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Alucinaciones del poder (Ensayo sobre el problema de las drogas)




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    Alucinaciones del poder

    Desapruebo lo que toma pero defenderé hasta la muerte su derecho a tomarlo…Voltaire citado por Thomas Szasz

    El narcotráfico como el gran problema de Colombia problema podría ser una mentira. Para ser más precisos, un conjunto de mentiras sustentadas mas en el afán de solucionar por la vía represiva el llamado problema de la droga , que una política coherente sobre el uso o abuso de lo que ya satanizado se denomina genéricamente de esa forma.

    No es descubrimiento reseñar otra falacia del poder. Centrado sobre un conjunto de mensajes publicitarios el asunto de las drogas ha terminado por convertirse en un oscuro objeto para la comprensión del ciudadano normal. La política antidrogas ha terminado por crear la confusión y enredar la madeja de tal manera que en el presente se pueden confundir cosas tan dispares como: el trafico de drogas con la drogadicción, el uso de substancias con el abuso, los pequeños productores con los narcotraficantes, las guerrillas con los narcos, las substancias naturales con las químicas, las drogas llamadas duras con las blandas y el adicto con el consumidor. La confusión crece cuando en lo cotidiano podemos llamar drogadicto a un ciudadano que consume marihuana y delincuente a alguien que se la vende. Aumenta esa confusión en el plano de la vida diaria cuando podemos pedir cárcel y hasta pena de muerte para un traficante y conmiseración y tratamiento para nuestro hijo que la consume, inmensa es así mismo la confusión generada al afirmar que la coca mata sabiendo a ciencia cierta que lo que puede ser peligroso, si se abusa de ella, es la cocaína.

    Un ciudadano de a pie se puede preguntar como, en todo caso, es legitimo solicitar la extradición de un narcotraficante tercermundista hacia USA pero no la de un comerciante mayorista de los países consumidores hacia la periferia, también se podría interrogar como es mucho mas delito cultivar una hectárea de amapola en Colombia o Afganistán que lavar el valor de mil hectáreas en alguno de los bancos de la cadena financiera. No deja de ser una alucinación del poder el hecho de orientar el castigo hacia los países productores y dejar como intocables aquellas mafias que al mezclarse con el poder política aquí y allí definen políticas y estrategias para una supuesta lucha que no tiene fin, por una razón: no lo puede tener.

    Sobre la base de los intereses de estado, de un solo estado, se entreteje una cruzada medieval contra los herejes que han sido localizados en el tercer mundo. Las drogas son objeto de las más inverosímiles leyendas: todas matan, lo cual es mentira, todas crean adicción, también mentira, el consumo de una conduce de forma irremediable al consumo de otra más fuerte; una mentira más y la última de las mentiras de los que mienten por oficio: la legalización de la marihuana para uso medicinal traerá un aumento en el consumo de la yerba. Algo así como si la utilización de la morfina con fines terapéuticos hubiese aumentado el consumo del opio.

    De igual forma los defensores de la legalización son objeto de la más absurda de las satanizaciones. Sobraría decir que estos últimos son objeto de mayor repudio si proceden de los países productores. En un país europeo o aun en USA, no se podría identificar a un ciudadano pro legalización como aliado del narcotráfico cosa que es muy fácil que suceda en países como Colombia en donde la guerra de las drogas ha sido empujada por una estrategia mediática de condena de todos aquellos que por una u otra razón preferimos el camino de la legalización al de la guerra frontal con fumigación y militarización.

    La llamada guerra contra las drogas es, además de la fatal fumigación, una de las mas amplias y decididas campañas de demonizacion de los países productores, su declaración de indeseables y el debilitamiento de su soberanía que se ha visto desminuida de la misma manera que un delincuente ve restringida su libertad por la sola declaración de sospecha.

    La condena de todos los ciudadanos de los países productores se refleja en la exigencias cada vez mas discriminatorias para obtener una visa y, peor aun, un permiso de trabajo en las naciones del norte. En el caso colombiano esta discriminación es doblemente injusta: se condena por ser país productor pero además se condena por ser un país en conflicto. No estaría lejos de ser cierto que la condena se ha incrementado desde el llamado síndrome once de septiembre. Y esto ha sucedido en tanto país productor en el que habitan grupos calificados como terroristas y que además tienen relación con el narcotráfico. El caso colombiano ha llevado a identificar los problemas de otros países como la colombianización de Méjico o de Venezuela. El estigma hace referencia a relación de la violencia con las mafias, con el poder político o las existencia de poderosos carteles de la cocaína. Peri si el modelo colombiano de la mafia es muy cercano al estadunidense, ¿por qué nunca lo llamamos la norteamericanización de Colombia?

    Dejemos de lado la falacia de la guerra contra las drogas y vayamos a lo más profundo del asunto que estaría en la pregunta sobre ¿qué es lo que incita al consumo de substancias que substraen temporalmente de la realidad?

    Es urgente hacer una distinción de partida: una cosa es el uso de cualquier substancia, química o natural, y otra es el abuso de esa misma. La distancia que hay entre una y otra es la misma que podría encontrarse entre comer para satisfacer el hambre y comer de gula. Si se entra al asunto de las drogas sin valoraciones que enturbien u opaquen el cristal con el que deben se miradas es muy posible que la política sobre las drogas tenga una política de educación, es decir, hacer compresible el problema para la mayoría y no de represión, es decir castigar al que las utiliza.

    Sin embargo por el sendero de la publicidad se genera un efecto contrario: el ciudadano, en este caso el consumidor, naufraga en un océano de mentiras que pretenden educar cuando lo que producen es la confusión. Confusión que nace de la idea de la guerra contra las drogas que, al centrar sus acciones en el castigo o penalización, vacía de contenido el problema real y lo enfrenta con armas o campañas publicitarias que nunca han logrado responder a la pregunta clave a la que me refería: ¿qué es lo que incita al consumo de substancias que substraen temporalmente de la realidad?

    Si el individuo se abre a experiencias que suponen rupturas con la vida real, ausencias de sentido, búsquedas de caminos alternativos a lo que en principio lo agobia o rutiniza, lo haría, en todo caso, en uso de su libertad y esta en la medida que no violente a otros no podría ser limitada por una prohibición nacida desde una moral ajena a el o que vaya en contra de sus propios principios o deseos. Este seria el debate a promover: las substancias definidas como drogas son antes que otra cosa un asunto cultural. Que estén legalizadas o no son aspectos que se relacionan con la política, así como es tema político el hecho de que las soluciones se busquen por el camino de la represión o por el de la educación.

    Algunos, sobre todo los prohibicionistas, encontrarían en esto una apología al abuso pero mas bien podían entenderlo como una defensa de la libertad personal, por lo demás, establecida en todas las constituciones de lo que llaman mundo civilizado, sin la cual seria difícil establecer los limites en los cuales los poderes pueden o no inmiscuirse en las decisiones que afectan al individuo.

    La historia de las substancias muestran que han sido transportadas de los lugares mas insólitos hacia las metrópolis con fines, por supuesto, comerciales pero diría que el interes por el consumo hunde sus raíces mas profundas en lo que anotaba con anterioridad: interes de ampliar las fronteras de la percepción pero también lucha tenaz contra la rutinizacion impuesta por la vida laboral, estudiantil, o por la destrucción y minimización de lo humano en las guerras. No es casual que los ejércitos hayan sido usuarios continuos de drogas para sacar adelante la tragedia de matar o la espera de ser asesinado.

    Es imposible desconocer la relación entre uso de estas substancias y cultura. Están prendidas con el cordón umbilical de las tradiciones, no necesariamente milenarias y se podría decir que son alimento de los imaginarios de los pueblos que las usan. Su presencia ha sido permanente y es tan imposible imaginar sociedades o culturas sin substancias psicoactivas como sociedades o comunidades sin dioses.

    En las mismas circunstancias se podrían encontrar aquellos cuya tradición no solo acepta el uso de substancias alucinógenas o embriagantes, muchísimas culturas no occidentales, sino también, aquellos que en el campo de lo que se denomina genéricamente como cultura occidental han asumido otras opciones p.e el alcohol, como medios para ausentarse o los barbitúricos para encontrar fuentes o salidas a sus propias tragedias

    Pero de igual manera que algunas substancias en ciertas culturas están ligadas a ritos religiosos, en el caso de las culturas occidentales las substancias legales (Tabaco o Alcohol) e ilegales (éxtasis o cocaína) construyen sus propios ritos o ritualizaciones no menos religiosos que aquellos.

    Muchos grupos o tribus urbanas, en el uso de tales substancias, edifican solidos lazos de complicidad que los identifica. En algunos casos, no en todos, estos grupos llegan a lo delincuencial y en otros casos son solo comparsas de un carnaval financiado por el capital. Son, no únicamente parte de la tragedia sino también de la fiesta.

    Convertidos en inmensos negocios alcohol, barbitúricos y tabaco son producidos bajo marcas registradas que no pocas veces son multinacionales que crean y amplían la necesidad de consumo a través de los medios, principalmente la televisión un espacio mágico de la publicidad para el control y la inducción a ese mundo feliz del consumo. Sobra decir que los propietarios de los medios son en muchos casos los mismos de las mismas multinacionales que producen las drogas permitidas. Alcohol, tabaco, barbitúricos y publicidad.

    Pero ¿que puede haber detrás de la guerra al tabaco o al alcohol? ¿De que manera la guerra contra las drogas introduce en el mundo del alcohol y del tabaco dosis duras de discriminación, de hipocresía y represión? De que manera las campañas contra el tabaco, promocionado hasta hace poco en todos los medios, son parte de la doble moral del poder? ¿En que sentido, el poder empuja las campañas contra sus drogas preferidas con el propósito de no enturbiar su lucha contra las llamadas drogas duras?

    Todas las campañas hacen parte de una estrategia integral que reduce al individuo y plantea un paraíso inmaculado en donde somos libres en la medida en que seamos sanos, sin vicios, sin cosas porqué sonrojarnos. En el trasfondo o entretelones de todo esta una fuerte corriente del higienismo que castiga por igual al que consume tabaco, acude a la prostitución, es homosexual o desea alimentarse como se le da la gana. Si cualquier ciudadano se detiene y mira pausadamente lo que sucede con el tabaco solo la torpeza le impedirá preguntarse, porque el tabaco circula legalmente si produce muchísimas más muertes que la cocaína o la marihuana. ¿No es posible pensar en que la etiqueta de advertencia sobre las cajetillas del tabaco podrían ser un reflejo contundente de la doble moral que desde la ley dice: mátese pero es un asunto suyo? ¿Por qué en este caso sí el consumidor se puede matar y en otros no?

    No estoy en contra del tabaco de la misma manera que no estoy en contra de aquellos que lo consumen. Pero entonces, ¿por qué uno puede elegir morir de cáncer producto de una sobredosis de tabaco pero no de un paro cardiaco producto de una sobredosis de cocaína? En que medida los miles de muertos producidos en las euforias alcohólicas, en las lagunas etílicas, son mas humanos que aquellos que se producen por el camino de las alucinaciones o el éxtasis? No puede existir algo mas claro que la manipulación que el poder esta haciendo con las drogas para legitimar una ofensiva hipócrita. La guerra de las drogas, es además la guerra perfecta: no hay muertos en el ejército que ataca, es el uso legal de la guerra química, se hace para salvar la humanidad, es una misión humanitaria etc.

    Por otro lado, es evidente que substancias como la canabis son ya parte de esa cultura moderna y que el dilema de su legalización seria solo cuestión de pocos años. Visto en el tiempo el problema que hace solo 30 años era de traficantes tercermundistas ha sido desplazado y la producción y consumo de la yerba se hace en medio de márgenes amplios de permisividad en los países del norte, especialmente USA, en donde los 40 o 50 millones de consumidores ( esporádicos o no) se autoabastecen y aplicando técnicas mas depuradas logran productos de mayor calidad, es decir mas eficaces para el objetivo, situarse, aunque sea por instantes, en un contexto distinto, por fuera del consumo inducido por la publicidad. No es aventurado afirmar que con lo que se denomina drogas duras pueda suceder lo mismo. El tiempo lo dirá.

    Sin embargo tampoco nada garantiza que la política de represión internacional al narcotráfico tenga el éxito esperado. No solo aumenta el consumo sino también los puntos y magnitud de la producción. El problema por lo demás parece distinto en los países del norte, es decir en el mercado de consumidores y en los países del sur el de productores. Son dos estrategias distintas cuyos principios y acciones así como los recursos para ejecutarlas son dictadas desde el norte, desde donde, por otro lado, se producen y exportan en grandes cantidades lo que denominan drogas sintéticas e insumos. El éxtasis que puede ser la droga que mas se consume entre la juventud y la niñez, se produce y consume tanto en el mundo de los países ricos como en el de los pobres. Pero la política de control no es erradicar las fábricas de insumos.

    En general se habla de la necesidad de eliminar o disminuir el consumo por el camino de la prevención o atención de los adictos y de la misma manera se habla sobre la necesidad de reprimir violentamente la producción sea por la fumigación o por la persecución policial a aquellos que se dedican a la producción…

    En todo caso quedaría en el aire la respuesta a la pregunta: ¿ porqué no utilizar la prevención y la educación en ambos casos? Es acaso mas difícil "educar" un campesino productor peruano o colombiano que un usuario de Los Ángeles o de Madrid? O es que la libertad de unos es mas valiosa que la del otro? O será que las razones invocadas para reprimir la producción son menos conflictivas para los países del norte que las de reprimir al consumidor? Pero como es verdad que sabe todo el mundo los poderes tejidos por la red internacional son tan amplios y complejos que lo mas fácil es bombardear y reprimir en los países tercermundistas en donde se pueden violar todos los derechos sin que sea un problema real de la política internacional.

    Para ser mas preciso: la política de guerra contra las drogas no es otra cosa que una violación masiva de derechos. ¿Pero cuales son esos derechos que son violados con esa política? Y de que manera esa política es internacional ?

    Es fácil comprender el proceso, como lo afirmaba en el caso de la canabis, si se observa con detenimiento lo que ha sucedido con substancias que fueron catalogadas por largos periodos como peligrosas y que con el correr de los tiempos fueron aceptadas social y legalmente. Lo que se llamaría domesticación de esas substancias fue un proceso de aceptación cultural de las mismas y el reconocimiento por medio de la ley de tal aceptación. El alcohol en su época y el proceso de aceptación de la marihuana son dos buenas muestras de lo que acontece con este tipo de problemas.

    El problema, es el de siempre, el poder no sabe que hacer con la idea de doble moral que ha promovido y con la cual actúa, presentándose una paradoja bien particular: si el mercado, en este caso ilegal, da las señales para que el productor actúe pues este no haría otra cosa actuar…El problema podría ser similar en este campo de la doble moral al que sucede con muchísimas multinacionales que usan el soborno para lograr beneficios o aquellas que hacen la vista gorda con el problema del contrabando o aquellas que exprimen los recursos naturales no renovables sabiendo a ciencia cierta que estos tienen un termino fijo.

    Lo que se conoce o se ha impuesto como problema, el narcotráfico, no es otra cosa que la expresión más cercana a la globalización solo que no es legal. Es una economía basada en los mismos principios del mercado globalizado en donde unos países cumplen una tarea y otros completan la cadena producción-consumo. Son, podría decirse, acuerdos entre unos y otros en la búsqueda de una mayor rentabilidad para sus negocios sobre la base de agendas ocultas en la ilegalidad.

    Quiero hacer un giro en busca de vacíos que pueden quedar con relación a lo que podría llamar el mundo cruel de las adicciones extremas. Algo en lo mas hondo de la reflexión me indica la necesidad de brincar al océano profundo donde los fantasmas de la droga son mas esquivos, menos evidentes, se escapan con mayor facilidad al argumento, también diría que es donde mas frágil es el desarrollo de lo disciplinario, de lo científico o de lo tecnocratico y por supuesto muchisimo mas, de lo político. En el mundo del drogadicto o en el territorio consumido por el abuso, la cuestión toma un carácter mas especulativo.

    Las preguntas que rondan son difíciles de precisar y mas aun las respuestas: por un extremo surgen interrogantes sobre la conceptualizacion de la droga, por otro los referidos al consumidor y por otro los relacionados con la ley.

    Si acercarse a la droga significa entender que es la droga, habría que pensar en por lo menos tres ámbitos: el de la dependencia y por lo tanto el problema del individuo cogido o enganchado, el de las relaciones de este con los demás, especialmente con la familia y por ultimo el de sus relaciones con la sociedad y por lo tanto con la ley.

    En los tres ámbitos podría afirmarse que se hace urgente la comprensión del drogadicto, su adicción y lo que esta produce, no solo en el sentido de enfermedad que en muchos casos es como se le enfrenta sino también en los efectos que en la mente o si se quiere en el cerebro producen las substancias.

    Tendría que mirarse con atención el placer que producen, el carácter ritual que en muchísimos casos tiene el consumir con grupos de amigos, el sentido de ruptura que posee el usar substancias prohibidas y su decidido sentido de rebeldía, la seductora sensación de alcanzar un mundo propio, autónomo de las cosas impuestas por aquellos que detectan el poder y que no son otros que los mismos que empujan la demonizacion de la llamadas drogas. Es necesario y urgente transgredir con entusiasmo los esquemas de interpretación promovidos por la moral y los pensamientos que solo promueven lo bueno y lo malo. La droga, quizás como ninguna otra cosa humana debería liberarse de los análisis centrado en la lógica, la racionalidad científica

    No se puede erradicar el problema del abuso mintiendo sobre el consumo. Es tan falso el querer hacer pensar que la experiencia con una sustancia es una enfermedad como el hacer creer que la enfermedad de la adicción es un paraíso. Sobre la base de estas dos falacias esta el fracaso de la política.

    Desde esta perspectiva es necesario distinguir por un lado los efectos de unas substancias que no generan dependencia y pueden ser controladas por los seres humanos sin dificultad: la canabis y sus derivados y por el otro las llamadas duras, cocaína o heroína o opiáceos. Sobre estas ultimas existen textos que a manera de documentos ayudan a comprender el asunto. Quiero destacar: opio de Jean Cocteau, Yonqui de William Burroughs . Hashis de Walter Benjamin, de Henrri Michaux la experiencia con mescalina, lo de Castaneda

    Con esta ultima la cuestión parece avanzar en una direccion sino la legalizacion planetaria si la aceptacion ….

    La ebriedad…un espacio en donde nos encontramos solos, pero no desolados

    El vicio como sometimiento…la prohibicion de la experiencia como expresión de la dictadura del capitalismo…el miedo al vicio colectivo como razon de las represiones…

    Maria Sabina( chamana) me dijo que que los hongos no querian hablarle de la misma manera cuando acepto dinero a cambio…Albert Hofmann

    La sociedad adulta…

    El unico proposito para ejercer correctamente el poder sobre cualquier miembro de una cominidad civilizada, en contra de su voluntad, es evitar el daño a otros John Stuart Mill

    Tan detestable o mas que la epidemia del narcotrafico ha sido la narcotizacion
    de la vida colombiana sumergida ya en la idea de que lo mas problemático
    es el trafico de drogas…

     

     

    Autor:

    Guillermo Solarte Lindo

     

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