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Enfermedades del sistema digestivo

Partes: 1, 2

  1. Trastornos
    gastrointestinales
  2. Enfermedades del sistema
    digestivo
  3. Conclusión
  4. Bibliografía

Se deben establecer normas para prevenir
malestares del aparato digestivo. En líneas generales, lo
primero que se recomienda es evitar toda clase de abusos, tanto
en la comida como en la bebida.

Los estrados emocionales producen cambios
notorios en las paredes estomacales y en todo el proceso
digestivo.

El aparato digestivo está
estrechamente relacionado con el medio ambiente y la
mayoría de las enfermedades que en él se producen
se deben en gran medida a efectos externos (virus, bacterias,
tensiones, etc.). El evitarlas depende mucho del cuidado que cada
uno tenga con su aparato digestivo.

Trastornos
gastrointestinales

Dolor abdominal:

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El dolor puede presentarse en cualquier
parte del aparato digestivo, desde la boca o garganta hasta la
pelvis y el recto. A veces, el dolor indica un problema leve como
ingerir alimentos en exceso. En otros, puede ser la advertencia
inicial de un trastorno más grave, que podría
requerir tratamiento médico.

Dispepsia:

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Digestión difícil o dolorosa,
resultado del fallo de alguna fase del proceso normal digestivo.
Su origen puede estar en un trastorno físico o emocional.
Las causas físicas son gastritis, úlceras, o
inflamaciones de la vesícula biliar. Los síntomas
pueden ser: sensación de pesadez en la boca del
estómago, gases, estreñimiento, diarrea,
náuseas, o ardores. Las molestias se pueden
acompañar de cefaleas o mareos. El tratamiento que se
prescribe depende de la causa específica y comprende la
administración de fármacos y la instauración
de una dieta especial.

Indigestión y Acidez:

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La indigestión es un término
común que se utiliza para describir molestias
físicas del tracto gastrointestinal superior, asociadas
con la ingestión de alimentos sólidos o
líquidos. Los síntomas son: ardores o
acedías, acidez, eructos, distensión gaseosa,
flatulencia, sensación de plenitud, presión,
náuseas y vómitos.

La acidez se produce porque el
esfínter (banda circular de músculos en el extremo
inferior dl estómago), no cierra normalmente el extremo
superior del estómago, permitiendo que el ácido del
estómago pueda ascender al esófago y provocar
irritación.

Son varios los factores que causan la
acidez. El sobrepeso hace que haya presión excesiva en el
abdomen. Los alimentos grasos o condimentados, bebidas
alcohólicas, cafeína, menta, chocolate, nicotina,
jugos cítricos y tomate relajan el esfínter o
irritan el esófago. Comer en exceso o acostarse
después de comer también pueden facilitar el
reflujo ácido.

Dolor Cólico:

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Dolor abdominal agudo; es un síntoma
de distintos trastornos. Cuando es de origen intestinal, se
caracteriza por contracciones espasmódicas e irregulares
de las fibras musculares del intestino. Con frecuencia los
cólicos intestinales se deben a infección,
obstrucción, ingestión de alimentos irritantes, o
fármaco-laxantes. Se sabe poco sobre la etiología
de los cólicos del lactante, aunque se sospecha que su
origen está en los gases y trastornos de la
digestión. El cólico renal se produce por el paso
de un cálculo, o piedra, desde el riñón, a
través del uréter, hasta la vejiga urinaria; este
descenso es muy doloroso. El cólico biliar es consecuencia
del paso de un cálculo biliar, desde la vesícula
biliar hacia los conductos biliares. Los síntomas del
cólico se confunden con frecuencia con los de la
apendicitis y la peritonitis.

Estreñimiento:

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Desde un punto de vista médico, el
estreñimiento es la evacuación de excremento
endurecido menos de 3 veces por semana. Asimismo, es posible
experimentar distensión abdominal, y a veces, molestias de
contracción abdominal.

El estreñimiento es un
síntoma, no una enfermedad. Al igual que la fiebre, este
problema puede ocurrir cuando uno de muchos factores disminuyen
la velocidad de tránsito de los alimentos del intestino
grueso. Entre estos factores se incluyen la ingestión
insuficiente de líquidos, dieta inadecuada, hábitos
de defecación irregulares, edad, falta de actividad,
embarazo y enfermedades, tales como cáncer, trastornos
hormonales, enfermedades cardíacas o insuficiencia renal.
Además, diversos medicamentos pueden causar
estreñimiento.

Aunque el estreñimiento puede ser
molesto, la situación en sí rara vez es grave. Sin
embargo, en caso de persistir puede originar complicaciones, como
las hemorroides y grietas en al ano, comúnmente llamadas
fisuras.

Diarrea:

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Alteración del ritmo intestinal que
se acompaña de deposiciones semilíquidas. Se trata
en general de un proceso transitorio cuya causa más
frecuente son las infecciones víricas o bacterianas.
También puede ser producida por la toma de sustancias
tóxicas que lesionan el intestino, por situaciones de
tensión emocional o por estados nerviosos alterados.
Procesos inflamatorios intestinales como la enteritis, la
colitis, el cólera, la fiebre tifoidea, la
disentería bacilar o amebiana, o las parasitaciones
intestinales por gusanos pueden producir cuadros diarreicos de
larga evolución. La pérdida de líquidos en
este proceso puede producir deshidratación y shock, que
son a veces graves en los niños
pequeños.

La diarrea infecciosa es muy contagiosa. Es
factible contraer una infección viral por contacto directo
con una persona infectada. Los alimentos y agua contaminados con
bacterias y parásitos también pueden diseminar las
infecciones diarreicas.

Flatulencia:

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Presencia de cantidades excesivas de gas en
el estómago o en el intestino.

La mayor parte del gas presente en el
estómago está constituido por nitrógeno y
oxígeno atmosféricos, que han sido ingeridos por el
individuo. El nitrógeno no se puede absorber y queda libre
en el intestino. Dentro del intestino se forman otros gases
adicionales, sobre todo dióxido de carbono, metano e
hidrógeno. El dióxido de carbono se produce por
fermentación y se absorbe en gran parte. Los otros gases
se producen por la digestión incompleta de alimentos ricos
en almidón o en celulosa, como las legumbres o las coles.
Estos gases son expelidos al exterior desde el recto en forma de
flato. El olor desagradable del flato es producido por varios
compuestos azufrados, sobre todo por tioles. Los tioles son
alcoholes en los que el átomo de oxígeno ha sido
reemplazado por un átomo de azufre. La presencia de
grandes cantidades de gas en el estómago o en el intestino
pueden originar distensión y dolor.

Hernias:

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Salida total o parcial de un órgano
o estructura a través de la pared de la cavidad que lo
contiene. Se clasifican según la estructura o según
la localización. Así, la hernia inguinal, la
más frecuente, es la salida de asas intestinales a
través de la pared abdominal en el área inguinal.
Una hernia diafragmática o hernia de hiato es aquella en
que parte del estómago o un asa intestinal penetran en la
cavidad torácica a través de una abertura del
diafragma. En una hernia umbilical el intestino o su
recubrimiento membranoso (el omento) pasan, a través de la
pared abdominal, bajo la piel del ombligo.

Las hernias se suelen desarrollar a causa
de un esfuerzo excesivo en cavidades cuya pared está
debilitada.

Las hernias inguinales causan problemas al
realizar esfuerzos intensos o al comprimir la masa abdominal
(toser, defecación, etc.): aumentan de tamaño
progresivamente y producen un dolor moderado. Las hernias
intraabdominales son dolorosas. Las hernias se consideran
reducibles cuando desaparecen de forma espontánea o con
una suave presión y manipulación externa. En esta
situación pueden tratarse, en los ancianos, mediante
reducción y mantenimiento con un braguero inguinal
(estructura ortopédica para contener las hernias). En los
pacientes jóvenes el tratamiento es quirúrgico.
Cuando una hernia no puede reducirse se denomina incarcerada;
suelen ser dolorosas y deben ser operadas. Si la presión
dentro de la hernia o un "arrollamiento" de su contenido
obstruyen el flujo sanguíneo a las estructuras herniadas,
la hernia se llama estrangulada; es muy dolorosa, constituye una
urgencia quirúrgica, pues en pocas horas conduce a la
gangrena de los tejidos de la hernia. La cirugía busca
reducir la hernia y reforzar la pared de la cavidad con suturas o
mallas sintéticas.

Cálculos:

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Concreción formada en el cuerpo,
principalmente en la vesícula biliar o en el tracto
urinario.

La mayoría de los cálculos
biliares no se acompañan de síntomas. Los
cálculos que bloquean los conductos que conectan la
vesícula biliar con el hígado y el intestino
delgado pueden ser muy doloroso y potencialmente
peligrosos.

La vesícula biliar almacena bilis,
líquido digestivo que se produce en el hígado. La
bilis se transporta al intestino delgado y ayuda a la
digestión e las grasas. La vesícula biliar sana
posee cantidades equilibradas de ácidos biliares y
colesterol. Los cálculos biliares suelen formarse cuando
se eleva la concentración de colesterol.

Los cálculos biliares pueden
producir dolor intenso y repentino hasta de varias oradse
duración. Es usual que el dolor se inicie después
de comer. Comienza en la parte superior derecha del abdomen y
puede desplazarse a la espalda o al hombro derecho. A veces, se
acompaña de fiebre y náuseas. Al ceder el dolor,
persiste una sensación de malestar leve en la
porción superior derecha del abdomen. Cuando un
cálculo bloque los conductos biliares, la piel y la blanca
de los ojos suelen tornarse amarillentas (intericia).
También son posibles la aparición de fiebre o la
evacuación de heces pálidas, similares a la
arcilla.

El 20% de los cálculos biliares son
de bilirrubina y el 80% de colesterol o mixtos. Los primeros son
más frecuentes en poblaciones asiáticas y rurales,
y en personas que padecen enfermedades hemolíticas o
cirrosis alcohólica. Los de colesterol son más
frecuentes en occidentales, obesos, mujeres, dietas de
adelgazamiento y uso de fármacos
hipolipemiantes.

Abdomen Agudo:

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Situación clínica que se
presenta como una molestia abdominal aguda, cuyo síntoma
principal es el dolor, que sugiere una enfermedad que pone en
peligro la vida del enfermo y que, por este motivo, casi siempre
debe resolverse mediante una intervención
quirúrgica de urgencia. Por tanto, los dos factores
fundamentales a destacar en este cuadro clínico son la
rapidez de la instauración del cuadro (proceso agudo) y el
hecho de que se trata de una situación que pone en peligro
la vida de la persona.

Cuando un médico se encuentra ante
un paciente con un cuadro de abdomen agudo, de una forma
rápida y eficaz debe determinar si está o no
indicado el tratamiento quirúrgico. A veces resulta
difícil, sobre todo teniendo en cuenta que muchas
situaciones se presentan con escasos signos que orienten hacia
una irritación peritoneal evidente y que, en un principio,
sugieran la necesidad de considerar el cuadro como
quirúrgico.

Para comprender el cuadro clínico
hay que seguir una serie de pasos que permitan llegar a una
orientación diagnóstica: la forma de inicio de las
molestias, ya que si éste es muy repentino y de gran
intensidad hará pensar en un cuadro grave y probablemente
de solución quirúrgica; la duración y el
tipo de dolor, pues los dolores de tipo cólico (oscilantes
y episódicos) indican un cuadro de obstrucción,
inflamación o alteraciones de la motilidad de una
víscera hueca; la intermitencia del dolor; la
localización; la irradiación; así como
qué factores alivian o agravan el dolor. El aspecto de las
heces y la sintomatología que acompaña al dolor,
como la fiebre, los vómitos o el hipo, resultan
también importantes en el establecimiento del
diagnóstico.

Las causas más frecuentes de abdomen
agudo en un adulto son los cólicos biliares o colecistitis
agudas, las pancreatitis agudas, las apendicitis agudas (la causa
más frecuente en los niños), la obstrucción
intestinal, la perforación de una víscera hueca y
la diverticulitis aguda.

Gastritis:

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Inflamación aguda o crónica
de la mucosa del estómago. En la gastritis aguda se
producen erosiones de las células superficiales de la
mucosa, formaciones nodulares y a veces hemorragia de la pared
gástrica. En la gastritis crónica se produce,
además, una transformación progresiva de la mucosa
a tejido fibroso (cicatricial o inflamatorio crónico). La
enfermedad está acompañada por un descenso en la
velocidad del vaciado gástrico (experimentado por el
paciente como digestiones lentas o pesadas) y de pérdida
de peso. Las causas más frecuentes de la gastritis son el
abuso del alcohol, el tabaco y las bebidas excitantes
(café, té, refrescos de cola), una secreción
excesiva de ácido clorhídrico en el jugo
gástrico, y varias infecciones entre las que se encuentran
la sífilis, la tuberculosis y algunas infecciones
fúngicas. Se ha demostrado recientemente que la bacteria
Helicobacter pylori está presente en la mucosa
gástrica y duodenal hasta en el 80% de los pacientes con
gastritis y úlceras pépticas (de estómago o
duodeno): este descubrimiento ha revolucionado el tratamiento de
estas enfermedades, hasta el punto de que los antibióticos
han pasado a ser uno de sus pilares básicos. El
estrés psicológico también está
implicado en el desarrollo de la gastritis.

Colon Irritable:

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También denominado síndrome
del intestino irritable o colon espástico, proceso en el
que se alternan episodios de estreñimiento y diarrea,
acompañados de intenso dolor abdominal y una gran variedad
de síntomas, de causa desconocida. Algunos casos pueden
tener su origen en una alteración del músculo liso
del colon. De un 30% a un 50% de los pacientes que acuden a las
consultas de gastroenterología en Europa occidental
podrían padecer esta enfermedad, que tiene una
extensión mundial. La 'diarrea' no es tal diarrea, puesto
que no existe un aumento en el volumen de las heces; el agua es
absorbida con normalidad y en general no aparece sangre con las
deposiciones. Sí que puede aparecer mucosa en las heces, y
existe la sensación subjetiva de que no ha habido una
evacuación intestinal completa tras la defecación.
Las recaídas en este proceso se relacionan a menudo con el
estrés.

Algunas diarreas infecciosas (como las
producidas por Shigella) pueden tener como secuela la
aparición de colon irritable una vez resuelta la
infección, aunque no parece que se produzca ninguna
alteración permanente de la mucosa intestinal. Aunque no
se ha demostrado relación causal entre el síndrome
del intestino irritable y la cantidad de fibra en la dieta,
algunos pacientes mejoran cuando se instituye una dieta rica en
fibra; otros pacientes mejoran con la reducción del
contenido de carbohidratos y la eliminación del pan blanco
de la dieta.

Enteritis:

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Enfermedad inflamatoria del intestino. Se
puede manifestar por dolor abdominal, punzadas, fiebre,
pérdida de apetito (anorexia), náuseas y diarrea.
La enteritis crónica por antonomasia es la llamada
ileítis terminal o enfermedad de Crohn; se trata de una
enfermedad autoinmune que precisa de tratamiento inmunosupresor y
a veces de cirugía. Las enteritis agudas, aunque suelen
ser poco duraderas, autolimitadas y menos graves, son
debilitantes, sobre todo en los niños y en los ancianos, y
en ocasiones llegan a poner en peligro la vida del enfermo por
deshidratación aguda. Las enteritis agudas pueden estar
causadas por irritación química, alergias o
alteraciones emocionales; pero su causa más frecuente son
las infecciones, bien virales, más benignas, o bien
bacterianas, como la fiebre tifoidea y la
disentería.

Apendicitis:

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Inflamación aguda del
apéndice vermicular, tubo de 1-2 cm de diámetro y
de 5 a 15 cm de longitud con final en forma de fondo de saco y
que nace del ciego (primera porción del intestino grueso).
El ciego, y por tanto el apéndice, están situados
en el cuadrante inferior derecho del abdomen. El apéndice,
en el ser humano, es un resto filogenético cuya
función queda reducida a ser asiento de algunas
formaciones de tejido linfoide (encargado de las funciones
inmunes); su extirpación no causa alteración
patológica. La causa más habitual de la apendicitis
es una infección de la pared del apéndice; sin
tratamiento, la infección acaba destruyendo la pared del
apéndice y perforándolo, y entonces el contenido
intestinal se vierte en la cavidad abdominal, originándose
una peritonitis. La apendicitis es una enfermedad frecuente en
los adultos jóvenes, pero puede aparecer a cualquier edad.
Sus síntomas típicos son: dolor abdominal
(especialmente en el cuadrante abdominal inferior derecho),
fiebre, náuseas y vómitos, estreñimiento y
diarrea. El tratamiento consiste en la extirpación
quirúrgica del apéndice
(apendicectomía).

Peritonitis:

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Inflamación de la membrana que
tapiza la cavidad abdominal y los órganos contenidos en
ella. Suele ser una enfermedad aguda, causada por una
infección cuyo origen es una perforación
intestinal, como la rotura del apéndice o de un
divertículo. También se puede deber a la presencia
de sustancias irritantes, como ácido gástrico
procedente de una úlcera perforada, o bilis que proviene
de la rotura de la vesícula biliar o de la
laceración del hígado. La peritonitis localizada se
observa con más frecuencia en la pelvis a partir de una
infección de la trompa de Falopio o de la rotura de un
quiste ovárico. La peritonitis es a veces consecuencia del
derrame de pus en la cavidad abdominal procedente de la rotura de
un absceso. Esto se produce algunas veces tras cirugía
intestinal con supuración de la herida quirúrgica,
o a partir de una herida por arma blanca que atraviesa la pared
abdominal. En ocasiones, se debe a una inflamación de la
membrana peritoneal, como en el fracaso renal, la fiebre
reumática y el lupus eritematoso. El síntoma
principal es un dolor abdominal agudo que se agrava con los
movimientos. Con frecuencia el paciente tiene náuseas y
vómitos, y está febril. Los casos graves de
peritonitis aguda sin tratamiento suelen ser mortales. El
tratamiento está dirigido a la causa subyacente. Hay que
administrar, además, líquidos intravenosos y
antibióticos.

Hemorroides y Sangrado Rectal:

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Varicosidad (dilatación o aumento de
tamaño) de una vena del plexo superficial del recto o del
ano. Las del recto son las hemorroides internas y las del ano las
externas. Las internas, cuando aumentan mucho de tamaño,
pueden salir al exterior por el orificio anal, e incluso
estrangularse. Una hemorroide, como en cualquier varicosidad,
puede trombosarse: ésta es especialmente
dolorosa.

Las hemorroides o almorranas producen, en
ocasiones, picor, escozor o dolor en el recto y en el ano y
sangran con frecuencia. Los síntomas se agravan tras la
defecación, en especial con las heces duras. El sangrado
crónico puede acabar produciendo anemia.

Están relacionadas con el
estreñimiento habitual y con las gestaciones. La vida
sedentaria y el estrés mental son factores agravantes. El
tratamiento sintomático comprende los supositorios y las
pomadas astringentes antihemorroidales, los corticoides (ambas
sustancias con efecto antiinflamatorio local), la dieta rica en
fibra vegetal, los laxantes suaves y los baños de asiento
(calientes o fríos según la fase). Cuando el dolor
no se controla con tratamiento médico se pueden eliminar
las hemorroides mediante cirugía, láser o
esclerosis con nitrógeno líquido o con
inyección de sustancias esclerosantes.

Las hemorroides pueden producirse por el
levantamiento de objetos de objetos pesados, obesidad, embarazo,
parto, estrés y diarrea. Este padecimiento al parecer se
trasmite en familias.

Además de las hemorroides, la
hemorragia por el recto puede ocurrir por otras razones, algunas
de ellas graves. La expulsión de materia fecal seca y
endurecida lesiona el recubrimiento anal. Las infecciones del
revestimiento del recto o las diminutas grietas o desgarros en el
revestimiento anal, llamadas fisuras anales, constituyen otra
posibilidad de sangrado rectal.

Las heces fecales de color negro o
marrón, o la sangre de color rojo brillante en ellas,
podrían reflejar hemorragias más extensa en otra
parte del tubo digestivo. Entre las causas de tal sangrado se
incluyen pequeños sacos que sobresalen en el interior del
intestino grueso (llamados divertículos), úlceras,
pequeñas excrecencias denominados pólipos,
cáncer y algunas enfermedades intestinales
crónicas

A: Pólipo

B: Hemorroides

C: Fisura anal

Úlcera.

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Inflamación superficial producida
por la destrucción de la piel o de membrana mucosa. Las
úlceras de la piel pueden asociarse con diferentes
enfermedades crónicas, como la diabetes, trastornos
cardiacos y renales, varices, sífilis, lepra, tuberculosis
y cáncer. Las úlceras gastrointestinales aparecen
en la gastritis crónica, colitis ulcerosa y fiebre
tifoidea. Las úlceras pépticas o gastroduodenales
son úlceras del estómago (gástrica) o del
intestino delgado (duodeno). Además del dolor producido
por la úlcera, éstas pueden dar lugar a
complicaciones como la hemorragia por erosión de un vaso
sanguíneo importante, perforación de la pared del
estómago o intestino, con el resultado de peritonitis y
obstrucción del tracto gastrointestinal por espasmo o
inflamación en la zona de la úlcera.

La causa directa de las úlceras
pépticas es la destrucción de la mucosa
gástrica o intestinal por el ácido
clorhídrico, que suele estar presente en los jugos
digestivos del estómago. Se cree que la infección
por Helicobacter pylori tiene un papel importante en la
aparición de úlceras en estómago o duodeno.
La lesión de la mucosa gástrica y la
alteración de la misma por fármacos, como los
antiinflamatorios no esteroideos, son también factores
responsables en la formación de la úlcera. Otros
factores importantes en la formación y exacerbación
de la úlcera duodenal son el exceso de ácido
clorhídrico, la predisposición genética, el
abuso de tabaco y la tensión psicológica
(véase Alteraciones producidas por el estrés) Se
utilizan diferentes medicamentos en el tratamiento de la
úlcera. Los antiácidos son útiles para
neutralizar el exceso de ácido. Otros fármacos como
la cimetidina y ranitidina bloquean la acción de la
histamina, que estimula la producción de ácido, y
se ha comprobado que inducen la curación de la
úlcera en muchos pacientes. El omeprazol inhibe la
secreción de ácido al interferir con el mecanismo
celular que lo bombea hacia el estómago. Los compuestos de
bismuto y los antibióticos pueden ser útiles para
erradicar la infección por Helicobacter pylori, aceleran
la cicatrización y reducen la tasa de recidivas. El
sucralfato forma una capa protectora que cubre la mucosa del
estómago e intestino. El misoprostol es efectivo contra
las úlceras gástricas causadas por medicamentos
antiinflamatorios no esteroideos. El abandono del tabaco
también puede acelerar el proceso de cicatrización.
Se deben evitar el alcohol y la cafeína, aunque la dieta
blanda no suele ser muy eficaz. En los casos más graves es
necesaria la cirugía.

Enfermedades del
sistema digestivo

Ulcera en el duodeno

Diverticulitis:

Grupo de trastornos que afectan
fundamentalmente al colon (intestino grueso), en el que se
produce la inflamación de pequeñas bolsas de
membrana mucosa (el revestimiento interior del intestino) que se
proyectan hacia el exterior en áreas débiles de la
pared. Esas bolsas se llaman divertículos. Cuando los
divertículos no presentan complicaciones, el trastorno se
conoce como diverticulosis y no produce síntomas. Cuando
los divertículos están asociados a espasmos en el
intestino u otros síntomas, el trastorno se conoce como
enfermedad diverticular dolorosa. Cuando los divertículos
se inflaman, se conoce como diverticulitis.

La diverticulitis se produce cuando la
abertura de un divertículo es bloqueada por heces y el
interior se inflama. Los síntomas que aparecen son dolor,
sensibilidad y fiebre. En los casos graves, se producen abscesos
y a veces obstrucción del intestino; en algunas ocasiones
se forma un paso de material desde el colon hasta la
vesícula, la vagina o el intestino delgado. Esa
conexión anormal recibe el nombre de fístula.
Cuando una fístula permite que el contenido del intestino
pase a la cavidad abdominal, se produce una
peritonitis.

Cirrosis:

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Enfermedad crónica del hígado
que cursa con destrucción irreversible de las
células hepáticas. La cirrosis es la fase final de
muchas enfermedades que afectan al hígado. Se caracteriza
por áreas de fibrosis (cicatriz) y muerte de los
hepatocitos (células hepáticas). Sus consecuencias
principales son el fracaso de la función hepática y
el aumento de la presión sanguínea en la vena porta
(que transporta la sangre desde el estómago y tubo
digestivo al hígado). En Europa occidental, el alcohol y
la hepatitis B son la causa principal de la cirrosis. En el Reino
Unido, dos tercios de los casos son debidos al alcohol; en
países donde el consumo de alcohol es menor (por ejemplo
en los países islámicos), la incidencia de cirrosis
disminuye de forma paralela. Pacientes cuyo consumo de alcohol no
alcanza el grado de alcoholismo pueden padecer lesiones
hepáticas producidas por el alcohol. Un 30% de los casos
de cirrosis son de causa desconocida (podrían deberse a
otras hepatitis virales como la hepatitis C). El cáncer
primitivo hepático puede ser una complicación de la
cirrosis hepática.

Hepatitis:

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Inflamación aguda del hígado.
Puede ser producida por una infección, habitualmente
viral, por sustancias tóxicas o por fármacos. La
sustancia tóxica que más daña el
hígado es el alcohol: la ingestión excesiva aguda
produce una hepatitis aguda, y la ingestión excesiva
crónica produce en un primer momento un hígado
graso, más adelante una hepatitis crónica y, por
último, una cirrosis alcohólica. Los
fármacos de eliminación o de metabolismo
hepático pueden dañar los mecanismos
bioquímicos de los hepatocitos -células
hepáticas- originando una hepatitis aguda
farmacológica y más adelante una hepatitis
crónica similar a la de los tóxicos. Existen
diferentes tipos de hepatitis :

-Hepatitis Virales: Los virus que infectan
el hígado son de varios tipos. Algunos de ellos inducen
(no en todos los pacientes) inmunidad para toda la vida, pero
sólo para ese tipo de virus.

-Hepatitis A Se transmite por vía
digestiva (manos, alimentos, agua o excreciones contaminadas).
Sus brotes se suelen producir en comedores públicos, en
especial durante la infancia. En algunos países (por
ejemplo, en América Central) es endémica: la padece
toda la población (que por tanto está inmunizada a
partir de la infección aguda) y el visitante corre grave
riesgo de contraer la enfermedad. Los individuos con hepatitis A
pueden contagiar la enfermedad a otras personas hasta dos semanas
antes de que aparezcan los síntomas. Además de las
manifestaciones generales propias de una hepatitis, como
náuseas, fatiga e ictericia, la hepatitis A puede cursar
también con diarrea. No existe un tratamiento efectivo
frente a la hepatitis A. La mayoría de los enfermos se
recuperan de la enfermedad sin secuelas, aunque algunos pocos
casos pueden requerir un transplante hepático.

-Hepatitis B: Se transmite por contacto
sexual y por vía placentaria (de la madre al feto).
También se transmite por sangre contaminada con el virus
de la hepatitis (Hepadnavirus) o productos que han estado en
contacto con ella: transfusiones con sangre no analizada (en la
mayoría de los países es obligatorio comprobar la
ausencia del virus en la sangre), jeringas y agujas no
estériles (debe usarse material desechable), navajas de
afeitar o rasurar, cepillos de dientes, y material
odontológico o quirúrgico no estéril. El
virus se halla en casi todos los fluidos corporales de las
personas infectadas: saliva, lágrimas, semen, leche,
líquido sinovial, etc. Todos estos líquidos
podrían llegar a ser infecciosos aunque mucho menos que el
suero sanguíneo; así, la saliva podría ser
una vía de transmisión del virus de la hepatitis B,
aunque de escasa eficacia.

-Hepatitis C:El virus de la hepatitis C fue
identificado en la década de 1980. Su vía de
transmisión es igual que la de la hepatitis B y hasta que
fueron descubiertos sus anticuerpos no fue posible detectar el
virus en la sangre, por lo que su principal mecanismo de contagio
fue a través de transfusiones de sangre. Hoy en día
todas las bolsas de sangre se comprueban para rechazar las que
están infectadas por hepatitis C. Algunos casos de
hepatitis C se resuelven espontáneamente, pero el 80-85%
de los casos progresan a una hepatitis crónica, que en
muchos casos no cursa con síntomas por lo que la
infección pasa inadvertida y sólo es detectada en
un análisis de rutina.

-Otras hepatitis: El virus de la hepatitis
E se encuentra en las heces y se transmite por vía
digestiva, a través del agua o alimentos contaminados,
como la hepatitis A, pero, a diferencia de ésta, no causa
epidemias. El virus de la hepatitis G también ha sido
identificado y en la actualidad se están realizando
investigaciones sobre esta hepatitis.

Cólera:

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Grave enfermedad infecciosa endémica
en India y en ciertos países tropicales, aunque pueden
aparecer brotes en países de clima templado. Los
síntomas del cólera son la diarrea y la
pérdida de líquidos y sales minerales en las heces.
En los casos graves hay una diarrea muy importante, con heces
características en "agua de arroz", vómitos, sed
intensa, calambres musculares, y en ocasiones, fallo
circulatorio.

El organismo responsable de la enfermedad
es la bacteria Vibrio cholerae. La única forma de contagio
es a través del agua y los alimentos contaminados por
heces (en las que se encuentra la bacteria) de enfermos de
cólera. Por tanto, las medidas de control sanitario son
las únicas eficaces en la prevención de la
enfermedad.

Algunos estudios experimentales han
demostrado que la bacteria del cólera produce una toxina
que estimula la secreción de líquido por el
intestino delgado. Esta toxina es la causa de la gran
pérdida de líquidos que se produce en el
cólera. La búsqueda de una vacuna más eficaz
sigue dos líneas de investigación diferentes:
utilizar una toxina inactivada, o utilizar una vacuna de
bacterias vivas atenuadas incapaces de producir la
toxina.

Fiebre Tifoidea:

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Enfermedad infecciosa aguda producida por
el bacilo Salmonella typhi. Se contagia por la leche, el agua o
los alimentos contaminados por heces de enfermos o portadores.
Los portadores son personas sanas que sufren una infección
asintomática y excretan periódicamente el bacilo.
El esquema de transmisión epidemiológica se puede
simplificar con las siglas DAME (dedos, alimentos, moscas y
excretas).

El periodo de incubación
varía de una a tres semanas. Las bacterias se acumulan en
el intestino delgado y de ahí pasan al torrente
sanguíneo. La entrada en sangre de la bacteria ocasiona
los primeros síntomas: escalofríos, fiebre alta y
postración. Los enfermos presentan además cefaleas,
tos, vómitos y diarrea. La enfermedad remite de forma
espontánea tras varias semanas en el 80% de los casos,
pero en el 20% restante se complica con septicemia, focos de
infección salmonelósica a distancia
(neumonías, osteomielitis, abscesos hepáticos o
cerebrales) o perforaciones de la mucosa digestiva con la
subsiguiente hemorragia. Estas complicaciones pueden producir la
muerte.

La incidencia de la enfermedad ha
disminuido mucho con el análisis obligatorio de los
suministros de agua y leche, con la higienización del agua
(mediante su cloración) y con la pasteurización o
esterilización de la leche (hoy en día es muy
frecuente el proceso UHT -ultra high temperature-, por el que la
leche se calienta a temperaturas muy altas durante un corto
espacio de tiempo). Asimismo es esencial la detección y
tratamiento de los portadores de salmonellas, operación
que debe ser sistemática y obligatoria en todos los
manipuladores de alimentos (personal de hostelería,
comedores públicos, etc.). También es muy
importante la mejora continua de los sistemas sanitarios de
evacuación de heces y aguas residuales.

Disentería:

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Enfermedad aguda o crónica del
intestino grueso humano. Se caracteriza por deposiciones
diarreicas acuosas de pequeño volumen, acompañadas
con frecuencia por sangre y moco, y dolores abdominales intensos.
Se pueden producir úlceras en las paredes intestinales.
Cuando los gérmenes causantes atraviesan la pared
intestinal y pasan a la sangre, se produce además fiebre.
Esta diarrea está producida por la ameba Entamoeba
histolytica o por bacilos del género Shigella.

-Disentería Amebiana: Causada por el
parásito (ameba) Entamoeba histolytica, es endémica
en muchos países tropicales, pero más debido a la
falta de condiciones higiénicas que al clima o al calor.
Es el tipo de disentería más frecuente en
Filipinas, Indonesia y el Caribe, y se puede dar en algunos
países de clima templado.

La disentería amebiana se transmite
por el agua, por los alimentos frescos contaminados y por los
portadores humanos sanos. Las moscas pueden transportar los
quistes de ameba desde las heces de los enfermos hasta los
alimentos. Cuando la enfermedad se hace crónica las amebas
traspasan la pared intestinal y colonizan el hígado,
formando abscesos hepáticos. En raras ocasiones se forman
abscesos amebianos en otras localizaciones. Si se deja
evolucionar, puede llegar a producir la muerte.

Para tratar la enfermedad se emplean varios
fármacos: metronidazol, ementina y preparados de yodo. Los
abscesos hepáticos deben ser tratados mediante
cirugía.

-Disentería Bacilar: Está
producida por algunas especies no móviles de bacterias del
género Shigella. Esta forma de disentería
también es más frecuente en las regiones tropicales
del planeta con higiene deficiente, pero, como es más
contagiosa, se producen brotes epidémicos en todo el
mundo. Se trata de una diarrea autolimitada que rara vez
sobrepasa la afectación intestinal; no obstante, la
enfermedad es grave, especialmente en los niños y los
ancianos. La disentería bacilar se propaga por
contaminación del agua y los alimentos. Las heces de los
enfermos y de los portadores sanos contienen grandes cantidades
de bacterias. Las moscas transportan las bacterias en sus patas,
en su saliva y en sus heces, y las depositan en los alimentos; al
parecer las hormigas también pueden transmitir la
enfermedad.

La enfermedad más grave que puede
afectar al aparato digestivo, y que tiene una alta tasa de
mortalidad, es el cáncer.

CÁNCER

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Crecimiento tisular producido por la
proliferación continua de células anormales con
capacidad de invasión y destrucción de otros
tejidos. El cáncer, que puede originarse a partir de
cualquier tipo de célula en cualquier tejido corporal, no
es una enfermedad única sino un conjunto de enfermedades
que se clasifican en función del tejido y célula de
origen. Existen varios cientos de formas distintas, siendo tres
los principales subtipos: los sarcomas proceden del tejido
conectivo como huesos, cartílagos, nervios, vasos
sanguíneos, músculos y tejido adiposo. Los
carcinomas proceden de tejidos epiteliales como la piel o los
epitelios que tapizan las cavidades y órganos corporales,
y de los tejidos glandulares de la mama y próstata. Los
carcinomas incluyen algunos de los cánceres más
frecuentes. Los carcinomas de estructura similar a la piel se
denominan carcinomas de células escamosas. Los que tienen
una estructura glandular se denominan adenocarcinomas. En el
tercer subtipo se encuentran las leucemias y los linfomas, que
incluyen los cánceres de los tejidos formadores de las
células sanguíneas. Producen inflamación de
los ganglios linfáticos, invasión del bazo y
médula ósea, y sobreproducción de
células blancas inmaduras. Estos factores ayudan a su
clasificación.

El crecimiento canceroso se define por
cuatro características que describen cómo las
células cancerosas actúan de un modo distinto a las
células normales de las que proceden. En primer lugar, la
autonomía, ya que estas células han escapado al
control que, en condiciones normales, rige el crecimiento
celular. La segunda característica es la clonalidad, ya
que el cáncer se origina a partir de una única
célula progenitora que prolifera y da lugar a un clon de
células malignas. Las otras dos características
restantes son la anaplasia, ausencia de diferenciación
normal y coordinada, y la metástasis o capacidad de crecer
y diseminarse a otras partes del cuerpo. Estas
características pueden ser expresadas por las
células normales no malignas durante determinadas etapas,
por ejemplo, durante la embriogénesis; no obstante, en las
células cancerosas estas características tienen un
grado inapropiado o excesivo.

Tumores

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Casi todos los cánceres forman
tumores, pero no todos los tumores son cancerosos o malignos; la
mayor parte son benignos (no ponen en peligro la salud). Los
tumores benignos se caracterizan por un crecimiento localizado y
suelen estar separados de los tejidos vecinos por una
cápsula. Los tumores benignos tienen un crecimiento lento
y una estructura semejante al tejido del que proceden. En
ocasiones pueden producir alteraciones por obstrucción,
compresión o desplazamiento de las estructuras vecinas,
como sucede a veces en el cerebro. Algunos tumores benignos como
los pólipos del colon pueden ser precancerosos.

Invasión y
diseminación:

El principal atributo de los tumores
malignos es su capacidad de diseminación fuera del lugar
de origen.

Partes: 1, 2

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