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El pacto argumentado



  1. ¿Qué
    quiere decir el argumento: "Mira al pacto"? Creemos que
    quiere decir esto: Cumple Tu pacto, oh
    Dios
  2. Y ahora veamos De
    dónde proviene su fuerza. "Mira el
    pacto"
  3. Cómo y
    cuándo puede ser argumentado ese
    pacto
  4. ¿Cuáles son las inferencias
    prácticas de todo esto?

El que entiende la ciencia de la argumentación
con Dios, tendrá éxito en la oración.
"Hazme recordar, entremos en juicio juntamente":
es un mandamiento divino. "Venid luego, dice el
Señor, y estemos a cuenta":
es una
invitación sagrada. "Presentad vuestras pruebas,
dice el Rey de Jacob":
es una instrucción en
cuanto a la manera de salir victorioso en la
suplicación. 

La argumentación es lucha: los
argumentos son los apretones, los amagos, las agonías y
los forcejeos con los que retenemos y vencemos al ángel de
pacto. El humilde enunciado de nuestras necesidades tiene mucho
valor, el Pacto no hace ser capaces de dar razones y
argumentos del por qué Dios debe oírnos, es ofrecer
una oración potente y
prevaleciente. 

Entre todos los argumentos que pueden ser usados en la
argumentación con Dios, tal vez no haya otro más
fuerte que este: "Mira al pacto". Si contamos con
la palabra de Dios para una cosa, podemos muy bien rezar:
"Haz como has dicho, pues así como un hombre bueno
sólo necesita que se le recuerde su propia palabra para
que sea inducido a guardarla, lo mismo sucede con nuestro Dios
fiel; Él únicamente necesita que le hagamos
recordar estas cosas, para que las haga para nosotros." Si
Él nos ha dado algo más que Su palabra, es decir,
si nos ha dado Su pacto, Su solemne convenio, entonces podemos
suplicarle a Él con la mayor presencia de espíritu:
"Mira al pacto", y, luego, podemos esperar y aguardar con
tranquilidad Su Salvación. 

El Pacto del que se habla aquí, es el
pacto de gracia.
Hay un pacto que no podemos argumentar
en la oración: es el pacto de obras, que
es un pacto que nos destruye pues lo hemos quebrantado. Nuestro
primer padre pecó, y el pacto fue quebrantado; nosotros
hemos continuado en su perversidad, y ese pacto nos condena.
Por el pacto de obras ninguno de nosotros puede ser
justificado, puesto que todavía continuamos quebrantando
nuestra porción de él, y continuamos atrayendo la
ira sobre nosotros a un grado
máximo. 

El Señor ha hecho un nuevo pacto con el segundo
Adán, nuestra cabeza federal, Jesucristo nuestro
Señor; es un pacto sin condiciones, -excepto aquellas
condiciones que Cristo ya ha cumplido- un pacto ordenado en todas
las cosas y que será guardado, y que ahora se compone
únicamente de promesas, que van en este sentido: "Y
seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí
por pueblo"; "Y les daré un corazón, y un
espíritu nuevo pondré dentro de ellos"; "Y los
limpiaré de toda su maldad";
un pacto, digo, que
en un tiempo contenía condiciones, todas las cuales
cumplió nuestro Señor Jesús cuando
terminó con la transgresión, y puso un fin al
pecado, e introdujo la justicia eterna; y ahora todo el pacto
está constituido de promesas, y se compone de eternos e
infalibles: 'Yo haré' y 'se hará',
que permanecerán siendo los mismos para
siempre. 

Hablaremos del texto de esta
manera:

  • 1. ¿Qué significa el
    argumento que tenemos ante nosotros: "Mira al
    pacto"?

  • 2. De dónde proviene su
    fuerza;

  • 3. Cómo y cuándo podemos
    argumentarlo; y

  • 4. concluiremos notando cuáles
    son las inferencias prácticas de ello.

¿Qué quiere decir el argumento:
"Mira al pacto"? Creemos que quiere decir esto: Cumple Tu
pacto, oh Dios

No permitas que sea letra muerta, Tú has
dicho esto y aquello; haz ahora conforme a lo que has dicho. A Ti
te ha complacido hacer este pacto con Tu pueblo,
confirmándolo mediante la solemne sanción de
juramento y sangre. Quieras ahora guardarlo. ¿Has dicho, y
no lo harás? Nosotros estamos persuadidos de Tu fidelidad;
entonces permite que nuestros ojos contemplen que los compromisos
del pacto sean cumplidos." 

Quiere decir, además, "Cumple todas las
promesas de Tu pacto
",
pues, en verdad, todas las
promesas están ahora en el pacto. Todas ellas son
Sí y Amén en Cristo Jesús, para la gloria de
Dios, por medio de nosotros; y puedo decir sin apartarme de las
Escrituras, que el pacto contiene en su sagrada carta
constitucional, cada palabra de gracia que ha venido del
Altísimo, ya sea por la boca de profetas o de
apóstoles, o por los labios del propio Jesucristo. El
significado en este caso sería: "Señor, guarda Tus
promesas relativas a Tu pueblo. Estamos necesitados: cumple
ahora, oh Señor, Tu promesa para que no nos falte ninguna
cosa buena. Aquí está otra de Tus promesas: 'Cuando
pases por las aguas, yo estaré contigo'. Estamos en medio
de ríos de problemas. Te pedimos que estés con
nosotros ahora. Redime Tus promesas hechas a Tus siervos. No
permitas que se queden en los libros como letras que se burlan de
nosotros, sino demuestra que querías decir lo que en
efecto escribiste y dijiste, y permítenos ver que
Tú tienes el poder y la voluntad para hacer que cada jota
y cada tilde de todo lo que has hablado, sean cumplidas. Pues
¿no has dicho: 'El cielo y la tierra pasarán, pero
mis palabras no pasarán'? Oh, entonces te rogamos que
mires a las promesas de Tu pacto." 

Nosotros podríamos (deberíamos) decir:
"Oh Señor, no permitas que nada desvíe Tus
promesas." "Oh Señor, no permitas que yo soporte tal
tentación que caiga. No permitas que me sobrevenga tal
aflicción que sea destruido; pues, ¿no has
prometido que no nos asediará ninguna tentación
sino aquella que podamos soportar, y que con la tentación
habrá juntamente una salida? Mira ahora a Tu pacto, y
ordena a Tu providencia de tal manera que no nos suceda nada
contrario a ese acuerdo divino."

O también: "Ordena todo alrededor nuestro
de tal manera que el pacto sea cumplido. Levántame y dame
el conocimiento para que predique el Evangelio con poder, para
que sea el instrumento de la fe en Tí. Creador de los
hombres, Señor de corazones humanos, haz esto, y haz que
Tu pacto que hiciste con Tu iglesia, de que nunca la
abandonarás, sea cumplido. Los gobernantes de la tierra
están en Tu mano. Todos los eventos están
controlados por Ti. Tú ordenas todas las cosas, desde las
ínfimas hasta las inmensas. Nada, por pequeño que
sea, es demasiado pequeño para Tu propósito: nada,
por grande que sea, es demasiado grande para Tu gobierno. Te pido
que administres todo de tal manera que, al final, cada promesa de
Tu pacto sea cumplida en mí y en todo Tu pueblo
elegido."

Yo pienso que ese es el significado del
argumento: "Mira al pacto": Guárdalo y vé que sea
guardado. Cumple la promesa, e impide que Tus enemigos hagan
daño a Tus hijos. Es, en verdad, un precioso
argumento. 

 Y ahora
veamos DE DÓNDE PROVIENE SU FUERZA. "Mira el
pacto" 

Su fuerza proviene, primero, de la veracidad
de Dios
.
Si fuese un pacto que es la hechura de un
hombre, nosotros esperaríamos que el hombre lo guarde; y
el hombre que no guarda su pacto no goza de estima entre sus
semejantes. Si un hombre ha dado su palabra, esa palabra es su
obligación. Y si eso es firmado y sellado, entonces se
convierte en algo más obligatorio, y el que no cumple con
un pacto, es considerado como que ha perdido su carácter
entre los hombres. 

Dios no quiera que pensemos jamás que el
Altísimo podría incumplir con Su palabra. No es
posible. Él puede hacer todas las cosas, excepto esta: no
puede mentir. No es posible que alguna vez no sea veraz.
Él ni siquiera puede cambiar: las dádivas y el
llamamiento de Dios son sin arrepentimiento. Él no puede
alterar el dicho que ha salido de Sus
labios. 

Entonces, cuando venimos delante de Dios en
oración, pidiendo una bendición del pacto, contamos
con Su veracidad que nos apoya. "Oh Dios, Tú debes
hacer esto. Tú eres soberano: Tú puedes hacer lo
que quieras, pero Tú te has obligado con ataduras que
detienen Tu majestad; Tú lo has dicho, y no es posible que
te arrepientas de Tu propia palabra."
Cuán grande
ha de ser nuestra fe cuando contamos con la verdad de Dios para
apoyarnos en ella. Cómo deshonramos a nuestro Dios con
nuestra débil fe, pues es virtualmente una sospecha de la
fidelidad de nuestro Dios del pacto. 

A continuación, para apoyarnos en usar
este argumento, tenemos el sagrado celo de Dios por Su
honor.
Él mismo nos ha dicho que Él es un
Dios celoso; Su nombre es Celoso; Él tiene gran respeto a
Su honor entre los hijos de los hombres. Por eso, este fue el
argumento de Moisés: "¿Qué dirá el
enemigo? ¿Qué harás tú a tu grande
nombre?"

Ahora, si el pacto de Dios pudiera ser tomado a la
ligera, y si pudiera demostrarse que Él no ha guardado la
promesa que hizo a Sus criaturas, no sólo sería
algo terrible para nosotros, sino que acarrearía una
lastimosa deshonra sobre Su nombre; y eso no sucederá
nunca. Dios es demasiado puro y santo, y Él es
también demasiado honorable para retractarse alguna vez de
la palabra que hubiere dado a Sus siervos. 
Si yo
siento que casi he perdido mi pie, todavía puedo estar
seguro de que no permitirá que perezca enteramente, ya que
Su honor sería manchado, pues Él ha dicho:
"No perecerán jamás, ni nadie las
arrebatará de mi mano."
Él podría
entregarme a mis enemigos en razón de mis merecimientos,
pues yo merezco ser destruido por ellos; pero, entonces, Su honor
está comprometido en salvar al más insignificante
de Su pueblo, y Él ha dicho: "Yo les doy vida
eterna." Por tanto, en razón de Su nombre, Él no
permitirá que yo me convierta en presa del adversario,
sino que me preservará también a mí, para el
día de Su venida. He aquí un buen sostén
para la fe.

La siguiente reflexión que debería
fortalecernos grandemente es: el venerable
carácter del pacto
.
Este pacto no fue una
transacción de ayer: este pacto fue realizado antes de que
la tierra existiera. No podemos hablar de primero y de
último con Dios, pero hablando a la manera de los hombres,
el pacto de gracia es el primer pensamiento de
Dios.
Aunque nosotros usualmente ponemos el pacto de
obras como revelado primero en orden de tiempo, sin embargo, de
hecho, el pacto de gracia es el más antiguo de los
dos. 

El pueblo de Dios no fue escogido ayer, sino desde antes
de que existieran los cimientos del mundo; y el Cordero
que fue inmolado para ratificar ese pacto,
aunque fue
inmolado hace dos mil 14 años, fue inmolado en el
propósito divino desde antes de la fundación del
mundo. Es un pacto muy antiguo: no hay nada tan antiguo. Dios
tiene en gran estima ese pacto. Este pacto de gracia, es
uno de Sus grandiosos pensamientos, sí, es Su eterno
pensamiento, el pensamiento proveniente de lo más
íntimo de Su alma
Y debido a que es tan
antiguo, y que para Dios es un asunto tan importante,
cuando nos acercamos a Él con este argumento en
nuestra boca, no debemos permitir ser aturdidos por la
incredulidad, sino que podemos abrir ampliamente nuestra boca,
pues seguramente será llenada. "He aquí Tu pacto,
oh Dios, que Tú ordenaste desde tiempos antiguos por Tu
propia y espontánea voluntad soberana, un pacto en el que
Tu propio corazón es puesto al desnudo. Y Tu amor, que es
Tu mismo ser, es manifestado. Oh Dios, mira al pacto, y haz
conforme has dicho, y cumple Tu promesa a Tu
pueblo". 

Y esto no es todo. No es sino sólo el comienzo.
El pacto contiene un solemne endoso. La
propia palabra que creó el universo es la palabra que
habló el pacto. Pero, como si eso no bastara, viendo que
somos incrédulos, Dios le ha agregado un juramento, y
debido a que Él no puede jurar por otro mayor, ha jurado
por sí mismo. Sería una blasfemia soñar que
el Eterno pudiera ser un perjuro, y Él ha
incorporado Su juramento a Su pacto
, para que, por
dos cosas inmutables, en las cuales es imposible
que Dios mienta, conceda un fortísimo consuelo a los
herederos de la gracia.

Pero, además, ese venerable pacto, así
confirmado mediante un juramento, fue sellado con
sangre. Jesús murió para ratificarlo. La sangre de
Su corazón roció esa Carta Magna de gracia de Dios
para Su pueblo. Ahora es un pacto que Dios, el justo, debe
guardar. Jesús ha cumplido nuestro lado del pacto: ha
ejecutado al pie de la letra todas las exigencias de Dios para
con el hombre.
Nuestra Fianza y nuestro Sustituto ha
guardado la ley y a la vez ha sufrido todo lo que debía
sufrir Su pueblo, debido al quebrantamiento de esa ley; y, ahora,
¿acaso no será veraz el Señor, y el
Padre eterno no será fiel a Su propio Hijo?
¿Cómo podría rehusarle a Su hijo el gozo que
puso delante de Él y la recompensa que le prometió?
"Verá linaje: Verá el fruto de la aflicción
de su alma, y quedará satisfecho."

La fidelidad de Dios para Su pacto, no es tanto
un asunto entre tú y Dios, como entre Cristo y Dios, pues
ahora es así: Cristo como su representante presenta Su
derecho delante del trono de la infinita justicia para la
salvación de cada alma por la que derramó Su
sangre, y Él debe recibir lo que ha comprado. ¡Oh,
qué confianza hay aquí! Los derechos del Hijo,
mezclados con el amor y la veracidad del Padre, hacen que el
pacto sea ordenado en todas las cosas y
guardado. 

Además, recuerden que hasta ahora,
(Profecías de la venida de Cristo y su muerte se
cumplieron fielmente) nada del pacto ha fallado
jamás.
El Señor ha sido probado por
millones de millones de Su pueblo, que se han encontrado en
graves emergencias y en serias dificultades; pero nunca ha sido
reportado que la promesa se convirtiera en nada, ni tampoco nadie
ha dicho que el pacto sea nulo y vacío.
Pregúntenles a aquellos que les precedieron y que
atravesaron aguas más profundas que ustedes.
Pregúntenles a los mártires y santosn que
ofrendaron sus vidas por su Señor, "¿Estuvo con
ellos hasta el fin?" Las plácidas sonrisas en sus rostros,
mientras soportaban la muerte más dolorosa, fueron
testimonios evidentes de que Dios es veraz. Sus cánticos
de gozo, sus aplausos en medio del fuego, sus vidas devoradas por
leones hambrientos, sus encarcelamientos, todas estas cosas han
demostrado cuán fiel ha sido el Señor.

¿Y no han oído con sus propios
oídos el testimonio del pueblo agonizante de Dios? Ellos
se encontraban en condiciones en las que no podían ser
sostenidos por la mera imaginación, ni podían ser
sacados a flote por el frenesí, y, sin embargo, han sido
tan felices como si el día de su muerte hubiese sido el
día de su boda. La muerte es un asunto muy solemne para
que un hombre se ponga a fingir en ese momento. 

El gozo de los santos que han partido, cuando ya
oían las voces de los ángeles que revoloteaban
cerca, y se han vuelto y nos han relatado en un lenguaje
entrecortado, los goces que desbordaban en ellos: su
visión cegada por el brillo excesivo, y sus corazones
arrebatados por la bienaventuranza que los inundaba. ¡Oh,
ha sido dulce ver partir a los santos! 

Dios ha sido veraz tantas veces y no ha sido falso
nunca, y, ¿experimentaremos ahora alguna dificultad en
confiar en Su pacto? No, por todos estos años en los que
la fidelidad de Dios ha sido puesta a prueba, y nunca ha fallado,
hemos de confiar que Él tendrá consideración
de nosotros, y hemos de orar valerosamente: "Mira al pacto."
Pues, fíjense bien, como ha sido en el principio, es
ahora, y será para siempre, por los siglos de los siglos.
Será para el último santo como fue para el
primero.

Nuestro Dios nos ha enseñado a muchos de
nosotros, a confiar en Su nombre. A nosotros nos costó
aprender la lección, y nada sino la Omnipotencia
podría habernos vuelto dispuestos a caminar por fe, y no
por la vista; pero con mucha paciencia el Señor nos
ha conducido al fin a no tener confianza sino en Él, y
ahora dependemos de Su fidelidad y de Su
verdad. 

¿Piensas tú que Dios te ha dado esta fe
para engañarte? ¿Crees tú que te ha
enseñado a confiar en Su nombre, y te ha llevado tan lejos
para ponerte en vergüenza? ¿Te ha dado confianza en
una mentira Su Santo Espíritu? ¿Y ha obrado en ti
fe de mentira? ¡Dios no lo quiera! Nuestro Dios no es un
demonio que se deleitaría en la desdicha que una confianza
infundada seguramente nos traería. Si tú
tienes fe, Él te la dio, y el que te la dio conoce Su
propio don, y lo cumplirá
. Él no ha sido
falso nunca, ni siquiera para la fe más débil, y si
tu fe es grande, descubrirás que Él es más
grande que tu fe, aun cuando tu fe esté en su
máximo límite; por tanto, debes tener mucho
ánimo. El hecho de que creas debe animarte a decir:
"Ahora, oh Señor, he puesto mi confianza en Ti, y,
¿acaso podrías fallarme? Yo, un pobre gusano, no
tengo ninguna confianza sino sólo en Tu amado nombre, y,
¿acaso me abandonarías? No tengo ningún
refugio sino sólo en Tus heridas, oh Jesús, no
tengo ninguna esperanza sino sólo en Tu sacrificio
expiatorio, no tengo ninguna luz sino sólo Tu luz:
¿podrías Tú desecharme?"

No es posible que el Señor deseche a uno que
confíe de esta manera en Él. ¿Puede alguien
de nosotros olvidar a sus hijos cuando confían tiernamente
en nosotros en los días de su debilidad? No, el
Señor no es un monstruo: Él es tierno y lleno de
compasión, fiel y veraz; y Jesús es un amigo que es
más fiel que un hermano. El propio hecho de que nos ha
dado fe en Su pacto debería ayudarnos a suplicar: "Mira al
pacto".

Cómo y
cuándo puede ser argumentado ese
pacto 

Primero, puede ser argumentado bajo un
sentido de pecado: cuando el alma siente su
culpabilidad.
Permítanme leerles las palabras de
nuestro apóstol, en el capítulo octavo de los
Hebreos, donde está hablando de este pacto en el
versículo décimo: "Por lo cual, este es el
pacto que haré con la casa de Israel después de
aquellos días, dice el Señor: Pondré mis
leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las
escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me
serán a mí por pueblo; y ninguno
enseñará a su prójimo, ni ninguno a su
hermano, diciendo: Conoce al Señor; porque todos me
conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos.
Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca
más me acordaré de sus pecados y de sus
iniquidades."

  • Ahora, querido lector, supón que
    tú estás bajo un sentido de pecado;

    algo ha revivido en ti un recuerdo de la culpa pasada, o
    podría ser que has tropezado tristemente en este
    preciso día, y Satanás susurra: "tú
    ciertamente serás destruido, pues has pecado." Acude
    ahora al grandioso Padre y di: "Señor,
    Tú has establecido un pacto conmigo, en Tu infinita,
    ilimitada e inconcebible misericordia, viendo que yo creo en
    el nombre de Jesús, y ahora te suplico que mires al
    pacto. Tú has dicho: Seré propicio a sus
    injusticias: oh Dios, ten misericordia de mí. Nunca
    más me acordaré de sus pecados y de sus
    iniquidades: Señor, nunca más recuerdes mis
    pecados: olvida para siempre mi iniquidad". Esa es la manera
    de usar el pacto. 

  • Pero supongan, que
    están esforzándose por dominar la
    corrupción interior,
    con un intenso deseo de
    que la santidad sea obrada en ustedes. Entonces, lean otra
    vez el pacto según lo encuentran en el capítulo
    treinta y uno de Jeremías. Se trata del mismo pacto, y
    sólo estamos leyendo otra versión del mismo.
    "Este es el pacto que haré con la casa de
    Israel después de aquellos días, dice
    Jehová: Daré mi ley en su mente, y la
    escribiré en su corazón". Ahora, ustedes pueden
    argumentar eso y decir: "Señor, Tus mandamientos sobre
    piedra son santos, pero yo los olvido y los quebranto; pero,
    oh Dios mío, escríbelos en las tablas de carne
    de mi corazón. Ven ahora y hazme santo;
    transfórmame; escribe Tu voluntad en lo íntimo
    de mi alma, para cumplirla, y desde los cálidos
    impulsos de mi corazón, sírvete como quieres
    ser servido. Mira a Tu pacto y santifica a Tu
    siervo."

  • Supongan que desean ser sostenidos bajo
    una fuerte tentación
    , para no retroceder y
    volver a los viejos caminos. Tomen el pacto según se
    encuentra en Jeremías, en el capítulo treinta y
    dos, en el versículo cuarenta. Fíjense en esos
    versículos y apréndanlos de memoria, pues
    podrían ser de una gran ayuda para ustedes alguno de
    estos días. Lean el versículo cuarenta del
    capítulo treinta y dos de Jeremías: "Y
    haré con ellos pacto eterno, que no me volveré
    atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el
    corazón de ellos, para que no se aparten de mí.
    Y me alegraré con ellos haciéndoles bien, y los
    plantaré en esta tierra en verdad, de todo mi
    corazón y de toda mi alma."
    Ahora vayan y
    digan: "Oh Señor, casi estoy agotado, y me
    dicen que finalmente caeré, pero oh, mi Dios y
    Señor, allí está Tu palabra. Pon Tu
    temor en mi corazón y cumple Tu promesa que no me
    apartaré de Ti."
    Este es el camino seguro a
    la perseverancia final. 

  • Supongan que se encuentran en gran
    turbación de mente y necesitaran
    consuelo
    ; pueden acudir a Él con esa promesa
    del pacto: "Como aquel a quien consuela su madre,
    así os consolaré yo a vosotros, y en
    Jerusalén tomaréis consuelo."
    Acudan a
    Él con eso y digan: "Señor, consuela a
    Tu siervo."

Si sucediese alguna vez que estén buscando la
conversión de los impíos y deseando
ver salvados a los pecadores, y el mundo pareciera muy oscuro,
miren al texto nuevamente -el versículo completo-:
"Mira al pacto, porque los lugares tenebrosos de la tierra
están llenos de habitaciones de violencia",
a lo
cual pueden agregar: "pero Tú has dicho que Tu gloria
cubrirá la tierra, y que verá toda carne la
salvación de Dios. Señor, mira a Tu pacto. Ayuda a
nuestros misioneros, a nuestros sacerdotes, haz progresar a Tu
Evangelio, ordena al poderoso ángel que vuele por en medio
del cielo para que predique el Evangelio eterno a toda criatura".
Vamos, es una gran oración misionera: "Mira al
pacto." Amados, es una espada de dos filos, que debe ser usada en
todas las condiciones de contienda, y es un bálsamo santo,
que podrá sanar en cualquier condición de
sufrimiento. 

¿Cuáles son las inferencias
prácticas de todo esto?

"Mira al pacto". Vamos, si le pedimos a Dios que
mire al pacto, nosotros mismos hemos de mirarlo, y debemos
hacerlo de esta manera:

  • Mirémoslo con agradecimiento.
    Bendigamos al Señor porque condescendió a
    entrar en un pacto con nosotros. ¿Qué
    podría ver en nosotros para darnos siquiera una
    promesa, y mucho más para hacer un pacto con nosotros?
    Bendito sea Su amado nombre, constituye el dulce tema de
    nuestros himnos en la tierra, y será el tema de
    nuestros cánticos en el cielo.

  • Mirémoslo con fe. Si es el
    pacto de Dios, no lo deshonremos. Permanece firme.
    ¿Por qué vacilamos ante él por causa de
    la incredulidad? 

"Su propia obra de gracia es tan
fuerteComo la que construyó los cielos;La voz que impulsa
las estrellasHabla todas las promesas."

  • Mirémoslo con júbilo.
    Despertemos nuestras arpas y unámonos a David en
    alabanza: "No es así mi casa para con Dios; sin
    embargo, él ha hecho conmigo pacto perpetuo."
    Aquí hay lo suficiente para establecer un cielo en
    nuestros corazones mientras estemos todavía
    aquí abajo: el Señor ha entrado en un pacto de
    gracia y paz con nosotros, y Él nos bendecirá
    para siempre. 

  • Mirémoslo con celo. No
    permitan nunca que el pacto de obras sea mezclado con
    él pacto de gracia.
    No piensen en ser hechos
    perfectos en la carne bajo otro pacto. Sean santos bajo los
    preceptos del Padre celestial. No regresen a la
    servidumbre de la ley, pues no están bajo la ley, sino
    bajo la gracia. 
    (Es la trampa de la Ley que nos
    hace actuar como fariseos).

  • Por último, mirémoslo en
    la práctica. Todos han de ver que el pacto de gracia,
    a la vez que es su apoyo, es también su
    deleite.
    Estén preparados para hablar de
    él a los demás. Estén listos a
    mostrar que el efecto de Su gracia en ustedes es digno de
    Dios
    , puesto que tiene un efecto purificador
    en su vida. El que posee esta esperanza se purifica,
    así como Él es puro
    . Tengan respeto
    por el pacto, caminando como lo hacen los que pueden decir
    que Dios es para ellos un Dios, y ellos son para Él un
    pueblo. El pacto dice: "De todos vuestros
    ídolos os limpiaré". Entonces no amen a los
    ídolos.
    El pacto dice:
    "Esparciré sobre vosotros agua limpia, y
    seréis limpiados." Entonces sean limpios, ustedes que
    están bajo el pacto, y que el Señor los
    preserve y haga que Su pacto sea su blasón en la
    tierra y su cántico por siempre en el cielo.

    Oh, que el Señor nos lleve a los vínculos de Su
    pacto, y nos dé una fe simple en Su amado Hijo, pues
    esa es la señal de los que están bajo el pacto.
    Amén y Amén. 

 

 

Autor:

Jorge Edgardoo Portus Romero

 

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