Monografias.com > Biografías
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Baruj Spinoza: El científico filósofo




Enviado por Pablo Freinkel



    Me propongo demostrar que Baruj Spinoza no es un
    filósofo, sino un científico que filosofa. Primero,
    es necesario destacar que para muchos historiadores de la ciencia
    y la filosofía, Spinoza era un filósofo y no un
    científico porque de acuerdo a su interpretación no
    realizó ningún gran descubrimiento en física
    o química, las dos grandes áreas que tuvieron un
    importante desarrollo a partir del siglo XVII. Así queda
    demostrado en un volumen que se publicó en la ciudad
    holandesa de Dordrecht, reproducido por el Boston Studies in the
    Philosophy of Science, que lleva por título Spinoza and
    the Sciences. Ya desde la introducción, Marjory Grene se
    pregunta cuál es la relación de Spinoza con las
    ciencias.

    En su ensayo, Nancy Maull afirma que Spinoza es un
    extraño en la era de la ciencia, puesto que es un
    racionalista en el universo empirista de la ciencia moderna. Una
    vez que nos liberamos de la distinción entre ciencias
    natural y humana podemos tomar la contribución de Spinoza
    en áreas que aunque extrañas a las ciencias exactas
    componen un programa científico. Spinoza contribuyó
    al avance del conocimiento científico no a través
    de leyes de gravitación, refracción sino a
    través de los fundamentos metafísicos necesarios
    para apoyar el método científico y anticipar las
    doctrinas del siglo veinte en la hermenéutica.

    Por su parte, David Savan no da por acreditada una
    importante labor científica excepto cuando afirma que su
    máxima contribución fue el análisis
    científico de la Biblia, expuesto en el Tratado
    Teológico-Político, y lo define como el fundador de
    la hermenéutica científica. Joseph Agassi sostiene
    que Spinoza era un practicante de la ciencia aunque no de la
    física experimental, sino de la ciencia política
    clásica (por sus contribuciones a esta disciplina en la
    Ética, el Tratado Teológico Político y, en
    especial, su obra inconclusa Tratado Político).
    Finalmente, en la visión de Richard H. Popkin, era un
    practicante de la hermenéutica científica. Aunque
    para otros destacados analistas, el judío armstelodano fue
    el precursor de Einstein (1). E inclusive de Sigmund Freud (2)
    También hay quien afirma que Spinoza no fue un
    científico aunque conocía la ciencia de su tiempo
    (3).

    En la época del maestro de Ámsterdam, el
    motor que inspiraba a los hombres dedicados a realizar
    experimentos en un laboratorio y que al final del día
    exhibían como resultado de sus desvelos un nuevo compuesto
    químico o una hasta entonces desconocida propiedad de la
    materia, no tenía como fin descubrir los íntimos
    secretos de la naturaleza ni sus procesos; al contrario, con
    ellos procuraban hallar argumentos que hicieran concordar esos
    descubrimientos con los principios religiosos entonces en boga, y
    tampoco para dar mayor majestad a la naturaleza o al hombre sino
    para corroborar la gloria del Dios de la fe verdadera. Al
    respecto, es ilustrativo que los rudimentos prácticos que
    conducían hacia un nuevo saber no se denominaran Ciencia y
    que recibieran el título de Filosofía Natural o
    Filosofía Experimental. Y sus cultores se llamaran
    filósofos naturales y no científicos (figura que
    aparece a fines del siglo XVIII y marca su impronta en las dos
    centurias siguientes hasta la actualidad).

    Al respecto, como ejemplo, son muy ilustrativas algunas
    de las cartas que Henry Oldenburg (4) le envía a Spinoza
    en las que le describe las tareas que cumplen en el Colegio de
    Filósofos de Londres, luego convertido en Sociedad Real,
    año 1662 (Considérese que los integrantes de la
    Institución primitiva se denominaban filósofos)
    (5).

    Si bien Spinoza, en algunos casos, llevó a cabo
    sus propias experiencias para corroborar el acierto o no de las
    propuestas de otros investigadores (Ep. 6, 13, 41), estas nuevas
    artes analíticas no hallaron eco en su praxis, porque, de
    acuerdo a su criterio, dependían en grado sumo de
    cualidades externas que conducen a entender la Naturaleza
    según los sentidos (el calor y el frío, la fluidez
    o solidez de las sustancias, la dulzura o amargura de los
    compuestos), por lo cual no resultan totalmente convincentes como
    lo serían si estuviesen de acuerdo a los razonamientos y
    cálculos provistos por la Matemática, pues con
    ellos los cuerpos pueden examinarse mientras se dividen hasta el
    infinito así como las fuerzas que se requieren para
    moverlos (Ep. 6). La Matemática ocupa un lugar esencial en
    el pensamiento spinoziano pues permitió a los hombres
    darse cuenta de los vulgares prejuicios a los que los
    sometían doctrinas falsas y supersticiosas y orientarse
    hacia el verdadero conocimiento de las cosas, ya que
    aquélla trata no sobre los fines sino sólo sobre
    las esencias y propiedades de las figuras (E,I, apéndice),
    siendo la esencia de una cosa aquello que define y caracteriza a
    la cosa. (E,II, definición 2).

    En la búsqueda indeclinable de la esencia de las
    cosas y a través de ella dar con el conocimiento acabado
    de Dios y la Naturaleza que lo rodea, Spinoza compone un
    método teórico cuyos fundamentos presentan a su
    autor como un hombre de ciencia que, no obstante no realizar
    descubrimientos de excelencia, ofrece la posibilidad de seguir
    una regla que le permite ir más allá de una
    experiencia exitosa para ofrecer, nada más y nada menos,
    un conocimiento reflexivo que hiciera posible la
    distinción de lo verdadero de lo falso. El sistema se
    plantea por primera vez en el Tratado de la Reforma del
    Entendimiento. Comenzado hacia 1661, según otros
    biógrafos y comentaristas iniciado en 1658, quedó
    inconcluso debido a "la dificultad de la obra, a las profundas
    investigaciones y al infinito saber que
    requería".

    El tema central es la elaboración de un
    procedimiento mediante el cual poder preparar nuestro
    entendimiento o capacidades intelectuales para conocer a Dios de
    manera clara y distinta. Para llegar a discernir la esencia de
    una cosa y en consecuencia de la Naturaleza en la que participa,
    Spinoza propone recorrer un método regido por un orden
    necesario, fundamentado en el razonamiento y la
    intelección (como se comprueba, deja a un lado la
    experimentación).

    El método, por lo tanto, es el conocimiento
    reflexivo de las cosas. Para asegurar que la investigación
    siga el ordenamiento conveniente, aconseja una atención
    muy exacta y mucha aplicación destinadas a lograr una
    percepción fina. A fin de ahorrar inútiles fatigas,
    debemos determinar la meta hacia la cual procuramos dirigir
    nuestros pensamientos. (TRE, 27-33). Una vez que se han reunido
    todos estos elementos, se propone seguir sin interrupciones el
    encadenamiento de las cosas y saber cómo resolver los
    problemas antes de intentar resolverlos. Si se estudia sin orden,
    nacen las dudas (TRE, 43). Es fundamental atender las cosas
    reales y no extraer conclusiones de conceptos
    abstractos.

    Para indagar correctamente hay que partir de
    definiciones exactas (TRE, 50). Para ello es necesario inferir
    todas nuestras ideas de las cosas físicas, o sea, de seres
    reales, siguiendo la sucesión de causas, de un ser real a
    otro ser real, haciendo caso omiso de las cosas abstractas. Esta
    serie de causas y de cosas reales se refiere exclusivamente a las
    cosas fijas y eternas y no a los entes comunes sujetos al cambio
    porque dada esa misma sujeción al cambio es imposible
    determinar su esencia única y propia. Sin embargo, puede
    considerarse a estas cosas singulares mudables (TRE, 57) como
    resultado actual de las cosas fijas y eternas y a partir de
    aquéllas por medio de nuestros sentidos y llevando a cabo,
    según reglas y en un orden determinado, experiencias
    suficientes determinar qué leyes eternas acontece a cada
    una de ellas y adquirir conocimiento de su naturaleza
    íntima y de la Naturaleza en la que se inscribe. (TRE,
    59).

    El ámbito que reserva Spinoza para la
    concreción de su teoría del conocimiento radica en
    el espíritu humano, ya que su esencia está
    constituida por Dios (E, I, 13) y su característica
    principal es que carece de la capacidad de querer o no querer
    sino que se lo conduce a procurar algo por una causa determinada
    (E, II, 48, Dem.). De allí que el método más
    perfecto es el que enseña cómo dirigirlo hacia ese
    objetivo. Mientras más conocimiento adquiere el
    espíritu mayor conocimiento de sus fuerzas y del orden de
    la Naturaleza, y esto le evitará caer en procedimientos
    inútiles (TRE, 28). Conocer es la máxima apetencia
    del espíritu ya que juzga útil todo lo que lo lleva
    a perfeccionarse (E, IV, 27) y obrar sólo en la medida que
    conoce (E, IV, 28, Dem.).

    Este método de reforma del entendimiento permite
    conocer la esencia de las cosas, que Spinoza denomina
    conocimiento de tercer género, nos lleva a entender mejor
    a Dios (E, II, 40, Esc. 2; E, II, 41; E, II, 42; E, V, 25) y a
    tener una idea clara de la Naturaleza (TRE, 23). Es decir,
    según una temprana declaración (Ep. 6), a tener un
    mejor entendimiento y una idea clara de Dios y de la Naturaleza,
    como una unidad equivalente. Una exacta correspondencia entre
    ambos que no se puede definir según pautas meramente
    sensoriales.

    Con la finalidad de demostrar que su método
    científico era aplicable a otras cuestiones no menos
    importantes, una década después Spinoza lo
    utilizó para realizar su célebre
    interpretación de las Sagradas Escrituras, desarrollado en
    el capítulo VII del Tratado Teológico
    Político. En efecto, para la exégesis de los libros
    santos debemos trazar de antemano un método seguro y para
    ello el que está en completa conformidad con él es
    el que sirve para interpretar la Naturaleza. Consiste en trazar
    una historia fiel de los fenómenos para llegar
    después, partiendo de datos seguros a definiciones exactas
    de las cosas naturales. En el caso de la Escritura debe ante todo
    hacerse una historia fiel de ella y formarse así un fondo
    de datos y principios seguros, haciendo a un lado otros que no
    están contenidos en la misma, teniendo siempre presente
    que lo principal del texto bíblico son las narraciones
    históricas y las revelaciones. Sin embargo, hace notar
    Spinoza, los libros santos contienen muchas cosas que la
    razón es incapaz de explicar. (TTP, VII, 6-10) Se deduce
    entonces que tanto la Naturaleza como la Escritura se interpretan
    a partir de sí mismas, sin el auxilio de cuestiones
    extrínsecas a ellas.

    Si comencé este ensayo con la tesis que Spinoza
    no era un filósofo sino un científico que
    filosofaba, es pertinente en este punto preguntarnos qué
    entendía el maestro judío holandés por
    filosofía.

    En primer término, Spinoza poseía un
    concepto que concordaba con los principios mecanicistas (el
    mecanicismo sostiene que todo el Universo está determinado
    por leyes. La única causa de las cosas es la influencia
    física entre las entidades que conforman el mundo
    material. Todo objeto es una máquina. Explica la realidad
    en términos de materia, movimiento local, leyes naturales
    estrictas y determinismo) de la época y la
    filosofía no estaba ajena a ellos, sobre todo cuando se
    trataba de explicar el orden y funcionamiento del mundo. Pero la
    idea esencial que tenía Spinoza de la filosofía era
    su capacidad de permitir pensar a los hombres, de la
    búsqueda incesante de la verdad y que la libertad de
    filosofar "estaba concedida a todos y dejaba ilesa la dignidad de
    uno y otro (Ep. 13. A Henry Oldenburg, julio de 1663).

    No existe en la doctrina spinoziana diferencia entre los
    objetos a someter al análisis filosófico.
    Podía tratarse tanto de experimentos sobre
    hidrostática, anatomía o mecánica,
    según le escribe Oldenburg (Ep. 29), como la posibilidad
    de filosofar y observar la naturaleza humana a raíz de a
    guerra entre Holanda e Inglaterra de 1665. En este sentido, es
    revelador conocer los motivos que lo condujeron a redactar el
    Tratado Teológico-Político, una obra que él
    sabía que resultaría polémica: para
    enfrentar los prejuicios de los teólogos que impiden que
    los hombres puedan dedicarse a la filosofía y para
    defender la libertad de filosofar y de decir lo que piensan. (Ep.
    30) En una parte del texto, afirma que "la Filosofía tiene
    por objeto la verdad y que sus fundamentos son nociones comunes
    basados en la naturaleza" (TTP 14, 38).

    En consecuencia, la Filosofía para Spinoza es un
    procedimiento que le permite pensar, ir en busca de la verdad en
    un marco de libertad y sin censura previa, observando siempre los
    preceptos de la Mecánica. La idea de que la
    Filosofía carece de entidad propia para explicar los temas
    inherentes al hombre y su comprensión de Dios y el mundo
    se pone de manifiesto varias veces en el Tratado de la Reforma
    del Entendimiento. En varios apartados de dicho trabajo (TRE, 27
    nota 2, 29, 33, 44, etc.) aclara que ciertos aspectos examinados
    en ellos recibirían mayor estudio en otro volumen que
    estaba preparando en esos años, que habría de
    denominarse, precisamente, Filosofía. Sin embargo, el
    texto final recibió el título de Ética
    demostrada según el método geométrico. Una
    explicación de esa enmienda figura en una carta a Wilhelm
    van Blyen Bergh, al decir que la Ética, como es sabido,
    debe fundarse sobre la metafísica y la física, pues
    "la necesidad de las cosas atañe a la metafísica, y
    el conocimiento de ésta debe ser siempre previo" (Ep. 27,
    ,3-6-1665). Aquí debe hacerse la salvedad de que la
    metafísica del erudito holandés, de acuerdo a las
    leyes mecanicistas, niega la existencia de las entidades
    espirituales y, por lo tanto, está en un todo en
    desacuerdo con un Dios espiritual. Por ese motivo, Spinoza
    critica a los metafísicos junto a los teólogos y
    predicadores con severidad (E, I, Apéndice).

    Entonces, si Dios no es un ser espiritual,
    ¿qué es?

    El año 1661 parece constituirse en un momento
    clave en la vida intelectual de Spinoza. Ha escrito el Tratado de
    la Reforma del Entendimiento, se encuentra redactando y
    corrigiendo un opúsculo que sus biógrafos suponen
    que es el Breve Tratado acerca de Dios, el hombre y su felicidad,
    ha diagramado las primeras proposiciones de la Ética
    demostrada según el orden geométrico y ha iniciado
    una rica y variada correspondencia con Henry Oldenburg,
    secretario del Colegio de Filósofos de Inglaterra, luego
    designado por orden real como la British Royal Society. En ese
    período de creatividad efervescente produjo la
    definición más significativa de toda su obra: No
    separo a Dios de la Naturaleza (Ep.6, 1661). ¿Cuál
    es el significado de esta equiparación? ¿Acaso es
    una igualdad que no asume reparos?

    En el capítulo 1 de la primera parte del Tratado
    Breve, Spinoza afirma y demuestra sin ambages que Dios existe.
    Luego, que hay una sola sustancia, indivisible, eterna e
    infinita, que es incapaz de producir otra sustancia. En el
    segundo capítulo, escribe que Dios es sustancia, posee un
    número infinito de atributos, cada uno de los cuales en su
    caso es infinitamente perfecto. En la proposición 4 del
    mismo apartado anota que en el intelecto infinito de Dios no hay
    ninguna sustancia que no exista formalmente en la Naturaleza. Por
    otra parte, la Naturaleza está compuesta de infinitos
    atributos, perfectos en su género. Como hay una sola
    sustancia, debe ser necesariamente compartida por Dios y la
    Naturaleza. En consecuencia, se comprueba una relación de
    equivalencia entre Dios y la Naturaleza.

    Esta fórmula es fundamental en la doctrina
    spinoziana y marca el comienzo de toda su producción
    intelectual. En el orden de acotar expresiones para su mejor
    demostración, Spinoza rechaza representar a Dios como un
    hombre, compuesto de cuerpo y espíritu y sometido a
    pasiones, siendo un cuerpo toda cantidad larga, ancha y profunda,
    limitada según cierta figura lo cual está en
    contradicción con el concepto de sustancia infinita e
    indivisible definida para Dios, (E, I, 15, Esc), por esa
    razón no admite que haya podido asumir la naturaleza
    humana y que tal cosa sería tan absurda como afirmar que
    el círculo asumió la naturaleza del cuadrado (Ep
    73) .

    Por otra parte, distingue en la Naturaleza dos
    componentes: la Natura naturans y la Natura naturata.
    Entendiéndose por la primera, la Naturaleza creadora, es
    decir, Dios; y por la segunda, todo lo que hay de creado en ella.
    (TB, I, caps. 8 y 9; E,I, 29, Esc.) Sin embargo, percibe la
    necesidad de profundizar el concepto de esta distinción.
    En la misma carta le comenta a Oldenburg que algunos entienden a
    la Naturaleza como una cierta masa o materia corpórea. Con
    lo cual está diciendo que al hablar de las esencias
    debemos observar a la Naturaleza creadora, es decir,
    Dios.

    En este orden de pensamiento, la Naturaleza no es
    determinable ni imaginable; en consecuencia, será
    concebida intelectualmente. Cuando Spinoza afirma que la
    Naturaleza es perfecta no usa un concepto imaginativo sino un
    concepto intelectual. La Naturaleza no es inerte, posee un
    principio de actividad interna; es un único individuo
    cuyas partes se modifican continuamente de un gran número
    de maneras sin que cambie el Individuo total. Todo en la
    Naturaleza sucede de un modo eficiente, necesario y eterno. La
    Naturaleza, es decir, Dios, es la vida, la potencia infinita. Los
    seres y las cosas son en Dios o en la Naturaleza (6).

    En resumen, la relación entre Dios y Naturaleza
    queda expuesta cuando afirma que nada podemos conocer de la
    Naturaleza sin ampliar a la vez nuestro conocimiento de la causa
    primera, es decir, Dios (TRE, 50, nota 2). Y si, además,
    tenemos de Dios el discernimiento como el del triángulo
    cuyos tres ángulos son iguales a dos rectos (180º),
    entonces toda duda desaparece (TRE, 43). En consecuencia,
    penetrar la Naturaleza nos adentra en el entendimiento de Dios,
    pero, en simultáneo, las leyes eternas e inexorables de la
    Naturaleza nos dan la oportunidad de tener una mejor
    comprensión de Dios. Por lo tanto, ante esta realidad,
    ¿cómo es posible determinar los principios de la
    religión que se funda en ese Dios-Naturaleza?

    Según el erudito holandés, la
    religión no se entiende sin la moralidad. Porque mientras
    la religión es conocer a Dios, origen de todo lo que
    deseamos y hacemos por causa nuestra, la moralidad es el deseo de
    hacer el bien que nace de la vida según la guía de
    la razón. (E, IV, 37, Esc). El hombre que se guía
    por la razón desea para los demás el bien que
    apetece para sí mismo (E, IV, 46). Por consiguiente, si
    deseamos y hacemos el bien a nosotros y a los demás
    vivimos según los dictados de la razón y de esta
    manera conocemos a Dios.

    Una forma de comprender con mayor claridad este punto es
    contrastar la Ética y el Tratado Teológico
    Político (en adelante, TTP) y podemos hacerlo partiendo de
    esta pregunta: ¿El Dios de la Ética es el mismo que
    el del TTP? La respuesta es negativa.

    No hay punto de contacto entre la teología y la
    filosofía (o ética), según demuestra
    Spinoza. (TTP, XIV, 15) porque en tanto que la teología es
    la disciplina que presenta a la fe como el motor principal de la
    creencia en Dios, la ética busca la verdad a partir de
    nociones comunes y su fundamento es la historia universal del la
    Naturaleza. (TTP, XV, 25)

    El TTP es un análisis detallado de la Sagrada
    Escritura que presenta a Dios como una entidad sobrenatural,
    trascendente, alejado del mundo y que llega al conocimiento de
    los hombres a través de una revelación. El profeta
    interpreta las cosas reveladas sólo por medio de la fe
    (TTP, I, 2-4), siendo la fe saber acerca de Dios lo suficiente
    para no perder todo sentimiento de obediencia a sus decretos y lo
    que puede saberse por ese sólo sentimiento (TTP, XIV, 13).
    Esa obediencia no está inspirada ni en la razón ni
    en la ciencia (TTP, XIV, 7) y donde ésta se encuentra
    está necesariamente la fe, expresada en las buenas obras.
    (TTP, XIV, 16) La fe conduce a la obediencia sin exigir tanto a
    la verdad en la doctrina (TTP, XIV, 20). La fe de cada uno no
    debe reputarse buena o mala sino en razón de la obediencia
    (TTP, XIV, 22). De aquí se deduce que la fe y la
    obediencia son artículos destinados a los hombres que como
    cosas particulares de la Naturaleza no están sujetos a sus
    leyes eternas, por eso pueden los dogmas ser buenos para unos y
    malos para otros. La fe debe practicarse como se la entienda
    (TTP, XIV, 33) dándole a todos la libertad de filosofar
    (TTP, XIV, 39). La teología carece de reglas y por eso
    permite la libre especulación, de aquí deriva la
    guerra permanente que Spinoza mantuvo con los teólogos y
    predicadores, que muchas veces acomodaban el sentido de la fe a
    sus propias conveniencias, conflicto que se inició en sus
    años juveniles y que originó que lo expulsaran de
    la Sinagoga (hecho ocurrido 27 de julio de 1656, a los
    veintitrés años de edad).

    Ninguna de estas cualidades se observan en la
    ética que al reproducir las reglas fijas y eternas de la
    Naturaleza acomoda el pensamiento en el sentido que da la
    razón, luz del espíritu. Fuera de ella, todos son
    sueños y quimeras (TTP, XV, 23). La razón no puede
    descubrir el dogma fundamental de la teología. (TTP, XV,
    27) La autoridad de la Escritura no se puede establecer sobre
    demostraciones matemáticas porque depende de la fe, de la
    revelación (TTP, XV, 29). El poder de la Naturaleza es el
    poder de Dios que ejerce un derecho soberano sobre todas las
    cosas (TTP, XVI, 3) La Naturaleza no se encierra en los
    límites de la razón humana sino que está
    subordinada a un sinfín de leyes que abarcan el orden
    eternal de todo el mundo del que el hombre es una pequeña
    parte. Sólo por su necesidad, la Naturaleza determina los
    individuos de un cierto modo a la acción y a la
    existencia. (TTP, XVI, 10) No hay relación entre las leyes
    de la Naturaleza y las leyes de nuestra razón (TTP, XVI,
    11)

    El texto bíblico enseña que existe un ser
    supremo revelado a quien todos debemos obedecer para alcanzar la
    salvación y que debemos adorar por la práctica de
    la justicia y de la caridad para con el prójimo (TTP, XIV,
    24-27). La religión no es especulación
    filosófica y es completamente diferente a la ciencia (TTP,
    XIII, 14) La Escritura no es una enseñanza
    filosófica porque exige de los hombre obediencia (TTP,
    XIII, 7). Por otra parte, las leyes de Dios no se pueden violar.
    Únicamente podemos transgredir las leyes humanas (TB II,
    24). Y como Dios y la Naturaleza son una sola y equivalente
    existencia, no podemos transgredir las leyes de la Naturaleza
    porque son divinas. En oposición a las reglas y ordenanzas
    que aparecen en el libro sagrado, que se pueden vulnerar porque
    fueron dadas por los hombres para los hombres.

    En su fórmula Deus sive Natura (Dios, o sea la
    Naturaleza), Spinoza define el rol esencial que posee la
    Naturaleza en su caracterización de Dios y, como todo
    científico del siglo XVII, inquieto e iconoclasta,
    creyó encontrar en las leyes que rigen el medio natural el
    mejor cimiento para su sistema lógico. De este modo, las
    leyes eternas, inexorables e impersonales de la Naturaleza se
    transfieren a la concepción de Dios, que es a su vez
    eterno, inexorable e impersonal, cualidad esta última que
    lo hace inmanente, es decir ubicado en el mundo, y a cuyo
    conocimiento se llega por medio de la intuición y el
    intelecto. El amor a Dios es un proceso intelectual y su
    representación se lograría a través de una
    ecuación universal, cuyo hallazgo desveló al
    científico de Amsterdam. Por esa razón, digo que
    Spinoza no es un filósofo, sino un científico que
    filosofa.

    NOTAS

    Las abreviaciones utilizadas al mencionar las obras de
    Spinoza, corresponden al siguiente diagrama:

    TB: Breve tratado acerca de Dios, el hombre y su
    felicidad (el número romano es la parte referida y el
    número arábigo al capítulo)

    TRE: Tratado de la Reforma del Entendimiento (el
    número arábigo refiere al parágrafo
    aludido)

    Ep.: Epistolario (el número se refiere al
    número de carta)

    E: Ética demostrada según el orden
    geométrico (el número romano es la Parte, el
    arábigo la proposición, Dem=demostración;
    Cor=corolario; Esc.=escolio)

    TTP: Tratado Teológico Político (el
    número romano es el capítulo y el arábigo,el
    parágrafo)

    1-Spinoza and the Sciences, ed. by Marjorie Grene and
    Debra Nails, Vol. 91 of the Boston Studies in the Philosophy of
    Science, Dordrecht: D. Reidel, 1986. Cf. Marjory Grene,
    Introduction- xi-xix. Nancy Maull, Spinoza in the Century of
    Science 3-13 pgs. David Savan: Spinoza: Scientist and Theorist of
    Scientific Method. 95-123 pgs. Joseph Agassi: Towards a Canonic
    Version of Classical Political Theory. 153-70. Richard H. Popkin:
    Some New Lights on the Roots of Spinoza"s Science of Bible Study.
    171-190. Michel Paty, Einstein and Spinoza, 267-303.

    2-El filósofo que inspiró a Freud y
    anticipó las neuro-ciencias, Diana Cohen Agrest, La
    Nación, 2007.
    http://adncultura.lanacion.com.ar/955834.

    3-Spinoza y la ciencia, Alberto Relancio
    Menéndez.
    http://es.scribd.com/doc/28611923/SPINOZA-Y-LA-CIENCIA-Alberto-Relancio-Menendez-IES-Los-Realejos-y-FCOHC.

    4-Henry Oldenburg (1620-1677), teólogo oriundo de
    Bremen que llegó a Londres como agente diplomático.
    Concluida su misión permaneció en la capital
    inglesa en donde fue secretario de la British Royal Society, en
    1662.

    5-Ep. 3, 1661: "…En nuestro colegio
    filosófico nos entregamos a hacer experimentos y
    observaciones…las cualidades de las cosas pueden explicarse
    por principios mecánicos y todos los efectos de la
    Naturaleza pueden ser producidos por el movimiento, la forma, la
    estructura y sus relaciones". Ep.11, 1663: "…el uso de la
    química para confirmar los principios mecánicos de
    la filosofía…". Ep. 16, 1663: "…nuestros
    filósofos no abandonarán su misión
    experimental…". Ep. 31, 1665: "Algunos de nuestros
    filósofos se ocupan de fomentar los estudios
    físicos… entre otras cosas, la naturaleza del
    sonido".

    6-Aproximación a la idea de la Naturaleza en
    Spinoza, Luis Rodríguez Camarero,
    www.dspace.usc.es

     

     

    Autor:

    Pablo A. Freinkel

     

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter