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Origen del universo, según los dos más grandes científicos de todos los tiempos (existe dios)



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Clarificación
  3. Razones
  4. Objeciones
  5. Origen del
    Universo: por SW Hawking
  6. Conclusión

Introducción

El Universo apareció en un momento definido del
pasado de toda la materia y energía existentes en la
actualidad; se trata de un acontecimiento postulado por la
teoría cosmológica generalmente aceptada. Los
astrónomos están convencidos en su gran
mayoría de que el Universo surgió en un instante
definido, entre 12.000 y 20.000 millones de años antes del
momento actual. Si tuvo un inicio o creación,
¿será lógico pensar que ha de ser obra de un
iniciador o creador? Así lo creen muchos., Smoot dijo: "Es
como ver a Dios". Ahora bien, aunque no disponían de las
pruebas científicas aportadas en los últimos
decenios, millones de personas cifraron su fe en las palabras de
la Biblia: "En el principio Dios creó los cielos y la
tierra" (Génesis 1:1). Pero no todo el mundo desea admitir
esta sencilla declaración bíblica. " A muchos
científicos no les agradó la idea de que el
universo hubiese tenido un principio, un momento de
creación" , señalo el célebre físico
Stephen Hawking. "No les gustaron las implicaciones
extracientíficas de la teoría, escribió
Michael J. Beche, de modo que se afanaron por encontrar
alternativas. El universo tuvo un momento de creación en
consecuencia tiene un creador.

Clarificación

Relatividad, teoría desarrollada a
principios del siglo XX, que originalmente pretendía
explicar ciertas anomalías en el concepto de movimiento
relativo, pero que en su evolución se ha convertido en una
de las teorías básicas más importantes en
las ciencias físicas (véase
Física). Esta teoría, desarrollada fundamentalmente
por Albert Einstein, fue la base para que los físicos
demostraran la unidad esencial de la materia y la energía,
el espacio y el tiempo, y la equivalencia entre las fuerzas de la
gravitación y los efectos de la aceleración de un
sistema.[1]

Agujero negro, hipotético cuerpo celeste
con un campo gravitatorio tan fuerte que ni siquiera la
radiación electromagnética puede escapar de su
proximidad. El cuerpo está rodeado por una frontera
esférica, llamada horizonte de sucesos, a través de
la cual la luz puede entrar, pero no puede salir, por lo que
parece ser completamente negro. Un campo de estas
características puede corresponder a un cuerpo de alta
densidad con una masa relativamente pequeña, como la del
Sol o inferior, que está condensada en un volumen mucho
menor, o a un cuerpo de baja densidad con una masa muy grande,
como una colección de millones de estrellas en el centro
de una galaxia.[2]

Dios, el ser en una religión. En concreto,
en las confesiones monoteístas, se considera que un
único Dios es creador u origen de todas las cosas que
existen y se describe en términos de atributos perfectos,
por ejemplo, su infinitud, inmutabilidad, eternidad, bondad,
conocimiento (omnisciencia) y poder (omnipotencia). La
mayoría de las religiones atribuyen a Dios ciertos rasgos
de carácter que se comprenden gracias a un lenguaje
metafórico o a una interpretación literal, como
voluntad, amor, cólera y
misericordia.[3]

La teoría del Big Bang o de la Gran
Explosión:
En 1948 el físico ruso nacionalizado
estadounidense George Gamow modificó la teoría de
Lemaître del núcleo primordial. Gamow planteó
que el Universo se creó en una explosión gigantesca
y que los diversos elementos que hoy se observan se produjeron
durante los primeros minutos después de la Gran
Explosión (Big Bang), cuando la temperatura
extremadamente alta y la densidad del Universo fusionaron
partículas subatómicas en los elementos
químicos. Cálculos más recientes indican que
el hidrógeno y el helio habrían sido los productos
primarios de la Gran Explosión, y los elementos más
pesados se produjeron más tarde, dentro de las estrellas
(véase Nucleosíntesis). Sin embargo, la
teoría de Gamow proporciona una base para la
comprensión de los primeros estadios del Universo y su
posterior evolución. A causa de su elevadísima
densidad, la materia existente en los primeros momentos del
Universo se expandió con rapidez. Al expandirse, el helio
y el hidrógeno se enfriaron y se condensaron en estrellas
y en galaxias. Esto explica la expansión del Universo y la
base física de la ley de Hubble. Según se
expandía el Universo, la radiación residual de la
Gran Explosión continuó enfriándose, hasta
llegar a una temperatura de unos 3 K (-270 °C).
Estos vestigios de radiación de fondo de microondas fueron
detectados por los radioastrónomos en 1965, proporcionando
así lo que la mayoría de los astrónomos
consideran la confirmación de la teoría de la Gran
Explosión.[4]

Razones

La ciencia ratifica la tesis: los primeros indicios de
este hecho provinieron del descubrimiento por parte del
astrónomo estadounidense Edwin Hubble, en la década
de 1920, de que el Universo se está expandiendo y los
cúmulos de galaxias se alejan entre sí. La
teoría de la relatividad general propuesta por Albert
Einstein también predice esta expansión. Si los
componentes del Universo se están separando, esto
significa que en el pasado estaban más cerca, y
retrocediendo lo suficiente en el tiempo se llega a la
conclusión de que todo salió de un único
punto matemático (lo que se denomina una singularidad), en
una bola de fuego conocida como Gran Explosión o Big
Bang.
El descubrimiento en la década de 1960 de la
radiación de fondo cósmica, interpretada como un
"eco" del Big Bang, fue considerado una
confirmación de esta idea y una prueba de que el Universo
tuvo un origen. No hay que imaginarse el Big Bang como
la explosión de un trozo de materia situado en el
vacío. En el Big Bang no sólo estaban
concentradas la materia y la energía, sino también
el espacio y el tiempo, por lo que no había ningún
lugar "fuera" de la bola de fuego primigenia, ni ningún
momento "antes" del Big Bang. Es el propio espacio lo
que se expande a medida que el Universo envejece, alejando los
objetos materiales unos de otros [5]

Objeciones

A muchos científicos les incomoda la idea de que
el cosmos sea obra de un creador inteligente, por lo que arguyen
que, de alguna manera, surgió por sí sólo,
aunque nadie logre explicar cómo. Lo cierto es que, como
indicó la revista Investigación y Ciencia en su
número de marzo de 1999, " la teoría de la gran
explosión no describe el nacimiento del universo". La
revista añade. Para explicar la creación original
del universo se necesita otra teoría que describa tiempos
todavía anteriores". Ahora bien, ¿ le parece
lógico al lector que, de algún modo, el cosmos se
haya creado a sí mismo? El físico Charles H. Townes
dijo al respecto: "Es cierto que los físicos esperan
remontarse a la fase previa a la gran explosión e incluso
explicar el origen del universo como un tipo de
fluctuación, por ejemplo. Pero una fluctuación
¿de qué?. Y ¿qué la originó?.
Por otro lado el universo dista de ser caótico, pues
rebosa de armonía y belleza; como nuestro fascinante
planeta, con su prodigiosa variedad de vida. Es patente que no
pudo haber llegado a existir sin dirección ni control
inteligentes.

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Albert Einstein – "Mis creencias" . Puesto que no
se puede ser universal, sabiendo todo lo que puede saberse de
todo, hace falta saber un poco de todo, pues es mucho más
bello saber algo de todo que saber todo de una cosa. –
PASCAL

Vivimos una época rica en inteligencias
creadoras, cuyas expresiones han de acrecentar considerablemente
nuestras vidas. Hoy cruzamos los mares merced a la fuerza
desarrollada por el hombre, y empleamos también esa
energía para aliviar a la humanidad del trabajo muscular
agotador. Aprendimos a volar y somos capaces de enviar mensajes y
noticias sin dificultad alguna a los más remotos lugares
del mundo, por medio de ondas eléctricas.

No obstante, la producción y distribución
de bienes se halla por completo desorganizada, de manera que la
mayoría ha de vivir temerosa ante la posibilidad de verse
eliminada del ciclo económico, y sufrir así la
falta de lo necesario.

Además, los habitantes de las distintas naciones
se matan entre sí a intervalos regulares, por lo que
también, debido a esta causa debe sentir miedo y terror
todo el que piense en el futuro.

Esta anomalía se debe al hecho de que la
inteligencia y el carácter de las masas son muy inferiores
a la inteligencia y al carácter de los pocos que producen
algo valioso para la comunidad.

Confío en que la posteridad lea estas
afirmaciones con un sentido de justicia y la necesidad de un
cambio en la situación.

(1934)  La educación, Deberían
cultivarse en los individuos jóvenes cualidades y
aptitudes valiosas para el bien común. Más ello no
significa que haya que destruir la individualidad y que el
individuo se convierta en simple instrumento de la comunidad,
como una abeja o una hormiga. Una comunidad de individuos
moldeados con el mismo patrón, sin originalidad ni
objetivos propios sería una sociedad empobrecida sin
posibilidades de evolución.

El objetivo ha de ser, al contrario, formar individuos
que actúen y piensen con independencia y que consideren,
no obstante, su interés vital más importante el
servicio a la comunidad. Mas, detrás de cada triunfo
está la motivación que constituye su fundamento y
que a su vez se ve fortalecida por la consecución del fin
del proyecto. La influencia educativa que ejerce sobre el alumno
la ejecución de un trabajo puede ser muy distinta,
según provenga del miedo al castigo, la pasión
egoísta o el deseo de placer y satisfacción. Y
nadie sostendrá, creo, que la administración del
centro de enseñanza y la actitud de los profesores no
influye en la formación de la psicología de los
alumnos.

Para mí lo peor de la escuela es que utiliza como
fundamento el temor, la fuerza y la autoridad. Este tratamiento
destruye los sentimientos sólidos, la sinceridad y la
confianza del alumno en sí mismo. Crea un ser sumiso. En
cierto modo es fácil liberar a los centros de
enseñanza de este grave mal. El poder del maestro debe
basarse lo menos posible en medidas coactivas, de modo que la
única fuente de respeto del alumno al profesor sean las
cualidades humanas e intelectuales de éste. El motivo que
enunciamos en segundo lugar, la ambición, o dicho en forma
más moderada, la busca de respeto y consideración
de los demás, es algo que se halla muy enraizado en la
naturaleza humana. Si no se diese un estímulo mental de
este género, sería del todo imposible la
cooperación entre los seres humanos.

El deseo de obtener la aprobación del
prójimo es, desde luego, uno de los poderes de
cohesión más importantes de la sociedad. En este
complejo de sentimientos, se hallan unidas de manera estrecha
fuerzas constructivas y destructivas. El afán de
aprobación y reconocimiento es un estímulo sano,
pero el designio de ser reconocido como el mejor, el más
fuerte o más inteligente que el prójimo o el
compañero de estudias, conduce muy pronto a una actitud
psicológica en exceso egoísta, que puede resultar
dañosa para el individuo y la comunidad. Así, la
institución de enseñanza y el profesor deben
cuidarse de emplear el fácil método de fomentar la
ambición personal para impulsar a los alumnos al trabajo
diligente. No pocas personas han citado en este sentido la
teoría de la lucha por la vida y de la selección
natural de Darwin como una autoridad para fomentar el
espíritu de lucha.

Hay quienes han intentado también demostrar de
manera seudocientífica que es necesaria la destructiva
lucha económica, fruto de la competencia entre los
individuos. Esto es un error, pues el hombre debe su fuerza en la
lucha por la vida al hecho de ser un animal social. Lo mismo que
la contienda entre las hormigas de un mismo hormiguero
impediría la supervivencia de éste, el
enfrentamiento entre los miembros de una misma comunidad humana
atenta contra su supervivencia. Por consiguiente, tenemos que
prevenirnos contra quienes predican a los jóvenes el
éxito, en el sentido habitual, como objetivo de la vida.
El valor de un hombre debería juzgarse en función
de lo que da y no de lo que recibe. La motivación
más gratificante del trabajo, en la escuela, en la vida,
es el placer que proporciona el trabajo mismo, el que ofrecen sus
resultados y la certeza del valor que tienen estos logros para la
comunidad. Para mí la tarea decisiva de la
enseñanza es despertar y fortalecer estas fuerzas
psicológicas en el joven. Esta base psicológica
genera por sí sola un deseo gozoso de obtener la
posesión más valiosa que pueda alcanzar un ser
humano: conocimiento y destreza artística. Hacer surgir
estos poderes psicológicos productivos es, por supuesto,
más difícil que utilizar la fuerza o despertar la
ambición individual, si bien tiene un mérito
más elevado. Si un joven ha adiestrado sus músculos
y su resistencia física en la marcha y en la gimnasia,
podrá más tarde realizar cualquier tarea ruda. Lo
mismo sucede con el empleo de la inteligencia y el ejercicio de
la aptitud mental y manual.

No se equivocaba, pues, quien expresó:
"Educación es lo que queda cuando se olvida lo que se
aprendió en la escuela". La escuela tiene que plantearse
siempre como objetivo que el joven salga de ella con una
personalidad armónica, y no como un especialista. Lo
primero debería ser desarrollar la capacidad general para
el pensamiento y el juicio independientes y no la
adquisición simple de conocimientos especializados. Si un
individuo domina los fundamentos de su disciplina y ha aprendido
a pensar y a trabajar con autonomía, encontrará sin
duda su camino, y además será mucho más
hábil para adaptarse al progreso y los cambios, que el
individuo cuya formación consista sólo en la
adquisición de algunos conocimientos detallados. En
síntesis, quiero subrayar una vez más que lo dicho
aquí de manera un tanto categórica no pretende ser
más que la opinión personal de un hombre que
únicamente se funda en su propia experiencia como alumno y
como profesor.(1945) El Estado y la conciencia individual,
Resulta fácil decir que no puede considerarse responsable
al individuo por actos ejecutados mediante una presión
insoportable, porque el individuo depende por completo de la
sociedad en que vive y ha de aceptar sus normas ciertamente. Mas
la misma formulación de esta idea permite ver hasta
qué punto tal concepción contradice nuestro sentido
de la justicia. La presión externa logra, en alguna
medida, reducir la responsabilidad del individuo, pero nunca
eliminarla. En los juicios de Nürenberg se aceptó
este principio. Todo lo que tiene importancia moral en nuestras
instituciones, leyes y costumbres, puede deducirse de la
interpretación del sentido de la justicia por parte de
innumerables individuos. Las instituciones son impotentes, en el
aspecto ético, a menos que las apoye el sentido de la
responsabilidad de los individuos actuantes. Todo esfuerzo por
elevar y fortalecer este sentido de la responsabilidad es un
elevado servicio a la humanidad. En nuestro tiempo, los
científicos y los ingenieros asumen una responsabilidad
moral muy grande porque la creación y perfeccionamiento de
instrumentos militares de destrucción generalizada cae
dentro de su campo concreto de actividad. (1948) Respuesta de
Einstein a la Academia rusa de ciencias. "Cuatro de mis colegas
rusos han publicado un benevolente ataque contra de mí por
medio de una carta abierta aparecida en el New Times. Aprecio el
esfuerzo que han realizado y más todavía el hecho
de que hayan expresado su punto de vista de manera tan abierta y
directa. Cuando se trata de problemas humanos, actuar con
inteligencia sólo es posible si se intenta comprendes los
pensamientos, motivos e ideas del oponente de manera tan profunda
que sea posible ver el mundo a través de sus ojos. Toda
persona bien intencionada debe tratar de contribuir, en la medida
más amplia de sus posibilidades, al mejoramiento de esa
clase de comprensión. Con este espíritu quiero
pedir a mis colegas rusos, y a cualquier otro lector que acepten
esta respuesta a su carta. Se trata de una réplica de un
hombre que con ansiedad pretende hallar una solución
adecuada sin forjarse la ilusión de que él mismo
conoce "la verdad" o "el recto camino" a seguir. Si a lo largo de
estas líneas expreso mis opiniones de modo algo
dogmático, debe quedar claro que sólo lo hago por
razones de claridad y simplicidad. Si bien la carta de ustedes,
en lo esencial, aparece como un ataque contra los países
no socialistas, en particular los Estados Unidos, creo que
detrás de la fachada agresiva existe una actitud mental
defensiva, que conduce hacia un aislacionismo casi ilimitado.
Esta actitud aislacionista no es difícil de comprender si
se advierte todo lo que Rusia ha sufrido de parte de
países extranjeros durante las tres últimas
décadas: las invasiones alemanas y su genocidio de la
población civil, la sistemática campaña de
calumnias en la prensa occidental, el apoyo que obtuvo Hitler en
su condición de instrumento para luchar contra Rusia.Sin
embargo, por comprensible que resulte este deseó de
aislamiento, no deja de ser menos desastroso para Rusia y para
todas las otras naciones. Volveré sobre este tema
más adelante. El elemento decisivo del ataque de ustedes
se refiere al apoyo que he brindado a la idea de un "gobierno
mundial". Me interesaría discutir este importante problema
sólo después de haber dicho unas pocas palabras
acerca del antagonismo entre el socialismo y el capitalismo.
Está claro que la actitud de ustedes acerca del sentido de
esta contradicción domina por completo sus puntos de vista
sobre los problemas internacionales. Si se considera con
objetividad el problema socioeconómico se llegará
al siguiente planteamiento: el desarrollo tecnológico ha
traído consigo una creciente centralización del
mecanismo económico. Este desarrollo es responsable
asimismo de que el poder económico en todos los
países más industrializados se haya concentrado en
las manos de unos pocos. Estas personas, en los países
capitalistas no tienen que dar cuenta de sus acciones ante el
conjunto del pueblo; en cambio, sí deben hacerlo en los
países socialistas, en los que son funcionarios como los
que tienen el poder político.

Pienso con ustedes que una economía socialista
posee ventajas que definitivamente compensan sus desventajas,
siempre que su administración -al menos hasta cierto
punto- esté a la altura indispensable. Llegará sin
duda el día en que todas las naciones -en tanto existan
como tales- expresarán su gratitud a Rusia por haber
demostrado, por primera vez, la posibilidad práctica de
una economía planificada, no obstante sus enormes
dificultades. También creo que el capitalismo, o lo que
llamaríamos el sistema de libre empresa, será
incapaz de frenar el paro, que se hará crónico a
causa del progreso tecnológico, y tampoco podrá
mantener un equilibrio saludable entre la producción y el
poder adquisitivo del consumidor. Además no debemos
incurrir en el error de reprochar al capitalismo la existencia de
todos los males sociales y políticos que nos aquejan. En
primer término esta idea es peligrosa porque alimenta la
intolerancia y el fanatismo por parte de todos sus "creyentes",
al permitir que un método social se transforme en un credo
religioso que trata de traidores o delincuentes a todos los que
no pertenecen a él. Cuando se ha llegado a esta
situación la aptitud para comprender las convicciones y
los actos de los "infieles" se desvanece por completo.Todo
gobierno es malo en sí mismo, en cuanto lleva en su seno
la tendencia a convertirse en una tiranía. Sin embargo,
con la excepción de un pequeño número de
anarquistas, estamos convencidos de que la sociedad civilizada no
puede existir sin un gobierno. En un país ordenado existe
cierto equilibrio dinámico entre la voluntad del pueblo y
el gobierno, lo cual evita que éste degenere en
tiranía. Resulta manifiesto que el peligro de ese
deterioro es más agudo en un país en que el
gobierno tiene autoridad no sólo sobre las fuerzas armadas
sino también sobre todos los niveles de la
educación y de la información, así como
sobre la existencia económica de cada uno de sus
ciudadanos. Digo esto sólo para señalar que el
socialismo como tal no puede ser considerado la solución
de todos los problemas, sino el simple marco dentro del cual tal
solución es posible. Lo que me ha sorprendido en la
actitud general de ustedes, expresada en su carta, es lo
siguiente: ustedes son acérrimos enemigos de la
anarquía en el ámbito económico y, a la vez,
apasionados defensores de la anarquía -por ejemplo, una
soberanía ilimitada- en el ámbito de lo
político internacional.

La propuesta de restringir la soberanía de los
estados individuales les parece inaceptable en sí misma,
como si se tratara de un tipo de violación de un derecho
natural. Además, tratan de demostrar que detrás de
la idea de restringir la soberanía, los Estados Unidos
ocultan su intención de dominar y explotar
económicamente al resto del mundo sin necesidad de ir a
una guerra.

Ustedes intentan justificar esa
aseveración en tanto analizan a su manera las acciones
individuales de este gobierno desde el fin de la última
guerra. Y quieren demostrar que la Asamblea de las Naciones
Unidas es un simple espectáculo de títeres
controlado por los Estados Unidos, y desde luego, por los
capitalistas americanos. Estos argumentos me parecen un tanto
mitológicos; no son convincentes. Empero, a partir de
ellos se torna evidente el profundo abismo que divide a los
intelectuales de nuestros dos países, resultado de un
lamentable y artificial aislamiento mutuo.Si debe posibilitarse y
ahondarse un intercambio personal y libre de puntos de vista, los
intelectuales -tal vez más que nadie- podrían
contribuir a la creación de una atmósfera de mutua
comprensión entre las dos naciones y sus problemas. Esta
atmósfera constituye un requisito previo y necesario para
un provechoso desarrollo de la cooperación
política. Sin embargo, y dado que por el momento
dependemos del engorroso método de las "cartas abiertas",
quiero señalar en forma breve mi reacción ante los
argumentos de ustedes. Nadie querrá negar que la
influencia de la oligarquía económica sobre todos
los campos de nuestra vida pública es muy poderosa. Pero
esta influencia no debe ser sobreestimada, Franklin D. Roosevelt
fue elegido presidente no obstante la desesperada
oposición de estos poderosos grupos, y se le
reeligió tres veces, y ello aconteció en una
época en la que debían tomarse decisiones de suma
importancia.

Respecto a los planes del gobierno americano desde el
fin de la guerra no quiero ni soy capaz ni me siento en
condiciones de justificarlas o explicarlos. Con todo no se puede
negar que las sugerencias del gobierno americano referentes a las
armas atómicas han representado, de algún modo, un
intento de crear una organización supranacional de
seguridad. Si no resultaron aceptables, han servido, por cierto,
como base de discusión para lograr que realmente se
solucionaran los problemas de la seguridad internacional. Y en
efecto la actitud del gobierno soviético, en parte
negativa y en parte dilatoria, ha dificultado a a gente bien
intencionada de este país el uso de su influencia
política en la medida en que lo hubiera deseado y la
posibilidad de oponerse a los "mercaderes de la guerra". En
cuanto a la influencia de los Estados Unidos sobre la Asamblea de
las Naciones Unidas debo expresar que, en mi opinión, no
sólo surge del poderío económico y militar
de este país sino también de los esfuerzos de los
EE.UU. y las Naciones Unidas para avanzar hacia una genuina
solución del problema de la seguridad. En lo que se
refiere al controvertido poder del veto creo que el empeño
realizado para eliminarlo o neutralizarlo tiene su causa primera
en el empleo abusivo que se hace de él y no en las
intenciones concretas de los Estados Unidos.

Consideremos ahora la sospecha de ustedes según
la cual la política de los Estados Unidos pretende obtener
la dominación económica y la explotación de
otras naciones. Constituye un intento precario decir algo veraz
acerca de los fines y las intenciones. Es preferible examinar los
factores objetivos en este caso. Los Estados Unidos tienen la
fortuna de producir en su propia tierra todos los productos
industriales indispensables y los comestibles, en cantidad
suficiente. También posee el país todo tipo de
materia prima, o las más importantes.A causa de la firme
creencia en la "libre empresa" no puede mantenerse el nivel
adquisitivo del pueblo en equilibrio con la capacidad productiva
del país. Por esta razón existe el constante
peligre de que el paro alcance dimensiones amenazadoras. Por
tales circunstancias los Estados Unidos se ven obligados a
aumentar su comercio exterior. Sin él la nación no
podría mantener por completo en actividad su maquinaria
productiva. Esta situación no sería dañina
si las exportaciones estuvieran compensadas por importaciones del
mismo valor.

La explotación de las naciones extranjeras
consistiría, pues, en que el valor en términos de
trabajo de las importaciones excedería en mucho el de las
exportaciones. Sin embargo, se realiza toda clase de esfuerzos
para impedirlo, puesto que casi cada importación deja
inactiva parte de la maquinaria productiva. Así pues los
países extranjeros no están en condiciones de pagar
las mercancías que exportan los Estados Unidos, porque
esos pagos a largo plazo sólo podrían hacerse
mediante importaciones. Se explica entonces el origen de una gran
cantidad de oro que ha llegado a los Estados Unidos. En su
totalidad este oro no puede ser utilizado sino para la
adquisición de mercancía extranjera, lo que, por la
razón ya señalada, no es posible. Las razones que
acabo de indicar me impiden tomar en serio la pretendida
explotación del mundo que se atribuye a los Estados
Unidos.

Sin embargo, la situación descrita
tiene un aspecto político comprometido. Debido a las
causas indicadas los Estados Unidos se ven forzados a enviar
parte de su producción hacia países extranjeros.
Estas exportaciones son financiadas por préstamos que los
Estados Unidos ofrecen a los países extranjeros. Resulta
difícil imaginar cómo serán devueltos esos
préstamos. En la práctica, pues, esos
préstamos pueden ser considerados regalos utilizables como
armas en la arena política. Frente a las condiciones
existentes y las características generales de los seres
humanos, debo admitir con franqueza que esto representa un
verdadero peligro.Empero, ¿no es verdad que estamos
enredados en unas relaciones internacionales en que toda
invención de nuestras mentes y todo bien material se puede
convertir en un arma y, por tanto, en un peligro para la
humanidad? Esta pregunta nos conduce al más importante de
los temas, frente al cual lo demás resulta insignificante.
Sabemos que la fricción entre las potencias conduce,
más tarde o más temprano, a la guerra, y que esa
guerra, dadas las actuales circunstancias significaría la
destrucción en masa de seres humanos y bienes materiales,
cuyas dimensiones serían mucho, mucho mayores que las de
todo otro conflicto que se haya producido hasta el presente.
¿Es realmente inevitable que a causa de nuestras pasiones
y costumbres heredadas estemos condenados a aniquilarnos entre
nosotros mismos, sin que exista la posibilidad de que quede algo
digno de ser conservado? ¿No es verdad que todas las
controversias y diferencias de opinión expresadas en
nuestro curioso intercambio epistolar son bagatelas si se las
compara con el peligro frente al cual nos hallamos? ¿No
debemos intentar todo cuanto esté a nuestro alcance para
eliminar el riesgo que amenaza a todas las naciones por
igual?

Si nos adherimos al concepto y a la
práctica de la soberanía ilimitada de las naciones
el resultado será que cada una se reservará el
derecho de lograr sus objetivos a través de la guerra. En
ese caso cada país debe estar preparado para esa
eventualidad; esto quiere decir que intentará por todos
los medios de ser superior a los restantes. Tal objetivo
dominará progresivamente nuestra vida pública y
envenenará a la juventud mucho antes de que la
catástrofe se desencadene sobre nosotros.No debemos
tolerar esta situación mientras podamos mantener un
mínimo de capacidad de pensamiento y de sentimientos
humanos. Sólo esto es lo que se halla en mi mente cuando
apoyo la idea de un "gobierno mundial", sin cálculo alguno
acerca de lo que otras personas puedan maquinar al trabajar para
el mismo objetivo. Defiendo la idea de un gobierno mundial porque
estoy convencido de que no hay otro camino para eliminar el
más terrible de los peligros que hoy enfrenta el hombre.
Antes que ningún otro el objetivo de evitar la
destrucción total debe tener prioridad. Estoy seguro de
que ustedes comprenderán que esta carta ha sido escrita
con toda la seriedad y la honestidad de que soy capaz;
confío en que la aceptarán con el mismo
espíritu".(1948) ¿Por qué socialismo? Para
el ser humano individual, el concepto abstracto de "sociedad"
significa la suma total de sus relaciones directas e indirectas
con sus contemporáneos y con los integrantes de las
generaciones anteriores. El individuo se halla en condiciones de
pensar, sentir, luchar y trabajar por sí mismo; sin
embargo, en su existencia física, intelectual y emocional
depende tanto de la sociedad que resulta imposible pensar en
él o comprenderlo fuera del marco de aquélla. La
"sociedad" proporciona al hombre su comida, su vestido, un hogar,
las herramientas de trabajo, el lenguaje, las formas de
pensamiento y la mayor parte de los contenidos del pensamiento;
la vida del hombre se realiza a través del trabajo y de
los progresos de muchos millones de personas del pasado y del
presente, ocultas tras la simple palabra "sociedad".

Pero en tanto que todo el proceso vital de las hormigas
y de las abejas se halla determinado hasta en sus menores
detalles por rígidos instintos hereditarios, la estructura
social y las interrelaciones de los seres humanos son muy
variables y expuestas al cambio. La memoria, la capacidad de
efectuar nuevas combinaciones, el poder de la comunicación
oral han abierto entre los hombres, la posibilidad de ciertos
desarrollos que no están dictados por las necesidades
biológicas. Estos procesos se manifiestan a través
de las tradiciones, las instituciones y las organizaciones, en la
literatura, en la ciencia y en los éxitos de la
ingeniería, en las obras de arte.

Así se explica que, en cierto sentido, el hombre
sea capaz de influir en su vida mediante su propia conducta y que
desempeñen un papel importante en este desarrollo el
pensamiento y el deseo conscientes. En el instante de nacer, el
hombre adquiere, a través de la herencia, una
constitución biológica que podemos considerar fija
e inalterable, en la que se incluyen los impulsos naturales que
son característicos de la especie humana. Además,
en el transcurso de su vida el hombre erige una
constitución cultural que extrae de la sociedad mediante
la comunicación y diversos otros tipos de
influencia.

En el correr del tiempo esta constitución
cultural queda sujeta al cambio y determina, en amplia medida, la
relación entre individuo y sociedad. Con la ayuda de la
investigación comparativa de las llamadas culturas
primitivas, la antropología moderna nos enseña que
la conducta social de los seres humanos puede diferenciarse
profundamente, según los esquemas culturales y los tipos
de organización que predominen en la sociedad. En esto han
fijado sus esperanzas quienes luchan para mejorar el destino del
hombre: los seres humanos no están condenados por su
constitución biológica a aniquilarse entre
sí ni ser presa de un hado cruel constituído por
ellos mismos.Si nos interrogamos cómo es posible cambiar
la estructura de la sociedad y la actitud cultural del hombre de
modo que la vida humana resulte altamente satisfactoria,
tendremos que advertir en todo momento que existen ciertas
condiciones que no podemos transformar. Según hemos visto,
la naturaleza biológica del hombre, en sentido
práctico no está sujeta a cambio. Por otra parte
los desarrollos tecnológicos y demográficos de los
últimos siglos han creado condiciones que han de perdurar.
En núcleos de población bastante densos, en los
cuales los bienes de consumo son indispensables para una
existencia continuada, resulta por completo necesaria una total
división del trabajo y un aparato productivo centralizado
al extremo. Si bien al mirar hacia atrás parece tan
idílico, ha desaparecido para siempre el tiempo en el que
los individuos o unos grupos pequeños podían
aspirar al autoabastecimiento. Apenas se exagera si se dice que
la humanidad constituye hoy una comunidad planetaria de
producción y consumo. En este lugar de mi
exposición debo señalar, de manera breve, lo que
para mí constituye la esencia de la crisis de nuestro
tiempo. La cuestión reside en la relación entre el
individuo y la sociedad. El individuo ha tomado conciencia, ahora
más que nunca de su situación de dependencia ante
la sociedad. Mas no considera que esa dependencia sea un hecho
positivo, un nexo orgánico, una fuerza protectora, sino
que la advierte como una amenaza a sus derechos naturales y a su
existencia económica. Por otra parte, su posición
dentro de la comunidad permite que sus impulsos egoístas
se acentúen de modo constante, en tanto que sus impulsos
sociales -que por naturaleza son más débilesse
deterioren progresivamente.Sea la que fuere su posición en
la sociedad, todos los seres humanos sufren este proceso de
deterioro. Prisioneros de su propio egoísmo sin saberlo,
se sienten inseguros, solitarios y despojados del goce ingenuo,
simple y directo de la vida. El hombre tiene que encontrar el
sendero de la vida -por estrecho y peligroso que sea- sólo
a través de la entrega de sí mismo a la sociedad.
La anarquía económica de la sociedad capitalista,
según existe hoy, es, en mi opinión, la verdadera
fuente de todos los males. Observamos cómo se levanta ante
nosotros una inmensa comunidad de productores, cuyos miembros
luchan sin cesar para despojarse unos a otros de los frutos del
trabajo colectivo, no ya mediante la fuerza, sino con el apoyo
total de normas legalmente establecidas.En este plano es
indispensable comprender que los medios de producción, es
decir, toda la capacidad productiva que se necesita para producir
tanto bienes de consumo como bienes de inversión, pueden
ser, en forma legal -y de hecho en su mayoría lo son-
propiedad privada de ciertos individuos. En razón de la
simplicidad, en la exposición que sigue emplearé el
vocablo "trabajador" para designar a quienes no comparten la
propiedad de los medios de producción, aunque ello no
corresponda al uso habitual del término. El propietario de
los medios de producción está en condiciones de
comprar la capacidad laboral del trabajador. A través del
uso de los medios de producción el trabajador produce
nuevos bienes que se convierten en propiedad del capitalista.El
punto esencial de este proceso es la relación existente
entre lo que el trabajador produce y lo que recibe como paga,
ambos elementos medidos en términos de su valor real.
Puesto que el contrato laboral es "libre", lo que el trabajador
recibe está determinado no por el valor real de los bienes
que produce, sino por sus necesidades mínimas y por la
cantidad de mano de obra solicitada por el sistema en
relación con el número de trabajadores que compiten
por un empleo.Es importante comprender que, aun en teoría,
la paga del trabajador no está determinada por el valor
real de su producto. El capital privado tiende a concentrarse en
pocas manos, en parte a causa de la competencia entre los
capitalistas y en parte debido al desarrollo tecnológico y
a la creciente división de la clase obrera, hechos que
determinan la formación de unidades mayores de
producción, en detrimento de las unidades menores. El
resultado es una oligarquía del capital privado, cuyo
enorme poder no puede ser controlado con eficacia ni siquiera por
una sociedad política organizada de acuerdo con los
principios democráticos. Sucede así porque los
miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los
partidos políticos, que reciben fuertes influencias y
sustanciosa financiación de los capitales privados que en
la práctica separan al electorado de la
legislatura.

Resulta entonces que los representantes del pueblo no
protegen con justicia y en la medida necesaria los intereses de
los sectores menos privilegiados de la población. En las
circunstancias actuales, además, los capitales privados
controlan, de manera directa o indirecta, las principales fuentes
de información (prensa, radio, educación). Resulta
entonces difícil y en la mayoría de los casos casi
imposible, que el ciudadano llegue a conclusiones objetivas y
pueda realizar un uso inteligente de sus derechos
políticos.

La situación predominante en una economía
basada en la propiedad privada del capital se caracteriza por dos
principios fundamentales: primero, los medios de
producción -el capital- son propiedad privada y sus
propietarios disponen de ellos según lo crean conveniente;
segundo, el contrato laboral es libre. Por supuesto que no existe
una sociedad capitalista pura, en este sentido.En particular
observemos que los trabajadores, a través de largas y
duras luchas políticas han conseguido ciertas ventajas en
el "contrato laboral libre" para ciertas categorías de
trabajadores.Pero estimada en su conjunto la economía del
presente no se distingue que mucho del capitalismo "puro". El fin
de la producción es el beneficio, no su consumo. No se
tiene en cuenta que a todos aquellos que sean capaces de trabajar
y quieran hacerlo se les ofrezca la posibilidad de conseguir un
empleo; siempre existe, por lo general, un "ejército de
parados". El trabajador se ve acosado por el temor constante de
perder su puesto.Debido a que los trabajadores sin trabajo y mal
pagados no proporcionan un mercado lucrativo, la
producción de bienes de consumo se reduce con sus graves
consecuencias. A menudo el progreso tecnológico
desencadena una mayor cantidad de parados, en vez de aliviar la
carga para todos. El interés por el lucro, junto con la
competencia entre los capitalistas, es responsable de la
inestabilidad del ritmo de acumulación y
utilización del capital, que conduce a severas y
crecientes depresiones. La competencia ilimitada provoca el
derroche de trabajo y la amputación de la conciencia
social de los individuos, fenómeno del que ya he hablado
antes. Pienso que el peor daño que ocasiona el capitalismo
es el desmedro del hombre. Todo nuestro sistema educativo se ve
perjudicado por esta mácula. Se inculca en los estudiantes
una actitud competitiva exagerada; se los adiestra en el culto
del éxito adquisitivo como preparación para su
futura carrera. Tengo la convicción de que existe un
único camino para eliminar estos graves males, que pasa
por la adopción de una economía socialista,
acompañada por un sistema educativo que esté
orientado hacia objetivos sociales. En ese sistema
económico, los medios de producción serán
propiedad del grupo social y se utilizarán según un
plan. Una economía planificada que regule la
producción de acuerdo con las necesidades de la comunidad,
distribuirá el trabajo que deba realizarse entre todos
aquellos capaces de ejecutarlo y garantizará la
subsistencia a todo ser humano.

La educación de los individuos, además de
promover sus propias habilidades innatas, tratará de
desarrollar en ellos un sentido de responsabilidad ante su
prójimo, en vez de exaltar el valor del poder y del
éxito, como ocurre en la sociedad actual. Por supuesto hay
que subrayar que una economía planificada no es
todavía el socialismo. La economía planificada
podría hallarse unida a la esclavización completa
de la persona. La realización del socialismo exige
resolver problemas sociopolíticos de gran dificultad. En
efecto, si consideramos la centralización fundamental del
poder político y económico, ¿cómo se
logrará impedir que la burocracia se convierta en una
entidad omnipotente y arrogante? ¿Cómo es posible
proteger los derechos del individuo para asegurar así un
contrapeso democrático que equilibre el poder de la
burocracia?

Partes: 1, 2

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