Monografias.com > Ecología
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Modelo ecológico de violencia



    El nivel individual El primer nivel del
    modelo ecológico pretende identificar los factores
    biológicos y de la historia personal que influyen en el
    comportamiento de una persona. Además de los factores
    biológicos y personales en general, se consideran factores
    tales como la impulsividad, el bajo nivel educativo, el abuso de
    sustancias psicotrópicas y los antecedentes de
    comportamiento agresivo o de haber sufrido maltrato. En otras
    palabras, este nivel del modelo ecológico centra su
    atención en las características del individuo que
    aumentan la probabilidad de ser víctima o perpetrador de
    actos de violencia.

    El nivel de las relaciones El segundo
    nivel del modelo ecológico indaga el modo en que las
    relaciones sociales cercanas —por ejemplo, con los amigos,
    con la pareja y con los miembros de la familia— aumentan el
    riesgo de convertirse en víctima o perpetradores de actos
    violentos. En los casos de la violencia infligida por la pareja y
    del maltrato de niños, por ejemplo, la interacción
    casi diaria o el compartir el domicilio con un agresor puede
    aumentar las oportunidades para que se produzcan encuentros
    violentos. Dado que los individuos están unidos en una
    relación continua, es probable en estos casos que la
    víctima sea reiteradamente maltratada por el
    agresor. En el caso de la violencia interpersonal entre
    los jóvenes, las investigaciones revelan que estos tienen
    muchas más probabilidades de involucrarse en actos
    violentos cuando sus amigos promueven y aprueban ese
    comportamiento. Los compañeros, la pareja y los miembros
    de la familia tienen el potencial de configurar el comportamiento
    de un individuo y la gama de experiencias de este.

    El nivel de la comunidad El tercer nivel
    del modelo ecológico examina los contextos de la comunidad
    en los que se inscriben las relaciones sociales, como la escuela,
    el lugar de trabajo y el vecindario, y busca identificar las
    características de estos ámbitos que se asocian con
    ser víctimas o perpetradores de actos violentos. La
    frecuente movilidad de residencia (cuando las personas no
    permanecen durante mucho tiempo en una vivienda en particular,
    sino que se mudan muchas veces), la heterogeneidad
    (población sumamente diversa, con una escasa o nula
    cohesión social que mantenga unidas a las comunidades) y
    una densidad de población alta son todos ejemplos de tales
    características, y cada uno se ha asociado con la
    violencia. De igual manera, las comunidades aquejadas por
    problemas como el tráfico de drogas, el desempleo elevado
    o el aislamiento social generalizado (por ejemplo, cuando las
    personas no conocen a sus vecinos o no tienen ninguna
    participación en las actividades locales) es
    también más probable que experimenten hechos de
    violencia. Las investigaciones sobre la violencia muestran que
    determinados ámbitos comunitarios favorecen la violencia
    más que otros; por ejemplo, las zonas de pobreza o
    deterioro físico, o donde hay poco apoyo
    institucional.

    El nivel social El cuarto y
    último nivel del modelo ecológico examina los
    factores sociales más generales que determinan las tasas
    de violencia. Se incluyen aquí los factores que crean un
    clima de aceptación de la violencia, los que reducen las
    inhibiciones contra esta, y los que crean y mantienen las brechas
    entre distintos segmentos de la sociedad, o generan tensiones
    entre diferentes grupos o países. Entre los factores
    sociales más generales figuran:

    • normas culturales que apoyan la violencia como una
      manera aceptable de resolver conflictos;

    • actitudes que consideran el suicidio como una
      opción personal más que como un acto de
      violencia evitable;

    • normas que asignan prioridad a la patria potestad
      por encima del bienestar de los hijos;

    • normas que refuerzan el dominio masculino sobre las
      mujeres y los niños;

    • normas que respaldan el uso de la fuerza excesiva
      policial contra los ciudadanos;

    • normas que apoyan los conflictos
      políticos.

    Entre los factores más generales también
    cabe mencionar las políticas sanitarias, educativas,
    económicas y sociales que mantienen niveles altos de
    desigualdad económica o social entre distintos grupos de
    la sociedad .

    El modelo ecológico destaca las causas
    múltiples de la violencia y la interacción de los
    factores de riesgo que operan dentro de la familia y en los
    ámbitos social, cultural y económico más
    amplios. En un contexto de desarrollo, el modelo ecológico
    indica también el modo en que la violencia puede ser
    causada por diferentes factores en distintas etapas de la
    vida.

    Consecuencias de la globalización con respecto
    a la prevención de la violencia
    Gracias al movimiento
    e intercambio cada vez más rápido y generalizado de
    información, ideas, servicios y productos, la
    globalización ha desdibujado los límites
    funcionales y políticos que separaban a las personas en
    estados soberanos. Por un lado, ello ha conducido a una enorme
    ampliación del comercio mundial, acompañada de una
    demanda de mayor producción económica, que a su vez
    ha creado millones de trabajos y elevado el nivel de vida de
    algunos países de manera antes inimaginable. Por otro
    lado, los efectos de la globalización han sido
    notablemente desiguales. En algunas partes del mundo, la
    globalización ha aumentado las desigualdades de ingreso y
    ha ayudado a destruir aspectos tales como la cohesión
    social, que habían protegido contra la violencia
    interpersonal.

    Los beneficios y los obstáculos para la
    prevención de la violencia surgidos de la
    globalización pueden resumirse del siguiente
    modo.

    Los efectos positivos El aumento enorme del
    intercambio de información provocado por la
    globalización ha producido nuevas redes y alianzas
    internacionales que tienen la capacidad potencial de mejorar el
    alcance y la calidad de los datos recopilados sobre la violencia.
    En los lugares donde la globalización ha elevado los
    niveles de vida y ayudado a reducir las desigualdades, hay mayor
    posibilidad de que las intervenciones económicas se usen
    para reducir las tensiones y los conflictos tanto en el seno de
    los estados como entre estos. Además, la
    globalización crea nuevas maneras de usar los mecanismos
    mundiales:

    • para realizar investigaciones sobre la violencia; en
      especial acerca de los factores sociales, económicos y
      de política que trascienden las fronteras
      nacionales;

    • para estimular actividades de prevención de
      la violencia a escala regional o mundial;

    • para aplicar leyes y tratados internacionales
      concebidos para reducir la violencia;

    • para apoyar iniciativas de prevención de la
      violencia dentro de los países, particularmente los
      que tienen capacidad limitada para realizar tales
      actividades.

    Los efectos negativos Las sociedades con niveles
    elevados de desigualdad, donde la brecha entre ricos y pobres se
    ensancha más como resultado de la globalización,
    probablemente sufran un aumento de la violencia interpersonal.
    Los cambios sociales rápidos que se producen en un
    país como respuesta a fuertes presiones mundiales -como
    ocurrió, por ejemplo, en algunos de los estados de la
    antigua Unión Soviética- pueden debilitar los
    controles sociales existentes y crear las condiciones para que se
    produzca un alto grado de violencia. Además, la
    eliminación de las restricciones del mercado y los mayores
    incentivos para lucrar resultantes de la globalización
    pueden facilitar acceso al alcohol, las drogas y las armas de
    fuego, pese a los esfuerzos por reducir su uso en incidentes
    violentos.

    La necesidad de respuestas mundiales La violencia
    ya no puede seguir siendo del dominio exclusivo de la
    política nacional, sino que debe abordarse vigorosamente
    también en el plano mundial, mediante el agrupamiento de
    estados, organismos internacionales y redes internacionales de
    organizaciones gubernamentales y no gubernamentales. Las
    iniciativas internacionales de este tipo deben proponerse sacar
    provecho de los aspectos positivos de la globalización
    para lograr el mayor bien, esforzándose al mismo tiempo en
    limitar los aspectos negativos.

    Vínculos complejos Si bien algunos
    factores de riesgo pueden ser exclusivos de un tipo particular de
    violencia, es más común que los diversos tipos de
    violencia compartan varios factores de riesgo. Las normas
    culturales predominantes, la pobreza y el aislamiento social,
    así como el alcoholismo, el abuso de sustancias
    psicoactivas y el acceso a armas de fuego son factores de riesgo
    en relación con varios tipos de violencia. Como resultado,
    no es inusual que algunas personas en riesgo en cuanto a la
    violencia experimenten varios tipos de violencia. Las mujeres en
    riesgo de ser agredidas físicamente por su pareja, por
    ejemplo, también están en riesgo con respecto a la
    violencia sexual. Tampoco es inusual detectar conexiones entre
    diferentes tipos de violencia. Las investigaciones han indicado
    que la exposición a la violencia en el hogar se asocia con
    ser víctima o perpetrador de actos violentos en la
    adolescencia y la edad adulta. La experiencia de ser rechazados,
    descuidados o ignorados por los padres coloca a los hijos en
    riesgo mayor de desplegar una conducta agresiva y antisocial,
    incluido el comportamiento abusivo como adultos. Se han
    hallado asociaciones entre el comportamiento suicida y varios
    tipos de violencia, incluido el maltrato de menores, la
    violencia de pareja, la agresión sexual y el
    maltrato de las personas mayores. En Sri Lanka, se
    comprobó que las tasas de suicidio bajaron en tiempo de
    guerra, solo para volver a aumentar una vez concluido el
    conflicto. En muchos países que han sufrido
    conflictos violentos, las tasas de violencia interpersonal
    siguieron siendo altas aun después de la cesación
    de las hostilidades, entre otras razones, debido a la manera en
    que la violencia se convierte en algo socialmente más
    aceptado y a la disponibilidad de armas.

    Los vínculos entre la violencia y la
    interacción entre los factores individuales y los
    contextos sociales, culturales y económicos más
    amplios indican que abordar los factores de riesgo en los
    diversos niveles del modelo ecológico puede ayudar a
    disminuir más de un tipo de
    violencia.

    ¿Cómo se puede prevenir la
    violencia?

    Los dos primeros pasos del modelo de salud
    pública brindan información importante sobre las
    poblaciones que requieren intervenciones preventivas, así
    como sobre los factores de riesgo y protectores que es necesario
    abordar. Poner este conocimiento en práctica es una meta
    central de la salud pública.

    Tipos de prevención Las intervenciones de
    salud pública se clasifican tradicionalmente en tres
    niveles de prevención:

    • Prevención primaria: intervenciones dirigidas
      a prevenir la violencia antes de que ocurra.

    • Prevención secundaria: medidas centradas en
      las respuestas más inmediatas a la violencia, como la
      atención prehospitalaria, los servicios de urgencia o
      el tratamiento de las enfermedades de transmisión
      sexual después de una violación.

    • Prevención terciaria: intervenciones
      centradas en la atención a largo plazo con
      posterioridad a los actos violentos, como la
      rehabilitación y reintegración, e intentos por
      reducir los traumas o la discapacidad de larga
      duración asociada con la violencia.

    Estos tres niveles de prevención se definen por
    sus características temporales; es decir, si tienen lugar
    antes de que se produzca el acto violento, inmediatamente
    después o a un plazo más largo. Aunque
    tradicionalmente se dirigen a las víctimas de la violencia
    y dentro de los ámbitos de asistencia sanitaria, las
    intervenciones de prevención secundaria y terciaria
    también son pertinentes para los perpetradores de actos
    violentos, y se aplican en ámbitos judiciales en respuesta
    a la violencia.

    Los investigadores en el campo de la prevención
    de la violencia se inclinan cada vez más por una
    definición de la prevención de la violencia
    centrada en el grupo al que va destinada. Esta definición
    agrupa las intervenciones del siguiente modo:

    • Intervenciones generales: están dirigidas a
      ciertos grupos o a la población general sin tener en
      cuenta el riesgo individual; por ejemplo, las
      enseñanzas de prevención de la violencia
      impartidas a todos los alumnos de una escuela o a los
      niños de determinada edad, y las campañas de
      ámbito comunitario en los medios
      informativos.

    • Intervenciones seleccionadas: están dirigidas
      a las personas consideradas en mayor riesgo de padecer o
      cometer actos de violencia (es decir, las que presentan uno o
      varios factores de riesgo); por ejemplo, la
      capacitación en materia de crianza de los hijos
      ofrecida a los jefes de hogares monoparentales.

    • Intervenciones indicadas: están dirigidas a
      las personas con antecedentes de comportamiento violento, por
      ejemplo, el tratamiento para los perpetradores de actos de
      violencia doméstica.

    A la fecha, muchas tentativas tanto en países
    industrializados como en desarrollo se han centrado en las
    respuestas secundarias y terciarias a la violencia. Naturalmente,
    a menudo se asigna prioridad a tratar las consecuencias
    inmediatas de la violencia, prestando ayuda a las víctimas
    y castigando a los agresores. Aunque estas respuestas son
    importantes y es necesario fortalecerlas, es preciso invertir
    mucho más en la prevención primaria de la
    violencia. Una respuesta integral a la violencia no solo protege
    y ayuda a quienes la padecen, sino que también promueve la
    no violencia, reduce la perpetración de actos violentos y
    cambia las circunstancias y condiciones que dan origen a la
    violencia.

    Respuestas polifacéticas Dado que la
    violencia es un problema polifacético con raíces
    biológicas, psíquicas, sociales y ambientales, debe
    afrontarse en varios niveles diferentes a la vez. El modelo
    ecológico se utiliza para un doble fin en este sentido:
    cada categoría del modelo representa un grado de riesgo y
    también puede concebirse como un punto clave para la
    intervención.

    Afrontar la violencia en varios niveles implica ocuparse
    de todo lo siguiente:

    • Abordar los factores individuales de riesgo y
      adoptar medidas para modificar los comportamientos de riesgo
      individuales.

    • Influir en las relaciones personales cercanas y
      promover ambientes familiares saludables, así como
      proporcionar ayuda profesional y apoyo a las familias
      disfuncionales.

    • Vigilar los espacios públicos, tales como
      escuelas, lugares de trabajo y vecindarios, y adoptar medidas
      para resolver los problemas que pueden conducir a
      comportamientos violentos.

    • Corregir las desigualdades por razón de
      género y las actitudes y prácticas culturales
      perjudiciales.

    • Encarar los grandes factores culturales, sociales y
      económicos que contribuyen a la violencia y adoptar
      medidas para cambiarlos, incluidas las destinadas a achicar
      las brechas entre ricos y pobres y asegurar el acceso
      equitativo a los bienes, servicios y
      oportunidades.

    Documentación de las respuestas eficaces
    Una norma básica general del enfoque de salud
    pública frente a la violencia es que todas las
    iniciativas, sean grandes o pequeñas, deben evaluarse en
    forma rigurosa. Documentar las respuestas existentes y promover
    una evaluación estrictamente científica en
    diferentes ámbitos es valioso para todos. Resulta sobre
    todo necesario para quienes intenten determinar las respuestas
    más eficaces contra la violencia y las estrategias que
    tienen probabilidades de lograr un cambio.

    Reunir todas las pruebas y experiencias es
    también una parte sumamente útil de la lucha contra
    la violencia, pues esa información muestra a los
    encargados de adoptar las decisiones que algo puede hacerse. Lo
    que es aún más importante, les proporciona una
    orientación valiosa sobre las medidas que tienen
    más probabilidades de reducir la violencia.

    Una acción equilibrada de salud
    pública
    La investigación rigurosa tarda en
    producir resultados. El impulso de invertir solo en estrategias
    comprobadas no debe ser un obstáculo para apoyar
    iniciativas prometedoras. Por tales se entiende aquellas que se
    han evaluado pero requieren más pruebas en diversos
    ámbitos y con diferentes grupos de
    población.

    También es prudente ensayar y someter a prueba
    una variedad de programas, y usar las iniciativas e ideas de las
    comunidades locales. La violencia es un problema demasiado
    urgente para demorar la acción de salud pública a
    la espera de adquirir el conocimiento perfecto.

    Abordar las normas culturales En diversas partes
    del mundo, la especificidad cultural y la tradición se dan
    a veces como justificaciones de prácticas sociales
    particulares que perpetúan la violencia. La
    opresión de las mujeres es uno de los ejemplos más
    ampliamente citados, pero hay muchos otros.

    Las normas culturales se deben tratar de manera
    inteligente y respetuosa en todas las actividades preventivas; lo
    primero, porque las personas suelen tener nexos apasionados con
    sus tradiciones, y lo segundo, porque la cultura suele ser una
    fuente de protección contra la violencia. La experiencia
    ha revelado que, cuando se diseñan y aplican los
    programas, es importante efectuar consultas tempranas y
    constantes con líderes religiosos y tradicionales, grupos
    de legos y figuras prominentes de la comunidad, como los
    curanderos.

    Medidas contra la violencia a todos los niveles
    Los resultados exitosos a largo plazo en la prevención de
    la violencia dependerán cada vez más de
    intervenciones integrales a todos los niveles.

    Nivel local A este nivel, los
    copartícipes pueden ser los prestadores de asistencia
    sanitaria, la policía, los educadores, los asistentes
    sociales, los empleadores y los funcionarios del gobierno. Es
    mucho lo que puede hacerse aquí para promover la
    prevención de la violencia. Los programas de
    demostración y los proyectos de investigación en
    pequeña escala pueden proporcionar un medio para ensayar
    ideas y —quizá lo más importante—
    pueden servir para que diferentes sectores asociados se
    acostumbren a trabajar juntos. Estructuras tales como los grupos
    de trabajo o las comisiones que reúnen a diferentes
    sectores y mantienen contactos tanto formales como informales son
    indispensables para que este tipo de colaboración resulte
    exitosa.

    Nivel nacional Las asociaciones
    multisectoriales son sumamente aconsejables a nivel tanto
    nacional como local. Diversos ministerios del gobierno —no
    solo los que se encargan de velar por el cumplimiento de la ley,
    los servicios sociales y la salud— pueden hacer grandes
    aportes para prevenir la violencia. Evidentemente, los
    ministerios de educación son socios que no pueden faltar,
    dada la importancia de intervenir en las escuelas. Los
    ministerios de trabajo pueden hacer mucho para reducir la
    violencia en los lugares de trabajo, especialmente en
    colaboración con los sindicatos y los empleadores. Los
    ministerios de defensa pueden influir positivamente en las
    actitudes hacia la violencia de los numerosos jóvenes que
    están bajo su control, fomentando la disciplina,
    promoviendo códigos de honor y creando una clara
    conciencia de la índole mortífera de las armas. A
    los líderes y las organizaciones religiosas les compete
    desempeñar un papel en su trabajo pastoral y, si
    corresponde, ofrecer sus buenos oficios para mediar en problemas
    concretos.

    Nivel mundial Según se ha
    mostrado, por ejemplo, en la respuesta internacional al SIDA y en
    el campo de la asistencia ofrecida en casos de desastre, la
    cooperación y el intercambio de información entre
    organizaciones a nivel mundial trae consigo beneficios
    considerables, del mismo modo que sucede con las alianzas
    forjadas en los planos nacional y local. A la Organización
    Mundial de la Salud le compete claramente desempeñar un
    papel destacado en este sentido, por tratarse del organismo de
    las Naciones Unidas que tiene a su cargo la salud. Sin embargo,
    hay otros organismos internacionales que también tienen
    mucho que ofrecer en sus campos de especialización. Cabe
    mencionar entre ellos la Oficina del Alto Comisionado de las
    Naciones Unidas para los Derechos Humanos (en relación con
    los derechos humanos), la Oficina del Alto Comisionado de las
    Naciones Unidas para los Refugiados (los refugiados), el Fondo de
    las Naciones Unidas para la Infancia (el bienestar de los
    niños), el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para
    la Mujer y el Fondo de Población de las Naciones Unidas
    (la salud de la mujer), el Programa de las Naciones Unidas para
    el Desarrollo (el desarrollo humano), el Instituto Interregional
    de las Naciones Unidas para Investigaciones sobre la Delincuencia
    y la Justicia (la delincuencia) y el Banco Mundial
    (financiamiento y condiciones de buen gobierno). Diversos
    donantes internacionales, programas bilaterales, organizaciones
    no gubernamentales y organizaciones religiosas ya participan en
    actividades de prevención de la violencia en todo el
    mundo.

    Un enfoque integral para prevenir la violencia en el
    trabajo
    La violencia en el lugar de trabajo es una de las
    principales causas de muertes y lesiones en muchas partes del
    mundo. En los Estados Unidos, de acuerdo con estadísticas
    oficiales el homicidio representa la segunda causa de muerte en
    el lugar de trabajo para los hombres -después de las
    lesiones por accidentes de tráfico- y la primera para las
    mujeres. En la Unión Europea, unos 3 millones de
    trabajadores (2% de la fuerza laboral) han sido sometidos a
    alguna forma de violencia física en el trabajo. Los
    estudios sobre trabajadoras migrantes de Filipinas han revelado
    que muchas de ellas, en especial las que laboran en el servicio
    doméstico o en la industria del entretenimiento, se ven
    afectadas desproporcionadamente por la violencia en el lugar de
    trabajo.

    La violencia en el trabajo incluye no solo el maltrato
    físico sino también psíquico. Muchos
    trabajadores son sometidos al maltrato, el acoso sexual, las
    amenazas, la intimidación y otras formas de violencia
    psíquica. En investigaciones efectuadas en el Reino Unido
    se ha comprobado que 53% de los empleados han sufrido
    intimidación en el trabajo, y 78% han presenciado dicho
    comportamiento. En Sudáfrica, las agresiones en el lugar
    de trabajo se han notificado como algo anormalmente elevado y un
    estudio reciente mostró que 78% de los encuestados
    habían experimentado en algún momento
    intimidación en el lugar de trabajo.

    Los actos repetidos de violencia -desde la
    intimidación, el acoso sexual y las amenazas hasta la
    humillación y el menosprecio de los trabajadores- pueden
    convertirse en casos muy graves por efecto acumulativo. En
    Suecia, se calcula que tal comportamiento ha sido un factor en
    10% a 15% de los suicidios.

    Los costes La violencia en el lugar de trabajo
    trastorna de inmediato, y a menudo por tiempo prolongado, las
    relaciones interpersonales y el ambiente laboral en su totalidad.
    Entre los costes de este tipo de violencia cabe
    mencionar:

    • Costes directos, que provienen entre otras cosas,
      de:

    • accidentes;

    • enfermedades;

    • discapacidad y muerte;

    • ausentismo;

    • recambio del personal.

    • Costes indirectos, que incluyen:

    • mengua del rendimiento en el trabajo;

    • descenso de la calidad de los productos o el
      servicio y una producción más lenta;

    • disminución de la competitividad.

    • Costes más intangibles, como:

    • daño a la imagen de la
      institución;

    • mengua de la motivación y la moral de los
      empleados;

    • menor lealtad a la institución;

    • niveles inferiores de creatividad;

    • un ambiente que no propicia el trabajo.

    Las respuestas Al igual que sucede con otros
    ámbitos, para abordar la violencia que se produce en el
    lugar de trabajo se requiere un enfoque integral. La violencia en
    el trabajo no es sencillamente un problema individual que sucede
    en forma esporádica, sino un problema estructural con
    causas socioeconómicas, culturales e institucionales mucho
    más generales.

    La respuesta tradicional a la violencia en el trabajo,
    basada exclusivamente en el cumplimiento de los reglamentos, no
    logra resolver muchas de las situaciones que se presentan. Un
    enfoque más integral se centra en las causas de este tipo
    de violencia. Su objetivo es lograr que la salud, la seguridad y
    el bienestar de los trabajadores sean parte integrante del
    desarrollo de la institución.

    Entre los métodos sistemáticos y
    específicos que se están aplicando cada vez
    más para prevenir la violencia en el lugar de trabajo cabe
    mencionar los siguientes:

    • impulsar la colaboración activa de
      organizaciones de trabajadores y de empleadores para la
      elaboración de normas claras y programas contra la
      violencia laboral;

    • apoyar la sanción de leyes y la
      implantación de normas por el gobierno nacional y
      local;

    • difundir los estudios de casos de prácticas
      adecuadas para prevenir la violencia en el
      trabajo;

    • mejorar el ambiente laboral, los estilos de
      gestión y la organización del
      trabajo;

    • brindar mayores oportunidades de
      capacitación;

    • orientar y apoyar a las personas
      afectadas.

    Al vincular directamente la salud y la seguridad con la
    gestión y el desarrollo de una institución, este
    enfoque integral ofrece medios de actuación inmediata y
    sostenible para eliminar la violencia en el lugar de trabajo. Los
    costos de la violencia

    La violencia se cobra un tributo tanto humano como
    económico en las naciones, y cuesta a las economías
    muchos miles de millones de dólares cada año en
    concepto de asistencia sanitaria, costes legales, ausentismo y
    productividad perdida. En los Estados Unidos, un estudio de 1992
    calculó que los costos anuales directos e indirectos de
    las heridas por arma de fuego sumaban US$ 126 000 millones. Las
    heridas por arma punzo cortante costaron otros US$ 51 000
    millones. En un estudio realizado en 1996 en la
    provincia canadiense de Nueva Brunswick, el costo total medio de
    las muertes por suicidio fue superior a US$ 849 000. Los costos
    totales directos e indirectos, incluidos los de los servicios de
    asistencia sanitaria, las autopsias, las investigaciones
    policiales y la productividad perdida resultante de las muertes
    prematuras, ascendieron a casi US$ 80 millones. El costo
    elevado de la violencia no es exclusivo del Canadá y los
    Estados Unidos. Entre 1996 y 1997, el Banco Interamericano de
    Desarrollo patrocinó algunos estudios sobre la magnitud y
    la repercusión económica de la violencia en seis
    países latinoamericanos. En cada estudio se
    examinaron los gastos, como resultado de la violencia, en
    concepto de asistencia sanitaria, servicios para la
    aplicación del cumplimiento de la ley y judiciales,
    así como las pérdidas intangibles y por la
    transferencia de bienes. Expresado como porcentaje del producto
    interno bruto (PIB), en 1997 el costo de los gastos de asistencia
    sanitaria derivados de la violencia fue de 1,9% del PIB en el
    Brasil, 5,0% en Colombia, 4,3% en El Salvador, 1,3% en
    México, 1,5% en el Perú y 0,3% en
    Venezuela.

    Es difícil calcular con precisión la carga
    que imponen todos los tipos de violencia a los sistemas de
    asistencia sanitaria, o sus efectos sobre la productividad
    económica en todo el mundo. Las pruebas conocidas
    demuestran que las víctimas de violencia doméstica
    y sexual padecen más problemas de salud, generan costos de
    asistencia sanitaria significativamente mayores y acuden
    más a menudo a los servicios de urgencias a lo largo de su
    vida que las personas que no sufren maltrato . Lo mismo ocurre en
    el caso de los menores maltratados y desatendidos. Estos costos
    contribuyen sustancialmente a incrementar los gastos anuales de
    asistencia sanitaria.

    Como también faltan cálculos de costos
    nacionales en relación con otros problemas de salud, como
    la depresión, el tabaquismo, el abuso del alcohol y de
    drogas, el embarazo no deseado, la infección por el virus
    de la inmunodeficiencia humana/síndrome de
    inmunodeficiencia adquirida (VIH/SIDA), otras enfermedades de
    transmisión sexual y otras infecciones (todas las cuales
    se han vinculado con la violencia en estudios de escala
    reducida), aún no es posible calcular la carga
    económica mundial de estos problemas y su relación
    con la violencia.

    Examen de las raíces de la
    violencia: un modelo ecológico

    Ningún factor por sí solo explica por
    qué algunos individuos tienen comportamientos violentos
    hacia otros o por qué la violencia es más
    prevalente en algunas comunidades que en otras. La violencia es
    el resultado de la acción recíproca y compleja de
    factores individuales, relacionales, sociales, culturales y
    ambientales. Comprender la forma en que estos factores
    están vinculados con la violencia es uno de los pasos
    importantes en el enfoque de salud pública para prevenir
    la violencia.

    Definición de la violencia

    Todo análisis integral de la violencia debe
    empezar por definir las diversas formas que esta adopta con el
    fin de facilitar su medición científica. Hay muchas
    maneras posibles de definir la violencia. La Organización
    Mundial de la Salud (2) la define como:

    El uso intencional de la fuerza o el poder
    físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra
    persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas
    probabilidades de causar lesiones, muerte, daños
    psicológicos, trastornos del desarrollo o
    privaciones.

    La definición usada por la Organización
    Mundial de la Salud vincula la intención con la
    comisión del acto mismo, independientemente de las
    consecuencias que se producen. Se excluyen de la
    definición los incidentes no intencionales, como son la
    mayor parte de los accidentes de tráfico y las
    quemaduras.

    La inclusión de la palabra "poder", además
    de la frase "uso intencional de la fuerza física",
    amplía la naturaleza de un acto de violencia así
    como la comprensión convencional de la violencia para dar
    cabida a los actos que son el resultado de una relación de
    poder, incluidas las amenazas y la intimidación. Decir
    "uso del poder" también sirve para incluir el descuido o
    los actos por omisión, además de los actos de
    violencia por acción, más evidentes. Por lo tanto,
    debe entenderse que "el uso intencional de la fuerza o el poder
    físico" incluye el descuido y todos los tipos de maltrato
    físico, sexual y psíquico, así como el
    suicidio y otros actos de autoagresión.

    Esta definición cubre una gama amplia de
    consecuencias, entre ellas los daños psíquicos, las
    privaciones y las deficiencias del desarrollo. Esto refleja el
    reconocimiento cada vez mayor, por parte de los investigadores y
    los profesionales, de la necesidad de incluir los actos de
    violencia que no causan por fuerza lesiones o la muerte, pero que
    a pesar de todo imponen una carga sustancial a los individuos,
    las familias, las comunidades y los sistemas de asistencia
    sanitaria en todo el mundo. Numerosas formas de violencia contra
    las mujeres, los niños y los ancianos, por ejemplo, pueden
    dar lugar a problemas físicos, psíquicos y sociales
    que no necesariamente desembocan en lesión, invalidez o
    muerte. Estas consecuencias pueden ser inmediatas, o bien
    latentes, y durar muchos años después del maltrato
    inicial. Por lo tanto, definir los resultados atendiendo en forma
    exclusiva a la lesión o la muerte limita la
    comprensión del efecto global de la violencia en las
    personas, las comunidades y la sociedad en general.

    Intencionalidad Uno de los aspectos más
    complejos de la definición es el de la intencionalidad. A
    este respecto, cabe destacar dos puntos importantes. Primero,
    aunque la violencia se distingue de los hechos no intencionales
    que ocasionan lesiones, la presencia de la intención de
    usar la fuerza no significa necesariamente que haya habido la
    intención de causar daño. En efecto, puede haber
    una considerable disparidad entre la intención del
    comportamiento y las consecuencias intentadas. Una persona puede
    cometer intencionalmente un acto que, a juzgar por normas
    objetivas, se considera peligroso y con toda probabilidad
    causará efectos adversos sobre la salud, pero puede
    suceder que el autor no los perciba como tales.

    Por ejemplo, un joven puede participar en una
    riña con otros jóvenes. Los puñetazos a la
    cabeza o el uso de un arma aumentan sin duda el riesgo de sufrir
    traumatismo grave o muerte, aunque esa no haya sido la
    intención. Uno de los padres puede sacudir vigorosamente a
    su bebé que llora, con la intención de callarlo. En
    vez de ello, sin embargo, ese acto puede causar daño
    cerebral a la criatura. El empleo de la fuerza es evidente, pero
    no existió la intención de lastimar.

    El segundo punto relacionado con la intencionalidad
    radica en la distinción entre la intención de
    lesionar y la intención de "usar la violencia". La
    violencia, según Walters y Parke, está
    determinada por la cultura. Algunas personas tienen la
    intención de dañar a otros pero, por sus
    antecedentes culturales y sus creencias, no consideran que sus
    actos sean violentos. No obstante, la Organización Mundial
    de la Salud define la violencia teniendo en cuenta su
    relación con la salud o el bienestar de las personas.
    Ciertos comportamientos —como golpear al
    cónyuge— pueden ser considerados por algunas
    personas como prácticas culturales admisibles, pero se
    consideran actos de violencia con efectos importantes para la
    salud de la persona.

    La definición lleva implícitos otros
    aspectos de la violencia que no se enuncian en forma
    explícita. Por ejemplo, la definición incluye
    implícitamente todos los actos de violencia, sean
    públicos o privados, sean reactivos (en respuesta a
    acontecimientos anteriores, por ejemplo, una provocación)
    o activos (que son decisivos para lograr resultados más
    favorables para el agresor o para anticiparse a ellos) y tanto si
    tienen carácter delictivo como si no lo tienen. Cada uno
    de estos aspectos es importante para comprender las causas de la
    violencia y elaborar programas de
    prevención.

    Tipología de la
    violencia

    En 1996, la Asamblea Mundial de la Salud, por conducto
    de la resolución WHA49.25, declaró que la violencia
    es un importante problema de salud pública en todo el
    mundo y pidió a la Organización Mundial de la Salud
    que elaborara una tipología de la violencia para
    caracterizar los diferentes tipos de violencia y los
    vínculos entre ellos. Hay pocas clasificaciones
    taxonómicas y ninguna es completa.

    Tipos de violencia La clasificación que se
    propone aquí divide la violencia en tres categorías
    generales, según las características de los que
    cometen el acto de violencia:

    – la violencia autoinfligida; – la violencia
    interpersonal; – la violencia colectiva.

    La violencia autoinfligida La violencia
    autoinfligida comprende el comportamiento suicida y las
    autolesiones. El primero incluye pensamientos suicidas, intentos
    de suicidio —también llamados "parasuicidio" o
    "intento deliberado de matarse" en algunos países— y
    suicidio consumado. Por contraposición, el automaltrato
    incluye actos como la automutilación.

    La violencia interpersonal La violencia
    interpersonal se divide en dos subcategorías:

    • Violencia familiar o de pareja: esto es, la
      violencia que se produce sobre todo entre los miembros de la
      familia o de la pareja, y que por lo general, aunque no
      siempre, sucede en el hogar.

    • Violencia comunitaria: es la que se produce entre
      personas que no guardan parentesco y que pueden conocerse o
      no, y sucede por lo general fuera del hogar.

    En el primer grupo se incluyen formas de violencia, como
    el maltrato de los menores, la violencia contra la pareja y el
    maltrato de las personas mayores. El segundo abarca la violencia
    juvenil, los actos fortuitos de violencia, la violación o
    ataque sexual por parte de extraños y la violencia en
    establecimientos como escuelas, lugares de trabajo, prisiones y
    hogares de ancianos.

    La violencia colectiva La violencia
    colectiva se subdivide en violencia social, violencia
    política y violencia económica. A diferencia de las
    otras dos categorías generales, las subcategorías
    de la violencia colectiva indican los posibles motivos de la
    violencia cometida por grupos más grandes de individuos o
    por el Estado. La violencia colectiva infligida para promover
    intereses sociales sectoriales incluye, por ejemplo, los actos
    delictivos de odio cometidos por grupos organizados, las acciones
    terroristas y la violencia de masas. La violencia política
    incluye la guerra y otros conflictos violentos afines, la
    violencia del Estado y actos similares llevados a cabo por grupos
    más grandes. La violencia económica comprende los
    ataques por parte de grupos más grandes motivados por el
    afán de lucro económico, tales como los llevados a
    cabo con la finalidad de trastornar las actividades
    económicas, negar el acceso a servicios esenciales o crear
    división económica y fragmentación.
    Evidentemente, los actos cometidos por grupos más grandes
    pueden tener motivos múltiples.

    La naturaleza de los actos de violencia que puede
    ser:

    – física; – sexual; –
    psíquica; – que incluye privaciones o
    descuido.

    En sentido horizontal se muestra quiénes son
    afectados, y en el vertical, de qué manera lo
    son.

    Estos cuatro tipos de actos de violencia, con
    excepción de la autoinfligida, suceden en cada una de las
    categorías generales y sus subcategorías descritas
    con anterioridad. Por ejemplo, la violencia contra los
    niños cometida en el seno del hogar puede incluir abuso
    físico, sexual y psíquico, así como
    negligencia o descuido. La violencia comunitaria puede incluir
    agresiones físicas entre los jóvenes, violencia
    sexual en el lugar de trabajo y descuido de las personas mayores
    en los establecimientos asistenciales de largo plazo. La
    violencia política puede incluir la violación
    durante los conflictos armados, la guerra como tal y la llamada
    guerra psicológica.

    Aunque es imperfecta y dista mucho de gozar de
    aceptación universal, esta clasificación
    proporciona un marco útil para comprender los tipos
    complejos de violencia que acontecen en todo el mundo, así
    como la violencia en la vida diaria de las personas, las familias
    y las comunidades. También supera muchas de las
    limitaciones de otras clasificaciones porque capta la naturaleza
    de los actos de violencia, la importancia del entorno, la
    relación entre el agresor y la víctima, y, en el
    caso de la violencia colectiva, los posibles motivos de la
    violencia. Sin embargo, tanto en la investigación como en
    la práctica no siempre están claras las
    líneas divisorias entre los diferentes tipos de
    violencia.

    MODELO ECOLÓGICO (fuente: Revista
    Futuros)

    "NO A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE
    INFORMACION"®

     

     

    Autor:

    Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.

    www.monografias.com/usuario/perfiles/ing_lic_yunior_andra_s_castillo_s/monografias

    Santiago de los Caballeros, República Dominicana,
    2015.

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter