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Desarrollo del cine cubano (1925-1958)




Enviado por Ramón Guerra Díaz



  1. Resumen
  2. Desarrollo

Resumen

El cine cubano en el período señalado
pugna por alcanzar un reconocimiento más amplio en su
propio país, dada la competencia que tenía que
enfrentar de otras cinematografías con mayor desarrollo,
como la de Estados Unidos y países de habla hispana,
España, México y Argentina, que tenían en
Cuba un mercado acepado y amplio. Pese a ello los cineastas de la
isla invirtieron su esfuerzo en crear un cine nacional que tuvo
en Ramón Peón y Manuel Alonso dos figuras
imprescindible.

Desarrollo

En este período se produce la
consolidación de la influencia cinematográfica del
cine estadounidense en los circuitos cubanos, se hacen estrellas
entre los cubanos, Rodolfo Valentino, Mary Pickford, Stan Laurel
y Oliver Hardy (El gordo y el flaco), Gloria Swanson y otras
muchas estrellas del cine mudo de ese país.

Valentino, todo un producto del sistema de estrellas de
Hollywood se convierte en ídolo entre las mujeres,
más por su presencia que por su calidad actoral. Sus
películas fueron distribuidas en Cuba por la
Compañía Santos y Artigas. La fiebre de
fanáticas por el actor ítalo norteamericano
dejó en Cuba un sainete bufo del "Alhambra", "Las viudas
de Valentino" (1926), un danzón de Antonio María
Romeu dedicado a él y el desconsuelo de cientos de mujeres
por su muerte.

La década del treinta es la época de
expansión del cine hollywoodense, desplazando del circuito
al cine europeo, predominante en los primeros treinta años
en los cines cubanos.

Curiosamente en esta misma década cobra auge el
cine hispanoparlante, realizado en México, Argentina y
España, facilitado por el idioma común y los temas
tratados. No era un cine de tesis, eran comedias y en muchos
casos siempre estaba presente la música, factor de
atracción taquillera, a tal punto que pusieron de moda en
Cuba los tangos, los pasodobles y las rancheras.

Desde la década del veinte se experimenta en los
Estados Unidos con la sonorización de las películas
y en 1925 uno de los creadores del mismo, Lee de Forest, visita
La Habana para hacer exhibiciones de promoción en el
Teatro Nacional[1]Presentó un rollo de
película sonora con diferentes escenas con muy buena
acogida del público.

Aprovechando la presencia de Forest el presidente
Machado le pide que firme un documental propagandístico
con el sistema sonoro, a un costo de cincuenta mil pesos y
revelado en los laboratorios de Abelardo Domingo, en el mismo se
refleja una vista panorámica del Malecón habanero,
un sorteo de la Lotería Nacional, el cambio de Guardia en
Palacio, la Banda del estado Mayor del Ejército, la
soprano Luisa María Morales interpretando, "Noche azul" de
Ernesto Lecuona y al maestro Antonio María Romeu en un
solo de flauta.

En 1929 el director norteamericano Willian Fox filma en
la isla, "La chica de La Habana", sonorizada con el sistema
Vitaphone y con actores yanquis.

El 13 de febrero de ese mismo año se produce el
estreno comercial del cine sonoro en Cuba al proyectarse, "El
patriota", de Emil Jannings, para tales fines hubo que instalar
en el teatro el sistema sonoro Vitaphone.

En estos primeros años del cine sonoro, los
distribuidores estadounidenses hacían una versión
muda para otros países que no poseían el
equipamiento para rodar las películas sonoras.

Esta avalancha de cine estadounidense no dejó de
provocar la reacción de la joven intelectualidad de
vanguardia de la época:

"Es imperativo cinematográfico del día, si
los cines siguen pasando a monopolio extranjero, día
llegará que ese imperativo este acuñado
inevitablemente con el diálogo en
inglés.

"…Se dirá que ya el cine de por sí
es un elemento de penetración foránea, y que poco
más da que nos sature de influencias norteamericanas por
medio de la imagen y el sonido combinados que por el solo cauce
de lo visual"[2]

En tanto Raúl Roa dice, "…dos estaciones
centrales tiene hoy el imperialismo norteamericano en Cuba: la
naval –y ominosa- de Guantánamo y la
fotogénica –también ominosa- de "Fausto" y su
sucursal "El Encanto""[3]

En Cuba se siguió haciendo cine mudo, como la
película de ficción "Ca-chez-ca" (1926) de Abelardo
Domingo quien filmó algunas escenas sobre los estragos del
"tristemente célebre" ciclón del 26. Otro que
filmó sobre el mismo fenómeno atmosférico
fue Manuel Andreu.

El cineasta criollo más conocido de estos
años, Ramón Peón, realiza por estos
años las películas, "Casi varón", con
Blanquita Steevers y Antonio Perdices[4]"El amante
enmascarado y "El cobarde valero".

En 1926 se crea la Pan American Pictures Corporation,
que a pesar de su nombre en inglés, en de capital cubano,
y realiza cinco películas cortas, entre ellas, "Amor y
arena", "El inocente" y "La justicia mora", para desaparecer en
1927.

Juan Díaz Quesada, hermano de Enrique Díaz
Quesada, pionero del cine cubano, filma "El traficante" (1928) y
Mario Orts Ramos dirige, "Alma guajira" (1929).

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En 1929 Ramón Peón dirige, "El veneno de
un beso" con Antonio perdices en el protagónico,
convirtiéndose en un éxito taquillero en La Habana.
Este éxito animó a Perdices, Peón y Barrios
a crear la BPP Pictures S.A. en 1930, levantando un estudio en el
reparto Almendares.

La BPP rodó en 1930 los cortometrajes, "Varona y
el baile de las naciones", "La última jornada del
Titán de bronce" y la serie documental, "Conozca a Cuba".
Su mayor éxito sería el largometraje, "La Virgen
de la Caridad
", dirigida por Ramón Peón y
protagonizada por Diana V. Marde y Miguel Santos. Con esta
película Peón alcanza su momento de madurez, con
una obra de mayor pretensión y una realización
más cuidados. El tratamiento del tema campesino es
reflejado de forma más objetiva, mostrando su precaria
vida de dependencia de los latifundistas, hay una mejor
dirección de actores, alcanzando una mejor coherencia en
su desempeño, con un libreto inspirado en una novela de
Enrique Agüero. Por todas estas razones esta película
sobresale en el balance de la filmografía del cine silente
cubano. "(…) una película silente de mucha
calidad que puede calificarse de neorrealista. (…) Excelente
por la actuación de los artistas, la dirección, el
montaje y el decorado natural".[5]

"Aunque poco preocupado por los temas de incidencias
sociales, hay que confesar que Ramón Peón
enriqueció el cine cubano con elementos criollos tomados
del teatro vernáculo y mejoró en mucho el nivel
técnico general de la producción. Todas sus
películas, en efecto, están realizadas con una
técnica muy cuidada, aunque no se percibe en el resto la
imaginación visual de La Virgen de la
Caridad"[6]

Ramón Peón García (1887-1971) sale
de Cuba en el período más duro de la dictadura de
Machado, va a Hollywood y se establece en México,
país en que deja su huella de constante trabajo en
películas comerciales a la usanza de aquellos años
fundadores. Vuelve con frecuencia a Cuba donde filma y
produce.

Cerrando el ciclo del cine mudo cubano se filma en 1930,
"Gustavo el calavera" dirigida por Jaime Gallardo y basada en la
novela homónima de Paul Kook.

En 1932, Max Tosquella y los hermanos Del Barrio
compraron el equipamiento necesario en Hollywood para filmar
películas sonoras en Cuba. La primera prueba fue un
documental comercial encargado por el dueño de un hotel
del Vedado; luego se produce el documental musical, "Maracas y
bongo" (1932) con Yolanda González y Fernando Gallardo en
la actuación y dirigidos por Max Tosquella. Con esta
película queda establecido el estereotipo del cine sonoro
cubano comercial hecho en Cuba antes de 1959: música
cubana, ligada al melodrama.

Ernesto Caparrós dirige en 1937 el primer
largometraje sonoro cubano, "La serpiente roja", basado en los
episodios radiales del detective chino Shan Li Po, creado por
Féix B. Caignet y protagonizada por Animal de Mar. La
falta de recursos técnicos y la mala dirección
hicieron de esta película una obra mediocre, pero fue la
primera.

En 1937 surge "Películas Cubanas S.A. (PECUSA)
por iniciativa de Ramón Peón, en la
compañía se agrupan los mejores realizadores y
técnicos cubanos del momento e incluso contratan a otros
provenientes de México; creó estudio y laboratorio,
que le permitía realizar en Cuba todo el proceso de post
filmación. La empresa produjo seis películas, entre
ellas, "Sucedió en La Habana" (1938), con Garrido y
Piñeiro y Rita Montaner; "El Romance del Palmar" (1938) y
"Una aventura peligrosa" (1939), ambas protagonizadas por Rita
Montaner y dirigidas por Ramón Peón. También
produjo la película, "Mi tía de América"
(1939), dirigida por el mexicano Jaime Salvador. En 1940 se
disuelve la PECUSA.

En 1939 llega a Cuba el director español Juan
Orol, en Cuba dirige las películas, "Siboney", Sandra la
mujer de fuego", "El farol de la ventana", "Tahití" o "La
hija del pescador" y "La mesera del café del puerto".
Todas películas mediocres y cursis.

En 1937 se filma el primer dibujo animado cubano,
"Napoleón el faraón de los sinsabores", dirigido
por Manuel Alonso, sobre la base de un personaje de tira
cómica de un diario de la época.

Entre 1938 y 1940 se produjo un auge en la
producción nacional de películas, un total de 16,
la mayoría comedias, musicales y melodramas, de muy buena
acogida por el público cubano de la época, porque
estaban protagonizadas por famosas figuras de la radio y el
teatro vernáculo, moviéndose en decorados
artificiales, idílicas postales de turistas, donde los
problemas sociales solo eran un eco muy lejano en medio de las
pasiones individuales predominantes en las tramas. Toda una
versión maniqueista y comercial del
país.

Las condiciones para el desarrollo de un cine nacional
se hacen muy difícil en la década del 40. Desde la
introducción del cine en Cuba la presencia de la
cinematografía extranjera, principalmente la de los
Estados Unidos tronchan la industria nacional de
películas, a pesar de los esfuerzos de algunos
emprendedores, la falta de protección de la
producción nacional hace muy difícil el desarrollo
de un cine cubano.

En Cuba había una cinematografía
comparable a la media de la producción
Latinoamérica, con un nivel aceptable en la primera mitad
del siglo XX y que fue decayendo por la falta de estímulo
para la filmación y distribución del producto
nacional.

Unido a ello, desde fines de los años 30 se
introducen fuertemente en el mercado cubano las películas
de México y Argentina con la ventaja con su carga de
cursilería y edulcoración que influirá
notablemente en la producción nacional que siguió
estos patrones.

Durante este período se produce un cine comercial
barato, sin muchas pretensiones artísticas, con argumentos
simples que pretenden, sobre todo, obtener ganancias seguras y
rápidas. El establecimiento de estas pautas trae consigo
una relativa recuperación del cine hecho en Cuba que
alcanza su mejor momento en 1950 al filmarse 14 películas,
cuyos títulos hablan por sí solo: "Siete muerte a
plazo fijo", "Hotel de muchachas", "Príncipe de
contrabando", "Ídolo de multitudes", "Paraíso
robado" y Escuela de modelos", entre otras.

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El cine cubano de este período está
marcado por el nombre de Manuel Alonso García (1912- ), al
que muchos apodaron el "Zar del Cine en Cuba", no solo por sus
cualidades como cineasta sino por su capacidad de "hacer dinero"
con el séptimo arte, del cual vivió y con el que se
enriqueció

"Siete muertes a plazo fijo" (1950) fue dirigida por
Manuel Alonso quien trata de hace una película por encima
de la media. Se trata de una trama policiaca atenido a los
modelos del género en el cine norteamericano. Trató
de armar una buena trama pero la mala dramaturgia y los vicios
propios del cine cubano de su época:
sobreactuación, recitación radial, verbalismo,
etc., lo que hace fracasar la película a pesar de la
contratación de algunos técnicos extranjeros para
ocuparse de algunos aspectos de la misma.

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En la década del 50 se hace realizan muchas
coproducciones con el cine mexicano, muy frecuentes desde finales
de los 40. Una de las más fructíferas
colaboraciones fue la creación de la productora CUB-MEX
S.A. (1953) donde aparece de inversionista el conocido guionista
radial, Félix B. Caignet, junto a Roberto Martínez
y Agustín P. delgado. Este último director de
algunas de las películas de la productora.

Esta empresa produjo cuatro películas basadas en
guiones de Caignet y una quinta escrita por Iris Dávila.
De Caignet se filmaron, "Ángeles de la calle" (1953),
dirigida por Agustín P. Delgado; "El monstruo en la
sombra" (1954) dirigido por Zacarías Gómez Urqueza;
"Morir para vivir (1954) con la dirección de Miguel
Morayta; "La fuerza de los humildes" (1954), también a
cargo de Agustín P. Delgado y "El Tesoro de la Isla de
Pino" (1956) con Vicente Orará en la dirección. La
última película de la productora fue, "Y si ella
volviera" (1956) basada en guión de Iris
Dávila.[7]

Otras obras de Caignet fueron llevadas al cine por
compañías mexicanas, como fueron: "El derecho de
nacer" (1951 y 1961), basada en la novela radial homónima;
"Lo que debe nacer" (1953), "La mujer que se vendió"
(1954) y "Mujer o fiera" (1954)[8]

Con los fines de producción
cinematográfica el Gobierno de Batista creo un banco con
fondo estatal para el fomento del cine cubano, con dinero de esta
entidad se crea el Instituto Nacional para el Fomento de la
Industria Cinematográfica (INFICC) en 1955 dirigida por
Manuel Alonso quien adquirió equipamiento para crear los
estudios nacionales que el estrenara con su segunda
película, "Casta de roble", mejor que el primero que
dirigiera y con temática cubana que valida la
película, aunque el melodrama y las concesiones
comerciales lastran la obra.[9]

Terminada la película Alonso arrienda los
Estudios Nacionales a Gómez Castro distribuidor de
películas mexicanas en Cuba quien se confabula con los
productores norteamericanos de la Columbia para impedir el
desarrollo del cine nacional con el único fin de impedir
que le disputara el mercado cubano del cine, el mayor de
Latinoamérica. Junto a esto el éxodo constante de
técnicos y artistas para trabajar en el cine mexicano,
completan el estancamiento definitivo del cine realizado en la
isla.

A pesar de ello aparecían productores cubanos
dispuestos a invertir en el cine, es el caso de la "Proficuba" de
Manuel de la Pedrosa y Pellón, así como los
independientes Juan Orol y Juan J. Ortega, productores de
películas de menor valía.

Un intento gubernamental de homenajear a José
Martí en el año de su centenario, trajo el proyecto
de hacer una película sobre el Apóstol cubano,
dirigida por el "Indio" Fernández de México y que
llevó por título, "La rosa blanca"
(1953).

La película en coproducción con
México contó con un buen presupuesto, una gran
propaganda y un mejor asesoramiento por parte de la
Comisión Estatal Cubana dirigida por Félix Ichaso,
lo que no impidió que el mexicano Roberto Cañedo,
en el papel de José Martí, entregara una grotesca
caricatura del Apóstol al dar la idea de un
"romántico enamoradizo" que va por el mundo diciendo
frases grandilocuentes en un filme que no se sale de los
cánones melodramáticos.

En cuanto cine documental e informativo, Manuel Alonso
se sitúa entre los primeros al hacer un noticiero de cine
de aceptación (1943) que incluyó un corto
humorístico para anunciar la cerveza "Polar",
patrocinadora del noticiero. El éxito comercial de Alonso
le permitió conquistar los circuitos de exhibición,
mejora su equipamiento técnico y estabilizar la
producción de cortos comerciales y
noticieros.[10]

De más antiguo existía la "Royal News"
dedicada a los cortos y noticieros con un eficiente servicio de
camarógrafos que le permitía reflejar importantes
acontecimientos poco tiempo después de producirse. Ambos
noticieros recibían apoyo financiero de la cervecera "La
Polar" y del gobierno.

En Cuba había muchas dificultades para hacer un
largo metraje por el monopolio de distribución de
películas extranjeras, pero en lo concerniente a
noticieros si se realizaban y de mucha inmediatez que era la base
para su rápida distribución. "Los mejores
camarógrafos de esta época era Guayo, Caparroz,
Abelardo Domingo, Delgado, Bravo y
Manduley"[11]

Como alternativa informativa el Partido Socialista
Popular crea la "Cuba Sono Film" dedicada al trabajo informativo.
Su producción se exponía en locales sindicales,
bateyes azucareros y poblados campesinos, todas áreas
marginadas de los circuitos comerciales de proyección
cinematográfica.

El trabajo de la "Sono Film" se desarrolla entre 1938 y
1952, contando con muy buenos colaboradores entre
fotógrafos, camarógrafos e intelectuales cubanos,
entre ellos Nicolás Guillén y Alejo Carpentier.
Este último como sonidista en algunos
documentales.[12]

Otros noticieros independientes de la década de
los 50 fueron, "América", "Nacional" y "Cine
Periódico", nutridos con imágenes de
camarógrafos que vendían a estos u otros
noticieros.

Fuera del cine comercial se hace una
cinematografía alternativa desarrollada por aficionados,
muchos de ellos por vocación, algunos con una buena
calidad. Entre ellos es muy frecuente la experimentación,
tanto técnica como artística, a más de ser
los mejores informados sobre lo que ocurre en el cine mundial del
momento.

En 1943 se organiza el I Congreso de Cine Amateur,
auspiciado por el Club Fotográfico de Cuba. En el evento
fueron premiados los cortos, "La vida de los peces" del doctor
Armando Menocal; "Vida y triunfo de un pura sangre criollo", de
Jaime Traumont y "Varadero" de Guillermo
González.

En esta década de los 40 sobresale Plácido
González Gómez que hace documentales casi
artesanales: "Un día casando palomas" (1943), "El tesoro
sangriento" (1945), en colaboración con Walfredo
Piñera, en colores y sobre el tema de la piratería;
"Cimarrón, en colaboración con Néctor
Armenteros; "Close Up" o "Un suicidio en primer plano" y "Uno el
solitario" (1960), este último de excelente
fotografía.

Paul Villanueva se relaciona con el cine experimental
por más de diez años. Crea el grupo "Tecnifilm" con
el que realiza cinco películas en blanco y negro y a
colores: "Un ensayo en contraluz", usando filtros rojos; "El beso
fatal", parodia sobre el cine silente" y "La creación" en
el que intenta hacer un filme sobre la creación de la
tierra utilizando ingeniosos efectos visuales.

A principios de la década del 50 otro grupo de
jóvenes intelectuales trata de hacer cine, entre ellos
Edmundo Denoes, Ramón F. Suárez, Guillermo cabrera
Infante, Germán Puig y Carlos Franqui.

Puig y Franqui filmaron, "Carta a una madre",
película publicitaria en la que colaboró
Ramón F. Suárez en los cortes y la
edición

El mismo Suárez, junto a Vicente revuelta y Adela
Escartín realizan un documental argumental, "El guante";
Cabrera Infante y Suárez filman un corto sobre la pintura
y cerámica de Amelia Peláez; Néstor
Almendros y Suárez realizan "Hamlet" con Julio Mata en la
actuación. Almendros dirige posteriormente, "The mount of
Luna" y "59 y 59", ambas películas experimentales que
preparó en Nueva York.

Otro que experimentó con la cinematografía
fue Antonio Cernuda que a finales de los 50 y principios de los
60 experimentó con las fotos fijas a color (slidos) en
películas que tienen más valor estético que
argumental. Su mejor obra, "Diez Centavos" en la que se acerca a
la intención argumental.

En 1953 Tomás Gutiérrez Alea, Julio
García Espinosa y el dominicano Oscar Torres van a Italia
para estudiar en el "Centro Sperimentale de
Cinematografía" en Roma, allí permanecieron dos
años tras los cuales regresan a Cuba con muchos deseos de
aplicar lo aprendido con las formas de hacer del neo-realismo
italiano.

Ese mismo año 1955, apoyados por la
sección de cine de la "Sociedad Nuestro Tiempo" se fueron
a la Ciénaga de Zapata y filmaron una película de
media hora que resultó una fuerte denuncia social contra
la miseria del campesino cubano.

La película, "El Mégano" fue dirigida por
Julio García espinosa, con la colaboración de
Tomás Gutiérrez Alea, Alfredo Guevara, José
Massip y Jorge Haydú, todos figuras fundacionales de la
futura industria cinematográfica cubana después del
triunfo de la Revolución.

La película es un documento importante para el
cine nacional, tanto por sus méritos artísticos
como por su valor social que llevó al régimen de
Batista a secuestrarla por "subversiva y peligrosa"

El dibujo animado cubano tuvo en Manuel Alonso a un
precursor, dibujante de profesión y auxiliado por Antonio
(Ñico) Luhrsen y Lucio Carranza crea los "cartones" a
partir de las tiras cómicas que se publicaban en el
periódico "El País Gráfico", con el
título de "Napoleón, el faraón de los
sinsabores" (1937), con una duración de 2 minutos, en
blanco y negro y filada en 37 mm.

Casi simultáneamente los dibujantes
Roseñada y Silvio preparan sus "Cartones" con el personaje
de "Masabí", en tanto en Guantánamo Luis Castillo
junto a un grupo de entusiastas, hace de forma casi artesanal dos
películas animadas, "Coctel Musical" (1946) y "El
jíbaro y el cerdito" (1947), obras de poco nivel
técnico y artístico.[13]

Con mucha más profesionalidad César Cruz
Barrios crea en Santiago de Cuba un estudio de animación
cuyo primer trabajo fue, "Restituto el detective", seguido de "El
gato con botas". En 1947 crea la "Productora nacional de
Películas de Santiago de Cuba", ya con carácter
profesional su primer trabajo fue, "El hijo de la ciencia"
(1947), cinta en colores y totalmente hecha en Cuba. La
distribución de la película fue un fracaso
económico por el boicot que le hicieron las distribuidoras
nacionales y extranjeras.[14]

Eduardo Hernández (Guayo) dirigió el
noticiero "Noticuba" (1957) y en el introduce "muñequitos"
cubanos. Los primeros cartones fueron, "Agencia de mudanza",
"Fumar es un placer" y un comercial de la gasolina cubana "Reca,
los dibujos fueron hecho por Isaac Hernández
Gutiérrez y su auxiliar fue José Lugo, todo este
material firmado a color.[15]

Con la aparición de la televisión la
producción nacional de animados cobro cierto auge. Los
más importantes trabajos los realizó la "Agencia
Siboney", para la que trabajaron, Jesús de Armas, Eduardo
Muñoz Bach y Manuel Lamar
(Lillo).[16]

La primera película cubana para la
televisión se realizó en 1954, "La Ley del
bandido", dirigida por Gaspar Áreas y guión de Dora
Alonso, basado en un cuento de ella misma.

En cuanto al promoción del cine, el Departamento
de Cinematografía de la Universidad de La Habana hizo una
importante contribución, dirigida por el profesor
José Manuel Valdés Rodríguez creador de la
Cinemateca de Cuba y organizador de cursos especializados que
contribuyó a formar a los mejores críticos de cine
en Cuba.

Este curso se impartía en la Escuela de Verano de
la Universidad de La Habana y llevó por título:
"Cine: Industria y Arte de Nuestro Tiempo"

Destacada labor de divulgación la desarrollada
por el grupo de Cine Arte, el Cine Club de La Habana, animado por
Germán Puig y Ricardo Vigón, además del
Centro Católico de Orientación
Cinematográfica.

La Sociedad Cultural Nuestro Tiempo y su sección
de cine, en sus debates y en la revista de la institución
desarrollaron una gran labor divulgativa y de
crítica.

 

 

Autor:

Ramón Guerra
Díaz

 

[1] Antiguo Tacón y actual Teatro
García Lorca

[2] Jorge Mañach en “El
Excelcior-El País” 3/5/1929

[3] Raúl Roa en “Carta a Jorge
Mañach”, Rev. Orto, julio, 1929

[4] El Rodolfo Valentino cubano.

[5] Georges Sadoul citado por Josefina Ortega
en “Ramón Peón el deseo compulsivo de
filmar”. La Jiribilla Digital, Nº 84/2002

[6] Luciano Castillo, “ Ramón
Peón, el Griffith cubano”, 21/11/2008, en Habana
Radio Digital

[7] “El cine en la obra de Félix
B. Caignet”, en rev. “La Gaceta de Cuba Nº
6/1994

[8] Ídem

[9] “Breve historia de un cine”
por Fausto Canel

[10] “Apuntes para la historia de un
cine sin historia”. José Antonio González.
La Habana, 1987

[11] “Bebo Muñiz: confieso que
he vivido”, Loudes Pasalodos, en rev. Caimán
Barbudo, agosto 1990

[12] “Sobre la fotografía
cubana”, María Eugenia Haya, en Revolución
y Cultura Nº 93, 1980

[13] “Notas para una cronología
del dibujo animado cubano”, Roberto Cobas, en rev. Cine
Cubano, 1994.

[14] Ídem

[15] “Muñequitos en colores
hechos en Cuba”. Sin firma, en rev. Bohemia Nº 5,
2/2/1958–

[16] “Notas para una cronología
del dibujo animado cubano”, Roberto Cobas, en rev. Cine
Cubano, 1994

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