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Presencia de Carlos Luis Fallas Sibaja



  1. Prolegómenos
  2. Su
    aporte literario
  3. Su
    ejemplo como militante revolucionario
  4. A modo
    de conclusiones
  5. Bibliografía
    consultada

"Con los pobres de la tierra quiero yo
mi suerte echar
"

José Martí.

Prolegómenos

Es bien sabido en la crítica literaria que la
vida no determina la obra de un escritor, ni mucho menos. El
autor no tiene nada que ver con el texto. Y sin embargo, mucho,
más de lo que uno se imagina. Porque también es
sabido, por quienes ejercemos este oficio (el de la escritura,
que también es una forma de crítica), que no hay
obra literaria donde no se plasme, de una u otra forma, la
biografía del autor. Lo que acontece es que los rasgos
biográficos son encubiertos por los recursos literarios de
tal manera que se desdoblan en diferentes personajes, acciones o
imágenes. Es lo que los críticos
contemporáneos definen como la difracción
poética, o artística.

En el caso de Carlos Luis Fallas Sibaja (1909-1966),
mejor conocido como Calufa, cuyo centenario de su
nacimiento celebramos el 21 de enero, la relación anterior
se torna más compleja aún. Porque Carlos Luis
Fallas Sibaja fue más que un escritor. Mejor dicho, no fue
el escritor profesional al que todos aspiramos, sino un
trabajador que hubo de ganarse la vida en diferentes oficios
(zapatero, peón campesino, trabajador bananero,
tractorista, ferrocarrilero, albañil, etc.) que devino en
militante político y terminó siendo el gran
escritor que hoy todos reconocemos. En otras palabras, su
actividad vital tuvo tres grandes frentes: como asalariado y
desocupado; como militante, dirigente político y sindical
que hubo de improvisarse como jefe miliar; y como el escritor
nacido por vocación de auténtico periodista y
cronista.

Su aporte
literario

Probablemente por la poca incidencia que tuvo su primera
novela (Mamita Yunai) en el "público"
costarricense, alguna que otra voz discordante insiste en negarle
valor literario a la obra de Fallas Sibaja, pero, en general, la
crítica nacional y de más allá, coincide en
los méritos de la narrativa de un escritor que no se lo
creía. Joaquín Gutiérrez nos contaba que
"Calufa" no se llevaba bien con los intelectuales, es decir con
escritores o artistas que habían hecho carrera
académica o institucional, aunque, en algunos casos, los
leía y admiraba. Cuando se le comentaba algún
aspecto teórico o estético acerca de la literatura
o el arte espetaba: "a mí no me gustan esas carajadas
intelectuales".

Regresando al asunto de la calidad literaria de su obra,
no hay duda de que un escritor cuya opera prima sea Mamita
Yunai
puede ya darse por satisfecho. Es que esa novela,
procedente de un informe político al partido y de un
reportaje periodístico, y gracias a la lectura y al
impulso de esa gran intelectual conocida como Carmen
Lyra
(María Isabel Carvajal; 1888-1949), deviene en
la gran novela social del siglo XX en Costa Rica, a pesar de no
haber tenido la resonancia esperada al momento de su
publicación (escrita en 1940 fue publicada en 1941. Su
segunda edición tardó 25 años, hasta 1966).
Pero va más allá: se convierte en la epopeya que
identifica a la clase trabajadora luchando por sus derechos ante
la empresa transnacional del imperio adentrándose en
espacios geográficos y sociales hasta entonces no
frecuentados por nuestra literatura. Ello sin perder
categoría estética a través de un lenguaje
popular pero bien elaborado, por tanto poético. A pesar de
una visión a veces maniquea y con rasgos racistas, la
visión trabajadora y militante de su protagonista,
Sibajita, se desenvuelve en una realidad signada por la miseria,
la explotación, la corrupción electoral e
institucional, la lucha de clases y la presencia imperial de la
Yunai apoyada por el estado local. La naturaleza ya no
es la enemiga del hombre, sino más bien lo que le permite
mimetizarse para luchar contra el enemigo de clase, a la vez que
se presenta como testimonio de la destrucción y
degradación capitalista.

Si releemos sus Gentes y gentecillas
(1947) o Mi Madrina (1950) encontraremos los
rasgos más significativos de lo "costarricense" en
personajes y lenguajes procedentes de la plaza pública, es
decir, de los sectores populares, que son, en definitiva, los que
le otorgan base a las identidades de un pueblo y una
nación. En ese sentido Fallas Sibaja supera el
costumbrismo, el folclorismo y la mimesis de un realismo
trasnochado. Con su Marcos Ramírez (Aventuras de un
muchacho)
(1952) definitivamente se instala en el canon
de la literatura nacional, a la vez que incorpora a su
protagonista en la galería de los grandes personajes de
nuestro imaginario. Por ese texto muchos lo han señalado
como nuestro Mark Twain, no sin razón. Sin pretender hacer
literatura infantil, la picaresca popular le da vida a un
personaje alajuelense que, por esa misma condición,
deviene en un personaje nacional y universal.

Y para remachar, después de su muerte nos deja
los Tres cuentos (1967) suficientes para pasar al
mejor repertorio de la narrativa nacional. El vigor y la
precisión narrativa del cuento Barreteros
bastarían para considerarle como un gran cuentista. Por
último, nos dejó una crónica que aún
está por reeditarse y reconsiderarse, Don
Bárbaro
, sobre el asesinato del campesino Gil
Tablada en La Cruz, Guanacaste. Esta obra estuvo desaparecida
casi 30 años del espectro literario, hasta que en enero
del 2008 el Lic. Ronald Vargas Araya y varios de sus allegados
decidieron hacer público el escrito, editado por la UNA.
No obstante, continúa ausente en la crítica
académica y en las librerías.

Lo notable de la producción narrativa de Fallas
Sibaja es la aguda penetración que logra en la
psicología de sus personajes y en sus diversas
prácticas culturales. Calufa es un observador nato de las
vidas y ocupaciones de nuestras gentes y gentecillas,
especialmente las del campo. Esa agudeza proviene no solamente de
su afinado ojo y oído, sino, y especialmente, de su
sensibilidad social construida a partir de las mismas penalidades
y satisfacciones que le tocó vivir como simple trabajador
y como activista revolucionario. De esa manera el sustrato de su
literatura son las culturas populares en su profundidad de campo,
con todas las características, positivas y negativas, de
las mismas.

Porque en la literatura de Calufa hay pasión, hay
ardor, hay lucha, hay tesón y tenacidad. Pero
también hay ternura, hay silencios y música popular
de fondo, como en las serenatas, y hasta cierto chauvinismo
vallecentrista y un visible racismo al enfrentar a los otros: los
indígenas y los negros del Caribe, particularmente. Pero
ello obedece, presumiblemente, a la cosmovisión liberal y
sus mitos fundacionales de "raza blanca" y pacifista, inoculada a
través de un sistema educativo "vallecentrista" y de la
prensa comercial, de la cual el autor no escapa. Sin embargo, y
esto es de suyo interesante, no sucede lo mismo con los
personajes nicaragüenses quienes muchas veces encarnan la
conciencia de clase y la lucha política.

Mención aparte merecen sus artículos y
notas periodísticas publicados en los periódicos
del partido Trabajo, Adelante y
Libertad, sus ensayos políticos y sus discursos,
tal y como el que se agrega a manera de Cuarta Parte en Mamita
Yunai, La gran huelga bananera del Atlántico de
1934
(1955). En ellos Calufa, el dirigente
político y sindical y el revolucionario devenido en jefe
militar, se esfuerza por "traducir" su ideario político e
ideológico para la comprensión de los trabajadores,
sectores medios y campesinos. Tanto en su labor
periodística como en la elaboración de ensayos
propiamente dichos, como El peligro de la
dictadura
(1935) donde, a nombre del Comité
Central de la Federación de Trabajadores del
Atlántico analiza la coyuntura ante la inminente victoria
del simpatizante del fascismo y expresidente de la
República, León Cortés, aprovecha para
desarrollar las líneas fundamentales del pensamiento
marxista y de la propuesta comunista de la Tercera Internacional
en un lenguaje asequible a los militantes y simpatizantes del
partido y, en general, a los sectores populares.

Los artículos, ensayos y discursos son literatura
política de agitación, no hay duda. Sin embargo,
por su cercanía a la crónica y al testimonio, no
dejan de tener un valor atrayente en tanto iluminan y refuerzan
el discurso literario presente en su novelística y
cuentística. En otras palabras, son el sustrato, el enlace
y la continuación, por otras vías discursivas, del
mundo narrado y descrito en su producción literaria, y
viceversa. En todos los casos está presente la
intencionalidad de narrar y decir la verdad, subrayando el
carácter referencial tanto del discurso testimonial, como
del literario.

Su ejemplo como
militante revolucionario

En cuanto a su vida de luchador social, político
y militar, recordemos algunos de sus rasgos principales. En 1931
se funda el Partido Comunista en el cual se alista el joven
Calufa con apenas 22 años, pocos meses después de
su constitución. No hay duda de que dicha
organización política, a pesar de sus desviaciones
y dependencia de criterios internacionales, jugó un papel
de suma importancia para la consecución de los derechos
laborales, sindicales y de soberanía que hoy disfrutamos.
El "comunismo a la tica" escribió páginas
memorables en la ampliación y defensa de los derechos de
los trabajadores.

La fundación del Partido Comunista Costarricense
(Vanguardia Popular) se da en el marco de una crisis general del
capitalismo conocida como la Gran Depresión del
29
. En Costa Rica la tasa de desempleo aumentó
entonces. Calufa organizó marchas de desocupados pues
él mismo arrastraba esa condición como zapatero que
fue. Por eso, y por su procedencia social, campesina y proletaria
a su vez, no es casual que Fallas Sibaja se haya convertido en
comunista. El profundo descontento que existía en los
trabajadores, entre los cuales se hallaba el mismo Calufa,
afectados directamente por la crisis, le hicieron tomar la
decisión de afiliarse al partido. Decisión que
llevará adelante con perseverancia, inteligencia y entrega
vital.

Ya en 1934 le encontramos en el Caribe organizando a los
trabajadores bananeros para mejorar sus condiciones de vida. La
tristemente célebre United Fruit Company y el
gobierno de Ricardo Jiménez se oponen a las demandas de
los trabajadores. Se inicia entonces la Gran Huelga que se
prolonga por tres severos meses. Los trabajadores se agrupan en
torno al partido pues no poseían sindicatos, la misma
huelga gana ese derecho entre otros de índole laboral y
sanitaria. Queda demostrada la necesidad de la lucha organizada
de los trabajadores porque las clases dominantes y las empresas
transnacionales no ceden ni regalan nada.

En 1940 se inicia la Segunda Guerra Mundial (hoy dichas
guerras se realizan localmente: Afganistán, Irak, Gaza,
etc., para no hablar de las intervenciones del imperio en
América Latina). En ese período la gran alianza
obrera con un sector de la oligarquía y la iglesia
católica permite la aprobación de las reformas
sociales que generan la creación de la Caja Costarricense
de Seguro Social, el Código de Trabajo, Las
Garantías Sociales, La ley de casas baratas, el impuesto
sobre la renta y la creación de la Universidad de Costa
Rica. Carlos Luis Fallas luchó tenazmente como regidor
municipal en San José, y luego como diputado nacional, por
esas conquistas.

En 1948, como el mismo Calufa lo anota en su
autobiografía, se improvisó como jefe militar de
las tropas gobiernistas y de su respetada columna de "linieros"
del sur. Luego de la derrota militar, que no política, es
encerrado en la Penitenciaría Central donde estuvo a punto
de ser fusilado, hecho no consumado gracias a la denuncia
oportuna y a la solidaridad internacional.

A modo de
conclusiones

No hay duda de que la novelística de Carlos Luis
Fallas Sibaja es fundamental para la comprensión del
espectro literario costarricense del siglo XX. Su novela
Mamita Yunai, a pesar de las deficiencia
literarias que se le han señalado por parte de algunos
críticos (carencia de unidad, impostación del
lenguaje indígena y nicaragüense, maniqueísmo,
falta de resolución puramente literaria, etc.), y de su
carácter testimonial y autobiográfico, es el
arranque, junto a la novela Vida y dolores de Juan
Varela
(1939) de Adolfo Herrera García
(1914-1975), de la novela social y neorrealista en nuestro
país.

Incluso el carácter testimonial y
autobiográfico de sus cuentos y novelas, presupone un
origen de la escritura a partir de la experiencia propia y de la
militancia del autor. De esa manera el mundo narrado se entronca
con testimonios literarios como el de Don
Bárbaro
, y con sus ensayos políticos como
El Peligro de la dictadura, donde, al
igual que en aquél, que trata de la impunidad de un
terrateniente, también denuncia el asesinato del
trabajador Benigno Moreno a manos del mandador de una finca,
Marcos Guzmán, sin que éste fuese procesado
judicialmente. De tal manera que Fallas Sibaja se adelanta en
mucho a la literatura testimonial que luego va a tener un auge
extraordinario en la América Central de postguerra, es
decir la de los años 90 y de nuestros
días.

Carlos Luis Fallas Sibaja, alias Calufa, es un personaje
de una sola pieza. Aunque no se propuso convertirse en escritor,
su talento innato por la palabra y su sensibilidad social,
forjada a partir de una vida ardua de luchas y penalidades, le
llevaron a ello. Es un escritor e intelectual por
germinación social e histórica. Por eso es
indisoluble del militante comunista, del dirigente sindical y del
sencillo trabajador. Su lenguaje y sus giros
lingüísticos, así como su intensa labor
política y su insobornable posición a favor de los
sectores marginales y desposeídos de la sociedad, lo
atestiguan.

En nuestros días la crisis general y globalizada
se cierne sobre el sistema capitalista transnacional amenazando
la estabilidad social y política de nuestros países
y de la misma metrópoli imperial y sus aliados. En Costa
Rica, luego de la pírrica victoria de los sectores
hegemónicos a través del fraude para imponernos un
asimétrico TLC con Estados Unidos, el ejemplo de aquellos
trabajadores y de Calufa es un referente histórico para
los desafíos que nuestro pueblo habrá de afrontar.
La organización y movilización popular serán
indispensables en esta coyuntura para defender las conquistas de
aquéllas generaciones de luchadores y reformadores
sociales de los años 30 y 40 del siglo pasado. Justamente
ante la contrarreforma neoliberal hoy precisamos de una nueva
organización política que reivindique y defienda
esos derechos y despliegue una plataforma nacional con un
proyecto de país inclusivo y solidario.

Ojala que nuestro país no tenga que llegar de
nuevo a un enfrentamiento bélico para dirimir sus
diferencias. Pero si se nos impone una disyuntiva como
ésa, deberemos recurrir al espíritu de lucha de
Carlos Luis Fallas, insigne trabajador, político,
ciudadano y escritor. Un espíritu de lucha forjado en los
surcos, en las zapaterías, en el barro, en las
líneas férreas, en los bananales, en poblados
indígenas, en plazas y mercados, con nuestras gentes y
gentecillas, es decir, en el grande corazón de nuestra
patria.

El testimonio vital, literario y político de
Calufa, una persona que con los pobres de ésta tierra
quiso su suerte echar, es un insumo primordial para las nuevas
generaciones que se aprestan a defender y ampliar nuestro
régimen de derecho con la vista puesta en un estado
contemporáneo de mayor justicia y solidaridad social. En
esa perspectiva la acción, la palabra y el pensamiento de
Carlos Luis Fallas Sibaja, con las necesarias adecuaciones
coyunturales, continúan vigentes como en sus días
de militancia y lucha social.

Bibliografía
consultada

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Costa Rica
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Costa Rica y Editorial Costa Rica, 1980.

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Ensayos sobre literatura costarricense
. San José,
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(1957) repr. En Mamita Yunai, San José, Editorial
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Legado, 2009.

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Tres cuentos. Editorial Costa Rica, San
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. San José,
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Valdeperas, Jorge. Para una nueva
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. San
José, Editorial Costa Rica, 1991.

 

 

Autor:

Adriano Corrales Arias*

* Escritor, profesor e investigador del Instituto
Tecnológico de Costa Rica, Campus Metropolitano de San
José.

 

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