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El Perú entero comprende lo que lee…Sueños de un Educador




Enviado por Juan Carlos Velez



    Es la tarde del Miércoles 28 de Julio del 2021
    (1). El presidente entrante, al medio día, terminó
    su mensaje a la nación. Las vivas y las hurras de las
    tribunas no dejan de sonar. Han habido muchos proyectos de ley
    del nuevo presidente y muchos logros alcanzados por el presidente
    saliente. Pero sin duda alguna, el último logro fue
    aplaudido en costa, sierra y selva, resonando como un tambor
    gigante que al unísono llenó de patriotismo el
    pecho que estaba henchido de emoción. Por fin, lo que
    soñaron nuestros próceres, nuestros pensadores,
    nuestros historiadores, nuestros viejos maestros ya es una
    realidad. Se informa al país que "ya todos los peruanos
    entre los 6 y los 80 años, que tienen uso de razón,
    comprenden totalmente lo que leen".

    Recuerdo que hace tan solo 8 años, en el 2013,
    cuando ocupábamos la triste estadística de ser los
    últimos en comprensión de lectura entre los
    65 países según el Programa para la
    Evaluación Internacional de Estudiantes (2) y (3),
    sentí vergüenza. Maldije a los que nos colocaron en
    ese triste lugar. Los malos políticos y las malas
    autoridades y sus promesas falsas sonaban como un platillo, metal
    contra metal, en mis oídos. Veía que mis parientes
    más jóvenes, no comprendían lo que
    leían y eso me entristecía mucho. Decían en
    los periódicos que había un gran crecimiento
    económico, que habían muchas nuevas construcciones,
    que habíamos puesto hasta satélites orbitando el
    planeta, que ganábamos concursos de canto internacionales,
    que nuestras voleibolistas quedaban cuartas en el mundo, que esto
    y que aquello.

    El boom de la construcción abría
    más y mejores centros comerciales en casi todas las
    ciudades. Pero también sentía mucha tristeza cuando
    un viejo amigo que se había ido del Perú en 1985
    alejado por el flagelo del terrorismo, había vuelto ese
    2013 y juntos leímos en el periódico esa casi
    humillante noticia, que nos puso la piel de gallina, que nos hizo
    sentir mentirosos, que nos hizo pensar que nada de lo alcanzado
    era real, si no lográbamos que los peruanos "comprendiesen
    lo que leían". Todo parecía un partido de
    póker, en una gran mesa redonda, con muchos apostadores y
    con el jugador que nos representaba, que era nuestro presidente.
    Y él apostaba su juego, con cartas sin ninguna figura, es
    decir lo que se conoce en el argot de los apostadores como
    "BLUFF". Al final de ese juego, los demás apostadores
    vieron las cartas de todos y Oh sorpresa, nuestro presidente no
    tenía ninguna carta de valor. Así me sentí
    cuando leí esa triste estadística. Pero al pasar
    estos 8 años y leer en el mismo periódico de aquel
    2013, en su versión digital, aprovechando la nueva
    tecnología de los teléfonos inteligentes y de las
    tablets, que ya en este 2021 usan dispositivos de tipeado en
    forma de hologramas, me emocioné casi hasta las
    lágrimas, regocijándome que todos mis paisanos
    que tienen uso de razón, comprendían perfectamente
    lo que leían
    .

    Mi padre, que murió en el 2005, me comentó
    lo triste que era el nivel educativo, sobre todo en nuestras
    serranías y en nuestros poblados selváticos
    más pobres. Ni siquiera nuestra pujante costa se salvaba
    de esa terrible realidad. Mi padre suspiraba y me comentaba su
    aspiración, que la educación mejorara en nuestra
    tierra inca. Ese anhelo de mi padre me torturaba como un yugo en
    el cuello y sentía dolor en mi pensamiento como educador.
    La gente, al no comprender lo que leía, no procesaba en su
    cabecita la información que recibía.

    Era tan ajeno, era tan distante, era tan banal, que
    tuviéramos grandes escritores, incluso un premio Nobel de
    literatura, un gran compositor de música internacional, un
    gran cantante de ópera, un gran chef de reconocido
    prestigio, y muchos peruanos de buena voluntad, que hacían
    lo posible y lo imposible por hacer quedar bien el nombre del
    Perú. Sin embargo, era casi una ofensa que la
    mayoría de peruanos no comprendiesen lo que leían.
    ¿Acaso no era suficiente razón para sentir
    lástima por mis queridos paisanos del Perú?.
    ¿Acaso cualquier peruano bien nacido, no sentiría
    que los demás "nos pasaban por encima en el campo
    educativo", como un tren a toda velocidad sobre el riel del
    entendimiento?. ¿De qué servía que hubieran
    más edificios, más grandes almacenes, más
    universidades, más institutos, más escuelas, si la
    mayoría de gente no comprendía lo que
    leía
    ?. Incluso los padres de familia confiaban en
    cualquier tipo de colegio, universidad o instituto para sus
    hijos, y no se daban el trabajo de analizar con más
    eficacia y con más testimonios, si los educadores eran
    personas calificadas o no y se dejaban influenciar sólo
    por la publicidad en los medios de comunicación, pensando
    que "a más color y más musicalización del
    comercial del lugar a educar a sus hijos, supuestamente era
    mejor". Si como fruto de sus estudios el alumno no
    comprendía lo que leía, jamás tomaría
    buenas decisiones en su vida familiar y laboral.

    Los padres de familia estaban entusiasmados de poder
    costear una carrera a sus hijos, que mejor si salen "con un
    título universitario o un grado académico de
    algún instituto superior". Que mejor oportunidad para
    salir de la pobreza. Se sentían ciudadanos con derechos
    iguales pues sus hijos accederían a la universidad o al
    Instituto….Pero, si lo analizamos a profundidad,
    ¿sus hijos progresarían si no entendían
    lo que leían?

    Había sido indignante ver que la
    mayoría
    de los presidentes que habían usado la
    banda presidencial mintieron o por alguna razón no
    pudieron cumplir sus promesas para mejorar la educación
    peruana, pero las promesas quedaban en solo eso. . . promesas.
    Nadie se preocupó de ese tema a plena cabalidad… Los
    mejores esfuerzos de los ministros de educación, eran
    solamente para que leyeran y escribieran, es decir para tratar de
    erradicar el analfabetismo, pero casi nadie se preocupaba que
    comprendieran lo que leyeran. Parecía que
    ésto era a propósito. Era para justificar su forma
    de trabajar, o quizás tenían algún
    interés "oculto bajo la manga". Quizás así
    plasmarían una ganancia de votos, y cuanto menos
    reflexión y más ignorancia hubiera, más
    fácil tendrían el camino del triunfo
    electoral.

    Recordé una vieja película del gran
    comediante mexicano Mario Moreno Cantinflas, en su
    película "El Profe", donde al pueblo lo tenían
    sumido en la ignorancia para que su "Cacique" y su Presidente
    municipal, se enriquecieran. De la misma forma en Perú,
    siempre se ganarían elecciones, sean locales, regionales y
    presidenciales. De pronto algo ocurrió entre el
    2013 y el 2021. Algo supremo, algo magnánimo, algo casi
    mágico. Pareciera que el soplo divino hubiera inspirado a
    un nuevo candidato a presidente. Ese candidato, que luego fue
    presidente, cristalizó el gran deseo de mi padre.
    Utilizó lo humano y lo casi divino y logró imponer
    un nuevo estilo educativo.

    Los viejos maestros, que no lograron que la gente
    comprendiera lo que leía, fueron reemplazados por nuevos
    maestros, con una mística distinta. Era forjar un nuevo
    tipo de educación en el Perú.

    Pero ¿dónde estuvo el gran secreto para
    lograrlo
    ? Después de mucho analizar, vi todo
    claramente, como San Juan el apóstol vio a través
    de sus revelaciones, las profecías del apocalipsis.
    Aquí mi visión casi "San
    Juanística":

    En dicha visión, mi país había
    cambiado su forma de pensar
    . Pero sobre todo nuestras
    autoridades gubernamentales lo habían hecho. El campo
    educativo era la
    "clave del verdadero desarrollo",
    más que las inversiones en grandes obras civiles e
    industriales y la inversión en armamento. Los verdaderos
    reemplazos de las "balas y bombas", eran nuestros nuevos
    ciudadanos, llenos de nueva información, llenos de un
    legado de datos con un valor incalculable y sobre todo con una
    mejor autoestima que podía hacerlos competitivos con
    cualquier ciudadano del mundo. No bastaba con que la gente lea y
    escriba. Ahora era mucho más importante comprender.
    De ningún modo se iba a tolerar tener "dirigentes
    mediocres en el Sector educativo", de esos que por
    politiquería absurda y nefasta, engañaban a la
    mayoría de los otros maestros, con promesas irreales y con
    amenazas permanentes a la estabilidad de los gobiernos. Y lo peor
    era que muchos de ellos, ni siquiera con las evaluaciones para
    concursar o permanecer en las plazas docentes, aprobaban sus
    exámenes. Habíamos visto pueblos enteros donde los
    maestros daban un triste espectáculo pues tenían
    notas desaprobatorias y muchos tenían la ridícula
    intención de "jalar a sus alumnos" pese a que ellos mismos
    no habían aprobado sus exámenes de
    evaluación.

    En mi visión, esa época terminó.
    Atrás quedaron esas épocas de huelgas, muchas de
    ellas con sólo un afán de protagonismo, de acosos
    sexuales a los alumnos, de indiscriminadas peticiones de sobornos
    a los padres para que sus hijos "pasen al siguiente año o
    ciclo académico", etcétera. Esa época era
    "la de antes". Ahora había algo distinto. En mi
    visión, el nuevo maestro, era tan preocupado, que sin
    importar si le pagaban más, imponía su
    vocación más que su deseo económico
    .
    Ellos eligieron ser maestros. Nadie les impuso serlos. Si
    sólo hubieran querido ganar dinero, hubieran elegido otra
    profesión u oficio. Pero escogieron la más noble y
    sacrificada de las profesiones. El educar era formar. Educar era
    forjar gente del mañana.

    Una vez más tuve la visión que una nueva
    era había llegado a mi Perú, que desde los Incas
    fueron una gran nación y cuya cultura luego de la
    conquista había declinado. Sin embargo esa mezcla de
    culturas entre lo hispano y lo incaico, no había resultado
    como el propio Dios hubiera querido. Faltaba algo más por
    imponerse. Casi quinientos años lo determinaron. Para el
    2016, nuestro nuevo presidente, verdaderamente pensó
    cambiar la educación.

    Le importó eso mucho más que todos los
    convenios nacionales e internacionales, con un propósito
    meramente económico. Mi país había ingresado
    a una especie de "tren del saber". Un tren cuyo maquinista (el
    primer mandatario) era más educador que
    político
    . Él quería ver un país
    verdaderamente grandioso. Un país que no solamente tenga
    cero analfabetos, sino que tenga cero personas que no
    comprendieran lo que leyeran. Había puesto su propia vida,
    su propio ser, su propia conciencia, su propio prestigio,
    pensó en los mejores, pensó en los mayores,
    pensó en los experimentados, pensó en los
    idealistas, pensó en los románticos. Pero de todo
    ello concibió una especie de menjunje ordenado. Un especie
    de jugo surtido, producto de licuar cientos de frutas, las
    mejores y más deliciosas frutas así como las
    más nutritivas y menos dañinas. Las que
    tenían cáscara con abundantes vitaminas y fibras,
    las que tenían jugosas pulpas, llenas de agua y de
    energía. Incluso las secas, productos de la experiencia y
    las más jugosas, con savia fresca y olorosa. Las
    había dulces, las había ácidas. Las
    había agrias y hasta amargas. Y la conjunción de
    esas frutas dio un sabor auténtico. Se había
    logrado un nuevo sabor: El sabor a "victoria
    educativa".

    Esa visión me pareció grandiosa. Por fin,
    mis descendientes tendrían una educación distinta.
    Una educación sin tapujos ni tabúes. Una
    educación real. Una educación por todos, de todos y
    para todos. Un mestizaje educativo que daría un nuevo
    educando. Si los más niños comprendían, los
    más jóvenes también lo harían. Los
    universitarios y los estudiantes de institutos ya podrían
    comprender mejor lo que leían. Ya no pasarían la
    vergüenza frente a entrevistas y reportajes televisivos de
    decir que MIGUEL GRAU y FRANCISCO BOLOGNESI "eran simplemente"
    los nombres de dos plazas. Ya no pasarían la
    vergüenza de decir que dos más dos era tres. Ya no
    pasarían la vergüenza de escribir BURRO con V chica y
    VACA con B grande. Esta nueva educación estaba a la par
    con cualquiera del mundo desarrollado.

    Era la educación deseada por todos mis ancestros
    y que nunca se podía alcanzar. Muchos lo intentaron.
    Muchos dieron toda su vida para tratar de lograrlo, pero faltaba
    algo más importante. Faltaba la verdadera
    mística educativa
    . Esa mística que solo se vio
    en educadores como el gran San Juan Bautista de La Salle, que
    teniendo una inmensa fortuna, la donó toda para dedicarla
    a educar a todas las clases sociales. Esa mística mitad
    humana y mitad divina, que tendía puentes entre la
    ignorancia y la sabiduría, entre lo incomprensible y lo
    entendible, entre el querer y el saber. Había llegado un
    nuevo estilo de educar: Leer antes que memorizar y comprender
    antes que sólo leer
    .

    Más que la vieja "correa o chicote" estaba el
    "hacer entender", no a golpes, pero si con mucha reflexión
    y seriedad. No pensando en la vieja campana del colegio,
    esperando con ansias que suene para irse al recreo o a la salida.
    Era hora de educar "de a verdad". Esa
    visión tenía un sonido a gloria. Era como si el
    mismísimo Padre celestial hubiera bajado de su reino a la
    tierra y con su magnánima misericordia y piedad, se
    hubiera preocupado que uno por uno, los peruanos comprendieran lo
    que leyeran. Y que al mirarnos con su infinito amor, los
    conocimientos fluyeran de un lado a otro, como un rio suave pero
    firme, como un manantial con agua limpia, como una catarata con
    aguas llenas de conocimientos.

    La visión que tenía me indicaba una cosa
    importante. Ya no eran tiempos de políticas
    cortoplacistas, Ni tiempos de engaños. Nuestro
    presidente tomaba muy en serio su misión de educar.

    Desde el Cielo los grandes maestros miraban con ilusión su
    misión. Los viejos esquemas estaban por romperse. Un nuevo
    amanecer vislumbraba un nuevo Perú. Nunca más los
    peruanos serían engañados. Nunca más los
    peruanos serían forzados. Nunca más los peruanos
    serían víctimas de los abusos. Ahora si
    comprendían lo que leían
    . Ya no eran
    "adormecidos" por periódicos vulgares ni verían
    únicamente televisión basura. Ahora, como
    sabían comprender, podían leer más. Era un
    verdadero nuevo amanecer que había llegado con este 2021
    de tanta expectativa, que asemejaba al novio, cuando espera a la
    novia en la puerta de su Iglesia, para que su unión sea
    bendecida.

    Ya se fueron los tiempos de la mentira y de la dejadez.
    Se fueron los tiempos en que por ociosidad, muchos maestros
    calificaban a sus alumnos "por el número de páginas
    de las tareas que les mandaban". Ahora ocurría todo lo
    contrario. Quien menos escribía y mostraba "el
    corazón de la idea", es decir el "zumo del conocimiento",
    en pequeñas dosis, como un perfume muy concentrado, pero
    con fragancia exquisita, era quien más nota
    tenía
    . Una mezcla de sabiduría y de
    comprensión. De usar las neuronas no solamente para
    respirar y comer, sino para alimentar nuestra alma con
    conocimientos .

    Un viejo pensamiento que alguna vez propagué
    decía "El mejor MAESTRO no es aquel que enseña
    MAS, sino el que enseñando MENOS deja MAS huella en el
    alumno PARA SU BIEN
    ". Era hora de cobrarme una vieja revancha
    que tuve en mi juventud cuando fui maestro universitario. Ese
    pensamiento lo apliqué cuando fui catedrático en
    mis primeros años como profesional. No fui bien entendido
    por muchos de mis colegas. Pero en mi visión, vislumbraba
    que había llegado el momento de la verdad. Había
    llegado el momento de la justicia legítima y oportuna. Era
    un acto de amor "químicamente puro", comprender que para
    ser maestro en cualquiera de los grados, años o ciclos,
    hay que tener verdadera vocación. Ser maestro
    permitía dar el más sublime de los amores sin
    esperar nada a cambio. Pero en el fondo, con esta visión,
    que los alumnos ya entendían lo que leían,
    había un pequeño "TUFITO de orgullo", de un orgullo
    bien entendido.

    Había empezado una especie de
    "germinación". Una nueva "plantita" estaba brotando de la
    tierra. De esa tierra bendita llamada Perú. Era el momento
    esperado. Era el momento que nuestros padres, nuestros abuelos y
    toda su rama genealógica que los antecedieron, esperaron
    con ansias y con frustración. Había llegado por fin
    ese grandioso día en que todos los peruanos podían
    comprender bien lo que leían. Salvando las distancias en
    tiempo y en espacio, me sentía en mi visión, como
    los judíos se sintieron al ser liberados en tiempos del
    Faraón por Moisés. Las trompetas de Josué
    sonaban unas tras otras. El día de la "liberación"
    había llegado. Me sentí como un pequeño
    Moisés o como un minúsculo Josué, anunciando
    con bombos y platillos, que mi Perú dejó de ser
    subdesarrollado. El entender lo que se lee, era el "gran
    primer paso
    ". Lo demás, como lo diría el libro
    de los libros, vendría por añadidura.

    Jamás pensé que tanto gozo, tanta
    exaltación, tanta promesa mencionada, pero jamás
    cumplida, podía volverse una realidad. Por fin se
    podía saborear el "dulce de nuestra educación". Por
    fin podíamos degustar el "saladito" de nuestra
    comprensión. Por fin probábamos el "amarguito" del
    entendimiento. Era como una fusión de nuestra comida
    peruana desde los tiempos incas hasta nuestros días.
    Habíamos descubierto el mejor de los potajes, el mejor de
    los manjares, el mejor de los sabores. Habíamos
    descubierto lo que no tiene precio. Lo que es el principio de la
    felicidad y justicia social. Era el tiempo de "comprender". Era
    el tiempo de "soñar". Nada ni nadie nos lo
    quitaría. Sabíamos que podía ocurrir, pero
    nunca nos atrevimos. Llegó "alguien" y cambió la
    historia.

    Recuerdo cuando niño, que uno de mis maestros me
    decía: "La hora es la hora. No es antes ni
    después". Ese gran maestro que me enseñó en
    la Secundaria, jamás pensó que esa hora
    llegaría. Que muchos años después, uno de
    sus alumnos vislumbrara el verdadero éxito de su
    nación. Educar es algo más que aprender a leer y
    escribir. Es algo más que sumar, restar, multiplicar y
    dividir. Educar es algo más que asimilar conocimientos de
    los institutos y de las universidades. Educar es entregar nuestro
    más precioso flujo. Como cuando engendramos y la llenamos
    de amor a la mujer que amamos. Ese flujo de conocimientos
    jamás puede ser al azar. Ese flujo de conocimientos es
    pujanza, es mérito, es resistencia, en una palabra es
    dedicación. Insistir en que el alumno comprenda y no
    que se conforme con sólo memorizar.
    Es que pueda
    discernir. Es que pueda dialogar. Es incluso que pueda cambiar y
    discrepar. Los grandes hombres lo han hecho. Pero son rarezas
    humanas. Por eso cambiaron al mundo. La historia así lo
    indica. Obviamente, el Estado debería preocuparse por
    mejorar sus condiciones de alimentación y transporte,
    tanto de maestros como de alumnos. Pero en el campo educativo,
    mucho de lo que se debía alcanzar pasaba por la
    "decisión de los propios maestros y del propio gobierno
    de turno".

    Mi visión además me indicaba que mi
    Perú milenario ya encontró una buena tierra donde
    crecer. Si la tierra no está abonada, la semilla no crece
    o muere en su intento de sobrevivir. O las plagas debilitan la
    raíz y matan dicha planta. La nueva semilla de la nueva
    educación tiene algo distinto tanto en forma como en
    fondo. Es como la fusión más excelsa que existe.
    Siempre recuerdo que cuando se intenta mezclar el agua y el
    aceite, jamás se logra nada. Pero si se utilizan
    sustancias especiales para que la mezcla "se junte", el resultado
    es fabuloso. Lo que parecía imposible se había
    logrado. La visión está clara frente a mis ojos.
    Mis paisanos ya comprenden lo que leen. Que maravillosa
    lección para transmitirla. Ese tipo de noticias
    que vale la pena leerla en los diarios, escucharla en las
    radioemisoras y verlas en cualquier canal de televisión o
    en el propio internet.

    El ser educado con este nuevo sistema, haría que
    nuestros hijos y los suyos hagan un mejor Perú.
    Atrás quedaron las épocas cuando los
    engañaban los malos políticos, que por ganar votos
    electoreros, les hacían creer que el pan era un metal y
    que el oro era una verdura. La confusión sólo
    favorecía al que tenía algún interés
    creado y guardado con malicia en el consciente o incluso en el
    subconsciente. Mucha agua ha corrido bajo el puente. Si esta
    visión me decía que la ignorancia había sido
    derrotada, supongo que fue como el perdón divino
    enviándonos al Redentor, para dejar atrás la
    tentación de Eva y Adán, al morder la manzana
    prohibida. Pero en el caso bíblico, lo prohibido era por
    designio divino. En cambio, el no educar correctamente, era un
    cruel designio humano.
    Era ver a los peruanos sumidos en la
    frustración, en la derrota moral, en la
    ignorancia.

    Este nuevo peruano del 2021 ya olía a victoria.
    Olía a rosas. Olía a magnolias. Era una fragancia
    que se expandía "a rabiar" por los 4 puntos cardinales.
    Era el sabor de la EDUCACION VICTORIOSA. Ahora si mis paisanos
    comprenderían todo lo que leyeran y no se
    asustarían por ello. Abrirían nuevas industrias.
    Abrirían nuevos negocios. Nuevos centros comerciales y
    nuevas bibliotecas se impondrían a lo banal y a lo
    común. Las personas ya no se conformarían con
    leer las tiras cómicas o las noticias de farándula
    de la prensa. Ahora sabrían que leyendo y comprendiendo lo
    que leen, tendrían muchas oportunidades que sus padres o
    abuelos no tuvieron, como ellas ahora las tienen
    . Ahora no se
    aburrirían leyendo un buen libro y abrirían nuevos
    senderos que podían llevar a la prosperidad de sus
    familias y de familia en familia harían progresar a la
    nación.

    Ese 2021 sonaba a Perú. Como una nueva
    canción de nuestra Chabuca Granda, que llenaría un
    poco más el puente "con aromas de mixturas que en su pecho
    llevaba". Así sonaba ese gran día. Feliz 28 para
    mis paisanos. Hoy me siento más orgulloso de ser peruano.
    Hoy miércoles 28 de Julio del 2021 mi país cumple
    200 años de su independencia y cumple un día de ser
    "libre de la mala educación". Una verdadera victoria del
    hombre peruano. Todo tiene un propósito. Había que
    dar una plegaria al Altísimo, porque nuestro Presidente
    saliente lo entendió y apostó a ganador. No se
    dejó avasallar por los intereses poderosos. No se
    dejó amedrentar por los que querían a la gente en
    ignorancia. Él debía dejar ese legado a sus hijos y
    a los que vengan también. Y casi sin quererlo,
    había legado una nueva educación a todos los
    demás. Hermosa mañana ese 28 de Julio del 2021.
    Pese a ser invierno, el sol brilla en su esplendor. Lo que
    normalmente es día de lluvia, nos sorprendió a
    todos y hoy ha salido el sol. Hasta el verde de las hojas hoy
    día reverdece como en primavera.

    El nuevo amanecer de la educación peruana llama a
    cada una de nuestras puertas. Penetra en cada uno de nuestros
    corazones. Nos llena de sangre. Nos llena de ganas de aprender.
    Los viejos grandes maestros ya no estarán decepcionados.
    Su gran Perú con alto nivel de cultura y conocimiento en
    todos los pueblos, ya es una realidad. El primer paso fue la
    alfabetización. El segundo era la comprensión de
    lectura
    . El que lee debe comprender. El que comprende
    está preparado para cambiar. Está preparado para
    confrontar. Está preparado para hilvanar. No basta saber
    leer. No basta con saber escribir. Ahora el comprender hace
    más fácil la vida. Ya no dejaremos a nuestros hijos
    un Perú triste. Ahora el Perú ha ingresado por la
    puerta grande a los países desarrollados. La semilla del
    bien ha sido esparcida por nuestro nuevo país. Que mejor
    regalo para nuestro bicentenario que cantarle su
    "cumpleaños feliz" y darle como obsequio, lo más
    sublime que es una educación real y "comprensible" para
    todos. Atrás quedaron las añoranzas y halagos de
    los que pensaban que ya habíamos llegado al tope. Ya
    sentía que habíamos llegado a una especie de
    "orgasmo mental" cuando de pronto. . . me di cuenta que todo
    era un sueño.

    Nada había cambiado. Los mismos sistemas
    educativos seguían aquel miércoles 28 de Julio del
    2021. Pasé momentos de confusión. Quería
    volver a mi sueño. ¡Pero si parecía
    real
    ¡… Parecía que había llegado a
    mi "paraíso educativo terrenal". Entonces,
    ¿Qué ocurrió? ¿Fue acaso el resultado
    de una mala digestión este triste despertar o
    quizás era tan fuerte mi anhelo, que logré llevarlo
    a mi yo interior y penetrar como un hipnotismo
    profundo?

    ¡Qué sé yo!

    La verdad que me sentí traicionado por mí
    mismo. No podía comprender el porqué de mi
    sueño y sobre todo el porqué de mi frustrado
    despertar. Si mis descendientes veían este 28 de Julio del
    2021 con ilusión, ¿Qué podía esperar
    de su comprensión de lectura, si casi ninguno de ellos
    entendía bien lo que leía?

    La última vez que me ocurrió algo parecido
    fue hace muchos años, en 1998. Recuerdo que había
    soñado que estaba en una hermosa fiesta, donde mi madre
    (que falleció en 1997) bailaba muy alegre. Pensé
    que todos los momentos de tristeza de su ausencia de ese
    año eran una fea pesadilla. Y que alegría volver a
    disfrutar de su compañía y de repente… el
    zarpazo. Me desperté y vi que solo fue un hermoso
    sueño. Algo similar entonces me había ocurrido.
    Simplemente eso.

    Me puse a reflexionar y me pregunté. ¿Por
    qué no puede ser realidad esa visión educativa del
    2021? Traté de justificarme diciendo: seguro que
    algún día eso será una realidad, y
    pensé que tal vez yo no lo llegue a ver, pero si mis
    descendientes. Pero conforme pasaron las horas, me
    desperté de cuerpo y alma. Pude ver claramente,
    ¿que debía hacer yo para cambiar esa historia? .y
    sobre todo aconsejar a los que tienen "ojos y oídos" y
    tienen poder, sea político o económico.
    ¿Qué debían hacer los demás para
    hacer del 2021 un hermoso despertar en lo educativo?

    Lo primero que se me ocurrió es decirle al
    Perú, ¡BASTA DE OCIOSIDAD!

    Lo segundo fue decirle al Perú: "Nuestros
    hijos merecen ser educados mejor que nosotros".
    Educarlos
    mejor no significa comprarles la mejor computadora ni el mejor
    teléfono inteligente, lo principal es que "comprendan lo
    que leen". Ni la mejor computadora del mundo ni el mejor
    teléfono inteligente les enseñará a pensar.
    Eso depende mucho de los maestros que enseñan en colegios,
    institutos o universidades. Incluso los intentos de mejorar la
    comprensión y la educación por parte de entidades
    como el movimiento "ENSEÑA PERU" (4) aún son muy
    leves y se necesitan muchos más proyectos como
    éstos. Es como si estuviéramos con cáncer y
    como medicina nos dieran calmantes o remedios contra el
    cáncer pero sólo preliminares. Es mucho
    más lo que se debe recibir y hacer.

    Lo tercero fue decirle al Perú: Si lo que
    persiste, hace que nada cambie y que nada mejore, entonces
    cambiemos lo que persiste
    . Los grandes hombres que cambiaron
    al mundo, desde tiempos inmemoriales, así lo han
    demostrado. Si no fuera por su persistencia, por su prudencia,
    por su paciencia y por su puntualidad, no hubieran logrado muchas
    de sus metas. Si me levanto a las 6 de la mañana para
    hacer algo y no me sale bien, y al día siguiente cambio mi
    hora de levantarme y lo hago a la 5 de la mañana y me
    resulta bien, entonces lo debo volver rutina, aunque me cueste
    sacrificio.

    Si cada mujer, si cada hombre, si cada niño, si
    cada anciano, hace "su parte" y como las "partes hacen un todo",
    ese todo puede ser mejor que lo anterior. Por ello si todos
    cambiamos, la resultante también cambiará. Si
    cambian las familias, cambiará el barrio, cambiará
    el distrito, cambiará la ciudad, cambiará el
    país. Si hay menos egoísmo y menos
    politiquería barata, los educandos del Perú
    recibirán más de los educadores. ¿De
    qué sirve tener un delicioso pastel servido en la mesa, si
    dentro del mismo hay un insecto rastrero? ¿Acaso eso no
    nos dará asco?

    Si vamos a una reunión y conocemos a una linda
    chica, ¿no sería muy triste descubrir que esa
    hermosa mujer es cínica, es farsante, es de una vida
    licenciosa, es ociosa, etcétera?. La raíz del
    problema es lo que debemos enfrentar. No basta con lo
    superficial, Hay que llegar a dicha raíz si pretendemos
    un verdadero cambio.
    Como diría un viejo pensamiento,
    "si la manzana de la cesta está podrida, y tienes hambre,
    entonces busca una manzana en el árbol y recógela.
    Ahí tendrás mejores frutos".

    ¿Acaso los médicos no indican que deben
    extirpar una pierna gangrenada, si deben preservar la vida?
    ¿Acaso no somos capaces de echar a la basura los huevos
    podridos de nuestro gallinero, si el olor característico
    nos lo indica? ¿Acaso si vemos un mal elemento en una
    reunión familiar que hace escándalo,
    embriagándose, faltándole el respeto a nuestras
    damas, golpeando a nuestros ancianos, robando nuestros bienes, no
    lo expulsamos de la reunión?. Eso se llama tener
    "agallas". Eso se llama tener sentido del deber y de la
    responsabilidad. Eso se llama "hacer lo correcto". Que nuestros
    valores se impongan. Que nuestros principios se impongan. No
    tengamos miedo. No seamos cobardes. Si somos autoridades "este es
    el momento para empezar".

    Si así lo hacemos, en los próximos
    años podremos lograr ver ese nuevo amanecer de la
    educación peruana. Es cuestión de querer hacerlo.
    La mala semilla se retira. "Ningún sindicato ni amenazas
    de huelga, so pretexto de mejoras económicas, debe
    malograr la educación peruana en el siglo 21". Y si es
    necesario cortar de raíz y retirar a maestros
    inútiles y ociosos, hay que hacerlo por el bien de la
    educación peruana. El objetivo de mejorar la
    educación de todo un pueblo, debe ser siempre superior al
    de un solo individuo que no sirve como educador. De ninguna forma
    le "debe temblar la mano a la autoridad del sector
    Educación para ese objetivo nacional, por más dura
    que sea su decisión". El país entero y la historia
    se lo agradecerán tarde o temprano.

    Un gran maestro que tuve en mi época
    universitaria me decía: "Cuando uno es un buen
    profesional y mucho más cuando es un buen maestro o
    profesor, jamás necesita hacer huelga, pues los Jefes
    siempre reconocerán su labor. El pretexto de los mediocres
    es que siempre dicen: no reconocen mi trabajo. En el caso de los
    maestros peor aún
    ".

    El mensaje de mi gran maestro fue: "conviértete
    en un gran ser humano educador y los demás te
    gratificarán". Cuando uno "destaca intelectualmente y/o
    operativamente en cualquier trabajo, siempre se hará
    necesario e indispensable para dicho trabajo".
    Por ahí
    se empieza. Ese es el primer paso.

    El segundo paso es cambiar el Presupuesto del Estado
    para el Sector Educación
    . Es necesario QUINTUPLICAR o
    SEXTUPLICAR el actual presupuesto para dicho sector. A la par de
    crear o construir nuevas escuelas y/o Colegios bien
    implementados, se les debe imponer un estándar de calidad
    para que tengan una mejor eficiencia y efectividad, debiendo ser
    los encargados de fiscalizar dicha labor, los organismos
    intelectuales apolíticos, que actúen como
    árbitros de grandes juegos. Los más eficientes. Los
    más capaces, son los que deben fiscalizar. De ninguna
    manera deben tener alguna tendencia política, sea de
    derecha, de centro o de izquierda, ni pertenecer a algún
    partido político, pues si responden a intereses
    partidarios, no serán IMPARCIALES o NEUTRALES al
    evaluar.

    Si somos exigentes con nuestros ciudadanos, debemos ser
    mucho más exigentes con nuestros educadores, y mucho
    más exigentes con nuestros evaluadores de maestros.
    Ahí está la nueva semilla de la
    educación
    . "A mejores maestros mejores alumnos ".
    Cambiemos esa historia. Hagamos del Perú un país de
    grandes maestros. Busquémoslos por todas partes. Si es
    preciso traigamos de afuera a grandes sabios para que eduquen a
    nuestros maestros. Vale la pena la inversión.

    Benjamín Franklin decía: "Dime y lo
    olvido. Enséñame y lo recuerdo. Involúcrame
    y lo aprendo. (5). A eso le agregaría: "Lo leo y lo
    comprendo y lo que retenga en mi mente nunca más lo
    olvidaré". Un viejo político colombiano
    decía: "por la ignorancia se desciende a la servidumbre.
    Por la educación se asciende a la libertad". Alcancemos
    permanentemente esa libertad de pensamiento y comprensión
    lectora y nunca más seremos engañados por
    nadie.

    Es la hora del cambio. No hagamos que esa visión,
    sea sólo una ilusión. El Perú puede y debe
    llegar al bicentenario con algo concreto. Basta de las mil
    promesas incumplidas de siempre. Nos toca a la civilidad y en
    particular a los ciudadanos comunes y corrientes, exigir otro
    estilo educativo. Un poeta estadounidense decía: "todo
    hombre que conozco es superior a mí en algún
    sentido. En ese sentido, aprendo de él." (6). Nada
    más sabio este pensamiento, pues el "comprender lo que
    otro dice", permite estar de acuerdo o discrepar. Ese es el
    fundamento de saber construir una nación próspera.
    Esa es la verdadera democracia.

    Para llegar a ser un educador del bicentenario, hay que
    saber cómo llegar al más íntimo sentimiento
    del educando. Hay que calar en él y penetrar con nuestras
    ideas y conceptos hasta el mismo centro de su cerebro y
    así quedará fijado en el mismo centro de su
    corazón. No hay acto más sublime, que dar lo que
    somos, por nuestro prójimo
    . Así nos lo
    enseñaron en nuestra niñez.

    La mayor de las dificultades para forjar y formar un
    educando en el 2021 es "encontrar por donde llegar a él".
    Si logramos encontrar ese "agujero del saber, habremos sembrado
    patria".

    Una reflexión final. Nunca hemos estado tan
    cerca de poder cambiar la educación peruana.
    La
    tecnología, el internet, la fibra óptica, los
    teléfonos inteligentes, las redes sociales,
    etcétera pueden sernos muy útiles. Pese a que hay
    muchos detractores que indican que los artefactos y la modernidad
    tecnológica han traído muchos problemas a la
    humanidad, en realidad todo depende que ángulo utilicemos.
    Todo lo que se ha hecho para el bien, se puede usar para el mal y
    viceversa. Hasta una inocente pluma, puede ser usada para
    escribir una infamia. Un humilde pan, puede ser envenenado y
    matar un ser humano. Un vivificante vaso con agua, puede
    contaminarse con bacterias y enfermarnos. Un ladrillo que es la
    base para construir una casa donde cobijarnos, puede convertirse
    en un arma mortal. Lo más tierno puede convertirse en lo
    más atroz y lo que "parece agresivo" puede hacernos mucho
    bien.

    La verdadera sabiduría de un educador, no
    está en llenar páginas tras páginas de
    conocimientos. Todo lo contrario, la verdadera
    sabiduría de un educador, es lograr que con menos
    palabras, su alumno llegue a comprender mejor
    . Esa debe ser
    la misión del educador y del organismo estatal de control
    educativo. Hacer educación para el bicentenario de la
    independencia del Perú es un duro reto. Pero ese reto
    puede ser verdad. Todo depende del gran Jefe de los Educadores Y
    ese Jefe, definitivamente debe ser el Jefe de Estado. La peor de
    las ignorancias es olvidarse de esa misión.

    El bicentenario presenta al Perú en cambio de
    gobierno. Si el tiempo del que entre al poder en el 2016 es
    insuficiente, al menos que empiece con un cambio. Que empiece a
    demostrar con argumentos contundentes, que el gran secreto
    para que la gente comprenda lo que lee, es que desde niños
    hay que escribir mucho menos, y resumir mucho más.
    De
    esa forma la idea central quedará expuesta y no se
    llenarán de cientos y cientos de páginas, para
    decir lo mismo que en pocas páginas con lo
    fundamental.

    Los peruanos tenemos derecho a progresar. Los hijos del
    mañana se deben sembrar hoy. Cuando estemos ad portas de
    la muerte, debemos hacer un último acto evaluando nuestra
    vida y decir antes de nuestro encuentro con nuestro Creador,
    ¿Qué hice yo para cambiar la educación de mi
    país? ¿Fui un elemento perturbador para holgazanear
    o quizás fui la semilla necesaria para llamar a la
    reflexión y mejorar? Si la respuesta es que "actué
    para cambiar para bien", la siguiente pregunta es
    ¿Qué me faltó hacer? Si la respuesta es que
    me faltó más acción y menos palabras,
    tendré toda la eternidad para lamentarlo. Si pudimos hacer
    algo para cambiar la educación y no lo hicimos, la
    historia de nuestro Perú nos juzgará. Si pudimos
    hacer que cada educando haya comprendido lo que leyó,
    habremos tenido una gran misión en nuestro paso
    terrenal
    . Y cada generación que venga, cuando analice
    la historia de nuestro país, se preguntará
    ¿Quién cambió la educación y la hizo
    grande en el bicentenario?, muchas fuentes de información
    dirán, fue el "maestro desconocido". Aquel que no
    pedía nada a cambio. Aquel que tuvo como noble
    misión entregar su vida y su cerebro, para que los otros
    cerebros piensen mejor y comprendan mejor. Supongo, que al cruzar
    la línea de la vida, ese solo acto estará con un
    peso específico muy alto para compensar nuestros
    terrenales pecados. Como diría mi padre: "aún queda
    mucho por hacer, pero si no empezamos por el principio, no
    sabremos lo que es avanzar".

    Sólo el tiempo y la voluntad decidirá si
    cruzamos el umbral del bicentenario con mejores maestros y
    alumnos y si hicimos del Perú, un país con ganas de
    aprender, con ganas de educar, con ganas de saber y el resto de
    países dirán de nosotros "el que tuvo las
    agallas de cambiar la educación de ese país lo hizo
    grandioso. Lo hizo envidiable. Lo hizo justiciero y sobre todo lo
    hizo culto
    ".

    Espero muy sinceramente, que este humilde aporte llegue
    a las personas correctas y con ganas de cambiar y mejorar la
    educación en nuestra querida patria, pues ha sido
    elaborado con el mejor de los deseos y con el mejor de los
    sentimientos, tratando de usar la propia experiencia de vida al
    servicio de nuestros niños y jóvenes. Al escribir
    este ensayo tengo 52 años y algo de experiencia al
    servicio de la sociedad, y en particular al servicio de la buena
    educación de las nuevas generaciones. Ellos son el
    presente y el futuro. Ellos tendrán puestos claves y
    gobernarán nuestro país algún día. Si
    ellos comprenden lo que leen, tomarán mejores decisiones y
    cuando seamos muy ancianos, en el epílogo de nuestra
    existencia humana, podremos decir al cerrar por última vez
    nuestros ojos …"Dejo en buenas manos a mi nación. HE
    CUMPLIDO CON MI MISION". AMEN.

    Bibliografía:

    (1)
    http://www.calendario-365.es/calendario-2021.html

    (2)http://elcomercio.pe/lima/sucesos/peru-ocupa-ultimo-lugar-comprension-lectora-matematica-ciencia-noticia-1667802

    (3)http://elcomercio.pe/lima/sucesos/ministro-educacion-necesitamos-cambios-dramaticos-sistema-educativo-noticia-1667823

    (4) http://ensenaperu.org/

    (5)http://www.proverbia.net/citastema.asp?tematica=204

    (6)http://www.proverbia.net/citastema.asp?tematica=204&page=3

     

    Autor :

    Juan Carlos Vélez

    Fundador de CEATECI

    CEATECI

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    inversión

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