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La transición energética. Una nueva cultura de la energía (página 2)



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La extracción del carbón se verifica en dos tipos de explotaciones: subterráneas y a cielo abierto. Sus reservas son mucho más abundantes que las de petróleo o de gas natural y están distribuidas de forma más homogénea por el mundo. Se estima que son suficientes para satisfacer la demanda actual durante más de 200 años.

Sus aplicaciones son las siguientes:

Generación de electricidad (2/3 partes).

Industria siderúrgica. Fabricación de cemento.

3.2). El petróleo y el gas natural.

El petróleo y el gas natural tienen su origen, según la teoría más extendida entre los geólogos, en sedimentos orgánicos marinos acumulados en mares poco profundos y tranquilos, donde en un periodo de millones de años se han ido transformando en hidrocarburos por la acción de bacterias anaerobias, la presión y la temperatura. En etapas posteriores se han ido produciendo migraciones a regiones más próximas a la superficie, que se han detenido al alcanzar una capa de roca impermeable. Se han originado así yacimientos y agrupaciones de estos, denominados campos. Esta teoría explica porqué todas las acumulaciones comerciales de petróleo y gas se encuentran en cuencas sedimentarias.

Los yacimientos de hidrocarburos están formados por una rica mezcla de moléculas de hidrocarburos, compuestos formados por átomos de carbono e hidrógeno en diferentes números y configuraciones, junto con otras sustancias como agua salada, sulfuro de hidrógeno, dióxido de carbono, etc.

Se distinguen dos tipos de depósitos:

Los que contienen principalmente hidrocarburos líquidos en condiciones normales, depósitos petrolíferos.

Los que contienen hidrocarburos gaseosos, depósitos de gas natural.

Lo más habitual es encontrar estructuras que tienen zonas diferencias verticalmente de petróleo y gas. En ocasiones los gases y los líquidos más ligeros se han liberado a la atmósfera y los hidrocarburos más pesados y alquitranes han quedado en el yacimiento, formando depósitos llamados bituminosos. Los hidrocarburos se encuentran bajo la superficie bajo unas presiones y temperaturas más elevadas. Normalmente no ocupan grandes cavidades sino que están en pequeños poros de las rocas. A veces se les ha comparado con un terrón de azúcar mojado en el café.

Previa a la explotación se hace necesaria una etapa de exploración, que puede durar varios años. Existen pocas diferencias entre la búsqueda de petróleo y gas. Una vez localizado el yacimiento y tomada la decisión de explotarlo es necesaria una infraestructura para su explotación (pozos, depósitos, oleoductos, etc.).

Finalmente se hace necesario un proceso de refino para separar la mezcla de hidrocarburos en que consiste el crudo. Se obtienen así los siguientes productos: Gases del petróleo: utilizados sobre todo en la calefacción, cocina y ciertos procesos petroquímicos.

Nafta. Producto intermedio.

Gasolina: en motores convencionales.

Queroseno: en motores de aviación y en vehículos terrestres muy pesados. Gasóleo: en motores diesel y para calefacción.

Lubricantes.

Fuelóleo: combustible industrial.

Elementos residuales: asfalto, alquitrán, ceras, coque.

El transporte del petróleo se realiza mediante oleoductos y barcos petroleros (la mitad del volumen en toneladas del comercio marítimo mundial).

Las reservas de petróleo están fuertemente concentradas: las dos terceras partes en Oriente próximo y de hecho un 25% del total en un solo país, Arabia Saudí. Después otros países como Iraq, Kuwait, EAU e Irán, con un 10% cada uno. Por detrás están países como Venezuela (7%) o Rusia (5%). El resto de países tienen reservas inferiores a un 5%.

En los últimos 25 años las reservas de petróleo crecieron de 90.000 millones de toneladas a 140.000 millones. En cualquier caso existe una gran incertidumbre sobre las reservas de petróleo remanentes. Existen posturas más pesimistas que consideran que han tocado techo y no se producirán grandes hallazgos, frente a otras que, más optimistas confían en nuevas tecnologías que permitan la recuperación de recursos cuya explotación es económicamente inviable hoy día, además de la explotación de otras formas como las pizarras bituminosas.

El gas natural se transportan mediante gasoductos y barcos metaneros y su transporte es más costoso que el del petróleo. Por eso con frecuencia se dice que es un combustible para países ricos, capaces de hacer frente la gran inversión inicial que implica. La distribución se realiza mediante canalizaciones que funcionan a presiones inferiores a 16 bares que los llevan a otras redes intermedias. Estas funcionan a medias presiones y alimentan a otras de baja presión que finalmente las conducen a las industrias y los hogares. Las grandes centrales productoras de energía pueden hallarse directamente conectadas a las redes de transporte.

El gas natural está mejor distribuido que el petróleo, aunque la mayoría de las reservas se reparten entre Rusia, las repúblicas del Cáucaso y Asia Central y Oriente Próximo. Entre Rusia (31%) e Irán (15%) reúnen casi la mitad de las reservas mundiales. Existe en el caso del gas la misma disparidad de opiniones sobre el monto total de las reservas existentes, aunque las predicciones son más optimistas que en el caso del petróleo.

A ello responde la proclamación de 2012 como Año Internacional de la Energía Sostenible para Todos, algo que no constituye una conmemoración más, sino que expresa e impulsa un proyecto auténticamente revolucionario promovido por Naciones Unidas y hoy técnicamente posible: la urgente transición desde los recursos energéticos no renovables y contaminantes a la energía limpia y sostenible. Una transición capaz de satisfacer las necesidades energéticas del conjunto de la humanidad y que constituye una componente clave para evitar los desastres ecológicos y sociales y hacer posible un futuro sostenible

Las necesidades de energía en el mundo crecen de forma continua debido a dos factores: el aumento de la población y el del consumo per capita asociado a un mayor nivel de bienestar de los países más pobres. Por esta razón se registra un incremento medio en el consumo total de energía del orden del 1,5% anual. Pero lo más grave es que la calidad de la energía producida empeora, con el resultado de que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera asociadas al uso de los combustibles fósiles, está aumentando a un ritmo superior, aproximadamente un 2,5% anual en lo que va de siglo. La razón no es otra que la presencia creciente del carbón como fuente de energía primaria, especialmente en los países más poblados y con desarrollo más rápido, China e India, que compensa con creces la sustitución parcial del carbón por gas natural en otros (esencialmente en Estados Unidos debido a La extracción masiva de gas de esquisto).

Para colmo, dos países muy industrializados y comprometidos en la lucha contra el cambio climático han contribuido al empeoramiento de la calidad de la energía. En Japón, tras Fukushima, el cierre de la práctica totalidad de las centrales nucleares en funcionamiento, que proporcionaban el 30% de la electricidad del país, ha llevado a que una gran parte de esa energía sea ahora generada a partir de combustibles fósiles, habiendo abandonado formalmente los objetivos fijados de reducción de emisiones. En Alemania, uno de los países líderes en la promoción de energías alternativas, y por la misma razón, se han cerrado un cierto número de reactores nucleares cuyo resultado ha sido el aumento de la contribución del carbón como fuente de energía y el de las emisiones anuales por primera vez en décadas.

La transición energética tras Rio+20

La falta de compromisos vinculantes en la Cumbre Rio+20 sobre Desarrollo Sostenible, como muestra el documento "El futuro que queremos" (Ver enlace al final), aprobado a su término con solo buenas intenciones y vagas promesas, ha generado la decepción de quienes reclamábamos fundamentadamente acuerdos ambiciosos para hacer frente a la actual situación de emergencia planetaria. Así lo ha expresado, entre otros, el Grupo Principal de Comunidades de Ciencia y Tecnología (una de las nueve comunidades que tuvieron acceso oficial al proceso de negociación), lamentando que el documento final no se refiera al concepto de "límites planetarios", ni se haya aprovechado la oportunidad para expresar la "profunda alarma" de la comunidad científica sobre el estado de los recursos del planeta, el aumento continuo de las emisiones de gases de efecto invernadero, la inseguridad alimentaria, etc. Y lamenta, sobre todo, que no se hayan sentado las bases para una urgente transición energética hacia una economía baja en carbono, que aparece como una componente clave para evitar los desastres ecológicos y sociales y hacer posible un futuro sostenible.

Ha faltado, sin duda, voluntad política… pero esta no es la voluntad de los políticos, sino del conjunto de la sociedad: hemos de reconocer que, pese al esfuerzo de algunos, no se ha ejercido la presión social requerida sobre los líderes políticos. Parece que la urgencia de la crisis económica ha impedido a buena parte de los movimientos sociales y medios de comunicación ocuparse debidamente de los retos de Rio+20, es decir, del conjunto de problemas, estrechamente vinculados, que amenazan nuestro futuro: muchos no han comprendido que la actual crisis solo se resolverá en la medida en que demos paso a un nuevo modelo económico y civilizatorio que propicie un desarrollo humano realmente sostenible. Un desarrollo que ponga en marcha una profunda transición energética, hoy técnicamente posible, para hacer accesibles a todos recursos energéticos limpios y sostenibles y reducir drásticamente las emisiones de efecto invernadero. Un desarrollo que posibilite la gestión racional y sostenible de los recursos básicos, que garantice la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza, etc. La construcción de un futuro sostenible no es algo que pueda posponerse para ocuparse ahora de "lo urgente", es decir, de la crisis económica. Es, por el contrario, la única vía para superar esta crisis, que no es solo económica sino socioambiental, por lo que reclama medidas educativas y políticas, además de científicas y tecnológicas.

Está en nuestras manos, sin embargo, lograr que "las buenas intenciones y las vagas promesas" de Rio+20 se traduzcan en hechos. Está en las manos de todas y todos seguir impulsando el futuro que queremos y que necesitamos. Ejemplos precedentes como el acuerdo mundial -largamente pospuesto pero finalmente logrado- para dejar de producir los "freones", que destruyen la capa de ozono, nos hacen ver la necesidad de perseverar. La comunidad científica, los educadores y la ciudadanía en general hemos de proseguir los esfuerzos hasta lograr un clima de exigencia social que venza las inercias e intereses a corto plazo. Por ello hay que saludar la Cumbre de la Tierra Rio+20 no se haya dado por terminada con la firma de un documento de buenos propósitos que a nadie obliga: se han creado instancias para el seguimiento e impulso de los compromisos voluntarios adquiridos por todo tipo de instituciones (desde organismos internacionales como el Banco Mundial o la Unión Europea, a gobiernos nacionales o empresas). En particular se ha creado la web "La nube de compromisos"en la que se da cuenta de los avances en la realización de cada uno de ellos, lo que se convierte en una eficaz presión positiva y tiene, además, un efecto de llamada para la incorporación de nuevos compromisos. Cabe señalar que gran parte de los mismos están dirigidos a promover la transición energética, apoyando la investigación e innovación al respecto (y la transferencia de tecnología a los países en desarrollo) para promover un cambio de paradigma en el transporte y movilidad (Replogle y Hughes, 2012), así como en la construcción de viviendas y planificación urbana (Taipale, 2012; Belsky, 2012), para reducir su impacto.

Pero esta transición energética solo es concebible, es preciso insistir, como parte de la transición global a la Sostenibilidad y ha de ser solidaria, pues, de otras transformaciones igualmente necesarias para el logro de un futuro sostenible, como la superación del actual modelo económico "marrón", basado en un crecimiento continuado, depredador, contaminante e insolidario, generador de desequilibrios e insostenible. Los retos que plantea el logro de la Energía Sostenible para Todos reclaman, en definitiva, una implicación generalizada de la comunidad científica y del conjunto de la ciudadanía.

Conclusiones

La degradación socio ambiental se ha acelerado y hoy la reclamación de una urgente y profunda transición energética como elemento clave para el logro de una sostenibilidad satisfactoria viene apoyada por numerosos y rigurosos informes científicos. A ello responde la proclamación por Naciones Unidas de 2012 como Año Internacional de la Energía Sostenible para Todos, algo que no constituye una conmemoración más, sino que expresa e impulsa un hecho auténticamente revolucionario y de gran trascendencia, tanto para el conjunto de la ciudadanía mundial como para la comunidad científica: la necesaria transición desde las energías no renovables y contaminantes a la energía sostenible.

Referencias

http://www.un.org/es/documents/ag/resga).

http://www.uncsd2012.org/rio20/

http://www.oei.es/decada/accion.php?accion=23

http://www.iepe.org/tag/la-transicion-energetica-una-nueva-cultura-de-la-energia/

Anexos

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DEDICATORIA:
Primeramente a Dios por darme salud, amor, cariño, cuidarme y dándome
lo necesario dia a dia para lograr todos mis objetivos.
A mis padres por esa motivación, alegría y aprecio que me han
convertido en una persona de bien que lucha por lo que quiere.

AGRADECIMIENTO:
A dios por darme esa fortaleza de seguir luchando en la vida, a mis padres que
cada palabra que me dicen son consejos que trato de aprender y reflexionar.
Por darme estudio para surgir y ser un profesional.

 

 

 

Autor:

Mendoza Quispe, Luis

III "B" 20

Partes: 1, 2
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