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El idealismo platónico versus el realismo aristotélico



Partes: 1, 2

  1. Platón
  2. Análisis de
    La República
  3. Aristóteles
  4. Análisis de
    la "Política"
  5. Bibliografía

Platón

Biografía

Platón nació en Atenas y vivió
entre los años 427 y 347 a. C. Está situado
cronológicamente entre Sócrates, del que fue
discípulo y Aristóteles, del que fue maestro.
Perteneció a la más alta aristocracia de
Atenas.

Aunque en muchas de las obras que de él se
conocen trató temas vinculados con cuestiones
políticas, su teoría fundamental en esta materia
está expuesta en tres de ellas: " La República",
"El Político" y "Las Leyes".

El idealismo platónico

Para Platón la materialidad de las cosas, lo que
cae bajo la acción de los sentidos, no deja de ser un
mundo de apariencias y de sombras, de una realidad tan
sólo relativa frente al verdadero mundo inteligible, que
es el de las "ideas". Hay un "topos uranos" (expresión que
significa "en alguna parte" o "en algún mundo celeste") en
el cual existen estas ideas, que son seres absolutos, inmutables
y necesarios, de los cuales las realidades aparentes no son sino
pálido reflejo. Existen, entonces, una idea del bien, de
la belleza, del hombre, de la blancura, etc. que constituyen las
verdaderas realidades y que se proyectan sólo en parte en
el mundo que captan los sentidos; vale decir que el hombre que
nosotros conocemos, para tomar un ejemplo, es tan sólo una
sombra o proyección de la idea del hombre que permanece
siempre igual y eterna en el "topos uranos" de los paradigmas o
esencias.

Pero si las cosas que nos rodean son simple reflejo de
la verdadera realidad. ¿Cómo es posible
conocerlas?. Platón dice que el hombre puede conocer las
cosas porque ha vivido antes en el mundo de las esencias o ideas,
y las ha percibido tal como son; luego, por algún mal que
cometieron, los hombres fueron arrastrados a la tierra y
condenados a vivir en ella; y entonces, ante el contacto que
establecen las cosas por vía de sus sentidos se les
despierta inconscientemente el recuerdo de esas ideas que vieron
antes plenamente. De aquí que el conocimiento sea para
Platón una reminiscencia de aquella percepción que
en tiempos remotos se tuvo de las ideas. Para explicar su
concepción de la s ideas Platón narra en "La
República" el célebre mito de la caverna. Relata la
situación de unos prisioneros encadenados en una caverna
de forma tal que sus rostros sólo pueden mirar hacia el
interior, por lo cual la luz que penetra detrás de ellos
proyecta sus sombras sobre la pared hacia la cual están
vueltos sus ojos; por consiguiente – dice- si fuera de la
caverna pasa algún objeto sólo verán su
sombra, aunque creerán que se trata de una realidad. Pero
si alguien quebrara las cadenas de estos prisioneros y los
llevara hasta la luz solar, advertirían entonces que
aquellos que les parecían realidades en la caverna, no son
sino reflejo de otras realidades superiores con las que de pronto
se encontrarían. Con este mito quiere significar
Platón que los hombres viven como encerrados en una
caverna y que el saber que tienen de las cosas que los rodean no
es un verdadero conocimiento sino simplemente una opinión
(una "doxa") un tenue reflejo de ña verdadera realidad. En
consecuencia, piensa que para liberarse del mundo de las
apariencias, debe quebrarse la atadura corporal y sensible para
elevarse por medio de la razón al mundo de las ideas, cuya
reminiscencia es la que permite interpretar la
realidad.

Papel que le asigna a la
política

Es necesario que lo filosófico y lo
político marchen juntos. Por eso dice que hasta que los
filósofos no sean reyes o los reyes no sean
filósofos, las comunidad no estará bien regida.
Para él no hay Estado perfecto si no está
constituido por los hombres perfectos y no hay hombre perfecto
sin una vida política con instituciones que le permitan
perfeccionarse. Para Platón la política forma parte
de la ética. Es Estado, en consecuencia, tiene un fin
eminentemente moral y educativo.

Análisis de La
República

En la "República", Platón, trata de
describir lo que debe ser un Estado ideal en el que prevalezca la
justicia. Tal Estado debe ser pequeño, según el
modelo de la polis de sus días y tener una
población de 5040 ciudadanos.

Tal Estado es para Platón como una especie de
hombre en grande, como un organismo perfecto, formado por la
unidad de todos los individuos así como el ser humano
está formado por la unidad de todos los órganos.
Traza un símil psicológico entre el Estado y el
individuo, y dice que así como en el hombre hay tres
facultades que son la razón que domina, la voluntad que
ejecuta y los sentidos que obedecen, en el Estado hay tres
facultades equivalentes, que se traducen en tres clases sociales
distintas, que son la de los hombres sabios, que deben gobernar,
la de los guerreros que deben defender el organismo social, y la
de los artesanos y agricultores, que deben nutrirlo, los
filósofos, que son los hombres sabios, son los que
determinan a qué clase corresponde cada persona, y esta
selección, se basa en dos ideas fundamentales que
confluyen en su pensamiento: la existencia en los hombres de una
aptitud natural y la educación como medio para desenvolver
esa predisposición. Esto se vincula con su concepto de que
en todo Estado debe darse un cambio de servicio entre los
hombres, haciéndose para ello necesario la
especialización en las distintas tareas, con lo que alude
al principio de la división del trabajo.

El Estado debe tender a asegurar la justicia tanto en la
vida interior de los individuos como en la organización
social. En el esquema del Estado ideal que ha trazado
Platón en la República, dicho Estado está
constituido por tres clases correspondientes a las tres partes
del alma individual. El Estado como un gran organismo, como un
individuo en grande, cuya unidad y armonía interior o
salud están aseguradas, a la par que la salud del alma
individual, por la justicia, por la cual todas las clases deben
cumplir su misión. A la clase de los sabios o los
filósofos corresponde la suprema dirección del
Estado, a la clase de los guerreros, en los que se desarrolla la
virtud del coraje, corresponde la defensa del Estado bajo la
guía iluminada de los sabios; a la clase inferior de los
mercaderes, artesanos y agricultores corresponde la
producción de riqueza necesaria para la
satisfacción de las más bajas necesidades de la
vida humana, en la medida que establece la
sabiduría.

El deber de esta última clase es obedecer, es la
sumisión absoluta a las clases superiores. No se ocupa de
ella el aristocrático Platón. A él ele
preocupa la formación de la clase dirigente, esa
pequeña elite a la que debe confiarse la misión
suprema de establecer la unidad interior del Estado mediante el
dominio absoluto e impersonal de la razón. Pues
únicamente la razón puede establecer, con su
universalidad, la armonía perfecta, subordinando todo
interés particular al interés general de la
comunidad.

En consecuencia, en el Estado platónico queda
suprimida la propiedad privada, queda suprimida también la
familia. Solamente así los dirigentes pueden convertirse
en órganos de la razón. La razón es el
conocimiento de lo eterno y de los divino, es ciencia del bien en
sí, de lo bello en sí, de lo justo en sí; es
decir, es la ciencia de ese ejemplar perfecto de justicia, de
belleza y de bondad sobre el que debe modelarse la vida humana,
individual y social. Esta ciencia es la filosofía. No
será posible aproximarse al Estado ideal, concluye
Platón sino a condición de que gobiernen los
filósofos o de que los gobernantes filosofen.

El tema principal de la obra lo constituye la justicia,
que es la virtud por excelencia. Para revelar en qué
consiste trata de mostrarla como proyectada en el gran espejo que
es la polis, pues en ella se aprecia mejor, por su mayor magnitud
que en el hombre. Construye entonces la teoría de las 4
virtudes cardinales que rigen la vida moral: la prudencia, la
templanza , la fortaleza y la justicia:

  • La prudencia es la virtud que suministra el
    equilibrio necesario para proceder en los casos más
    disímiles, enseñando siempre el verdadero
    camino.

  • La fortaleza consiste en la capacidad para regir el
    apetito irascible a fin de que el hombre se comporte como
    valiente para poder afrontar con serenidad las situaciones
    con que puede encontrarse.

  • La templanza consiste en el dominio del apetito
    concupiscente, que es el que mueve hacia los intereses
    materiales.

  • La justicia, por último, consiste en la
    relación armónica de las partes de un todo: en
    consecuencia, exige que cada uno haga lo que le corresponde
    en relación con el fin común que se
    persigue.

Para Platón la justicia consiste en el perfecto
ordenamiento de las 3 almas, es decir, cuando cada una desarrolla
las virtudes que le son propias:

  • el alma racional, la prudencia

  • el alma concupiscible, la templanza

  • el alma irascible, la fortaleza

Para Platón la justicia consiste en el perfecto
ordenamiento de las 3 almas, es decir, cuando cada una desarrolla
las virtudes que le son propias:

  • el alma racional, la prudencia

  • el alma concupiscible, la templanza

  • el alma irascible, la fortaleza

Como el fin más elevado es el que persigue el
estado, pues éste es un ser perfecto que se basta
sí mismo, el individuo queda completamente sometido a
él. El Estado es el que promueve el bien en todos sus
aspectos; en consecuencia su poder resulta ilimitado y nada queda
reservado exclusivamente al arbitrio individual. De ahí la
concepción absolutista de la polis que domina en el
pensamiento helénico, en el cual el elemento individual
queda sacrificado al elemento social y
político.

La mujer tiene en su concepción del Estado un
papel destacado, pues puede pertenecer a cualquiera de las clases
y desempeñar cualquier función. Se separa en esto
de los cánones atenienses y está más cerca
del modelo espartano, donde la igualdad entre ambos sexos era
acusada. Considera que hay un desaprovechamiento de capacidad si
se recluye a la mujer en la vida exclusivamente doméstica;
en consecuencia, tiene que recibir una educación casi
igual a la del varón y cumplir los mismo ejercicios y
disciplinas. En todo este diálogo Platón habla casi
exclusivamente de las clases superiores (magistrados y guerreros,
pues son las únicas que tienen una participación
activa en la vida política; los artesanos y los
campesinos, en cambio, desarrollan una actividad meramente
privada y su acción no trasunta en la vida
pública.

En esta ciudad ideal considera que las leyes no son
fundamentales ni necesarias. La verdadera ley es el conocimiento
y la educación. Para él los hombres no serán
lo que las leyes mandan sino aquello que disponga su propia
naturaleza. Si el fin del Estado es la virtud, ella no se alcanza
porque la ley lo prescriba, sino porque el hombre educado sigue
con naturalidad una conducta virtuosa.

La educación es el medio de que debe valerse el
gobernante para modelar la naturaleza humana en forma útil
para el Estado.

Platón considera aptos para el gobierno no
sólo a los filósofos sino también a los
guerreros, y entonces ordena para ambas clases un régimen
especial de vida cuyas notas distintivas son la comunidad de
bienes, de mujeres y de hijos. En razón de esta
abolición de la propiedad privada y de la familia se ha
querido ver en Platón un antecedente del comunismo: sin
embargo hay que tener en cuenta que ese comunismo rige solamente
para las clases gobernantes. Los magistrados vigilarían
las uniones sociales y mediante hábiles reglamentaciones
de los matrimonios tratarían de mantener la pureza de las
distintas clases sociales. Con la vigencia de este régimen
buscaba Platón desligar a las clases superiores de todo
vínculo que de algún modo restringiera su
dedicación a la cosa pública, lo que no se
lograría si sus miembros tuvieran que atender intereses
particulares o cuidar su propia familia. El comunismo de
Platón es, pues, de índole ética o
política porque busca la igualación de la riqueza
para asegurar la unidad en el poder (para evitar que el
egoísmo y la ambición los convierta en tiranos) y
la total dedicación a la función
pública.

El diálogo de la República es una
descripción de la república ideal, que tiene como
fin a la realización de la justicia entendida como la
atribución a cada cual de la tarea que le compete
dé acuerdo con las propias aptitudes. Esta
república es una composición armónica y
ordenada de tres clases de hombres: los gobernantes-
filósofos, los guerreros y los que se dedican a los
trabajos productivos.

Los Estados que existen, los Estados reales, son, aunque
en diferente grado, corruptos. Mientras el óptimo Estado
es uno sólo y no puede ser más que uno porque una
sola es la constitución perfecta, los malos Estados son
muchos.

Según Platón, en la historia se suceden
solamente formas malas de gobierno, y una más mala que la
otra. La constitución buena es un modelo, y como tal no
importa si se encuentra al principio o al final.

Platón, como todos los grandes conservadores, que
siempre tienen una visión benévola hacia el pasado
y una mirada llena de miedo hacia el futuro, tiene una
concepción pesimista de la historia, como un regreso
definido; no como progreso de lo bueno hacia lo mejor, sino como
regreso de lo malo hacia lo peor. Platón vivió en
una época de decadencia de la gloriosa democracia
ateniense y por tanto investiga, analiza, denuncia, los
fenómenos de la degradación de la polis.

Las constituciones corruptas que Platón examina
ampliamente son, en orden decreciente, cuatro: timocracia,
oligarquía, democracia y tiranía. En esta
enumeración faltan dos formas tradicionales:
monarquía y aristocracia. Pero estas dos formas son
atribuidas indiferentemente a la constitución
ideal.

En esencia, también para Platón las formas
de gobierno son seis, pero, de ellas, dos sirven para designar la
constitución ideal y cuatro para indicar las formas reales
que se alejan en mayor o menor medida de ésta. De las
cuatro constituciones corruptas, la segunda, la tercera y la
cuarta corresponden estrictamente a las formas degradadas de las
tipologías tradicionales: la oligarquía es la forma
corrupta de la aristocracia, la democracia de la "politeia"
– que es como Aristóteles llama al gobierno del
pueblo en su forma buena- y la tiranía de la
monarquía. La timocracia es un concepto introducido por
Platón para designar una forma de transición entre
la constitución ideal y las tres formas malas
tradicionales.

El gobierno timocrático de Esparta (Platón
admiraba el gobierno de Esparta) es el más cercano a la
constitución ideal: su vicio, y por tanto su elemento de
corrupción, está en honrar más a los
guerreros que a los sabios.

Cada uno de los siguientes tipos de hombres, que
representa un tipo de clase dirigente y en consecuencia una forma
de gobierno, es descrito con gran eficacia mediante el
señalamiento de su pasión dominante, que es para el
timocrático la ambición, el deseo de honor, para el
oligárquico el ansia de riqueza, para el
democrático el deseo inmoderado de libertad (que se
transforma en libertinaje), para el tiránico la
violencia.

EL HOMBRE TIMOCRÁTICO:

Semejante hombre es duro con los esclavos y ni siquiera
se preocupa de ellos; es indulgente con los hombres libres, y
sumiso a las autoridades, deseoso del mando, amante de los
honores, más aspira a mandar no en virtud de la propia
palabra o por cualquier otra virtud del género, sino por
la propia actividad bélica, por su talento militar, y
paralelamente tendrá la pasión de la gimnasia y de
la caza.

EL HOMBRE OLIGÁRQUICO:

Entregarse más y más por entero a la
pasión de allegar riquezas, y cuanto más aumente el
favor de que las riquezas gozan, más decrece el de la
virtud.

Los ciudadanos, de hombres deseosos de supremacía
y honores que antes eran, dan en avaros y codiciosos. Todos sus
elogios, toda su admiración son para los ricos;
sólo para éstos son los empleos: basta ser pobre
para verse despreciado.

EL HOMBRE DEMOCRÁTICO:

Todo el mundo es libre en este Estado; cada cual es
dueño de hacer lo que le plazca. Mas donde quiera que se
tiene eses poder, claro está que cada ciudadano dispone de
sí mismo y escoge a su antojo el género de vida que
más le acomoda.

EL HOMBRE TIRÁNICO:

El jefe del pueblo, al encontrar que la muchedumbre
está dispuesta a obedecer, no puede abstenerse de derramar
sangre ciudadana. A algunos manda al exilio, a otros los condena
a muerte, mientras por otra parte exige el pago de las deudas y
diseña otra forma de repartir la tierra.

El cambio no solamente es necesario, y en cierto sentido
fatal, sino también muy rápido. La
transformación es la necesaria y fatal consecuencia de la
rebelión del hijo contra el padre, y del cambio de
costumbres que deriva de ello.

En cuanto a la razón por la que tiene lugar el
cambio, ésta debe buscarse sobre todo en la
corrupción del principio en el que todo gobierno se
inspira. Para Platón, la corrupción de un principio
está en su exceso

La corrupción del Estado se manifiesta
esencialmente con la discordia.

El tema fundamental no es la libertad (del individuo con
respecto al Estado) sino la unidad (del Estado en relación
con los individuos). Si la unidad del Estado es el primer bien,
la discordia es el mal; la discordia es el inicio de la
disgregación de la unidad. De la discordia nacen los males
del desmembramiento del cuerpo social, la escisión en
partes antagónicas, en suma, el peor de los males, la
anarquía que representa el fin del Estado, o la
situación más favorable para la constitución
del peor de todos los gobiernos, la tiranía.

Hay dos formas de discordia que arruinan a la ciudad:
una es la discordia dentro de la clase dirigente, otra la que
existe entre la clase dirigente y la clase dirigida.

En el paso de la aristocracia a la timocracia, y de la
timocracia a la oligarquía, la discordia destructiva es
del primer tipo; al contrario, en el paso de la oligarquía
a la democracia, es del segundo. En efecto, los primeros dos
cambios son modificaciones internas de la clase dirigente; el
tercero es el cambio del poder de una clase a otra.

La filosofía platónica es un claro ejemplo
de la teoría orgánica de la sociedad, es decir, de
la teoría según la cual la sociedad (o el Estado)
es concebida como un verdadero organismo a imagen y semejanza del
cuerpo humano. Como en la república ideal, a las tres
almas individuales, la racional, la pasional y la
apetitiva.

Si no se duda que la constitución ideal
está dominada por el alma racional, también es
indudable que la constitución timocrática,
está determinada por el alma pasional. Las otras tres
formas están dominadas por el alma apetitiva.

Por lo que toca a las tres últimas, el criterio
de distinción al que recurre Platón está
basado en la diferencia entre varios tipos de necesidades o
deseos.

Son tres las especies de deseos: necesarios, superfluos
e ilícitos. El hombre oligárquico se distingue por
tender a la satisfacción de deseos necesarios, el
democrático de deseos superfluos y el tiránico de
deseos ilícitos.

Los deseos ilícitos son una especificación
de los requerimientos no necesarios, y son propios del tirano,
aunque todo hombre los posee. La diferencia entre el hombre
común y el tirano es que tales deseos ilícitos
turban al primero en el sueño, el segundo los desencadena
despierto.

La democracia tiene un solo nombre; lo que quiere decir
que a diferencia de las otras formas, se presenta solamente bajo
un aspecto. Aunque también el gobierno popular tiene una
versión buena y otra mala (si bien el nombre es uno
solo).

Las seis formas en orden decreciente, las tres primeras,
las buenas, deben estar colocadas con cierto orden
(monarquía, aristocracia, democracia), y las malas en el
orden inverso (democracia, oligarquía, tiranía). La
democracia está al mismo tiempo al final de la serie de
las buenas y al principio de la serie de las malas, al tiempo que
la monarquía está al principio de la serie de las
buenas y la tiranía al final de la serie de las
malas.

Esta disposición puede servir para explicar por
qué la democracia tiene un solo nombre: al ser la peor de
las formas buenas y la mejor de las malas, no presenta en sus dos
versiones la diferencia que en cambio muestra el gobierno de uno
solo que en su versión buena es el mejor y es su modalidad
mala es el peor.

Los criterios con base en los cuales Platón
distingue las formas buenas de las malas. Los criterios son
sustancialmente dos: violencia y consenso, legalidad e
ilegalidad. Las formas buenas son aquellas en las que el gobierno
no está fundamentado en la violencia y por ende lo
está en el consenso, en la voluntad de los
súbditos; o son aquellas que actúan de acuerdo con
leyes establecidas y por tanto no de manera
arbitraria.

"El Político" y "Las
Leyes"

En ambos textos Platón trata de colocarse no en
el terreno ideal, como lo había hecho antes, sino frente a
la vida política real; de aquí que haya en esta
obras una mayor utilización de elementos empíricos
e históricos.

En "El Político", aparte de la división de
las formas de gobierno, dibuja la imagen del rey como el hombre
más capaz de gobernar y utiliza para ello dos
símiles: el pastor y el tejedor. Así como el pastor
conduce a su rebaño, debe conducir el rey a los ciudadanos
que están bajo su mando; y así como el tejedor
combina los distintos hilos para formar una buena trama, el
gobernante debe combinar las distintas virtudes de los ciudadanos
para obtener un pueblo perfecto.

Considera la jurisprudencia, la retórica y al
arte de la guerra como ciencias auxiliares de la política.
La política es la aptitud de mando y de gobierno para
obtener lo que a todos interesa. Más que un arte es una
ciencia, pues está regida por el conocimiento, y el Estado
primero en orden de bondad debe ser gobernado por los
filósofos. En cambio, el Estado más realizable,
segundo en orden de bondad, necesita de la ley porque no existen
individuos omniscientes que sean capaces de dirigir sin
restricción alguna; vale decir que como no se puede dar la
situación perfecta, nada es mejor que la existencia de
normas, que son al menos el resultado que aconseja la experiencia
y una valla para los abusos de la autoridad.

En "Las Leyes" rectifica alguna de las posiciones
extremas que había adoptado en "La República", como
la del comunismo total de familias y bienes para las clases
gobernantes. Aunque se mantiene una injerencia grande de la
autoridad en la constitución de la familia, se admiten ya,
por lo menos, las cuestiones monogámicas entre los hombres
y mujeres pertenecientes a las clases gobernantes. En cuanto a
los bienes, aunque con ciertas limitaciones, se admite la
propiedad privada.

Admite en "Las Leyes" que ciertos cargos se designen por
elección y no de acuerdo al criterio selectivo basado en
la educación que había preconizado en "La
República".

La más importante de las rectificaciones de sus
puntos de vista anteriores es la función que le atribuye a
las leyes. La razón, que Platón había
pretendido ver encarnada en "La República" en el
filósofo rey, es sustituida en "Las Leyes" por la
importancia otorgada a la ley, en la que ve algo así como
la cristalización de la sabiduría. Lo mejor para el
Estado es, entonces, la sumisión a las leyes y a las
instituciones, que deben tratarse de conservar porque en su
duración reside su prestigio.

Respecto de los órganos del gobierno admite la
necesidad de una combinación de dos principios de
diferente tendencia, de tal modo que al contraponerse puedan dar
origen a un sistema armónico. Esos dos principios son el
de autoridad o principio monárquico y el de libertad o
principio democrático. El buen Estado tiene que contener,
si no es una monarquía, por lo menos el principio que se
desprende de ella, que es el orden y la sabiduría; y si no
es una democracia tiene, por lo menos, que contener el principio
que le es propio, esto es la libertad y la participación
de todos en el poder.

Aristóteles

Biografía

Vivió en (384-322 a. C.). Era un meteco (libre
sin derecho a voto). Su familia fundamentalmente naturalista
parece haber influido en el pensamiento de Aristóteles
desarrollando su facultad de observación e
inclinándolo a desenvolver el concepto de organismo en la
esfera política. A los 17 años ingresó a la
Academia de Platón donde permaneció hasta la muerte
del maestro, llegando a desempeñarse como profesor. Fue
precepto de Alejandro durante tres años hasta que
éste llegó a la administración del reino.
Volvió entonces a Atenas, en la que fundó en el
año 335 a. C. el Liceo, nueva escuela de
orientación menos matemática y más
biológica y naturalista que la Academia de
Platón.

Además llevó a cabo la recopilación
de más de 150 constituciones griegas y de otras ciudades
de fuera de Grecia que consiste en una síntesis del
régimen de gobierno de distintas polis, de este trabajo
sólo se conserva en la actualidad la constitución
de los atenienses.

El realismo aristotélico

Para Aristóteles la realidad no puede encontrarse
en un mundo aparte de las ideas separadas del mundo sensible,
porque ello importaría una duplicación
inútil de las cosas. Para Aristóteles la realidad
sensible no es un hecho superficial, aparente o
fenoménico, sino la manifestación de algo que tiene
verdadera existencia y que puede ser penetrado por el
conocimiento a fin de descubrir su esencia. Esto no quiere decir
que basta lo superficial o simplemente anecdótico para
conocer las cosas, pues para tener una noción acabada de
ellas es necesario llegar a su substancia, que no está en
ninguno de sus elementos sino en la cosa misma.

Como consecuencia de esta concepción, el
método que sigue Aristóteles se basa en la
experiencia sensible que debe ser interpretada a la luz de la
inteligencia. En Aristóteles el procedimiento intelectivo
consiste en ir de la experiencia a la razón, pues entiende
que hay que partir siempre de la realidad. Su empirismo no llega
anular el papel de la inteligencia, pues la "Política"
aunque tiene presupuestos empíricos, en el fondo es una
construcción racional. Con lo que vuelve a coincidir con
Platón. Por caminos distintos llegan uno y otro a darle un
mismo sentido a sus teorizaciones, y su punto de mira es en lo
fundamental el mismo: moralizar la política, darle
jerarquía ética, consciente de que la vida
política es donde el hombre alcanza su plenitud y
perfección.

Análisis de la
"Política"

Su contenido total constituye la principal obra del
filósofo sobre la materia y muestra que concebía la
política no sólo como una especulación
filosófica sino también como una verdadera ciencia
y como un arte para gobernar a los Estados. En ella unos
capítulos se refieren a la construcción de un
Estado ideal (siguiendo en este aspecto las ideas de
Platón) y otros al Estado real (en los que se trata de la
organización de los Estados cualquiera fuese su grado de
perfección). Construye entonces una ciencia no sólo
empírica y descriptiva sino también en algunos
aspectos independiente de toda finalidad ética, ya que un
estadista puede tener necesidad de ser perito en el gobierno
aún para regir un Estado malo. Con arreglo a la nueva
idea, la ciencia de la política comprendía tanto el
conocimiento del bien político absoluto y relativo, como
el de la mecánica política, utilizada acaso para
una finalidad inferior o aún mala. Esta ampliación
del concepto de la filosofía política constituye la
concepción más característicamente
aristotélica. Sin embargo, no obstante este realismo que
lo acercaba a considerar cuál debía ser la forma de
operar según las circunstancias, en su plan general sigue
la línea fundamental del pensamiento socrático –
platónico de moralizar la política, entendiendo a
ésta como un fenómeno ético y no simplemente
como un fenómeno de fuerza o de dominación como la
entendían los sofistas. Hay para Aristóteles tres
esferas de actuación humana y cada una de ellas responde a
una concepción ética:

  • La del hombre aislado, a la que corresponde la
    ética monástica,

  • La del hombre que actúa en la familia, la que
    corresponde la ética doméstica; y

  • La del hombre que actúa en la comunidad o en
    la polis, a la que corresponde la ética
    política.

Temas principales de la Política

Origen del Estado

Sostiene, Aristóteles que la sociedad es un hecho
natural. La naturaleza del hombre es precisamente la de un ser
racional, pero el hombre es también por naturaleza un ser
político. El Estado es la última de las
asociaciones que forma el hombre, donde tiene lugar el
cumplimiento de los fines de otras asociaciones más
elementales que responden a los instintos humanos, y en
consecuencia es un hecho natural, porque si en él se logra
el cumplimiento de los fines del hombre es preciso que sea algo
conforme a su naturaleza. Por eso dice que el hombre es
naturalmente un animal político, destinado a vivir en
sociedad, y que el que no forma parte de ninguna ciudad es un ser
degradado o un ser superior a la especie humana. La
asociación moral de la comunidad política
está determinada por el lenguaje, que constituye una
facultad auténtica del hombre que le permite designar como
tal a lo útil y a lo nocivo, a lo justo y a lo
injusto.

El Estado es lo último que se constituye en el
tiempo, precisamente porque es la organización más
compleja. Pero, lo que es último cronológicamente,
es primero por naturaleza, lo mismo que en un organismo el todo
es primero que las partes, constituyendo el principio final en el
que las partes hallan su razón de ser. La política,
que es la ciencia de la polis, es el todo; de ese todo, la
ética es la parte o la etapa preparatoria.

Sin embargo, el fin del Estado es la felicidad de los
ciudadanos; es el suministrar los medios de imponer normas para
que cada hombre pueda realizar su esencia. Todos los individuos
no son iguales por naturaleza, hay individuos incapaces de
regularse a sí mismos, y que necesitan de un patrón
en cuyas manos sirven como "instrumentos animados": son los
esclavos.

Ese Estado (la polis) es la consecuencia de un proceso
de desarrollo de asociaciones menores. La primera
asociación es la familia que importa la unión del
hombre y la mujer, asociación que tiene un sentido
biológico, pues satisface el instinto de
reproducción y conservación, y también
económico, pues es la unidad de quienes se alimentan
juntos. La forma de asociación que le sigue es la
agrupación de familias que constituye la aldea o el
villorio, y finalmente la asociación de aldeas da lugar a
la polis, que es la asociación superior que nace como
consecuencia de las necesidades humanas y que subsiste porque
permite su satisfacción.

La esclavitud

La esclavitud es como un instrumento vivo al servicio de
su amo y algo necesario, como lo es la propiedad.

La esclavitud no se fundamenta en un derecho derivado de
la guerra, porque el resultado de ésta puede ser injusto y
puede triunfar el que no tiene derechos; la conquista sólo
puede hacer esclavos a los bárbaros, y ello porque en
Aristóteles hay una posición que le hace ver a los
bárbaros como hombres inferiores que no tiene capacidad
para dirigirse a sí mismos. Por eso considera a la
esclavitud no sólo como algo útil y beneficioso
para el amo, sino también para el esclavo: la cree, en
consecuencia, una institución que mira al interés
de ambos. Hay, sin embargo, un pasaje en la "Política" que
hace pensar que Aristóteles veía en la Esclavitud
algo impuesto únicamente por las necesidades
económicas y que hace dudar que se viera en ella algo
fundamentalmente legítimo a la luz de la
razón.

Para Aristóteles la esclavitud es legítima
en cuanto consagra desigualdades de naturaleza. Desigualdades
que, por otra parte, son providenciales, porque gracias a ellas
es posible confiar a estos hombres de inferior calidad los
trabajos pesados que tienden a la satisfacción de las
necesidades más bajas de la vida humana, y por
consiguiente se facilita a la pequeña elite de los hombres
libres dedicarse al ejercicio de la razón que culmina en
la contemplación especulativa de la verdad. El Estado debe
velar por el respeto de estas desigualdades; la justicia
–virtud propia del Estado- establece en la sociedad un
orden por el cual se asigna a cada uno el puesto y la
función de que es capaz.

Ideas económicas.

Como Aristóteles pensaba que la vida
política implicaba desligarse de los menesteres cotidianos
para la subsistencia, subestimaba las ocupaciones materiales
tendientes a la producción de bienes, que debían
ser exclusivas de los esclavos y extranjeros.

La organización comunista de la ciudad expuesta
por Platón en "La República" merece la
crítica de Aristóteles, pues dice que en el Estado
hay diversas funciones y que ellas no pueden ser reducidas a una
unidad. Tal evento sería no sólo imposible sino
también inconveniente, porque conduciría a una
unificación en la que el Estado dejaría de ser tal.
Se opone, pues, a la abolición de la propiedad privada y
de los vínculos familiares.

Las formas de gobierno

Reconoce la existencia de 3 formas puras (la
monarquía, la timocracia y la policia o democracia
moderada) y de tres formas impuras (la tiranía, la
oligarquía y la democracia radical o demagogia). Pero esta
división esquemática se ve enriquecida por una
serie de formas intermedias, pues no siempre se da la
participación de todos los elementos de las formas
puras:

  • Búsqueda del interés
    general.

  • Cumplimiento de las leyes.

  • Respeto del hombre considerado como un ser
    libre;

Ni tampoco las formas impuras suelen reunir todos los
caracteres que las tipifican:

  • Búsqueda del propio interés de los
    gobernantes

  • Violación de las leyes

  • Sumisión de los hombres como si fueran
    esclavos.

Antes, al contrario, la existencia de uno o de varios de
estos elementos y la falta de otros dan lugar a un variado
repertorio de formas de gobierno.

Todas las formas políticas no son presentadas
como algo cristalizado o inmóvil, sino como algo en
continua transformación por la introducción del
principio opuesto al vigente, con lo que adopta un criterio
cíclico acerca de la sucesión de las formas de
gobierno. Dedujo también de la observación de los
cambios políticos operados en las polis griegas la
importancia que los factores sociales y económicos tienen
en las revoluciones y destacó con nitidez la influencia de
la desigualdad económica y política en la
inestabilidad de las formas de Estado.

La teoría clásica de las formas de
gobierno es la expuesta por Aristóteles en la
Política.

La Política está dividida en ocho libros,
de los cuales dos están dedicados a la descripción
y a la clasificación de las formas de gobierno.

El término que Aristóteles usa para
indicar lo que hasta entonces se llamaba "forma de gobierno" es
politéia, que habitualmente es traducido como
"constitución".

Definiciones de constitución:

La constitución es la estructura que da orden a
la ciudad estableciendo el funcionamiento de todos los cargos y
sobre todo de la autoridad soberana.

Aristóteles se limita a decir que la
constitución es "ordenamiento de las magistraturas (o con
otra expresión, de los "cargos públicos"). Una
definición de este tipo corresponde grosso modo a lo que
nosotros hoy entendemos por constitución (en la actualidad
en una constitución ponemos algo más), es decir, de
las leyes que establece cuáles son los órganos del
Estado, cuáles son sus funciones, cuáles sus
relaciones recíprocas, etc.

Es necesario que el poder soberano sea ejercido por una
persona o unos pocos o la mayoría. Cuando el uno, pocos o
la mayoría ejercen el poder en vista del interés
general, entonces forzosamente esas constituciones serán
rectas, mientras que serán desviaciones los que atienden
al interés particular de uno, de pocos o de la
mayoría. Tenemos la costumbre de llamar monarquía
al gobierno unipersonal que atiende al interés general, y
aristocracia al gobierno de pocos cuando se propone el bien
común; cuando es el mayor número el que gobierna
atendiendo al interés general recibe el nombre
común a todas las constituciones. Las degeneraciones de
las mencionadas formas de gobierno son: la tiranía de la
monarquía, la oligarquía de la aristocracia, y la
democracia de la politia.

"Monarquía", propiamente, significa gobierno de
uno solo, mas en la tipología aristotélica quiere
decir gobierno bueno de una persona, al que corresponde la
tiranía como malo. Al contrario, "oligarquía", que
de hecho significa gobierno de pocos, quiere decir gobierno malo
de pocas personas, al que corresponde la "aristocracia" como
bueno.

La mayor novedad, y se puede decir extrañeza,
terminológica, es el uso de "polítia" para la
constitución caracterizada por ser un gobierno de muchos y
bueno. Hablo de rarezas porque significa ni más ni menos
constitución y por tanto es un término de
género y no de especie.

En la Ética nicomaquea, Aristóteles, al
repetir la clasificación de las formas buenas y malas, usa
el término "timocracia" para indicar la tercera forma
buena, que fue utilizado por Platón para designar a la
primera de las cuatro formas de gobierno que derivan de la forma
buena.

El orden jerárquico acogido por
Aristóteles no parece diferente del sostenido por
Platón en el Político. El criterio de
jerarquización es el mismo: la peor forma es la
degeneración de la mejor, en consecuencia, las
degeneraciones de las formas que siguen a la mejor son
paulatinamente menos graves. Con base en este criterio el orden
jerárquico de las seis formas es el siguiente:
monarquía, aristocracia, polítia, democracia,
oligarquía y tiranía.

Esto explica por qué las dos formas de democracia
pueden haber sido llamadas con el mismo nombre, ya que estando
una al final de la primera serie y otra al principio de la
segunda son tan parecidas que pueden confundirse.

Según Aristóteles, no es el consenso o la
fuerza, la legalidad o la ilegalidad, sino principalmente el
interés común o el individual. Las formas buenas
son aquéllas en las cuales los gobernantes ejercen el
poder teniendo presente el interés público, en las
malas los gobernantes ejercen el poder de acuerdo con el
interés individual.

La razón por la cual los individuos se
reúnen en la ciudad y forman una comunidad política
no es solamente la de vivir en común, sino también
la de "vivir bien". Para que el fin de la "vida buena" pueda ser
realizado es necesario que los ciudadanos persigan todos juntos o
mediante sus gobernantes el interés
común.

Cuando los gobernantes aprovechan el poder que
recibieron o conquistaron para luchar por intereses particulares,
la comunidad política se desvía de su objetivo.
Aristóteles distingue tres tipos de relaciones de poder:
la del padre sobre el hijo, la del amo sobre el esclavo y la del
gobernante sobre el gobernado. Estas tres formas de poder
patronal es ejercido para beneficio del amo, el paternal de los
hijos, y el político de los gobernantes y
gobernados.

La politia es una mezcla de oligarquía y
democracia. ¿Pero de acuerdo con el esquema abstracto la
oligarquía y la democracia no son dos formas corruptas? En
consecuencia, el primer problema que nos presenta la
constitución llamada "politia" es que una forma buena
puede ser resultado de una mezcla entre oligarquía y
democracia, ello quiere decir que el gobierno bueno de muchos que
aparece en el tercer lugar del esquema general es un espacio
vacío, o sea, es una idea abstracta a la que no
corresponde concretamente ningún régimen que haya
existido o exista históricamente.

El criterio que Aristóteles utiliza para
distinguir la oligarquía y la democracia es la diferencia
entre ricos y pobres.

Partes: 1, 2

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