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Los milagros de Jesús (página 2)



Partes: 1, 2

Es significativo que la Biblia apela constantemente
al reino de la ley en la naturaleza, al tiempo que da fe de la
ocurrencia real de los milagros. Ahora bien,
la voluntad humana, al actuar sobre fuerzas materiales,
interfiere con las secuencias regulares, pero no paraliza las
fuerzas naturales o destruye su tendencia innata a actuar de una
manera uniforme. Así, un niño, al lanzar una piedra
al aire, no altera el orden de la naturaleza o acaba
con la ley de gravedad. Sólo se trae una nueva fuerza y
contrarresta las tendencias de las fuerzas naturales, así
como las fuerzas naturales interactúan y se contrarrestan
entre sí, como se demuestra en las bien conocidas verdades
del paralelogramo de fuerzas y la distinción entre la
energía cinética y potencial.
La analogía entre
un acto del hombre y un acto
de Dios es completa en lo que se refiere a una ruptura
en la uniformidad de la naturaleza o una violación de sus
leyes. El alcance de la potencia ejercida no afecta el punto en
cuestión. Por lo tanto la naturaleza física se
presenta como un sistema de causas físicas que producen
resultados uniformes, y sin embargo permite la
interposición de la acción personal, sin afectar su
estabilidad.

Lugar y valor de
los milagros en la visión cristiana del
mundo

Como la gran objeción a los milagros realmente se basa
en
opiniones filosóficas falsas del universo,
por lo que
es necesaria la verdadera visión del
mundo para comprender su lugar y su valor.

El cristianismo enseña
que Dios creó y gobierna el mundo. Este gobierno
es su Providencia, la cual se muestra en el delicado ajuste
y subordinación de las tendencias propias de las cosas
materiales, dando como resultado la maravillosa estabilidad y
armonía que prevalecen en toda la creación
física, y en el orden moral, que a través de
la conciencia, ha de guiar y controlar las tendencias de
la naturaleza del hombre a una completa armonía
en la vida humana. El hombre es un ser personal,
con inteligencia y libre albedrío, capaz
de conocer y servir a Dios, y creado para tal fin. Para
él la naturaleza es el libro de la obra de Dios que revela
al Creador a través del designio visible en el orden
material y por medio de la conciencia, la voz del orden moral,
basado en la constitución misma de su propio ser. De
ahí que la relación del hombre con Dios es una
personal. La Providencia de Dios no se limita a
la revelación de sí mismo a través
de sus obras. Él se ha manifestado de una
manera sobrenatural, lanzando un torrente de luz sobre las
relaciones que deben existir entre el hombre y Él mismo.
La Biblia contiene esta revelación, y se llama
el Libro de la Palabra de Dios, el cual da el registro de la
Providencia sobrenatural de Dios conducente a
la redención y a la fundación de la
Iglesia cristiana. Aquí se nos dice que más
allá de la esfera de la naturaleza hay otro reino de
la existencia, lo sobrenatural, poblado por seres
espirituales y las almas de los difuntos. Ambas
esferas, la natural y la sobrenatural, están bajo el
dominio de la Providencia de Dios. Así, Dios y el hombre
son dos grandes hechos. La relación del alma con su
Creador es la religión.

La religión es el conocimiento,
el amor y el servicio de Dios; su expresión se
conoce como culto, y la esencia del culto es
la oración. Así, entre el hombre y Dios hay
una constante interacción, y en la Providencia de Dios el
medio señalado de esta relación es la
oración. Mediante la oración el hombre habla con
Dios en
los actos de fe, esperanza, caridad y contrición e
implora su ayuda. En respuesta a la oración Dios
actúa en el alma por su gracia y, en
circunstancias especiales, mediante los milagros. De ahí
que el gran hecho de la oración, como el nexo de
unión del hombre con Dios, implica una intervención
constante de Dios en la vida del hombre. Por lo tanto,
en la visión cristiana del mundo, los milagros tienen un
lugar y un significado. Ellos surgen de la
relación personal entre Dios y el hombre. La
convicción de que los puros de corazón son
agradables a Dios, de algún modo misterioso, es
universal; incluso entre los paganos sólo se
preparan ofrendas puras para el sacrificio.

Este sentido íntimo de la presencia de
Dios puede explicar la tendencia universal a referir todos
los fenómenos sorprendentes
a causas sobrenaturales. El error y la
exageración no cambian la naturaleza de
la creencia fundada en la convicción permanente
de la Providencia de Dios. San Pablo apeló a
esta creencia en su discurso a los atenienses. (57) En el
milagro, por lo tanto, Dios subordina la naturaleza física
a un propósito más elevado, y este propósito
superior es idéntico a los más altos
objetivos morales de la existencia. La
concepción mecánica del mundo está
en armonía con lo teleológico, y cuando el
propósito existe, ningún evento es aislado o sin
sentido. El hombre es creado por Dios, y un milagro es
la prueba y la promesa de Su Providencia
sobrenatural. De ahí que podamos entender cómo, en
la mentes devotas, incluso hay
una presunción a favor y una expectativa de
milagros. Ellos muestran la subordinación del mundo
inferior al superior; son la ruptura del mundo superior sobre el
inferior

Algunos escritores, llevan la
visión cristiana al extremo, y dicen que los
milagros son necesarios para atestiguar la
revelación.
Los teólogos católicos, sin embargo,
tienen una visión más amplia. Ellos afirman:

1) Que los grandes objetivos principales de los milagros son
la manifestación de
la gloria de Dios y el bien de los
hombres; que los fines particulares o secundarios, subordinados
al primero, son confirmar la verdad de una misión o
una doctrina de fe o moral, para atestiguar
la santidad de los siervos de Dios, para conferir
beneficios y reivindicar la justicia Divina.

2) Por lo tanto enseñan que la testificación de
la revelación no es el fin primario, sino su fin
secundario principal, aunque no el único.

3) Dicen que los milagros de Cristo no eran
necesarios, sino "muy adecuados y totalmente acordes con su
misión", como un medio para dar fe de su verdad. Al
mismo tiempo colocan los milagros entre las evidencias
más fuertes y más certeras de la revelación
divina.

4) Sin embargo, enseñan que, como evidencias, los
milagros no tienen fuerza física, es decir, asentimiento
absolutamente coercitivo, sino sólo una fuerza moral,
es decir, no le hacen violencia al libre
albedrío, aunque su apelación al asentimiento es de
la especie más fuerte.

5) Que, como evidencias, no son obrados para mostrar la verdad
interna de las doctrinas, sino sólo para dar razones
manifiestas de por qué debemos aceptar las doctrinas. De
ahí la distinción: "no evident vera, hasta
evidenter credibilia", (traducido al español: "No hay
evidencia real, hasta evidenciar la credibilidad". Pues la
revelación, de la cual dan "fe" los "milagros", contiene
doctrinas sobrenaturales por encima de la comprensión
de la mente e instituciones positivas en la Providencia
sobrenatural de Dios sobre los hombres. Así que no es
cierta la opinión de muchos filósofos como Locke y
otros, que la doctrina prueba el milagro y no el milagro la
doctrina.

6) Finalmente, afirman que los "milagros" en las Sagradas
Escrituras y el poder de obrar
"milagros" en la Iglesia son de fe divina,
no, sin embargo, los milagros en la historia de la
Iglesia propiamente dichos. De ahí que enseñan
que los primeros son ambos evidencias de fe y objetos de fe; que
los últimos son evidencias de propósito para el
cual son obrados, no, sin embargo, objetos de fe divina. Por lo
tanto esta enseñanza guarda de la otra visión
exagerada propuesta recientemente por los escritores no
católicos, que afirman que los milagros se consideran
ahora no como evidencias sino como objetos de fe.

La Biblia muestra que en todo momento
que Dios ha obrado milagros para atestiguar
la revelación de su voluntad.

El Antiguo Testamento revela un alto concepto ético de
Dios que hace "milagros" para altos fines éticos, y
despliega una dispensa de la profecía que
conduce a Cristo. "Cristo" hace los "milagros" en
cumplimiento de esta profecía. Su respuesta a los
mensajeros de San Juan Bautista fue que fueran y le
contaran a Juan lo que habían visto. Jesús
profesó abiertamente el hacer "milagros". Apela
repetidamente a sus "obras" como la prueba más
auténtica y decisiva de su filiación divina y de su
misión, y por esta razón condena la
obstinación de los judíos como inexcusable.
Él hizo milagros para establecer el Reino de Dios,
les dio a los Apóstoles y a
los discípulos el poder de hacer milagros,
instruyéndoles por este medio a seguir el mismo
método, y prometió que el don de
milagros persistiría en la Iglesia. A la vista
de sus obras maravillosas, los judíos, y el ciego de
nacimiento, confiesa que hay que atribuirlos al poder divino.

El testimonio de los Apóstoles sobre los milagros
es doble:

a) Ellos predicaron los "milagros de Cristo", especialmente
las de Resurrección. Así San
Pedro habla de los "milagros, prodigios y señales"
que Jesús hizo como un hecho bien conocido para
los judíos, y como publicados a través
de Galilea y Judea. Los Apóstoles se
declaran a sí mismos testigos de la
Resurrección de Cristo, dicen que la característica
de un apóstol es que sea un testigo de la
Resurrección, y su predicación
en Jerusalén se basa casualmente en eso, en la
Resurrección; también en Antioquía,
en Atenas, en Corinto, en Roma, y
en Tesalónica;

b) Ellos mismos obraron milagros, prodigios y señales
en Jerusalén, sanaron a los enfermos, y
expulsaron demonios, resucitaron a los muertos. San
Pablo llama la atención a los cristianos de Roma a
sus propios milagros, se refiere a los muy conocidos milagros
realizados en Galacia, invita a los cristianos de Corinto a ser
testigos de los milagros que obró entre ellos como
señales de su apostolado, y le da al don de
milagros un lugar en la economía de
la fe cristiana. Así los Apóstoles
obraron milagros en sus viajes misioneros en virtud del poder que
recibieron de Cristo confirmado después de su
Resurrección.

Lugar y valor de
los milagros de los Evangelios

Al estudiar los milagros de los Evangelios quedamos
impresionados por los relatos dados de su multitud, y por el
hecho que los evangelistas narran en detalle
sólo una muy pequeña proporción de ellos;
los Evangelios hablan sólo en términos muy
generales de los milagros que Cristo realizó en
los grandes viajes misioneros a través
de Galilea y Judea. Leemos que la gente, al ver
las cosas que Él hacía, le seguían en
tropel, de modo que no podía entrar en las ciudades, y su
fama se extendió desde Jerusalén a
través de Siria. Su reputación era tan grande
que los sumos sacerdotes en consejo hablaban de
Él como alguien que "hace muchos milagros";
los discípulos de Emaús, como el
"profeta, poderoso en obra y palabra delante de Dios y
todo el pueblo", y San Pedro se lo describe
a Cornelio como el predicador que hace prodigios. Los
evangelistas hicieron una selección de la gran cantidad de
acontecimientos milagrosos que rodean la persona de
Nuestro Señor. Es cierto que era imposible narrarlos
todos. Sin embargo, podemos ver en los milagros narrados un doble
motivo para la selección.

El gran propósito de la redención fue
la manifestación de la gloria de Dios en
la salvación del hombre a través de
la vida y obra de su Hijo encarnado. Por lo tanto, es
la obra suprema de la Providencia de Dios sobre los
hombres. Esto explica la vida y enseñanzas de Cristo, y
nos permite comprender el alcance y el plan de sus milagros. Se
pueden considerar en relación con el oficio y persona de
Cristo como Redentor.

Por lo tanto:

a) tienen su origen en la unión
hipostática y siguen en la relación de Cristo
como Redentor con el hombre. En ellos podemos ver referencias a
la gran obra de redención que Él vino a realizar.
Por lo tanto los evangelistas conciben el poder milagroso de
Cristo como una influencia que irradia de Él, y
los teólogos llaman a los milagros de Cristo
obras teándricas[19]

b) Su objetivo es la gloria de Dios en la manifestación
de la gloria de Cristo y en la salvación de los
hombres. San Juan abre su Evangelio con la
Encarnación del Verbo Eterno y añade
"vimos su gloria". (58) De ahí que San Ireneo y
San Atanasio, enseñen que las obras de Cristo fueron las
manifestaciones del Verbo Divino quien al principio hizo todas
las cosas y quien en la Encarnación desplegó su
poder sobre la naturaleza y el hombre, como una
manifestación de la nueva vida impartida al hombre y
una revelación del carácter y
propósitos de Dios. Las repetidas referencias a la "gloria
de Cristo" en los Hechos y en
las Epístolas tiene relación con sus
milagros. La fuente y propósito de los milagros de Cristo
es la razón para su íntima conexión con su
vida y enseñanza. El propósito de los milagros fue
una misión salvadora y redentora, como lo fue
la doctrina y la vida del eterno Hijo de Dios;

c) Su motivo fue la misericordia;
la mayoría de los milagros de Cristo
fueron obras de misericordia. No fueron realizados con miras
a sobrecoger a los hombres por el sentimiento
de omnipotencia, sino mostrar compasión por
la humanidad pecadora y doliente. No deben ser
considerados como actos de simpatía aislados o
transitorios, sino como impulsados por una misericordia profundo
y permanente que caracteriza al oficio de Salvador. La
redención es una obra de misericordia, y los milagros
revelan la misericordia de Dios en la obra de Su Hijo
encarnado;

d) Por lo tanto podemos ver en ellos un
carácter simbólico. Eran signos, y en un
sentido especial significaron, por el lenguaje típico de
los hechos externos, la renovación interior del alma.
Así, al comentar sobre el milagro del hijo de
la viuda de Naím, San
Agustín dice que "Cristo" resucitó a tres de
la muerte del cuerpo, pero a miles de la muerte
del pecado a la vida de
la gracia divina;

El alivio que Cristo le trajo al cuerpo
representó la liberación. Él estaba
trabajando en las almas. Sus milagros de curaciones y sanaciones
fueron la imagen visible de su obra espiritual en la guerra con
el mal. Estos milagros, que se resumen en la respuesta de
Jesús a los mensajeros de Juan, son explicados por
los Padres de la Iglesia con referencia a los males del
alma. El "motivo y el significado de los milagros explican la
moderación que Cristo mostró en el uso de su
poder infinito". Reposo en la fuerza es un rasgo sublime en
el carácter de Jesús, el cual proviene de la
posesión consciente del poder que debe utilizarse
para el bien de los hombres. Todo lo que Él
hizo tiene un significado cuando se mira en la relación de
Cristo con el Hombre. En la clase conocida como los milagros de
poder, Jesús no muestra una simple
superioridad mental y moral sobre los hombres
ordinarios. En virtud de su misión redentora
Él prueba que Él es el Señor y el
Maestro de las fuerzas de la naturaleza. Así, con una
palabra calma la tempestad, con una palabra multiplicó
unos pocos panes y peces para que miles festejaran y se saciaran,
con una palabra curó leprosos,
expulsó demonios, resucitó los muertos a la
vida, y, finalmente, le puso el gran sello a su misión al
resucitar de la muerte, como había anunciado
explícitamente;

e) Por lo tanto "los milagros de Cristo" tienen una
importancia doctrinal. Ellos tienen una conexión vital con
su enseñanza y su misión, ilustran
la naturaleza y el propósito de su reino, y
muestran una relación con algunos de las más
grandes doctrinas y principios de su Iglesia.
Su catolicidad se muestra en los milagros del siervo
del centurión y la mujer sirofenicia.
Los milagros sabáticos revelan su
propósito, es decir, la salvación del
hombre, y demostrar que el Reino de Cristo marca el
paso de la antigua Ley. Sus milagros enseñan el poder de
la fe y la respuesta dada a la oración.
La verdad central de su enseñanza fue su vida.
Él vino a dar vida a los hombres, y enfatiza esta
enseñanza resucitando a los muertos, especialmente en el
caso de Lázaro y su
propia Resurrección.

La enseñanza sacramental de los milagros se
manifiesta en el milagro de Caná, en la
curación del paralítico, para demostrar que
tenía el poder de perdonar los pecados y
utilizó este poder y se lo dio a los
Apóstoles. Por último, el
elemento profético de la suerte
del individuo y de la Iglesia se muestra en los
milagros de aquietar la tempestad, de Cristo sobre las aguas, del
saque de los peces, de la dracma y la higuera estéril.
Jesús hace del milagro de Lázaro,
el tipo de la resurrección general, al
igual que los Apóstoles toman la Resurrección de
Cristo para denotar la salida del alma de la muerte del
pecado a la vida de la gracia, y para ser
una promesa y profecía de la victoria
sobre el pecado y la muerte y de la resurrección
final.

Providencias
especiales

La oración es una gran realidad, que se
expresa de una manera persistente, y entra íntimamente en
la vida de la humanidad. Tan universal es el acto de
oración que parece un instinto y una parte de
nuestro ser. Es el hecho fundamental de
la religión y la religión es un
fenómeno universal de la raza humana. La
filosofía cristiana enseña que, en
su naturaleza espiritual el hombre es hecho a
imagen y semejanza de Dios, por lo tanto su alma se
vuelve instintivamente a su Creador en aspiraciones
de culto, de esperanza y
de intercesión.

El valor real de la oración ha sido un tema vital para
la discusión en los tiempos modernos. Algunos
sostienen que su valor reside únicamente en que es un
factor en la cultura de la vida moral, que da el tono y la
fuerza de carácter. Así, el profesor Tyndall,
en su famoso discurso de Belfast[20]propuso este punto de vista,
y sostiene que la ciencia moderna ha demostrado que el
valor físico de la oración es increíble.
Basó su afirmación en la uniformidad de la
naturaleza. Pero ya no se sostiene que esta base sea un
obstáculo a la oración por beneficios
físicos.

Ahora
la filosofía cristiana enseña que
Dios, en respuesta a la oración, no sólo confiere
favores espirituales sino que a veces interfiere con el curso
ordinario de los fenómenos físicos, de modo que,
como resultado, eventos particulares suceder lo contrario de lo
que deberían. Esta interferencia se lleva a cabo en los
milagros y providencias especiales.

Cuando nos arrodillamos a rezar no siempre le pedimos a Dios
que obre milagros o que nuestras vidas sean prodigios constantes
de su poder. El sentido de nuestra pequeñez le da un
espíritu humilde y reverencial a nuestra
oración. Confiamos en que Dios, a través
de Su infinito conocimiento y poder,
realizará lo que pedimos de algún modo mejor
conocido para Él. Por lo tanto, por providencias
especiales nos referimos a los acontecimientos que suceden en el
curso de la naturaleza y de la vida a través de la
instrumentalidad de las leyes naturales. No podemos
discernir en el propio evento o en su forma de ocurrir cualquier
desviación del curso de las cosas conocidas. Lo que
sí sabemos, sin embargo, es que los eventos se forman en
respuesta a nuestra oración. Las leyes de la naturaleza
son invariables, sin embargo, un factor importante que no se debe
olvidar: que las leyes de la naturaleza pueden producir un
efecto, las mismas condiciones deben estar presentes.
Si las condiciones varían, los efectos también
varían. Al alterar las condiciones, otras tendencias de
la naturaleza se hacen predominantes, y las fuerzas que
de otro modo realizarían sus efectos ceden a las fuerzas
más fuertes. De esta manera
nuestra voluntad interfiere con el funcionamiento de
las fuerzas naturales y con las tendencias humanas, como se
demuestra en nuestras relaciones con los hombres y en la ciencia
del gobierno.

Ahora bien, si tal poder recae en los hombres, ¿puede
Dios hacer menos?. ¿No podemos creer que, en
nuestra oración, Dios puede hacer que las condiciones
de los fenómenos naturales se combinen de modo que, a
través de su agencia especial, podamos obtener el deseo de
nuestro corazón, y sin embargo, de manera que, para el
observador común, el evento ocurra en su lugar y hora
ordinarios? Para el alma devota, sin embargo, todo es diferente.
Reconoce el favor de Dios y está devotamente agradecida
por el cuidado paternal. Sabe que Dios ha ocasionado el asunto de
alguna manera. Cuando, por lo tanto, oramos por la lluvia, o para
evitar una calamidad, o para evitar los estragos de la peste, no
pedimos tanto por milagros o signos de su omnipotencia; le
pedimos que Él, que tiene el cielo en sus manos y
escudriña el abismo, escuchará nuestras peticiones
y, en su buen y propio modo, conseguirá la
respuesta que necesitamos.

Fuente: Driscoll, John T.: "The Catholic Encyclopedia", (En
español: "Enciclopedia Católica". Vol. 10. 1911.
New York, EE.UU. Ed. Robert Appleton Company.
http://www.newadvent.org/cathen/10338a.htm. Traducido por Luz
María Hernández Medina[21]

Los milagros
realizados por Jesús

Los milagros de Jesús son los hechos
sobrenaturales que se atribuyen a Jesucristo en el
curso de su vida terrenal y que han sido recogidos en
los Evangelios canónicos. Estos milagros se pueden
clasificar en cuatro grupos: las curaciones, exorcismos, la
resurrección de los muertos y el control sobre la
naturaleza. El número exacto de los milagros depende de
cómo se cuentan los milagros, por ejemplo, en el milagro
de la hija de Jairo, donde una mujer se cura y una niña es
resucitada, pero los dos acontecimientos son narrados en los
mismos párrafos de los Evangelios, y por lo general de
forma conjunta, y el hecho de que la niña tenía 12
años y la mujer había estado enferma durante 12
años ha sido objeto de diversas interpretaciones.

Estos milagros causaban la indignación de los escribas
y los maestros de la ley.

En esos tiempos, los escribas, fariseos y otros, atribuyeron a
una confabulación con Belcebú este poder
de expulsar a los demonios. Jesús se defendió
enérgicamente de estas acusaciones. (59) Según
los relatos evangélicos, Jesús no sólo
tenía el poder de expulsar demonios, sino que
transmitió ese poder a sus seguidores. (60) Incluso
se menciona el caso de un hombre que, sin ser seguidor de
Jesús, expulsaba con éxito demonios en su nombre.
(61)

Según lo escrito en Mateo (62),
Corazín, Betsaida y Cafarnaún ?también
llamada Capernaúm?, son las ciudades donde Jesús
realizó la mayor parte de sus milagros, debido a que estos
todavía no se arrepentían de sus pecados.

Según Juan (63) , Jesús les pide a los
apóstoles que crean por esas obras porque es el Padre
(Dios) quien las realiza en él. También les dice
que todo lo que pidan al Padre en su nombre él lo
hará, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.

Una parte importante en la aceptación que
Jesús encontró fue por la abundancia de milagros
que hacía. Jesús rodea su predicación del
reino de muchas curaciones y expulsiones de demonios.

Es significativa la cantidad de milagros destinada a
sanar las enfermedades. El dolor es un efecto del pecado de
origen. Cristo, al vencer al dolor, quiere demostrar que viene a
vencer a su causa que es el pecado. No sana todas las
enfermedades, sólo unas pocas, aunque sean cientos. Porque
el dolor se va a convertir en instrumento del amor más
grande. Gran misterio el del dolor; pero mayor aún el del
amor que, en el dolor, no deja de querer. Jesús
dará a conocer su mesianidad por medio de los milagros,
pero cada milagro será un signo elocuente de lo que viene
a traer al mundo: una felicidad nueva, traída por un amor
generoso y fuerte, que llega de lo Alto.

Los milagros de Jesús registrados en el Nuevo
Testamento son más que maravillas: son señales.
Él los realizó para exhortar a hombres y mujeres a
que creyesen en Él para vida eterna. Sanó a un
paralítico para afirmar su derecho a perdonar pecados.
Alimentó a miles de personas con el almuerzo de un
muchacho, preparando así el escenario para afirmar que era
el "Pan de vida". Caminó sobre el agua,
calmó mares embravecidos, sanó a los enfermos,
restauró manos y piernas paralizadas, dio vista a los
ciegos y oído a los sordos, y hasta resucitó de los
muertos a un hombre embalsamado de nombre Lázaro. Una de
las razones por las que Jesús hizo milagros fue para
apoyar su afirmación de que era Dios. El apóstol
Juan escribió: "Hizo además Jesús muchas
otras señales en presencia de sus discípulos, las
cuales no están escritas en este libro. Pero éstas
se han escrito para que creáis que Jesús es el
Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida
en su nombre
". (64)

Muchos fueron los milagros que Jesús
realizó, en las Sagradas Escrituras sólo se cuentan
cuarenta; sin embrago, sabemos a ciencia cierta que fueron muchos
más; y estos pueden dividirse en cinco grupos: 1)
Milagros sobre la naturaleza; 2) Milagros de
curación física; 3) Milagros de
liberación demoníaca; 4) Milagros de
victorias sobre voluntades hostiles; y, 5) Milagros sobre
Resurrecciones.

1) Milagros sobre la naturaleza:

? En la que Jesús transforma el agua en vino,
realizada en las Bodas de Caná; Milagro por
intercesión de la Virgen: El primer milagro que nos relata
el Evangelio, la misma que la realiza en las Bodas de
Caná; (65)

? La primera pesca milagrosa; (66)

? Jesús calma la Tempestad;
(67)

? Jesús alimentó cinco mil hombres sin
contar mujeres, ni niños; (68)

? Camina sobre las aguas; (69)

? Jesús alimentó a cuatro mil hombres, sin
contar mujeres y niños; (70)

? Jesús hace aparecer una moneda dentro de un
pez; (71)

? Jesús causó que la higuera
estéril se secara; (72)

? La segunda gran pesca milagrosa.
(73)

2) Milagros de curación
física:

Jesús hizo muchísimas sanaciones
milagrosas en su vida pública. Hay referencias en los
Evangelios a muchas curaciones que no son relatadas en detalle,
pero si se relatan las siguientes:

? Jesús sanó al hijo de un oficial del
rey; (74)

? Jesús sana a la suegra de Pedro de una terrible
fiebre; (75)

? Jesús sana a un leproso; (76)

? Jesús sana a un paralítico;
(77)

? Sanación del paralítico de
Betesdá; (78)

? Jesús restaura una mano seca de un hombre;
(79)

? Jesús sanó al sirviente del
centurión; (80)

? Jesús sanó a un ciego;
(81)

? Jesús sana a la mujer del flujo de sangre;
(82)

?  Jesús sana la vista de dos ciegos;
(83)

? Jesús hace hablar a un sordomudo;
(84)

? El paralítico de Betesdá, es sanado;
(85)

? Jesús sanó a un ciego de nacimiento;
(86)

? Jesús sanó a una mujer que
padecía de espíritu de enfermedad por dieciocho
años; (87)

? Jesús sanó a un hidrópico;
(88)

? Jesús sanó a diez leprosos;
(89)

? Jesús sana a un ciego de Jericó;
(90)

? El siervo que perdió la oreja.
(91)

3) Milagros de liberación demoniaca:
(exorcismos con manifestaciones físicas).Las formulas
generales para exorcizar (92); y, el pasaje de Mateo
(93); "le trajeron muchos endemoniados",
demuestran que endemoniados eran numerosos en la vida
pública de Jesús. Algunos casos fueron contados con
detalle.

? El endemoniado de Capernaum; (94)

? Los endemoniados gergesenos; (95)

? Endemoniado mudo; (96)

? Hija de la mujer cananea; (97)

? El niña lunática; (98)

? El sano un muchacho lunático;
(99)

? Jesús sanó a una mujer que
padecía de espíritu de enfermedad por dieciocho
años. (100)

4) Milagros de Victorias sobre voluntades
hostiles:

En algunos casos en los que Jesucristo ejerció
poder extraordinario sobre sus enemigos no está claro si
fue por intervención de poder divino o por los efectos
naturales de la ascendencia de su extraordinaria voluntad humana
sobre la de aquellos hombres.

? Los judíos no arrestan a Jesús porque la
hora no había llegado; (101)

? O a veces no lo arrestaban porque se escondía
de los judíos; (102)

Hay dos casos en que parece que se trata del ejercicio
de su poder:

1) Cuando saca los vendedores del Templo;
(103)

2) El episodio de su escape de la turba hostil en
Nazaret; (104)

5) Milagros sobre Resurrecciones:

Jesús respondió a los enviados de Juan
Bautista: "Id y contad a Juan lo que oís y veis: los
ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los
sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los
pobres la Buena Nueva
". (105) La forma general en que
habla de resurrecciones hace pensar que Jesús
resucitó a muchos más de los tres que no aparecen
en el Evangelio:

? Él resucita a la hija de Jairo;
(106)

? Hijo de la viuda de Naim; (107)

? Jesús resucitó a Lázaro de entre
los muertos; (108)

Fuente:
http://www.corazones.org/biblia_y_liturgia.

A manera de
conclusión

El Milagro: Manifestación del poder divino de
Jesucristo.

Si observamos atentamente los "milagros, prodigios y
señales
" con que Dios acreditó la
misión de Jesucristo, según las palabras
pronunciadas por el Apóstol Pedro el día de
Pentecostés en Jerusalén, constatamos que
Jesús, al obrar estos milagros y señales,
actuó en nombre propio, convencido de su poder divino, y,
al mismo tiempo, de la más íntima unión con
el Padre.

Nos encontramos, pues, todavía y siempre, ante el
misterio del "Hijo del hombre – Hijo de Dios", cuyo Yo
transciende todos los límites de la condición
humana, aunque a ella pertenezca por libre elección, y
todas las posibilidades humanas de realización e incluso
de simple conocimiento.

Los Milagros: Signos del Amor de Dios.

"Signos" de la omnipotencia divina y del poder
salvífico del Hijo del hombre, los milagros de Cristo
?narrados en los Evangelios? son también la
revelación del amor de Dios hacia el hombre,
particularmente hacia el hombre que sufre, que tiene necesidad,
que implora la curación, el perdón, la piedad. Son,
pues, "signos" del amor misericordioso proclamado en el
Antiguo y Nuevo Testamento.

Los milagros, por tanto, son "para el Hombre".
Son obras de Jesús que, en armonía con la finalidad
redentora de su misión, restablecen el bien allí
donde se anida el mal, causa de desorden y
desconcierto.

Un estudio atento de los textos evangélicos nos
revela que ningún otro motivo, a no ser el amor hacia el
hombre, el amor misericordioso, puede explicar los "milagros
y señales
" del Hijo del hombre. En el Antiguo
Testamento, Elías se sirve del "fuego del cielo"
para confirmar su poder de profeta y castigar la
incredulidad/

Todo lo que El hace, también en la
realización de los milagros, lo hace en estrecha
unión con el Padre. Lo hace con motivo del reino de Dios y
de la salvación del hombre. Lo hace por
amor.

Por esto, y al comienzo de su misión
mesiánica, rechaza todas las "propuestas" de
milagros que el Tentador le presenta, comenzando por la del
trueque de las piedras en pan. El poder de Mesías
("Cristo") se le ha dado no para fines que busquen
sólo el asombro o al servicio de la vanagloria. El que ha
venido "para dar testimonio de la verdad", es
más, el que es "la verdad", obra siempre en
conformidad absoluta con su misión
salvífica.

Todos sus "milagros y señales" expresan
esta conformidad en el cuadro del "misterio
mesiánico
" del Dios que casi se ha escondido en la
naturaleza de un Hijo del hombre, como muestran los Evangelios,
especialmente el de Marcos. Si en los milagros hay casi siempre
un relampagueo del poder divino, que los discípulos y la
gente a veces logran aferrar, hasta el punto de reconocer y
exaltar en Cristo al Hijo de Dios, de la misma manera se descubre
en ellos la bondad, la sobriedad y la sencillez, que son las
dotes más visibles del "Hijo del
hombre
".

El mismo modo de realizar los milagros hace notar la
gran sencillez, y se podría decir humildad, talante,
delicadeza de trato de Jesús. Desde este punto de vista
pensemos, por ejemplo, en las palabras que acompañan a la
resurrección de la hija de Jairo: "La niña no
ha muerto, duerme
", como si quisiera "quitar
importancia
" al significado de lo que iba a realizar. Y, a
continuación, añade: "Les recomendó
mucho que nadie supiera aquello
".

Si Jesús realiza en sábado algunos de sus
milagros, lo hace no para violar el carácter sagrado del
día dedicado a Dios sino para demostrar que este
día santo está marcado de modo particular por la
acción salvífica de Dios. "Mi Padre sigue
obrando todavía, y por eso obro yo también
". Y
este obrar es para el bien del hombre; por consiguiente, no es
contrario a la santidad del sábado, sino que más
bien la pone de relieve: "El sábado fue hecho a causa
del hombre, y no el hombre por el sábado. Y el
dueño el sábado es el Hijo del
hombre
".

Milagros: Un llamado a la Fe.

Los "milagros y los signos" que Jesús
realizaba para confirmar su misión mesiánica y la
venida del reino de Dios, están ordenados y estrechamente
ligados a la llamada a la fe. Esta llamada con relación al
milagro tiene dos formas: la fe precede al milagro, más
aún, es condición para que se realice; la fe
constituye un efecto del milagro, bien porque el milagro mismo la
provoca en el alma de quienes lo han recibido, bien porque han
sido testigos de él.

Es sabido que la fe es una respuesta del hombre a la
palabra de la revelación divina. El milagro acontece en
unión orgánica con esta Palabra de Dios que se
revela. Es una "señal" de su presencia y de su obra, un
signo, se puede decir, particularmente intenso. Todo esto explica
de modo suficiente el vínculo particular que existe entre
los "milagros?signos" de "Cristo" y la fe:
vínculo tan claramente delineado en los
Evangelios.

Efectivamente, encontramos en los Evangelios una larga
serie de textos en los que la llamada a la fe aparece como un
coeficiente indispensable y sistemático de los milagros de
Cristo. Al comienzo de esta serie es necesario nombrar las
páginas concernientes a la Madre de Cristo con su
comportamiento en Caná de Galilea, ?y aún antes y
sobre todo? en el momento de la Anunciación. Se
podría decir que precisamente aquí se encuentra el
punto culminante de su adhesión a la fe, que
hallará su confirmación en las palabras de Isabel
durante la Visitación: "Dichosa la que ha
creído que se cumplirá lo que se te he dicho de
parte del Señor
".

Sí, María ha creído como ninguna
otra persona, porque estaba convencida de que "para Dios nada
hay imposible
". Y en Caná de Galilea su fe
anticipó, en cierto sentido, la hora de la
revelación de Cristo. Por su intercesión, se
cumplió aquel primer "milagro?signo", gracias al
cual los discípulos de Jesús "creyeron en
él
". Si el Concilio Vaticano II enseña que
María precede constantemente al Pueblo de Dios por los
caminos de la fe, podemos decir que el fundamento primero de
dicha afirmación se encuentra en el Evangelio que refiere
los "milagros?signos" en María y por María
en orden a la llamada a la fe.

Nótese cómo en la narración
evangélica se pone continuamente de relieve el hecho de
que Jesús, cuando "ve la fe", realiza el milagro.
Esto se dice expresamente en el caso del paralítico que
pusieron a sus pies desde un agujero abierto en el techo. Pero la
observación se puede hacer en tantos otros casos que los
evangelistas nos presentan. El factor fe es indispensable; pero,
apenas se verifica, el corazón de Jesús se proyecta
a satisfacer las demandas de los necesitados que se dirigen a
Él para que los socorra con su poder divino.

Una vez más constatamos que, como hemos dicho al
principio, el milagro es un "signo" del poder y del amor
de Dios que salvan al hombre en Cristo. Pero, precisamente por
esto es al mismo tiempo una llamada del hombre a la fe. Debe
llevar a creer sea al destinatario del milagro sea a los testigos
del mismo.

Esto vale para los mismos Apóstoles, desde el
primer "signo" realizado por Jesús en Caná
de Galilea; fue entonces cuando "creyeron en Él".
Cuando, más tarde, tiene lugar la multiplicación
milagrosa de los panes cerca de Cafarnaum, con la que está
unido el pre?anuncio de la Eucaristía, el evangelista hace
notar que "desde entonces muchos de sus discípulos se
retiraron y ya no le seguían
", porque no estaban en
condiciones de acoger un lenguaje que les parecía
demasiado "duro". Entonces Jesús preguntó
a los Doce: "¿Queréis iros vosotros
también
?"; respondió Pedro: "Señor,
¿a quién iríamos?. Tú tienes palabras
de vida eterna, y nosotros hemos creído y sabemos que
Tú eres el Santo de Dios
".

Así, pues, el principio de la fe es fundamental
en la relación con Cristo, ya como condición para
obtener el milagro, ya como fin por el que el milagro se ha
realizado. Esto queda bien claro al final del Evangelio de Juan
donde leemos: "Muchas otras señales hizo Jesús
en presencia de los discípulos que no están
escritas en este libro; y éstas fueron escritas para que
creáis que Jesús es el Mesías, Hijo de Dios,
y para que creyendo tengáis vida en su
nombre
".

Amén.

Citas
bíblicas

  • (1) Jn. 11:1-46; Jn. 11.28.44; (2)
    R.17:9-22;
    (3) Mt. 14:15-21; Mr. 6:32-44; Lc. 9:1317; Jn. 6:315;
    (4)
    Jn. 2:1-11
    ; (5)R. 6:5-7;
    (6) Dn. 3:10-30;
    (7) Ex. 8:19; Lc. 11,20;
    (8)S. 5:6;
    (9) Esd. 8:31;
    (10) Lc. 7:11-18; (11) Jn. 9:1-14;
    (12) Lc. 5:12-14; (13) Dn. 3:10-30;
    (14) Hch. 12:4-11;
    (15) Ex. 7; (16)R. 17; (17)
    2 R. 5:8-25; (18) Hch. 2:43; (19)
    Hch. 3:9; (20) Hch. 19; (21)
    Gál. 
    3:5; (22) 2 R. 2:8; (23) 2
    R. 13:14; (24)
    Mt. 
    9:21; Mr. 5:28; (25) Hch. 19:12;
    (26) Nm. 21:9;
    (27) Dn. 5; (28)Cr. 6:7;
    (29) 2 R. 5:14; (30) Jn. 5:2-7; (31) Jn.
    11:1-46; Jn. 11.28.44; (32)
    Jn. 2:1-11
    ; (33) Éx. 7
    – 10; (34)R. 18:21-38;
    (35) 2 Rey. 5; (36) Mt. 9:8; (37)

    Lc. 
    18,43; (38) Mt. 15:31, Lc. 19:37;
    (39) Hch. 4:21;
    (40) Éx. 4; (41) 1 R. 17:24; (42)
    Jn.
    6:14; (43) Lc. 7:16; (44) Jn. 2:11; (45)
    Jn. 3:1, 2; (46) Jn. 11:28-44; (47) Jn. 5:36;
    (48) Jn. 15:24; (49) Jn. 17:8; (50)

    Mc. 
    16:16, 17; (51) Jn. 20:31; Hch. 10:38;
    (52) 2
    Co. 
    12:12; (53) Éx. 8:19;
    (54)
    Mt. 
    8:31; (55) Mt. 24:24; (56) Ap.
    9:14; (57) Hch.
     
    17; (58) Jn. 1;14; (59)
    Mt 9:32-34
    Mt 12:22-30;

    Mc 3:22-27
    Lc 11:14-15,

    11:17-23
    ; (60)
    Lc 10:17-20
    ; (61)
    Mc 9:38-40
    ;
    (62) Mt. 11:20-24
    ;
    (63) Jn.14:10-14
    ; (64) Jn. 20:30, 31;
    (65)
    Jn. 2:1-11
    ; (66) Lc. 5:1-11; (67) Mt.
    8:23-27; Mr. 4:3541; Lc. 8:2225; (68) Mt. 14:15-21;
    Mr. 6:32-44; Lc. 9:1317; Jn. 6:315; (69) Mt. 14:22-32;
    Mc. 6:47-51; Jn. 6:16-21; (70) Mt. 15:32-39; Mr.
    8:110; (71) Mt 17:27; (72) Mt.
    21:19-22; Marcos
    11:18-26
    ; (73) Jn. 21:1-14; (74) Jn. 4:46,
    47;
    Jn. 4:46-53
    ;
    (75) Mt. 8:14, 15; Mr. 1:30, 31; Lc. 4:38, 39;

    (76) Mt. 8:1-4; Mr. 1:40-45; Lc. 5:1216; (77)
    Mt. 9:1-8; (78) Jn. 5:1-9; (79) Mt. 12:10-13;
    Mr. 3:1-5; Lc. 6:6-10; (80) Mt. 8:5-13; Lc. 7:1-10;
    (81) Mr. 8:22-26; (82) Lc. 8:43-48;
    Mt. 9:20-22
    , Mr. 5:25-34, Lc. 8:43-48; (83) Mt.
    9:27-31; (84) Mt. 9:32, 33; Mc. 7:3137;
    (85) Jn. 5:1-9;
    Jn. 5:1-15
    ; (86), Jn. 9:1-11; (87) Lc.
    13:10; (88) Lc. 14:1-4; (89) Lc. 17:11-19;
    (90) Mt. 20:29-34; Mc. 10:46-52; Lc. 18:35-43;
    (91) Lc.. 22:50, 51; (92) Mc. 1:32-34;
    (93) Mt. 8:16; (94) Mc. 1:21-27; Lc. 4:31-35;
    (95) Mt. 8:27-32; Mc. 5:6-17; (96) Mt. 9:32-34;
    (97) Mt. 15:22-28; Mc. 7:25-30; (98) Mt.
    17:15-18; Mc. 9:17-27; Lc. 9:37-42; (99) Mt. 17:14-21;
    (100) Lc. 13:10; (101) Jn.7:30-44; 8:20;
    (102) Jn. 8:59; (103) Jn. 2; Mt 21; Mc. 11; Lc.
    19; (104) Lc. 4; (105) Mt. 11; Lc. 7:22;
    (106) Mt. 9:18-26; Mr.5.35.43; (107) Lc.
    7:11-15; (108) Jn. 11:28-44.

Bibliografía

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA.

1) ANSÓN, Francisco: 2003. "Tres milagros
para el siglo
XXI
". 5tª edición. 20013.
Bs. As., Argentina.

2) KEENER, Carig S.: "The
Credibility of the New Testament Accounts
", (En
español: "La credibilidad de los relatos del nuevo
testamento
". 2011. Oxford, EE.UU. Ed. Baker
Books.

ENLACES.

Cajamarca, 29 de Octubre del 2014.

_____________________________________

* El Dr. Navarrete Obando, Luis Alberto, es
Abogado de Profesión; Ex – Catedrático Principal de
la Universidad Nacional de Cajamarca; Catedrático invitado
de la Escuela de Post Grado de la Universidad Nacional de
Trujillo (http://www.pg.unitru.edu.pe/); Condecorado
como "Doctor Honoris Causa" por la Universidad Nacional
de Trujillo (La Libertad-Perú) (http://unitru.edu.pe/);
Catedrático Honorífico por la Universidad Nacional
Autónoma de México, D.F. México; Condecorado
como "Doctor Honoris Causa" por la Universidad Nacional
Autónoma de México, D.F. México; Ensayista,
Escritor, Poeta e Historiador autodidacta; Magister en
Educación Universitaria por la Universidad Nacional de
Trujillo; Doctor en Educación Universitaria por la
Universidad de Sao Paulo –

Brasil; Doctor en Investigación Universitaria por la
Universidad de La Habana – Cuba; Doctor en Teología,
Filosofía y Humanidades por la Universidad La Salle,
Barcelona – España; con estudios en Teología,
Seminario de Santo Toribio de Mogrovejo, Lima – Perú;
colaborador de las Revistas Virtuales de
http://www.monografias.com (Universidad de Madrid,
España); http://www.rie@oei.uh.cu (Universidad de La
Habana, Cuba); http://unam.mx;
http://www.contacto@servidor.unam.mx (Universidad Nacional
Autónoma de México); http://www.unim.it
(Universidad de Milán, Italia);
http://www.derechoycambiosocial.com y
http://www.juspolis@hotmail.com (Revista Virtual especializada en
temas de Derecho, Sociales, Culturales, Literarios,
Económicos, entre otros);
http://www.DERECHOYPOLITICA@groups.msn.com y/o
http://proups.msn.com; (Revista Virtual CIENCIAs JURÍDICAs
& POLÍTICAs); Consultor Permanente de la UNESCO, en
representación de la Universidad UNAM de México, en
temas de Educación, Cultura y Desarrollo Social para
América Latina y El Caribe (http://www.unesco.org.pe);
colaborador en la elaboración del "Diccionario
Histórico Jurídico" de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación de México" y en el "Anuario de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación"
(http://www.jespinoza.contacto@servidor.scjn.mx) de dicho
país; Miembro Numerario de la "Sociedad Latinoamericana
Iusfilosófica" (http://sli.org.es/); Miembro Numerario de
la "Sociedad Peruana de Leyes" (http://www.spda.org.pe/);
Aprobación y aplicación de la materia
jurídica "Epistemología Jurídica" por la
Universidad de Milán, Italia (http://www.unim.it);
incorporado como "Honorarium Member" por la "Federal Association
of Lawyers of Los Angeles (EE.UU); colaborador en diferentes
Diarios y Revistas especializadas en Perú
(http://www.elperuano.com.pe; http://www.la republica.com.pe;
http://www.elcomercio.com.pe); y, columnista en el Diario Oficial
"Panorama Cajamarquino" (Derecho y Sociedad –
(http://www.derechoysociedad@panoramacaj.com;
http://www.panoramacaj@hotmail.com),
(http://www.panoramacaj@hotmail.com); Director de la
"Fundación para el Desarrollo y Bienestar Familiar" –
FUNDEBIF (http://www.fundebif.org.com.pe; fundebif@hotmail.com);
Gerente General del Estudio Jurídico Contable: NAVARRETE
& OBANDO – ASESORES, CONSULTORES & ANALISTAS
(http://www.navarreteabogados.org.com.pe;
navarrete_abog@hotmail.com). Publicación de Libros
especializados en materia de Derecho; publicación de
Libros de naturaleza social y Poemarios. Ganador del Poeta
más joven del Perú; Ganador de los XII Juegos
Florales Universitarios del Perú; y, Ganador de los I
Juegos Florales Universitarios Latinoamericanos (Chile); En
talleres, el Ensayo: "La Revolución Campesina del Valle
Chicama".

® Derechos reservados de Autor, registrado en
INDECOPI; "Derecho y Sociedad", Código de marca
registrada LANO-CPP-1420-P.

Monografias.com

"Con el mayor cariño, a mi hijo Luis Ernesto
Navarrete Araujo, experiencia personal resultado de un Milagro de
Dios"

 

 

Autor:

Dr. Luis Alberto Navarrete
Obando
*

ABOGADO – DOCENTE UNIVERSITARIO –
ESCRITOR

Monografias.com

 

[1] DICCIONARIO DE LA REAL ACADEMÍA
ESPAÑOLA. 2013. Madrid, España. Ed. Larousse.
S.R.L.

[2] SOCA, Ricardo: “Etimología
de la palabra Milagro”. 2011. Madrid, España.

[3] CASES, Enrique. Disponible en:
Catholic.net – Los milagros de Jesús,
https://es.catholic.net/cristologiatodoacercadejesus/553/…/articulo.php?id…

[4] DICCIONARIO CATÓLICO. 2012.
Madrid, España.

[5] BETHIER, René: “101
Reponses a the Organization of the United Nations”, (En
español: “101 respuestas a la Organización
de las Naciones Unidas”. 1977. Ed. Hachette.

[6] RIVAS, Luis H.: “Diccionario para
el Estudio de la Biblia”. 2010. Barcelona,
España. Ed. Amico.

[7] TERNANT, Paul: “Vocabulario de
Teología Bíblica: Vocablo.-
“Milagro”. 18a. edición. 2001.
Barcelona, España. Biblioteca Herder.

[8] Tomás de Aquino: “Suma
teológica”. I parte. S. XIII.

[9] Concilio Vaticano II, promulgado en Roma
por Pablo VI (7 de diciembre de 1965).
“Constitución Pastoral Gaudium et
Spes sobre la Iglesia en el mundo actual”.

[10] RIVAS, Luis H.: Ob. Cit.

[11] Tomás de Aquino: Ob. Cit.

[12] Everett en su obra: “The
Psychologic Elem (power) of Religion Faith”, (traducido
al español: “El Elem (poder) sicológico de
fe y de la religión”. 1902. New York, EE.UU.

[13] BABBAGE, Charles:
“Concepción de lo sobrenatural de los
milagros”. 1879. Londres, Inglaterra

[14] SPINOSA, Baruch: “Los milagros
como experiencia personal”. 1656. Ámsterdam,
Países Bajos.

[15] El deísmo es la
postura filosófica que acepta el conocimiento
de la existencia y la naturaleza de Dios a
través de la razón y la experiencia
personal, en lugar de hacerlo a través de los elementos
comunes de las religiones teístas como
la revelación directa, la fe o
la tradición. Dios es un Creador u Organizador del
universo, es la Primera Causa. En palabras más
sencillas: un deísta es aquel que se inclina a aseverar
la existencia de Dios, pero no practica ninguna
religión, y además niega la
intervención de Dios en el mundo. Disponible en:
Glosario de filosofía ? Deísmo,
http://www.webdianoia.com/glosario/display.php?action=view&id=78…

[16] Delitzsch: “Deep Gulf between the
Old and the Modem Theology”, (Traducido al
español: “Hoyo profundo entre la antigua y la
teología de moderna”), 1890. Munich, Alemania.

[17] MILL, John Stuart: “La
Lógica y la Libertad”. 1851. Londres,
Inglaterra.

[18]
El noúmeno (del griego “noúmenon”:
“lo pensado” o “lo que se pretende
decir”"), en la filosofía de Immanuel Kant,
es un término problemático que se introduce para
referir a un objeto no fenoménico, es decir, que no
pertenece a una intuición sensible, sino a
una intuición intelectual o suprasensible.
Disponible en: Fenómeno y Noúmeno, diferencias,
http://www.encuentroalternativo.com/fenomeno-y-noumeno-diferencias/.

[19] “Teándrico” es
una palabra que se emplea a veces para indicar lo que es a un
tiempo humano y divino. Igualmente se ha llamado
operación teándrica la que pertenece al hombre y
a Dios. Esta terminología envuelve con frecuencia
el equívoco, por cuya razón no ha logrado fortuna
en la ciencia contemporánea. En efecto, la
confesión de las perfecciones del Ser absoluto y del
hombre, ser finito y limitado, ha dado origen a numerosas
confusiones teológicas y filosóficas.
Disponible en: Diccionario enciclopédico de
teología – Teántrico,
http://www.books.google.com.pe/books?id=6V-WLdexHD0C.

[20] El discurso ante la British
Association de 1874 en Belfast, Reino Unido. Disponible
en: Conferencias científico?religiosas en PDF,
http:www.uv.es/~orilife/textos/Castellotep.pdf.

[21] DRISCOLL, John T.: “The Catholic
Encyclopedia”, (En español: “Enciclopedia
Católica”. Vol. 10. 1911. New York, EE.UU. Ed.
Robert Appleton Company.
http://www.newadvent.org/cathen/10338a.htm. Traducido por Luz
María Hernández Medina

Partes: 1, 2
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