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Finanzas y presupuesto público



Partes: 1, 2

  1. Gasto
    público
  2. Impuestos
  3. Aspectos macroeconómicos de las cuentas
    fiscales
  4. Impactos macroeconómicos de las
    políticas: fiscal, tributaria y
    monetaria
  5. Deuda
  6. Planificación fiscal, tributaria y
    monetaria
  7. Presupuestos que se elaboran en los distintos
    niveles del sector público
  8. Esquemas que se utilizan para clasificar,
    calcular y estructurar el presupuesto de ingresos y gasto
    público nacional
  9. Organización, funciones y relaciones de
    las instituciones

Gasto
público

Introducción

El gasto público en general tiene un efecto
negativo en el crecimiento económico, y por tanto se debe
reforzar su focalización en aspectos sociales que
contribuyan al bienestar social, enfatizando la importancia del
gasto en educación, por su impacto de mediano plazo, y en
programas de subsidio directo como las Pensiones Asistenciales o
más particularmente en la actual coyuntura, en programas
de empleo de emergencia, así como también reducir
los gastos innecesarios.

Durante el primer milenio de la era Cristiana no hubo en
el mundo crecimiento económico. En esa época la
mayoría de los habitantes no mejoraron sus niveles de
vida.

Donde se inició el crecimiento sostenido, los
Países Bajos en el siglo XVI o Inglaterra en el XIX, se
debió fundamentalmente a innovaciones y a un entorno
jurídico que garantizó los derechos de propiedad y
la paz social. En el siglo XX crecieron aquellos países
donde hubo seguridad en los derechos de propiedad, paz y libertad
económica.

Dos políticas económicas impidieron el
crecimiento sostenido en varios países en el siglo XX.
Una, la pretensión de los gobernantes de planificar
centralmente la economía en el socialismo real, sistema
afortunadamente superado en la mayor parte del mundo. La otra
política, todavía vigente en la mente de muchos
gobernantes, consiste en incentivar el crecimiento a
través del mayor gasto público y el déficit
presupuestal.

Los datos empíricos nos demuestran que los gastos
deficitarios, financiados con inflación o deuda, tienen
efectos negativos netos para la sociedad. Mantener niveles altos
de inflación o deuda no significa mayor crecimiento
sostenible.

Buscar el crecimiento mediante un déficit
presupuestal es ilusorio y, en el mejor de los casos,
transitorio. Aunque políticamente puede ayudar a un
partido a ganar elecciones, perjudica tarde o temprano a los
electores, que creyeron en el estado como fuente directa de
crecimiento. Un gobierno puede ayudar al crecimiento al mantener
la paz, el respeto a la propiedad, mínimas
reglamentaciones y un bajo costo fiscal para los
ciudadanos.

Un estudio de Libertad y Desarrollo determinó que
tanto el gasto total como el gasto en consumo en bienes y
servicios como porcentaje del PGB tienen un efecto negativo y
significativo en el crecimiento de la productividad. La
estimación indica que un aumento de 10% en el gasto total
hace disminuir la tasa de crecimiento de la productividad del
sector privado en 1,87 puntos porcentuales en promedio anual y un
aumento similar en el gasto de consumo hace disminuir la tasa de
crecimiento de la productividad en 2,17 puntos porcentuales en
promedio anual.

Este presupuesto del gasto público debiera
orientar los recursos a áreas de mayor rentabilidad
social, en que el gasto fiscal tenga un impacto efectivo en el
bienestar, tales como educación, seguridad y empleos de
emergencia. Asimismo, se debe eliminar o reducir con una
política de austeridad áreas del presupuesto como
los bienes y servicios de consumo que pueden ser evitados y todas
aquellas inversiones innecesarias.

Análisis Beneficio –
Costo

En un análisis beneficio-costo se debe explicar
la rentabilidad social de un proyecto en términos de
generación de empleo  o ingresos  (por ejemplo:
costo por puesto de trabajo generado, aumento de ingresos
esperado debidos a la capacitación, comparada con el costo
de la misma).  Indicar otros beneficios complementarios del
proyecto.  De ser posible hallar el Valor Presente Neto y la
tasa interna de retorno del proyecto. Además se deben
explicar las estrategias de recuperación de costos que le
den sostenibilidad al proyecto y permitan aumentar el impacto. En
este mismo análisis de incluirse la explicación de
los montos, el origen y los usos de los fondos de contrapartida
ofrecidos; además, se debe fundamentar que los costos
administrativos están acotados a límites razonables
y que la mayor parte de los recursos se transfiere efectivamente
a los beneficiarios.

Existen leyes que regulan de manera integral el
endeudamiento externo e interno del Sector Público,
estableciendo requisitos y procedimientos necesarios para la
aprobación de operaciones de Endeudamiento Externo e
Interno, operaciones de cobertura de riesgo y operaciones de
renegociación, así como otras disposiciones de
carácter general y complementario sobre aspectos diversos
asociados al endeudamiento público.

Tales requisitos y procedimientos son los mismos que se
encuentran vigentes a la fecha, en aplicación de la Ley
N° 27424, Ley de Endeudamiento del Sector Público para
el Año Fiscal 2001. Entre ellos, por su importancia y
haber sido incluida recién a partir de la mencionada Ley,
cabe resaltar la disposición que autoriza a algunos
organismos a celebrar operaciones de cobertura de riesgo, como
swaps de monedas y/o tasas de interés, la misma que
resulta necesaria para una eficiente administración de la
Deuda Pública, en el contexto de la creciente complejidad
y desarrollo de los mercados de capitales
internacionales.

El monto máximo de concertación que se
autoriza en la Ley, constituye un límite referencial para
las operaciones de endeudamiento que el Gobierno Central puede
acordar o garantizar en el ejercicio fiscal respectivo, para
cubrir sus necesidades de financiamiento y de las Instancias
Descentralizadas, así como de otras entidades del Sector
Público. El monto de operaciones que finalmente sean
concertadas con cargo a tal autorización, depende de
diversos factores, como los relacionados con el cumplimiento de
los requisitos establecidos para aprobar las operaciones y las
políticas que bajo condiciones específicas disponga
el gobierno.

Para establecer el monto para el Apoyo a la Balanza de
Pagos, así como la emisión de bonos internos para
fondeo, se ha considerado el requerimiento de recursos del Sector
Público, estimado empleando las proyecciones del Marco
Macroeconómico Multianual (MMM) y que se encuentra
determinado básicamente por las obligaciones del servicio
de la deuda, así como la eventualidad de ingresos por
privatización menores a los previstos.

Respecto al monto de concertaciones para proyectos,
teniendo en cuenta las limitaciones en el gasto público, y
por tanto en el desembolso de créditos para proyectos, se
ha establecido la conveniencia de evitar en lo posible la
concertación de operaciones en el año 2003, a fin
de evitar incrementar el nivel ya elevado de saldos no
desembolsados de créditos vigentes; por lo cual, la
propuesta, tanto por la fuente externa como por la interna,
obedece solo a la necesidad de contar con el marco legal que
permita la gestión y eventual concertación de
operaciones sin recurrir a la

emisión de normas de urgencia.

Las concertaciones externas e internas que se
efectúen con cargo a los montos autorizados,
estarían generando desembolsos para el Apoyo a la Balanza
de Pagos (preferentemente créditos), que permitirán
completar los recursos necesarios para financiar la
atención del servicio de deuda en el año. Tales
desembolsos implican requerimientos para el pago de intereses en
el mismo año.

Análisis de Programas
Específicos

La planeación es el proceso a través del
cual deberán fijarse las prioridades, los objetivos, las
previsiones básicas y los resultados que se pretenden
alcanzar por el Programa de Desarrollo Social.

La planeación permite vincular la
operación e instrumentación de los programas
específicos con los objetivos generales establecidos en el
Programa. En ella participarán los grupos sociales
involucrados, a través de un proceso de consulta
pública impulsada por las dependencias y entidades de la
Administración, conforme a lo dispuesto por la ley de
Participación Ciudadana y la ley de Planeación para
el Desarrollo.

Los criterios de ejecución del Programa de
Desarrollo Social especificarán anualmente las estrategias
para alcanzar sus objetivos, y serán la base para la
presupuestación del gasto público en Desarrollo
Social; en ellos se contendrá:

  • El gasto público destinado al Desarrollo
    Social, procurando que mantenga siempre incrementos
    reales;

  • Las prioridades en materia de Desarrollo Social;
    así como, las condiciones mínimas en las
    áreas de educación, salud, nutrición e
    infraestructura social básica, que requieren los
    habitantes del Distrito Federal;

  • Los objetivos, que se pretenden alcanzar en cada uno
    los aspectos de las acciones para el Desarrollo Social;
    y

  • El monto del gasto que se ejercerá en cada
    uno de los aspectos de las acciones para el Desarrollo
    Social.

Impuestos

Incidencia impositiva

La incidencia impositiva es el estudio para determinar
quien soporta la carga de un impuesto (o carga fiscal). Los
impuestos que crea el gobierno pueden imponerse legalmente a los
compradores o a los vendedores, pero ¿quién soporta
la carga fiscal? Para contestar esta pregunta es necesario
descomponer nuestro análisis en tres pasos:

1. Investigar si la disposición legal del
impuesto afecta a la curva de demanda o a la curva de
oferta

2. Investigar hacia adonde se desplaza la
curva

3. Analizar como se afecta el equilibrio
inicial

En la elección de un sistema impositivo confluyen
varios objetivos de política económica. De esta
forma, no puede juzgarse una estructura tributaria simplemente
por su incidencia distributiva. Este es, sin duda, uno de sus
aspectos esenciales, pero no deben descuidarse otros elementos
que hacen a la elección de un buen sistema tributario. En
principio éste debe cumplir adecuadamente una de sus
funciones esenciales: la recaudatoria. Los impuestos son la forma
de financiar los gastos por lo que resulta obvio que una
estructura de impuestos progresiva y eficiente, pero de bajo
poder de recaudación, no es de mucha utilidad. Otro de los
principales objetivos es minimizar las distorsiones que
éste pueda generar, e incluso solucionar algunas
ocasionadas por "fallas de mercado".

Muchas veces los objetivos de equidad, eficiencia y
poder recaudatorio no son todos compatibles y es tarea de quien
hace política económica elegir la mejor
combinación entre ellos.

El tema de la incidencia tributaria es una
cuestión sumamente importante y difícil de tratar.
Es importante por cuanto es la pieza esencial para completar el
efecto de la acción estatal sobre la distribución
del ingreso vía política fiscal. Sin una idea clara
de quiénes son los que finalmente sufren las consecuencias
económicas de los impuestos, es imposible evaluar la
acción estatal en lo que respecta al objetivo "equidad".
La cuestión de la incidencia tributaria es, sin embargo,
difícil de abordar, ya que requiere de estudios más
detallados sobre las condiciones de todos los mercados, o al
menos, de varios mercados claves.

Esta sección debe verse, simplemente, como un
acercamiento a la incidencia tributaria, y por lo tanto los
resultados que se presentan deben ser tomados como
hipotéticos. De ninguna manera deben sacarse conclusiones
de política apresuradas en base a estos resultados. Por
último, es aconsejable la realización de estudios
más integrales y exhaustivos que permitan tener una idea
más acabada de la incidencia del sistema
tributario.

A continuación realizamos algunas consideraciones
sobre el financiamiento y posteriormente presentamos los
supuestos en los que se basa nuestra estimación. En primer
lugar, la hacienda pública se forma con una serie de
recursos, pero hemos acotado el financiamiento del gasto social a
la parte impositiva. Por lo tanto, se excluye la deuda que
finalmente es pagada con impuestos. Esta cuestión
incorporaría problemas de incidencia intergeneracional que
son muy difíciles de evaluar.

En segundo lugar, la estructura tributaria de cada nivel
de gobierno es distinta, y sería necesario computar la
incidencia para cada uno de ellos.

En tercer lugar, si trabajáramos con la
estructura impositiva que financia cada gasto sería
necesario computar la incidencia distributiva de cada impuesto.
Es decir, se trataría de ver quienes son los que realmente
pagan los impuestos. Puede ocurrir que el impacto de un impuesto
sea diferente a su real incidencia sobre el ingreso real de una
persona. El "impacto" hace referencia al responsable legal del
pago del impuesto. Este, sin embargo, puede trasladar parte o la
totalidad de la carga del impuesto a otros agentes
económicos. Por lo tanto, la incidencia impositiva se
refiere al efecto final del tributo sobre quienes realmente
sufren la carga económica del impuesto.
Se deduce que
la incidencia de un impuesto depende de las condiciones de oferta
y demanda de los mercados de bienes, servicios y factores. Si
bien resulta relativamente simple en teoría, el
cómputo de la incidencia no es en la práctica una
tarea sencilla. Un enfoque ideal sería el de estimar un
modelo de equilibrio general donde simultáneamente se
determinen los parámetros en todos los mercados. Dada la
escasez de información disponible, este camino es
inviable. Otra alternativa es estimar con modelos de equilibrio
parcial las condiciones de mercados particulares. Aunque
más sencilla, esta alternativa tampoco resulta
fácil de implementar. Son pocos los estudios sectoriales
con resultados robustos para el caso argentino e incluso a nivel
mundial.

En cuarto lugar, un aspecto importante resaltado en la
teoría económica es el carácter distorsivo
de los impuestos. Esto hace referencia al hecho que los tributos
modifican el comportamiento de los agentes económicos,
quienes cambian sus conductas para eludir el impuesto. Al
computar el "costo" del impuesto, no debe olvidarse el
daño adicional, producto de la distorsión. Tal
distorsión (llamada "peso muerto del impuesto") depende de
las elasticidades de oferta y demanda. En general, en la
mayoría de los estudios sobre el tema se ignora este
aspecto, lo cual responde a la dificultad en estimar el monto del
costo de la distorsión y en discernir quienes son los que
finalmente sufren sus consecuencias.

Por último, la evasión introduce un
problema adicional en este tipo de trabajos. En principio lo que
se trata de medir es la incidencia tributaria real y no la
potencial (la planeada por las autoridades). Interesa saber
quienes pagan los impuestos y no quienes deberían
pagarlos. El problema radica, obviamente, en la dificultad para
saber quienes pagan y quienes evaden.

Nuevo equilibrio

La cantidad de equilibrio disminuye. El precio que pagan
los compradores se incrementa, mientras que el precio que reciben
los vendedores disminuye. Un análisis de incidencia
muestra que ambos, los compradores y los vendedores pagan el
impuesto. ¿Quién soporta la mayor carga impositiva?
La respuesta depende de la elasticidad-precio de la
demanda.

Si la demanda del producto es inelástica la mayor
carga fiscal recae sobre los compradores, mientras que si la
demanda del producto es elástica ésta recae
principalmente sobre los productores (vendedores). Pero
¿qué sucede cuando el impuesto se cobra legalmente
a los vendedores? El análisis de éste impuesto es
similar, la única diferencia es que se desplaza la curva
de oferta. Esto es, disminuye.

La incidencia impositiva también depende de la
elasticidad-precio de la oferta. Cuando la oferta es
elástica y la demanda inelástica, la mayor carga
fiscal la reciben los compradores. Cuando la oferta es
inelástica y la demanda elástica, la mayor
incidencia impositiva se va hacia los vendedores. En
conclusión podemos decir que la incidencia fiscal es mayor
en aquella parte del mercado con la menor elasticidad, es decir,
si la demanda es más inelástica que la oferta,
entonces la mayor parte de la carga fiscal recae sobre los
compradores y, si la oferta es más inelástica que
la demanda, entonces la mayor parte de la carga fiscal recae
sobre los vendedores.

Eficiencia Económica

En la mayoría de las empresas comerciales, la
eficiencia económica es el factor primordial que determina
el tipo de sistema empleado. No existen muchas personas
dispuestas a dedicarse a una actividad sin percibir una
remuneración en dinero que se considere satisfactoria. El
término eficiencia económica es mal empleado muy
frecuentemente ya que se ignora el significado de este concepto:
Alta eficiencia económica NO SIGNIFICA costos muy bajos,
Alta eficiencia económica NO SIGNIFICA altísima
producción, Alta eficiencia económica NO SIGNIFICA
máxima eficiencia biológica.

El gasto público se financia primordialmente
mediante los impuestos. Estos afectan múltiples aspectos
de la actividad económica, y por lo tanto, debe
considerarse detenidamente su diseño. Tres
características son de especial relevancia:

  • En tanto que los impuestos afectan los incentivos,
    pueden alterar el comportamiento de los consumidores,
    productores o trabajadores, de tal forma que se reduce la
    eficiencia económica

  • Un sistema tributario ideal debería minimizar
    en la medida de lo posible los efectos negativos sobre la
    eficiencia económica.

  • El impacto diferencial de los impuestos en los
    distintos sectores de la población se relaciona con la
    problemática de la equidad o justicia. Dentro de la
    equidad existe un triple desafío. Primero, la
    búsqueda de la equidad horizontal, es decir, igual
    tratamiento a sujetos u objetos imponibles parecidos.
    Segundo, el cumplimiento de objetivos de equidad vertical,
    que implica que aquéllos que tienen una mayor
    capacidad contributiva efectivamente paguen proporcionalmente
    más. Y finalmente, la interacción entre la
    búsqueda de mayor equidad y sus consecuencias sobre la
    eficiencia económica.

  • Un sistema tributario ideal debería tener una
    gran eficacia recaudatoria , que incluye la capacidad para
    hacer cumplir las reglas fiscales y bajos costos de hacerlas
    cumplir. Esta es una consideración importante en la
    medida que es afectada por y tiene influencia en la
    eficiencia y la equidad del sistema impositivo.

Dadas las características específicas de
cada impuesto en cuanto a eficiencia económica, equidad
horizontal y vertical y eficacia en la recaudación, se
propone:

  • 1. Eliminar los impuestos más
    distorsivos.

  • 2. Modificar aquéllos impuestos que
    serán centrales en el sistema tributario.

  • 3. Crear impuestos para reforzar la
    recaudación, especialmente a nivel
    provincial.

Impuestos óptimos

La teoría de impuestos óptimos (con tasa
variable) se inicia con Mirlees (1971), que mediante un modelo
simple, especial (sólo un bien de consumo; consumidores
con preferencias idénticas, sólo diferentes en sus
salarios; trabajo en esencia homogéneo), estudia por
primera vez en forma rigurosa la vieja discusión sobre los
efectos (recaudación, distribución, eficiencia) del
impuesto al ingreso.

Los impuestos óptimos consisten en gravar
más al bien complementario (o menos substituto) del exento
y gravar menos al bien más substituto del exento. En 1975
Dixit indicó que el resultado de Corlett y Hague y de
Meade parecía no cumplirse cuando los bienes gravables son
más de dos, y en 1984 Schenone, Rodríguez y Mantel
demostraron esta conjetura de Dixit. La existencia de bienes no
susceptibles de ser gravados es una noticia muy desalentadora.
Por su causa, un impuesto uniforme sobre todos los bienes
gravables no es, en general, óptimo. La estructura
tributaria óptima, en cambio, consiste en una tasa para
cada bien que depende, en general, de las elasticidades-precio
cruzadas entre ese bien y todos los demás bienes de la
economía.

Estructura Impositiva en
Venezuela

El Código Orgánico Tributario afirma en
cuanto a la estructura impositiva:

  • Las prórrogas y demás facilidades para
    el pago de impuestos no se aplicarán en los casos de
    obligaciones provenientes de tributos retenidos o percibidos,
    así como de impuestos indirectos cuya estructura y
    traslación prevea la figura de los denominados
    créditos y débitos fiscales.

  • La compensación no será oponible en
    los impuestos indirectos cuya estructura y traslación
    prevea las figuras de los denominados débito y
    crédito fiscales, salvo expresa disposición
    legal en contrario. La imposibilidad de oponer la
    compensación será extensible tanto al
    débito y crédito fiscales previstos en la
    estructura y traslación del impuesto indirecto, como a
    la cuota tributaria resultante de su proceso de
    determinación.

La flexibilidad fiscal abarca conceptos como la
estructura impositiva, la competitividad impositiva, presiones
sobre gastos del Sector público y la capacidad operativa
del sector gubernamental en general y el total de equilibrios
fiscales del mismo. También se toma en cuenta la
política fiscal, el objetivo del endeudamiento del sector
público y sus implicancias inflacionarias. Standard &
Poor´s, como la mayoría de las calificadoras
internacionales-, considera relevante que los Gobiernos tengan un
moderado Gasto Público que evite excesivas presiones
impositivas al resto de los agentes económicos. De
allí se desprende el concepto de competitividad
impositiva, ya que las inversiones eligen destinos sin gran
presión tributaria.

Podemos apreciar que la flexibilidad fiscal que
evalúan las calificadoras está en línea con
los argumentos neoclásicos que pregonan los organismos
internacionales de crédito. No se observa en la
calificación de Standard & Poor´s un
análisis cualitativo de las erogaciones gubernamentales ni
una evaluación de las situaciones fiscales primarias sin
intereses de deuda de los países, lo cual denota que se
busca calificar el potencial de recursos para afrontar el pago de
obligaciones.

La política fiscal en Venezuela no sólo es
volátil, adicionalmente no se utiliza como un instrumento
para contrarrestar los efectos adversos del ciclo
económico. La alta volatilidad de los resultados
macroeconómicos es incrementada por la tendencia
más bien procíclica de la política fiscal.
Este sesgo procíclico ha sido particularmente acentuado en
las coyunturas recesivas, aumentándose así
aún más las fluctuaciones del producto y el empleo
en las oportunidades en que severos shocks negativos impactaron
la economía tanto desde el sector externo como desde los
ámbitos internos.

Aspectos
macroeconómicos de las
cuentas fiscales

En lo macroeconómico es urgente despejar
completamente el tema del desequilibrio de las cuentas fiscales y
la amenaza de impuestos. Durante los últimos años
se ha hecho crecer el gasto público más allá
de lo que ha crecido el producto en promedio y eso ha validado la
permanente amenaza de nuevas alzas impositivas, lo cual ha minado
la confianza y explica en parte la debilidad de las tasas de
inversión.

No es evidente que un mayor activismo fiscal permita
resolver el problema del desempleo. El sector privado representa
casi cuatro quintas partes de la economía y una
proporción aún mayor del empleo. Lo que ocurra con
el empleo en el país depende fundamentalmente de lo que
haga el sector privado y de su interés en invertir. El
gobierno puede paliar transitoriamente la situación de los
cesantes o apoyar la reactivación con inversiones y
programas especiales, pero si el sector privado no invierte ni
contrata, sus esfuerzos resultarán
infructuosos.

Este dilema está bien reconocido en la literatura
económica. La condición fundamental para que un
mayor déficit fiscal genere mayor actividad y empleo de
manera sostenida es que éste no presione al alza a las
tasas de interés; de lo contrario, el aumento en el costo
del crédito reducirá el consumo, la
inversión privada, la actividad y el empleo. Tal
condición se cumple sólo en circunstancias muy
especiales.

En efecto, la prudencia en el manejo de las cuentas
fiscales es hoy considerado como un aspecto clave de la
conducción económica en los llamados "países
emergentes" y una garantía de su estabilidad futura.
Abandonar esta prudencia significaría arriesgar una
reversión de las positivas condiciones financieras que hoy
favorecen una recuperación del consumo, la
inversión y el empleo.

La experiencia muestra que los desequilibrios fiscales
perjudican, más que lo que favorecen, una acción
efectiva del Estado en el largo plazo. La efectividad del Estado
en la reducción de la pobreza, la generación de
oportunidades, el fomento productivo, la ciencia, la cultura y la
participación ciudadana no depende tanto de lo que se
gasta en un año como de la posibilidad de aplicar
políticas con consistencia y persistencia suficiente para
producir cambios duraderos. Los desequilibrios fiscales son
seguidos de dolorosos ajustes cuyas primeras víctimas son
la inversión, los empleados públicos y los grandes
programas sociales. Las rondas de recortes de gastos debilitan
gravemente la efectividad de programas y servicios
públicos.

Cuando las finanzas públicas son fuente de
inestabilidad macroeconómica, de ineficiencia o
clientelismo es la propia validez de la acción del Estado
la que queda en cuestión. Administrar los fondos fiscales
con prudencia, eficiencia y transparencia no es contradictorio
con el carácter progresista del gobierno del Presidente
Lagos, sino una expresión de ello. Significa valorar la
importancia del Estado como promotor del bien común y
actor del proceso de desarrollo; significa reconocer la
existencia de fallas en el mercado y la necesidad de una
acción pública eficaz para corregirlas; significa
administrar los recursos públicos reconociendo que se
está ejerciendo una de las funciones más
importantes de una democracia; significa sentir la
obligación decanalizar los recursos públicos hacia
quienes más lo necesitan. Por eso, la responsabilidad
fiscal no es sólo patrimonio del equipo económico,
pertenece al conjunto del gobierno y al país.

Impactos
macroeconómicos de las políticas: fiscal,
tributaria y monetaria

La Política Fiscal es de gran importancia
para el desarrollo económico de cualquier nación,
esta debe ser adaptada a las realidades de cada nación,
cuidadosamente estudiada y ser aplicada con la más
estricta disciplina, a fin de lograr los objetivos de crecimiento
económico y desarrollo que persigue la Teoría
Económica.

Si el objetivo es reducir la demanda agregada, una
actuación fiscal más restrictiva quizá no lo
consiga. Por el contrario, una acción de esa naturaleza
puede tener consecuencias expansivas por sus efectos sobre la
riqueza y sobre las expectativas acerca de los impuestos futuros.
Una contracción presupuestaria reduce los tipos de
interés a largo plazo e incrementa el valor de mercado de
las acciones, de los bonos y de los inmuebles, lo que estimula el
consumo y la inversión. Al mismo, en el escenario de un
presupuesto equilibrado, un recorte adicional del gasto
público tendría efectos expansivos si los hogares y
las empresas le interpretan como una disminución de sus
obligaciones fiscales futuras. En este caso, su riqueza neta
presente crecerá y el gasto privado se verá
estimulado. Con todos los matices que se quiera, el
comportamiento de la economía española durante
estos últimos años responde bastante a este
enfoque. Ahora bien, si se acepta que los impactos fiscales son
absorbidos mediante ajustes de precios y salarios, también
debe aceptarse que esos ajustes son cambios de nivel de una sola
vez, distribuidos a lo largo del tiempo, y no cambios en una
inflación sostenida. En suma, la política fiscal
unas veces produce los resultados predichos por los modelos
keynesianos y otras, la mayoría, no. Japón es un
caso de libro de esta afirmación. Una expansión
fiscal hiperagresiva no ha logrado sacar al país de la
depresión. Por tanto, la cautela se impone.

La rehabilitación de la política fiscal
como arma anticíclica abre el portillo a la
discrecionalidad, al ajuste fino. Si se considera eficaz una
restricción fiscal para eliminar los desequilibrios
provocados por una demanda boyante, igualmente ha de asumirse su
eficacia en el caso contrario, una demanda insuficiente. Cuando
se admite este criterio, el genio de la discrecionalidad sale de
la botella. Para evitar esa peligrosa derivación la
macroeconomía prekeynesiana asumió la regla del
patrón oro y la del presupuesto equilibrado. Esas reglas
son todavía válidas. El mayor servicio a la
estabilidad macroeconómica consiste en crear un marco
institucional capaz de reducir la incertidumbre en una
economía que tiende a autorregularse. Este es el
único camino para evitar las situaciones de inconsistencia
temporal creadas por las políticas discrecionales. La
superioridad de las reglas sobre la discrecionalidad es a la
postre la distinción esencial entre los economistas
keynesianos y los liberales.

Las críticas tradicionales a la política
fiscal discrecional son de sobra conocidas: su tramitación
es lenta, tarda tiempo en surtir efecto etc. Sin embargo existe
una objeción más profunda. Por desgracia carecemos
del conocimiento preciso del ciclo y del funcionamiento de la
economía para tomar ese tipo de decisiones sin el riesgo
de cometer errores graves y costosos. En la práctica, el
activismo incorpora una visión benevolente del Estado
conforme a la cual éste actuará para conseguir la
estabilidad independientemente de si esto comporta un
estímulo o una restricción. La asunción de
esta hipótesis resulta poco realista. La
combinación de una información incompleta por parte
del gobierno sobre las variables relevantes con las restricciones
políticas a las que aquel se enfrenta crea serios riesgos
de que las acciones anticíclicas desestabilicen en lugar
de estabilizar la economía. De ahí que la
discrecionalidad sea una expresión clara de la fatal
arrogancia hayekiana.

Desde esta óptica, la apuesta por un menor gasto
público o por unos impuestos más bajos no radica en
el impacto coyuntural de esas iniciativas, sino en la
sólida convicción de que sus consecuencias a medio
y largo plazo se traducen en mayor crecimiento económico,
riqueza y bienestar para todos.

En cuanto a la Política Tributaria, se
puede afirmar que el desarrollo del país será
sólido en la medida en que se erradique la informalidad
tributaria. Ella no sólo causa una menor
recaudación fiscal; también genera una competencia
desleal que perjudica a las empresas debidamente constituidas y,
en el campo laboral, crea un submundo en el que se paga menos y
se niega el derecho a la seguridad social y a la
jubilación.

Pero también es necesario que el Estado no
imponga tasas tributarias tan elevadas. De ahí la
necesidad de evaluar la actual estructura tributaria.
También es inevitable revisar los aranceles de
importación, en especial los de insumos y bienes de
capital. Su actual estructura perjudica a los productores
nacionales y les impide competir en el exterior.

Hay que tender hacia una política tributaria
permanente que no sea alterada por los cambios políticos.
Se deberá, pues, fijar tasas impositivas quinquenales que
den una clara proyección al contribuyente e inversionista.
Éstas sólo podrán modificarse de mediar una
real justificación y luego de un adecuado debate
público. El régimen de Impuesto a la Renta no debe
desalentar la reinversión.

El sistema tributario debería proveer al gobierno
con ingresos suficientes para cumplir sus objetivos
legítimos sin destruir los incentivos para trabajar,
ahorrar e invertir.

De estos cinco fundamentos básicos del
crecimiento económico, el último es quizás
el más descuidado, especialmente por el Fondo Monetario
Internacional (FMI). Sin embargo, los impuestos son
extremadamente importantes, una parte importante de los costos de
producción, y del costo de vida. Todas las
economías más exitosas en la historia del mundo,
sin excepción, han puesto un cuidado muy especial en
mantener las tasas tributarias marginales lo más bajas
posibles, particularmente en las recompensas al ahorro y a la
actividad empresarial.

La tarea difícil de la política tributaria
es elevar los ingresos en forma tal que cause el menor
daño posible a la economía. Eso significa
diseñar un sistema tributario que preserve los incentivos
individuales para la actividad productiva, incentivos para el
empresariado y para trabajar, ahorrar, invertir, aprender,
inventar y crear.

Se colige entonces que un sistema tributario que
penaliza el ingreso adicional penalizará también la
producción (por ejemplo, el crecimiento económico).
El gobierno, lo mismo que las empresas, debe competir en la
producción del mayor valor al costo más bajo
posible. En realidad, el costo del gobierno es a menudo uno de
los costos más grandes de hacer negocios, indiferentemente
si el costo parece recaer sobre el negocio mismo, o sus clientes,
trabajadores o accionistas. Los países en los cuales el
costo del gobierno es demasiado alto encontrarán
más difícil atraer y retener capital físico,
capital financiero y capital humano. Así como los llamados
"paraísos fiscales" atraen inversiones e inmigrantes, los
países con sistemas tributarios castigadores enfrentan
"fuga de capitales" y "fuga de cerebros". Las altas tasas
impositivas a menudo ahuyentan la inversión extranjera y
causan que los ahorros nacionales se escapen a otros
países. Esto es lo se conoce como "fuga de capitales."
Altas tasas tributarias pueden aún ocasionar que mucha de
su gente más preparada e industriosa emigre a otros
países. Esto es lo que se llama "fuga de cerebros". Las
altas tasas tributarias siempre causan que mucha de la
economía desaparezca de los ojos del recaudador de
impuestos. Este fenómeno tiene diferentes nombres en
diferentes países, tales como economía "sombra",
"informal" o "sumergida".

Las dificultades a la hora de poner en práctica
una Política Monetaria suficientemente preventiva en el
nuevo entorno macroeconómico tendrían menor
importancia si -como parece plausible- la necesidad de
prevención monetaria también fuera menor. En primer
lugar, al estar las expectativas de inflación mejor
ancladas, los bancos centrales disponen de más tiempo para
evaluar la situación económica antes de actuar, sin
correr el riesgo de que la inflación experimente una
subida significativa.

Por supuesto, este mayor margen de maniobra existe
siempre que los desequilibrios no se acumulen y requieran
posteriormente medidas correctoras más costosas. En
segundo lugar, y como se afirma a menudo sobre la base de la
experiencia de Estados Unidos, el intervalo de transmisión
de la política monetaria a la demanda agregada puede
haberse acortado gracias a los avances tecnológicos y a
los cambios experimentados en los mercados financieros. La
adopción de sistemas de gestión de existencias
"just-in-time" (es decir, a medida que van llegando los pedidos)
es un ejemplo de decisiones de inversión ante cambios en
las condiciones económicas. Además, una mayor
participación de las familias en los mercados
bursátiles podría haber potenciado el
efecto-riqueza sobre el consumo.

Las mismas reflexiones que suscita el endurecimiento de
la política monetaria se aplican a la relajación de
la misma. Además, la suavización monetaria afronta
otras dificultades motivadas por ciertas asimetrías que
podrían afectar a la dinámica de la
economía.

En la economía de hoy en día, la
política monetaria ha de seguir enfrentándose a
nuevos retos, que podrían estar menos claros que en
periodos anteriores de lucha contra una inflación elevada
e inestable. Es necesario que los bancos centrales permanezcan
tan alerta como siempre. Un importante riesgo derivado del nuevo
entorno macroeconómico es que la introducción de
medidas preventivas podría ser ahora algo más
difícil, a causa de la dinámica cambiante de la
economía y de consideraciones de tipo político. En
concreto, resulta una paradoja que, con unas expectativas bien
ancladas alrededor de una inflación baja y apuntalada por
la credibilidad de los bancos centrales, los desajustes
subyacentes entre la demanda y la oferta puedan tardar más
en manifestarse en la inflación general. En estas
condiciones, existen motivos para creer que a la hora de
instrumentar la política monetaria, podría ser
útil asignar una ponderación algo mayor a los
cálculos de desequilibrios financieros, especialmente al
incremento excepcionalmente rápido del crédito y
del precio de los activos, que señalan dichos desajustes.
Sin embargo, hay que seguir profundizando en el análisis
para comprender la dinámica de la economía en el
nuevo entorno y para extraer conclusiones sólidas de
política monetaria.

Deuda

Teoría

La deuda es el vínculo en virtud del cual una
persona, denominada deudor, se compromete a pagar a otra,
denominada acreedor, una suma determinada de dinero o ciertos
bienes y servicios específicos. Las deudas se originan
normalmente cuando los acreedores otorgan préstamos a los
deudores, que éstos entonces se comprometen a devolver en
cierto plazo y bajo determinadas condiciones. Entre estas
últimas la más corriente es la que fija la tasa de
interés que habrá de devengar el
préstamo.

Las economías modernas se basan en gran parte
sobre las deudas a corto o largo plazo que contraen los
particulares, las empresas y el Estado. Sólo las
transacciones de menor cuantía suelen pagarse en efectivo
pues para casi todas las demás se emplean diversas formas
de crédito. Las deudas, por lo general, quedan legalmente
registradas mediante el uso de instrumentos mercantiles
específicos: pagarés, letras de cambio, bonos,
etc.

Deuda Interna

La deuda pública o deuda interna es el volumen a que
ascienden los préstamos obtenidos por el Tesoro
Público de un país, de los bancos, entidades
económicas y personas particulares a cambio del reembolso
de sus capitales, transcurrido un período de tiempo
determinado, y del consiguiente pago de sus intereses.

Deuda Externa

La Deuda Externa de un país es la documentada en moneda
extranjera y colocada en los mercados financieros
internacionales, independientemente de que parte de las
obligaciones emitidas pudiesen encontrarse en poder de residentes
venezolanos.

Deuda y Equilibrio
Económico

El hecho de que un país no pague sus obligaciones con
los organismos de crédito internacionales es la prueba del
fracaso de un país, aunque pagar en momentos
difíciles sería mucho más grave, porque
pondríamos en riesgo el equilibrio económico.

Sin dudas el mayor impacto sobre el equilibrio
económico es la ruptura del presupuesto económico.
Es obligación exclusiva de la Concedente recomponer este
equilibrio restaurando las bases económicas del
contrato.

Respecto a la relación devaluación – equilibrio
económico financiero de la Concesión, resulta claro
del propio texto contractual como de los antecedentes del proceso
licitatorio que el riesgo de una devaluación nunca fue una
variable que pesara sobre los accionistas dado que el contrato
otorga respecto de la equivalencia económica de la
convertibilidad un verdadero seguro de cambio. 

Los negocios de estas características tienen 3 fuentes
de financiamiento para sus inversiones: capital propio, deuda
financiera y reinversión de flujos de fondos positivos.
Tanto la deuda financiera como el capital de los accionistas
(capital social más ganancias reservadas) no son gratuitos
sino que remunerados por el negocio. 

La deuda financiera tiene una remuneración
explícita en las condiciones de financiamiento a
través de la tasa de interés y un plazo
predeterminado de devolución. 

Planificación
fiscal, tributaria y monetaria

Planificación fiscal

Determina el conjunto de medidas e instrumentos que toma
el estado para recaudar los ingresos necesarios para la
realización de la función del sector
público.

Planificación tributaria

A nivel empresarial, gran parte de las decisiones que
realiza el empresario tienen consecuencias tributarias que, por
la relevancia de los impuestos en relación con los costos
y utilidades, deben ser consideradas antes de hacerlas
operativas. Lo anterior hace imprescindible contar con una
adecuada planificación tributaria.

Partes: 1, 2

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