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La era de la desigualdad (¿Consecuencia directa del imperialismo monetario?) – Parte I




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

  1. Nunca
    antes tan pocos habían engañado a tantos
    durante tanto tiempo -jamás
  2. Recordar sirve para comprender (desordenado
    relato de las últimas
    "actuaciones")
  3. Perspectivas de la economía mundial –
    Fondo Monetario Internacional – Octubre
    2007
  4. La
    cohesión social en los países desarrollados:
    conceptos e indicadores CEPAL – Serie Estudios
    estadísticos y prospectivos No 55 –
    2007
  5. La
    cohesión social en los países desarrollados:
    conceptos e indicadores CEPAL – Serie Estudios
    estadísticos y prospectivos No 55 –
    2007
  6. ¿Crecimiento desigual?:
    distribución del ingreso y pobreza en los
    países de la OCDE – OCDE 2008
  7. Informe sobre Desarrollo Humano 2010 –
    PNUD
  8. Eurostat Statistical Books
  9. Visite
    USA (utilizando la hemeroteca como un GPS de
    cabotaje)

Monografias.com

– Facta: el nuevo mapa de la pobreza

La movilidad "descendente" (primeras estaciones del
"vía crucis")

En el Paper – Un análisis sobre la desigualdad
de los ingresos (ganadores y perdedores de la crisis financiera
mundial) – La Economía del Malestar (el fin de la
cohesión económica y social
), publicado el
15/7/11, decía:

"Tenemos suficiente para las necesidades de todos,
pero no para la codicia de unos pocos".

M. Gandhi, 1869 – 1948 – Abogado, político y
activista

Nunca antes tan pocos
habían engañado a tantos durante tanto
tiempo
-jamás

Se le exigió al mundo entero que cambiara su modo
de vida en base a la fantástica invención de un
grupo de políticos con ansias de "salvar" a la humanidad
de una imaginaria catástrofe económica.
Decían tener la Verdad en sus manos (en general, aconsejo
a mis amigos que confíen siempre en quienes están
buscando la verdad, pero desconfíen siempre de aquellos
que dicen haberla encontrado).

Aseguraban que la desregulación, la
privatización y el libre movimiento de capitales,
servicios y mercancías (el de personas, nunca
llegó, ni se lo espera) harían entrar a la
humanidad en una era de progreso exponencial y continuado, como
nunca se había vivido. Y además,
desaparecerían los ciclos económicos
(¿verdad, grandes bonetes del FMI?). Algunos profetas,
hasta llegaron a proclamar el "fin de la Historia"
(¿verdad, Profesor Fukuyama?).

"La globalización igualará el terreno de
juegola Tierra es plana… los Gobiernos y sus
normas para el mundo laboral han perdido importancia… en
marcha hacia una nueva civilización… contratamos a
nuestra gente por ordenador, trabajan en el ordenador y son
despedidas también por el ordenador"… Para los
creadores de estas "genialidades" (dogmas, mantras), la
visión de un ejército de parados, inimaginable
hasta entonces, era una obviedad.

Ninguno de los altamente remunerados creadores de estos
paradigmas (de los sectores de futuro y países de futuro)
creía en la existencia de suficientes puestos de trabajo,
decentemente pagados, en los tecnológicamente costosos
mercados en crecimiento de los que hasta entonces fueron
países del bienestar… no importa en qué
sector.

"Los pragmáticos del "turbo capitalismo"
reducen el futuro a un par de números y un concepto: "20 a
80" y tittytainment"…,
decían Hans-Peter
Martin y Harald Schumann, en su libro La trampa de la
globalización – Taurus 1998), y además,
reseñaban:

(Las escenas que siguen corresponden a una
reunión mantenida por 500 políticos de primera
línea, líderes económicos y
científicos de los cinco continentes, efectuada en el
año 1995 en el Hotel Fairmont de San Francisco,
EEUU)

"En el próximo siglo (XXI), el 20% de la
población activa bastará para mantener en marcha la
economía mundial. No se necesitará más
fuerza de trabajo…

Una quinta parte de todos los que buscan trabajo
bastará para producir todas las mercancías y
aportar las valiosas prestaciones de servicios que la sociedad
mundial pueda permitirse. Ese 20% participará, por tanto,
activamente en la vida, el beneficio y el consumo, no importa en
qué país. Se puede añadir a ellos un 1 o un
2%, admiten los participantes en el debate, por ejemplo contando
con los herederos acomodados.

¿Y los demás? ¿El 80% de los
dispuestos a trabajar que no tengan trabajo? "Sin duda", dice el
escritor norteamericano Jeremy Rifkin, autor del libro "El fin
del trabajo", "el 80% tendrá grandes
problemas"…

El esbozo de un nuevo orden social: países
ricos sin una clase media digna de mención… En el
futuro, la cuestión será "to have lunch or be
lunch" (comer o ser comido)…

La expresión "tittytainment" (que ha hecho
famosa Zbigniew Brzezinski, consejero de seguridad Nacional del
presidente norteamericano Jimmy Carter y que desde entonces se
dedica a cuestiones de geoestrategia), es una combinación
de "entertainment" y "titis" (entretenimiento aturdidor y
alimentación suficiente).

En marcha hacia una nueva civilización. El
modelo del mundo del futuro sigue la fórmula 20 a 80. Se
perfila una sociedad de una quinta parte, en la que los excluidos
tendrán que ser calmados con "tittytainment". ¿Es
esto una exageración desmedida?"…

Esa es la sociedad que hoy se está construyendo
por encargo. Se les proporciona Ritalin, se les da una X-box con
juegos de violencia e insinuaciones sexuales, mientras Facebook,
You Tube, Twitter y los "sms" hacen el resto (a veces con la
"inapreciable" colaboración del alcohol y las drogas).
Zombis felices… Todos en la "nube"…

¿Por qué quiere alguien deliberadamente
una sociedad idiotizada? Por una parte es mucho más
fácil de controlar a alguien que no tiene conciencia de lo
que sucede a su alrededor. Se ofrece futbol (u otros deportes)
cinco noches a la semana para mantener a todos ocupados mientras
que el saqueo de su riqueza continúa
convenciéndoles que hacer hamburguesas en McDonald"s
cobrando el salario mínimo es "empleo".

Hay quien busca explicaciones más rocambolescas
que aseguran que un movimiento sin precedentes como éste
en tiempos sin precedentes como éstos puede llevar a una
conclusión sin precedentes.

La Gran Recesión aceleró una tendencia que
comenzó hacía tres décadas:
deslocalización al extranjero, automatización del
trabajo, conversión de empleos a jornada completa en
temporales y contratas, debilitamiento de los sindicatos y
obtención de reducciones de salarios y prestaciones de los
trabajadores actuales. Internet y la informática lo han
hecho más fácil.

La economía de EEUU es hoy el doble de lo que era
en 1980 mientras que el salario medio real apenas se ha movido.
La mayor parte de los beneficios del crecimiento ha ido a parar a
los niveles altos. A finales de los 70, el 1 por ciento de los
estadounidenses más ricos cobraba el 9 por ciento de los
ingresos totales. A principios de la Gran Recesión, esa
cifra sobrepasaba el 23 por ciento. La riqueza está
más concentrada.

Ése es el meollo del problema. La mayoría
de estadounidenses ya no tiene el poder de compra suficiente como
para que la economía vuelva a andar. Cuando estalló
la burbuja de la deuda, se quedaron encallados.

Los beneficios empresariales están en alza, pero
los empleos y salarios siguen estancados.

Las personas con activos financieros o cuyo talento es
tenido en cuenta por las grandes corporaciones están
disfrutando de una fuerte recuperación. Mientras tanto, la
mayoría de los estadounidenses se esfuerza por ir
tirando.

Las empresas no tienen la culpa, pues su objetivo es
obtener beneficios. Ni tampoco es culpa de los ricos, que
sólo han jugado según las reglas. El problema es
que hay que cambiarlas.

Un futuro sin trabajo o con contratos basura para la
mayoría de los estadounidenses es insostenible,
también para las propias empresas del país, cuya
rentabilidad a largo plazo depende del resurgimiento de la
demanda nacional.

La solución es ofrecer al americano medio un
trato económico mejor. Por lo tanto, deberíamos
aceptar que los países puedan propugnar reglas nacionales
políticas fiscales, regulaciones financieras, normas
laborales o leyes de salud y seguridad de los consumidores- y que
puedan hacerlo levantando barreras en la frontera si fuera
necesario, cuando el comercio ostensiblemente amenaza las
prácticas domésticas que cuentan con un amplio
respaldo popular. Si los impulsores de la globalización
tienen razón, el clamor por protección no
cundirá por falta de evidencia o apoyo. Si están
equivocados, habrá una válvula de seguridad
destinada a asegurar que los valores en pugna -los beneficios de
economías abiertas frente a los réditos derivados
de implementar regulaciones domésticas- sean escuchados de
manera apropiada en los debates públicos.

Si el lector desea cambiar el término EEUU por el
de Unión Europea, todo parecido con la realidad no
será mera coincidencia.

Pero antes de entrar en debate, o invalidar -sin
más- mis comentarios políticamente incorrectos,
analicemos algunos datos para que cada cual juzgue por sí
mismo.

Recordar sirve para
comprender (desordenado relato de las últimas
"actuaciones")

"El hombre más peligroso para cualquier
gobierno es el hombre capaz de pensar por sí
sólo… sin tener en cuenta las supersticiones y los
tabúes vigentes. Ya que casi inevitablemente
llegará a la conclusión de que el gobierno es
deshonesto, demente e intolerable". "La única
emoción que perdura en el hombre inculto es el miedo;
miedo a lo desconocido, lo complejo, lo inexplicable. Lo
único que quiere por encima de todo es
seguridad". 

H. L. Mencken, 1880 – 1956 – Periodista y
crítico social

(Algunos titulares de la Hemeroteca utilizada en el
Paper, para ir "templando gaitas")

"Tiempos modernos" para los trabajadores: más
horas por menos salario. O sea

"Tras varios días de intensas protestas entre
empleados y empresa, los trabajadores de la planta de Mirafiori
de la compañía transalpina, ubicada en Turín
(Italia), aprobó este viernes en referéndum el plan
de futuro para la fábrica acordado el pasado diciembre
entre la mayor parte de sindicatos y la dirección de la
compañía. Según la comisión
electoral, el "sí" se impuso por una ajustada
mayoría, con 2.735 votos a favor (54,05 por ciento),
frente a los 2.325 votos en contra (45,95 por ciento), y con un
alto índice de participación (94,2%)"…
Los
trabajadores de Fiat aceptan la merma de sus derechos laborales
por salvar sus empleos (El Confidencial –
14/1/11)

"La crisis se destaca por lo mucho y rápido
que cayeron los salarios"…
Los trabajadores de EEUU
pagan la recesión de su bolsillo (The Wall Street Journal
14/1/11)

"Los líderes políticos expresan un
descontento cada vez mayor con el Producto Interno Bruto -una
medida monetaria de todos los bienes y servicios que produce un
país- como forma de medir el éxito de un
país para mejorar los estándares de vida. En
noviembre, el primer ministro británico David Cameron
anunció planes de diseñar medidas de bienestar
nacional que tomen en cuenta factores como la satisfacción
de la gente, siguiendo una iniciativa similar del presidente
francés Nicolas Sarkozy"…
Los países buscan
el éxito más allá del PIB (The Wall Street
Journal – 14/1/11)

(A continuación se reproducen los Anexos con
Informes de los Organismos Internacionales y Gobierno de los
EEUU
, algunas actualizaciones y comentarios, oportunamente
presentados en el Paper, de los que se pueden extraer los
antecedentes y series históricas de referencia)

Fuentes: FMI, 2007 – CEPAL, 2007 – OCDE, 2008 – PNUD,
2010 – Eurostat, 2010 – U.S. Census Bureau, Statistical Abstract,
1970-2008 – Social Security on line – USA, Wage Statistics,
2005-2009

Anexo I

Perspectivas de la
economía mundial –
Fondo Monetario Internacional – Octubre
2007

Globalización y desigualdad

Resumen general

La economía mundial experimentó un
crecimiento vigoroso en el primer semestre de 2007, aunque la
turbulencia en los mercados financieros ha ensombrecido las
perspectivas. Las previsiones para 2007 apenas se han visto
afectadas, pero la proyección de referencia para el
crecimiento mundial en 2008 se ha revisado a la baja en casi
½ punto porcentual con respecto a la actualización
de julio de 2007 de Perspectivas de la economía mundial.
Aun con esta revisión, el crecimiento mundial se
mantendrá en una sólida tasa del 4¾ %,
respaldado por las variables económicas fundamentales
generalmente favorables y el vigoroso dinamismo de la actividad
económica en las economías de mercados
emergentes.

No obstante, los riesgos para las perspectivas se
inclinan claramente del lado negativo, y giran en torno a la
preocupación de que las tensiones en los mercados
financieros podrían continuar y provocar una
desaceleración mundial más pronunciada. Por lo
tanto, el reto más apremiante para las autoridades
económicas es restablecer unas condiciones más
normales en los mercados financieros y proteger la
expansión sostenida de la actividad.

Otros riesgos para las perspectivas son la posibilidad
de que se aviven las presiones inflacionarias, la volatilidad de
los mercados petroleros y el impacto de las entradas voluminosas
de divisas en los países de mercados emergentes. Al mismo
tiempo, las cuestiones críticas a más largo plazo
como el envejecimiento de la población, la creciente
resistencia a la globalización y el calentamiento global
son una fuente de preocupación.

Nota de prensa del capítulo 4:
Globalización y desigualdad

Preparada por Subir Lall, Florence Jaumotte, Chris
Papageorgiou y Petia Topalova

Observaciones y conclusiones fundamentales

• En los últimos 20 años, la
desigualdad del ingreso ha aumentado en la mayoría de los
países y regiones. Al mismo tiempo, el ingreso per
cápita se ha incrementado en casi todas las regiones
incluso para los segmentos más pobres de la
población, lo que indica que en términos absolutos
los pobres se encuentran en mejores condiciones durante esta
etapa de la globalización, aunque los ingresos de los
grupos relativamente acomodados han aumentado a un ritmo
más rápido.

• Los avances tecnológicos son el factor que
más ha contribuido al aumento reciente de la desigualdad.
El desarrollo de la globalización financiera -y la
inversión extranjera directa en particular- también
ha contribuido a aumentar la desigualdad, pero a diferencia de lo
que se cree comúnmente, la ampliación de la
globalización comercial está vinculada con una
disminución de la desigualdad.

• Es importante garantizar que los beneficios de la
globalización y los avances tecnológicos se
distribuyan más ampliamente entre toda la
población. Las reformas orientadas a fortalecer la
educación y la capacitación contribuirán a
garantizar que los trabajadores tengan los conocimientos
técnicos adecuados para adaptarse a la evolución de
la economía mundial. Las políticas enfocadas a
ampliar el acceso de los pobres al financiamiento, así
como el avance de la liberalización comercial que fomente
las exportaciones agrícolas de los países en
desarrollo, también ayudarán a mejorar la
distribución del ingreso.

En los últimos 20 años, la
desigualdad del ingreso ha aumentado en la mayoría de los
países y regiones, aunque la experiencia varía de
un país a otro. En este capítulo la desigualdad se
mide por el coeficiente de Gini, el indicador utilizado
comúnmente para comparar la diferencia promedio entre los
ingresos de los distintos grupos de la
población.

Según este indicador, la
desigualdad ha aumentado en las economías en desarrollo
de

Asia, las economías de mercados
emergentes de Europa, América Latina, las economías
recientemente industrializadas de Asia (ERI) y las
economías avanzadas, mientras que se ha reducido en
África subsahariana y la Comunidad de Estados
Independientes (véase el gráfico).

Monografias.com

A pesar del aumento observado de la
desigualdad, los ingresos se han incrementado en todos los
segmentos de la población, incluidos los más
pobres. Los ingresos per cápita han aumentado en casi
todos los países y regiones para todos los segmentos de la
población. Por lo tanto, en términos absolutos los
pobres se encuentran en mejores condiciones durante esta fase de
la globalización, aunque los ingresos de los grupos que ya
están en estas condiciones han aumentado a un ritmo
más rápido.

Los avances tecnológicos son el
factor que más ha contribuido al aumento de la
desigualdad, pero la globalización comercial y financiera
también ha sido otro factor importante, sobre todo en las
economías avanzadas. El progreso tecnológico en
sí mismo explica la mayor parte del aumento de la
desigualdad desde principios de los años ochenta, lo que
coincide con la opinión de que la nueva tecnología,
tanto en las economías avanzadas como en las
economías en desarrollo, incrementa la prima por nivel de
calificación y reemplaza los insumos relativamente poco
calificados (véase el gráfico)

Monografias.com

El efecto mucho más
limitado de la globalización en comparación con el
cambio tecnológico refleja las influencias opuestas del
comercio y la globalización financiera en la desigualdad.
El avance de la integración comercial -y el aumento de las
importaciones provenientes de las economías en desarrollo
en particular-, está vinculado con una reducción de
la desigualdad del ingreso en las economías
avanzadas.

En las economías en
desarrollo, el aumento de las exportaciones y la
liberalización arancelaria están relacionados con
el mejoramiento de la distribución del ingreso. La
inversión extranjera directa ha tenido un efecto similar
al cambio tecnológico en la distribución del
ingreso, al aumentar la demanda relativa de mano de obra
calificada. El desarrollo financiero también ha
contribuido al aumento de la desigualdad porque los grupos de
ingresos altos pueden aprovechar mejor las crecientes
oportunidades de acceso al crédito.

De cara al futuro, es necesario avanzar en la
aplicación de políticas que ayuden a los grupos de
ingresos bajos y menos calificados a aprovechar las oportunidades
que brindan el progreso tecnológico y la
globalización. La ampliación del acceso a la
educación y al financiamiento podría mejorar la
distribución global del ingreso. Las políticas
orientadas a facilitar el movimiento de trabajadores de los
sectores en declive hacia los sectores en expansión de la
economía, como las dirigidas a reducir la dependencia de
las prestaciones de salud del mantenimiento de un empleo en
algunos países, también ayudarían a mejorar
la distribución. La tecnología, la inversión
extranjera directa y el desarrollo financiero continúan
impulsando de forma significativa el crecimiento global y el
aumento de los ingresos medios. El papel positivo de las
exportaciones agrícolas en el mejoramiento de los
resultados distributivos parece indicar que la ampliación
de la liberalización del acceso de las exportaciones
agrícolas provenientes de los países en desarrollo
a los mercados de los países avanzados contribuiría
a una distribución más equitativa del ingreso en
ambos grupos de países.

Malas "perspectivas" para los más
jóvenes
(Actualización a febrero de
2011
)

"El director gerente del Fondo Monetario
Internacional (FMI), Dominique Strauss Kahn, ha alertado este
martes que el mundo se enfrenta a "la perspectiva de una
generación perdida de gente joven, destinada a sufrir
durante toda su vida lo peor del desempleo y sus condiciones
sociales"…
El FMI advierte de una "generación
perdida" de jóvenes que sufrirán toda su vida (El
Economista – 2/2/11)

Durante un discurso celebrado en Singapur, Strauss-Kahn
ha instado a los países industrializados y a los menos
desarrollados a centrarse en la creación de empleo. En su
opinión, "es el trasfondo de la agitación
política en Túnez y de las crecientes tensiones
sociales en otros países".

Al mismo tiempo, ha advertido de que "el
patrón de desequilibrios globales anterior a la crisis
está reemergiendo". Aunque la economía mundial ha
empezado a mejorar, problemas como el alto desempleo y las
presiones inflacionistas podrían avivar el proteccionismo
comercial y la agitación social violenta, a su
juicio.

"A medida que las tensiones entre los
países se incrementen, podríamos ver un mayor
proteccionismo, comercial y financiero. Y a medida que las
tensiones dentro de los países se incrementen,
podríamos ver una mayor inestabilidad social y
política dentro de las naciones (…) incluso guerra", ha
agregado.

De los mitos y los timos

En la "era de la globalización" una de las
fuerzas principales que habría incrementado la
exclusión social en los países miembros de la OCDE,
estaría constituida por los procesos de
desindustrialización, cuyos mayores efectos se
habrían verificado especialmente durante las
décadas de 1970 y 1980. En los últimos años,
la flexibilización de los mercados de trabajo y las
fuertes mutaciones culturales y tecnológicas han planteado
a los países de la OCDE la necesidad de encontrar las
configuraciones económicas, sociales y culturales
apropiadas para mantener la unidad societal e institucional y
lograr el máximo de adaptabilidad en la gestión de
los distintos riesgos (OCDE, 1997).

Uno de los supuestos centrales del enfoque de la OCDE es
que la cohesión social requiere de la competencia y de un
cambio estructural hacia la economía de mercado, ya que se
considera que estas condiciones son el motor del crecimiento
económico, contexto en la cual la cohesión social
se puede fortalecer. El tejido social fuerte
proporcionaría una base segura para la flexibilidad y el
riesgo, las cuales son el impulso para la actividad
económica y la creación de riqueza. La capacidad de
encontrar el equilibrio apropiado, de modo de evitar el
estancamiento y la fragmentación social, sería uno
de los aspectos centrales de la cohesión (OCDE, 1997). En
este marco, las dinámicas y procesos que
contribuirían a la cohesión social serían:
(1) una sociedad estable y segura; (2) la capacidad de equilibrar
la competencia con un tejido social fuerte; (3) la capacidad de
diálogo y cooperación; (4) el aseguramiento del
bienestar material, y, (5) la promoción de la diversidad y
la tolerancia (Jeanotte, 2000).

Desde esta perspectiva, la reforma del Estado
podría ser un mecanismo para encontrar el equilibrio entre
la cohesión social y la flexibilidad económica
(OCDE, 1997). El estado debería constituirse en una de las
fuentes primarias de la cohesión social, mediante: (a) los
cambios en los sistemas de protección social que aseguran
a los ciudadanos frente a los riesgos del desempleo, enfermedad,
discapacidad y pobreza, (b) las reformas a los sistemas
educativos y, (c) el fomento de la innovación. De igual
modo, la OCDE ha sugerido la promoción de la
responsabilidad social, el fomento de mercados de trabajo
flexibles, la implementación de políticas que
permitan mejorar las perspectivas de empleo de grupos que
están al margen del mercado de trabajo y las reformas
tributarias (Jeannotte, 2000). Estas acciones permitirían
el fortalecimiento de los sentimientos de seguridad y confianza
entre las personas y entre éstas y las instituciones, lo
cual facilitaría la consolidación del "pegamento"
que permite que una sociedad se mantenga unida.

Los indicadores sociales reportados por la OCDE (2007)
se agrupan en dos dimensiones, que describen su naturaleza y
contenido. En la dimensión naturaleza, se incluye a los
indicadores que miden factores de contexto social, condiciones de
vida y la respuesta societal. En la dimensión contenido,
los indicadores son agrupados en función de los siguientes
campos de la política social: (1) autosuficiencia; (2)
equidad; (3) situación de salud, y, (4) cohesión
social. Los criterios de selección de los indicadores son:
(a) el grado de comparabilidad, (b) la disponibilidad de datos,
y, (c) la posibilidad de realizar desagregaciones.

Los datos obtenidos por la OCDE (2007) indican que la
escala tiene validez de criterio, por cuanto la
satisfacción aumenta en tanto mejoran los niveles
educativos y la situación socioeconómica en la
población de los países de la OCDE. Al mismo
tiempo, en los países que presentan un mayor desarrollo
económico se aprecian los mayores porcentajes de
satisfacción con la vida, aun cuando la
satisfacción tiende a aplanarse en los tres países
con el mayor PIB per cápita. Según la OCDE (2007),
la relativa estabilidad del indicador de bienestar subjetivo en
los países que evidencian los mayores niveles de
desarrollo económico puede reflejar en alguna medida el
hecho de que la satisfacción es una variable limitada
(escala de 1 a 10), mientras que el PIB per cápita es una
variable ilimitada.

De los mitos revelados por la OCDE a los timos
promovidos por el mercado: (1) la sociedad se ha hecho más
inestable e insegura; (2) el tejido social se ha debilitado; (3)
la capacidad de diálogo y cooperación ha disminuido
o se ha desvirtuado; (4) para una parte mayoritaria de la
población el bienestar material ha disminuido y se ha
tornado más incierto, y, (5) en consecuencia la sociedad
se muestra menos propensa a la diversidad y reduce su
tolerancia.

Los déficits públicos y el alto
endeudamiento del Estado necesarios para socorrer a los bancos
quebrados (causantes, y responsables finales de la crisis, por
exceso de especulación y avaricia) han derivado en unas
rigurosas medidas de ahorro presupuestario (absurdamente exigidas
por los mismos bancos que se beneficiaron del auxilio
público), que imposibilitan constituirse en una de las
fuentes primarias de la cohesión social, y por ello: (a)
los sistemas de protección social han dejado de asegurar a
los ciudadanos frente a los riesgos del desempleo, enfermedad,
discapacidad y pobreza (o en el mejor de los casos, han
disminuido sus prestaciones significativamente), (b) han dejado
de promoverse las reformas a los sistemas educativos (con la
consiguiente pérdida de extensión y calidad), y,
(c) el fomento de la innovación ha sido sustituido por la
"sopa boba" que representan las redes sociales, los sms, y otros
anestésicos de masas.

Al final (con los ojos abiertos y mirando lo que pasa
alrededor) "la consolidación del "pegamento" que permite
que una sociedad se mantenga unida" (sic, OCDE), puede resultar
una sarcástica profecía: una vez que a los
jóvenes (que ni estudian ni trabajan) se les terminen los
"polvos blancos", podrán aspirar "pegamento", como en las
zonas más pobres de algunos países subdesarrollados
(Brasil, Argentina…). La universalización de la
infamia. Entonces a nadie interesará: (1) la
autosuficiencia; (2) la equidad; (3) la situación de
salud, y, (4) la cohesión social. Sólo les
importará "pillar" la dosis diaria. El único (y
último) mito revelado. Todo un éxito de la "era de
la globalización".

Anexo II

La cohesión
social en los países desarrollados: conceptos e
indicadores CEPAL – Serie Estudios estadísticos y
prospectivos No 55 – 2007

D. La experiencia de la OCDE

La OCDE es una organización internacional
intergubernamental que en sus comienzos, reunió a los
países más industrializados del mundo con
economías de mercado. Fue fundada en 1961, y se ha
constituido en una de las entidades con mayor influencia en las
distintas cumbres y foros mundiales en los que se analizan y
establecen orientaciones y normas en materias económicas,
medioambientales y educacionales. La OCDE tiene como objetivos
fomentar la mayor expansión posible de la economía
y del comercio mundial, promover el empleo y mejorar los niveles
de vida en los países miembros, manteniendo la estabilidad
financiera. Los instrumentos de la OCDE (decisiones,
recomendaciones, declaraciones, etc.) son, en general, de
adopción voluntaria de los países miembros, con la
excepción de las decisiones y los acuerdos internacionales
tradicionales, las cuales, una vez que son ratificadas por los
estados integrantes, tienen un carácter
vinculante.

La aproximación a la cohesión social
desarrollada por la OCDE se construye sobre la base de un
diagnóstico que enfatiza los elementos de contexto,
externos e internos a los países miembros, que se
relacionan y amenazan a la cohesión social. Entre los
elementos externos, se encuentran el aumento de la
interdependencia económica y financiera, los problemas de
funcionamiento del mercado (imperfecciones, asimetrías,
falta de transparencia), las altas y persistentes tasas de
desempleo y sub-empleo, las situaciones de pobreza y
exclusión social, los cambios demográficos
(envejecimiento de la población y migraciones), la falta
de participación ciudadana y los cambios valóricos
(Jeanotte, 2000; OCDE, 1997). Todos estos elementos
conducirían a un incremento en el malestar social y a la
pérdida de confianza en las instituciones, lo cual
incidiría negativamente en el crecimiento económico
(OCDE, 1997).

En la "era de la globalización"
una de las fuerzas principales que habría incrementado la
exclusión social en los países miembros de la OCDE,
estaría constituida por los procesos de
desindustrialización, cuyos mayores efectos se
habrían verificado especialmente durante las
décadas de 1970 y 1980. En los últimos años,
la flexibilización de los mercados de trabajo y las
fuertes mutaciones culturales y tecnológicas han planteado
a los países de la OCDE la necesidad de encontrar las
configuraciones económicas, sociales y culturales
apropiadas para mantener la unidad societal e institucional y
lograr el máximo de adaptabilidad en la gestión de
los distintos riesgos (OCDE, 1997).

Uno de los supuestos centrales del enfoque de la OCDE es
que la cohesión social requiere de la competencia y de un
cambio estructural hacia la economía de mercado, ya que se
considera que estas condiciones son el motor del crecimiento
económico, contexto en la cual la cohesión social
se puede fortalecer. El tejido social fuerte
proporcionaría una base segura para la flexibilidad y el
riesgo, las cuales son el impulso para la actividad
económica y la creación de riqueza. La capacidad de
encontrar el equilibrio apropiado, de modo de evitar el
estancamiento y la fragmentación social, sería uno
de los aspectos centrales de la cohesión (OCDE, 1997). En
este marco, las dinámicas y procesos que
contribuirían a la cohesión social serían:
(i) una sociedad estable y segura; (ii) la capacidad de
equilibrar la competencia con un tejido social fuerte; (iii) la
capacidad de diálogo y cooperación; (iv) el
aseguramiento del bienestar material, y, (v) la promoción
de la diversidad y la tolerancia (Jeanotte, 2000).

Desde esta perspectiva, la reforma del
Estado podría ser un mecanismo para encontrar el
equilibrio entre la cohesión social y la flexibilidad
económica (OCDE, 1997). El estado debería
constituirse en una de las fuentes primarias de la
cohesión social, mediante: (a) los cambios en los sistemas
de protección social que aseguran a los ciudadanos frente
a los riesgos del desempleo, enfermedad, discapacidad y pobreza,
(b) las reformas a los sistemas educativos y, (c) el fomento de
la innovación. De igual modo, la OCDE ha sugerido la
promoción de la responsabilidad social, el fomento de
mercados de trabajo flexibles, la implementación de
políticas que permitan mejorar las perspectivas de empleo
de grupos que están al margen del mercado de trabajo y las
reformas tributarias (Jeannotte, 2000). Estas acciones
permitirían el fortalecimiento de los sentimientos de
seguridad y confianza entre las personas y entre éstas y
las instituciones, lo cual facilitaría la
consolidación del "pegamento" que permite que una sociedad
se mantenga unida.

En la actualidad el seguimiento de las políticas
públicas y sociales en los países miembros de la
OCDE es efectuado sobre la base de un marco teórico donde
el bienestar constituye el concepto central, mientras que la
cohesión social es entendida como un campo
específico de la política social que debería
aportar al bienestar. La OCDE (2007) argumenta que hasta hace
poco, el PIB per cápita proporcionaba una
caracterización adecuada de la capacidad de los
países para responder a las necesidades materiales de sus
habitantes. Sin embargo, en la medida en que las sociedades
más desarrolladas se desplazan desde una situación
de escasez a una de plenitud, la apropiación del PIB per
cápita como proxy del bienestar está siendo
cuestionada. De hecho, estudios realizados recientemente en
países desarrollados han mostrado que, una vez que un
cierto nivel de satisfacción de necesidades materiales ha
sido alcanzado, un incremento en el crecimiento económico
no necesariamente genera aumentos equivalentes en el bienestar
(OCDE, 2007).

Desde esta mirada, los indicadores sociales pueden
desempeñar un rol complementario a los indicadores
monetarios habitualmente empleados como aproximaciones al
bienestar, aun cuando la principal debilidad de los indicadores
sociales es que no permiten una representación
parsimoniosa del bienestar, debido a la falta de acuerdo con
respecto a la modalidad de agregación de los indicadores
(OCDE, 2007). El sistema de indicadores sociales de la OCDE se
organiza para responder a las siguientes preguntas con respecto a
las metas de política social: (i) cuánto han
avanzado los países miembros en su nivel de desarrollo
social, y, (ii) cuán efectivas han sido las acciones de la
sociedad en la promoción del desarrollo social. Estas
preguntas se responden a través de un sistema de
indicadores estructurado sobre la base de un esquema
Presión-Estado-Respuesta (PSR, por su sigla en
inglés), donde la presión incluye a las actividades
humanas que ejercen presión sobre el ambiente social, las
cuales afectan las condiciones económicas y sociales, lo
cual induce al estado y a la sociedad a responder a través
de distintas políticas (OCDE, 2007).

Los indicadores sociales reportados por la OCDE (2007)
se agrupan en dos dimensiones, que describen su naturaleza y
contenido. En la dimensión naturaleza, se incluye a los
indicadores que miden factores de contexto social, condiciones de
vida y la respuesta societal. En la dimensión contenido,
los indicadores son agrupados en función de los siguientes
campos de la política social:

(i) autosuficiencia; (ii) equidad; (iii)
situación de salud, y, (iv) cohesión social. Los
criterios de selección de los indicadores son: (a) el
grado de comparabilidad, (b) la disponibilidad de datos, y, (c)
la posibilidad de realizar desagregaciones.

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En cuanto a la cohesión social, la OCDE (2007)
señala que ésta es una meta central de la
política social en muchos países miembros de la
OCDE, y agrega que la falta de una definición aceptada del
término determina que la identificación de
indicadores sea una tarea particularmente difícil. En todo
caso, un sentimiento de pertenencia a la comunidad más
amplia y la satisfacción derivada de la
participación en la sociedad son importantes para el
bienestar, y al mismo tiempo, existe una amplia variedad de
"patologías sociales" que son ilustrativas con respecto a
la falta de cohesión. Así, la OCDE (2007) propone
la realización de un seguimiento a la cohesión
social a partir de indicadores "positivos", que describen la
medida en que los ciudadanos participan en la vida social y
obtienen satisfacción con sus actividades cotidianas, y en
base a medidas "negativas", que informan sobre distintas
patologías y condiciones que colocan a los individuos
afectados en riesgo de exclusión de la sociedad, o que
revelan el grado de tensión social existente.

De acuerdo a la OCDE (2007), la participación en
las elecciones ilustra la medida en que los individuos
están integrados y toman parte en la vida social, y es
signo de que el sistema político disfruta de un alto grado
de legitimidad. Sin embargo, en los países de la OCDE
coexisten altos niveles de votación en las elecciones con
grados relativamente bajos de confianza en las instituciones
políticas y porcentajes aún menores de confianza en
el gobierno, lo cual indica que esta afirmación
debería ser matizada. En lo que respecta a la incidencia
que podría tener la obligatoriedad del voto en la
votación efectiva, de acuerdo a la OCDE (2007), este
factor no explica sustancialmente la variación observada
entre los países.

La confianza en las instituciones políticas es
fundamental para la estabilidad social y para el funcionamiento
de la democracia, y también constituye un marco esencial
para que las personas cooperen en alcanzar metas colectivas y en
el financiamiento de bienes públicos. En este
ámbito, uno de los mayores problemas se encuentra en el
seguimiento de los cambios en los niveles de confianza hacia las
instituciones. En el caso de los estudios panel que ocupan
muestras diferentes, existen problemas de validez (se comparan
personas que son distintas, y por tanto, no hay control de
inobservables) y también se verifican dificultades de
comparabilidad, por diferentes tamaños de muestra y otras
características de las encuestas (OCDE, 2007).

Entre los indicadores que proporcionan evidencia sobre
la extensión de las dificultades personales y el
malfuncionamiento de la sociedad, se encuentran la medida de
población encarcelada y la tasa de suicidio (OCDE, 2007).
En cuanto al primer indicador, un problema es que la cantidad
simple de encarcelados con respecto a la población total
en un momento del tiempo no necesariamente refleja la dureza de
la respuesta sancionadora del sistema penal y tampoco da cuenta
cabal del grado de exclusión y segregación que
afecta a la población ingresada al sistema penitenciario.
Al mismo tiempo, uno de los indicadores complementarios que
emplea la OCDE, el porcentaje de extranjeros en la
población penal, podría verse afectado por
diferencias en las prácticas de entrega de nacionalidad
entre los países.

Las tasas de suicidio se cumplimentan sobre la base de
registros oficiales que proporcionan información sobre las
causas de muerte de las personas. La OMS define el suicidio como
un acto deliberadamente iniciado por una persona, en conocimiento
y expectativa completa de su desenlace. Un problema de este
indicador es que no diferencia entre los suicidios propulsados
por factores intra personales y aquellos efectivamente vinculados
con la deprivación o el malfuncionamiento
social.

Adicionalmente, la OCDE (2007) señala que la
comparabilidad de los datos de suicidio está afectada,
entre otros factores, por las diferencias en los criterios
utilizados por los funcionarios oficiales de los distintos
países para establecer las intenciones individuales de
cometer suicidio, por la frecuencia de las investigaciones
forenses y por las reglas de confidencialidad sobre las causas de
muerte. Otra dificultad se encuentra en aquellas situaciones en
las cuales la causa de muerte puede esconder intenciones de
suicidio (por ejemplo, las ocasionadas por accidentes, violencia
u otros factores). Al respecto, Jougla et al. (2002; citado en
OCDE, 2007) concluyen que las estadísticas francesas
sub-reportan el suicidio en una tasa cercana al 20%.

Los indicadores de huelgas y paros proporcionan
información sobre la naturaleza consensual de los sistemas
de relaciones laborales, mientras que los altos niveles de
accidentes en el trabajo reflejan malfuncionamiento en las
salvaguardias que se aplican a los trabajadores (OCDE,
2007).

La OIT define las huelgas/paros como una
detención o cierre temporal de un lugar de trabajo, que
resulta de la iniciativa de uno o más grupos de
trabajadores o empleados para hacer cumplir demandas o expresar
reivindicaciones, o para apoyar a otros trabajadores o empleados
en sus peticiones. Según la OCDE (2007), el indicador
más comprehensivo de conflicto laboral es la
proporción de horas de trabajo perdidas a causa de las
huelgas o paros, pero está disponible en muy pocos
países. Las estadísticas sobre paros o huelgas
adolecen de problemas de comparabilidad internacional, por la
existencia de diferentes definiciones y métodos de medida:
en efecto, muchos países no registran los paros de
pequeña envergadura y emplean distintos criterios para
definir el número de trabajadores implicados (por ejemplo,
algunos registran a quienes no pueden trabajar a causa de que su
empresa está en huelga, mientras que otros no lo hacen) y
al número de días perdidos (OCDE, 2007).

Los accidentes del trabajo son eventos que suceden
durante la jornada laboral, que conducen a daños en la
salud o a la pérdida de vida del trabajador. Según
la OCDE (2007), las comparaciones internacionales de los niveles
de accidentabilidad son problemáticas, debido a las
diferencias en las prácticas de registro (en algunos
países se contabilizan solamente los accidentes en las
empresas de mayor tamaño y que afectan a personas
cubiertas por la seguridad social). En todo caso, la
comparabilidad ha mejorado desde la adopción de una
resolución de la OIT (1998, citada en OCDE, 2007), la cual
recomienda registrar todos los accidentes laborales que causen
una ausencia laboral de al menos un día (excluyendo el
día del evento) durante un período de referencia
(usualmente un año). Davoine (2005) indica que el
indicador de accidentes laborales puede ser utilizado para
ilustrar la calidad de las condiciones en el trabajo, pero
añade que debería considerarse como medida
complementaria la incidencia de enfermedades ocupacionales, por
cuanto en algunos países con alto nivel de presión
laboral, el número de accidentes es bajo.

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