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Elaboración de programas




Enviado por Pablo Turmero



  1. Presentación
  2. Iniciando el
    proceso de programación
  3. El programa
    centrado en la disciplina académica
  4. El programa
    centrado en grandes libros e ideas
  5. El programa
    centrado en problemas sociales
  6. El programa
    centrado en competencias
  7. Pautas para la
    elaboración del programa

  • 8Bibliografía
  • Presentación

    Acompañar a los docentes en su tarea
    universitaria es una de las principales funciones que asumimos y
    desarrollamos desde distintas áreas de trabajo en la
    Secretaría Pedagógica. Siguiendo este
    propósito, ponemos a disposición de los profesores
    de esta Facultad una serie de materiales de apoyo a la tarea
    docente, que desarrollan distintas temáticas de
    interés, asociadas a la formación y
    actualización de conocimientos pedagógicos. En este
    caso, hemos partido de revisar uno de nuestros cuadernos
    pedagógicos, con el propósito de actualizar su
    contenido y adecuarlo a las características de esta nueva
    serie de materiales. El tema que tratamos aquí es la
    Elaboración de Programas, con el propósito
    de acercar a los profesores de esta Facultad algunas
    orientaciones y propuestas que se encuadran en los enfoques
    más actuales y consideran las exigencias previstas por las
    normas institucionales para la elaboración y
    presentación de los programas de estudio de las
    cátedras.

    Esperamos que estos materiales constituyan un aporte
    valioso para su tarea docente y, desde ya, contamos con todas las
    sugerencias y comentarios que deseen hacernos llegar para mejorar
    nuestras propuestas y ajustarlas a sus inquietudes y
    necesidades.

    Tema 1: Iniciando
    el
    proceso de programación

    Programa y propuesta curricular Al iniciar la
    tarea de elaboración del programa de una asignatura, lo
    primero que debemos tener en cuenta es que ese recorte de
    conocimiento en el que nos toca participar, forma parte de un
    todo conformado por la propuesta curricular de la
    facultad. Dicha propuesta podrá tener o adoptar distintos
    nombres (plan de estudios, currícula, diseño
    curricular) según las tendencias pedagógicas de la
    época o la definición pedagógica de la
    institución, pero lo importante es que siempre
    habrá un todo en el cual la asignatura se inserta que es
    necesario mirar con atención.

    En el caso de la FCE, tenemos un Diseño
    Curricular que contempla – más allá de las
    asignaturas específicas que componen el "plan de
    estudios"- una serie de definiciones y consideraciones que
    encuadran y dan sentido a dicha propuesta. Así, por
    ejemplo, encontramos que se hace referencia a un documento previo
    de carácter político, el llamado Acuerdo de
    Colón y el Acuerdo de Mar del Plata que dieron las
    líneas generales en las que luego se enmarcó el
    Diseño Curricular de nuestra facultad.

    Por otra parte, al realizarse la reforma se actualizaron
    los perfiles de las carreras en concordancia con las nuevas
    demandas y características del contexto social,
    económico y cultural. Estos perfiles expresan el punto de
    llegada que la institución pretende alcanzar,
    comprometiéndose a formar graduados con tales
    competencias. Expresan los objetivos que deben haberse alcanzado
    al término de los estudios de cada carrera. Para ello,
    todas las experiencias que integran la propuesta curricular deben
    estar en consonancia y armonizar entre sí a fin de
    lograrlo. Sin lugar a dudas, cada asignatura entonces debe
    atender esta propuesta y tener como norte el logro de estos
    perfiles, los que podrán ir alcanzándose a
    través del tránsito del estudiante por las
    diferentes asignaturas. Estas le irán proporcionando
    oportunidades de estudiar, conocer, experimentar distintas
    situaciones educativas que lo irán formando en tal
    sentido, siempre y cuando los responsables de las asignaturas
    estén conscientes de cuál es el rumbo que deben
    seguir y de que no se trata solamente de hacer un determinado
    itinerario disciplinar sino de ofrecer oportunidades de
    formación consistentes con el todo.

    Por otra parte, la existencia de un diseño
    curricular implica que el docente no es absolutamente libre para
    planear su asignatura, en tanto debe responder al lugar que ella
    tiene dentro del plan de estudios, así como al ya
    mencionado perfil.

    Sin embargo, esto no significa que el profesor deba
    asumir un rol pasivo o de sumisión al currículo.
    Por el contrario, desde nuestra perspectiva, los docentes tienen
    un rol activo fundamental como copartícipes en el
    desarrollo curricular. Son usuarios del diseño
    aprobado por el Consejo Directivo de la facultad y al mismo
    tiempo creadores de la propuesta curricular de la
    asignatura y de su desarrollo en la práctica.

    Acerca de la utilidad del programa Antes de
    centrarnos en el cómo de la elaboración de los
    programas de las asignaturas, es bueno que dediquemos un tiempo a
    reflexionar sobre su función y utilidad. Existe una
    lamentable tradición que lleva a suponer que formular y
    presentar el programa no es más que cumplir con un
    requisito formal, burocrático y por lo tanto de
    algún modo molesto. En consecuencia, muchas veces
    no se dedica a la elaboración de programas el tiempo ni el
    interés que sería conveniente.

    Contrariamente, el programa de la asignatura tiene una
    función eminentemente pedagógica. Por un lado, es
    el espacio en el que se plasma la propuesta
    académico-pedagógica de la cátedra: aquello
    que el profesor pretende que sus alumnos logren aprender y los
    recursos metodológicos y bibliográficos previstos
    para que ello sea posible. Es también la brújula
    que dirige la tarea cotidiana del docente, en tanto es el punto
    de partida que da dirección a la propuesta de trabajo de
    cada clase. Asimismo, es la vía de comunicación
    formal de esa propuesta al alumno, para quien un programa bien
    confeccionado representa un inigualable organizador del trabajo a
    realizar durante el desarrollo de esa asignatura. Constituye el
    marco de referencia al cual podrá volver en busca de
    guía para orientar y reorientar su aprendizaje. Desde esta
    perspectiva, es entonces de fundamental importancia la
    elaboración de programas, más allá de que su
    formulación y presentación sea también un
    requerimiento administrativo.

    Así, las exigencias para la elaboración de
    programas tal como se describen en la Resolución N°
    4422/97 y su antecesora Resolución Nº1052/95 de
    Consejo Directivo de esta facultad (ver Anexo), adquieren sentido
    y relevancia, mucho más allá de pautar cierta
    homogeneización formal de los programas de la Casa que es
    lo que a primera impresión podría
    parecer.

    Enfatizar la importancia de la elaboración de
    programas, no significa suponer ingenuamente que una vez resuelto
    esto tenemos solucionado el problema de la enseñanza.
    Antes bien, el programa es la hipótesis de
    trabajo
    que será necesario confirmar o rectificar en
    función de las condiciones reales de desarrollo del
    curso:

    • características del grupo de
      alumnos

    • condiciones de trabajo

    • cambios en el cronograma por motivos
      diversos

    • respuesta de los alumnos a las propuestas que el
      profesor les va haciendo, entre muchas otras que se
      podrían enumerar

    Pero sin este organizador del trabajo de docentes y
    alumnos no tendríamos rumbo para nuestra tarea de aula.
    Por eso, es una saludable práctica volver cuantas veces
    sea necesario a la propuesta hecha en el programa, para ratificar
    o rectificar el rumbo, para introducir modificaciones, etc. Esto
    conduce también a reflexionar sobre la caducidad de los
    programas y por tanto a la necesidad de su actualización,
    más allá de que se produzca o no una reforma
    curricular. En tal sentido, Pierre Bourdieu y Francois Gros
    sugieren un interesante principio a tener en cuenta que tiene que
    ver con la lógica incorporación-supresión.
    En tanto debamos incorporar nuevos contenidos para actualizar los
    programas según los avances de las ciencias, deberemos
    suprimir otros que han quedado caducos o han perdido relevancia
    social.

    Decíamos anteriormente que la elaboración
    del programa tiene que hacerse en el marco de la propuesta
    curricular de la facultad. Esto supone tener conciencia de dicha
    propuesta como un todo al que cada parte contribuye y está
    en relación; podríamos decir que es un sistema de
    partes en interdependencia dinámica. Por ello, es de suma
    importancia que la elaboración del programa se haga en
    concordancia con el plan de estudios y la propuesta de contenidos
    mínimos de las distintas asignaturas. Aquí se hace
    clave también el trabajo a nivel departamental a fin de
    posibilitar la articulación vertical – con asignaturas
    previas y posteriores- y también horizontal, con
    diferentes asignaturas de un mismo departamento. Esto colabora en
    la organización de una propuesta armónica y evita
    las frecuentes superposiciones o lagunas. Modelos de
    organización de programas
    Al iniciar el proceso de
    elaboración del programa, en primer lugar es necesario
    definir las cuestiones estructurales. Esto es, la forma
    que el programa adoptará a fin de satisfacer las
    exigencias del perfil de la carrera definido en la propuesta
    curricular y las peculiaridades de la asignatura en
    cuestión. Asimismo será necesario considerar
    cuál es la ubicación de la asignatura dentro del
    plan de estudios, ya que ello marcará en algunos casos, el
    límite de lo posible en función de cuales sean las
    experiencias previas de los alumnos.

    En cuanto a las definiciones de tipo estructural, si
    bien tradicionalmente los programas universitarios suelen estar
    organizados en función de la disciplina y lo que ella
    epistemológicamente exige, no es esta la única
    manera de estructurar un programa para el nivel
    superior.

    Clifton Conrad puede ayudarnos a pensar diferentes
    alternativas de organización de la asignatura. Este autor
    describe los diferentes modelos posibles y existentes de
    organización curricular en la educación superior. Y
    aquí cabe una aclaración, si bien su propuesta
    está dirigida a la organización del curriculum,
    también es útil para repensar las maneras de
    estructurar los programas de asignaturas.

    El autor sugiere elegir inicialmente un principio
    organizador
    que dé estructura al programa y
    reseña los principios de uso más
    frecuente:

    … El programa centrado en la disciplina
    académica
    … El programa centrado en grandes
    libros e ideas
    … El programa centrado en problemas
    sociales
    … El programa centrado en
    competencias

    El programa
    centrado en la disciplina académica

    Este principio supone que los programas se formulan
    según la concepción que se tenga del campo
    disciplinar. La disciplina tiene una estructura y una sintaxis
    propias; un lenguaje y ciertas reglas de interpretación
    semiótica, que determinan a la vez el objeto de estudio y
    la forma de investigarlo. Se entiende aquí por
    disciplina a "una comunidad de personas, la
    expresión de la imaginación humana; un dominio; una
    tradición; una estructura sintáctica; un modo de
    indagación; una estructura conceptual; un lenguaje
    especializado u otro sistema de símbolos; una herencia
    literaria y de artefactos, así como una red de
    comunicaciones; una postura valorativa y afectiva; y una
    comunidad de instrucción
    ." Una de las más
    frecuentes críticas a este modelo es que si bien la
    estructura del conocimiento está basada en disciplinas, la
    estructura del curriculum o de los programas debiera fundarse en
    objetivos educativos y en el diseño de experiencias de
    aprendizaje. Otra dificultad tiene que ver con el
    desinterés que generan en el estudiante ciertas
    disciplinas que visualizan como muy distantes de la
    práctica profesional o escasamente relacionadas con
    ella.

    El programa
    centrado en grandes libros e ideas

    Dado que el desarrollo del conocimiento occidental se ha
    ido plasmando en grandes teorías expuestas en libros de
    autores clásicos que no se han preocupado por los
    límites disciplinares de los asuntos que desarrollaban,
    los defensores de este principio ven aquí una posibilidad
    de organizar el programa de manera más atractiva e
    interesante para los alumnos. Es también un modo de
    proporcionar una buena formación básica. Es bueno
    aclarar que no nos referimos aquí al desarrollo de una
    asignatura con bibliografía única, sino en la
    cuidadosa selección de un clásico para dar forma al
    programa, más allá de la bibliografía que
    luego pueda utilizarse. Pero sí supone la lectura completa
    del libro tomado como eje, lo cual puede considerarse un aporte
    interesante en la era de la fragmentación de conocimientos
    por el auge de las fotocopias de capítulos aislados o de
    breves fragmentos de los que a veces se desconoce la fuente
    original.

    Entre los cuestionamientos a este principio podemos
    citar el dar un lugar de autoridad tal al autor cuyo libro se
    toma que haga difícil su cuestionamiento o la
    reflexión crítica a partir de él.
    Además, puede dar una idea algo estática del
    conocimiento, aunque esto depende mucho de cómo el
    profesor trabaje metodológicamente y de su propia
    concepción sobre el tema, que es la que sin duda
    más impactará a los alumnos.

    El programa
    centrado en problemas sociales

    También podríamos llamarlo "centrado
    en núcleos problemáticos
    ". Se eligen algunos
    problemas sociales o problemas de la práctica profesional
    en torno a los cuales se organizan el programa y por tanto, todas
    las experiencias de aprendizaje.

    En general, este tipo de organización apunta a
    destacar cuestiones relacionadas con la responsabilidad social y
    la orientación hacia la resolución de problemas, y
    a mostrar cómo el conocimiento aporta en dichas
    soluciones. Si el principio anterior tendía más
    hacia el pasado, en este caso se orienta generalmente hacia el
    presente y el futuro. Lleva también a una mirada
    más amplia que la del campo disciplinar, ya que
    difícilmente los problemas tengan resolución con el
    aporte exclusivo de un campo del conocimiento.

    Algunos cuestionan a este modelo el ignorar en alguna
    medida los fundamentos disciplinares.

    El programa
    centrado en competencias

    Lejos de ser una alternativa novedosa, en EEUU hay
    antecedentes de este tipo de modelo que datan de 1920.

    Un programa basado en competencias supone que los logros
    que los alumnos deben alcanzar pueden formularse en
    términos de competencias. Esto es, el saber hacer
    requerido en el campo profesional de que se trate. Así un
    programa que sigue este modelo pone su preocupación en el
    output, en lo que el estudiante será capaz de
    hacer y con qué nivel de desempeño.

    En propuestas de este tipo, "el acceso a la
    información se da integrado en proyectos de acción
    y el aprendizaje resulta de la interacción entre el
    individuo y el medio que le rodea
    ." Suele cuestionarse a
    este modelo la dificultad para evaluar los logros en
    términos de competencias, como así también
    que la competencia puede visualizarse como ahistórica o
    como dada y por tanto encubrir sus fundamentos
    sociopolíticos.

    Cada uno de estos modelos tiene ventajas y desventajas.
    La potencialidad y conveniencia de cada uno debe ser evaluada en
    función de lo que el profesor se propone trabajar con sus
    alumnos y, como ya se señaló, de los aspectos del
    perfil que se quieran enfatizar y la relación en general
    de la asignatura con las demás que conforman la oferta de
    cursos de la carrera.

    Siguiendo con la propuesta de Conrad, el autor sugiere
    cuatro continuos que muestran los énfasis posibles
    que los modelos curriculares o de organización de
    programas pueden tener. Elegir el énfasis que se le
    dará a la propuesta debería ser el segundo paso,
    una vez elegida la estructura del programa.

    Monografias.com

    Dichos continuos son:

    En relación con el lugar donde se
    aprende
    , la universidad tradicionalmente ha privilegiado
    uno de los extremos del continuo: el aprendizaje en
    clase
    . Sin embargo, ha habido y crecen las experiencias que
    incorporan el aprendizaje en terreno. Las
    pasantías, por ejemplo, se inscriben en esta línea,
    como así también el aprendizaje-servicio
    (service learning) o servicio social
    universitario.

    El segundo continuo, es decir, los
    contenidos
    plantean la discusión entre la
    amplitud temática o la profundización. Cuando se
    trata de un diseño curricular esto lleva generalmente a la
    definición de la ubicación de la asignatura en un
    ciclo básico o profesional, por ejemplo. O a determinar el
    sesgo del plan dando más énfasis a las Ciencias
    Básicas o a las Aplicadas. Pero si se trata de un
    programa, podemos ver esta tensión al definir el desglose
    de contenidos o al decidir el "hasta dónde" de la
    asignatura. Estos dos extremos del continuo que pueden parecer
    excluyentes, en realidad pueden jugar también
    complementariamente en algunos casos.

    El tercer y cuarto continuos, es decir, el
    diseño y la flexibilidad del programa
    ,
    están claramente pensados en función de quien
    diseña el plan de estudios y de su grado de flexibilidad.
    Son conocidas las experiencias de curriculum abierto o flexible,
    en las que el estudiante va diseñando su
    itinerario bajo la guía de un tutor académico. En
    nuestro país, son más las experiencias de
    propuestas cerradas, diseñadas por la facultad, en
    ocasiones con cierto grado de opcionalidades, la mayoría
    de los casos, en los últimos tramos de las carreras. Ahora
    bien, ¿qué sucede si pensamos estos continuos o
    énfasis al nivel de los programas de asignaturas? Podemos
    pensar fundamentalmente en términos de flexibilidad o
    electividad y de rigidez u obligatoriedad. Es interesante
    plantearse qué espacio otorga la propuesta
    académico-pedagógica de la asignatura a la
    posibilidad de elección del estudiante. En tanto el alumno
    tenga oportunidad de elegir entre distintas alternativas,
    podrá personalizar en alguna medida su
    aprendizaje en función de sus intereses y hasta de sus
    potencialidades, brindándole además la oportunidad
    de tomar decisiones y comprometerse con ellas. El programa puede
    estar pensado de modo tal que ofrezca espacios para la
    elección entre, por ejemplo, contenidos con los cuales
    trabajar, experiencias a realizar, actividades diferentes,
    alternativas de evaluación distintas… y todo lo que el
    docente esté dispuesto a flexibilizar en función de
    acompañar mejor los intereses, necesidades y
    potencialidades de los estudiantes.

    Si bien los diferentes modelos de organización de
    programas llevan con cierta naturalidad a acentuar unos
    énfasis más que otros, siempre la última
    palabra la tiene el profesor o la cátedra al tomar estas
    decisiones y ajustar los distintos aspectos del programa para
    armonizar la propuesta.

    Tema 2: Pautas
    para la elaboración del programa

    Los diferentes elementos que constituyen el programa
    deben integrarse de manera tal que posibiliten que este sea una
    propuesta clara, consistente y que cumpla además con la
    función de guía a la que ya nos referimos
    anteriormente. El programa es también el medio para
    comunicar el aporte de la asignatura a las demás
    instancias académicas: secretario académico,
    directores de departamento y de carrera, docentes de otras
    asignaturas, etc.

    Con tales propósitos, nuestra facultad ha fijado
    pautas para la elaboración de programas, ordenadas por la
    Resolución N° 4422/97 de Consejo Directivo (adjunta en
    anexo). En ella se definen los aspectos que los programas deben
    contemplar:

    Encuadre General Este nivel debe presentar el
    más amplio encuadre en que se incluye la asignatura y debe
    constar de los siguientes elementos:

    • Contenidos mínimos: es el
      espacio para desglosar los contenidos mínimos, tal
      como figuran en el Documento de la Reforma Curricular o en el
      plan de estudios correspondiente (en el caso de las materias
      obligatorias), y que deberían reflejar los ejes
      temáticos de cada asignatura, comunes a todas las
      cátedras.

    • Fundamentación: en esta
      instancia se pretende justificar la inclusión de la
      asignatura en el currículum y encuadrarla dentro de un
      área de conocimiento, dejando clara su importancia
      para la formación académica y profesional. Se
      busca responder a las siguientes cuestiones:

    ¿Por qué es necesaria su
    inclusión en el curriculum?

    ¿Qué aporta al perfil profesional y
    ocupacional?

    ¿Qué problemas plantea e intenta
    resolver?

    ¿Qué aspectos de la realidad
    aborda?

    • Ubicación de la asignatura en el
      curriculum
      :
      aquí se pretende dejar expuestos
      claramente los requisitos formales y de aprendizaje que se
      consideren necesarios, según la relación de la
      asignatura con otras en el plan curricular. En
      síntesis, se debe responder a la pregunta:

    ¿Cuáles son los prerrequisitos
    necesarios para su cursado?
    ¿Cómo
    se integra en el ciclo correspondiente del plan?

    • Objetivos: aquí se plantean
      los logros esperados de los alumnos de modo tal que orienten
      el proceso de enseñanza y aprendizaje. Es decir que se
      debe responder a la pregunta:

    ¿Qué pretendemos que aprendan los
    alumnos al término del cursado de la materia?

    Esto puede adoptar la forma de un buen párrafo, claramente
    escrito y en lenguaje adecuado especialmente para el alumno,
    caracterizando el curso y los propósitos que el docente
    propone en términos de logros de los alumnos. Otros,
    prefieren hacer redacciones más puntuales, indicando en
    cada una de ellas una meta que el alumno debe alcanzar. En ambos
    casos, se debe cuidar de no caer en una visión
    fragmentaria ni del objeto de conocimiento ni del
    estudiante.

    Es posible también diferenciar aquellos
    logros intermedios que se espera que los alumnos vayan
    logrando. En ese caso, corresponde distinguir entre objetivos
    generales y específicos. También se pueden
    desglosar objetivos según las diferentes unidades
    didácticas, lo que tiene una interesante función
    orientadora ya que especifica los aprendizajes esperados en cada
    etapa, para lo cual el estudiante deberá integrar y
    aplicar los conocimientos y habilidades adquiridas a la
    resolución de situaciones teóricas o
    prácticas.

    Programa Analítico El programa
    analítico representa el desarrollo de los contenidos
    mínimos de la asignatura. Confeccionar el programa
    analítico significa también optar por un
    determinado modelo de organización, tal como vimos
    anteriormente.

    Es en esta parte donde se plasmará el modelo de
    organización elegido (por disciplina, por competencias,
    etc.) y donde se pondrán en juego los diferentes criterios
    de selección de contenidos. En tal sentido, las
    siguientes preguntas pueden ser de ayuda:

    ¿Qué contenidos son necesarios para
    lograr los objetivos propuestos?
    ¿Cuál es
    la mejor manera de ordenar los contenidos? (qué debe ir
    primero y qué después) ¿Cuál es la
    importancia específica de cada contenido?
    ¿Qué grado de actualización o vigencia
    tienen los contenidos que selecciono? ¿En qué
    medida los contenidos contribuyen al perfil profesional?
    ¿Son posibles de desarrollar en el tiempo disponible?
    Otros aspectos a considerar son la extensión y
    complejidad
    de los contenidos, como así
    también el grado de profundidad con que se
    los tratará. Aquí empieza a verse la necesidad de
    definir los énfasis antes mencionados (los continuos de
    los que habla Conrad) para poder responder a estas preguntas
    organizadoras del trabajo.

    Poder dar respuesta a estas preguntas,
    posibilitará la redefinición de nuestros programas
    y la superación de superposiciones, redundancias y
    ausencias.

    Pero es necesario dar una organización a estos
    contenidos, la que en gran medida estará influida por el
    tipo de modelo elegido. La manera más habitual de agrupar
    contenidos es en unidades didácticas. La
    resolución de referencia solicita que el programa
    analítico tenga, para cada unidad, un objetivo
    específico. Otras formas posibles de organizarlos es en
    torno a ejes o problemas. De lo que se trata es de dar
    organización y sentido a los contenidos que se
    enseñarán, mostrando las relaciones de los
    distintos fenómenos entre sí.

    Las unidades didácticas permiten agrupar grandes
    bloques de contenidos en torno a un concepto base o eje que le da
    estructura. Habrá que asegurarse de que estos estén
    agrupados en bloques coherentes de contenido, relacionados
    directamente con los objetivos de la unidad y que respondan a las
    exigencias epistemológicas y didácticas del
    contenido en cuestión. Generalmente, a cada unidad se le
    asigna un nombre que sintetiza o refleja el tema central a
    tratar.

    El número de unidades debe estar en
    relación con la carga horaria de la asignatura, lo que
    tendrá que ajustarse luego cada cuatrimestre en
    función de cómo se prevea la realidad del
    calendario académico. Deben elaborarse tantas unidades
    como sea necesario, pero evitando caer en fragmentaciones del
    conocimiento que pudieran hacer perder integración y
    coherencia a la propuesta. Un recurso utilizado por algunos
    docentes para seleccionar y organizar los contenidos es el de
    diseñar primeramente el esquema conceptual de la
    asignatura. Esto ayuda a identificar los conceptos clave y
    básicos a enseñar y a establecer relaciones de
    causalidad, dependencia, pertenencia, inclusión, etc.
    entre ellos De este modo, diseñar el esquema conceptual
    facilita también la definición de las unidades
    didácticas.

    Elaborar el esquema conceptual de la asignatura, esto
    es, identificar los conceptos básicos y definir la red de
    interrelaciones correspondientes, no es tarea sencilla. Pero
    puede ser de suma utilidad. Es necesaria la identificación
    de los conceptos centrales, de mayor nivel de generalidad y por
    tanto de inclusividad, a partir de los cuales ir "enhebrando"
    toda la red de
    relaciones.

    Bibliografía

    La bibliografía debe ser seleccionada de
    manera tal que permita desarrollar el programa de contenidos
    elaborado. Un buen criterio es organizarla por unidad
    didáctica, a fin de orientar el trabajo de los
    estudiantes. En todo caso, es conveniente desglosar la
    bibliografía obligatoria y ampliatoria y debe
    respetar en su presentación las pautas solicitadas en el
    Anexo de la resolución, art. 5°.

    Algunos criterios a tener en cuenta para la
    selección de la bibliografía son:

    • Pertinencia: la bibliografía debe
      responder claramente a los contenidos y objetivos de la
      asignatura. A veces hay docentes que tienen la
      tentación de incorporar artículos novedosos y
      muy interesantes pero que exceden las pretensiones del
      programa de la asignatura.

    • Actualidad: la vertiginosidad de la
      creación de nuevos conocimientos, más en unas
      áreas que en otras, exige que la bibliografía
      esté en concordancia con ello.

    • Vigencia: lo expresado en el punto anterior
      no implica que haya que descartar bibliografía de
      algunos años, u otras veces, de muchos años
      atrás, en tanto se trate de clásicos o de obras
      que aunque antiguas tienen plena vigencia.

    • Cantidad: el volumen bibliográfico no
      siempre es señal de erudición y mucho menos de
      logros posibles en términos de aprendizaje. El docente
      debe hacer una selección realista de
      bibliografía posible de ser abordada en el tiempo real
      de trabajo de un cuatrimestre.

    • Complejidad: relacionado con lo expresado en
      el primer punto, se debe considerar si la complejidad de la
      bibliografía es realmente comprensible para los
      estudiantes.

    • Evitar superposiciones: requiere la
      comunicación con otras cátedras y/o la
      articulación a nivel departamental e
      interdepartamental.

    Métodos de conducción del
    aprendizaje
    El paso siguiente es la selección de las
    estrategias de enseñanza y aprendizaje con la finalidad de
    lograr los objetivos previamente establecidos. Es necesario que
    la metodología de enseñanza haga referencia
    tanto a los cursos cuatrimestrales presenciales como a los
    cursos a distancia
    , según pauta la resolución.
    En este apartado de metodología de conducción
    del aprendizaje
    se describirán las estrategias
    metodológicas que la cátedra adoptará para
    organizar las situaciones de enseñanza y aprendizaje, como
    por ejemplo, exposiciones, estudio independiente, técnicas
    grupales, etcétera.

    Cuando hablamos de metodologías de
    conducción o metodologías de
    enseñanza-aprendizaje
    nos referimos al conjunto de
    acciones (estrategias y técnicas) que propone el docente
    para facilitar al alumno sus experiencias de aprendizaje
    (actividades que ellos realizan o vivencias que experimentan).
    Además, como afirma Díaz Barriga, la
    metodología es el punto de unión de lo
    epistemológico, relativo a un campo disciplinar
    particular, y lo didáctico. Esto significa que articula la
    problemática del conocimiento con la del aprendizaje.
    Podríamos decir también que la metodología
    expone nuestra concepción de la enseñanza
    y el aprendizaje. Así, por ejemplo, si entendemos que el
    aprendizaje se construye, buscaremos estrategias que atiendan a
    este proceso. Por el contrario, si creemos que simplemente se
    "adquiere", la elección de las estrategias será
    completamente distinta. De la misma manera, si estamos
    convencidos de la importancia del papel activo del alumno en la
    construcción de sus aprendizajes, buscaremos estrategias
    que apunten a dicho logro. Distinta será la
    selección de quien crea que al adulto le es suficiente con
    sólo "escuchar" para aprender.

    Asimismo, al seleccionar una estrategia de trabajo
    elegimos también un modelo comunicacional. Si
    trabajamos en una clase magistral proponemos un modelo de
    comunicación centrado en el profesor. Otras alternativas,
    como el trabajo en grupo, por ejemplo, rescata la importancia del
    intercambio de opiniones y la confrontación de puntos de
    vista diversos en la construcción del aprendizaje,
    privilegiando la comunicación entre los estudiantes, y de
    estos con el profesor.

    Otros aspectos a considerar son el tamaño y
    composición del grupo, el lugar físico y los
    recursos disponibles.

    Todas las estrategias tienen fortalezas y debilidades.
    Es importante analizar cuidadosamente lo que se quiere lograr y
    las características del contenido a trabajar para elegir
    la estrategia más adecuada en cada caso.

    Metodología de evaluación de los
    alumnos
    En cuanto a la metodología de
    evaluación,
    se espera que la cátedra explicite
    aquí su concepción de evaluación y que
    detalle:

    • para alumnos regulares de cursos
      presenciales:
      las instancias de evaluación,
      promoción y los instrumentos que se utilizarán
      (parciales, trabajos, monografías, etc.)

    • para alumnos regulares de cursos con la
      modalidad a distancia:
      las instancias de
      evaluación, promoción y los instrumentos que se
      utilizarán (parciales, trabajos, monografías,
      etc.)

    – para alumnos libres: los requisitos e
    instrumentos que utilizarán.

    La propuesta de evaluación de los alumnos
    está absolutamente integrada al proceso de
    enseñanza y aprendizaje.

    Habitualmente se definen tres tipos de
    evaluación: la que el docente propone cuando se encuentra
    con un nuevo grupo al que necesita conocer (evaluación
    diagnóstica
    ), la que se realiza durante el desarrollo
    de la asignatura (evaluación continua) y la que se
    practica al final del ciclo de la cursada (evaluación
    final
    ). Para llevarlas a cabo se pueden aplicar distinto tipo
    de instrumentos, buscando siempre los que conduzcan a la mejor
    recolección y valoración de la información
    sobre los aprendizajes realizados por el alumno, de modo de tomar
    las decisiones pertinentes en función del rendimiento
    alcanzado.

    Algunos aspectos importantes a tener en cuenta
    son:

    • Que evaluación y enseñanza deben ser
      coherentes porque son dos momentos de un mismo
      proceso.

    • Que es de suma importancia fijar criterios claros de
      evaluación y darlos a conocer a los
      alumnos.

    • Que la evaluación no debe ser una "trampa" a
      sortear sino la instancia del reconocimiento de lo logrado,
      tanto para ratificar el rumbo que lleva el estudiante como
      para orientarlo en cuanto a los propósitos que no ha
      logrado alcanzar.

    • Que no se debe evaluar lo que no se ha
      enseñado.

    • Que es muy importante comunicar a los alumnos los
      logros alcanzados y los aspectos que deben profundizar o
      mejorar.

    Tener en claro qué es lo que se quiere evaluar es
    de capital importancia para definir el resto del proceso. Esto va
    mucho más allá de saber que se quiere evaluar el
    contenido x o la unidad y. De lo que se trata es de definir
    qué esperamos que hayan logrado los estudiantes para, a
    partir de esto, estar en condiciones de valorar las producciones
    de los alumnos. Ello determinará qué instrumento
    conviene utilizar y qué criterios de calificación
    deberán aplicarse.

    Palabras Finales Esperamos que el material les
    resulte de utilidad para la tarea de programación de la
    asignatura. Les recordamos que nuestra Secretaría
    está siempre dispuesta a ofrecer asesoramiento y apoyo a
    la tarea docente. Para ello hay un área específica
    de Asesoramiento Pedagógico que:

    • Ofrece orientación y acompañamiento
      pedagógico
      a profesores y cátedras de la
      Facultad.

    • Trabaja juntamente con los docentes que lo solicitan
      en la búsqueda de alternativas
      pedagógicas
      que ayuden a un mejor desarrollo de
      los cursos.

    Para ello, realiza las siguientes acciones:

    • Publicación mensual de aportes
      pedagógicos
      en el Boletín
      Electrónico de la Secretaría;

    • Orientación para la confección de
      programas de las asignaturas según requisitos
      del Consejo Directivo;

    • Búsqueda de estrategias
      metodológicas
      adecuadas;

    • Asesoramiento para la realización de
      trabajos grupales;

    • Orientación para la selección de
      criterios y formas de evaluación;

    • Consultas puntuales vía e-mail
      (pmurri@econ.uba.ar)

    Bibliografía

    Argumedo, Manuel: El Curriculum en la
    Educación Superior. Teorías, modelos y
    alternativas.
    PFDC; FCE; Bs. As.; 1999. Bourdieu, Pierre y
    Gros, Francois: Los contenidos de la enseñanza.
    Principios para la reflexión
    . Conrad, Clifton: The
    Undergraduate Curriculum: A guide to innovation and reform
    .
    Westview Press; Boulder, Colorado; 1979. Coll Salvador, C.
    (1990). Aprendizaje escolar y construcción del
    conocimiento. Buenos Aires. Editorial
    Paidós.

    Díaz Barriga, A. (1989). Didáctica y
    Curriculum
    . México – Ediciones Nuevomar.

    Díaz Barriga, A. (1994). Docente y Programa.
    Lo institucional y lo didáctico
    Rei Argentina. Aique
    Grupo Editor. Instituto de Estudios y Acción
    Social.

    Gimeno Sacristán, J. / Pérez
    Gómez (1993):Comprender y transformar la
    enseñanza. Madrid – Ediciones Morata.

    Gimeno Sacristán, J. (1988). El Curriculum. Una
    reflexión sobre la práctica. Madrid – Ediciones
    Morata.

    Lafourcade, P. (1980). Evaluación de los
    aprendizajes
    . Bs. As. Editorial Kapelusz.

    Universidad de Buenos Aires (1995): Reunión
    para un Acuerdo de Gobierno. Documento de Base.
    Colón;
    Entre Ríos.

    Zabalza, M. (1989). Diseño y desarrollo
    curricular
    . Madrid. Narcea Ediciones.

     

     

    Autor:

    Iván José PabloTurmero Astros

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