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La cara oculta de la luna (Condiciones de vida de las prostitutas en Asturias)



Partes: 1, 2

  1. Marco
    teórico
  2. Sociología
    de la prostitución

Como sociólogo no me arrepiento de estar
contaminado por la realidad exterior e interior. Me interesan las
alturas epistemológicas. Aunque en el quehacer docente e
investigador me vi pronto atraído por las bajuras de la
sexualidad y la locura. Las dos son una buena muestra del margen
que la sociedad construye en su interior, y que sus
ideólogos/as disimulan en el exterior. Siempre me han
servido como instrumentos para hacer comprender a mis alumnos y
alumnas las "normalidades" y "racionalidades" del sistema social,
así como los secretos-de-doma de la jauría
normativa. Descubría que ese margen, al igual que la
línea del horizonte, en vez de limitar el paisaje lo
ampliaba. Desde el allá entendía mejor el
aquí; al tiempo que descubría las hebras que
formaban los hilos fundamentales del tejido social. En la
reflexión de esa Sociología tan poco elegante,
descubría, hace ya más de una década, la voz
de las prostitutas en uno de los mejores libros de la
heterogénea bibliografía sexológica: El
nuevo desorden amoroso (Brukner y Finkielkraut 1979). Su lectura
me desveló un valioso campo de trabajo sociológico,
importante no sólo por el tema en sí mismo sino
también por las claves que ofrece para la
comprensión de la sociedad en general. Publiqué
entonces un comentario del libro en una revista especializada de
Sociología del Trabajo (Pons 1980). En los años
siguientes seguí ocupándome de temas de sexualidad,
especialmente de sus contenidos ideológicos, en los que la
prostitución era una de las referencias obligadas. Mantuve
así latente el interés por investigar en el campo
de la prostitución. Perdí la fe pues era
difícil acceder al mundo que nos dibujan siempre como
tenebroso y opaco. Olvidé un poco ese interés, y
arrinconé los apuntes mentales y escritos. De dicho olvido
los despertó Juan-Luis Rodríguez Vigil, entonces
Consejero de Sanidad de Asturias, preocupado por las condiciones
de vida de las prostitutas en el Principado. Me expresó el
propósito de realizar una investigación seria sobre
el tema. El trabajo suponía un reto científico. En
las bases de datos bibliográficos no hay referencia de
estudios de carácter distributivo. Tan sólo se
puede encontrar una encuesta italiana de dudosa representatividad
(Caletti 1986), y algunas encuestas realizadas a una parte
concreta de las prostitutas (las relacionadas con instituciones
asistenciales) La demanda del trabajo empírico me
animó pues a desempolvar mis antiguos apuntes así
como las reflexiones teóricas. No sólo porque
cualquier investigación debe beber de las fuentes
teóricas, sino también porque en las primeras
lecturas me di cuenta de que la teoría sufría un
giro radical en su epistemología y presupuestos. Estaba
cambiando la mirada, la escucha, y consecuentemente el discurso.
El tema era tan interesante y la bibliografía tan menguada
que me pareció apropiado construir con todo ello la
presente tesis doctoral.

En el primer capítulo de este libro se expone el
marco teórico del que se parte. Reviso su situación
en el seno de la Sociología y los presupuestos
ideológicos que subyacen en el discurso teórico. El
segundo capítulo presenta la sociología de la
prostitución que es deudora de la metodología
antropológica. Sirve como marco de referencia de los
aspectos de la prostitución que son estudiados luego en la
investigación sobre el caso de Asturias. El tercer
capítulo concreta el objeto del estudio sociológico
realizado/ así como las estrategias y procedimientos
metodológicos que se han empleado. El cuarto
capítulo analiza las condiciones de vida de las
prostitutas en Asturias, con aspectos referidos a la
contracepción, embarazos, interrupciones de los mismos,
hijos/as, salud, y vivienda. EÍ capítulo quinto
aborda las condiciones de trabajo en el ejercicio de la
prostitución: lugar de trabajo, relaciones laborales,
cargas de trabajo, tarifas, ingresos, gestión de la propia
economía, retiro. En el sexto capítulo se parte de
los datos actuales, sus tendencias así como las actitudes
hacia el futuro y sus posibilidades de cambio. El autor de este
libro es deudor de personas e instituciones que han hecho posible
su realización. En primer lugar debo agradecer a Juan-Luis
Rodríguez Vigil, entonces Consejero de Sanidad y hoy
Presidente del Gobierno del Principado de Asturias. Teniendo
preocupación por las condiciones de vida de esas mujeres
impulsó el estudio y facilitó la difícil
tarea concretando de la demanda, y delimitando los objetivos.
También agradezco a la Secretaría de la Mujer de la
Consejería de Juventud de Asturias, que con apoyo del
Instituto de la Mujer, financió la investigación.
Hay que resaltar aquí el buen trato y la fluida
comunicación que puedo personalizar en la Consejera, Pilar
Alonso, y en la responsable de la Secretaría de la Mujer,
Ana Bernardo. Gracias también a María Antonia
Fernández Felgueroso entonces Directora Regional de
Acción Social y hoy Consejera de Educación, Cultura
y Juventud; fue siempre capaz de encontrar huecos en su repleta
agenda para ayudarme, cediendo además locales para las
reuniones de equipo. Alfonso C. Héctor Rodríguez
(Comisario Jefe de Seguridad Ciudadana de Asturias) y el
Comisario Prieto me atendieron con amabilidad y eficacia. El
instituto de psicología CICOM de Oviedo prestó sus
locales para las reuniones, soportando el ajetreo con agradable
paciencia. Un lugar destacado en mi gratitud merecen las mujeres
que ejercen la prostitución en Asturias. Ellas han
facilitado el trabajo respondiendo con amabilidad y confianza a
las entrevistas. Capítulo especialísimo merecen las
entrevistadoras: Amor Obaya, Ana Isabel Santamaría, Ana
Jesús Rodríguez, Angeles Pulgarín,
Belén Murillo, Carmen Rodríguez, Matilde Ugarte,
Montse Viejo, Nuria Fuentes, Paz Guerra, Teresa Lobo, y Teresa
Torner. En mi larga vida profesional es el grupo de colaboradoras
más animoso que he tenido; y del que he aprendido muchas
cosas. Ha sido también fundamental la ayuda de la
excelente sociòloga Eli Tejero, así como la
aportación del saber informático de Josep
Lluís Condom.

El seminario que se realizó paralelamente al
estudio de campo contó con valiosas aportaciones.
Además de las entrevistadoras asistieron Rosario Amodio,
María José González, y Tina Ibánez.
También agradezco a Rosario Carvajal, Directora del Centro
del Menor que cedió los locales para el seminario.
Virgilio Palacios (de la Unidad de Enfermedades de
Transmisión Sexual del Hospital Monte Naranco) con su
competencia técnica y calidad humana realiza un gran
trabajo por la salud de las prostitutas. Proporcionó
orientaciones vitales para el estudio. Agradezco tanto a
él como a su equipo, así como a Várela de la
Gota de Leche de Gijón. Montse Juan tuvo la amabilidad de
corregir con inteligencia el primer borrador del marco
conceptual, y sus notas críticas me permitieron mejorar
algunos aspectos. Muchas gracias también a los/las
miembros del Seminario de Investigación del Programa de
Doctorado de Ciencias Sociales y Salud de la Universidad de
Barcelona por sus ideas y críticas. Rodolfo
Gutiérrez (catedrático de Sociología de la
Universidad de Oviedo) y Yolanda Gómez (directora de CICOM
y profesora de la Facultad de Psicología), fueron los
principales responsables de que dispusiera del excelente equipo
de entrevistadoras. Mi gratitud eterna va para Eva Sardinero,
José L. Pedreira, y Paz Arias que me proporcionaron
cobijo, afecto, y calor-dehogar durante mi estancia en Asturias.
A todos mis amigos/as de la Salud Mental Asturiana no sólo
por su participación sino además por hacerme sentir
en el Principado como en casa. Gracias a su "Gran Jefe" (y amigo)
Víctor Aparicio quien en todo momento facilitó el
trabajo.

Una de las personas que más ideas sensatas ha
aportado es Carla Corso (Pordenone) magnífica profesional,
extraordinaria luchadora, y buena amiga. Mi agradecimiento
también a Lisa Hoffman (Holanda), Helena Cobos
(Barcelona), Amelia Valcárcel (Uvieu) y Cristina Alberdi
(Madrid). También merecen una mención en los
agradecimientos Paola Cobello (Trento) y María Teresa Bazo
(Bilbao), que me enviaron materiales bibliográficos y
documentales. Mi gratitud para los compañeros y amigos del
Gabinet d'Estudis Socials de Barcelona, que ofrecieron espacio,
infraestructura, ánimo e ideas. Jesús M. de Miguel
(como tutor y amigo), me ha animado en la realización del
doctorado, y me ha orientado en la confección del presente
libro. Especial mención merece Blanca Naveda que
alentó y alegró mi trabajo incluso en los momentos
de mayor enclaustramiento. Gratitud —y un guiño
especialmente amistoso— a Sergi Pons ilustrador
gráfico de esta obra. A ambos les dedico el presente
libro… y al mar Mediterráneo por dejarse mirar. Ignasi
Pons Premià de Mar, otoño de 199110

CAPITULO l

Marco
teórico

"Estad con nosotras, contra la injusticia que nos
agobia. Después ya podremos discutir si la sociedad tiene
necesidad de la prostitución". Carta a la
población. Prostitutas de Lyon, 1974.

Razones de claridad teórica, motivaciones de
ubicación profesional, y posicionamientos doctrinales, son
usualmente los tres caldos de cultivo de las especialidades
sociológicas. Estas suelen tener efectos
ideológicos, no sólo por sus contenidos sino
también por el hecho mismo de su desarrollo
autónomo. Es el caso de la Sociología de la
Desviación en toda su extensión, y sobre todo en su
intento de incluir la prostitución en su campo.
También está el incorrecto análisis de la
prostitución desde la Sociología de la
Marginación. máxime cuando al mismo tiempo es
explicada por un inventario amplio de funciones sociales. El
intento de arrinconar la prostitución en la
lumpensociología no finaliza con su ubicación en
estas dos especialidades, sino que se remacha mediante la
identificación falsa de las causas de la misma con las
condiciones sociales o personales de las mujeres que desarrollan
esa actividad. Unas veces es la pobreza, los accidentes
dramáticos de su biografía, incluso su perversidad
natural o su patología12 psíquica. Frente a todo
ello proponemos el^estudio de la prostitución desde la
Sociología General, la Sociología del. Trabajo y de
las Profesiones. También requiere el estudio de la
organización social de la afectividad y la sexualidad.
Además, en este capítulo, se propone que el
análisis causal debe partir siempre del estudio de los
factores que conforman la demanda.

Sociologías marginantes

La prostitución está de moda, es objeto de
interés y curiosidad: desde los textos morbosos, y los
manuales populares de sexualidad, hasta los libelos condenatorios
o apologéticos. Reflejo de ello es su abundante presencia
en la literatura, y en otras artes como el cine. Sin embargo la
asepsia de los/as científicos sociales dominantes les
impide adentrarse en un tema tan poco elegante. La
producción sociológica publicada es relativamente
exigua, y salvo excepciones de dudosa calidad. Abundan los
trabajos periodísticos de pretensión
sociológica pero de resultados dramáticos y
desfigurantes. Se observa en España el surgir de una nueva
etapa de intento de estudio más serio y útil
respecto al tema, que enlaza con la excelente obra de Claude
Jaget en Francia (1975), seguida por el trabajo de la
Fundación Solidaridad.JDemocrática (1988), y por
las aportacione£_de_Raquel_jpsborne,(l978, 1986,
1981).13

Un nuevo debate va difuminando esterotipos anteriores, a
partir del abandono de los polos actitudinales de la condena o
del proteccionlsmp._cpmpasi,yo, mediante la concesión^ de
la palabra a las propias prostitutas. Se trata de escuchar
cómo viven el fenómeno y qué es lo que
demandan.1 Se ha iniciado ya un acercamiento de las prostitutas
al feminismo organizado, acompañado de bastantes
relaciones frustradas.2 Ciertos sectores del feminismo han
renunciado al discurso condenatorio de la prostitución que
no era acompañado de un análisis -suficiente y que
paradójicamente no escuchaba a las prostitutas, mujeres
también como ellas.3 Una de las consecuencias de esa nueva
perspectiva es el rechazo de "la gravedad" adoptando "la supuesta
gravedad" para evitar el sobredimensionamiento cuantitativo y la
exageración cualitativa. Se trata de trabajar en el
análisis de este sector partiendo de la sospecha de su
normalidad para poder, "Desde siempre, han estado discutiendo
sobre las prostitutas los otros, sociólogos, estudiosos,
médicos, políticos." Dacia Maraini en el prefacio a
Carla Corso y Sandra Landi (1991: 8). Como narra la prostituta
italiana Pia Covre los primeros contactos no supusieron el
entendimiento: "Las feministas [ . ] nos darían su apoyo
con la condición de que dej aramos de .. ser prostitutas y
nos pronunciáramos en contra de la prostitución, a
lo que nos negamos sugiriendo que lo que queríamos es que
colaboraran en tanto que prostitutas, cosa que ellas no
aceptaron" (Osborne 1991: 41). Marj an Sax feminista holandesa
explica así la necesaria convergencia con las prostitutas:
"Las prostitutas plantean las mismas demandas que las feministas
(y que el conjunto de las muj eres): aspirar al derecho al trabaj
o, a recibir protección contra la violencia, a una vida
sexual en la forma que cada una prefiera, y esas son cosas
importantes para el feminismo, así que la lucha es la
misma" (Osborne 1991: 16).14 Distinguir lo que le es propio y lo
que es compartido con los diversos sectores sociales a los que
pertenecen. Sorprende que en la prostitución el
término tabú es uno de los que disfrute de mayor
número de formas de ser nominado. En el diccionario
ideológico de la lengua española se mencionan hasta
87 denominaciones para "prostituta" (Casares 1988: 368). Este
número se refiere a aquellos términos que la Real
Academia incluye de forma restrictiva; por lo tanto habría
que añadir los innumerables apelativos que se utilizan
popularmente y a los que ha dedicado esfuerzos el premio nobel
local (y miembro de la Real Academia) Camilo José Cela. Se
define "prostitución" como: "Comercio que hace una mujer
de su cuerpo, entregándose a los hombres por dinero"
(Casares 1988: 684) y se considera como significado de ramera:
"Mujer que se entrega al comercio carnal por interés"
(Casares 1988: 702). De la primera definición cabe
destacar dos elementos "que hace" y "entregándose". Ambos
permiten suponer un control y voluntariedad por parte de la
mujer. El segundo se refiere precisamente a la cesión de
la voluntad sobre ella al cliente. Esto contradice lo que
expresan algunas prostitutas en el sentido de precisar, en primer
lugar, que no venden el cuerpo, sino que lo alquilan; en segundo
lugar/ la reserva que hacen de algunas acciones y partes de su
cuerpo para sí, que en algunos colectivos llega a formar
parte fundamental de su sistema normativo (por ejemplo el beso en
la boca); y en tercer lugar, que en algunos casos la
voluntariedad es dudosa. En lo que se denomina
"prostitución" interviene la actividad sexual o parasexual
referida al cuerpo de la mujer a cambio de pago, generalmente de
dinero.15 Se propone como definición de
prostitución: "El comercio del cuerpo de la mujer que se
realiza para usos sexuales a cambio de pago". Incluso en algunos
casos en los ámbitos de la prostitución el cliente
no realiza actividad sexual ninguna, ni media el contacto
íntimo con el cuerpo de la mujer (Son los "floreros" en la
jerga de la profesión). Este es el caso en el que el
comprador lo que desea es ser escuchado o recibir mensajes
afectivos. La otra definición citada, la de "ramera",
sustituye el término dinero, por el término
interés, lo cual sugiere que más allá de lo
que reconocemos como el ámbito convencional de la
prostitución, existen otras formas o expresiones similares
que serían incluibles en este calificativo. Se refiere a
aquellas sesiones sexuales de las que se deriva algún tipo
de compensación material. Bajo esta concepción no
resistirían al análisis algunos matrimonios
legalizados y socialmente legitimados. De todas formas en el
presente libro se trata únicamente de la
prostitución que transcurre en los circuitos comerciales
establecidos. El estudio de la prostitución y de las
prostitutas, es tema clásico y permanente de la llamada
Sociología de la Desviación y de la
Sociología de la Marginación. Pese al esfuerzo
realizado por los tratadistas contemporáneos de esas
especialidades en pro de la objetividad, con la pretensión
de alejarse del discurso centrado en la condena moral, la
conmiseración o el carácter supuestamente
dañino, jio_se ha conseguido evitar (a) la condena
implícita, (b) las caracterizaciones diferenciadoras16,
así como (c) las propuestas mesiánicas.. Se duda
del sentido que pueda tener la misma Sociología de la
Desviación. En primer lugar porque, si bien pretende
tratar la transgresión a las normas sociales,
sintomáticamente no aparecen estudios de las desviaciones
de los/as transgresores de guante blanco, de las desviaciones
institucionales, ni de las personas cuya situación les
permite garantizar su impunidad. En segundo lugar, y en el caso
concreto de la prostitución, siendo una relación de
contrato entre dos personas adultas, no adquiere mucho sentido
que se etiquete como desviado el comportamiento de la oferente y
no el del demandante.4 Incluso el comportamiento de este
último es considerado como natural y desde ciertos valores
estimulado socialmente. Debe tenerse en cuenta que la
desviación se define respecto a las normas, pero no
sólo las legales (Cohén: 1976, 531). De esta manera
la prostitución no es desviación respecto a un
sistema normativo de mayor fuerza que el legal que es el de la
atribución de funciones y articulación de su
funcionamiento. Resulta además dudoso situar a la
prostitución como objeto de estudio de la
Sociología de la Desviación, por que los
comportamientos complementarios de la prostituta y del usuario
son normalizados estrictamente. Son consecuentes con el sistema
de organización de la sexualidad y la afectividad de las
sociedades en que se produce. Por más indicaciones que se
"¡Qué quieren que haya de inmoral entre dos personas
adultas que deciden libremente tener este intercambio I". (Corso
y Landi 1991: 259).17, hagan de su singularidad o de su
carácter sui generis, no deben buscarse sus referencias en
el marco teórico de la sociología de la
desviación.5 La prostituta resulta rechazada desde la
cultura ideal. Pero desde la cultura real es instituida,
tolerada, en tanto se le asigna una función social
reconocida. En virtud de esta asignación es un
comportamiento normalizado e interior al sistema normativo, tanto
desde el uso del cliente como desde la actividad de la
prostituta. Esta contradicción entre cultura real e ideal
da lugar al doble mensaje, o a la coartada de la tolerancia,
presente en la llamada "doble moral" cultural. Convierte a la
prostituta al mismo tiempo en trabaj adora,necesaria y.en
ciudadana „estigmatizada Modernamente, desde algunos
sectores de la sociología, se intenta desculpabilizar a la
persona desviada y "humanizarla" a través del discurso de
la igualdad respecto al resto de la población. Estos
contenidos resultan contradictorios con la coexistencia de los
excesos rehabilitadores y el llamamiento a la tolerancia, ya que
"uno tolera aquello que considera noigual, moralmente inferior o
débil; lo igual a uno mismo lo acepta y lo respeta"
(Liazos 1977: 38). Compañera inseparable de viaje de la
Sociología de la Desviación es la psicología
y en particular el psicoanálisis. Desde ellos se suele
reforzar la visión según la cual los problemas de
los seres humanos no tienen su origen en , disfunciones del
sistema social sino en carencias de esas j personas. Algunos
sectores del psicoanálisis afirman que la /
prostitución sólo es ejercible por mujeres de
estructura / patológica. Cuando esta patología se
sitúa en la neurosis la / afirmación no dice mucho
ya que también se afirma que todos / somos
neuróticos/as y lo que distingue a todos no distingue a
nadie. 18. La Sociología de la Marginación, pese a
sus declaraciones constitutivas, corre el riesgo de tener los
mismos efectos que generalmente intenta combatir: la
designación marginante de los grupos estudiados. El
ejercicio de la prostitución, carece de la mayoría
de los factores que se definen como constituyentes de la
marginación.6 Es una actividad que, en la forma de
organización social que la inscribe tiene carácter
de institución funcional integrada en.el, sistema. Incluso
si se aceptan los criterios de marginalidad es difícil
situar al conjunto de un colectivo que contiene situaciones
variadas en los aspectos de su vida personal y profesional.
Sorprende que las prostitutas no hayan creado una subcultura
propia y códigos sexuales alternativos, como sucede en los
grupos marginales, sin considerar este hecho como un posible
síntoma de su carácter no marginal. Un primer nivel
de confusión procede de la referencia a la
prostitución en general partiendo de la
prostitución callejera, que en estos momentos es
minoritaria y decreciente, la cual tiene las Tal como
señala el sociólogo Pere Negre el término
"marginación" encierra una cierta ambigüedad y es
utilizado de forma diversa. Este autor estaría
relativamente de acuerdo con los. funcionalistas que la
identifican o confunden con la desviación y la anomia.
Juzga este autor que la renuncia a u€ïTízar este
concepto genérico de marginación social es "una
moda de la sociedad post-industrial" y una de las "represiones
del lenguaje [ . ] de la cual nos conviene liberarnos casi ..
psicoanalíticamente hablando" (Negre 1990: 47). Se debe
responder a ello que el ampliar y dispersar el campo de lo
denunciable puede satisfacer el espíritu
supercrítico pero al mismo tiempo difumina los perfiles de
lo denunciado. En este sentido es preferible "reprimirse" y
acotar los sectores realmente marginados y analizar si dicha
marginación le es propia o debida a la pertenencia a una
característica de situación compartida con otros
sectores sociales. En este libro se utiliza el concepto de
marginación que el propio Pere Negre ofrece: "falta de
participación o integración en el sistema social"
^Negre 1990: 35).19 Características más
deterioradas. Sin embargo habría que distinguir
cuáles de estas características son compartidas con
el sector social general en el que se inscribe. Un segundo nivel,
más importante, de confusión consiste en no
distinguir entre la prostituta como ciudadana y la
prostitución como actividad. Si bien la prostituta como
persona puede surgir de la marginación, convivir con ella
o permanecer en ella, como actividad no debe situarse en la
marginación. El sociólogo/a debe estar
especialmente atentopara no confundir el sistema normativo y de
valores de la cultura ideal con el que opera efectivamente en la
cultura real.7 Si se prescinde de la cultura real y se centra la
atención en la cultura ideal (es decir en el sistema de
normas positivas del sistema jurídico y moral así
como en las normas y valores transmitidos y repetidos en
términos declaratorios del "deber-ser" social) la
prostitución no debería tener cabida en el sistema
social. Sin embargo, si se toma como referencia la cultura real
(el sistema normativo y de valores operante, y en la clara
funcionalidad atribuida a la prostitución para la defensa
del funcionamiento del sistema y sus instituciones) tiene todas
las características de institución interna al
sistema. No sólo como complemento y garantía de las
instituciones que enmarcan, regulan y sitúan la
organización de la sexualidad, la afectividad, la
reproducción y la socialización. Funciona
además como válvula Malinowsky recomendaba como
función del investigador/a el estudio de la distancia y
diferencia entre cultura ideal y cultura real.20 de seguridad y
escape de dicha organización, e incluso para amplios
sectores de la población adquiere categoria de
función positiva. Es el caso de la iniciación
sexual del varón joven, o de su uso como recurso
simbólico de la virilidad. Esta aparente
contradicción es la que lleva a calificar la
prostitución como "mal necesario" o "mal menor", cuando
implícitamente se la considera "bien necesario".8 El
problema se origina en la falta de diferenciación entre
los conceptos "prostituta" y "prostitución". Así se
evidencia en la afirmación de un sociólogo: "la
prostitución surge de la marginalidad y margina de
algún modo a quienes la practican" (Negre 1988: 95). Lo
que puede surgir de la marginación es, en algunos casos,
la prostituta pero no la prostitución, ya que ésta
surge de la normalidad institucional. La prostitución no
está al otro lado del límite del sistema social
funcional, sino en la parte interior del sistema, situado junto
al margen como uno de los elementos de refuerzo de algunas
instituciones básicas del sistema. No entender esto hace
que en algunos casos se produzca la sorpresa porque los
referentes comportamentales sean diferentes. Se organizan
así "La Iglesia ha considerado siempre que la
prostitución es un mal social, que es un mal moral, pero
hay males sociales que son necesarios, es decir, pensando en
números de gran población que un sector de la
población acuda a la prostitución, esto es siempre
previsible, lo cual no quiere decir que haya que presentarlo como
un ideal ético ni que haya que justificarlo como un ideal
humano [ . ] en algún modo sí .. cumple una
función social" según un interlocutor de la
Iglesia."Es evidente que un hombre que tenga una dificultad
sexual insuperable a lo mejor puede encontrar una salida por este
camino; es una mala salida pero a lo mejor puede ser un mal
menor" según una persona de Alianza Popular
(Fundación Solidaridad Democrática 1988: 76).21 de
forma más próxima al interior del sistema, y no
respecto a los grupos marginales como sería el caso de la
delincuencia.9 La prostitución no sólo es interior
al sistema por la evidencia de su función necesaria al
sistema, sino también por la normalidad de
su-funcionamiento. No es fácil sostener que es una
"profesión no integrada en la dinámica social"
(Solidaridad Democrática 1988: 37). Es una
profesión con una larga tradición; ofrece en el
mercado un producto diversificado claramente tipificado y
tarifado; sus lugares de trabajo están localizados, aunque
tiene características en común con la
economía sumergida, no es totalmente equiparable pues no
participa de su nivel de ocultación; sus horarios son
regulares, conocidos y semejantes al resto de los trabajos; y sus
condiciones de higiene y seguridad tienden a regularizarse y no
tiene más problemas que otros sectores de actividad. Los
únicos aspectos diferenciales que se derivan de su falta
de reconocimiento formal son la exclusión del derecho
laboral, de la utilización de algunos servicios
públicos, y el rechazo del Estado a aceptar su
tributación fiscal. Así como las actividades de la
economía sumergida responden a la voluntad de
ocultación de sus actores, la prostitución no
pretende tal ocultación, es visible y el Estado niega su
existencia como actividad. Sólo consta alguna referencia
en el Código Penal. La Sociología de la
Marginación, además corre el peligro denunciado por
Gouldner en su crítica a Becker de unir a la
"concepción del marginal como víctima [ . ] la
concepción más .. moderna de alguien que debe ser
administrado y debe serlo de forma mejor, por un aparato
burocrático de custodios oficiales» {Gouldner 1979:
46).22 Más importante que el ejercicio teórico de
aceptación e inscripción en las categorías
mencionadas es la necesidad epistemológica y
metodológica de organizar adecuadamente la mirada. Cuando
se parte del apriorismo de la desviación y de la
marginación, adquieren mayor relieve los aspectos
diferenciales. Se atribuye el carácter diferencial a
fenómenos que se deben no tanto al ejercicio de la
prostitución como al hecho de la procedencia o pertenencia
a un sector social concreto en el que tales fenómenos son
comunes. Al mismo tiempo no se perciben los tiempos y hechos
cotidianos más "normalizados".1 ° La
prostitución no debe ser examinada desde la
Sociología de la Marginación ni desde la
Sociología de la Desviación, sino desde las
diferentes ramas de la sociología que se aplican a las
situaciones "normalizadas". En este sentido se puede analizar
mejor desde la Sociología del Trabajo, la
Sociología de las Profesiones, la Sociología de las
Organizaciones, y desde el campo de la organización social
de la sexualidad y de la afectividad. Las historias de vida
ofrecen una riqueza informativa considerable y variada. El exceso
interpretativo que parte del apriorismo encuentra en estas
historias manifestaciones que confirman su apriorismo. Cuando las
respuestas no son las deseadas o las esperadas pueden ser
interpretadas como falseamientos conscientes, fabulaciones,
mecanismos de compensación o sublimación de su
realidad, e incluso como contradicciones fruto de una
personalidad patológica. De esta manera las posibles
refutaciones de las hipótesis y apriorismos sirven para su
confirmación.23 El presente libro se sitúa no tanto
en la perspectiva beckeriana de identificación con el
discurso del marginal,11 sino más bien en la óptica
gouldneriana de la escucha selectiva de las propias protagonistas
en especial de aquellas que presentan propuestas de posible
transformación de su situación como prostitutas y
que asumen el carácter de actoras del cambio. El
análisis se enfoca más que en el papel de las
instituciones y situaciones que las condicionan de forma
más inmediata, en las instituciones fundamentales que
producen el fenómeno.

Dilema huevo/gallina:

En el orden lógico del análisis del origen
o la causa de este fenómeno por omisión o por
defecto, existe cierta confusión con la génesis de
la prostitución. Se suele identificar lo que es la causa
última de la existencia con los factores y condiciones
para que se produzca. No sólo en el saber popular sino
también entre los/as investigadores es frecuente
identificar como causa la situación o las Se evita esta
identificación porque "los mismos marginales ven el mundo,
en un grado sorprendente, desde el punto de vista de la sociedad
respetable [ . ] De este modo si .. estudiásemos a los
marginales desde su propio punto de vista tendríamos que
adoptar el punto de vista de la cultura dominante" (Gouldner
1979: 47). Posicionamiento análogo al que Gouldner adopta
al estudiar la teoría de Becker: "En la medida en que esta
escuela teórica tiene un impulso crítico, lo dirige
a las instituciones vigilantes que realizan la tarea de
corrección, no contra las instituciones fundamentales que
produce el sufrimiento del desviado" (Gouldner 1979: 46).24
características de las mujeres que componen la oferta de
prostitución. En la dialéctica oferta/demanda, no
en todos los casos la oferta induce a la demanda, ni viceversa.
Según las características de la necesidad a la que
refiere el bien o servicio, el vector causalidad adquiere una u
otra dirección. Dada una forma determinada de
asignación de funciones a la sexualidad y a la afectividad
en la organización social, y las características
del sistema normativo e institucional resultante, con los roles
diferenciales que se derivan, la prostitución adquiere el
carácter de necesidad funcional para dicha
organización del sistema social. Resulta esclarecedor el
texto de las Naciones Unidas: "Mientras haya demanda de tal
comercio por parte de los hombres, es indudable que
responderá a ella una oferta femenina, pese a las penas
que puedan imponerse a las prostitutas" (1959). El orden
lógico del análisis no debe partir de la causalidad
de la oferta sino de la reflexión respecto a la
naturaleza, componentes y condiciones de producción de la
demanda. Es decir, se trata de analizar el por qué los
varones conforman esa demanda. El componente dominante, aunque no
exclusivo, de la demanda es la actividad sexual y afectiva, que
lleva a la necesidad de caracterizar mínimamente la
organización de la sexualidad y la afectividad en nuestra
sociedad. El marco general de la sexualidad está
constituido por la función reproductora en el contexto de
la unión monogámica matrimonial. Se organiza de
acuerdo con las exigencias del sistema patriarcal, cuyo eje25
protagonista es el varón. La mujer es subordinada en sus
papeles especializados y personalmente diferenciados de las
reproductoras y las que cumplen el papel de supuesto objeto de
placer. En la sociedad patriarcal-mercantil, la esposa es
propiedad del varón y las relaciones complementarias y
sustitutorias tienen carácter de compraventa del servicio
o de alquiler del sujeto. La monogamia se asegura a partir de la
imposición institucional y real de la monoandria para la
mujer y de la monoginia institucional para el varón. Se
complementa con una tolerancia paralela (cuando no
aprobación social) de la poliginia encubierta del
varón. Constituye así como instituciones reales
paralelas, el adulterio y la prostitución. Las expansiones
amorosas son situadas en la lírica, la novelística,
el cine, y las llamadas "revistas del corazón". Los
lugares y personajes están siempre alejados de la persona
media. En algunos casos estas expansiones se asignan a etapas
concretas de la biografía personal. Pero la afectividad en
último término se reduce a un sistema articulado de
deberes en función de los papeles diferenciados: al
varón la producción y a la mujer la
reproducción. La afectividad más lírica (o
romántica) puede coincidir con el cumplimiento de los
mandatos sociales del programa biográfico. Sin embargo, en
términos generales se configura de forma más
prosaica como un discurso-cebo institucional, o como deber
funcional al lugar que se ocupa en el proceso institucional. La
afectividad tiene contenidos, y por tanto26 aprendizajes,
diferenciados en el varón y en la mujer. Se define
así la dirección, la intensidad, las formas de
manifestación y el nivel de implicación en la
sexualidad. La diversidad se determina por la relación de
propiedadsubordinación que se manifiesta en su
carácter diferente como "don gracioso" para uno y como
"entrega incondicional" para la otra; de reclamación y
conformidad; de donante y tomante; como ser activo y ser pasivo.
Todo ello se pretende sostener mediante unos supuestos
básicos funcionales tales como la necesidad
fisiológica ("natural") impulsiva, expansiva y polimorfa
del varón.13 Se produce una negación manifiesta de
la sexualidad de la mujer que, junto al efecto
subordinación, le lleva a una pasividad natural.14
Implícitamente, sin embargo, opera lo contrario. En la
cultura masculina existe el convencimiento de que la
potencialidad de placer de la mujer es incontrolable en cuanto
descubre la sexualidad; no antes. Esto lleva a veces a pensar que
las prostitutas son mujeres "viciosas" o "ninfómanas" que
descubrieron su sexualidad. Por tanto toda mujer es
potencialmente una prostituta. Se intenta "Yo pienso que es la
tendencia natural del hombre, en cuanto a exigencia
biológica. Indudablemente desconectada de unos criterios
éticos que pueden encauzar o canalizar eso que es un
impulso natural [ . ] en todas las especies biológicas ..
existe, digamos, un atractivo de la mujer, de la fémina,
sobre lo masculino. En consecuencia, creo que aquí se
cumple un guión de la naturaleza que es hasta cierto punto
normal" según un policía (Fundación
Solidaridad Democrática 1988: 108). Se citan ciudadanos/as
y no intelectuales o expertos/as, ya que sin análisis ni
elaboración la población general refleja con mayor
exactitud los diversos aspectos de la sedimentación
ideológica. "En la mujer se ha desarrollado menos el
instinto sexual permanente y en consecuencia ha tenido menos
necesidades de cubrir este instinto sexual" según una
persona de Alianza Popular (Fundación Solidaridad
Democrática 1988: 108).27 que la práctica sexual
con la legítima esposa no lleve a ésta a "sentir".
Esa es la razón por la que en algunas culturas
(árabes) se practica la castración preventiva de
las mujeres. La mujer (esposa) que manifiestamente siente placer
pude ser considerada prostituta.15 La funcionalidad reproductiva
asignada al sexo, ha hecho que socialmente se hayan condenado
expresamente aquellos actos o formas que no llevan directamente a
la reproducción legítima. Originariamente se
otorgó la capacidad del dictamen y el etiquetaje de esas
actividades a la Iglesia, que desarrolló una
casuística minuciosa de posibles pecados. Modernamente,
desde una supuesta cientificidad, esta función de
etiquetaje individual.ha sido conferida a la psiquiatria y x__ la
psicología-. En los manuales de psicopatología se
puede encontrar un listado exhaustivo de trastornos o
perversiones que, de forma sospechosa, observan una
correspondencia coincidente con los pecados descritos por la
moral religiosa, cambiando sus nombres por términos de
sonoridad más científica. Parte de este inventario
de actividades es lo que en el ámbito de la
prostitución se conoce como los "números" o las
"especialidades". Esas prácticas, excluidas generalmente
del matrimonio, encuentran su lugar en la prostitución y
justifican una de las supuestas funciones de la misma.16 "E1 acto
sexual realizado por placer deshonra a la mujer y a la madre y
hace de ella una prostituta ávida de placeres"
descripción hecha por W. Reich de la ideología
convencional (citado por Osborne 1978: 18) El programa no siempre
funciona ya que la mujer en este modelo de matrimonio
también puede sentir carencias e insatisfacciones de orden
afectivo y sexual. Que el discurso 28. La idea del sexo como
elemento sucio y pecaminoso persiste incluso más
allá de la adscripción moral-religiosa. La
religión, incluso una vez negada, permanece como
componente cultural y como residuo internalizado. El sexo para
dejar de ser considerado pecaminoso, y en consecuencia liberarse
de la culpa, requiere de elementos de supuesta
dignificación y legitimación. En esta linea opera,
el mecanismo tradicional mediante el cual lo que era indigno y
reprobable horas antes del matrimonio, se convierte en digno y
cuasi-santo tras la ceremonia nupcial. Es difícil la
adaptación mental a cambio tan brusco y repentino. En
culturas más tolerantes se propone la dignificación
mediante el mensaje insistente de la unidad indisoluble entre
sexo y afectividad. Dicha afectividad se suele identificar con
unos mínimos de intensidad y de compromiso existencial o
proyecto de formalización, en un marco monogámico o
como máximo de monogamias sucesivas. Fuera de estas
líneas generales, sólo queda la condena moral o
incluso la designación psicopatológica para la
persona que practica la promiscuidad. Con las premisas
precedentes, un amplio campo de la práctica sexual queda
culpabilizado. En el caso de la mujer, manifiesto no pueda
admitir la sexualidad como necesidad, la menos frecuente
disposición de dinero, su marginación del
ámbito extradoméstico y su sumisión a la
exclusividad sexual del hombre, no permiten la
institucionalización de una prostitución masculina.
Este hecho y que haya sido educada con mayor incidencia de lo
afectivo produce la compensación mediante el adulterio no
prostitutivo. Así como la mujer llega a suponer y en
muchos casos a aceptar el uso de la prostitución y el
adulterio del marido, en la mayoría de los casos el
varón teme pero no se permite imaginar el adulterio de la
esposa. Incluso en el caso de que tenga relaciones con casadas no
piensa que esto pueda suceder con su esposa.29

La promiscuidad le proporciona la designación
exterior, y su reflejo interior como prostituta. Actúa
como imagen autorrepresiva más allá de la
racionalización de la moral. La tolerancia que se le
concede al varón, no siempre le libra de ello, ya que la
tolerancia supone la posibilidad de realizar lo tolerado percL
precisamente a cambio del coste de la culpabilización.17
Aunque en ocasiones el varón lo siente como elemento de
afirmación de su virilidad y consecuente con su supuesta
naturaleza. La diferencia en la socialización de roles
sexuales produce dos culturas diversas, relacionadas en un
esquema de subordinación y relativamente incomunicadas.
Sus contenidos referidos a la sexualidad y la afectividad son
diferentes, cuando no opuestos, de tal manera que donde,
según el discurso ideal, existe reciprocidad, se da un
intercambio desigual de expectativas irrealizables e
incomprensibles desde cada una de las partes. La relación
sexual, como la afectiva, se produce en el marco de
socialización de la dependencia, y de la
inhabilitación social para la autonomía y la
soledad. Está reforzada por una tendencia cada vez mayor
hacia la Al respecto es interesante la interpretación que
una prostituta hace de ciertos comportamientos de sus clientes:
"He estado con individuos que al acabar eran agresivos,
violentos. [ . ] los_hombres después de hacer el amor son
.. siempre muy agresivos [ . ] ellos se sienten culpables de ..
venir con nosotras". U otra: "Cuando un tipo pide '-•' '
.especialidades,, él no se reprocha nunca de haberlas
solicitado, sino por el contrario a la mujer por haberlas
aceptado. Y esto, vale para todo el sexo en general, para el
simple acto [ . ] para los hombres, el sexo de la mujer es una ..
cosa mala. Ellos hacen el sexo de la mujer sucio, pero en el
fondo es su sexo el que no pueden soportar. Entonces ellos acusan
a la mujer" (Jaget 1975: 53 y 88).30

Partes: 1, 2

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