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Análisis del libro Marcada (La casa de la noche) de P.C. Y Kristin Cast (página 2)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

"Lo hemos estudiado en biología avanzada. Es una
reacción fisiológica que tiene lugar en los cuerpos
de algunos adolescentes cuando se eleva su nivel hormonal." Hice
una pausa, pensando con detenimiento y totalmente orgullosa de
mí misma por recordar algo que había aprendido el
semestre pasado. "En cierta gente las hormonas desencadenan esto
y lo otro en un… un…" Hice un esfuerzo y recordé: "Un
hilo de ADN desechado, que inicia todo el cambio." Sonreí,
no a John en realidad, sino porque me asombraba mi capacidad para
recordar cosas de un tema con el que habíamos acabado
hacía meses. Sabía que la sonrisa fue un error
cuando observé aquella mandíbula familiarmente
apretada.

"El saber de Dios supera a la ciencia y es una blasfemia
por tu parte decir lo contrario, jovencita."

– ¡Nunca he dicho que los científicos sean
más listos que Dios!

-dije lanzando las manos hacia arriba, al tiempo que
trataba de contener la tos-. Tan solo intento explicarte todo
esto.

-No necesito que alguien de dieciséis años
me explique nada.

Bueno, llevaba puestos esos pantalones realmente feos y
aquella horrible camisa. Estaba claro que necesitaba que una
adolescente le explicase algunas cosas, pero pensé que no
era el momento adecuado para mencionar su evidente y
desafortunado problema con la moda.

-Pero John, cariño, ¿qué vamos a
hacer con ella? ¿Qué dirán los vecinos? -Su
cara palideció aún más y contuvo un
sollozo-. ¿Qué dirá la gente en misa el
domingo?

John frunció el ceño cuando abrí la
boca para contestar y me interrumpió antes de que pudiese
hablar.

-Vamos a hacer lo que debe hacer cualquier familia de
bien. Lo dejaremos en manos de Dios.

¿Me iban a mandar a un convento? Por desgracia,
tuve que ocuparme de otra serie de ataques de tos, así que
siguió hablando.

"También vamos a llamar al doctor Asher.
Él sabrá qué hacer para apaciguar esta
situación."

Maravilloso. Fantástico. Iba a llamar al loquero
de la familia, el Increíble Hombre Inexpresivo.
Perfecto.

"Linda, llama al número de emergencias del doctor
Asher y luego creo que sería sensato activar la cadena
telefónica de oraciones. Asegúrate de que los otros
patriarcas saben que tienen que reunirse aquí."

Mi madre asintió y empezó a levantarse,
pero las palabras que salieron de mi boca hicieron que se dejara
caer de nuevo en el sillón.

– ¡Qué! ¿Tu solución es
llamar a un loquero que no tiene ni idea sobre adolescentes y
traer a todos esos viejos estirados aquí?
¡No!

¿No lo entiendes? Tengo que irme. Esta noche.
-Tosí con un sonido desgarrado que me hizo daño en
el pecho-. ¡Lo ves! Esto irá a peor si no me voy con
los… -Dudé. ¿Por qué era tan
difícil decir «vampiros»? Porque sonaba tan
extraño y, parte de mí lo admitía, tan
fantástico-. Tengo que ir a La Casa de la
Noche.

Mamá se puso en pie de un salto y por un instante
pensé que iba a salvarme. Entonces John le puso un brazo
posesivo alrededor del hombro. Ella le miró y, cuando
volvió la mirada de nuevo hacia mí, sus ojos casi
parecían pedir disculpas, pero sus palabras, como era
típico, reflejaron solo lo que John hubiese querido que
dijera.

-Zoey, seguro que no hará daño que te
quedes aunque solo sea esta noche en casa.

-Claro que no -le dijo John-. Estoy seguro de que el
doctor

Asher verá necesario hacer una visita a
domicilio. Con él aquí ella estará
perfectamente. -Acarició su hombro, intentando parecer
afectuoso, pero en lugar de dulce sonó viscoso.

Les miré a los dos. No iban a dejarme marchar. No
esta noche, y quizá nunca, o al menos no hasta que tuviera
que ser sacada de allí por los camilleros. De repente
comprendí que no era solo por la marca y por el hecho de
que mi vida hubiera cambiado del todo. Era una cuestión de
control. Si me dejaban ir, de alguna manera perdían. En el
caso de mamá, me gustaba pensar que tenía miedo de
perderme. Y sabía lo que John no quería perder. No
quería perder su preciada autoridad y la ilusión de
que tenía una pequeña familia perfecta. Como ya
había dicho mamá: ¿Qué
pensarían los vecinos y qué pensaría la
gente en misa el domingo? John tenía que preservar la
ilusión, y si eso significaba permitir que yo me pusiera
muy, muy enferma, pues bien, ese era un precio que estaba
dispuesto a pagar.

Yo no estaba dispuesta a pagar, sin embargo.

Supongo que había llegado el momento de que
tuviera el control en mis manos (después de todo,
tenían muy bien hecha la manicura).

-Vale -dije-. Llamad al doctor Asher. Poned en marcha la
cadena telefónica. Pero ¿os importa que vaya a
echarme hasta que todo el mundo esté aquí?
-Tosí de nuevo por si acaso.

-Pues claro que no, cariño -dijo mamá, que
pareció claramente aliviada-. Puede que un poco de
descanso te haga sentir mejor. -Entonces se apartó del
brazo posesivo de John. Sonrió y luego me abrazó-.
¿Quieres que te dé algo para el catarro?

-No, estaré bien -dije, aferrándome a ella
durante solo un segundo, deseando con todas mis fuerzas que
estuviésemos tres años atrás y aún
fuera mía… todavía de mi lado. Entonces
respiré hondo y di un paso atrás-. Estaré
bien -repetí.

Me miró y asintió, diciéndome que
lo sentía de la única forma que podía, con
los ojos.

Me di la vuelta y comencé a alejarme de ella en
dirección a mi dormitorio. A mi espalda, el perdedor
dijo:

– ¿Y por qué no nos haces un favor a todos
y miras a ver si puedes encontrar algunos polvos para tapar esa
cosa que tienes en la frente?

Ni siquiera me detuve. Simplemente seguí andando.
Y no pensaba llorar.

Voy a recordar esto, me dije a mí misma con
seriedad. Voy a recordar lo terriblemente mal que me han hecho
sentir hoy. Así, cuando esté asustada y sola y lo
que quiera que vaya a ocurrirme empiece a ocurrir, voy a recordar
que nada puede ser tan malo como estar atrapada aquí.
Nada.

Capítulo 4

Me senté en la cama y tosí mientras
escuchaba a mi madre hacer una llamada desesperada al
número de emergencias del loquero, seguida por otra
llamada igual de histérica que activaría la cadena
de oraciones de las temidas gentes de Fe. En unos treinta minutos
nuestra casa comenzaría a llenarse de mujeres gordas y de
sus maridos pedófilos de ojos brillantes. Me
llamarían a la sala de estar. Mi Marca sería
considerada un Grandísimo y Embarazoso Problema,
así que seguro que me untarían con cualquier
porquería que me obstruiría los poros y me
provocaría un grano como el ojo de un cíclope, para
luego plantar sus manos sobre mí y rezar. Pedirían
a Dios que me ayudase a dejar se ser una adolescente tan horrible
y un problema para mis padres. Ah y el pequeño asusto de
mi Marca también debía ser resuelto.

Si fuese todo tan sencillo. Con mucho gusto haría
un trato con Dios para ser una buena chica en lugar de cambiar de
escuela y de especie. Incluso haría el examen de
geometría-bueno, vale, quizá el examen de
geometría no, pero que conste que yo no pedí
convertirme en un monstruo. Todo esto significaba que
tendría que irme y comenzar otra vida en un lugar donde
sería una chica nieva. Un lugar en el que no tenía
amigos. Cerré los ojos con fuerza, haciendo un esfuerzo
por no llorar. La escuela era el único lugar en el que me
sentía verdaderamente en casa. Mis amigos era mi
única familia. Me apreté la cara con los
puños para evitar llorar. Paso a paso-haría esto
paso a paso.

No iba a poder lidiar con todos los clones del perdedor
de mi padrastro de ninguna manera. Y, por si las Gentes de Fe no
fueran suficiente problema, la horrible sesión de
oraciones sería seguida por otra sesión igualmente
insoportable con el Dr. Asher. Me haría un montón
de preguntas sobre cómo me sentía sobre esto y lo
otro. Entonces seguiría parloteando más y
más sobre la rabia adolescente y lo normal que era la
angustia, pero que solo yo podía decidir el impacto que
tendría en mi vida…bla…bla…y ya que esto era
una "emergencia", era probable que quisiera verme dibujar alga
que representase mi niña interior o lo que
fuera.

Estaba claro que tenía que largarme de
allí.

Por suerte siempre había sido "la niña
mala" y estaba preparada para una situación así.
Vale, no estaba pensando precisamente en escaparme de casa para
huir y unirme a los vampiros cuando puse una llave adicional del
coche bajo la maceta que había fuera de mi ventana. Tan
solo consideré que podría querer escaparme para ir
a casa de Kayla. O si, quería ser mala de verdad,
podría encontrarme con Heath en el parque y enrollarme con
él. Pero ahora Heath había comenzado a beber y yo
iba a convertirme en un vampiro. A veces la vida no tenía
ningún sentido.

Cogí la mochila, abrí la ventana y con una
facilidad que decía más de mi naturaleza pecaminosa
que las aburridas charlas del perdedor de John, me asomé
al exterior. Me puse las gafas de sol y eché un vistazo.
No eran más de las cuatro y media o así y
aún no había oscurecido, así que me
alegré de que la valla protectora me ocultase de nuestros
horriblemente ruidosos vecinos. En ese lado de la casa las
únicas otra ventanas que había pertenecían a
la habitación de mi hermana y ella seguro que estaba
todavía en el ensayo de animadoras. (El infierno
sabía estarse congelando porque por una vez estaba
verdaderamente contenta de que el mundo de mi hermana girase
alrededor de lo que ella llamaba "el deporte de animar").
Dejé caer la mochila primero y luego la seguí
despacio fuera de la ventana, teniendo cuidado de no hacer ni el
más mínimo ruido al caer sobre la hierba. Me detuve
allí durante demasiados minutos. Después me
agaché, levanté el borde de la maceta que
contenía la planta de lavanda que la abuela Redbird me
había regalado y tanteé con los dedos hasta que
encontré la llave de metal cubierta por la hierva
aplastada.

La verja ni siquiera chirrió cuando la
abrí y la crucé lentamente como una de los
Ángeles de Charlie. Mi precioso Escarabajo estaba
ahí donde siempre había estado, justo frente a la
tercera puerta de nuestro garaje de tres plazas. El perdedor no
me dejaba aparcarlo dentro porque decía que la cortadora
de césped era más importante (¿Más
importante que un Volswagen clásico? ¿Cómo?)
Eso apenas tenía sentido. Madre mía, casi sonaba
como un chico. ¿Desde cuándo me importaba lo
clásico que fuese mi Escarabajo? Sí que
debía de estar cambiando). Miré a ambos lados.
Nada. Corrí hacia el Escarabajo, entré, puse punto
muerto y me sentí realmente afortunada de que el camino de
la entrada estuviera inclinado de esa forma tan absurda cuando mi
maravilloso coche rodó con suavidad y en silencio hacia la
calle. A partir de ahí, no tenía mas que ponerme en
marcha hacia el este y salir pitando del barrio de las casa
grandes y caras.

Ni siquiera miré por el retrovisor.

Estiré el brazo y apagué el
teléfono móvil. No quería hablar con
nadie.

No, eso no era del todo verdad. Había una persona
con la que sí que me apetecía hablar. Ella era la
única persona del mundo que estaba segura que no
miraría mi marca y pensaría que era un monstruo o
un bicho o una persona verdaderamente horrible.

Como si el Escarabajo me leyese la mente, pareció
desviarse solo hacia la autopista que llevaba a Muskogee Turnpike
y, al final, al lugar más maravilloso de este mundo: la
granja de lavanda de mi abuela Redbird.

A diferencia del camino de la escuela a casa, el viaje
de hora y media hacia la granja se me hizo eterno. Para cuando
dejé la autopista del doble carril para coger la compacta
y sucia carretera que llevaba a casa de la abuela, el cuerpo me
dolía incluso más que la vez que contrataron a
aquella profesora de gimnasia loca que pensaba que
debíamos hacer descabellados circuitos de pesas mientras
ella chasqueaba su látigo y se reía. Vale, a lo
mejor no llevaba un látigo, paro aún así.
Los músculos me dolían a rabiar. Eran casi las seis
y el sol al fin empezaba a ocultarse pero los ojos todavía
me escocían. De hecho, incluso la luz solar ya debilitada
hacia que sintiese en la piel un hormigueo extraño. Me
alegré de que estuviésemos a finales de octubre y
que el tiempo se hubiese vuelto lo suficientemente fresco para
que pudiese llevar mi sudadera con capucha de la Invasión
Borg en 4D (lo sé, es una atracción de Star Trek:
La nueva generación en Las Vegas y, por triste que parezca
soy una friki total de Star Trek) que por suerte, me
cubría la mayor parte de la piel. Antes de salir del
Escarabajo, rebusqué en el asiento de atrás hasta
que encontré mi vieja gorra de camionero de Oklahoma State
y me la planté en la cabeza para protegerme la cara del
sol.

La casa de mi abuela se encontraba entre dos campos de
lavanda y le daban sombra enormes y viejos robles. Fue
contraída en 1942 con pura piedras de Oklahoma y
tenía un cómodo porche y ventanas de inusual gran
tamaño. Me encantaba aquella casa. Solo el hecho de subir
las pequeñas escaleras de madera que me llevaban al porche
me hacía sentir mejor…Segura. Entonces vi la nota
pegada en la puerta. Era fácil reconocer la bonita letra
de la abuela Redbird: Estoy en el acantilado recogiendo flores
salvajes.

Toqué el suave papel con esencia de lavanda.
Siempre sabía cuándo iba a ir a visitarla. Cuando
era pequeña solía pensar que era extraño,
pero a medida que fui creciendo aprecié ese sexto sentido
que ella tenía. Toda mi vida había sabido, no
importaba lo que pasara, que podía contar con la abuela
Redbird, Durante aquellos horribles primeros meses después
de que mamá se casara con John creo que me hubiese
marchitado y muerto si no hubiera podido escapar cada fin de
semana a casa de la abuela.

Durante un segundo consideré entrar en la casa
(la abuela nunca cerraba las puertas), y esperarla allí,
pero necesitaba verla, que me abrazase y que me dijera la que
habría querido oír decir a mamá. No tengas
miedo…No va a pasar nada…Haremos que no pase nada.
Así que, en lugar de ir dentro, me dirigí al
pequeño camino de vaneados al borde del campo de lavanda
situado más al norte. Este llevaba a los acantilados y lo
seguí, dejando que mis dedos recorriesen las plantas
más cercanas a medida que caminaba, de forma que liberaran
su esencia dulce y plateada hacia el aire que me rodeaba como si
me diesen la bienvenida a casa.

Parecía que habían pasado años
desde la última vez que estuve allí, a pesar de que
sabía que solo habían pasado cuatro semanas. A John
no le gustaba la abuela. Pensaba que era extraña. Incluso
le había oído decir a mamá que la abuela era
"una bruja que iría al infierno". Es todo un
cretino.

Entonces me legó un pensamiento repentino y me
detuve por completo. Mis padres ya no controlaban lo que yo
hacía. No iba a vivir nunca más con ellos. John ya
no podía decirme lo que tenía que hacer.

¡Uau!¡Qué flipe!

Tan flipante que me produjo un espasmo de tos que hizo
que me rodease a mí misma con los brazos, como si
intentara mantener mi pecho en su sitio. Necesitaba encontrar a
la abuela Redbird, y necesitaba encontrarla ya.

Capítulo 5

El camino que subía por el lado de los
acantilados siempre había estado empinado, pero lo
había subido una infinidad e veces, con y sin mi abuela, y
nunca me había sentido así. Ya no era la tos. Y
tampoco eran los músculos doloridos. Estaba mareada y el
estomago ya me comenzaba a rugir de tal manera que yo misma me
recordada a Meg Ryan en la película French Kiss
después de comerse todo el queso y tener un ataque de
intolerancia a la lactosa. {Kevin Kline está realmente
mono en esa peli… Bueno, pasar ser un tipo
mayor.}

Y encima moqueaba. No me refiero a sorberse un poco la
nariz. Me refiero a que me limpiaba la nariz en la manga de la
sudadera {qué asco!} No podía respirar sin abrir la
boca, lo que me hacía toser más, ¡y no
podía creer lo mucho que me dolía el pecho!
Intenté recordar qué era lo que de manera oficial
había matado a los chicos que no habían completado
el cambio a vampiros. ¿Habían tenido ataques al
corazón? ¿o era posible que hubiesen tosido y
moqueado hasta morir?

¡Deja de pensar en ello!

Necesitaba encontrar a la abuela Redbird. Si la abuela
no tenía las respuestas, las encontraría. La abuela
Redbird comprendía a la gente. Ella decía que era
porque no había perdido contacto con su herencia cheroqui
y el conocimiento tribal de las ancestrales sabias que llevaba en
su sangre. Incluso en esos momentos sonreía al recordar el
ceño fruncido en cara de la abuela cuando salía el
tema del perdedor de mi padrastro {ella es el único adulto
que sabe que le llamo así}. La abuela Redbird decía
que era obvio que la herencia de la sangre sabia Redbird se
había saltado su hija, pero solo porque se había
reservado para proporcionarme a mí una dosis extra de
antigua magia cheroqui.

Cuando era pequeña había subido por este
camino cogida de la mano de la abuela más veces de las que
podía contar. En la pradera de hierba alta y flores
salvajes extendíamos una manta de colores brillantes y
merendábamos mientras la abuela me contaba historias
cheroquis y me enseñaba las palabras de sonido misterioso
de su lengua. Mientras subía con dificultad por el curvado
camino, aquellas viejas historias parecían dar vueltas y
vueltas dentro de mi cabeza, como el humo de una hoguera
ceremonial… Incluida la triste historia de cómo se
formaron las estrellas cuando un perro fue descubierto robando
harina de maíz y la tribu lo azotó. Cuando el perro
corrió aullando hacia su casa en el norte, la harina se
esparció por el cielo y la magia que había en ella
creó la Vía Láctea. O como el Gran
Águila hizo las montañas y los valles con sus alas.
Y mi favorita, la historia de la joven Sol, que vivía en
el este, y su hermano la Luna, que vivía en el oeste, y
Redbird, que era la hija del Sol.

-¿No es extraño? Soy una Redbird, hija del
Sol, pero me estoy convirtiendo en un monstruo de la noche. -Me
oí a mi misma hablando en voz alta y me sorprendió
que mi voz sonara tan débil, en especial cuando mis
palabras parecieron hacer eco alrededor como si hablase dentro de
un vibrante tambor.

Tambor…

Pensar en aquella palabra me hizo recodar las asambleas
tribales a las que la abuela me había llevado cuando era
pequeña, y luego, mis pensamientos, de alguna manera,
insuflaron vida a los recuerdos, incluso pude oír el
golpeteo rítmico de los tambores ceremoniales. Miré
alrededor, entrecerrando los ojos incluso ante la débil
luz del agonizante día. Los ojos me ardían y
tenía una visión casi nula. No hacía viento,
pero la sombra de las rocas y los árboles parecían
moverse… expandirse… alegarse hacía
mi.

-Abuela, estoy asustada…-grité entre
convulsiones por la tos.

Los espíritus de la tierra no son algo a lo que
debas temer, Zoeybird.

-¿Abuela?-¿había escuchado su voz
llamarme po mi apodo o no eran más que ecos misteriosos
que esta vez llegaban desde mis recuerdos?

-¡Abuela!-llamé de nuevo, y entonces me
detuve, esperando escuchar una respuesta.

Nada. Solo el viento.

U-no-le… La palabra cheroqui para el viento
cruzó mi mente como un sueño casi
olvidado.

¿Viento? ¡No, espera! No había
viento hacía un segundo, pero ahora tenía que
sujetar mi gorra con una mano y apartar con la otra el pelo que
golpeaba con furia mi cara. Entonces pude escucharlo: el sonido
de numerosas voces cheroqui cantando al unísono con el
redoblar de los tambores ceremoniales. A través del velo
del cabello y lágrimas vi humo. La dulce esencia
almendrada de la madera de pino me llenó la boca abierta y
saboreé las hogueras de mis ancestros.

-Únete a nosotros, U-we-tsia-ge-hu-tsa…
Únete a nosotros, hija…

Fantasmas cheroqui… Ahogarme en mis propios
pulmones… la pelea con mis padres… el adiós
a mi antigua vida…

Aquello era demasiado. Eché a correr.

Supongo que lo que nos enseñan en biología
sobre que la adrenalina te domina durante las situaciones de
pelea es cierto porque, aunque me sentía como si el pecho
me fuese a estallar y parecía que intentaba respirar bajo
el agua subí corriendo la última y más
empinada parte del camino como si hubiesen abierto todas las
tiendas del centro comercial y estuvieran regalando
zapatos.

Respirando con dificultad, continué subiendo a
trompicones por el camino-cada vez más y más alto-,
luchando por librarme de los temibles espíritus que
flotaban a mi alrededor como si fueran niebla, pero en vez de
dejarlos atrás parecía que corría a
adentrarme en su mundo de humo y sombras.¿Estaba muriendo?
¿Era así como ocurría?¿Era por lo que
podía ver fantasmas?¿Dónde estaba la luz
blanca? Dominada por el pánico, corrí hacia
delante, moviendo los brazos con violencia como si pudiese
rechazar el terror que me perseguía.

No vi la raíz que sobresalía en el duro
terreno de l camino. Desorientada por completo, intenté
mantener el equilibrio, pero había perdido todos los
reflejos. Caí con fuerza. El dolor en la cabeza fue agudo,
pero tan solo duró un instante antes de que la oscuridad
me engullese.

El despertar fue extraño. Esperaba que me doliese
el cuerpo, en especial la cabeza y el pecho, pero en vez de dolor
sentía..bueno… me sentía bien. De hecho, me
sentía mejor que bien. Ya no tosía. Mis brazos y
piernas estaban sorprendentemente ligeros, con hormigueo y
cálidos, como si me acabara de meter en un burbujeante
baño caliente en una noche fría.

¿Eh?

La sorpresa me hizo abrir los ojos. Estaba mirando hacia
una luz que de forma milagrosa no me hacía daño en
los ojos. En lugar de la brillante luz de sol, esta era
más como una suave lluvia de luz de velas que se filtraba
desde arriba. Me senté y me di cuenta de que estaba
equivocada. La luz no bajaba. ¡Yo subía hacia
ella!

Voy al cielo. Bueno, eso será una sorpresa para
algunos.

Miré hacia abajo y vi… ¡Mi cuerpo! Yo o
él o…o…lo que fuese que yacía de
forma aterradora al borde del acantilado. Mi cuerpo estaba muy
quieto. Tenía un corte en la frente y sangraba mucho. La
sangre goteaba sin cesar sobre una hendidura del terreno rocoso,
dejando un rastro de lágrimas rojas que caía en el
corazón del acantilado.

Era increíblemente extraño verme a
mí misma desde arriba. O estaba asustada. Pero
debía estarlo, ¿no? ¿No significaba esto que
había muerto? Quizá ahora podría ver mejor a
los fantasmas cheroqui. Ni siquiera ese pensamiento me
asustó. De hecho, mas que tener miedo era una
sensación de ser una observadora, como si nada de aquello
fuera a afectarme. {Algo así como esas chicas que
practican sexo con cualquiera y creen que no se van a quedar
embarazadas o que no van a contraer una desagradable enfermedad
de transmisión sexual que te devora el cerebro y eso.
Bueno ya veremos dentro de unos diez años,
¿verdad?}.

Disfrutaba del aspecto que tenía el mundo,
resplandeciente y nuevo, pero mi cuerpo seguía captando
toda mi atención. Me acerqué flotando a él.
Respiraba con jadeos cortos y profundos. Bueno mi cuerpo era el
que respiraba así, no mi propio yo. {Hablemos de la
confusión a la hora de usar los pronombres}. Y yo/ella no
tenía buen aspecto. Yo/ella estaba pálida del todo
y con los labios azules. ¡Oye! ¡Cara blanca, labios
azules y sangre roja! A que soy patriótica,
verdad?

Me reí, y ¡fue asombroso! Juro que vi
cómo mi risa flotaba alrededor como esas cosas hinchadas
que soplas de los dientes de león, salvo que en lugar de
ser blanca era de color azul glaseado de las tartas de
cumpleaños. ¡Uau! ¿Quién me iba a
decir que golpearme la cabeza y perder el conocimiento iba a ser
tan divertido? Me preguntaba si así sería como se
sentía uno cuando estaba colocado.

La risa glaseada de diente de león se
difuminó y pude oír el sonido cristalino del agua
corriente. Me acerqué más a mi cuerpo y pude ver
que lo que en un primer momento me había parecido un
pequeño corte en el suelo era en realidad una estrecha
griete. El sonido vivo del agua provenía del fondo de su
interior. Llevada por la curiosidad, eché un vistazo hacia
abajo y el brillante contorno plateado de las palabras
surgió de dentro de la roca. Hice un esfuerzo por
escuchar, y como recompensa capté un débil y
susurrante sonido de plata.

-Zoey Redbird…ven a mí…

-Abuela-chillé en el corte de la roca. Mis
palabras fueron de un color púrpura brillante y llenaron
el aire que me rodeaba-. ¿Eres tú,
abuela?

-Ven a mí…

La plata se mezcló con el púrpura visible
de mi voz, volviendo a las palabras del refulgente color de las
flores lavanda. ¡Era una profecía!¡Una
señal! De alguna manera igual que los espíritus
guías en los que los cheroqui habían creído
durante siglos, la abuela Redbird me decía que
debía bajar por la roca.

Sin dudarlo un instante más, lancé mi
espíritu hacia delante y bajé por la grieta,
siguiendo el rastro de mi sangre y el recuerdo del susurro
plateado de mi abuela hasta que llegué al suave suelo de
una estancia con aspecto de cueva. En medio de la
habitación, una pequeña corriente de agua
burbujeante, emitiendo fragmentos tintineantes de sonido visible,
brillantes y de un tono cristalino. Mezclada con las gotas
escarlata de mi sangre, iluminaba la cueva con una luz
parpadeante que era del color de la hojas secas. Quería
sentarme junto al agua burbujeante y dejar que mis dedos tocasen
el aire a su alrededor y jugar con la textura de su
música, pero la voz me llamó de nuevo.

-Zoey Redbird…sígueme hacia tu
destino…

Así que seguí la corriente y la llamada de
la mujer. La cueva se estrechó hasta convertirse en un
túnel redondeado. Se curvaba y serpenteaba más y
más, en ligera espiral, para acabar de forma abrupta en
una pared cubierta de símbolos tallados que me resultaban
familiares y extraños al mismo tiempo. Confundida,
observé como el arroyo se vertía por una grieta en
la pared y desaparecía. ¿Y ahora qué?
¿Se supone que debo seguirlo?

Volví la mirada hacia el túnel. No
había nada allí salvo la luz que bailaba. Me
giré de nuevo hacia la pared y sentí como una
sacudida eléctrica de asombro. ¡Joder!
¡Había una mujer sentada con las piernas cruzadas
apoyada en la pared! Llevaba un vestido blanco con flecos
adornado con los mismos símbolos que había en las
paredes del muro a su espalda. Era increíblemente bella,
con un pelo largo y liso, tan negro que parecía como si
tuviera resplandores azules y púrpuras como las alas de un
cuervo. Sus labios generosos se curvaron hacia arriba cuando
habló, llenando el aire con el poder plateado de su
voz.

-Tsi-lu-gi U-we-tsi a-ge-hu-tsa. Bienvenida, hija. Lo
has hecho bien.

Hablaba en cheroqui, pero aunque no lo había
practicado mucho durante los últimos años,
comprendía las palabras.

-¡Tú no eres mi abuela!-espeté,
sintiéndome extraña y fuera de lugar cuando mis
palabras de color púrpura se unieron a las suyas, formando
increíbles patrones de centelleante lavanda en el aire a
nuestro alrededor.

Su sonrisa era como el sol naciente.

-No, hija, no lo soy, pero conozco a Sylvia Redbird muy
bien.

Respiré hondo.

-¿Estoy muerta?

Temí que se riese de mí, pero no lo hizo.
En vez de eso sus ojos oscuros mostraron ternura y
preocupación.

-No, U-we-tsi a-ge-hu-tsa. Estás lejos de haber
muerto, aunque tu espíritu ha sido liberado de forma
temporal para vagar por el reino de los Nunne"hi.

-¡Las gentes espíritu!-observé el
túnel, en un intento de ver rostros y formas entre las
sombras.

-Tu abuela te ha enseñado bien, u-s-ti
Do-tsu-wa… pequeña Redbird. Eres una
conjunción única de las viejas costumbres y del
mundo nuevo…de la antigua sangre tribal y el latido de los
que son ajenos.

Sus palabras me hicieron sentir calo y frió al
mismo tiempo.

-¿Quién eres?-pregunté.

-Soy conocida por muchos nombres… La Mujer
Cambiante, Gaea, A"akuluujjusi, Kuan Yin, la Abuela Araña,
e incluso el Amanecer…

A medida que pronunciaba cada nombre su rostro se
transformaba, mareándome con su poder. Debió de
darse cuenta , ya que se detuvo y me mostró su bella
sonrisa de nuevo, haciendo volver su rostro a la mujer que
había visto al principio.

.Pero tú, Zoeybird, hija mía, puedes
llamarme por el nombre con el cuan se me conoce hoy en tu mundo,
Nyx.

-Nyx.-Mi voz apenas superaba su susurro-. ¿La
diosa vampiresa?

-En realidad, fueron los antiguos griegos tocados por el
cambio los primeros en adorarme como la madre que buscaban en su
Noche infinita. Me ha complacido llamar a sus descendientes mis
niños durante eras. Y, sí, en tu mundo a eso
niños se les llama vampiros. Acepta ese nombre, U-we-tsi
a-ge-hu-tsa. En él encontrarás tu
destino.

Podía sentir cómo la marca me ardía
en la frente, y de pronto quise llorar.

-No lo entiendo. ¿Encontrar mi destino? Tan solo
quiero encontrar la forma de saber qué hacer con mi nueva
vida, de hacer que vaya bien. Diosa, solo quiero encajar en
algún sitio. No creo que esté preparada para
encontrar i destino.

El rostro de la diosa se suavizó de nuevo y
cuando habló su voz era como la de mi madre, salvo porque
parecía hacer rociado sus palabras con el amor de todas
las madres del mundo.

-Cree en ti misma, Zoey Redbird. Te he marcado como uno
de los míos. Serás mi primera y verdadera U-we-tsi
a-ge-hu-tsa v-hna-i Sv-no-yi… Hija de la Noche… en
esta era. Eres especial. Acepta eso de ti misma y
comenzarás a comprender que hay verdadero poder en tu
singularidad. En tu interior se combinan la sangre mágica
de los antiguos ancianos y mujeres sabias, así como la
capacidad de observar y comprender el mundo moderno.

La diosa se puso de pie y caminó con gracilidad
hacia mí, mientras su voz pintaba símbolos
plateados de poder en el aire que nos rodeaba. Cuando
llegó hasta mí, secó las lágrimas de
mis mejillas antes de coger mi cara en sus manos.

-Zoey Redbird, Hija de la Noche, te nombró mis
ojos y oídos en el mundo actual, un mundo en el que el
bien y el mal luchan por encontrar el equilibrio-

-¡Pero si tengo 16 años! ¡Ni siquiera
sé aparcar en línea! ¿Cómo se supone
que voy a saber ser tus ojos y tus oídos?

Ella se limitó a sonreír con
serenidad.

-Eres mucho mayor de lo que indican los años,
Zoeybird. Cree en ti misma y encontrarás la manera. Pero
recuerda, la oscuridad no siempre es lo mismo que el mal, igual
que la luz no siempre trae el bien.

Entonces, la diosa Nyx, la antigua
personificación de la Noche, se inclinó hacia
delate y me besó e la frente. Y, por tercera vez en ese
día, perdí el conocimiento.

Capítulo 6

Hermosa, ves la nube, la ves aparecer.

Hermosa, ves la lluvia, la ves
acercarse…

Las palabras de la antigua canción flotaron en mi
cabeza. Debía de estar soñando con la abuela
Redbird de nuevo. Me produjo una sensación de calidez,
seguridad y felicidad, lo cual era especialmente agradable, dado
que me había sentido tan mal últimamente…
aunque no podía recordad con exactitud por qué.
Hum. Qué raro.

¿Quién habló?

La pequeña espiga de maíz,

En lo más alto del tallo…

La canción de mi abuela continuó y me
acurruqué sobre el costado, suspirando mientras frotaba la
mejilla contra la suave almohada. Por desgracia, mover la cabeza
provocó que un intenso dolor me atravesase las sienes y,
como una bala a través de un cristal, hizo añicos
mi sentimiento de felicidad cuando los recuerdos de día
anterior me abrumaron.

Me estaba convirtiendo en un vampiro.

Había huido de casa.

Había tenido un accidente y luego algún
tipo de extraña experiencia cercana ala muerte.

Me estaba convirtiendo en un vampiro. Oh, Dios
mío.

Tío, como me dolía la cabeza.

-¡Zoeybird! ¿Estás despierta,
cariño?

Parpadeé hasta que todo se aclaró y vi a
la abuela Redbird sentada en una pequeña silla junto a mi
cama.

-¡Abuela!-grazné, y me estiré para
coger su mano. Mi voz sonaba tan horrible como el dolor de
cabeza-¿Qué ha ocurrido?¿Donde
estoy?

-Estás a salvo, pajarito. Estás a
salvo.

-Me duele la cabeza.-Levanté el brazo y me
toqué en la zona de la cabeza que notaba tirante y
dolorida, y palpé con los dedos los agujeros de los
puntos.

-Debería. Me has quitado diez años de vida
del susto.-La abuela me frotó el dorso de la mano con
suavidad-.Toda esa sangre…-Se estremeció y luego
meneó la cabeza y me sonrió-.¿Qué hay
de tu promesa de no volver a hacer eso de nuevo?

-Promesa-dije-Así que me
encontraste…

-Sangrando e inconsciente, pajarito.-La abuela me peino
el pelo de la frente hacia atrás y sus dedos recorrieron
levemente la marca-. Y tan pálida que la oscura media luna
parecía brillar sobre tu piel. Sabía que
tenía que llevarte a La Casa de la Noche, que es
exactamente lo que hice.-Se rió y el brillo travieso en
sus ojos hacía que pareciese una niña- He llamado a
tu madre para decirle que iba a llevarte a La Casa de la Noche y
he tenido que fingir que se me cortaba el teléfono para
poder colgar. Me temo que no está muy contenta con ninguna
de las dos.

Le devolví la sonrisa a la abuela Redbird. Ji ji,
mamá también estaba enfadada con ella.

-Pero Zoey, ¿qué hacías fuera
durante el día?¿Porqué no me dijiste antes
que te habían marcado?

Hice un esfuerzo para sentarme, gruñendo por el
dolor en la cabeza. Pero por suerte, parecía que
había dejado de toser. Puede que sea por que estoy
aquí, en la Casa del la Noche. Pero el pensamiento
desapareció cuando mi mente procesó todo lo que
había dicho la abuela.

-Espera, no podía habértelo dicho antes.
El rastreador ha venido a la escuela hoy y me ha marcada. Fui
primero a casa. Esperaba de verdad que mamá lo
comprendiese y se pusiera de mi lado-Hice una pasusa, recordando
de nuevo la horrible escena con mis padres. En un gesto de total
comprensión, la abuela me frotó la mano.-Ella y
John se limitaron a encerrarme en la habitación mientras
llamaban a nuestro loquero y comenzaban la cadena de
oraciones.

La abuela hizo una mueca.

-Así que me escurrí por la ventana y vine
directa hasta ti-concluí.

.Me alegro de que lo hicieras, Zoeybird, pero no tiene
ningún sentido.

.Lo sé-dije con un suspiro-Tampoco puedo creer
que tenga la marca. ¿Por qué yo?

-No me refiero a eso, cariño. No estoy
sorprendida de que fuese rastreada y marcada. La sangre Redbird
siempre ha albergado una fuerte magia. Tan solo era
cuestión de tiempo antes de que uno de nosotros fuese
elegido. Alo que me refiero es a que no tiene sentido que acabes
de ser marcada. La media luna no es un mero contorno. Está
completamente llena.

-¡Eso es imposible!

-Míralo tu misma, U-we-tsi a-ge-hu-tsa.
-Usó la palabra cheroqui para hija, de repente
recordándome mucho a una misteriosa y antigua
diosa.

La abuela buscó en su bolso la polvera antigua de
plata que siempre llevaba con ella. Sen decir nada más, me
la tendió. Pulsé el pequeño cierre. Se
abrió de golpe y mostró mi reflejo… la
extraña familiar… la yo que no era del todo yo. Sus
ojos eran grandes y la piel demasiado clara, pero apenas me
fijé en eso. Era la marca lo que no podía dejar de
mirar, la marca que hora era una media luna completa,
perfectamente rellena con el color azul zafiro del tatuaje de
vampiro. Sintiéndome como si toda vía me moviera en
un sueño, alcé la mano, deje que mis dedos
recorriesen la marca de aspecto exótico y me
pareció sentir los labios de la diosa de nuevo sobre mi
piel.

-¿Qué significa?-dije incapaz de apartar
la mirada de la marca.

-Esperábamos que tuvieses una respuesta a esa
pregunta, Zoey Redbird.

Su voz era asombrosa, incluso antes de levantar la vista
de mi reflejo sabía que sería única e
increíble. Tenía razón. Era preciosa como
una estrella de cine, preciosa como una Barbie. Nunca
había visto a nadie de cerca que fuese tan perfecto.
Tenía unos enormes ojos almendrados profundos y de un
color verde musgo. Su cara era un corazón casi perfecto y
su piel tenía esa cremosidad impecable que se ve en
televisión. Su pelo era de un rojo profundo. No ese
horrible rojo anaranjado de zanahoria o rubio rojizo
pálido, sino un oscuro y brillante color caoba que
caía en pesadas ondas más debajo de sus hombros. Su
cuerpo era, bueno, perfecto. No era delgada como esas chicas
extravagantes que vomitaban y se mataban de hambre, a lo que
ellas pensaban que era el estilo Paris Milton. {"Eso mola".
Sí, vale, lo que tú digas, Paris} El cuerpo de esta
mujer era perfecto porque era fuerte pero con curvas. Y
tenía unas tetas fantásticas. {Ojalá yo
tuviese unas tetas así de fantásticas}

¿Eh? dije. Hablando de tetas, parecía que
tenía el cerebro en ellas, ji, ji.

La mujer sonrió y mostró unos
increíbles dientes rectos y blancos-sin colmillos. Oh,
supongo que he olvidado mencionar que además de su
perfección, tenía una luna creciente de zafiro
perfectamente tatuada en el centro de su frente y, desde
ahí, líneas en espiral que me recordaban a las olas
del mar, enmarcando sus cejas, extendiéndose por encima de
sus pómulos.

Era un vampiro.

Decía que esperábamos que tuvieses alguna
explicación de por que un vampiro iniciado que aún
no ha superado el cambio tuviese la marca de un ser maduro en su
frente.

Sin aquella sonrisa ni la amable preocupación en
su voz, sus palabras hubiesen parecido duras. En lugar de eso, lo
que dijo sonó a preocupación y a algo de
confusión.

"¿Así que no soy un vampiro?"
Espeté.

Su risa era como música.

"Aún no. Zoey, pero yo diría que tener la
marca completa es un excelente augurio."

"Oh…yo…yo… bueno, bien. Eso es bueno"
Balbuceé.

Por suerte, la abuela me salvó de una
humillación total.

"Zoey, está es la alta sacerdotisa de La Casa de
la Noche, Neferet. Ha estado cuidando de ti mientras
estabas…" la abuela hizo una pausa, siendo obvio que no
quería decir la palabra inconsciente, "mientras estabas
dormida"

"Bienvenida a La Casa de la Noche, Zoey Redbird" dijo
calurosamente Neferet.

Miré a la abuela y luego otra vez a Neferet.
Sintiéndome algo más que un poco perdida,
tartamudeé:

"Ese…ese no es mi verdadero nombre. Mi apellido
es Montgomery"

"Ah, sí" dijo Neferet levantando sus cejas
teñidas de ámbar. "Una ventaja de comenzar una
nueva vida es que tienes la oportunidad de empezar de cero, de
hacer elecciones que antes no pudiste hacer. Si pudieras elegir,
¿Cuál sería tu verdadero nombre?"

No lo dudé.

"Zoey Redbird"

"Entonces desde este momento, serás Zoey Redbird.
Bienvenida a tu nueva vida" Estiró el brazo como si
quisiera estrecharme la mano, y yo le ofrecí la mía
de manera automática. Pero en lugar de cogerla,
agarró mi antebrazo, lo cual resultó extraño
pero de alguna manera me pareció bien.

Su tacto era cálido y firme. Su sonrisa
resplandecía en señal de bienvenida. Era asombrosa
e imponente e imponente. De hecho, era lo que son todos los
vampiros, algo más que humanos: más fuertes,
más listos con más talento. Parecía alguien
que había encendido una resplandeciente luz interior, lo
cual me doy cuenta de que es en realidad una descripción
llena de ironía, teniendo en cuenta los esteriotipos del
vampiro {alguno de los cuales sabía que eran pro completo
verdad}: evitan la luz del sol, son más poderosos de
noche, necesitan beber sangre para sobrevivir {¡aj!} y
adoran a una diosa que es conocida como la Noche
personificada.

"Gracias. Es un placer conocerte" dije, haciendo un
esfuerzo por parecer al menos medio inteligente y
normal.

"Como le decía a tu abuela antes, nunca hemos
recibido antes un iniciado de esta manera tan inusual,
inconsciente y con la marca completa. ¿Puedes recordad lo
que te ocurrió, Zoey?"

Abrí la boca para decir que lo recordaba por
completo: caer y golpearme la cabeza… verme a mí
misma como si fuera un espíritu flotante… seguir
las extrañas palabras visibles dentro de una cueva…
y finalmente conocer a la diosa Nyx. Pero justo antes de decir
las palabras tuve un raro presentimiento, como si alguien acabara
de golpearme el estómago. Era claro y explicito, y, me
decía que me callase.

"Yo-yo, la verdad no recuerdo demasiado-" me detuve y mi
mano encontró la zona dolorida en la que
sobresalían los puntos, "Al menos después de
golpearme la cabeza. Quiero decir, hasta ahí recuerdo
todo. El rastreador me marcó. Se lo dije a mis padres y
tuve una descomunal pelea con ellos. Luego huí a la casa
de mi abuela. Me sentía realmente enferma así que
cuando subí por el sendero hacia los acantilados…"
Recordé los demás-todo lo demás- los
espíritus de los cheroqui, las danzas y la hoguera.
¡Cállate!, me gritó el presentimiento. "Y-yo
supongo que resbalé porque tosía mucho y me
golpeé la cabeza. Lo siguiente que recuerdo es a la abuela
Redbird cantando y entonces me desperté aquí."
Acabé a toda prisa. Quería apartar la vista de la
intensidad de sus ojos verdes, pero el mismo sentimiento que me
ordenaba que permaneciese callada también me decía
con claridad que debía mantener el contacto visual con
ella, que tenía que hacer un esfuerzo por aparentar que no
ocultaba nada, a pesar de que no tenía la menor idea de
por que ocultaba nada.

"Es normal experimentar pérdida de memoria con
una herida en la cabeza" dijo la abuela con total naturalidad,
rompiendo el silencio.

La hubiera besado.

"Si claro que lo es" repuso Neferet con rapidez,
perdiendo dureza en el rostro. "No temas por la salud de tu
nieta, Sylvia Redbird. Estará bien".

Habló a la abuela con respeto, y algo de la
tensión que se había estado acumulando en mi
interior se liberó. Si le agradaba la abuela, entonces
tenía que ser buena persona, o vampiro o lo que fuera,
¿verdad?

"Como estoy segura de que ya sabes, los vampiros"
Neferet hizo una pausa y me sonrió. "incluso los
iniciados, tienen poderes de recuperación fuera de lo
normal. Su proceso de curación va tan bien que puede
abandonar la enfermería sin peligro." Su mirada fue de la
abuela hasta mí. "Zoey, ¿quieres conocer a tu nueva
compañera de habitación?".

No. Tragué con fuerza y asentí.

"Si"

"Excelente". Dijo Neferet. Afortunadamente ignoró
el hecho de que yo estaba allí plantada como un
estúpido gnomo de jardín sonriente.

"¿Estás segura de no deberías
mantenerla otro día en observación?"
preguntó la abuela.

"Comprendo tu preocupación, pero te aseguro que
las heridas físicas de Zoey ya se están curando a
un ritmo que encontrarías extraordinario".

Me sonrió de nuevo y, aunque estaba asustada,
nerviosa y alucinada, devolví la sonrisa. Ella
parecía estar feliz de que yo estuviese allí. Y, la
verdad, hizo que pensara que convertirse en vampiro no
podía ser tan malo.

"Abuela, estoy bien. En serio. La cabeza me duele muy
poco y el resto está mucho mejor". Me di cuenta al decirlo
que era cierto. Había dejado de toser por completo. Los
músculos ya no me dolían. Me sentía
perfectamente normal, salvo por el pequeño dolor de
cabeza.

Entonces Neferet hizo algo que no solo me
sorprendió, sino que hizo que me gustase al instante-y que
comenzará a fiarme de ella. Se acercó a la abuela y
habló despacio y con cuidado.

"Sylvia Redbird, te juro solemnemente que tu nieta
está a salvo aquí. Cada iniciado es emparejado con
un mentor adulto. Para reforzar mi juramente, yo seré la
mentora de Zoey. Y ahora debes confiarla a mi cuidado"

Neferet se puso el puño sobre el corazón e
hizo una reverencia, inclinándose ante mi abuela. Mi
abuela dudó solo un instante antes e
contestarla.

"Cuento con que cumplirás tu promesa, Neferet,
alta sacerdotisa de Nyx" Después imitó los gestos
de Neferet poniendo su propio puño en el pecho e
inclinándose antes de volverse hacia mí y abrazarme
con fuerza. "Llámame si mi necesitas, Zoeybird. Te
quiero."

"Lo haré, abuela. Yo también te quiero Y
gracias por traerme aquí" susurré, respirando su
familiar esencia de lavanda e intentando no llorar. Me
besó con dulzura en la mejilla y luego salió de la
habitación con sus pasos rápidos y confiados,
dejándome sola por primera vez en mi vida con un
vampiro.

"Bueno, Zoey, ¿estás preparada para
comenzar tu nueva vida?"

Levanté la vista hacia ella, y pensé de
nuevo en lo increíble que era. Si al final completaba el
cambio a vampiro, ¿tendría su confianza y su poder,
o era algo que solo una alta sacerdotisa tenía? Durante un
instante cruzó por mi cabeza lo fantástico que
sería ser una alta sacerdotisa-y luego volvió mi
sensatez. No era más que una niña. Una niña
confundida y no precisamente hecha para ser alta sacerdotisa. Tan
solo quería saber cómo encajar allí, pero la
verdad era que Neferet hizo que lo que me estaba ocurriendo,
pareciera fácil de sobrellevar.

"Sí, lo estoy". Me alegró sonar más
confiada de lo que verdaderamente estaba.

Capítulo 7

"¿Qué hora es?"

Recorríamos un estrecho pasillo que se curvaba
ligeramente. Las paredes estaban hechas de una extraña
mezcla de piedra oscura y ladrillo visto. Cada poco rato, las
parpadeantes lámparas de gas que colgaban de anticuados
apliques de hierro negro sobresalían s e la pared,
proporcionando un suave resplandor amarillo que era, pro suerte,
muy agradable para mis ojos. No había ventanas en el
pasillo y no nos encontrábamos con nadie más {a
pesar de que no paraba de mirar nerviosa alrededor, imaginando mi
primera visión de niños vampiro}.

"Son cerca de las cuatro de la madrugada, lo que
significa que las clases han acabado hace casi una hora" dijo
Neferet, y luego sonrió levemente ante lo que estoy segura
era mi expresión de absoluto asombro.

"Las clases comienzan a las ocho y terminan a las tres
de la madrugada" Explicó. "los profesores están
disponibles hasta las tres y media para dar ayuda extra a los
estudiantes. El gimnasio está abierto hasta el amanecer,
cuya hora exacta siempre sabrás en cuanto hayas completado
el cambio. Hasta entonces, la hora del amanecer está
indicada de forma clara en todas las aulas, salas comunes y
áreas de reunión, incluidos el comedor, la
biblioteca y el gimnasio. El templo de Nyx está abierto,
por supuesto a todas horas, pero los rituales formales tienen
lugar dos veces a la semana después de clases. El
próximo será mañana." Neferet me miró
y su leve sonrisa se animó. "Ahora te parece abrumador,
pero te acostumbrarás con rapidez. Y tu compañera
de habitación te ayudará, igual que yo."

Estaba a punto de abrir la oca para hacerle otra
pregunta cuando una bola de pelo naranja apareció
corriendo por el pasillo y, sin hacer ruido, se arrojó a
los brazos de Neferet. Di un brinco e hice un ruidito
estúpido. Después me sentí como una total
imbécil cuando vi que la bola de pelo naranja no era el
hombre del saco volador o lo que fuese, sino un descomunal
gato.

Neferet rió y rascó las orejas de la bola
de pelo.

"Zoey, te presento a Skylar. Normalmente merodea por
aquí esperando a lanzarse a mis brazos".

"Es el gato más grande que he visto nunca" dije,
acercando la mano para que pudiera olerme.

"Ten cuidado, tiene fama de morder".

Antes de que pudiese apartar la mano, Skylar
comenzó a frotar su cara contra mis dedos. Contuve el
aliento.

Neferet inclinó la cabeza a un lado, como si
escuchara palabras en el viento.

"Le gustas, lo cual es desde luego poco habitual. No le
gusta nadie salvo yo. Incluso mantiene a los otros gatos alejados
de este extremo del campus. Es un verdadero matón" dijo
con cariño.

Rasqué las orejas de Skylar con cuidado, como
había estado haciendo Neferet.

"Me gustan los gatos" dije con ternura. "Antes
tenía uno, pero cuando mi madre volvió a casarse
tuve que darlo al hogar de gatos callejeros para que lo
adoptasen. A John, su nuevo marido, no le gustan los
gatos"

"He descubierto que lo que una persona siente hacia los
gatos-y como se comportan delante de ellos-suele ser un
indicativo del carácter de la gente."

Desplacé la mirada desde el gato a sus ojos
verdes y vi que sabía mucho más sobre asuntos
familiares raros de lo que decía. Hizo que me sintiera
unida a ella, y de forma automática mi nivel de
estrés bajó un poco.

"¿Hay muchos gatos aquí?"

"Sí, los hay. Los gatos siempre han sido aliados
cercanos de los vampiros"

Vale, de hecho ya lo sabía. En la clase de
historia del mundo del señor Shaddox {más conocido
como Puff Shaddy, pero no se lo digas} aprendimos que en el
pasado los gatos habían sido masacrados porque se pensaba
que de alguna manera convertían a la gente en vampiros.
Ya, vale, hablando de cosas ridículas. Más pruebas
de la estupidez de los humanos-El pensamiento asaltó mi
mente, sorprendiéndome por la facilidad con la que
había empezado a pensar en los humanos como gente
"normal", y por tanto algo diferente a mí.

¿Crees que podría tener un gato?
Pregunté.

"Si alguno te elige, le pertenecerás a él
o ella."

"¿Elegirme?"

Neferet sonrió y acarició a Skylar que
cerró los ojos y ronroneó en alto.

"Los gatos nos eligen, no les poseemos". Como para
demostrar que lo que decía era cierto, Skylar bajó
de un salto de sus brazos y, con un coletazo altivo,
desapareció por el pasillo.

Neferet rió.

"Es malísimo, pero lo adoro. Creo que lo
adoraría aunque no fuera parte de mi don otorgado por
Nyx"

"¿Don? ¿Skylar es un don de la
diosa?"

"Sí, algo así. A toda alta sacerdotisa le
es otorgada una afinidad-lo que tú probablemente
denominarías poderes especiales-por parte de la diosa. Es
una forma de identificar a nuestra alta sacerdotisa. Las
afinidades pueden ser habilidades cognitivas fuera de lo
corriente, como leer la mente o tener visiones y ser capaz de
predecir el futuro. O la afinidad puede ser por algo del plano
físico, como una conexión especial con uno de los
cuatro elementos o con los animales. Yo tengo dos dones de la
diosa. Mi afinidad principal es con los gatos. Tengo una
conexión con ellos poco común, incluso para un
vampiro. Nyx también me ha otorgado poderes
extraordinarios de curación" sonrió. "Y por eso
sé que te estás curando bien-mi don me lo ha
dicho."

"Wow, es increíble." Es todo lo que se me
ocurrió decir. La cabeza aún me daba vueltas con
los acontecimientos del día anterior.

"Venga vayamos a tu habitación. Seguro que tienes
hambre y estás cansada. La cena empezará dentro de"
Neferet inclinó la cabeza hacia un lado de forma rara,
como si alguien le estuviese susurrando al hora, "una hora." Me
dedicó una sonrisa de comprensión. "Los vampiros
siempre sabemos la hora que es."

"Eso también es guay"

"Eso mi querida iniciada es tan solo la punta del gran
iceberg"

Esperaba que su analogía, no tuviese nada que ver
con desastres del tamaño del Titanic. A medida que
avanzábamos por el pasillo, recordé sobre la hora y
esas cosas, y recordé la pregunta que había
empezado a hacer cuando Skylar había interrumpido el hilo
de mis pensamiento, ya de por sí fácil de
desviar.

"Entonces, espera ¿Has dicho que las clases
empiezan a las ocho? ¿De la noche?" Ya lo sé, por
lo general no soy así de corta, pero parte de aquello me
resultaba como si me hablase en un idioma extranjero. Me estaba
costando seguirla.

"No tienes más que dedicar más que un
segundo a pensarlo para darte cuenta de que tener las clases por
la noche es lo más lógico. Desde luego
sabrás que los vampiros, adultos o iniciados, no explotan,
o cualquier otra tontería de ficción, si se ven
expuestos a la luz directa del sol, pero nos resultaría
incomoda. ¿No te resultaba ya la luz solar difícil
de soportar hoy?"

Asentí.

"Mis Maui Jim no fueron de gran ayuda" Después
añadí seguidamente, sintiéndome una
imbécil de nuevo. "Eh, las Maui Jim son gafas de
sol."

"Ya, Zoey" dijo Neferet con paciencia. "Conozco las
gafas de sol. Muy bien, de hecho"

"Oh, Dios mío, lo siento, yo-" me
interrumpí, preguntándome si estaba bien decir
"Dios". ¿Ofendería eso a Neferet, una lata
sacerdotisa que llevaba la marca de la diosa con tanto orgullo?
Mierda ¿Ofendería a la propia Nyx? Oh, Dios.
¿Y que hay de decir mierda? Era mi palabra favorita.
{Vale, era la única palabrota que utilizaba de forma
habitual} ¿Podría seguir usándola? Las
Gentes de Fe predicaban que los vampiros adoraban a una falsa
diosa y que en su mayoría era criaturas egoístas y
oscuras a las que no les importaba otra cosa que no fuesen el
dinero, el lujo y beber sangre, y estaba claro que todos
irían directos al infierno, así que, ¿no
significaría eso que debía tener cuidado,
cómo y dónde usaba-?

"Zoey"

Levanté la vista y encontré a Neferet
estudiándome con una mirada de preocupación y me di
cuenta de que era probable que hubiese estado intentando captar
mi atención mientras yo murmuraba por dentro.

"Lo siento" repetí.

Neferet me detuvo. Me puso las manos sobre los hombros y
me giró de forma que tuviese que mirarla de
frente.

"Zoey, deja de disculparte. Y recuerda, todos
aquí han estado donde estás tú ahora. Esto
fue nuevo para todos nosotros en una ocasión. Sabemos lo
que se siente-el miedo al cambio-, el impacto de ver tu vida
transformada en algo ajeno."

"Y no ser capaz de controlar nada de ello"
añadí con calma.

"Eso también. No siempre será así
de malo. Cuando seas una vampira adulta, tu vida parecerá
que vuelve a ser tuya de nuevo. Tomarás tus propias
decisiones, irás por ti propio camino, seguirás en
sendero por el que tu corazón, tu alma y tu talento te
lleven."

"Eso si llego a ser un vampiro adulto"

"Lo serás, Zoey"

"¿Cómo puedes estar tan
segura?"

Los ojos de Neferet encontraron la oscurecida marca de
mi frente.

"Nyx te ha elegido. Para qué, no lo sabemos. Pero
su marca ha sido claramente situada sobre ti. No te hubiese
tocado solo para verte fallar."

Recordé las palabras de la diosa "Zoey Redbird,
Hija de la Noche, te nombro mis ojos y mis oídos en el
mundo de hoy, un mundo en el que el bien y el mal luchan por
encontrar el equilibrio", y desvié con rapidez la mirada
de los ojos inquisitivos de Neferet, deseando de forma
desesperada saber por que mis tripas me decían que
mantuviera la boca cerrada sobre mi encuentro con la
diosa.

"Son, son demasiadas cosas de golpe en un solo
día."

"Desde luego, sobre todo con el estomago
vacío."

Habíamos comenzado a andar de nuevo cuando el
sonido del tono del teléfono móvil me hizo dar un
brinco. Neferet suspiró, me sonrió a modo de
disculpa y luego se sacó un pequeño teléfono
del bolsillo.

"Neferet" dijo. Escuchó durante un instante y
observé como fruncía el ceño y estrechaba
los ojos. "No, has hecho bien en llamarme. Volveré e
iré a verla." Cerró la tapa del teléfono. Lo
siento Zoey. Una de las iniciadas se ha roto la pierna hoy.
Parece que está teniendo problemas para descansar y debo
volver y comprobar que todo va bien. ¿Por qué no
sigues este pasillo hacia la izquierda hasta que llegues a la
puerta principal? No tiene pérdida, es grande y
está hecha de madera muy vieja. Justo fuera hay un banco
de piedra. Puedes esperarme allí. No
tardaré."

"Vale, no hay problema." Pero antes de que hubiera
terminado de hablar, Neferet ya había desaparecido por el
curvado pasillo. Suspiré. No me gustaba la idea de
quedarme sola en un lugar lleno de vampiros adultos y
adolescente. Ahora que Neferet no estaba, las pequeñas
luces parpadeantes no parecían tan acogedoras.
Parecían raras, lanzando sombras fantasmales sobre el
viejo pasillo de piedra.

Decidida a que no me entrase el pánico,
comencé a andar con lentitud por el pasillo en la
dirección a la que nos habíamos estado dirigiendo.
Muy pronto, casi deseé haberme encontrado con otra gente
{incluso aunque fueran vampiros} Estaba demasiado tranquilo. Y
escalofriante. En un par de ocasiones, el pasillo se
ramificó hacia la derecha, pero, como me había
dicho Neferet, me mantuve a la izquierda. De hecho,
también mantuve la mirada a la izquierda porque aquellos
otros pasillos apenas tenían luces.

Por desgracia, en el siguiente giro a mano derecha no
aparté los ojos. Vale, el motivo tenía sentido.
Escuché algo. Para ser más específica
escuché una risa. Era una risa suave y algo cursi que por
alguna razón hizo que se me erizase el cabello.
También hizo que me detuviese. Observé hacia el
fono del pasillo y me pareció ver un movimiento en las
sombras.

"Zoey…"Mi nombre surgió en un susurro de
las sombras.

Parpadeé con sorpresa. ¿Había
escuchado mi nombre en realidad o estaba imaginando cosas? La voz
me era casi familiar ¿Podría ser Nyx de nuevo?
¿Me estaba llamando la diosa? Casi tan asustada como
intrigada, contuve el aliento y di algunos pasos hacia el pasillo
lateral.

Mientras recorría el suave giro, vi algo frente a
mí que hizo que me detuviese y me acercará a la
pared. En una pequeña estancia, no muy lejos de mí,
había dos personas. Al principio, no conseguí que
mi cabeza procesara lo que estaba viendo. Después,
entendí de golpe lo que pasaba.

Debería haber salido de allí en aquel
momento. Debería haberme retirado en silencio y haber
intentado no pensar en lo que había visto. Pero no hice
ninguna de esas cosas. Era como si mis pies fuesen de repente tan
pesados que no podía levantarlos. Lo único que
podía hacer era mirar.

El hombre-y entonces, con un apequeña sacudida de
sorpresa adicional me di cuenta de que no era un hombre sino un
adolescente-no era mayor que yo. Se encontraba con la espalda
contra la pared de piedra. Tenía la cabeza echada hacia
atrás y respiraba con dificultad. La cara estaba oculta
por las sombras pero, aunque solo le veía de forma
parcial, podía ver que era guapo. Entonces. Otra risilla
entrecortada atrajo mi mirada hacia abajo.

Ella estaba de rodilla frente a él. Todo lo que
podía ver de ella era su pelo rubio, gran parte del cual
parecía llevar como si fuera algún tipo de velo
antiguo. Después sus manos se movieron hacia arriba,
recorriendo los muslos del tío.

¡Vete!, oía gritar dentro de mi cabeza.
¡Sal de ahí! Comencé a dar un paso hacia
atrás y entonces su voz me dejó
paralizada.

"¡Para!"

Los ojos se me abrieron como platos porque durante un
segundo pensé que él me hablaba a
mí.

"En realidad no quieres que pare."

Casi sentí un mareo de alivio cuando ella
habló.

Se dirigía a ella, no a mí. Ni siquiera
sabían que yo estaba allí.

"Sí, sí quiero." Sonó como si lo
estuviera diciendo con los dientes apretados.
"Levántate."

"Te gusta-Sabes que te gusta Al igual que sabes que
aún me deseas."

Su voz sonaba algo ronca e intentaba sonar sexy, pero
pude notar un lloriqueo en ella. Sonaba casi desesperada. Vi
cómo movía los dedos y se me abrieron los ojos de
asombro cuando ella recorrió el muslo hacia abajo con la
uña del dedo índice. Sorprendentemente, su
uña rajo los vaqueros, como si fuese un cuchillo, y
apareció un hilo de sangre fresca, un líquido rojo
brillante.

No quería que ocurriese, de hecho me dio asco,
pero al ver la sangre se me hizo la boca agua.

"¡No!" dijo él con brusquedad poniendo las
manos sobre los hombros de ella, e intentó
apartarla.

"Oh, deja de fingir" rió ella de nuevo, con
sarcasmo. "Sabes que siempre estaremos juntos." Se acercó
y su lengua lamió a lo largo del hilo de
sangre.

Me estremecí. Contra mi voluntad, estaba
hipnotizada del todo.

"¡Para ya!" Dijo él, aún empujando
sus hombros. No quiero hacerte daño, pero estás
empezando a hartarme de verdad. ¿Por qué no puedes
entenderlo? No vamos ha hacer esto nunca más. No te
deseo."

"¡Sí que me deseas! ¡Siempre me
desearás!" le bajó la cremallera.

Yo no debería estar allí. No
debería estar viendo aquello. Aparté los ojos de su
muslo sangrante y di un paso atrás.

El tío levantó la mirada. Me
vio.

Entonces ocurrió algo verdaderamente
extraño. Sentí como si me tocase a través de
la mirada. No podía apartar los ojos de él. La
chica que había frente a él pareció
desaparecer y todo lo que había en el pasillo
éramos él y yo y el dulce y maravilloso aroma de su
sangre.

"¿No me deseas? Eso no es lo que parece ahora"
dijo ella con un sucio ronroneo en la voz.

Sentí cómo mi cabeza se tambaleaba
adelante y atrás, adelante y atrás. En ese mismo
momento él gritó "¡No!" e intento apartarla
de su camino para poder venir hacia mí.

Aparté los ojos de los suyo y tropecé
hacia atrás.

"¡No!" dijo él de nuevo. Esta vez supe que
se dirigía a mí y no a ella. Ella debió
darse cuenta también, pero con un gritó que
sonó desagradable como el gruñido de un animal
salvaje, comenzó a dar vueltas. Mi cuerpo dejó de
estar paralizado. En ese mismo momento, me di la vuelta y
corrí por el pasillo.

Pensaba que me seguirían, así que
continué corriendo hasta que llegué a las enormes
puertas viejas que Neferet había descrito. Entonces me
detuve allí, apoyándome contra su fría
madera, intentando controlar la respiración de forma que
pudiese escuchar el sonido de pies corriendo.

¿Qué iba a hacer si me atrapaban? La
cabeza me daba dolorosas punzadas de nuevo y me sentí
débil y completamente asustada. Y también del todo
asqueada.

Sí, ya sabía de qué iba todo el
tema del sexo oral. No creo que haya un solo adolescente en el
país hoy en día que no sea consciente de que la
mayoría de los adultos piensan que hacemos mamadas a los
tíos como antes se les daban piruletas {o, para ser
más explícitos, Chupa-chups.} Vale, eso es una
chorrada, pero siempre me ha cabreado. Desde luego que hay chicas
que piensan que es guay comérsela a los tíos. Pues,
están equivocadas. Alas que nos funciona el cerebro
sabemos que no es guay ser utilizada de esa manera.

De acuerdo, yo también sabía de qué
iba lo de las manadas, pero desde luego nunca había visto
una. Así que lo que acababa de ver realmente me
había dejado alucinada. Pero lo que más me
había asustado, más que la rubia se estuviese
haciendo la guarra con él, era la manera en que yo
había reaccionado a ver la sangre del tipo.

También quería lamerla.

Y eso simplemente no era normal.

También estaba el asunto de haber cruzado esa
mirada extraña con él. ¿Qué
había sido eso?

"Zoey, ¿estás bien?"

"¡Mierda!" Grité dando un salto. Neferet
estaba de pie detrás de mi mirándome completamente
confusa."¿Te sientes enferma?"

"Yo-yo…" La cabeza me daba vueltas. De ninguna manera
podía decirle lo que acababa de ver. "La cabeza me duele
muchísimo", logre decir finalmente. Y era cierto.
Tenía un horrible dolor de cabeza.

Su cara estaba llena de preocupación.

"Déjame ayudarte". Neferet colocó con
delicadeza la mano en la línea de puntos de mi frente.
Cerró los ojos y escuché como susurraba algo en un
idioma que no logré entender. Entonces su mano
comenzó a dar calor, y fue como si ese calor se
convirtiera en líquido y mi piel lo absorbiese.
Cerré los ojos y suspire de alivio cuando el dolor de mi
cabeza comenzó a disminuir.

"¿Mejor?"

"Sí," apenas susurré.

Retiró su mano y abrí los ojos.

"Esto debería mantener alejado el dolor. No
sé por qué de repente volvió con tanta
fuerza".

"Yo tampoco, pero ahora ha desaparecido", le dije
rápidamente.

Me estudió en silencio durante un rato mientras
yo contenía el aliento. Entonces dijo,

"Algo te has disgustado?"

Tragué saliva. "Estoy un poco asustada por lo de
conocer a mi compañera de habitación". Lo
qué, técnicamente, no se trata de una mentira. No
era lo que me había alterado, pero si me
asustaba.

La sonrisa de Neferet fue amable.

"Todo irá bien, Zoey. Ahora deja que te
enseñe tu nueva vida."

Neferet abrió la puerta de madera y salimos al
enorme patio que había frente a la escuela. Se hizo a un
lado y me quede boquiabierta. Adolescentes con uniformes que
parecían molones y al mismo tiempo personalizados y
similares, caminaban en pequeños grupos por el patio y por
la acera. Podía oír el sonido de sus voces,
mientras hablaban y reían. Continué
observándolos a ellos y a la escuela, no estaba segura de
a cuál mirar primero con la boca abierta. Escogí la
escuela. Es la que menos me intimidaba de los dos {y tenía
miedo de verlo a él.}

El lugar era como algo sacado de un sueño
escalofriante. Estábamos en mitad de la noche, y
debería estar muy oscuro, pero había una luna
brillante sobre los grandes y viejos robles que daban sombra a
todo. Lámparas de gas acopladas en aparatos de cobre
deslustrados seguían la acera que corría paralela a
la enorme construcción, de ladrillo rojo y piedras negras.
Tenía 3 plantas y un tejado demasiado elevado que
tenía un relieve y luego se aplanaba en la parte superior.
Pude ver que las pesadas cortinas habían sido abiertas y
las luces de color amarillo hacían bailar las sombras en
las habitaciones, dando a toda la estructura un aspecto vivo y
acogedor. Había una torre redonda unida a la parte frontal
del edificio principal, intensificando la ilusión de que
el lugar parecía un castillo más que una escuela.
Lo juro, un foso parecía encajar mejor que la acera
rodeada por arbustos de Azalea y un cuidado
césped.

Delante del edificio principal había otro que
parecía una antigua iglesia. Detrás de él y
de los antiguos robles que daban sombra al patio de la escuela
pude ver la sombra de un enorme muro de piedra que rodeaba toda
la escuela. Delante de la iglesia había una estatua de
mármol de una mujer que vestía una larga y suelta
túnica.

"Nyx!" espeté.

Neferet levantó una ceja con sorpresa.

"Sí, Zoey. Esa es la estatua de la diosa, y el
edificio que hay detrás de ella es su templo." Me hizo un
gesto para que la acompañara por la acera y
señaló hacia el impresionante campus que se
extendía por delante de nosotras. "Lo que hoy se conoce
como la Casa de la Noche fue construido al estilo
neofranco-normando, con piedras importadas de Europa. Tiene su
origen a mediados de los años 20 como un monasterio
agustino para las Gentes de Fe. Con el tiempo acabó
convirtiéndose en Cascia Hall, un colegio privado de
secundaria para adolescentes humanos de familias acomodadas.
Cuando decidimos que debíamos abrir una escuela para los
nuestros en esta parte del país, se la compramos a Cascia
Hall hace 5 años.

Recordaba vagamente la época en que este lugar
era una escuela privada para estirados-de hecho, la única
razón por la cual pensado en ello era porque recordaba
haber oído la noticia de que un montón de chicos
que asistían a Cascia Hall habían sido arrestados
por posesión de drogas y lo escandalizados que estaban los
padres. Lo que fuera. Pero nadie se había sorprendido de
que aquellos niños ricos se pusieran hasta cuello con las
drogas.

"Me sorprende que os la vendieran a vosotros", le
dije.

Lanzó una risa baja y algo peligrosa.

"No querían, pero le hicimos a su arrogante
director una oferta que no pudo rechazar".

Quería preguntarle a qué se
refería, pero se risa que me produjo un escalofrío.
Y además, estaba ocupada. No podía dejar de mirar.
Bien, lo primero de lo que me di cuenta fue que todos los que
tenían el tatuaje de vampiro completo eran
increíblemente guapos. Quiero decir, era una locura.
Sí, sabía que los vampiros eran atractivos. Todo el
mundo sabe eso. Los actores y actrices de más éxito
en el mundo eran vampiros. También eran bailarinas y
músicos, escritores y cantantes. Los vampiros dominaban
las artes, que era una razón para que tuviesen tanto
dinero-y también una de las razones {de muchas} para que
las Gentes de Fe los considerasen egoístas e inmorales.
Pero, en realidad, sólo tenían celos porque no eran
tan bellos. Las Gentes de Fe van a ver sus películas,
obras de teatro, conciertos, compran sus libros y sus pinturas,
pero al mismo tiempo, hablan mal de ellos y los menosprecian, y
Dios sabe que nunca, nunca se mezclarían con ellos. Hola-
¿no sois un poco hipócritas?

En fin, que estar rodeada de tantas personas hermosas
hacía que me quisiera esconder debajo de un banco, aunque
muchos saludaban a Neferet y sonreían y también me
decían "Hola". Entre las dubitativas respuestas a sus
saludos, lanzaba miradas furtivas a los niños que pasaban
andando junto a nosotros. Cada uno de ellos saludaba
respetuosamente a Neferet. Varios de ellos hacían una
inclinación formal ante ella y cruzaban los puños
sobre sus corazones, lo que hacía a Neferet sonreír
e inclinarse ligeramente en respuesta. Bueno, los muchachos no
eran tan guapos como los adultos. Claro, eran
hermosos-interesantes, con el esbozo de la luna creciente, y sus
uniformes, que parecía más bien de una pasarela de
diseños que uniformes escolares, -pero no tenían
esa luz brillante y inhumanamente atractiva que irradiaban cada
uno de los vampiros adultos.

Uh, me di cuenta de que, como sospechaba, los uniformes
tenían mucha base de color negro {pensaba que un grupo de
personas tan puestas en el arte de reconocerían como un
cliché el que uno vaya por ahí vestido con el soso
color negro gótico. Digo yo…}. Pero supongo que para ser
honesta tendría que admitir que les sentaba bien-el negro
se combinaba con pequeñas filas de cuadros de color morado
profundo, azul oscuro y verde esmeralda. Cada uniforme
tenía un bordado dorado o plateado de elaborado
diseño, tanto en el bolsillo pectoral de la chaqueta como
en el de la camisa. Observé que algunos de los
diseños eran los mismos, pero no pude distinguir con
exactitud lo que eran. También había una
extraña abundancia de chicos con el pelo largo. En serio,
las chicas tenían el pelo largo, los tíos
tenían el pelo largo, los profesores tenían el pelo
largo, incluso los gatos que merodeaban por la acera de vez en
cuando eran bolas de pelo largo. Qué raro. Menos mal que
me había convencido de no cortarme el cabello al estilo
culo de pato que Kayla se había hecho la semana
pasada.

También me di cuenta que los adultos y los
jóvenes tenían algo más en común-sus
ojos de todos ellos se quedaban mirando con una evidente
curiosidad hacia mi marca. Genial. Estaba empezando mi nueva vida
como una anómala, que era un asco.

Capítulo 8

La parte de la Casa de la Noche, que albergaba las
habitaciones estaba al otro lado del campus, por lo que
teníamos una caminata bastante larga por delante y Neferet
parecía estar avanzando lentamente, a propósito,
dándome suficiente tiempo de sobra para seguir haciendo
preguntas y seguirme asombrando. No es que me importase. Caminar
a lo largo del extenso grupo de edificios tipo castillo, con
Neferet explicando los pequeños detalles acerca de que era
qué, me dio una idea del lugar. Era extraño, pero
de una forma buena. Además, me sentía bien
caminando. En efecto, aunque suene raro, me sentía yo de
nuevo. No tosía. El cuerpo no me dolía. Y la cabeza
me había dejado de doler. Ni siquiera pensaba en
ningún momento en la perturbadora escena de la que
había sido testigo por accidente. La estaba olvidando-a
propósito. Lo último que necesitaba era otra cosa
de la que preocuparme además de una nueva vida y una
extraña marca. Así que mamada-olvidada.

Intentando apartarlo de mi cabeza, me dije a mi misma
que, si no hubiese estado caminando por el campus de una escuela
a una hora intempestiva de la noche junto a una vampiresa, casi
podría fingir que era la misma persona que ayer.
Casi.

Bueno, vale. Tal vez ni siquiera casi, pero mi cabeza
estaba mejor, y estaba casi preparada para conocer a mi
compañera de habitación cuando Neferet por fin
abrió la puerta de los dormitorios de las
chicas.

El interior fue una sorpresa. No estoy segura de lo
qué esperaba-tal vez que todo fuese negro y escalofriante.
Sin embargo, era bonito, con un suave color azul y amarillo
pálido, con cómodos sofás y cojines muy
mullidos lo suficientemente grandes como para sentarse sobre
ellos y salpicar la estancia de M&Ms gigantes color pastel.
La suave luz de gas procedente de varios candelabros antiguos de
cristal hacía que el lugar el lugar pareciese el castillo
de una princesa. En las paredes de color crema había
grandes pinturas al óleo, todas ellas de mujeres con
aspecto exótico y poderoso. Flores recién cortadas,
en su mayoría rosas, estaban en floreros de cristal sobre
las mesas que estaban llenas de libros y bolsos y cosas normales
de adolescentes. Vi varios televisores de pantalla plana, y
reconocí el sonido del Real World de la MTV, proveniente
de una de ellas. Asimilé todo aquello con rapidez,
mientras intentaba sonreír y parecer amigable ante las
chicas que se habían callado en el instante que
entré en la habitación y ahora me estaba mirando.
Bueno, borra eso. No me miraban exactamente a mí. Miraban
la Marca de mi frente.

"Señoritas, esta es Zoey Redbird. Dadle la
bienvenida a la Casa de la Noche. "

Por un segundo pensé que nadie diría nada,
quería morirme por la mortificación de ser la chica
nueva. Entonces, una chica se levanto de entre las integrantes de
un grupo que se amontonaban cerca de un televisor. Era rubia,
pequeña y casi perfecta. De hecho, me recuerda a una
versión más joven de Sarah Jessica Parker {la cual
no me gusta, por cierto-es tan… tan… irritante y tan
forzadamente desenfadada}.

"Hola Zoey. Bienvenida a tu nuevo hogar. "La sonrisa del
clon de SJP era cálida y genuina, y estaba haciendo un
claro esfuerzo por mantener el contacto visual para no mirar
sorprendida mi Marca oscurecida. Al instante me sentí mal
por hacer una comparación negativa de ella. "Soy
Aphrodite", dijo.

Aphrodite? Bueno, tal vez no me había precipitado
tanto al hacer la comparación. Como alguien normal
podría elegir llamarse Aphrodite? Por favor. Hablando de
delirios de grandeza de grandeza. Puse una sonrisa en la cara,
sin embargo, y dije un radiante, "¡Hola
Aphrodite!"

"Neferet, ¿deseas que le enseñe su
habitación a Zoey?"

Neferet dudó, y lo cuál me pareció
algo extraño. En lugar de responder de inmediato se
quedó allí y miró a los ojos de Aphrodite.
Entonces, tan pronto como habían comenzado las miradas
silenciosas, el rostro de Neferet mostró una amplia
sonrisa.

"Gracias, Aphrodite, sería estupendo. Soy la
mentora de Zoey, pero estoy segura de que ella se sentirá
mucho mejor recibida si alguien de su edad le muestra el camino
hacía su habitación".

¿Fue ira lo que me pareció ver a en de los
ojos de Aphrodite? No, debí de habérmelo
imaginado-o al menos hubiera creído que me lo había
imaginado que si no fuese por aquella extraña
sensación en el estómago que me decía lo
contrario. Y no necesitaba mi nueva intuición para ver que
algo andaba mal, porque Aphrodite se rió-y reconocí
el sonido de la risa.

Sintiendo como si alguien me hubiese golpeado en el
estómago, me di cuenta de que esta chica-Aphrodite-
¡había sido la que había visto con el
tío en el pasillo!

La risa de Aphrodite, seguida de su desenfadado, "Por
supuesto estoy encantada de mostrarle lugar! Sabes que para
mí siempre es un placer ayudarte, Neferet, "era tan falsa
y fría como la enormes tetas de Pamela Anderson, pero
Neferet se limitó a asentir en respuesta y luego se
volvió hacia mí.

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