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La opinión como acción política en los regímenes totalitarios



  1. Introducción
  2. La
    Tensión entre la verdad y la mentira: El papel de la
    acción
  3. La
    primavera de Praga de 1968: la opinión como
    acción en contra del totalitarismo
  4. Conclusiones
  5. Bibliografía

Introducción

El convulsionado siglo XX fue el escenario para el
nacimiento de una nueva forma de opresión política,
una distinta, un nuevo tipo de gobierno no clasificado en la
historia de las ideas políticas y que por ende
parecía confundirse con alguna clase de autoritarismo. Sin
embargo este nuevo régimen iba mas allá de la
concentración total de la autoridad, era la
institucionalización de la mentira. El totalitarismo fue
un régimen político-económico-social que
permitió perpetuar y sostener la existencia de una
sociedad jerarquizada mediante la guerra y el control sobre el
individuo en lo más profundo de su privacidad e identidad.
Así, al totalitarismo no le basta con que las personas
sean obedientes al grupo en el poder, sino que busca que las
personas profesen una adhesión total a los principios del
régimen, e inclusive a los sentimientos del mismo, a las
mentiras proferidas por él:

"En comparación con todos los demás
partidos y movimientos, su más conspicua
característica externa es su exigencia de una lealtad
total, irrestringida, incondicional e inalterable del miembro
individual"[1]

Esta adhesión se busca mediante la violencia
física y psicológica sobre los ciudadanos:
torturas, desapariciones forzosas, detenciones arbitrarias,
confiscaciones de la misma naturaleza, amenazas, golpizas,
sabotajes, vigilancia desmedida sin consideración a la
privacidad, etc. En el caso más extremo –que es el
descrito por Orwell en 1984– a través de este
mismo terror, se pretende que el individuo ame al régimen
fanáticamente, siendo este el objeto único de su
amor, eliminando así la naturalidad de las relaciones
interpersonales; así como también elimina la
diversidad propia del carácter humano, en vista de que
para el totalitarismo es más fácil controlar, a
través de la uniformización que apunta a la
unanimidad, la manera de pensar e implantar contenidos
de pensamiento en los ciudadanos para evitar "desviaciones" que
puedan llevar a cuestionamientos que deriven en rebeliones contra
el régimen.

Desde esta perspectiva arendtiana es fácil
afirmar que la mentira es el mecanismo por medio del cual el
régimen totalitario se instaura, mantiene y reproduce, ya
que es mediante ella que el régimen organiza a las masas.
Ya no a los ciudadanos con las opiniones sobre el gobierno, sino
a las masas con la mentira. ¿Como entonces la
opinión en torno a simples relatos de verdades factuales
llevó a la acción política en los
regímenes totalitarios? Para contestar esta pregunta me
propongo sostener que La Primavera de Praga en 1968 se constituyo
en un hito ya que fue la primera vez en donde un movimiento,
entre ellos un Partido Comunista no herético, se
hacían críticos frente al totalitarismo
soviético, en otras palabras que no solo la mentira, sino
la opinión deliberada en la esfera pública de
verdades factuales pueden y efectivamente conllevaron a la
acción política a mediados de los años 60 en
la entonces Checoslovaquia.

La Tensión
entre la verdad y la mentira: El papel de la
acción

El hombre siempre ha mentido, pero nunca de una forma
tan descarada, sistemática y constante, son las palabras
de Alexandre Koyre cuando analiza el fenómeno de la
mentira moderna, ya no la tradicional, sino aquella dirigida a la
masa y creada a gran escala con el ánimo no solo de
engañar sino de convencer conciencias. La mentira moderna
institucionalizada en los totalitarismos tiene tal desprecio por
la "Verdad Objetiva" que no solo reniega de ella, sino que
asegura que tal no existe y que la verdad solo debe estar al
servicio de la raza, la nación o la
clase[2]es decir desde el punto de vista de su
utilidad política practica, llevando al extremo
teorías biologicistas -darwinianas en su mayoría-
en torno a que el totalitarismo más que un régimen
es un movimiento que desplaza la historia en una línea
evolutiva.

Koyre le da entonces a la mentira un valor
mítico, afirma que la mentira es un arma y que es licito
emplearla en la lucha mientras no perjudique el buen
funcionamiento de las relaciones sociales, le da una virtud
consustancial a la falsedad misma en la medida en que afirma que
– en relación con el grupo que miente a los otros, al
enemigo- "mentir no sería un acto simplemente tolerado, ni
siquiera una simple regla de conducta social: se haría
obligatorio, se convertiría en una
virtud"[3], la verdad en contraposición no
solo se vería como un imposible categórico, sino
como una debilidad, una incapacidad. Bajo estos presupuestos la
verdad permanecerá oculta al vulgo, a los profanos, ya que
en las sociedades secretas hay que disimular lo que se es y
simular lo que no es, permitiendo así a los jefes
convencer a la masa de lo que otra forma no podrían estar
seguros, anteponiendo a sus vidas mismas una actitud espiritual,
es esta y ninguna otra la manera de operar de los Estados
totalitarios.

Claro, es evidente que el totalitarismo construye una
lógica que gira alrededor de la gran mentira que se
constituye en toda una religión oficial, la del
totalitarista, pero: ¿en donde queda el papel de la verdad
entendida en Arendt como la multiplicidad de opiniones en la
esfera pública? Arendt parte de un desencuentro entre
política y verdad, antes que rechazar la verdad en la
esfera pública sospecha es de toda forma de autoridad que
se quiera apropiar de ella o que se asuma poseedora de la misma.
De este modo, y en un sentido liberal amplio, defiende las
instituciones democráticas ante la amenaza totalitaria en
la tensión "verdad- mentira" que ya se esboza en obras
como La Condición Humana y Los
orígenes del Totalitarismo. De tal
análisis se desprende que existen verdades racionales –
las matemáticas y las propiamente derivadas de la ciencia
que dan pie al pensamiento filosófico, y las verdades
factuales o de hecho que dan pie al pensamiento
político[4]Sin embargo, dice Arendt que es
precisamente la mentira sobre aquellas verdades factuales la que
conlleva a la acción política, cito
textual:

"Sin duda, en lo que respecta a la acción, la
mentira organizada es un fenómeno marginal, pero el
problema es que su antítesis, el mero relato de los
hechos, no conduce a ninguna
acción"[5]

Pese a esto y siendo justo con la argumentación,
también reconoce que esto no niega que contingentemente la
simple narración de los hechos pueda ser utilizada por las
organizaciones políticas, sin embargo "la veracidad
jamás se incluyo entre las virtudes políticas
porque poco contribuye a ese cambio del mundo y de las
circunstancias que está entre las actividades
políticas mas legitimas"[6]. La veracidad
desde el punto de vista de Koyre no solo es debilidad, sino que
además es un medio para un fin, esta instrumentalizada al
servicio de la dirigencia totalitaria, construye el mundo a
partir de su utilidad a los fines mismos del terror, del partido,
de la conciencia totalitaria que es en sí misma un
movimiento que se consolida a través de la
destrucción de la verdad y al implantación del
terror. Los bolcheviques hablaban de una ley de la historia- no
como estabilizadora de lo social- sino como movimiento, una
creencia a ciegas en la ley de la historia que es desde el
marxismo ortodoxo la lucha de clases, un gigantesco movimiento
que desplazara a la sociedad hasta que ella misma llegue a
abolirse[7]En el totalitarismo por ende no hay
verdad, hay un gigantesco movimiento histórico que cambia
la ley histórica de eliminación de las clases por
la ley de matar. Se mata al enemigo, pero también se mata
antropológicamente al hombre, el ser humano no existe ya
que la antropología totalitaria no admite la existencia de
un esencia humana común a todos, la mentira como
dispositivo empieza a funcionar y la humanidad como verdad
objetiva desaparece.

Es aquí donde se centra la tensión entre
verdad y mentira, o más propiamente dicho entre
opinión y mentira, la primera reflejando un tipo
democrático y la segunda un tipo totalitario que, por
supuesto, están mediadas por la acción. Se
presupone que la mentira mueve, moviliza, lleva a la
acción en las masas- tal y como sucedió en los
totalitarismos Nazi y Soviético- la mentira es vista
aquí como virtud tal y como es planteada por Arendt y
Koyre, como un opuesto que destruye la posibilidad de la
opinión y por tanto de la democracia. La verdad por el
contrario, vista como hecho, como verdad factual, no contribuye a
nada- con la salvedad que se hizo anteriormente- , sin embargo se
resaltan los límites que la verdad le impone al discurso
político[8]en palabras de
Arendt:

"Los hechos dan orígenes a las opiniones, y
las opiniones, inspiradas por pasiones e intereses diversos,
pueden diferenciarse ampliamente y ser legitimas mientras
respeten la verdad factual. La libertad de opinión es una
farsa a menos que se garantice la información objetiva y
que no estén en discusión los hechos
mismos."[9]

La política es por antonomasia un campo de hechos
contingentes, variables, y que pueden ser interpretados de
distintas maneras, sin embargo la verdad factual jamás
cambia, el error esta en considerar una opinión, es decir
una determinada interpretación como la verdad racional, es
decir una mentira mas. En este caso uno no puede decir lo que
quiera, solo puede dar cierta interpretación sobre unos
hechos que son inalterables- nadie discutiría por ejemplo
que la Revolución Rusa se hizo al poder, sin embargo si
podría entrar en debate si esta triunfó o no con el
tiempo, es un hecho irreductible. Por tal razón la verdad
factual siempre estará ahí, inmutable, la pregunta
es hasta qué punto puede guiar la
acción.

La primavera de
Praga de 1968: la opinión como acción en contra del
totalitarismo

El totalitarismo soviético es quizá uno de
los paradigmas de la acción totalitaria. Reseñado
en múltiples textos se enuncia al régimen
totalitario como todo un esquema que regula no solo Aspectos
relativos a la esfera pública de sus ciudadanos sino
incluso su vida privada y su conciencia. para Arendt el
totalitarismo es una nueva forma de opresión
política que difiere sustancialmente de otras conocidas
como el despotismo, la tiranía y la
dictadura[10]pero que también parte de
ellas, es decir su origen no es por medio de generación
espontánea, sino por medio de la construcción
teórica y práctica que ya existía en la
humanidad. El totalitarismo no sólo busca la
opresión, sino que la busca a través del control
absoluto y total de la vida humana, desde aspectos
políticos como la supresión de las libertades,
hasta aspectos del subconsciente humano como el manejo de los
pensamientos y la construcción de un sin número de
redes de control en la sociedad, es un sistema sin sistema tal y
como lo afirma Masarky: "el llamado sistema bolchevique nunca
había sido nada más que una completa ausencia de
sistema" sino más bien una red de sistemas que buscan el
control de las denominadas masas. Este tipo de regímenes
desarrollan su control no sólo a partir del control
político y económico, sino que se sirve de la
imposición de sus programas ideológicos para
insertar su legitimación desde las mentes de la
población misma, a la vez que los convierte en aceptantes
pasivos en la construcción del consenso.

Una de las características más prominentes
de estos regímenes es la dualidad que se presenta entre
Estado y Partido siguiendo distintas pugnas dentro de los
partidos comunistas, el soviético por ejemplo, en torno a
que debería predominar mas en el ejercicio del gobierno,
para unos era clara que el Partido -postura Leninista- mientras
otros optaban mas por el Estada, sin embargo la dualidad se
mantenía sin atacar de gravedad al modelo. En el centro
del movimiento totalitario se encuentra el Jefe supremo.
"está separado de las formaciones de elite por un circulo
interno de iniciados que difunden en torno a él un aura de
impenetrable misterio correspondiente a su intangible
preponderancia"[11], en términos de Koyre
la verdad es siempre esotérica y oculta, alejada a los
comunes, una verdad dentro de la que opera una especie de
mitificación del líder contraria al ideal
democrático de publicidad de sus gobernantes. En la
entonces Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas (en adelante URSS), si bien el mayor
protagonismo totalitario lo tuvo Stalin, fue Trostky el mayor
talento organizador, el mejor burócrata y de paso el mas
carismático líder del Ejército
Rojo[12]pese a esto no basta con la abrumadora
personalidad del Jefe, este tiene que representar a todo el
movimiento totalitario, ser responsable de las actuaciones de
cada uno de los miembros del movimiento, casi por arte de magia
ser el todo y sus partes. Ser el Jefe, ser el Estado, ser el
Partido, ser el ritual -ejemplo los desfiles militares en la
Plaza Roja- y no solo esto, el jefe supremo asumió la
tarea de fomentar la conspiración a nivel mundial,
eliminando cualquier resquicio de democracia de los Partidos
Comunistas en el mundo y transformando los partidos comunistas
nacionales en meras ramificaciones de la Komintern con su centro
de operaciones en Moscú[13]El papel del
partido, del Jefe, del Estado, de la policía secreta y de
la masa engañada son piezas fundamentales del movimiento
totalitario que intenta reproducir un mundo ficticio que sea
aceptado como verdadero, como una realidad tangible, lo cual
generara diversas dudas en torno al papel propiamente terrorista
del régimen: ¿Hasta qué punto pueden ser
ignoradas las verdades factuales ante el mundo ficticio del
totalitarismo?.

La Primavera de Praga es, desde esta perspectiva, un
buen ejemplo de cómo la verdad factual interpretada en
diversas opiniones puede llevar a la acción
política en contra de la mentira totalitaria y el mundo
ficticio creado por tal movimiento. Durante la Guerra Fría
se experimento un periodo de suavizamiento de las relaciones este
-oeste conocido como "la distensión", dicho
proceso intento fijar una pausa en la escalada belicista de las
dos superpotencias vencedoras de la segunda Guerra, impulsado
también por otros factores como el equiparamiento
soviético a nivel espacial, la crisis de los misiles en
Cuba, desarrollos comerciales bilaterales y acuerdos para el
control de la producción de armas nucleares, dicha
"distensión" en el fondo llevaba un proceso de
democratización y liberalización a los gobiernos
influidos por la órbita totalitaria e intentaba una
especie de sincretismo entre el proyecto democrático y el
socialismo ortodoxo. La llegada al poder de Dubcek en
Checoslovaquia fue el caso paradigmático de los efectos de
la distensión, su llegada trajo consigo una mayor
liberalización política y económica
denominada "socialismo de rostro humano", dicha estrategia no
pretendía traer consigo la democracia liberal pero si era
un claro alejamiento del estado totalitario estalinista en
aquella época liderado por Bresznev. En esta
medida:

"Se produjo una explosión de libertades, se
permitió la salida al extranjero, se quitaron las
alambradas que los separaba de Austria. Esas libertades
serían concedidas sin renunciar al socialismo, sin volver
a la propiedad privada. A pesar de esa declaración de
fidelidad a la URSS, ésta empezó a recelar y
comenzó una campaña contra Dubcek acusándolo
de traidor al pueblo."[14]

En Moscú los hechos políticos que se
desarrollaban en la entonces Checoslovaquia no cayeron bien y
luego de fallidos intentos de negociación la
invasión del país por parte de las tropas del Pacto
de Varsovia fue inminente. En aquel entonces el movimiento
totalitario tenia la visión de que el comunismo en Europa
Occidental bajo la distensión debería funcionar
bajo los presupuestos de un desarme de Europa Occidental y el
desmembramiento de la OTAN, actividades propagandísticas a
favor de Vietnam del Norte, presionar a la opinión para
que se le diera reconocimiento a la RDA y dar soporte intelectual
y moral al movimiento comunista -totalitario- internacional y el
mantenimiento de la ortodoxia frente a las desviaciones
reformistas[15]lo cual sin duda estaba siendo
puesto en peligro por los gobiernos "liberales"
checos.

Es inevitable ver a la Primavera de Praga como un
movimiento que siendo reformista o revolucionario tuvo serias
implicaciones en lo que fue el desarrollo posterior del
país checoslovaco y de lo que se entendía para
entonces por el socialismo de base marxista en Europa occidental,
cabe recalcar que el propio Partido Comunista Francés
ataca la posición soviética de invadir el
país y se suma a las muchas voces internacionales en
contra del totalitarismo. Se observa entonces que la primavera
fue un momento que pretendió borrar el pasado Estalinista.
Eliminar de la sociedad y la política checoslovacas
cualquier rastro extremo de totalitarismo fue el propósito
de la primavera, propósito compartido no solo por
países libres europeos sino también por
países como Albania y Rumania quienes criticaron la
postura soviética frente al socialismo de Rostro
humano[16]Fueron días en donde el
totalitarismo mostro su verdadera cara: cientos de prisioneros
políticos fueron conducidos a la cárcel de
Panckrac, la policía se encargaba de vigilar y arrestar a
quienes pensaran y actuaran en contra del régimen
totalitario, periodistas, artistas, escritores, incluso el
alcalde de Praga, la situación del terror atacaba no solo
mediante la coacción física sino también
mediante la eliminación de toda expresión
artística ya que en los regímenes regidos por la
mentira ni el arte ni la filosofía tienen cabida. Kundera
destaca la severa planificación y el olvido de la
identidad o pérdida de la memoria como elementos
característicos de todo totalitarismo: "cuando una gran
potencia quiere despojar a un pequeño país de su
conciencia nacional, acude al método del olvido
organizado". Ante esto "la literatura y el arte ofrecen la
posibilidad de elaborar una especie de antídoto contra el
olvido del ser"[17]Antídoto contra toda
clase de totalitarismo, ya que "el totalitarismo es una de las
tendencias casi eternas del hombre"[18]. Sin
embargo la verdad factual por la cual estaban luchando los
checoslovacos era aquella disfrazada por el régimen
soviético, los controles de prensa, de la libertad de
opinión y movimiento, una sociedad de los mínimos
que se escondía tras la promesa de la revolución
comunista y la eliminación de las clases, un
régimen que se ocupaba de cada centímetro de la
vida de sus ciudadanos sin dar espacio a las posibles
interpretaciones del verdad, sin dar espacio a la opinión
en la esfera pública, todo lo contrario, el régimen
partía de la premisa de un socialismo ortodoxo y
pretendía convertirlo en la verdad absoluta a costa de
cualquier disidencia o interpretación distinta del mismo.
Ante tal reacción de la población en Praga el
gobierno soviético se ve obligado a proponer un nuevo
modelo alternativo Gomulkismo, "reconocido como el sistema
más adecuado para conservar los satélites
pro-occidentales. Consistía en una permanente presencia
militar, independencia interna, control de la prensa y los medios
de comunicación, supervisión de los intelectuales y
los cabecillas de la "democracia social"… Sólo
así se permitiría el autogobierno en un país
del Este."[19], un regreso a la mentira
institucionalizada

¿Fue la interpretación de una verdad
factual convertida en opinión una herramienta que conllevo
a la acción en la entonces Checoslovaquia? La respuesta es
contundente: si.. Lo hizo mediante el reconocimiento de un
fracaso de las políticas del socialismo ortodoxo
implantado por el totalitarismo soviético, un fracaso
evidenciado en hechos tan notables como el desaceleramiento
económico y la restricción de libertades
básicas en los países de orbita
totalitaria.

La llegada de los socialistas al poder en cabeza de
Dubcek fue consustancial al cambio político en la entonces
Checoslovaquia. Abanderado de alunas ideas de Sik, influyente
profesor universitario de la época, quien fuera
responsable de la comisión económica del gobierno
se llevaron a cabo las más ambiciosas reformas de la
economía totalitaria planificada que hasta entonces
había desarrollado el país. Por un lado se tomo
como referencia la democracia occidental para evaluar lo que para
entonces era la esfera pública y las libertades de los
ciudadanos en el ejercicio político, partiendo de
allí se formulo que la economía debería
responder, ya no solo a una planificación central, sino
ciertos mecanismos del mercado para romper con el monopolio del
partido único haciendo el tránsito hacia el
pluripartidismo. Una crítica virulenta contra el marxismo
ortodoxo, el trotskista y el leninista y una apuesta por un
socialismo de tipo gramsciano mucho mas laxo frente a las
libertades públicas y un especial énfasis en la
eficiencia y modernización[20]pilares ambos
del desarrollo occidental.

Las restricción de las libertades públicas
y el desaceleramiento económico, pilares también
del totalitarismo, habían empezado a resquebrajarse en la
década de 1960 haciendo que ciertos dirigentes de
izquierda, apoyados en un clamor ciudadano, le apostaran
políticamente al cambio de proyecto, aun respetando los
limites totalitarios. Artistas, académicos, locutores y
gente del común empezaron a presionar para que de manera
sistemática Dubcek y la cúpula del PCCH ( Partido
Comunista Checoslovaco) se aventuraran con reformas de mayor
calado, con la democracia liberal pura, lo cual genero un fuerte
movimiento cultural en pro de la defensa de las libertades
públicas[21]como se menciono con
antelación el arte es un medio para expresar
hábilmente las interpretaciones en torno a la verdad
factual convertidas en opiniones, y donde hay opinión-
diría Arendt- hay posibilidades de utilizar la verdad como
mecanismo para la acción política. En el
totalitarismo el arte queda eliminado, ninguna expresión
artística puede florecer debido a la mentira impuesta, el
arte es por antonomasia una determinada interpretación del
mundo, que muy seguramente sería distinta a la
interpretación que del mundo tenga un régimen
basado en la mentira.

La acción política se desencadeno en Praga
como respuesta a un movimiento que vio en la verdad, es decir en
la opinión publica un camino viable para el ejercicio de
la libertad en contraposición al régimen del terror
totalitario, sin duda fue una acción absolutamente
contraria a la institucionalización de la mentira,
acción que traería excelentes resultados en el
desarrollo de la esfera pública checoslovaca hasta la
invasión soviética y el restablecimiento de una
administración dirigida desde Moscú.

Conclusiones

La relación entre verdad, mentira y acción
política está determinada en gran medida por el
concepto de acción. Los regímenes totalitarios se
construyeron sobre la institucionalización de la mentira y
la destrucción de la verdad, es decir a partir de la
eliminación de cualquier opinión contrario al
régimen tanto en la esfera pública como en la
esfera privada. Estos regímenes utilizaron la mentira como
herramienta para la acción política de
dominación de las masas, surgió entonces la
pregunta en torno al potencial dinamizador de la acción
que tendría la verdad factual, en términos de
Arendt la opinión publica sobre determinados hechos
objetivos, como por ejemplo la caída de la economía
checoslovaca y la limitación de los derechos civiles y
políticos. La conclusión salta a la vista y es
muestra que las verdades factuales interpretadas en
términos de opiniones no solo son sanas sino que son
necesarias y efectivamente llevan a la acción, ya no hacia
la institucionalización de la mentira pero si hacia formas
mucho mas democráticas de poder político como
ocurrió en Praga en el año 1968.

Bibliografía

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V. 3. Alianza Editorial, Madrid, 2002.

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Ensayo.

Bracke, Maud, El fin del comunismo reforzado, El Partido
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Padilla, I.Milán Kundera y el totalitarismo
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VI, núm. 11, enero-junio, 2012,Instituto
Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey Campus
Ciudad de México.

Chía Serrano, Patricia, Primavera de
Praga, Ensayo. Recuperado de:
http://www.eduinnova.es/ago08/Primavera%20de%20Praga.pdf. 28 de
Mayo de 2014.

 

 

Autor:

Andrei Puentes Castañeda

 

[1] Arendt, Hannah, Los orígenes del
Totalitarismo, V. 3. Alianza Editorial, Madrid, 2002.
Pág. 505

[2] Koyre Alexandre, La función de la
mentira en la política moderna, Renaissance, New York,
1943. Pág. 502

[3] Ibíd. Pág. 505

[4] Arendt, Hannah, Verdad y Política,
Ensayo, Pág. 6

[5] Ibíd. Pág. 11

[6] Ibíd. Pág. 12

[7] Arendt, Hannah, Los orígenes del
Totalitarismo, V. 3. Alianza Editorial, Madrid, 2002.
Pág. 686

[8] Sahuí Maldonado, Alejandro, Verdad
y Política en Hannah Arendt, En-claves del Pensamiento,
vol. VI, núm. 11, enero-junio, 2012,Instituto
Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey Campus
Ciudad de México. Pág. 92

[9] Ibíd. Pág. 92

[10] Arendt, Hannah, Los orígenes del
Totalitarismo, V. 3. Alianza Editorial, Madrid, 2002.
Pág.

[11] Ibíd. Pág. 569

[12] Ibíd. Pág. 569

[13] Ibíd. Pág. 576

[14] Chía Serrano, Patricia, Primavera
de Praga, Ensayo. Pág. 9

[15] Bracke, Maud, El fin del comunismo
reforzado, El Partido Comunista Francés y la crisis
checoslovaca de 1968. En: El inicio del fin del mito
soviético, El Viejo Topo Editorial, Madrid, 2008,
Pág. 97

[16] Ibíd. Pág. 99

[17] Padilla, I.Milán Kundera y el
totalitarismo kitsch. Dictadura de conciencias y demagogia de
sentimientos. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia,
2010. Pág. 176

[18] Ibíd. Pág. 177

[19] Chía Serrano, Patricia, Primavera
de Praga, Ensayo. Pág. 21

[20] Bracke, Maud, El fin del comunismo
reforzado, El Partido Comunista Francés y la crisis
checoslovaca de 1968. En: El inicio del fin del mito
soviético, El Viejo Topo Editorial, Madrid, 2008. Pag.
101

[21] Ibid. Pag. 103

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