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La adicción a la nicotina




    La adicción a la nicotina – Monografias.com

                La nicotina es un compuesto
    incoloro y aceitoso, es la droga que existe en los cigarrillos y es la que produce
    la adicción en el fumador. Es la droga adictiva más rápida
    conocida por la ciencia, y a veces, un solo cigarrillo es suficiente para engancharte.

    Cada calada de un cigarrillo lleva al cerebro, a través de los pulmones, una pequeña dosis de nicotina que actúa más rápidamente que la dosis de heroína que se inyecta en la vena un heroinómano.

    Si sacas veinte caladas de cada cigarrillo, un solo cigarrillo te proporciona veinte dosis.

    La nicotina es una droga de actuación rápida, y el nivel de nicotina en la sangre disminuye aproximadamente a la mitad a los treinta minutos de apagarse el cigarrillo, y a la cuarta parte después de una hora. Esto explica, por qué la mayoría de los fumadores consume unos veinte cigarrillos diarios.

    En cuanto el fumador apaga el cigarrillo, la nicotina empieza rápidamente a ser expulsada del cuerpo y el fumador empieza a sentir las molestias de la privación de la droga: el mono.

    Llegados a este punto, me veo obligado a destruir otro concepto falso, muy extendido entre los fumadores, acerca de las molestias causadas por la retirada de la droga. El fumador cree que el mono es el terrible trauma que padece cada vez que trata de dejar de fumar o cuando lo tiene que dejar por obligación. En realidad dicha ansiedad es solamente psicológica. Se debe a que el fumador se siente privado de su placer o apoyo. Daré más explicaciones más adelante.

    En realidad, las molestias producidas por la retirada de la nicotina son tan leves que la mayoría de los fumadores viven y mueren sin darse cuenta de que son drogadictos. Cuando utilizamos el término adicto a la nicotina creemos que sólo significa que hemos cogido el hábito. A la mayoría de los fumadores les horrorizan las drogas; sin embargo, eso es exactamente lo que son: drogadictos.

    Afortunadamente, es una droga fácil de dejar, pero primero tienes que aceptar el hecho de que eres adicto.

    Las molestias causadas por la retirada de la nicotina no suponen ningún dolor físico. Es solamente una sensación de vacío, de desasosiego, de que falta algo, lo cual explica por qué muchos fumadores creen que tiene algo que ver con la sensación de no saber qué hacer con las manos. Si se prolonga este estado, el fumador se vuelve nervioso, inseguro, intranquilo; le falta confianza y se irrita con facilidad. Es una especie de hambre, no por la comida, sino por un veneno: LA NICOTINA.

    A los siete segundos de encenderse un nuevo cigarrillo, el cuerpo recibe una nueva dosis, y la molestia acaba, lo que resulta es una sensación de relax y confianza que el cigarrillo proporciona al fumador.

    Al principio, cuando se empieza a fumar, la sensación de ansiedad y su alivio son tan leves que ni siquiera se dan cuenta de su existencia. Cuando se empieza a fumar con regularidad se cree que es porque les ha llegado a gustar, o simplemente que hemos cogido el hábito. La verdad es que ya están enganchados; no se dan cuenta, pero el pequeño monstruo de la nicotina se ha instalado en nuestras tripas y hay que darle de comer de forma regular.

    Todos los fumadores empiezan a fumar por razones tontas; nadie está obligado a hacerlo. La única razón por la cual seguimos fumando, fumemos

    Mucho o poco, es para alimentar a este monstruo.

    Todo lo relacionado con el fumar es una serie de enigmas. Todos los fumadores saben, en el fondo de su corazón, que están haciendo el primo y que algo malvado les ha atrapado. Sin embargo, estoy convencido de que lo más trágico del fumar es que la sensación de disfrute que el fumador recibe del cigarrillo no es ni más ni menos que el placer de intentar volver al estado de paz, tranquilidad y confianza en el que vivía su cuerpo antes de engancharse.

    Tienes esa misma sensación cuando la alarma antirrobos de tu vecino lleva todo el día sonando, o cualquier otra molestia trivial, y de repente el ruido cesa; entonces experimentas una sensación maravillosa de paz y tranquilidad.

    En realidad no es paz; es el acabar con la molestia.

    Antes de enrollarnos en la cadena de la nicotina, nuestros cuerpos están completos. Luego introducimos la nicotina en el cuerpo a la fuerza y cada vez que apagamos un cigarrillo y la nicotina empieza a eliminarse, sentimos la ansiedad, el mono. No hay ningún dolor físico, es simplemente una sensación de vacío. Ni siquiera nos damos cuenta de su existencia, pero es como un grifo que gotea dentro del cuerpo. Nuestra mente racional no lo entiende, ni falta que le hace. Lo único que sabemos es que queremos otro cigarrillo, y cuando lo encendemos desaparece la ansiedad. Por el momento estamos otra vez contentos y seguros de nosotros mismos, como lo estábamos antes de convertirnos en adictos. Pero esta satisfacción no dura mucho, porque para aliviar la sensación de vacío, tienes que meter más nicotina en el cuerpo. En cuanto apagas ese cigarrillo, la ansiedad empieza de nuevo, y así sigue la cadena. Es una cadena para toda la vida… A MENOS QUE LA ROMPAS.

    En realidad, todo esto de fumar es como llevar zapatos demasiado estrechos
    con el único fin de poder sentir un placer cuando te los quitas. Existen
    tres razones principales que impiden que los fumadores lo vean así:  

    1. No hay ningún dolor físico identificable. Es sólo una sensación.

    2. Ocurre al revés. Por eso resulta difícil quitarse de cualquier droga. Sólo cuando no fumas, sufres la sensación; por tanto, no le echas la culpa al cigarrillo. Cuando enciendes uno te alivia, entonces has estado engañándote al creer que el cigarrillo te proporciona algún tipo de placer o apoyo moral.

    3. El masivo lavado de cerebro al que estamos sometidos desde el nacimiento. Aunque nuestras vidas estuviesen completas antes de empezar a fumar, no nos sorprende descubrir que, una vez que hemos aprendido a fumarlos, los cigarrillos sí nos ayudan y sí son un placer,

    ¿Para qué cuestionarlo? Ahora formamos parte de los fumadores felices.

    Aquí convendría quizás destruir algunos conceptos falsos en cuanto al fumar. No es ningún hábito; el hábito ni siquiera existe. Tenemos toda clase de hábitos durante nuestra vida, y algunos de ellos dan mucho placer. Un hábito que, lejos de ser placentero, es de un sabor repugnante, nos mata, nos cuesta una fortuna, que consideramos sucio y repulsivo, y del cual nos gustaría liberarnos a toda costa, debería ser absurdamente fácil de romper. ¿Por qué lo encontramos tan difícil entonces? La respuesta es que no es un hábito, sino adicción a una droga. Primero tenemos que hacer un esfuerzo para engancharnos a la droga. Al poco tiempo no sólo compramos cigarrillos con regularidad, sino que también llegan a ser imprescindibles. Cuando no podemos tenerlos, entramos en un estado de pánico, y conforme pasa el tiempo tenderemos a fumar más y más.

    Esto ocurre, como ocurre con todas las drogas que producen adicción, porque nuestro cuerpo se va haciendo más inmune a los efectos de la nicotina y necesitamos una dosis progresivamente más alta para sentir el mismo efecto. Al cabo de un período de tiempo relativamente corto el cigarrillo ya no alivia completamente el mono que crea, de forma que, cuando enciendes uno, te encuentras mejor que hace un momento, pero estás todavía más nervioso y menos relajado que un no-fumador y esto incluso mientras estás fumando el cigarrillo. En la práctica, pues, es todavía más absurdo que el llevar zapatos muy estrechos, porque con los años va quedando cada vez más dolor acumulado, aun después de quitarte los zapatos.

    Es peor aún, porque, cuando apagas el cigarrillo, la nicotina empieza a salir rápidamente del cuerpo; esto explica por qué, en las situaciones de mucho estrés, el fumador tiende a fumar en cadena: uno detrás de otro.

    Como ya dije, el hábito ni siquiera existe. La razón por la que todos los fumadores siguen fumando es el «monstruito de la nicotina» que tienen alojado en las tripas. Hay que darle de comer con regularidad. El fumador es el que decide cuándo se le da de comer, y suele ser en uno de estos cuatro tipos de situación o en una combinación de ellos:

    ABURRIMIENTO/CONCENTRACIÓN – ¡Dos estados totalmente opuestos!

    ESTRÉS/RELAJACIÓN – ¡Dos estados totalmente opuestos!

    ¿Qué droga mágica puede de repente producir un efecto opuesto al que produjo veinte minutos antes? Piénsatelo, ¿qué otro tipo de estado existe, aparte del dormir? La verdad es que los cigarrillos ni alivian el aburrimiento, ni el estrés, ni promueven la concentración, ni la relajación. Todo es sólo una ilusión.

    Además de ser una droga, la nicotina es un potente veneno que se utiliza en los insecticidas (búscalo en el diccionario). La cantidad contenida en un solo cigarrillo te mataría si te la inyectaran directamente en vena. En realidad, el tabaco contiene muchos venenos, incluido el monóxido de carbono.

    Por si estás soñando en cambiar a los puros o a una pipa, quiero dejar claro que todo lo que digo en este libro se aplica a todas las formas del tabaco.

    El cuerpo humano es el organismo más sofisticado y desarrollado que existe en este planeta. Ninguna especie, ni siquiera las más inferiores, los gusanos y las amebas, puede sobrevivir si no sabe distinguir entre lo que es alimento y lo que es el veneno.

    Durante un proceso de selección natural a lo largo de millones de años, nuestra mente y nuestro cuerpo han desarrollado una serie de técnicas para distinguir entre alimentos y venenos, y métodos sin fallos para desechar estos últimos.

    A todos los seres humanos les resultan desagradables el sabor y el olor del humo del tabaco, hasta que nos enganchamos. Si soplas el humo a la cara de cualquier niño o animal antes de que se enganche, toserá incontrolablemente.

    El día que fumamos aquel primer cigarrillo e intentamos tragarnos el humo, esto nos produjo un ataque de tos, y si fumábamos mucho, nos mareábamos e incluso llegábamos a devolver. Era nuestro cuerpo que nos decía: «ME ESTÁS ADMINISTRANDO VENENO, ¡PARA!»

    Muchas veces, es en ese momento en el que se decide si vamos a ser fumadores o no. No es cierto que son los de poca voluntad, o los que físicamente son débiles, los que se enganchan. Los que tienen suerte son los que encuentran repulsivo ese primero cigarrillo.

    Físicamente sus pulmones no pueden con el humo, y están curados para toda la vida. O bien, mentalmente no están dispuestos a pasar, por el duro proceso de aprendizaje, para conseguir tragar el humo sin toser.

    Para mí, esta es la parte más trágica de todo el proceso, el esfuerzo en engancharnos; y por eso es tan difícil convencer a los adolescentes de que lo dejen. Como todavía están aprendiendo a fumar, y como los cigarrillos todavía les saben fatal, creen que podrán parar cuando quieran, ¿Por qué no aprenden de nuestros errores? ¿Y por qué no aprendimos nosotros de la experiencia de nuestros padres?

    Muchos fumadores creen que les gusta el sabor o el olor del tabaco. Es una ilusión. Lo que en realidad hacemos cuando aprendemos a fumar es enseñar al cuerpo a que se haga inmune a los malos sabores y olores, con tal de conseguir su dosis. Como los heroinómanos, que creen disfrutar inyectándose, en realidad, disfrutan de aliviar el mono que la misma droga produce.

    El fumador se enseña a sí mismo a cerrar la mente ante el mal olor y sabor del tabaco, para conseguir su dosis de droga. A cualquier fumador que cree, que sólo fuma porque le gusta el sabor y el olor, pregúntale: «¿Si no encuentras la marca de cigarrillo que normalmente fumas, y sólo hay una que no te gusta, dejas de fumar?» «De ninguna manera.» Un fumador fumará cualquier porquería, antes de prescindir de su droga, y lo mismo da liar los cigarrillos, que cigarrillos mentolados, o puros o una pipa; al principio saben fatal, pero si te empeñas, aprenderás a apreciarlos. El fumador tratará incluso de seguir fumando cuando tiene un constipado, la gripe, una bronquitis o incluso un enfisema.

    El disfrutar no tiene nada que ver. Si lo tuviera, nadie fumaría más de un cigarrillo. Hay incluso miles de ex fumadores adictos a ese chicle repulsivo con nicotina que les recetan los médicos. Y muchos de ellos siguen fumando.

    1. La mayoría siguen fumando porque, aun sabiendo que es peligroso y que tiene más desventajas que ventajas, están convencidos de que hay algo en el tabaco que les gusta y que les ayuda. Creen que si dejan de fumar habrá un vacío y que algunos aspectos de su vida nunca serán como antes. Esto es una idea equivocada. Lo cierto es que el cigarrillo no da nada; sólo quita, y luego devuelve parcialmente para mantener esa ilusión.

    2. Aunque la nicotina es de todas las drogas la más fuerte en cuanto a la Velocidad con que te engancha, no produce una adicción fuerte.

    Precisamente por ser una droga rápida, sólo tarda unas tres semanas en eliminarse en un 99 por 100 del cuerpo. Y la ansiedad por la retirada de la nicotina es tan suave que la mayoría de los fumadores viven toda una vida sin darse cuenta de que la padecen.

    Me preguntarás con razón por qué, entonces, muchos fumadores encuentran tan difícil dejarlo; por qué hay fumadores que sufren meses de auténtica tortura y que pasan el resto de su vida añorando un cigarrillo de vez en cuando. La respuesta es la segunda razón que hace que sigamos fumando: el lavado de cerebro. La adicción química es fácil de vencer.

    La mayoría de los fumadores pasan toda la noche sin fumar; el mono ni siquiera les despierta.

    Muchos fumadores salen del dormitorio antes de encender el primer pitillo del día: algunos desayunan primero, otros esperan hasta que llegan al trabajo.

    Pueden sufrir diez horas de mono y no les importa. Pero, si tuvieran que estar diez horas sin fumar durante el día, se volverían locos.

    Hoy en día hay muchos fumadores que se compran un coche nuevo y nunca fuman dentro de él. Muchos van a la iglesia, al teatro, al supermercado, y no les importa no poder fumar. Ni siquiera la prohibición general en el Metro ha provocado alguna alteración del orden público. A los fumadores casi les gusta que algo o alguien les impida fumar.

    Hoy en día muchos fumadores automáticamente se abstendrán de fumar en casa de, o en compañía de un no-fumador, y no sufren mucho. La realidad es que la mayoría de los fumadores pasan por períodos de tiempo relativamente largos, en los que están sin fumar casi sin esfuerzo.

    Es fácil hacer frente a la adicción química, incluso cuando sigues siendo adicto, y hay miles de adictos que nunca pasan de ser fumadores ocasionales.

    Son igual de adictos que los fumadores empedernidos. Incluso existen fumadores empedernidos que han dejado de fumar, pero de vez en cuando se fuman un puro, y eso es suficiente para mantener su adicción.

    Como digo, pues, la adicción a la nicotina no es el problema principal.

    Simplemente actúa como catalizador, para mantener confundida nuestra mente en cuanto al verdadero problema; el lavado de cerebro.

    Puede servir de consuelo a los fumadores empedernidos que llevan muchos años fumando saber que es igual de fácil para ellos dejar de fumar que para los fumadores ocasionales. De una manera extraña, es incluso más fácil.

    Cuanto más fumas, más te destruyes física y mentalmente y mayor es el beneficio cuando lo dejas.

    También puede servir de consuelo saber que los rumores que aparecen de vez en cuando, como que «el cuerpo tarde siete años en eliminar la basura» o «cada cigarrillo que fumas te resta doce minutos de vida», no son ciertos.

    No creas que se han exagerado los efectos del fumar para la salud. Al contrario, las cifras son bastante conservadoras, pero está claro que eso de los «doce minutos de tu vida» no puede ser más que una estimación, y sólo es aplicable en caso de que ya hayas contraído una de las enfermedades mortales o si te alquitranas hasta que se te para la maquinaria.

    Lo cierto es que la basura nunca es expulsada del cuerpo del todo.

    Mientras existan fumadores, el humo estará en el ambiente, e incluso los no fumadores absorben una pequeña proporción. Sin embargo, nuestro cuerpo es una máquina increíble, que se recupera de una manera realmente sorprendente, siempre que no tengas una enfermedad irreversible. Si dejas de fumar ahora, tu cuerpo habrá vuelto al cabo de unas semanas casi al estado del de una persona que nunca ha fumado.

    Ya he dicho que nunca es demasiado tarde para dejar de fumar. He ayudado a curar a muchos fumadores entre cincuenta y noventa años.

    Cuanto más bajo te arrastra el tabaco, mejor te sientes cuando
    lo dejas.  

    Estas notas fueron fuente de inspiración para estudiar los
    efectos de la programación subliminal sobre el subconsciente para la
    cura de esta adicción tan dañina que es el fumar.
     

    FRASES SABIAS

    Entre dos males no elijas ninguno.

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    C. Spurgeon

    Las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas.

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    Oscar Wilde (1854-1900) Dramaturgo y novelista irlandés.

    Cualquier hombre puede llegar a ser feliz con una mujer, con tal de que no la ame

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    Oscar Wilde (1854-1900) Dramaturgo y novelista irlandés.

    Quien quiere a su madre no puede ser malo.

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    Louis Charles Alfred de Musset (1810-1857) Poeta francés.

    Mejor no hacer nada que hacer cualquier cosa.

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    Francis Picabia (1879-1953) Pintor francés.

    Lo importante es no dejar de hacerse preguntas.

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    Albert Einstein (1879-1955) Científico alemán nacionalizado estadounidense.

    El día peor empleado es aquél en que no se ha reído

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    Chamfort (1741-1794) Académico francés.

    El que tiene miedo de la pobreza no es digno de ser rico.

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    Voltaire (1694-1778) Filósofo y escritor francés.

    El hombre que no sabe callar tampoco sabe hablar.

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    Publio Siro (Siglo I AC-?) Poeta dramático romano.

    No se puede ser bueno a medias.

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    Leon Tolstoi (1828-1910) Escritor ruso.

     

     

    Autor:

    Pedro Pablo Montoya Calderón

     

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