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¿Por qué los ricos son más ricos en los países pobres?



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Algunos conceptos
    previos
  3. Las supuestas
    bondades de la libertad del comercio
  4. Las viejas
    teorías de David Ricardo
  5. La paradoja
    competitiva del modelo ricardiano
  6. El gran
    desengaño librecambista
  7. Las instituciones
    financieras internacionales
  8. Internacionalización y tradición
    liberal
  9. Las empresas
    multinacionales y el comercio
    internacional
  10. Las naciones del
    mundo ante el nuevo orden
  11. La
    globalización y el Euro
  12. La tasa Tobin.
    ¿Una incipiente solución para el
    futuro?
  13. Un ejemplo
    relevante: La situación de los frutos secos
    españoles ante el comercio mundial
  14. Conclusión

Introducción

La globalización es un
proceso económico, tecnológico, social y
cultural a escala planetaria que consiste en la
creciente comunicación e interdependencia
entre los distintos países del mundo uniendo sus
mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de
transformaciones sociales, económicas y políticas
que les dan un carácter global. La
globalización es a menudo identificada como
un dinámico producido principalmente por
las sociedades que viven bajo el capitalismo
democrático o la democracia liberal, y que han
abierto sus puertas a la revolución
informática, llegando a un nivel considerable de
liberación y democratización en su cultura
política, en su ordenamiento jurídico y
económico nacional, y en sus relaciones
internacionales.

La globalización como la fuerza dominante que es,
en la última década del siglo XX ha dado forma a
una nueva era en la interacción entre naciones,
economías y pueblos, pero también ha fragmentado
los procesos productivos, los mercados de trabajo, las entidades
políticas y las sociedades, no se dispone de
ningún contrapeso político y normativo que vigile
este proceso y corrija, de un modo justo y equitativo, los
peligrosos abusos que puedan derivarse del mismo.

CAPITULO I:

Algunos conceptos
previos

En los últimos tiempos, se han creado varias
protestas sobre la globalización económica en los
lugares donde se reúnen periódicamente los
responsables financieros del orden mundial. Dichas
manifestaciones son el resultado del desengaño de los
partidos políticos. En menos de 3 años las
protestas sobre las diversas situaciones (exigencia de
protección y seguridad en el trabajo, higiene
pública, etc.) han generado grandes daños
materiales y algunas victimas mortales. También se han
generado grandes manifestaciones con ocasión de los
representantes de los Estados más poderosos del mundo,
como es el caso de las reuniones del denominado G-8 (formado por
los Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Italia,
Reino Unido, Canadá y Rusia) o incluso de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE).

Esa resistencia hacia lo que se considera la
última manifestación del sistema capitalista,
teniendo como su principal fundamento las crecientes
desigualdades y la pobreza vigente de la población
mundial, así como en la intención de sustituir el
vacío sociopolítico existente entre la sociedad
civil y los organismos de poder transnacional, procurando llevar
a cabo una acción democrática de
transformación social que vele por los intereses de la
mayoría de la población. Lo cierto es que en nombre
de la eficiencia económica se legalizan muchos atentados
que potencian la explotación humana y, sobre todo, la
infantil. Bajo la protección del libre mercado la
competencia, fomenta la explotación comercial hasta su
agotamiento ciertos recursos naturales, poniendo en peligro la
sostenibilidad del planeta (las naciones más contaminantes
son precisamente las más desobedientes a limitar sus
emisiones tóxicas y también las más
convencidas defensoras de la globalización
económica).

Respecto a la idea de "globalidad" lo primero que
sorprende es su doble sentido. Se tiene de ella la imagen de un
proceso nacido al calor de la actual corriente liberalizadora, de
una nueva fase del capitalismo, la más salvaje, como
dirían algunos. Otras veces puede pensarse que se trata de
una dinámica constante en el tiempo e inscrita en un largo
proceso de acontecimientos históricos y que, por ejemplo,
el mayor proceso de globalización conocido tuvo lugar en
el siglo XVI, siendo liderado justamente por el Imperio
español. Si se consulta la amplia bibliografía
existente sobre la "economía global", llama poderosamente
la atención la ausencia de una definición rigurosa
de este concepto etéreo que inunda, para bien o para mal,
todo nuestro planeta en sus más importantes escenarios
económicos. Sólo se encontrarán, al
respecto, detalladas descripciones de un conjunto prolijo de
rasgos del actual sistema económico mundial. Según
Federico García Morales, en muchos casos el concepto de
"Globalización" parte afirmándose como una realidad
novísima que habría venido a imponerse a toda otra
realidad, realizando sobre éstas una operación
omnívora. La economía, las sociedades, los sistemas
políticos, la cultura sólo podrán proseguir
en adelante como campos sometidos a ella. Una vez establecida la
"Globalización", ésta ya no necesita justificarse:
es, en sí misma, la justificación de todo lo que
llegue a ocurrir.

Afirma el mismo autor en "Los límites de la
globalización", que la inflación globalizante del
capital tenía también otros soportes que se
revelarían pasajeros, a saber:

1. El crecimiento del ahorro y de la inversión en
zonas periféricas y su posterior canibalización por
el capital transnacional.

2. La recuperación de Europa y de
Japón.

3. El desarrollo de las economías-burbuja (el
propio Japón, el Sudeste Asiático).

4. La fase final de la Guerra Fría que
siguió a la segunda guerra mundial, con su intensa carrera
armamentista, que catapultó a los EEUU a su
situación hegemónica en la postguerra
fría.

5. Las ventajas obtenidas por los nuevos centros
imperiales en el despojo de las zonas coloniales nuevas y viejas
(Medio Oriente, Asia Central, África, América
Latina).

6. La expansión de las nuevas tecnologías
(informática y biotecnología molecular).

7. La explotación irrestricta y acelerada de los
recursos naturales.

8. Las reformas en los corredores
alimenticios.

9. La plena mercantilización del consumo de masas
y su creciente concentración.

10. La acelerada concentración del capital
industrial y del capital financiero, tanto en los centros como en
las periferias.

11. La hegemonía transnacional a lo largo de todo
lo que conlleva este proceso.

12. La creación de amplios aparatos
supranacionales de vigilancia del comportamiento económico
y financiero.

En esta última tendencia, la
"globalización" viene a ser como una temática de
"la economía mundial", hasta el punto de que las crisis
económicas mundiales pueden ser descritas como "crisis de
la globalización".

Una globalización que genera una gigantesca
transformación política, que suprime al marco
nacional y estatal de las economías, mientras en el
segundo sector quedan ubicados los que miran con más calma
la relación existente entre la clase empresarial y los
estados nacionales. "…La globalización ha beneficiado a
algunos y ha marginado a los más… Siendo más
predominante en la última década del siglo XX, la
globalización ha dado forma a una nueva era en la
interacción entre naciones, economías y pueblos.
Pero también ha fragmentado los procesos productivos, los
mercados de trabajo, las entidades políticas y las
sociedades". El desarrollo humado estará limitado por los
aspectos económicos y por la expansión de los
mercados, necesitamos un gobierno que preserve las ventajas
ofrecidas por los mercados globales y la competencia, pero que
permita, al mismo tiempo, que los recursos humanos, comunitarios
y ambientales, aseguren que la globalización trabaja para
los pueblos y no para las ganancias.

Pablo González Casanova, dice, por ejemplo:
…"Tenemos que pensar que la globalización es un proceso
de dominación y apropiación del mundo. La
dominación de estados y mercados, de sociedades y pueblos,
se ejerce en términos político-militares,
financiero-tecnológicos y socio-culturales. La
apropiación de los recursos naturales, la
apropiación de las riquezas y la apropiación del
excedente producido se realizan desde la segunda mitad del siglo
XX de una manera especial, en que el desarrollo
tecnológico y científico más avanzado se
combina con formas muy antiguas, incluso de origen animal, de
depredación, reparto y parasitismo, que hoy aparecen como
fenómenos de privatización,
desnacionalización, desregulación, con
transferencias, subsidios, exenciones, concesiones, y su
revés, hecho de privaciones, marginaciones, exclusiones,
depauperaciones que facilitan procesos macro-sociales de
explotación de trabajadores y artesanos, hombres y
mujeres, niños y niñas. La globalización se
entiende de una manera superficial, es decir, engañosa, si
no se le vincula a los procesos de dominación y de
apropiación.

Otro aspecto importante de anotar, es que la
globalización tiene también un matiz
ofensivo/defensivo. Es un proceso que más que unir,
divide, y geoestratégicamente viene a depositarse sobre
una desgarrada lucha por superar una profunda crisis que se viene
arrastrando, durante la última década, en medio de
una competencia cada vez más feroz por el reparto de las
ganancias y de los territorios. La globalización no es
portadora de mensajes de paz, de democracia ni de progreso, va
que trae oculta posibilidades agravadas de conflictos
mayores.

El término globalización fue propuesto por
Theodore Levitt en 1983 para designar una convergencia de los
mercados del mundo. "En todas partes se vende la misma cosa y de
la misma forma", escribió Levitt. El tipo de convergencia
referido existe y es significativa. Socialmente puede ser
referido a una gran parte de los productos que consumen los
sectores de ingresos medios del mundo. En alguna medida, ocurre
también con los sectores de altos ingresos. Los mercados
de bienes de capital, en cambio, se hallan bastante segmentados
y, desde luego, los inmensos espacios sociales ocupados por los
sectores pobres del todavía llamado "Tercer Mundo", son
casi enteramente mercados locales. Esta realidad significa que
sólo una fracción de la demanda se
globaliza.

  • 2. Homogeneización Normativa Y
    Estatuto Empresarial

Los países subdesarrollados tienen como una de
las mejores cosas el poder acceder a los mercados proteccionistas
de los países mas desarrollados. Pero esta
liberalización debe acarrear, paralelamente, una
regulación laboral, fiscal, medioambiental y social, con
reglas transparentes y no vinculadas a un Estado u
organización transnacional concretos. La
internacionalización de la economía ha ido
más deprisa que su regulación y control por parte
de los poderes públicos democráticamente escogidos.
Se trata, simplemente, de plantear que lo que está
aceptado, e incluso obligado a cumplir a nivel nacional, lo
esté también a escala global; lo que procede, es
decidir en qué nivel de gobierno (local, regional,
nacional o supranacional) debe regularse cada aspecto del
problema o ejercer cada competencia, teniendo bien presente el
principio político de la subsidiariedad.

Se puede deducir, como idea previa, que la
globalización exige, de manera tanto implícita como
explícita, la obligación de la existencia de un
orden económico y social estable y común entre las
distintas economías, así como también de un
ordenamiento económico-social más homogéneo
en sus principios entre las distintas instituciones
empresariales. La economía de mercado constituye la
configuración del ordenamiento económico y social,
estableciendo normas de competencia que deben ser aceptadas por
todos los participantes. Pero, el ordenamiento empresarial, debe
ser también semejante en los países competidores,
en cuanto a sus características fundamentales, para el
logro del funcionamiento transparente de sus
comportamientos.

  • 3. La Panacea Liberal del Comercio
    Internacional

Las estadísticas sirven para presentar una
extraña paradoja que se presenta, con frecuencia, al
hablar del comercio internacional. De un lado, y desde un punto
de vista teórico, se tiende a presentar el comercio
internacional como algo movido por una infinidad de iniciativas
empresariales que, superando los obstáculos que oponen los
diferentes Estados, logran establecer relaciones comerciales
mutuamente ventajosas entre todos los países del mundo.
Sin embargo, por otro lado hay conformidad en el crecimiento
experimentado por el comercio internacional, a finales de los
cincuentas del siglo XX, de los acuerdos del GATT (General
Agreement on Tariffs and Trade) y de Bretton Woods
(establecimiento de los tipos de cambio fijos, con la activa
participación, en su gestación, de John Maynard
Keynes). Estos acuerdos fueron posibles gracias al poderío
y liderazgo de los intereses públicos y económicos
de los Estados Unidos de América, después de la
segunda guerra mundial. La historia reciente del comercio
internacional, pone de manifiesto que su impulso no fue
consecuencia de la dinámica "individualista" y "neutral"
del mercado libre, sino promovido por un pacto político
entre un grupo reducido de grandes potencias, precedido de
durísimas negociaciones, y donde la asimetría de
poder fue, y sigue siendo, absolutamente expresada.

Y es que la globalización se debe más a la
obra de los gobiernos, que a los mercados por sí mismos.
Generalizando el proceso, inclusive entre las naciones más
pobres del mundo, la mayor preocupación que tienen ahora
mismo a los gobernantes, teóricos y responsables de
organismos y agencias internacionales, es encontrar la
fórmula mágica para evitar que las llamadas
"fuerzas libres" del mercado se desboquen y nos conduzcan a
catástrofes que podrían resultar
apocalípticas.

La globalización no ha puesto en crisis las
instituciones políticas preexistentes. Más bien las
ha obligado a auto-reformarse y a ponerse a tono con los nuevos
tiempos. Los peligros que acechan una efectiva
globalización no provienen de la expansión de los
mercados, sino de los desacuerdos que puedan darse entre los
Estados de las naciones implicadas en el proceso. La
globalización, por lo demás, es una estrategia
sostenida de común acuerdo y sometida a reglas y normas
decididas entre todos o, por el contrario, se volverá un
verdadero desastre. Más que un contenido económico,
tiene un contenido político y de eso casi todos los que
son responsables en el caso han tomado la debida nota.

  • 4. Algunas Ideas de J. M.
    Keynes

Keynes siempre se negó a sostener el axioma del
equilibrio presupuestario. Ello debería hacer reflexionar
a algunos de los extremos defensores que de la "estabilidad
presupuestaria" han surgido, en los últimos tiempos. La
defensa de dicho equilibrio equivalía a negar todo papel a
la política fiscal con el fin de estabilizar la actividad
económica, debido a que esta se hace descansar en el doble
apoyo de las fuerzas auto-correctoras del sistema y en las
medidas de política monetaria.

La aportación de la teoría keynesiana
consistió en ofrecer los argumentos capaces de negar la
validez de ese doble cimiento del equilibrio en el presupuesto.
Keynes creía, que habíamos llegado al fin de
laissez faire: no hay armonía natural alguna que garantice
la restauración del equilibrio perdido. Un sistema
económico puede estar en equilibrio con paro forzoso. En
segundo término, la teoría keynesiana dudaba de que
la política monetaria pudiera ser realmente eficaz. Su
posibilidad de actuación residía, en última
instancia, en variar la oferta de dinero fijada
autónomamente por la autoridad monetaria de un
país.

Según Keynes esta variación de la oferta
monetaria no actúa de manera directa sobre la demanda de
bienes. La mayor oferta de dinero determina, el tipo de
interés; interés que a su vez influenciará
la inversión, que compone, con el consumo, la demanda
efectiva total de la sociedad que también condiciona el
volumen de producción y de ocupación. Por lo tanto,
el aumento del dinero no siempre aumentara la demanda efectiva.
De ello dependerá de cual sea la demanda del dinero por su
liquidez y de cual sea la reacción de los inversores ante
las caídas según el interés. Keynes dijo al
respecto, que "el líquido puede verterse varias veces
entre la copa y los labios", aludiendo al hecho de que un aumento
en la cantidad de dinero, decretado por una política
monetaria expansiva, podía, en primer término, no
producir variación alguna del tipo de interés,
siempre que el apetito de la demanda de dinero fuese tal que
estuviese dispuesta a engullir todos los aumentos de medios
líquidos creados por el sistema bancario. Keynes
contemplaba una clase empresarial con expectativas variables,
sujetas a frecuentes y exagerados cambios, a temores pasajeros y
caprichos coyunturales, y frente a esta voluble clase empresarial
existía un mercado de crédito caracterizado por
tipos de interés estable, "el menos desplazable de los
elementos de la economía contemporánea",
según Keynes. Así, los movimientos de las
expectativas empresariales determinaban movimientos
espectaculares de la inversión que no podía
compensar la política monetaria por su incapacidad y
demora en reducir los tipos de interés. Y, por
consiguiente, el cuerpo enfermizo de la economía
podía no recibir efecto tonificante alguno, con lo que
quedaba afirmada la gran duda sobre la eficacia de la
política monetaria. El famoso capítulo XII de la
General Theory se halla ya concebido un impuesto sobre las
transacciones, con el fin de vincular los inversores a sus
acciones de forma duradera. Tobin traspasó esta idea en
1971 a los mercados de divisas; por aquel entonces, EE.UU. se
despidió del sistema de tipos de cambio y, al mismo
tiempo, las primeras transacciones electrónicas de dinero
por ordenador prometían un gigantesco aumento del
número de operaciones a realizar. Tobin pretendía
aminorar la velocidad de este proceso para que se especulara
menos y para que los tipos de cambio no fluctuaran tanto. Hoy en
día, en que cualquiera puede comerciar en el mercado de
valores desde su casa, con un ordenador personal provisto de un
módem de comunicaciones, este problema se ha acrecentado
muchísimo.

CAPITULO II:

Las supuestas
bondades de la
libertad del comercio

  • 1. El Origen Político del Comercio
    Internacional

Desde tiempos remotos, los países del orbe han
mantenido relaciones comerciales para obtener los productos o
mercancías de que carecían. En los inicios de la
historia del comercio mundial, cada país determinaba su
política en función de sus propias necesidades, sin
tener en cuenta el interés de otros países. El
mercantilismo se mantuvo así hasta el siglo XVIII. La
Revolución Industrial también incidió en
este estado, siendo necesario asegurar el aprovisionamiento de
materias primas y encontrar nuevas salidas a una
producción creciente, lo que se tradujo en el desarrollo
del comercio colonial que favoreció a las economías
dominantes. El origen político del comercio internacional
explica la importancia que la competitividad ha tenido y tiene en
su desarrollo.

El movimiento librecambista fue, en sus inicios, un
movimiento de intelectuales. Se sitúa en uno de los puntos
de convergencia de dos corrientes esencialmente diferentes: el
liberalismo económico, cuyas implicaciones librecambistas
fueron precisadas por Ricardo en 1815, y el utilitarismo, que
aspiraba a orientar la gestión de los asuntos
públicos hacia la búsqueda permanente del
interés general o "bien común", por lo que buscaba
procurar a la comunidad la mayor "utilidad" posible.

Podríamos decir que la utilidad comunitaria es la
sumatoria de las utilidades individuales de cada miembro, cuyo
punto de partida acostumbrado es el postulado de la racionalidad.
Se supone que entre todas las alternativas, el consumidor escoge
de manera que la satisfacción de los bienes elegidos sea
la mayor posible. Ello implica que se da cuenta de las
alternativas que se le presentan y que es capaz de
valorarlas.

El aserto de que un consumidor experimente mayor
satisfacción o utilidad de un automóvil que de un
conjunto de vestidos, significa que si se le presentase la
alternativa de recibir como regalo el automóvil o el
vestuario escogería lo primero. Bienes que son necesarios
para sobrevivir, como una vacuna cuando se declara una gran
epidemia, pueden resultar para el consumidor de máxima
utilidad, aunque el acto de consumirlas no lleve necesariamente
aneja ninguna sensación agradable, como por ejemplo un
molesto pinchazo.

Los economistas del siglo XIX W. Stanley Jevons,
Léon Walras y Alfred Marshall consideraban la utilidad
medible. Se presumía que el consumidor poseía una
medida cardinal de la utilidad, que era capaz de asignar a cada
bien o combinación de ellos un número representando
la cantidad de utilidad asociada con él. Los
números que representaban cantidades de utilidad
podían manipularse del mismo modo que los pesos de los
objetos.

Las hipótesis sobre las que está
construida la teoría cardinal de la utilidad son muy
limitadas. Se pueden deducir conclusiones equivalentes partiendo
de hipótesis mucho más débiles. Así,
si el consumidor obtiene mayor utilidad de una alternativa A que
de una B, se dice que prefiere A a B. El postulado de la
racionalidad equivale a la formulación de las siguientes
afirmaciones: 1º. En cada posible par de alternativas, A y
B, el consumidor sabe si prefiere A a B, B a A, o está
indeciso entre ellas. 2º. Sólo una de las tres
posibilidades anteriores es verdadera para cada par. 3º. Si
el consumidor prefiere A a B y B a C, también
preferirá A a C. La última afirmación
garantiza que las preferencias del consumidor son consistentes o
cumplen la propiedad transitiva: si se prefiere un
automóvil a un vestuario, y éste, a su vez, a un
tazón de sopa, también se prefiere un
automóvil a un tazón de sopa. Si se considera, por
último que A es preferible a B y B es preferible a A y
que, como consecuencia de ello, las preferencias del consumidor
hacia A y B son las mismas, nos hallaremos en presencia de una
"relación de orden estricto" desde el punto de vista de la
Teoría de Conjuntos.

El postulado de la racionalidad, tal como acaba de
establecerse, solamente requiere que el consumidor sea capaz de
clasificar los bienes y servicios en orden de preferencia. El
consumidor no necesita ser capaz de asignar números que
representen (en unidades arbitrarias) el grado o cantidad de
utilidad que obtiene de los artículos. Su
clasificación de los mismos se expresa
matemáticamente por la mencionada "función de
utilidad", que no es única y se supone
continua.

Esta nueva formulación de los postulados de la
teoría del consumidor no se produjo hasta finales del
siglo XIX. Intuitivamente, puede verse que las elecciones del
consumidor están completamente determinadas si tiene una
clasificación (y sólo una) de los productos, de
acuerdo con sus preferencias. Uno puede imaginarse al consumidor
con una lista de productos en orden decreciente de deseabilidad;
cuando percibe su renta disponible empieza comprando productos
por el principio del listado y desciende tanto como le permite
dicha renta.

  • 3. El Fracaso de los Viejos y Nuevos
    Modelos

Todo país dispone de los factores clásicos
de la producción: tierra, trabajo y capital, en las
cantidades propias de su momento y de su economía. Cada
tipo de producto requiere una proporción fija de esos
factores. Por ejemplo, para producir acero es necesario disponer
de más capital que para fabricar textiles; en
consecuencia, el acero será menos caro allí donde
el factor capital sea abundante; el textil lo será
allí donde la mano de obra sea abundante y, por lo tanto,
barata. Y las batatas también serán más
baratas allí donde existan más terrenos
agrícolas edafológica y climáticamente
adecuados para su cultivo. Si existe librecambio total, cada
país desea especializarse en la producción que
precisa del factor que posee en abundancia y exportar esa
producción. Ésta es, en síntesis, la
teoría desarrollada por los suecos Heckscher y Ohlin en
1933 y retomada por Samuelson años después. Las
iniciales de estos economistas dan nombre al famoso teorema HOS
(Heckscher-Ohlin-Samuelson).

Según ellos, se debería esperar que los
países en que el factor capital es abundante exportaran
productos de alto valor añadido, cuya fabricación
exige el empleo de este factor en una gran proporción;
pero no ha sido así. Los USA y la UE son dos exportadores
importantes de productos agrícolas no transformados.
Asimismo, en el bloque de los países del Este y durante el
largo reinado soviético, las principales exportaciones de
la antigua URSS (Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas) hacia sus satélites europeos fueron
energéticas (gas natural y petróleo) cuando, en el
seno del COMECON o CAEM (Consejo de Asistencia Económica
Mutua), la URSS era un país con una alta proporción
del factor capital.

Por otra parte, el economista americano y premio Nobel
de origen ruso W. Leontieff, en un estudio publicado en 1953
sobre los Estados Unidos, demostró la
especialización de aquel gran país en productos y
exportaciones necesitados esencialmente del factor trabajo. Pues
bien, en base a los modelos librecambistas señalados,
¿cómo podían los USA entrar en la flagrante
contradicción de ser competitivos en productos que
requerían mucho factor trabajo, sabiendo que sus costes
laborales son elevados? El fenómeno de la
globalización engloba al libre comercio internacional, al
movimiento de capitales a corto plazo, a la inversión
extranjera directa, a los fenómenos migratorios, al
desarrollo de las tecnologías de la comunicación y
a su efecto cultural. El comercio internacional es positivo para
el progreso económico de todos, para la eliminación
de la pobreza y la marginación social. Sin embargo, la
liberalización comercial, aunque beneficiosa para el
conjunto del país afectado, provoca crisis en algunos
sectores que requieren la intervención del
Estado.

Conviene, por tanto, someter a un riguroso
análisis la libertad de comercio, que se fundamentan en
unos modelos aparentemente "tan neutrales". Según esos
modelos, el comercio internacional es un proceso "naturalmente
benéfico", de tal modo que, si no fuese por los
obstáculos e interferencias que interponen los gobiernos
de las naciones (el Sector Público), se produciría
un reparto justo, equitativo y saludable de la riqueza y de la
paz entre todos los países.

CAPITULO III:

Las viejas
teorías de David Ricardo

  • 1. Los Modelos de las Ventajas Absolutas y
    Relativas

D. Ricardo (1772-1823) demostró que no
sólo en el caso de que aparezca ventaja absoluta
existirá especialización y comercio internacional
entre dos países. Podrá ocurrir que uno de ellos no
posea ventaja absoluta en la producción de ningún
bien, es decir, que necesite más de todos los factores
para producir todos y cada uno de los bienes y servicios. A pesar
de ello, sucederá que la cantidad necesaria de factores
para producir una unidad de algún bien, en
proporción a la necesaria para producir una unidad de
algún otro, será menor que la correspondiente al
país que posee ventaja absoluta. En este caso decimos que
el país en el que tal cosa suceda tiene "ventaja
comparativa o relativa" en la producción de aquel
bien.

Según D. Ricardo "en un sistema de comercio
absolutamente libre, cada país invertirá
naturalmente su capital y su trabajo en los empleos más
beneficiosos. Distribuyendo el trabajo en la forma más
efectiva y económica posible al estimular la industria,
recompensar el ingenio y al hacer más eficaz el empleo de
las aptitudes peculiares con que lo ha dotado la naturaleza; al
incrementar la masa general de la producción, difunde el
beneficio por todas las naciones uniéndolas con un mismo
lazo de interés e intercambio común.

¿Pero, por qué un país determinado
se especializa en un producto concreto? La respuesta parece
obvia: cada país se especializará en aquellos
productos que pueda producir ventajosamente con respecto a los
demás países.

¿Y qué significa producir ventajosamente?
Adam Smith (1723-1790) respondió a esas preguntas
afirmando que los países se especializarán en
producir aquellos bienes sobre los que tengan una ventaja
absoluta, es decir, que sean capaces de producir el mismo
número de bienes aplicando menor cantidad de
trabajo.

Su discípulo David Ricardo dio un paso
más: demostró que todos los países se pueden
beneficiar especializándose cada uno en la
producción de bienes aunque no tengan ventaja absoluta en
ellos; es suficiente que tengan ventaja comparativa, es decir,
que sean capaces de producirlo a un precio menor.

El cuadro o tabla siguiente nos ilustrará sobre
los anteriores conceptos.

CUADRO VENTAJA ABSOLUTA

ESPAÑA

FRANCIA

TOTALES

? de obreros

10

10

Horas mensuales por obrero

140

140

Horas en cada par de zapatos

2

4

Horas en cada abrigo

10

7

Producción mensual sin
especialización

Pares de zapatos

5×140/2=350

5×140/4=175

525

Abrigos

5×140/10=70

5×140/7=100

170

Producción mensual
especializándose

Pares de zapatos

700

0

700

Abrigos

0

200

200

Comprendiendo la argumentación de Adam Smith
sobre la ventaja absoluta con un sencillo ejemplo. Supongamos que
hay dos empresas, una española y una francesa, que
trabajan o curten la piel. Ambas empresas tienen 10 obreros cada
una, que trabajan 140 horas al mes. Los obreros españoles
son más hábiles fabricando zapatos: hacen un par de
zapatos en sólo dos horas mientras que los trabajadores
franceses necesitan cuatro horas. En cambio los franceses son
más expertos con los abrigos de piel, ya que hacen uno en
siete horas mientras que los españoles necesitan diez. Es
decir, los españoles tienen una ventaja absoluta en la
fabricación de zapatos (necesitan menos tiempo para
hacerlos) mientras que los franceses tienen ventaja absoluta en
la fabricación de abrigos.

Si no existiese el comercio internacional, tanto la
empresa española como la francesa tendrían que
dedicar la mitad de sus empleados, a fabricar zapatos y la otra
mitad a fabricar abrigos. Mensualmente los españoles
podrían producir 350 pares de zapatos y 70 abrigos
mientras que la empresa francesa produciría 175 pares de
zapatos y 100 abrigos. Pero si existe la posibilidad de
especializarse e intercambiar productos, las empresas
podrán dedicar todos sus obreros a la producción en
la que son más hábiles, consiguiendo la
española 700 pares de zapatos y la francesa 200 abrigos.
Como la producción conjunta ha aumentado (antes
había sólo 525 pares de zapatos y 170 abrigos en
total) el comercio beneficiará a ambos países, que
podrán disponer de más zapatos y
abrigos.

Para la argumentación de David Ricardo, sobre la
ventaja comparativa o relativa. Imaginemos, por un momento, el
comportamiento de las mismas empresas del ejemplo anterior en el
caso de que la francesa tenga ventaja absoluta en la
producción de ambos bienes. Supongamos que ambas siguen
disponiendo de diez obreros cada una, que trabajan 140 horas
mensuales. Mantendremos el supuesto de que los obreros franceses
son mejores con los abrigos, fabricando uno en siete horas
mientras que los españoles necesitan dedicar diez horas.
Pero ahora los franceses resultarán también
más hábiles con los zapatos, fabricando un par cada
dos horas mientras que los obreros españoles necesitan
dedicar cuatro.

Si no hay comercio internacional entre sus
países, ambas empresas tendrán que dedicar parte de
sus trabajadores a cada uno de los productos. Supongamos que,
como antes, la empresa española dedica la mitad de los
obreros a cada uno de los bienes, consiguiendo así
producir mensualmente 175 pares de zapatos y setenta abrigos.
Para facilitar la comprensión del modelo, conviene que
supongamos ahora que la empresa francesa dedica siete
trabajadores a la producción de calzado y tres a la de
abrigos, con lo que conseguirá 490 pares de zapatos
mensuales y sesenta abrigos.

Aunque la empresa española es menos eficiente en
la producción de ambos tipos de bienes, tiene ventaja
comparativa en la producción de abrigos. Obsérvese
que, si no hay comercio internacional, el precio de los abrigos
españoles equivaldrá al de 2,5 pares de zapatos,
mientras que a los franceses les costará un abrigo lo
mismo que 3,5 pares de zapatos. Es decir, a los franceses les
resultan más caros los abrigos, en comparación con
los zapatos, que a los españoles. Un contrabandista
despabilado podría intentar sacar provecho de la
situación, llevando abrigos españoles a Francia y
zapatos franceses a España.

El cuadro resultante sería el
siguiente:

CUADRO VENTAJA COMPARATIVA

España

Francia

Totales

? de obreros

10

10

Horas mensuales por obrero

140

140

Hora por cada par de zapatos

4

2

Horas para cada abrigo

10

7

Precio abrigo/zapatos

1/2,5

1/3,5

Producción mensual sin
especialización

Pares de zapatos

5×140/4=175

7×140/2=490

665

Abrigos

5×140/10=70

3×140/7=60

130

Producción mensual
especializándose

Pares de zapatos

0

700

700

Abrigos

140

0

140

Si la empresa española dedica todos sus
trabajadores a fabricar abrigos y la francesa los suyos a
producir zapatos, el resultado conjunto será de
setecientos pares de zapatos, todos franceses, y ciento cuarenta
abrigos, todos españoles. El resultado conjunto sigue
siendo superior al que se conseguiría si no fuese posible
la especialización. Pues bien, ambos países
podrán disponer de más zapatos y más abrigos
que antes, por lo que ambos saldrán
beneficiados.

En cambio, la realidad de la elevada integración
de los sectores industriales de las economías modernas
hace que la mayor parte de los países importen y exporten
a la vez los productos de muchas industrias, ya sea en forma de
componentes, de artículos semiacabados o bien de producto
final.

Por último, en referencia a Adam Smith, digamos
que su "Indagación acerca de la naturaleza y las causas de
la riqueza de las naciones", publicada en el año de gracia
de 1776, constituyó una amplia e impresionante
investigación acerca de las condiciones que promueven o
impiden el bienestar económico de los pueblos del
orbe.

  • 2. Las Barreras Interpuestas al Libre
    Comercio Internacional

Un régimen comercial internacional de perfecto
librecambio, es decir, una situación idílica en la
que exista libre circulación de bienes y servicios entre
los países sin ningún tipo de trabas ni barreras,
no se ha dado nunca en la historia económica mundial. Ha
habido, eso sí, momentos de mayor o menor grado de
liberalización en las relaciones económicas
internacionales, pero siempre han existido algunas dificultades
impuestas por los países en contra de la libre
circulación de las mercancías. En la literatura
económica, a este tipo de disposiciones se les denomina
medidas proteccionistas.

Los argumentos empleados para justificar el
establecimiento de este tipo de medidas son diversos. En
ocasiones, lo que se pretende es proteger a una industria que se
considera estratégica para la seguridad nacional. Otras
veces se adoptan tales disposiciones para tratar de fomentar la
industrialización mediante un proceso de
sustitución de importaciones por productos fabricados en
el propio país. Otro argumento en defensa de las medidas
proteccionistas es el de hacer posible el desarrollo de las
"industrias nacientes", esto es, industrias que no podrían
competir con las de otros países donde se han desarrollado
con anterioridad.

Varios son, los motivos que justifican la
protección:

  • Por seguridad nacional. Además de la
    industria armamentística, protegen determinados
    sectores económicos considerados vitales para disponer
    de medios defensivos, como por ejemplo la industria naval o
    la aeronáutica.

  • Para eliminar la dependencia económica en
    sectores considerados básicos para el funcionamiento
    industrial, como por ejemplo la siderurgia.

  • Partes: 1, 2

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