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Historia de Israel en el Siglo VIII a.C. Una lectura Sociológica



  1. El Método
    Sociológico de la Lectura de la
    Biblia
  2. Modelo o
    Método de Análisis Sociológico
    Marxista
  3. Breve Reseña
    histórica de Israel del siglo VIII
    a.C.

Cuando analizamos la historia de Israel en el siglo VIII
a.C., se debe obligatoriamente resaltar el surgimiento del
llamado "Profetismo Clásico" o profetas escritos. Dicho
siglo recibió el testimonio y presencia de cuatro
profetas, Amós y Oseas en el Reino del Norte;
Isaías y Miqueas en el Reino del Sur. Es a través
de éstos libros que tomamos conciencia de las profundas
desigualdades sociales vividas en este siglo, en ambos
reinos.

Para alcanzar nuestro objetivo de acercarnos a lo que
podría haber sido, en parte, la sociedad israelita
usaremos los datos que nos proporcionan los libros
proféticos de Amós y Oseas. Además de
algunos datos contenidos en los libros de Crónicas y Reyes
de Israel. Aunque estos últimos libros fueron redactados a
fines del siglo VII a.C., al menos hacen mención a los
acontecimientos ocurridos en el siglo VIII a.C., por lo tanto
esta información deberá ser considerada con muchos
cuidados y análisis críticos.

Intentaremos elaborar un panorama social descriptivo de
dicho siglo, usando como metodología sociológica el
"Método Funcionalista"[1]describiendo la
función de las instituciones sociales de este siglo.
Además de una combinación con "Método
Marxista", dando un énfasis especial a los conflictos
sociales que se generaron, es decir, procuraremos describir las
ideologías que mueven los intereses de los distintos
grupos sociales del siglo VIII.

Partiremos usando citas de diferentes textos
bíblicos, extraídos de los libros de Amós y
Oseas.

El Método
Sociológico de
la Lectura de la Biblia

La narrativa bíblica de influencia deuteronomista
describe la introducción de la institución
monárquica en Israel, como un abierto rechazo a Dios, el
verdadero rey de Israel. Cuando el pueblo de Israel, quiso tener
su propio rey, igual que todas las otras naciones, el profeta
Samuel quedó muy angustiado y Yahweh le consuela
diciéndole que no es a Samuel a quien rechazan, sino a El
mismo (cf. I Sam. 8,122). Es indudable que la monarquía
marca una nueva etapa histórica para el pueblo de Israel,
etapa que podríamos sintetizar en la frase: "se hizo
igual a todas las naciones
", para indicar el contraste entre
una sociedad tribal ("acéfala") y una
monarquía.

La monarquía en general es una forma de vida
totalmente centralizada, que funciona en base a la
ejecución de un poder absolutista que está en manos
del rey y por extensión, de su corte. El narrador
deuteronomista no es ingenuo, lo conoce bien y cita los cambios
agudos que la sociedad israelita deberá experimentar al
aceptar la monarquía como un medio de vida (Cf.
1Sm.8:11-22). Según la narrativa deuteronomista (cf.
1-2Sm. y 1-2Rs.) los reyes de Israel tomaron un rumbo tanto
socio-económico, como ético, totalmente diferente
al experimentado durante el tribalismo. La monarquía
implicó un profundo cambio cultural, el que afectó
a todas las instituciones sociales. Con ella surgieron una serie
de problemas que afectaron la vida social, económica y
religiosa. Al ser Israel un pueblo que se originó como
producto de una protesta social[2]contra este
modelo monárquico que por siglos gobernaba las
ciudades-Estado de la época, la implementación de
este modelo trajo tensiones con la institución
profética, propia de la cultura religiosa israelita. Las
tensiones, tal como demostraremos más adelante, se
originan por el cambio de la ética social, cambios que
tomaron una connotación especial producto de la
idiosincrasia de la nación.

Sin embargo, el siglo VIII a.C., y ya incluso antes de
este siglo, la profecía israelita, constituyó un
freno a las pretensiones de los reyes de considerarse y hacerse
ver como seres únicos y extra-ordinarios, diferente al
resto de los mortales, como a seres semi-divinos; es decir: mitad
humanos y mitad divinos. Actitud abalada por toda la
ideología monárquica presente en el Antiguo Cercano
Oriente. A los ojos de los profetas clásicos, estos
personajes no eran más que líderes
políticos, ungidos por Dios para dirigir a su pueblo, pero
desde su condición de seres humanos. La lucha entre estas
dos formas de pensamiento se puede observar, a través de
los llamados Salmos reales, los que se pueden considerar como una
forma ideológica de legitimación política
(Cf. Sl. 2, 18, 20, 21, 45, 71, 72, 76, 84, 86, 87, 89, 96, 99 y
109).

Históricamente sabemos por los abundantes datos
arqueológicos de la época[3]que en
dicho siglo, el reino del norte (Israel) se caracterizó
por una fuerte convulsión social, en donde por un lado se
registra un abundante crecimiento económico, y por el otro
lado una gran desigualdad social. Además se aprecia un
completo desconocimiento de las dinastías
monárquicas, lo que produjo continuos golpes de estado.
Estos acontecimientos políticos marcan la presencia de
diferente grupos sociales que luchan entre sí, en su
hegemonía por el poder.

El objetivo central de este ensayo será 
investigar e intentar dilucidar a los diferentes grupos sociales,
que interactúan en la sociedad del Reino del Norte
(más comúnmente conocida como Israel), en el siglo
VIII a.C., e intentar clarificar sus ideologías, y sus
expresiones religiosas. En alguna manera, intentar reconstruir
una visión dinámica (diacrónica) de dicha
sociedad. Sólo nos limitaremos a analizar el Reino del
Norte, sin entrar en problematizar el Reino del Sur, aunque ambos
reinos hermanos estén estrechamente
relacionados.

La metodología que usaremos será 
hacer un análisis sociológico de la sociedad
israelita, en su perspectiva diacrónica, usando el
"Método Marxista" en su expresión latinoamericana
de "método de los Cuatro lados", dicho método
hermenéuticamente decodifica el texto a partir del
dinamismo de la vida del pueblo en la historia, en el cual la
lectura parte de la base material de la vida social: la
producción y el trabajo. Es decir, enfatiza la perspectiva
económica como un eje central, sobre el cual se elabora
todo el conjunto o tejido social, generalmente se estructura en
las siguientes cuatro fases: La Política, Lo Social, La
Economía y La Ideología. El orden de estas fases no
es rígido y puede alterarse y/o ampliarse según
fuese el caso.

Posteriormente, en su perspectiva sincrónica,
aplicaremos el "Método Funcionalista", para analizar el
funcionamiento de las instituciones sociales y su
pretensión de mantener el orden social sin mayores
alteraciones.

Modelo o
Método de Análisis Sociológico
Marxista

El estudio sociológico pretende conocer los
modelos típicos de las relaciones humanas en su estructura
y función, en un momento dado o fase (sincronía),
así como en las trayectorias de sus mutaciones en
determinados períodos de tiempo (diacronía). En
relación al análisis sincrónico, tenemos
aquí una estructuración social en determinadas
fases, este modelo lleva a percibir las correspondencias
establecidas entre los diferentes campos sociales, siendo los
principales:

a) El Campo Económico (=E), en este campo
se pretende buscar respuestas a las siguientes interrogantes:
¿Cómo vive el pueblo?, ¿Qué es lo que
produce?, ¿Cómo es distribuido el fruto de la
producción?

b) El Campo Social (=S), pretende describir la
relación entre los diferentes grupos sociales
constituyentes de la sociedad, sus relaciones jerárquicas
y sus tensiones, su vida familiar, sus costumbres, sus fiestas y
conmemoraciones.

c) El Campo Político (=P), presenta el
poder como la fuerza que articula la organización social y
su estructuración en la historia. La política y el
sistema jurídico manifiestan la articulación de las
mediaciones necesarias para garantizar la vida social del
pueblo.

d) El campo Ideológico/Religioso (=R), el
campo religioso es asociado, dentro de la teoría marxista,
con el campo ideológico. La ideología es la
justificación y la base para el conjunto de las relaciones
sociales. Ella se manifiesta en la mentalidad, en las estructuras
mentales, en la cultura, en la filosofía, y en la
práctica religiosa. Ella se reviste de una fuerza sagrada
y natural para justificar determinada organización social.
La ideología es un espíritu que sustenta o la
reproducción o el cambio de la vida social, ella afecta y
determina la práctica social que lleva o a la
integración o a la desintegración del todo
social.

Es importante tener presente que todos estos campos o
perspectivas sincrónicas, de una sociedad determinada,
están subordinados al campo económico, ya
que él es la base material sobre el cual se construye el
tejido social.

En cuanto al análisis diacrónico, se
pueden usar los elementos de transformación, totalidad y
contradicción -pertenecientes al método
dialéctico – para explicar el paso de una fase social a
otra, en la evolución de un grupo social. Siempre teniendo
en mente los factores materiales o económicos,
relacionados con la dinámica de cambio de una sociedad
determinada. En este sentido la base económica se comporta
como una variable independiente en relación a otros
campos.

Este modelo sociológico muy usado en los grupos
de lectura bíblica latinoamericanos, es conocido
popularmente como "Método de los Cuatro Lados", y pretende
analizar un texto en sus perspectivas o campos sincrónicos
y diacrónicos. Por lo general, la teoría
funcionalista es usada en las lecturas más
científicas y especializadas. Y la teoría weberiana
es prácticamente desconocida en los estudios
bíblicos latinoamericanos, tal vez por la complejidad de
encontrar y precisar los denominados "tipos ideales", con los
cuales confrontar la sociedad bajo estudio.

Breve
Reseña histórica de Israel del siglo VIII
a.C.

Sin lugar a dudas, el Reino del Norte fue una
creación de Jeroboam I, rey hábil y eficaz que supo
formar un estado donde no existía nada. Los conflictos por
la legitimación de la monarquía en este territorio,
refleja que esta institución fue introducida por Jeroboam
I, probablemente, la presencia de David y Salomón fue
nominativa, ya que Israel no reconoce una dinastía. El
territorio de Israel, mucho más rico en comparación
con Judá era geográficamente mucho más
abierto y expuesto a las agresiones extranjeras. Su
población no era homogénea, como Judá
coexistiendo junto a una gran población
cananea[4]Además no tenía una
tradición dinástica estable, como el estado de
Judá.

Jeroboam I supo hábilmente superar la falta de
una aparato estatal, y enfrentarse a la necesidad y tarea de
crear: una capital y ciudades de refugio (Siquem, Tirsa, y
Penuel; más tarde será construida la ciudad de
Samaria); formar un cuerpo administrativo, algunos lo identifican
bajo las mismas líneas de
Salomón[5]una organización militar,
y un culto oficial. Todo esto él fue capaz de hacerlo, en
medio de circunstancias muy difíciles. Especialmente por
las continuas guerras internas contra el estado de Judá y
por las amenazas externas (Siria o Damasco).

En el escenario internacional, el Imperio Egipcio estaba
en decadencia, durante los últimos años de gobierno
del rey Salomón (aproximadamente 935), la Vigésima
Primera dinastía, de la cual Salomón fue aliado,
había sido aniquilada por un noble de Libia llamado Susac,
quién fundó la Vigésima Segunda
Dinastía (Bubastida)[6].

Susac III (814-763 aC.) con la esperanza de reafirmar el
poder de Egipto sobre Asia, intentó dominar a Israel, para
ello ayudó a Jeroboam en su exilio en Egipto, tras la
persecución de Salomón. Susac atacó el Reino
de Judá y Roboán pagó un pesado tributo,
para salvar su reinado. También el Reino del Norte fue
invadido, además de las regiones de transjordania, hasta
Esdrelón. Dando término, al menos temporalmente, a
las riñas internas entre Israel y Judá.

Susac, por su parte, debido a las flaquezas internas de
Egipto, no fue capaz de dar continuidad a sus victorias en el
Antiguo Cercano Oriente, debiendo retirarse a Egipto, dejando tal
vez un puesto de avanzada en la frontera sur, cerca de
Gerar[7]La historia menciona a un comandante Zara
el "etíope" (cf. 2CR. 14,9-14), el cual probablemente fue
dejado al mando de dicha avanzada. Zara fue derrotado
posteriormente por Asa rey de Judá. De esta forma se da
término a la intromisión de Egipto en Palestina,
desapareciendo el poder egipcio del escenario internacional, por
aproximadamente un siglo y medio.

Libres de la amenaza egipcia, los reinos de Israel y
Judá, gozaron de una relativa independencia
política y económica. La que de vez en cuando, se
vio empañada por el asedio de las ciudades-Estado vecinas,
situaciones de las cuales supieron librarse sin comprometer su
autonomía política.

El siglo VIII está caracterizado por un notable
crecimiento económico en ambos reinos, y por una continua
degradación social, la cual es testimoniada por
Amós (aprox. 750) y Oseas (750-737). Nuestro
análisis sociológico lo realizaremos sobre la
segunda mitad del siglo VIII, período histórico en
donde actúan los profetas mencionados, aplicando una
lectura sociológica, a través del método
conocido popularmente como: "Método de los Cuatro
Lados".

3.2.- El Campo Político.

El comienzo de las actividades proféticas tanto
de Amós como de Oseas, está registrada entre los
últimos años del reinado de Jeroboam II. Los mismos
profetas así lo registran (cf. Os. 1,1; Am. 1,1), sus
actividades proféticas se pueden precisar en los tiempos
de: Azarías (783-742), Jotam (750-735), Acaz (735-715), y
Ezequías (715-687/6), todos reyes de Judá; y de
Jeroboam II (786-746), rey de Israel. Le sucedieron a Jeroboam
II: Zacarías (746-745), Salum (745), Menaém
(745-738), Fakéia (738-737), Faké (737-732) y Oseas
(732-724).[8] Son aproximadamente 60 años
de historia, en los cuales la política desenvolvió
un rol fundamental.

En el reinado de Jeroboam II, en el Reino del Norte, se
dio un crecimiento económico muy significativo,
además de una recuperación de los territorios del
norte de Palestina, antiguamente conquistados por David. Esto nos
hace suponer que bajo el breve período de estabilidad
social y política del reino norteño, Israel
logró organizarse bajo un sistema monárquico
similar al de Salomón, tanto en su aspecto
político, como en su aspecto económico. Esta
deducción la podemos sostener, a través de un
argumento arqueológico, las llamadas "Óstracos de
Samaria"[9], ellas nos confirman un modelo
administrativo similar al de Salomón. Aunque no se pueda
saber qué tipo de impuestos se le impuso a la
población israelita, a través de los libros de
Amós y de Oseas, sabemos que fue un sistema que
concentró el poder en manos de una minoría
privilegiada (cf. Amos, Oseas).

La centralización del poder político
estaba ubicado en la ciudad de Samaria (La Capital), allí
residía el rey junto a su corte. Y el poder religioso se
encontraba disperso, a través de los principales centros
cultuales del país. Oseas (cf. 8,4) destaca el
florecimiento económico del país, en los siguientes
términos: "[Israel] edificó templos, y
Judá acrecentó ciudades fortificadas
";
Amós (3,12-15; 4.1; 6.4-8) rechaza el lujo de los
habitantes de Samaria, denunciando la idolatría de Israel.
El crecimiento económico fue sólo ocasional, ya que
a la muerte de su hábil monarca el reino quedó
sumergido en un completo caos político, producto de los
sucesivos golpes de estado por parte de los pretendientes al
trono. No se sabe las razones de dicho caos político, que
fue lo que los motivaba a luchar con tanta violencia por el
poder, tal vez si analizamos la historia desde la perspectiva
internacional encontremos alguna pista.

Los aproximadamente 30 años de historia
política, después de la muerte de Jeroboam II,
estarán muy influenciados por los acontecimientos
internacionales en el Antiguo Medio Oriente. Israel se ve en
medio de un escenario de luchas por la hegemonía del poder
político en Asia. La nueva potencia Asiria se enfrenta a
la antigua y un tanto debilitada potencia egipcia, en su lucha
por el control de las rutas comerciales, y por ganar la salida al
mar Mediterráneo[10]

La política interna del pequeño estado
israelita, así como de Judá queda orientada a una
lucha por la sobrevivencia. Surgen los oráculos
proféticos identificando la amenaza proveniente del norte,
como un castigo de Dios (cf. Amos 5,27). Los grupos privilegiados
que sustentan el poder se enfrentan a la decisión entre
dos apuestas, o aliarse con los Asirios, o aliarse con los
egipcios. Oseas describe a Israel o Efraín corriendo hacia
Asiria y hacia Egipto, buscando su sobrevivencia (cf. 5,8-14;
6,10-11; 7,1-16). Este acontecimiento divide a Israel en dos
grupos políticos antagónicos, uno partidario de la
política pro-Asiria, y el otro partidario de la
política pro-Egipcia. Para Jorge Pixley la división
del Reino del Norte en dos grupos o partidos políticos fue
producto de las continuas guerras civiles, y dicha inestabilidad
política es el reflejo de las divisiones frente a la
amenaza del imperio[11]

Por el resultado histórico del Reino del Norte,
podemos afirmar que ganó el partido político que
apostaba su suerte a Egipto, ya que Israel junto a Damasco le
declara guerra a Judá reino títere de Asiria. Este
hecho sumado a la negación del pago de tributos a Asiria,
trae como trágica consecuencia para Israel su
invasión por Salmanazar V, terminando con su
población deportada[12]

3.2.- El Campo Social.

La sociedad en donde vivieron Amós y Oseas, era
una sociedad que se caracterizaba por una creciente
modernización e infraestructura. Conocidas nos son sus
construcciones de templos, palacios, y canales para
regadíos (cf. Os.11,4, Amos 3,12-15). Así
también, se caracterizaba por su gran desigualdad social,
la cual nos testifica Amós (cf. 2,6-8; 4,1; 5.7.10-12;
6.1-7; 8,4-7) y Oseas (cf. 4,4-10; 5.1; 7,3-7;
10,12-13).

La capital del Reino del Norte, Samaria, fue construida
totalmente bajo el reinado de Onri, sobre los mismos
parámetros de Jerusalén, ofrecer una neutralidad
tribal, y una mejor defensa frente a las invasiones
externas[13]En esta ciudad se centralizó el
poder político y económico, quedando el poder
religioso dispersado entre los diversos centros cúlticos
del país (Dan, Betel, etc.).

De los datos un tanto vagos ofrecidos por Oseas (cf.
5,1), y de los abundantes datos proporcionados por Amós
(cf. 2,6-8; 4.1; 6,1-7), podemos deducir que la sociedad
israelita se estructuraba de la siguiente manera:

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Podemos deducir, producto de los continuos golpes de
estado, que el sistema monárquico del Reino del Norte no
descansaba sobre el sistema dinástico, sino mas bien sobre
un sistema carismático, y de aclamación popular.
Este aspecto particular del Reino del Norte, hace muy peligroso a
los grupos influyentes de la sociedad, ya que estos siempre
estarán actuando conforme a sus conveniencias personales,
dejando los intereses del pueblo de lado. Oseas denuncia a los
sacerdotes y profetas como cómplices del pecado de los
ricos (cf. 4,3s.), Amós por su parte hace lo mismo
denunciando a los opresores (cf. 3,10-11; 4,1; 5,11; 6,1;
8,4).

Israel nos ofrece en el aspecto económico un
panorama de un crecimiento económico muy grande, y en el
aspecto social una profunda desigualdad social. El surgimiento de
un grupo de comerciantes y de latifundistas, es una clara
evidencia que la conciencia moral y social de antaño, ya
no existen en Israel. Amós constata la explotación
e injusticia de los campesinos y pobres, en manos de los ricos
(cf. 8,4).

Tenemos un dato arqueológico de la época,
muy importante para hacer una reconstrucción de la vida
social israelita, el cual nos proporciona Roland de Vaux, a
través de sus investigaciones en Tirsa, él descubre
lo siguiente:

"En las excavaciones de Tirsa, en siglo X, las casas
eran construidas aproximadamente iguales. Sin embargo en el siglo
VIII, en la misma ciudad el cambio es impresionante: el barrio de
las casas ricas, más grandes y mejores construidas,
están separadas [por un muro] de las casas del barrio
donde viven los pobres".[14]

Esta información respalda la crítica
social de los profetas Amós y Oseas, y a su vez, nos
revelan un problema social nuevo y poco investigado en el Antiguo
Testamento, problema que podríamos definirlo como un
conflicto de clase dentro de la ciudad, que contrasta con el
conocido conflicto campo-ciudad.

El sistema administrativo empleado dentro del Reino del
Norte, corresponde a los parámetros del llamado "Sistema
de Producción Asiático" o "Sistema Tributario", en
donde la centralización del poder y la riqueza está
en las manos del "déspota"
(mélék)[15]. Producto de la
explotación y la usura, especialmente los campesinos van
lentamente empobreciéndose y quedando sin sus tierras, ya
que deben entregarlas a sus acreedores para saldar sus deudas
(cf. Amós 8:5-6; Os.12:9). Debiendo muchos de ellos vender
a sus hijos o a ellos mismos como esclavos, para pagar sus
deudas. Tal vez, muchos de ellos emigraron a la ciudad, formando
los barrios pobres marginales que, De Vaux, descubrió en
su investigación en Tirsa.

Sobre los datos que nos proporciona el profeta Oseas
(cf. 4,4-6; 5,1), y Amós (cf. 6,1-7) respecto de su
sociedad, podríamos deducir la siguiente relación
social:

a) El poder político estaba centralizado en las
manos del rey y su corte, este grupo social es muy importante,
pues ellos son los que deciden la política del reino, y
son ellos los que administran la justicia; dicho grupo es
legitimado por los sacerdotes y profetas que administran la
religión en los diversos altares del país, es
decir, ellos son funcionarios del templo al servicio de la
"religión oficial" que adormece la conciencia del pueblo
(cf. Os.4,3; Am. 7,10-17).

b) En un nivel intermedio, encontramos a los grandes
comerciantes y latifundistas, los que de acuerdo con sus riquezas
y favores pueden conquistarse un lugar en la corte del rey (cf.
Am 8,4-7).

c) Después tenemos al ejército donde los
altos jefes o Generales, son de confianza absoluta del rey, e
incluso ellos mismos pueden usurpar el trono por la fuerza de las
armas, el resto del ejército ocupa un lugar secundario en
la escala social. Aquí es importante hacer una
aclaración, ya que el escenario político
internacional, amenaza continuamente invadir a Israel, por lo
tanto existe un ejército profesional al servicio del rey.
En caso de guerra se recurre además a reclutar a la "mano
de obra", formándose un "ejército de defensa"
compuesto principalmente por campesinos (cf. Am.
2,14-16).

d) En último lugar está ubicado el
principal generador de la riqueza de Israel, el pueblo,
quién sostiene todo el tejido social (Am.
7,1-3).

3.3.- El Campo Ideológico.

La sociedad de Amós y Oseas, la cual hemos
intentado describir gráficamente en la sección
anterior, funciona bajo un gobierno denominado "Sistema de
Producción Tributario", donde el rey o déspota
cumple el papel de protector de la sociedad, estipulado por una
especie de contrato, el pueblo recibe seguridad a cambio de su
tributo al rey. Esta ideología es justificada en momentos
de guerra, pero en momentos de paz queda muy cuestionada. En el
caso de Israel al menos en su período de relativa
independencia, fue justificada por la Religión Oficial,
que cumplió un papel de alienadora de la sociedad, al
entrar en un sincretismo con las religiones cananeas. El libro
del profeta Oseas es un tratado entero sobre este punto, que
él califica como una "idolatría". El profeta
Amós, por su parte, aunque no menciona directamente la
idolatría de Israel, se esfuerza en dejar claro (realiza
un proceso de desmitologización) el poder de Yavé
sobre todos los fenómenos naturales (cf. Am. 4,4-13;
7,1-9).

Frente a las invasiones de las potencias de la
época, Asiria y Egipto, un rey que gobierna una
pequeña nación como Israel, no tiene más
remedio que someterse a tributación para salvar su vida y
la de su pueblo. Este fue el caso de Menahem, quién
según los datos otorgados por Siegfried
Herrmann[16]pagó un tributo de 1.000
talentos de plata al faraón Tiglat-Pileser III, asegurando
así su status quo y una relativa autonomía
de gobierno. Frente a este hecho histórico, tenemos que
hacernos la siguiente interrogante: ¿Cuál era la
seguridad que los reyes de Israel proporcionaban a su
pueblo?.

La continua amenaza externa, nos hace suponer la
existencia de una fuerte carga ideológica sobre el pueblo,
con el objetivo de asegurar un tesoro suficiente para el pago del
tributo a los imperios de la época. Dentro de esta
línea de interpretación citaremos a F. Houtart,
quien nos aclara esta situación ideológica de la
siguiente manera:

"El surgimiento de la instancia política
recogiendo tributos está en el origen del desarrollo de
una sociedad de clases, cuya manifestación más
perceptible es la dicotomía entre lo rural y lo urbano;
las ciudades, donde viven los consumidores del tributo, se
constituyen de modo autónomo en relación a las
regiones rurales productoras".

"Así, es necesario una poderosa producción
ideológica para que los siervos lo admitan como natural y
necesaria la sobrevivencia del orden social global (…) Max
Weber ya mostró que en este tipo de sociedad de clase
dominante los señores buscaban en la religión una
legitimidad de su propia existencia, mientras que los dominados
encontraban en ella razones para aceptar su condición en
la esperanza de una compensación de naturaleza
pos-histórica".[17]

La contribución de F. Houtart es muy importante
para clarificar el problema de la idolatría, especialmente
en los libro de los profetas Oseas y Amós. Debemos
recordar que según la descripción del libro de II
Samuel 7,14, y del Salmo 2,7, en el Reino del Sur la realeza
posee un carácter sagrado-dinástico (línea
davídica), y no carismático como en el
período de los jueces. La unción sobre el rey era
un símbolo de la transmisión del poder divino, y en
tiempos de Salomón llegó a considerársele
como "hijo de Dios", en una concepción cercana a la
cananea[18]En el Reino del Norte, en cambio, no se
reconoce un sistema dinástico, y los grupos dominantes
procuran conservar sus intereses debatiéndose en una
continua guerra civil.

De los acontecimientos históricos narrados por
Amós y Oseas, podemos deducir que el rey israelita
precisaba de un fuerte aparato ideológico, para asegurar y
preservar su gobierno, tanto sobre el pueblo como sobre los
grupos políticos de oposición.

Además de esto, tenemos un segundo nivel
ideológico, o mejor dicho una lucha ideológica
entre las ideologías de la ciudad o del palacio y las
ideologías de los profetas, Amós y Oseas son un
típico ejemplo de esta situación.
Ideológicamente los profetas, aunque viviendo en un
determinado tiempo histórico, anhelaban otro que
existió antes de la centralización administrativa y
política. "Esa ideología tribal en plena
monarquía no deja de constituirse en una forma arcaica de
pensamiento ideológico"[19].

Dicha ideología tribal, representada en los
profetas, se opone a la ideología oficial enseñada
en los altares, que pretende alienar al pueblo para usurpar sus
riquezas. Surge de esta forma la "Religión Oficial" o
nacional de Israel, naturalmente que dicha religión no
descansa sobre los principios éticos de la ley mosaica,
sino que es un "fetiche del yavismo", con el cual se aliena al
pueblo. Rafael de Sivatte en su artículo sobre la
crítica profética al yavismo nacional, describe
esta situación de la siguiente manera:

"Lo que está en el fondo es una falsa
concepción de lo religioso, una inautenticidad en la
relación con Dios, centrada esta en el culto, en la
liturgia, en el templo, en las prácticas legales, una
relación con Dios que no tiene nada que ver con la vida en
su aspecto personal y social (…) se trata, pues, de un dios de
convivencias políticas, sociales, el dios nacional, un
dios que no es garante de la justicia, sino que justifica la
injusticia y la violencia institucionalizada. Es el dios del
Nacional Yavismo, el dios alienante, el dios tapadera de todas
las situaciones inhumanas y que nos adormece para que no sean
estas desenmascaradas y
suprimidas".[20]

Oseas nos describe la idolatría de Israel
presente en las prácticas de la "prostitución
sagrada" (cf. Os.4,3-19; 5,7); Amós hace lo mismo (cf. Am.
5,4-5; 5,21-25). El sincretismo religioso con las religiones
cananeas estaba presente en Israel desde su inicio como una
nación independiente. Jeroboam I, al pretender rivalizar
con el culto de Jerusalén, creó altares en Dan y en
Betel (cf. 1 Re 12,25s.), erigiendo en ellos el becerro de oro
como una imagen paralela a los querubines que sostenían
sobre sus lomos a Yavé. El peligro de dicha imagen es que
ella fácilmente se confundía con Baal, dios cananeo
de la fertilidad, cuya imagen también es un "Toro". La
religión oficial había llegado a tal punto de
sincretismo con la religión cananea, que ya no se
discernía entre una religión yavista y una cananea,
mucho menos en un nivel ético y moral. N. Gottwald
describe la siguiente situación en este
período:

"Nuestra comprensión de las uniones entre el
yavismo y el baalismo en este período pueden ser mejoradas
substancialmente por las inscripciones y dibujos hasta ahora no
publicados provenientes de un santuario de los siglos IX/VIII, la
evidencia parece mostrar que Yavé era adorado allí,
ya sea como Baal, o en paralelo con Baal, así
también tenía una esposa denominada su Asherah. De
esta forma, a pesar de la supuesta extirpación del
baalismo en el norte un siglo antes, se manifiesta que un
sincretismo completo a tal punto había fundido los
elementos del yavismo y del baalismo que Oseas puede describir la
situación cultual y sociopolítica resultante como
una de "ningún conocimiento (Os 4,1-3; 5,3-4;
8,1-3)".

"Frente al sincretismo de la religión de Israel,
del cual nos informan Oseas y Amós, los profetas
argumentan que Israel rompió el pacto con Javé. Los
profetas se enfrentan a esta religión denunciándola
como un sistema ideológico legitimador de las
desigualdades sociales, la que con sus cultos a las potencias
extranjeras y a los bienes terrenos (cf. Os.6,6), se aparta al
pueblo del "conocimiento de dios" (cf. Os.4,1-3). Es a esta
"Religión Oficial" sincretista e ideológica, que
Oseas se enfrenta calificándola como una
"idolatría".18

3.4.- El Campo Económico.

En este período se observa un gran crecimiento
económico en ambos reinos, tanto en el Reino del Norte,
así como en el Sur. Se constata una gran riqueza en la
artesanía y especialmente en la construcción, la
confirmación arqueológica de este estado social es
el descubrimiento de casas más grandes que las de siglos
anteriores, con una cerámica de buena calidad. Hay pocas
construcciones de muros y edificios públicos, pero
sí de lujosas casas
particulares[21]

La metalurgia se desarrolla especialmente con
propósitos militares, surge es este período el
sistema de intercambio a través de metales, lo que
más tarde (siglo VII a.C.) se constituirá en lo que
conocemos por moneda, dejándose de lado – en el comercio
internacional – el sistema primitivo de cambio basado en
trueques. Roland de Vaux nos describe este cambio social de la
siguiente manera:

"Los metales de cambio eran el cobre, el oro, y sobre
todo la plata. La palabra kesep (plata), se
convirtió a su vez en el metal mismo y el modo de pago (en
metálico), como kaspu en Acádico. Muy
pronto en el Mediterráneo Oriental, en Micenas, en
Chipré, en Egipto, en Mesopotamia, en Siria, el metal de
cambio se fundió en lingotes de diferentes formas: en
discos, barras, broches y anillos que a veces llevaban una
señal que daba certeza de su peso y ley, pero aún
no se trataba de moneda".[22]

La ciudad necesitaba del campo para proveerse de sus
alimentos, y el campo necesitaba de la ciudad para adquirir las
herramientas especialmente metálicas (fierro), dichas
necesidades eran satisfechas a través del comercio (cf.
Am. 8,4ss; Os. 12,8-9). Al surgir el metal como sistema de
cambio, la producción del campesino y del artesano, queda
sujeta a un "valor de cambio", el que es regulado por la casa
real (Palacio). Por lo tanto, la producción del campesino
y del artesano pierde la capacidad real de ser cambiada por otra
mercadería, como en el antiguo sistema de
"trueques".

Con el sistema de cambio en metales, surge lo que se
conoce en términos marxistas como "plusvalía", la
que queda en manos del rey atesorada generalmente en el templo o
en el palacio.

Se introduce la mano de obra extranjera especializada,
tanto en la artesanía, en el comercio y en la
construcción, y esta es integrada en la población
israelita citadina. Formando un pequeño grupo social de
obreros y de pequeños empresarios, los cuales
desarrollaban sus actividades productivas en los callejones de
las ciudades-estado. Debemos tener presente que en el siglo X,
cuando David conquistó Jerusalén no invalidó
su sistema económico cananeo (Jebusita), al contrario lo
adoptó en su gobierno en todas sus dimensiones,
contratando especialistas cananeos[23]En el Reino
del Norte se estableció un sistema económico
similar al aplicado por Salomón, el hallazgo
arqueológico de las "Óstracos de Samaria" nos
confirman que dicho sistema fue establecido por Jeroboam
I[24]

No se puede negar que Israel gozó de un gran
crecimiento económico a mediados del siglo VIII, en
desmedro de los grupos pobres. En este siglo la
administración de la justicia se profesionaliza,
abandonándose la justicia aplicada por los ancianos;
surgen los prestamistas con sus altos intereses, y el comercio
proporcionaba todos los productos necesarios para el desarrollo
del país. El comercio se abre en escala internacional: Mar
Rojo, Arabia, Mesopotamia, y especialmente Egipto y
Siria[25]Israel y Judá juntos, dominaban el
mismo territorio que conquistó David. Pero todo este
florecimiento económico es en desmedro de los pobres, y es
por esta razón que Amós (6,1-8) y Oseas (8,1-14)
condenan a Israel.

Bajo este sistema económico, surge en Israel un
nuevo grupo social, los latifundistas, los que a través de
sus préstamos con altos intereses, se van adueñando
de las tierras de los campesinos, antiguas propiedades de las
familias tradicionales, siendo los principales latifundistas los
reyes (cf. Am. 5,10-15). El rey necesitaba de tierras para pagar
a su ejército, ya que al no haber guerras no había
botín, por lo tanto las tierras expropiadas a los
campesinos servían de salario para sus comandantes (2Sam
9,7-13).

La sociedad del Reino del Norte tenía una
estructura socioeconómica muy elaborada, donde la
religión estaba revestida de un alto grado de
sofisticación infra-estructural necesaria para su
función ideológica, con sus altares cerca del
palacio. Ilustramos este sistema socioeconómico, a
través del siguiente esquema, confeccionado bajo el
reinado de Onri (885-874 a.C.), cf. 1Re 16,21-28.

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Resumiendo, podemos decir que el reino del Norte era una
sociedad gobernada por principios de división de clases
sociales, es decir, los grupos dominantes son los ricos, los que
a través del Sistema Económico Tributario
(Capitalismo de Rentas) imperante en la sociedad norteña,
amparaban la usura, el robo, la mentira (cf. Os.4,2ss; Am.
2,6-7). Este sistema económico los hace cada día
más ricos (cf. Am. 8,4-6).

El asedio de las potencias extranjeras fue una buena
oportunidad para legitimar la monarquía, y aumentar las
tarifas tributarias sobre los campesinos, los que debido a las
elevadas deudas pierden sus tierras, y hasta su propia libertad
(cf. Am. 2,6-8; 3,9-10).

La Religión Oficial compuesta en un alto grado de
sincretismo con las religiones cananeas, sólo cumple un
rol ideológico alienante, donde a través de los
cultos a la fertilidad se asegura una buena producción
agrícola, y con ello un buen tributo. Se aumentan los
sacrificios para expiar los pecados, para aumentar las ofrendas,
y de esta forma aumentar la riqueza para los sacerdotes. En este
sistema social conocer las leyes divinas era subversivo, pues
ellas atentan directamente en contra del status quo de
los grupos privilegiados. Por lo tanto, los sacerdotes de los
altares deciden no enseñarlas (cf. Os.4,6-8; 8,13; Am.
2,4-5).

Preguntas de ayuda para la lectura.

1.- ¿Cuáles son las causas internas y
externas que dan origen al florecimiento económico en el
reino del Norte?

2.- ¿Cuál es el sistema económico
que surge en el siglo VIII a.C.?

3.- ¿Cómo se legitima la monarquía
frente al pueblo en un tiempo de paz internacional?

4.- ¿Por qué razón la
religión era importante para la estabilidad del sistema
social-político-económico del siglo VIII a.C.?5.-
¿Cuáles son las principales características
sociales de este siglo?

6.- ¿Cuáles son las principales
características políticas de este siglo?

7.- Describa la importancia de los altares para el
sistema político de esta época.

 

 

Autor:

Jaime Alarcón V.

 

[1] La sociología funcionalista busca
la explicación de las instituciones sociales y
culturales en términos de la contribución que
estas proporcionan para la mantención de la estructura
social.

[2] Adherimos a la tesis de Nehemías
Gottwald de la ‘revolución campesina’,
propuesta en su monumental obra sociológica: Las Tribus
de Yahweh. Una sociología del Israel liberado.

[3] Nos referimos a las excavaciones del
sacerdote y arqueólogo francés Roland de
Vaux.

[4] John BRIGHT, História de Israel,
Paulinas, São Paulo, 1980, p. 312.

[5] Idem., p. 314 al 315.

[6] Idem., p. 308.

[7] Idem., p. 310.

[8] Idem., p. [646 al 647] Datos
extraídos del cuadro cronológico ofrecidos por el
autor.

[9] Idem., p. 346. La cerámica
encontrada en Samaria (un grupo de 63 óstracos de
cerámica), con inscripciones en caracteres hebreos,
encontradas en la sala del tesoro del palacio de Acab (Ahab)
destruido en el 750 a.C., estas listas registran partidas de
aceite y vino recibidas por la corte, probablemente como pago
de impuestos, parecen indicar un sistema administrativo similar
al de Salomón. Fueron encontrados durante
una excavación en 1910, por un grupo
de arqueólogos. Datan, probablemente del 850 a.C.
Los textos registran cargamentos de aceite y vino
traídos para Samaria de varios lugares vecinos.

[10] Idem., p. 360 al 362.

[11] Jorge PIXLEY, “Oseas. Una nueva
propuesta de lectura desde América Latina.” In:
REB (2): p. 68, 1986.

[12] Henry CAZALLES, História
política de Israel. Desde as origens até
Alexandre Magno. Paulinas, São Paulo, 1986, p. 171 al
175.

[13] Martín METZGER, História
de Israel, Sinodal, São Leopoldo-RS, 1988, p. 84 al
89.

[14] Roland de VAUX, Instituciones del
Antiguo Testamento, Herder, Barcelona, 1985, p. 115.

[15] Karl MARX,
“Formações econômicas
pre-capitalistas”. In: Jaime PINSKY (Ed.), Modos de
Produção na antigüidade, 3° ed., Globo,
Río de Janeiro, 1966, p. 13.

[16] Siegfried HERMANN, Historia de Israel en
la época del Antiguo Testamento, Sígueme,
Salamanca, 1979, p. 36.

[17] François HOUTART, Religião
e modos de produção pre-capitalistas, Paulinas,
São Paulo, 1982, p. 19.

[18] Jaime PINSKY, Monoteismo e modos de
produção, p. 258.

[19] Rafael de SIVATTE, “Crítica
profética a los imperialismos y a la religión
nacionalista”, REVISTA LATINOAMERICANA DE TEOLOGIA (4):
P. 102, 1985.

[20] Norman K. GOTTWALD,
Introdução socioliteraria à Bíblia
Hebraica, Paulinas, São Paulo, 1988, p. 342.

[21] Jorge PIXLEY, op. cit., p. 82. El autor
se apoya en el estudio de H. Larreh "Israelity Society as
reflected in excavations of eight century cities".

[22] Roland de VAUX, op. cit., p. 311.

[23] John BRIGHT, op. cit., p. 345.

[24] G.H. WITTENBERG, King Solomon and the
theologians, Univ. Natal Press, Pietermaritzburg, Sud Africa,
1988, p. 3.

[25] Idem., p. 345.

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