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Centroamérica: Rebelión, ascenso y derrota del movimiento obrero (1930-1955)



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Sustrato
    histórico de las rebeliones
  3. Años de
    ascenso del Movimiento Obrero
  4. Eventos del
    Movimiento Obrero y Comunista
    Internacional
  5. La Derrota del
    Movimiento Obrero en Guatemala y Costa
    Rica
  6. Conclusiones
  7. Obras
    consultadas

Introducción

Eric Hobsbawm aprecia en Historia del Siglo XX
varios rasgos englobantes de la historia mundial que emerge de la
depresión de 1929-1933. "Fueron más los gobiernos
que cayeron hacia la izquierda que hacia la derecha, aunque por
breve tiempo (…) La crisis intensificó la actividad
antiimperialista (…) Señaló en la mayor
parte del mundo colonial el inicio del descontento
político y social de la población autóctona,
necesariamente dirigido contra los gobiernos". (Hobsbawm, E.
2002:112)

Continúa el historiador inglés: Surgieron
tres opciones que competían por la hegemonía
político-intelectual: el comunismo marxista, el
capitalismo reformado "en maridaje informal con la
socialdemocracia de los movimientos obreros no comunistas" y el
peligro del fascismo. Se produjo la caída de los valores
políticos y las instituciones del liberalismo, victimado
por la derecha política. Luego de la Segunda Guerra
Mundial hubo un lento retorno a la democracia liberal, vinieron
las luchas de descolonización en Asia continental,
África del Norte y Central y el Medio oriente, y la Guerra
Fría, "cuya singularidad estribaba en que no había
ningún peligro de una Tercera Guerra Mundial".

La situación de Centroamérica corresponde
parcialmente con el boceto. Solamente Belice y la Zona del Canal
eran colonias. Desde 1856-57 Nicaragua, otro territorio canalero,
fue epicentro de invasiones armadas norteamericanas en 1909, 1912
y 1926 sin llegar a consumarse un protectorado, aunque algunos lo
pidieran. Las instituciones y los valores cívicos
liberales se afirmaron muy lentamente entre guerras internas,
golpes militares y dictaduras. Los partidos políticos
tomaron cuerpo ciudadano después de la Primera Guerra. En
forma tardía se configuró también una
izquierda política con colorido liberal demócrata,
laborista, socialista, anarquista y comunista asentada en pocos
letrados, artesanos y obreros por oficios.

Sí hubo bastante similitud en otro aspecto de
aquel esbozo. El comunismo staliniano, más que el
pensamiento marxista, hizo trincheras en una oscura guerra de
clases. De ahí la competencia con movimientos obreros no
comunistas acuerpados por la OIT, embajadas y centrales obreras
norteamericanas, el panamericanismo y el antiimperialismo del
peruano Haya de la Torre. Las atroces dictaduras de
Hernández Martínez, Somoza García, Tiburcio
Carías y del binomio Ubico-Ponce Valdéz no
tenían ilustración ni base social para configurar
la opción política fascista. Fueron como un
retroceso al status político de mediados del siglo XIX
maquillado con nuevas instituciones liberales en multiformes
sociedades capitalistas.

El temor al fascismo tomó figura en la
región a raíz de la Guerra Civil Española y
con la Segunda Guerra Mundial; una vez que Estados Unidos
envió a Europa sus tropas y pidió refuerzos
continentales. En el trance cayeron dictadores y hubo
expectativas revolucionarias en Costa Rica y Guatemala. En los
demás países, aún bajo dictaduras,
avanzó la forma republicana del Estado mediante la
legalización de partidos políticos electorales,
inversión pública en infraestructura y
mediación estatal en los campos de la salud y el trabajo.
Los viejos ejércitos revestidos como Guardias Nacionales y
la clase exportadora en alianza con grupos de clase media,
enfrentaron el ascenso del movimiento obrero; sin faltar el apoyo
financiero o la avanzada militar auspiciada por el
Pentágono. En Nicaragua perduró la
dictadura.

Este artículo es otro acercamiento a esa
coyuntura histórica y conlleva varios
objetivos:

  • 1. Sintetizar algunos procesos
    históricos centroamericanos en relación con las
    luchas sociales y políticas del movimiento obrero y
    popular.

  • 2. Conocer el desarrollo del movimiento
    sindical y de partidos proletarios como fuerzas
    contestatarias a los regímenes políticos de la
    región.

  • 3. Caracterizar procesos de avance y
    retraimiento de las luchas populares contra los gobiernos
    oligárquicos y la dominación imperialista en
    Centroamérica.

Sustrato
histórico de las rebeliones

  • A.  LAS BATALLAS DE SANDINO

"En las proclamas y declaraciones políticas del
General Sandino se encuentran todas las demandas del movimiento
obrero internacional, menos espectaculares que el desafío
a la intervención de Estados Unidos". En el programa
rebelde que surgió y se ejecutó en parte en Las
Segovias, se materializó "la defensa política de
los intereses de los trabajadores (la cual) tenía muy
pocos y dispersos precedentes". Son conclusiones del historiador
alemán Volker Wûnderich.

La guerra del ejército de Sandino contra la
infantería norteamericana y la Guardia Nacional fue el
comienzo de la resistencia popular a otra acción
imperialista del gobierno de Estados Unidos. En la gesta de
Sandino subyace el legado de guerra anticolonial contra el
esclavista William Walker y de las guerras de independencia
contra el imperio español. Son procesos de una continuidad
histórica de largo plazo, que colocan a
Centroamérica en la historia mundial de las luchas
nacionalistas del siglo XX y contra la explotación de las
empresas capitalistas.

La hazaña que dirigió Augusto César
Sandino (1895-1934) transcurrió en tres fases. La primera,
entre enero de 1926 y mayo de 1927. En ese lapso se produjo el
golpe de Estado que derrocó al Presidente Juan Bautista
Sacasa, la reacción militar de los liberales, la
invasión del ejército gringo, en marzo de 1927; el
cese de las contiendas entre liberales y conservadores tras la
firma del Pacto de Espino Negro y el levantamiento armado de
Sandino en Nueva Segovia.

La siguiente fase la ubico entre junio de 1927 e inicios
de 1929. Comprende las acciones de guerrilla para crear el
Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, la
extensión de los combates a Jinotega, Matagalpa y Zelaya
Norte; la solidaridad internacional y la definición del
programa de soberanía y reivindicación social que
Sandino propuso al gobierno norteamericano.

Otro momento, inicia con el viaje de Sandino a
México -diciembre del 29-abril de 1930- y concluye en
enero de 1933. Este año las fuerzas invasoras abandonan
Nicaragua. Sandino envió al Presidente liberal Juan
Bautista Sacasa una propuesta de paz que fue aceptada. La guerra
termina oficialmente el 2 de febrero de 1933. El movimiento
político que creó Sandino desapareció con el
fusilamiento de El General en el monte La Calavera a las 11 de la
noche del 21 de febrero de 1934.

Hay dos temas relevantes de ese proceso que suscitan
interés y discrepancias: El contenido social de la
rebelión y la solidaridad comunista, en relación
con los matices del pensamiento de Sandino. El primero
evolucionó en el contexto de crisis de la minería y
la depresión de 1929-1933. El segundo, está
enlazado al accionar de la Internacional Comunista y su red
organizativa entre Estados Unidos, México y
Centroamérica.

La base social de la guerra era eminentemente popular.
Muchos mineros se sumaron al ejército de Sandino porque
desde el siglo XIX las minas de Chontales convirtieron a Nueva
Segovia en importante centro extractivo y comercial. En 1907 hubo
al menos 144 denuncios por parte de ingleses y norteamericanos.
En 1910 había 60 minas en actividad, pero la
depresión del mercado de oro y plata afectó el
comercio y la extracción. En 1927 se mantenían solo
6 minas en explotación; había desempleo y
decaimiento del nivel de vida. Ese año Sandino
ocupó la mina San Albino, expropió a los
norteamericanos y pagó en oro puro los salarios adeudados
a los trabajadores.

El apoyo de los campesinos e indígenas fue
posible porque era común que se involucraran en las
confrontaciones militares de liberales y conservadores, en parte
por la oferta del botín de guerra. En Nueva Segovia
prevalecía una estructura histórica de
explotación y vejación a los indígenas,
acentuada por la expansión del cultivo de café. En
1881 estalló en Matagalpa una rebelión, "La Guerra
de las Comunidades", que involucró al menos a 6.000
indígenas. En 1891 hubo otras rebeliones. Informes
policiales de 1901 indican que los trabajadores huían de
las haciendas y cambiaban de nombres para evadir a los
perseguidores. Reinaba una tradición de rebeldía y
confrontación. Entre 1917 y 1932 en Nueva Segovia
aumentó en 3.000 Has el área sembrada de
café y campesinos pobres e indígenas fueron
expulsados de sus comunidades. Después vino el desempleo
que trajo la gran depresión.

En síntesis, según el mismo Sandino, "los
oficiales provenían de varias naciones y la médula
del ejército era nicaragüense". Algunos mandos eran
antiguos dueños de tierras arruinados por los militares y
las tropas invasoras. La mayoría del ejército eran
obreros mineros y de los bananales, trabajadores desocupados,
campesinos pobres mestizos e indios, entre ellos, los miskitos de
Bocay.

Sandino no tuvo ideología comunista aunque su
vida laboral fue en gran parte un recorrido por el mundo obrero.
Desde los 20 años trabajó como ayudante de
mecánica. En Honduras se empleó en el Ingenio
Montecristo. En Guatemala, en las plantaciones bananeras. En
México, en la industria petrolera. En ese país se
vinculó con el movimiento obrero, conoció sus
fundamentos ideológicos, vivió la agresión
norteamericana a la revolución y se acercó la
masonería http://www.elortiba.org/sandino.html Por otra
parte, la solidaridad del movimiento comunista con las luchas de
Sandino es indiscutible. El debate atañe a esa influencia
en el pensamiento y las decisiones políticas de
insurrecto.

El Partido Comunista de Centro América (PCCA),
fundado en 1925, mantenía relaciones con el Partido
Comunista de México. Entre 1926 y 1928 la rebelión
de Sandino entró en agendas del Primer Congreso contra el
imperialismo que se celebró en Bruselas y en el V y VI
Congreso de la Internacional Comunista (IC). Por iniciativa de
centroamericanos, en esos congresos se acordó abrir sedes
en cada país de la Liga Antiimperialista de las
Américas (LAIA) y de Socorro Rojo Internacional (SRI). Ese
año se creó en México, el comité de
solidaridad, "Manos fuera de Nicaragua" (MAFUENIC) presidido por
David Alfaro Siqueiros.

No obstante, hubo contrariedades. Algunas, derivadas del
acervo liberal y nacionalista latinoamericano de Sandino; del
impacto político regional que tuvo el enfrentamiento con
el ejército norteamericano y, otras, debido a las
cambiantes directrices de la IC con respecto a la
revolución, el imperialismo y las alianzas
políticas frente a esos procesos.

En 1928, durante el VI Congreso de la IC, se enfriaron
las relaciones de cordialidad que existían entre la IC y
el APRA de Haya de la Torre. En el Congreso de la LAIA celebrado
en Francfort en agosto de 1929, se discutió la
reorientación derechista de los gobiernos en distintos
países y surgieron desacuerdos de fondo entre el grupo del
Partido Laborista Inglés y los comunistas. El
representante de Sandino, José Constantino
González, rechazó una moción para expulsar
del congreso a la delegación del APRA.

En el lapso de la crisis económica de 1929 y a
raíz de la Guerra Civil en la URSS, se planteó que
el movimiento comunista mundial debía supeditar sus
tácticas de lucha a la defensa de la revolución
bolchevique. Se vislumbraba, además, el ascenso del
fascismo. Hacia 1929 la política del gobierno mexicano
evolucionó a la derecha, con el presidente Portes Gil, y
la IC rechazó las coaliciones amplias en la lucha
antiimperialista. Por su parte, Estados Unidos promovió el
triunfo electoral de José M. Moncada (1929-1933) y
creó la Guardia Nacional. Sandino regresó a
Nicaragua en abril de 1930. En febrero de 1931 se produjo la
ruptura con Farabundo Martí y el movimiento comunista.
Tanto "el apoyo interior como el exterior había
desaparecido y sólo faltaría el desenlace fatal: su
asesinato."

  • B. INSURRECCIÓN EN EL
    SALVADOR

Varios conflictos laborales precedieron la
explosión social y política que surgió en El
Salvador durante la gran depresión capitalista. En 1929,
la huelga comunal de no pago de alquileres. En 1930 unos 900
trabajadores paralizaron la empresa constructora del balneario La
Chacra y los Tanques de Holanda. El 1 de mayo la
Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños
movilizó a las ligas campesinas y sindicatos
agrícolas con la consigna de reforma agraria. La misma
semana hubo un conato de huelga en la plantación La Presa,
en Coatepeque. La Guardia Nacional intervino y expulsó a
345 familias de trabajadores.

Un mes antes, la FRTS organizó la
recolección de 30.000 firmas para apoyar una ley sobre el
pago del salario mínimo y la estabilidad en los contratos
de trabajo agrícola. No obstante, en el discurso del
Día del Trabajador, el Presidente Romero Bosque
censuró ante 80.000 personas la organización
sindical en el campo. En agosto y octubre emitió decretos
que prohibieron reuniones, difusión de propaganda,
circulación de la prensa obrera y autorizó
decomisar impresos y correspondencia sindical.

En marzo y abril de 1931 fueron reprimidas huelgas y
manifestaciones en demanda de alzas de salarios y mejores
condiciones de trabajo. En septiembre fueron asesinados 15
obreros de los que participaron en una huelga, en la Hacienda
Asuchillo. El 4 de enero de 1932 mujeres y hombres cortadores de
café paralizaron las haciendas Chayal, Tortuguero,
Montañita, Paraíso, Santa Rita y Anonal. El 7 de
enero ocurrió otra huelga de cortadores de café en
otras haciendas de Ahuachapán. El 16 hubo otra protesta
similar en la Hacienda San Isidro, en Sonsonate.

La violencia agraria y política explotó en
los días de elecciones municipales y legislativas
fraudulentas. En el distrito Turín, Santa Rita, 400
hombres invadieron fincas y rodearon el cuartel de Guardia
Nacional. El gobierno suspendió las elecciones en
Turín, Tacuba, Colón y otros pueblos de Sonsonate,
lugares favorables al partido comunista. En Ahuachapán se
produjeron disturbios el 3 y 4 de enero. El 3 de enero al menos
200 electores asediaron el edificio de Gobernación y el
día 4 los indígenas invadieron la Finca Santa Rita.
En las votaciones de diputados del 10 al 12 de ese mes ocurrieron
otros hechos violentos en Sonsonate, Armenia, Juayúa y San
Isidro.

El 18 y 19 de enero unos 500 rebeldes entraron al barrio
de Concepción: hubo disturbios y dos ataques al Cuartel
del Primer Regimiento de Caballería en un intento de
liberar a Farabundo Martí. En Ahuachapán, el PC
tenía un plan de asalto al cuartel previendo el fraude
electoral y el gobierno decretó estado de sitio. El
día 12 murieron 30 militantes comunistas a raíz de
una ocupación de fincas en Ahuachapán. Por esos
días fueron apresados Farabundo Martí, Alfonso Luna
y Mario Zapata quienes fueron fusilados en el Cementerio General
de San Salvador el 31 de enero de 1932.

El movimiento rebelde había estallado con furia
en varios lugares del país, entre el 18 y 25 de enero.
Indígenas, campesinos y obreros agrícolas asaltaron
viviendas de terratenientes y hacendados, guarniciones y
cuarteles, oficinas públicas y municipios, tiendas de
raya, almacenes, fincas y casas de ladinos ricos.

El 22 de enero estalló la rebelión en los
poblados de Salcoatitán, Sonzacate y Juayúa; en
este lugar, dirigidos por el indígena Chico Sánchez
y por los trabajadores Lucas Zavaleta y Benjamín Herrera.
A las tres de la tarde del 23, cerca de 500 hombres tomaron
Nahuizalco al mando del cacique Felipe Nerio y de Tomás
González y Juan Isidro Pérez, dirigentes del PCS.
Hubo dos ataques: El asalto al poblado de Colón por unos
300 hombres y otro grupo de 400 atacó Santa Tecla.
Tuvieron el control militar de Los Amates, Teotepeque, Tepecoyo y
Finca Florida, aldeas del Departamento La Libertad. El asedio
llegó a los cuarteles de la capital, al caserío de
Ansino y a Panchimalco. Otros disturbios y ataques aislados a las
guarniciones policiales se produjeron en occidente, en
Chalchuapa, Santa Ana y el Congo.

El mismo día también se combatió en
las vecindades de Sonsonate. Pobladores del barrio San Antonio se
unieron a los rebeldes que venían de los cantones
orientales y de poblados como Atiquizaya, Turín y San
Julián. Unos 1.500 hombres asediaron el cuartel principal
a la 1:30 de la madrugada del 23 de enero y el grupo del barrio
San Antonio atacó la Alcaldía de Ahuachapán.
En repliegue forzoso, los rebeldes volvieron a Tacuba, lugar que
habían tomado al comenzar la insurrección y
organizaron un gobierno propio, hasta el 25 de enero. En ese
lapso ensayaron la expropiación y redistribución de
la tierra.

En Izalco, Sonsonate, el 22 de enero al menos 2000
indígenas y campesinos al mando del cacique José
Feliciano Ama tomaron los barrios Dolores y La Asunción.
Al día siguiente el gobierno lanzó varios
bombardeos aéreos y el 25 retomó el poder en
Izalco. Al amanecer del 23 de enero otros 500 rebeldes hostigaron
en Sonsonate. Tomaron la plaza pero fueron repelidos por los
militares y la guardia cívica hasta Sonzacate lugar que
convirtieron en su bastión. Ahí adquirió
rasgos legendarios por su valor y capacidad organizativa, Julis
La Roja, o la camarada Julia.

Sonsonate fue el centro de contraofensiva de la
dictadura desde el 24 de enero. El aparato represor estaba
compuesto por la Policía Nacional, la Guardia Nacional y
la Policía de Hacienda, cuerpos entrenados por militares
españoles, y por la Guardia Cívica: una milicia
privada al servicio de terratenientes y hacendados aun en tiempos
de paz, reorganizada por el gobierno para repeler los ataques
rebeldes y asesinar comunistas. Se utilizó, además,
la aviación. (Anderson Thomas. Op. Cit. 1976:
9-70)

La reconstrucción de los acontecimientos
militares y del fenómeno de violencia política,
así como la explicación histórica de este
proceso, ha suscitado múltiples investigaciones. Como
fenómeno de cambio social y político es evidente
que remita a las condiciones estructurales y de la coyuntura.
También hay suficiente estudio sobre la crisis del Estado
oligárquico y de los intentos reformistas de los gobiernos
del Dr. Romero Bosque y Arturo Araujo. En menor grado hay
consenso sobre el papel determinante o no de la
participación del PCS. Se han rescatado bastantes
rebeliones indígenas como parte de una tradición de
lucha y hay otros temas abiertos a la investigación, como
las diversas corrientes de organización sindical en el
campo y las luchas del campesinado empobrecido.

El Salvador tenía 1.722.579 habitantes en 1930,
con una extensión de 20.877 km2. Las tierras de los
indígenas y los ejidos municipales representaban un 25%
del área del país y fueron expropiadas con base en
las leyes liberales de 1881-1882 para dar paso a la
formación y expansión de haciendas cafetaleras. Esa
estructura configuró la matriz de las rebeliones de
indígenas y de las luchas de los emigrantes en la
periferia del país. En 1872 la iglesia estimuló la
rebelión de Cojutepeque y, entre ese año y 1889,
hubo siete revueltas indígenas.

La aplicación de las leyes de expropiación
causó levantamientos en 1884 en Izalco y Atiquizaya. En
Nahuazilco el 5 de octubre de 1884 unos 2.000 indígenas y
campesinos atacaron el gobierno local, mataron funcionarios
municipales y quemaron archivos, Alcaldía y la casa de un
ladino opresor. Otras rebeliones ocurrieron en Cojutepeque en
1885 y en 1898 en Santa Ana. Por otra parte, desde las
últimas décadas del siglo XIX, el fraude electoral
en perjuicio de candidatos indígenas fue otro motivo de
disturbios. En 1885 los indígenas recuperaron el control
municipal en occidente y lo retuvieron hasta 1905. En 1927, 1929
y enero de 1932 perdieron los concejos locales, en medio de
fraudes y violencia.

La forma de resistencia a la privatización de las
tierras comunales tomó el cauce de juicios y alegatos
burocráticos. No obstante, la cacería de mano de
obra, las intervenciones militares o de la guardia privada para
expulsar de las haciendas a las familias, la represión
para impedir la organización sindical y las
artimañas electorales acumularon descontento y propiciaron
levantamientos y protestas con visos de rebelión social.
De tal manera que, esas revueltas desorbitadas por la
depresión económica y la crisis del café no
fueron inducidos, necesariamente, sólo por la
acción sindical o política de los
comunistas.

La participación del PCS en la
insurrección de 1932 está bastante documentada. No
así, su relación con la actividad sindical en el
campo, ni con el protagonismo sindical anarquista. Entre 1929 y
1930 afloraron pugnas ideológicas entre los dirigentes
laboristas, comunistas y anarquistas representados en la
Federación Regional de Trabajadores, creada en 1924. En el
V Congreso de la Federación, del 8 al 14 de agosto de
1929, la facción comunista desplazó a los
dirigentes de otras corrientes y en posición de
hegemonía encauzaron la actividad sindical en la
línea de la Tercera Internacional. Los anarquistas
habían dirigido la huelga de inquilinos de 1929 y al
año siguiente crearon el Centro Sindical Libertario. En
Ahuachapán, en 1930 estaba activa la Unión Sindical
de Proletarios, nombre que sugiere presencia anarquista. En 1936
los anarcosindicalistas estaban agrupados en La Asociación
Internacional de Trabajadores de Berlín.

El Partido Comunista había sido fundado el 30 de
marzo de 1930, a orillas del lago Ilopango. Después del
golpe de Estado de 1931 hubo condiciones legitimadoras para la
expresión de las ideas y la organización
política, y por ello participación en el siguiente
proceso electoral. En junio del 31 el partido tenía 600
miembros y a fines de año 1.800. En esos doce meses
circuló el periódico La Estrella Roja, editado por
la UES, con una orientación marxista. El partido se
insertó en las luchas sindicales urbanas e inició
la organización de los obreros agrícolas. La FRTS
formó Ligas campesinas y sindicatos y organizó el
desfile del 1 de Mayo de 1930 con la consigna de reforma agraria.
Impulsó la creación de la Universidad Popular e
impartía ciclos de charlas en Izalco, Juayúa y
Ahuachapán.

En otro ángulo, el partido cultivó
vínculos internacionales a través de varios
organismos. La FRTS envió delegados al V Congreso de la
Confederación Sindical Latinoamericana (CSLA) y de la
Internacional Sindical Roja (ISR). Tuvo delegados en el Socorro
Rojo Internacional (SRI) que había sido fundado el 12 de
agosto de 1921 para socorrer a la población rusa de la
hambruna de ese año. El PCS y el PCG fueron enlaces para
Centroamérica del Buró del Caribe de la III
Internacional, muy activo en México y Estados
Unidos.

El V Congreso de la IC definió el SRI como una
organización neutral destinada a dar apoyo material, moral
y jurídico a los militantes revolucionarios y sus
familias. El Segundo Pleno del Consejo Campesino Internacional de
la IC celebrado en 1925, propuso convertir el SRI en escuela de
educación campesina y organizar secciones nacionales. El V
Pleno de la IC lo estimó un medio de educación
política y de propagar consignas del Manifiesto
Comunista.

Por otra parte, en el V Congreso de la ISR se
acordó que el Secretario del Caribe de SRI se activara con
secciones en Centroamérica y Las Antillas, y nombró
a Farabundo Martí como delegado del Secretariado del
Caribe del SRI. Otros responsables del SRI en El Salvador fueron
José Ismael Hernández, zapatero y Balbino
Marroquín, albañil. El mismo día de la
fundación del PCS se creó la Sección
Salvadoreña de Socorro Rojo Internacional y en mayo de
1930 se redactaron y aprobaron los estatutos.

A pesar de su juventud el PCS decidió participar
en las elecciones municipales y legislativas del 4 al 12 de enero
de 1932. A raíz del fraude en las rondas municipales y
ante las rebeliones espontáneas que ocurrieron en varios
lugares el 3 y 4 de ese mes; después de agotar
conversaciones con el gobierno, el CC se reunió los
días 7 y 8, formó un Comité Militar
Revolucionario y acordó iniciar la insurrección el
22 de enero. En consecuencia, el PCS se involucró en un
proceso de lucha social y rebeliones campesinas e
indígenas en marcha y los sucesos siguientes determinaron
su derrota política y sindical.

Años de
ascenso del Movimiento Obrero

En 1950 Centroamérica tenía poco
más de 11 millones de habitantes. Veinte años
atrás, la desocupación, el descenso de los salarios
e ingresos y el deterioro del nivel de vida a causa de la
depresión del 29-33; la crisis del libre comercio y de la
ideología liberal; y la bancarrota de los estados
oligárquicos, coincidieron con una fase de
reorganización y auge de las luchas del movimiento obrero
y campesino. Ello, a pesar del ascenso del estamento militar al
control del Estado: en El Salvador, con Maximiliano
Hernández Martínez (1931-1944), en Honduras, con
Tiburcio Carías (1936-1949), en Nicaragua, con Anastasio
Somoza G. (1936-1956) y en Guatemala, primero con Jorge Ubico
(1931-1944) y luego, con Carlos Castillo Armas
(1954-1957).

Como casos de excepción, entre 1940 y 1954, el
impacto económico y social de la Segunda Guerra Mundial
creó condiciones en Guatemala y Costa Rica para configurar
un Estado de derechos y garantías sociales, financiado con
leves reformas monetarias y tributarias, y la intervención
política en la dinámica del mercado. Se trata de un
cambio estructural que fue avalado por el gobierno y el capital
norteamericano, y bastante tolerado por los sectores
agroexportadores, la naciente burguesía empresarial y las
clases medias.

La fundación de partidos comunistas y socialistas
o su reestructuración; la reorganización de la
clase asalariada en federaciones y confederaciones nacionales y
su mayor protagonismo en las luchas laborales, cívicas y
políticas constituyen los rasgos relevantes del movimiento
obrero y campesino. Hay que recalcar que, entre 1935 y 1943, sus
vínculos internacionales los subordinaron a las alianzas
políticas que generó la Segunda Guerra; aunque las
luchas de la clase trabajadora evolucionaron con mayor
autonomía.

La constitución de partidos comunistas fue un
hecho crucial en la historia política de cada país
y de la región. Con ideología definida, importantes
cantidades de electores optaron por participar en una lucha pro
afirmación de la soberanía popular como premisa
electoral de la democracia representativa: una vieja conquista de
la burguesía europea y latinoamericana frente al Estado
absolutista y ante la sujeción del proletariado a los
clubes políticos y partidos oligárquicos, liberales
o clericales.

En la década del 20, en cada país de la
región se formaron facciones políticas
identificadas con las ideas y doctrinas del socialismo o el
comunismo, propiciando disidencia y la unión de artesanos,
obreros, campesinos e intelectuales. Aunque las exclusiones del
voto censitario y masculino limitaran las alternativas propias de
poder ante los bloques oligárquicos, la
participación electoral de los partidos socialistas y
comunistas propició la competencia política, la
lucha ideológica y mostró la esencia de clase de
los poderes del Estado.

El cuadro siguiente ubica antecedentes y la
fundación de esos partidos en cada uno de los
países centroamericanos.

C.A.: GRUPOS Y PARTIDOS COMUNISTAS Y DE IZQUIERDA
1921-1931

1921 Grupo Comunista Centroamérica

7-1921 Grupo Comunista de Panamá

5-1922 Partido Comunista de Honduras

5-1923 Partido Comunista Guatemalteco

1924 Grupo Socialista de Nicaragua

1925 Partido Comunista Centro América

1927 Partido Socialista Honduras

1929 Bloque Obreros y Campesinos C.R.

4-1930 Partido Comunista de Panamá

3-1930 Partido Comunista de El Salvador

1930 Reorganización P. C. Guatemala

9-1930 Partido Socialista de Panamá

6-1931 Partido Comunista de Costa Rica

8-1931 Partido del Trabajador
Nicaragûense

1934 Primera sesión P.T.
Nicaragûense

1936 Partido Laborista de Nicaragua

1944 Partido Socialista de Nicaragua.

1946 Reorganización PCG Guatemala

1954 Reorganización del PC
hondureño

Fuente: Con base en bibliografía.
Elaboración propia.

El Grupo Comunista de Centroamérica fue
mencionado por primera vez fuera de la región en un
comunicado de 1921 del Movimiento Internacional de Mujeres
Comunistas. En 1922 la IC publicó un artículo sobre
Guatemala con énfasis en la dependencia de América
Central a los Estados Unidos. En esos años, la IC
influyó en las federaciones sindicales a través del
PC de México y las federaciones de estudiantes
universitarios. Otros nexos se dieron a través del
Buró del Caribe de la IC, La Liga Antiimperialista de las
Américas y Socorro Rojo Internacional; aunque se
debilitaron durante la depresión capitalista de
1929-1933.

En el movimiento sindical, después de 1929
intervinieron la Internacional Sindical Roja, la Central Sindical
Latinoamericana, el Comité de Acción Sindical
dirigido por los anarquistas y la Federación Panamericana
del Trabajo. En 1932 el Comité Ejecutivo de la IC
recibió informes de la Comisión Obrera Socialista
(Guatemala) sobre la creación del PCCA. Otro
artículo de la IC sobre Honduras puso énfasis en
las luchas contra los monopolios bananeros y el control de
Estados Unidos sobre las finanzas y el Estado. En Nicaragua hubo
presencia de comunistas destacados durante la guerra de
Sandino.

La crisis de 1929-1933 debilitó los
vínculos internacionales y a partir de 1935 se supeditaron
al enfrentamiento con el fascismo, hasta el fin de la Segunda
Guerra. Al Congreso fundador de la CTAL celebrado en 1938
asistieron delegados de Nicaragua y Costa Rica. Al Segundo
Congreso, en noviembre del 41, hubo delegados de Costa Rica,
Nicaragua y Panamá. Esos países asistieron al
Tercer Congreso, en 1944. Rodolfo Guzmán, Secretario
General de la CTCR fue electo en el Comité
Ejecutivo.

El VII Congreso de la IC sesionó en Moscú
en 1935. Ahí se aprobó la admisión del PCCR.
En El Salvador había un grupo comunista desde 1929 y
participó en la Conferencia de Montevideo. El PC se
fundó en 1930 y ante los sucesos de 1932, se
reorganizó en 1934. En Honduras hubo un PC desde 1927, en
1935 fue reconstruido y tenía unos 500 militantes. En
Guatemala desapareció el PC creado en 1925; se
reorganizó en 1930 y tenía 80 militantes. En Costa
Rica el PC se fundó en 1931, trabajaba en legalidad,
tenía sindicatos en todo el país, editaba el
periódico Trabajo, dirigió importantes huelgas
bananeras y de zapateros y en 1934 eligió 2 diputados y
dos regidores municipales. En Nicaragua no había
PC.

Eventos del
Movimiento Obrero y Comunista Internacional

1929 Central Sindical Latinoamericana.
Uruguay

1929 Conferencia Int. Partidos Comunistas. B.
A.

1930 V Congreso de la ISR.

1932 Disolución de la COPA

1934 Disolución de la ISR

1935 VII Congreso de la IC. Frentes
antifascistas.

1936 Disolución de la CSLA

1938 Conf. de Trab. de A.L. (CTM-CIO-CSLA)

1941 II Congreso de la CTAL

1943 Disolución de la IC

1944 III Congreso de la CTAL

1945 Fed. Sind. Mundial. Socialdem y
Comunistas

1948 Escisión en la FSM. Nace la
CIOSL.

1948 IV Congreso de la CTAL

1949 Disolución de la CTAL.

1949 Conf. Interamericana de Trabajadores

1950 Conferencia Sindical de América del
Sur.

1951 La CIT se constituye en la ORIT

Fuentes: Godio Julio. En:
www.nuso.org/upload/articulos/1395_1.pdf Del Rosal, Amaro. 1963.
Los

Congresos Obreros Internacionales. en el Siglo
XX
. Editor Juan Grijalbo. Primera Edición.
México. 1963.

Después de la Segunda Guerra el gobierno de EUA,
la CIA y la AFL creada en 1882, concertaron para eliminar la
influencia comunista en las centrales sindicales de Europa, Asia,
África y América Latina. Provocaron la
escisión de la FSM, cuya ruptura se produjo en 1947 cuando
se adhirió al Plan Marshall. En 1949 se fundó en
Londres la CIOSL, la cual apoyó a la OTAN contra la URSS e
impulsó la doctrina del sindicalismo partidario de la
colaboración de clases. La AFL y la CIO se fusionaron en
1955 para facilitar la estrategia hegemonista e intervencionista
de Estados Unidos. Su aliada en América Latina fue la
ORIT. La AFL-CIO y la CIA fundaron un centro doctrinario para
reclutar sindicatos y asociaciones disidentes del comunismo y del
bloque soviético. En Centro América, la injerencia
y el espionaje sindical se reorganizaron en el gobierno John F.
Kennedy.

El cuadro siguiente ilustra la constitución de
federaciones, confederaciones y uniones de trabajadores, y denota
el mayor nivel de organización sindical alcanzado hasta
entonces por la clase trabajadora centroamericana.

C.A.: ORGANIZACIONES SINDICALES
1929-1955

EL SALVADOR

8 al 14 del 8-1929 V Congreso de la FRTS

1929 Liga de Inquilinos

1930 Centro Sindical Libertario

1932 Unión Trab. del Campo

1944 Unión Nacional de Trab.

1944 Comité Coordinador obrero

1957 Conf. General Trabajadores S.

NICARAGUA

1934 Consejo Intergremial Obrero

1935 Frente Obrero Femenino

1937 Federación de Trabajadores

1939 Sindicato Obrero Femenino

1944 Comité Organizador de la CTN

Octubre 1944 Fed. Ob. y Camp. Chinandega

1946 Fed. Trabajadores Managua.

Febrero 1946 Conf. General Trab. Nic.

HONDURAS

Federación de Maestros

Mayo 1930 Federación Sindical H

1944 Unión Nacional Trabajadores

1950 Comité Coordinador Obrero

28-31 del 8 1954 I Congreso Obrero de Tela.

PANAMÁ

1 de mayo 1930 Fed. Sindical Obreros y Camp.

14 de set. 1945 Fed. Sindical Trab. de
Panamá

30 marzo 1956 Conf. Traba. República
Panamá

GUATEMALA

1 de oct. 1944 Conf. Trab. de Guatemala

18 enero 1945 Sindicato Trab.
Educaciòn

9 julio 1945 Conf. Obrera Regional

23 enero 1946 Fed. Sindical de Guatemala

1946 Fed. Reg. Central Trab. G.

Fed. Laboral Autónoma G.

1946 Unión Sindical Guatemala

Dic. 1946 Comité Nac. Unidad Sindical

28 mayo 1950 Conf. Nac. Camp. Guatemala

14 de oct. 1951 Conf. Gen. Trab. Guatemala

1953 Frente Político Democ. Nac.

Enero 1954 II Congreso Unidad Sindical

1955 Fed. Autón. Sind. Guatemala

1956 Fed. Nal. Ob. Textil, Ves. Simil.

1956 Consejo Nac. Sind. Guatemala

COSTA RICA

7 agosto 1936 Asociación Maestros
Unidos

1938 Comité Nac. Sind. Enlace

Diciembre 1940 Unión de Mujeres del
Pueblo

Junio 1941 Asoc. Nac. Ed. Pensionados

24 octubre 1942 Asoc. Nac. Educadores

4 de oct 1943 Conf. Trab. de Costa Rica

15 de sept. 1943 Conf. Trab. Rerum Novarum

31 agosto 1945 Fed. Nac. Trab. Industriales

Nov. De 1946 Alianza Femenina CR

1949 Comisión Obrera Sindical

1950 Conf. Nac. Trab.

1952 Asoc. Nac. Emp. Públicos

1952 Alianza Mujeres CR

Marzo 1953 Conf. General Trab. CR

15 de julio 1955 Asoc. Prof. Seg. Ens.

Junio 1955 Fed. Nac. Jtas. Progresistas

3 de julio 1944 Asoc. Nac. De Maestros

Fuentes. Con base en la
bibliografía. Elaborado por el autor.

En ningún país se crearon confederaciones
sindicales nacionales en el decenio 1930-1940. El mayor grado de
centralización se expresó en ligas, uniones,
federaciones regionales y locales o en centros coordinadores
sindicales o gremiales. No había legislación
laboral; predominaron los sindicatos, sin que desaparecieran
agrupaciones mutuales y asociaciones gremiales. Ese tipo de
instancias respondía a la baja producción fabril y
manufacturera o era una opción legitimada por las
dictaduras. De ahí la poca vinculación con el
movimiento obrero internacional, agravada por las consecuencias
de la depresión económica.

La década fue rica en disputas ideológicas
y por la hegemonía sindical entre las corrientes
socialista, anarquista y marxista. En general, hubo un
decaimiento relativo de los antiguos nexos y compadrazgos entre
gobiernos liberales y las asociaciones gremiales de artesanos e
intelectuales, situación que benefició la
autonomía de clase de los trabajadores. En las capitales,
ciudades más urbanizadas, puertos y áreas de
producción o extracción mineral tipo enclave,
prevalecieron los sindicatos y federaciones marxistas, y fueron
blanco preferido de las ondas represivas militares y
políticas.

Las alianzas antifascistas forjadas al calor de la
Segunda Guerra reforzaron las tesis de la democracia frente a las
dictaduras; la institucionalización de derechos laborales
y garantías sociales y, con ello, el crecimiento sindical
y la actividad de los partidos comunistas y
socialdemócratas. En todos los países se
legalizaron los sindicatos y otras coaliciones y se crearon
confederaciones nacionales. Aquellas bajo influencia comunista se
afiliaron a la Confederación de Trabajadores de
América Latina y a la Federación Sindical Mundial.
Al finalizar Segunda Guerra terminaron los alineamientos de las
metrópolis vencedoras; vino la Guerra Fría y la
hegemonía de Estados Unidos, fenómenos que
remozaron el retorno de las dictaduras, la ilegalización
de las confederaciones sindicales y de los partidos
comunistas.

Una aproximación a la estadística sindical
muestra lo siguiente: En el Salvador, a principios de 1930 la
FRTS tenía 15.000 afiliados, 31 sindicatos urbanos y
semiurbanos, 4 rurales y 3 mixtos.

En Guatemala la CNCG creada en 1951 con 25
organizaciones y 20.000 afiliados, en 1952 firmó tener
215.000 miembros. En 1953 la CGTG tenía 104.000 miembros,
afiliados a 500 organizaciones.

En Nicaragua se fundó en 1937 la
Federación de Trabajadores. En 1940 tenía 18
sindicados agrícolas y una liga campesina. En 1946 la
Confederación de Trabajadores (CNT) tenía 67
sindicatos, 7 federaciones y 15.000 afiliados.

En Honduras, en 1949 se fundó la
Asociación de Trabajadores Agrícolas de
Guanchías y al finalizar 1950 se creó la
Federación Campesina de Honduras.

En Costa Rica, en 1947 existían 18 federaciones y
228 sindicatos, 153 afiliados al CTCR. En 1955 había tres
confederaciones, 13 federaciones, 107 sindicatos (sic) y 10.572
afiliados. En 1953 se crea la CGTC. En la CTRN en 1950 se escinde
un sector de 1.500 afiliados y crean la CTN,
peronista.

En Panamá el sindicalismo tuvo importancia
numérica a partir de 1943. El carácter colonial de
la Zona del Canal no favoreció el desarrollo sindical
durante la Segunda Guerra. Entre 1944 y 1957 se constituyeron 13
sindicatos.

En todos los países la huelga era considerada
delito y castigada según las reglas patronales con amparo
policial o con base en los códigos civiles. El derecho a
la huelga no se incluyó en la Convención
Centroamericana de Washington de 1923. Solo después de
1943 se fue generalizando el derecho a la huelga y al "loc out"
con la aprobación de Códigos de Trabajo, pero con
exclusión en los servicios del Estado y sujeta a los
procesos de consenso sindical y mediación judicial. Por
ello, la coacción empresarial y la represión
admitida por los jueces y ejecutada por el Estado inhibieron la
supremacía de la ley y, en consecuencia, el éxito
económico relativo de las protestas laborales. En 1948 los
países suscribieron la Carta Internacional Americana de
Garantías Sociales, sin mucho efecto
práctico.

Los cuadros que siguen ilustran la protesta
huelguística entre 1929 y 1955. Un fenómeno que
apenas ha sido ubicado y de manera tangencial en la
historiografía y otros estudios. Las huelgas expresadas
por medio de la organización sindical y la
conciliación política revelan el trasfondo de lucha
contra el descenso, el congelamiento del salario y las
arbitrariedades de los patronos, el deterioro de las condiciones
de trabajo, del nivel de vida y la defensa del derecho a la
organización sindical.

Monografias.com

Fuentes. Véase la bibliografía. Elaborado
por el autor. Fuentes. Con base en la
bibliografía.

Partes: 1, 2

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