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El "fracaso" de los mercados (Análisis crítico 2007-2014) Parte I (página 4)




Enviado por Ricardo Lomoro



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Para los países con margen de maniobra en este terreno, el estímulo fiscal será recibido de manera positiva por los mercados y podría contribuir a restablecer la confianza general. Sin embargo, los mercados quizá no sean tan benévolos con los gobiernos que ya acusan grandes déficits o cuya formulación de políticas es defectuosa. Los mercados ya están inquietos por el costo fiscal que podría llegar a representar la ayuda pública proporcionada explícita o implícitamente al sistema bancario, sobre todo si el sistema financiero es grande en comparación con la economía nacional. Aunque la situación registró ciertas mejoras últimamente, el alza del rendimiento de los bonos públicos, el aumento de los diferenciales de los swaps de garantía crediticia y el debilitamiento de las monedas son manifestaciones de esa preocupación. Las autoridades deben reducir los riesgos de refinanciamiento extendiendo la estructura de vencimientos de la deuda pública en la medida en que lo permita la demanda de los inversionistas.

Está claro que en este momento se necesitan políticas de estímulo, pero hay que prestar cuidadosa atención al grado de sostenibilidad fiscal y a las implicaciones para las necesidades de financiamiento del gobierno, sobre todo teniendo en cuenta los riesgos contingentes para los balances de los gobiernos. Si un programa de estímulo parece contravenir las metas fiscales, debe ir acompañado de marcos fiscales a mediano plazo creíbles destinados a reducir el déficit y el nivel de deuda2. De lo contrario, los gobiernos podrían arriesgarse a una pérdida de confianza en su solvencia.

Usar políticas poco convencionales en el banco central para reabrir los mercados de crédito y financiamiento, de ser necesario.

Varios países recortaron rápidamente la tasa nominal de política monetaria como primera línea de defensa contra la recesión, y algunos se acercan -o ya han llegado- a una tasa próxima a cero; por otra parte, los diferenciales de las tasas de préstamo a consumidores y empresas siguen siendo elevados. Algunos bancos centrales recurrieron a políticas poco convencionales para reabrir los mercados de crédito y financiamiento, y quizá deban plantearse otras. Por el momento resulta difícil medir la eficacia de otras herramientas, pero está claro que son cada vez más comunes las medidas encaminadas a ampliar y alterar la composición de los balances de los bancos centrales. Por esta razón habría que reflexionar más sobre las estrategias de salida para cuando mejoren las condiciones. Posiblemente, los gobiernos deban dar seguridad tanto sobre la integridad del balance del banco central como de la independencia global de la institución

Condiciones para fortalecer el sistema financiero mundial

La prioridad inmediata para las autoridades es hacer frente a la crisis actual. Al mismo tiempo, continúa avanzando el fortalecimiento del sistema financiero a más largo plazo. Un sentido claro de la dirección de la política financiera a más largo plazo no solo puede producir un sistema financiero más resiliente y eficiente al término de la crisis, sino también contribuir a eliminar la incertidumbre y reforzar la confianza del mercado a corto plazo. Aunque muchas de las propuestas formuladas a continuación pueden parecer conceptuales, sus implicaciones son reales. Llevarlas satisfactoriamente a la práctica requerirá cambios significativos de las estructuras y los recursos, y al mismo tiempo será esencial la coherencia internacional.

No hay demasiada duda de que la crisis alterará extensamente la forma y el funcionamiento de los mercados financieros, ni de que el sistema financiero se caracterizará por un apalancamiento menos pronunciado, menores desfases de financiamiento, menos riesgo de contraparte y mayor transparencia y sencillez de los instrumentos financieros. Al sector privado le toca la responsabilidad central de contribuir a estas nuevas condiciones mejorando el control del riesgo; por ejemplo, a través de la atención a las políticas de gobernabilidad y remuneración.

Dado que ni la disciplina del mercado ni la supervisión pública bastaron para evaluar y contener debidamente la acumulación de riesgos sistémicos, la mejora de la regulación y la supervisión financiera son elementos clave para la prevención de crisis. El énfasis debe estar en la manera de detectar y mitigar los riesgos sistémicos mediante una regulación mejor.

Si bien los intentos por eliminar el riesgo sistémico en su totalidad no solo serían imposibles sino que también frenarían el crecimiento económico y coartarían la creatividad y la innovación, la crisis actual demuestra la necesidad de hacer más hincapié en una supervisión y una regulación con focalización sistémica. A la vez, el afianzamiento del marco macroprudencial para la política monetaria también contribuiría a mitigar los riesgos sistémicos. Aunque deberíamos aspirar a una regulación que incentive a las instituciones privadas, siempre que sea posible, para que actúen de una manera que promueva la estabilidad financiera, debemos reconocer que la estabilidad sistémica constituye un bien común que las instituciones privadas no reconocerán en su justo valor, y que la regulación deberá obligar a las empresas sistémicamente importantes a internalizar mejor los costos sociales globales de la inestabilidad. Para eso, la estabilidad financiera deberá formar parte del cometido de los bancos centrales, los reguladores y los supervisores. Habrá que instituir un marco claro para evaluar y abordar los riesgos sistémicos, delineando claramente quién es el principal regulador sistémico.

Para poder mitigar los riesgos sistémicos, habrá que definirlos y medirlos mejor

En cuanto a la reforma regulatoria, hay cinco ámbitos que nos parecen prioritarios: ampliar el perímetro de la regulación para abarcar instituciones y actividades de importancia sistémica, prevenir un apalancamiento excesivo y reducir la prociclicidad, corregir las deficiencias de la información y la disciplina de los mercados, mejorar la regulación transfronteriza y transfuncional, y afianzar la gestión de la liquidez sistémica. Las lecciones más importantes se resumen a continuación.

Definir las instituciones de importancia sistémica y el perímetro de regulación prudencial.

Para poder captar mejor los riesgos sistémicos, la regulación debe abarcar un espectro más amplio de instituciones y mercados. Aunque indudablemente no es necesario regular todas las instituciones financieras, la supervisión prudencial deberá incluir algunas instituciones que antes omitía (por ejemplo, los bancos de inversión). Además, ciertas actividades (como los derivados y los seguros de crédito) tendrán que estar supervisadas y reguladas, más allá del tipo de estructura jurídica que asuman.

Quizá lo mejor sea un sistema dividido en dos perímetros. Dentro del perímetro más amplio habría que proporcionar información que los supervisores utilizarían para determinar qué instituciones son sistémicamente importantes. Dentro del perímetro más estrecho -pero aun así más amplio que en la actualidad- se llevaría a cabo una regulación y una supervisión prudenciales más intensas de todas las instituciones de importancia sistémica. Aunque esos análisis serían más estrictos, se mantendrían bajo supervisión otras instituciones que participan en el sistema de pagos o el sistema bancario, o con el fin de proteger a consumidores o inversionistas…

Evitar un apalancamiento excesivo y limitar la prociclicidad.

Se necesita un nuevo enfoque regulatorio para impedir la acumulación de riesgos sistémicos y el consiguiente y doloroso proceso de desapalancamiento… Por una parte, la regulación debe intentar alentar a las instituciones financieras a tomar decisiones sólidas basadas en el riesgo; por la otra, desalentar el riesgo a nivel de la economía mundial no sería beneficioso. La regulación debe crear incentivos que refuercen la estabilidad sistémica y, al mismo tiempo, desalentar el arbitraje regulatorio y el cortoplacismo. Pero la adopción de normas más estrictas debe tener lugar paulatinamente, para evitar exacerbar la situación actual.

La regulación del capital y las normas contables deben incluir incentivos y pautas que permitan establecer reservas de capital adicionales durante las expansiones, cuando suele subestimarse la acumulación de riesgos. De esa manera los riesgos quedarían mejor reflejados a lo largo del ciclo económico y, por ende, conducirían a niveles de capitalización y provisiones suficientes para poder absorber pérdidas durante las contracciones. Idealmente, estas exigencias de capitalización anticíclicas no serían discrecionales, sino que funcionarían como estabilizadores automáticos y estarían integradas a la regulación. Eso no impediría a los supervisores tomar medidas suplementarias de ser necesario. Un límite máximo de apalancamiento basado en un indicador sencillo podría ser una restricción complementaria útil y producir cálculos más fidedignos de la capitalización ponderada según el riesgo.

Deben afianzarse las reglas contables y las prácticas de valoración para dejar reflejada la mayor variedad de información que existe sobre la evolución de los riesgos a lo largo del ciclo económico. Los órganos normativos contables y las autoridades prudenciales deben colaborar para hacer realidad esos objetivos, poniendo particular énfasis en permitir provisiones más generosas para pérdidas por préstamos durante los períodos de rápida expansión del crédito, evaluar métodos de valoración de reservas o ajustes cuando la valoración de los activos de la cartera de operaciones es sumamente incierta, y plantearse otras maneras de neutralizar la dinámica negativa a la que puede dar lugar la contabilización según el valor razonable.

También es necesario reducir la prociclicidad del riesgo de liquidez mejorando las reservas y controlando el riesgo de financiamiento. Durante las expansiones se debe prestar más atención a las estructuras de vencimiento y a la fiabilidad de las fuentes de financiamiento que pueden resultar vulnerables durante una contracción.

Corregir las deficiencias de información y disciplina del mercado.

Es importante corregir las deficiencias de información que la crisis ha puesto al descubierto. En muchos casos la información necesaria para detectar los riesgos sistémicos no se recopila o no se analiza en función de esos riesgos; eso ocurre particularmente con los datos que permitirían examinar los vínculos sistémicos, ya que se requiere información sobre las exposiciones entre una institución y otra

También es necesario contar con información más fidedigna sobre las exposiciones fuera del balance, los productos estructurados complejos, los derivados, el apalancamiento y las exposiciones transfronterizas y frente a contrapartes, complementando los indicadores utilizados en los marcos de alerta anticipada. En las instituciones financieras sistémicamente importantes deben afinarse elementos de las prácticas de divulgación, como las metodologías de valoración y las prácticas de control del riesgo, los indicadores de solidez financiera y las evaluaciones del riesgo sistémico que llevan a cabo las autoridades… Además, la publicación más extensa de información fiable ayudará a los inversionistas a efectuar las tareas de diligencia debida, cuya deficiencia fue uno de los factores que contribuyó decisivamente a la crisis actual.

Fortalecer la regulación transfronteriza y transfuncional.

El afianzamiento de la regulación transfronteriza y transfuncional exigirá una mejora de las condiciones institucionales y jurídicas. Es necesario avanzar en la eliminación de diferencias innecesarias e impedimentos a la supervisión de empresas de importancia mundial y regional, a través de medidas correctivas anticipadas armonizadas, marcos jurídicos de resolución bancaria y prácticas de supervisión de empresas transfronterizas

Mejorar la gestión de la liquidez sistémica.

Desde el punto de vista de la gestión de la liquidez sistémica, los bancos centrales pueden extraer algunas lecciones de la crisis en términos de la flexibilidad de sus marcos operacionales, la infraestructura que sustenta los mercados de dinero más importantes y la necesidad de contar con mejores mecanismos para suministrar liquidez transfronteriza.

Otra forma de limitar las vinculaciones sistémicas y los riesgos de estrés en múltiples instituciones son cámaras de compensación que mitiguen el riesgo de contraparte saldando las operaciones en valores netos y que funcionen como contraparte de cada operación. Los intentos recientes de implementar este tipo de solución en el mercado de swaps de garantía crediticia constituyen un avance alentador. Sin embargo, si se permitiera la participación de un gran número de instituciones, se correría el riesgo de diluir la mitigación tan necesaria del riesgo de contraparte, ya que se fragmentarían los volúmenes y se reducirían las oportunidades de saldar la operatoria en neto. La competencia podría traducirse en recortes de costos posiblemente perjudiciales para los sistemas de control del riesgo. Por ende, si se acepta el funcionamiento de múltiples cámaras de compensación, habría que someterlas a una supervisión estricta, utilizando normas internacionalmente aceptadas, para hacer posible la compensación y la liquidación transfronteriza en varias monedas…

El gráfico 1 muestra el aumento porcentual del riesgo de crédito condicional, medido como el aumento de los diferenciales de los swaps de cobertura por incumplimiento crediticio que registra una institución "receptora" cuando la institución "originante" (de donde parte la flecha) se encuentra en el percentil 95 de la distribución de los diferenciales de sus propios swaps de garantía crediticia. El gráfico muestra cómo percibía el mercado el aumento del "riesgo de cola" generado por una institución respecto de otras en marzo de 2008, antes de que JPMorgan absorbiera Bear Stearns.

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Para aprehender en todas sus dimensiones el estrés sistémico, se examinaron las variables representativas de las "condiciones de mercado" -como por ejemplo las que miden la propensión de los inversionistas al riesgo-, que influyen en los riesgos para las instituciones financieras (y los reflejan). La capacidad de señalización de esos examinadores se evaluó observando en qué momento pasaban de un estado de volatilidad bajo a un nivel medio y luego elevado, siendo este último indicativo de una crisis sistémica. Varios indicadores llevan a pensar que la decisión de permitir que Lehman Brothers se desplomara el 15 de septiembre de 2008 agravó lo que parecía ser una crisis financiera sistémica mundial ya en proceso de gestación. Por ejemplo, el gráfico 1 presenta los diversos estados derivados del índice de volatilidad implícita de contratos de opciones del S&P 500 (VIX).

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Las distintas técnicas utilizadas en este capítulo clasifican claramente como sistémicos los sucesos de estrés agudo, como los vinculados a la fusión asistida de Bear Stearns y JPMorgan y la quiebra de Lehman Brothers. Ya en febrero de 2007 algunos indicadores mostraban presiones sistémicas crecientes. Sin embargo, la advertencia sobre el estrés sistémico generada por los datos de mercado fue relativamente breve.

En suma, las implicaciones de este análisis para la política económica son las siguientes:

• Aunque es difícil predecir sucesos sistémicos y aunque quizá se manifiesten simultáneamente solo en ciertos casos, las autoridades deben observar una amplia variedad de indicadores de mercado sintonizados para captar el riesgo sistémico y combinarlos con información más exhaustiva proporcionada por las instituciones financieras.

• Se necesita más información pública sobre datos clave, sobre todo las exposiciones a derivados fuera del balance y los indicadores de liquidez del mercado.

• Debido a la dificultad de predecir sucesos sistémicos, las autoridades deben elaborar planes exhaustivos susceptibles de rápida ejecución. Tener listo un plan antes del estallido de una crisis puede ayudar a despejar la incertidumbre, a menudo un factor crítico en la transición de una crisis financiera "contenida" a un episodio sistémico la agudización del riesgo sistémico…

Examen forense de la bancarrota: (Año 2010) el "testamento en vida" de la crisis

Así habla Agamenón (pero no lo escucha ni su porquero)

"En una serie de apariciones en los últimos meses, el ex presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos ha fustigado los conflictos de interés de los mayores bancos estadounidenses, criticado a la propia Fed por casi extralimitarse en sus facultades y ridiculizado la innovación financiera. Volcker, por ejemplo, dijo en una conferencia del año pasado que la innovación financiera más importante que ha visto en los últimos 20 años es el cajero automático"… El ex presidente de la Fed Paul Volcker está hablando pero, ¿hay alguien que lo escuche? (The Wall Street Journal – 18/1/10)

El 14 de enero de 2010 volvió a la carga al señalar, en un discurso pronunciado en Nueva York, que los bancos que combinan el corretaje de valores de alto riesgo con la concesión de crédito afrontan "conflictos de interés inmanejables" y deberían ser divididos. Una medida de esta naturaleza desembocaría en el desmantelamiento de gigantes de la talla de J.P. Morgan Chase & Co., Citigroup y Bank of America Corp.

Unas horas antes, el presidente Barack Obama había anunciado una iniciativa menos severa: el cobro de un impuesto especial a las mayores entidades financieras del país.

Ambos discursos subrayan la difícil posición de Volcker. Tras haber sido considerado como uno de los principales defensores del actual mandatario durante la campaña presidencial, su influencia en la Casa Blanca parece haber disminuido. Y aunque su figura es casi reverenciada entre los críticos de Wall Street, tanto de izquierda como de derecha, las posturas que defiende con mayor convicción no han tenido una gran acogida entre las autoridades.

"Es claro que el gobierno no comparte las ideas que Volcker postula en estos momentos", señala Douglas Elliott, de Brookings Institution, un centro de estudios de Washington. Si se toma en cuenta la dificultad de separar las operaciones de crédito de los bancos de sus brazos de corretaje, "en esto le doy la razón al gobierno", dice Elliott. "La verdad es que el presidente concuerda con Volcker acerca de la reforma financiera más del 90% de las veces", señala Jennifer Psaki, vocera de la Casa Blanca.

¿Acaso Lawrence Summers, el veleidoso director del Consejo Nacional Económico de la Casa Blanca y uno de los principales asesores de Obama en materia financiera, devuelve las llamadas de Volcker?

Psaki manifestó que Summers y Volcker hablan a menudo, incluso durante la semana de Navidad, cuando se reunieron en la Casa Blanca durante dos horas.

Volcker, quien cuando estuvo a la cabeza de la Fed ayudó a derrotar la inflación de los años 70 y, de paso, disparar la crisis de la deuda externa de América Latina de inicios de los años 80, fue durante un tiempo un solitario crítico de la liberalización que contribuyó a desatar la reciente crisis. Hace dos años, cuando la firma de valores Bear Stearns Cos. estaba al borde del colapso, Volcker asesoró secretamente a Timothy Geithner, quien entonces presidía la Reserva Federal de Nueva York. Su recomendación partía de la fusión de emergencia con J.P. Morgan Chase, que ayudó a impedir una calamidad financiera.

Poco después de asumir la presidencia, Obama le pidió a Volcker que encabezara la Junta de Asesoría de Recuperación Económica del Presidente, cuyo objetivo era diseñar la respuesta del nuevo gobierno a la crisis financiera.

A pesar de la presencia de algunos pesos pesados, como el presidente del conglomerado industrial y financiero General Electric Co., Jeffrey Immelt, se trata de un organismo exclusivamente deliberante, no de un regulador ni de una oficina de la Casa Blanca.

Las diferencias ideológicas y luchas de poder de Washington quedaron en evidencia en el discurso de Volcker. Dados "los diferentes intereses nacionales y privados en juego, además de las prioridades legislativas en competencia" es difícil alcanzar un consenso sobre la reforma del sector financiero, reconoció. En otro tema -quién debe presidir un nuevo consejo de reguladores financieros-, estuvo en desacuerdo. Volcker sostiene que el cargo debe recaer en alguien de la Fed, no del Departamento del Tesoro. Tanto el gobierno de Obama como Volcker son partidarios de que la Fed tenga mayores facultades para supervisar los bancos.

De todas maneras, la principal reforma que postula Volcker ha empezado a ganar terreno. En diciembre de 2009, los senadores María Cantwell y John McCain presentaron un proyecto de ley que separa a los bancos comerciales de los bancos de inversión, en esencia un regreso a la ley Glass-Steagall que mantuvo esa separación durante décadas. Volcker ayudó a darle forma al proyecto de ley, dijo una fuente cercana. La iniciativa, no obstante, tiene un largo y tortuoso camino por delante si se considera el lobby de los bancos y la apretada agenda legislativa, dicen algunos observadores.

Volcker, en todo caso, insiste en que las líneas de comunicación entre el consejo asesor que lidera y el presidente siguen abiertas. "Esta fue su idea", resalta. "Nos escucha y eso es todo".

"Un sistema en el que se socializan las pérdidas y se privatizan las ganancias", no es el capitalismo (en palabras de un Premio Nobel)

"A los principales bancos comerciales debería prohibírseles enfrascarse en transacciones de valores usando capital propio o realizar actividad de inversión privada como parte de medidas más amplias para reestructurar la regulación del sector financiero, dijo el martes el ex titular de la Reserva Federal Paul Volcker ante un panel de senadores"… Paul Volcker pide al Senado de EEUU que se limite el tamaño de los bancos (The Wall Street Journal – 2/2/10)

Volcker formuló sus declaraciones durante una audiencia en el Comité de Banca del Senado, el cual está considerado una propuesta respaldada por el antiguo titular del banco central que ha recibido el endoso del presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

"Lo que podemos hacer, lo que deberíamos hacer, es reconocer que limitar los intereses en la inversión de capital propio de los bancos comerciales es en el interés de la competencia abierta y justa, así como de la protección de la provisión de servicios financieros esenciales", afirmó Volcker en comentarios preparados con antelación.

Un alto funcionario del Tesoro dijo a los legisladores que el Gobierno ha llegado a la conclusión de que se necesitan medidas más severas para limitar los excesos en las firmas financieras.

"Deberíamos imponer límites a las negociaciones de valores con capital propio por parte de los bancos y los holding bancarios, así como restricciones a la propiedad o auspicio de fondos de cobertura o fondos de capital privado de inversión", dijo en su declaración inicial Neal Wolin, subsecretario del Tesoro.

La llamada Regla de Volcker prohibiría que los bancos comerciales grandes sean propietarios de brazos de inversión de capital privado o fondos de cobertura, y limitaría su capacidad para enfrascarse en transacciones de valores propios en busca de mayores rendimientos sobre las inversiones.

Volcker dijo a los legisladores que cuando un banco es de hecho un cliente al negociar su propia cuenta, "inevitablemente se encontrarán a sí mismos consciente o inadvertidamente, actuando en fines cruzados para los intereses de cliente comercial no relacionado de un banco".

El plan necesitaría ser implementado como parte de un esfuerzo más amplio para regular el sector, dijo Volcker, y sería implementado de mejor manera con la cooperación internacional.

Volcker ha estado promocionando el plan desde hace meses (finales 2009 y principios 2010), pero hasta hace poco no había conseguido el apoyo de los líderes del Congreso o la Casa Blanca. La idea de Volcker no formó parte del plan inicial de un cambio en las regulaciones presentado inicialmente por el titular del Tesoro, Timothy Geithner, ni incluido en el plan de reestructuración aprobado el año pasado por la Cámara de Representantes.

El plan de la Cámara baja incluyó un amplio mandato para que las autoridades reguladoras federales tomen medidas para limitar las actividades de las firmas consideradas sistémicamente riesgosas, pero no especificaron su naturaleza y ni las circunstancias bajo las cuales podrían aplicarse.

El titular del Comité de Banca del Senado, Christopher Dodd, demócrata por Connecticut, no incluyó la idea en una propuesta que introdujo el año 2009. El plan no logró el apoyo de la mayoría de los miembros del panel y continúan las negociaciones entre los republicanos y demócratas para lograr un compromiso.

Volcker y las "prácticas de riesgo": "los bancos deben ser, libres para operar, innovar, invertir… y quebrar".

"Demagógica para unos, necesaria para otros, inevitable para la mayoría, la mayor reforma del sistema financiero norteamericano desde la Gran Depresión echó ayer a andar con la comparecencia en el Senado del Paul Volcker, antecesor de Greenspan en la Fed (antes de Greenspan ya existía la Fed) y ahora asesor de Obama y autor de la norma que va a instrumentar dicha reforma"… Volcker: "Los bancos no debe ser hedge funds" (El Economista – 3/2/10)

Volcker hizo una ardiente defensa de su norma que se resume en una frase contundente: "Los bancos no deben ser hedge funds". Es decir, la red de seguridad que el Gobierno ofrece a los bancos a través del Fondo de Garantía de Depósitos (FDIC) y de los rescates de emergencia de 2008, no debe amparar las actividades de alto riesgo que han provocado la crisis. Es decir, esta protección "debe aplicarse a los depositantes, no a los especuladores".

De ahí que la primera regla de esta reforma sea que los bancos no pueden poseer ni operar hedge funds. Ojo, Volcker insistió en que no pretende prohibir estos vehículos, como tampoco el capital riesgo; lo que no quiere es que ni ellos ni los bancos que actúan como ellos operen con una red pagada con dinero público. "Estos vehículos son, y deben ser, libres para operar, innovar, invertir… y quebrar".

De lo que se trata, según sus palabras, es de imponer los métodos para minimizar estas quiebras en "las fábricas básicas de los mercados financieros". "La necesidad esencial es protegernos contra el exceso de apalancamiento, e insistir en los niveles de capital y liquidez adecuados". Ahí puso el dedo en la llaga, porque el aumento de esos requisitos es lo que está discutiendo el Comité de Basilea.

El líder de los demócratas en el Comité Bancario del Senado, Chris Dodd, añadió que no se debe permitir a los bancos obtener grandes beneficios de actividades especulativas mientras que las pérdidas son asumidas por los contribuyentes.

En opinión de Volcker, sólo hay cuatro o cinco bancos en EEUU que operan el proprietary trading (operativa por cuenta propia en los mercados) que su norma prohíbe. Claro que esos cuatro o cinco son Bank of America, JP Morgan, Citigroup, Goldman Sachs y Morgan Stanley. Así que estamos hablando de un torpedo en la línea de flotación de Wall Street.

Obama y Volcker van a tener difícil sacar adelante su ley tras perder la mayoría en el Senado, ya que los republicanos se oponen frontalmente a ella y van a tratar de minimizar las limitaciones a la operativa de los bancos en los mercados. Se impone una negociación que promete ser dura y probablemente larga en el tiempo.

Entre la regla Volcker y la tasa Obama: los bancos se "preparan" para lo peor

"Dependiendo del punto de vista de cada uno, Paul Volcker y Barack Obama pueden haber sumido al mundo en el caos o dado un renovado vigor a la causa de la regulación bancaria global. Pero una cosa está clara: las dos iniciativas estadounidenses para reducir el riesgo de los bancos y gravarlos en relación a su tamaño -la regla Volcker y la tasa Obama, como se las ha denominado- han atraído la atención de banqueros y reguladores de todo el mundo"… Los bancos reconocen que la reforma es inevitable (Expansión – Financial Times – 4/2/10)

En enero de 2010 EEUU dejó claro por primera vez que quería imponer una tasa del 0,15% sobre los balances bancarios superiores a 50.000 millones de dólares (35.818 millones de euros). Después dijo que los bancos deberían abandonar lo que consideraba prácticas de riesgo -la inversión en hedge fund y capital riesgo y el comercio con capital propio, las típicas operaciones de los fondos bancarios para obtener beneficios rápidos-.

En el segundo caso, las autoridades estadounidenses dijeron que los bancos no podrían crecer más allá de su actual cuota de mercado.

Detrás de ambas iniciativas está una ofensiva contra las entidades consideradas "demasiado grandes para permitir su quiebra" -un área que los reguladores admiten que no había sido abordada por las autoridades supervisoras internacionales, como el Consejo de Estabilidad Financiera y el Comité de Basilea de Supervisión Bancaria, hasta la intervención política estadounidense-.

Reguladores, políticos y banqueros están discutiendo al menos cuatro ideas: la prolongación de las actuales iniciativas reguladoras; la introducción de proyectos de capital contingente; una nueva formulación de las reglas sobre los distintos instrumentos de capital, como los bonos bancarios; y la plena adopción de los países del G-20 de alguna variante de la tasa Obama.

Muchos banqueros, como Frédéric Oudéa, director general de Société Générale, que la semana pasada se lamentó de la politización de la regulación, exponen que bastaría con la primera de esas ideas.

Según ellos, la ofensiva del comité de Basilea para imponer requisitos de capital adicionales sobre las actividades de mayor riesgo de los bancos -como las operaciones con capital propio, o la negociación de los bancos por cuenta propia- hace innecesarias las prohibiciones específicas.

Pero la opinión consensuada es que los bancos tendrán que aceptar concesiones más radicales. Varios reguladores, incluido el comité de Basilea, están analizando las ventajas de un régimen de capital contingente, que haría que los tenedores de bonos se arriesguen a que sus títulos se conviertan en capital si la solidez del banco cae por debajo de un nivel predeterminado.

Los denominados instrumentos convertibles contingentes, o CoCo, están en una fase inicial, pero Lloyds Banking Group emitió a finales del año pasado 9.000 millones de libras (10.299 millones de euros) de estos productos, una operación que, en opinión de los reguladores, podría sentar un atractivo precedente para otros bancos.

Sin embargo, son las propuestas estadounidenses de los últimos tiempos las que han generado un verdadero debate, polarizando los puntos de vista tanto dentro como fuera del país. Los reguladores asiáticos se han mantenido al margen de la discusión, pero los europeos han criticado aspectos de las medidas de la Administración estadounidense para reducir lo que considera actividades de riesgo -la negociación con capital propio, los hedge fund y el capital riesgo-.

"La situación es completamente distinta aquí, y el sistema que estaba en vigor entonces no dio mal resultado y no necesita revisión alguna", comentó una autoridad francesa. Pierre de Lauzun, subdirector general de la Federación Bancaria Francesa, explicó a Financial Times: "El contenido del plan Obama no es convincente, ya que su imposición sería difícil y no supondrá un gran cambio. En Francia preferimos seguir adelante con el proceso de Basilea".

Los gobiernos, francés y alemán, se oponen por lo general a cualquier medida que divida sus grandes bancos internacionales, exponiendo que sobrevivieron a la crisis relativamente intactos y que su separación, podría generar inestabilidad en lugar de dar mayor seguridad al sistema.

Los europeos se muestran más divididos en relación a la fiscalización de los bancos para pagar futuros rescate financieros. Algunos, como Juergen Stark del Banco Central Europeo, expresan su temor por el "riesgo moral" que supondría la creación de un fondo -ya sea mediante el dinero de los contribuyentes, o vía una tasa bancaria-, ya que reduciría el miedo a una quiebra.

Pero el número de partidarios del establecimiento de un impuesto global parece mayor. A finales de enero (2010), dos importantes banqueros -Bob Diamond, el presidente de Barclays, y Josef Ackermann, el consejero delegado de Deutsche Bank y presidente del Instituto de Finanzas Internacionales– anunciaron que estaban a favor de este tipo de gravamen. Reguladores como Mario Draghi, el gobernador del Banco de Italia y presidente del Consejo de Estabilidad Financiera, y Philip Hildebrand, gobernador del banco central suizo, también apoyan la iniciativa.

Héctor Sants, consejero delegado de la Autoridad de Servicios Financieros británica, declaró que Reino Unido "reconoce la importancia de garantizar que los contribuyentes no asumen en última instancia el coste de las quiebras financieras", aunque advirtió de que "el mecanismo para lograr este fin requiere un mayor debate".

Al final, banqueros y reguladores coinciden en que se terminará implementando alguna combinación de al menos varias, si no todas, las ideas que se están discutiendo. Y de ellas, el impuesto global es la que parece ganar apoyos con más rapidez.

"Es virtualmente inevitable", señala Sir David Walker, autor de un reciente informe sobre gobierno corporativo bancario, y asesor de Morgan Stanley. "Es la idea con más probabilidades de obtener un consenso internacional".

Los grandes banqueros intentan "lavar" su imagen (¿arrepentimiento, cinismo o ganar tiempo?)

Los grandes bancos de Estados Unidos quieren limpiar sus pecados a toda costa. Saben que su verdadero gran activo son los clientes y su imagen ha salido muy tocada de la crisis. Después de los rescates millonarios con el dinero de los contribuyentes, para salvar del colapso a los mismos agentes responsables de una crisis que ya se ha cobrado más de 14 millones de puestos de trabajo y la polémica por los bonus desorbitados, los gigantes de Wall Street son percibidos por la población norteamericana como el peor de los males"… Los bancos quieren hacer las paces con la gente (El Confidencial – 25/2/10)

Las firmas financieras han conseguido en sólo dos años que su imagen caiga al nivel más bajo de su historia y, una vez salvados los muebles en casa, quieren recuperar la reputación que se han dejado en el camino. De esta manera, a lo largo y ancho del territorio se han puesto en marcha potentes campañas de marketing y publicidad para recuperar la armonía con sus clientes.

Por ejemplo, Citigroup, que recibió 20.000 millones de dólares de las arcas del Estado, ha puesto en marcha un blog en el que se detallan todos los esfuerzos que está haciendo la entidad para ayudar a las empresas a salir adelante. Además, en la página los lectores pueden participar publicando libremente todos los comentarios que se les ocurran sobre el banco con sede en Nueva York.

Pero Citi no ha sido el primero en proclamar a los cuatro vientos su labor de ayuda a la pequeña empresa. Ya en el mes de noviembre, el presidente de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein se dio golpes públicos de pecho por el rol que había jugado el banco en la crisis y aseguró que iban a expiar sus pecados abriendo el grifo del crédito. De hecho, esta iniciativa fue una de tantas que Goldman puso en marcha antes de Navidad para desviar la atención sobre la polémica generada en torno al reparto de bonus. De hecho, llegó a recomendar a sus ejecutivos, por supuesto a bombo y platillo, que entregaran ese dinero a una ONG.

También Wells Fargo ha entrado en la guerra por la reconquista de la simpatía de los consumidores de productos financieros. El banco ha apostado por la popularidad de los Juegos Olímpicos de invierno para llegar al corazón de los potenciales clientes con una potente campaña publicitaria bajo el lema "con usted cuando…" y así bombardeaba a la audiencia de la cita deportiva con mensajes sobre padres cuando abandonan a sus hijos en la universidad o la mujer que logran su sueño de convertirse en veterinaria… todo gracias a la financiación del banco.

"Los consumidores nos dijeron que lo que querían más que nada es una institución financiera con la que tener la sensación de que el banco estaba con ellos", ha explicado Sylvia Reynolds, directora de marketing de Wells Fargo a CNNMoney.com.

Todo vale para superar la negatividad que se ha creado entre la población y los tres mayores bancos del país: Citigroup, Bank of America y JPMorgan Chase, según se desprende de la encuesta realizada por la consultora YouGov, según explica el digital estadounidense. Incluso Wells Fargo, que salió mejor parado que sus competidores, se encuentra cerca de su nivel más bajo de popularidad desde que comenzó la crisis.

Hasta tal punto llega la animadversión de los clientes de los bancos, que a la hora de tener sacar dinero opta por ir directamente al cajero automático en lugar de entrar en la sucursal de turno para cobrar un cheque. La tendencia que se ha establecido entre la población es la de tener el menor contacto posible con cualquier agente relacionado con el sistema financiero del país.

El Congreso llama nuevamente a testificar a los grandes banqueros

"La comisión creada por el Congreso de EEUU para investigar las causas de la crisis del mercado financiero de 2008 entrevistará a los reguladores internacionales y llamará a testificar de nuevo a los ejecutivos de la banca"… Los ejecutivos de la banca volverán a testificar ante la comisión que investiga la crisis (Expansión – 26/2/10)

Phil Angelides, presidente de la Comisión de Investigación de la Crisis Financiera (FCIC por sus siglas en inglés), una versión actual de la Comisión Pecora que examinó la Gran Depresión, explicó que pretendía interrogar a los reguladores extranjeros para dilucidar las similitudes y diferencias entre su supervisión y la estadounidense en el periodo previo a la crisis.

En una entrevista antes de la sesión pública de la FCIC que comienza a finales de febrero (2010), Angelides, ex tesorero del estado de California, aseguró que lo que más le había llamado la atención hasta el momento en la investigación era la forma en la que Goldman Sachs había "creado y vendido valores y después había apostado contra ellos".

En relación a la crisis griega y al supuesto papel de los valores vendidos por el banco, Angelides comentó: "Parece que esta actuación no se limitó a la creación y venta de títulos hipotecarios. También se extendió a la elaboración y comercio de instrumentos de deuda extranjera. Encuentro esta práctica perturbadora, y creo que plantea preguntas sobre el comercio justo, la confianza y la transparencia en el mercado".

Bill Thomas, vice presidente de la FCIC y ex presidente republicano del Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara, aseguró que la vista del mes enero (2010) en la que se interrogó a Lloyd Blankfein de Goldman, John Mack de Morgan Stanley, Jamie Dimon de JPMorgan Chase y Brian Moynihan de Bank of America no era el final del proceso para los banqueros, y "no quiere decir que no vayamos a llamarlos de nuevo".

En la dramática vista, se tomó juramento a los cuatro ejecutivos y se les interrogó sobre su comportamiento antes de la crisis. Aparte de las preguntas que se le hicieron, Blankfein tuvo que sortear las acusaciones de Angelides de haber generado un conflicto de intereses al crear valores respaldados por hipotecas y después adoptar posiciones comerciales contra ellos. Blankfein explicó que Goldman operaba con inversores institucionales en activos titulizados, bien informados, que eran responsables de sus propias acciones, pero no pareció convencer a su interrogador.

Angelides advirtió de que la FCIC tenía poder de citación y que podía exigir la comparecencia de testigos y la entrega de documentos de bancos y reguladores. "Recuerden esto: podemos obtener información a la que otros no tienen acceso", concluyó. "De momento, toco madera", comentó Angelides, golpeteando la mesa, "la gente está cumpliendo con lo que se le pide". Thomas señaló: "El mundo empresarial se ha mostrado bastante cooperativo".

A la pregunta de si esta investigación podría extenderse a cuestiones como la crisis de la deuda griega, Angelides, descendiente de griegos, confirmó: "Nuestra visión general es que la crisis no es un fenómeno pasado". Sin embargo, señaló que la FCIC tenía una complicada fecha límite en el mes de diciembre (2010) para entregar un informe al Congreso, y que esta regiría las actuaciones de la comisión. "Es lo que nos está enloqueciendo: el tiempo que tenemos para elaborar un informe", apuntó Thomas.

El informe no será "definitivo", aseguró Angelides, que explicó que "el país" debe tenerlo en cuenta pero que "eso no quiere decir que el presidente y el Congreso deban retrasar" la reforma reguladora. "Debo decir que, a largo plazo, es importante comprender mejor esta calamidad". Añadió que muchas personas le habían dicho que la reforma de la regulación -detenida en la actualidad en el Senado- se aprobaría antes de que comenzara su trabajo. "No ha resultado ser el caso", señaló de forma irónica.

La sesión de la FCIC en la Universidad de Washington, escuchará a académicos entre los que se incluyen Randall Kroszner, de la Universidad de Chicago, y Markus Brunnermeier, de la Universidad de Yale.

Algo debe cambiar para que todo siga igual (la trampa está en la letra pequeña)

"Presentamos a Goldman Sachs, aerolínea internacional. No hay comisiones por equipaje, está a prueba de volcanes y sólo ofrece clase business". Así ironiza David Callaway, redactor jefe de MarketWatch, sobre lo fácil que sería para el banco de inversión denunciado por la SEC aprovechar las lagunas que un Congreso "sobrecalentad" ha dejado en su último intento para regular el mercado de derivados"… La reforma de los derivados puede quedar en nada por las excepciones (El Economista – 23/4/10)

Según Callaway, el Congreso ha escogido la vía intermedia de las tres posibles para regular a la banca. La más suave (la "mamá oso" como dice Callaway haciendo un juego de palabras con el significado bajista de la palabra oso en inglés) sería la famosa norma Volcker, que pretende prohibir el trading por cuenta propia. Pero esa operativa representa sólo una pequeña parte de los beneficios de la banca, con lo que no afectaría mucho a su negocio.

Por eso Obama quiere más. La opción más dura (el "papá oso") sería la división forzosa de los seis grandes bancos de inversión en distintas unidades independientes, lo que devastaría los mercados y el papel de EEUU como centro financiero mundial.

La vía intermedia (el "bebé oso") consiste en requerir a los bancos de inversión desinvertir en sus enormemente rentables mesas de derivados y que toda la operativa de futuros se realice en mercados transparentes como los de materias primas.

A Callaway le parece una idea razonable para arrojar luz en el oscuro mundo de los derivados y productos estructurados OTC (a medida, no estándares), tales como los famosos CDO en los que se centra el fraude de Goldman. Incluso podría evitar la ingeniería financiera que ha llevado al desastre a Wall Street.

El problema es que estas intenciones se quedan en nada porque los políticos corren a proteger sus intereses antes de que la tinta de la ley se seque. Así que la norma que se va a aprobar (23/4) incluye un montón de excepciones por las que las empresas no bancarias pueden usar derivados para cubrirse del movimiento de los precios de los recursos que necesitan. Esas excepciones incluyen aerolíneas, industria, empresas comerciales y fondos de pensiones. Es decir, que una Enron estaría incluida.

Así que Goldman Sachs y los demás bancos de inversión sólo tienen que registrarse como línea aérea o gestoras de pensiones para seguir operando con derivados como si nada. Parece una tontería, pero es precisamente lo que Goldman y otros bancos hicieron en 1981 para poder seguir operando salvajemente en futuros sobre materias primas, cuando se registraron como empresas de alimentación.

Ahí es donde se va a centrar la batalla sobre la ley de derivados en los próximos días (abril-mayo 2010). Cuantas más excepciones tenga la norma, más posibilidades para seguir operando. "Y la gente de Wall Street no es precisamente estúpida", afirma Callaway. Él propone que, para que la regulación de los derivados funcione, el Congreso y Obama deben evitar cualquier excepción y, en vez de eso, centrarse en una alianza global en el G20 para crear un mercado transparente con cámaras de liquidación y un sistema de negociación organizado.

Esto haría más barata la operativa para los clientes y facilitaría la supervisión de los reguladores. Y también permitiría a los bancos seguir participando en un negocio vital para la economía global, para que las empresas, países y particulares tengan acceso al crédito. "Nos guste o no, los bancos son los principales prestamistas y se les debe permitir hacer negocios", concluye.

Con la "colaboración" de Il Gattopardo, el Senado de EEUU aprueba la reforma

"El Senado de Estados Unidos aprobó en la noche de este jueves la ley de reforma financiera, un proyecto con el que se busca aumentar significativamente los controles sobre Wall Street y que supone la primera gran reforma del sector desde los años treinta"… El Senado de Estados Unidos aprueba la ley de reforma financiera (Cinco Días – 21/5/10)

Con 59 votos a favor y 39 en contra, la Cámara dio luz verde al proyecto, una victoria para el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien había prometido endurecer las leyes para prevenir que las entidades bancarias y los mercados del capital puedan provocar una nueva crisis financiera como la iniciada en 2007, que generó una fuerte recesión y obligó a utilizar enormes cantidades dinero público en planes de rescate para la industria y las entidades financieras.

Fuentes políticas indicaron que se espera que la versión final del proyecto llegue a la Casa Blanca para su promulgación antes del 4 de julio (2010), Día de la Independencia de EEUU.

Durante los últimos meses el presidente Obama llevó a cabo una intensa campaña para pedir al Congreso la aprobación de la reforma que, según afirmó, ayudará a impedir "los abusos y excesos" que llevaron a lo que calificó como la peor crisis de las últimas generaciones.

Según ha señalado, las nuevas normas que involucra la reforma permitirán un funcionamiento justo de los mercados y el control de ciertas prácticas de la industria financiera.

La iniciativa propone nuevas formas de supervisar el sistema financiero e incluye la creación de un organismo que se encargará de proteger los derechos de los consumidores.

Asimismo, establecería controles sobre las operaciones interbancarias y exigiría un cumplimiento exhaustivo de los requisitos para quienes soliciten préstamos hipotecarios para no arriesgar el incumplimiento de pagos.

"Nuestro objetivo no es castigar a los bancos sino proteger al pueblo de Estados Unidos de los altibajos que hemos visto en los últimos años", manifestó Obama después de que el Senado eliminara la última barrera que se presentaba para la aprobación del proyecto.

Tanto hoy como en sus anteriores discursos sobre la reforma, Obama señaló que la industria financiera había gastado millones de dólares en publicidad para impedir la aprobación.

Según el senador republicano Richard Shelby, que votó en contra de la aprobación, una vez promulgada la ley de reforma financiera tendrá un enorme impacto en la vida de los estadounidenses. "El juicio final no estará en los comunicados autocomplacientes sino en el mercado, y el mercado no otorga crédito nada más que por tener buenas intenciones", manifestó.

Entre los puntos fundamentales de la reforma, que está llamada a potenciar el papel supervisor de las agencias estatales y establecer más controles sobre Wall Street, destacan los siguientes:

-Regulación financiera: En lugar de las siete agencias con responsabilidades de supervisión sobre diferentes áreas del sistema financiero, la legislación crea un consejo único de reguladores y otorga a la Reserva Federal nuevas atribuciones sobre las mayores compañías financieras.

Se elimina la Oficina de Supervisión de Bancos de Ahorro cuyas funciones quedan absorbidas por la Contraloría de la Moneda.

-Autoridad para manejar la crisis: La legislación concentra la autoridad reguladora y da al Gobierno más atribuciones para la intervención, fragmentación y/o liquidación de instituciones bancarias o financieras al borde del colapso, sin mecanismos de salvamento a costa de los contribuyentes.

El Departamento del Tesoro y la Corporación Financiera de Seguro de Depósitos manejarán el cierre de las entidades en problemas y los accionistas y acreedores no asegurados cargarán con las pérdidas.

-Consejo de estabilidad financiera: El nuevo Consejo de Supervisión de la Estabilidad Financiera, integrado por varias agencias reguladoras y presidido por el secretario del Tesoro, vigilará los riesgos sistémicos causados por las entidades financieras más grandes y complejas.

Este consejo de nueve miembros puede recomendar que la Reserva Federal imponga reglas más estrictas sobre capital, o la fragmentación de las firmas financieras.

-Normas para bancos grandes: Los bancos con activos de más de 250.000 millones de dólares quedarán sujetos a normas más altas sobre riesgos y requisitos de capital.

-Protección del consumidor: Se crea una Oficina de Protección Financiera del Consumidor, que estará dentro de la Reserva Federal pero cuyo director será designado independientemente por el presidente de EEUU, y que tendrá fondos propios. Esta agencia supervisará los bancos con más de 10.000 millones de dólares en activos, y podrá elaborar y aplicar nuevas reglas sobre hipotecas y otros instrumentos financieros.

-Derivados: La legislación, en una de sus estipulaciones más controvertidas, pone límites a las operaciones que los bancos pueden hacer con "instrumentos derivados", como los paquetes de títulos hipotecarios y los canjes de seguros de impago (CDS por su sigla en inglés) a los cuales se atribuye buena parte de la crisis financiera reciente.

La legislación también obliga a que estos "derivados" se negocien en cámaras de compensación y mercados de valores a la vista del público, y no entre bancos o entre bancos y clientes, como ocurría hasta ahora.

-Fondos de inversión especulativos: Se requerirá que los fondos de alto riesgo (Hedge Funds) que manejan más de 100 millones de dólares (más de 79 millones de euros) se registren ante la Comisión de Valores (SEC por su sigla en inglés) como asesores de inversiones y revelen a la agencia información sobre sus transacciones y portafolios.

-Riesgo hipotecario: Se requerirá que las firmas que convierten las hipotecas y otros préstamos en instrumentos derivados retengan una porción del riesgo en sus propias hojas de balance.

-Seguros: Se creará dentro del Departamento del Tesoro una nueva Oficina Nacional de Seguros que vigilará a las firmas aseguradoras.

-Calificadoras de riesgo: La SEC designará miembros de una nueva agencia que reglamentará el funcionamiento de las calificadoras de crédito para evitar los conflictos de intereses. Los inversionistas podrán demandar a las agencias de crédito.

(15/9/10) Dos años después de Lehman, ¿las reformas en marcha evitarán que se repita?

Las regulaciones aprobadas en el verano del 2010 tanto en EEUU como en Europa, encaminadas a evitar futuras catástrofes, apuestan por un sistema más supervisado, seguro y con una mayor protección para el inversor. "No más Lehman Brothers, no más AIG", se convirtió en el lema más usado por el secretario del Tesoro de EEUU, Timothy Geithner, para asegurarse los votos necesarios que validasen las nuevas normas que regirán Wall Street.

El Senado de EEUU aprobó la reforma financiera el pasado mes de julio (2010), una legislación que restringe la asunción de riesgos, limita el nivel de apalancamiento de las entidades y exige requerimientos de capital más conservadores, para que las entidades sean menos vulnerables y más capaces de soportar futuros problemas.

En definitiva trata de reducir el riesgo en el sistema financiero, ampliar la red de supervisión y proteger al consumidor. La nueva ley racionaliza la supervisión financiera, hasta ahora muy fragmentada, con el objetivo de anticipar crisis potenciales. Para ello, convierte a la Reserva Federal en el gran vigilante del sistema y asigna competencias bien definidas a la Oficina del Interventor de la Moneda y a la gestora del Fondo Federal de Garantía de los Depósitos.

La ambiciosa reforma incluye también otras medidas importantes como la creación de un consejo de reguladores -dirigido por el Tesoro- para detectar riesgos; prohíbe a los bancos invertir a beneficio propio con los depósitos de sus clientes; crea una Agencia de protección al consumidor para poner fin a comisiones abusivas, obliga a los hedge funds a registrarse en la SEC, regula los derivados y pone fin a los rescates financieros al crear una autoridad para imponer una liquidación ordenada en caso de emergencia.

Un firme propósito de intenciones que tardará cerca de dos años en hacerse efectivo ya que los supervisores tienen el encargo de aprobar unas 533 reglas y realizar más de medio centenar de estudios que completarán el desarrollo legislativo de la reforma. Eso sin contar con las normas relativas a la capitalización que lleguen de Basilea III o los acuerdos sobre estandarización de contabilidad internacional que también han de incluirse.

Europa no ha querido quedarse atrás y acaba de dar un paso decisivo al aprobar tres nuevos órganos para supervisar todas las actividades de la banca, aseguradoras y sociedades de Bolsa que operan en Europa. Una normativa que sigue la misma filosofía que la de EEUU. "No vimos venir la crisis. No teníamos los medios de vigilancia suficientes para detectar los riesgos.

Y cuando la crisis golpeó, no disponíamos de medios para actuar. Con la nueva arquitectura estamos armados de cara al futuro", destacó en la segunda semana de septiembre (2010) Michel Barnier, el comisario europeo de Mercado Interior. Según el acuerdo alcanzado la supervisión ordinaria seguirá siendo una competencia nacional y los gobiernos tendrán la última palabra a la hora de emplear su dinero en salvar a un banco de la quiebra, pero se crea un marco de vigilancia común para casos de emergencia, desacuerdos entre países o incumplimiento de la legalidad europea.

Las nuevas autoridades tendrán poder para dictar normas -incluso para prohibir temporalmente actividades que consideren arriesgadas como las ventas a descubierto- y podrán intervenir los bancos o sociedades con problemas en caso de que la autoridad nacional no actúe de acuerdo a las leyes comunes.

El acuerdo, que será aprobado definitivamente por el Parlamento Europeo a finales del mes de septiembre, incluye también la creación de una cuarta autoridad, el Consejo Europeo de Riesgos Sistémicos, (CERS) para prevenir situaciones de peligro. Novedades a las que se sumarán también el desarrollo de una legislación financiera común para toda Europa y medidas para proteger a los consumidores. La regulación que salga de Basilea III será otra pieza fundamental a encajar en el puzle. Evitar otro colapso de la economía mundial implica bancos mejor capitalizados.

El problema es que conseguir esos colchones de seguridad para soportar imprevistos significa también ampliaciones de capital, daño al accionista y menos crédito para un sistema que aún no está bien engrasado. El Comité de Supervisión Bancaria debatirá las nuevas reglas y detalles como el periodo transitorio para que se apliquen los criterios adoptados, las exigencias de capital exactas o los instrumentos que se puedan computar como capital tienen al sector en vilo por sus efectos futuros en los resultados. Los esfuerzos regulatorios no sorprenden.

Nadie quiere otro terremoto como el desatado por la quiebra de Lehman. Un acontecimiento que forzó a EEUU a inyectar 11,5 billones de dólares en el sistema y la movilización del 13% del PIB de Europa para garantizar la supervivencia del sistema financiero. El desastre desatado por las hipotecas subprime y toda la gama de productos estructurados vinculados a estos créditos aún no ha amainado.

El mundo ha logrado salir de la recesión y evitar una Gran Depresión pero la fragilidad de la recuperación, cada día más evidente en EEUU, y el traslado de la crisis a la economía real plagan el futuro de nubarrones. Aún se desconoce si afrontamos años de crecimiento bajo o si hay amenaza de recaída, mientras cada día gana peso el apelativo de Gran Recesión en referencia al momento actual.

Todo ello, además, con la banca, epicentro de la crisis, aún necesitada de cuidados especiales. El sector continúa purgando las heridas y en ciertos casos, como demuestran los problemas de la banca irlandesa, aún con necesidades importantes de capital. La OCDE reconoció a mediados de septiembre que la recuperación va a un ritmo más lento de lo esperado por la debilidad del consumo y el paro. La organización espera que el crecimiento en los países del G7 caiga al 1,5% en el segundo semestre (2010) tras haber aumentado el 3,2% en el primer trimestre y el 2,5% en el segundo. Al menos considera "poco probable" una nueva recesión. Una posición, por ahora, dominante entre los expertos. La fotografía del mundo dos años después de la quiebra de Lehman sigue siendo preocupante.

El endeudamiento del sector financiero ha pasado a manos de los gobiernos, lo que reduce el margen de maniobra para afrontar futuras recaídas en un momento en el que la fragilidad de la recuperación se hace cada vez más evidente. EEUU se ha visto forzado a ratificar esta misma semana otro plan de estímulo para reactivar la economía por un total de 274.000 millones, un lujo al que pocos países podrían optar.

En Europa se ha impuesto la tesis de la austeridad. Los gobiernos necesitan financiarse en los mercados y los inversores, cada vez más exigentes, ya han avisado que o se reducen los déficit o dejan de prestar. La capacidad de financiación de EEUU nunca se ha cuestionado, algo bien distinto a lo que podría ocurrir en otros países como demostró la crisis que atravesó Grecia este año. Un aviso a navegantes que terminó desembocando en un plan de ayudas de la UE al país. La vía de los ajustes dolorosos se ha impuesto en Europa para garantizar la solvencia de las economías, una decisión que dificulta la senda del crecimiento.

Todo ello en un entorno en el que el papel de los bancos centrales como prestadores de última instancia sigue siendo fundamental, lo que retrasa el retiro de las medidas de estímulo, todavía necesarias para evitar una sequía del crédito. Si en el inicio de la crisis los bancos no se prestaban entre sí por miedo a los activos tóxicos en manos de las entidades hoy en día la preocupación se centra en las cantidades de deuda gubernamental que pueblan sus balances. Los cambios regulatorios, por tanto, llegan en un momento delicado.

El dinero aún no fluye con normalidad hacia los particulares y las pequeñas empresas -clave para una reactivación económica sostenida- el riesgo de recaída económica persiste y la austeridad dominante limita tanto el crecimiento como la generación de empleo, principal obstáculo para la recuperación. "Reducir el gasto limita el empleo. El problema ahora es qué hacer para crear empleo", explica Robert Tornabell, profesor de finanzas de Esade y autor del libro El día después de la crisis. Los nuevos modelos regulatorios apuestan por la seguridad pero está por ver cuál es el precio a pagar.

"No hay garantía de que funcione porque ya estábamos en un mundo regulado. Frena la innovación y es costosa en términos de crecimiento. Veremos menos crédito y más caro", advierte Javier Díaz-Giménez, profesor de economía del IESE. Eso sin mencionar la posibilidad de que se sienten las bases para futuros problemas. "Uno siempre regula la crisis anterior y luego causa la siguiente", añade este experto. "La regulación implica una mayor seguridad para inversores y ciudadanos pero el gran problema normativo es limitar la creatividad del sistema", añade Lorenzo Dávila, profesor del IEB. El dilema está servido y el tiempo de adaptación a la nueva normativa será clave…

Muchas de las reformas financieras que hemos visto (el "shopping" normativo) pueden resultar condición necesaria, pero no suficiente. Sigue sin resolverse "el pecado monetario de Occidente" ese extraño privilegio por el que algunos países pueden "comprar sin pagar, dar sin tomar, prestar sin pedir prestado y acumular déficits comerciales sin sufrir las consecuencias".

¿Está el sistema financiero en condiciones de darse tanto tiempo luego de la peor crisis desde la década de los 30? No, pero "FED&BIS" continúan con los sofismas.

Una de las lecciones menos atendidas de la última crisis es que la salud del sector financiero no puede estar desvinculada de la llamada economía real.

Mucho dependerá del resultado de estas reformas, pero lo cierto es que, sin un crecimiento de la economía real, las ganancias del sistema financiero sólo pueden basarse en las arenas movedizas de la especulación, es decir, en un festival de instrumentos financieros opacos y de alto riesgo, similar al que llevó al estallido de 2008 (renovando la fe en el Frankenstein financiero).

El sistema está roto mientras la FED y el BIS sólo atinan a "ponerle tetas".

"Con un par"… el "helicóptero" de los hermanos Marx (¡más madera!)

Con reformas de baja intensidad (made in USA o modèl Basilea III) o, sin reformas profundas (como las propuestas por Volcker), Wall Street acabará con la Reserva Federal (y, de paso, con los demás bancos centrales "rescatadores"). Cuando la "madera" avive el fuego, las circunstancias determinarán el yo. Entonces, se agotará el tinglado de la farsa. ¿Se puede decir algo más cínico y escatológico que "alivio cuantitativo"?. Es fácil imaginar sobre quien se "alivian".

Al final de tanta política monetaria acomodaticia, cuando el presidente de la Reserva Federal (y como él, los gobernadores de bancos centrales de otros países , cooperadores necesarios, y prevaricadores petulantes) haga recuento de sus efectivos le brotará, como a César yacente bajo la estatua de Pompeyo, aquellas palabras inmortales: "¿Tú también Bruto, hijo mío?". Y como hizo el conquistador de la Galia se cubrirá el rostro con la túnica y recibirá de su más próximo la puñalada letal. Y su panteón será una cátedra vitalicia en la Princeton University (o semejantes). Y aquí paz y después gloria, aunque con un país en barrena (y con él, todos).

The Hall of Fame (Septiembre de 2010): ¿hay algún banquero en la cárcel?

"La crisis financiera que tuvo su punto culminante con la bancarrota de Lehman Brothers Holdings Inc. hace dos años, trastornó las carreras de algunos de los principales ejecutivos y operadores de Wall Street que estuvieron en el epicentro de la debacle. Un vistazo a lo ocurrido desde entonces con algunos de los protagonistas"… Dos años después, ¿dónde están ahora los protagonistas de la debacle? (The Wall Street Journal – 15/9/10)

Richard Fuld Jr.: remuneración total en los últimos 10 años: US$ 457 millones

El presidente de Lehman sigue convencido de que la quiebra de la firma fue causada por las condiciones caóticas del mercado, rumores descontrolados y la actitud del gobierno estadounidense. "No hay nada en este perfil que corresponda a una compañía en bancarrota", declaró el mes pasado ante el Congreso de Estados Unidos al describir las finanzas de la empresa.

Fuld, que todavía visita de vez en cuando sus lugares favoritos en Nueva York, como el restaurante Brasserie, es el dueño y gerente de la consultora Matrix Advisors LLC. En mayo, se incorporó a la corredora Legend Securities Inc., aunque no está claro cuáles son sus funciones.

Martin Sullivan y Joseph Cassano: AIG le debe al gobierno de EEUU más de US$ 90.000 millones

Sullivan abandonó American International Group en junio de 2008, cuando se multiplicaban las pérdidas ocasionadas por la venta de derivados ligados a valores hipotecarios. La crisis empezó en la filial de productos financieros de la aseguradora, encabezada por Cassano. En junio, Cassano señaló en el Congreso que sus decisiones habían sido "prudentes". El Departamento de Justicia y la Comisión de Bolsa y Valores de EEUU decidieron no presentar cargos en su contra tras investigaciones.

La firma de seguros Willis Group Holdings PLC anunció la semana pasada la contratación de Sullivan en calidad de vicepresidente de la junta directiva. Su función es expandir una nueva división global encargada de atender a los grandes clientes.

Charles Prince y Robert Rubin: Citigroup Inc. registró US$ 58.000 millones en rebajas contables relacionadas con las hipotecas "subprime" y otros activos de riesgo

A mediados de 2007, Prince declaró que "mientras la orquesta siguiera tocando, había que salir a bailar. Y seguimos bailando". Los riesgos excesivos le costaron a Prince su puesto a la cabeza de Citigroup en noviembre de 2007. En la actualidad, el Estado es dueño de 18% del banco.

En abril, Prince repitió tres veces ante el Congreso que se sentía muy apenado de que la crisis haya tenido un impacto tan devastador y que millones de estadounidenses hayan "perdido sus hogares". Rubin manifestó que no fue "una parte importante del proceso de toma de decisiones", a pesar de recibir un salario de unos US$ 115 millones en los nueve años que se desempeñó como miembro de la junta directiva y uno de los principales asesores del banco.

El ex secretario del Tesoro pasó a integrar recientemente las filas del exclusivo banco de inversión Centerview Partners, en el que trabaja con los principales clientes y asesora sobre desarrollo estratégico.

Kenneth Lewis: no recibió ni salario ni bonificaciones en 2009

Lewis fue amenazado con perder la presidencia ejecutiva de Bank of America, donde también lideraba la junta directiva, si no concretaba la compra de Merrill Lynch.

Desde que dejó el banco, Lewis pasa el tiempo con su familia mientras decide sus próximos pasos. Fue demandado en un caso civil por el fiscal general de Nueva York, Andrew Cuomo, por la compra de Merrill, la que calificó como un "éxito financiero y estratégico absoluto".

El fandango de la deuda (la factura de los rescates públicos)

Deuda sobre deuda y una sola conclusión: INSOSTENIBLE

Hemos asistido a la mayor expansión fiscal de la historia de la humanidad -con la posible excepción de esa II Guerra Mundial– El gasto y el déficit público se hallan en máximos históricos en la mayor parte de lugares del planeta (y en todos ellos, muy por encima de los niveles que alcanzaron durante la burbuja crediticia que concluyó en 2007) y se sigue hablando inapropiadamente de austeridad. Es lo que pasa cuando no se quieren reconocer los propios fracasos y se pretende seguir huyendo hacia adelante: que en unos años hemos duplicado los volúmenes de deuda pública y cada vez estamos más hundidos.

La economía mundial navega en un mar de deudas. La suma de la deuda estatal, provincial, municipal, individual, hipotecaria, corporativa, financiera y bancaria sugiere que en cualquier momento la nave puede naufragar o estrellarse contra el témpano de lo impagable.

Un colosal estudio comparativo de la consultora Mc Kinsey Global Institute mostró que en 2009 la deuda total de Japón -la más grande del mundo desarrollado- era de un 471% de su PIB (es decir, de todo lo que produce su economía en un año). Le seguía Reino Unido con un 466%. Estados Unidos "apenas" tenía un 300%.

Muchos economistas opinan que esta gigantesca desproporción entre la riqueza anual que produce un país y lo que adeuda se explica por un mecanismo que en las últimas tres décadas ha cambiado la faz del capitalismo actual: la financiarización.

"Es una manera de conceptualizar la creciente importancia de actores e instituciones financieros en la economía y de las finanzas como fuente de ganancias. Esto explica el crecimiento del crédito en la década de 2000 y las causas de la actual crisis", le explicó a BBC Mundo Adam Leaver, autor de tres libros sobre el tema e investigador y miembro de CRESC (Centro de Investigación del Cambio Socio-Cultural) de Manchester.

En el capitalismo tradicional, los bancos le prestaban a la industria que producía ganancias con el consumo de sus productos, dinero con el que pagaba su crédito, alegraba la vida de sus accionistas y reinvertía para ampliar el proceso productivo.

En el capitalismo de las últimas tres décadas se produce una explosión de lo que en inglés se denomina con la sigla FIRE (Financiamiento, seguro y sector inmobiliario) que ha crecido tanto en proporción al PIB como en detrimento de la economía productiva.

A nivel individual, el símbolo más cotidiano de esta financiarización es la tarjeta de crédito, que antes de los '80 era tratada con reverencia de club exclusivo y hoy se ha convertido en un medio de pago de la vida diaria.

El estallido de la burbuja inmobiliaria dejó a ciudades enteras como Stockton, en Estados Unidos, al borde de la quiebra.

Pero la explosión del crédito va mucho más allá de la tarjeta. En el estallido financiero de 2008 la gota que desbordó el vaso de una economía endeudada hasta las cejas fue el préstamo hipotecario a hogares sin recursos: las llamadas hipotecas subprime o de alto riesgo.

Los estudios sobre el período del boom muestran que en Estados Unidos los hogares pasaron a gastar en el pago de intereses de tarjetas de crédito y préstamos casi el doble de lo que gastaban en comida y vestimenta.

En Reino Unido la deuda individual o familiar llegó a ser un 165% del ingreso disponible (ingreso que queda luego de pagados los impuestos).

Según Paolo Dos Santos, experto bancario de SOAS, la Escuela de Estudios Africanos y Asiáticos de la Universidad de Londres, este cambio vino de la mano de un repliegue del estado benefactor como garante de salud, educación, vivienda y jubilación que fue funcional para la expansión del sistema financiero.

"En los últimos 30 años, la política social en muchos países desarrollados se ha basado en la transferencia del riesgo y el costo de estos servicios sociales del estado al individuo. Este tiene que recurrir al sistema bancario para poder financiar la educación de su hijo o un seguro médico o su jubilación", señaló Dos Santos a la BBC.

La deuda estadounidense ha crecido rápidamente en los últimos años a raíz de una combinación de crisis económicas, recortes de impuestos, que le han restado ingresos al gobierno, y decisiones de gastos realizadas por legisladores y presidentes de ambos partidos.

El déficit del gobierno de EEUU ha superado el US$ 1 billón (millón de millones) por cuarto año consecutivo, y la deuda supera los US$ 16,1 billones. Moody's Investors Service Inc. ha amenazado con unirse a Standard & Poor's Ratings Services y rebajar la calificación de la deuda estadounidense si no se resuelve el problema.

El arte de Obama de crear dinero ha sido una práctica repetida gracias a la inestimable ayuda del organismo presidido hasta ahora del Ben Bernanke.

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Desde el inicio de la crisis, la Reserva Federal se ha encargado de comprar cerca de dos billones de dólares en bonos de deuda hipotecaria y del Estado. Asimismo, a principios de 2009 amplió esa cantidad hasta los 1,25 billones y compró 300.000 en bonos del Tesoro.

A finales de 2010, se hizo con 600.000 millones en bonos del Gobierno y en septiembre de 2011, aplicó un programa de cambio de 400.000 millones de bonos de deuda a corto por otros a largo.

Todas estas medidas monetarias no han hecho otra cosa que debilitar el dólar y por tanto a la población estadounidense.

Las políticas de estímulo fiscal y las nuevas regulaciones no han logrado que el PIB estadounidense regrese a los niveles previos de la crisis, pero sí han situado la libertad económica de EEUU en mínimos históricos. De hecho, los datos muestran que la primera economía del planeta registra hoy la recuperación más lenta desde la Gran Depresión de los años 30.

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El tímido aumento del PIB registrado durante la etapa de Obama sigue muy alejado del crecimiento potencial de la primera economía del mundo, al pasar del -7,5% al -6% desde 2009. En la recesión de los años 80, la brecha del PIB pasó del -8,15 al -0,6% en apenas tres años.

En estos momentos, EEUU crece a un ritmo del 2% anual, pero todavía no se ha recuperado el desplome acontecido entre 2008 y 2009. Y ello, sin tener en cuenta que el crecimiento real es inferior si se descuenta el impacto del gasto público en el PIB.

El mayor gasto público en 40 años

Y todo esto se ha producido a pesar de que el Gobierno federal ha aumentado el gasto público para combatir la crisis. Obama ha situado en niveles récord de los últimos 40 años el gasto federal per cápita.

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Un déficit público histórico

Como consecuencia, la brecha entre ingresos y gastos ha superado el billón de dólares en términos reales (descontando inflación) durante cuatro años consecutivos. En las crisis previas nunca había superado el medio billón de dólares.

EEUU sigue registrando un déficit muy elevado. Ha pasado del 10,1% del PIB en 2009 al 8,7% en 2011 y a una tasa próxima al 7%, según las últimas estimaciones oficiales. Estos datos contrastan, nuevamente, con las promesas presidenciales de Obama durante su primera campaña electoral (dijo que en 2012 sería casi la mitad del nivel finalmente alcanzado).

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Obama criticó el sustancial aumento de deuda pública durante la presidencia de George W. Bush (4 billones de dólares extra), pero su gestión ha superado a su antecesor. La deuda total de EEUU (en manos del público y la intergubernamental) ha crecido más de un 50% durante su primer mandato, desde los 10,6 billones a los más de 16 billones actuales (más del 100% del PIB).

PD: Tócala otra vez, Ben (una magnífica reseña de sus principales "deposiciones")

30 Bernanke Quotes That Are So Absurd You Won"t Know Whether To Laugh Or Cry (Business Insider – 8/12/10) (By Michael Snyder, The Economic Collapse)

(Continuación)

Aug. 2, 2010

"The financial crisis appears to be mostly behind us, and the economy seems to have stabilized and is expanding again".

Oct. 15, 2010

"…inflation is running at rates that are too low relative to the levels that the Committee judges to be most consistent with the Federal Reserve's dual mandate in the longer run".

Oct. 15, 2010

"Similarly, the mandate-consistent inflation rate -the inflation rate that best promotes our dual objectives in the long run- is not necessarily zero; indeed, Committee participants have generally judged that a modestly positive inflation rate over the longer run is most consistent with the dual mandate".

Nov. 5, 2010

"Although low inflation is generally good, inflation that is too low can pose risks to the economy – especially when the economy is struggling".

Dec. 5, 2010

(On 60 Minutes in response to a question about what would have happened if the Federal Reserve had not "bailed out" the U.S. economy) "Unemployment would be much, much higher. It might be something like it was in the Depression. Twenty-five percent".

Dec. 5, 2010

"One myth that"s out there is that what we"re doing is printing money. We"re not printing money".

Dec. 5, 2010

"The money supply is not changing in any significant way. What we"re doing is lowering interest rates by buying Treasury securities".

Dec. 5, 2010

(On the possibility that the Fed might launch QE3) "Oh, it's certainly possible. And again, it depends on the efficacy of the program. It depends on inflation. And finally it depends on how the economy looks".

Dec. 5, 2010

"I wish I'd been omniscient and seen the crisis coming".

Dec. 5, 2010

"We"ve been very, very clear that we will not allow inflation to rise above 2 percent".

Bonus: "I don't fully understand movements in the gold price".

Monografias.com

Dear Bernanke, Here's Your Guide To What's Really Making Gold Explode

Los apóstatas de Keynes (se justifican diciendo que la víctima lo provocó)

Como viejo keynesiano (desde la época en que, los pocos que "habíamos", éramos considerados unos "apestados" de la ciencia económica), me sorprende (repugna, resulta un término más ajustado), que haya tantos "filisteos" falsificando (jurando en vano), la "Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero".

Una leyenda urbana sostiene que los niños y los viejos son los únicos que dicen los que piensan… De ser cierta la fábula, creo que los niños tienen la ventaja que les otorga el tiempo, para rectificar sus errores, cosa que los viejos no tienen…

Por lo cual, a mis (casi) 70 años, con las disculpas del caso, y sin tiempo para rectificar mis errores, me animo a retar a los grandes bonetes de la economía, que alientan la expansión monetaria ilimitada (que fluya el dinero, después veremos cómo se recoge…), en nombre de la demanda, travestidos de keynesianismo. Grandes simuladores: nos mean la cabeza y los diarios dicen "llueve".

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?, era el título de una película, que me sirve para encabezar mi crítica: ¿Por qué hablan de incentivar la demanda (consumidor) cuando quieren decir socorrer a los deudores (banca y gobierno)? Por qué fingen… por qué son tan hipócritas… por qué después de tantos años de monetarismo (dogma con el empobrecieron a generaciones enteras de trabajadores), ahora se disfrazan de keynesianos (aparentando alentar la ocupación y la demanda).

Pero como antes se coge al mentiroso que al cojo, no sólo juran en vano (filisteos), sino que falsifican los postulados del keynesianismo. Para justificar el exceso de gasto público (que en este caso está directamente vinculado al salvataje del sector financiero), se amparan en el desempleo y la demanda, pero sin resolver lo uno, ni alentar lo otro.

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