Es la tarde del Miércoles 28 de Julio del 2021
(1). El presidente entrante, al medio día, terminó
su mensaje a la nación. Las vivas y las hurras de las
tribunas no dejan de sonar. Han habido muchos proyectos de ley
del nuevo presidente y muchos logros alcanzados por el presidente
saliente. Pero sin duda alguna, el último logro fue
aplaudido en costa, sierra y selva, resonando como un tambor
gigante que al unísono llenó de patriotismo el
pecho que estaba henchido de emoción. Por fin, lo que
soñaron nuestros próceres, nuestros pensadores,
nuestros historiadores, nuestros viejos maestros ya es una
realidad. Se informa al país que "ya todos los peruanos
entre los 6 y los 80 años, que tienen uso de razón,
comprenden totalmente lo que leen".
Recuerdo que hace tan solo 8 años, en el 2013,
cuando ocupábamos la triste estadística de ser los
últimos en comprensión de lectura entre los
65 países según el Programa para la
Evaluación Internacional de Estudiantes (2) y (3),
sentí vergüenza. Maldije a los que nos colocaron en
ese triste lugar. Los malos políticos y las malas
autoridades y sus promesas falsas sonaban como un platillo, metal
contra metal, en mis oídos. Veía que mis parientes
más jóvenes, no comprendían lo que
leían y eso me entristecía mucho. Decían en
los periódicos que había un gran crecimiento
económico, que habían muchas nuevas construcciones,
que habíamos puesto hasta satélites orbitando el
planeta, que ganábamos concursos de canto internacionales,
que nuestras voleibolistas quedaban cuartas en el mundo, que esto
y que aquello.
El boom de la construcción abría
más y mejores centros comerciales en casi todas las
ciudades. Pero también sentía mucha tristeza cuando
un viejo amigo que se había ido del Perú en 1985
alejado por el flagelo del terrorismo, había vuelto ese
2013 y juntos leímos en el periódico esa casi
humillante noticia, que nos puso la piel de gallina, que nos hizo
sentir mentirosos, que nos hizo pensar que nada de lo alcanzado
era real, si no lográbamos que los peruanos "comprendiesen
lo que leían". Todo parecía un partido de
póker, en una gran mesa redonda, con muchos apostadores y
con el jugador que nos representaba, que era nuestro presidente.
Y él apostaba su juego, con cartas sin ninguna figura, es
decir lo que se conoce en el argot de los apostadores como
"BLUFF". Al final de ese juego, los demás apostadores
vieron las cartas de todos y Oh sorpresa, nuestro presidente no
tenía ninguna carta de valor. Así me sentí
cuando leí esa triste estadística. Pero al pasar
estos 8 años y leer en el mismo periódico de aquel
2013, en su versión digital, aprovechando la nueva
tecnología de los teléfonos inteligentes y de las
tablets, que ya en este 2021 usan dispositivos de tipeado en
forma de hologramas, me emocioné casi hasta las
lágrimas, regocijándome que todos mis paisanos
que tienen uso de razón, comprendían perfectamente
lo que leían.
Mi padre, que murió en el 2005, me comentó
lo triste que era el nivel educativo, sobre todo en nuestras
serranías y en nuestros poblados selváticos
más pobres. Ni siquiera nuestra pujante costa se salvaba
de esa terrible realidad. Mi padre suspiraba y me comentaba su
aspiración, que la educación mejorara en nuestra
tierra inca. Ese anhelo de mi padre me torturaba como un yugo en
el cuello y sentía dolor en mi pensamiento como educador.
La gente, al no comprender lo que leía, no procesaba en su
cabecita la información que recibía.
Era tan ajeno, era tan distante, era tan banal, que
tuviéramos grandes escritores, incluso un premio Nobel de
literatura, un gran compositor de música internacional, un
gran cantante de ópera, un gran chef de reconocido
prestigio, y muchos peruanos de buena voluntad, que hacían
lo posible y lo imposible por hacer quedar bien el nombre del
Perú. Sin embargo, era casi una ofensa que la
mayoría de peruanos no comprendiesen lo que leían.
¿Acaso no era suficiente razón para sentir
lástima por mis queridos paisanos del Perú?.
¿Acaso cualquier peruano bien nacido, no sentiría
que los demás "nos pasaban por encima en el campo
educativo", como un tren a toda velocidad sobre el riel del
entendimiento?. ¿De qué servía que hubieran
más edificios, más grandes almacenes, más
universidades, más institutos, más escuelas, si la
mayoría de gente no comprendía lo que
leía?. Incluso los padres de familia confiaban en
cualquier tipo de colegio, universidad o instituto para sus
hijos, y no se daban el trabajo de analizar con más
eficacia y con más testimonios, si los educadores eran
personas calificadas o no y se dejaban influenciar sólo
por la publicidad en los medios de comunicación, pensando
que "a más color y más musicalización del
comercial del lugar a educar a sus hijos, supuestamente era
mejor". Si como fruto de sus estudios el alumno no
comprendía lo que leía, jamás tomaría
buenas decisiones en su vida familiar y laboral.
Los padres de familia estaban entusiasmados de poder
costear una carrera a sus hijos, que mejor si salen "con un
título universitario o un grado académico de
algún instituto superior". Que mejor oportunidad para
salir de la pobreza. Se sentían ciudadanos con derechos
iguales pues sus hijos accederían a la universidad o al
Instituto….Pero, si lo analizamos a profundidad,
¿sus hijos progresarían si no entendían
lo que leían?
Había sido indignante ver que la
mayoría de los presidentes que habían usado la
banda presidencial mintieron o por alguna razón no
pudieron cumplir sus promesas para mejorar la educación
peruana, pero las promesas quedaban en solo eso. . . promesas.
Nadie se preocupó de ese tema a plena cabalidad… Los
mejores esfuerzos de los ministros de educación, eran
solamente para que leyeran y escribieran, es decir para tratar de
erradicar el analfabetismo, pero casi nadie se preocupaba que
comprendieran lo que leyeran. Parecía que
ésto era a propósito. Era para justificar su forma
de trabajar, o quizás tenían algún
interés "oculto bajo la manga". Quizás así
plasmarían una ganancia de votos, y cuanto menos
reflexión y más ignorancia hubiera, más
fácil tendrían el camino del triunfo
electoral.
Recordé una vieja película del gran
comediante mexicano Mario Moreno Cantinflas, en su
película "El Profe", donde al pueblo lo tenían
sumido en la ignorancia para que su "Cacique" y su Presidente
municipal, se enriquecieran. De la misma forma en Perú,
siempre se ganarían elecciones, sean locales, regionales y
presidenciales. De pronto algo ocurrió entre el
2013 y el 2021. Algo supremo, algo magnánimo, algo casi
mágico. Pareciera que el soplo divino hubiera inspirado a
un nuevo candidato a presidente. Ese candidato, que luego fue
presidente, cristalizó el gran deseo de mi padre.
Utilizó lo humano y lo casi divino y logró imponer
un nuevo estilo educativo.
Los viejos maestros, que no lograron que la gente
comprendiera lo que leía, fueron reemplazados por nuevos
maestros, con una mística distinta. Era forjar un nuevo
tipo de educación en el Perú.
Pero ¿dónde estuvo el gran secreto para
lograrlo? Después de mucho analizar, vi todo
claramente, como San Juan el apóstol vio a través
de sus revelaciones, las profecías del apocalipsis.
Aquí mi visión casi "San
Juanística":
En dicha visión, mi país había
cambiado su forma de pensar. Pero sobre todo nuestras
autoridades gubernamentales lo habían hecho. El campo
educativo era la "clave del verdadero desarrollo",
más que las inversiones en grandes obras civiles e
industriales y la inversión en armamento. Los verdaderos
reemplazos de las "balas y bombas", eran nuestros nuevos
ciudadanos, llenos de nueva información, llenos de un
legado de datos con un valor incalculable y sobre todo con una
mejor autoestima que podía hacerlos competitivos con
cualquier ciudadano del mundo. No bastaba con que la gente lea y
escriba. Ahora era mucho más importante comprender.
De ningún modo se iba a tolerar tener "dirigentes
mediocres en el Sector educativo", de esos que por
politiquería absurda y nefasta, engañaban a la
mayoría de los otros maestros, con promesas irreales y con
amenazas permanentes a la estabilidad de los gobiernos. Y lo peor
era que muchos de ellos, ni siquiera con las evaluaciones para
concursar o permanecer en las plazas docentes, aprobaban sus
exámenes. Habíamos visto pueblos enteros donde los
maestros daban un triste espectáculo pues tenían
notas desaprobatorias y muchos tenían la ridícula
intención de "jalar a sus alumnos" pese a que ellos mismos
no habían aprobado sus exámenes de
evaluación.
En mi visión, esa época terminó.
Atrás quedaron esas épocas de huelgas, muchas de
ellas con sólo un afán de protagonismo, de acosos
sexuales a los alumnos, de indiscriminadas peticiones de sobornos
a los padres para que sus hijos "pasen al siguiente año o
ciclo académico", etcétera. Esa época era
"la de antes". Ahora había algo distinto. En mi
visión, el nuevo maestro, era tan preocupado, que sin
importar si le pagaban más, imponía su
vocación más que su deseo económico.
Ellos eligieron ser maestros. Nadie les impuso serlos. Si
sólo hubieran querido ganar dinero, hubieran elegido otra
profesión u oficio. Pero escogieron la más noble y
sacrificada de las profesiones. El educar era formar. Educar era
forjar gente del mañana.
Una vez más tuve la visión que una nueva
era había llegado a mi Perú, que desde los Incas
fueron una gran nación y cuya cultura luego de la
conquista había declinado. Sin embargo esa mezcla de
culturas entre lo hispano y lo incaico, no había resultado
como el propio Dios hubiera querido. Faltaba algo más por
imponerse. Casi quinientos años lo determinaron. Para el
2016, nuestro nuevo presidente, verdaderamente pensó
cambiar la educación.
Le importó eso mucho más que todos los
convenios nacionales e internacionales, con un propósito
meramente económico. Mi país había ingresado
a una especie de "tren del saber". Un tren cuyo maquinista (el
primer mandatario) era más educador que
político. Él quería ver un país
verdaderamente grandioso. Un país que no solamente tenga
cero analfabetos, sino que tenga cero personas que no
comprendieran lo que leyeran. Había puesto su propia vida,
su propio ser, su propia conciencia, su propio prestigio,
pensó en los mejores, pensó en los mayores,
pensó en los experimentados, pensó en los
idealistas, pensó en los románticos. Pero de todo
ello concibió una especie de menjunje ordenado. Un especie
de jugo surtido, producto de licuar cientos de frutas, las
mejores y más deliciosas frutas así como las
más nutritivas y menos dañinas. Las que
tenían cáscara con abundantes vitaminas y fibras,
las que tenían jugosas pulpas, llenas de agua y de
energía. Incluso las secas, productos de la experiencia y
las más jugosas, con savia fresca y olorosa. Las
había dulces, las había ácidas. Las
había agrias y hasta amargas. Y la conjunción de
esas frutas dio un sabor auténtico. Se había
logrado un nuevo sabor: El sabor a "victoria
educativa".
Esa visión me pareció grandiosa. Por fin,
mis descendientes tendrían una educación distinta.
Una educación sin tapujos ni tabúes. Una
educación real. Una educación por todos, de todos y
para todos. Un mestizaje educativo que daría un nuevo
educando. Si los más niños comprendían, los
más jóvenes también lo harían. Los
universitarios y los estudiantes de institutos ya podrían
comprender mejor lo que leían. Ya no pasarían la
vergüenza frente a entrevistas y reportajes televisivos de
decir que MIGUEL GRAU y FRANCISCO BOLOGNESI "eran simplemente"
los nombres de dos plazas. Ya no pasarían la
vergüenza de decir que dos más dos era tres. Ya no
pasarían la vergüenza de escribir BURRO con V chica y
VACA con B grande. Esta nueva educación estaba a la par
con cualquiera del mundo desarrollado.
Era la educación deseada por todos mis ancestros
y que nunca se podía alcanzar. Muchos lo intentaron.
Muchos dieron toda su vida para tratar de lograrlo, pero faltaba
algo más importante. Faltaba la verdadera
mística educativa. Esa mística que solo se vio
en educadores como el gran San Juan Bautista de La Salle, que
teniendo una inmensa fortuna, la donó toda para dedicarla
a educar a todas las clases sociales. Esa mística mitad
humana y mitad divina, que tendía puentes entre la
ignorancia y la sabiduría, entre lo incomprensible y lo
entendible, entre el querer y el saber. Había llegado un
nuevo estilo de educar: Leer antes que memorizar y comprender
antes que sólo leer.
Más que la vieja "correa o chicote" estaba el
"hacer entender", no a golpes, pero si con mucha reflexión
y seriedad. No pensando en la vieja campana del colegio,
esperando con ansias que suene para irse al recreo o a la salida.
Era hora de educar "de a verdad". Esa
visión tenía un sonido a gloria. Era como si el
mismísimo Padre celestial hubiera bajado de su reino a la
tierra y con su magnánima misericordia y piedad, se
hubiera preocupado que uno por uno, los peruanos comprendieran lo
que leyeran. Y que al mirarnos con su infinito amor, los
conocimientos fluyeran de un lado a otro, como un rio suave pero
firme, como un manantial con agua limpia, como una catarata con
aguas llenas de conocimientos.
La visión que tenía me indicaba una cosa
importante. Ya no eran tiempos de políticas
cortoplacistas, Ni tiempos de engaños. Nuestro
presidente tomaba muy en serio su misión de educar.
Desde el Cielo los grandes maestros miraban con ilusión su
misión. Los viejos esquemas estaban por romperse. Un nuevo
amanecer vislumbraba un nuevo Perú. Nunca más los
peruanos serían engañados. Nunca más los
peruanos serían forzados. Nunca más los peruanos
serían víctimas de los abusos. Ahora si
comprendían lo que leían. Ya no eran
"adormecidos" por periódicos vulgares ni verían
únicamente televisión basura. Ahora, como
sabían comprender, podían leer más. Era un
verdadero nuevo amanecer que había llegado con este 2021
de tanta expectativa, que asemejaba al novio, cuando espera a la
novia en la puerta de su Iglesia, para que su unión sea
bendecida.
Ya se fueron los tiempos de la mentira y de la dejadez.
Se fueron los tiempos en que por ociosidad, muchos maestros
calificaban a sus alumnos "por el número de páginas
de las tareas que les mandaban". Ahora ocurría todo lo
contrario. Quien menos escribía y mostraba "el
corazón de la idea", es decir el "zumo del conocimiento",
en pequeñas dosis, como un perfume muy concentrado, pero
con fragancia exquisita, era quien más nota
tenía. Una mezcla de sabiduría y de
comprensión. De usar las neuronas no solamente para
respirar y comer, sino para alimentar nuestra alma con
conocimientos .
Un viejo pensamiento que alguna vez propagué
decía "El mejor MAESTRO no es aquel que enseña
MAS, sino el que enseñando MENOS deja MAS huella en el
alumno PARA SU BIEN". Era hora de cobrarme una vieja revancha
que tuve en mi juventud cuando fui maestro universitario. Ese
pensamiento lo apliqué cuando fui catedrático en
mis primeros años como profesional. No fui bien entendido
por muchos de mis colegas. Pero en mi visión, vislumbraba
que había llegado el momento de la verdad. Había
llegado el momento de la justicia legítima y oportuna. Era
un acto de amor "químicamente puro", comprender que para
ser maestro en cualquiera de los grados, años o ciclos,
hay que tener verdadera vocación. Ser maestro
permitía dar el más sublime de los amores sin
esperar nada a cambio. Pero en el fondo, con esta visión,
que los alumnos ya entendían lo que leían,
había un pequeño "TUFITO de orgullo", de un orgullo
bien entendido.
Había empezado una especie de
"germinación". Una nueva "plantita" estaba brotando de la
tierra. De esa tierra bendita llamada Perú. Era el momento
esperado. Era el momento que nuestros padres, nuestros abuelos y
toda su rama genealógica que los antecedieron, esperaron
con ansias y con frustración. Había llegado por fin
ese grandioso día en que todos los peruanos podían
comprender bien lo que leían. Salvando las distancias en
tiempo y en espacio, me sentía en mi visión, como
los judíos se sintieron al ser liberados en tiempos del
Faraón por Moisés. Las trompetas de Josué
sonaban unas tras otras. El día de la "liberación"
había llegado. Me sentí como un pequeño
Moisés o como un minúsculo Josué, anunciando
con bombos y platillos, que mi Perú dejó de ser
subdesarrollado. El entender lo que se lee, era el "gran
primer paso". Lo demás, como lo diría el libro
de los libros, vendría por añadidura.
Jamás pensé que tanto gozo, tanta
exaltación, tanta promesa mencionada, pero jamás
cumplida, podía volverse una realidad. Por fin se
podía saborear el "dulce de nuestra educación". Por
fin podíamos degustar el "saladito" de nuestra
comprensión. Por fin probábamos el "amarguito" del
entendimiento. Era como una fusión de nuestra comida
peruana desde los tiempos incas hasta nuestros días.
Habíamos descubierto el mejor de los potajes, el mejor de
los manjares, el mejor de los sabores. Habíamos
descubierto lo que no tiene precio. Lo que es el principio de la
felicidad y justicia social. Era el tiempo de "comprender". Era
el tiempo de "soñar". Nada ni nadie nos lo
quitaría. Sabíamos que podía ocurrir, pero
nunca nos atrevimos. Llegó "alguien" y cambió la
historia.
Recuerdo cuando niño, que uno de mis maestros me
decía: "La hora es la hora. No es antes ni
después". Ese gran maestro que me enseñó en
la Secundaria, jamás pensó que esa hora
llegaría. Que muchos años después, uno de
sus alumnos vislumbrara el verdadero éxito de su
nación. Educar es algo más que aprender a leer y
escribir. Es algo más que sumar, restar, multiplicar y
dividir. Educar es algo más que asimilar conocimientos de
los institutos y de las universidades. Educar es entregar nuestro
más precioso flujo. Como cuando engendramos y la llenamos
de amor a la mujer que amamos. Ese flujo de conocimientos
jamás puede ser al azar. Ese flujo de conocimientos es
pujanza, es mérito, es resistencia, en una palabra es
dedicación. Insistir en que el alumno comprenda y no
que se conforme con sólo memorizar. Es que pueda
discernir. Es que pueda dialogar. Es incluso que pueda cambiar y
discrepar. Los grandes hombres lo han hecho. Pero son rarezas
humanas. Por eso cambiaron al mundo. La historia así lo
indica. Obviamente, el Estado debería preocuparse por
mejorar sus condiciones de alimentación y transporte,
tanto de maestros como de alumnos. Pero en el campo educativo,
mucho de lo que se debía alcanzar pasaba por la
"decisión de los propios maestros y del propio gobierno
de turno".
Mi visión además me indicaba que mi
Perú milenario ya encontró una buena tierra donde
crecer. Si la tierra no está abonada, la semilla no crece
o muere en su intento de sobrevivir. O las plagas debilitan la
raíz y matan dicha planta. La nueva semilla de la nueva
educación tiene algo distinto tanto en forma como en
fondo. Es como la fusión más excelsa que existe.
Siempre recuerdo que cuando se intenta mezclar el agua y el
aceite, jamás se logra nada. Pero si se utilizan
sustancias especiales para que la mezcla "se junte", el resultado
es fabuloso. Lo que parecía imposible se había
logrado. La visión está clara frente a mis ojos.
Mis paisanos ya comprenden lo que leen. Que maravillosa
lección para transmitirla. Ese tipo de noticias sí
que vale la pena leerla en los diarios, escucharla en las
radioemisoras y verlas en cualquier canal de televisión o
en el propio internet.
El ser educado con este nuevo sistema, haría que
nuestros hijos y los suyos hagan un mejor Perú.
Atrás quedaron las épocas cuando los
engañaban los malos políticos, que por ganar votos
electoreros, les hacían creer que el pan era un metal y
que el oro era una verdura. La confusión sólo
favorecía al que tenía algún interés
creado y guardado con malicia en el consciente o incluso en el
subconsciente. Mucha agua ha corrido bajo el puente. Si esta
visión me decía que la ignorancia había sido
derrotada, supongo que fue como el perdón divino
enviándonos al Redentor, para dejar atrás la
tentación de Eva y Adán, al morder la manzana
prohibida. Pero en el caso bíblico, lo prohibido era por
designio divino. En cambio, el no educar correctamente, era un
cruel designio humano. Era ver a los peruanos sumidos en la
frustración, en la derrota moral, en la
ignorancia.
Este nuevo peruano del 2021 ya olía a victoria.
Olía a rosas. Olía a magnolias. Era una fragancia
que se expandía "a rabiar" por los 4 puntos cardinales.
Era el sabor de la EDUCACION VICTORIOSA. Ahora si mis paisanos
comprenderían todo lo que leyeran y no se
asustarían por ello. Abrirían nuevas industrias.
Abrirían nuevos negocios. Nuevos centros comerciales y
nuevas bibliotecas se impondrían a lo banal y a lo
común. Las personas ya no se conformarían con
leer las tiras cómicas o las noticias de farándula
de la prensa. Ahora sabrían que leyendo y comprendiendo lo
que leen, tendrían muchas oportunidades que sus padres o
abuelos no tuvieron, como ellas ahora las tienen. Ahora no se
aburrirían leyendo un buen libro y abrirían nuevos
senderos que podían llevar a la prosperidad de sus
familias y de familia en familia harían progresar a la
nación.
Ese 2021 sonaba a Perú. Como una nueva
canción de nuestra Chabuca Granda, que llenaría un
poco más el puente "con aromas de mixturas que en su pecho
llevaba". Así sonaba ese gran día. Feliz 28 para
mis paisanos. Hoy me siento más orgulloso de ser peruano.
Hoy miércoles 28 de Julio del 2021 mi país cumple
200 años de su independencia y cumple un día de ser
"libre de la mala educación". Una verdadera victoria del
hombre peruano. Todo tiene un propósito. Había que
dar una plegaria al Altísimo, porque nuestro Presidente
saliente lo entendió y apostó a ganador. No se
dejó avasallar por los intereses poderosos. No se
dejó amedrentar por los que querían a la gente en
ignorancia. Él debía dejar ese legado a sus hijos y
a los que vengan también. Y casi sin quererlo,
había legado una nueva educación a todos los
demás. Hermosa mañana ese 28 de Julio del 2021.
Pese a ser invierno, el sol brilla en su esplendor. Lo que
normalmente es día de lluvia, nos sorprendió a
todos y hoy ha salido el sol. Hasta el verde de las hojas hoy
día reverdece como en primavera.
El nuevo amanecer de la educación peruana llama a
cada una de nuestras puertas. Penetra en cada uno de nuestros
corazones. Nos llena de sangre. Nos llena de ganas de aprender.
Los viejos grandes maestros ya no estarán decepcionados.
Su gran Perú con alto nivel de cultura y conocimiento en
todos los pueblos, ya es una realidad. El primer paso fue la
alfabetización. El segundo era la comprensión de
lectura. El que lee debe comprender. El que comprende
está preparado para cambiar. Está preparado para
confrontar. Está preparado para hilvanar. No basta saber
leer. No basta con saber escribir. Ahora el comprender hace
más fácil la vida. Ya no dejaremos a nuestros hijos
un Perú triste. Ahora el Perú ha ingresado por la
puerta grande a los países desarrollados. La semilla del
bien ha sido esparcida por nuestro nuevo país. Que mejor
regalo para nuestro bicentenario que cantarle su
"cumpleaños feliz" y darle como obsequio, lo más
sublime que es una educación real y "comprensible" para
todos. Atrás quedaron las añoranzas y halagos de
los que pensaban que ya habíamos llegado al tope. Ya
sentía que habíamos llegado a una especie de
"orgasmo mental" cuando de pronto. . . me di cuenta que todo
era un sueño.
Nada había cambiado. Los mismos sistemas
educativos seguían aquel miércoles 28 de Julio del
2021. Pasé momentos de confusión. Quería
volver a mi sueño. ¡Pero si parecía
real¡… Parecía que había llegado a
mi "paraíso educativo terrenal". Entonces,
¿Qué ocurrió? ¿Fue acaso el resultado
de una mala digestión este triste despertar o
quizás era tan fuerte mi anhelo, que logré llevarlo
a mi yo interior y penetrar como un hipnotismo
profundo?
¡Qué sé yo!
La verdad que me sentí traicionado por mí
mismo. No podía comprender el porqué de mi
sueño y sobre todo el porqué de mi frustrado
despertar. Si mis descendientes veían este 28 de Julio del
2021 con ilusión, ¿Qué podía esperar
de su comprensión de lectura, si casi ninguno de ellos
entendía bien lo que leía?
La última vez que me ocurrió algo parecido
fue hace muchos años, en 1998. Recuerdo que había
soñado que estaba en una hermosa fiesta, donde mi madre
(que falleció en 1997) bailaba muy alegre. Pensé
que todos los momentos de tristeza de su ausencia de ese
año eran una fea pesadilla. Y que alegría volver a
disfrutar de su compañía y de repente… el
zarpazo. Me desperté y vi que solo fue un hermoso
sueño. Algo similar entonces me había ocurrido.
Simplemente eso.
Me puse a reflexionar y me pregunté. ¿Por
qué no puede ser realidad esa visión educativa del
2021? Traté de justificarme diciendo: seguro que
algún día eso será una realidad, y
pensé que tal vez yo no lo llegue a ver, pero si mis
descendientes. Pero conforme pasaron las horas, me
desperté de cuerpo y alma. Pude ver claramente,
¿que debía hacer yo para cambiar esa historia? .y
sobre todo aconsejar a los que tienen "ojos y oídos" y
tienen poder, sea político o económico.
¿Qué debían hacer los demás para
hacer del 2021 un hermoso despertar en lo educativo?
Lo primero que se me ocurrió es decirle al
Perú, ¡BASTA DE OCIOSIDAD!
Lo segundo fue decirle al Perú: "Nuestros
hijos merecen ser educados mejor que nosotros". Educarlos
mejor no significa comprarles la mejor computadora ni el mejor
teléfono inteligente, lo principal es que "comprendan lo
que leen". Ni la mejor computadora del mundo ni el mejor
teléfono inteligente les enseñará a pensar.
Eso depende mucho de los maestros que enseñan en colegios,
institutos o universidades. Incluso los intentos de mejorar la
comprensión y la educación por parte de entidades
como el movimiento "ENSEÑA PERU" (4) aún son muy
leves y se necesitan muchos más proyectos como
éstos. Es como si estuviéramos con cáncer y
como medicina nos dieran calmantes o remedios contra el
cáncer pero sólo preliminares. Es mucho
más lo que se debe recibir y hacer.
Lo tercero fue decirle al Perú: Si lo que
persiste, hace que nada cambie y que nada mejore, entonces
cambiemos lo que persiste. Los grandes hombres que cambiaron
al mundo, desde tiempos inmemoriales, así lo han
demostrado. Si no fuera por su persistencia, por su prudencia,
por su paciencia y por su puntualidad, no hubieran logrado muchas
de sus metas. Si me levanto a las 6 de la mañana para
hacer algo y no me sale bien, y al día siguiente cambio mi
hora de levantarme y lo hago a la 5 de la mañana y me
resulta bien, entonces lo debo volver rutina, aunque me cueste
sacrificio.
Si cada mujer, si cada hombre, si cada niño, si
cada anciano, hace "su parte" y como las "partes hacen un todo",
ese todo puede ser mejor que lo anterior. Por ello si todos
cambiamos, la resultante también cambiará. Si
cambian las familias, cambiará el barrio, cambiará
el distrito, cambiará la ciudad, cambiará el
país. Si hay menos egoísmo y menos
politiquería barata, los educandos del Perú
recibirán más de los educadores. ¿De
qué sirve tener un delicioso pastel servido en la mesa, si
dentro del mismo hay un insecto rastrero? ¿Acaso eso no
nos dará asco?
Si vamos a una reunión y conocemos a una linda
chica, ¿no sería muy triste descubrir que esa
hermosa mujer es cínica, es farsante, es de una vida
licenciosa, es ociosa, etcétera?. La raíz del
problema es lo que debemos enfrentar. No basta con lo
superficial, Hay que llegar a dicha raíz si pretendemos
un verdadero cambio. Como diría un viejo pensamiento,
"si la manzana de la cesta está podrida, y tienes hambre,
entonces busca una manzana en el árbol y recógela.
Ahí tendrás mejores frutos".
¿Acaso los médicos no indican que deben
extirpar una pierna gangrenada, si deben preservar la vida?
¿Acaso no somos capaces de echar a la basura los huevos
podridos de nuestro gallinero, si el olor característico
nos lo indica? ¿Acaso si vemos un mal elemento en una
reunión familiar que hace escándalo,
embriagándose, faltándole el respeto a nuestras
damas, golpeando a nuestros ancianos, robando nuestros bienes, no
lo expulsamos de la reunión?. Eso se llama tener
"agallas". Eso se llama tener sentido del deber y de la
responsabilidad. Eso se llama "hacer lo correcto". Que nuestros
valores se impongan. Que nuestros principios se impongan. No
tengamos miedo. No seamos cobardes. Si somos autoridades "este es
el momento para empezar".
Si así lo hacemos, en los próximos
años podremos lograr ver ese nuevo amanecer de la
educación peruana. Es cuestión de querer hacerlo.
La mala semilla se retira. "Ningún sindicato ni amenazas
de huelga, so pretexto de mejoras económicas, debe
malograr la educación peruana en el siglo 21". Y si es
necesario cortar de raíz y retirar a maestros
inútiles y ociosos, hay que hacerlo por el bien de la
educación peruana. El objetivo de mejorar la
educación de todo un pueblo, debe ser siempre superior al
de un solo individuo que no sirve como educador. De ninguna forma
le "debe temblar la mano a la autoridad del sector
Educación para ese objetivo nacional, por más dura
que sea su decisión". El país entero y la historia
se lo agradecerán tarde o temprano.
Un gran maestro que tuve en mi época
universitaria me decía: "Cuando uno es un buen
profesional y mucho más cuando es un buen maestro o
profesor, jamás necesita hacer huelga, pues los Jefes
siempre reconocerán su labor. El pretexto de los mediocres
es que siempre dicen: no reconocen mi trabajo. En el caso de los
maestros peor aún".
El mensaje de mi gran maestro fue: "conviértete
en un gran ser humano educador y los demás te
gratificarán". Cuando uno "destaca intelectualmente y/o
operativamente en cualquier trabajo, siempre se hará
necesario e indispensable para dicho trabajo". Por ahí
se empieza. Ese es el primer paso.
El segundo paso es cambiar el Presupuesto del Estado
para el Sector Educación. Es necesario QUINTUPLICAR o
SEXTUPLICAR el actual presupuesto para dicho sector. A la par de
crear o construir nuevas escuelas y/o Colegios bien
implementados, se les debe imponer un estándar de calidad
para que tengan una mejor eficiencia y efectividad, debiendo ser
los encargados de fiscalizar dicha labor, los organismos
intelectuales apolíticos, que actúen como
árbitros de grandes juegos. Los más eficientes. Los
más capaces, son los que deben fiscalizar. De ninguna
manera deben tener alguna tendencia política, sea de
derecha, de centro o de izquierda, ni pertenecer a algún
partido político, pues si responden a intereses
partidarios, no serán IMPARCIALES o NEUTRALES al
evaluar.
Si somos exigentes con nuestros ciudadanos, debemos ser
mucho más exigentes con nuestros educadores, y mucho
más exigentes con nuestros evaluadores de maestros.
Ahí está la nueva semilla de la
educación. "A mejores maestros mejores alumnos ".
Cambiemos esa historia. Hagamos del Perú un país de
grandes maestros. Busquémoslos por todas partes. Si es
preciso traigamos de afuera a grandes sabios para que eduquen a
nuestros maestros. Vale la pena la inversión.
Benjamín Franklin decía: "Dime y lo
olvido. Enséñame y lo recuerdo. Involúcrame
y lo aprendo. (5). A eso le agregaría: "Lo leo y lo
comprendo y lo que retenga en mi mente nunca más lo
olvidaré". Un viejo político colombiano
decía: "por la ignorancia se desciende a la servidumbre.
Por la educación se asciende a la libertad". Alcancemos
permanentemente esa libertad de pensamiento y comprensión
lectora y nunca más seremos engañados por
nadie.
Es la hora del cambio. No hagamos que esa visión,
sea sólo una ilusión. El Perú puede y debe
llegar al bicentenario con algo concreto. Basta de las mil
promesas incumplidas de siempre. Nos toca a la civilidad y en
particular a los ciudadanos comunes y corrientes, exigir otro
estilo educativo. Un poeta estadounidense decía: "todo
hombre que conozco es superior a mí en algún
sentido. En ese sentido, aprendo de él." (6). Nada
más sabio este pensamiento, pues el "comprender lo que
otro dice", permite estar de acuerdo o discrepar. Ese es el
fundamento de saber construir una nación próspera.
Esa es la verdadera democracia.
Para llegar a ser un educador del bicentenario, hay que
saber cómo llegar al más íntimo sentimiento
del educando. Hay que calar en él y penetrar con nuestras
ideas y conceptos hasta el mismo centro de su cerebro y
así quedará fijado en el mismo centro de su
corazón. No hay acto más sublime, que dar lo que
somos, por nuestro prójimo. Así nos lo
enseñaron en nuestra niñez.
La mayor de las dificultades para forjar y formar un
educando en el 2021 es "encontrar por donde llegar a él".
Si logramos encontrar ese "agujero del saber, habremos sembrado
patria".
Una reflexión final. Nunca hemos estado tan
cerca de poder cambiar la educación peruana. La
tecnología, el internet, la fibra óptica, los
teléfonos inteligentes, las redes sociales,
etcétera pueden sernos muy útiles. Pese a que hay
muchos detractores que indican que los artefactos y la modernidad
tecnológica han traído muchos problemas a la
humanidad, en realidad todo depende que ángulo utilicemos.
Todo lo que se ha hecho para el bien, se puede usar para el mal y
viceversa. Hasta una inocente pluma, puede ser usada para
escribir una infamia. Un humilde pan, puede ser envenenado y
matar un ser humano. Un vivificante vaso con agua, puede
contaminarse con bacterias y enfermarnos. Un ladrillo que es la
base para construir una casa donde cobijarnos, puede convertirse
en un arma mortal. Lo más tierno puede convertirse en lo
más atroz y lo que "parece agresivo" puede hacernos mucho
bien.
La verdadera sabiduría de un educador, no
está en llenar páginas tras páginas de
conocimientos. Todo lo contrario, la verdadera
sabiduría de un educador, es lograr que con menos
palabras, su alumno llegue a comprender mejor. Esa debe ser
la misión del educador y del organismo estatal de control
educativo. Hacer educación para el bicentenario de la
independencia del Perú es un duro reto. Pero ese reto
puede ser verdad. Todo depende del gran Jefe de los Educadores Y
ese Jefe, definitivamente debe ser el Jefe de Estado. La peor de
las ignorancias es olvidarse de esa misión.
El bicentenario presenta al Perú en cambio de
gobierno. Si el tiempo del que entre al poder en el 2016 es
insuficiente, al menos que empiece con un cambio. Que empiece a
demostrar con argumentos contundentes, que el gran secreto
para que la gente comprenda lo que lee, es que desde niños
hay que escribir mucho menos, y resumir mucho más. De
esa forma la idea central quedará expuesta y no se
llenarán de cientos y cientos de páginas, para
decir lo mismo que en pocas páginas con lo
fundamental.
Los peruanos tenemos derecho a progresar. Los hijos del
mañana se deben sembrar hoy. Cuando estemos ad portas de
la muerte, debemos hacer un último acto evaluando nuestra
vida y decir antes de nuestro encuentro con nuestro Creador,
¿Qué hice yo para cambiar la educación de mi
país? ¿Fui un elemento perturbador para holgazanear
o quizás fui la semilla necesaria para llamar a la
reflexión y mejorar? Si la respuesta es que "actué
para cambiar para bien", la siguiente pregunta es
¿Qué me faltó hacer? Si la respuesta es que
me faltó más acción y menos palabras,
tendré toda la eternidad para lamentarlo. Si pudimos hacer
algo para cambiar la educación y no lo hicimos, la
historia de nuestro Perú nos juzgará. Si pudimos
hacer que cada educando haya comprendido lo que leyó,
habremos tenido una gran misión en nuestro paso
terrenal. Y cada generación que venga, cuando analice
la historia de nuestro país, se preguntará
¿Quién cambió la educación y la hizo
grande en el bicentenario?, muchas fuentes de información
dirán, fue el "maestro desconocido". Aquel que no
pedía nada a cambio. Aquel que tuvo como noble
misión entregar su vida y su cerebro, para que los otros
cerebros piensen mejor y comprendan mejor. Supongo, que al cruzar
la línea de la vida, ese solo acto estará con un
peso específico muy alto para compensar nuestros
terrenales pecados. Como diría mi padre: "aún queda
mucho por hacer, pero si no empezamos por el principio, no
sabremos lo que es avanzar".
Sólo el tiempo y la voluntad decidirá si
cruzamos el umbral del bicentenario con mejores maestros y
alumnos y si hicimos del Perú, un país con ganas de
aprender, con ganas de educar, con ganas de saber y el resto de
países dirán de nosotros "el que tuvo las
agallas de cambiar la educación de ese país lo hizo
grandioso. Lo hizo envidiable. Lo hizo justiciero y sobre todo lo
hizo culto".
Espero muy sinceramente, que este humilde aporte llegue
a las personas correctas y con ganas de cambiar y mejorar la
educación en nuestra querida patria, pues ha sido
elaborado con el mejor de los deseos y con el mejor de los
sentimientos, tratando de usar la propia experiencia de vida al
servicio de nuestros niños y jóvenes. Al escribir
este ensayo tengo 52 años y algo de experiencia al
servicio de la sociedad, y en particular al servicio de la buena
educación de las nuevas generaciones. Ellos son el
presente y el futuro. Ellos tendrán puestos claves y
gobernarán nuestro país algún día. Si
ellos comprenden lo que leen, tomarán mejores decisiones y
cuando seamos muy ancianos, en el epílogo de nuestra
existencia humana, podremos decir al cerrar por última vez
nuestros ojos …"Dejo en buenas manos a mi nación. HE
CUMPLIDO CON MI MISION". AMEN.
Bibliografía:
(1)
http://www.calendario-365.es/calendario-2021.html
(2)http://elcomercio.pe/lima/sucesos/peru-ocupa-ultimo-lugar-comprension-lectora-matematica-ciencia-noticia-1667802
(3)http://elcomercio.pe/lima/sucesos/ministro-educacion-necesitamos-cambios-dramaticos-sistema-educativo-noticia-1667823
(4) http://ensenaperu.org/
(5)http://www.proverbia.net/citastema.asp?tematica=204
(6)http://www.proverbia.net/citastema.asp?tematica=204&page=3
Autor :
Juan Carlos Vélez
Fundador de CEATECI
CEATECI
Venta MUNDIAL de cursos ebook
técnicos productivos para hacer negocios con poca
inversión