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Consecuencias sociales y familiares de la muerte materna en la región de salud Cusco



Partes: 1, 2

    Introducción

    La mortalidad materna, como un gran problema de salud
    individual y colectiva, permaneció casi invisible hasta la
    "Conferencia Internacional sobre la Maternidad sin Riesgos"
    realizada en Nairobi y Kenia en el año de 1987. En este
    evento, el "morir dando vida" tomó dimensiones y rostros a
    nivel mundial por primera vez.

    Después de más de veinte años de
    iniciativas, propuestas y declaratorias de compromisos, la muerte
    materna sigue siendo uno de los lastres de la humanidad. Aún
    en este siglo, ser madre es un gran riesgo para las mujeres de
    muchos países. La mortalidad materna en nuestro país
    sigue afectando a una de las poblaciones más vulnerables,
    pues este problema sanitario mayormente se produce en las
    últimas semanas del embarazo, durante y después del
    parto.

    No obstante las repercusiones sociales, económicas
    y políticas de este hecho, el enfoque para tratar de
    resolverlo continúa siendo básicamente médico,
    considerando las causas clínicas y sin tener en cuenta otras
    determinantes asociadas de tipo social, económico y
    cultural.

    Según Moser (cit. por Luque y Bauernfeind, 2007),
    el fallecimiento de una madre es más que una tragedia
    personal. Puede tener graves consecuencias no sólo para su
    familia, sino también para la comunidad y la economía
    local. La mujer en los hogares de bajos ingresos desempeña
    no solamente un papel reproductivo, sino también productivo,
    participa en el trabajo agrícola en la obtención de
    ingresos adicionales y provee a la comunidad de servicios
    básicos.

    Strong y Ainsworth (cit. por Yinger, 2007), revelan que
    cuando mueren las madres, sus hijos de corta edad también
    tienen mayores probabilidades de morir, de padecer
    malnutrición, y tienen menos probabilidades de ser
    escolarizados.

    Esta tragedia puede ser entendida de diversas maneras,
    sin duda, se trata de un evento biológico y médico. Es
    una deficiencia en la capacidad de respuesta del sistema de
    salud, algunas veces es una responsabilidad familiar y/o
    comunitaria. Pero multiplicada muchas veces es también
    resultado de una injusticia social de enormes proporciones. El
    problema a abordar en el presente estudio, son las consecuencias
    sociales y familiares de la muerte materna, que son graves si
    tenemos en cuenta que los hijos que quedan huérfanos,
    incluido el niño que sobrevive a la muerte de su madre, son
    repartidos entre sus parientes más cercanos para encargarse
    de su cuidado; de los que se quedan con su padre, que en su
    mayoría vuelve a comprometerse, es el hijo mayor quien asume
    el cuidado del recién nacido, deja de estudiar o ingresa
    tempranamente al mercado laboral para apoyar a su padre en el
    sustento familiar. Estos niños nunca recibirán el amor
    que sólo podría darles su madre, por lo que son
    niños carentes de afecto, niños que fácilmente se
    desnutren. Es en este momento donde se inicia o fortalece el
    círculo de la pobreza, el mismo que hunde al país en un
    pobre desarrollo humano con la desintegración de la familia,
    y miseria; y que el Sistema de Salud no alcanza.

    Según la Organización Panamericana de la Salud
    (OPS) (cit. por Carbone 2005), la mortalidad materna refleja las
    condiciones de salud y de vida de los pueblos,
    constituyéndose en un buen indicador del estado de
    desarrollo delos servicios de atención prenatal, parto y
    postparto; dado que la muerte materna es el último
    escalón de una historia de inequidad y discriminación
    que se inicia mucho antes en la vida de la mujer y que se
    incrementa de acuerdo a su nivel de pobreza.

    Se reconoce por lo general que la salud reproductiva
    está estrechamente vinculada a la reducción de la
    pobreza y al logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio,
    que proporcionan cada vez más un marco y una
    orientación para las actividades internacionales de
    desarrollo. En este sentido, las Naciones Unidas y los
    países del mundo se han comprometido a lograr para el
    año 2015 un grupo esencial de Objetivos del Milenio, entre
    los que se cuentan la reducción de dos tercios de la
    mortalidad infantil y el mejoramiento de la salud materna (con
    énfasis en la reducción de mortalidad materna a la
    mitad y aumento de cobertura de atención calificada del
    parto).

    Según la OMS (citado por IBFAN, 2007), cada minuto
    una mujer muere a causa de su embarazo en alguna parte del mundo,
    lo que significa más de 10 millones de vidas perdidas en una
    generación. A pesar de las iniciativas para evitar que las
    mujeres fallezcan al dar a luz, todavía se pierden
    demasiadas vidas, casi 529.000 muertes anuales por causas
    asociadas al embarazo. El 99 por ciento de esas mujeres viven y
    mueren en países en desarrollo.

    Cada año, más de 22 mil mujeres –
    especialmente en sectores pobres y rurales aislados de
    América Latina y el Caribe – todavía mueren anualmente
    de las mismas causas que las mujeres de los países
    industrializados a principios del siglo XX. Cinco países
    aún tienen tasas mayores que las que había hace 60
    años en los Estados Unidos. La tasa en la ALC fue de 91.1
    muertes por 100.000 nacidos vivos en 2006, fluctuando entre 17.3
    defunciones en Chile y 523 defunciones en Haití. El 20% de
    la región más pobre concentra 50% de muertes maternas,
    mientras que el 20% más rico solo tiene el 5% de esas
    defunciones (Índice de concentración de la desigualdad
    = -0.43) (OPS, 2007).

    En el Perú, la tasa de mortalidad materna sigue
    siendo muy alta y por causas prevenibles, particularmente en las
    comunidades afectadas por la pobreza. En ese sentido, las muertes
    maternas son muertes inaceptables y no son un fenómeno
    natural que golpea casualmente a las mujeres embarazadas, como lo
    creen los pobladores andinos; y que su trascendencia en la
    familia y la sociedad aún no es cuantificada y conocida en
    su real magnitud.

    Según el MINSA (2007), la razón de mortalidad
    materna en el país según el informe de la última
    ENDES habría sido de 185 muertes maternas por cien mil
    nacidos vivos para el año 2007. Sin embargo para este mismo
    año, la Oficina General de Epidemiología (OGE, 2007),
    registró una tasa de mortalidad materna de 169 por cada
    100,000 nacidos vivos. Cabe mencionar sin embargo, que estas
    cifras promedio en áreas de exclusión son mayores, y
    mucho más si consideramos el sub registro de mortalidad por
    todas las causas en el país, que es de 42.8% (OGE,
    2007).

    Las causas inmediatas de la mortalidad materna son
    hemorragias, infecciones y toxemias, que finalmente son el
    resultado de condiciones de inequidad en que viven las mujeres de
    las comunidades excluidas (MINSA, 2006). El ámbito en el que
    se desarrolló el presente estudio, fue la Sub Región de
    Salud de Cusco, una de las 4 sub regiones que constituyen la
    Dirección Regional de Salud de Cusco, quien tiene a su cargo
    la responsabilidad en salud de la región Cusco.

    El comportamiento de la tasa de mortalidad materna, se
    mantiene alta (por encima de 150 x 100,000 nv), considerado como
    alto riesgo, teniendo en cuenta el número de muertes
    maternas registradas, pues si tenemos en cuenta el porcentaje de
    subregistro de mortalidad por todas las causas para Cusco
    (58.7%), el problema es aún mas grave (OGE, 2007). Las
    razones de mortalidad materna registradas en la Sub Región
    de Salud de Cusco en un quinquenio han sido de 214 x 100,000
    nacidos vivos para el año 2003. (29muertes), de 150 x
    1000,000 n.v. en el año 2004 (21 muertes), de 208 en el 2005
    (29 muertes), de 163 en el año 2006 (21 muertes) y de 163 en
    el año 2007 (21 muertes); donde observamos que la conducta
    de la mortalidad materna es inestable y su intervención no
    ha sido efectiva (DIRESA Cusco, 2008).

    La mortalidad materna en la región Cusco se ha
    constituido en una de las primeras prioridades en salud, la cual
    está sustentada además de las Políticas
    Nacionales, en las Políticas Regionales de Salud 2004- 2010
    que el Gobierno Regional de Cusco ha impulsado, dado que
    constituye uno de los primeros problemas de salud
    pública
    de la región (Gobierno Regional de Cusco
    2004).

    Se han hecho aproximaciones y caracterizaciones de la
    muerte materna en la Sub Región de Salud Cusco, para
    establecer algunos de los factores que pueden estar influyendo en
    la mortalidad materna; sin embargo no se ha establecido cuales
    son las consecuencias e impacto social de la mortalidad materna
    al interior de la familia y la sociedad. Por lo que este trabajo
    es muy importante para establecer cuales son esas consecuencias
    reales que conlleva la mortalidad materna mas allá de la
    ausencia física, que si bien es cierto se conocen casos
    específicos según la experiencia o se intuyen, no hay
    estudios científicos al respecto, que permitan abordar la
    problemática de la mortalidad materna en forma integral y
    vista desde todas las esferas económica, cultural y
    social.

    Para situar en el ámbito de intervención,
    Cusco, se encuentra ubicada en la sierra andina, tiene un
    desarrollo muy heterogéneo, dentro del cual existen ciudades
    con desarrollo muy activo y zonas empobrecidas y olvidadas.
    Caracterizadas por la diversidad de sus pisos ecológicos y
    diferentes ingresos per cápita, básicamente a raíz
    de un desarrollo agropecuario limitado; donde el 78.4% de la
    población es pobre, y de ésta el 51.3% es pobre
    extrema, en consecuencia el 36% de las mujeres en edad
    fértil padecen algún grado de anemia (INEI, 2003);
    además del implacable problema de género y de
    analfabetismo, que en las mujeres es de 40.6% (Sistema Nacional
    Estadístico del Perú, 2005, pág. 190).

    Es así, que a pesar de no haber identificado muchos
    estudios al respecto, se conoce que las consecuencias sociales de
    la muerte de una madre son devastadoras, con la madre muere
    también un individuo productivo de la sociedad y en regiones
    como la nuestra en muchos casos el único miembro productivo
    de la familia. El recién nacido y sus hermanos, si los
    tiene, quedan a disposición de otros familiares o de la
    pareja en el mejor de los casos, pero muchos de ellos mueren al
    poco tiempo o viven vidas riesgosas para ellos y para los
    demás (Banco Mundial, 2008).

    Por lo que, trabajar en pro de la supervivencia y el
    bienestar de las madres es un imperativo económico, así
    como moral, social y de derechos humanos. El bienestar de los
    niños depende en gran medida del de sus madres y la
    supervivencia materna tiene efectos que repercuten fuera de la
    familia y propician la vitalidad económica de comunidades
    enteras. Por otro lado, es importante que las políticas del
    gobierno se centren además en políticas de soporte
    social para aquellas familias que sufren la perdida de la madre,
    como consecuencia del embarazo o parto, que permitan mejorar las
    condiciones de vida futura para sus hijos, y que les permita
    involucrase en sistemas de desarrollo humano y social, sin
    discriminación; así como la construcción de un
    proceso sanitario en el Perú, con equidad y calidad desde y
    con la comunidad (Guerrero, 2008).

    Abrir los ojos es el primer paso, poco a poco el proceso
    nos tiene que llevar a construir mayores y mejores sistemas de
    salud que incluyan programas para impedir la desarticulación
    familiar y el abandono infantil. Es necesario que el esfuerzo por
    aliviar esta situación comience hoy con nuestra toma de
    conciencia, una que sea sincera y bien intencionada. Es necesario
    que todos hagamos un esfuerzo significativo por lograr una mayor
    comprensión de lo que se puede hacer para remediar esta
    situación lo antes posible, porque de lo contrario
    lastimamos a la misma sociedad. Para esto, es necesario
    desarrollar estudios de investigación, que permitan dar a
    conocer y poner al alcance de la opinión pública,
    instituciones y autoridades la real magnitud del problema,
    especialmente en las zonas rurales, las mismas que presentan
    bajos niveles educativos, alimenticios y de recursos
    económicos; y no se de fin al problema de una muerte
    materna, simplemente con el archivo del llamado "caso de
    muerte".

    La finalidad de dar a conocer y convencer a los
    políticos, autoridades en salud y la sociedad en general de
    que la mortalidad materna se puede y se debe prevenir. Y para
    llegar a adquirir este compromiso político, las sociedades
    deben reconocer la gravedad de las consecuencias sociales y
    familiares que acarrea la muerte de una madre.

    Objetivos

    Objetivo General:

    Determinar las consecuencias socio económicas y
    socio familiares de la

    muerte materna en la Región Cusco.

    Objetivos Específicos:

    1. Determinar las características socio
    demográficas de la madre fallecida.

    2. Conocer las consecuencias socio familiares más
    relevantes de la muerte

    materna en la familia.

    3. Conocer las consecuencias socio económicas
    más relevantes de la

    muerte materna.

    4. Conocer la valoración de la familia con
    relación a la muerte materna.

    5. Conocer la valoración de las parteras
    tradicionales, los docentes y

    autoridades de la comunidad en relación a la muerte
    materna.

    6. Proponer recomendaciones y acciones a tomar en cuenta
    en la

    elaboración e implementación de políticas
    regionales en salud.

    En la literatura revisada encontramos múltiples
    estudios que han incidido en las causas o factores que han
    determinado la ocurrencia de una muerte materna, donde coinciden
    en la existencia de dificultades en el acceso de las gestantes a
    los servicios de salud, de tipo social, económico, cultural
    y geográfico. Dentro de los factores sociales mas
    importantes mencionan las desventajas de las mujeres en el logro
    de sus derechos fundamentales, como la educación y la salud,
    el trabajo y el reconocimiento social en igualdad con los
    hombres; lo que hace que soporten la falta de atención
    sanitaria más elemental desde que son niñas, la
    ausencia de cuidados en la adolescencia, no tener derecho para
    decidir el número de hijos que desean y el momento para
    tenerlos, así como la violencia sexual; terminando en
    desatención prenatal y calificada en el momento del parto,
    factores que desencadenan las causas médicas responsables de
    una muerte materna, que son las hemorragias, la hipertensión
    e infecciones. (Salazar, Álvarez, Maestre, León y
    Pérez, 2006; Romo, 2001; Angulo, Cortés, Torres,
    Aguayo, Hernández y Avalos, 2006; Torres, Montoya, Cuartas y
    Osorio, 2003; Hernández, López, Ramos y López C,
    2005; Ferrer, Basavilvazo, Lemus, Toca y Hernández, 2005;
    Gálvez, Mortimer y Rodríguez, 2006; Camino, 2007;
    Vargas, 2003; Calderón, 2002; Vantrov, Grajeda, y Escudero,
    2003; CEDES, 2003; Salazar y Vásquez,1999).

    Sin embargo, no hemos encontrado tantos trabajos, que
    hayan abordado específicamente las situaciones, los hechos o
    impactos que se producen después de ocurrida una muerte
    materna. Entre estos estudios desarrollados se encuentran los de
    la CEPAL, 2002; Karam, Bustamante, Campuzano y Camarena, 2006;
    Ramírez, Rivera, Durón, Aguilar, Fuentes, Gómez,
    Claudino, Batres y Almandares, 2002; CATALYST, 2004; Herrera,
    Cruz, Robledo y Montoya, 2006., quienes encontraron y
    establecieron que la muerte materna afecta a toda una familia,
    con severas consecuencias futuras para los niños
    huérfanos, que se quedan sin su madre, lo cual se traduce en
    un incremento en la morbi-mortalidad infantil (desnutrición
    y muertes prematuras), deserción escolar, incremento de
    violencia, entre otras; además que los niños son
    repartidos para su crianza entre los familiares y personas
    extrañas quienes las adoptan, dado que los padres se vuelven
    a comprometer y abandonan en un gran número a estos
    niños.

    En nuestro país también hemos identificado
    algunos trabajos que han abordado este tema (MINSA, 1999;
    Amnistía Internacional, 2009 y Gutiérrez, 2006). En
    estos estudios se puede observar la poca valoración de la
    mujer por su pareja, evidenciándose esto en el fácil
    reemplazo de la mujer fallecida, muchas veces por mujeres
    más jóvenes y a los pocos días de ocurrido el
    fallecimiento. También encontraron repercusiones grandes de
    la muerte materna en los hijos, quienes tuvieron que hacerse
    responsables de la familia ante el abandono del padre, teniendo
    que dejar los estudios; y por lo que ahora se consideran casi
    analfabetos.

    Marco
    teórico

    La OMS (citado por Herrera, 2008), define el concepto de
    muerte materna como la "muerte de una mujer mientras está
    embarazada o dentro de los cuarenta y dos días siguientes a
    la terminación del embarazo, independientemente de la
    duración y el sitio del mismo, debido a cualquier causa
    relacionada con o agravada por el embarazo mismo o su
    atención, pero no por causas accidentales o
    incidentales".

    Según la Federación Internacional de
    Ginecología y Obstetricia (FIGO) (citado por Moreno, 2003),
    la mortalidad materna se define como la muerte de una mujer
    durante el embarazo, parto o dentro de los 42 días de
    terminación del embarazo y por cualquier causa asociada o
    agravada por el embarazo mismo o su manejo; pero no por causa
    accidental o incidental.

    Cuando el fallecimiento ocurre después de los 42
    días la complicación fatal se debe haber iniciado
    dentro de este intervalo. El indicador utilizado para medir la
    mortalidad materna es la razón de mortalidad materna la cual
    ha sido definida por un acuerdo internacional como el
    número de muertes maternas en un año por 100 mil
    nacidos vivos.

    La tasa expresa el número de muertes maternas en un
    año por 100 mil mujeres en edad reproductiva (15-49
    años), sin embargo convencionalmente a esta primera la
    denominamos tasa. (OPS, 2006a). La Mortalidad Materna representa
    un grave problema de salud pública y de derechos humanos.
    Sus causas son evitables y es la máxima expresión de
    inequidad e injusticia social, ya que es en los países de
    menor desarrollo económico donde existen las cifras más
    altas de muertes maternas, pues son las mujeres pobres las que
    tienen mayor riesgo de morir por embarazo, parto o puerperio, al
    carecer de poder de decisión, aún en el seno de sus
    propias familias (OMS, 2002).

    La mortalidad materna es uno de los indicadores de salud
    que más gráficamente refleja las disparidades entre
    ricos y pobres, tanto en nuestro país y en todo el mundo. A
    nivel mundial, el 99 por ciento de la mortalidad materna ocurre
    en países en desarrollo, y más de la mitad de ellos en
    el África subsahariana, y un tercio en el sur de Asia. (OMS,
    2008).

    Los pobres servicios de salud, combinados con un alto
    número de embarazos, incrementa el riesgo de morir de una
    mujer en el parto, de 1 en 76 en los países en desarrollo,
    en comparación con 1 en 7.300 en los países
    desarrollados. (UNICEF, 2009; Fathalla, Rosenfield,
    1990).

    Entre los factores vinculados con las complicaciones del
    embarazo y el parto se pueden distinguir dos tipos: uno de origen
    endógeno, relacionado con las condiciones biológicas de
    la madre; y un componente exógeno, que depende en gran
    medida de factores asociados a condiciones del medio ambiente
    social y de la calidad, acceso, oportunidad y tipo de
    atención médica recibida. (Chacón, Monsalve, 2007;
    OMS/UNFPA/UNICEF/Banco Mundial, 1999).

    La reducción de la mortalidad materna depende en
    gran parte de la existencia de establecimientos de salud que
    funcionen de manera efectiva. La pérdida de la vida de una
    mujer en el parto es, en última instancia, el mayor fracaso
    del sistema de salud. Este fracaso, que se repite a razón de
    uno por minuto en el mundo en desarrollo, causa irrevocables
    pérdidas y viola el derecho de la mujer a la vida (UNFPA,
    2004b).

    Las muertes maternas son una expresión
    inequívoca de las desventajas económicas, sociales y
    culturales que padecen las mujeres. La muerte de una mujer
    durante el embarazo o el parto es no sólo un problema de
    salud, sino también una cuestión de injusticia social.
    Como también nos alerta el Dr. Fathalla en 1997 "No
    sólo porque son mujeres que mueren en la plenitud de sus
    vidas […] No sólo porque la muerte materna es una de las
    formas más terribles de morir […] pero sobre todo, porque
    casi todas las muertes maternas son eventos que podrían
    haber sido evitados, y nunca debería haberse permitido que
    ocurrieran" (Fathalla cit. por Ravindran y Berer,
    1999).

    En la conferencia inaugural del X Congreso Mundial de la
    Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia
    Psicosomática (ISPOG), en 1990 el Dr. MahamoudFathalla
    (citado en Ramos, 2004) afirmó que "Las mujeres mueren dando
    a luz porque las sociedades no consideran que sus vidas valen el
    costo necesario para salvarlas. La esclavitud de las mujeres
    hacia su rol reproductivo y doméstico es responsable por la
    forma en que la sociedad subestima su valor" (Fathalla,
    1992).

    Para seguir la línea de reflexión que las
    palabras del Dr. Fathalla inspiran deben tenerse presente
    básicamente dos consideraciones. En primer lugar, que las
    muertes maternas son en sí mismas una violación de los
    derechos humanos de las mujeres y, en segundo lugar, que las
    muertes maternas son expresión inequívoca de las
    desventajas económicas, sociales y culturales que padecen
    las mujeres en nuestra sociedad.

    Las muertes maternas son un problema relevante para el
    desarrollo social. Cuando una mujer muere es una tragedia no
    sólo para ellas, sino también para sus familias y
    comunidades (PAHO, 2003; MINSA, 2007b). Las repercusiones
    sociales y económicas son diversas: las mujeres son los
    pilares de las familias, las que educan a sus hijos, las que
    proveen el cuidado de los jóvenes y ancianos; son
    campesinas, operarias, comerciantes, trabajadoras y,
    frecuentemente, las únicas que proveen el sustento
    familiar.

    Una sociedad que pierde la contribución de una
    mujer es una sociedad cuya vida social y económica declina,
    su cultura empobrece y su potencial para el desarrollo se ve
    seriamente limitado (WHO, 1999). Cuando una mujer fallece,
    quienes más sufren son los niños: sus hijos
    sobrevivientes tienen 3 a 10 veces más probabilidades de
    morir en los dos años siguientes que los niños que
    cuentan con ambos padres. Asimismo, esos niños tienen menos
    probabilidades de acceder a la salud y educación durante su
    desarrollo (WHO, 1998; IHNFA-UNICEF, 1998).

    Los problemas de pobreza, desigualdad, exclusión,
    golpean en muchos casos particularmente a la mujer. Su
    participación en los pobres suele ser mayor que los
    promedios generales, el crecimiento de la desigualdad las afecta
    como trabajadoras por un lado y por otro como mujeres, la falta
    de acceso a oportunidades tecnológicas tiene más
    presencia en ellas y especialmente sufren las consecuencias de la
    inequidad en salud. A pesar de los avances médicos, las
    tasas de mortalidad materna en el mundo en desarrollo, son muy
    altas como consecuencia de la falta de sistemas de
    protección adecuada. Según las cifras de la ONU 500.000
    madres mueren anualmente al dar a luz, más del 98% en los
    países en desarrollo. Por otra parte, las mujeres son la
    primera fila de la lucha por la defensa de la vida de los
    niños. En las condiciones desfavorables de la pobreza, ello
    significa cargas muy duras. (Kliksberg, 2002; Ortiz,
    2004).

    Las causas biomédicas de la muerte materna son
    diversas, y varían de acuerdo al nivel de desarrollo de un
    país; incluyen hemorragia; infección; aborto inseguro;
    problemas relacionados con hipertensión y parto obstruido.
    Sin embargo, las causas sociales llegan a niveles mucho más
    profundos. La mortalidad materna representa un problema grave de
    salud pública que pone de manifiesto desigualdades profundas
    tanto de género como de etnia, el cual se vincula
    directamente al disfrute de derechos de las mujeres. Por lo
    tanto, resulta claro que el fenómeno tiene una relación
    importante con el desarrollo social del país y el desarrollo
    humano a nivel individual.

    Además de las causas directas mencionadas arriba,
    existen problemas socioculturales e institucionales a diferentes
    niveles en los sistemas de salud y a nivel comunitario.
    También, en muchos casos muestra la inadecuación de
    servicios públicos y/o fallas en el desarrollo de
    perspectivas comunales y sus mecanismos de coordinación
    entre diferentes sectores.

    La combinación de estos determinantes sociales,
    culturales y médicos señala la necesidad de enfoques
    multidisciplinarios, para los cuales subsisten diversos retos en
    Latinoamérica. Por ejemplo, varias intervenciones comunes
    adoptan una posición "práctica" en relación a los
    obstáculos de corto plazo relacionados al género y la
    etnicidad, en lugar de una estrategia más inclusiva y
    sustentable. Con mayor razón, aún aquellos que
    reconocen las desigualdades estructurales a menudo buscan
    trabajar alrededor de dichos obstáculos más que
    intentar ocuparse de éstos. Sin embargo, con el fin de
    reducir a largo plazo las razones de mortalidad materna
    persistentes en el contexto de extrema desigualdad en
    América Latina, se requieren estrategias
    multisectoriales.

    Las políticas de salud pública que apuntan
    hacia la reducción de los decesos maternos deben ser
    diseñadas en conjunto con otras políticas que busquen
    reducir y eliminar las desigualdades, así como los
    obstáculos institucionales y estructurales diversos. (CEPAL,
    OPS-OMS, UNICEF, UNFPA, UNIFEM, 2009; CONAPO, 2000).

    Para disminuir la mortalidad materna en los países
    latinoamericanos como el nuestro, es necesario un fortalecimiento
    adecuado de los sistemas de salud, que se cuente con los recursos
    necesarios para la atención de las pacientes
    obstétricas graves y la coordinación adecuada entre las
    autoridades de las instituciones de salud y los prestadores del
    servicio, para dar una atención oportuna y adecuada.
    (INAPSA, 1997). Es necesaria sin embargo, la intervención
    interdisciplinaria (políticos, autoridades gubernamentales,
    educativas, de instituciones de salud, etcétera) para lograr
    reducir la pobreza extrema, alcanzar una educación primaria
    universal, nacimientos asistidos por personal profesional, acceso
    a servicios de salud de calidad, planificación familiar al
    alcance de todos y mejorar la condición social de la mujer a
    través del esfuerzo conjunto. (Montesano, Hernández,
    Zapièn, Olivares, Guizar, 2007; OMS, UNICEF, FNUAP, 2003;
    OPS/OMS, 2004 y Díaz, 2006).

    Se reconoce que la mayoría de los casos de
    mortalidad y morbilidad materna son prevenibles, y que la
    mortalidad y morbilidad maternas prevenibles suponen un problema
    de salud, desarrollo y derechos humanos que también exige la
    promoción y protección efectiva de los derechos humanos
    de las mujeres y las niñas, en particular su derecho a la
    vida, a ser iguales en dignidad, a la educación, a ser
    libres para buscar, recibir y difundir información, a gozar
    de los beneficios del progreso científico, a estar a salvo
    de la discriminación y a disfrutar del nivel más alto
    posible de salud física y mental, incluida la salud sexual y
    reproductiva; por lo que es relevante que los Estados renueven su
    compromiso político de eliminar la mortalidad y morbilidad
    maternas prevenibles en los planos local, nacional, regional e
    internacional y que redoblen sus esfuerzos por lograr el
    cumplimiento pleno y efectivo de sus obligaciones en materia de
    derechos humanos y de la Declaración y Plataforma de
    Acción de Beijing, el Programa de Acción de la
    Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo
    y sus conferencias de examen y la Declaración del Milenio y
    los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en particular los
    Objetivos relativos al mejoramiento de la salud materna y la
    promoción de la igualdad entre los géneros y el
    empoderamiento de la mujer, especialmente asignando los recursos
    internos necesarios a los sistemas de salud. (CONVIVE, 2008;
    Naciones Unidas, 2000; Langer, 2002).

    El escenario más importante a abordar en este
    estudio, por las implicancias directas de la muerte materna en el
    mismo, es la familia; sin embargo, ofrecer una definición
    exacta sobre la familia es una tarea compleja debido a enormes
    variedades que encontramos y al amplio espectro de culturas
    existentes en el mundo. "La familia ha demostrado
    históricamente ser el núcleo indispensable para el
    desarrollo de la persona, la cual depende de ella para su
    supervivencia y crecimiento". No se desconoce con esto otros
    tipos de familia que han surgido en estas últimas
    décadas, las cuales también enfrentan desafíos
    permanentes en su estructura interna, en la crianza de los
    hijos/as, en su ejercicio parental o maternal. Por mencionar
    algunas, la familia de madre soltera, de padres separados las
    cuales cuentan con una dinámica interna muy peculiar
    (Gabás, Gallinger, Muzzolini, Reich, Risso, 1995, pág.
    35- 38).

    Existen varias formas de organización familiar y de
    parentesco, entre ellas se han distinguido tres tipos de familias
    (Artola, 2000; Minuchin, 1980; Palacios, 2002, Ríos, 1984 y
    Satir, 1999).

    a) La familia nuclear o elemental: es la unidad familiar
    básica que se compone de esposo (padre), esposa (madre) e
    hijos. Estos últimos pueden ser la descendencia
    biológica de la pareja o miembros adoptados por la
    familia.

    b) La familia extensa o consanguínea: se compone de
    más de una unidad nuclear, se extiende mas allá de dos
    generaciones y esta basada en los vínculos de sangre de una
    gran cantidad de personas, incluyendo a los padres, niños,
    abuelos, tíos, tías, sobrinos, primos y demás; por
    ejemplo, la familia de triple generación incluye a los
    padres, a sus hijos casados o solteros, a los hijos
    políticos y a los nietos.

    c). La familia monoparental: es aquella familia que se
    constituye por uno de los padres y sus hijos. Esta puede tener
    diversos orígenes. Ya sea porque los padres se han
    divorciado y los hijos quedan viviendo con uno de los padres, por
    lo general la madre; por un embarazon precoz donde se configura
    otro tipo de familia dentro de la mencionada, la familia de madre
    soltera; por último da origen a una familia monoparental el
    fallecimiento de uno de los cónyuges.

    La familia constituye la primera línea de
    protección de la infancia. No obstante, todos los días
    se producen casos de niños y niñas que son separados de
    sus familias, ya sea porque se cree que ésta es la mejor o
    la única alternativa debido a que la familia es pobre, a que
    el niño o niña es discapacitado, a que los progenitores
    poseen un bajo nivel educativo, a la falta de oportunidades
    educativas, o como consecuencia de una emergencia como la muerte
    de algunos de los padres. Los conflictos armados y la violencia
    son también causa de la separación de niños y
    niñas de sus familias.

    Todos los niños y niñas tienen derecho a
    conocer a sus progenitores y a recibir sus cuidados, siempre que
    sea posible. Es importante buscar aliados a nivel del estado e
    instituciones en aras de crear un entorno de protección para
    los niños que salvaguarde a sus familias y les fortalezca
    frente al maltrato y la explotación, al igual que la
    alimentación correcta y la buena salud les fortalece contra
    la enfermedad (UNICEF, 2005; Melzi, 2004; López,
    1996).

    SegùnBellamy (2002), la protección de la
    familia es especialmente importante para los niños y
    niñas que son víctimas de desgracia. Cuando la familia
    experimenta dificultades, los niños y niñas tienen
    más probabilidades de ser víctimas de la
    explotación y el maltrato. Una familia fuerte, cariñosa
    y protectora es el entorno idóneo para el crecimiento de los
    niños y niñas, y es el mejor comienzo para garantizar
    la plena satisfacción de los derechos de la
    infancia.

    Las mujeres cumplen un papel decisivo en la gestión
    y producción de salud dentro de las instituciones y de los
    núcleos familiares y comunitarios, por lo que se tiende a
    responsabilizar a las mujeres de la salud de sus hijos y familia.
    Sobre esta base es que se han construido políticas y
    programas de salud comunitaria que visualizan a las mujeres como
    agentes de salud. Las estadísticas, generalmente,
    invisibilizan la contribución económica de las mujeres
    al desarrollo; la categoría de empleo, por ejemplo, no
    permite medir la magnitud del trabajo femenino. Es el caso del
    trabajo familiar no remunerado o del trabajo del ama de casa.
    Este último se considera que es una obligación y
    carente de valor económico (UPCH, 1996; UNFPA,
    1997).

    La muerte de una mujer en edad reproductiva puede
    ocasionar dificultades económicas a una familia pobre. En
    una cuarta parte, al menos, de las unidades familiares
    encabezadas por un hombre las mujeres aportan más de la
    mitad de los ingresos totales (Agarwal, 1995). La situación
    es peor cuando la mujer que muere está al frente de una
    unidad familiar. Se calcula que las mujeres son el único
    sostén de un cuarto a un tercio de todas las unidades
    familiares del mundo. En la India por ejemplo, las mujeres son
    las jefas de un tercio de las familias que encuentran por debajo
    del nivel de pobreza (Banco Mundial 1991).

    Sivard (citado por Tinker, Foblinsky, 1994), menciona
    que la familia con la muerte de la mujer, no sólo pierde el
    aporte de esta a los ingresos de la unidad familiar, sino
    también su contribución al mantenimiento de la
    familia.

    En África, las mujeres producen la mayor parte de
    los alimentos necesarios para sus hogares; las mujeres de
    Bangladesh, a pesar de su aislamiento, cultivan hortalizas o
    crían pequeños animales. Es la mujer quien cocina para
    la familia, va a buscar agua al pozo o a la charca, limpia la
    casa, provee los alimentos y se ocupa de los niños, los
    enfermos y los ancianos en el hogar. Se calcula que si se
    consideran las tareas domésticas no remuneradas de la mujer,
    el producto nacional bruto de la mayor parte de los países
    en desarrollo aumentaría aproximadamente un tercio. Si se le
    atribuyera un valor monetario a la labor de la mujer, la muerte
    de una mujer en edad reproductiva representaría una
    considerable pérdida financiera.

    En los países en desarrollo las mujeres
    desempeñan actualmente una función decisiva para
    atender las necesidades de alimentación y nutrición de
    su familia en cada uno de los tres pilares de la seguridad
    alimentaria: la producción de alimentos, el acceso
    económico a los alimentos y la seguridad nutricional, pero
    lo hacen con pocos recursos (Rowlands, 1988).

    Ennumerosos estudios se ha demostrado que el aumento de
    los ingresos de la mujer tiene un impacto directo en el aumento
    del presupuesto dedicado a la alimentación, a la
    atención médica y a la educación de sus hijos. Por
    el contrario, esta relación de proporcionalidad no se da si
    el hombre es quien recibe los ingresos. Según un estudio
    realizado por el Banco Mundial en Centroamérica, el dinero
    invertido en las mujeres es 17 veces más eficiente que
    cuando se le concede a los hombres. El papel de las mujeres en:
    Colombia y Perú: Realizan del 25% al 45% de las faenas
    agrícolas (ACF INTERNATIONAL NETWORK, SF; Kottar,
    2000).

    La violencia intrafamiliar o contra la mujer, muchas
    veces relacionada a mortalidad materna, la cual se acrecienta en
    la familia y con los hijos ante la ausencia de la madre, es una
    conducta humana estrechamente vinculada con el poder. Quien
    ejerce violencia actúa de manera intencional y con el
    propósito de someter y controlar a la otra persona, es
    decir, de eliminar cualquier obstáculo para el ejercicio del
    poder. Por ello toda forma o expresión de violencia se
    relaciona con la libertad. (Guezmes, Palomino, Ramos, 2002;
    Torres, S.F; OPS, 2003). Para Hobbes (1940), el dominio de los
    hombres sobre las mujeres no se justifica en el estado de
    naturaleza pero sí en el civil. En tanto que en aquél
    no hay poder de una persona sobre otra y los hijos son de la
    madre, en este último el contrato de cohabitación que
    celebran un hombre y una mujer implica que ésta cede al
    marido el poder original que tenía sobre los hijos, detal
    manera que todo poder doméstico pertenece al varón.
    Así, en tanto que el contrato que da origen al estado civil
    es racional y voluntario, el de cohabitación es un contrato
    de subordinación, en el sentido más amplio del
    término. Las mujeres, en esta óptica, renuncian a su
    voluntad, lo que difícilmente podría interpretarse como
    un acto racional. Locke (1941), afirma que el derecho sobre los
    hijos corresponde tanto a hombres como a mujeres, pero subraya
    que el poder en el interior de la familia no es de tipo
    político.

    Coincide con Hobbes en que el matrimonio es un pacto de
    subordinación de la mujer al marido, en virtud de que el
    hombre es más capaz y más fuerte.La paternidad en
    Centroamérica está codificada en el universo de normas
    sociales, en el sentido de crianza y relaciones con los hijos e
    hijas para formarles y darles un lugar en el mundo; por lo tanto
    ser padres representa algo importante que da sentido a la vida y
    mantiene la permanencia de la etnia. Sin embargo, la paternidad
    pudiera caracterizarse como "problemática", porque la misma
    está ejercida por una masculinidad sustentada en una
    posición de poder preponderante o posición de
    dominación del hombre hacia la mujer; por lo que las
    funciones prescritas por el género también limitan las
    oportunidades que tienen los hombres de gozar plenamente de la
    vida familiar y de la crianza de los hijos. Esto se traduce en
    que los padres mantienen en general una gran distancia emocional
    y afectiva hacia sus hijos e hijas, la crianza es delegada a las
    madres o a otras mujeres del entorno; por lo que el vínculo
    del padre con los hijos e hijas depende en mucho del vínculo
    emocional y sexual establecido con la pareja: si se da la
    separación o divorcio, el vínculo con los hijos e hijas
    tiende a relajarse, realidad que no es ajena a la nuestra debido
    a que los roles que asumen los hijos e hijas frente a la muerte
    de una madre esta imperada por una masculinidad sustentada en una
    posición de poder. (CEPAL, 2002; CARE, 1995).

    Es conveniente tener en mente que la muerte materna
    afecta a toda una familia, con múltiples y severas
    consecuencias futuras, de manera particular a los niños, que
    se quedan sin su madre, lo cual se traduce en un incremento en la
    morbi-mortalidad infantil, deserción escolar, incremento de
    violencia, embarazo precoz, etc. Por todo ello, la muerte materna
    ha sido reconocida como un problema social en la medida que su
    ocurrencia está ampliamente relacionada con pobreza y
    marginación. (Karam, Bustamante, Campuzano y Camarena,
    2006).

    Las familias afectadas por la ocurrencia de una muerte
    materna emigran a otros hogares, y unas familias adoptan
    completamente a otras. Muchos estudios encontraron también
    rasgos depresivos y de desnutrición en los huérfanos.
    También hubo separación de los padres, y un gran
    porcentaje de estos tenían nueva pareja a menos de un
    año de la muerte materna.

    Por lo que se evidencia que además de la
    fragmentación de la familia, la mortalidad materna produce
    impacto físico, psicológico, espiritual y social mayor
    en los huérfanos. (Ramírez, Rivera, Durón,
    Aguilar, Fuentes, Gómez, Claudino, Batres y Almandares,
    2002).

    El problema de la muerte materna no termina con las
    consecuencias inmediatas del deceso y de los factores que
    contribuyeron a él, sino que se extiende hasta las complejas
    secuelas emocionales de la pérdida de la hija, la esposa y
    la madre y persiste en el curso del tiempo con efectos tan
    devastadores como la muerte del recién nacido y un futuro
    incierto para los hijos huérfanos. La contribución de
    la madre al desarrollo económico y social de los hijos se
    verá truncada y se irá reduciendo a lo largo del
    tiempo, de tal forma que los integrantes de la comunidad
    tendrán que establecer estrategias para apoyar al grupo
    doméstico desintegrado, entre ellas buscar una nueva pareja
    para el viudo, adoptar a los huérfanos y, a menudo, ceder
    para ellos sus escasos alimentos. (Herrera, Cruz, Robledo y
    Montoya, 2006).

    El Ministerio de Salud del Perú (MINSA, 1999), con
    el Proyecto 2000 realizó un estudio de casos "La muerte
    materna en zonas rurales del Perú". Este estudio cualitativo
    centró su atención en las zonas rurales del Perú,
    con la finalidad de contextualizar e integrar marcos explicativos
    respecto a los casos de muerte materna. El objetivo central de
    este estudio fue ampliar el conocimiento sobre las percepciones,
    actitudes y prácticas de los esposos o parejas, familiares,
    vecinos y amigos de las difuntas, en relación a la
    mortalidad materna. Encontrando como una realidad la poca
    valoración de la mujer por su pareja, dándose el
    fácil reemplazo de la misma, muchas veces por mujeres
    más jóvenes; es decir sólo se aprecia a la mujer
    por su rol reproductivo.

    En la sierra norte y en la selva, muchas de las mujeres
    que murieron en el embarazo, parto o puerperio fueron
    rápidamente sustituidas por nuevas parejas. En el caso de
    Ucayali, la nueva mujer llegó a los tres días,
    escandalizando a los vecinos e hijos mayores de la pareja. En la
    Libertad, hay ejemplos de una nueva relación a escasas
    semanas o meses después de la muerte. En un caso en Ancash,
    ya desde antes de la muerte se había tomado la decisión
    respecto a quien sería la próxima pareja. En la sierra
    sur, las mujeres adultas que fallecen pueden ser reemplazadas por
    las hijas o sobrinas, como corresponsables del manejo de la
    chacra, los animales, y encargadas de atender a los hermanos
    (MINSA, 1999).

    Las consecuencias sociales en los hijos huérfanos
    una vez ocurrida la muerte de la madre, son devastadoras; dado
    que el hijo mayor ante el abandono del padre, tiene que asumir
    muchas veces la responsabilidad para con sus hermanos
    pequeños, dejando sus estudios por trabajar, lo
    quenbincrementa los índices de analfabetismo en nuestro
    país (Amnistía Internacional, 2009). La separación
    del padre con los hijos, la repartición de los mismos para
    su cuidado por terceras personas, ante la ocurrencia de la muerte
    de la madre, conlleva muchas veces a un abandono total de estos,
    el mismo que no es tan cuestionado legalmente; contrariamente a
    la separación por divorcio que exige el cumplimiento de las
    leyes que especifican las obligaciones del padre para la
    asistencia alimentaria, entre otros. (UPCH, 1996).

    La maternidad temprana sumada a la muerte de la madre,
    marca el inicio de una responsabilidad económica a largo
    plazo, para lo cual las madres jóvenes cuentan con pocos
    recursos y se estresan más ante las limitadas oportunidades
    laborales. Esto se acrecienta cuando la familia de origen,
    aún cuando apoya a la nueva integrante de la familia no
    cuenta con recursos y más bien la joven y sus hijos son una
    carga extra para los familiares. (Gutiérrez,
    2006).

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