas.

Diversos autores (Lang1995; Moltó y col 1999;
González, 2004), han planteado que todas las emociones
pueden ubicarse en dos espacios dimensionales que son valencia y
arousal. El primero representa el continuo entre las emociones
positivas y negativas. El segundo se refiere al nivel de
activación fisiológico, que determina la intensidad
de la emoción. Fredrickson (2004) parece no tomar en
cuenta el nivel de activación. Al igual que la tristeza,
existen muchas otras emociones negativas que no pueden ser el
soporte fisiológico de acciones rápidas para la
supervivencia. Toda emoción que implique bajo nivel de
arousal merma la velocidad motora.

Existen autores como González (2004), quienes
plantean que el nivel de activación representa la fuerza
volitiva y motivacional de la conducta. Tomando como base este
punto de vista, podríamos decir que debería ser
difícil para el ser humano seleccionar o emprender una
conducta que requiere un nivel de arousal superior al que
presenta el organismo en un momento dado. En contrapartida, al
emprender una conducta que requiere un nivel de activación
inferior al estado presente del individuo, se puede perder la
homeostasis debido a que existiría un cúmulo de
energía cuyo fluir es bloqueado debido a que no se
invierte en la conducta ejecutada.

Un ejemplo de ello es la rabia. El individuo que
experimenta una rabia permanente e intensa y no puede drenarla,
podría experimentar una sensación corporal
altamente desagradable producto de esta represión de sus
impulsos agresivos.

Tal vez sea razonable plantear que las emociones, sean
positivas o negativas, hacen que una acción ingrese o
salga momentáneamente del repertorio, dependiendo de la
coherencia o incoherencia entre el arousal requerido para
ejecutar dicha conducta y el arousal propio del estado afectivo
del sujeto en el instante presente.

Adicionalmente, podríamos decir que un nivel de
activación muy bajo podría restringir los
repertorios eliminando o sustrayendo de ellos casi cualquier tipo
de conducta. En presencia de tal estado, podrían
preservarse sólo aquellas acciones que requieran un
bajísimo nivel de activación. Las demás no
podrían ser ejecutadas debido a que el organismo no
invierte (o no posee) la energía necesaria para su
realización. Todo ello ocurre independientemente de que la
valencia emocional; por consiguiente, la idea de que las
emociones negativas son las únicas responsables de la
restricción luce incompleta.

Volviendo atrás, el análisis detallado
parece indicar que la especificidad fisiológica asumida
por Fredrickson (2004) explica solo una parte del
fenómeno. Este planteamiento omite la tristeza, las otras
emociones de bajo nivel de activación y los
enfrentamientos estratégicos. En consecuencia, la
restricción de los pensamientos y conductas no puede ser
explicada "solamente" debido a que las emociones negativas
generan cambios fisiológicos específicos, que
conducen a acciones rápidas y específicas,
necesarias ante situaciones de emergencia. Eso no siempre ocurre,
entonces deben existir otras causas inadvertidas en su
teoría.

Una de ellas es el efecto disuasivo de las sensaciones
corporales desagradables y demás cambios
fisiológicos, tal como lo señalan Damasio (1994) y
Bechara (2004)

Causas de la
restricción y la ampliación según el modelo
de Damasio

Según Damasio (1994), durante la toma de
decisiones, el individuo representa en su mente las diferentes
alternativas o conductas que puede ejecutar. Cada opción
representada, consciente o inconscientemente, produce una
respuesta emocional, que implica determinados cambios
fisiológicos. Estos últimos se transforman en
sensaciones corporales llamadas Marcadores
Somáticos.

Una sensación agradable es un marcador
somático positivo, que conduce al individuo a
preseleccionar la alternativa representada. La destaca como
posible conducta a seguir. Entonces según Damasio (1994),
los marcadores somáticos positivos serían los
causantes de la ampliación.

Por el otro lado, una sensación desagradable,
según la apreciación del individuo, es un marcador
somático negativo. Cuando una acción es
representada en la mente, este tipo de marcador somático
la expulsa de allí y luego el individuo no despliega ese
comportamiento. Esto último restringe los repertorios.
Así, el individuo queda con una cantidad reducida de
alternativas y luego emplea el razonamiento para decidir entre
ellas (Damasio, 1994).

Recordemos al cliente del restaurante. Si piensa ingerir
un alimento y surgen sensaciones displacenteras, el individuo
desecha y olvida esa alternativa. Esa es una de las causas de la
restricción. Tener sensaciones agradables hacia la idea de
ingerir un alimento implica ampliación de repertorios
conductuales referidos a la conducta alimentaria.

El efecto
restrictivo de las emociones positivas

Es factible asumir que las emociones positivas generan
mayormente ampliación. Sin embargo, los planteamientos que
descartan la posibilidad de ellas también generen
restricción podrían ser discutidos.

Según Lang (1995), las emociones positivas se
basan en el sistema motivacional apetitivo y las negativas en el
aversivo. Son sistemas constituidos por grupos de estructuras
neurológicas, que se inhiben mutuamente. Cada uno impide
las conductas y pensamientos asociados al otro. Entonces, la
inhibición mutua es por naturaleza un proceso de
restricción mutua. De hecho la restricción y la
ampliación son dos procesos que ocurren al mismo
tiempo.

Al experimentar una emoción positiva, los
pensamientos y conductas propias de tales estados afectivos
ingresan momentáneamente a los repertorios cognitivos y
conductuales del individuo en cuestión. Pero en ese mismo
instante, los pensamientos y acciones propios de las emociones
negativas son sustraídos de dichos repertorios. Por
ejemplo, el individuo que siente amor puede acariciar, hablar,
ofrecer regalos y demás (ampliación de su
repertorio), pero al mantener ese estado no puede golpear, gritar
ni robar (ello restringe su repertorio).

Cuando surge una emoción negativa, puede ocurrir
todo lo contrario. Pero siempre hay un conjunto de elementos que
está potenciado y otro que es inhibido. Entonces la
ampliación y la restricción pueden ser
simultáneas.

Ello implica el hecho de que las emociones positivas
pueden restringir los repertorios inhibiendo las conductas y
pensamientos asociados a las emociones negativas. Esto
último será adaptativo o perjudicial dependiendo
del contexto.

Si una emoción positiva restringe los repertorios
impidiendo que un individuo corra huyendo de una docena de perros
furiosos, allí hay una restricción que es generada
por el sistema apetitivo, la emoción puede ser agradable
pero el efecto sería perjudicial.

No todas las conductas asociadas a las emociones
negativas son perjudiciales. Tal como semana Fredrickson (2009),
las emociones negativas cumplen funciones adaptativas.

Las omisiones de
ambos autores

Fredrickson (2004) omite el papel de los marcadores
somáticos. Por su parte, Damasio (1994) desestima el hecho
de que las emociones negativas pueden limitar la selección
de opciones, debido a que sus procesos fisiológicos
inducen acciones innatas altamente automatizadas y
específicas "en algunos casos". Ciertamente, un hombre
furioso podría descartar las opciones pasivas y
preseleccionar una violenta porque su metabolismo se lo exige,
aun cuando ello generase marcadores somáticos
desagradables.

Ambos autores omiten una de las implicaciones del
Priming Motivacional de Lang (1995). Es decir, no toman en cuenta
la posibilidad de que las emociones positivas también
puedan restringir los repertorios de acciones debido a que
inhiben las conductas propias del sistema aversivo. Supongamos,
por ejemplo, que un hombre habitualmente agresivo es ofendido,
pero se siente muy alegre en ese momento. Allí la
alegría puede inhibir sus acciones violentas. Las acciones
de pelea quedan excluidas del conjunto de conductas que el
individuo puede desplegar en ese momento. Tal vez se vea incluso
impedido de pensar en esa posibilidad. Ello representaría
una restricción de los repertorios de pensamientos y
conductas. Tanto Fredrickson (2004) como Damasio (1994), omiten
hacer mención a este efecto restrictivo de las emociones
positivas.

La unión
de los planteamientos de Fredrickson y Damasio

Ahora bien, uno de los planteamientos más
importantes de la teoría de la
Ampliación-Construcción es el denominado
Undoing Hypothesis. Según este, las emociones
positivas pueden revertir los efectos fisiológicos de las
negativas. Para Fredrickson y Branigan (2000), ampliación
y restricción son procesos incompatibles. Por ello, las
emociones positivas revierten los efectos restrictivos generados
por las negativas. Ello implica contrarrestar los cambios
fisiológicos producidos por dichas emociones
displacenteras; ya que, estos favorecen conductas
específicas.

Se ha demostrado que las emociones positivas revierten
diversos cambios fisiológicos generados por las negativas.
Fredrickson (2004) menciona algunas investigaciones. Sin embargo,
su explicación sobre el proceso mediante el cual las
emociones positivas revierten tales cambios luce incompleta, ya
que omite los marcadores somáticos.

Hilando un poco más profundo en el asunto, emerge
otra coincidencia importante entre ambos modelos: Los marcadores
somáticos negativos de Damasio (1994) son efectos
fisiológicos producidos por las emociones negativas. Por
ello, las emociones positivas deberían tener la capacidad
de revertirlos. Entonces podríamos decir que las emociones
positivas de Fredrickson (2004) amplían los repertorios de
pensamientos y conductas, en buena parte, porque revierten los
marcadores somáticos negativos de Damasio
(1994).

Me pregunto por qué las emociones positivas
podrían contrarrestar los marcadores somáticos
negativos y el modelo del Priming Motivacional de Lang (1995) nos
ofrece una respuesta. Según este, cada uno de los dos
tipos de emociones depende de un circuito neuronal diferente y
ambos se inhiben entre sí. Son dos sistemas motivacionales
primarios: el Aversivo, responsable de las emociones negativas y
el Apetitivo que sustenta las positivas. Como los marcadores
somáticos negativos son sensaciones producto de emociones
negativas, quizás la activación apetitiva pueda
inhibirlos directamente.

Aparte de ello, las emociones positivas podrían
atacar las causas cognitivas de estas sensaciones. Los marcadores
somáticos responden a las experiencias previas, que
generan determinadas creencias o anticipaciones de en
relación a consecuencias futuras. Si al ejecutar una
conducta, se obtuvieron consecuencias desagradables en el pasado,
entonces en el presente, cuando pensamos realizarla de nuevo,
surge un marcador somático negativo (Damasio, 1994;
Bechara, 2004).

Pero una determinada conducta puede acarrear efectos
tanto beneficiosos como desfavorables en diferentes momentos del
pasado ¿Por qué se activarían las conexiones
con uno u otro tipo de consecuencias? Lang (1995) establece que,
si el sistema motivacional aversivo está activado, los
contenidos asociados a las emociones negativas se fortalecen y se
debilitan aquellos relacionados con las emociones positivas. Ello
debe incluir las creencias y pensamientos negativos acerca de las
consecuencias de una acción.

Funcionando bajo el sistema apetitivo, ocurriría
todo lo contrario. Entonces es factible plantear que las
emociones positivas revierten los marcadores somáticos
negativos porque inhiben los recuerdos o asociaciones entre la
conducta imaginada y sus consecuencias negativas acontecidas en
el pasado.

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