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Amanecer vudú (Relatos de horror y brujería afroamericana)



  1. Un
    prólogo que es una advertencia
  2. Vocabulario vudú
  3. Las
    brujas en la toponimia
  4. Bibliografía

Un prólogo
que es una advertencia

Vu-dú! Dos simples sílabas que
despiertan en nuestra imaginación el obsesivo sonido de
los tambores, las cimbreantes figuras de bailarines
poseídos por oscuros dioses, ídolos de barro
atravesados por alfileres asesinos.

Viejas películas en glamuroso blanco y negro, el
lento desgranarse de los blues del pantano, los ojos en blanco de
zombis y muertos vivientes, el ritmo frenético de la
rumba, sangrientos sacrificios al pie de altares
desconocidos…

Bueno, bueno. Antes de seguir, una justa advertencia,
una necesaria aclaración: el Vudú, como su hermana
caribeña la Santería, es mucho más que esa
imagen típicamente de género que hemos evocado
arriba.

Son, de hecho, religiones populares afroamericanas cuya
verdadera naturaleza abarca complejos fenómenos sociales,
culturales, religiosos e históricos.

No en vano los antropólogos optan, a la hora de
referirse al Vudú, por emplear la grafía francesa
propia de Haití, escribiéndolo Vodoun, para
diferenciarlo radicalmente del concepto popularizado por el cine
y la literatura fantástica, que lo han convertido
prácticamente en sinónimo de brujería y/o
magia negra.

Los interesados en la verdadera esencia de las
religiones afroamericanas pueden, y deben, husmear entre las
páginas que Alfred Métraux, Roger Bastide o Wade
Davis han dedicado al Vodoun haitiano, las que Zora Neale Hurston
o Robert Tallan dedicaran al Vudú y el Hoodoo -que en
justicia debería escribirse Judú- del Sur de los
Estados Unidos; las que Fernando Ortiz y Lydia Cabrera, entre
otros escribieran sobre la Santería afrocubana, el diario
de viaje del director de cine Henri Georges Clouzot a
través del Brasil, del Candomblé y de la Macumba, o
las más recientes descripciones de la moderna
Santería neoyorquina, escritas por la portorriqueña
Migene González Wippler.

Porque lo que ahora tenéis entre las manos es un
libro de relatos de horror.

Todos están, desde luego, relacionados con su
lado más oscuro y siniestro, con las prácticas
mágicas, los hechizos y las maldiciones, las
crónicas negras y los asesinatos rituales.

Sería absurdo negar el atractivo morboso que
ejerce sobre nosotros esa cara oscura del Vudú. Ya la
simple realidad de la existencia hoy día de religiones
basadas en el sacrificio y las prácticas mágicas,
no sólo en países tropicales y "atrasados", como
nos gustaría creer, sino en el interior mismo de nuestras
grandes ciudades, resulta francamente inquietante para el hombre
presuntamente civilizado.

Y es que quizá lo más terrorífico
del Vudú sea cómo lo real y lo fantástico se
entremezclan en él, de forma difícilmente
discernible.

No estamos ante fenómenos sobrenaturales
incomprobables, ante paganismos ancestrales ya desaparecidos,
ante criaturas más bien míticas como vampiros y
hombres lobo.

Cualquiera que lo desee puede consultar las
incontestables pruebas reunidas en torno al caso de Narcille
Clovis, el fenómeno zombi más documentado de
Haití.

Y, sin llegar a extremos melodramáticos,
cualquier turista avisado puede asistir a ceremonias y fiestas
rituales a lo largo de todo el Caribe y buena parte de
Sudamérica, visitar el Museo del Vudú en Nueva
Orleáns, o comprar cualquier accesorio que necesite para
sus hechizos santeros en las muchas "botánicas" del Harlem
Hispano de Nueva York o de la Pequeña Cuba de
Miami.

Son estos aspectos únicos, la contemporaneidad de
una religión pagana procedente del Africa oscura y su
posible poder real, los que han hecho del Vudú uno de los
temas predilectos de la literatura fantástica y de
terror.

Desde los tiempos de "Weird Tales", en plena era dorada
del pulp, el Vudú es presencia continua en el cuento de
horror y, aunque se eche quizá a faltar al
arquetípico Hugh B. Cave, autor que residió largas
temporadas en el propio Haití, de las páginas
amarillentas de los pulps hemos entresacado joyas como Madre
de Serpientes
de Robert Bloch, Palomos del Infierno
del texano Robert E. Howard -que aporta aquí el mito de la
zuwenbi, verosímil invención del propio
Howard-, Papá Benjamín de William Irish
-es decir, de Cornell Woolrich-, y Desde lugares
sombríos
de Richard Matheson.

Junto a estos relatos de terror clásicos,
encontraremos historias que les fueron narradas a viajeros e
investigadores como auténticas y libres de cualquier
duda.

Attilio Gatti, Vivian Meik, el célebre William
Seabrook -que con su clásico Magic Island
dejó bien establecidas las bases de la leyenda negra del
Vudú haitiano-, la periodista Inez Wallace, Lydia Cabrera,
Raymond J. Martínez y el Dr. Gordon Leigh Bromley, aportan
sus experiencias -a veces personales- de la realidad del
fenómeno zombi, de la existencia de sectas secretas
africanas y siniestros rituales necrofílicos, del poder de
los antiguos dioses de Africa, de las posesiones o "montas", y de
la terrible eficacia de hechizos y maldiciones.

Algunos de los relatos que incluimos son estrictamente
(!!!) verídicos, como ocurre con los escritos por el
investigador de lo oculto Brad Steiger y su esposa, tanto Los
espeluznantes secretos del Rancho Santa Elena
, que narra los
famosos sucesos de Matamoros que inspirarían
también a Barry Gifford su novela Perdita
Durango
, como La pócima de amor comprada con
sangre.

Y especial atención, por su realismo de puro y
duro informe policial, merece ¡Asesinado al pie de un
altar vudú
!, la crónica de Richard Shrout que
nos introduce en las oscuras relaciones que unen la
práctica de la Santería con el narcotráfico
y el hampa latina de Estados Unidos.

Todo un episodio de "Miami Vice".

La mítica conexión entre el Vudú y
la música popular queda ejemplificada tanto en el
clásico Papá Benjamín, con su
jazzístico y maldito Canto Vudú, como en
El Boogie del Cementerio de Derek Rutherford, un
terrorífico Rock"n Roll que haría estremecer de
miedo al mismísimo Screamin" Jay Hawkins.

Y la presencia del cine de terror más
clásico la encontraremos en Yo anduve con un
zombi
, que diera pie -convenientemente mezclada con Jane
Eyre
– a la legendaria producción de Val Lewton,
dirigida por Jacques Torneur, además de, nuevamente, en el
relato de William Irish, llevado a la pequeña pantalla por
Ted Post en 1961, y víctima de toda una adaptación
inconfesa en el clásico de episodios Doctor
Terror
, producido por la británica Amicus Films.
Pero, cuidado, no en Zombi Blanco de Vivian Meik, sin
relación alguna con el film del mismo
título.

Por cierto, he de confesar aquí que el
título de esta antología lo hemos tomado prestado
de Voodoo Dawn, la película -y novela- de John
Russo, con la que el coautor de La noche de los muertos
vivientes
quiso pagar su deuda con el
Vudú.

No quiero dar paso ya a los misterios del Caribe y el
Africa profunda sin otra advertencia: a pesar de nuestro
criterio, digamos que geográfico, los relatos no siempre
se ajustan estrictamente a su área territorial, y es que
nuestra selección no pretende ser ni exhaustiva ni, mucho
menos, ortodoxa.

Como veréis se mezclan en ella los relatos y los
hechos reales, la crónica negra y los cuentos de
fantasmas, el Vudú, la Santería y hasta otros
cultos más terribles y desconocidos.

Se trata tan solo de explorar -y explotar- ese lado
más siniestro, terrorífico y brujeril del
Vudú.

Su leyenda negra -muchas veces falsa, otras no-, su
folklore más fantástico, su imagen más pop.
Yo, por mi parte, confieso que siento por el verdadero
Vudú y la Santería el mayor de los respetos y una
gran simpatía.

Puede que vosotros, cuando hayáis terminado de
leer las páginas que siguen, también deseéis
profundizar más en las religiones afroamericanas. Ya se
sabe, si no puedes vencerles, únete a ellos.

Vocabulario
vudú

En todos los relatos seleccionados se han respetado
los términos propios del Vudú y la Santería
tal y como los transcriben sus autores; ello supone que, a veces,
el mismo término aparezca escrito de distinta forma,
según el autor y hasta el relato.

Para facilitar la comprensión de algunos de
los textos se incluye un pequeño vocabulario de
términos religiosos afroamericanos, que recoge
exclusivamente aquellos que se nombran en el
libro.

Este VOCABULARIO ha sido confeccionado por
Jesús Palacios y Pedro Duque. Al lado de cada
término, entre paréntesis, se dan otras variantes
del mismo.

ABAKUÁ (Abakwá,
Abacuá
): Secta afrocubana, también
conocida por el nombre de Ñañiguismo o
ñáñigos, procedente de los pueblos Efik y
Ekoi de la Costa Calabar del Oeste de África. El
término Abakuá se refiere al pueblo y la
región de Akwa, donde floreció esta sociedad en el
continente africano. Aunque actualmente se la da por
desaparecida, desde mediados del siglo XIX y hasta muy entrado el
XX, la Sociedad Abakuá ejerció una enorme
influencia secreta en la vida política y social de Cuba,
como puede comprobarse en la novela que le consagró Alejo
Carpentier: Ecue-Yamba-O.

AMARRE: Se llama así en la Santería
al acto ejecutado por un brujo o curandero con el fin de retener
a la persona amada, manteniéndola bajo su voluntad. Se
trata, esencialmente, de un hechizo amoroso.

BABALAWO (Babalao): Sacerdote santero
dedicado al culto adivinatorio de Fa o Ifá. Su nombre
significa "Padre y dueño del secreto" en lengua yoruba, de
cuyo Oráculo de Ifé africano proviene este culto.
Más generalmente, sacerdote santero.

BABALOCHA: Sacerdote santero encargado de las
ceremonias de iniciación de los nuevos
santeros.

BAJAR EL SANTO (Coger el Santo, subir el Santo,
tener el Santo, etc
.): Frase que se usa familiarmente en la
Santería para denominar la posesión física
de un creyente por alguno de los santos u Orichas, llamada a su
vez "monta".

BARÓN SAMEDI: Loa o dios Vudú,
señor y guardián de los cementerios, algunas veces
identificado con Guedé, que es representado por una gran
cruz colocada sobre la tumba del primer hombre enterrado en el
lugar. Junto al Barón la Croix y el Barón
Cimitière, forma la tríada de los Barones
Vudú, todos con herramientas de enterradores.

CANDOMBLÉ (Candombé):
Nombre que designa en Bahía (Brasil) ciertos cultos -y sus
prácticas- afroamericanos, muy similares al Vudú y,
sobre todo, a la Santería. Aunque originalmente era
africano y yoruba o nago, rindiendo por tanto culto a los
Orixás al igual que la Santería a sus Orichas,
posteriormente se han introducido variantes como el
Candomblé Blanco, con divinidades indias
autóctonas. Al igual que, a veces, las palabras
Vudú y Santería, Candomblé puede designar
tanto la religión como sus prácticas, las
ceremonias y, al tiempo, el recinto donde se celebran.

DAMBALLAH (Damballah Wedo): Loa o dios
Vudú de la lluvia, los ríos y los lagos. Su
símbolo es la serpiente, generalmente una boa constrictor
rojiza, y al tratarse de uno de los Loas más poderosos,
temidos y adorados, ha contribuido sobremanera a extender el
error de que el Vudú es un simple culto a la
Serpiente.

EBBÓ (Ebó): Palabra yoruba que
designa en Santería la ofrenda de frutas y dulces o el
sacrificio de animales cuadrúpedos y de aves que se ofrece
a los Orichas para obtener su favor.

GANGÁNGÁME: Sacerdote o brujo
perteneciente a la secta Gangá de la Santería
cubana, de origen congo o bantú, y fuertemente animista.
En ella se adora a los espíritus de los muertos, y
está fundamentalmente orientada hacia la magia y los ritos
funerarios.

GRIS GRIS: Hechizo mágico Vudú que
puede consistir tanto en un simple sacrificio animal, como en una
bolsa llena de objetos mágicos, en un talismán o en
un fetiche. Puede usarse tanto para el bien como para el mal, y
ejerce su influencia sobre la suerte de aquél a quien se
le destina. A veces designa un dibujo místico en el suelo,
similar a los vevés haitianos. Es un término propio
del Sur de los Estados Unidos, pero procede del africano Gri-Gri,
de igual significado.

GUEDÉ (Ghede): Loa Vudú de
la muerte y los cementerios. Designa tanto una divinidad como a
un conjunto de dioses, relacionados siempre con los cementerios,
la muerte, los ritos funerarios y el culto a los antepasados.
Procede del pueblo de los Ghede-vi, casta africana de
enterradores llevada como esclavos a Haití.
Paradójicamente, Guedé posee también
connotaciones fálicas, siendo también Señor
de la Vida, muy dado a las obscenidades y a la bebida.

IWORO: En lengua yoruba, dícese de los
santeros y creyentes que son hijos de Obatalá.

IYALOCHAS (Yalochas): Sacerdotisas
santeras, equivalentes femeninos del Babalocha o
Babalao.

LENGUA: Nombre que se da en la Santería a
los rezos y frases litúrgicas que se recitan en lengua
yoruba. Asimismo, la Sociedad Abakuá denomina "lengua" al
dialecto ñáñigo, y en el Vudú se
llama "langage" a la lengua usada en los sagrados ritos
africanos.

LUCUMÍ: Nombre que dieron arbitrariamente
los cubanos a todos los negros procedentes de Nigeria, la
mayoría de ellos yorubas, por lo cual ha quedado
también como sinónimo de yoruba y de la propia
Santería, de predominio nigeriano.

MAMALOI: Familiarmente, nombre con el que se
designa a las sacerdotisas Vudú, sobre todo en el Sur de
los Estados Unidos, pero a veces también en
Haití.

OBEAH: Nombre que recibe en algunas islas del
Caribe -Trinidad, Martinica, Jamaica, etc.- la magia
afroamericana, y que equivale hasta cierto punto al Vudú y
la Santería.

OMÓ (Omó Oricha): En
yoruba, hijo de Santo. Es decir, aquél que ha sido
iniciado por completo en la Santería y elegido ya por su
Oricha correspondiente.

ORICHAS (Orischas): Nombre
genérico de las divinidades yorubas a las que se rinde
culto en la Santería, y también en el
Candomblé brasileño con el nombre de Orixás.
Son el equivalente de los Loas del Vudú, y al ser
sincretizados con el Santoral católico, la palabra Oricha
deviene a su vez sinónimo de Santo.

ORO: En yoruba, la palabra que designa el cielo,
el lugar de residencia de los Santos u Orichas.

OUANGAS (Wangas): Maleficios
Vudú, actos de magia negra contra un enemigo o amuletos
mágicos que se emplean con fines egoístas o
malignos. También mal de ojo.

PALO MAYOMBE (Regla de Palo): Secta
afrocubana de origen bantú, inclinada profundamente hacia
la magia y la brujería. Con el nombre de Palo Cruzado se
subordina al sistema yoruba de la Santería, al que
complementa con prácticas y dioses congoleños,
siempre con un enfoque más práctico y utilitario.
Tal es la forma de este culto, que Mayombé es a veces el
nombre que se le da al espíritu del mal, y el
término mayombero sirve para designar a todos los brujos
en general.

PAPALOI: Familiarmente, nombre que se da a los
sacerdotes del Vudú.

PATAKÍ (Patakín): Relato
cuyo protagonismo puede correr a cargo de los dioses, de reyes,
animales y hasta objetos, de carácter mitológico y
moral. Encabeza, acompañado de un refrán o conseja,
cada signo (odu) del Diloggún o Tablero de Ifá, el
sistema adivinatorio yoruba usado en Santería.

PIEDRA (Otán): Piedra sagrada en
la que se supone reside el espíritu de un Santo u Oricha;
se guarda en una "sopera" y se le hace el "ebbó" que
corresponda a su Oricha.

REGLA DE OCHA (Regla Lucumí):
Nombre que se le da también a la Santería. Dos son
las Reglas principales afrocubanas: la Regla de Ocha o
Santería, y la Regla de Palo o Palo Mayombe.

SANTOS: Al llegar a Cuba, los Orichas yorubas
fueron asimilados por los esclavos a los Santos de sus amos, para
poder adorarlos y celebrar sus fiestas. Lo mismo ocurrió
en Brasil y en Haití, donde Orixás y Loas tienen
sus Santos correspondientes. De este fenómeno
sincrético deriva el término Santería,
extendido después a toda Latinoamérica y Estados
Unidos.

SANTISMO: Aunque a veces se le llama
también Santería, no debe confundirse con el culto
afroamericano originado en Cuba. Se trata de un sincretismo
amerindio propio de México y la frontera de Estados
Unidos, que utiliza prácticas tanto del catolicismo
más ferviente como de viejos rituales aztecas, mayas e
indígenas en general. Está estrechamente
relacionado con los artistas imagineros mexicanos y chicanos,
muchos de los cuales pertenecen a sectas santistas, y sus
prácticas, miembros y área de influencia se guardan
en el máximo secreto.

SOPERA: Recipiente donde se guarda y protege el
"otán" de un Oricha, así como sus collares y otros
objetos sagrados. Al contacto con el español se debe que
este recipiente, originalmente una vasija de madera o barro,
cobrara la forma y la decoración de una sopera barroca,
pintada con los colores de su Santo.

Las brujas en la
toponimia

SORGUIN, BELAGUILE Y BRUJAS: A las muchas
creencias, leyendas y dichos populares que, concentrados
alrederir de la idea de la bruja o de los vocablos
sorguin y belaguile, han tenido o tienen
vigencia en el pueblo vasco y que han sido registrados en las
hojas de Eusko-Folklore (1921: págs. 38-40; 1922;
págs. 21-48) añadiremos otros, cuya noticia ha
llegado a nuestro fichero en estos últimos tiempos o que
figuran en libros publicados, en fechas más
reciente.

¿HAY BRUJAS? A esta pregunta formulada por
muchos en tiempos pasados más que en el nuestro, direon
repetidas veces contestación afirmativa las mismas brujas,
y aun castigaron duramente a quienes dudaron de su existencia,
según las leyendas que apuntamos a
continuación.

En una reucnión de hilanderas en Elduayen
surgió la discusión acerca de este tema. Cuando, ya
de noche, regresaban a sus casas, les salieron al encuentro las
brujas diciendo:

Ez geala, bageala, Que no somos, que sí
somos Amalaumilla emen gealka Catorce mil aquí
somos. (Referido por E. Echeberría, de Elduayen, en el
año 1917)

* * *

Cuentan en Guerricaiz que un cura dijo en un
sermón que no hay sorguiñes (brujas) en el mundo.
Pero estas se le aparecieron una noche diciendo a gritos: ba
gaituk (ya somos). Nunca más se atrevió el cura a
negar la existencia de tales seres. (Noticia de 1917).

* * *

Una vez hallándose unas hilanderas trabajando
juntas de noche, alguien mencionó a las brujas

y una muchacha de entre aquellas dijo que no existen las
brujas. Después, cuando hubieron terminado su trabajo,
cada una volvió a su casa.

A la que dijo que no hay brujas le salieron al camino
las brujas, diciéndole a gritos: «Que no somos, pero
somos; Menos Maripetralin, todas las demás aquí
estamos».

Mientras esto decían, cada una le arrancó
de la cabeza un cabello y la muchacha se quedó
sin

ningún cabello. (Contado en 1910 por María
Josefa Munduate, del caserío Akutain, en
Ataun.)

Julio Caro Baroja refiere una leyenda de la
región de Vera de Bidasoa que describe un hecho ocurrido
en el caserío Argata de Yanci.

«Había una chica muy guapa -dice-, por lo
que se llamaba «Joxepa ederra» (Josepa la hermosa),
que era tan guapa como incrédula. Siempre estaba diciendo
que no había brujas. Estando una vez en casa de noche con
una amiga que le reprendía su incredulidad, dijo:
«Ahora mismo voy a ir por agua a la fuente donde dices que
hay brujas, y verás cómo vuelvo pronto, sin que me
haya pasado nadan. Así lo hizo, pero no volvió. En
cambio se oyó una voz que dijo: «Suguilla zuretzat
eta Joxepa ederra neretzat.»

(«La herrada para ti y "Joxepa ederra" para
mí»).

Y la herrada cayó a la cocina.

Según otra versión más completa, lo
que se oyó fue esto:

«Gabazkuak, gabazkuentzat, eta Argatako alaba
neretzat eta suguila zuretzat.»

(«Los de la noche para los de la noche, la
hija de Argata para mí y la herrada para ti»).

(1)

* * *

Variantes de la leyenda precedente las hay en Ataun, en
Oyarzun y en Uhart-Mixe, en lo que toca al tema de apuestas
hechas de noche, según puede verse en
Eusko-Folklore (1.ª serie, n.º LXX,
págs. 38-40, año 1926) y en mi trabajo
Matériaux pour une étude du peuple
basque:

à Uhart-Mixe (IKUSKA, número
10-13, págs. 85-86. Sare, 1948).

* * *

Los incrédulos serían pocos en un medio o
ambiente popular donde era general decir que existe cuanto tiene
nombre (Ataun, Oyarzun, Placencia, Cortézubi, Sara,
Liguinaga), expresión de una creencia que caracteriza toda
una concepción del mundo, extraña y aun opuesta, a
primera vista, a la mentalidad hoy predominante
(Eusko-Folklore, Junio de 1922, p. 21).

Azkue anotó este mismo dicho en Oyarzun, en
Chorieri y en Barcus (2).

No es extraño que en ciertos lugares consideraran
peligroso hablar de brujas. Así, los pescadores de
Lequeitio, cuando andaban en alta mar, no mencionaban a las
brujas con el nombre de sorguin a fines del siglo
pasado: llamábanlas enemigos de las ondas. El
nombre sorguin era, pues, un tabú (3).

Aun hoy, según Azkue, los pescadores de
Fuenterrabía no hacen mención de brujas; y si sus
mujeres hablan de brujas mientras ellos están en el mar,
no habrá pesca, según su creencia.

Todo esto concuerda con aquella sentencia de la
peregrina de Sumbilla que, al ir a Olaberría, lugar
frecuentado en otro tiempo por quienes deseaban desembrujarse,
dijo en Sempere (Lazcano) acerca de las brujas: direnik ez da
sinistu bear; ez direla ez da esan bear (no hay que creer que
existen; no hay que decir que no existen
(4).

LAS BRUJAS EN LA TOPONIMIA

La creencia en brujas ha sido perpetuada, en cierto
modo, por la toponimia y por leyendas localizadas en diversos
elementos geográficos de Vasconia. En Motrico existe un
barranco llamado Sorginerreka (barranco o regata de las brujas),
situado en el barrio Artzainerreka al W. del casco de la
población.

En Narbaja está la «Fuente de las
brujas», nombre que responde a la creencia de que en ella
andan de noche las brujas. Entre Orenin y Arbulo existe
también una fuente de igual nombre.

Dícese que las brujas la frecuentan y que,
pisando la yerba que crece junto a ella, uno «pierde el
cerebro» y no halla el camino que conduce al sitio donde
pretende llegar.

Mariturri (fuente de Mari) es el nombre de una
fuente de Arbulo. Es fama que allí se reunen de noche las
brujas.

Sorguiniturri (fuente de brujas) se llama un
manantial de Goldaratz. A mi colaborador Dr. Irigaray
(«Larreko») debo la siguiente noticia relativa a esta
fuente: En el valle de Imoz de esta Navarra existe un
pequeño pueblo llamado Goldaraz, a distancia de media hora
de camino de Latasa. A medio camino de Latasa para arriba, a la
orilla del camino

existe una fuente y lavadero con un cobertizo. De
aquella fuente corre mucha agua debajo de la tierra, trae mucho
ruido; pero ese ruido o murmullo no se manifiesta siempre igual:
como si en el cauce tuviera algún remanso o cosa parecida?
y repentinamente se vaciara, el ruido del agua crece, luego
disminuyendo se calla, y de nuevo el ruido crece.

De esta suerte en la misma medida, creciendo a ratos y
callando a ratos, en un minuto tiene cinco o seis
intermitencias.

Un joven de Goldaraz me acompañaba en aquella
ocasión y éste ignoraba por qué le
venía a

la fuente el nombre «Sorguiniturri » (fuente
de brujas). Con todo, me parece que le dieron el

nombre por ese ruido intermitente. (De una carta firmada
en Pamplona el 25 de mayo de 1926.)

Sorguinkoba (cueva de brujas) es llamada una
caverna situada en Artolatx, que es una de las
estribaciones de la sierra de Amboto.

* * *

Sorguingaztañeta (castaña1 de las
brujas) es el nombre de una explanada situada cerca del
caserío Zatika en Ispaster. Al pasar por ella de noche,
hacia la madrugada, los caseros vecinos sentían muchas
veces olor a aceite quemado. Decían que éste era
producido por las brujas que vivían en una sima
próxima. (Contado en 1963 por Gabino de Koskorrotza a
Ernesto Nolte

y comunicado por éste en el mismo
año.)

* * *

Sorguinziloak (cavernas de brujas) son unas
cavernas del barranco de Arrayo situado en Ascain, según
me comunicó el abate Larrazábal el año
1948.

Sorgintxulo (rincón de las brujas) es un
caserío de Ernani, donde, según creencia popular,
se reunían y bailaban antiguamente las brujas.
(Comunicado en 1962 por Pedro de Zuaznabar).

Sorguineche (casa de brujas) es el nombre
antiguo de un dolmen existente en el pueblo de Arrizala. La
primera noticia de este monumento se la debemos a don Pedro
Andrés de Zabala, que en enero de 1833 envió a la
Academia de San Fernando (Madrid) un informe en el que hablaba de
este dolmen y del de Eguílaz o Aizkomendi. Con el nombre
de Sorguineche figura también en una nota de don
Manuel Assas publicado en Semanario Pintoresco Español
(abril de 1857).

Pero en los escritos de don Federico de Baraibar donde
aparece el dolmen de Arrizala más estrechamente
relacionado con brujas. Así, en un manuscrito suyo de los
años 1870 a 1874 leemos lo siguiente: «La Caseta
de las Brujas.-
Entre Arrizaga y Eguileor, camino de
Salvatierra, hay tres grandes piedras, dos en pie y una
atravesada, que, según indicaciones que me han hecho, es
de suponer que sean un trilito celta. Las gentes del país
dicen que lo construyeron las brujas bajando las rocas en las
puntas de sus ruecas durante una noche.»

Unos años más tarde (1879), Baraibar,
mejor informado, publicó una noticia de este monumento en
la revista Irurac-bat de Bilbao. Y en 1881 dio una
conferencia en el Ateneo de Vitoria que la revista
Euskal-Erria (10 de marzo de 1881, pág. 208)
comentaba diciendo, entre

otras cosas, que el señor Baraibar estudió
la leyenda «relativa al dolmen de Arrizala, construido por
las brujas, según la creencia popular a la cual debe el
nombre de Sorguinechea; y la de la cueva próxima,
en los montes de Encía, llamada Lezao, habitada por
bellísimas y caritativas

náyades, conocidas con el nombre de Amilamias
entre los naturales del país».

¿COMO EMBRUJARSE? Según relatos de
Berástegui, una mujer de Ia casa Jaulei que dio tres
vueltas alrededor de la iglesia de aquel pueblo, quedó
convertida en bruja, como dejé consignado en otro lugar
(Eusko-Folklore, 1.ª serie, n.º XXIII, p. 44.
Vitoria, noviembre de 1922). Sin embargo, uno de Amézqueta
pudo dar tres vueltas alrededor de la iglesia y quedar indemne,
porque iba provisto de agua bendita y de un gallo (el gallo tiene
cruz en la cresta). Durante la tercera vuelta, oyó una voz
que decía: Obe dek, bai, daramazkiken gauzak
eraman
(haces mejor, sí, en llevar las cosas que
llevas). Una persona que no ha sido bien bautizada, resulta bruja
o brujo. A este propósito, mi informante Arozteguixar de
Liguinaga me refirió lo siguiente: En una casa de Barcus
se morían todos los niños. Un día un
carpintero iba temprano (muy de mañana) al trabajo. Ve
delante a una mujer que iba hilando a la luz de la luna clara. Al
llegar junto a un montón de espinos, ve a la mujer soltar
todas las ropas del cuerpo y echarlas allí. Más no
veía sino un gato. Entonces él se dijo para
sí que aquélla era belaguile (bruja). Y
cogió las ropas y allí estuvo, hasta que se hubo
retirado la belaguile.

Vino el gato junto al montón (de espinos) y
allí andaba saltando. Y después se volvió
mujer.

El hombre le dijo: ¿qué le
falta?

-Los vestidos.

-Yo los tengo. Y si no me dice dónde ha estado y
qué ha hecho, no los tendrá.

-He estado en tal casa a matar al séptimo
niño.

-¿Cómo hace tal labor?

-Metiendo un alfiler en el cerebro.

El hombre dió los vestidos a la
belaguile, y se fue a aquella casa. Y preguntó si
el niño estaba bien.

La madre del niño le dijo: Ahora duerme; yo
quisiera levantarlo.

La madre vieja (la abuela) le dijo: Mientras duerma, no
le moleste.

El hombre le dijo: Quiero verlo.

Y le bajaron al niño muerto.

Entonces el hombre les dijo lo que había visto, y
bautizaron otra vez a la belaguile; pues era
belaguile por no estar bien bautizada.

Y más no hubo desgracias en aquella
comarca.

(Contado en 1937 por Margarita Arozteguixar, de Alzay)
(5).

* * *

«Las personas llegan a ser belaguiles
(brujas) porque al ser bautizadas no se dijeron todas las
palabras del Ritual. También se hereda la condición
de belaguile, al heredar los vestidos de un belaguile
anterior» según aseguraba la ya citada Margarita de
Arozteguixar (6).

Si el padrino se equivoca al recitar el Credo durante el
bautizo, el ahijado se convierte, en brujo, según creencia
de Arnegui, de Garaci y de Barcus (7).

Si el padrino o la madrina recitan mal el Credo, al
bautizar una criatura, ésta tendrá alguna tara
moral (Ataun).

«La forma más común de convertirse
en bruja es la de recibir de otra bruja un objeto determinado.
También si le toca a una persona una bruja en trance de
muerte, puede transmitirle la Brujería y desembrujarse
ella. Los casos que se cuentan ilustrando esto son muy
estereotipados. Nótese que el objeto que con más
frecuencia entrega la bruja en trance de morir suelen ser un
acerico o alfiletero: «kuthun » (8).

* * *

Una persona se embruja besando a Etsai (diablo)
y signándose con un pie mientras dice: Porla se,
zalpaté, funte fa, funte fi, txiri, biri, ekatsu, ekatsu,
amen
(Lazcano).

¿COMO CONOCER QUE UNA PERSONA ESTA
EMBRUJADA?
Es considerada como bruja o brujo la persona que
en su piel no tiene ningún lunar (en vasc.
oriñ) (Atáun). Lo mismo dicen en
Amézqueta, Machinventa y Elorrio (9). Para hacer visibles
a las brujas que hacen maleficios en una habitación es
medio eficaz meter en agua hirviente un corazón de
gallina, pincharlo con alfiler y luego colocarlo en el centro de
dicha habitación. (Amézqueta).

* * *

Para conocer si una persona de las que asisten a una
misa es bruja o no lo es, hay que dejar el misal abierto
después de la ceremonia; las brujas no salen de la iglesia
mientras el misal esté abierto (Oyarzun). En Liguinaga
existe la misma creencia.

* * *

En Arceniega recurren a los servicios de una mujer de la
localidad para saber quién está embrujado. Ella
toma una criba; mete por uno de sus orificios unas tijeras hasta
su eje; las abre y hace que la criba cuelgue de ellas. Entonces
pregunta: «¿Fulano es brujo?» Si la criba
oscila, es señal de que la persona nombrada está
embrujada.

* * *

Si uno toca su muñeca con el dedo pulgar de la
misma mano, es señal de que se halla embrujado
(Machinventa), como también si rodea una muñeca con
dos dedos de la otra mano (Ceánuri), según Azkue
(op. cit., p. 380).

* * *

Un medio para descubrir o hacer que aparezca una bruja
es meter alfileres en el corazón de un gallo (Amoroto,
Elorrio y Amicutze). Si un gallo canta antes de media noche es
señal de que las brujas andan cerca (Amicutze, Barcus)
(10).

Para descubrir y coger a una bruja que, según
«indicios», frecuenta un sitio, es medio seguro
colocar en dicho sitio una luz (candil, vela, etc.) cubierta con
un katillu (taza) y sobre éste un
gaitziru (cuarta, medida de áridos). Cuando se
supone que la bruja se halla presente (porque muge una vaca sin
motivo aparente, por ejemplo), descubren la luz, y la bruja
aparece visible (Oyarzun, 1918). Ataun, 10 de octubre de
1965.

Bibliografía

(1) Las brujas y su mundo Págs. 323 324. Madrid,
1961.

(2) Euskalerriaren Jakintza, Tom. 1, Pág. 379
(Madrid, 1935).

(3) Azkue, op. cit., Pág. 383.

(4) Comunicado en 1940, por doña Elvira de
Zipitria, de Sempere.

(5) José Miguel de Barandiarán:
Materiales para un estudio del pueblo vasco:

(6) José Miguel de Barandiarán, I. c., p.
13. en Liguinaga (IKVSKA. vol. 4, números 1-3, p. 9. Sare,
1950).

(7) Azkue op. cit., p. 376.

(8) Julio Caro Baroja, op. cit., p.
323.

(9) Azkue, op. cit., p. 380.

(10) Azkue, op. cit., p. 379 y 385.

Para Pedro
Duque,

mi hermano en Regla
Ocha,

porque él
sabe

JESUS PALACIOS

Amanecer Vudú. Valdemar
Antologías 3.

 

 

Autor:

José Miguel De Barandiaran

Enviado por:

Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo
S.

"NO A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA
LIBERTAD DE INFORMACION"®

Santiago de los Caballeros,

República Dominicana,

2015.

"DIOS, JUAN PABLO DUARTE Y JUAN BOSCH – POR
SIEMPRE"®

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