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Didáctica y evaluación en los procesos educativos complejos



  1. La
    educación como proceso cultural y sus desafíos
    ante el pensamiento complejo
  2. La
    didáctica y la evaluación en el modelo
    educativo de la Multiversidad Mundo Real Edgar
    Morín
  3. Transdisciplinariedad. Idea Rectora. Premisas.
    Principios integradores
  4. Evaluación y didáctica
    crítica, desde la complejidad
  5. Algunas preguntas para la
    autoevaluación

Una propuesta didáctica crítica debe ir
precedida de una reforma en el pensamiento, pues no hay pensar
educativo fértil, ni proceso enseñanza
aprendizaje transdisciplinario eficaz, sin cambiar las
mentalidades. Esta concepción está presente en el
ideario de Edgar Morin. La transdisciplinariedad se funda en un
aval cultural, que propicia encontrar las interconexiones sin
apriorismos y supuestos preconcebidos. Se da porque emerge del
sentido cultural y complejo con que se asume la realidad
estudiada.

La
educación como proceso cultural y sus desafíos ante
el pensamiento complejo

En los marcos de la formación humana y su
desarrollo cultural, la educación resulta imprescindible.
Ella constituye el medio por excelencia a través del cual
se cultiva el hombre y se prepara para la vida y la
sociedad.

Sin embargo, en las condiciones actuales la
educación no prepara para la vida. No está en
condiciones de desarrollar una cultura de la razón y los
sentimientos: una cultura del ser. Es incapaz de vincular
estrechamente el mundo de la vida, el mundo de la escuela y el
mundo del trabajo.

Los paradigmas de corte positivista, gnoseologistas,
reduccionistas, objetivistas, intolerantes y autoritaristas,
convierten a los educandos en objetos pasivos. No importa que en
las teorías didáctico- pedagógicas se hable
de métodos activos, cuando los docentes presentamos
nuestra verdad como la verdad absoluta. No se crean espacios
comunicativos para construir conocimientos y revelar valores. El
trasmisionismo gnoseológico y el inculquismo
axiológico siguen imperando con fuerza
indetenible.

El sentido cultural y cósmico, propio del pensar
complejo, brilla por su ausencia.

El carácter disciplinar de la enseñanza
convierte la educación en una ciencia que divide y desune
con vacías abstracciones. La naturaleza, la sociedad y la
cultura no llegan al estudiante como una totalidad
sistémica, en cuya relación, la naturaleza y la
sociedad se humanizan y el hombre y la sociedad se naturalizan.
La enajenación progresiva lo invade todo. La conciencia
ecológica y bioética no se integra al corpus de la
cultura. Se impone por necesidad una ecosofía.

La
didáctica y la evaluación en el modelo educativo de
la Multiversidad Mundo Real Edgar Morín

La didáctica y la evaluación en el proceso
enseñanza- aprendizaje, fundado en el modelo educativo de
la complejidad, debe ser consecuente con los propósitos
que lo anima, ante todo con el pensamiento de Edgar
Morin.

Si ciertamente "la didáctica es el conjunto
sistemático de principios, normas, recursos y
procedimientos específicos que todo profesor debe conocer
y saber aplicar para orientar a sus alumnos en el aprendizaje de
las materias de los programas, teniendo en cuenta sus objetivos
educativos", no pude perder de vista el espíritu de la
complejidad para poder preparar al hombre para el trabajo creador
y la vida con sentido. Esto significa que la filosofía o
cosmovisión morineana debe servir al docente de fundamento
teórico, metodológico y práctico, en la
dirección del proceso enseñanza- aprendizaje, pues
existen varias didácticas, en correspondencia con la
filosofía de la educación que asuma el docente. Su
posición filosófico- educativa,
determinará:

 a) las técnicas más recomendables de
enseñanza.

 b) Los principios, normas y conclusiones de la
Filosofía de la educación.

 c) Los descubrimientos y conclusiones de las
ciencias educativas, como la biología, la
psicología y la sociología de la
educación.

 d) La experimentación y las
prácticas de más comprobada eficacia de la
enseñanza moderna.

    No existe una "mejor técnica
de enseñanza" en términos absolutos y determinable
a priori; pero, dentro de las circunstancias inmediatas
de la realidad, es siempre posible determinar cuál es, en
cada caso, la técnica de enseñanza más
factible y aconsejable; para eso se exige comprender y discernir
todos los datos de la situación real e inmediata sobre la
que se va a actual.

    Ámbito de la
didáctica.

  Son cinco los componentes de la situación
docente que la didáctica procura analizar, integrar
funcionalmente y orientar para los efectos prácticos de la
labor docente: el educando, el maestro, los objetivos, las
asignaturas y el método[1]

Pero estos componentes didácticos, resultan
eficaces siempre y cuando se desarrollen en espacios
comunicativos y fertilizados por la transdisciplinariedad que une
y religa las partes en el todo y el todo en las partes, sin
reduccionismos. Con ello, la didáctica deviene al mismo
tiempo, autoconciencia heurística para un proceso
enseñanza- aprendizaje creador, de autogestión, que
no separe el conocimiento de los valores, que tenga en cuenta las
posibilidades inagotables del lenguaje y los recursos narrativos,
ensayísticos, poéticos, etc., así como el
uso racional de las plataformas tecnológicas, garantizando
la preeminencia de los educandos como sujetos que actúan,
piensan, sienten valoran, conocen y se comunican.

Transdisciplinariedad. Idea Rectora.
Premisas. Principios integradores

Idea Rectora para la transdisciplinariedad: La cultura
como ser esencial del hombre y medida de su ascensión,
como sensibilidad humana y humanidad concreta que vincula en
indisoluble unidad lo físico, lo biológico y lo
social del hombre. Como naturaleza humanizada que integra en
síntesis los atributos cualificadores del hombre en
relación con la naturaleza ( ecosistema ): conocimiento,
valores, praxis, comunicación, sobre la base de las
necesidades- los intereses – los fines – los medios y
condiciones- hasta el resultado, que es al mismo tiempo, comienzo
de un devenir que transcurre de modo espiriforme, en esencia,
contradictorio e incierto…

Esta idea rectora, es congruente con la tesis del
documento: "Elementos para la transdisciplinariedad", que
dice:

"Si la finalidad de la mirada transdisciplinaria del
mundo es la de colocar al hombre en el centro del universo en
relación con el conocimiento que éste ha generado y
genera, es importante aclarar la idea de complejidad.

Desarrollada por Edgar Morin, la complejidad es una
forma de pensar lo humano, el conocimiento y el mundo, en su
unidad fundamental, a partir de la diversidad. En este sentido,
la complejidad, del latín complexus, "lo que
está tejido junto", hace alusión a una red
interconectada de fragmentos, de islas de saberes y conocimientos
que posibilita la comprensión del mundo desde una
visión global y solidaria, pero no totalizadora. La
noción de complejidad se une, a su vez, al origen de un
modo de pensar conocido como pensamiento complejo, cuyo
método se funda sobre siete principios o saberes
necesarios para acometer la aventura humana de reconexión
del conocimiento.

El fin del pensamiento complejo será el de
religar los conocimientos humanos fragmentados, mediante la
aplicación de los siete principios. Lo anterior en un
contexto de planetarización, en el cual se define la
aventura humana como un proceso de simbiosis gradual entre el
destino de la especie y el devenir del planeta y el
cosmos.

Desde la perspectiva del pensamiento complejo, el hombre
se convierte en un viajero del conocimiento a la búsqueda
del sentido de su existencia, éste último ligado
irremediablemente a una compresión del destino del planeta
en el que habita y el cosmos del que es
parte"[2].

La cultura, es integradora y compleja per se, por eso,
en sus varias aristas, religa, en sí misma, los distintos
atributos cualificadores de la actividad humana: conocimiento,
valores, praxis y comunicación. Además, la
actividad expresa el ser de la realidad social, y ésta
integra en síntesis, lo físico, lo biológico
y lo social.

Esto significa que los Siete saberes son determinaciones
concretas de la cultura, y al mismo tiempo, principios
integradores del quehacer humano, tanto en su singularidad, como
en su universalidad. Por tanto los Siete saberes deben constituir
cauces transdisciplinadores, si seguimos el espíritu de
Morin; es decir, pueden tributar las ideas para la
conjunción sistémica y dinámica de las tres
Áreas (Área de formación para el mundo real,
Área de desarrollo profesional específico, y la de
Aprendizajes integradores), así como su concreción
en la Estructura Transdisciplinaria (Nodos transdiciplinarios)
con las respectivas materias curriculares.

Esto funda más aún, la cultura como idea
rectora, si tenemos en cuenta otro momento del documento citado:
"La transdisciplinariedad se propone ir más allá de
la mera integración o cooperación entre
disciplinas, para replantear la cuestión de la
interconexión de los campos del conocimiento desde una
perspectiva doble:

  • 1. Situar al hombre como el actor central de un
    viaje integrador del conocimiento, capaz de revelarle la
    comprensión de su destino como humanidad.

  • 2. Situar al conocimiento humano como un vasto
    océano interconectado de conocimientos y saberes
    solidarios, sin fronteras definidas, que constituye y refleja
    la más alta creación que como humanidad hemos
    sido capaces de lograr."(…) Hombre y conocimiento.
    Viaje y océano. Exploración e
    integración. Incertidumbre y comprensión.
    Aventura humana y comprensión de nuestra humanidad,
    esto es lo que pretende ofrecernos la
    transdisciplinariedad"[3].

De todo lo anterior se derivan cuatro premisas
encauzadoras de una eficaz didáctica
transdisciplinadora:

1ra. Aval cultural del personal docente para poder unir
en la diversidad y diversificar en la unidad, sobre la base,
además, de la comprensión del enfoque de
complejidad.

2da. Concebir la Cultura como idea rectora del proceso
transdisciplinador, en sus múltiples mediaciones,
señaladas al inicio de la fundamentación. Creo que
el propio Morin lo concibe así. Ante la pregunta:
¿Qué es para usted la finalidad de la
enseñanza?, Edgar Morin responde: "Enseñar la
cultura en un sentido muy amplio, la ciencia, la literatura, la
historia…Es esa cultura la que permitirá que cada
persona reflexione sobre su propio destino. No se trata
únicamente de acceder al conocimiento, sino de vivir la
vida. Yo quiero enseñar a vivir, ayudar a enfrentarse a
los problemas de la vida."[4]

3ra. Asumir los Siete principios de Edgar Morin, como
concreción de la cultura y desplegarlos en todo el
sistema: Áreas de Formación para el mundo real
(desarrollo humano) – Desarrollo profesional
específico – Aprendizajes integradores – Estructura
transdisciplinaria (nodos) – Materias
curriculares.

4ta. Concebir la transdisciplinariedad como un proceso
sistémico – complejo, a desarrollarse en toda la carrera,
pues su "(…) objetivo es dar una orientación
común a las disciplinas y centrarlas en relación
con las necesidades y aspiraciones humanas". Se trata de ir a
través de y más allá de las disciplinas con
el objetivo de buscar un nuevo sentido a la aventura humana, a
través del redescubrimiento de la unidad fundamental del
universo, de la vida y del hombre"[5].

Ahora bien, cómo concretar la
transdisciplinariedad en cada Licenciatura, siendo consecuentes
con todo lo expuesto anteriormente:

1ro. A partir de una concepción, siguiendo las
ideas de Morin, que priorice la filosofía de la cultura y
la Humanidad del hombre, sobre la base de "Los siete saberes
necesarios para la educación del futuro". Además,
es congruente con las tesis de principio de Morin. Creo, que esta
obra, deben conocerla a profundidad todos los maestros que
trabajarán en la Universidad, independientemente de la
materia que impartan. ¿Por qué? Porque les
ayudará a aprehender un sentido cósmico, cultural y
complejo del hombre, la subjetividad humana y su mundo, necesario
para poder transdisciplinar.

Por otra parte, contribuye a integrar los temas que
sugiere Edgar Morin:

1.-El cosmos.

2.-La tierra.

3.-La vida.

4.-La humanidad.

5.-La cultura adolescente.

6.-La complejidad.

7.-La literatura.

8.-El arte

9.-La filosofía.

2do. Como no ha tenido lugar una reforma del pensamiento
que soslaye la disyunción, la reducción, la
abstracción y el determinismo etc. se hace necesario,
acceder a nuevas perspectivas epistemológicas para
aprehender la complejidad de lo real. La teoría de la
complejidad y el pensamiento complejo asume "(…) la
heterogeneidad, la interacción y el
azar"[6]… como totalidad sistémica,
fundada en tres principios: "el dialógico, la recursividad
y el principio hologramático:

1. El dialógico: No asume la superación de
los contrarios, sino que los dos términos coexisten sin
dejar de ser antagónicos. Valora en grado máximo la
conexión como condición del sistema.

2. Recursividad. El efecto se vuelve causa, la causa se
vuelve efecto; los productos son productores, el individuo hace
cultura y la cultura hace a los individuos.

3. El principio hologramático. Este principio
busca superar el principio de holismo y del reduccionismo. El
holismo no ve más que el todo; el reduccionismo no ve
más que las partes. El principio hologramático ve
las partes en el todo y el todo en las partes."[7]
El conocimiento profundo por los docentes de estos tres
principios desarrollados por Morin, es de capital importancia
para encauzar la transdisciplinariedad, pues ellos mismos, por
supuesto, como principios, son transdiciplinarios per
se.

3ro. Para transdisciplinar, en el proceso
enseñanza – aprendizaje es necesario un esquema
cognitivo flexible que advenga del propio espacio comunicativo
creado, en tanto proceso para la comprensión de sí
mismo, de sus circunstancias ecológicas y del mundo en que
está inserto, capaz de aprehender una ecofilosofía
que le permita hacerse transparente en el mundo y transparentar
el mundo en él[8]La comunicación
transdisciplinaria emerge del proceso mismo, siempre y cuando,
esté mediada por una didáctica crítica,
descentrada, y fundada en la complejidad. Todo debe fluir en el
proceso enseñanza – aprendizaje como conciencia
autocomprensiva que une lo diverso, y diversifica lo
único, con sentido cultural contextualizado.

4to. Principios integrativos transdiciplinarios per
se[9]y con posibilidades heurísticas
transdisciplinadoras, que en nuestro criterio, deben ser los
pivotes en que se funde la didáctica crítica para
la transdisciplinariedad:

I. Las cegueras del conocimiento.

Este principio media las tres Áreas, los nodos
transdiciplinarios y las materias disciplinarias. Tributa una
actitud crítica y de sospecha, al mostrar que la verdad no
es mi verdad, que se construye y revela en espacios
comunicativos, pues somos vulnerables a los errores mentales,
intelectuales, de la razón, a las cegueras
paradigmáticas, a la incertidumbre del conocimiento y la
necesidad del combate vital para la lucidez.

Desarrollar una cultura crítica, de la sospecha,
a partir de la comprensión de las cegueras del
conocimiento, es preparar al hombre para la vida con sentido
cósmico – cultural.

Cuando los docentes toman conciencia de esto, en todas
las materias, ya sea matemática, economía, derecho,
literatura, lógica, historia, política, etc. en sus
contenidos dicho principio adviene, deviene, integra y
transdiciplina. Emerge espontáneamente, porque se ha
integrado a la cultura y procede como una forma de comportamiento
real y natural. Sencillamente advierte que todo conocimiento es
susceptible de errores, que la ceguera del conocimiento es tan
real como la certeza de exactitud y de verdad.

II. Los principios de un conocimiento
pertinente.

Constituye la apertura a una racionalidad con enfoque
complejo, en los marcos del contexto, lo global y lo
multidimensional, en el conocimiento del mundo y su
aprehensión cultural. Esto permite a los docentes concebir
su materia como parte de una totalidad compleja interconectada
con varias mediaciones, sin cuya relación su objeto
resulta abstracto. La pertinencia del conocimiento, se funda en
el hecho real que sin desechar la especialización
disciplinaria, está en condiciones de enriquecerla con la
revelación de nuevas conexiones e interconexiones que le
otorgan mayor nivel de concreción y nuevas posibilidades
de asunción integradora de conocimiento, valores, praxis y
comunicación. De este modo se renuncia a la falsa
racionalidad objetivizante heredada de la modernidad.

III. Enseñar la condición
humana.

Se trata de un principio transdisciplinador de todas las
ciencias, incluyendo, por supuesto, las ciencias sociales y
humanistas, a partir de la comprensión de la complejidad
humana, en tanto síntesis concreta de lo físico, lo
biológico y lo sociocultural. Por eso en la
aprehensión del devenir humano, en relación con el
mundo, vincula o religa todos los conocimientos y saberes en su
expresión discursiva plural, es decir, la literatura, el
arte, la poesía, etc., en tanto distintas formas de
construir el mundo del hombre, en una aventura común,
donde orden, desorden, caos, organización, son momentos de
nuestra relación con la biosfera y el espacio –
cosmos. Esto posibilita la internalización de lo humano de
lo humano, el sentido de pertenencia y de participación
comunitaria, así como la tolerancia necesaria para
comprender la diversidad cultural y la pluralidad de individuos,
como base del diálogo cultural a nivel planetario que debe
reinar.

Enseñar la condición humana, en todas sus
mediaciones complejas: la libertad, la dignidad de la persona, el
decoro, la responsabilidad en sus decisiones, sus derechos, y las
vulnerabilidad y desafíos que le son inmanentes como
sujeto que piensa, siente, actúa, valora y se comunica, es
una tarea imprescindible en la empresa magna de educar para la
era planetaria . Los docentes pueden hacer mucho desde sus
disciplinas concretas. No es difícil, en tan capital
problema, encontrar los hilos integradores conducentes a la
transdisciplinariedad. Adviene y deviene si se planifica con la
racionalidad debida. Cada materia aporta sus contenidos. Todas
refieren de una forma u otra a la persona en relación con
el mundo y en contextos reales.

IV. Enseñar la identidad terrenal.

Enseñar la identidad terrenal, está
estrechamente vinculada a la comprensión de la
condición humana, y las fuentes inagotables del amor
humano para desarrollar una cultura del ser, en detrimento de la
cultura del egoísmo y del tener desmedido que enajena las
verdaderas fuerzas esenciales del hombre. Permite asumir una
nueva visión del desarrollo humano, como ascensión
del hombre sobre la base de una eticidad concreta (ética
de la comprensión planetaria) que haga "resistencia a la
vida prosaica, al consumismo, a la tiranía del dinero y a
la violencia" que trae consigo, para de este modo lograr la plena
comprensión de la unidad y diversidad humana, sustentada
en una cultura del diálogo, que permita ser, compartir y
convivir juntos en la tierra – patria, en tanto puede
desarrollarse una ciudadanía terrestre con pensamiento
policéntrico, libre de comportamientos racistas,
prepotencia y segregación.

La identidad terrenal hay que construirla y la
educación universitaria puede contribuir a ello, como bien
argumenta Morin.

Enseñar la identidad terrenal no es un problema
disciplinar, sino transdisciplinar. Las distintas materias poseen
contenidos ricos en determinaciones que cada docente puede
aprovechar convenientemente, en función del desarrollo del
sentido de pertenencia identitaria terrenal y de comunión,
que se quiere lograr.

V. Enfrentar las incertidumbres.

Hay que desarrollar una reforma de las mentalidades para
vivir y convivir en la era planetaria. Una era permeada de
incertidumbres en todos los órdenes del devenir humano.
¿Cómo enfrentar las incertidumbres? A través
de la comprensión, como "medio y fin de la
comunicación humana", capaz de asumir la trama de la vida
en sus contradicciones reales. Crear espacios comunicativos para
construir conocimientos en medio de las incertidumbres, y revelar
valores, cultivando la sensibilidad que todo ser humano lleva
dentro como semilla dormida que espera la ocasión para
despertar. La mundialización de la comprensión es
un cauce insoslayable para lograr tales fines. Comprensión
que no se da por generación espontánea a
través del consenso, sino mediante la comprensión
de la propia comprensión, si pensamos sintiendo, y
sentimos pensando, al margen de las teleologías abstractas
que solapan las incertidumbres, para presentar un devenir
rectilíneo y simplista, pleno de "certezas y verdades"
apriorísticas.

El pensamiento complejo, contrariamente al pensamiento
único y simplificador, concibe la vida como un horizonte
de opciones inciertas y ciertas, que espera, desespera y se
construye a cada instante.

Enseñar enfrentar las incertidumbres, es posible
hacerlo desde la disciplinariedad con vocación
transdisciplinaria, en la medida que cada docente presente su
materia y los temas que trabaja, en sus contradicciones reales, y
la comprensión del hombre se haga con perspectiva
compleja, que es al mismo tiempo, comprenderlo en su trama
polidimensional de retos , opciones y posibles
elecciones.

VI. Enseñar la comprensión.

La comprensión es la llave maestra de la
transdisciplinariedad. Comprender, herméuticamente, es
vincular, establecer nexos entre significante y significado.
Significar, contextualizadamente, las conexiones e
interconexiones que dan sentido al discurso para la
comunicación intersubjetiva. Esto puede vehicularse
transdisciplinariamente, desde las disciplinas, si
conscientemente los maestros entienden la necesidad de la
comprensión humana en la compleja trama de la
vida.

Se requiere de una cultura de la comprensión,
fundada en la educación comprensiva de la tolerancia para
asumir con eficacia los obstáculos de la
incomprensión y la comprensión misma, los
autoritarismos infecundos, la ignorancia de los retos que
presenta la trama de la vida, tanto a nivel de conocimiento como
a nivel de los valores, fundados en ideas, argumentos, visiones
diferentes, de carácter egocéntrico,
etnocéntrico, sociocéntrico, en detrimento de la
individualidad, la socialidad o la cultura de grupos. Es
necesario, entonces, en función de la comprensión
productiva con todos y para todos, asumir una conciencia de la
complejidad humana que presida las acciones con apertura
subjetiva incluyente, para comprender las incertidumbres de lo
real, del conocimiento, de los valores, en fin, la incertidumbre
de la ecología y de la acción, en pos de la
humanidad planetaria que requiere el futuro de la supervivencia
de nuestro planeta: La humanidad como destino planetario, es
decir, la sensibilidad de la comprensión para ponerse en
el lugar del otro, sin dejar de ser, y sin atomización ni
homogeneidad estériles, por ineficaces e inviables, humana
y culturalmente.

VII. La ética del género
humano.

La ética de género humano, compendia en
síntesis concreta toda la cosmovisión humanista de
la obra de Edgar Morin, particularmente el contenido de "Los
Siete saberes necesarios para la Educación de futuro". Su
idea pedagógica rectora se generaliza teóricamente
en: Una Cultura del ser existencial para la convivencia humana,
sin autoritarismo e intolerancias estériles, como
prerrequisito para el advenimiento de una humanidad como
ciudadanía planetaria, donde la relación individuo
– sociedad – especie, se aborde en toda su
complejidad de mediaciones, determinaciones y condicionamientos
contextuales planetarios. Una ética que propicie la
democracia participativa y se construya en espacio comunicativos,
sobre la base de la razón y la sensibilidad
dialógicas[10]

Evaluación
y didáctica crítica, desde la
complejidad

El modelo educativo de la Multiversidad Mundo Real Edgar
Morin, dando respuesta a su visión compleja del mundo en
relación con el hombre y a su misión de preparar al
hombre para el trabajo creador y la vida con sentido, concibe la
evaluación como un proceso inmanente al devenir mismo de
la actividad enseñanza- aprendizaje, y no como la
fría medición de los resultados al final del
proceso.

La concepción de la construcción del
conocimiento y la revelación de valores en espacios
comunicativos, explícitamente hace de la evaluación
un proceso sistemático que no sólo mide
conocimientos y habilidades, sino que los produce y revela en la
eterna aventura de la de búsqueda científico-
cultural y compleja.

Los docentes, complexólogos y cultos por
antonomasia, son los encargados de desarrollar talleres,
seminarios, así como propiciar el aprendizaje basado en
proyectos, la creatividad y la resolución de problema; y
sobre todo la autogestión, la orientación para el
aprendizaje y los entornos creativos propiciadores de espacios
comunicativos. En este proceso la evaluación debe fluir
como un elemento esencial del devenir enseñanza-
aprendizaje que no se impone ni se dispone, sino se propone en el
hacer mismo para que tenga resultados creativos.

Algunas preguntas
para la autoevaluación

1. Fundamentos de la didáctica
crítica.

2. ¿Por qué una didáctica
crítica, consecuente con la concepción de la
complejidad de "Edgar Morin", debe propiciar la
transdisciplinariedad?

3. Fundamente el por qué la cultura es compleja y
transdisciplinaria per se.

4. ¿Por qué se afirma que "Los siete
saberes necesarios para la Educación del futuro", devienen
didáctica crítica para la formación
humana?

5. Explique brevemente el lugar que ocupa la
evaluación en el proceso enseñanza- aprendizaje, y
cómo debe planificarse en correspondencia con las
exigencias teórico- metodológicas del modelo
educativo que propone "Edgar Morin", en su teoría de la
complejidad.

6. A partir de sus aprehensiones de la complejidad,
elija un modelo didáctico y sométalo a
crítica, señalando sus fortalezas y
debilidades.

 

 

Autor:

Dr. Sc. Rigoberto Pupo
Pupo.

 

[1]     Luis Alves de Mattos.
Ámbito de la Didáctica.Compendio de
didáctica general.    Con la
autorización de Editorial Kapelusz.

[2] Abelardo Mancipas, Joaquín
Enríquez Flores. Elementos para la
transdisciplinariedad. Material de Multiversidad…

[3] Ibídem

[4] Edgar Morin. Repensar la reforma,
reformar el pensamiento. Entrevista realizada por Rafael
Miralles Lucena, profesor y periodista. Universidad de
Valencia. Material entregado. Multiversidad…

[5] Ibídem.

[6] Reyes Galindo, R. Introducción
general al pensamiento complejo desde los planteamientos de
Edgar Morin. Pontificia Universidad Javeriana, Colombia,
p.6

[7] Ib.idem.

[8] Parece una utopía irrealista, pero
en mi criterio, ese elan cósmico – cultural
está en el núcleo del pensamiento de
Martí, Marx, de Morin y otros grandes humanistas de alto
vuelo cogitativo, con discurso plural aprehensivo. Por eso han
hecho mucho y dicho más…En esto se funda la
tierra – patria, la cultura planetaria, patria es
humanidad, etc.

[9] Nos referimos a la obra “Los siete
saberes necesarios para la Educación del futuro”,
de Edgar Morin.

[10] En nuestro criterio, si somos
consecuentes con la concepción de Morin, no se debe
separar nunca la sensibilidad de la razón como hizo el
paradigma de la Modernidad.

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