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Análisis del libro Marcada (La casa de la noche) de P.C. Y Kristin Cast (página 7)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

Una vez más me puso de cara al este. Damien
sonrió para darme ánimos. Entonces comencé a
recitar la antigua plegaria de purificación que
había repetido tantas veces con la abuela-con algunos
pequeños cambios que había decidido
previamente.

Gran Diosa de la Noche, cuya voz oigo en el viento,
y que infunde el aliento de la vida a sus Hijos. Óyeme,
necesito tu fuerza y sabiduría.

Hice una pequeña pausa mientras me giraba
sur.

Déjame caminar en la belleza de tu noche. Haz
que mis ojos contemplen el crepúsculo que llega antes de
la belleza de tu noche. Haz que mis manos respeten las cosas que
has hecho y agudiza mis oídos para escuchar tu voz. Hazme
sabia para que pueda entender las cosas que le has
enseñado a tu pueblo.

Me volví de nuevo a la derecha, y noté mi
voz más fuerte a medida que caía en el ritmo de la
oración.

Ayúdame a mantener la calma y a ser fuerte
ante todo lo que me llegue. Déjame aprender las lecciones
que has escondido en cada hoja y en cada roca. Ayúdame a
encontrar pensamientos puros y a actuar con la intención
de ayudar a los demás. Ayúdame a encontrar la
compasión sin que la empatía me
abrume.

Miré a Stevie Rae, cuyos ojos estaban cerrados
con fuerza como si se estuviera concentrando con todas sus
ganas.

Busco la fuerza, a no para ser más grande que
otros, sino para luchar contra mi peor enemigo, las dudas en mi
interior.

Caminé de vuelta al centro del círculo y
terminé la oración, y por primera vez en mi vida,
sentí un arrebato de sensaciones cuando el poder de las
palabras ancestrales salió de mí a toda prisa hacia
lo que esperaba con todo mi corazón y mi alma que fuera la
diosa que me escuchaba.

Hazme que siempre esté preparada para llegar
a ti con las manos limpias y la mirada recta. De forma que,
cuando la vida se desvanezca, como se apaga e atardecer, mi
espíritu pueda llegar a ti sin
vergüenza.

Técnicamente, ese era el final del ritual
Cherokee que mi abuela me había enseñado, pero
sentí la necesidad de añadir: "Y Nyx, no entiendo
por qué me has Marcado y por qué me has dado el don
de la afinidad con los elementos. Ni siquiera tengo que saberlo.
Lo que quiero pedir es tu ayuda para saber hacer lo correcto y,
que me des el valor para hacerlo". Y terminé la
oración como recordaba que Neferet había completado
el ritual: "¡Bendita seas!"

Capítulo 24

"¡Ha sido la invocación de círculo
más prodigiosa que haya experimentado nunca!" Damien se
deshizo en elogios después de que se cerrara el
círculo y nos pusiéramos a recoger las velas y las
hierbas rituales.

"Pensé que 'prodigioso' significaba 'grande'",
dijo Shaunee.

"También sirve para mostrar asombro emocionado y
se puede referir a algo formidable y monumental", dijo
Damien.

"Por una vez no voy a discutir contigo", dijo Shaunee,
sorprendiendo a todos, excepto a Erin.

"Sí, el círculo ha sido
prodigioso", dijo Erin.

"¿Sabes que de verdad podía sentir la
tierra, cuando lo llamó Zoey?" dijo Stevie Rae. "Era como
si estuviera de repente rodeada por un campo de trigo. No, era
más que estar rodeada por el. Era como ser de pronto parte
de él."

"Sé exactamente lo que quieres decir. Cuando
invocó a la llama fue como si el fuego explotara en mi
interior", dijo Shaunee.

Intenté entender lo que estaba sintiendo mientras
los cuatro hablaban alegremente entre ellos. Definitivamente,
estaba feliz, pero abrumada y un poco más que confundida.
Así que era cierto, tenía algún tipo de
afinidad con los cinco elementos.

¿Por qué?

¿Sólo para derribar a Aphrodite? (Lo cual,
por cierto, todavía no tenía ni idea de cómo
hacer.) No, no lo creía. ¿Por qué iba Nyx a
tocarme con este don tan inusual solo para que pudiera arrebatar
a una abusona malcriada el liderazgo de un club?

Vale, las Hijas Oscuras eran algo más que un
consejo de estudiantes o lo que fuera, pero aún
así.

"Zoey, ¿estás bien?"

La preocupación en la voz de Damien hizo que
levantara la vista de Nala, y me di cuenta que estaba sentada en
la mitad de lo que había sido el círculo, con mi
gata en mi regazo, completamente absorta en mis propios
pensamientos, mientras le rascaba la cabeza.

"¡Oh, sí. Lo siento. Estoy bien, solo un
poco distraída".

"Tenemos que volver. Se hace tarde", dijo Stevie
Rae.

"Muy bien. Tienes razón", le dije, y me puse de
pie, todavía con Nala en los brazos. Pero no pude hacer
que mis pies los siguieran cuando empezaron a caminar de vuelta a
los dormitorios.

"¿Zoey?"

Damien, el primero en percatarse de mi
vacilación, se detuvo y me llamó, y luego mis otros
amigos se pararon, mirándome con expresiones que iban
desde preocupadas hasta confundidas.

"Uh, ¿por qué no seguís chicos? Me
voy a quedar aquí sólo un ratito
más."

"Podemos quedarnos contigo y-" comenzó Damien,
pero Stevie Rae (bendita sea su cabecita de campesina) lo
interrumpió.

"Zoey necesita pensar un rato a solas. ¿No lo
necesitarías tu si acabaras de descubrir que eres el
único iniciado de la historia en tener afinidad con los
cinco elementos?"

"Supongo", dijo Damien a
regañadientes.

"Pero no olvides que habrá luz muy pronto", dijo
Erin.

Les sonreí de modo tranquilizador. "No lo
haré. ¡Volveré a los dormitorios
enseguida".

"Te haré un sándwich y buscaré unas
patatas fritas para acompañar tu bebida de cola no Light.
Es importante que una alta sacerdotisa como después de
llevar a cabo un ritual," dijo Stevie Rae con una sonrisa y un
gesto de despedida mientras se llevaba a los demás con
ella.

Di las gracias a Stevie Rae mientras desaparecían
en la oscuridad. Luego caminé hacia el árbol y me
senté, descansando mi espalda contra su grueso tronco.
Cerré los ojos y acaricié a Nala. Su ronroneo era
normal, familiar e increíblemente relajante, y
parecía ayudar a tranquilizarme.

"Sigo siendo yo," le susurré a mi gata. "Al igual
que dijo la abuela. Todas las demás cosas pueden cambiar,
pero lo que realmente era Zoey-lo que he sido durante
dieciséis años-sigue siendo Zoey".

Tal vez si me lo repetía una y otra vez,
llegaría a creérmelo. Apoyé la cara sobre
una mano, y rasqué a mi gata con la otra, mientras me
decía a mi misma que seguía siendo todavía
yo… todavía yo… todavía
yo…

"¡Mira cómo apoya la mejilla en la mano!
¡Oh, quien fuera un guante en esa mano!"

Nala maulló, en protesta por mi respingo de
sorpresa.

"Parece que sigo encontrándome contigo en este
árbol", dijo Erik, sonriéndome y pareciendo un
Dios.

Me hacía sentir mariposas en el estómago,
pero esta noche también me hacía sentir algo
más. ¿Por qué seguía
"encontrándome"? Y exactamente ¿cuánto
tiempo llevaba mirando esta vez?

"¿Qué haces aquí, Erik?"

"Hola, también me alegro de verte. Y, sí,
me gustaría sentarme, gracias", dijo y comenzó a
sentarse junto a mí.

Me levanté, haciendo que Nala me
refunfuñara otra vez.

"En realidad, es que estaba apunto de regresar a los
dormitorios".

"Oye, no quería entrometerme o lo que sea. No
podía concentrarme en los deberes y decidí dar una
vuelta. Supongo que mis pies me trajeron por aquí sin que
yo me diera cuenta, por que lo siguiente que recuerdo es que
estamos aquí tu y yo. No estoy acechando, de verdad. Lo
prometo. "

Se metió las manos en los bolsillos y
pareció totalmente avergonzado. Bueno, totalmente guapo y
avergonzado, y recordé lo mucho que había querido
decirle que si anteriormente, cuando me pidió que fuera a
ver películas malas con el. Y ahora ahí estaba yo,
rechazándole y haciéndole sentir incomodo de nuevo.
Es un milagro que el chico me hubiera vuelto a hablar. Era
evidente, que me estaba tomando el tema de la Alta Sacerdotisa
demasiado en serio.

"¿Qué tal si me acompañas de vuelta
a la habitación de nuevo?" le pregunté.

"Suena bien".

Esta vez Nala se quejó cuando traté de
llevarla. En lugar de eso, trotó detrás de nosotros
mientras Erik y yo caminábamos juntos con tanta facilidad
como antes. No dijimos nada por un tiempo. Quería
preguntarle acerca de Aphrodite, o por lo menos decirle lo que me
había dicho sobre él, pero no podía
encontrar una buena manera de decir algo sobre lo que
probablemente no tenía ningún derecho a
preguntarle.

"Entonces, ¿qué estabas haciendo
aquí fuera?", preguntó.

"Pensando", le dije, lo que técnicamente no era
una mentira. Había estado pensando. Mucho. Antes, durante
y después del ritual del círculo, el cual
convenientemente no iba a mencionar.

"Oh. ¿Estás preocupada por ese tal
Heath?"

En realidad, no había pensado en Heath o en Kayla
desde que hablara con Neferet, pero me encogí de hombros,
no queriendo especificar en qué había estado
pensando.

"Quiero decir, supongo que es bastante duro romper con
alguien sólo por que te han marcado", dijo.

"No rompí con el por que me hubieran Marcado.
Él y yo ya habíamos terminado mucho antes de eso.
La marca solo lo hizo definitivo. Miré a Erik y
respiré profundamente. "¿Y qué hay de
Aphrodite y tu?"

Parpadeó con sorpresa. "¿Qué
quieres decir?"

"Quiero decir que hoy me dijo que nunca serás su
ex porque siempre serás suyo".

Entrecerró los ojos y pareció bastante
molesto. "Aphrodite tiene un grave problema a la hora de decir la
verdad."

"Bueno, no es que sea asunto mío,
pero-"

"Si que lo es", dijo rápidamente. Y
entonces sorprendiéndome por completo, me cogió la
mano. "Al menos me gustaría que fuera asunto
tuyo."

"Oh", le dije. "Vale, bueno, de acuerdo." Una vez
más, estaba segura de estar dejándole
atónito con mis ingeniosas dotes de
conversación.

"¿Entonces no estabas intentando evitarme esta
noche?" preguntó lentamente.

"No te estaba evitando. Es solo que tengo…",
dudé, no muy segura de cómo demonios explicarle
algo que estaba segura de que no debía explicarle. "Tengo
un montón de cosas en la cabeza en este momento. Todo este
del cambio es bastante confuso a veces."

"Luego mejora", dijo, apretando mi mano.

"De alguna manera, dudo, que sea así para mi",
murmuré.

Rió y tocó la marca con el dedo. "Ya
estás por delante de algunos de nosotros. Es duro al
principio, pero créeme, se irá haciendo más
fácil-incluso para ti."

Suspiré. "Eso espero." Pero lo dudaba.

Nos detuvimos frente a los dormitorios, y se
dirigió a mí, de repente su voz era baja y grave.
"Z, no creas la basura que dice Aphrodite. Ella y yo hace meses
que no estamos juntos. "

"Pero lo estabais", le dije.

Asintió y su rostro pareció
tenso.

"No es muy buena persona, Erik."

"Lo sé".

Y entonces me di cuenta de lo que realmente me
había estado molestando y decidí, (Oh, bueno,
qué diablos,) que iba a hacerlo.

"No me gusta el hecho de que hayas estado con alguien
que es tan malvado. Me hace sentir mal al querer estar contigo".
Abrió la boca para decir algo y seguí hablando, no
queriendo oír excusas que no estaba segura de que
debería o podría creer. "Gracias por
acompañarme a la habitación. Me alegro de que me
encontraras de nuevo".

"Me alegro de haber encontrado, también," dijo.
"Me gustaría verte de nuevo, Z, y no sólo por
accidente."

Dudé. Y me pregunté por que dudaba.
Quería verle de nuevo. Necesitaba olvidarme de Aphrodite.
Siendo realista, ella es muy bonita y el es un chico.
Probablemente cayó en sus (calientes) garras de bruja
antes de que se diera cuenta de lo que pasaba. Es decir, ella me
recordaba un poco a una araña. Debería estar
contenta de que no le hubiera arrancado la cabeza de un mordisco
y darle al chico una oportunidad.

"Vale, ¿qué te parece si veo esas pelis
malas contigo el sábado?" Dije antes de que pudiera poner
una extraña excusa para no salir con el tío
más guapo de la escuela.

"Es una cita", dijo.

Dándome tiempo de forma obvia para apartarme si
así lo deseaba, Erik se inclinó lentamente y me
besó. Sus labios eran cálidos y olía
realmente bien. El beso fue dulce y bonito. A decir verdad, hizo
que quisiera que me besara más. Acabó demasiado
pronto, pero el no se apartó de mí. Nos mantuvimos
cerca, y me di cuenta de que mis manos estaban apoyadas en su
pecho. La suyas descansaban sobre mis hombros. Le
sonreí.

"Me alegro de que me hayas pedido salir de nuevo", le
dije.

"Me alegro de que finalmente hayas dicho que sí",
dijo.

Entonces me besó una vez más, sólo
que esta vez no titubeó. Profundizó el beso, y mis
brazos subieron para rodear sus hombros. Sentí, más
que oía, que el gemía, y mientras me daba un beso
largo y con fuerza, fue como si pulsara un interruptor en alguna
parte de mi interior, provocando que una descarga
eléctrica, caliente y dulce, me recorriera por dentro. Fue
enloquecedor e increíble, y mas de lo que ningún
otro beso me había hecho sentir jamás.

Me encantaba la forma en que mi cuerpo se acoplaba al
suyo, duro contra blando, y me apreté contra él,
olvidándome de Aphrodite, del círculo que acababa
de invocar y del resto del mundo. Esta vez, cuando paramos de
besarnos, ambos respirábamos de forma pesada y nos
miramos. A medida que ib recuperando los sentidos me di cuenta de
que estaba totalmente apretada contra él y de que
había estado ahí frente a los dormitorios
montándomelo como un putilla. Empecé a separarme de
sus brazos.

"¿Qué ocurre? ¿Por qué de
pronto pareces cambiada?" dijo, el apartando sus brazos alrededor
de mi cuerpo.

"Erik, no soy como Aphrodite". Tiré con
más fuerzas y me dejo ir.

"Sé que no lo eres. No me gustarías si
fueras como ella".

"No me refiero solo a mi personalidad. Me refiero a
estar aquí montándomelo contigo no es un
comportamiento normal en mí."

"De acuerdo." Acercó una mano hacia mí
como si quisiera llevarme de vuelta a sus brazos, pero luego
pareció cambiar de idea y dejó caer la mano. "Zoey,
me haces sentir diferente de lo que cualquiera me ha hecho sentir
antes."

Sentí como mi cara enrojecía y no
podía decir se era de rabia o de vergüenza. "No seas
condescendiente conmigo, Erik. Te vi en el pasillo con Aphrodite.
Está claro que has sentido este tipo de cosas antes, y
mucho más."

Negó con la cabeza y percibí el dolor en
sus ojos. "Lo que Aphrodite me hacia sentir era todo
físico. Lo que tú me haces sentir tiene que ver con
llegar al corazón. Conozco la diferencia, Zoey, y
pensé tú también."

Me le quedé mirando-miré aquellos
preciosos ojos azules que parecieron tocarme la primera vez que
me miró. "Lo siento", le dije con dulzura. "Ha estado mal
por mi parte. Conozco la diferencia."

"Prométeme que no dejarás que Aphrodite se
interponga entre nosotros."

"Te lo prometo." Me daba miedo, pero lo dije en
serio.

"Bien."

Nala apareció en la oscuridad y comenzó a
dar vueltas alrededor de mis piernas protestando. "Será
mejor que pase dentro y la meta en la cama."

"Vale." Sonrió y me dio un rápido beso.
"Nos vemos sábado, Z."

Tuve un cosquilleo en los labios durante todo el camino
hasta mi habitación.

Capítulo 25

El día siguiente comenzó con lo que
más tarde recordaría como una normalidad
sospechosa. Stevie Rae y yo fuimos a desayunar, todavía
cotilleando entre susurros lo bueno que estaba Erik e intentando
decidir lo que iba a ponerme para nuestra cita del sábado.
Ni siquiera vimos a Aphrodite ni al trío de brujas,
Belicosa, Terrible y Avispa. La clase de sociología
vampírica fue tan interesante-habíamos pasado de
las amazonas a estudiar un antiguo festival vampírico
griego llamado Correia-que había dejado de pensar en el
ritual de las Hijas Oscuras planeado para esta tarde y, durante
un rato había dejado de preocuparme lo que iba a hacer con
Aphrodite. La clase de teatro también estuvo bien.
Decidí hacer uno de los soliloquios de Kate de La
fierecilla domada
(siempre me había gustado esa obra
desde que vi la vieja película protagonizada por Elizabeth
Taylor y Richard Burton). Luego, cuando me ib a clase, Neferet me
enganchó en el pasillo y me preguntó hasta donde
había leído en el libro de sociología
vampírica de nivel avanzado. Tuve que decirle que
realmente no había leído mucho (traducción:
no había leído nada), todavía, y me distrajo
por completo su evidente decepción cuando me fui a toda
prisa a la clase de Inglés. Acababa de sentarme entre
Damien y Stevie Rae cuando se liberaron todos los elementos y
cualquier cosa con un mínimo de normalidad en ese
día tocó fin.

Penthesilea estaba leyendo "Tu ve, que yo me quedo un
rato" Capítulo Cuatro de Una noche para recordar.
Es un buen libro, y todos estamos escuchando, como de costumbre,
cuando ese estúpido chico de Elliot comenzó a
toser. Joder, era total y absolutamente molesto.

En algún momento en mitad del capítulo y
de las repugnantes toses, empecé a oler algo. Era
empalagoso y dulce, delicioso, y difícil de alcanzar.
Automáticamente, inhalé profundamente,
todavía tratando de concentrarme en el libro.

La tos de Elliott empeoró, y con el resto de la
clase, me volví para dirigirle una mirada asesina. Venga,
por favor. ¿Es que no podía tomarse algo para la
tos o beber agua o lo que fuera?

Entonces vi la sangre.

Elliott no estaba en su habitual postura, repantigado y
dormido. Estaba sentado recto y se miraba la mano, que estaba
cubierta de sangre fresca. Cuando lo miré, tosió de
nuevo, haciendo un ruido desagradable y húmedo que me
recordó el día en que fui marcada. Salvo por que
cuando Elliott tosió, una brillante sangre color escarlata
salió a borbotones de su boca.

"¿Qu-?" dijo con un gorgoteo.

"¡Traed a Neferet!" Penthesilea soltó la
orden al tiempo que abrió uno de los cajones de su
escritorio, sacó de un tirón una toalla
cuidadosamente doblada y se dirigió con rapidez por el
pasillo hacia Elliott. El chico que estaba sentado más
cerca de la puerta salió pitando.

En absoluto silencio vimos a Penthesilea llegar hasta
Elliott justo a tiempo para su siguiente tos sangrienta, la cual
contuvo con la toalla. Cuando al fin levantó la cabeza,
lagrimas ensangrentadas corrían por su rostro redondo y
pálido y la sangre surgía de su nariz como si fuera
un grifo que alguien se hubiese dejado abierto. Cuando
giró la cabeza para mirar a Penthesilea, observé
que también le salía un hilo de sangre del
oído.

"¡No!" dijo Elliott con más emoción
de la que jamás le había visto mostrar. "¡No!
¡No quiero morir!"

"SSSH", le clamó Penthesilea, apartando de su
sudorosa cara el pelo abarajando y echándoselo hacia
atrás. "Tu dolor terminará pronto."

"Pero-, pero, yo no-" Comenzó a protestar de
nuevo, con una voz llorona que sonaba más como la suya, y
luego le interrumpió otra tanda de toses ásperas.
Se atragantó otra vez, en esta ocasión vomitando
sangre en la ya empapada toalla.

Neferet entró en el aula, seguida por dos
vampiros altos de aspecto poderoso. Llevaban una camilla plana y
una sábana. Neferet tan solo llevaba un vial lleno de un
líquido de color lechoso. Apenas dos segundos
después, Dragón Lankford irrumpió en la
sala.

"Ese es su mentor," susurró Stevie Rae de forma
casi inaudible. Asentí, recordando cuando Penthesilea
había reprendido a Elliott por fallar a
Dragón.

Neferet tendió a Dragón el vial que
sostenía. Después se situó detrás de
Elliott. Puso las manos sobre sus hombros. Al instante, sus
náuseas y toses amainaron.

"Bebe esto enseguida, Elliott," le dijo Dragón.
Cuando comenzó negar débilmente con la cabeza,
agregó suavemente, "Hará que tu dolor
termine."

"¿Te-te quedaras conmigo?" jadeó
Elliott.

"Por supuesto", dijo Dragón. "No dejaré
que estés solo ni un momento."

"¿Llamarás a mi madre?"
susurró.

"Lo haré".

Elliott cerró los ojos durante un segundo, y
luego con manos temblorosas, se cercó el vial a los labios
y bebió. Neferet asintió a los dos hombres, que le
levantaron y le tumbaron en la camilla como si fuera una
muñeca y no un chico moribundo. Con Dragón a su
lado, salieron a toda prisa del aula. Antes de seguirles Neferet
se volvió hacia la horrorizada clase de
tercero.

"Podría deciros que Elliott se pondrá
bien-que se va a recuperar, pero eso sería una mentira."
Su voz era serena, pero llena de una fuerza imponente. "La verdad
es que su organismo ha rechazado el cambio. En unos minutos
sufrirá la muerte permanente y no madurará como un
vampiro. Podría deciros que no os preocupéis, que
no os ocurrirá a vosotros. Pero eso sería una
mentira también. Según el promedio, uno de cada
diez de no pasará el cambio. Algunos de los iniciados
mueren pronto, en su primer año, como Elliott. Otros
seréis más fuertes y durareis hasta sexto, para
luego enfermar y morir de forma repentina. No os digo esto para
que viváis con miedo. Os lo cuento por dos razones. En
primer lugar, quiero que sepáis que, como vuestra Alta
Sacerdotisa no os voy a mentir, sino que ayudaré a
aliviaros en vuestro paso al otro mundo. Y en segundo lugar,
quiero que viváis como querrías que os recordara si
murieseis mañana, porque puede suceder. Entonces, si
morís, vuestro espíritu podrá descansar en
paz sabiendo que dejáis atrás un honroso recuerdo.
Si no morís, entonces habréis sentado las bases
para un larga vida llena de integridad." Me miró
directamente a los ojos, y terminó diciendo: "Pido que Nyx
os conforte hoy, y que recordéis que la muerte es una
parte mas de la vida, incluso en la vida del vampiro. Por que
algún día todo debemos regresar al seno de la
Diosa." Salió cerrando la puerta tras ella con un sonido
que pareció añadir un toque definitivo a sus
palabras.

Penthesilea trabajó rápido y con eficacia.
Con total naturalidad, limpió las salpicaduras de sangre
que manchaban el pupitre de Elliott. Cuando todas las pruebas de
la muerte del chico habían desaparecido, regresó a
la parte frontal de la clase e hicimos un minuto de silencio en
memoria de Elliott. Luego recogió el libro y
comenzó a leer donde lo había dejado. Traté
de escuchar. Intenté apartar la visión de Elliott
sangrado a través de los ojos y los oídos y la
nariz y la boca. Y también intenté no pensar en el
hecho de que aquel delicioso olor había sido si lugar a
dudas, la esencia vital de Elliott escapándose de su
cuerpo moribundo.

* * *

Sé que las cosas tienen que continuar como de
costumbre cuando un iniciado mure, pero parece ser que no era
habitual que dos chicos murieran es tan corto espacio de tiempo,
y todo el mundo permaneció en un silencio poco natural
durante el resto del día. El almuerzo fue silencioso y
deprimente, y me di cuenta de que la mayoría de los
alimentos eran picoteados en vez de comidos. Las gemelas ni
siquiera discutieron con Damien, lo que podría haber sido
un agradable cambio si no hubiera conocido la terrible
razón que había detrás de ello. Cuando
Stevie Rae puso una mala excusa para dejar el almuerzo temprano y
volver a la habitación antes de que diera comienzo la
quinta hora, estuve más que contenta de decir que me iba
con ella.

Caminamos a lo largo de la acera en la espesa oscuridad
de otra noche nublada. Esta noche la luz del gas no resultaba
alegre y cálida. En lugar de ello, parece fría y de
un brillo insuficiente.

"A nadie le gustaba Elliott, y de alguna manera creo que
eso lo hace aún peor", dijo Rae Stevie. "Fue de una
facilidad extraña con Elizabeth. Por lo menos podemos ser
honestos al sentir lastima de que se hubiera ido."

"Sé lo que quieres decir. Me siento triste, pero
sé que estoy realmente triste por que lo que he visto nos
puede suceder a nosotras y ahora no puedo sacarlo de mi mente, y
no por que el chico haya muerto."

"Por lo menos ocurre rápido," dijo
suavemente.

Me estremecí. "Me pregunto si duele."

"Te dan algo-esa cosa blanca que bebió Elliott.
Hace que deje de dolerte, pero te deja consciente hasta el final.
Y Neferet siempre ayuda con el momento de la muerte".

"Es aterrador, ¿no?" Dije.

"Sí".

No dijimos nada más por un tiempo. Entonces la
luna asomó a través de las nubes, tiñendo
las hojas del árbol con un fantasmagórico brillo
acuoso y plateado, y recordándome de repente a Aphrodite y
su ritual.

"¿Hay alguna posibilidad de que Aphrodite,
cancele el ritual Samhain esta noche?"

"De ninguna manera. Los rituales de las Hijas Oscuras no
se cancelan nunca."

"Vaya mierda", le dije. Luego miré a Stevie Rae.
"Él era su nevera."

Me miró con asombro.
"¿Elliott?"

"Sí, fue realmente asqueroso, y se comportaba de
forma extraña, como si estuviera drogado. Debía
estar empezando a rechaza el cambio". Hubo un incómodo
silencio, y luego agregué, "No quería decirte nada,
especialmente después de que me contaste lo de… bueno…
ya sabes. ¿Estás segura de que Aphrodite no
cancelará lo de esta noche? Quiero decir, primero
Elizabeth y ahora Elliott. "

"No importa. A las Hijas Oscuras no les preocupa lo que
le pase al chico que utilizan como nevera. Se limitarán a
coger otra persona."

Titubeó. "Zoey, he estado pensando. Tal vez no
deberías ir esta noche. Oí lo que te dijo Aphrodite
ayer. Ella va a asegurarse de que nadie te acepta. Será
realmente malvada contigo".

"Estaré bien, Stevie Rae."

"No, tengo un mal presentimiento. Todavía no
tienes un plan, ¿verdad?"

"Bueno, no. Todavía estoy en la fase de
reconocimiento" dije, tratando de aligerar la
conversación.

"Pues has el reconocimiento otro día. Hoy ha sido
un día horrible. Todos estamos tristes. Creo que
deberías esperar."

"No puedo limitarme a no aparecer, sobre todo
después de lo que me dijo ayer. Pensará en lo que
me dijo y que ahora puede intimidarme".

Stevie Rae respiró profundamente. "Bueno,
entonces creo que deberías llevarme contigo."
Empecé a negar con la cabeza, pero ella siguió
hablando. "Ahora eres un Hija Oscura. Técnicamente, puedes
invitar a gente a los rituales. Así que invítame a
mí. Iré y vigilaré tu espalda. "

Pensé en cuando bebí la sangre y me
gustó tanto que fue evidente, incluso para Belicosa y
Terrible. E intenté, y fallé en el intento, no
pensar en el aroma de la sangre- la de Heath y Erik e incluso la
de Elliott. Stevie Rae averiguaría algún día
cómo me afecta la sangre, pero no sería esta noche.
En realidad, si podía evitarlo, no sería en
ningún momento cercano. Y no quería arriesgarme a
perderla a ella, o a las gemelas o a Damien-y tenía miedo
de que fuera así. Sí, sabían que yo era
"especial", y me aceptaban por que esa singularidad significaba
para ellos una alta sacerdotisa, eso era algo bueno. Mi sed de
sangre no era algo bueno. ¿Aceptarían eso con tanta
facilidad?

"De ninguna manera, Stevie Rae."

"Pero, Zoey, no debes meterte en esa banda de brujas
sola."

"No voy a estar sola. Erik estará
allí".

"Sí, pero él era el novio de Aphrodite.
Quién sabe si será capaz de enfrentarse a ella si
se pone odiosa del todo contigo."

"Cariño, puedo defenderme."

"Lo sé, pero-" Se calló y me dio una
mirada divertida. "Z", ¿Estás vibrando?
"

"¿Eh? ¿Qué si estoy qué?" Y
entonces pude oírlo también, y comencé a
reír. "Es mi teléfono celular. Lo metí en el
bolsillo después de cargarlo anoche." Lo saqué y
miré la hora en el frontal. "Ya es mas de medianoche,
quien diablos…" Abrí el móvil y me quedé
sorprendida al ver que tenía quince nuevos mensajes de
texto y cinco llamadas perdidas. "Jesús, alguien ha estado
llamando y llamando, y ni siquiera me he dado cuenta."
Revisé los mensajes de texto en primer lugar, y
sentí una presión en el estomago mientras los
leía.

"Zo yamam. A1 t kiero"

"Zo yamam x favr."

"Teng q vert.Tu&yo."

"M yamars?.Kiero hablar kntigo"

"Zo!yamam"

No necesita leer el resto. Todos decían
básicamente lo mismo. "¡Ah, mierda. Son todos de
Heath!".

"¿Tu ex?"

Suspiré. "Sí".

"¿Qué quiere?"

"Aparentemente, a mí." De mala gana,
tecleé el código para acceder a los mensajes el
contestador y la voz atolondrada y entrañable de Heath me
asombró por lo elevada y animada que sonaba.

"Zo! Llámame. Igual, sé que es tarde,
pero… espera. No es tarde para ti, pero es tarde para
mí. Pero eso está bien porque no me importa.
Sólo quiero que me llames. Vale. Eso. Adiós.
Llámame".

Gruñí y lo borré. El siguiente
sonaba aún más frenético.

"Zoey! Está bien. Tienes que llamarme. De
verdad. Y no te enfades. Oye, ni siquiera me gusta Kayla. Es una
fracasada. Aún te amo, Zo, sólo a ti. Así
que llámame. No me importa cuando. Me despertaré.
"

"Tío, oh, tío," dijo Stevie Rae, al
escuchar los lamentos del efusivo Heath. "El chico está
obsesionada. No me extraña que lo dejaras".

"Sí", murmuré, borrando rápidamente
el segundo mensaje. El tercero era muy similar a los dos
primeros, sólo que más desesperado. Bajé el
volumen y golpeteé mi pie con impaciencia, mientras que
oía los cinco mensajes, sin pararme a escuchar salvo para
ver cuando podía borrar y pasar al siguiente. "Tengo que
ir a ver Neferet," dije, mas a mi misma que a Stevie
Rae.

"¿Por qué? ¿Quieres evitar que te
llame o algo?"

"No. Si. Algo así. Sólo necesito hablar
con ella acerca de, bueno, acerca de lo que debo hacer."
Evité la mirada curiosa de Stevie Rae.

"Quiero decir, ya se ha presentado aquí en una
ocasión. No quiero que vuelva a aparecer de nuevo y cause
problemas."

"Oh, sí, es cierto. Sería un problema si
se encontrara con Erik."

"Sería terrible. Bueno, mejor me apuro y trato de
encontrar a Neferet antes de la quinta hora. Te veré
después de clase."

No espere a la despedida de Stevie Rae, y salí a
toda velocidad en dirección al despacho de Neferet.
¿Podría ir a peor el día? Elliott muere y me
siento atraída por su sangre. Tengo que ir al ritual del
Samhain de esta noche con un montón de chicos que me odian
y que quieren asegurarse de que lo sepa, y es probable que haya
provocado una conexión con mi ex-novio.

Si. Era verdaderamente un día
horrible.

Capítulo 26

Si no hubiera sido por que los bufidos y gruñidos
de Skylar captaron mi atención, nunca habría visto
Aphrodite tirada en el pequeño rincón al fondo del
pasillo donde estaba el despacho de Neferet.

"¿Qué pasa, Skylar?" Levanté mi
mano cautelosamente, recordando lo que había dicho Neferet
sobre la fama de mordedor de su gato. Sinceramente también
me alegraba que mi gatita no estuviera pegada a mí como de
costumbre-Skylar probablemente se la merendaría. "Gatito,
gatito," El gran gato anaranjado me dirigió una mirada
pensativa (probablemente considerando si morderme o no la mano).
Entonces tomó una decisión, dejó de
erizarse, se me acercó trotando. Se frotó alrededor
de mis piernas, y entonces soltó un nuevo bufido hacia el
rincón antes de largarse, desapareciendo por el pasillo en
dirección al despacho de Neferet.

"¿Qué demonios le pasa?" Miré
vacilante hacia el rincón, pensando qué
podría hacer que un gato con tan mal genio como Skylar se
erizara y bufase, y entonces me di un buen susto. Ella estaba
sentada en el suelo, difícil de ver bajo la sombra de la
cornisa que sostenía una bonita estatua de Nyx.
Tenía la cabeza echada hacia atrás, y sus ojos
estaban dados la vuelta de forma que solo veía lo blanco.
Me dio un susto de muerte. Me sentí paralizada esperando
ver en cualquier momento sangre corriendo por su rostro. Entonces
gimió y murmuró algo que no pude entender mientras
sus globos oculares daban vueltas detrás de sus
párpados cerrados como si estuviera presenciando una
escena. Me di cuenta de lo que estaba pasando. Aphrodite estaba
teniendo una visión. Probablemente la había sentido
llegar y se había ocultado en el rincón para que
nadie pudiera encontrarla y quedarse de forma miserable para si
misma con la información sobre la muerte y la
destrucción que podría vitar. Arpía.
Bruja.

Bueno, ya me había cansado de que se saliera con
la suya. Me agaché y cociéndola por debajo de los
brazos tiré de ella hasta ponerla de pie. (Déjame
decirte, que pesa mucho más de lo que parece.)

"Vamos," gruñí, medio llevándola
mientras ella ciegamente se tambaleaba hacia delante conmigo.
"Hagamos un pequeño viaje al final del pasillo y veamos
qué tipo de tragedia quieres mantener en
silencio".

Afortunadamente, el despacho de Neferet no estaba muy
lejos. Entramos tambaleándonos y Neferet se
incorporó de un saltó desde detrás de su
escritorio y vino corriendo hacia nosotras.

"¡Zoey! ¡Aphrodite! ¿Qué-?"
Pero tan pronto como echó un vistazo a Aphrodite, la
alarma cambio a una tranquila comprensión. "Ayúdeme
a traerla hasta mi silla. Estará mas cómoda
allí."

Llevamos a Aphrodite hasta el gran sillón de
cuero de Neferet y dejamos que se desplomara en el. Neferet se
puso a cuclillas a su lado y cogió su mano.

"Aphrodite, con la voz de la diosa te ruego que cuentes
a su Sacerdotisa qué es lo que ves". La voz de Neferet era
suave, pero convincente, y pude sentir el poder en su
orden.

Los párpados de Aphrodite comenzaron a temblar al
instante y jadeó de forma ahogada y profunda. Entonces los
abrió de repente. Sus ojos me parecieron vidriosos y
enormes.

"¡Tanta sangre! ¡Hay tanta sangre saliendo
de su cuerpo!"

"¿Quién, Afrodita? Concéntrate.
Centra y aclara la visión," ordenó
Neferet.

Aphrodite jadeo de nuevo. "¡Están muertos!
No. No. ¡Eso no puede ser! No está bien. No.
¡No es normal! No entiendo… yo no…" Parpadeó de
nuevo y su mirada pareció aclararse. Miró alrededor
de la sala, como si no reconociera nada. Sus ojos se fijaron en
mí. "Tú…", dijo débilmente. "Tú lo
sabes".

"Sí", le dije, pensando que desde luego
sabía que estaba intentando ocultar su visión, pero
todo lo que dije fue: "Te encontré en el pasillo y-" La
mano de Neferet me detuvo.

"No, aún no ha terminado. No debería
recuperar la conciencia tan pronto. La visión es
aún demasiado abstracta", me dijo Neferet
rápidamente y, a continuación, bajo la voz de nuevo
y volvió a adoptar el tono autoritario e imperativo.
"Aphrodite, vuelve atrás. Contempla lo que se supone
deberías presenciar y lo que se supone que deberías
cambiar".

¡Ja! Ya te tengo. No pude evitar un
pequeño sentimiento de suficiencia. Después de
todo, ella había tratado de arrancarme los ojos el
día anterior.

"Los muertos…" cada vez más difícil de
entender, Aphrodite murmuró algo que sonaba como
"Túneles… … matan a alguien ahí… yo no… no
puedo…" Estaba desesperada y casi sentí lastima por
ella. Era evidente que, independientemente de lo que estuviera
viendo la estaba asustando. Entonces su mirada inquisitiva
encontró a Neferet, y vi un atisbo de reconocimiento en
ella, así que comencé a relajarme. Estaba volviendo
en si y toda aquella locura se aclararía. Justo cuando
pensaba eso, los ojos de Aphrodite, que parecían estar
fijos en Neferet, se abrieron de forma increíble. Una
mirada de puro terror hizo palidecer su cara y
gritó.

Neferet cerró sus manos sobre los hombros
temblorosos de Aphrodite. "¡Despierta!" Apenas me
miró por encima del hombro para decirme: "Vete ahora,
Zoey. Su visión es confusa. La muerte de Elliott la ha
alterado. Necesito asegurarme de que es ella mismo de
nuevo."

No necesitaba que me lo dijera dos veces. Con la
obsesión de Heath olvidada, salí a toda leche de
allí y me dirigí a la clase de
español.

No pude concentrarme en la escuela. Seguía viendo
una y otra vez la extraña escena con Neferet y Aphrodite
en mi cabeza. Era obvio que había tenido una visión
sobre gente muriendo, pero por la reacción de Neferet no
había transcurrido como una visión normal (si
existe tal cosa). Stevie Rae había dicho que las visiones
de Aphrodite eran tan claras que podía conducir a la gente
al aeropuerto exacto e incluso al avión concreto que
había visto estrellarse. Sin embargo, hoy, de repente,
nada estaba claro. Bueno, nada salvo verme y decir cosas raras y
luego gritar como una loca a Neferet. Eso tampoco tenía
mucho sentido. Casi estaba expectante por ver cómo se iba
a comportar la noche. Casi.

Puse a untado los cepillos de Persephone y recogí
a Nala, que había estado encaramada sobre el comedero del
caballo, mirando y lanzándome sus extraños
maullidos, y caminé despacio de vuelta a los dormitorios.
Esta vez Aphrodite no me fastidió, pero cuando doble la
esquina junto al viejo roble Stevie Rae, Damien, y las gemelas
estaban apiñados en incesante charla-que se detuvo de
repente cuando aparecí ante su vista. Todos ellos me
miró culpablemente. Es bastante fácil de adivinar
quién había estado hablando.

"¿Qué?" dije.

"Estábamos esperándote", dijo Stevie Rae.
Su habitual alegría no estaba.

"¿Qué te pasa?", Le
pregunté.

"Ella está preocupada por ti", dijo
Shaunee.

"Estamos preocupados por ti," dijo Erin.

"¿Qué pasa con tu ex?" preguntó
Damien.

"Me da la lata, solo eso. Si no me diera la lata, no
sería mi ex." Traté de sonar despreocupada, sin
mirar a ninguno de los cuatro a los ojos demasiado tiempo. (Nunca
he sido buena mintiendo.)

"Creemos que debo ir contigo esta noche", dijo Stevie
Rae.

"En realidad, creemos que debemos ir todos contigo esta
noche", corrigió Damien.

Les miré frunciendo el ceño. De ninguna
manera quería que los cuatro vinieran a beber la sangre
del perdedor de turno que consiguieran mezclar con el vino por la
noche.

"No."

"Zoey, ha sido realmente un mal día. Todo el
mundo está tenso. Además, Aphrodite está
suelta e irá a por ti. L mas sensato es que permanezcamos
unidos esta noche", dijo Damien de manera
lógica.

Sí, era lógico, pero no conocían
toda la historia. Yo no quería que supieran toda la
historia. Todavía. Lo cierto es que me importaban
demasiado. Me hacían sentir aceptada y
segura-hacían que sintiera que encajaba aquí. No
podía correr el riesgo de perder eso justo ahora, no
cuando todo esto era aún tan nuevo y aterrador. Así
que hice lo que había aprendido a hacer muy bien en casa
cuando estaba asustada y molesta y no sabía qué
otra cosa hacer-me mosqueé y me puse a la
defensiva.

"¿Así que decís que tengo poderes
que algún día me convertirán en vuestra Alta
Sacerdotisa?" Todos asintieron con entusiasmo y m esonrieron, lo
cual hizo que se me encogiera el corazón. Apreté
los dientes e hice que mi voz sonara fría. "Entonces
tenéis que escucharme a mí cuando digo que no. No
quiero que estéis esta noche allí. Esto es algo a
lo que tengo que enfrentarme sola. Sola. Y no quiero hablar
más de ello."

Y luego me alejé de ellos pisando con
fuerza.

Naturalmente, al cabo de media hora estaba arrepentida
de haberme comportado tan mal. Me paseé de un lado a otro
bajo el gran roble que de alguna manera se había
convertido en mi santuario, enfureciendo a Nala y deseando que
Stevie Rae apareciera para poder disculparme. Mis amigos no
sabían por qué no quería que estuvieran
allí. Tan solo querían protegerme. Tal vez… tal
vez entenderían lo de la sangre. Erik parecía
entenderlo. Bueno, vale, el era de quinto, pero aún
así. Se suponía que todos íbamos a pasar por
ello. Se suponía que todos debíamos empezar a
ansiar la sangre-o moriríamos. Me animé un poco y
rasqué la cabeza de Nala.

"Cuando la alternativa es la muerte, beber sangre no
parece tan malo. ¿Verdad?"

Ronroneó, por lo que lo tomé como un
sí. Comprobé la hora en mi reloj. Mierda.
Tenía que volver a la habitación, cambiarme, e ir a
reunirme con las Hijas Oscuras. Con desgana, empecé a
seguir el muro para volver. Era una noche nublada otra vez, pero
no me importaba la oscuridad. En realidad, me estaba empezando a
gustar la noche. Debería. Iba a ser mi elemento durante
mucho tiempo. Si sobrevivía. Como si pudiera leer mis
pensamientos mórbidos, Nala maulló malhumorada al
tiempo que trotaba a mi lado.

"Sí, lo sé. No debería ser tan
negativa. Trabajaré en ello justo después
de-"

El leve gruñido de Nala me sorprendió. Se
había parado. Su espalda estaba arqueada y el pelo de
punta, haciéndola parecer una pequeña bola gorda y
peluda, pero sus ojos como rendijas no tenían gracia, y
tampoco el feroz bufido que surgía de su boca. "Nala,
¿qué …"

Una terrible escalofrió me recorrió las
espalda incluso antes de girarme para mirar en la misma
dirección que mi gata. Más tarde, no pude averiguar
por qué no grité. Me acuerdo de que mi boca, se
abrió para tragar aire, pero permanecí
absolutamente muda. Parecía que me había quedado
atontada, pero eso era imposible. Si lo hubiera estado no hubiese
sido posible que me quedara tan completamente
petrificada.

Elliott estaba a menos de tres metros de mí, en
la oscuridad que hacia sombra en el espacio situado junto al
muro. Debía haber ido en la misma dirección que
Nala y yo llevábamos cuando oyó a Nala y se medio
volvió hacia nosotras. Le bufó de nuevo y, con un
movimiento terriblemente rápido, dio un giro y se
sitúo frente a nosotras.

Juro que no podía respirar. Era un
fantasma-tenía que serlo, pero se veía tan
sólido, tan real. Si no hubiera visto su cuerpo rechazar
el cambio, simplemente habría pensado que estaba
especialmente pálido y… y… extraño.
Estaba anormalmente blanco, pero había mas cosas que no
encajaban además de eso. Sus ojos habían cambiado.
Reflejaban la poca luz que había y tenían un
terrible brillo rojizo, como la sangre seca.

Exactamente como el fantasma de Elizabeth.

También había otra cosa diferente en el.
Su cuerpo parecía extraño-delgado.
¿Cómo era posible? Entonces me llegó el
olor. Viejo, seco y fuera de lugar, como un armario que no se
había abierto en años o como un escalofriante
sótano. Era el mismo olor que había notado antes de
que hubiera visto Elizabeth.

Nala gruño y Elliott se puso en una postura medio
agachada y devolvió el bufido. Luego mostró sus
dientes, y pude ver que ¡tenía colmillos!
Dio un paso hacia Nala como si fuese a atacarla. No pensé,
tan sólo reaccioné.

"Déjala en paz y lárgate de aquí!"
Me sorprendió que sonara como si no estuviese haciendo
nada más que chillarle a un perro malo, por que desde
luego estaba cagada de miedo.

Giró su cabeza en mi dirección y el brillo
de sus ojos me tocó por primera vez.
¡Error! La intuitiva voz en mi interior que ya se
había convertido en familiar me gritaba ¡Es una
abominación!

"Tú…" Su voz era horrible. Era áspera y
gutural, como si algo le hubiera dañado la garganta.
"¡Serás mía!" Y empezó a venir hacia
mí.

El puro miedo me envolvió como un viento
cortante.

El maullido belicoso de Nala desgarró la noche
mientras se lanzaba contra el fantasma de Elliott. Observé
con completo asombro, esperando que la gata escupiera y
arañara tan solo el aire. En lugar de eso, aterrizó
en su muslo, con las garras sacadas, arañando y aullando
como un animal tres veces más grande. Él
gritó, la agarró por el pescuezo, y la lanzó
lejos. Luego, con velocidad y fuerza imposibles, literalmente,
saltó a la parte superior del muro, y desapareció
en la noche que rodeaba la escuela.

Temblaba con tanta fuerza que me tambaleé.
"Nala!" sollocé. "¿Dónde estás,
pequeña?"

Con el pelo erizado y gruñendo, regresó
hasta mí, pero los ojos estaban fijos en el muro. Me
agaché a su lado, y con manos temblorosas la
inspeccioné para asegurarme de que estaba de una sola
pieza. No parecía lastimada, así que la cogí
y corrí lejos del muro tan rápido como
pude.

"Está bien. Estamos bien. Él se ha ido.
¡Qué chica mas valiente has sido!" Seguí
hablando con ella. Se encaramó a mi hombro para poder
mirar a nuestra espalda y siguió
gruñendo.

Cuando llegué a la primera farola, no muy lejos
del salón de entretenimiento, me detuve y cambié a
Nala de posición para poder mirarla más de cerca
para ver se realmente estaba bien. Lo que vi me oprimió el
estómago con tanta fuerza que pensé que iba a
vomitar. En sus patas había sangre. Sólo que no era
de Nala. Y no olía delicioso al igual que olía otra
sangre. En lugar de ello, tenía la esencia seca y mohosa
de los sótanos viejos. Me esforcé por retener las
arcadas mientras le limpiaba las patas en la hierba invernal.
Luego volví a cogerla en brazos, y caminé a toda
prisa por la acera que llevaba a los dormitorios. Nala no
paró en ningún momento de mirar hacia atrás
y gruñir.

Stevie Rae, las gemelas, y Damien estaban claramente
ausentes de los dormitorios. No estaban viendo la
televisión-no estaban en la sala de ordenadores ni en la
biblioteca, y tampoco estaba en la cocina. Subí
rápidamente las escaleras, esperando desesperadamente que
al menos Stevie Rae estuviera nuestra habitación. No tuve
esa suerte.

Me senté en mi cama, acariciando a la
todavía angustiada Nala. ¿Debía intentar
encontrar a mis amigos? ¿O sólo debería
quedarme aquí? Stevie Rae volvería en algún
momento a la habitación. Miré su reloj giratorio de
Elvis. Tenía unos diez minutos para cambiarme e ir al
salón de entretenimiento. Pero, ¿cómo
podía ir al ritual después de lo que había
pasado?

¿Qué es lo que acababa de
pasar?

Un fantasma había intentado atacarme. No. No era
cierto. ¿Cómo iban a sangrar los fantasmas? Pero
¿había sido sangre? No olía como la sangre.
No tenía ni idea de lo que estaba pasando.

Debía ir directamente a Neferet y contarle lo que
había sucedido. Debería levantarme es este mismo
momento y llevarme a mi asustada gata y a mi hasta Neferet y
contarle lo de Elizabeth de la noche anterior y lo de Elliott de
esta noche. Debería… Debería…

No. Esta vez no fue un grito dentro de
mí. Era la fuerza de la certeza. No podía
decírselo Neferet, al menos no en este momento.

"Tengo que ir al ritual." Dije en voz alta las palabras
que se repetían en mi mente. "Tengo que estar en este
ritual".

Mientras me ponía el vestido negro y buscaba en
el armario mis bailarinas, sentí como me invadía la
calma. Las cosas aquí no se regían por las mismas
reglas que en mi antiguo mundo-en mi antigua vida-y había
llegado el momento de aceptarlo y acostumbrarse a
ello.

Tenía afinidad con los cinco elementos, lo que
significaba que había sido dotada con increíbles
poderes por una antigua diosa. Como la abuela me había
recordado, un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Tal
vez se me permitía ver cosas-como fantasmas que no
actuaban, ni olían o tenían el aspecto que
deberían tener los fantasmas-por una razón. No
sabía lo que significaba todavía. En realidad, no
sabía mucho aparte de las dos ideas que estaban más
claras en mi cabeza: no podía decírselo a Neferet,
y tenía que ir al ritual.

Dirigiéndome a toda prisa al salón de
entretenimiento, intenté al menos pensar de forma
positiva. Quizás Aphrodite no apareciera esta noche, o
estaría allí y se olvidaría de meterse
conmigo.

Resultó, dada mi suerte, que no se dio ninguno de
los dos casos.

Capítulo 27

"Bonito vestido, Zoey. Se ve igual que uno mío.
¡Oh, espera! Antes era mío." Aphrodite soltó
una de esas sonrisas guturales de
soy-tan-mayor-y-tú-eres-tan-niña. Odio de verdad
cuando las chicas hacen eso. Vale, sí, ella es mayor, pero
yo también tengo tetas.

Sonreí, poniendo a propósito una dosis
extra de ignorancia en mi voz y solté una mentira
descomunal, la cual creo que improvise bastante bien teniendo en
cuenta lo mala que soy mintiendo, que acababa de ser atacada por
un fantasma y que todo el mundo nos estaba mirando.

"¡Hola, Aphrodite! Dios, estaba leyendo el libro
de Sociología de cuarto que Neferet me dio, por el
capítulo sobre lo importante que es que la líder de
las Hijas Oscuras haga que todo nuevo miembro se sienta
bienvenido y aceptado. Debes estar orgullosa de estar haciendo
tan bien tu trabajo." Entonces di un paso para acercarme un poco
mas a ella y bajé la voz para que solo ella pudiera
oírme." Y debo decir que tienes mejor aspecto que la
última vez que te vi." Vi cómo palidecía y
estaba segura de que el miedo se reflejaba en sus ojos.
Sorprendentemente, no hizo que me sintiera victoriosa y altiva.
Simplemente me hizo sentir malvada, superficial y cansada.
Suspiré. "Lo siento. No debería haber dicho eso.
"

Su rostro se endurecido. "¡Qué te den.
Monstruo!", siseo. Luego se rió como si acabara de hacer
un buen chiste (a mi costa), me dio la espalda, y con un gesto de
desprecio, se echó el pelo hacia atrás y se
dirigió al centro del salón.

Vale, ya no me sentía mal. Maldita arpía.
Levantó uno de sus delgados brazos y todos los que me
había estado mirando boquiabiertos ahora dirigieron su
atención (afortunadamente) hacia ella. Llevaba puesto un
vestido de seda rojo de estilo antiguo que se le ajustaba como si
se lo hubieran pintado. Me gustaría saber de donde sacaba
la ropa. ¿De una tienda de putitas
góticas?

"Un iniciado murió ayer y otro ha muerto
hoy."

Su voz era fuerte y clara, y sonó casi compasiva,
lo que me sorprendió. Por un segundo me recordó a
Neferet, y me preguntaba si iba a decir algo profundo y con tono
de líder.

"Todos conocíamos a ambos. Elizabeth era
agradable y tranquila. Elliott había sido nuestra nevera
durante los últimos siete rituales". Sonrió de
pronto. Fue salvaje y malévolo y cualquier parecido con
Neferet terminó. "Pero ellos eran débiles, y los
vampiros no necesitan la debilidad en su aquelarre".
Encogió sus hombros cubiertos de escarlata. "Si
fuéramos seres humanos lo llamaríamos la
supervivencia del más fuerte. Gracias a la Diosa no somos
seres humanos, así que sólo lo llamamos Destino, y
alegrémonos esta noche de que no nos tocó a
nosotros."

Me sentí totalmente asqueada al oír en
general voces que estaban de acuerdo. Realmente no había
conocido mucho a Elizabeth, pero había sido
simpática conmigo. De acuerdo, admito que no me gustaba
Elliott- a nadie le gustaba. El chico era irritante y con poco
atractivo (y su fantasma o lo que fuese parecía seguir
teniendo esas cualidades), pero no me alegraba de su muerte.
Si alguna vez llego a ser líder de las Hijas Oscuras
no me reiré de la muerte de un iniciado, no importa
cuán insignificante sea
. Me lo prometí a
mí misma, pero también lo lancé en forma de
oración. Esperaba que Nyx me escuchara, y esperaba que lo
aprobase.

"Pero ya está bien de pesimismo", decía
Aphrodite. "¡Es Samhain! La noche en que celebramos el
final de la temporada de cosecha y, mejor aún, es el
momento en que recordamos a nuestros ancestros-todos los grandes
vampiros que han vivido y muerto antes que nosotros." El tono de
su voz daba miedo, como si se estuviera metiendo demasiado en el
papel de la representación que llevaba a cabo, y puse los
ojos en blanco mientras proseguía. "Es la noche, en la que
el velo entre la vida y la muerte es más delgado, y cuando
los espíritus tienen más probabilidades de caminar
por la tierra." Miró a su alrededor poniendo cuidado en
ignorarme (como hacían todos los demás). Tuve un
momento para reflexionar acerca de lo que había dicho.
¿Tendría lo ocurrido con Elliott algo que ver con
que el velo entre la vida y la muerte fuera más delgado, y
con el hecho de que había muerto durante Samhain? No tuve
tiempo para seguir pensando en ello porque Aphrodite elevó
la voz y gritó: "Entonces, ¿qué vamos a
hacer?"

"! Salir!" gritaron en respuesta las Hijas e Hijos
Oscuros.

La risa de Aphrodite tenía un tono demasiado
sexual para ser apropiada, y juro que se tocó. Justo
ahí en frente de todos. Jesús, qué
repugnante era.

"Eso es. He elegido un lugar impresionante para nosotros
esta noche, e incluso con un nueva nevera que nos espera
allí con las chicas."

Ugh. ¿Con "las chicas" se refería a
Belicosa, Terrible, y Avispa? Miré rápidamente
alrededor de la sala. No las veía por ningún lugar.
Genial. No podía ni imaginar lo que esas tres y Aphrodite
consideraban "impresionante". Y ni siquiera quería pensar
en el pobre chico al que habían convencido de alguna
manera para ser su nueva nevera.

Y, sí, iba a negar el hecho de que se me
había hecho la boca agua cuando Aphrodite mencionó
que había una nevera esperándonos. Lo cual
quería decir que iba a tener que beber sangre otra
vez.

"Entonces, salgamos de aquí. Y recordad, guardad
silencio. Concentraos en ser invisibles, y cualquier humano que
pueda estar despierto simplemente no nos verá". Entonces
ella me miró directamente a mí. "Y que Nyx no tenga
piedad con aquel que nos delate, por que nosotros no lo haremos".
Sonrió con suavidad al grupo. "Seguidme, Hijas e Hijos
Oscuros!"

En silenciosos pequeños grupos y parejas,
siguieron a Aphrodite afuera por la puerta trasera del
salón de entretenimiento. Naturalmente, me ignoraron.
Estuve a punto de no seguirlas. Realmente no quería.
Quiero decir, ya había tenido suficientes emociones para
una noche. Debería volver a los dormitorios y le pedirle
disculpas a Stevie Rae. Entonces podríamos encontrar a las
gemelas y a Damien, y podría contarles lo de Elliott (Hice
una pausa para comprobar si un presentimiento me prevenía
de contárselo a mi amigos, pero permaneció en
silencio). De acuerdo. Entonces podía contárselo.
Eso parecía mucha mejor idea que seguir a la maldita de
Aphrodite y aun grupo de chicos que no me soportaba. Pero mi
intuición, que se había callado cuando pensé
en hablar con mis amigos, de repente se revolucionó otra
vez. Tenía que ir al ritual. Suspiré.

"Vamos, Z. No querrás perderte el show,
¿no?"

Erik estaba de pie junto a la puerta trasera, mirando
como Superman con sus ojos azules, y
sonriéndome.

Bueno, qué demonios.

"¿Estás bromeando? Chicas odiosas,
dramatismo totalmente exclusivista, y la posibilidad de pasar
vergüenza y de que haya un derramamiento de sangre.
¿Cómo podría no gustarme? No me
perdería ni un solo minuto." Erik y yo salimos juntos por
la puerta detrás de grupo.

Todos caminaban en silencio hacia el muro que
había detrás del salón de entretenimiento,
que estaba demasiado cercano al lugar donde había visto a
Elizabeth y a Elliott para que me sintiera tranquila. Y luego de
manera extraña. Me pareció que los chicos
desaparecían a través del muro.

"¿Qué-?" Susurré.

"Es sólo un truco. Ya lo
verás".

Yo lo vi. En realidad era una trampilla oculta. Como las
que ves en esas películas viejas de asesinatos, salvo que
en lugar de una puerta en la pared de una biblioteca o dentro de
una chimenea, esta trampilla era una pequeña
sección del muro grueso y de aspecto sólido de la
escuela. Parte de ella osciló hacia fuera, dejando un
espacio abierto, lo suficientemente grande para que una persona
(iniciado o vampiresa, o incluso un fantasma extrañamente
sólido o dos) pudieran colarse por el. Erik y yo fuimos
los últimos en cruzar. Oí un suave ruido de
deslizamiento, y miré hacia atrás a tiempo de verla
pared encajar a la perfección.

"Funciona con un mando a distancia, como la puesta de un
garaje", susurró Erik. "Huh. ¿Y Quién sabe
de su existencia?"

"Cualquiera que haya sido una Hija o Hijo
Oscuro".

"Huh". Sospechaba que eran probablemente la
mayoría de los vampiros adultos. Miré alrededor. No
vi a nadie mirándonos, o siguiéndonos.

Erik notó mi mirada. "A ellos no les importa. Es
tradición de la escuela que nos escapemos para algunos
rituales. Mientras no hagamos algo demasiado estúpido,
fingen que no saben a donde vamos." Se encogió de hombros.
"Supongo que funciona bien así."

"Mientras no hagamos algo demasiado estúpido", le
dije.

"Shush!" Siseó alguien delante de nosotros.
Cerré mi boca y decidí concentrarme en hacia donde
íbamos.

Eran sobre las cuatro y media de la mañana. Uh,
no había nadie despierto. Qué sorpresa. Es raro
caminar por esta parte tan exclusiva de Tulsa-un vecindario lleno
de mansiones construidas con el viejo dinero del
petróleo-y que nadie se percatara de nuestra.
Estábamos cruzando un paisaje de increíbles
jardines y ni siquiera nos ladraban los perros. Era como si
fuéramos sombras… o fantasmas…. Ese pensamiento
me produjo un escalofrío. La luna que anteriormente
había estado oscurecida por las nubes, ahora tenía
un brillo blanco plateado sobre un cielo inesperadamente
despejado. Juro que, incluso antes de que me marcaran,
podría haber leído bajo su luz. Hacía
frío, pero eso no me molestaba como lo hubiera hecho una
semana antes. Traté de no pensar acerca de lo que eso
significa sobre el cambio que estaba ocurriendo dentro de mi
cuerpo.

Cruzamos una calle, y luego nos colamos entre os
jardines sin hace ruido. Oí correr agua antes de ver el
pequeño puente. La luz de la luna iluminaba el arroyo como
si alguien hubiera derramado mercurio en la parte superior de la
misma. Me sentía capturada por su belleza, y
automáticamente disminuí mi paso,
recordándome a mi misma que la noche era mi nuevo
día. Esperaba no acostumbrarme nunca a su oscura
majestuosidad.

"¡Vamos, Z!" susurró Erik desde el otro
lado del puente.

Lo miré. Su silueta se dibujaba frente a una
increíble mansión que se extendía por la
colina que había detrás de él, con sus
enromes terrazas de césped y su lago, sus templetes, sus
fuentes y cascadas (estaba claro que esta gente tenía
desde luego demasiado dinero), y él me recordó a
uno de los héroes románticos sacados de una
historia, como… como… Bueno, los dos únicos
héroes que se me ocurrían era Superman y el Zorro,
y ninguno de ellos era realmente histórico. Pero
parecía muy caballeroso y romántico. Y entonces, me
di cuenta con exactitud de en qué asombrosa mansión
nos estábamos colando y crucé a toda prisa el
puente hacia él.

"Erik", le susurré asustada, "este es el Museo
Philbrook! Realmente nos meteremos en un lío si nos pillan
husmeando por aquí."

"No nos cogerán".

Le seguí a duras penas. Él caminaba
deprisa, mucho más ansioso que yo de alcanzar al
silencioso y fantasmal grupo.

"Oye, esto no es solo la casa de un tipo rico. Esto es
un museo. Aquí hay guardias de seguridad las veinticuatro
horas del día".

"Aphrodite ya les habrá drogado".

"¡Qué!"

"Ssssh. No les dolerá. Estarán atontados
durante un rato y después se irán a casa y no
recordaran nada. No hay problema."

No repliqué, pero realmente no me gustaba que
tuviera esa actitud de indiferencia sobre drogar a guardias de
seguridad. Simplemente no me parecía correcto, a pesar de
que pudiera entender la necesidad de la misma. Nos
estábamos colando. No quería que nos pillaran.
Así que los guardias debían ser drogados. Lo
pillaba. Pero no me gustaba, y parecía una cosa más
que estaba pidiendo ser cambiada en las hijas Oscuras y sus
actitudes de superioridad. Me recordaban cada vez más de a
las Gentes de Fe, lo cual no era precisamente una
comparación aduladora. Aphrodite no era Dios (o Diosa, a
esos efectos), por mucho que se autodenominase
así.

Erik había dejado de caminar. Nos unimos al grupo
en un lugar en el que habían formado un amplio
círculo alrededor de un templete con cúpula situado
al final de la suave cuesta que llevaba al museo. Estaba cerca
del estanque decorativo que acababa justo donde empezaban las
terrazas que conducían al museo. Realmente es un lugar
increíblemente hermoso. Había estado allí
dos o tres veces de excursión, y una vez, con mi clase de
arte, incuso me había sentido con la inspiración
para hacer un boceto de los jardines, a pesar de que está
claro que no se dibujar. Ahora, la noche había cambiado de
un lugar con bonitos y bien cuidados jardines y detalles de
mármol a un reino mágico de hadas bañado por
la luz de la luna y sombreado por capas de grises plateados y
azules medianoche.

El templete era increíble. Descansaba en lo alto
de unas enormes escaleras redondas, a modo de trono, para que
tuvieras que subir hasta lo alto para llegar a el. Estaba hecho
de columnas blancas talladas, y la cúpula estaba iluminada
desde abajo, de modo que se veía como algo que
podría haber sido rescatado de la antigua Grecia, y luego
haberse restaurado su antiguo esplendor e iluminándolo de
noche para ser contemplado.

Aphrodite subió las escaleras para tomar su lugar
en el centro del templete, lo cual resto de inmediato parte de su
magia y belleza. Naturalmente, Belicosa, Terrible, y Avispa
también estaban allí. Otra chica estaba con ellas,
pero no la reconocí. Por supuesto podría haberla
visto un millón de veces y no recordarla-no era más
que otra Barbie rubia. Habían montado una mesa en el
centro del templete y lo habían cubierto con cuna tela
negra. Pude ver que había un montón de velas en
ella, y algunas otras cosas, incluyendo un cáliz y un
cuchillo. Un pobre chico estaba desplomado boca abajo sobre la
mesa. Le habían puesto una capa encima, de manera que
cubría su cuerpo, se parecía mucho a Elliott en la
noche en la que había sido la nevera.

Tiene que agotar mucho a un chico que le drenen la
sangre para los rituales de Aphrodite, y me pregunte si eso
había tenido algo que ver en la muerte de Elliott.
Aparté de mi cabeza el hecho de que se me empezaba a hacer
la boca agua cuando pensaba en la sangre del chico mezclada con
el vino del cáliz. Era extraño cómo algo
podía darme tanto asco y al mismo tiempo hacerme desearlo
tanto.

"Invocaré el círculo y llamaré a
los espíritus de nuestros antepasados para que bailen en
su interior con nosotros", dijo Aphrodite. Habló con
suavidad, pero su voz viajó a nuestro alrededor como una
niebla venenosa. Era escalofriante penar que los fantasmas
serían traídos al círculo de Aphrodite,
sobre todo después de mis recientes experiencias con
fantasmas, pero tengo que admitir que me intrigaba casi tanto
como me intimidaba. Tal vez estaba tan segura de que debía
estar ahí por que se suponía que recibiría
alguna pista acerca de Elizabeth y Elliott esta noche.
Además, era obvio que el ritual era algo que las Hijas
Oscuras llevaban haciendo algún tiempo. No podía
ser tan terrible ni tan peligroso. Aphrodite se comportaba con
grandeza y estilo, pero tenía la sensación de que
era una actuación. Debajo de eso, era como todos lo
abusones: insegura e inmadura. Además, los abusones
tienden a evitar a otros más fuertes que ellos, así
que era lógico que si Aphrodite iba a convocar a los
espíritus en un círculo, eso significara que eran
inofensivos e incluso agradables. Aphrodite, desde luego, no iba
a enfrentarse a un monstruo grande y malvado.

O algo tan verdaderamente extraño como en lo que
se había convertido Elliott.

Me relajé al empezar a sentir lo que ya se
había vuelto un familiar zumbido de poder cuando las Hijas
Oscuras tomaron las velas que correspondían al elemento
que representaban y luego se situaron en el sitio correcto del
mini círculo del templete. Aphrodite llamó al
viento, y mi pelo se elevó con suavidad con una brisa que
solo yo pude sentir. Cerré los ojos, adorando la
electricidad que me cosquilleaba la piel. De hecho a pesar de
Aphrodite y de sus estiradas Hijas Oscuras, ya empezaba a
disfrutar del inicio el ritual. Y Erik se encontraba junto ami,
lo cual ayudaba a que no me importara que nadie más de
allí me hablase.

Me relajé más, segura de repente de que el
futuro no iba a ser tan malo. Me reconciliaría con mis
amigos, averiguaríamos juntos que demonios estaba pasando
con esos extraños fantasmas y quizás incluso
conseguiría un novio que estaba muy bueno. Todo
iría bien. Abrí los ojos y observé a
Aphrodite caminar alrededor del círculo. Cada uno de los
elementos chisporroteó en mi interior y me pregunté
cómo podía Erik estar tan cerca y no notarlo.
Incluso le lance una mirada furtiva, medio esperando que me
estuviera mirando mientras los elementos jugaban con mi piel,
pero, al igual que todos los demás, miraba a Aphrodite
(Aquello me molesto- ¿no se suponía que
debería lanzarme miraditas furtivas a mi también?)
Entonces Aphrodite comenzó el ritual de la citación
de los espíritus ancestrales, e incluso yo no pude apartar
mi mirada de ella. Estaba junto a la mesa, sosteniendo una larga
trenza de hierba seca sobre la llama morada del espíritu,
para que se prendiera con rapidez. La dejo arder durante un breve
rato y luego la apagó de un soplido. La agitó con
suavidad a su alrededor mientras comenzaba a hablar, llenando el
lugar de anillos de humo. Lo olí, reconociendo la esencia
de hierba dulce, una de las hierbas ceremoniales mas sagradas por
que atraía la energía espiritual. La abuela la
usaba a menudo en sus oraciones. Entonces fruncí el
ceño y sentí de repente preocupación. La
hierba dulce solo debía usarse después de quemar
salvia y limpiar y purificar el área, si no podría
atraer a cualquier energía-y "cualquiera" no siempre
significaba buena. Pero ya era demasiado tarde para decir algo,
incluso aunque hubiera podido detener la ceremonia. Ella ya
había comenzado a llamar a los espíritus y su voz
había tomado un tono fantasmagórico y
cantarín que de algún modo era intensificado por el
humo que formaba espesas volutas a su alrededor.

En esta noche de Samhain, escuchad mi antigua
llamada, oh espíritus de nuestros antepasados. En esta
noche de Samhain, dejad que mi voz llegue con este humo al Otro
Mundo, donde los brillantes espíritus juegan en la hierba
dulce de las brumas del recuerdo. En esta noche de Samhain no
llamo a los espíritus de nuestros ancestros humanos. No,
dejo que reposen, no tengo necesidad de ellos en la vida ni en la
muerte. En esta noche de Samhain llamo a los ancestros
mágicos-los ancestros místicos-, aquellos que en
una ocasión fueron más que humanos, y de los
cuales, en la muerte, son más que humanos.

En completo trance, observé con todos los
demás que el humo se arremolinaba, cambiaba y comenzaba a
adquirir formas. Al principio pensé que veía cosas
e intenté aclararme la visión guiñando los
ojos, pero enseguida comprendí que lo que estaba viendo no
tenía nada que ver con una visión borrosa. Se
estaban formando figuras entre el humo. No se les
distinguía, eran más contornos de cuerpos que
cuerpos de verdad, pero a medida que Aphrodite seguía
agitando la hierba dulce se volvían más
sustánciales y el círculo se lleno de repente de
figuras espectrales de ojos oscuros y cavernosos y bocas
abiertas.

No se parecían en nada a Elizabeth o Elliott. De
hecho, tenían justo el aspecto que imaginaba que
tendrían los fantasmas-humeante, transparente, aterrador.
Olí el aire, No desde luego, no olía como un
asqueroso sótano viejo.

Aphrodite dejo la hierba aún humeante y
cogió el cáliz. Incluso desde mi posición,
me pareció que tenía una palidez inusual, como si
hubiera adquirido algunas de las características
físicas de los fantasmas. Su vestido rojo despedía
un brillo casi doloroso de entre el círculo de neblina y
humo gris.

"Os saludo, espíritus ancestrales, y pido que
aceptéis nuestra ofrenda de vino y sangre para que
podáis recordar lo que es saborear la vida" levantó
el cáliz y las figuras de humo se agitaron y vibraron con
evidente entusiasmo "os saludo, espíritus ancestrales, y
desde la protección de mi círculo yo-"

"Zo! Sabía que te encontraría si me
esforzaba lo suficiente!"

La voz de Heath rasgó la noche, interrumpiendo
las palabras de Aphrodite.

Capítulo 28

"¡Heath! ¡Qué diablos estás
haciendo aquí!"

"Bueno, no me devolviste la llamada." Ignorando al
resto, me abrazó. No necesitaba la brillante luz de la
luna para ver sus ojos inyectados de sangre. "Te he
extrañado, Zo!" soltó, echándome encima el
aliento de cerveza.

"Heath. Tienes que irte-"

"No. Que se quede", me interrumpió
Aphrodite.

La mirada de Heath se desplazó hacia ella, e
imaginé lo que parecería a los ojos de él.
Se encontraba bajo el baño de luz causado por los focos
del templete, que brillaban a través del humo de la hierba
dulce, iluminándola casi como si estuviera bajo el agua.
El vestido rojo de seda pegado a su cuerpo. Su cabello rubio era
espeso y le caía por la espalda. Sus labios estaban
arqueados con una sonrisa malévola, lo cual estoy segura
que Heath malinterpretaría y pensaría que estaba
siendo agradable. De hecho, es probable que ni siquiera se
percatara de los fantasmas de humo que habían dejado de
flotar alrededor del cáliz y que ahora habían
vuelto sus ojos en blanco hacia el. Tampoco se daría
cuenta de que la voz de Aphrodite tenía un sonido hueco y
extraño y que sus ojos estaban vidriosos y le miraban
fijamente. Joder, conociendo a Heath, no se fijaría en
nada salvo en sus enormes tetas.

"Genial, una piba vampiro", dijo Heath, dándome
por completo la razón

"Sacadle de aquí." La voz de Erik sonaba tensa de
preocupación.

Heath apartó los ojos de las tetas de Aphrodite
para mirar a Erik. "¿Y tu quién eres?"

¡Ah, mierda. Reconocía aquel tono. Era el
que Heath usaba cuando estaba a punto de tener un ataque de
celos. (Otra razón por la que era mi ex.)

"Heath, tienes que salir de aquí", le
dije.

"No." Se acercó más a mí y me puso
el brazo alrededor de los hombros en gesto posesivo, pero Nome
miró. Siguió mirando a Erik. "Vine a ver a mi
novia, y voy a ver a mi novia."

Ignoré el hecho de que podía sentir el
pulso de Heath donde su brazo reposaba sobre mis hombros. En vez
de hacer algo absolutamente asqueroso y desagradable, como
morderle la muñeca, no hice caso de su brazo y di un
tirón de él de forma que tuviera que mirarme a
mí y no a Erik.

"No soy tu novia."

"Ay, Zo, lo dices por decir".

Apreté los dientes. Dios, que estúpido
era. (Sin embargo, otro motivo por el que era mi ex.)

"¿Eres idiota?" dijo Erik.

"Mira, puto chupasangre, yo-" empezó a decir
Heath, pero extrañamente Aphrodite ahogó sus
palabras.

"Ven aquí, humano."

Como si nuestros ojos fueran imanes atraídos por
su perturbadora atracción, Heath, Erik y yo (y, por
extensión, el resto de las Hijas e Hijos Oscuros)
levantamos la mirada hacia ella. Su cuerpo tenía un
aspecto extraño ¿Parecía estar latiendo?
¿Cómo era posible? Se echó el pelo hacia
atrás y recorrió su cuerpo con una mano como una
stripper guarra, tocándose el pecho y luego bajando hasta
tocarse entre las piernas. Levantó la otra mano e hizo un
gesto con el dedo, llamando a Heath.

"Ven a mí, humano. Deja que te
pruebe".

Aquello era malo-aquello estaba mal. Algo terrible iba a
pasarle a Heath si subía allí y entraba en aquel
círculo.

Totalmente deslumbrado por ella, Heath avanzó
hacia delante sin ninguna duda (o sentido común). Me
agarró una de sus armas, y expresó su
satisfacción al ver sus demás Erik
agarrar.

"¡Basta, Heath! Quiero que te vayas. Ahora. No
perteneces a esto."

Con gran esfuerzo, Heath apartó los ojos de
Aphrodite. Se soltó el brazo de la mano de Erik de un
tirón y casi le gruñó. Luego se
dirigió a mí.

"¡Me estás engañando!"

"¿No escuchas? Es imposible que te esté
engañando. ¡No estamos juntos! Ahora sal
de-"

"Si rehúsa nuestro llamamiento, entonces iremos
nosotros con el."

Levanté la cabeza y vi cómo el cuerpo de
Aphrodite se convulsionaba mientras volutas grises salían
de ella. Dejó escapar una exclamación ahogada, a
medio camino entre sollozo y un grito. Los espíritus,
incluso los que era evidente que la habían poseído,
avanzaron a toda velocidad hacia el borde del círculo,
empujando en un esfuerzo por liberarse y llegar hasta
Heath.

"Detenlos Aphrodite. Si no lo haces lo mataran!"
gritó Damien mientras salía de detrás de un
seto decorativo que bordeaba el estanque.

"Damien que-" empecé, pero el negó con la
cabeza.

"No hay tiempo para explicaciones", me dijo antes de
volver su atención de nuevo hacia Aphrodite. "Sabes lo que
son," gritó hacia donde estaba ella. "Tienes que
contenerlos dentro del circulo o morirá."

Aphrodite estaba tan pálida que también
parecía un fantasma. Se alejó de las figuras de
humo, que todavía intentaban empujar la barrera invisible
del círculo, hasta que topó con el borde de la
mesa.

"No voy a detenerlos. Si lo quieren, pueden tenerlo.
Mejor el que yo-o cualquiera de nosotros", dijo
Aphrodite.

"Sí, no queremos nada de ese tipo de basura!"
dijo Terrible antes de dejar caer su vela, la cual
chisporroteó y se apagó. Sin más palabras,
salió corriendo del círculo y bajo las esclareas
del templete. Las otras tres chicas que se suponían que
personificaban a los elementos la siguieron, desapareciendo a
toda velocidad en la noche y dejando sus velas tiradas y
apagadas.

Horrorizada, observé cómo una de las
figuras grises comenzaba a atravesar el círculo. El humo
que formaba se espectral cuerpo comenzó a escurrirse
escaleras abajo y me recordó a una serpiente mientras se
deslizaba en nuestra dirección. Noté el revuelo
entre las Hijas e Hijos Oscuros. Retrocedían con
nerviosismo y los gestos de temor retorcían sus
rostros.

"Te toca, Zoey".

"¡Stevie Rae!"

Se encontraba vacilante en el centro del círculo.
Se había quitado la capa que la cubría, y pude ver
las vendas de lino blanco en sus muñecas.

"Te dije que teníamos que permanecer unidas." Me
sonrió débilmente.

"Será mejor que nos demos prisa", dijo
Shaunee.

"Esos fantasmas están haciendo que tu ex se cague
de miedo", dijo Erin.

Miré sobre mi hombro para ver a las gemelas de
pie al lado de Heath, que tenía la cara pálida y la
boca abierta, y sentí una sacudida de pura felicidad
¡no me habían abandonado! ¡no estaba
sola!

"Acabemos con esto", les dije. "Mantenle aquí",
le dije a Erik, que estaba mirándome con evidente
asombro.

Sin necesidad de mirar hacia atrás para
asegurarme de que mis amigos me estaban siguiendo, subí
las empinadas escaleras hasta el templete lleno de fantasmas.
Cuando llegué a la frontera del círculo dudé
un segundo. Los espíritus lo cruzaban poco a poco, su
atención se centraba por completo en Heath. Tomé
una respiración profunda y crucé la barrera
invisible, una terrible sensación de frío me
recorría cuando los muertos pasaban sin cesar
frotándose contra mi piel.

"No tienes derecho a estar aquí. Este es mi
círculo", dijo Aphrodite, recobrando la compostura lo
suficiente como para mirarme, arrugar el labio y bloquearme el
paso hacia la mesa y hacia la vela del espíritu, que era
la única que aún estaba encendida.

"Era tu círculo. Ahora tienes que cerrar
la boca y apartarte", le dije.

Aphrodite me miró arrugando los ojos.

¡Ah, mierda. No tenía tiempo para
esto.

"Cabeza de pompón, tienes que hacer lo que Zoey
dice. Llevo dos años deseando patearte el culo", dijo
Shaunee, colocándose a mi lado.

"Yo también, sucio putón," dijo Erin,
situándose a mi otro lado.

Antes de que las gemelas pudieran abalanzarse sobre
ella, el grito de Heath destrozó la noche. Me di la
vuelta. La neblina trepaba por las piernas de Heath, dejando
rasgones largos y finos en sus pantalones que de inmediato
comenzaron a sangrar. Presa del pánico soltaba patadas y
chillaba. Erik no había huido, pero también
golpeaba la niebla, a pesar de que cada vez que la tocaba le
rasgaba la ropa y le arañaba la piel.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
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