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Uritorco: El cerro, la meseta y el fuerte (página 3)



Partes: 1, 2, 3

En general la montaña, la meseta, el cerro,
están relacionados simbólicamente con la
"elevación interna y espiritual", "la
meditación
", "la comunión con los santos y
los dioses
". Caminar hacia la cumbre implica un rito de
iniciación en el que lo meramente humano se contagia de
sacralidad a medida que se asciende. Arriba, en la cima,
la comunicación con los dioses era factible y,
seguramente, ese fue el motivo por el que Moisés
gastó sus sandalias para recibir las Tablas de
la Ley.[81]

Del mismo modo, la verticalidad estaba identificada con
el "eje del mundo" (Axis Mundis), convirtiendo
a la montaña—tal como lo explicara Mircea
Eliade— en el punto más alto de la
Tierra y ombligo del planeta; lugar en el que
—según centenares de mitos— dio comienzo
la Creación.

Por otro lado, su tamaño y grandiosidad
quedó asociado a lo perenne, a lo que no cambia, a lo que
siempre "es"; sueño de eternidad y trascendencia
que muchas sociedades intentaron reeditar al construir sus
propias montañas-artificiales; tales como
los zigurats mesopotámicos, las pirámides egipcias,
los teocalis de México o las construcciones
piramidales de los mayas.

La montaña siguió
inspirando respeto sagrado a lo largo de miles de
años, pero en algún momento posterior a la
declinación del imperio romano —muy
especialmente durante la Edad Media— Occidente
olvidó los cerros, haciéndolos a un lado en sus
creencias y desatendiendo la curiosidad que éstos
podían despertar.

Recién a partir de mediados del siglo XVIII ese
desinterés desapareció y fue
el movimiento ilustrado el encargado de volver a
convertir la montaña en objeto de estudio, y no de
adoración. Las riquezas minerales y forestales,
el interés por medir la humedad atmosférica, el
deseo de conocer certificadamente la altitud y la búsqueda
de respuestas al enigma de la formación de la Tierra,
hicieron que las altas cumbres fueran exorcizadas por los
científicos y pasaran a ser un capítulo más
de la Historia Natural, tan en boga
entonces.

Es notable observar cómo, antes del siglo XVIII,
sólo en contadísimas ocasiones los estudiosos se
dirigieron a la montaña. No había interés
por ellas, pero, a poco de redescubrirse su potencial
teórico-iluminista, ese interés empezó a
mutar buscando no sólo la desencantada mirada del
científico, sino la emoción, el sobresalto y el
sentimentalismo. Ese fue el aporte que hicieron los
romanticismos.

Johann Wolgang Goethe (1749-1832), Horace
Bénedict de Saussure (1740-1799) y Alexander von
Humboldt (1769-1859) fueron los precursores de esa nueva
forma de observar la montaña; rescatando en ella el "alma"
perdida de la naturaleza y renovando el interés por las
alturas, ahora asociadas a la idea de libertad y
evasión.

Cada uno de estos autores combinó en sus
escritos ciencia y emoción, exactitud y
arrebato, ante una montaña que empezó a ser
adjetivada como "sublime".

En carta a Goethe, Humboldt le escribió
el 3 de enero de 1810:

"A la naturaleza hay que sentirla; quien sólo
ve y abstrae puede pasar una vida
analizando plantas y animales, creyendo describir
una naturaleza que, sin embargo, le será eternamente
ajena".

La influencia del insigne naturalista y viajero
alemán fue enorme, tanto en América como en Europa.
Su deseo por reproducir en pinturas la intensidad de las
experiencias vividas, elevó el sentimiento al mismo sitial
en el que estaba el conocimiento. La "cientificación
del arte
", cuyo objetivo sería instruir y
estimular, empezó un largo recorrido que terminó en
la estilización y la "geografía
estética
".

Arte y ciencia se daban la mano y, en ese encuentro, el
ángulo epistemológico de Occidente ante la
montaña cambió.

La unión mística con el paisaje
conllevó una nueva relación del hombre con el
entorno. La fuerza de los elementos, la imponente masa terrestre
y su grandilocuencia frente al ser humano, llevó a que no
sólo se las midiera, sino se las admirara con nuevos ojos;
quedando el hombre sometido a sus misterios y prohibida
accesibilidad.

La montaña, después de siglos,
volvió a tener un carácter cuasi-sagrado. Y los
viajeros románticos se encargaron por difundirlo a
través de libros de viajes, pinturas, poemas y
mentiras.

EL FUERTE ARGENTINO

Fernando Fluguerto Martí no
sólo era ingeniero, divulgador de la historia no-oficial
expuesta por Mahieu respecto de los templarios, sino
también un nacionalista esotérico, buen relator y
presidente, líder intelectual y creador de la
Fundación o Grupo Delphos
. Él mismo
decía ser discípulo del gran Guillermo Terrera y
creía encarnar la persona indicada que debía
heredar, tras la muerte del abogado en 1998, el famoso
Bastón de Mando de los comechingones. Cosa que no
ocurrió y que se encargó de reprochar en cuanta
entrevista dio para la
televisión.[82]

De acuerdo a las investigaciones realizadas por
Hernán Brienza[83]y Raúl
Kolmann[84]Martí comulgaba, antes de
fallecer en 2013, con el ideario de la ultraderecha nacionalista
argentina, siendo ferviente seguidor y creyente convencido de los
ideales de Julios Evola, un fascista de salón poco
conocido; tanto como de un supuesto (y delirante) proyecto que
los judíos pergeñaban para invadir y ocupar la
Patagonia argentina: el mítico Plan Andinia del
imaginario antisemita
vernáculo.[85]

Apropósito de ello, Martí
escribió:

"La Patagonia es la tierra del Santo Grial. Por eso,
los enemigos de la humanidad, la Sinagoga de Satán
(…), los Hijos del Diablo (…), buscan y persiguen
el Grial. De ahí el interés que despierta el suelo
de Argentum en los hijos de la noche. De ahí las compras
de enormes extensiones de nuestras
tierras."
[86]

También fue uno de los defensores más
acérrimos de la teoría de la presencia
templaria en nuestro país. Idea que expuso, con calma
oratoria, más de una vez en documentales de
televisión controvertidos y bastante poco
académicos por sus contenidos (especialmente en el History
Channel).

De igual forma que Terrera, Martí y su grupo se
apoyaron en textos medievales para autoconvencerse y
confirmar (de manera endeble por cierto) que los monjes
guerreros del Temple anduvieron dando vueltas por la Patagonia y,
hasta su último aliento, sostuvo que en la cima del Fuerte
Argentino había existido una construcción (una
fortificación) levantada por templarios y proto-templarios
(¡?).

El escrito en cuestión era el Perlesvaus o El
Alto Libro del Grial
, de cuyas páginas Martí
rescataba los siguientes versos, a fin de sostener y defender sus
ideas.

"Perlesvaus se aleja de la tierra de tal modo que ya
sólo ve el mar y la nave marcha a gran
velocidad

… La nave ha corrido tanto noche y
día, tal y como a Dios le plujo, que llegaron a un
castillo en una ínsula de mar. Preguntó a su
marinero si sabía qué castillo era
aquel.

-En verdad, no lo se, señor, pues hemos
corrido tanto que no conozco ni el mar ni las
estrellas…

… Se acercaron al castillo y oyeron sonar muy
dulcemente cuatro trompetas arriba de las murallas y los que las
tocaban iban vestidos de blanco. Se dirigen hacia aquella
parte…

… En cuanto la nave tomó puerto debajo
del castillo y el mar se retiró de modo que la nave se
quedó en tierra seca,…

… Salieron de la nave y luego entraron al
castillo por la parte que daba al mar…

… Y ve la fuente más bella y clara que
nadie puede contemplar,…

… Uno de los maestros toca tres veces una
campana y en la sala aparecieron treinta y tres hombres formando
una compañía. Iban vestidos con túnicas
blancas y todas llevaban una cruz roja en medio del
pecho…

… Allí dentro fueron servidos muy
gloriosa y santamente. Perlesvaus se complace más en
mirarles que en comer…

… En cuanto se descubrió la entrada al
foso, salieron de allí los gritos más terribles y
dolorosos jamás oídos…

… Si no juráis que regresareis en
cuanto veáis la nave con la vela cruzada por la cruz
roja…

… Y encuentra su nave dispuesta y oyó
sonar las trompetas a su partida igual que a su llegada. Entra en
la nave y se izan las velas. Se aleja de la
tierra…"[87]

En pocas palabras, Martí creía que,
huyendo de una Europa que les resultaba por demás hostil,
un barco templario navegó noche y día
hacia el sur, cambiando de hemisferio (de ahí que el
navegante desconociera el cielo) trayendo el Grial a una zona con
amplias mareas, identificada como el Golfo de San Matías,
en Río Negro.[88] Corría el
año de 1307. Y allí, en una isla (que no
sería otra que la barda conocida como Fuerte
Argentino)[89], habrían sido recibidos por
templarios vestidos de blanco y cruces en el
pecho
.

El análisis que Martí hizo del
"Fuerte" fue por demás imaginativo: creyó
detectar vestigios de antiguos muelles y denunció
hallazgos de restos "arqueológicos", de los cuales nunca
dio cuenta públicamente.[90] El secretismo,
una vez más, creaba un muro de misterio imposible de ser
atravesado.

Y como si todo eso fuera poco, agregó:

"Hoy, el Grial está físicamente
ubicado en una ciudad subterránea bajo la meseta de
Somuncurá, a unos mil metros de profundidad y protegida
por miembros de la Orden que tienen contacto con la superficie a
través de túneles ascendentes y
descendentes".
[91]

Ciudades subterráneas, túneles y
templarios intraterrestres.

Volvemos a lo mismo de siempre: la tierra y sus
recovecos como protectora de misterios insondable.
Somuncurá es a Río Negro lo que el Uritorco a
Córdoba.

El Grupo Delphos está convencido de que el Grial
está América. Más concretamente en nuestro
país. Lo aseveran sin titubear. También, sin prueba
alguna. Sólo algún que otro indicio, originado en
interpretaciones libres e imaginativas de ciertas señales,
son las bases en las que se apoyan a la hora de transmitir la
historia.[92] Una historia que a poco de avanzar
se llena de elementos fantásticos. O mejor dicho, mucho
más fantástico que los señalados hasta
ahora.[93]

Los buscadores argentinos del Grial sentencian que tras
abandonar el Fuerte (hoy Argentino) los templarios ocultaron la
preciada reliquia en un sitio clave, secreto, fuera del alcance
de los hombres impuros: debajo de la meseta de Somuncurá,
sitio al que se accedería a través túneles y
galerías inexploradas hasta ahora. Allí,
sería posible encontrar un río subterráneo
que uniría el océano Atlántico (justo frente
al Fuerte) con el Pacífico, y a medio camino, en una
ciudad bajo tierra, que identifican como La Ciudad de Los
Césares
, estaría el Grial custodiado por
templarios centenarios en edad. Una comunidad de monjes
guerreros, perdidos/escondidos literalmente en la Patagonia, en
tanto cuidan la reliquia, no deja de llamar la atención.
[VÉASE APENDICE 1]

Por otro lado, aseveran que hay una entrada a ese mundo
místico. Una puerta de piedra que estaría ubicada
en un enorme macizo rocoso cercano a la pequeña localidad
de Telsen (provincia de Chubut), al sur de la meseta de
Somuncurá, y que llaman, justamente, "La puerta de
Telsen
".[94]

Otra puerta (para muchos dimensional) que
conduciría a una nueva y sureña ciudad
intraterrena, casi idéntica en todo a los cuentos del
Uritorco.

ERRORES Y MENTIRAS

La manipulación, tergiversación y
acomodación del pasado con fines ideológicos ha
sido una práctica más extendida de lo
deseado.

Voluntaria e involuntariamente, errores y mentiras,
exageraciones e interpretaciones falsas, se acumulan por doquier
construyendo una historia paralela (no-oficial, dicen) por
completo deformada, sin base alguna en la realidad, ni en los
hecho comprobados. Sus responsables, cual demiurgos poderosos,
crean mundos nuevos. Inventan sucesos. Conectan lo inconexo.
Toman por ciertas sus propias elucubraciones fantásticas y
parten en la búsqueda de cosas y lugares que jamás
existieron.

Curiosamente, esa pesquisa termina dándole
emoción y sentido a sus vidas, y cuanto más se
alejan de la realidad probable, mayor es el impulso y
voluntad que invierten en la empresa. Se aprovechan de la
ignorancia y de la falta de dato. Rellenan los espacios oscuros
con sus iluminados pseudo-descubrimientos y se dejan seducir por
sus ideas incoherentes al punto de quedar atrapados en sus
propios discursos, de los que no hay vuelta atrás.
Imposible es hacerlos cambiar de opinión. El
espíritu conspirativo atenta contra todo lo razonable y la
lógica se diluye en un mar de conceptos esotéricos,
místicos, herméticos, que parecerían
retrotraernos a una literatura de tipo medieval, en la que todo
es posible y el simbolismo católico, los milagros y
sucesos maravillosos ocupan el espacio que, en otros libros, no
serían más que un capítulo de la historia
del imaginario.

Dejemos el espíritu de aventura para las novelas
y filmes y reconozcamos que detrás de toda gran
teoría, detrás de todo sabio con ínfulas
eruditas, no hay más que un tipo en camiseta.

Controlemos nuestros deseos de emoción.
Desacralicemos a las autoridades. Examinemos las pruebas y
rebatamos las afirmaciones obispales que rehúsan la
discusión crítica. Preguntémonos si lo que
se nos comunica es creíble. Descubramos los supuestos y
prejuicios en los que se basan los argumentos y evitemos creer en
corazonadas y conocimientos revelados. Toleremos la incertidumbre
y huyamos de la fantasía a la hora de completar el
rompecabezas que está inconcluso; porque, recordemos
siempre que la carga de la prueba recae en quien propone una
afirmación
y que las afirmaciones extraordinarias
requieren de pruebas extraordinarias
.

Con respecto a la presencia de templarios en la
Patagonia y en el Fuerte Argentino deberíamos decir que
todo el cuento está fundado en falacias y errores. Tal vez
los visos históricos que se mechan en el relato vuelvan
más creíble todo, especialmente si se lo compara
con el del Uritorco y Capilla del Monte (mucho más
orientado hacia lo místico). En el sur escasean las
energías misteriosas, los seres de luz interdimensionales,
los ovnis, la telepatía y los herméticos mensajes
de la Hermandad Blanca. Pero tampoco se quedan atrás.
Inventaron tradiciones, reinterpretaron los datos la
geología, exageraron los hallazgos arqueológicos y
también vieron cosas donde no las había.

En un trabajo crítico muy bien documentado, un
vecino de la ciudad rionegrina de San Antonio Oeste (cuna del
Grial patagónico), Marc Pesaresi, ha rebatido con
suficiencia cada uno de los supuestos expuestos por Martí
y su grupo de seguidores.

Resumamos, pues, las conclusiones de Pesaresi.
[95]

En primer término es mentira que exista una
tradición templaria en la región. Nadie nunca antes
habló de templarios trasladando cálices sagrados
por la Patagonia. No existe tradición oral alguna que
refiera esos hechos. Todo es un injerto de los años "90 y
el jardinero principal fue el grupo de Martí.

En segundo lugar, no existen restos arqueológicos
de ningún tipo en la meseta. No hay rastros de fuerte, de
murallas, de tejas. No hay nada que insinúe la presencia
de los monjes soldados del Temple en estas latitudes.

Tampoco hay descendencia alguna de esos supuestos
europeos precolombinos.

En cuarto término, no hay caballos europeos sino
desde 1536, que fue cuando Pedro de Mendoza los trajo por primera
vez. No hubo caballos templarios vagando por las planicies
argentinas antes de la llegada de los
españoles.

En quinto lugar, es falso que la barda donde se
levantara el supuesto fuerte haya sido hacia 1307 una isla. Los
estudios geológicos demuestran que el nivel del mar no
bajó desde entonces. Todo lo contrario: desde hace 250
años sube. Poco, pero sube.

Y finalmente, la meseta es una altiplanicie
árida, seca, imposible de habitar y menos que menos
apropiada para levantar un fuerte. No tiene agua potable. Hasta
1973 el tema del agua fue un problema grave para los
rionegrinos.

Sorprende que empresas de divulgación
internacional (aparentemente científicas), editores y
comentaristas varios, no tengan en cuentan todos estos aspectos a
la hora de exponer este y otros temas. Aunque, pensándolo
dos veces, no debería sorprendernos demasiado. Es
comprensible que así sea. Si le quitaran a la historia las
falacias, repetidas una y otra vez, la historia misma se
desvanecería o perdería, sin más, la
preciada mercancía, lo único que se pretende
vender: el misterio. Tras la credulidad delirante viene
el negocio.

En un mundo desencantado, el encanto, que se resumen en
las leyendas y rumores, lucha por sobrevivir.

El pensamiento mágico levanta
barricadas.

Resiste.

Y lo viene haciendo con éxito.

FJSR

Buenos Aires

Marzo 2015

Apéndice

APÉNDICE 1

DE TRIBUS Y EXPLORADORES
PERDIDOS

Las inquietudes y especulaciones que han despertado, y
despiertan, las expediciones perdidas son otras de las
constantes que se repiten dentro del imaginario de Occidente. Un
sentimiento recurrente que, no exento de morbo, moviliza a la
opinión pública y facilita, al ocasional escritor,
captar la atención de sus lectores a través de la
romantización del drama, y su posterior conversión
en aventura. Y es que, generalmente, el escenario de la
"atrayente" pérdida no está en el
ajetreado mundo urbano en el que la mayoría vivimos. Las
expediciones no se pierden en las grandes metrópolis, sino
en un marco natural que suele tener como telón de fondo a
la selva, la montaña o el desierto; sitios no controlados
y en los que toda nuestra tecnología suele convertirse en
un adorno inoperante que, si bien ayuda, en muchos de los casos
(reales o literarios) termina convirtiéndose en el ajuar
funerario de los audaces e inconscientes exploradores.

Ya desde la época de la conquista de
América se vienen registrando historias sobres
náufragos o huestes perdidas que han alimentado las tramas
de inolvidables novelas y películas. La narración
de las penalidades y sufrimientos de exploradores desaparecidos
han dejado flotar mil y unas interpretaciones sobre la suerte
corrida; y en torno a ellos se tejieron rumores y leyendas que
terminaron haciendo de muchos incautos, verdaderos héroes.
Así, aquel que buscaba lo exótico, al desaparecer,
se volvía él mismo, en objeto exótico de
otros.

Enrique de Gandía, el brillante historiador
argentino que analizara con detenimiento los mitos y leyendas de
la conquista americana, escribe:

"En verdad ninguna fantasía humana
podrá superar en belleza y en misterio el hechizo que
rodea el recuerdo de aquellos náufragos y
conquistadores
[exploradores, FJSR] olvidados, cuyas
voces parecerían llegar desde el fondo de las selvas
sombrías y las costas heladas, hasta los oídos de
sus hermanos que los buscaban empeñosamente sin poderlos
hallar".[96]

Hombres perdidos en tierras desconocidas. Una
conjunción ideal para el imaginario. Una oportunidad
más para recrear emocionalmente la tragedia y
transformarla en objeto de indagación, especulación
y búsqueda. Una constante que adquirió mil rostros
y personajes a lo largo del tiempo. Un incentivo extraño a
la curiosidad que nace del dolor.

El tópico del explorador perdido
despierta una singular atracción debido a las
múltiples posibilidades que se encierran en el acto mismo
de desaparecer. Quien desaparece no termina de morir del todo y
la agónica esperanza de volver a encontrarlo con vida
facilita el despliegue de toda una serie de especulaciones que
prolongan la presencia del desafortunado viajero más
allá de los límites normales del duelo.

Ante la dificultad de resolver el misterio, el
explorador desaparecido abre una ventana a "otro mundo",
de lleno imaginario. Un mundo caracterizado, fundamentalmente,
por la distancia y el aislamiento, en el cual es posible
construir las más fantásticas o realistas
hipótesis; ésas que van de la pura y sencilla
muerte en manos de aborígenes y animales salvajes, hasta
la irresistible fantasía de imaginarlo siendo el rey de un
nuevo país en el que ejerce su fuerte personalidad de
"hombre blanco".

En el Amazonas y en el Orinoco, por ejemplo,
subsistió largo tiempo la creencia de que por aquellas
regiones había españoles perdidos desde
hacía muchos años. Esta creencia se viene
arrastrando aproximadamente a partir de 1528, cuando, desde
Venezuela empezó a divulgarse el rumor de que en lo
profundo de las selvas había cristianos perdidos. De igual
modo, los naufragios en costas americanas generaron comentarios
semejantes, y la imaginación, que nunca olvidó a
aquellos desafortunados viajeros, los supuso con vida pero
apartados del mundo, lejos de la civilización y
"barbarizados" por el entorno que los devorara.

Se oyó decir también que estaban rodeados
de riquezas en maravillosas ciudades perdidas, reconstruyendo
sociedades ideales y conservando los secretos que tanto
habían deseado desvelar. Irónico destino para un
explorador y clara mezcla de impotencia y de crítica al
mundo del que provenían. Ambivalencia de una
situación límite que conserva en sí misma
dos posibilidades, repetidas una y otra vez en cientos de mitos y
leyendas: la de recuperar el Paraíso Perdido o la de ser
prisionero en un infierno terrestre, húmedo,
selvático o árido, pero controlado por celosos
salvajes pertenecientes a razas desconocidas.

El explorador perdido pega, así, un
salto y sale del tiempo. Adquiere, de algún modo, cierto
halo de eternidad y su no presencia, producto de un fracaso, se
convierte en ejemplo, símbolo y modelo de futuros
exploradores. ¿Pulsión de muerte? Es posible, ya
que parece no existir mayor impulso para un aventurero que el
fracaso de una expedición anterior. Deseo de una muerte
romántica; ansias de perdurabilidad, que se sostuvieron
activas hasta bien entrado el siglo XX y que todavía se
detectan en los marginales exploradores que recorren sitios
aislados en nuestros días.

Pero hay un aspecto que las expediciones y exploradores
perdidos revelan: la permanente existencia de fronteras abiertas
hacia Terras Incógnitas.

Una y otra vez, los mismos argumentos se repiten en
diarios de viajes y novelas. Como en los viejos cuentos
infantiles, que reiteran constantemente hasta el cansancio
idénticas situaciones (que no son lícitas
modificar, a menos que se pretenda quitarles el efecto emocional
que éstas encierran), cuando se hace referencia a personas
desaparecidas en regiones alejadas de la civilización,
suele caerse en argumentaciones de este tipo: "Imagine la
superficie de la Tierra, reste los océanos, los desiertos,
las montañas y las regiones árticas.
¿Qué queda? Un 20 % aproximadamente. Habitamos una
quinta parte del planeta y creemos que estamos en todas partes,
que no hay espacio para nadie más o que todo está
completamente explorado y conocido
".

Suena emocionante, atrayente; el mundo inacabado perdura
de algún modo. Los espacios en blanco de los mapas
picanean la curiosidad y hacia ellos continúan marchando
expediciones, de las que, en muchos casos, jamás
recibiremos noticias. Los espacios en blanco (que existen) se
transforman, así, en verdaderos agujeros negros. Esa fue
la suerte que corrieron muchos exploradores que hoy engrandecen
los libros de geografía. Ese es el sendero que transforma
a un hombre en leyenda.

Toda exploración en regiones consideradas
vírgenes posee distintos momentos de dramatismo, pero no
existe instante más sobrecogedor que aquel en el que el
expedicionario se topa con alguna sociedad desconocida. Entonces,
el "Otro" toma forma concreta, se materializa señalando
diferencias, indicando también similitudes y despertando,
siempre, sentimientos contradictorios que van de la
admiración al desprecio. Todo un arsenal contenido de
adjetivos calificativos se desploma sobre la "nueva raza" y, como
hemos dicho antes, el imaginario cumple allí una
función inevitable. Hombres distintos, creencias
incomprendidas, rituales extraños y morfologías
condimentadas con mil suposiciones fantásticas, llevan al
"indio" a recorrer una escala ontológica que va de lo
monstruoso a lo angelical; del caníbal agresivo al "buen
salvaje". Una vieja costumbre que, en América, se arrastra
desde los días de Cristóbal Colón. ¿O
los templarios?

Aquella persona que estuvo alguna vez en las selvas
sudamericanas podrá reconocer que cientos de leyendas,
referidas a tribus misteriosas, tienen clara vigencia aún
hoy en día. En las selvas de Perú, Bolivia o Brasil
se comenta a diario sobre la aparición (siempre
esporádica) de "indios blancos, rubios y con ojos claros",
miembros de una perdida tribu no catalogada, que buscan
constantemente mantenerse aislados de la civilización. Los
rumores se acumulan, se difunden en las tertulias celebradas
alrededor de las cervezas nocturnas y, en esas condiciones, los
"indios blancos" cobran una realidad muy difícil de ser
negada. Se les adjudican poderes fuera de lo común;
vestimentas que no concuerdan con el estereotipo del
silvícola tradicional y, últimamente, un
elevadísimo grado de espiritualidad que los acerca
más a los iluminados gurús de la New Age, que los
degenerados politeístas de las crónicas
españolas del siglo XVII[97]

Cuando los europeos se desplazaron por el mundo, en
momentos de la última gran expansión imperialista
(fines del siglo pasado y principios del XX), creando colonias y
explorando regiones hasta entonces intransitadas por
occidentales, supieron recopilar extraños informes sobre
aborígenes de piel muy clara, habitando rincones que el
sentido común jamás hubiera considerado propicios
para el desarrollo de comunidades blancas. El mito del indio
rubio se propagó como una mancha de aceite por los cinco
continentes y no tardaron en ser considerados los responsables de
las más magníficas obras arquitectónicas de
la antigüedad. Ya sea en África, Asia o
América, la raza blanca se endosó todo aquel pasado
que, a ojos de un explorador europeo, resultaba
admirable.

Pero no todas las tribus perdidas son blancas y rubias.
Están también las negras y enanas (el otro extremo
de la escala imaginaria de la alteridad) o aquellas que conservan
el más atávico de los primitivismos por ser
caníbales, violentas y completamente peludas. Seres a
mitad de camino entre la bestia y el hombre. El verdadero, y tan
buscado, "eslabón perdido".

Las historias sobre hombres salvajes se
proyectan en el imaginario desde los más remotos tiempos.
Su presencia en la antigua Epopeya de Gilgamesh, bajo la figura
de Enkkidu (un semihumano que vive entre las bestias), y datada
en el segundo milenio antes de Cristo, es bastante sugerente. Por
su parte, la Edad Media tampoco olvidó al hombre salvaje
de los bosques y lo representó de cientos de formas
distintas haciendo resaltar, en todos los casos, las
características paradigmáticas de la bestia con el
objeto de confrontarla con el civilizado habitante de la
ciudad.

El salvaje es la otra cara de lo urbano, el
lado negativo del hombre, lo primitivo, lo instintivo. Su
estampa, esculpida en las catedrales europeas desde el siglo
XIII, ha podido perdurar hasta nuestros días en leyendas
contemporáneas, como las del Yeti o Pie Grande. Su hirsuta
figura y sus hábitos, muchas veces nocturnos, lo
convierten en un negativo de lo que nosotros somos. Marca
contrastes y evidencia, así mismo, el prejuicio racial que
se derivó (renovado) de la teoría evolucionista del
siglo XIX.

Para el hombre salvaje su ámbito es el
bosque, la montaña o la selva, y mantiene con la
naturaleza una relación que en mucho se diferencia a la
que el occidental tiene desde los tiempos clásicos de
Grecia y Roma. Él conservó un íntimo
contacto con el reino animal (cuyo destronamiento se inicia en el
período Neolítico) sin dejar del todo de pertenecer
al universo de lo humano. Representa lo inculto y, por ello, se
lo suele ubicar en regiones poco conocidas o exploradas.
Simboliza el aspecto bestial del ser humano, su faceta irracional
e indomable, motivo por la cual lo transferimos fuera, con el
objeto de poder combatirlo con mayor facilidad.

El hombre salvaje del que hablamos (el del imaginario),
es, al mismo tiempo, objeto de curiosidad y de
legitimación para la tarea "civilizadora" del hombre
blanco y su ciencia.

Compleja y confusa, la imagen del salvaje de los
bosques
, es encontrada en casi todos los continentes, y a
pesar de ser un producto típico de la imaginación
humana, aguijoneó búsquedas verdaderas hasta la
actualidad. Como las ciudades perdidas, los monstruos o los
tesoros ocultos, el hombre salvaje encarna la fuerza, la
rareza, lo misterioso y lo secreto. Es otro claro ejemplo de que
la imaginación y la conducta se prestan mutuo apoyo,
ejerciendo una acción conjunta que arrastra a la vivencia
de sucesos y lances extraños; en otras palabras, a la
aventura.

 

 

Autor:

Fernando Jorge Soto
Roland*

 

[1] Véase todo lo referido a Fawcett y
sus expediciones delirantes en
http://lasvocesdebabel.blogspot.com.ar/2013/04/percy-harrison-fawcett.html

[2] Véase al respecto:
http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/soto_fernando/percy_harrison_fawcett_y_su_delirio.htm

[3] Véase al respeto:
http://www.akasico.wanadoo.es/akasico/html/carticulos/67618_3.html

[4] Como puede verse tampoco su periplo en el
“exilio” es claro. En tanto que Guillermo Dangel
nombra Albania, González y Villamil ni siquiera indican
esa escala previa al Tíbet.

[5] González, Ricardo y Villamil,
Roberto, Las Luces de ERKs y las Ciudades Subterráneas,
Publicaciones Ecis, Buenos Aires, 2012, pp.35-36.

[6] Dangel, Guillermo J., Todo sobre el cerro
Uritorco y la ciudad de Erks, Libros de La Tortuga, Buenos
Aires, 2012, Pág. 15.

[7] Todos estos datos fueron recogidos por
Roberto Villamil, amigo personal y fotógrafo de
Acoglanis, pero de los cuales el mismo Villamil dice no tener
confirmación alguna. Todo indica que las mudanzas y el
ir y venir de un lugar a otro fueron un componente permanente
en la neblinosa vida de Acoglanis.

[8] Dangel, G. op.cit. Pág.16.

[9] Véase: Escardó, Florencio,
El Niño y los Ovnis. Disponible en Web:
http://www.angelfire.com/scifi/etdelsol/archivos/Merkabah/florencioescardo.htm

[10] Nota: En el universo de la
ovnilogía, un “contactado” es aquella
persona que dice haber tenido (y tener) contacto con entidades
extraterrestres, seres de luz o intraterrestres, según
los casos. La mitología sostiene que esas comunicaciones
pueden ser tanto físicas como telepáticas
(¡).

[11] Gonzáles. R. y Villamil, R.,
op.cit, Pág. 168.

[12] Véase: Dangel, op.cit.,
Pág. 33.

[13] Nota: Más allá de toda
suspicacia, aquellas personas que fueron atendidas por
Acoglanis todavía recuerdan el modo en que sanaron sus
dolencias tras pasar, literalmente, por sus manos o seguir sus
consejos terapéuticos. En enero de 2015, en el pueblo
cordobés de San Marcos Sierras (a muy pocos
kilómetros de Capilla del Monte), tuvimos oportunidad de
conversar con una remisera local de nombre Mabel que
aseguró haber conocido a Acoglanis (“Mi
maestro”, dijo) y haber sanado de una dolencia
“terminal” de riñón (“que se me
habían caído de hacer tanto esfuerzo”)
después de varias consultas con el controvertido
“médico”. Así todo, dijo desconocer
la veta mística de Acoglanis y los extraños
rituales que practicaba en la zona de Los Terrones. Sólo
después de su muerte y del revuelo que se desató
en Capilla del Monte, se enteró de lo que parece haber
sido un aspecto no demasiado publicitado de sus actividades (a
no ser si se era una persona de confianza).

[14] Dangel, G., op.cit., Pág. 84.

[15] Nota: Sobre el asesinato de Acoglanis
véase en capítulo 5 del libro de Guillermo
Dangel, op cit. pp.43-49.

[16] Pareidolia (derivada
etimológicamente del griego eidolon
(e?d????): ‘figura’ o ‘imagen’ y
el prefijo para (pa??): ‘junto a’ o
‘adjunta’) es un
fenómeno psicológico donde un
estímulo vago y aleatorio (habitualmente una imagen) es
percibido erróneamente como una forma
reconocible. 

[17] Véase: Makic, Mario, “En
busca de la ciudad perdida del Uritorco”, capítulo
9, en Cuadernos del camino. De Tierra del Fuego al cometa
Halley, Editorial Marea, Buenos Aires, 2005.

[18] González, Ricardo, op.cit.,
pág. 42.

[19] La invocación, que fuera grabada
oportunamente decía lo siguiente: Guama Imanuak/ Guana
Igikuna/ Guana Cuatil/ Manuana Iku/ Naguana y Mu/ Eneguna Iuk/
Guana Iguaikuana/ Guana Guanta. ¿Qué significa
esto? Sólo Acoglanis lo sabía. Sólo
él entendía el idioma Irdín. Un desatino
de principio a fin.

[20] Gonzáles R. y Villamil R.,
op.cit, pág. 43

[21] Ibídem, pág. 165.

[22] Ibídem, pág. 43.

[23] Véase: Los Diarios de Erks, autor
Sarumah. Disponible en Web:
http://www.erks.org/diarioerks1.htm

[24] Ibídem. Disponible en Web
http://www.erks.org/diarioerks1.htm

[25] Ibídem. Disponible en
Webhttp://www.erks.org/diarioerks1.htm

[26] Ibídem. Disponible en
Webhttp://www.erks.org/diarioerks1.htm

[27] Aquellos que decidan conocer en detalle
la delirante cosmovisión imaginada por Acoglanis no
tiene más que consultar los “Diarios” arriba
citados.

[28] Nota personal: En enero de 2015,
mientras recopilaba información para la presente
investigación en Capilla del Monte, tuve la oportunidad
de contratar, en una conocida oficina de servicios
turísticos del centro de la ciudad (y a precio bastante
elevado por tratarse de una incursión espiritual), un
tour nocturno a lo que llamaban “Las Puertas del
Cielo”, un cerro de casi 1500 m.s.n.m. cercano a Los
Terrones. El objetivo de la excursión era participar en
una ceremonia de “sanación álmica”,
en el corazón mismo del lugar en donde Acoglanis
había dado origen a toda esta historia. El especialista
que comandaba al grupo (de unas trece personas aproximadamente)
se presentó como un “contactado” y
discípulo de Trigueirinho. No bien hicimos cumbre
(jamás olvidaré ese cielo maravilloso tachonado
de estrellas titilantes) tendió una gran lona en la que
todos nos sentamos en círculo. Acto seguido
solicitó que apagáramos todas las linternas y la
oscuridad (noche sin luna) nos tragó. Tardamos unos
minutos en adaptarnos las tinieblas. Pero nada debíamos
temer: el maestro sanador nos guiaba. Entonces, tras tocar lo
que supuse era un xilofón (era un cuenco de bronce), y
bajo la reververancia del sonido que salió del
instrumento, dijo: “Pedimos a los maestros de Erks,
nuestros ángeles custodios, que se hagan presentes
aquí y ahora. Que descienda una campana de luz de
bendición y ampliación de la conciencia para este
grupo. Tomamos aire y vamos llenando de luz el
corazón”. Acto seguido hizo que nos
presentáramos. Me sorprendió que muchos dijeran
que habían recibido un mensaje para concurrir a ese
lugar. Evidentemente “querían creer”. No
pude más que recordar el viejo film Encuentros Cercanos
del Tercer Tipo. Entonces el gurú continuó:
“Todos saben lo que es Erks. Encuentro de Remanentes
Kósmicos Siderales. Ellos son como nosotros, pero sin
cuerpos físicos, en otro estado de vibración
evolutiva. Estamos ahora en el valle de Erks. Yo podría
ahora convocarlos para que aparecieran, pero no lo voy a hacer.
No sólo por el susto que se llevarían, sino
porque vibratoriamente hay que tener un trabajo previo. Hay que
estar preparado. Hay que tener una adecuación vibratoria
para que uno se pueda entregar a ese tipo de
experiencia.” En la siguiente hora y media habló
sobre las experiencias de encarnación de las almas
provenientes de ¡Orión! y de cómo cada uno
antes nacer elige la familia en la que va a vivir. Obviamente
no dejó de referirse a la reencarnación y las
vidas anteriores como origen de los traumas. Toda una
parafernalia pseudo-psicológica en la todo se mezcla con
todo. Como puede observarse, parte de las experiencias
iniciadas por Acoglanis hace ya varias décadas (en lo
que nuestro gurú llamó “El Portal de la
Transformación”) siguen en pie. Vivas y
redituables. (Archivo del autor).

[29] La teosofía o
“Sabiduría e los Dioses” fue una sociedad
mística fundada (entre otros) por la carismática
y desquiciada Helena Petrovna Blavatsky. Madame Blavatsky, como
era popularmente conocida, representa uno de los escalones
más elevados del delirio esotérico del siglo XIX.
Sus múltiples escritos, herméticos y misteriosos,
dieron con el tiempo insospechados frutos en el árbol
del irracionalismo occidental. Frutos que aún hoy siguen
madurando en decenas de sectas, cofradías y grupos,
extendidos a lo largo de todo el mundo, cuyas teorías
explotan y difunden los iluminados obispos de la New Age. Rusa
de origen, esta mujer obesa y de profunda mirada,
transitó por cuanta actividad mistérica pueda uno
imaginarse. Desde el espiritismo con base en la doctrina de
Allan Kardec, hasta la supuesta canalización de
información procedente de hermanos superiores que
vivían en lo alto del Tíbet, en lo profundo de
las selvas e, incluso, en subterráneas ciudades
secretas, donde se conservaría el legado sapiencial de
los antiguos atlantes (raza, según la iluminada rusa, de
hombres superiores que habrían dado origen a todas las
altas culturas de la antigüedad, a un lado y otro del
océano Atlántico). Con base en estas ideas
fundó en 1875 la Sociedad Teosófica, en la que se
nuclearon importantes personalidades en torno a teorías
de difusionismo cultural y de profunda raigambre racista. Todos
ellos contribuyeron a reescribir (sin pruebas y con un estilo
libre sorprendente) la historia completa de la humanidad (como
lo hicieron, varías décadas más tarde,
algunos miembros del partido nazi de Alemania).

[30] Respecto de la continuación de
las enseñanzas esotéricas de Acoglanis, muchos
cree que sus seguidores, tras el asesinato del gurú,
dejaron las cosas en stand by por temor a las mismas supuestas
represalias que debió sufrir el médico griego.
Aducen que se instauró un “pacto de
silencio” muy difícil de romper y que ninguno de
sus acólitos (incluso su viuda) da información de
ningún tipo y menos que menos entrevistas (Di Prinzio
sería la excepción). En nuestra opinión
todo esto es parte del espíritu conspirativo que
guía a los creyentes del tema.

[31] Dangel, op.cit. pág.92

[32] Nota: Ahora, si usted quiere tener
millones de dudas irrazonables, la podrá encontrar por
todos lados y de todos los colores.

[33] Nota: La famosa “huella” o
“marca” en El Pajarillo (de la que se ha hablado
tanto en los últimos 29 años) era un espacio
quemado, de forma ovoide, que fue visto el 10 de enero de 1986,
por la mañana y que habría sido hecho por una
nave extraterrestre durante la noche anterior, al sobrevolar la
zona. Casi de inmediato surgieron tres testigos de ese
sobrevuelo misterioso: una abuela, su nieto de 11 años y
la madre del mismo. Los “investigadores” locales
los interrogaron, siendo el niño la “principal
fuente de información”. De sus dichos se derivaron
todas las hipótesis que siguen circulando hasta hoy.
Véase en Web googleando “El Pajarillo”.

[34] Véase: Artículo El equipo
de José. Disponible en Web:
HTTP://WWW.PAGINA12.COM.AR/DIARIO/SUPLEMENTOS/RADAR/9-291-2002-07-28.HTML

[35] Dangel, G., op.cit., Pág. 27.

[36] Véase: Eco, Umberto, El
péndulo de Foucault, Editorial Lumen, España,
1989.

[37] Pero a no sorprenderse. Algo similar
ocurrió en otras partes del mundo. En Escocia, por
ejemplo, los órganos gubernativos municipales han votado
leyes/ordenanzas que protegen de cazadores inescrupulosos al
mismismo monstruo del Lago Ness (un supuesto plesiosauro,
remanente del período jurásico, que
todavía nada en sus oscuras aguas); o en algunos
territorios de Estados Unidos, que han hecho lo mismo con
respecto al famoso Bigfoot (Pie Grande).Leyes que protegen
quimeras. No porque la quimera exista objetivamente
(sería un despropósito), sino por la cuantiosa
suma de dinero que ésta le genera a esas regiones.

[38] Véase: Agostinelli, Alejandro,
“…Y los ET nunca vinieron”, en Revista
Descubrir, año 6, N°63, octubre de 1996,
pág.87.

[39] Véase el excelente
artículo de A. Agostinelli publicado en julio de 1986.
Disponible en Web:
https://es.scribd.com/doc/169291735/Ufo-Press-23-Julio-1986

[40] Ibídem, pág.8:
https://es.scribd.com/doc/169291735/Ufo-Press-23-Julio-1986

[41] Ibídem, pág.7 :
https://es.scribd.com/doc/169291735/Ufo-Press-23-Julio-1986

[42] Véase: Agostinelli, Alejandro,
“La mancha de El Pajarillo: con pecado concebida”.
Disponible en Web:
HTTP://FACTORELBLOG.COM/2011/11/14/LA-HUELLA-DEL-CERRO-PAJARILLO-CON-PECADO-CONCEBIDA/

[43] Sus miembros afirmaron haber recibido
mensajes telepáticos de naves extraterrestre un
día antes de que apareciera la huella (¡¡).
Entre otras cosas sostienen que en 1907 hubo un combate entre
seres extraterrestres en el cruce la ruta 38 y la ruta 17
(camino a Los Terrones y Ongamira) (¡!).
Lógicamente eran (¿son?) partidarios de creer que
los pueblos originarios “tuvieron relaciones directas con
los extraterrestres”.

[44] Ibídem, pág.9 :
https://es.scribd.com/doc/169291735/Ufo-Press-23-Julio-1986

[45] Véase reportaje completo.
Disponible en Web:
HTTP://WWW.PAGINA12.COM.AR/DIARIO/SUPLEMENTOS/RADAR/9-291-2002-07-28.HTML

[46] Véase el excelente
artículo de A. Agostinelli publicado en julio de 1986,
Pág.9. Disponible en Web:
https://es.scribd.com/doc/169291735/Ufo-Press-23-Julio-1986

[47] Agostinelli, Alejandro, “…Y
los ET nunca vinieron”, en Revista Descubrir, año
6, N°63, octubre de 1996, pp. 87-88.

[48] Véase en Web artículo:
HTTP://FACTORELBLOG.COM/2011/11/14/LA-HUELLA-DEL-CERRO-PAJARILLO-CON-PECADO-CONCEBIDA/

[49] Ibídem.

[50] Llama la atención lo siguiente.
En el año 2012, en un reportaje que Alejandro
Agostinelli le hiciera al intendente de Capilla del Monte
(Gustavo Sez, creyente en los ovnis e hijo del jefe comunal en
los días en que apareció la huella), éste
aseguró no conocer la hipótesis planteada por el
bombero. Véase en Web reportaje:
http://factorelblog.com/2013/02/07/festival-alien-2013-el-uritorco-tira-los-platillos-por-la-ventana/

[51] Es de notar que e intendente Gustavo
Sez, en la entrevista antes citada, se agarró de la
historia del sauce para rebatirle al periodista ciertos
comentarios escéptico al respecto.

[52] Agostinelli, op.cit pág. 9.
Disponible en Web:
https://es.scribd.com/doc/169291735/Ufo-Press-23-Julio-1986

[53] Entendidos en el sentido que le dieron
los filósofos griegos a partir del siglo V a.C., es
decir, como sinónimo de “mentira”,
“falacia”, y no bajo la acepción que tiene
dentro de la historia de las religiones, “relato sagrado
que explica el origen de las cosas”.

[54] Véase: Brienza, Hernán,
Los Buscadores del Grial en la Argentina, Editorial
Sudamericana, Buenos Aires, 2009.

[55] Coincidentemente con los renovados
bríos de esos antiguos mitos difusionistas del siglo
XIX, el mercado editorial de mediados de la década
de1980 empezó a poblar las mesas de novedades de las
librerías con un tipo de material bibliográfico
que también reciclaba viejas mentiras, está vez
de las décadas de 1940 y 1950, referidas a la presencia
de nazis en Sudamérica, y más
específicamente en Argentina. A partir de entonces, se
impuso una tendencia que el historiador Ignacio Klich denomina
revisionista (atención con no confuir este
término con posturas reivindicativas del régimen
nazi) [VÉASE: Klich, Ignacio y Buchricker, Cristian,
Argentina y la Europa del Nazismo. Sus Secuelas, Editorial
Siglo XXI, Buenos Aires, 2009]. Libros, artículos,
reportajes y documentales/ficción se encargaron de
volver a instalar la idea de que Argentina había sido,
en los años posteriores al final de la Segunda Guerra
Mundial, un nido de nazis en el que empollaron miles y miles de
criminales de guerra, entre ellos los más altos jerarcas
del caído régimen alemán. Como no
podía ser de otra manera, el mito más impactante
se revitalizó y no fueron pocos los que con seguridad
obispal sentenciaron (y lo siguen haciendo) que el
mismísimo Adolf Hitler se había trasladado a
nuestro país, deambulando por diferentes rincones de
Argentina (la costa patagónica, Bariloche, Mar del
Plata, La Falda y Miramar en Córdoba, sin adentrarnos en
aquellos que sostienen haberlo visto de tour por España,
la Antártida o el Tíbet) [Véase al
respecto nuestro trabajo previo Hitler y los Misterios del Gran
Hotel Viena. Disponible en Web:
http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/soto_fernando/hitler_y_los_misterios_del_gran.htm].
Toda esta producción revisionista partió de una
serie de prejuicios, ideas y rumores que estuvieron presentes y
circularon, como ya dijimos, hacia el final del conflicto, pero
que en años posteriores se probaron completamente
falsos. El primero de esos supuestos fue la fobia al peronismo.
Todos los autores que se inscribieron en esta línea
pretendieron denostar con denuncias al régimen de Juan
D. Perón, tildándolo casi de un IV Reich
latinoamericano, abierto a recibir a cuanto asesino nazi tocara
las puertas. Cualquier estudio histórico cierto (y el de
Ignacio Klich lo es) relativiza y pone en tela de juicio esta
generalización exagerada y falsa. En segundo lugar, los
escritores, devenidos en tardíos cazadores de nazis,
carecieron (todos) de formación histórica. No
eran (no son) historiadores profesionales (por más que
se autotitulen de ese modo), sino periodistas; muchos de ellos
proclives al sensacionalismo y a las conspiraciones
políticas, con una absoluta falta de crítica
histórica y sustento documental (basta con hojear la
mayoría de ellos para observar la carencia de citas
documentales y bibliográficas) [Tal vez sea Uki
Goñi el más serio y mejor documentado de todos
ellos]. Lo que la mayoría hizo, con mayor o menor
éxito, fue repetir falsedades instaladas en el
imaginario de la gente. Así nacieron el perdido tesoro
(oro) nazi, las deambulaciones ya citadas de Hitler y su
secretario Bormann por el mundo, la llegada de submarinos a las
costas de la Patagonia cargando jerarcas en fuga y, finalmente,
la presencia de expediciones secretas de nazis en la zona de
Capilla del Monte y el Uritorco en pos de objetos de poder. [Ya
fuera del campo de este revisionismo periodístico,
habría que considerar también esa tendencia que
liga a los nazis con ovnis, experimentos
parasicológicos, viajes en tiempo y contactos con
entidades de otros planetas].

[56] Véase: Terrera, Guillermo,
Wolfram Eschenbach, Parsifal, Orfelio Ulises – Leyenda y
Metafísica, Tercera edición. Del autor, Buenos
Aires, 1991. Y Terrera, Guillermo; Antropología
Metafísica. El Bastón de Mando y los
Triángulos de Fuerza, Editorial Kier, Buenos Aires,
1987. 

[57] Véase. Disponible en Web:
http://www.taringa.net/comunidades/literario/1141770/Vida-y-muerte-de-Orfelio-Ulises.html

[58] Últimamente, el periodista Jorge
Camarassa, en su libro Historias secretas de Córdoba,
agregó que Orfelio Ulises vivió largo tiempo en
el pueblo de Villa Bustos (Córdoba) dando clases
particulares de matemática y reuniendo a sus seguidores
en torno a la Escuela Primordial de las Antípodas, grupo
esotérico que él mismo fundara y en el que
participaba el padre de Guillermo Terrera, desde 1939. De
ahí el contacto que posteriormente tuvo con el
aún joven abogado devenido en maestro del hermetismo y
portador del Bastón de mando hasta el día de su
muerte en 1998.

[59] Esta tan singular literatura habla de
muchas ciudades intraterrenas desperdigadas por el mundo. El
planeta, como diría el inefable Fabio Zerpa, es como un
queso gruyere, repleto de cavernas y túneles
interconectados en los que parece viven seres un tanto
diferentes a nosotros. Un listado de centros intraterrenos o
accesos a ellos (seguramente incompleto) debería tener
en cuenta a los siguientes: Erks (Córdoba, Argentina),
Shambhala (Tíbet), Belukha (Siberia), Monte Horeb
(Sinaí), Monte Etna (Italia), Monte Perdido (Pirineos),
Montserrat (España), Monte Shasta (California),
Culiacán (Mexico), Ciudad Blanca (Honduras), Laguna de
Guatavita (Colombia), Roraima (Venezuela), Cueva de Los tayos
(Ecuador), Cusco (Perú), Paititi (Selva amazónca
peruana), Marcahuasi (Perú), Puerta de Amaru Muru
(Bolivia), Sajama (Bolivia), Sierra do Roncador (Brasil),
Talampaya (La Rioja, Argentina), Isidris (Mendoza, Argentina),
Somuncurá (Patagonia, Argentina).

[60] En Busca de Shambhala. Disponible en
Web:
http://www.bibliotecapleyades.net/vida_alien/alien_races11.htm

[61] González, R. y Villamil, R.,
op.cit, pág. 109

[62] Ibídem, pág. 109.

[63] Ibídem, pp.-109-110.

[64] En un viaje al Perú, realizado en
el año 1985, el autor pudo entrar en contacto con un
joven cantor ambulante en la ciudad costeña de Nazca
(famosa por sus gigantescos geoglifos de la Pampa Colorada) que
le refirió una extraña historia sobre "indios
blancos" en las selvas cercanas a Iquitos. Relató que
"hacía ya unos años" había sufrido una
enfermedad a la que ningún médico de Lima le
había podido encontrar cura. Estaba perdiendo peso y su
salud empeoraba día a día. Sabiendo que se
moría, decidió regresar a su pueblo natal, en
plena selva. Hacía tiempo que no lo visitaba y en ese
viaje, que suponía el último, se encontró
con un viejo amigo de la infancia que sorprendido al verlo tan
desmejorado, decidió llevarlo a una comunidad aborigen,
a varios días de caminata, en donde lo sanarían.
El cantor ( que contaría con unos 35 años cuando
transmitió esta historia) describió a los indios
con unas características sorprendentes: altos, delgados,
rubios y extremadamente blancos. Vestían túnicas
que resaltaban la bondad que tenían, y poseían,
dijo, la capacidad para comunicarse telepáticamente.
Permaneció con ellos durante tres meses. Sus cuidados y
atenciones, como así también el uso de plantas
medicinales desconocidas por los farmacéuticos de las
ciudades costeras del Perú, le salvaron la vida.
También comentó que estos hombres "superiores"
eran protectores de una ciudad perdida, conocida con el nombre
de Paititi, y que escasa personas conocían la existencia
de esa misteriosa tribu [FJSR].

[65] Sobre la Ahnenerbe no hay demasiados
trabajos serios publicados en castellano a no ser la obra de
Heather Pringle, El Plan Maestro. Arqueología
fantástica al servicio del régimen nazi
[Editorial Debate, Argentina, 2008] y su antecesor, el libro de
Michael Kater, Das Ahnenerbe der SS 1935-1939, publicado en
1974. pero a lo largo de la década de 1980 el tema fue
cajoneado. Había todavía en actividad muchos ex
miembros de la organización trabajado como
académicos en universidades de Alemania Occidental y
Oriental. Cuando en 1989 cayó el Muro de Berlín,
y dos años después el Comunismo soviético,
el asunto se reactivó llegándose a organizar un
congreso que versaba sobre los Nazis y la Prehistoria, a cuya
cabeza estaba el Profesor Achim Leube (académico del
lado Este). Kater y Leube encontraron, pues, indicios de las
operaciones realizadas por la Ahnenerbe en el exterior.
Finalmente Pringle, desenterró casi 1000 documentos
originales que han permitido reconstruir parte de las tareas
que allí se cumplieron y, aún más
interesante, aquellas que NO se habían realizado.

[66] Para conocer en detalle este
fenómeno sociológico véase: Otamendi,
Alejandro, El turismo místico-esotérico en la
zona del Uritorco (Córdoba, Argentina). Síntesis
de una perspectiva etnográfica. Disponible en Web:
http://revistas.univerciencia.org/turismo/index.php/rbtur/rt/printerFriendly/101/140

[67] Muchos son los que se arrogan la
potestad de este enorme cambio. Desde Fabio Zerpa, pasando por
Guillermo Terrera, Gustavo Fernández o el IPEC. En todo
caso, de lo que no hay controversia, es en el rol fundamental
que tuvieron los medios de comunicación en la
difusión del asunto. Para algunos el papel que
jugó José de Zer (Nuevediario) fue clave; para
otros, el periodista Enrique Sdrech (diario Clarín) fue
el primigenio auspiciante del fenómeno.

[68] Véase: Fernández, Gustavo,
La Mentira filonazi de Guillermo Terrera. Disponible en Web:
http://www.bolinfodecarlos.com.ar/270314_templarios.htm
Agostinelli Alejandro. Guillermo Terrera: a dónde va el
fundamentalismo mágico. Disponible en Web:
http://www.elojoesceptico.com.ar/revistas/eoe05/eoe0508

[69] En las siguientes direcciones Web el
lector podrá escuchar partes de dos conferencias que
Terrera realizara en Capilla del Monte hacia el año
1994. Es interesante escuchar no sólo lo que dice sino
cómo lo dice. Disponible en Web:
http://www.ivoox.com/programa-radio-ovni-del-15-02-2011-prof-guillermo-audios-mp3_rf_536976_1.html
y la segunda:
http://www.ivoox.com/programa-radio-ovni-del-03-05-2011-prof-guillermo-audios-mp3_rf_641707_1.html

[70] Citado en Web:
http://www.bolinfodecarlos.com.ar/270314_templarios.htm

[71] Ibídem.

[72] El texto completo y traducido al
español del Parzifal de Eschenbah. Dispnible en Web:
https://drive.google.com/folderview?id=0B1JOCjHNuc90YTNiZTk1NDktMmUzOC00ZTdhLThiZTMtZTAyYTdkNTI4Zjdm&usp=sharing

[73] Anónimo, Perlesvaus o El Alto
Libro del Graal, Ediciones de Victoria Cirlot Siruela, Madrid,
1985.

[74] Véase: Goñi, Uki, La
Auténtica Odessa, pág. 147.

[75] Se supone que en esos años
debió conoce a Guillermo Terrera en el ámbito
universitario que compartían.

[76] Véase: Mahieu, Jacques de, La
Geografía secreta de América antes de
Colón, Editorial Hachete, Buenos Aires, 1974.

[77] Véase: Mahieu, Jacques de, El
Gran Viaje del Dios-Sol. Los vikingos en México y en el
Perú (967-1532), Editorial Hachete, Buenos Aires,
1981.

[78] Véase: Mahieu, Jacques de, La
Agonía del Dios Sol. Los vikingo en el Paraguay,
Hachette, Buenos Aires, 1977,

[79] Véase: Mahieu, Jacques de, El
Imperio Vikingo de Tiahuanaco, Hachete, Buenos Aires, 1985.

[80] Véase a Jacques de Mahieu
disertando estos delirios en
https://www.youtube.com/watch?v=goWqtbbmDik

[81] Hoy se sigue buscando lo mismo. La
diferencia radica en que Dios ha sido suplantado por
extraterrestres.

[82] Según los rumores, el
Bastón de Mando lo tienen los hijos de Terrera; quienes
lo enterraron en un “lugar seguro” a la espera del
momento justo. Otra versión sostiene que uno de los
hijos lo puso en venta, pidiendo un millón y medio de
dólares. Que se sepa, el Bastón todavía no
fue adquirido por nadie.

[83] Brienza, Hernán, Los Buscadores
del Santo Grial en Argentina, op.cit.

[84] Kolmann, Raúl, Las Sombras de
Hitler. La vida secreta de las bandas neonazis argentina,
Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2001.

[85] Raúl Kolmann señaló
oportunamente a Martí como un asiduo colaborador de la
revista El Fortín, dirigida por Marcos Ghío; una
publicación de ultraderecha, seguidora de las ideas de
Julius Evola, enemiga de la modernidad, de la democracia y
promotora del espíritu aristocrático, tanto como
el honor y la valentía. Ghío también
sostiene que el Grial está en nuestro país.

[86] Ibídem, pág. 28.

[87] Transcripción cita en el libro de
Hernán Brienza, op.cit pp. 133-134

[88] El Golfo de San Matías es uno de
los pocos lugares del mundo que posee mareas que oscilan de los
9 y 10 metros entre la bajamar y la pleamar. Literalmente la
playa entera aparece y desaparece a diario, siendo hoy uno de
los atractivos turísticos más destacados del
balneario Las Grutas.

[89] Barda es el nombre que los
geólogos le dan a las mesetas aisladas junto al mar.

[90] El Grupo Delphos estuvo trabajando por
más de una década en diferentes zonas de la
provincia de Río Negro, en donde dicen que hallaron
numerosos vestigios de presencia templaria, entre ellos un
enorme bloque de piedra de casi un milenio de antigüedad
tallado con una cruz y varias tejelas de forma triangular
utilizadas para proteger fortalezas que guardan extraña
similitud con otras de su tipo ubicadas en el fuerte de
Tintagel, sitio en el que habría nacido el rey Arturo,
legendario monarca de la Inglaterra medieval cuyo mito estuvo
siempre ligado de alguna forma a la historia de los templarios.
Nada de esto fue presentado para un estudio serio. Nos quedamos
sólo con el comentario que ellos hicieron. Cuando
alguien le preguntó a Martí dónde estaba
el famoso molde con la cruz templaria dijo: “Guardado en
un lugar seguro”. Es todo muy poco serio. Aunque dicho
con un tono grave de seria autoridad.

[91] Véase: Alberto, Carlos, Patagonia
el confín secreto del Grial. Disponible en Web:
http://www.diagonales.com/sociedad/195877-nota-195877-patagonia-el-confin-secreto-del-santo-grial.html

[92] Tumbas galesas con supuestos
símbolos templarios en el cementerio de Trelew,
aparentes grifos gigantes que representarían runas
vikingas en Telsen y demás indicios que no tienen
lógica y asidera alguno, más allá de la
imaginativa fantasía de quien los interpreta.

[93] Una historia contada por Marti prefigura
qué tipo de personas son las conforman e grupo que
presidía. Relató el ingeniero que Delphos tiene
una ceremonia de iniciación que consiste en pasar una
noche entera, a solas, en la cima del Fuerte Argentino. Esa
prueba es por demás traumática y peligrosa al
punto que muy pocos valientes han podido soportarla. El motivo
de semejante dificultad es que por la noche el iniciado es
sorprendido y mortificado por ¡gnomos! Sí,
leyó bien: gnomos. Además, sostenía que la
meseta se defiende sola y que tiende a expulsar a los que no
desea lanzándoles truenos y tormentas. Hay que pedir
permiso para entrar en ella, decía Marti. A pesar de
todos estos delirios, debemos convenir que comparados con los
del Uritorco y Capilla del Monte son dislates un poco mas
controlados, aunque ya explotados turisticamente como se
observa en la pagina de Factbook “Telsen ruta de
templarios”.

[94] Hasta hace poco tiempo nadie
sabía a ciencia cierta dónde estaba esa bendita
puerta de piedra. Según el History Channel (poco
confiable por cierto)existe una filmación,
descontextuada por completo e imposible de usar como prueba, en
la que se observaba una pared de piedra con forma de puerta
(“con la apariencia de haber sido cerrada desde
adentro”). Eso bastó para que el delirio
esotérico se desatara. Es de destacar que por Internet
circulan fotos que muestran a varios grupos de personas posando
frente a la consabida puerta. ¿Guardarán e
secreto por mucho tiempo más o el negocio del turismo
local develará el misterio para siempre? Otro seguidor
de las teorías del nazi Jacques de Mahieu afirmó
haber ubicado la puerta. Véase en Web:
http://www.diariocronica.com.ar/80190-descubren-restos-de-presencia-templaria-en-la-provincia.html

[95] Véase: Pesaresi, Marc, Los
Templarios en la Patagonia. Disponible en Web :
http://patagoniayprotestante.blogspot.com.ar/2011/05/templarios-en-patagonia.html

[96] De Gandía, Enrique, Historia
Crítica de los Mitos y Leyendas de la Conquista
Americana, Centro Difusor del libro, 1946, pp. 251-252.

[97] En un viaje al Perú, realizado en
el año 1985, el autor pudo entrar en contacto con un
joven cantor ambulante en la ciudad costeña de Nazca
(famosa por sus gigantescos geoglifos de la Pampa Colorada) que
le refirió una extraña historia sobre "indios
blancos" en las selvas cercanas a Iquitos. Relató que
"hacía ya unos años" había sufrido una
enfermedad a la que ningún médico de Lima le
había podido encontrar cura. Estaba perdiendo peso y su
salud empeoraba día a día. Sabiendo que se
moría, decidió regresar a su pueblo natal, en
plena selva. Hacía tiempo que no lo visitaba y en ese
viaje, que suponía el último, se encontró
con un viejo amigo de la infancia que sorprendido al verlo tan
desmejorado, decidió llevarlo a una comunidad aborigen,
a varios días de caminata, en donde lo sanarían.
El cantor ( que contaría con unos 35 años cuando
transmitió esta historia) describió a los indios
con unas características sorprendentes: altos, delgados,
rubios y extremadamente blancos. Vestían túnicas
que resaltaban la bondad que tenían, y poseían,
dijo, la capacidad para comunicarse telepáticamente.
Permaneció con ellos durante tres meses. Sus cuidados y
atenciones, como así también el uso de plantas
medicinales desconocidas por los farmacéuticos de las
ciudades costeras del perú, le salvaron la vida.
También comentó que estos hombres "superiores"
eran protectores de una ciudad perdida, conocida con el nombre
de Paititi, y que escasa personas conocían la existencia
de esa misteriosa tribu [FJSR].

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