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El efecto de la dictadura argentina en la ciudad de Rosario (1976-1983) (página 3)



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El 27 de marzo de 1982 se festeja por primera vez el "Día Mundial del Teatro" en una ciudad no capital y con relevancia mundial. Se mantienen los festivales de teatro, surge el teatro callejero y se cuenta con una sala oficial: la Mateo Booz.

Hacia 1982 se verificó un cierto aflojamiento de los controles sobre los medios masivos de información que redundó en algunos cambios importantes. Ese año comenzó a editarse Rosario, que representó un soplo de aire fresco en la ciudad, quebrando el tradicional dominio que ejercía el diario La Capital en el ámbito de los medios gráficos y la programación de los canales locales comenzó a incluir ciclos de enorme éxito producidos en la Capital Federal, como "Nosotros y los Miedos", que eran la expresión de una televisión más comprometida.

Por su parte, "El Clan", un programa que se emitió durante varios años en el mediodía de Canal 5, representó un esfuerzo de producir una especie de revista periodística de la ciudad, que fue cambiando a medida que se transformaba la realidad política a nivel local y nacional.

Mientras muchos se lamentaban por el cierre de varios cines en Rosario, en 1982 se produjo un fenómeno que contrastaba con la crisis en la que parecía sumida desde hacía unos años la industria cinematográfica. A medida que muchas películas que habían estado prohibidas comenzaban a exhibirse, el público comenzó a concurrir asiduamente al cine.

En abril de 1982, surge "Discepolín", desmembrado de Arteón, que realiza teatro de adolescentes logrando un importante éxito con "Vení que te cuento", bajo la dirección de María de los Ángeles González.

Una situación similar se vivió en el ámbito de la música. Los recitales de Mercedes Sosa, en noviembre de 1982, y de Joan Manuel Serrat, en junio de 1983, convocaron cada uno casi 15.000 espectadores.

Espacios culturales

Esta etapa cuenta con la Sala Lavardén, ex sala Evita y el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, herencia que nos dejara el Mundial de Fútbol 78, que se constituyó desde entonces en el ámbito propio de las manifestaciones culturales de la ciudad, organizando importantes ciclos de teatro.

Una característica común a todos los grupos es que se dedican a estudiar teatro, buscando perfeccionarse en el país y en el extranjero.

La Side intervino varias veces en las actividades que desde la Dirección General de Cultura se llevaban a cabo. Ejemplo de eso fue lo ocurrido en torno a los Cuadernos de la Dirección de Cultura y los Cuadernos del Partido Comunista. La Side sospechaba de la Dirección y de su director, aduciendo que desde allí se dirigían los Cuadernos del PC. Una vez demostrada la diferencia entre ambos se retiró la acusación. La libertad de acción existía, pero dentro de límites bien determinados y celosamente vigilados por la Side y el intendente.

En 1978, una vez finalizado el Mundial de Fútbol, el Centro de Prensa fue reciclado como Centro Cultural "Bernardino Rivadavia" y Centro de Congresos y Convenciones. Por intermedio de una Comisión "ad hoc", se eligió y contrató como Director Gerente del CCBR a Kurt Fischbein, quien desempeñaba la representación del Instituto Goethe de Buenos Aires en Rosario.

La creación del organigrama institucional, como también el trazado de la misión y objetivos del Centro, quedó enteramente bajo la responsabilidad de Fischbein, quien se las arregló para diseñar espacios libres de censura en su programación. Así surgió "Jóvenes artistas se manifiestan", la serie de grandes muestras colectivas que tuvieron lugar año a año, hasta 1983, en la sala "D" bajo la curaduría del pintor y cineasta Daniel Scheimberg.

Las Galerías de Arte como Krass, Raquel Real, Sala de la Pequeña Muestra y Arte Privado, entre muchas otras, cumplieron un rol clave en la difusión de las obras y el diálogo entre los artistas. El dibujo y el grabado, como asimismo la pintura, fueron disciplinas artísticas que se presentaron como expresiones factibles para una producción de tipo intimista, individual. La avanzada política y estética de las vanguardias pasó a ser sinónimo de "subversión". Los artistas plantearon un concepto de obra de arte diferente del que habían formulado los lenguajes de la década anterior, que habían llegado a instaurar un importante grado de desmaterialización del arte y de disolución de la autoría individual.

En este sentido se destaca el Grupo que integraron Jorge Urta, Graciela Sacco y Claudia del Río, entre otros. Ellos produjeron las obras "Testigos Mudos" (1981), que se hizo pública en la Plaza Santa Cruz, con figuras humanas esquemáticas en forma de cruz simbolizando los muertos y desparecidos de la dictadura; y "Madera y Trapo" (1982), que se mostró en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia.

En el Museo Castagnino, institución en la cual hay escaso material sobre muestras de este período, en esa década se realizaron algunas muestras de artistas de gran trayectoria, como la que tuvo lugar en 1979 con motivo del Premio Rosario; otorgado a la artista Raquel Forner. En 1980 se hacía la muestra retrospectiva de Luis Ouvrad y una muestra homenaje a Lía Correa Morales. Al año siguiente, tiene lugar la retrospectiva de Oscar Herrero Miranda, y en 1982 la de Augusto Caggiano. En ese mismo año se realiza una muestra de Héctor Basaldúa y la exposición por el Premio Rosario que se le otorga al maestro Juan Grela.

Los artistas plásticos con distintos compromisos sociales, ya sea con sus obras o con su práctica militante, fueron reprimidos, perseguidos y censurados. En Rosario, lo sufrió Rubén Naranjo, uno de los gestores de la revolucionaria expresión artística "Tucumán Arde" y participante en la Biblioteca Popular "Constancio C. Vigil". En la dictadura, tuvo que refugiarse en casa de amigos para poder sobrevivir. Cesanteado de la Universidad, intervenida la Vigil, se dedicó a la gráfica como sustento y volvió a dibujar realizando, en la técnica del grabado, significativas obras que daban a entender el momento oscuro en que estaba sumergida la sociedad toda. A la vez que comenzaba a participar (casi en la clandestinidad) de las organizaciones de Derechos Humanos, y junto a las Madres de la Plaza, comenzó a rondar con ellas en la Plaza 25 de Mayo.

La gestión de políticas culturales de la Municipalidad de Rosario ocurría en el marco de contradicciones internas. No había una política cultural determinada y conjunta; por el contrario, había tantas actividades y políticas culturales como áreas y personajes que decidían al respecto, sin que se produjera una real y constante articulación entre ellos.

Las actividades culturales se implementaban a través de la Dirección General de Cultura, el Centro Cultural Benardino Rivadavia, la Comisión Calificadora de Espectáculos Públicos (contrataba las presentaciones y producciones artísticas de particulares) y el Intendente. Todas las actividades estaban controladas por la SIDE.

El papel de la Comisión Calificadora era fundamental al momento de decidir sobre la censura-o no-de una presentación artística determinada.

El secretario Gary Vila Ortiz buscó para afrontar las dificultades que el escaso presupuesto ocasionaba, fue la creación de la Fundación Cultural de Rosario. Por medio de ella se podían comercializar y financiar las actividades.

Las áreas culturales de la Municipalidad enfrentaban una limitación fundamental para la realización de sus actividades: la económica.

La singularidad de este organismo era su conformación. No sólo había representantes del Estado sino también, y mayoritariamente, de grupos y asociaciones de la sociedad civil. Sus miembros representaban a la Dirección de Cultura, el Juzgado de Menores, los Cineclubes, la Asociación Argentina de Escritores, la Liga de Madres de Familia y la Liga de la Decencia. Estos agrupaban a los sectores más conservadores. No eran representativos de la sociedad existente, sino del modelo societal pensado por los militares.

Lo particular del caso, es que el Estado local permitía la participación de sectores sociales en la toma de decisiones correspondientes a la censura. De esta manera el Estado y los grupos adictos al régimen colaboraban entre sí en pos del mantenimiento de los valores del ser nacional sostenidos por ambos. Todo esto era necesario para la instauración del nuevo modelo económico e implementar la lógica neoliberal.

El 27 de marzo de 1982 se festeja por primera vez el "Día Mundial del Teatro" en una ciudad no capital y con relevancia mundial. Se mantienen los festivales de teatro, surge el teatro callejero y se cuenta con una sala oficial: la Mateo Booz.

Mientras muchos se lamentaban por el cierre de varios cines en Rosario, en 1982 se produjo un fenómeno que contrastaba con la crisis en la que parecía sumida desde hacía unos años la industria cinematográfica. A medida que muchas películas que habían estado prohibidas comenzaban a exhibirse, el público comenzó a concurrir asiduamente al cine.

Una situación similar se vivió en el ámbito de la música. Los recitales de Mercedes Sosa, en noviembre de 1982, y de Joan Manuel Serrat, en junio de 1983, convocaron cada uno casi 15.000 espectadores.

Los artistas plásticos con distintos compromisos sociales, ya sea con sus obras o con su práctica militante, fueron reprimidos, perseguidos y censurados. En Rosario, lo sufrió Rubén Naranjo, uno de los gestores de la revolucionaria expresión artística "Tucumán Arde" y participante en la Biblioteca Popular "Constancio C. Vigil". En la dictadura, tuvo que refugiarse en casa de amigos para poder sobrevivir. Cesanteado de la Universidad, intervenida la Vigil, se dedicó a la gráfica como sustento y volvió a dibujar realizando, en la técnica del grabado, significativas obras que daban a entender el momento oscuro en que estaba sumergida la sociedad toda. A la vez que comenzaba a participar (casi en la clandestinidad) de las organizaciones de Derechos Humanos, y junto a las Madres de la Plaza, comenzó a rondar con ellas en la Plaza 25 de Mayo.

La gestión de políticas culturales de la Municipalidad de Rosario ocurría en el marco de contradicciones internas. No había una política cultural determinada y conjunta; por el contrario, había tantas actividades y políticas culturales como áreas y personajes que decidían al respecto, sin que se produjera una real y constante articulación entre ellos.

Las actividades culturales se implementaban a través de la Dirección General de Cultura, el Centro Cultural Benardino Rivadavia, la Comisión Calificadora de Espectáculos Públicos (contrataba las presentaciones y producciones artísticas de particulares) y el Intendente. Todas las actividades estaban controladas por la SIDE.

El papel de la Comisión Calificadora era fundamental al momento de decidir sobre la censura-o no-de una presentación artística determinada.

El secretario Gary Vila Ortiz buscó para afrontar las dificultades que el escaso presupuesto ocasionaba, fue la creación de la Fundación Cultural de Rosario. Por medio de ella se podían comercializar y financiar las actividades.

Las áreas culturales de la Municipalidad enfrentaban una limitación fundamental para la realización de sus actividades: la económica.

La singularidad de este organismo era su conformación. No sólo había representantes del Estado sino también, y mayoritariamente, de grupos y asociaciones de la sociedad civil. Sus miembros representaban a la Dirección de Cultura, el Juzgado de Menores, los Cineclubes, la Asociación Argentina de Escritores, la Liga de Madres de Familia y la Liga de la Decencia. Estos agrupaban a los sectores más conservadores. No eran representativos de la sociedad existente, sino del modelo societal pensado por los militares.

Lo particular del caso, es que el Estado local permitía la participación de sectores sociales en la toma de decisiones correspondientes a la censura. De esta manera el Estado y los grupos adictos al régimen colaboraban entre sí en pos del mantenimiento de los valores del ser nacional sostenidos por ambos. Todo esto era necesario para la instauración del nuevo modelo económico e implementar la lógica neoliberal.

El Rock

Con la Guerra de Malvinas, nació una de las etapas más brillantes del rock nacional debido al reflotamiento del mismo por parte de los medios de comunicación. Cuando termina la Guerra, vuelven a inyectar nuestra cultura música y extranjera.

Así, los músicos comenzaron entonces a escribir sus propias canciones, expresándose, revelándose y sometiéndose a persecuciones y custodias militares en recitales que más de una vez no terminaban.

Sus letras, que a veces parecían no decir nada, eran fuertes reclamos y hondas reflexiones del ahogo que les provocaba la falta de libertad, escondidas bajo historias aparentemente inocentes.

En 1979 se conjugaban dos fenómenos: la creación del grupo Serú Girán y la reaparición de uno de los pioneros, Almendra, que brindó cuatro recitales masivos en diciembre de ese año.

El rock nacional logró afirmarse durante la dictadura como forma de resistencia.

La Trova Rosarina

Pero, sin lugar a dudas, el fenómeno con mayor proyección fue el protagonizado por un grupo de músicos y compositores rosarinos, encabezados por Juan Carlos Baglietto quienes, desde 1982, conformaron la que se dio en llamar "nueva trova rosarina", en la que se revistaban también Rodolfo Fito Páez, Rubén Goldín, Silvina Garré, Adrián Abonizio, Jorge Fandermole y Lalo de los Santos.

La denominación "Trova Rosarina" no es considerado válido por algunos de sus integrantes, quienes no se sienten representados por aquél, popularizado por los medios especializados de rock. Este fue un fenómeno particular entre los jóvenes y el rock. El rock producido en Rosario, hegemonizó el circuito comercial de 1982.

El primer álbum de Juan Carlos Baglietto (1982) es un cuadro de la situación argentina. En primer lugar, la supervivencia a la guerra, en las letras hay una permanente alusión a la Guerra de Malvinas y a la Dictadura Militar.

Los temas rosarinos se presentan en la forma de una poesía urbana que narra historias utilizando recursos expresivos diferentes, metáfora, imágenes, a los habituales en el rock. La letra es tan grave como la melodía porque importa entender lo que los artistas dicen para que el canto sea colectivo.

La "Trova Rosarina" es hija de otros estilos; en cuanto a ritmos o influencias musicales propiamente dichas se reivindican los ritmos rioplatenses-tango, milonga, candombe-, el jazz y el folklore. La música rosarina navega en una sociedad heterogénea y dinámica. Los rosarinos son básicamente innovadores en su obra y la búsqueda de un estilo corresponde a la defensa de una identidad que se diferencia del producto consumido masivamente.

La "Trova Rosarina" fue un movimiento artístico original y complejo: sus músicos habían compuesto durante la dictadura un caudal de temas que estaba inspirado en lo vivido durante el gobierno de Videla. Hay ejes temáticos que la "Trova Rosarina" comparte con otros discursos artísticos contemporáneos a ella, pero la conjunción en sus letras de una ética que reivindica el compromiso de los músicos, que enfatiza el mensaje en la comunicación, que recompone historias populares en manos de un trovador, que sostiene la esperanza y subvierte los símbolos del poder militar, es específica de su textualidad.

Durante la última dictadura militar, un grupo de rosarinos y nicoleños se reunieron y en diferentes etapas le dieron vida a la banda Irreal. No llegó a registrar ninguna producción discográfica oficial-sólo grabaron un cassette a modo de demo-pero que cobró notoria relevancia por el calibre de los músicos que pasaron por ella.

La primera etapa de Irreal va del ´77 hasta el ´78 o ´79, y de ahí en adelante, hasta el ´81, cuando el Grupo fue censurado. El ingenio de los músicos burlaba la censura cuando al componer sus letras muchas veces debían recurrir a la poesía más críptica para que los mensajes sociales se pudiesen leer entrelíneas.

La "Trova Rosarina", en menos de un año dio a luz a dos discos. Tiempos Difíciles se editó a principios de 1982 y se convirtió en el disco de oro en la historia del rock argentino (30 mil copias al mes y 130 mil con el tiempo). El 14 de mayo de 1982 dieron un show histórico en Obras que terminó de coronarlos para siempre. A Juan Carlos Baglietto y Rodolfo "Fito" Páez, los acompañaban Jorge Fandermole, Adrián Abonizio, Rubén Goldín, Silvina Garré, Lalo de los Santos, Sergio Sainz, Marcos Pusineri, Héctor De Benedictis, entre otros.

La censura en la Literatura

La censura afectó, modificó y dio forma a la cultura de esta época. Por un lado, implicó una mordaza a la posibilidad d expresarse, de acceder a las ideas elaboradas por otros y a las actualidades bibliográficas de otros lugares del mundo. Por otro, produjo nuevos modos de circulación de libros prohibidos, nuevas maneras de escribir y de leer nuevas estrategias para evadir el control.

La censura operaba con tres tácticas: el desconocimiento, que engendra el rumor; las medidas ejemplares, que engendran el terror; y las medias palabras, que engendran intimidación. Y tuvo dos esferas fundamentales: el político ideológico y la moral.

Esto funcionó con una conexión fuerte entre el Ministerio de Cultura y el Ministerio de Educación. Había una oficina que se encargaba de recibir libros, un equipo de gente bastante preparada que los analizaba, un departamento que evaluaba su prohibición.

Hubo inspectores que recorrían librerías pero también gente que voluntariamenrte denunciaba títulos de libros, o voluntarios que recorrían las editoriales.

La represión cultural se manifestó también en la desaparición de escritores, en un plan específico instrumentado en el ámbito educativo (conocido como Operación Claridad) y en los ataques contra editoriales. En este sentido los casos más alevosos tuvieron como víctimas a la Editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA) y al Centro Editor de América Latina (CEDAL). Pero con diferencias significativas.

En EUDEBA hicieron allanamientos en los depósitos, se llevaron los libros y los quemaron. Pero esos libros fueron entregados por los directivos, que en ese momento eran civiles. Allí hubo delación de personas, que ahora están desaparecidas.

El Centro Editor de América Latina tenía entonces a empleados que habían sido víctimas de la Triple A. Al hacer un allanamiento se llevaron detenida a la gente que trabajaba en los depósitos. Hubo participación de jueces en causas por prohibiciones de libros. La prohibición estaba naturalizada.

Una de las facetas de la Operación Claridad fue la de prohibir una cantidad importante de libros de todo tipo, no sólo políticos, sino también de ficción, cuentos, novelas, textos escolares, ya fueran de autores nacionales como extranjeros. Las listas llegaban a las bibliotecas, escuelas y a distintas instituciones públicas o privadas, con una caracterización ideológica de los "libros peligrosos" para las mentes de niños, jóvenes y adultos. La misma suerte siguieron una serie de revistas y periódicos, pertenecientes a partidos políticos o instituciones.

Desafortunadamente, es preciso decir que respecto de esta última, la iglesia se sumó en varias oportunidades a los sectores más reaccionarios de la sociedad para aconsejar mayor moderación aún en los mensajes culturales y mayor vigilancia del Estado en el terreno moral. Los blancos de estas políticas del régimen fueron la disidencia, la pluralidad, la libertad de circulación de las ideas y los bienes simbólicos. Su objetivo, el de escindir a la sociedad argentina, el de cortar los canales que comunican, en una sociedad moderna y articulada, a los intelectuales, los mediadores culturales y el resto de la trama social.

El Centro Editor de América Latina dirigido por Boris Spivacow, Ediciones De La Flor, o la Editorial Universitaria EUDEBA, fueron, entre otras, las principales editoriales atacadas en Buenos Aires.

Un libro infantil de Elsa Bornemann, "Un elefante ocupa mucho espacio", fue prohibido porque contenía "una finalidad de adoctrinamiento que resulta preparativa a la tarea de captación ideológica del accionar subversivo". Otro texto para niños, "La torre de cubos", de Laura Devetach, es acusado de "simbología confusa, cuestionamientos ideológicos y sociales, ilimitada fantasía".

En la provincia de Santa Fe se prohibió "La tía Julia y el escritor", de Mario Vargas Llosa: "La idea revela en su contenido, distorsiones, intenciones maliciosas y ofensas reiteradas a la familia, religión, fuerzas armadas, y principios éticos y morales que sustentan las estructuras espirituales e institucionales de la sociedad latinoamericana".

Lo acontecido en Rosario

Los militares quisieron destruir "El fusilamiento de Penina", el título de Aldo Oliva que editó la editorial de la Biblioteca Constancio C. Vigil y cuya edición íntegra de 15.000 ejemplares fue quemada por los militares en 1975. Uno se salvó.

La lista incluía a "Operación Masacre" (Rodolfo Walsh), "Rojo y Negro" (Stendhal), "Las venas abiertas de América Latina" (Eduardo Galeano) y "Dailán Kilki" (María Elena Walsh). La desaparición de personas tenía que corresponderse con la desaparición de símbolos culturales.

La Biblioteca Vigil

Los militares usurparon la Biblioteca Popular "Constancio C. Vigil", que es un ejemplo de un trabajo colectivo en pos de un proyecto por la cultura y la educación popular, en Rosario. Fue intervenida mediante el Decreto N° 942. Ocho miembros de su Comisión Directiva fueron detenidos ilegalmente; su control de préstamos bibliográficos, utilizado para investigar a los socios.

El Decreto N° 942/77, firmado por el Gobernador de la Provincia de Santa Fe, Vicealmirante Jorge Desomone-y la Resolución N° 137/77 del Instituto Nacional de Acción Mutual (INAM)-rubricada por el Teniente Coronel Héctor Hiram Vila, a cargo del mencionado Ente-disputaron el nuevo destino del Capitán de Corbeta Esteban César Molina, Interventor Normalizador de la Biblioteca Popular "Constancio C. Vigil" de Rosario. Las nuevas autoridades asumieron el 25 de febrero de 1977.

Siete días después estaban cerradas todas las escuelas extracurriculares y los cursos de capacitación, se clausuró el servicio bibliotecario y se cancelaron las actividades que se realizaban en todos los talleres de producción, en la Caja de Ayuda Mutual, en la guardería y en el Centro Materno-Infantil.

En la Provincia de Santa Fe se quemaron 80 mil libros.

El Cine

En el cine, entre 1976 y 1983 se censuraron 132 películas, de la mano de Miguel Paulino Tato. Las formas desbordantes, ingenuas y clásicamente argentinas de Isabel Sarli encresparon los ánimos militares. La promiscuidad altamente estética del "Casanova" de Fellini, la virulencia juvenil de "La Naranja Mecánica", así como los símbolos sexistas de Pier Paolo Pasolini no aprobaban los cánones marciales que exigía la "moralidad" imperante. Fernando Pino Solanas jamás pudo exhibir "Los hijos de Fierro", y Leonardo Favio sólo existía en las listas negras.

Una de las películas más valiosas de todo el período fue "Tiempo de Revancha". Un plano de Federico Luppi cortándose la lengua frente al espejo, se convirtió en el símbolo de una pírrica victoria contra un sistema aparentemente impenetrable desde una resistencia silenciosa.

El cine fue un instrumento al servicio de crear el semblante de alegría para todos tal como lo muestra una de las producciones de la época, "La fiesta de todos" (1978), dirigida por Sergio Renán. El libro fue de Mario Sábato y Hugo Sofovich, y con Adolfo Aristarain como director de producción. El punto de partida fue el material registrado por la empresa brasileña Milton Reisz Corp, que había tenido la concesión de la filmación del Mundial. Fue un collage optimista que reunía imágenes de los distintos encuentros deportivos y de los festejos de la gente en la calle y en las tribunas-donde también aparecían, en algunos momentos, Videla y Massera, y donde asomaba un corte sostenido, con globos con la leyenda "Argentina de pie ante el mundo"-más una serie de mínimos sketches interpretados por conocidos actores argentinos, desde Luis Sandrini y Malvina Pastorino hasta Aldo Barbero, Rudy Chernicoff, Ulises Dumont, Ricardo Darín y Susú Pecoraro.

La lógica eufemística del cine se acentúa durante la dictadura. Sólo se habla de salvadores locales y enemigos foráneos. Por ejemplo, "La aventura explosiva" (Trucco, 1976), "Los Comandos Azules" (Emilio Vieyra, 1979).

Otro director que se sumó al bando de los "optimistas" fue Ramón Palito Ortega. En 1976, debutó como director con "Los locos en el aire". Al año siguiente, con "Brigada en acción" incursionó también en el género ya no policial sino "parapolicial".

A pesar del clima político imperante y los riesgos vigentes, algunas voces consiguieron eludir la censura y la persecución a través de un cine de género donde, aunque metafóricamente, se colaban alusiones a la situación política. El caso más contundente es el de Adolfo Aristarain, que debutó en 1978 con el policial "La parte del león". En 1981

En el deporte

El compromiso de los deportistas de los 70 fue el que caracterizó a una generación que pretendía un mundo mejor. Sus vidas no se reducían a una medalla o un buen resultado.

El compromiso de los deportistas de los 70 fue el que caracterizó a una generación que pretendía un mundo mejor. Sus vidas no se reducían a una medalla o un buen resultado. Participaban, discutían y actuaban, siempre pensando en una sociedad más justa. Les costó demasiado caro. La dictadura militar no tuvo piedad y como sus principales victimas fueron los jóvenes, una treintena de atletas federados sufrió el horror, según detalló el periodista Gustavo Veiga en el libro Deporte, Desaparecidos y Dictadura publicado en 2006.

Unos 35 deportistas fueron desaparecidos y recién varios años después del fin de la dictadura sus historias salieron a la luz. El objetivo ejemplificador del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional ya se había cumplido. Cada atleta que fue surgiendo persiguió una meta individual, la superación personal, sin importarle lo que sucedía a su alrededor, salvo honrosas excepciones. El "no te metás" había triunfado.

Pero la historia de aquellos deportistas desaparecidos no pudo ser ocultada y de a poco cada uno comenzó a ser reivindicado. Lo demuestra la organización anual de La carrera de Miguel en diferentes ciudades del país, para recordar al atleta Miguel Sánchez; la denominación de Ana Acosta a la cancha de hockey del Cenard; la declaración del 18 de octubre como Día Nacional del Profesor de Tenis por Miguel Schapira (el día de su nacimiento); y la identificación de un aula del colegio Rafael Hernández de La Plata con el nombre del rugbier Rodolfo Axat.

El deporte y los deportistas se fueron interesando por conocer quiénes fueron esos jóvenes y a resaltar sus valores y compromiso. Sus historias les sirven de ejemplo.

La nómina de deportistas desaparecidos mencionados por Gustavo Veiga es la siguiente: Adriana Acosta (jugadora de hockey de Lomas); Miguel Sánchez y Eduardo Requena (atletismo); Alicia Alfonsín (basquetbolista del Club Deportivo y Social Colegiales, y madre del diputado Juan Cabandié); Gustavo Bruzzone (ajedrez); los futbolistas Luis Ciancio (Gimnasia La Plata), Carlos Rivada (Huracán de Tres Arroyos) y Gustavo Olmedo (Los Andes de Los Sarmientos de La Rioja); Deryck Gillie (nacido en Inglaterra, yachting); Daniel Schapira (tenista y profesor); y el gimnasta artístico Sergio Fernando Tula.

Además, los rugbiers Fernando Cordero y Ricardo Posse (Uni de La Plata); Ricardo Dakuyaku (San Luis de La Plata); Daniel Elicabe y Carlos Williams (Los Tilos de La Plata); Juan Carlos Perchante (Urú Curé de Río Cuarto); Ricardo Omar Lois (Pucará); Julio Alvarez, Mariano Montequín, Santiago Sánchez Viamonte, Otilio Pascua, Hernán Roca, Pablo Balut, Rodolfo Jorge Axat, Jorge Moura, Alfredo Reboredo, Marcelo Bettini, Abel Vigo, Eduardo Navajas, Hugo Lavalle, Enrique Sierra, Mario Mercader, Pablo del Rivero y Luis Munitis (distintas divisiones de La Plata Rugby Club).

La Guerra de Malvinas en Rosario

Durante la Guerra de Malvinas, la ciudad mostró imágenes imborrables para quienes participaron de aquellas jornadas.

En marzo de 1982, la CGT convocó a la realización de un acto masivo contra la dictadura. Previsto inicialmente para el24 de marzo, los dirigentes sindicales no quisieron "provocar" a los militares y lo postergaron por unos días, hasta el 30.

Ese día, en Buenos Aires, alrededor de 20.000 personas batallaron con las fuerzas represivas durante toda la jornada, luchando por llegar a la Plaza de Mayo, resistiendo los gases, las embestidas con autos y caballos, y los cientos de detenciones a cualquiera que transitara por la calle en pleno centro en horario pico de salida de los trabajos.

Como el resto del país, en Rosario se hizo sentir el paro. Ese día, la CGT de calle Italia se manifestó por la peatonal, siendo reprimidos por la policía, marcando junto a lo sucedido en otras grandes ciudades, un hito en las luchas de la clase obrera contra la dictadura. Acompañaron a los sindicalistas, distintos partidos políticos y agrupaciones universitarias que encontraban el espacio para exteriorizar su descontento con el poder dictatorial. Nadie se imaginaba lo que sucedería en las próximas jornadas.

El régimen militar se hallaba entonces contra las cuerdas, y sacó de la galera una jugada para procurar una fuerza hacia delante, intentando salvar su prestigio y su poder.

Rosario fue también presa del discurso patriotero y chauvinista, impulsado desde el régimen militar. El 3 de abril hubo una manifestación multitudinaria en la Plaza 25 de Mayo. La Cámara de Empresarios del Transporte Urbano de Pasajeros cedió colectivos gratuitos para que la gente fuera a la Plaza; las organizaciones gremiales y vecinales también se movilizaron ante la convocatoria.

Grupos de estudiantes cantaban estribillos y gritos patrióticos pedían al Intendente que saliera al balcón, y Alberto Natale saludó a los jóvenes congregados que le devolvieron el saludo con muestras de simpatía. Los diarios se poblaron de solicitadas y comunicados de todas las fuerzas políticas, desde las más condescendientes con la dictadura hasta los partidos de izquierda, como el Partido Comunista Revolucionario y el Partido Socialista de los Trabajadores, ellos apoyando la "Gesta Patriótica".

La Municipalidad de Rosario organizó un concurso de monografías cuyos temas eran: "Defensa de los derechos argentinos sobre las Islas Malvinas ante los organismos internacionales" y "Sentido histórico de la solidaridad americana". Algunos comercios de la ciudad no quisieron estar ausentes, y el antiguo bar Londres, cambió su nombre por el de Malvinas Argentinas, y la confitería Lord Jack mutó en "El viejo Galeón". También desde el Municipio se centralizó la recaudación para el luego tristemente célebre "Fondo Patriótico", que tuvo su impacto mediático, con momentos de melodrama, en un programa televisivo conducido por Pinky y Cacho Fontana.

Al mismo tiempo, la euforia permitía una apertura hasta entonces inédita: los proscriptos culturales, políticos y sociales salieron a la luz en el espacio público, y se colaron, entre los intersticios de un nacionalismo infantil, los mensajes contestatarios del rock nacional, el teatro independiente y la literatura prohibida.

Luego de la derrota de Malvinas, el Intendente de Rosario, Alberto Natale, renunció a fines de 1982 y fue relevado por un hombre de la Bolsa de Comercio, Víctor Cabanellas.

En la mayoría de las casas, la radio y la televisión permanecían encendidas día y noche siguiendo el conflicto como un partido de fútbol. Todos se creyeron el mensaje triunfalista que hablaba de barcos atacados, algunos hundidos, otros averiados, de aviones derribados, de soldados capturados, pero no decían nada del avance del ejército inglés, de los aviones argentinos que caían, de la situación de los soldados que pasaban hambre, frío, que estaban mal armados y peor preparados para una guerra. Después de la rendición, todo cambió; muchos volvieron a insultar a los militares que cuando se había iniciado el conflicto los habían ovacionado. Otros rompieron vidrieras y produjeron destrozos en el centro.

Bibliografía

*Águila, Gabriela. "Dictadura, represión y sociedad en Rosario, (1976-1983), Buenos Aires, Prometeo Libros, 2005.

*Ceruti, Leónidas. "Cultura y Dictadura en Rosario:1976-1983", Rosario, Ediciones Del Castillo, 2010.

*De Marco, Miguel Ángel; Martínez de Neirotti, Mónica; Caterina, Luis; Pasquali, Patricia; De Vitantonio, Patricia. "Rosario (Política, cultura, economía, sociedad; Desde 1916 hasta nuestro días), Rosario, Fundación Banco de Boston, Tomo II, 1989.

*Del Frade, Carlos. "Las Huellas de la Dictadura en Santa Fe". Diario La Capital, Rosario, 24 de marzo de 1997.

*Giménez, María Daniela. "Las Políticas Culturales en la gestión de Alberto Natale (1981-1983); Monografía, Rosario, Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario.

*Muleiro, Vicente. Suplemento Especial de Diario Clarín, página 15, 24 de Marzo de 2006, Buenos Aires.

*Revista Humor, Junio de 1995, Buenos Aires.

*Rosano, Susana; Lascano, Hernán. "Tiniebla en la memoria de Rosario". Diario La Capital, 24 de marzo de 1996, Rosario.

*Schlaen, Nir. "De la Ilusión al Desencanto; el Diario "La Capital durante el Proceso (1976-1983); Tesina, Rosario, Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario, 2005.

*Secretaría de Derechos Humanos de Amsafé Rosario. "30 años"-AMsafé Rosario-(1976-2006), Rosario, 2006.

Fotos

.Centro Documental "Rubén Naranjo". Museo de la Memoria de la ciudad de Rosario.

.Diario "La Capital" de la ciudad de Rosario.

.Libro "Cultura y Dictadura"; Rosario.

 

 

 

Autor:

Maximiliano Reimondi

Periodista-Escritor-Dramaturgo-Actor

 

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