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El Empleo en el Siglo XXI y Una Propuesta para España




Enviado por Juan Pons



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    Introducción

    En su obra, un célebre economista y filósofo francés del siglo XIX, expresó: "La libertad es la fuerza económica más importante; por ello hay que restablecer el equilibrio social, sin el cual la libertad no es posible. Ese equilibrio no es automático, hay que establecerlo deliberadamente." Su obra, en lo esencial carece de actualidad, porque la Ciencia Económica evoluciona, pero no se puede dejar de apreciar cuanto de cierto tiene este pensamiento y como a pesar del tiempo transcurrido, la referida expresión parece ser descrita para este siglo, donde las desigualdades crecen por la carencia del equilibrio social, del que parece se ha olvidado la Política.

    Lo que ocurre

    Durante muchos años hemos observado como los Gobiernos se empeñan en obtener niveles de empleo que hagan posible el bienestar social y que permitan la estabilidad ciudadana, pero se ha ignorado algo determinante, que muestro resumidamente en una ecuación matemática y que se cumple en todas las sociedades y civilizaciones que ha conocido la humanidad.

    La literatura económica esta llena de fórmulas y ecuaciones complejas que en la mayoría de ellas solo tienen vigencia en determinadas etapas o procesos productivos, pero que se desmoronan con el tiempo por excluir los factores sociales e ignorar que el ser humano es el único capaz de advertir y crear la riqueza.

    La fórmula que exponemos no tiene alternativas, se ha mantenido todo el tiempo y ha hecho posible la transición de los diferentes modos de producción en el transcurso de la historia. Es una ecuación de simple aritmética económica, sin cálculos complejos, pero que se identifica claramente con la praxis y la realidad observada durante miles de años, ante el desconocimiento y la indiferencia, se convertiría en el principal fundamento de la evolución social, llegando a determinar los cambios de los modos de producción, transformando cada vez más a la Sociedad en organizaciones menos opresoras y más eficientes, conduciéndola de manera paulatina a una redistribución de las riquezas, donde las diferencias entre ricos y pobres tengan una tendencia constantemente decreciente, ya que cuando se trata de frenar o se invierte esta evolución, surgen convulsiones sociales que han obligado al Poder a rectificar los desaciertos cometidos.

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    Población Activa = Población ocupada + Población desocupada dispuesta a trabajar.

    Esta simple aritmética manifiesta textualmente que en el transcurso del tiempo y como tendencia, el incremento de la productividad siempre es superior al crecimiento de la población activa, por lo cual no será posible en el futuro, utilizando los métodos de gestión actual, crear suficientes puestos de trabajo como para emplear a todos los demandantes de empleo.

    Debemos meditar que si el crecimiento de la productividad siempre ha sido y será, superior al crecimiento de la población activa, ya que no resulta lógico ni posible frenar la productividad porque el avance de las ciencias no depende de la voluntad, sino de la lógica humana, entonces habría que pensar en otra solución que resuelva la estabilidad social. Así, mientras a comienzos del siglo XX se necesitaban 100 obreros conductores para trasladar a unos pocos kilómetros 100 toneladas de mercancías, cincuenta años después solo se necesitaba un trabajador para estos mismos fines. Del mismo modo, tampoco se necesitaban mas trabajadores para fabricar un camión que cien carretas. Un barco requería en 1970 la misma cantidad de marineros en trasladar cien mil toneladas que para mil en el año 1900, ya que no solo se elevaba el tamaño de los medios de transporte, sino también la potencia, automatización y velocidad de los mismos. El ferrocarril y los aviones, fueron cada vez más grandes y rápidos.

    La Agricultura y la Ganadería se tornaron intensivas y con la incorporación de tractores, cosechadoras y maquinaria de todo tipo se sustituyeron a millones de trabajadores que hacían el trabajo de forma manual. La Industria se congestionó de robots que realizan todo tipo de tareas; el Comercio con la estiba paletizada en los enormes almacenes, y las grandes superficies comerciales arruinaron la tradicional tienda de barrio.

    La mencionada ecuación, que se convierte en Ley Económica por ser una regla constante e invariable, se cumple desde que los primeros habitantes necesitaron facilitar su labor para la obtención de los alimentos y vestidos que requerían, siendo su punto de partida la invención de la rueda, a partir de la cual comienza a manifestarse con su tendencia natural: P/PA > 1. Sin embargo, hasta mediados del siglo XX, esta ecuación se auto-regulaba cercana a un equilibrio, más o menos notable, por diversas razones, que enumeramos:

    • La población crecía lentamente ya que las muertes por guerras y enfermedades, eran frecuentes y numerosas.

    • El descubrimiento o encuentro de nuevas tierras y culturas hicieron posible que los excedentes de población en países más desarrollados y poblados, se desplazaran a los nuevos territorios, en muchos casos diezmando o exterminando a la población aborigen, que tenían una organización económica primitiva e ineficiente y que regularmente hacían resistencia a la colonización.

    • El nacimiento de la máquina de vapor y su repercusión socio-económica condujo a partir de la Revolución Industrial, a la aceleración de la productividad, esta comenzó a crecer exponencialmente y se elevó de manera considerable.

    • El tiempo de la jornada laboral y de la propia intensidad del trabajo disminuyeron por las reclamaciones de los trabajadores y durante los últimos doscientos años provocó que se emplearan más obreros por unidad de tiempo.

    Estos factores determinantes en la tendencia al equilibrio, acabaron extinguiéndose por diferentes razones: las guerras fueron disminuyendo como solución de conflictos y se racionalizaron los grandes ejércitos, la tecnología militar superó límites racionales. El descubrimiento de los antibióticos, las vacunas y otros nuevos medicamentos, aumentaron la esperanza de vida, y todo esto, junto a la culminación del reparto territorial del mundo, anularon los aspectos de equilibrio que regularon la población activa hasta mediados del siglo XX. Se suma a su vez la decadencia de la "obsolescencia programada", la cual por un tiempo aumentó la demanda evitando despidos laborales, pero por su natural contradicción con la competencia empresarial, el abuso de los recursos naturales y las limitaciones lógicas a las que puede llegar la mínima duración de un producto, condujo a su paralización, como método de evitar desempleo.

    Si bien nacieron productos nuevos, y para su producción se emplearon parte de los trabajadores desplazados de los sectores enumerados, pero la elaboración de nuevos productos, requiere, por los mismos avances tecnológicos, pocos trabajadores y resultan incapaces de asumir los empleados que sobran de las fábricas que se cierran o en la tecnología que sustituyen, siendo insuficientes para asumir el desbalance laboral entre viejas y nuevas actividades. La productividad se eleva a niveles que entrelaza dos factores indisolubles entre sí: la insuficiente demanda, ya que se produce más de lo que se necesita, y la disminución del poder adquisitivo ante la falta de empleo o ingresos. Esto provoca que el mercado se sature y la producción se estanque o decrezca.

    Hay un aspecto que algunos sociólogos y economistas no toman en consideración, aparentemente muy sencillo de analizar, pero complejo de asimilar, y es que las personas solo comprarán bienes hasta el límite en que satisfagan sus necesidades. Es de suponer que quien necesita solo un ordenador, no compre diez; o ingiera más alimentos que los necesarios hasta cierto límite, o posea más vestidos que los requeridos, por el mero hecho de presumir de riqueza. Solamente mentes atrofiadas pudieran utilizar este comportamiento, lo cual no es lo generalizado en la sociedad. Existe una Ley económica que describe con claridad que para lograr el equilibrio económico se necesita que la oferta se corresponda con la demanda. Si la oferta es mayor, primero bajan los precios y posteriormente se acumula la producción y ya no se vende ni siquiera por debajo del coste de producción, a nadie se le ocurre almacenar bienes en sus hogares, solo tendrán los necesarios y si acaso alguno más. Entonces, como la economía es espontánea y tiende a equilibrarse por si misma, comienza el despido de trabajadores como respuesta de los empresarios a las pérdidas que sufren por la carencia de demanda.

    Otro importante elemento ha sido la "Globalización". Este fenómeno que en su aspecto económico ha surgido con un aparente ropaje de desarrollo mundial para ayudar a los países más desfavorecidos, en realidad solo ha servido para que las grandes corporaciones ostenten cada vez más poder sobre los Estados y sus ciudadanos, enriqueciendo las grandes fortunas que trasladan y "deslocalizan" sus fábricas para obtener los enormes beneficios que proporcionan la mano de obra desprotegida y barata, abundante en los países menos desarrollados , así como las correspondientes ventajas fiscales que les ofrecen en esos sitios en aras de atraer las instalaciones que mejoren su precaria economía. Todas estas razones juntas se tornan en una disminución considerable de la demanda de empleo en las naciones más desarrolladas, llevando a los trabajadores a la precariedad laboral universal, debido a que conduce inexorablemente a la horizontalidad mundial de todos los sueldos, permitiendo que las grandes fortunas determinen la retribución de los mismos con la finalidad de obtener cada vez mayores ganancias y lo más significativo: permite iniciar la transición hacia un nuevo modelo de relaciones sociales, donde el poder político obedece a una minoría de ricos que gobiernan a toda la sociedad.

    El crecimiento de empleo en los países menos desarrollados no compensa la disminución de la población ocupada en los países más desarrollados, por lo que globalmente las horas trabajadas por la población ocupada, comparada proporcionalmente con la población activa, decrece, independientemente que en las sociedades occidentales para procurar empleo en determinados momentos pueden emplear a más personas, pero trabajando menos horas y por ende con menores salarios. La Globalización ha desatado esa tendencia, la cual solo puede revertirse con políticas donde los Estados tomen las iniciativas de control fiscal sobre las grandes empresas multinacionales regulando los enormes beneficios mediante medidas impositivas. Estos impuestos pueden aplicarse tanto en el país donde se produce, como en el país donde se consume, es decir si los impuestos a la producción son muy bajos en origen, elevarlos al entrar en la nación de destino, esto replantearía los impuestos que aplicarían los países tendiendo a la nivelación de la imposición universal y evitaría las súper-ganancias de las multinacionales y la sobre explotación de los trabajadores donde se producen los bienes. Debemos recordar que la "Globalización" es un fenómeno internacional, propio de la ambición desmedida en la obtención de beneficios privados y lo que provoca es que dentro del marco de precariedad laboral que existe en los países menos desarrollados, los índices de productividad crecen aún más, aumentando la intensidad del trabajo hasta límites agobiantes.

    Este fenómeno solo conduce a que los ricos sean cada vez más ricos, al encontrar el marco legal para aumentar sus ganancias, desentendiéndose los Gobiernos que esta nueva situación debe resolverse con la aplicación de medidas impositivas a las personas y empresas que más ganan para lograr una mejor redistribución de la riqueza, que vayan solucionando la carencia de empleo, propiciándole a la población más desfavorecida ocupación en un empleo digno y en última instancia aplicar la asignación de un ingreso efectivo mínimo (Renta Básica) que le permita a las personas que por razones diversas no puedan emplearse en alguna labor y cubrir con este ingreso sus necesidades vitales, sin desdoro o estigmatizan a los mismos.

    Analizado socialmente, la creación de empleo no significa necesariamente una disminución de la productividad , pero el crecimiento de la productividad si va asociado a la disminución del empleo, y solo se evita si se utilizan factores de reubicación laboral entre sectores de la economía y la regulación de la jornada laboral. Obviamente estos ajustes no serán aplicados individualmente por los empresarios, ya que estos solo observan el comportamiento de los indicadores económicos a nivel de su organización empresarial, quedando los trabajadores a merced de que su empresa introduzca o no, mejoras de eficiencia o nuevas máquinas. Precisamente ahí es donde surge la contradicción empresario-trabajador y es cuando se requiere la intervención del Estado para utilizar la fuerza laboral que va quedando disponible y dirigirla hacia el Sector Terciario de la economía, donde las Administraciones Públicas tienen un peso significativo (salud, educación, servicios sociales) y es el único capaz de asumir esta responsabilidad, creando o asociándose a empresas especializadas que realicen esta labor. Resulta obvio destacar que el financiamiento para llevar a la práctica esta redistribución laboral sería financiado por la aportación impositiva de los primeros sectores de la economía y otras actividades lucrativas del sector de los servicios encajadas en el entramado empresarial.

    Si la política es el ejercicio del poder mediante la aplicación de una doctrina que trascienda en la manera de hacer las cosas y se necesita ceder autoridad a los que rigen asuntos públicos, representando a la ciudadanía en las decisiones que se deben tomar; entonces la obligación de los gobernantes consiste en lograr la correspondencia entre el bien común y la justicia natural, para poder llegar a la justicia social. No debe ignorarse que son los ciudadanos quienes confieren a sus representantes ( los políticos ) la autoridad y capacidad para organizar, distribuir y ejecutar, las facultades cedidas para bien de la sociedad.

    Por definición, en la sociedad actual y aunque no se perciba así, todo está relacionado con la Política y la manera de Gobernar (o de hacer las cosas), desde decidir a cuantas personas puede atender un médico, hasta definir cuál impuesto final debe tener un determinado producto. Así, por mucho que se quiera alejar un tema cualquiera de la Política, al final tendrá directa vinculación, y sus disposiciones repercutirán decisivamente en la calidad de vida de los ciudadanos. Las empresas son también consumidores en el mercado y no poseen la capacidad para formar precios; estos se determinan libremente por el comportamiento de la oferta y la demanda. Esto no quiere decir que exista el anhelo de la empresa privada por determinar el precio, comprar barato y vender caro, pero esto solo se puede lograr cuando existe el oligopolio y para evitarlo, lo cual sería la disolución de la democracia, deben intervenir los representantes de la sociedad con leyes anti-monopolios para regular esta perversa tendencia. De no hacerlo se perdería la iniciativa democrática y se empobrecería el bienestar social, pasando las empresas a gobernar mediante las organizaciones empresariales que surgirían ante la carencia de autoridad ciudadana.

    Como la ocupación laboral y su retribución dineraria es la base del sostenimiento del trabajador, su familia y la sociedad, la aplicación de las medidas correctas en las políticas de empleo resulta fundamental para el sostenimiento del orden y el bienestar social; de ahí que el Estado, representante de los ciudadanos, con la autoridad que estos le confieren para gobernar, tiene la obligación de dictar cuantas normas sean necesarias para impedir el empobrecimiento de la sociedad que representan y el desmedido enriquecimiento de los empresarios privados. Si bien el Estado no necesita ser el propietario de todas las empresas para ejercer un buen gobierno, resulta imprescindible que imponga las regulaciones que correspondan para lograr el equilibrio, mediante la redistribución de lasriquezas obtenidas con el esfuerzo de todos. Hoy día, en casi todo el mundo, rige la dictadura del "Gran Empresario" (grandes empresas multinacionales), que bajo las normas de impúdicos gobernantes han permitido el empobrecimiento de sus ciudadanos, mediante autorizaciones deshonestas que no tienen en cuenta a quienes representan.

    Tema aparte puede resultar la corrupción utilizada en algunos países para obtener el beneplácito de los gestores públicos, los cuales traicionan con este comportamiento a los que confiaron la administración de sus bienes ( los bienes públicos y riquezas naturales son propiedad de toda la sociedad; de hecho cada ciudadano es copropietario de las empresas y bienes de titularidad pública). Por esta razón, la corrupción de las funciones públicas debe ser castigada con penas activamente severas, tanto al corrupto como al corruptor. Si una persona roba debe responder por el daño que ha causado, sin embargo cuando un gestor público roba a los ciudadanos o permite que otro lo haga, resulta entendido que todo se torne más complicado; en la mayoría de los casos por la protección a los defraudadores que les brindan los mismos políticos que la sociedad designó para que administrara sus bienes. Este proceder tan repulsivo, que bien podría juzgarse de forma expedita en una Sala Especial para Delitos Económicos, donde además de las penas de inhabilitación o de privación de libertad, se establezca la obligatoriedad de indemnizar a la sociedad con los bienes propios de todo tipo, tenidos o por tener, de dinero actual o de bienes ocultos. Esta cuestión merece un tema propio de juristas instruidos en la defensa del bien común.

    Debe llegar el día en que no sean necesarios los partidos políticos en la forma que existen hoy. Solo serían necesarias pequeñas organizaciones con personas capaces y que la ciudadanía escoja al que crea mejor gestor por sus ideas y planes para prosperar. Hoy las funciones políticas están corrompidas con las aspiraciones de lucrar o tener un puesto de trabajo con buen sueldo. De esta forma algunos líderes políticos arrastran con él a miles de seguidores que sustituyen en sus cargos a personas que por sus ideas políticas no coinciden con el nuevo gobernante, independientemente que haya sido un buen gestor; entonces la función pública no se rige por el bien común, sino por las ideas de quienes ostentan el poder.

    Retomando nuestro tema sobre el empleo en el siglo XXI, resulta necesario que los gobernantes se ajusten a este tiempo y se den cuenta de que los métodos tradicionales de creación de empleo ya no funcionan, el hecho de dejar a la interpretación de los empresarios la manera en que puede crecer el empleo resulta incoherente. El empresario solo busca producir más con menos gastos laborales; esa prioridad – para él la más importante -, no la va a soslayar el Estado con sugerencias, o pidiendo favores a estos. Que ridículo resulta pensar que las empresas contraten más personas porque se lo pida el Gobierno, o que este último reviva sus esperanzas pensando en la creación de pequeñas empresas incapaces de competir con los "pulpos transnacionales" ya existentes. Esta iniciativa solo funciona para las pequeñas empresas que brindan servicios a la ciudadanía o talleres locales que por el propio crecimiento de la población siempre dejan algún espacio. Por todos es conocido que las grandes empresas han acabado con el pequeño empresario local, la mayoría de los cuales sostienen su negocio bajo desdichadas condiciones.

    Gráfico 1

    Horas de trabajo por año y persona en el Reino Unido (1870-2000)

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    Fuente: A. Maddison

    Nota: Se utiliza población ocupada.

    En esta gráfica se observa el aumento de la productividad en el Reino Unido en los últimos 130 años, en ella vemos como se comportan los indices de crecimiento por período:

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    No cabe duda que el crecimiento de la productividad reduce significativamente las horas de trabajo necesarias por trabajador, ello conduce a que con el mismo sistema de producción imperante, se reduzca la fuerza laboral necesaria. Si lo vemos con la óptica de mantener los mismos empleados y obtener mayor producción, entonces a nivel social se producirá un exceso de oferta e inexorablemente al despido y la reducción del empleo.

    Por estas razones entre las medidas que se deben aplicar, resulta primordial la redistribución de la fuerza laboral entre sectores de la economía, lo cual podrá conducir al equilibrio inminente que necesita la sociedad, para evitar las crisis que provocan el crecimiento de la producción por la introducción constante de nuevas máquinas y robots, con la consiguiente eliminación de puestos de trabajo.

    Gráfico 2

    Comportamiento mundial de la relación Productividad / Población últimos 300 años.

    Fuente: Bradford J DeLong, "Estimating World GDP, One Million B.C. – Present."

    Angus Maddison (1995) ha construido estimaciones del PIB real per cápita para el mundo entre 1820 y 1992. Sus estimaciones son elaboradas con el índice de precios Laspeyres y paridad de poder adquisitivo estimado para 1990 en dólares internacionales.

    Estas estimaciones, aunque pueden presentar desviaciones, pero con concepciones científicas, solamente se muestran para tener una visión más o menos aproximadas del comportamiento población-productividad durante tres siglos, observándose el salto ya comentado, que se manifiesta a partir de la "Revolución Industrial" (reflejada en la gráfica a partir de 1850). La ampliación de conocimientos sobre lo que significó este proceso para la sociedad, puede obtenerse en obras propiamente dedicadas a ese tema, pero me pareció interesante mostrar este gráfico como muestra de una aproximación en la relación entre población y productividad.

    Gráfico 3

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    (dolar de E.U. de PPA constantes de 1990)

    En el Grafico 3 se puede observar como crecen los indices de productividad sobre la población activa, ya en el ambito mundial y vemos como se eleva la productividad entre los años 1990 y 2010 llegando a alcanzar un indice de 1,51 en esa etapa, de ahí debemos comprender su efecto en la población ocupada y lo que debe haber significado en la diminución relativa del empleo.

    Una vez más debemos insistir que en valores absolutos, el empleo puede crecer y este crecimiento se manifiesta mucho más en los países emergentes, adonde concurren las nuevas fábricas y las deslocalizadas de los países desarrollados, pero este crecimiento relativo solo obedece a la incesante ambición de las empresas multinacionales por

    obtener mayores beneficios, al desembolsar en esos sitios menores gastos laborales y fiscales, fundamentalmente.

    En tendencia estos beneficios irán disminuyendo en la medida que los países más desarrollados pierdan poder adquisitivo ante el aumento del desempleo de su población y el desbalance que surge debido a la carencia de demanda de bienes y servicios, estas limitaciones y la inequidad que propugnan se extiende como epidemia a nivel mundial. La igualdad de oportunidades está enrarecida y en las pocas naciones que hacen galas de tenerlas, disminuyen en cuanto a amplitud y cuantía de las prestaciones que la hacen posible. Cada día que transcurre se hace evidente una desigualdad mayor entre ricos y pobres y el final de todo este orden, no puede ser otro que la exigencia, por la mayoría desfavorecida, del restablecimiento de niveles de convivencia más justos donde se le de prioridad a los intereses de la inmensa ciudadanía que vive en la pobreza y en la exclusión, pero el equilibrio social no es espontáneo, hay que establecerlo deliberadamente.

    Lo que se debe hacer

    Es común oir decir a los gobernantes actuales que van a reducir el desempleo con la aplicación de estímulos y reformas laborales. Falta de seriedad resulta pensar que el gobierno de turno será el único que piense en hacer esto, pero solo con aplicar el sábio pensamiento natural, resulta fácil darnos cuenta que todos los gobiernos podrían pensar lo mismo y si esto llegara a ocurrir, acaso no crecería la producción en todos los sitios y las mercancías se estancarían en los almacenes por la falta de demanda de quienes no desean reponer todavía sus enseres por tener aún vida útil.

    Si no crece la demanda mediante el aumento de ciudadanos ocupados con ingresos y salarios dignos, la producción de bienes y servicios, languidese, al no existir personas que los compren, y vuelve a presentarse el ciclo descendente de la economía y a repetirse la enorme desgracia de quedar sin empleo. Solo puedo pensar que determinados economistas no razonan esto por simpatizar con ideologías envejecidas y hacerles creer a los ciudadanos que el problema del desempleo se resuelve con medidas paliativas que solo conducen a una nueva forma de esclavitud laboral. De esta manera mantienen o incrementan las tasas de ocupación mediante la disminución del tiempo de la jornada laboral, aumentando la intensidad del trabajo y pagando menores salarios. Con este proceder se emplean trabajadores con contratos de pocas horas semanales y lo que ocurre realmente es una redistribución de las horas trabajadas, y por tanto la diminución de los sueldos; por esta razón pueden aparecer estadisticamente más trabajadores ocupados, enmascararando con esto el hecho real de la precariedad laboral, ya que como hemos expresado, aumentan las personas ocupadas, pero no crecen las horas trabajadas ni los sueldos, se trabaja con mayor intensidad e inexorablemente la productividad continuará creciendo a mayor velocidad que la población activa, resultando impredecible lo que ocurrirá si no se toman las políticas apropiadas.

    Como hemos comentado la precariedad que sufren todos los asalariados o pequeños empresarios se va agudizando con el desarrollo de las actividades productivas, surge una competencia desmedida entre estos y las posibilidades que tengan para trabajar o encontrar un empleo, que ya ni siquiera se pregunta cuanto van a devengar, ni las horas que van a laborar, solo importa cobrar algún dinero que le permita subsistir.

    Pasamos a analizar un informe estadístico español (Gráfico 4), que recoge los movimientos de trabajadores contizando a la seguridad social durante los años 2004 al 2014, en el se describen los promedios de ciudadanos cotizantes en esos años, sumando mes a mes el número de personas que han cotizado durante cada año natural y dividiéndola entre doce para llegar al promedio mensual de trabajadores que ingresan cotizaciones a la seguridad social. Luego se observa el total ingresado cada año y mediante un cociente aritmético llegamos a la cifra que cada trabajador ha cotizado en un año y como promedio en cada mes de trabajo.

     

    Gráfico 4

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    Fuente: INE y Ministerio de Empleo y Seguridad Social de España.

    Lo sucedido a partir del año 2013 ocurre porque al no poder crear empleo, el Gobierno ha optado por aumentar las cotizaciones, de manera que hay menos fondos en ayudas que antes de 2013; y la obligación de cotizar por varias prestaciones en especie, agregando también la limitación de la pensión máxima, pero elevando el límite de cotización. El nuevo empleo que se ha creado es precario y la forma que ha encontrado el Gobierno ha sido aumentar lo que se ingresa por cada trabajador con nómina, logrando así mantener las cifras de cotización de los años anteriores.

    Se plantea por diversos políticos, independientemente de su ideología, que la solución es la precarización del empleo (más empleo con menos sueldo y menos derechos) y por ende de los que menos tienen (trabajadores, clase media asalariada, pequeño empresario), pero entonces ¿por qué no se plantea primero reducir las ganancias de los grandes empresarios y directivos mediante la aplicación de políticas reguladoras?. Esta reducción de los que más ganan no significaría ni mucho menos llevarlos a límites de vida inferiores a lo que vienen acostumbrados, sino conducir a la sociedad a una fase superior de solidaridad y que salvo excepciones, ningún rico dona dinero voluntariamente para que se redistribuya a los que menos tienen, por tanto corresponde al Estado (cunjunto de toda la ciudadanía) asumir esta iniciativa. Se debe tener conocimiento que los factores que modulaban la relación productividad/población activa ya no existen y la economía global se dirige inexorablemente a una crisis permanente de carencia de empleo, en condiciones de precariedad que no hemos conocido hasta ahora en la época contemporanea, cada vez los empleos serán peor retribuidos y con menos derechos para los trabajadores, lo que también repercutirá en los pequeños empresarios al disminuir la demanda de bienes y servicios, y la sociedad se trasladará a tiempos de pobreza permanente.

    En determinadas regiones o países existen cifras elevadas de población desocupada que por la implementación de la Globalización pudieran sumarse a la demanda de bienes y servicios, pero estas personas se incorporan al mercado laboral con sueldos precarios mediante la instalación en sus territorios de empresas que provienen de otros países más desarrolados, en donde han dejado sin empleo a los lugareños, y también de nuevas actividades que se instalan allí para producir con mayores indices de productividad y menores costes salariales, con la finalidad de exportar sus mercancias a países donde estas se vendan con mejor precio. Esto provoca que a nivel global -mediante la disminución de los precios por los bajos costes laborales- temporalmente crezca la demanda, y estas empresas logren mayores beneficios, pero al continuar produciendo más y los asalariados cobrando menos, entonces ¿cómo se podrán comprar los bienes fabricados?. De esta forma comienzan a acumularse mercaderías que no encuentran comprador en el mercado y las empresas con mejores índices de productividad van desplazando a las menos eficientes y estas últimas a su vez cierran, dejando sin empleo a sus trabajadores. Este ciclo productivo va concentrando cada vez más las riquezas, en menor número de empresas y disminuyendo proporcionalmente el número de ocupados en relación con el valor de la producción o los servicios.

    En el sentido económico de las cosas, el trabajo empleado en la producción de bienes que tienen aceptación o necesidad social es lo único que crea riqueza; resulta desacertado pensar que el capital puede crear bienes por sí solo, esto se logra con la intervención de la fuerza de trabajo aportada por los trabajadores. Solo se crean riquezas en la economía real estructurada por las empresas que integran los primeros sectores de la economía, tales como: la agricultura, ganadería, pesca, minería, explotación forestal, energía y la industria. El resto de las actividades, también denominadas como sector terciario de la economía, prestan los servicios que proporcionan las riquezas creadas en los primeros sectores, pero no crean riquezas, sino que, mediante su gestión transfieren al consumidor la riqueza ya creada.

    El valor intelectual o inmaterial que aportan la investigación, el desarrollo, el conocimiento y la innovación o información, deben tratarse como una actividad productiva del sector al cual están vinculadas. Así, al descubrir un nuevo transistor que proporciona ventajas a un equipo electrónico, esto se incorpora como riqueza creada en el sector industrial. Si se tratara de un novedoso pienso que aumenta la masa ganadera, este se incorporaría como riqueza de la Ganadería o un nuevo abono que eleva la producción de vegetales, correspondería a riqueza creada en la Agricultura. Si es una investigación médica a la industria médica o farmacéutica. La acumulación de conocimientos que se obtiene mediante estudios en centros de formación y que luego se trasmite o utiliza obteniendo una retribución por ésta, debe ser contemplada como un servicio que redistribuye parte de la riqueza anteriormente creada.

    Pero este análisis requiere de una explicación: con el desarrollo de la economía los sectores donde se originan las riquezas no son capaces de distribuir las mismas hasta el consumidor final, y se necesita del sector terciario o de los servicios para hacerle llegar al ciudadano la riquezacreada; de esta forma, la riqueza se comparte y llega al consumidor con la participación de varios trabajadores. Cuando compramos un kilogramo de frutas en el mercado, nos percatamos de cuantos trabajadores intervienen en proporcionar que la fruta llegue a nuestra casa. Por esto, aunque la riqueza se creó en la agricultura, se le fueron incorporando valores del sector servicios que intervino en la realización del producto.

    Antiguamente, en la economía no desarrollada, el propio agricultor vendía el producto al consumidor sin la necesidad de un intermediario, pero el ulterior desarrollo y la elevación de la productividad propiciaron que surgiera la actividad comercial y así el agricultor especializado en la siembra y recolección podía dedicar más tiempo a la producción de riquezas. En este simple ejemplo, la riqueza es la fruta que se logró con el trabajo y el cuidado del agricultor, el resto son mecanismos de distribución que si bien aportan valor al producto original y permiten una redistribución de la riqueza ya creada, no constituye ninguna nueva riqueza y el precio final por el que se venda la fruta será el valor de cambio por el que se realizó y mediante el cual la sociedad reconoce y equipara el valor de un producto a otro, de acuerdo con el tiempo de trabajo empleado en hacerlo llegar al consumidor final. Debemos aclarar que no siempre el nuevo valor creado coincide con el precio de la mercancia, ya que intervinen factores de Oferta y Demanda que hacen que el valor y el precio no coincidan. Si por determinadas razones un producto escasea, o cuestan más los insumos utilizados en la producción o distribución, el precio se irá por encima del valor y si abunda o disminuyen los precios de los insumos, ocurriría lo contrario. No obstante la sumatoria de todos los precios de las mercancias disponibles en un momento dado será igual a la sumatoria de sus valores, ya que no pueden surgir riquezas de la nada.

    Algo diferente de entender sería el trabajo intelectual o profesional. Un médico al atender a un paciente no crea ninguna riqueza, aunque cobre por la consulta o perciba un sueldo. El profesional al realizar el trabajo percibe una retribución que proviene de una riqueza ya creada y lo que el percibe, no es más que una redistribución de riqueza realizada anteriormente, expresada en dinero, ya sea por impuestos cobrados a la sociedad o por el propio paciente al pagarle.

    Otro aspecto que debemos aclarar es el referido a las actividades de la Bolsa. Las ganancias o utilidades que se obtienen en esas operaciones, son beneficios obtenidos por medio de la especulación parasitaria a la economía real y no producen riquezas ni se obtiene algo nuevo de sus resultados. Las personas que invierten en bolsa esperan quesu negocio le proporcione ganancias mediante el crecimiento del precio de la acción que han comprado antes, o del beneficio final que obtengan al distribuirse los Dividendos por los resultados positivos alcanzados. Todo este entramado se mueve por la fluctuación de los precios que oscilan dentro de la paridad Oferta-Demanda, pero al igual que expusimos en el ejemplo del médico, esto no es más que la redistribución de los beneficios obtenidos de una riqueza ya creada previamente o con anterioridad al momento de la operación bursátil o de compra-venta. Otra cosa resulta de las habilidades personales que pudieran tener los que se encargan de estos negocios o de la gestión de las empresas, estas se basan en una ecuación de suma cero, si una persona logra vender algo por encima de su precio es porque la que compra pierde la parte del precio que se ha devaluado.

    Dicho esto, con el panorama económico actual, solo es posible establecer el bienestar social mediante la aplicación por los Gobiernos de las siguientes medidas de regulación económica.

    1. Crear empleo en el Sector Terciario de la Economía que gestiona el Estado.

    2. Desarrollar las actividades en las que el país pueda ser referente mundial.

    3. Reducir por Ley la jornada laboral.

    Estas medidas, junto a las Leyes de regulación y protección laboral establecidas por el Estado, servirían de contrapeso al crecimiento de la productividad y así, aunque esta continuara creciendo, que es lo normal y necesario para elevar el bienestar social, las personas continuarían trabajando; sintiendose útil, produciendo más y mejorando servicios – actualmente deficientes – que se prestan en sectores de la economía que administra el Estado y que por supuesto no hablamos de funcionarios públicos burocráticos, sino de empleados de todas las categorías ocupacionales, desde graduados universitarios hasta personal con poca formación, todos somos necesarios. A continuación describiremos lo que se podría hacer en cada uno de los aspectos señalados.

    Aspecto 1. Creación de Empleo

    En cuanto a esta alternativa para la creación de empleo, nos referimos a redistribución laboral que tendría que asumir el Estado en actividades relacionadas con la Sanidad; Educación y Formación; Investigación y Desarrollo; Administración de Justicia; Servicios Sociales; Protección Ciudadana y Previsión Social. En estos sectores son insuficientes los profesionales, técnicos y trabajadores en general, por lo que se préstan servicios deficientes en la mayoría de los países del mundo, en unos peores que en otros dependiendo de su nivel de desarrollo, pero muy lejos de ofrecer la atención optima que desearía el ciudadano recibir. Para la solución del desempleo, quedan actividades en el sector terciario que podrían crecer asimilando a los desplazados de los primeros sectores, afectados seriamente por las sucesivas crisis económicas y fundamentalmente por la propia Ley que determina que el crecimiento de la productividad supera al crecimiento de la población activa. Estas actividades pueden asimilar profesionales y técnicos de todas las especialidades por lo que no es de temer que jóvenes preparados se puedan quedar sin ejercer lo que estudiaron.

    Este análisis y sus propuestas no tienen alternativas y los que piensan que la situación actual del empleo puede resolverse con las formas y métodos "tradicionales" están errados y el tiempo se los confirmará, ya es hora de darse cuenta que la economía productiva real, la que crea riquezas y empleo, es cada vez más eficiente y no puede asumir la cifra de desocupados que se eleva cada año , como no sea reduciendo la jornada laboral o aumentando el número de ocupados en servicios a la sociedad, por ahora esta última, más necesaria y aceptada.

    En los países que estos servicios no son asumidos y gestionados por la administración pública, tendrían que transitar hacia la prestación social de esas actividades, ya que no es de esperar que las empresas privadas de forma aislada y anárquica puedan asumir las trasformaciones que estas actividades requieren. No es función de los Gobiernos favorecer y proteger el enriquecimiento de unos pocos, su razón de ser es mantener una sociedad sana, educada y justa, donde exista la igualdad de oportunidades, pero también el sentimiento de dignidad de todos sus ciudadanos, que a ninguna persona en edad laboral y capacidad física y mental, se le pueda manifestar un sentimiento de inútil o se le llegue a menospreciar por su situación de desocupado, algo que el ciudadano no puede resolver por si mismo o aisladamente, por lo cual resulta insoslayable que la solución de este problema lo resuelva el Estado con la aplicación de las políticas necesarias.

    Debemos percatamos que las máquinas y la robótica irán desplazando a los trabajadores y que la creación de empleo en los primeros sectores será siempre inversamente proporcional al valor de la producción, dicho lo cual, la aplicación de esta alternativa es trasladar empleo al sector terciario de la economía y a su vez dignificar al ciudadano, el cual pasaría a sentirse útil y ocupado, en una labor que aportaría riquezas o beneficios a la sociedad y los aportes correspondientes para el sostenimiento la Seguridad Social. No es justo ni humanitario condenar a tantos millones de personas a la inactividad y a la carencia de oportunidades, desprotegido en su futuro por la ausencia de cotizaciones a la seguridad social y la incertidumbre de como salir de su precaria situación. El Estado es el conjunto de todos los ciudadanos y es su obligación ocuparse de que puedan llevar a cabo una vida plena y sin desdoro. La Economía del siglo XXI es muy diferente a la que vivieron nuestros antepasados y si no reformamos la manera de hacer las cosas, nos alejaremos cada vez más de la prosperidad y el bienestar.

    En España se pueden hacer las cosas de manera diferente a como se ha decidido en los últimos años, y por tanto he dedicado un análisis aparte a su situación propia, exponiendo de forma breve y clara, como los Poderes Públicos podrían actuar frente a la depauperación social que se plantea.

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