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Mariategui. La cuestion nacional (Perú)




Enviado por Rafael Herrera Robles



Partes: 1, 2

  1. Síntesis
  2. Preámbulo
  3. Territorios
    europeos
  4. "Oriente"
  5. Israel
  6. Territorios
    andinos: dualidad racial cultural
  7. Colonialismo y
    fragmentación de territorios
  8. República
    "criolla"
  9. Campesinos,
    socialismo y "repúblicas
    autónomas"
  10. La
    Selva
  11. Perú:
    nacionalidad en formación
  12. Afroperuanos y
    "chinos"
  13. Precisión
    importante
  14. Notas
  15. **Llamado a
    algunos doctores

"Cuando sobre los hombros de una
clase productora, pesa la más dura opresión
económica, se agrega el desprecio y el odio de que es
víctima como raza, no falta más que una
comprensión sencilla y clara de la situación, para
que esta masa se levante como un solo hombre y arroje todas las
formas de explotación"
(J.C.
Mariátegui)

"Un pueblo que oprime a otro pueblo
no puede ser libre"
(Dionisio Inca Yupanqui en las Cortes de
Cádiz en 1810)

Síntesis

Sobre el surgimiento del estado nacional y de las
naciones modernas ha predominado una interpretación
evolucionista, naturalista, mecanicista, según la cual la
humanidad ha pasado por una serie de etapas lineales desde las
gens comunales primigenias, esclavismo, feudalismo y por
último capitalismo donde surgiría el estado
nacional como comunidad de integración económica
cultural y racial homogénea. Mariátegui es ajeno a
este estereotipo. Los estados y naciones modernos se gestan de
modo diverso inmersos en el sistema mundial. Para
Mariátegui, el proceso de Europa Occidental difiere de
Europa Occidental, al igual que los procesos en los territorios
andinos y en pueblos de "oriente", a lo cual agrega culturas sin
territorio como los hebreos. Si en algunos países de
Europa Occidental el desenvolvimiento capitalista conlleva a la
integración territorial mediante las redes de la
economía, en el mundo colonial el desenvolvimiento
capitalista bajo intereses imperialistas no tiende a la
integración territorial. Dentro del sistema capitalista
mundial para legitimar al colonialismo, además de
ideologías políticas como el liberalismo, subyace
el criterio racial de una supuesta "superioridad" del "mundo
blanco" sobre los "bárbaros" o "razas de
color".

Palabras clave: Mariátegui, civilizado,
bárbaro, dualidad racial, oriente, occidente, mundo
blanco, razas de color, Israel, aymaras, quechuas, afroperuanos,
chinos.

Preámbulo

Uno de los principales problemas planteados por la
intelectualidad desde después de la derrota en la guerra
contra Chile es sobre la unidad nacional.

Por lo general, los intelectuales de la
oligarquía reducían la historia peruana a la
conquista, es decir, a cuatrocientos años. Lo anterior
para ellos era "exotismo". En tanto los intereses particulares de
la oligarquía no confluían con los intereses de las
mayorías por lo que vivían asediados por las
reivindicaciones populares, su visión del mundo era a la
defensiva. Antes que preocuparse en solucionar los más
apremiantes problemas integrando al conjunto social, se
preocuparon en cómo detener la rebeldía popular.
Entre sus propuestas, además de la "mano dura"
(represión), era "incorporar" al indio a la vida nacional
pero manteniendo la estructura económica social heredada
de la conquista. No faltaron quienes, desde el parlamento,
mediante un proyecto de ley, propusieron el exterminio de la
población aborigen para reemplazarlas por inmigrantes
europeos1.

Como contraparte surge la postura contestataria,
radical, del anarquismo representado por Manuel Gonzáles
Prada (1848-1918) denunciando que la causa de la derrota en la
guerra contra Chile fue porque el Perú estaba formado por
señores y siervos, con clases dominantes que además
de estar subordinadas a potencias extranjeras son corruptas, por
lo que "donde se pone el dedo brota la pus".
Reivindicando el mundo indígena escribió: "No
forman el verdadero Perú las agrupaciones de criollos y
extranjeros que habitan la franja de tierra situada entre el
Pacífico y los andes; la nación está formada
por las muchedumbre de indios diseminados en la banda oriental de
la cordillera2
".

Uno de los mayores logros en la evolución fue
cuando una criatura, -gracias a sus atributos filo
genéticos que se desarrollan y perfeccionan en lucha por
la vida-, sobresale por encima del conjunto animal del que forma
parte, emergiendo un nuevo ser, –el hombre-, el más activo
de la naturaleza, en un proceso permanente de
"humanización", entendido como lucha por dignificar su
existencia mejorando las relaciones sociales entre semejantes,
con la naturaleza y el cosmos. Es lo que en otra pate3 hemos
dicho parafraseando a Hegel, que la historia es la lucha por la
libertad. Cuando los intereses particulares de las clases
sociales coinciden con el interés general, con la lucha
por dignificar la existencia, se constituyen en clases con
historia. Y cuando los intereses de las clases sociales dejan de
coincidir con el interés general son clases sin
historia.

En el Perú los intereses particulares de las
clases dominantes desde la conquista no han logrado confluir con
los intereses nacional populares, siendo por tanto clases sin
historia, cuya mayor evidencia, además de frenar toda
acción libertaria que ayude a mejorar la existencia, es la
disociación entre estado y sociedad, por lo que el
historiador Jorge Basadre diferenciaba al Perú "formal",
"oficial", "legal" de las clases dominantes representadas en el
estado, del Perú real de las mayorías. Nuestra
única objeción al respecto es el empleo del
término legal, ya que las clases dominantes, desde los
virreyes hasta la actualidad, son los primeros en violar su
propia legalidad.

"Estrecha vinculación con el problema de la
evolución histórica de la ciudad, el campo y la
multitud, tiene el problema de la existencia del Perú como
Estado (país legal) o como "nacionalidad" (país
profundo
)".

"De 1836 a 1839 el Perú cesó de
existir como Estado, pero continuó como país. En
una oportunidad en este territorio gobernaron siete presidentes
simultáneos. ¿Cuál de ellos representaba el
Estado? Seguramente ninguno; pero el Perú seguía
viviendo".

"Y si el Perú fuese únicamente y
exclusivamente un Estado ¿Cómo podría ser
explicado el caso de Tacna y Arica? En estas provincias, durante
cincuenta años, hubo numerosos hombres y numerosas
familias que se mantuvieron fieles a la roja y

blanca4".

"La unidad política y la relación
cultural entre costa y sierra, entre nuestro norte y nuestro sur
se pierde en la lejanía de la pre

historia5".

Mariátegui criticó a los oligarcas por
negar lo autóctono, y también criticó a
algunos indigenistas que denigraban del conjunto de la cultura
occidental, explicando que el Perú es una
"nacionalidad en formación. Lo están
construyendo sobre los inertes estratos indígenas, los
aluviones de la civilización occidental
". La
reivindicación del legado de las culturas primigenias como
cimiento en la formación de la nacionalidad es inseparable
de la reivindicación del legado libertario de la cultura
universal. No se puede ni se debe separar lo autóctono de
lo universal porque desde la conquista están
interrelacionados6.

Territorios
europeos

Para Mariátegui el proceso de formación de
la unidad nacional en el Perú y los países andinos
es diferente al seguido en países europeos, y diferente al
proceso de pueblos "orientales".

"La unidad de la cultura europea -escribe-,
mantenida durante el Medioevo por el latín y el
papado, se rompió a causa de la corriente nacionalista,
que tuvo una de sus expresiones en la individualización
nacional de las
literaturas7".

Este proceso -en algunos países de Europa –
está inmerso en el desarrollo del capitalismo con el
surgimiento del estado nación moderno. La economía,
vía la manufactura, el comercio y los medios de
transporte, sobrepasan las barreras feudales y tienden a
relacionar los diversos confines de un territorio, emergiendo a
la par una lengua y una literatura nacional rompiendo la unidad
espiritual medieval basada en el latín y el papado
(religión oficial). La burguesía, con un gran poder
económico adquirido en el seno del feudalismo, confluyendo
en parte con la nueva mentalidad e ideales promovidas por los
movimientos del renacimiento, reforma y la ilustración,
desplaza del poder político a la aristocracia y, desde el
estado, defiende el muevo orden del acecho de potencias
extranjeras, y en lo interno, del acecho de clases arcaicas
desplazadas del poder o de clases y sectores populares que
reivindican al socialismo.

En este contexto, la unidad para ciertos países
europeos se presenta "como un problema de articulación
y convivencia, dentro de los confines de un estado único,
de varios antiguos estados o ciudades libres
", herederos de
una tradición común bajo la hegemonía
religiosa del papado de Roma que se consustanciaba con
tradiciones locales.

Pero en países como Rusia el proceso es
diferente. La burguesía larvaria no puede liberarse del
dominio y la opresión de la autocracia,
conduciéndolo al desequilibrio y la impotencia para
dirigir un proceso capitalista como en Europa Occidental,
emergiendo una intelectualidad idealista, utopista, hostil al
occidente capitalista, lo cual es interpretado por
Mariátegui en base a lectura de textos de Stefan Zweig8
sobre Dostoyevsky y Tolstoy. Refiriéndose a Dostoyevsky
Mariátegui escribe: "Mientras la novela occidental,
hasta en su estación romántica, describe a una
burguesía inquieta, pero normal, mediocre a veces, pero
estable siempre, que asienta con confianza y sin disgusto sus
pies en la tierra, y en la que el atormentado no es la regla sino
la excepción, la novela rusa, de estirpe dostoyevskiana
nos describe inevitablemente a una burguesía
lunática, desequilibrada, sentimental, en cuya conciencia
trabaja un complejo y en la que el empresario alegre, contento de
sí mismo, es un caso extraordinario, contradicho y
renegado por una descendencia neurótica
". El
mesianismo y misticismo del alma atormentada de la inteligencia
rusa que aspira al infinito y a la eternidad, en palabras de
Dostoyevsky citadas por Zweig: "Ha comenzado a filosofar
apenas su conciencia ha despertado. Así, si toca un pedazo
de pan blanco, en seguida se presenta un cuadro tétrico:
es pan fabricado por esclavos. Y ese pan blanco se antoja muy
amargo
". En otra vertiente de la literatura rusa,
León Tolstoy, el "artista exacto", realista, materialista,
inmerso en un individualismo e idealismo anárquico,
representa a Rusia rural: el "alma" de la aldea, del campesino,
del aristócrata, hostiles al occidente capitalista,
representados -según palabras de Zweig- en las más
variadas y sutiles observaciones atrapadas siempre con exactitud
en las redes de su creación: En Tolstoy, "el alma no
puede volar jamás, no puede siquiera respirar
libremente
". En Dostoyevsky, el vidente, "la
individualización comienza por el alma…; ella forja
su destino por su propia potencia y el cuerpo no es sino una
suerte de vestido larvario, flojo y ligero, en torno de su centro
inflamado y brillante
…", el alma puede "abrazarlo
y elevarlo por los aires, hacerlo tomar su impulso hacia las
tierras del sentimiento, hacia el puro
éxtasis
".

En un escrito no conocido por Mariátegui, Trotsky
explica procesos "homogéneos" y "heterogéneos" en
Europa de la siguiente manera: "Mientras que en los Estados
de nacionalidad homogénea, la revolución burguesa
desarrollaba poderosas tendencias centrípetas,
representadas bajo el signo de lucha contra el particularismo
como en Francia, o contra la fragmentación nacional como
en Italia y Alemania, en los Estados heterogéneos tales
como Turquía, Rusia, Austria-Hungría, la
revolución retrasada de la burguesía desencadenaba,
al contrario, las fuerzas centrifugas. A pesar de la evidente
oposición de estos procesos, expresados en términos
de mecánica, su función histórica es la
misma en la medida en que los casos se trata de utilizar la
unidad nacional como un importante receptáculo
económico: esto exigía realizar la unidad de
Alemania y por el contrario el desmembramiento de
Austria-
Hungría9".

Es decir, en Europa, en el caso de las nacionalidades
"homogéneas", el capitalismo tiende a unificar un
territorio y, al contrario, en nacionalidades
"heterogéneas" desencadena fuerzas centrífugas que
pueden conllevar al desmembramiento. Siguiendo este razonamiento
diremos que los procesos "heterogéneos" se hacen
más complejos en el mundo colonial, sobre todo en
"oriente", donde se agregan y extreman los conflictos culturales
bajo ideología religiosa tradicional y moderna.

Para el caso de Rusia, Trotsky describe la debilidad de
la burguesía para promover el capitalismo y la unidad
nacional al margen de la autocracia zarista y los terratenientes,
que a su vez estaban sometidos a potencias de Europa Occidental.
A esto se suma el conglomerado de nacionalidades que conformaban
el imperio zarista, cada cual con sus especificidades, que iban
desde los israelitas dispersos en las ciudades con seiscientas
cincuenta leyes que limitaban su ciudadanía y no
podían reivindicar autodeterminación nacional
porque era imposible delimitar un territorio; hasta
nacionalidades con clase dominante foránea gran rusa o
alemana donde la opresión nacional podía ser
inseparable de la explotación como clase.

El carácter subordinado del proceso ruso
-según Trotsky- se expresa también en su
literatura, que luego de un periodo imitativo se vuelve nacional:
"Hasta Gógol tuvimos los Teócritos y los
Aristófanes rusos, los Corneille y Racine patrios, los
Goethe y Shakespeare nórdicos. Apenas si teníamos
escritores nacionales. Puchkin no estaba libre de mimetismos y le
recompensaron con el título de "Byron ruso". Pero
Gógol fue simplemente Gógol. Y después de
él nuestros escritores dejaron de ser duplicados de genios
europeos10
".

En cuanto a los países andinos, producto del
choque violento con los conquistadores, quedan subordinados
(colonizados) dentro del sistema económico mundial, por lo
que la literatura para Mariátegui11, luego de un periodo
colonial, se vuelve nacional inmersa en la emergencia de nuevos
sectores sociales: clase obrera y capas medias, que confluyendo
con las reivindicaciones de los campesinos, cambian por completo
la faz socio política del país.

"Oriente"

En los países de oriente el imperialismo, en lo
económico, domina, coloniza, fragmenta, balcaniza, igual
que en Indomérica, pero no ha consumado la conquista
moral. "El occidente se preocupó de consumar la
conquista material del mundo oriental, pero no de intentar su
conquista moral. Y así el mundo oriental conservó
intactas su mentalidad y su psicología. Hasta hoy siguen
frescas y vitales las raíces milenarias del islamismo y
del budismo. El hindú viste todavía su viejo
kaddar. El japonés, el más saturado de
occidentalismo de los orientales, guarda algo de su esencia
samuray
".

Con la misma cultura han sobrevivido clases y elites
nativas, lo que en determinadas coyunturas es determinante para
el surgimiento de movimientos sociales contra el occidente
capitalista, donde se mezclan elementos progresivos y
retrógrados como el liderado por Mahatma Gandhi en la
India, que repudiando la ciencia y la técnica,
pretendía liberar a su pueblo del dominio imperialista
mediante la resistencia pasiva. Cuando intelectuales como
Barbusse decían que Lenin en su lugar (de Gandhi) hubiese
hecho lo mismo, Mariátegui, que admiraba a Gandhi y
estimaba a Barbusse, comenta que es imposible liberar a un pueblo
con ayunos y oraciones. "Los revolucionarios de todas las
latitudes, tienen que elegir entre sufrir la violencia o usarla.
Si no se quiere que el espíritu y la inteligencia
estén a órdenes de la fuerza, hay que resolverse a
poner la fuerza a órdenes de la inteligencia y del
espíritu
".

Además, para Mariátegui, la India no puede
liberarse sin la ciencia y la técnica. Por eso elogia al
poeta Rabindranath Tagore cuando polemizando con Gandhi (que
rechazaba a la ciencia), dice que la India no puede desligarse
del occidente ni de la ciencia, y considerando el lugar relegado
de la india en el sistema mundial, escribió: "Si las
grandes máquinas son un peligro para el espíritu de
Occidente, ¿las pequeñas máquinas no son
para nosotros un peligro peor?"

"Oriente" estaba pasando por una de las transiciones
más veloces de su historia. Sin perder sus raíces
ancestrales hacía suyo los elementos de occidente en el
terreno material y espiritual, demostrando que la tesis
evolucionista de que "la naturaleza no hace saltos" se
ve contrariada tanto por los descubrimientos en la
biología como en el devenir de la humanidad12.

En gran parte de esos países las reivindicaciones
sociales se legitiman bajo manto religioso, extremado en una
ideología en torno a lo que surgen organizaciones
políticas, agregándose otras ideologías como
el liberalismo burgués, el nacionalismo, el socialismo. Es
decir, lo progresivo y reaccionario coexisten, y en tanto no eran
dirigidos por revolucionarios, muchos, incluso reclamados
marxistas, no los apoyaban, lo cual es un gran error, dice
Mariátegui, porque si bien es cierto que esos movimientos
nacionalistas no son liderados por socialistas, se les debe
apoyar en sus aspectos progresivos, participando activamente,
para que no se queden en los marcos burgueses sino que su
desenlace final sea el socialismo de modo que exista confluencia
entre nacionalismo y socialismo13.

Inicialmente en la Tercera Internacional fundada en 1919
se promovió la tesis "leninista" de que todos los
movimientos nacionalistas en países dominados son
progresivos, pero Karl Radek (1885-1939) puso en evidencia que
también existen movimientos nacionalistas reaccionarios,
por lo que desde el tercer congreso de la Tercera Internacional
(1922) se acordó apoyar sólo lo progresivo de esos
movimientos. Mariátegui al seguir el proceso
revolucionario chino, puso en evidencia que el movimiento
nacionalista del Kuomingtang al inicio libertario, se convierte
en contrarrevolucionario. Su conclusión fue que los
movimientos nacionalistas pequeño burgueses atrapados
entre el imperialismo y la revolución a la final caen en
brazos del imperialismo, por lo que es fundamental una
organización de claros principios socialistas. Las
alianzas, pactos y hasta concesiones para reivindicaciones
concretas en bien del conjunto de la sociedad, con diversidad de
organizaciones políticas, culturales, incluyendo
burguesas, se deben realizar sin perder autonomía
organizativa ni política para llegado el momento, con la
participación activa del pueblo, promover las
reivindicaciones rumbo al socialismo.

Israel

Sumándose a la diversidad de procesos ya
anotados, Mariátegui constata que no necesariamente existe
identidad entre estado con sociedad o estado con nacionalidad. Un
estado no necesariamente representa al conjunto de la sociedad,
como en el caso de los países andinos, con sus
mayorías marginadas del poder desde la conquista.
También existen nacionalidades y culturas sin estado y sin
territorio, como el caso de los judíos de siglos pasados
esparcidos por Europa y el mundo, que no tenían
territorio, menos estado, a los que Mariátegui
prestó gran atención, aludiendo a su cultura
cosmopolita, políglota, que sin perder identidad, sectores
burgueses, entre ellos industriales, banqueros, grandes
comerciantes, apuestan una solución en los marcos
capitalistas, en tanto los organismos internacionales oficiales
condenan el racismo contra los judíos; mientras los
sectores explotados confluyen en sus reivindicaciones con el
conjunto de explotados del mundo proyectándose al
socialismo inmersos en la revolución mundial. La
formación de un estado burgués judío,
-escribe Mariátegui-reduciéndoles a un ghetto,
alentado principalmente por el imperialismo británico,
sería la última persecución contra una
cultura cosmopolita, políglota, cuyos horizontes superan
el nacionalismo, apuntando hacia el socialismo14.

La esperanza de Mariátegui -de una
revolución mundial- quedó trunca y todo un periodo
terminó en el fascismo, la contrarrevolución
estalinista y la segunda guerra mundial (1939-1945). Los hebreos,
víctimas de la fobia racista en los países europeos
bajo dominio del nazismo, se vieron en la necesidad de buscar
territorio propio y, azuzados por el imperialismo
británico, ocuparon territorios de otros pueblos,
originando a la postre (1948) lo que hoy es Israel, en medio de
conflagraciones entre intereses económicos, de "razas" y
culturas, porque se hizo en los marcos del capitalismo, que en
vez de unificar, divide a los pueblos. Esto no es impedimento
para apoyar todo proceso de paz en esa región del planeta,
bajo respeto mutuo de territorios y culturas, de modo que puedan
convivir cada cual con sus identidades inmersas en una comunidad
mayor.

En la década del veinte cuando Mariátegui
expuso su tesis, los hebreos constituían colonias
minoritarias, en parte, viviendo bajo relaciones comunales
(Kibutz), -con cierta semejanza a las comunidades andinas-, que
coexistían con mayorías árabes palestinas.
En 1948, luego de la segunda guerra mundial, a iniciativa de la
ONU se decide crear un estado israelí autónomo con
los resultados ya conocidos, "expulsando" a las mayorías
árabes palestinas.

A Israel también confluyeron hebreos
víctimas de la segregación estalinista en lo que
era la Unión Soviética. Por algo Lenin, antes de
morir, intentó destituir a Stalin del cargo de secretario
general del partido bolchevique y de encargado de las
nacionalidades no rusas que formaban la Unión
Soviética.

Territorios
andinos: dualidad racial cultural

En cuanto al proceso peruano, la república ha
heredado de la conquista uno de los mayores lastres: la dualidad
racial cultural. "El Perú costeño, heredero de
España y de la conquista, domina desde Lima al Perú
serrano; pero no es demográfica y espiritualmente asaz
fuerte para absorberlo. La unidad peruana está por hacer;
y no se presenta como un problema de articulación y
convivencia, dentro de los confines de un estado único, de
varios antiguos estados o ciudades libres. En el Perú el
problema de la unidad es mucho más hondo, porque no hay
aquí que resolver una pluralidad de tradiciones locales o
regionales sino una dualidad de raza, de lengua y de sentimiento,
nacida de la invasión y conquista del Perú
autóctono por una raza extranjera que no ha conseguido
fusionarse con la raza indígena, ni eliminarla ni

absorberla15".

La explotación de clase sobre las mayorías
-que conforman las cuatro quintas partes de la población-
es consustancial con la opresión racial cultural: "Los
elementos feudales o burgueses, en nuestros países,
sienten por los indios, como por los negros y mulatos, el mismo
desprecio que los imperialistas blancos… Entre el señor
o el burgués criollo y sus peones de color, no hay nada de
común. La solidaridad de clase, se suma a la solidaridad
de raza o de prejuicio, para hacer de las burguesías
nacionales instrumentos dóciles del imperialismo yanqui o
británico. Y este sentimiento se extiende a gran parte de
las clases medias, que imitan a la aristocracia y a la
burguesía en el desdén por la plebe de color,
aunque su propio mestizaje sea demasiado

evidente16".

Décadas después, el novelista
indígena José María Arguedas17, dijo en una
entrevista: "Entre el zar de Rusia y un mujik creo que
había menos distancia que entre un comunero de Andahuaylas
(mi tierra natal) y cualquiera de los presidentes del
Perú".

Hoy es un lugar común decir que el racismo surge
a la par que el capitalismo para legitimar el colonialismo. Los
conquistadores e invasores europeos se ufanan ser "civilizados",
"cultos", "modernos", y a sus víctimas, los pueblos
conquistados, los tratan de "razas inferiores", "primitivos",
"bárbaros", "salvajes", "incivilizados", "infieles",
"gentiles", antropófagos (come hombres), violentos,
crueles, etc.

Mariátegui ya era consciente de este
fenómeno, que en territorios andinos es consustancial con
la mentalidad de las clases dominantes que siente desprecio por
las mayorías. El 22 de agosto de 1923, en una conferencia
titulada "La agitación revolucionaria en el mundo
orienta18
", dijo que los europeos o el "mundo blanco", no
hacen distinción de pueblos y culturas a las que sojuzgan,
calificando a todas como "bárbaras". Para ellos,
"…en los límites de la civilización
occidental, comenzaba la barbarie egipcia, barbarie
asiática, barbarie china, barbarie turca. Todo lo que no
era occidental, todo lo que no era europeo, era
bárbaro
". Pero los pueblos oprimidos del mundo, por
la crisis capitalista y la guerra mundial (1914-1919) han perdido
respeto a los "civilizados": "…han visto a los pueblos
de Europa confrontarse, desgarrarse, y devorarse con tanta
crueldad, tanto encarnizamiento y tanta perfidia, que han dejado
de creer en su superioridad y su progreso
".

Esa mentalidad también se dejaba sentir en el
"internacionalismo" obrero de la II Internacional que pregonaba
liberar a la humanidad, pero para ellos la humanidad se limitaba
a Europa o al "mundo blanco". La Tercera Internacional fundada en
1919 al calor de la revolución rusa acabó con todo
eso. Mariátegui recuerda las palabras de su presidente
Gregorio Zinoviev: "La Segunda Internacional estaba limitada
a los hombres de color blanco; la Tercera Internacional no divide
a los hombres según el color19
". La revolución
puede estallar en la cadena más débil del sistema
mundial, sea un país imperialista o un país
oprimido.

En la política cotidiana imperialista se
evidencia el criterio racista en todos los sectores, desde la
extrema derecha monárquica y fascista, hasta en estadistas
reclamados liberales y democráticos, entre ellos, Lloyd
George, Clemenceau, Nitti, etc., que se preocupan por la
opresión de un pueblo europeo sobre otro pueblo europeo
pero les parece natural la opresión de los europeos sobre
los demás pueblos del mundo, sobre los pueblos de "color".
Nitti -escribe Mariátegui- "No acepta el imperialismo
de una nación europea sobre otra; pero si acepta el
imperialismo del mundo occidental sobre el mundo cafre,
hindú, árabe o piel roja20
".

Décadas después, el historiador Pablo
Macera21 puso en evidencia que en el territorio del Tawantinsuyo
coexistieron muchas culturas, pero para los conquistadores no
existía tal diversidad, nombrando a todas con el apelativo
peyorativo de "indios" o "indígenas".

Colonialismo y
fragmentación de territorios

Para el imperialismo, los países colonizados son
una fuente de materias primas, y por la forma de
penetración mediante la economía de enclave, en vez
de articular un territorio, lo fragmenta, lo divide. Por eso:
"Entre los pueblos hispanoamericanos no hay
cooperación; algunas veces, por el contrario, hay
concurrencia. No se necesitan, no se complementan no se buscan
unos a otros. Funcionan económicamente como colonias de la
industria y la finanza europea y norteamericana
". Se
disputan la inversión de capitales extranjeros y de
mercados donde colocar sus materias primas. Por esto es
más fácil contactarse con los grandes imperios que
entre territorios vecinos22.

Las mismas características se reproducen al
interior de cada territorio, con sus recursos naturales y grandes
ciudades integradas a las potencias imperialistas. No está
de más recordar que por esa época (inicios del
siglo veinte) desde la capital del Perú (Lima), era
más fácil comerciar o ir a Estados Unidos u Europa
que al departamento oriental de Loreto, siendo una de las razones
por lo cual, en cierta oportunidad la región de la Selva
intentó su autonomía. Los centros económicos
más florecientes, entre ellos haciendas exportadoras y
minas, en manos del imperialismo o sus socios, no tienden a
unificar al conjunto nacional, sino que segmentan, balcanizan,
conectándose directamente al extranjero.

En tanto los países colonizados han perdido
autonomía en su devenir desde las conquistas, el
capitalismo surge impulsado por intereses imperialistas
extranjeros, por lo que Mariátegui (y Haya de la Torre)
decían que a más capitalismo hay mayor dependencia,
mayor colonialismo23. (Posición diferente al estalinismo
que en la primera Conferencia Comunista de Buenos Aires (1929)
argumentaba que el imperialismo es una traba para el desarrollo
capitalista, porque para ellos (estalinismo), desarrollo
(capitalista) implicaba independencia nacional)

La resultante, además de la disgregación
económica interna, fue la ausencia de una clase dominante
sólida cuyos intereses se expandan en el ámbito
nacional. La gran minería engendraba clase obrera, pero
los dueños de las grandes explotaciones, la
burguesía imperialista, reside en el extranjero. Los
grandes propietarios agrarios, los "barones" del azúcar y
del algodón de la Costa, los clásicos oligarcas, se
erigieron en dominantes de la política muy a pesar suyo.
Su forma de inserción bajo modalidad de enclave a la
economía internacional, aunado a su mentalidad de casta
heredada de la colonia, creyéndose en razones de "linaje",
diferentes (superiores) al conjunto nacional, tendían
hacia la autoexclusión, pero presidían formalmente
una república liberal y burguesa. De allí que
Mariátegui hablara de una sociedad y de un estado
semifeudal, donde los grandes propiedades agro exportadoras y sus
socios, los gamonales (hacendados) andinos, eran los primeros en
violar su propia ley. También las comunidades
indígenas se regían por sus costumbres
ancestrales.

Entre fines del siglo diecinueve e inicios del veinte,
en tanto el imperialismo, de acuerdo a sus intereses promueve el
desarrollo capitalista colonizando la economía, los grupos
de poder oligarca burgueses que se asociaban con esos intereses
eran atacados por sus aliados, los gamonales andinos, -que se
presentaban como "autóctonos", "federalistas",
"descentralistas", "liberales" y hasta "indigenistas"- de ser
extranjerizantes y antinacionales. Buscaban mayores privilegios
para acrecentar su poder arcaico en sus regiones. Para
Mariátegui la descentralización pasaba por liquidar
el poder del gamonalismo y la oligarquía para enrumbar al
socialismo24.

Recordemos además que la división, la
disgregación de territorios, se acentúa con el
surgimiento de repúblicas "independientes", sea por
injerencia de potencias extranjeras, propietarios criollos o de
caudillos militares.

República
"criolla"

En la guerra contra el dominio español surgieron
dos vertientes, la indígena y la criolla: "Un
artificio histórico clasifica a Túpac Amaru como un
precursor de la independencia peruana. La revolución de
Túpac Amaru la hicieron los indígenas; la
revolución de la independencia la hicieron los criollos.
Entre ambos acontecimientos no hubo consanguinidad espiritual
ni
ideológica25".

El movimiento libertario indígena con
Túpac Amaru (1780-1781) -coetáneo a la
revolución francesa y a la revolución de
independencia de Estados Unidos- atrajo a todos los sectores
oprimidos, incluyendo criollos descontentos, que tendían a
confluir en la formación de un gran bloque
histórico. Su derrota forzó posteriormente a los
criollos asumir el liderazgo, presidiendo una república
formalmente independiente, liberal y burguesa, -pero en la
práctica, republica colonial, semifeudal, de casta-,
preservando la estructura colonial como fuente de sus
privilegios, en contra de las mayorías
nacionales.

Por ausencia de una clase dominante sólida y por
ausencia de los campesinos reivindicando la propiedad de la
tierra, en vez del conflicto entre la burguesía
comerciante y la nobleza terratenientes se produjo su
colaboración para separarse de España. En este
contexto la independencia en el Perú aparece promovida por
circunstancias internacionales favorables, "para nivelar a
los pueblos más avanzados en su marcha al capitalismo con
los más retrasados en la misma
vía26
".

Los caudillos de las nuevas repúblicas,
considerando la fragilidad de las clases sociales y la ausencia
de proyectos, tenían amplio margen para guiarse por su
arbitrio personal: "Un nuevo orden jurídico y
económico no puede ser, en todo caso, la obra de un
caudillo sino de una clase. Cuando la clase existe, el caudillo
funciona como su intérprete y su fiduciario. No es ya su
arbitrio personal, sino un conjunto de intereses y necesidades
colectivas lo que decide su política27
".

Hoy sabemos que si bien la presencia de contingentes de
indígenas y afroperuanos -al margen de los
ejércitos criollos- en los últimos enfrentamientos
contra los españoles fue limitada y sin política
coherente, en tanto no reivindicaban la propiedad de los medios
de vida, en especial de la tierra, eran temidos por los criollos.
Por eso los ejércitos de San Martín y el
último Virrey La Serna no se enfrentaron en Lima por temor
a ser desbordados por montoneras y guerrillas de indios, negros y
patriotas consecuentes que tenían sitiada la capital. Para
muchos, entre ellos Julio Cotler28 o Virgilio Roel Pineda29, la
proclamación de la independencia por el General
José de San Martín el 28 de julio de 1821 fue un
acto contrarrevolucionario. En el mismo sentido el historiador
Pablo Macera30 escribe: "No importa quién
(españoles o Argentinos) controlase la plaza de Lima. Lo
que interesaba era una tropa que garantizase la seguridad
pública o lo que se tenía como
tal
".

Derrotados militarmente los españoles, para
cubrir la ausencia de una clase dominante en la naciente
república, surge el caudillismo militar hasta pasada la
segunda mitad del siglo diecinueve.

Los criollos -dice Mariátegui- en nombre del
liberalismo, incluyendo Simón Bolívar, atacaron a
las culturas aborígenes y a la propiedad comunal
intentando disolverla, empeorando su condición. El
capitalismo, que tiene su primer gran impulso a mediados de ese
siglo con la reinserción de los grandes propietarios (agro
exportadores) al mercado internacional, a lo que se suma la
explotación del guano y del salitre, en vez del
espíritu del burgo, surge bajo el espíritu del
feudo. La gran propiedad latifundista "sofoca" a la ciudad. Lo
contrario al proceso capitalista europeo occidental donde la
ciudad -el burgo- domina al campo.

Las clases dominantes, o con mayor precisión, los
grandes propietarios con espíritu de casta, fracasaron en
todos los terrenos. En educación31 intentaron imponer el
modelo alemán y luego el norteamericano, con resultados
negativos.

El sistema religioso32 oficial tampoco ha logrado
imponerse. Siguiendo a Frazer, Mariátegui dice que el
mundo de la magia, universo en el cual el hombre, inmerso en la
naturaleza, buscaba el "milagro" (por ejemplo
disfrazándose de su presa que iba a cazar),
antecedió a las religiones, que en su acepción
metafísica, buscan la salvación en el más
allá. El sentimiento religioso andino para
Mariátegui, -"que no interroga a la razón sino
a la naturaleza
"- no se había separado del mundo
mágico consustancial con el animismo, el totem y el
tabú, que sobrevivió a la destrucción del
sistema político incaico. En este sentido Diego Meseguer,
interpretando a Mariátegui, escribe: "El derrumbe del
sistema incaico supuso también la destrucción del
sistema religioso del indio, como sistema político, pero
no de las creencias más profundas de éste. El indio
siguió creyendo en ellas a través de la nueva
religión que le fue impuesta33
".

Campesinos,
socialismo y "repúblicas
autónomas"

Siguiendo la tradición teórica del
marxismo, para Mariátegui los campesinos, con intereses
dispersos, no tienen política coherente para transformar y
dominar el conjunto de la sociedad bajo sus intereses. Poniendo
de ejemplo Europa feudal, escribe que las revueltas campesinas
expresadas en "jacqueries" no pusieron en tela de juicio la
feudalidad. Para que esto suceda fue necesario el liberalismo y
el liderazgo de la burguesía. Distinto fue el caso de
Rusia en el siglo veinte donde la liberación de los
campesinos de la servidumbre fue parte del proceso de la
revolución socialista hegemonizada por la clase obrera:
"Dirigidas y actuadas por la burguesía urbana y el
proletariado urbano, una y otra revolución han tenido como
inmediatos usufructuarios a los campesinos. Particularmente en
Rusia, ha sido ésta la clase que ha cosechado los primeros
frutos de la revolución bolchevique, debido a que en ese
país no se había operado aún una
revolución burguesa que a su tiempo hubiera liquidado la
feudalidad y el absolutismo e instaurado en su lugar un
régimen
demoliberal34".

Desde esta perspectiva para los países andinos,
la solución a las reivindicaciones democrático
burguesas, entre ellas, la liberación de los campesinos
del trabajo servil en los andes, la democratización de la
sociedad, la integración económica, la
descentralización, la reivindicación del legado
cultural autóctono y la unidad nacional para
Mariátegui, forman parte de una estrategia revolucionaria
rumbo al socialismo. Entre las singularidades de los
países andinos, además de la dualidad racial
cultural engendrada por la conquista, era la presencia de
comunidades indígenas que serían pilares en la
colectivización de la agricultura en un proceso
socialista.

Cuando en la primera conferencia comunista
latinoamericana de Buenos Aires (1929), aparece la propuesta
estalinista de formar repúblicas autónomas de
aymaras y quechuas, para Mariátegui -conforme exponemos en
páginas anteriores-, no conducirían al socialismo,
sino a la "constitución de un estado indio con todas
las contradicciones internas y externas de los estados
burgueses". "Sólo el movimiento revolucionario clasista de
las masas indígenas explotadas podrá permitirles
dar un sentido real a la liberación de su raza, de la
explotación, favoreciendo las posibilidades de su
auto-determinación
política35".

Mariátegui no hace comentarios sobre la
discusión en Buenos Aires. Pero la formación de
repúblicas autónomas indígenas no
tenía sustento, menos en la propuesta estalinista que lo
entendía en los marcos del capitalismo, en una etapa
previa al socialismo. Ya hemos mencionado que la vertiente andina
fue derrotada quedando sin liderazgo, y era imposible delimitar
un territorio autónomo, porque conquistadores y
conquistadores forman una sola relación social de
explotador explotado, opresor oprimido, inmersos en la dualidad
racial cultural, los primeros expresan la vertiente siniestra de
la modernidad y los segundos para liberarse expresan la tendencia
libertaria de la modernidad, incluso al margen de su conciencia.
Los movimientos autóctonos andinos desde Túpac
Amaru o quizás desde antes han entendido que su
liberación sólo es posible con la liberación
del conjunto de las clases explotadas y oprimidas, lo que en el
siglo veinte adquirió mayor claridad.

El estalinismo, imponiendo consignas iguales para todos
los países no tenía en cuenta las peculiaridades
nacionales inmersas en el devenir mundial, por lo que en la
reunión comunista de Buenos Aires (1929), según
Alberto Flores Galindo36, VIttorio Codovilla, uno de los
estalinistas más representativos en América Latina,
trató desdeñosamente a los "7 Ensayos de
interpretación de la realidad peruana"
de
Mariátegui porque hacía referencia a la "realidad
peruana", diferente a otras realidades.

Para Mariátegui, la explotación como clase
y la opresión racial cultural son indesligables, al igual
que la reivindicación nacional, en lucha por el
socialismo. Diferente a algunos pueblos de "oriente", entre ellas
China, donde no existe dualidad racial cultural porque han
sobrevivido clases y elites dominantes nativas que pueden cumplir
un papel progresivo o reaccionario.

La
Selva

Sobre las culturas de la Selva Mariátegui
menciona que en unos casos se les arrebatan sus tierras, por lo
que se debe luchar por su devolución. Y en otros casos son
reducidos a la esclavitud en la explotación de madera y
del caucho por parte de blancos y mestizos. La unidad del
conjunto de explotados es indispensable para que puedan luchar
por sus reivindicaciones con proyección al
socialismo37.

La región de la Selva por esa época
-inicios del siglo veinte- era la más desvinculada de la
Costa y del estado. La expansión capitalista posterior a
la muerte de Mariátegui, con la explotación de gas,
petróleo, madera y otros recursos forestales, erosiona el
medio ambiente y la forma de vida de culturas originarias.
Ciudades como Iquitos, Pucallpa, Tarapoto, Moyobamba, Madre de
Dios, etc., han visto aparecer contingentes de clase obrera y un
ejército industrial de reserva, es decir, desocupados,
parias, provenientes de la Sierra y de culturas aborígenes
cuyos modos de vida han sido deteriorados.

Partes: 1, 2

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