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Curso introductorio de Relaciones Laborales (página 2)



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Se habla de la existencia de un verdadero pacto entre los actores sociales – Estado, empresa y organización sindical – que permitió el desarrollo de un sistema de relaciones laborales "protegido". Los trabajadores y sus organizaciones proclamaban los conflictos en reivindicación de aumentos salariales; los empresarios podían satisfacer esos reclamos en la medida que el Estado "protegiera" el traslado del aumento de los salarios a los precios. La protección consistía en asegurar al empresariado la competitividad en el mercado y para ello el Estado debía aplicar altas tarifas arancelarias a los productos importados. Ese círculo virtuoso – conflicto/aumento salarial/traslado a los precios/protección aduanera – que constituyó la base del sistema y de la prosperidad de la "industria nacional", creció a expensas de una economía en deterioro y de un déficit público que, en el caso de América Latina, se manifestó en el conocido fenómeno de la "deuda externa". A partir de la década del ochenta los Estados comienzan a nivel mundial un proceso de transformación que los va alejando de esa imagen de Estado protector y mediador en el sistema. El Estado de bienestar social, el Estado asistencial cede ante la concepción de un nuevo Estado que debe retirarse en lo posible del sistema, dejando que el mismo se regule por las leyes naturales del mercado.

El modelo de la 2a revolución industrial construyó reglas de tutela del trabajo expresadas en el ordenamiento jurídico laboral. Pero la generalización de la protección fue más allá y sobre la figura del obrero dependiente a tiempo completo se construyó el sistema de seguridad social, cuyo objetivo era en primer lugar proteger a los trabajadores subordinados de los principales "riesgos" a los que se veían expuestos y luego extender era protección a toda la sociedad (principio de la universalidad subjetiva).

El derecho del trabajo – como aún hoy lo conocemos y lo estudiamos – es un derecho inspirado básicamente en el trabajador subordinado del modelo taylorista. El obrero, el blue collar, sigue siendo el referente totémico, alrededor del cual se construyeron los principales conceptos jurídicos de la disciplina: la subordinación, el salario, la categoría, la jornada, los descansos.

El trabajo fabril de tipo subordinado determinó verdaderos códigos jurídicos de conducta laboral: el poder disciplinario, el principio de la contratación por tiempo indeterminado, la protección del salario, la limitación de la jornada, la licencia, etc.

Como se afirma en los textos universitario, el derecho del trabajo es aquella disciplina jurídica que regula una forma particular del trabajo: aquél que se realiza bajo órdenes de otro y para ese otro. La dimensión del derecho del trabajo – en su conceptualización clásica – está pues limitada al trabajo subordinado y realizado para otro. El derecho del trabajo no es – como podría creer un observador lego – el derecho que regula todos los trabajos, sino que su objetivo estará limitado a un ámbito especial: el trabajo subordinado. Los "otros trabajos" seguirán en línea general siendo regulados por el derecho civil y comercial.

La etapa del desarrollo del sindicalismo y del Welfare State concluirá con un periodo de crisis y cambios, que convencionalmente ubicamos a partir de la crisis mundial del petróleo (1973). A partir de ese momento, la creciente desocupación, la inflación monetaria en muchos países, los grandes cambios tecnológicos provocarán mutaciones en el sistema de relaciones laborales.

Podemos hablar de una nueva revolución industrial y en efecto los autores emplean diversas expresiones para referirse a ella: tercera revolución industrial, revolución post-industrial, revolución informática, etc.

Las tecnologías del trabajo marcan las formas y la organización del trabajo. Los grandes cambios en la historia de la organización del trabajo son consecuencia de descubrimientos e inventos del ser humano que inciden directamente en las formas de trabajo: desde la piedra a la rueda, desde la máquina a vapor al petróleo y a la electricidad. Los avances tecnológicos que se producen en la segunda mitad del siglo transforman los métodos de producción de la 2a. revolución industrial. El chip es el pequeño símbolo de la gran transformación. Las nuevas tecnologías provocan una verdadera revolución en el campo de las relaciones laborales, que podemos resumir en tres aspectos:

a) a nivel individual, permiten al hombre multiplicar su capacidad de acción, lo que determinará la sustitución de grandes contingentes de mano de obra por sofisticadas máquinas y la promoción de un reducido número de trabajadores con la suficiente formación y capacitación para operar esas máquinas;

b) a nivel colectivo, se produce una fragmentación del sistema: por un lado, ya no será fácil organizar trabajadores con intereses y condiciones económicas muy diferentes; por el otro, existirá una gran movilidad de las empresas en un mercado que premiará aquellas que apostaron a la reconversión industrial y condenará a la quiebra a las que no se adecuaron a los cambios;

c) finalmente las nuevas tecnologías y la reconversión promueven nuevas formas de gestión del trabajo, que procurarán fundamentalmente una mayor productividad y competitividad.

3. El nuevo modelo de organización del trabajo

Las nuevas tecnologías se desarrollan rápidamente en un contexto cultural muy diferente al que había marcado gran parte del siglo XX. La solidaridad y la homogeneidad – pilares que habían permitido construir el sistema de protección del trabajo – son sustituidos por un exacerbado individualismo y por el culto de la diferencialidad. Se produce una fuerte retroalimentación entre tecnologías de producción y contexto cultural, que determinan acentuados cambios en el sistema.

El individualismo encuentra a partir de los años '80 su soporte ideológico en el neoliberalismo impulsado desde los países anglosajones por la Sra. Thatcher y el Sr. Reagan. Otro evento político incide notablemente en los cambios: el 9 de noviembre de 1989 cae el muro de Berlín y ese hecho tendrá, entre otras consecuencias, la de poner fin a un sistema de equilibrios económicos y sociales que había caracterizado gran parte de la historia del siglo.

Con la crisis de la ideología marxista-soviética, materializada precisamente en la caída del muro, el neoliberalismo se propaga en el mundo con una aceleración desconocida. Una de las principales consecuencias es la afirmación de la más absoluta libertad de comercio, que a nivel internacional se identifica con el fenómeno de la mundialización o de la globalización de la economía.

En un siglo, caracterizado durante muchas décadas por el debate entre una economía protegida de mercado y una economía sometida a un fuerte dirigismo estatal, pocos podían pronosticar que sus últimos años estarían marcados por las viejas ideas de David Ricardo, apenas estudiadas en las clases de economía. La concepción de Ricardo era que el mejor sistema económico es aquél en el que los países consagran sus capitales y su actividad a lo que saben más producir y confían luego al comercio internacional el intercambio de sus productos. Es el principio de los precios comparados, sobre el que se apoya y se justifica el comercio internacional. En una época que fue marcada por el marxismo y otros ismos, el financista inglés difícilmente hubiera imaginado que casi dos siglos después de escribir sus ensayos, sus ideas encontrarían aplicación práctica en la casi totalidad de las economías de la tierra.

Se produce en el mundo del trabajo – como ha destacado con acierto Rosenbaum – la confrontación de dos lógicas: "En uno de los extremos, es posible ubicar la concepción del garantismo social, sobre cuyas bases se desarrolló, al impulso de los acontecimientos y efectos que acompañaron la revolución industrial y la consolidación del capitalismo, el proceso formativo del derecho del trabajo… Enfrentada al modelo clásico, se produce el surgimiento de una reacción o contrateoría de diverso signo, que responde a la lógica del liberalismo económico en su versión más radical, que es sustentada modernamente por las concepciones neoliberales. En un contexto en el que predomina la insatisfacción por los resultados de las políticas ensayadas en materia de crecimiento y niveles de empleo, sus orientadores apuntan las baterías contra los excesos del garantismo y las rigideces normativas, impulsando demandas de mayor flexibilización y desregulación de los ordenamientos laborales"[23].

Las nuevas tecnologías y la afirmación del neoliberalismo como ideología dominante confluyen en el fenómeno denominado "globalización" o "mundialización" de la economía. Morgado Valenzuela define correctamente la mundialización como "el conjunto de procesos que, a la vez, dan origen y tienen lugar en el nuevo orden económico mundial. En éste se acelera, extiende y profundiza la internacionalización de las economías nacionales, ampliando sus relaciones de interdependencia y de dependencia, a la vez que reduciendo su campo de autonomía y tornando más difusas las esferas de soberanía de los estados nacionales, de forma tal que esas economías pierden o reducen sus niveles de inmunidad frente a las vicisitudes que experimenta cada una de las economías integrantes del sistema y éste en su conjunto"[24]. La definición abarca los diversos aspectos de la mundialización, fenómeno que incide no solamente en el derecho del trabajo y de las relaciones laborales, sino que alcanza a la misma soberanía de los Estado y a la identidad nacional de un país. En el pasado esa identidad estaba conformada, entre otros elementos, también por la pertenencia del capital a sus nacionales y por la producción de su "industria nacional". Hoy los capitales emigran y los productos importados se sustituyen a los nacionales; las empresas extranjeras adquieren las endeudadas fábricas locales; las estrategias comerciales y las reglas de la organización del trabajo son dictadas desde afuera.

La lógica de la mundialización es una lógica duramente selectiva. Sólo aquellos que logran gobernar los cambios y dedican sus fuerzas a producir más y mejor sobrevivirán. En esta lógica, el mercado se volverá el nivelador mundial, premiando a los fuertes y eliminando a los débiles.

Bajo el influjo de las nuevas tecnologías y de las nuevas ideas, el modelo de trabajo cambia. Fábricas reducidas, flexibilización de las categorías, expansión del trabajo formalmente independiente y externo a la fábrica son algunas de las principales expresiones de los cambios. En este contexto el sindicato pierde poder, mientras la empresa (que tradicionalmente estaba replegada en estrategias defensivas) comienza a jugar un rol muy activo en el sistema.

El generalizado individualismo promueve valores muy distantes de aquéllos que habían marcado la experiencia sindical de la segunda revolución industrial, que se expresan de forma diversa: el éxito individual como elemento ejemplarizante y objeto de admiración, la exacerbación del consumo, el mejoramiento de la calidad de vida, la búsqueda de productos cada vez más diferenciados, el culto narcisista de la imagen y el físico. El héroe de esta cultura (trasladado en las formas más variadas a la literatura, al cine y a la televisión) es el individuo que logra alcanzar el éxito sin ninguna ayuda del grupo. El principio ético del individualismo es "hazlo tú mismo", que trasladado al sistema de relaciones laborales significa que el individuo debe responsabilizarse de su trabajo y no vivir en dependencia o a expensas de los demás trabajadores o del Estado. El individualismo en materia laboral pregona menor seguridad y mayor responsabilidad, y sobre esa base invoca la legitimación de las políticas de flexibilización. Esta lógica encubre sin embargo una dura realidad: el hombre fuerte triunfa, el débil sucumbe; el trabajador con alta profesionalidad logra el éxito, el descalificado y débil es marginado.

"Al hablar de los cambios en la composición de la fuerza de trabajo – señala Spyropoulos -, no se puede dejar de reconocer que nuevas actitudes y comportamientos individuales ante el trabajo y la vida laboral hacen su aparición bajo el impulso de una mejor educación, de la influencia de los grandes medios de información y de la posibilidad para todos de comunicarse en cualquier instante. Para un número creciente de trabajadores, la acción colectiva que preconizan los sindicatos puede parecer menos atractiva que la satisfacción que procura el éxito profesional individual. El mejoramiento de la calidad de la vida adquiere una importancia creciente. La eficacia que la acción sindical demuestre ante esta evolución será decisiva para el futuro del sindicalismo"[25].

4. Las grandes mutaciones del sistema

Es posible identificar dos grandes mutaciones: la primera relativa al rol que tradicionalmente desempeñaron los actores sociales, la segunda referida a la segmentación del sistema de relaciones laborales.

Los actores y el cambio

El Estado.

En América Latina – más que en otros sistemas y seguramente a consecuencia de las tradiciones coloniales hispánicas y portuguesas – el Estado ha tenido un rol central en el sistema de relaciones laborales ya sea como empleador así como regulador de las economías nacionales. Su acción se caracterizó siempre por un marcado intervencionismo, manifestado en diversas formas: a) fuerte proteccionismo de la producción nacional; b) protagonismo en el sistema de relaciones laborales a través de una amplia reglamentación legal y – según los casos – el control del movimiento sindical o la limitación de su actuación; c) generación de empleos de baja productividad, transformándose en el principal empleador nacional, a través de gigantescas estructuras burocráticas.

El nuevo Estado anuncia su retiro del sistema y para ello invoca viejas doctrinas, que permiten hoy hablar de un neo laissez-faire. El impulso de las ideas neoliberales lleva hacia una reelaboración del modelo tradicional y se van consolidando – especialmente en nuestro continente – criterios a los que los economistas atribuyeron valor cuasi-dogmático:

1. La inflación es un mal de la economía que debe necesariamente ser contenido y posiblemente eliminado.

2. Los aumentos salariales son una importante causa de inflación, por lo que deben instrumentarse políticas que eliminen los automatismos y vinculen los aumentos a la productividad.

3. El desarrollo económico se alcanza a través de una mayor competitividad internacional, que premiará las empresas más eficientes y castigará aquellas que no se adapten al cambio. Los altos costos laborales son un factor que contribuye a bajar la competitividad de la empresa.

4. El pesado e ineficiente aparato burocrático de los Estados, que se materializa especialmente en su Administración Central y en el sistema de seguridad social, es en gran parte responsable del importante déficit público.

Estos criterios promovieron la aplicación de recetas neoliberales
en todo el continente, que bajo el rótulo de "políticas de
ajuste"[26], marcaron un cambio en el que se privilegia
lo económico sobre lo social. En el sistema de relaciones laborales las
políticas de ajuste significaron: a) en lo jurídico, la flexibilización
y/o desregulación de las normas de protección del derecho del
trabajo; b) en lo social, la pérdida de sistemas – aún imperfectos
– de distribución del ingreso y de equilibrios sociales, que determinaron
la expulsión hacia la marginalización y la informalidad de altos
porcentajes de población; c) desde el punto de vista estructural, la
reducción de las dimensiones del Estado con políticas de privatización
y la reestructuración de la seguridad social a través de la disminución
o postergación de beneficios y la promoción de seguros privados.

La Empresa.

A fines de los '80 el empresariado latinoamericano celebró como una victoria el advenimiento de la libertad de mercado, antigua bandera ideológica de las organizaciones de empleadores. Sin embargo los vertiginosos procesos de cambio de esta década se han vuelto en muchos casos incontrolables y han transformado la euforia de los primeros años en el temor de haber ingresado en un mundo donde el mercado y un nuevo capital, fantasmal y autónomo, son los nuevos amos. Ya no es posible hablar de un concepto único de empresa: a la gran empresa se contrapone la mediana y la pequeña con objetivos y estrategias distintas.

En la realidad latinoamericana coexisten viejos y nuevos modelos empresariales: por un lado se expanden formas de producción que se remiten a criterios pre-tayloristas (trabajo negro en proporciones antes desconocidas, maquilas, zonas francas y otras áreas de producción en las que no existe protección laboral), por el otro se abren paso nuevas expresiones del trabajo organizado, en el que desaparecen los elementos típicos del trabajo industrial. En otras palabras, en América Latina el modelo de la 2a revolución industrial parece haberse agotado y el mundo se abre hacia un futuro, donde coexisten modelos de producción del primer maquinismo con las nuevas formas de trabajo de la revolución postindustrial.

La fragmentación de la empresa-fábrica ha provocado la expansión de la pequeña empresa, con características precisas que la diferencian de la mediana y gran empresa: número reducido de trabajadores con vínculos familiares o personales (mismo barrio, origen social común, etc.), relaciones de solidaridad que se anteponen a la subordinación jurídica típica; capital limitado, que determina la sustitución de tecnologías avanzadas con un importante valor agregado de mano de obra; lugar de producción de características familiares; tendencia a depender económicamente de unos pocos adquirentes, que compran la totalidad de la producción. La pequeña empresa no es eliminada del sistema, sino por el contrario encuentra en las nuevas formas de organización del trabajo nuevas oportunidades, ya sea "enganchándose" a empresas centrales, ya sea encontrando "nichos" de producción en los que inserta su actividad. Se destaca por ser una importante generadora de trabajo genuino, aunque muchas veces precarizado y fuera del alcance tuitivo del derecho del trabajo. Surgen nuevos fenómenos asociativos, ya sea a nivel del grupo familiar que organiza el trabajo, ya sea a nivel de los trabajadores subordinados que tienen una más estrecha vinculación con el pequeño empresario (Cooperativas de Trabajo Asociado de Colombia, Cooperativas laborales en Perú, Cooperativas en el sector de la pesca en Uruguay). En general estas formas de trabajo asociado – que esconden realidades de trabajo dependiente – tienen menos costos laborales y fiscales que favorecen su extensión en el mercado laboral.

En cuanto a la gran empresa, ésta sigue conservando el liderazgo de la conducción económica y un intenso lobby con el poder político. Sin perder su rol hegemónico, reduce sus estructuras a través de nuevas formas contractuales, que se expresan en el fenómeno de la tercerización. Su influencia sobre el poder político logra la aprobación de normas que la desresponsabilizan de lo actuado por las unidades periféricas de producción.

Comienzan a aparecer en la jurisprudencia fallos que admiten la tercerización del proceso productivo sin responsabilidad solidaria del principal, mientras que en la doctrina surgen opiniones que intentan liberar de responsabilidad solidaria aquellos procesos productivos que no constituyen el giro principal de la empresa (limpieza, vigilancia, servicios de comedor, etc.).

De todos modos el fenómeno de la tercerización preocupa en casi todos los países, porque es cada vez más común recurrir a ella para eludir obligaciones legales. En muchos casos los "terceros" son empresas insolventes frente a las cuales el trabajador podrá ver frustrados sus legítimos créditos laborales.

Los trabajadores y sus organizaciones.

El impacto de las mutaciones en el sistema de relaciones laborales sobre las organizaciones sindicales ha sido violento. Ello obedece en primer término al hecho que las nuevas reglas del mercado han obligado a rápidos procesos de cambios y reestructuración en la empresa. Tales procesos han significado en la casi totalidad de los casos, drásticas reducciones de personal, con la consiguiente debilitación – en muchos casos, aniquilación – de la organización sindical.

Por otra parte – como hemos ya señalado -, no son indiferentes los cambios de valores que se han producido en las distintas comunidades nacionales, en las que entra en crisis la idea de solidaridad, base del sindicalismo y se privilegia lo individual frente a lo colectivo.

Otra causa está relacionada con la descentralización y segmentación del proceso productivo de la empresa. A la gran empresa concentrada en su fábrica, se contrapone una empresa mucho más pequeña y flexible que externaliza parte de sus servicios hacia otras empresas, generalmente de reducidas dimensiones. Esa fragmentación produce evidentemente una atomización de los trabajadores, que vuelve más difícil su organización.

Se asiste también al fenómeno de la privatización de las empresas públicas que tenían una alta tasa de sindicalización: el despido incentivado de trabajadores del sector público y su "tercerización" han contribuido a la disminución de los niveles de sindicalización.

Paradójicamente, el sindicato encuentra hoy un competidor altamente capacitado en la propia empresa. La nueva empresa ha modificado sus estrategias: hasta hace pocos años, los empresarios adoptaban actitudes defensivas frente a las organizaciones sindicales. Las nuevas estrategias de gestión de recursos humanos plantean el acercamiento de la dirección de la empresa a los trabajadores que en ella desarrollan su actividad.

Pero si imputáramos todas las causas de la crisis sindical a factores externos, incurriríamos sin duda en una visión simplista y sin lugar a dudas desresponsabilizadora de la organización sindical en la actual coyuntura. Cedrola, citando a Touraine y Rosanvallon, expresa que así como existen elementos exógenos de la crisis sindical, encontramos elementos endógenos que inciden en la baja tasa de adhesión y en la estructura misma del sindicato. Entre estos elementos internos, propios de la organización, encontramos muchas veces la falta de estrategias adecuadas de crecimiento, de objetivos que respondan al interés real de sus adherentes, de instrumentos de acción acordes al poder de la organización[27]Entre los elementos endógenos está el discurso sindical, que muchas veces responde a criterios y mentalidades propios de épocas anteriores.

La informalidad.

En los últimos años se registra una verdadera consolidación de la informalidad, que permite reconocerla como un nuevo actor social. Nacida como expresión de pobreza y como estrategia de sobrevivencia, ha ido identificando espacios de mercado, de los cuales se ha apropiado. Aunque es difícil medir la extensión de la informalidad y la misma varía según los países, no es temerario afirmar que en América Latina por lo menos un tercio del mercado de trabajo (en diversos países más de la mitad) está representado por trabajadores informales.

En cuanto a los actores, en principio hay una confusión de la figura del empleador y del trabajador en una misma persona. El informal típico es el dueño del producto que vende, de la pacotilla que distribuye directamente al consumidor. Pese al dramatismo que adquiere la informalidad en amplias zonas del continente, no debe desconocerse cierta "atracción" que la misma ejerce: en principio, no hay patrono, no existe poder disciplinario, el informal se ajusta a sus propios tiempos y reglas, su ganancia es muchas veces superior a la de los asalariados de baja calificación.

En las dos últimas décadas se ha ido produciendo una verdadera afirmación de la informalidad, que a su vez ha provocado una estratificación económica y social hacia dos sentidos: por un lado han crecido las empresas distribuidoras de productos a los informales, lo cual evidentemente crea lazos de subordinación económica entre las partes. Por otro lado la expansión y consolidación del subsistema determina que los informales comiencen a contratar trabajo dependiente, en el cual existe una verdadera subordinación de hecho, ya no sólo económica, sino también jurídica.

El Estado se muestra impotente ante la creciente expansión de la informalidad, limitándose a reducidas medidas: la ubicación de determinado espacio público, la fijación de pequeñas tasas, la expedición de un carnet u otro documento que otorgue una identidad al informal. Muchas de estas medidas no son dictadas por el Estado central, sino por las municipalidades o los ministerios de economía; los ministerios de trabajo en la mayoría de los casos, rehusan o no tienen las estructuras necesarias para ocuparse del mercado informal.

La segmentación del sistema de relaciones laborales

Ese sistema de relaciones laborales, construido en torno a los criterios clásicos del modelo taylorista-fordista, ha sido erosionado por las radicales mutaciones de las últimas dos décadas.

La modificación en los roles de los actores y el fenómeno expansivo de la informalidad han determinado cambios esenciales en la tradicional relación de trabajo, que pueden resumirse en las siguientes ideas:

a) "deslaboralización" de la relación de trabajo: los nuevos modos de producción han ido estimulando formas de trabajo que se independizan del contrato típico de trabajo. Entre ellas, los fenómenos de mayor importancia son la tercerización (outsourcing), la intermediación laboral y las nuevas formas de trabajo autónomo ya sea independiente o asociado (cooperativas, microempresas, etc.);

b) descentralización productiva: la cadena fabril de producción se fragmenta en unidades productivas a cargo de empresas formalmente independientes, pero económicamente dependientes de una unidad central;

c) privatización del modelo de seguridad social: el proceso de privatización de la seguridad social contribuye a la diferenciación del sistema, acentuado la distancia entre incluidos y excluidos. La seguridad social establece hoy la línea divisoria entre el sistema y la marginalidad del sistema. Una seguridad social basada en un concepto de ahorro individual, a expensas de la tradicional idea de solidaridad, se vuelve un sistema de tutela para trabajadores privilegiados;

d) reducción de los "costos" laborales: la competitividad internacional ha provocado una verdadera obsesión de los costos laborales. Hoy el empresariado está más preocupado en abaratar los costos – especialmente aquellos que derivan del trabajo – que en competir a través de una mejora de la capacidad laboral de sus dependientes.

PREGUNTAS:

¿Considera que las transformaciones del trabajo y de las formas de producir repercutieron repercutieron en su Departamento a partir de los años 80/90? Dé un ejemplo concreto.

¿Existe informalidad en su Departamento? ¿Considera que los nuevos modos de producir fueron responsables en alguna medida de esa informalidad?

II. Segunda parte

Principales teoría de las relaciones laborales

Teoría sistémica de Dunlop

El Pluralismo de la Escuela de Oxford

El Enfoque Radical

El Análisis Estratégico.

Enfoques y teorías contemporáneas sobre las relaciones de trabajo (G. Cedrola)[28]

1. CONCEPTO DE RELACIONES LABORALES

El concepto de sistema de relaciones industriales o laborales[29]ha devenido un clásico de la literatura especializada en relaciones laborales a partir de los trabajos de JOHN DUNLOP, así como el de un conjunto de autores que buscando superar o corregir las críticas formuladas a la visión de Dunlop, terminaron por configurar lo que se ha dado en llamar el enfoque sistémico en el análisis de las relaciones laborales.

Este enfoque sistémico no han hecho más que desarrollar y aplicar la noción de sistema al análisis de las relaciones laborales.

En efecto, partiendo de una noción empleada en otras ciencias sociales y originariamente extraída de las ciencias naturales, se conciben las relaciones laborales como un sistema. Por sistema ha de entenderse a partir de V. BERTALANFFY como un conjunto de elementos o de variables que se encuentran ligadas entre sí, a través de una relación de interdependencia. Por dicho tipo de relación, la afectación que eventualmente se realice respecto de uno de los elementos del sistema, puede afectar y variar el funcionamiento de todo el sistema así como el de sus resultados[30]

Para DUNLOP, las relaciones industriales de una sociedad conforman un sistema de relaciones laborales. Tal sistema de relaciones industriales se configura por un conjunto de actores, de ciertos contextos, una ideología, y finalmente un conjunto de reglas cuya finalidad es regir el comportamiento de los actores y las condiciones del trabajo. Según lo expresa el autor en el Prefacio de su obra clásica "Industrial Relations Systems", su intención es a través del concepto de sistema de relaciones industriales, proporcionar un instrumento de análisis de la realidad ; y a partir de éste, sentar las bases para el desarrollo y la construcción de una teoría general de las relaciones industriales[31]

Los actores del sistema de relaciones industriales son: los empleadores y sus organizaciones; los trabajadores y sus organizaciones ; y finalmente, el Estado. Los dos primeros se encuentran en relación directa, y son los representantes naturales en el plano colectivo de las dos partes que presenta toda relación individual de trabajo.

En general, las organizaciones de empleadores tienden a presentar una gran estabilidad, mientras que una organización de trabajadores puede tener la calidad de actor, aun cuando su tiempo de vida haya sido efímero. Esta situación puede observarse en las organizaciones de trabajadores que nacen en vista del objetivo concreto de una reivindicación y que luego de la obtención de su objetivo no persisten.

Estos actores son centrales en la concepción sistémica dunlopiana, ya que la producción y el funcionamiento del modelo es obra fundamental de aquellos.

Dichos actores del sistema de relaciones industriales actúan en un escenario que comprende tres aspectos fundamentales. Tal escenario comprende los contextos del sistema. Tales contextos son determinados por la sociedad en su conjunto y por los otros sub-sistemas sociales – político y económico – los que jugaran un rol decisivo sobre el conjunto de reglas producidas por los actores[32]El contexto del sistema de relaciones industriales comprende: el contexto técnico; el contexto económico y el contexto político. El contexto técnico o tecnológico influencia las formas de organización de los trabajadores, de la empresa, de los empleadores así como la mano de obra y los problemas que de ella se desprenden. El contexto económico influencia la producción, la gestión de la empresa, y las formas de organización de trabajadores y empresarios. Este contexto económico, resulta del mercado de trabajo, del mercado de capitales o de una combinación entre ambos. Finalmente, el contexto político se encuentra configurado por la estructura geográfica y política del poder en la sociedad, lo cual resulta un elemento altamente condicionador del comportamiento de los actores. En cierta medida, la repartición del poder en la sociedad, las vinculaciones de cada uno de los actores con el poder político, el prestigio de los actores, son elementos de este factor contextual que alimentan el modelo del sistema de relaciones industriales.

La noción de sistema de relaciones industriales implica la posibilidad de definir un campo específico de actores, de definir reglas e instituciones específicas y diferentes del resto de la sociedad, con una cierta autonomía interna, pero inserto en el marco complejo de la sociedad en la cual se encuentra. En la concepción general del enfoque desarrollado por DUNLOP, la noción de contexto sitúa y marca esta articulación entre el sistema de relaciones industriales y la sociedad .

Los tres contextos considerados conducen a la consideración de los otros sub-sistemas existentes en la sociedad. El análisis dunlopiano, utiliza claramente, una concepción de conjunto extraída de las ideas de T.PARSONS [33]cada uno de los sub-sistemas cumple una función particular que le permite su singularidad en el marco global de la sociedad.

En un medio determinado, los actores establecen las reglas relativas a las condiciones de trabajo y relativas a la regulación del comportamiento de ellos mismos. Como lo hemos señalado, el establecimiento de reglas es el objetivo esencial de todo sistema de relaciones industriales en la perspectiva dunlopiana, las que en definitiva, no hacen más que canalizar los conflictos existentes entre los actores[34]

Este establecimiento de reglas comprende procedimientos de determinación de normas de contenido y procedimientos de aplicación a situaciones particulares. En general, el establecimiento de tales normas puede encontrar cuatro orígenes diferentes: o bien son impuestas por el actor patronal; o bien por son impuestas por los trabajadores; o por el Estado en el ejercicio de su autoridad pública; o bien pueden ser el resultado de un consenso de los actores.

En fin, según DUNLOP, existe en el sistema de relaciones industriales un conjunto de ideas compartidas por los actores que favorece la unidad del sistema y que tiende a darle globalidad[35]La ideología de un sistema de relaciones industriales, es un conjunto de ideas comunes que definen el rol y la ubicación de cada actor en el sistema, y que determina la representación que cada actor se forma del rol y de la ubicación de los otros. En un sistema estable la ideología supone una cierta compatibilidad mínima entre ella y los demás elementos componentes del sistema. De la misma manera, cada actor presenta su propia ideología, por lo cual debe existir una compatibilidad mínima entre las ideologías de los actores y la ideología del sistema. Finalmente, deberá existir una lógica interacción entre la ideología del sistema y la ideología de la sociedad en su conjunto.

2. ENFOQUES, TEORÍAS Y MODELOS

La construcción de marcos analíticos para estudiar los diversos hechos sociales que configuran el campo de estudio de las relaciones laborales, ha dado lugar a diversas posibilidades. Así, desde un punto de vista epistemológico, nos permitimos destacar tres situaciones: enfoques, modelos y teorías.

Por enfoque entendemos un marco conceptual-analítico, con cierta vocación de generalidad explicativa respecto del funcionamiento de las relaciones laborales.

Por modelo, se ha postulado una construcción analítica de una intencionalidad explicativa generalmente focalizada en un hecho o fenómeno concreto. Ej.: un modelo de negociación colectiva; un modelo explicativo de la conflictividad laboral, etc.

Finalmente, por teoría entendemos una construcción analítica con generalidad en su vocación explicativa, verificada o verificable respecto de sus proposiciones sobre un conjunto de hechos o fenómenos.

3. Paradigmas de discusión

Se ha dicho que los distintos enfoques, modelos o teorías reposan de alguna manera sobre los distintos paradigmas existentes en el análisis las ciencias sociales.

Por paradigma entendemos un conjunto de creencias, una manera de ver e interpretar la realidad.

Los paradigmas que pueden ser relevados a la hora de analizar el debate teórico de las relaciones laborales básicamente se estructuran en torno del funcionalismo y del estructuralismo radical.

El funcionalismo, o estructural-funcionalismo, de gran presencia en la sociología norteamericana a partir de T. Parsons, concibe a la sociedad como un sistema integrado por diversos subsistemas, todos ellos, tendientes a mantener cierto equilibrio. Cualquier afectación que pudiese introducirse en los elementos del sistema, podría hacer peligrar el correcto funcionamiento del mismo. De esta forma, se articula una visión paradigmática que apunta a la conservación, funcionamiento, estabilidad y regulación del sistema social, lo cual, ha sido visto por algunos críticos como una visión conservadora.

El estructuralismo radical, por el contrario parte de una consideración dialéctica entre intereses antagónicos que al interior de la estructura social, se mantienen en conflicto. Tal situación es determinante para superación de una situación de base que se considera injusta y por la cual, se tiende hacia un cambio social, y no ya, a la conservación de lo existente. De este modo, se articula una visión paradigmática que apunta al cambio y no a la regulación, postulándose como una visión pretendidamente no conservadora.

4. Los enfoques analíticos en Relaciones Industriales

Como manifestáramos, no existe acuerdo respecto del número de enfoques teóricos existentes en el ámbito de las relaciones industriales, así como en su denominación.

Nosotros distinguiremos aquí cuatro perspectivas que se han presentado como enfoques analíticos y que nos resultan relevantes:

1. el enfoque sistémico

2. el enfoque pluralista;

3. el enfoque estratégico;

4. el enfoque radical.

4.1 Enfoque sistémico

Este enfoque parte de la consideración del concepto de sistema – entendido como un conjunto de elementos interdependientes que conforman una unidad global, los que se encuentran en un estado de equilibrio hemostático – y de su aplicación al análisis de las relaciones industriales.

Esta perspectiva se inicia con los trabajos de J. DUNLOP. Para este autor, las relaciones industriales de una sociedad conforman un sistema de relaciones industriales. Tal sistema de relaciones industriales se configura por un conjunto de actores, de ciertos contextos, una ideología, y finalmente un conjunto de reglas cuya finalidad es regir el comportamiento de los actores y las condiciones del trabajo. Según lo expresa el autor en el Prefacio de su obra clásica " Industrial Relations Systems ", su intención es a través del concepto de sistema de relaciones industriales, proporcionar un instrumento de análisis de la realidad; y a partir de este, sentar las bases para el desarrollo y la construcción de una teoría general de las relaciones industriales[36]

Los actores del sistema de relaciones industriales son: los empleadores y sus organizaciones; los trabajadores y sus organizaciones; y finalmente, el Estado. Los dos primeros se encuentran en relación directa, y son los representantes naturales en el plano colectivo de las dos partes que presenta toda relación individual de trabajo.

En general, las organizaciones de empleadores tienden a presentar una gran estabilidad, mientras que una organización de trabajadores puede tener la calidad de actor, aun cuando su tiempo de vida haya sido efímero. Esta situación puede observarse en las organizaciones de trabajadores que nacen en vista del objetivo concreto de una reivindicación y que luego de la obtención de su objetivo no persisten.

Estos actores son centrales en la concepción sistémica dunlopiana, ya que la producción y el funcionamiento del modelo es obra fundamental de aquellos.

Dichos actores del sistema de relaciones industriales actúan en un escenario que comprende tres aspectos fundamentales. Tal escenario comprende los contextos del sistema. Tales contextos son determinados por la sociedad en su conjunto y por los otros sub-sistemas sociales – político y económico – los que jugaran un rol decisivo sobre el conjunto de reglas producidas por los actores[37]El contexto del sistema de relaciones industriales comprende: el contexto técnico; el contexto económico y el contexto político. El contexto técnico o tecnológico influencia las formas de organización de los trabajadores, de la empresa, de los empleadores así como la mano de obra y los problemas que de ella se desprenden. El contexto económico influencia la producción, la gestión de la empresa, y las formas de organización de trabajadores y empresarios. Este contexto económico, resulta del mercado de trabajo, del mercado de capitales o de una combinación entre ambos. Finalmente, el contexto político se encuentra configurado por la estructura geográfica y política del poder en la sociedad, lo cual resulta un elemento altamente condicionador del comportamiento de los actores. En cierta medida, la repartición del poder en la sociedad, las vinculaciones de cada uno de los actores con el poder político, el prestigio de los actores, son elementos de este factor contextual que alimentan el modelo del sistema de relaciones industriales.

La noción de sistema de relaciones industriales implica la posibilidad de definir un campo específico de actores, de definir reglas e instituciones específicas y diferentes del resto de la sociedad, con una cierta autonomía interna, pero inserto en el marco complejo de la sociedad en la cual se encuentra. En la concepción general del enfoque desarrollado por DUNLOP, la noción de contexto sitúa y marca esta articulación entre el sistema de relaciones industriales y la sociedad.

Los tres contextos considerados conducen a la consideración de los otros sub-sistemas existentes en la sociedad. El análisis dunlopiano, utiliza claramente, una concepción de conjunto extraída de las ideas de T. PARSONS[38]cada uno de los sub-sistemas cumple una función particular que le permite su singularidad en el marco global de la sociedad.

En un medio determinado, los actores establecen las reglas relativas a las condiciones de trabajo y relativas a la regulación del comportamiento de ellos mismos. Como lo hemos señalado, el establecimiento de reglas es el objetivo esencial de todo sistema de relaciones industriales en la perspectiva dunlopiana, las que en definitiva, no hacen más que canalizar los conflictos existentes entre los actores[39]

Este establecimiento de reglas comprende procedimientos de determinación de normas de contenido y procedimientos de aplicación a situaciones particulares. En general, el establecimiento de tales normas puede encontrar cuatro orígenes diferentes: o bien son impuestas por el actor patronal; o bien por son impuestas por los trabajadores; o por el Estado en el ejercicio de su autoridad pública; o bien pueden ser el resultado de un consenso de los actores.

En fin, según DUNLOP, existe en el sistema de relaciones industriales un conjunto de ideas compartidas por los actores que favorece la unidad del sistema y que tiende a darle globalidad[40]La ideología de un sistema de relaciones industriales, es un conjunto de ideas comunes que definen el rol y la ubicación de cada actor en el sistema, y que determina la representación que cada actor se forma del rol y de la ubicación de los otros. En un sistema estable la ideología supone una cierta compatibilidad mínima entre ella y los demás elementos componentes del sistema. De la misma manera, cada actor presenta su propia ideología, por lo cual debe existir una compatibilidad mínima entre las ideologías de los actores y la ideología del sistema. Finalmente, deberá existir una lógica interacción entre la ideología del sistema y la ideología de la sociedad en su conjunto.

Gráficamente la concepción " clásica" del sistema de relaciones industriales propuesto por J. DUNLOP puede representarse de la siguiente manera:

Monografias.com

Este enfoque rápidamente generó una gran cantidad de adeptos convirtiéndose hacia los años 50 en hegemónico en el análisis de las relaciones industriales[41]Si embargo, el planteo propuesto por DUNLOP no permaneció exento de críticas. En efecto, se ha criticado tal modelo con los siguientes argumentos: a) es un planteo que resulta estático y no dinámico en el tiempo; b) se privilegia en demasía la estructura y los componentes del sistema; c) es una concepción que resulta socialmente conservadora ya que privilegia la estabilidad del sistema en detrimento de los conflictos y contradicciones que en él se manifiestan; d) es un modelo que enfatiza los aspectos formales olvidando la importancia de reglas y procedimientos informales; y finalmente, e) no explica como operan y cuàles son los mecanismos por los que el sistema transforma sus insumos en reglas.

Posteriormente a los trabajos de DUNLOP una buena cantidad de autores han buscado – sin abandonar el enfoque sistémico – mejorar las ideas de aquel así como el modelo propuesto para el análisis de las relaciones industriales.

4. 2 Enfoque pluralista

Este enfoque si bien puede presentar algunos puntos de contacto con el enfoque sistémico, se diferencia de este por su base epistemológica, sus antecedentes teóricos y sus enfoques empíricos.

Los partidarios de este enfoque, parten de la base de postular que el estudio de las relaciones industriales debe tomar en cuenta su naturaleza conflictiva, originada en la contradicción de intereses y en la búsqueda de la satisfacción de objetivos que le son particulares.

Este enfoque, eminentemente británico, ha sido desarrollado fundamentalmente por académicos vinculados a la Universidad de Oxford, razón por la cual también se lo conoce con el nombre de Escuela de Oxford. Evidentemente, esta denominación de una posición teórica altamente compleja y con matices entre cada uno de sus representantes, no es totalmente exacta. No obstante resulta funcional a los efectos de nuclear las premisas básicas de un enfoque que se centra en la reglamentación del trabajo, a través de un compromiso con la reforma voluntaria de las relaciones industriales y en el reconocimiento de los múltiples intereses en confrontación al interior de una sociedad[42]

De manera general, el enfoque pluralista se caracteriza por las premisas siguientes:

  • un cierto pragmatismo inicial en lugar del enunciado de un principio lógico deductivo;

  • el desarrollo de postulados teóricos provenientes de categorías de análisis propuestas por Durkheim y por ideas provenientes de los trabajos de Sydney y Beatriz Webb[43]

  • una concepción pluralista y por ende no unitaria de los intereses y perspectivas de los empresarios y sindicatos. De esta forma se concibe el poder como disperso a través de los distintos grupos de interés;

  • una atención especial relativa a la negociación colectiva como mecanismo esencial de interacción entre los actores;

  • por encima de los diversos intereses, existe el interés público cuyo guardián es el Estado, encargado de lograr un cierto equilibrio impidiendo la hegemonía de un grupo sobre otro.

Al interior del enfoque pluralista se perciben distintos matices, fundamentalmente concretizados en los trabajos de A. FLANDERS, H. CLEGG y A. FOX.

Para FLANDERS, quien ha sido el principal exponente del pluralismo británico, las principales variables explicativas de las relaciones industriales incluyen: variables organizativas, procesos políticos internos de los sindicatos y del movimiento obrero, una serie de factores volitivos que pueden ser claves a los efectos de las negociaciones, el entorno económico, tecnología y producción y finalmente, normas sociales y valores culturalmente aceptados[44]

Finalmente, es pertinente señalar que el trabajo de FLANDERS tuvo importantes repercusiones en las deliberaciones británicas sobre la concepción voluntarista de las relaciones industriales y sobre el papel de los sindicatos en las mismas. Así FLANDERS sentó un camino respecto de la preeminencia que tenían para el voluntarismo las normas sociales y los valores culturales aceptados, la importancia de los libres entendimientos entre los actores y la negociación colectiva, y los eventuales problemas que puede generar la intervención del Estado en un sistema fuertemente autonómico.

H. CLEGG se preocupó especialmente del rol de los sindicatos en las relaciones industriales, a los que les atribuía exclusivamente un rol de oposición en lugar de una posición de participación directa en la planificación general o en la gestión cotidiana de la empresa [45]Para CLEGG el pluralismo supone una visión de las relaciones industriales que prioriza los procesos de concesión y el compromiso entre los actores, la necesidad de un cuerpo de normas que aseguren la libertad de acción a los grupos de interés, el reconocimiento de la naturaleza conflictiva de las relaciones laborales, la concepción de la negociación colectiva como una relación de poder y la necesidad de que el funcionamiento de las relaciones industriales permitiese a todas las partes lograr ciertas ganancias, y ciertas limitaciones sobre los poderes de intervención del Estado. De esta manera para CLEGG el punto ético más importante del pluralismo – al cual concibe como un enfoque capaz de inspirar políticas publicas susceptibles de mantener el orden social y permitir el buen funcionamiento del sistema de relaciones industriales – se encuentra no en un consenso de valores ni en la integración normativa a través de la ideología, sino en la voluntad de hacer compromisos y concesiones. De esta forma, en cierto sentido el pluralismo se ocupa por tanto de medios y no de objetivos generales aunque estos medios, a su vez, sean considerados "conducentes a la libertad y contrapesos para la ubicuidad de cualquier credo monolítico y monótono"[46].

A. FOX adhiere a las ideas centrales del pluralismo que hemos expuesto precedentemente, pero presenta algunos matices que lo ubican como un "pluralista radical ". En efecto, si bien FOX parte de reconocer la existencia de los diferentes intereses en la sociedad, expresados a través de la organización de diferentes grupos, no considera que la organización colectiva de los trabajadores en sindicatos asegure un equilibrio de poder entre los propietarios de los medios de producción y quienes carecen de tal propiedad. De esta forma, sus raíces analíticas reflejan una cercanía de las ideas de Durkheim – como hemos visto en líneas generales para el pluralismo – sobre la división forzosa del trabajo, pero también sin lugar a dudas, cierta influencia marxista[47]Además FOX opina que tales disparidades de poder se reflejan en distintos momentos de la interacción de los actores: en los conflictos laborales, en la difusión de valores enfrentados entre cada uno de los actores, y en el " cinismo y desconfianza general que abunda en la industria y que origina una consecuente falta de compromiso moral con convenios negociados y acordados"[48].

4.3 Enfoque estratégico

Este enfoque se ha desarrollado buscando explicar la conducta y el accionar de los actores del sistema de relaciones industriales. Para ello, adquiere fundamental importancia el concepto de estrategia, estudiándose entonces con singular minuciosidad, las diversas estratégicas desarrolladas por los actores para lograr sus aspiraciones.

La noción de estrategia y la utilización de un análisis que intentase detectar las diversas estrategias que un actor social desarrolla para cumplir sus intereses, no es una novedad en el ámbito de las ciencias sociales. Así, CROZIER y FRIEDBERG han utilizado tal noción en el análisis de las organizaciones y de sus diferentes componentes. Se entiende por estrategia el conjunto de acciones y de decisiones que un actor desarrolla a los efectos de cumplir con sus objetivos. Sin embargo, no se había aplicado tal idea al análisis de las relaciones industriales, razón por la cual, ello le vale a los autores que desarrollan este enfoque, un cierto mérito de originalidad.

La noción de estrategia es aplicada a través de la categoría analítica " opción estratégica " empleada por los investigadores del Massachusetts Institute of Technology ( M.I.T. ) T. KOCHAN, R. Mc.KERSIE y P. CAPELLI, en sus diversos estudios de las relaciones industriales norteamericanas; así como por otros autores que le dan cabida teórica en sus estudios[49]

Para esta visión, las estrategias suponen ciertas pautas de acción y de decisión, que incluyen las fases de formulación, instrumentación y control. Ellas son generalmente intemporales y condicionadas: describen un conjunto de elecciones adoptadas a lo largo de un período; y se orientan estrictamente a los efectos de cumplir un objetivo determinado.

Según KOCHAN, MC. KERSIE y CAPELLI, ciertos fenómenos actuales en el ámbito de las relaciones industriales no pueden ser explicados por el enfoque sistémico y por otros enfoques: el deterioro del sindicalismo, la ofensiva patronal, las iniciativas y pràcticas de gestión de los recursos humanos en contextos no sindicalizados, los cambios en el rol del Estado, entre otros. Por tal razón, proponen un nuevo modelo, que privilegia un rol activo de las organizaciones patronales y de los empresarios, abandonando la posición defensiva, que tradicionalmente los caracterizó en su relación con los sindicatos. La teoría de la opción estratégica supone dos condiciones. Primeramente, las decisiones estratégicas se producirán en aquellas situaciones en las que las partes tengan una cierta discrecionalidad desicional. Así, las presiones del contexto no serán suficientes para limitar tales opciones. En segundo lugar, entre las decisiones que puedan ser discrecionales, serán estratégicas aquellas que modifiquen la posición o el rol de una parte, o sus relaciones con los otros actores del sistema de relaciones industriales [50]En otras palabras, las elecciones u opciones estratégicas implican discreción en relación con la toma de decisiones – es decir no determinismo del entorno – y la capacidad de alterar el papel de una parte o su relación con los demás actores.

Esta teoría se ilustra por una matriz que pone en vinculación el nivel decisional – institucional (nivel macro, nivel meso, y nivel micro ), con las diversas posibilidades de acción de los actores.

Gráficamente, esta concepción se visualiza en la siguiente matriz:

Nivel Decisional

EMPLEADORES

SINDICATOS

ESTADO

Macro

Estructura de los

Rec. Humanos

Estrategias de Negociación Col.

Roles políticos

Medidas de lucha

Negociación col.

Roles políticos

Política Industrial

Política laboral

Política Económica

Meso

(industria)

Políticas de Rec. Humanos

Negociación col.

Negociación col.

Medidas de lucha

Mecanismos de

protección: normativa laboral

Reglas de juego

Contralor

Micro

(lugar de trabajo)

Estrategias de participación

Participación conflicitual

Mecanismos de protección

Contralor

4.4 Enfoque radical

Este enfoque considera que las relaciones industriales y sus objetos de estudio, deben ser abordados desde el ángulo del análisis dialéctico, es decir, priorizando los aspectos conflictuales.

De origen marxista, así como británico, las perspectivas que se desarrollan bajo esta óptica reposan sobre las categorías marxistas de la lucha de clases y la propiedad de los medios de producción.

R. HYMAN postula las siguientes premisas para el estudio de las relaciones industriales:

  • las relaciones sociales de producción capitalistas, reflejan y producen un antagonismo estructural de intereses entre el capital y el trabajo. Tales dimensiones son irreconciliables;

  • los trabajadores deben organizarse y sentar las bases de una resistencia eficaz al capital y a las prioridades del capitalismo;

HYMAN toma como punto de partida de su reflexión los trabajos de DUNLOP y de FLANDERS, a los que reconoce importancia en el desarrollo de conocimiento en el ámbito de las relaciones industriales. Sin embargo, HYMAN entiende que sus concepciones de relaciones industriales son restrictivas y falaciosas. Según HYMAN la visión de las relaciones industriales de aquellos autores es errónea ya que "il s'ensuit que les relations professionnelles ne tendent qu'au maintien de la stabilité et de la régularité dans la branche économique. On y met l'accent, avant tout, sur la manière d'endiguer les conflits et de les maîtriser plutôt que sur le processus qui engendrent des désaccords et des conflits" [51]

Para HYMAN, la noción de sistema de relaciones industriales no tiene valor analítico en si misma, a menos que haga intervenir los procesos y fuerzas contradictorias, acordando a la estabilidad y a la inestabilidad, la misma importancia como productos del sistema. Además, es preciso extender la definición de la reglamentación del empleo de forma que ella incluya las causas de los conflictos de trabajo. Ello lo conduce a definir las relaciones industriales como el estudio de los procesos de control sobre las relaciones de trabajo, haciendo intervenir no solamente a las organizaciones, sino también a los trabajadores individualmente considerados[52]

La clave del análisis de este enfoque es entonces el estudio de las relaciones industriales en el marco de los procesos de producción y acumulación capitalista y de las relaciones sociales y políticas entre las clases que se generan. Por tal razón, el análisis debe abarcar tres dimensiones: la dinámica de la acumulación capitalista y sus incidencias sobre el trabajo; la naturaleza de la clase obrera y sus singularidades internas; y la transformación de los modos de intervención del Estado en las relaciones entre el trabajo y el capital.

La base epistemológica marxista de este enfoque radical se concreta en explicaciones estructurales, explicaciones subjetivas, y desarrollos dialécticos.

Las explicaciones estructurales se traducen en: el papel dominante de la propiedad como característica distintiva de clase y del status de la mano de obra asalariada como mercancía en el mercado de trabajo; y en patrones de conflicto entre sindicatos y empleadores ocasionados por la extracción de plusvalías.

Las explicaciones subjetivas tienen que ver con la alienación que constituye una fuente importante de insatisfacción y por los problemas de conciencia de los trabajadores, relativos a su percepción o no de la situación en la que se encuentran.

Los desarrollos dialécticos acentúan las relaciones entre exigencias estructurales, conciencia, poder, control y organizaciones sindicales. En efecto, por una parte, La búsqueda de control y de poder del capital, se expresa a nivel de la sociedad y de la empresa, lo que afecta las relaciones de clase, generando la resistencia de los trabajadores. Por otro lado, las relaciones entre sindicatos, partidos políticos y Estado suponen el papel de los partidos políticos en la ampliación de la conciencia sindical y en su transformación en conciencia de clase y en la consideración del rol del Estado, normalmente identificado como un representante o un "ejecutor " de los intereses de la burguesía.

Bajo la misma base epistemológica, BRAVERMAN prioriza el análisis de la tecnología y la organización del trabajo, como fenómenos que ponen en juego intereses, estrategias y relaciones de poder entre los actores. La organización del trabajo capitalista, con su consecuente parcelización de tareas, produce según este autor, una inexorable especialización, alienante del trabajador que debe ser enfrentada por los trabajadores[53]

TAREA:

Describa una empresa de su departamento (pública o privada, grande o chica) en base a la teoría sisteémica de Dunlop.

Enviado por:

Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.

"NO A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE INFORMACION"®

www.monografias.com/usuario/perfiles/ing_lic_yunior_andra_s_castillo_s/monografias

Santiago de los Caballeros,

República Dominicana,

2015.

"DIOS, JUAN PABLO DUARTE Y JUAN BOSCH – POR SIEMPRE"®

Partes: 1, 2, 3
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