Monografias.com > Derecho
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Resumen del libro El alma de la toga



  1. Introducción
  2. La moral del
    abogado
  3. El desdoblamiento
    psíquico
  4. El
    trabajo
  5. La
    palabra
  6. El arte y
    la Abogacía
  7. La
    clase
  8. Especialistas
  9. Libertad de
    defensa
  10. Los
    pasantes
  11. La
    toga
  12. La mujer en el
    bufete
  13. Hacia una justicia
    patriarcal
  14. Decálogo
    del abogado
  15. Conclusiones

Introducción

Ángel Ossorio al hacer éste libro nos
quiso hablar un poco de lo que esta pasando con todos los
abogados, de la inconciencia que existe, del amor que
le han perdido a la abogacía, un tanto para que
hagamos conciencia y corrijamos todos esos errores que
manchan la reputación del abogado y de la carrera de
Derecho.

Que nos dediquemos a ser realmente abogados y no
caigamos en lo que algunos abogados han caído, en
la corrupción en la falta
de ética profesional y más.

QUIEN ES ABOGADO

Ossorio considera que la abogacía no es una
consagración académica, sino una concreción
profesional. Y dice que nuestro titulo universitario no es de
"abogado", sino de "licenciado en derecho". Y que
para poder ejercer la profesión de "abogado".
Debe dedicar su vida a dar consejos jurídicos y
pedirjusticia en los tribunales. Y quien no haga esto
será todo lo licenciado que quiera pero abogado
no.

En su conclusión, el abogado es, el que ejerce
permanentemente la Abogacía. Los demás serán
solamente licenciados en derecho, pero nada
más.

LA FUERZA INTERIOR

Su afirmación es que: en el
hombre cualquiera que sea su oficio, debe creer
principalmente en sí. La fuerza que en sí mismo no
halle no la encontrará en ninguna otra parte.

Da una recomendación para las agresiones y
criticas de la gente: fiar en sí. Vivir la propia vida.
Seguir los dictados que uno mismo se imponga y desatender lo
demás.

En nuestro Ser, hallase la fuerza de las convenciones,
la definición de la justicia, el aliento para sostenerla,
el noble estimulo para anteponerla
al interéspropio.

Además menciona que el abogado tiene que
comprobar a cada minuto si se encuentra asistido de aquella
fuerza interior que ha de hacerle superior al
medio ambiente; y en cuanto le asalten dudas en éste
punto debe cambiar de oficio.

LA SENSACION DE LA JUSTICIA

Ser abogado no es saber el Derecho, sino conocer la
vida. El derecho positivo está en
los libros, pero lo que la vida reclama no está
escrito en ninguna parte. Quien tenga previsión,
serenidad, amplitud de miras y de sentimientos para advertirlo,
será Abogado; quien no tenga más inspiración
ni más guía que las leyes, será un
desventurado mandadero.

La justicia no es fruto del estudio, sino de una
sensación.

Ángel cita al ilustre novelista Henry Bordeaux.
Henry refiere que cuando visito al escritor Daudet y le
manifestó que era estudiante de Derecho, éste le
dijo: "las leyes, los códigos no deben ofrecer
ningún interés. Se aprende a leer
con imágenes y se aprende la vida con hechos.
Procure ver y observar. Estudie la importancia de los intereses
en la vida humana.

En resumen lo que quiere decir con las palabras "la
sensación de la justicia" es que procuremos no actuar tan
apegados a las leyes, que usemos lo que nosotros tenemos
conceptualizado como bueno, equitativo, prudente, cordial y sobre
todo justo.

La moral del
abogado

En la moral del abogado de lo que Ossorio nos
habla es del criterio que debe tener un abogado. Y comienza: La
abogacía no se cimienta en la lucidez del ingenio, sino en
la rectitud de la conciencia. Malo será que erremos y
defendamos como moral lo que no es; pero si nos hemos equivocado
de buena fe, podemos estar tranquilos. Cita las palabras del
novelista Collete Iver. "Nuestro oficio ¿es hacer triunfar
a la justicia o a nuestro cliente? ¿Iluminamos al
Tribunal o procuramos cegarle?

Cuando un abogado acepta una defensa, es porque estima –
aunque sea equivocadamente- que la pretensión de su
tutelado es justa, y en tal caso al triunfar el cliente triunfa
la justicia, y nuestra obra no va encaminada a cegar sino a
iluminar.

También da unos consejos a los abogados. Hay que
ser refractario al alboroto. Soportar la amargura de una censura
caprichosa e injusta, es carga añeja a los honores
profesionales. Debajo de la toga hay que llevar la
coraza.

Abogado que sucumba al que dirán debe tener su
hoja de servicios manchada con la nota de
cobardía. No digo que el juicio público no sea
digno deatención. Lo que quiero decir es que
después de adoptada una resolución, vacilar ni
retroceder por miedo a la critica, que es un monstruo de cien
cabezas irresponsables y faltas de
sindéresis.

Cuando se ha marcado la línea del deber hay que
cumplirla a todo trance. El transeute que se detenga a escuchar
los ladridos de los perros, difícilmente
llegará al término de su jornada.

LA SENSIBILIDAD

El abogado no puede ser ni frío de alma ni
emocionable.

El abogado actúa sobre las pasiones, las ansias,
los apetitos en que se consume la humanidad. Si
su corazón es ajeno a todo ello
¿cómo lo entenderá sucerebro? Quien no sepa
del dolor, ni comprenda el entusiasmo, ni ambicione la felicidad,
¿cómo acompañará a los
combatientes?

Y sin embargo, ¿es lícito siquiera que
tomemos los bienes y males ajenos como si fueran
propios, y obremos como comanditarios del interés que
defendemos? De ningún modo. La sabiduría popular ha
dicho acertadamente que "pasión quita conocimiento" y
"que nadie es juez en causa propia".

De la conveniencia nos dice: El letrado que ha de
obtener la misma remuneración legitima, cualquiera que sea
el resultado del negocio, aconseja con templanza, procede con
mesura, hace lo que la moral y la ley consienten. El
que sabe que ganará más o menos según la
solución que obtenga, tiene ya nublada la vista por la
codicia, pierde su serena austeridad, participa de la
ofuscación de su defendido, lejos de ser un canal es un
torrente.

El desdoblamiento
psíquico

El profesor Ángel Majorana denomina
desdoblamiento psíquico al fenómeno con el cual "el
abogado se compenetra con el cliente de tal manera, que pierde
toda su postura personal". Ossorio piensa que el
desdoblamiento psíquico no ha de interpretarse en el
sentido que lo hace Majorana, diciendo: "el abogado no soy yo,
sino mi cliente", sino en el de la duplicidad de personalidades,
"hasta tal punto soy mi cliente, practicando un doble
renunciamiento, y desde tal punto soy yo mismo. Usando facultades
irrenunciables".

Ossorio encuentra plausible y santo renunciar a los
intereses, al bienestar, al goce, para entregarse al bien del
otro; matar el sensualismo en servicio del deber o el
ideal. Eso es sustancial en la abogacía. Defender sin
cobrar, defender a quien nos ofendió, defender a costa de
perder amigos y protectores, defender afrontando la injuria y la
impopularidad.

En esta disposición del ánimo está
la esencia misma de la abogacía, que sin tales prendas
perdería su razón de existir.

LA INDEPENDENCIA

Hablando de independencia en el sentido
de libertad creo que se define claramente
el concepto de este subtema con las palabras de Mr.
Raymond Poincaré: "en ninguna parte es más completa
la libertad que en el foro.
La disciplina profesional es leve para los ciudadanos
de su dignidad y apenas añade nada a los deberes
que una conciencia poco delicada se traza a sí misma.
Desde que se crea por su trabajo una situación
regular, el Abogado no depende más que de sí mismo.
Es el hombre libre, en toda la extensión de la
palabra. Solo pesan sobre él servidumbres voluntarias;
ninguna autoridadexterior detiene su actividad individual, a
nadie da cuenta de sus opiniones, de sus palabras ni de sus
actos. De ahí en el Abogado un orgullo natural, a veces
quisquilloso, y un desdén hacia todo lo que es oficial y
jerarquizado".

El
trabajo

En cuanto a la manera de trabajar sería osado
querer dar consejos, pues sobre tal materia es tan
aventurado escribir como la del gusto. Sin embargo doy una
opinión personal. Parece lógico que antes de coger
la pluma se haya agotado el estudio en los papeles y en los
libros. Seriamente, así debe hacerse y no es recomendable
ningún otro sistema.

A mi entender, todas las horas son buenas para trabajar
pero más especialmente las primeras de la mañana.
Desde las 6 hasta las 10 y ahí va la razón. A
partir de las 10 de la mañana nadie dispone de sí
mismo. La consulta, las conferencias con otros colegas, las
diligencias y vistas, las atenciones familiares la vida de
relación y las necesarias expansiones del espíritu
consumen todo nuestro tiempo.

Muchos advierten que da lo mismo trasnochar, recabando
el tiempo cuando los demás se acuestan. No lo estimo
así, porque antes de las 10 de la mañana podemos
dar al trabajo nuestras primicias y después de las 10 a.m.
no les concedemos sino nuestros residuos. Con la cabeza despejada
ordenan las ideas, se distribuyen las atenciones, se aprovecha el
estudio.

En fin, todas las reglas del trabajo pueden reducirse a
ésta: hay que trabajar con gusto. Logrando acertar con la
vocación y viendo en el trabajo no sólo
un modo de ganarse la vida, sino la válvula para la
expansión de los anhelos espirituales, el trabajo es
liberación, exaltación, engrandecimiento. De otro
modo es insoportable esclavitud.

La
palabra

Por la palabra se enardecen o calman ejércitos y
turbas; por la palabra se difunden las religiones, se
propagan teorías y negocios, se alienta al
abatido, se doma y avergüenza al soberbio, se tonifica al
vacilante, se viriliza al desmedrado. Unas palabras, las de
Cristo, bastaron para derrumbar una civilización y crear
un mundo nuevo. Los hechos tienen, sí, más fuerza
que las palabras; pero sin las palabras previas los hechos no se
producirían.

Abominen de la palabra los tiranos porque les condena,
los malvados porque les descubre y los necios porque no la
entienden. Pero nosotros, que buscamos la convicción con
las armas del razonamiento, ¿cómo hemos
de desconfiar de su eficacia?

ELOGIO DE LA CORDIALIDAD

A este tema no le encontré mucha relación
con el titulo de "elogio de la cordialidad" pero voy a resumir lo
que quiso decir Ossorio al lector.

Al comienzo habla de los abogados y los jueces. De como
se tiene ya la mala y errónea idea de que el juez hace
favoritismos y el abogado miente. Permítanme explicarlo de
una manera mas clara. El juez piensa del abogado: "¿En
qué proporción me estará engañando? y
el abogado piensa del juez: ¿A qué influencia
estará sometido para frustrarme la justicia?"

Nos hallamos tan habituados a pensar mal y a mal decir,
que hemos dado por secas las fuentes puras de los actos
humanos. Gran torpeza es esta. Lasacciones todas y
más especialmente las que implican un hábito y un
sistema, como las profesionales- han de cimentarse en la fe, en
la estimación de nuestros semejantes, en la
estimación de nuestros semejantes, en la ilusión de
la virtud, en los móviles levantados y generosos. Quien
juzgue irremediablemente perversos a los demás,
¿cómo ha de fiar en sí mismo, ni en su
labor, ni en su éxito? Hay que poner el
corazón en todas las empresasde la vida.

CONCEPTOS ARCAICOS

Para los jueces cumplir la regla al pie de la letra es,
en muchas ocasiones, criminal; y si los jueces no han de hacerse
cómplices de corrupciones o abandonos, deben usar su
criterio para obtener resultados satisfactorios en un juicio, ya
que en muchas ocasiones los reglamentos son oscuros y faltos de
verdad y humanismo. Así que el juez debe resolver los
casos como lo juzgue mejor y no tal y como lo dicen
Códigos y autos.

El arte y la
Abogacía

No es abogado quien no tiene una
delicada percepción artística.

Algunos tienen como elementos de expresión la
aritmética, la química o
el dibujo lineal, nosotros usamos la palabra escrita y
hablada, es decir, la más noble, la más elevada y
artística manifestación del pensamiento. No
existe antagonismo entre el Arte y la Abogacía.

El abogado debe tener inexcusablemente:

  • una revista jurídica de su
    país y otra extranjera.

  • Una mitad – según las aficiones – de todos
    cuantos libros jurídicos se publiquen en su
    país.

  • Unos cuantos libros de novela,
    versos, historia,
    crónica, críticasociología y política.

Las novelas y los versos los recomendé
porque son la gimnástica del sentimiento y
del lenguaje. Son para que el abogado amplíe el
horizonte ideal y mantenga viva la renovada flexibilidad del
lenguaje.

Un abogado debe ubicar los libros como articulo de
primera necesidad y dedicar a su adquisición un cinco, un
cuatro o un tres por ciento de lo que se gane, aunque para ello
sea preciso privarse de otras cosas. Y si el abogado no puede
alcanzar ni aún ese límite mínimo, que no
ejerza. La abogacía es profesión de señores
y, a la manera que el derecho dé sufragio, debe estar
vedada a los mendigos. No se eche esto a cuenta de un orgullo
mortificante, sino a la de una rudimentaria dignidad. Que
diríamos de un médico que no tiene estetoscopio
para auscultar. Pues apliquemos la alusión al abogado y
tratémosle de igual manera.

La
clase

Los abogados, por lo mismo que
nuestra misión es contener, cuando cesamos en
ella buscamos la paz y el olvido. No hay campañas
de grupo contra grupo, ni ataques en la prensa, ni
siquiera pandillas profesionales como en otras profesiones. Al
terminar la vista o poner punto a la conferencia, nos
despedimos cortésmente y no nos volvemos a ocupar el uno
del otro. Apenas y de vez en cuando nos dedicamos un comentario
mordaz o irónico. Nuestro estado de alma es la
indiferencia; nuestra conducta, un desdén
elegante.

Hay una costumbre que acredita la delicadeza de
nuestra educación. Después de sentenciado un
pleito y por muy acre que haya sido la controversia, jamás
el victorioso recuerda su triunfo al derrotado. Por el contrario,
el vencido es quien suele suscitar el tema felicitando a su
adversario – incluso públicamente – y ponderando sus
cualidades de talento, elocuencia y sugestión, a las que,
y no a la justicia de su causa, atribuye el éxito
logrado.

Las clases no implican desnivel personal sino
diferenciación en el cumplimiento de los deberes
sociales.

CÓMO SE HACE UN DESPACHO.

La condición inexcusable para triunfar en una
profesión es sabré ejercerla. Un tonto puede
prevalecer en lo que depende de la merced, mas no en lo que
radica en el crédito público.

Medios que un letrado tiene para darse a
conocer:

La Asociación. O sea, trabajar en
colaboración, estableciéndose bajo una razón
social dos o más compañeros y creando entre todos
un consultorio. Repruebo sin vacilar
ese( procedimiento por esencialmente incompatible con
nuestra profesión. ¿Cómo será posible
dividir en partes alícuotas la estimación de un
problema y el modo de tratarle y
la responsabilidad del plan adoptado?

El anuncio. Aunque algunos lo admiten, afortunadamente
la mayoría lo considera como una degradación. Es
lícito decir "yo vendo buen( café" ¡pero
es grosero anunciar "yo tengo honradez y talento"!. Sólo
con atreverse a decir esto, se está demostrando la
carencia de las prendas más delicadas e indispensables en
la psicología forense.

La exhibición. Aunque duela un poquillo la
palabra, hay que usarla en su aceptación noble, para venir
a parar en que éste es el único medio lícito
para darse a conocer. Poner en manifiesto lo
que( llevamos dentro y lo que somos capaces de
hacer.

Hablar de los compañeros que se han dado a
conocer como letrados después de haber sido Ministros.
Estos son casos aislados y no constituyen sistema.(

Especialistas

Si el hombre es siempre esclavo de la misma tarea, se
degrada.

En la abogacía, la especialización toca
los limites del absurdo. Simplemente no se puede ser especialista
en una sola cosa, porque en la abogacía como en muchas
otras profesiones, en un solo caso, gran parte de las veces, se
necesita de varias materias de Derecho. Nuestro campo
de acción es el alma, y esta no tiene
casilleros. ¿Se concibe un confesor para la lujuria, otro
para la avaricia y otro para la gula? ¡Pues igual en
nuestro caso!

No es indiferente ni inofensivo el proceder mediante
especializaciones, porque ellas, aún contra nuestra
voluntad, pesan enormemente en el juicio y unilateral
izándose nos llevan al error. El civilista nunca
creerá llegada la ocasión de entrar en una causa,
cuando, a veces, con una simple denuncia se conjuraría
el daño o se prepararía el arreglo; el
criminalista todo lo verá por el lado penal y
fraguará procesos quiméricos o
excusará delitos evidentes.

Esta y no otra es la razón de que tan pocas veces
un profesor en un buen abogado. El profesor ve un sector de la
vida, forma en él su enjuiciamiento… y todo lo
demás se le escapa.

Convenzámonos de que en el foro. Como en
las funciones de gobierno, no hay barreras
doctrinales, ni campos acotados, ni limitaciones del
estudio.

Para el abogado no debe haber más que dos clases
de asuntos: unos en que hay razón y otros en que no la
hay

LA HIPERBOLE.

La exageración de la verdad, tan común
entre los abogados, debe ser evitada. El buen gusto suele correr
parejas con la dignidad y el pudor. Quien sepa guardar su recato
y ocupar su puesto, de fijo no fraternizará con
sus clientes en lo criminal ni los divinizará en
lo civil.

Antes de abrir los registros estruendosos,
mire bien si el caso lo merece o no; y en caso de duda, haya de
la hipérbole y aténgase al consejo
cervantino:

Llaneza muchacho, llaneza.

Libertad de
defensa

El particular debe ser libre para defenderse por
sí mismo. Salvo en los casos en que esa libertad puede
dañar al derecho de las otras partes o al interés
público.

Para el ciudadano es vejatorio que le obliguen a decir
por boca ajena lo que podría expresar con la propia, y que
una cosa tan natural como el pedir justicia haya de confinarla
precisamente a un técnico. El pretorio debería
tener sus puertas abiertas a todo el mundo, sin atender a otro
ritualismo que al clamor de quien solicita lo que ha de
menester.

Con ello los abogados ganaríamos en prestigio sin
perder sensiblemente en provecho. Lo primero, porque al no ser
nuestro ministerio forzoso, sino rogado, se acrecentaría
nuestra autoridad. Lo segundo, porque serían pocos los
casos en que se prescindiera de nuestra tutela.

Pero se trata de una cuestión de principios,
y aunque hubiera de desaparecer por inútil nuestra
profesión, esto sería preferible a mantenerla
cohibiendo a la sociedad entera y permitiendo que, en
vez de buscarnos, nos soporte.

EL AMIANTO

Tengo a los financieros mucha consideración
porque sin su capacidad de iniciativa, sin su sed de oro,
sin su acometividad y sin su ética maleable, muchas cosas
buenas quedarían inéditas y el progreso material
sería mucho más lento. Mas no concibo al Abogado
Financiero, por la sencilla razón de que si es financiero
no puede se r Abogado.

Si un abogado es Financiero, porque al serlo,
estarían mezclando el interés propio con el ajeno y
poniendo en cada asunto el albur de hacerse poderosos, vienen a
consagrar inmensos pactos de cuota-bilis; una cuota-litis
hipertrofiada.

Poder y riqueza, fuerza y hermosura, todas las
incitaciones, todos los fuegos de la pasión han de andar
entre nuestras manos de abogados sin que nos quememos. El mundo
nos utiliza y respeta en tanto en cuanto tengamos la
condición del amianto.

Los
pasantes

Para la generalidad de los licenciados,
las obligaciones del pasante aparecen establecidas en
este orden:

1ª. Leer los periódicos.

2ª. Liar cigarrillos y fumarlos en abundancia
cuidando mucho de tirar las cerillas, la ceniza y las colillas
fuera de los ceniceros.

3ª. Comentar las gracias, merecimientos y
condescendencias de las actrices y cupletistas
de moda.

4ª. Disputar – siempre a gritos – sobre
política, sobre deportes y sobre el crimen de
actualidad.

5ª. Ingerir a la salida del despacho cantidades
fabulosas de patatas fritas a la francesa,
pasteles, cerveza y vermouth.

6ª. Leer distraídamente autos,
saltándose indefectiblemente los fundamentos de derecho en
todos los escritos y, en su integridad el escrito de
conclusiones.

La enseñanza del bufete no tiene otra
asignatura sino la de mostrarse al Abogado tal cual es y
facilitar que le vean sus pasante s. No hay lecciones orales, ni
tácticas de dómine, ni obligaciones exigibles, ni
sanción. Si bien se mira, existe una fiscalización
del pasante hacia su maestro, pues, en puridad, este se limita a
decir al otro. "entérese usted de lo que hago yo, y si lo
encuentra bien, haga usted lo mismo". Por es o el procedimiento
de la singular enseñanza consiste en establecer
una comunicación tan frecuente y cordial cuanto
sea posible.

LA DEFENSA DE LOS POBRES

Constituye la defensa de los pobres
una función de asistencia pública, como
el cuidado de los enfermos menesterosos. El Estado no
puede abandonar a quien, necesitado de pedir justicia, carece de
los elementos pecuniarios indispensables para sufragar
los gastos del litigio. Mas para llenar esa
atención no hace falta, como algunos escritores sostienen,
crear cuerpos especiales, ni siquiera encomendarla al
ministerio fiscal. Los colegiados de Abogados se bastan para
el menester, lo han cubierto con acierto desde tiempo inmemorial,
y debieran tomar como grave ofensa el intento de
arrebatárselo.

La
toga

La toga no representa por sí sola
ninguna calidad, cuando no hay cualidades verdaderas debajo
de ella se reduce a un disfraz irrisorio. Pero después de
hecha esta salvedad, en honor al concepto fundamental de las
cosas, conviene reconocer que la toga, como todos los atributos
profesionales, tiene para el que la lleva, dos significados:
freno e ilusión; y para el que la contempla, otros dos:
diferenciación y respeto.

La toga es freno, porque cohíbe la libertad en lo
que pudiera tener de licenciosa. Es ilusión, por nuestra
función. Por nuestro valer. Por nuestra
significación.

Es diferenciación, porque ella nos distingue de
los demás circunstantes en el tribunal; y siempre es bueno
que quien va a desempeñar una alta misión sea
claramente conocido. Y respeto, porque el clarividente sentido
popular, al contemplar a un hombre vestido de modo tan severo,
con un traje que consagraron los siglos; y, que sólo
aparece para menesteres trascendentales de la vida, discurre con
acertado simplicísimo: "ese hombre debe ser bueno y
sabio".

El abogado que asiste a una diligencia en el local
infecto de una escribanía, usa un léxico, guarda
una compostura y mantiene unas formulas de relación
totalmente distinta de las que le caracterizan cuando sube a un
estrado con la toga puesta.

La mujer en el
bufete

Como el libro va dedicado a compañeros
principales, les diré que importa mucho para vestir la
toga (cuya bolsa, por cierto, debe ser bordada por la novia o la
esposa) casarse pronto y casarse bien.

¿Procedimiento? Enamorarse mucho y de quien lo
merezca.

¿Receta para encontrar esto último?
¡Ah! Eso radica en los arcanos sentimentales. El secreto se
descubrirá cuando algún sabio atine a
reducir el amor a una definición.

Nada más de la mujer. Vamos con las mujeres.
Voy a hacer una dramática declaración. El Abogado
no tiene sexo. Así como suena.

Es decir, tenerle sí que le tiene… y,
naturalmente, no le está vedado usar de él. Pero en
su estudio y en relación con las mujeres que en él
entran, ha de poner tan alta su personalidad, de
considerarla tan superior a las llamaradas de la pasión y
al espoleo de la carne, que su exaltación le conduzca a
esta paradoja: el abogado es un hombre superior al hombre. Esto
lo digo en el caso de que a un Abogado le toque alguna mujer muy
atractiva como cliente. El abogado debe ver el atractivo del caso
y no el de la dama.

En pocas palabras, la mujer, con el sexto sentido que
tiene, se convertirá, aparte de nuestra pareja, en nuestra
mejor consejera en nuestros casos. Por eso recomiendo que exista
entera comunicación del Abogado hacia su mujer. Claro,
esto solamente cuando la mujer está interesada.

Hacia una
justicia patriarcal

Las condiciones apetecibles e indispensables,
según mi entender, para un buen procedimiento judicial,
son estas cuatro: oralidad, publicidad, sencillez y
eficacia. En breve hablaré de ellas.

La justicia debe ser sustanciada por medio de la
palabra. Esto por las siguientes razones:

Primera. Por ley natural. Al hombre le fue dada la
palabra para que, mediante ella se entendiera con sus semejantes.
La escritura es un sucedáneo hijo del
progreso.

Segunda. Por economía de
tiempo.

Tercera. El procedimiento oral es el supuesto
imprescindible para la publicidad. Lo sustancial es que hablen a
los jueces las partes o sus letrados.

Cuarta. Por seguridad de que los jueces se
enteran de las cuestiones. Claro que el Juez o Magistrado que
recibe unos autos los debe estudiar hemos de suponer que lo hace.
Pero los puede leer bien o leerlos mal o no leerlos. Puede
entender todas las razones o dejar de entender algunas y en este
último caso no tiene a quien pedir mejor
explicación.

Decálogo
del abogado

1º. No pases por encima de un estado de tu
conciencia.

2º. No afectes una convicción que no
tengas.

3º. No te rindas ante la popularidad ni adules a la
tiranía.

4º. Piensa siempre que tú eres para el
cliente y no el cliente para ti.

5º. No procures nunca en los tribunales ser
más que los magistrados, pero no consientas ser
menos.

6º. Ten fe en la razón, que es lo que en
general prevalece.

7º. Pon la moral por encima de las
leyes.

8º. Aprecia como el mejor de los textos el sentido
común.

9º. Procura la paz como el mayor de los
triunfos.

10º. Busca siempre la justicia por
el cambio de la sinceridad y sin otras armas que las de
tu saber.

Conclusiones

Con este libro pude analizar lo que es un abogado, en el
sentido en el que realmente debemos hacer en nuestra carrera y
rechazar todo lo malo que hay también, como lo son todos
los actos de corrupción los chantajes, la falta
de ética profesional, para que no caigamos en esos
actos que lo único que hacen es manchar la
reputación de todos los abogados y de la
carrera.

Ya que creo que es uno de los mensajes que nos quiere
dar Ángel Ossorio con este libro, porque se ve que es
una persona muy comprometida con su carrera y con su
vida profesional, que hagamos conciencia y limpiemos todos los
errores que muchos otros que se dicen abogados han
manchado.

 

 

Autor:

Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo
S.

"A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD
DE INFORMACION"

Monografias.com

Santiago de los Caballeros,

República Dominicana,

2014.

"DIOS, JUAN PABLO DUARTE Y JUAN BOSCH
-POR SIEMPRE"

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter