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Uritorco: El cerro, la meseta y el fuerte (página 2)



Partes: 1, 2, 3

También él adoptó un "nombre
cósmico
": Kuthuma; y de igual forma que
muchos otros afirma haber recibido un "llamado interior"
que lo convocaba a Los Terrones y al Uritorco. Una vez
allí, tras conocer en persona a Acoglanis, la vida de Di
Prinzio dio un vuelco fenomenal, según dijo en un
reportaje realizado en Italia (país en el que actualmente
vive). Por otra parte, en esa misma entrevista dio una nueva
versión sobre la vida del griego. Datos biográficos
que confunden aún más su ya turbia historia y nos
asienta en la hipótesis de la mentira y el encubrimiento.
En su versión, Di Prinzio equipara (¿o confunde?)
los sucesos de la vida de Acoglanis con los de otro personaje
emblemático, del que hablaremos más adelante,
llamado Orfelio Ulises Herrera (quien,
según comentan, también anduvo aprendiendo secretos
por el Tíbet). Asimismo, el ítalo-argentino deja
asentado claramente un aspecto poco explicado hasta ahora: el de
las ideas milenaristas que se desgajan de las
historias de Erks.

En su libro, G. Dangel, las explicita claramente citando
parte del reportaje que le hicieran a Di Prinzio en
Italia.

"Ellos (los habitantes de Erks) vienen a nosotros a
través de la energía de luz, ya que todo es
energía y esa es la mejor manera de interactuar con
nosotros. A su vez están en contacto con entidades
extraterrestres en el mismo nivel de desarrollo y
espíritu. Todas las inteligencias están enfocando
hacia un único objetivo: ayudar a la Tierra durante el
cierre de un ciclo de evolución y la apertura de uno
nuevo
, para ayudar a la
humanidad".[31]

Para Di Prinzio/Kuthuma, cuando ese momento nos alcance,
muchos seres humanos serán rescatados por los habitantes
subterráneos de Erks y llevados a las profundidades de la
Tierra para ponerlos a salvo, en tanto que sus colegas
extraterrestres se dedicaran de lleno a limpiar y poner en orden
la superficie del planeta.

¿Sorprendido?

Pues el asunto no termina allí. Kuthuma
desarrolla también una historia alternativa de la
humanidad.

Obviando todos los estudios históricos y
antropológicos (tanto físicos como culturales) de
los últimos 100 años, afirma (sin que le tiemble la
pera) que nuestra especie, la Homo Sapiens-Sapiens, es el
producto de una intervención realizada por
alienígenas; y que una primera humanidad se ha extinguido
hace milenios por causa de una mala administración de los
recursos del planeta.

Como puede notarse, las influencias del célebre
hotelero suizo, Erich von Däniken, devenido en sabelotodo
durante la década de los "70, gracias a su delirante best
Sellers (Recuerdos del Futuro), ha hecho mella en muchas
cabezas. Y ni qué hablar de las malas interpretaciones de
la cosmovisión maya o de las modernas leyendas que
circulan respecto de los ovnis.

Con relación a esto último, Di Prinzio,
concentrándose en nuestra época, no sólo
entrevera a intra y extraterrestres en una competencia que parece
salida de una película de Star Wars, sino que vuelca su
sapiencia en estudiar el pacto secreto que (como todos
sabemos
) existe entre el gobierno estadounidense y "los
ET grises
".

Punto.

Basta por ahora.

Con todo lo expuesto, cualquier persona medianamente
formada puede darse cuenta de los supuestos de los cuales parten
todos estos "sabios" y hacia qué público
están orientados.

Todo es un sinsentido de cabo a rabo.

Claro que lo interesante (y preocupante) del tema son
las causas que llevan a que estos discursos tengan cabida,
oyentes y, lo que es peor, creyentes.

Nada, absolutamente nada, de todo esto es cierto. No
existe una sola prueba, ni un solo indicio, que nos lleve a tener
siquiera una duda
razonable
.[32]

La única manera de entender estos delirios
pseudo-históricos es considerar el discurso de los
gurús del Uritorco como parte de un nuevo
culto
en el que la fe lleva las de ganar y el amor,
la compasión y ayuda divina ya no vienen de un Dios
(solar, lunar, o del cuerpo celeste que fuera) sino de seres
superiores (Hermanos Superiores) provenientes del
espacio exterior, interior o extradimensional, según los
casos.

Ahora sí podemos ya conectar la temática
tratada con otro hecho, acaecido tres años antes del
asesinato de Acoglanis, y que sería el acelerador que
llevó a Capilla del Monte a ser lo que es hoy: la
Capital Nacional del fenómeno ovni
.

ENCUENTROS CERCANOS

Monografias.com

Corría el mes de enero de 1986 cuando
apareció.

Sorpresivamente, algunos vecinos de Capilla del Monte
observaron claramente una "huella" delineada sobre una
de las laderas del cerro El Pajarillo, anexo al
Uritorco, y se desató la
locura.[33]

En plena primavera alfonsinista, cuando la democracia
daba su primeros y timoratos pasos tras ocho años de
dictadura feroz, los extraterrestres parecieron interesarse por
aquel rincón de Córdoba al punto de aterrizar en
sus sierras, desencadenando un fenómeno de carácter
social sumamente interesante y que dura hasta hoy.

Casi de inmediato, y a instancias de los medios masivos
de comunicación, la marca o huella ovalada que se
perfilaba en el cerro fue interpretado como el resultado del
descenso de un ovni en el valle de Punilla.

Como en tantas otras ocasiones, la televisión y
los periódicos sensacionalistas se sumaron al fraude y lo
popularizaron de tal modo que nadie quedó ajeno al asunto.
De todas las notas publicadas o emitidas, las del Canal 9 de
Buenos Aires fueron las más famosas y de mayor
repercusión. De la mano de su reportero estrella y su
camarógrafo, Nuevediario alcanzó topes de
rating insospechados (47 puntos) y todas las noches el
país entero se convocó frente a las pantallas de TV
para ser testigo de las bizarras aventuras del periodista
José de Zer y su inefable escudero, el camarógrafo
Chango, persiguiendo aliens en las serranías
cordobesas.[34]

Nadie imaginó por entonces las perdurables
consecuencias de aquellos informes de periodismo-ficción.
Ni siquiera los habitantes de Capilla del Monte que, al principio
y según consignara muchos años después
Carlos "el Chango" Torres, no tomaron el tema con buen
ánimo. Que la localidad empezara a ser famosa por
cuestiones tan poco convencionales no cayó nada
simpático. El país entero comentaba el tema con una
sonrisa irónica e incrédula. Se estaba a un paso
del ridículo y, según se dice, del ridículo
no se regresa jamás. A casi 30 años de aquellos
bizarros sucesos muchos los seguimos recordando con la misma
ironía e suspicacia de entonces. Pero en el proceso, el
status de toda la localidad cambió y Capilla del Monte se
convirtió en un polo turístico alternativo,
esotérico, de fama mundial. Miles de visitantes dejaron el
ridículo a un lado. Lo reformularon. Lo cargaron de
historias rimbombantes, teorías conspirativas,
espiritualismo y delirios New Age, transformando esas
serranías en el escenario ideal de sucesos
extraordinarios, en donde todo era posible: desde el avistaje
programado de ovnis (entendiendo el término como
"naves de otros planetas") hasta el contacto con
entidades energéticas (luces inteligentes) que
protegen secretos inconfesables y auguran un Apocalipsis del que
saldrán con vida sólo unos pocos iluminados. No
faltaron, incluso, los que sostuvieron que en la región
estaba el Santo Grial y que desde allí la humanidad se
regeneraría al entrar en una nueva época de luz. Y
así, lo que al principio fue visto con despecho se
terminó convirtiendo en un filón de oro cuya veta
inagotable llega hasta hoy.

Capilla del Monte se hizo famosa y no se tardó
mucho para que legiones de alucinados acudieran a ella tratando
de develar y seguir alimentando sus misterios. En poco tiempo, el
negocio floreció y los ventajeros de siempre tomaron parte
en la ganancias convirtiendo al cerro Uritorco en un centro
energético desde donde la humanidad iba a regenerarse
espiritualmente, en contacto con "nuestros Hermanos
Superiores del espacio exterior
" (e interior), como hemos
visto.

Alguna vez se dijo que cuanto más grande es la
mentira más fácil de creer es. Éste es un
buen ejemplo de ello. Cuanto más incongruentes e
irracionales son las historias que circulan por la zona, mayor es
el número de adeptos.

Ejércitos de personas acuden anualmente a la
ciudad en busca de experiencias paranormales. Y las encuentran al
módico precio que fijan los guías turísticos
y baqueanos locales. Hay que reconocer que al menos con
José de Zer el asunto era gratis. Bastaba con prender la
TV. Pero, ¿quién era José de Zer? Las nuevas
generaciones no lo conocieron. Y aunque el sensacionalismo no
murió con él, sí perdió el aire
lúdico que supo imprimirle con verdadera
maestría.

De Zer, con su voz ronca y agitada ha pasado a la
historia de la televisión argentina. Es sin duda un
capítulo interesante y revelador de cómo algunos
hacen periodismo sin que la verdad importe, o cómo esa
profesión puede ser la gran catalizadora de rumores y
leyendas, tan perdurables como entrañables.

El Uritorco y sus misteriosas entidades le deben mucho
al tipo de periodismo practicado por José de Zer. Aunque
hoy día la mayoría lo oculte y no quieran ver en
sus intervenciones gran parte del origen del éxito
esotérico del pueblo.

"Sin él es muy probable que la huella del
cerro se hubiera perdido en las primeras semanas de febrero de
1986 entre noticias de accidentes automovilísticos,
algún ahogado de la costa atlántica o la
separación de una pareja del ambiente
televisivo
".[35]

El Uritorco, Erks y todos sus espejismos derivados, no
son más que productos (mercancías) que se venden a
un colectivo de personas que creen cualquier cosa aduciendo tener
la "mente abierta" y una visión espiritualista
(absolutamente acrítica).

De todo eso se alimenta la mitología de Capilla
del Monte.

También de ocultar información

Dentro del gremio de los investigadores de ovnis
sobrevuela la idea, asumida como cierta por la mayoría, de
que existe una conspiración mundial que busca ocultar los
datos que confirmarían la presencia de extraterrestre
entre nosotros. La leyenda de los Hombres de Negro (que
como vimos se exportó también al tema Erks, al
punto de sugerir que Acoglanis había sido asesinado por
ellos) es la que mejor resume el asunto.

Pero el encubrimiento no se detiene en esos hombres de
oscuro. Lo que se omite es que los creyentes y defensores de la
existencia de hombrecitos verdes también hacen lo mismo. Y
lo peor de todo es que de eso sí hay
evidencias.

Desde el momento mismo en que se asumió que un
ovni era el responsable de dejar una marca o huella en las
laderas del cerro El Pajarillo (la quemazón tenía
unos 110 metros de largo por 57 de ancho), hubieron voces e
investigadores que criticaron y desmintieron los hechos. Pero de
ello no se habla hoy en Capilla del Monte. Hacerlo sería
transformarse en un hereje; en un traidor a los intereses
turísticos del pueblo o, en última instancia, en un
agente secreto de alguna potencia mundial interesado en mantener
todo en secreto.

Es difícil ir en contra de una
creencia.

Aún quienes en apariencia parecen ser personas
racionales (y me refiero a periodistas e indagadores del tema),
el esoterismo de honda raíz mágico-delirante lo
invade todo. Bajo el rótulo de investigadores o
especialistas, una legión de
diabólicos (como llama a los creyentes
Umberto Eco, en su novela El Péndulo de
Foucault
)[36] pululan por todos los medios
masivos (radio, televisión y diarios) difundiendo la
palabra que le da de comer a Capilla del Monte, desde enero de
1986.

Incluso, a partir de los primeros años de la
década de 2010, la municipalidad de la ciudad, cooptada
por políticos que adhieren a estas creencias, pretende
darle al tema ovni y a las energías del Uritorco, un cariz
oficial que buscó (y busca) ejercer un mayor control sobre
la razón de ser del turismo esotérico.

No hay en el fondo una intensión sincera por
conocer la verdad, sino el deseo de explotar, aprovechar y sacar
ventajas económicas de los dislates, errores y
exageraciones que hacen de Capilla del Monte una verdadera
Jerusalén del delirio.

Tardó poco más de veinte años el
municipio en reconocer la importancia que el Uritorco
cósmico
tiene en el desarrollo de la ciudad.
Más vale tarde que nunca, dirán los
investigadores, que reconocen los beneficios adquiridos cuando el
Estado municipal tomó parte en el asunto,
inclinándose del lado de ellos.

Era la autoridad que faltaba en el
currículum vitae.[37]

Una vez oficializado el disparate éste cambia su
estatus ontológico y "por decreto" adquiere una
seriedad nunca antes reconocida. Suficiente para seguir
alimentando la leyenda.

En el fondo está el capital. El único
Santo Grial que mantiene el circo en marcha.

Pero a pesar de todo esto, las voces e
investigaciones disidentes existieron desde el
principio
.

Que las taparan y omitieran es arena de otro
costal.

ENCUBRIMIENTOS

En 1996, a diez años de la supuesta
aparición del ovni en las laderas de El
Pajarillo
, Alejandro Agostinelli, reconocido periodista e
impulsor del ya desaparecido CAIRP (Centro Argentino para la
Investigación y Refutación de la Pseudociencia)
volvió a publicar un artículo que, con agregados
interesantes, reproducía las conclusiones a las que
había llegado en 1986, tras realizar un viaje exploratorio
a Capilla del Monte, a pocos meses de producirse el
extraño fenómeno
.

Esos dos trabajos bien podrían haber puesto fin a
toda la historia de los extraterrestres en la zona del Uritorco.
Pero no fue así. El producto de esa investigación
(resultado de entrevistas a testigos, autoridades municipales,
vecinos y una incursión a la huela misma) tuvo una muy
corta difusión. El paso del tiempo y los intereses creados
en el norte de Córdoba la opacaron. Dejó de ser
citada por los guías turísticos que
usufructúan del misterio, y las hipótesis
descabelladas terminaron imponiéndose en el imaginario
local (y más allá). Tampoco los libros sobre el
tema, publicados en los últimos años (citados en
este artículo), hacen referencia a las terrenales
conclusiones de Agostinelli; quien para muchos debe haber sido la
encarnación del hereje más peligroso que
se pueda uno imaginar. Un fundamentalista de la
razón
que venía a negar un hecho, para ellos,
contundente. Una amenaza que ponía en peligro el
aparato turístico desplegado desde mediados de la
década de 1980.

No era (ni es) conveniente difundir esas ideas.
Por ende, los partidarios de la hipótesis extraterrestre
encubrieron esos trabajos con la esperanza de que la
gente los olvidara.

Fue lo que ocurrió.

Hoy en Capilla del Monte (y por mas que la oferta
turística esté un tanto más orientada hacia
los paradigmas de la New Age, ecologismo, misticismo y
espiritualismo) los escritos de Agostinelli parecerían
estar incluidos en el Index de los libros prohibidos. Ya
sea por convencimiento o intereses de otro tipo (materiales, por
supuesto), los refractarios a sus ideas (y pruebas) consideran
más "lógico" creer que seres de luz,
ociosos hermanos superiores o extraterrestres oriundos del otro
lado de la galaxia viniendo a dejar huellas sin sentido en las
laderas de los cerros, que a pensar en un mero fraude. O, siendo
más benevolentes, en un error.

Aún corriendo el riesgo de ser incluidos en ese
herético Index, resumiremos las conclusiones a
las que Agostinelli llegó hace ya casi 30
años.

En enero de 1986 el municipio de Capilla del Monte
estaba gobernado por la Unión Cívica Radical (UCR)
y tanto su intendente, Diego Sez, como el Secretario de Gobierno,
Jorge Suárez, contribuyeron mucho (conciente o
inconcientemente, según distintas versiones) en la
instalación del tema extraterrestre en la región.
Ellos fueron los responsables del comunicado oficial que daba
cuenta de la presencia de un ovni en El Pajarillo, tras
una incursión al sitio de la "huella" y
entrevistar a los supuestos testigos que, en la noche anterior a
que la marca apareciera, dijeron haber visto una luz roja y
poderosa en las inmediaciones del cerro.

Con fecha 27 de enero de 1986 la conclusión
oficial de la Municipalidad fue la siguiente:

"Ya que no encontramos explicación
válida para esta quemazón tan atípica, esto
nos confirmaría que se podría haber producido el
descenso de una nave ovni."[38]

Si bien los verbos estaban en condicional, la
confirmación (proveniente de un órgano de
gubernativo) fue impactante para los creyentes. Al menos
un gobierno municipal, "oficializaba" a los ovnis.

Pero esta conclusión apresurada se basó,
inicialmente, en los testimonios de un niño de 11
años (Gabriel Gómez), quien fuera el único
responsable de dar los detalles de un avistaje que, con el paso
del tiempo y de acuerdo a las indagaciones de Agostinelli y
periodistas del diario La Voz del Interior,
cambiaron.[39]

Todo indica que el muchacho fue inducido por los
ovniólogos aficionados a decir lo que dijo. Sus primeras
declaraciones no coinciden con las posteriores, a las que
agregó desplazamientos por el cielo, luces blancas y
"ventanitas". Por otro lado, Gabriel Gómez no le
dio trascendencia a la luz hasta que fue visitado por el
intendente, el secretario y un diputado
provincial.[40]

Otro punto importante a consignar es que el chico y su
abuela (propietaria de la casa de campo en la estaban la noche
del 9 de enero de 1986) vieron la luz a la altura del
cerro Aspero (así lo indicó la
investigación in situ) que se ubica a unos 15
kilómetros de El Pajarillo; por lo que la
"huella" y la inicial luz roja (estática en la
primer versión) no guardan relación
alguna.[41]

Pero eso no importó. La prensa sensacionalista y
los ovniólogos hicieron que coincidieran. Y todavía
hoy se sigue repitiendo la historia.

¿Hubo intencionalidad en inventar
todo?

Agostinelli publicó en varias ocasiones lo que
Jorge Suárez (Secretario de Gobierno) le reveló en
una entrevista.

""Por mi olfato no se me escapaba que
manejábamos un detonante tremendo para la
captación del turismo
, y había que
reafirmarlo 
responsablemente… ¿Qué
hubiera sido de nosotros si no hubiera aparecido la huella? Creo
que Capilla del Monte no tendría la pujanza que tiene
ahora. Todo lo de ahora se lo debemos a la huella de El
Pajarillo
…".
[42]

Tiempo después, y fuera de la función
pública, Suárez se volcó de lleno a
investigar la presencia de extra e intra terrestres en la
región. Fundó el CIO (Centro de
Investigación Ovni) y se convirtió en un cruzado de
la causa. Organizó congresos de ovnilogía en
Capilla del Monte y se convirtió, sin duda, en uno de los
principales promotores del misterio del Uritorco, colocando a la
ciudad en el mapa mundial. Mucho le debe Capilla a ese
vecino.

Su participación en todo el asunto llevó a
que fuera considerado por algunos como el perpetrador de todo el
fraude (y después creerse sus propias
mentiras).

Otro grupo que alimentó la leyenda fue el IPEC
(Instituto Planificador de Encuentros Cercanos), cuyos
excéntricos miembros estaban en la zona cercana a El
Pajarillo
unos días antes de que apareciera la huella
de pasto quemado.[43]

¿Qué buscaban? Según sus
líderes: la puerta de entrada a la ciudad
subterránea; y para ello habían organizado una
expedición a la que bautizaron con el rimbombante nombre
de Operación Erks. Como era de esperar, diarios y
revistas sensacionalistas se hicieron eco de ese singular
proyecto y el IPEC tuvo su cuarto de hora en los medios,
incluso antes de que la huella apareciera.

De acuerdo a lo que más tarde testimoniaron, los
expedicionarios fueron los primeros en llegar al sitio y con voz
firme sentenciaron que la marca no podía haber sido
producida por un incendio ya que, in situ, ellos habían
encontrado dentro de de la marca animalitos e insectos
deshidratados
.

Como bien señala Agostinelli, jamás
presentaron los resultados de laboratorio que prometieron dar a
la opinión pública. Por ende, no hay pruebas de que
ello haya sido cierto.[44]

De todos modos, el hallazgo de bichos en un
extraño estado de conservación en el sitio, se lo
disputa al IPEC el ya nombrado periodista José de
Zer.

En un reportaje del año 2002, su
camarógrafo y cómplice (el Chango
Torres) confesó:

"Una mañana, mientras tomaba un
café en el centro de Carlos Paz, De Zer descubrió
en el diario local una noticia: "Uia… mirá: una mancha",
le dijo al Chango. Era una foto de unos pastizales quemados que
parecían la huella de un plato volador. "Podemos ir a
verlo, ¿no?", dijo. Era la punta del iceberg que no
terminaría de derretirse hasta hoy. "Fuimos al lugar,
encontramos la marca y José dijo: "¿Cómo la
podemos encarar?". Nos sentamos y armamos un pequeño
libreto para pensar lo que teníamos que
hacer."–¿Inventaron todo?–La mancha era real.
Pero todo lo demás era pura ficción. Una mancha es
una mancha, pero no se encuentra una mancha así todos los
días. Así que nos fuimos al camino. Como era
verano, había un montón de cascarudos muertos y
secos. Agarramos algunos y los tiramos en la ruta. Entonces me
dijo: "Voy a entrar y decir "Hay bichos disecados"".
Esa
semana los televisores estallaron. "Nuevediario" midió 45
puntos de rating anunciando posible vida extraterrestre en un
cerro cordobés hasta entonces ignoto: el
Uritorco."
[45]

Pero si, como dijo el Chango Torres, la mancha era
real
: ¿cómo se produjo?

Los ufólogos de turno y el gobierno municipal no
dudaron demasiado: la huella/marca se había producido por
un intenso calor proveniente desde arriba
(lógicamente, desde una nave extraterrestre)
dejando en el suelo del cerro una forma elipsoidal, de
contornos perfectamente definidos.

Pero los hechos verificados por Agostinelli desmienten
los dichos.

En primer lugar, los contornos no eran para nada
definidos, sino difusos. Tampoco su forma era la de un
óvalo perfecto y la mancha se diluida con dirección
Norte, es decir hacia la cima del cerro. Por otro lado, dentro de
la huella había un rastro muy sugestivo: una marca con
forma de "V" (de unos 40 metros) que indicaría el sitio
exacto donde podría haber impactado el rayo que
originó la fogata.[46]

Por otra parte, el análisis hechos sobre las
cañas y paja brava que crecían en el interior de la
huella demostró que el calor no vino desde arriba, sino
que la vegetación se encontraba calcinada sólo en
una de sus caras (la que se orientaba hacia el sur del cerro), no
afectando el calor la cara contraria. En pocas palabras: el
incendio había venido desde uno de los costados. El fuego
se originó en la parte sur y propagó hacia la cima.
Por la madrugada, una llovizna (confirmada por lugareños)
lo apagó.

La teoría del incendio producto de un rayo suena
bien. Es posible y probable.

Pero el asunto no terminó ahí.

En el artículo publicado en 1996, Agostinelli
entrevistó a un vecino de Capilla del Monte quien, bajo el
pseudónimo O.O., aseguró ser el
artífice y responsable de la huella. Confesó que
él, junto con tres peones y el apoyo de tres comerciantes
de la ciudad, habían hecho la marca de El Pajarillo con un
soplete de acetileno, durante la noche del 9 de enero; y que lo
que perseguían era lo mismo que Jorge Suárez:
recuperar el turismo
perdido
.[47]

El problema, en este caso, es que la única prueba
que hay al respecto es el testimonio que diera O.O.;
desconociéndose quiénes eran los peones y los
empresarios que colaboraron en el fraude. Claro que, como
ningún secreto se guarda por mucho tiempo, en noviembre de
2011 Agostinelli reveló finalmente la identidad del
supuesto perpetrador. Su nombre era Roberto Basso, un dirigente
del Partido Justicialista (PJ), ya
fallecido.[48]

Como era obvio, los creyentes en ovnis (tanto los
moderados como los más fanatizados) le saltaron al
periodista a la yugular, negando que Basso haya podido hacer lo
que dijo que hizo. Los más ortodoxos continuaron afirmando
que esa noche de enero un plato volador extraterrestre se
había acercado al cerro lo suficiente como para dejar la
marca en el pasto quemado. Los más heterodoxos (muchos
actualmente inclinados hacia cuestiones místicas y
espirituales, no tanto a los ovnis) formularon hipótesis
que iban desde un spot poderosísimo de luz, perteneciente
a una productora que filmaba en el lugar, pasando por el derrame
de líquidos incendiarios desde un helicóptero,
hasta la instalación de una mallado de alambre con un
pequeño pararrayos (que, como es de prever, al recibir el
impacto de la centella, fulminó el alambre y dejó
todo el pasto quemado).

Pero tampoco hay evidencias de todo esto.

Finalmente, los dichos de Luis Bartolli, Jefe de
Bomberos de Capilla del Monte por aquellos ochentosos
días, dejan entreabierta la posibilidad de un fraude al
declarar que lo que más le extrañaba era que,
cuando apareció la marca, nadie (del
municipio, se entiende) lo convocó a investigar las causas
del incendio (como lo hacían en todos los demás
casos).[49] Y el asunto se archivó
rápidamente.

Frente a toda esta batería de explicaciones
posibles y probables, los defensores del discurso ovni sacaron (y
siguen sacando) de la manga dos sucesos con los cuales
pretendieron zanjar la discusión, inclinando a balanza
hacía el lado misterioso de la cuestión.

El primerote ellos tiene que ver con un segundo incendio
natural desencadenado en El Pajarillo un año
después (1987) y que afectó a todo el cerro. Claro
que, en esta oportunidad, la única zona que no se vio
afectada por el fuego fue (¡Oh, misterio!) la
huella que apareciera en el "86. Este hecho desató la
cadena una vez más y los teóricos de turno
quisieron ver en ello la prueba "irrefutable" de que una
extraña energía/ radiación residual estaba
enquistada en "la marca".

¿Por qué no se quemó también
ella en el "87? ¿Ante que misterioso fenómeno
estaban? ¿Qué habían dejado los
extraterrestres el año anterior?

Estas preguntas tuvieron oportunamente una respuesta del
jefe de bomberos de Capilla del Monte. Pero también fue
encubierta.

Según el funcionario de entonces, el fuego no
entró en la huella por dos motivos: (1) porque ya estaba
quemado y/o (2) porque toda la superficie estaba tapizada por
brotes de pasto verde, poco propicio para acoger el calor y las
llamas.[50]

El otro suceso extraño tiene que ver con un sauce
ubicado en el predio de la casa de los Gómez, testigos de
"la luz" aquella noche del 9 de enero del "86. La
tradición local cuenta que el árbol se secó
a poco de haber ocurrido el fenómeno. ¿Disecado por
los ET y sus radiaciones?

Considerar como prueba de la presencia de seres de otras
galaxias un simple árbol seco es
demasiado.[51]

Como bien adujo una bióloga, "No sería
la primera vez que un sauce se enferma
repentinamente
".[52]

Como puede verse, en la góndola de las ofertas
hay más de una explicación a la hora de elegir
respuesta respecto de qué pudo haber pasado ese 9 de enero
de 1986 en El Pajarillo; y todas sin tener que recurrir
a la presencia de hombrecitos verdes o pirómanos Hermanos
Superiores del centro de la Tierra.

Lo más interesante de todo esto fueron, pues, las
elecciones que se tomaron y los motivos las guiaron.

Es claro que eso habla más de nosotros, los
terrícolas, que de los marcianos.

Emil Cioran dijo una vez: "La ironía es lo
que me salva de la Iglesia
".

Tenía razón.

Tal vez por eso los "diabólicos" la
detestan tanto.

LOS CABALLEROS ARIOS DEL URITORCO

Los mitos crecen ante la falta de datos. Como dijo el
historiador Hugh Trevor-Roper, "son el triunfo de la
credulidad sobre la evidencia
". Efectivamente, se alimentan
del vacío que dejan los archivos incompletos,
agigantándose y perdurando en el tiempo gracias a los
enormes agujeros negros que tiene el conocimiento
histórico.

Los mitos[53]y la deshonestidad
intelectual se hermanan en la construcción de historias
que devienen en realidades cuando se las repite una y
otra vez. En tanto la crítica no tenga el mismo espacio
que tienen las fantasías y los delirios (mucho más
redituables, por cierto), la mitología anclará en
la opinión pública. He ahí la fuerza de las
falacias y su perdurabilidad.

Pero cuando esas falacias se dicen con lenguaje
académico, mechando datos ciertos con inventos,
construyendo un jerigonza que nadie entiende pero aparentemente
está muy bien dicha, y se mezcla la Biblia con el
calefón en una mélange sin sentido, frente a una
audiencia que sólo se ha formado leyendo El Libro
Gordo de Petete
, la cosa se vuelve más complicada e
interesante al mismo tiempo.

La misteriosa ciudad de Erks tiene, por supuesto, a sus
sabios. Hombres preparados que, a través de sus
escritos esotéricos, pretendieron darle a la
temática un tono académico rozando lo
antropológico, lo sociológico, lo histórico,
pero llenando los huecos de conocimiento con invenciones y una
carga ideológica bastante pesada (y peligrosa), que
terminaron acercándolos al discurso a-científico de
los "diabólicos" más
imaginativos.

Desde mediados de la década de 1980,
coincidentemente con el retorno de la democracia y la llegada al
poder de un radicalismo (UCR), que por entonces tenía
claras intenciones progresistas, ciertos grupos esotéricos
de ultraderecha, guiados por el convencimiento de ser la
vanguardia iluminada de la Patria, empezaron a publicar libritos
de limitada circulación (generalmente editados por el
propio autor o su grupo cercano), que reflejaban la idea, la
necesidad según ellos, de "reestablecer el
equilibrio y la justicia en la Tierra
".

No es casual que esta interpretación
orgánica de la sociedad
, casi de corte medieval,
jerárquica y católica, autoritaria, militarista, no
igualitarista y antidemocrática, floreciera en el seno de
agrupaciones explícitamente filo-nazis que, como
esotéricos que decían ser, trajeron a
colación leyendas originadas en la Alta Edad Media, como
es el caso concreto del Santo Grial. Uno de los símbolos
más claros de la añorada restauración
conservadora en Argentina.

No era para menos.

Concomitante con la democratización de la cultura
política argentina en transición, los poderosos de
antaño sintieron miedo. Sus viejos privilegios empezaban a
ser cuestionados y sus crímenes (eufemísticamente
llamados excesos) enjuiciados en tribunales civiles.
Nunca había ocurrido una cosa así. Ya no se
sentían seguros ni cómodos, por lo que no faltaron
los que se pintaron las caras para detener el proceso. El
equilibrio de antaño se corroía. El orden, la
religión, la familia. Habían perdido efectivamente
el poder y, aunque una porción del mismo lo
conservó durante un tiempo (mucho más largo que el
deseado), no iban a resignarse fácilmente. Presentaron
batalla
. Y en ese enfrentamiento todas lar armas fueron
válida, incluso las místico-esotéricas. Los
llamados objetos de poder. Los bastones de
mando
. Las reliquias del pasado que venían
en auxilio de los privilegios perdidos. Y si para ello
había que tergiversar el pasado histórico con
mentiras y delirios, bienvenidas sean las falacias y los dislates
teóricos.

Entonces, una vez más, tal como había
acontecido en la Alemania del NSDAP, acá en Argentina,
aunque de manera desprolija y sin la participación del
Estado, empezaron a pulular teorías difusionistas que
hablaban de una Raza Superior Antiquísima, blanca
(aria), justa y sabia, que había poblado, controlado y
enseñado las bases de la civilización a los pueblos
precolombinos.

Racismo, xenofobia, antisemitismo y delirios arianistas,
disfrazados de misterios y enigmas del universo,
iniciaron una lenta pero efectiva colonización de
conciencias. Y las sociedades originarias, subestimadas,
disminuidas a meras tribus de salvajes ignorantes, se
convirtieron en conglomerados inútiles que, por sí
mismos, habían sido incapaces de desarrollar el avance
tecnológico, cultural y espiritual, sin el apoyo (directo
o indirecto) de esos hombre blancos, venidos de allende
los mares, varios siglos antes que Colón.

Ignoradas intencionalmente por una ciencia
oficial
, conspirativa y mentirosa según el discurso
esotérico en ciernes, todas y cada una de esas antiguas
migraciones habían sido ocultadas al común de los
mortales. Sólo ellos, la crema y nata de la
intelectualidad vernácula, guiados en principio por la
intuición, la canalización
telepática
de información y una desinteresada
búsqueda de la Verdad (para ellos siempre con
mayúsculas) eran los únicos capaces de revelar a
las minorías preparadas ese mensaje.

El grado de manifiesta hipocresía era alarmante.
Algunos mintieron concientemente, a sabiendas de estar
rescribiendo la historia a partir de falsos presupuestos e
interpretaciones que no se apoyaban en ninguna prueba, sino en
fantasías de cuño propio. Otros en cambio,
verdaderos mitómanos patológicos, terminaron
creyéndose sus propios delirios y, aprovechando la
ignorancia de mucha gente en la materia, levantaron una andamiaje
de relaciones y "hechos" que nunca habían
ocurrido.

Viejas mentiras nacidas en cenáculos
místicos del siglo XIX, especialmente aquellas que
venían de las entrañas mismas de la Escuela
Teosófica, pasaron por el tamiz de ese "nacionalismo
esotérico
" que tan bien describe en su libro
Hernán Brienza.[54] El refrito tuvo
éxito dentro de grupos cerrados (casi sectarios); y,
retroalimentado sin crítica alguna en esas pequeñas
células de elegidos, creció y
terminó instalándose en la sociedad hasta el
día de hoy.

El atractivo de esa rebeldía intelectual
se confundió con la estupidez. Pero no importó. Los
argumentos más increíbles les resultaron plausibles
y así, fantasía y realidad se confundieron de tal
modo, que fue posible imaginar la llegada de vikingos a Bolivia,
a Paraguay y Brasil, o templarios a Capilla del Monte y la
Patagonia, buscando el mítico Santo
Grial.[55]

Como era de esperar, aparecieron nuevos
héroes y mártires intelectuales. Hombres
incomprendidos que a fuerza de tensón buscaron
despabilar a la humanidad, sacrificando su vida al
anonimato. Acoglanis puede ser considerado uno de
ellos.

Pero en este desfile de sabios y autoridades ocultas no
fue el único. Hubo otros. Uno en particular, nombrado en
páginas anteriores, cuya vida también estuvo llena
de sucesos improbables y se hizo pública en la
década de 1980 a través de un libro de
esoterismo.

Su nombre era Orfelio Ulises
Herrera.

Es sintomático advertir cómo en
determinados ámbitos surge siempre la necesidad de
inventar sabios para justificar dichos y hechos que carecen de
fundamento lógico o son falsos. La falacia del
experto
funciona a la perfección. Sus voces bastan
para sentenciar lapidariamente Verdades universales
aún sin tener ninguna prueba en la que apoyarse. El
testimonio basta. La palabra revelada es suficiente. De
ahí la inclinación de exhibir títulos,
curriculum vitae o habilidades como señal de sapiencia,
sin importar si lo que "los sabios" esgrimen son o no
disparates. Es notable el tiempo que los "diabólicos"
invierten en estos menesteres.

Es lo que, de alguna manera, ocurrió con
Ángel Acoglanis.

También con el mencionado Orfelio
Ulises.

Son casos parecidos, aunque con una diferencia clara: de
Orfelio Ulises sólo tenemos referencias a partir de un
texto esotérico escrito por el abogado Guillermo Alfredo
Terrera que, en pocas palabras, fue quien lo lanzó a la
palestra. Sólo por su testimonio sabemos de la existencia
y extraordinarias cualidades que ese "Gran Maestro
Hermético
". [56]

En el libro de Terrera, Wolfram Eschenbach,
Parsifal, Orfelio Ulises-Leyenda y Metafísica
, y en
una síntesis del mismo realizada por otro conspicuo
miembro del esoterismo nacionalista argentino, Fernando Fluguerto
Martí[57]se consignan los siguientes datos
sobre el personaje, que resumimos seguidamente (en
condicional, como podrá observarse).

Orfelio Ulises Herrera habría
nacido en una estancia cercana a la ciudad de San Carlos de
Bolívar, provincia de Buenos Aires, en 1887. A sus 26
años (de los cuales no hemos encontrado absolutamente ni
un solo dato) viaja a Shambhala, en el corazón de
Tíbet, donde permanecerá ocho años (desde
1913 a 1923) recibiendo el "Conocimiento
Hermético
" de parte de los sabios monjes de la
región. Cumplido el curso, habría sido enviado a
misionar a nuestro continente, recalando primero en México
y, desde allí, tras siete años de peregrinaje, se
fue a Chile ("para estudiar –dice Martí
el conocimiento de los proto-arios". Del país
trasandino habría pasado a nuestra provincia de
Córdoba con una nueva orden (que le dieran
telepáticamente): encontrar el sagrado
Bastón de Mando de los comechingones. Objeto de
poder
que habría hallado finalmente en 1934 y que
conservaría hasta 1948, año en el que se lo
traspasara al abogado Guillermo Terrera, último
depositario conocido del tan importante
objeto
.[58]

Convengamos que de este poderoso maestro poco
más es lo que se sabe. Pero lo que se dice saber de
él
es en verdad inverosímil.

En primer lugar, la ciudad de Shambhala jamás
existió. Ni en el Tíbet, ni el desierto de Gobi, ni
en ningún lado. Es una urbe imaginaria que los esoteristas
consideran la sede donde se puede conocer la voluntad
Dios
y en la que reside el Rey del Mundo, un
supuesto monarca que, adelantándose al actual proceso
globalización, gobernaría el planeta entero desde
las sombras, desarrollando arduos trabajos en pos de la
evolución espiritual de la humanidad. No cualquiera puede
entrar a ese lugar. Hay que tener un nivel "vibracional"
especial. Tan especial como el que se requiere para entrar en
Erks, ciudad con la que comparte otro aspecto: ambas son urbes
subterráneas (intreterrenas, suena
mejor).[59]

"Allí se encuentra un mundo
ocultoAllí se encuentra un mundo oculto, misterioso,
desconocido y prohibido. Donde habitan entidades con
tecnologías más allá de nuestra
comprensión,  Y el conocimiento se mantuvo oculto
para nosotros en esta otra dimensión. 
¿Será revelada alguna vez la verdad? Las
fuerzas terrestres de poder y codicia deben ser para siempre
selladas, El conocimiento prohibido para ejercer la
guerra. Cuando la humanidad aprenda, A utilizar los
conocimientos adquiridos en estas tierras
extrañas. Para el beneficio de la humanidad, 
entonces encontraremos la entrada a es
mundo
."[60]

Convengamos que estas referencias vuelven el viaje de
Orfelio a Shambhala extremadamente dudoso e improbable (por no
decir imposible, evitando que los
"mente-amplias" nos critiquen). Es un dislate que no
merece ningún otro comentario (al menos en este
trabajo).

Pero no es todo.

Tenemos también que referirnos al objeto
sagrado que el bolivarense nativo encontrara al pie del
cerro Uritorco: el Bastón de Mando de los
comechingones
.

¿Qué nos dice el místico abogado
Terrera y sus discípulos al respecto?

En este punto el salto fuera de la realidad es
descomunal; pero muy interesante por las conexiones que podemos
hallar con otros dislates; no tan inocentes como la de esa simple
piedra.

Todos los "diabólicos" coinciden en
afirmar que el Bastón de Mando de los Comechingones era
(es) un cetro sacrosanto de enorme poder, no sólo
simbólico sino bien concreto y real. Un objeto con el cual
era posible actuar directamente sobre la realidad.

"Una antena para comunicarse con la divinidad",
dicen unos. "Un canal directo con los Hermanos
Superiores
", sostienen otros. "La llave definitiva para
entrar en los reinos subterráneos
", afirman los
creyentes de Erks. Y como si todo eso fuera poco, el
bastón le daría, a quien lo poseyera, el poder
necesario para liberar y dominar el
mundo
.

¿Megalomanía? ¿Delirios de
grandeza? ¿Fantasías milenaristas?

¿Cabe alguna duda al respecto?

Así todo, decenas de personas con
formación académica creyeron (y creen) en todo esto
(compitiendo incluso por poseer el bastón). Claro indicio
de que un titulo universitario no significa nada, o muy poco,
cuando las quimeras invaden la forma que se tiene de ver el
mundo. Una forma muy particular, por cierto.

Sin más referencias documentales que el libro de
Guillermo Terrera, la tradición cuenta
Oh grandiosa tradición!) que el
bastón había sido buscado por distintas potencias
extranjeras, aunque sin éxito alguno. Sólo el bueno
de Orfelio Ulises lo habría conseguido
"desenterrándolo (…) del escondite en el cual
había permanecido oculto durante siglos: el cerro
Uritorco
."[61] Pero el cetro lítico no
venía solo: "Apareció junto a otros dos
objetos, una piedra circular parecida a un moledor (conana) y un
tercero (un trono de piedra) que el descubridor quiso se quedara
en el lugar
."[62]

Cuenta Terrera que "El Bastón
auténtico
[porque hay que aclarar que se hicieron
copias para proteger el verdadero (¡?)] fue encontrado
(…) partido en tres trozos de 43, 40 y 28
centímetros y que mide 1,11 metros de longitud y 4
centímetros de diámetro. Pesa algo más de
4,5 kilogramos. Esculpido en basalto negro, el pulido de la
piedra fue datado en más de 8000 años, lo que
desconcierta a historiadores y
arqueólogo
."[63]

Y claro que desconcierta. Aunque a esta altura del
partido, los exagerados 8000 años de antigüedad, es
lo de menos. Lo que perturba realmente es el nivel de credulidad
que gira en torno de semejante falacia, en especial cuando leemos
respecto del origen de tremenda reliquia.

De acuerdo con lo expuesto por Terrera, los
comechingones
, aborígenes que se ubicaban en la
región de la actual provincia de Córdoba antes de
la llegada de los europeos en el siglo XVI, eran sus poseedores
originales. No es mucho lo que se sabe de este pueblo. Las
crónicas españolas son escasas y, cuando hacen
referencia a ellos, destacan una característica
física: eran indios que usaban barba. Cosa rara en el
mundo precolombino, en el que las caras lampiñas eran la
regla. De estos rasgos, y de la ausencia de información,
se agarrará Terrera para imaginar una historia paralela en
la que los comechingones devinieron en un pueblo de origen
nórdico, de una altura por encima de lo normal, barbados,
de piel clara y rubia.

¡Por fin llegamos a los indios
blancos
!

Toda persona que haya estado alguna vez en las selvas
sudamericanas podrá reconocer que decenas de leyendas
referidas a tribus misteriosas, tienen clara vigencia aún
hoy. En las selvas de Perú, Bolivia o Brasil se comenta a
diario sobre la aparición (siempre esporádica) de
"indios blancos, rubios y con ojos claros", miembros de
una perdida tribu no catalogada, que buscan constantemente
mantenerse aislados de la civilización. Los rumores se
acumulan, se difunden en las tertulias celebradas alrededor de
las cervezas nocturnas y, en esas condiciones, los "indios
blancos
" cobran una realidad muy difícil de ser
negada. Se les adjudican poderes fuera de lo común;
vestimentas que no concuerdan con el estereotipo del
silvícola tradicional y, últimamente, un
elevadísimo grado de espiritualidad que los acerca
más a los iluminados gurús de la New Age, que los
degenerados politeístas de las crónicas
españolas del siglo XVII.[64]

Cuando los europeos se desplazaron por el mundo, en
momentos de la última gran expansión imperialista
(fines del siglo pasado y principios del XX), creando colonias y
explorando regiones hasta entonces intransitadas por
occidentales, supieron recopilar extraños informes sobre
aborígenes de piel muy clara, habitando rincones que el
sentido común jamás hubiera considerado propicios
para el desarrollo de comunidades blancas. El mito del indio
rubio se propagó como una mancha de aceite por los cinco
continentes y no tardaron en ser considerados los responsables de
las más magníficas obras arquitectónicas de
la antigüedad. Ya sea en África, Asia o
América, la raza blanca se endosó todo aquel pasado
que, a ojos de un explorador europeo, resultaba
admirable.

Este argumento posee una dosis peligrosamente oculta de
racismo. Expliquemos, brevemente, porqué.

Cuando, en el siglo XIX, el auge de la
arqueología, y el interés por las antiguas
civilizaciones orientales o precolombinas, empujaron a los
estudiosos europeos a abandonar sus ciudades y trasladarse a los
rincones más extraños del planeta para practicar
in situ sus investigaciones, se llevaron la gran
sorpresa de toparse con testimonios culturales que jamás
habían imaginado. El régimen colonial les
abría las puertas a nuevos mercados, a más y
variadas materias primas, pero también a un pasado
totalmente ignorado y que no encajaba con los prejuicios del
hombre culto, burgués y europeo de entonces.

Las ruinas egipcias, mayas e incaicas que salían
a la superficie, tras siglos de olvido, no parecían
concordar con la situación social de los países en
las que se levantaban. Regiones pobres, dependientes, con un
sistema educativo deficiente o inexistente, como así
también una tecnología por completo importada de
Europa, habían poseído en el pasado antecesores
maravillosamente creativos y con una disposición
técnica que sus descendientes contemporáneos
habían perdido u olvidado. ¿Cómo era posible
que "simples indios o negros" pudieran haber construido
obras de arquitectura e ingeniería tan fabulosas?
¿Cómo adjudicarles a sociedades
semisalvajes logros tan magníficos en el campo de
las artes? No cabía otra explicación que
ésta: sus constructores eran miembros de una raza
desaparecida, superior y, por supuesto, blanca.

Así, pues, fenicios y romanos, cartagineses y
griegos, vikingos o atlantes, habrían difundido sus
legados culturales por todo el mundo, enseñando, a los
pobres salvajes, métodos y técnicas que luego
éstos olvidarían para siempre. Estas teorías
difusionistas fueron muy convenientes para los colonizadores
europeos de los siglos XIX y XX, puesto que con ellas creaban un
precedente histórico para la ocupación y
explotación imperialista. Si se fijaba un origen
extranjero ("blanco") a los monumentos arqueológicos que
se encontraban, se legitimaba y justificaba la apropiación
de ricas regiones del planeta. "Nosotros, los blancos, hemos
estado primero aquí. Les hemos enseñado todo y
ustedes lo perdieron. Aquí estamos, nuevamente, para
civilizarlos".
Ninguna sociedad cobriza o negra era
considerada capaz, por sí misma, de alcanzar un nivel de
civilización y progreso propio del hombre blanco. Racismo
puro.

Por lo tanto, los rumores sobre "indios rubios"
venían a confirmar los postulados del imaginario racista
que analizamos (por más que los mismos exploradores o
arqueólogos no fueran conscientes del arraigado prejuicio
que cargaban).

Misioneros y censistas; cazadores y exploradores;
aventureros y contrabandistas, sean del grupo étnico que
sean (indios, blancos, mestizos, mulatos, negros),
continúan (actualmente) denunciando avistamientos de
indios rubios que, como las sombras de la selva, pasan y
desaparecen, sin saberse nunca a dónde van.

Pero no es todo.

Volviendo al Bastón de Mando de los
comechingones,
y teniendo en cuenta las consideraciones
anteriores, es lógico que dentro de ese esquema
ideológico se afirmara, como lo aseveró el abogado
Guillermo Terrera, que no habían sido esos
"indios" los verdaderos fabricantes del bastón,
sino un dios.

El dios de dioses: Vultán o Wotan,
deidad de origen nórdico asociado a
Odín.

¿Indios blancos al pie del Uritorco?
¿Dioses nórdicos recorriendo América,
trayendo los fundamentos de la civilización?
¿Milenarias culturas, altamente tecnificadas y con un
elevado conocimiento espiritual, en los orígenes mismos de
nuestro continente? ¿Simbología germánica en
las antiquísimas ruinas precolombinas? ¿Textos
medievales que anuncian una primigenia expansión de arios
por todos lados?

Éstos y otros delirios racistas son los que
sobrevuelan, conciente o inconcientemente, muchas de las
afirmaciones y "teorías" que se siguen repitiendo
con relación a la historia del Uritorco y la Meseta de
Somuncurá, de la que hablaremos en breve.

No hay nada inocente en todo ello.

La ideología se filtra con ponzoña por las
grietas abiertas de la historia. La ignorancia y escasez de datos
ha abierto, y siguen abriendo posibilidades infinitas a la hora
de imaginar e inventar el relleno con el que esos huecos son
tapados.

Fantasías peligrosas.

Delirios que persiguen objetivos claros.

Credulidad y locuras que terminan siendo creídas
e instaladas en el imaginario de millones.

Romanticismo y aventuras filo-nazis que pasan
inadvertidas, mezcladas con el emergente discurso neoconservador
de espiritualismo New Age.

Esto es lo que ocurre cuando las quiméricas
especulaciones terminan convirtiéndose en "hechos
comprobados
" y nadie cuestiona nada, dejando que la
"estúpida importancia" de los discursos,
expresados con seriedad y voz grave, impere sin
más.

Pero los dichos del esoterismo argentino, y el
de otros tantos que lo imitaron, no son nada originales. Hay
antecedentes, como ya hemos visto, en el pensamiento e imaginario
imperialista europeo del siglo XIX; ambos fortalecidos y
justificados académicamente a partir del brote de
nacionalismo autoritario que se dio en Alemania, durante
los años del nazismo. Y un acontecimiento es el que marca
el "momento fuerte" de todo esto: la creación, a
mediados de la década de 1930, de una organización
conocida con el extenso nombre de Deutsche Ahnenerbe,
Studiengesellschaft für Geistesurgeschchte
(Herencia
Ancestral Alemana, Sociedad para el estudio de la Historia de las
Ideas Primitivas) o simplemente "Ahnenerbe".

Cuando el 1 de julio de 1935, Heinrich Himmler, jefe de
las temibles SS, inauguró este instituto, lo que
perseguía era fundar un espacio de prestigio dedicado a
crear mitos, distorsionar la verdad y generar evidencias falsas,
tergiversando la historia y la arqueología, para respaldar
las ideas expansionistas y raciales de su Führer, Adolf
Hitler.[65]

La Ahnenerbe se convirtió de ese modo en
un reducto de mentirosos bien pagados cuya meta sería
transmitir a la opinión pública, a través de
libros, revistas, congresos, exposiciones y filmes, los
resultados de esos hallazgos tan reveladores. Para ello, Himmler
reunió a estudiosos y académicos de prestigio
dentro de Alemania, generalmente profesionales ambiciosos y sin
escrúpulos que buscaban escalar posición dentro de
la sociedad y del Partido, sin importarles la verdad. Eran nazis
oportunistas. Aunque, claro está, también estaban
aquellos convencidos de las falsedades que transmitían.
Ambos grupos, eran concientes de una frase que, tiempo
después, en 1948, George Orwell escribió:
"Quien controla el pasado, domina el presenta". Es lo
que Himmler, la Ahnenerbe y todo su ejército de
místicos, historiadores, arqueólogos, folcloristas
y biólogos pretendieron hacer, con un lamentable
éxito.

Karl-María Wiligut. Este
austríaco, nacido en 1866, hijo de un ex combatiente de la
Primera Guerra Mundial y heredero del odio hacia la republica de
Weimar, el Tratado de Versalles y la democracia, se enroló
en un grupo paramilitar de ultraderecha siendo muy joven. Tras un
matrimonio frustrado y una denuncia por incesto fue internado en
un manicomio. En 1927 lo dieron de alta y empezó
frecuentar ámbitos esotéricos donde hizo
público sus supuestas capacidades para canalizar lo que
denominaba el antiguo conocimiento de los antepasados.
Siendo una persona de gran verborragia y carisma, se rodeó
de mediocres que llegaron a considerarlo un sabio y en
1933 conoció personalmente a Himmler, quien quedó
impresionado por sus ideas y le pidió ayuda para encontrar
un lugar apropiado donde instalar el cuartel general de las SS.
Según cuentan, Wiligut le recomendó (tras una
canalización) un sitio en particular;
según él, en donde se había librado, en
épocas del decadente imperio romano, una batalla en la que
un caudillo germano había vencido a las legiones romanas.
Ello bastó para que Himmler (admirador de lo
germánico y de la raza nórdica) comprara en ese
lugar (Westfalia) el castillo de Wewelsburg, construido
en el siglo XIII, e incorporara a las SS a su consultor
místico quien desde ese instante se hizo llamar
Weisthor (Weis es sabio, Thor es el
dios del martillo). Wiligut decía que su familia remontaba
el linaje al esa mítica deidad (hijo de
Odín/Wotan).

Pero no le basó un asesor como
Wiligut.

El primer presidente de la Ahnenerbe fue un especialista
en prehistoria cuya capacidad de comunicación era
más que amplia. Se llamaba Hermann Wirth.
Un tipo encantador, convincente y elocuente, que estaba
convencidísimo de haber descubierto una antigua
escritura sagrada
, según él la más
antigua del mundo
, con la que (sostenía) iba a
descubrir y comprender a la ancestral religión
aria
practicada por una civilización nórdica
perdida en el Atlántico Norte, que Himmler y otros
delirantes peligrosos estaban buscando.

Estas ideas le cayeron muy bien al jefe de las SS,
aunque no por mucho tiempo. En 1937 (dos años
después de su nombramiento) Himmler le pidió la
renuncia. El motivo: Hitler no era muy afecto a las leyendas
germánica sino a las griegas y romanas, y Wirth lo que
buscaba era desplazar al catolicismo y al protestantismo para
instalar (a futuro) esa religión que supuestamente
había hallado. Políticamente eso no era
conveniente. El Führer no podía ponerse en contra de
esas dos instituciones y presionó a Himmler para que lo
echara.

Es sintomático notar que, el pensamiento de
Wirth, entronca con los delirios místico-esotéricos
de los que hemos venido hablando respecto del
Uritorco.

Wirth era un convencido de que la vida urbana
prostituía el alma de la gente, creía que el
nuevo hombre debía volver al campo y recuperar el
pasado, abrevando en las tradiciones populares las cuales eran
la entrada al conocimiento verdadero. El tema es que,
para cuando Wirth lanzó su teoría sobre la
escritura aria más antigua del mundo, ya se
sabía a ciencia cierta que la egipcia y la
mesopotámica (con 4000 años de antigüedad)
eran efectivamente las más viejas y que no existían
evidencias que probaran la teoría del presidente de la
Ahnenerbe. Como si eso fuera poco, afirmaba que esa raza
nórdica había evolucionado en el ártico y
que era descendiente de los antiguos habitantes de la
Atlántida; y en lo personal, perjuraba que
poseía capacidades telepáticas y era
clarividente.

Como puede observarse, la cabeza de la Ahnenerbe
comulgaba con toda una serie de ideas imposibles, cercanas a los
delirios teóricos de Acoglanis y Terrera.

La falta de originalidad de los esotéricos
vernáculos también se advierte al hacer un punteo
de las creencias sostenidas por el Dr. Walter
Wüst
, quien desde febrero de 1937 se
convirtió en el nuevo presidente de la
institución.

Wüst no era un nazi convencido. Se hizo nazi por
conveniencia. Su puesto le dio poder e influencias. Fue un
difusionista acérrimo, interesado también es la
mítica raza nórdica en la que creía
se había originado toda la civilización.
Sostenía con vehemencia que desde Europa, esto arios
blancos, valeroso, inteligentes, bien formados
,
habían emigrado primero a Irán, después
Afganistán y finalmente la India; y que el libro sagrado
hindú, escrito en sánscrito, el Rig-Veda,
era un documento de la raza nórdica.

Los eruditos reunidos en la Ahnenerbe también
comulgaban con estas fantasías.

Uno de ellos, el arquitecto Edmund Kiss,
afirmaba haber localizado una antiquísima colonia
nórdica en el actual territorio de Bolivia
.
Concretamente en las ruinas de Tiahuanaco.

Para él, el yacimiento tenía una
antigüedad de más de un millón de
años
[¡?], y para sostener esa locura
partía de una teoría cataclísmica que
hablaba de cinco lunas anteriores a la nuestra
estrellándose contra la Tierra y borrando todas evidencias
de esa primigenia civilización aria en la que
soñaba. Sólo dos lugares habían resultado a
salvo: el Tíbet y los Andes bolivianos. Por ende, las
ruinas de Tiahuanaco, con su Puerta del Sol y demás
esculturas decorando sus edificios, eran para Kiss pruebas de la
existencia de arios en el altiplano hacía miles y miles de
años.

Así pues, guiada por estas ideas locas, la
Ahnenerbe organizó ocho expediciones documentadas y
probadas históricamente. Tal vez la mas famosa sea la
practicada en 1938 al Tíbet y de la cual hay profusa
evidencia desde que (en 1970) de encontraron los archivos y
filmaciones oficiales.

Las teorías difusionistas, que explican el origen
ario de todas las civilizaciones del mundo, tuvieron éxito
en muchos ámbitos, incluso en personas que llegaron a
creer que los comechingones eran de origen nórdico.
Después, sí, vinieron sus epígonos menos
despiertos, repitiendo los mismos prejuicios, levantando las
mismas banderas raciales, pero mezclando todo con ovnis,
extraterrestres, intraterrestres, hermandades blancas y
energías misteriosas.

Hay pocas cosas nuevas bajo el sol.

Todo se recicla.

Aún los dislates.

PALABRAS FINALES DE LA PRIMERA PARTE

Como hemos podido ver, la historia de Capilla del Monte
tiene un antes y un después del mes de enero de 1986. Las
enseñanzas de Acoglanis, sus mensajes místicos y
crípticos en torno a la ciudad de Erks y, posteriormente,
la aparición de la "huella" en el cerro El Pajarillo,
cambiaron todo. No sólo la manera de concebir la oferta
turística y sus atractivos locales (antes El
Zapato, hoy el Uritorco), sino también la
composición social y el imaginario del pueblo.
Actualmente, Capilla del Monte tiene una población
no originaria mayor en un 50 % (o más) a los
nacidos y criados (NYC) en el lugar. Las migraciones internas
hacia Capilla, desde mediados de la década 1980
generó el surgimiento de los "nuevos
capillenses
", en su mayoría instalados en el pueblo
en busca de tranquilidad, seguridad y revelaciones espirituales y
esotéricas (ya sea que éstas vengan de Erks o del
espacio exterior).[66]

Este fenómeno sociológico terminó
por cooptar no sólo al conglomerado comercial
(restaurantes, hoteles, hosterías, etc., que viven y
explotan el misterio) sino también a las autoridades
municipales.

Hoy Capilla del Monte, Meca
místico-esotérica
de la Argentina, tiene de
sí misma una mirada muy diferente a la de antes. Ha
reinventado el significado simbólico de su atractivos y el
imaginario imperante. Tal es el caso del cerro Uritorco (Cerro de
los loros), ignorado hasta la década de 1980 y convertido
hoy en el principal polo de atracción de la
región.[67]

PARTE 2

La meseta y el
fuerte

Monografias.com

En enero de 2015, motivados por las muchas preguntas que
surgieron en Capilla del Monte respecto de la ilusoria ciudad de
Erks y su ejército de divagantes defensores, decidimos
dejarnos llevar por los rumores y falsas teorías vigentes
y viajar al sur de país, más concretamente a la
Patagonia; región que, por sí misma, arrastra un
antiguo bagaje de historias imaginarias, tanto fantásticas
(en las que se incluyen gnomos y monstruos lacustres) como
pseudo-históricas (aquellas que hablan de un Adolf Hitler
de tour por Bariloche, Villa La Angostura y zonas
aledañas).

El sur siempre exaltó las
fantasías.

Sus planicies infinitas, la monotonía del
paisaje, el viento, el aislamiento y la sensación de
soledad, lo han convertido en un destino exótico
para millones de personas (especialmente extranjeros). Muchos lo
han comparado con la superficie lunar, y hay zonas que lo
parecen. Pero la ciudad a la que nos dirigimos poco tiene de
selenita.

Las Grutas, levantada a orillas del golfo de
San Matías, es un balneario joven que hace sólo
poco más de diez años apenas figuraba en el mapa
turístico argentino; y hoy se ha convertido en un polo de
atracción de primer nivel, en el que se mezclan, en dosis
exactas, la belleza de sus playas y extraordinarias pleamares
(que alcanzan hasta los 10 y 11 metros en momentos
extraordinarios), la nueva infraestructura hotelera y de
servicios (bares, restaurantes, galerías y negocios) y,
por supuesto, sus maravillosas, románticas e improbables
historias que nos hablan de naufragios, gente perdida en el mar,
nazis recalando secretamente en sus costas, misteriosos y
evanescentes submarinos alemanes, templarios medievales,
neo-templarios actuales y, como si todo eso fuera poco, el santo
Grial.

¿Pero qué relaciones hay entre Capilla del
Monte, Erks y este alejado punto austral?

Muchas más de las que el lector pueda imaginar
racionalmente.

LOS ÚLTIMOS CRUZADOS

Cuando las llamadas "pruebas" de la existencia
de Erks (y todo el universo que gira a su alrededor) pasan de un
creyente a otro suelen darse transmutaciones muy
interesantes. Los juicios previos y los delirios más
desatinados, incorporados como parte de la realidad
histórica (es decir, objetiva), moldean las evidencias
a gusto y piacere
, estableciendo relaciones inauditas que
ellos, los "diabólicos", suelen denominar
conexiones metafísicas.

En ese contexto tan laxo y maleable, todo es
reinterpretado (absolutamente todo) y la
ideología, forzando los hechos, los encajona dentro del
dogma difusionista rescribiendo la Historia completa de la
humanidad, tal y como lo hizo la Ahnenerbe en los años "30
y "40.

Nos vemos así sumergidos en el ámbito puro
de las creencias; y todo lo que podría ser cierto pasa
a serlo
. De hecho, se intenta por todos los medios de
confirmar que lo que se cree es verdadero, y cuantas
más personas entran en el juego, mayor es el
convencimiento. Es casi una cuestión
acumulativa.

La realidad, distorsionada, adopta reglas
propias. Se puede ir en contra de todo lo que se sabe sin que a
nadie le tiemble la pera y la anormal tendencia a observar
conexiones y señales
por todos lados (trastorno
psíquico llamado apofenia) conduce a ideaciones
mágica incontrolables, que son la base de todo el
pensamiento conspirativo.

De esta conjunción de factores y síntomas
patológicos, nacen las rocambolescas explicaciones y
teorías que nos hablan de la superioridad aria, del
expansionismo nórdico por todo el planeta, de las ciudades
subterráneas interconectadas por cavernas, de la
Atlántida, Lemuria, el continente perdido de Mu y
demás quimeras, en las que se apoyan los discursos
esotéricos desde el siglo XIX a la fecha.

En nuestro país, tal como lo hemos indicado en
páginas anteriores, uno de los principales responsables de
la difusión de estas ideas fue el policía y abogado
Guillermo Alfredo Terrera, un exótico personaje que,
amén de hombre de Derecho, decía ser
antropólogo, sociólogo y tradicionalista.
Ocupó varias cátedras en la Universidad de
Córdoba y de Buenos Aires por las décadas de 1950 y
1960 y fue autor de numerosos libros de carácter
esotérico, por medio de los cuales instaló en el
imaginario de sus seguidores interpretaciones muy personales
respecto de Erks y la historia del norte cordobés,
llegando a sostener que en la zona se encontraba escondido el
mismísimo Santo Grial. También fue el creador de la
excéntrica Escuela Hermética de las
Antípodas
y heredero, como el mismo relatara, del
famoso Bastón de Mando de los Comechingones.
Detrás de sus incongruentes conjeturas partieron muchos
otros, reinterpretando sus dichos y generando una nueva
mitología que perdura hasta el día de
hoy.[68]

Hagamos un rápido repaso de sus sesudas
presunciones para poder entender el nexo que se generó
entre el Uritorco y la misteriosa meseta de
Somuncurá.

De acuerdo con Terrera, la presencia de representantes
de la "raza nórdica" en la zona de Capilla del
Monte no se limitó sólo a los altos, rubios y
barbados
comechingones, sino también a las
incursiones realizadas por un "caballero hiperbóreo
europeo
" llamado Parsifal; quien, contrariamente a lo que se
cree (decía el místico) era de origen alemán
y no galés.[69] Será este gallardo
miembro de la germanidad el que trajera a estas latitudes
sudamericanas, nada más ni nada menos, que la copa en la
que José de Arimatea acopiara "la sangre energizada de
Jesucristo
". El motivo de semejante mudanza
transoceánica en el siglo XIII (doscientos años
antes de Colón), no sería otro que el de juntar al
Grial con otras dos poderosas reliquias: el
Bastón de Mando y la Cruz Gamada
(svástica), que estarían esperando en un cerro muy
especial de unas lejanas sierras llamadas Viarava y
Charaba, ambas localizadas en Argentum,
región que era a su vez parte de un continente llamado
Armórica.

Según Terrera, el objetivo ultimo de ese
extraño maridaje de objetos sagrados no sería otro
que el de concentrar y dominar toda la sabiduría y poder
espiritual de los Superiores Hermanos Blancos de la
antigüedad y dar, así, el gran paso a una nueva
era.

Los rasgos milenaristas expresados en el argumento son
más que claros. Pero ¿qué costaba decir que
el Grial estaba en el Uritorco? Nada. Sólo había
que dar el paso. Y terrera lo dio. Tenía lo que
necesitaba: mucha imaginación, lápiz y papel.
¿De qué otro modo se podía, sino, ligar a la
provincia de Córdoba con un texto escrito en Alemania,
hacia los años 1200 d.C., por un poeta de la región
de Turingia?

No siempre es sencillo encontrar lógica donde no
la hay. Pero en este universo de posibilidades infinitas todo es
factible.

Terrera afirmó que toda la historia estaba
reflejada en el libro Parzifal escrito por un noble
caballero y poeta épico llamado Wolfram von
Eschenbach.

Alemán de nacimiento, Eschenbach vivió
entre 1170 y 1220, terminando de escribir esta versión
germana del mito del Grial (que no transcurre, como en otras
versiones, en Inglaterra sino en el sur de Alemania) hacia el
año 1215. Es una típica novela de
caballería, llena de aventuras y mística
católica en la que los viajes son claros símbolos
de superación espiritual y el Grial la meta última
a alcanzar.

En sus libros y conferencias, Terrera exponía la
siguiente y reveladora cita del Parzifal de
Eschenbach:

"En qué lejana cordillera podrá
encontrar/ a la escondida Piedra de la Sabiduría
Ancestral/ que mencionan los versos de los veinte ancianos, de la
isla Blanca y la Estrella Polar/ Sobre la Montaña del Sol
con su triángulo de Luz! Surge la presencia negra del
Bastón Austral, en la Armórica antigua que
en el sur está./ Sólo Parsifal el ángel, por
los mares irá/ con los tres caballeros del número
impar/ en la Nave Sagrada y con el Vaso del Santo Grial/
por el Atlántico Océano un largo viaje
realizará/ hasta las puertas secretas de un silencioso
país/ que Argentum se llama y así siempre
será/…. (…)  Oculto lo mantuvieron en
Viarava los Dioses de la Tierra/ en un Monte Sagrado de la
innombrable Viarava/ donde Vultán le otorgara su
mágico destino".
[70]

Pero hay un problema.

El párrafo anterior no existe en la obra
mencionada. No hay una sola línea, ni una palabra, que
haga suponer la existencia de Argentum, Viarava y
Armórica
. Tal como lo revelara Gustavo
Fernández en Los Templarios en América, la
referencia bibliográfica de la que se extrae la historia
es un invento de Terrera. [71]

"En efecto, Terrera mintió descaradamente, o
deliró patológicamente, al adjudicar a los bardos
medievales este texto apócrifo. Y se pone en evidencia en
la introducción de su propio libro
Parsifal, Wolfram
von Eschenbach y Orfelio Ulises cuando escribe: "(…)
como es sabido es imposible conseguir en Argentina y en
castellano la obra de Eschenbach". Claro, escribió eso a
principios de 1980. Nada auguraba Internet. Y con Internet
algunas cosas cambian. Ahora si tenemos a nuestra
disposición y en Castellano la obra del
alemán."
[72]

Pero no se quedó ahí.

En un libro posterior, El Valle de los
Espíritus
(1989), Terrera sostuvo que el Grial estaba
en la Patagonia y no faltaron los discípulos que se
encolumnaron detrás de la idea, organizando expediciones
(viajes en realidad) en busca de la sacra reliquia por la zona de
San Antonio Oeste, Las Grutas y la meseta de Somuncurá, en
las provincias de Río Negro y Neuquén. Se
autodenominaron el Grupo Delphos y, como Terrera,
apoyaron sus elucubraciones en un texto escrito hacia 1205,
titulado Perlesvaus (de autor
anónimo).[73] Con ese libro en mano
justificaron la búsqueda y así cobró nueva
forma la leyenda de la presencia de templarios en la
Patagonia.

Pero los ecos de Erks, de Acoglanis y del abogado
Terrera, se dejaron oír también en las ventosas
latitudes del sur argentino, decorando el nuevo relato con
ciudades y túneles subterráneos, energías
misteriosas, puertas dimensionales, seres inmortales y gnomos. Un
cóctel perfecto. Una nueva fantasía pseudo
histórica que arrastró a más de un
romántico de derecha. Porque una cosa hay que aclarar:
detrás de estas fábulas seguía
asomándose la sombra de la svástica, el
tradicionalismo y el integrismo ultracatólico de corte
nacionalista.

Para Terrera no había duda respecto de la
ubicación del Grial: estaba en una zona llamada El
Bajo del Gualicho
, una salina cercana a la ciudad de Las
Grutas (Río Negro) en donde sería posible encontrar
la puerta de ingreso (un túnel) que conduciría a
una caverna subterránea en la que el Grial
permanecería custodiado por un templario inmortal
(¡?).

Más tarde el Grupo Delphos agregaría
nuevos condimentos esotéricos al asunto.

Claro que esta fantasía tenía un
antecedente teórico de apariencia más
académica, y ligado de manera bien directa a la
organización Ahnenerbe de Himmler y sus intentos por
tergiversar la historia con fines ideológicos y
políticos.

En la década de 1970, un peligroso delirante de
origen francés, llamado Jacques de Mahieu, lanzó
una loca teoría, sin sustento alguno y basada en
suposiciones derivadas de sus propios deseos difusionistas, que
señalaba la presencia de vikingos en América del
sur y su posterior contacto con caballeros templarios.

Mahieu fue un reconocido criminal de guerra,
colaboracionista de los nazis al momento de la invasión de
Francia en 1940 y veterano de la División Carlomagno de
las Waffen-SS. Al derrumbarse el régimen nazi en 1945,
huyó para la Argentina, siendo uno de los primeros en
hacerlo en avión, el 22 de agosto de 1946.

Según Uki Goñi, mantuvo estrechas
relaciones con Perón[74]Ocupó el
cargo de secretario en la Escuela Superior de Conducción
Peronista y varias cátedras en la Universidad de Buenos
Aires, durante los años "50 (incluso tras la caída
del gobierno justicialista)[75]. Más tarde,
en la década de 1960 dirigió algunas unidades
básicas del partido y, antes de morir en 1989,
apoyó la candidatura de Menem.

Pero, ¿qué decía Jacques de
Mahieu?

Enemigo de las ideas de la Revolución Francesa y
la Ilustración, contrario a la razón, a la
lógica y sostenedor de ideas racistas, Mahieu
bosquejó una historia sin sustento alguno;
apoyándose sólo en su capacidad de oratoria y
convencimiento. Un verdadero sofista capaz de poner la palabra en
función de la mentira. Un ejemplo acabado de lo que hemos
denominado la falacia del
experto
.[76]

Sucintamente, afirmaba que los vikingos habían
llegado a México hacia el año 967 d.C. y gobernado
al pueblo de los toltecas.[77] Tras un tiempo en
Mesoamrica habrían seguido su camino expansivo hacia el
sur del continente, llegando a ser los iniciadores de la
civilización de Tiahuanaco, en Bolivia (¡?).
Allí habrían encontrado minas de plata en la
localidad de Porco, que empezaron a exportar hacia Europa
vía Brasil (Porto Santo), previo paso por el Cerro
Porá (Paraguay) en donde la convertían en
lingotes.[78]

Ya en el viejo mundo, hacia el siglo XII, más
exactamente en el puerto de Dieppe (circa 1150), habrían
tenido contacto con los templarios, con quienes pactaron un
intercambio: plata americana por tecnología. Así
púes, la orden del temple (una verdadera y poderos
multinacional medieval) entregó el conocimiento del manejo
de la piedra, con el que los vikingos levantaron la
extraordinaria ciudad del altiplano boliviano; y ellos, inundaron
Europa con el metal precioso.

El Puerto de la Rochelle, secreto fortificado (sigue
Mahieu) era el punto de entrada y salida de la plata americana; y
de allí salieron siglos más tarde los barcos
templarios que huían de la persecución que sobre
ellos había lanzado, en 1307, el rey de Francia Felipe El
Hermoso y el Papa. Ese año, diecisiete barcos templarios
(llevando sus archivos, riquezas y reliquias) cruzaron a
México. Se establecen en Tenochtitlán, capital de
la confederación azteca, manteniéndose
autónomos del tlatoani (jefe local) y reconstruyendo la
orden. Levantaron iglesias y la cruz se impuso como
símbolo en Centroamérica. Incluso Mahieu
creía detectar palabras francesas en el libro sagrado del
Popol-Vuh (¡?). En tanto, los vikingos de Tiahuanaco
habían sido destruidos en
1267.[79]

El estudioso de las SS en el exilio veía la
influencia templaria y germana por todas partes. Y esta
insensatez la elucubró sin pruebas y a partir de lecturas
e interpretaciones erróneas. Veía lo que
quería ver.

Pero, ¿qué pasó, entonces, con los
templarios de América del Sur?

Sencillo (cuando se inventa, todo es sencillo): al ser
monjes y mantener una vida monástica, no se mezclaron con
los locales. Le huyeron a los placeres de la carne y así,
el grupo se fue extinguiendo hasta
desaparecer.[80]

Era una fantasía relativamente bien contada,
capaz de alimentar la de otros algunos años
después.

Convertido en autoridad académica,
Jacques de Mahieu, abrió las puertas para que los
templarios terminaran siendo detectados en regiones más
australes; como Río Negro y Neuquén, en la
Patagonia argentina.

LAS MESETAS, LOS CERROS Y EL HOMBRE

A unos 50 kilómetros de Las Grutas (Río
Negro), después de atravesar restingas, arenales y dunas
de relativa altura, el viajero, bien pertrechado de agua,
protector solar y sombrero para combatir en verano los impiadosos
rayos del sol, puede arribar, en camiones del ejército
adaptados al turismo-aventura, a los pies de una imponente
meseta, árida y aislada, que se eleva a muy pocos metros
de la costa del Golfo de San Matías.

Desde los días en que Justo José de
Urquiza presidía el país, se la conoce bajo el
nombre de Fuerte Argentino. Tiene una altura algo
superior a los 110 metros, una longitud de 1800 metros y es parte
de las estribaciones de la inmensa meseta de Somuncurá, un
macizo de 27.000 kilómetros cuadrados que se extiende,
desolado y frío, en las actuales provincias de Río
Negro y Neuquén.

Vista desde el mar semeja una isla que convoca la
atención de todos. Neblinosa, regular, recortada contra el
cielo que le hace de fondo y el océano de base, inspira
curiosidad y misterio. Y no es para menos. Como el cerro
Uritorco en Córdoba, el Fuerte Argentino
rompe con la monotonía del paisaje y se yergue ante
nuestros ojos despertando mil preguntas.

No hubo sociedad en la antigüedad que no
adorara, de un modo u otro, a las montañas. El culto a las
alturas, debidamente comprobado en el Viejo y en el Nuevo Mundo,
es una constante que se repite cada vez que nos interesamos por
las creencias y cosmovisiones del pasado.

Desde el monte Olimpo, residencia de los
dioses de la Grecia Clásica, hasta los cerros divinizados
de las culturas andinas, conocidos con el nombre genérico
de "Apus" (Señores), sin olvidar el
monte Merú de los hindúes;
el Haraberazaiti de los iranios;
el Tabor de los israelitas o
el Himingborj de los germanos
—sólo por nombrar unos pocos—, la
montaña ejerció en el ser humano una
fascinación reverencial que, seguramente, deriva
del valor que
las sociedades teocéntricas le atribuían
a sus componentes principales: altura, verticalidad, masa y
forma.

Partes: 1, 2, 3
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