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Los Partidos Políticos en Chile



Partes: 1, 2

  1. Chile, partidos políticos, tendencias políticas
  2. Origen de los partidos políticos en Chile
  3. Evolución de los partidos chilenos siglo XIX
  4. Panorama de los partidos siglos XX-XXI
  5. Conclusión
  6. Bibliografía

La existencia de los partidos políticos en Chile ha sido fundamental en el desarrollo y funcionamiento de la democracia nacional, tanto al constituir los gobiernos, las instituciones, proferir los intereses sociales, como al crear los liderazgos políticos.

El presente trabajo referente a los partidos políticos en Chile, tuvo por tesis que "los partidos políticos en Chile desde sus inicios hasta hoy han presentado tendencias polarizadas", que principalmente se mueven entre la derecha e izquierda política del país.

Dado lo anterior, es que los objetivos de nuestra investigación fueron definir el término de partido político, conocer el origen de los partidos en Chile, establecer su evolución en el tiempo, determinando sus características, junto con identificar el papel de los partidos en las tendencias políticas que ha presentado el electorado nacional.

Además, para alcanzar el propósito propuesto, se plantearon las siguientes preguntas de investigación: ¿cómo se originaron los partidos políticos en Chile?, ¿cuáles han sido las principales características políticas que han presentado los partidos?, y ¿cómo han influido en los procesos electorales?, interrogantes que permitieron guiar de mejor forma la elaboración de la presente tesina.

Junto a lo anterior, es conveniente señalar que los conceptos claves empleados en la elaboración de la siguiente investigación fueron:

Chile, partidos políticos, tendencias políticas

  • I.- DEFINICIÓN DE PARTIDO POLÍTICO

La existencia de partidos políticos en cualquier sociedad o grupo humano organizado, supone vida y práctica política, junto con la real posibilidad de resolver internamente las cuestiones que le interesan e involucran a la comunidad toda. Además, Etchepare señala como característica de ellos, la "existencia de un programa, que el partido se propone realizar desde el gobierno, o influir sobre éste para su puesta en vigor".

Por otra par, es importante destacar que una colectividad políticamente organizada, emergen en ella, lamentablemente, divergencias de opiniones para observar los hechos y para solucionar los problemas sociales comunes. De esta manera, se desarrollan los partidos políticos, que reúnen a los seres humanos de una misma idea para luchar y procurar la victoria.

Actualmente, para definir el concepto de partido político, podemos utilizar lo expresado en la Ley de los Partidos Políticos[1]en que se señala que son asociaciones voluntarias dotadas de personalidad jurídica, formadas por ciudadanos que comparten una misma doctrina política de gobierno, cuya finalidad es contribuir al funcionamiento del régimen democrático constitucional y ejercer una legítima influencia en la conducción del Estado, para alcanzar el bienestar común y servir al interés nacional.

A las características ya señaladas debemos incrementar con la existencia de un programa claramente establecido, que el partido se propone realizar desde el gobierno, o influir sobre éste para su puesta en vigor, al interior de la comunidad.

De acuerdo a lo expresado anteriormente, podemos establecer que los partidos políticos son organizaciones o agrupaciones que se caracterizan por su particularidad, de base personal y relevancia constitucional, creadas con el propósito de contribuir de manera democrática a la determinación de la política nacional y a la formación de la voluntad ciudadana, así también como, a promover su participación en las instituciones que son representativas a través, de la formulación de programas, y apoyo de candidatos en los procesos eleccionarios, y la realización de cualquier otra actividad necesaria para el cumplimiento de sus objetivos. Siendo, su principal propensión durar y consolidarse, y su finalidad última, obtener el poder mediante el apoyo popular exteriorizado a través de las urnas.

Así, en un Estado de Derecho, los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y expresión de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política.

Conjuntamente con lo anterior, es oportuno señalar que a partir del análisis realizado de la obra de Etchepare[2]acerca del "Surgimiento y evolución de los partidos políticos en Chile, 1857-2003", en que cita a los autores La Palombara y Weiner, quienes establecen que la existencia de un partido político requiere de condiciones, tales como, la continuidad en la organización, de una organización dotada de comunicaciones fluidas a nivel nacional, de la voluntad deliberada de los dirigentes para tomar y ejercer el poder, de un sostén popular a través de elecciones o de cualquiera otra forma, junto con la existencia de un programa que el partido se propone realizar.

Además, usualmente, los partidos políticos en un comienzo están integrados por pequeños grupos de personas, que por lo general poseen un programa sociopolítico de corto alcance, con la pretensión de reivindicar una acción de carácter política o una temática social.

Es importante señalar también, que los partidos políticos se agrupan en un espectro que va de izquierda a derecha según sus proposiciones políticas, económicas, sociales y culturales.

Así, la izquierda incluiría a los partidos comunistas y socialistas, en el centro se ubican las tendencias demócratas; y hacia la derecha se encontrarían las inclinaciones más conservadoras, religiosas y nacionales.

Por su parte, los partidos políticos dependen del sufragio universal, que depende del tipo de estratificación social, a su vez, del desarrollo del sistema social sea liberal o conservador. Asimismo, los elementos componentes de los partidos políticos, son la célula, la milicia, el comité y la sección.

Origen de los partidos políticos en Chile

Durante el período de la revolución independentista, no hay pruebas de que existieran en Chile un deseo fuerte de innovaciones en el plano político, ante lo que Etchepare sostiene que en éste periodo, sólo es posible distinguir "agrupaciones temporales de personas en torno a un caudillo o, motivadas por una circunstancia específica, carentes de programas concretos y de organización permanente"[3]. En ese contexto, podemos apreciar que, los primeros bandos o colectividades políticas en el país, se originarían durante el proceso de independencia.

Dichas colectividades políticas que comenzaron a actuar en la vida política de Chile en el periodo independentista, generalmente estaban unidos por lazos personales, familiares y, con frecuencia, vinculados a las viejas estructuras institucionales. Y, con relación a principios políticos que fundamentalmente los dividía era el tema de la fidelidad para con el monarca español.

Pues, tras la noticia del apresamiento del soberano español, en Chile se hizo ver la necesidad de contar con un organismo colegiado de gobierno como medida para defender los intereses del pueblo y continuar fieles al rey Fernando VII. Así, la mayoría de los asistentes convocados al cabildo abierto, comenzaron a gritar la frase ¡Junta queremos!. De esta manera, y casi por unanimidad, se designó a Mateo de Toro Zambrano y Ureta como presidente; al obispo José Martínez de Aldunate como vicepresidente; a Fernando Márquez de la Plata, Juan Martínez de Rozas, Ignacio de la Carrera, Juan Enrique Rosales y Francisco Javier de Reina como vocales, y a Gaspar Marín y Gregorio Argomedo como secretarios, quedando así, creada la Primera Junta Nacional de Gobierno el 18 de septiembre de 1810. Tras su formación, se dictaron una serie de medidas que dieron un impulso independentista al país, destacándose entre sus obras, la formación de un Ejército, con el propósito de defender el país. De la misma forma, se decretó Libertad de Comercio, permitiendo con ello a los puertos de Coquimbo, Valparaíso, Talcahuano y Valdivia comercializar cualquier tipo de productos con países amigos, con esta medida se esperaba optimizar la economía nacional.

Sin embargo, no debemos ver la primera Junta de Gobierno como sinónimo de Independencia, sino solo, como un hito mas dentro de un proceso que se inició en 1808 y culminó en 1818, proceso que sin haber surgido con ánimo independentista, en el hecho concluyó con la emancipación.

Al respecto, a diferencia de lo que no pocas personas piensan, la Primera Junta de Gobierno no se instituyó con el propósito de alcanzar la independencia de Chile, de buscar un rompimiento definitivo con la península, el objetivo perseguido por esta, no era otro que, el mantener controladas nuestras tierras, a resguardo de los peligros tanto internos como externos, que para entonces acechaban, entre estos últimos, como se recordará estaba latente la posibilidad que potencias extranjeras, aprovechando el momento que se enfrentaba invadiera nuestro territorio.

La idea era entonces, mantener el referido control, en espera de la liberación del monarca cautivo, del retorno de Fernando VII al poder, hecho tras el cual, pasaríamos nuevamente a ponernos bajo su tutela. En otros términos, la fidelidad observada y el régimen monárquico, era manifiesta.

En verdad, no existía ánimo separatista, ni podía haberlo habido, considerando que para entonces, tan sólo se conocía y se tenían experiencias respecto al régimen monárquico, en cuanto al régimen republicano, que bien pudiese haber surgido, como un sistema alternativo de gobierno, en reemplazo del monárquico, podemos afirmar, que al menos en 1810 no se conocía su existencia, de hecho el término "República" era utilizado en aquel tiempo como sinónimo de "comunidad", de "reunión de personas", no identificando un sistema político determinado.

Finalmente, la Junta determinó llamar a elecciones para formar un Congreso Nacional, implicando con ello el cese en sus funciones en 1811, para dar paso a la inauguración del Primer Congreso Nacional el 4 de julio del mismo año. Organismo que fue presidido en un primer momento por Juan Antonio Ovalle Silva[4]en que los diputados que conformaron dicho Congreso juraron obedecer al monarca español, Fernando VII[5]y proteger a la Religión Católica, se agruparon en tres facciones: moderados liderados por José Miguel Infante Rojas[6]exaltados, por Bernardo O'Higgins Riquelme[7]y Manuel de Salas Corbalán[8]quienes anhelaban precipitar la independencia; y los realistas, españoles o descendientes directos de los españoles, sólo reconocían como autoridad al Consejo de Regencia de Cádiz[9]caracterizado por la defensa de la monarquía española.

El primer Congreso Nacional en Chile fue unicameral y estuvo integrado por 41 diputados. Además del Reglamento para el arreglo de una autoridad ejecutiva provisoria en Chile se aprobaron disposiciones atinentes a los Tribunales nacionales, lo que significó ser la primera expresión del poder judicial del país.

Sin embargo, el proceso emancipador en Chile seguía su trayectoria y así, luego de agudizarse la polarización al interior del Congreso entre patriotas, realistas y moderados y las constantes disputas germinadas entre los representantes de la capital y las provincias, el primer Congreso Nacional fue disuelto el 2 de diciembre de 1811, por el primer Jefe del Estado de Chile, don José Miguel Carrera Verdugo[10]y cuyo objetivo fue cambiar la composición del organismo legislador. De esta manera, los exaltados quedaron en mayoría y designaron una nueva Junta de Gobierno, que creó el Supremo Tribunal Judiciario, ordenó levantar cementerios alrededor de las ciudades; creó la provincia de Coquimbo; oficializó las relaciones con la Junta de Gobierno de Buenos Aires, además, el Congreso despachó, la denominada "ley de libertad de vientre", con esta norma Chile se convirtió en el primer país de América del Sur en demostrar su disposición contra la esclavitud, ya que aquella ley hacía libres a los hijos de esclavos nacidos en el territorio nacional[11]Considerándose "sólo suspendido", dado que el Congreso cesó sus funciones, luego de casi cinco meses, durante los cuales alcanzó a celebrar unas 55 sesiones.

El trabajo político de Carrera se orientó especialmente a forjar las condiciones que permitiesen un creciente grado de autonomía y libertad política en el país: apoyó al fraile Camilo Henríquez[12]en la fundación del primer periódico "La Aurora de Chile", estableció relaciones diplomáticas con Estados Unidos, fomentó a los conventos a sostener escuelas de primera letras para varones y, además, promulgó el primer Reglamento Constitucional Provisorio de 1812, texto que implicaba, una verdadera declaración de independencia, ya que señalaba que ninguna orden española, ni del propio Fernando VII, sería acatada, mientras éste no jurara respetar la "Constitución de Chile". Con lo cual, nuestro país aparecía como un reino autónomo, sin más vinculación con la metrópoli que la del propio monarca.

El carácter separatista del Gobierno de Carrera movió al Virreinato del Perú al envío de fuerzas militares en 1813 -Antonio Parejas, Gabino Gainza, Mariano Osorio- fuerzas reducidas en número, en particular la que acompañó a Parejas, la que sin embargo se vio incrementada con la incorporación de elementos criollos que al paso de las fuerzas realistas, de las banderas de la monarquía se sumaron a estas, en lo que constituye la mejor prueba de la fidelidad que los criollos tenían entonces para con el rey y el régimen monárquico. Como se sabe lo anterior condujo a que los enfrentamientos bélicos de la Patria Vieja (Roble, Sitio de Chillán, Yerbas Buenas, Membrillar, entre otros), más que una lucha entre realistas y criollos constituyen una verdadera guerra civil.

Otro hecho que refleja la fidelidad antes acotada, lo constituye la entrada a Santiago de Mariano Osorio, triunfante tras sostener la batalla de Rancagua en 1814, venía de derrotar al "ejército patriota" y es recibido con "vítores y júbilo" por el pueblo de Santiago.

Por otro lado, los hechos que se desarrollaron en Chile a partir de mediados de 1814 fueron en gran medida determinados por los acontecimientos que se sucedían en España. En Mayo del mismo año, el rey Fernando VII había logrado recuperar el trono, implicando que, la política española en América se guiaba por el afán de restaurar la situación existente antes de 1810.

En Chile, esta política fue aplicada de manera muy dura por el general Mariano Osorio[13]quien restableció prácticamente todas las antiguas instituciones coloniales, como la universidad de San Felipe, la real Audiencia y el Tribunal de la Inquisición. Hizo cerrar el Instituto Nacional, el Congreso Nacional, y las Cortes de Justicia creadas por los patriotas. Con objetivo propagandístico se creó un periódico oficialista llamado "Gaceta del Gobierno de Chile", el cual llevaba el lema de "Viva el Rey".

Sin embargo, las medidas que mayor oposición despertaron entre los chilenos fueron la deportación a la isla de Juan Fernández de más de cuarenta patriotas distinguidos, como Ignacio Carrera (padre de José Miguel), Juan Egaña y Manuel de Salas, entre otros.

Por su parte, el Ejército Libertador se prepara en la Banda oriental de los Andes, es una etapa importante, por cuanto en ella se inicia el cambio de mentalidad, pues se resquebraja la fidelidad de los criollos frente al monarca, cambio que está en directa relación con la forma, el espíritu con que Fernando VII regresó al poder.

Durante la etapa entre 1810 y 1814, procede el bando realista, que procura mantener la vinculación de Chile a la Madre Patria. Sin embargo, en entre los partidarios de la independencia nacional coexisten carrerinos y o´higginistas, que giran en torno a sus caudillos, con los moderados, quienes aspiran a una separación no violenta con la monarquía española.

Así, los O´higginistas en el Gobierno, apoyando directamente al Director Supremo, los carrerinos por su parte, luchando por el retorno de su líder, mientras que los realistas apoyan a las guerrillas, en los territorios de la Intendencia de Concepción.

Más, tarde debía de esperarse, que los militares de la revolución triunfante prevalecieran sobre el resto de la aristocracia colonial. En consecuencia, durante el periodo de 1817 a 1823, encabezaría un gobierno constituido legalmente bajo un sistema institucional de carácter autocrático.

O"Higgins en su calidad de "Director Supremo" asume el mando tras el objetivo de consolidar la Independencia Nacional. Es interesante destacar que O´Higgins jamás, al menos en público, se manifestó en favor de un régimen Republicano (por tanto en contra del monárquico) ello debido a que la consolidación de nuestra independencia, objetivo central de su gobierno, pasaba por el reconocimiento de las grandes potencias frente a nuestra independencia, siendo muchas de estas monarquías, como inglesa, obviamente no era prudente atacar dicho régimen, a la vez que ponderan la República, así lo captó con gran visión política el "padre de la patria".

En lo concreto, el gobierno de O"Higgins terminó por adoptar un marcado carácter dictatorial, se constituyó en un régimen de fuerza, siendo variados los factores que explica ello: el hecho que la Independencia aún no estuviese consolidada (las circunstancias no daban para un régimen libertario), y por los crecientes problemas que fue teniendo con distintos sectores sociales en particular con la aristocracia, clase que inicialmente le apoya, pero que luego le fue restando su apoyo por distintas razones: O"Higgins adoptó medidas que herían las tradiciones de la aristocracia como por ejemplo la abolición de los títulos de Nobleza. La aristocracia en principio no es partidaria de regímenes totalitarios, prefiere gobiernos de Juntas o Congresos, en donde el poder esté repartido en un mayor número de personas. Sin embargo, alcanzada la Independencia, la aristocracia le exigirá a O´Higgins una liberación del régimen y en respuesta fueron elaboradas dos constituciones las que sin embargo confirmaron a O´Higgins en el poder (1818 y 1822).

Sin embargo, cuando el nuevo gobernante pensó, que para consolidar una verdadera república era menester primero modificar la sociedad e intentar reformas en ella, debió enfrentarse a una rebelión, lo que lo llevaría a dirimir entre dos opciones, o someter al país a una guerra civil o renunciar a su autoridad. La renuncia de O"Higgins significaría la aparición de dos tendencias políticas distintas, que a su vez, más tarde darían origen a la creación de los primeros partidos políticos[14]chilenos.

Las dos colectividades políticas en aquella época, por un lado, fueron los denominados pelucones[15]o conservadores[16]que exigían un gobierno "fuerte, autoritario y centralizado", en que se mantuvieran las tradiciones coloniales, grupo que quería conservar en lo posible los principios de la estructura colonial conservando su preponderancia social y oponiéndose a toda dominación pipiola o militar, que pudiera arrebatarles la influencia que ellos anhelaban, y por otro, los pipiolos[17]o liberales[18]que favorecían la existencia de una república "verdadera, libre y democrática", junto con la liberalización de las instituciones sociales, en que romperían con las tradiciones propias de la Colonia, que en definitiva, defendían vehementemente el liberalismo que la Revolución Francesa[19]había generado. Formaron parte de éste grupo, personas modestas del país, la juventud exaltada y grupos en general de escasa representación social. La denominación de pelucones y pipiolos que ostentaban, era la forma despectiva con que unos y otros se descalificaban.

Aunque también, entre la renuncia del Padre de la Patria en 1823 y hasta 1830, es posible distinguir a pequeños grupos o bandos políticos, asociados a carreristas[20]o'higginistas[21]federales[22]colectividades que no representaban en número, grupos políticos claramente configurados.

El proceso de Independencia no sólo implicó la guerra por la libertad, sino también la tarea de organizar la nueva república que nacía. En la labor de organizar al Estado, los gobernantes se vieron enfrentados a una serie de problemas que dificultaron su labor. Entre ellos: retroceso económico provocado por las guerras de Independencia, inexperiencia política de quienes ejercían el poder, lucha de los grupos políticos por imponer sus ideas, inestabilidad de los gobiernos, continuos intentos golpistas militares, inestabilidad general e inseguridad social, y desorden y disputas políticas

La Junta de Gobierno -formada tras la abdicación de O'Higgins- entregó el poder al General Ramón Freire[23]como Director Supremo. Imposibilitado de gobernar a causa de la intervención constante de los grupos políticos, éste renunció en 1826. En su lugar, asumió como primer Presidente de la República don Manuel Blanco Encalada, quien también dimitió a los pocos meses. Entonces, continuó un período marcado por el desorden y las disputas políticas.

En este período, estadistas e ideólogos tuvieron una confianza desmedida en el poder de la ley. Pensaban que ésta, por si sola, podía transformar y moldear a la sociedad. Por esto, trataron de organizar al país creando leyes y Constituciones, basadas en ideales, que no correspondían a la realidad de Chile.

El país se encontraba agitado y se perfilaban diversos grupos de opinión que luchaban entre sí, pero que no constituían verdaderos partidos políticos, en que se distinguían dos corrientes de pensamiento.

El desorden y la confusión política fueron consecuencia de este panorama general. Durante algunos años dieron al país la imagen de una Anarquía, ya que se llevaron a la práctica varios ensayos constitucionales y los gobiernos se sucedían uno tras otro, con gran rapidez. Conocido como período de Anarquía por algunos, como período de desorganización republicana por otros, el hecho es que los primeros años de vida independiente, republicana, fueron de desorden, de desorganización en los más diversos campos de la vida nacional.

Es de destacar que no sólo Chile, sino prácticamente todos las nacientes repúblicas americanas pasaron por una etapa similar una vez alcanzadas sus independencias, todos enfrentaron un período anárquico como consecuencia del problema común que a todas afectaba "la falta de experiencia de sus autoridades en materia de gobierno" -como se recordará el manejo de las colonias lo había tenido la Corona, los principales cargos normalmente lo tenían funcionarios peninsulares-, dicha falta de experiencia se tradujo como es de suponer, en la adopción de medidas que no eran las más aconsejables para aquel tiempo.

En el caso de Chile, enfrentó éste un breve período de anarquía, puesto que 7 u 8 años bastaron para que el país dejara atrás la etapa, entrando en un período de ordenamiento republicano.

Entre los factores que nos permitieron dicho rápido abandono destacan: nuestra homogeneidad racial, ella es un factor de orden, la experiencia que en materia de orden, organización, respeto a la ley, a la autoridad, se tenía en Chile desde tiempos coloniales producto fundamentalmente de la guerra de Arauco, y la presencia hacia 1830 en Chile, de destacadas figuras tanto nacionales como extranjeras, Portales, Rengifo entre las primeras, Bello, Gay, Domeyco entre las segundas. Todas ellas favorecen directamente el ordenamiento político, económico y cultural del país.

En relación a la anarquía política, ella se tradujo en una rotativa de gobiernos, los que no terminaban su mandato producto de los numerosos cuartelazos y motines observados en el período.

Todos los ensayos constitucionales -1. Constitución Moralista de 1823, obra de Juan Egaña, de corta existencia por presentar un complejo articulado, muy difícil de seguir. 2. Las Leyes Federales 1826, redactada por José Miguel Infante Rojas, establecía el federalismo en Chile, con la finalidad de salvaguardar las libertades políticas y los derechos ciudadanos, constituyendo en un extremo de seudo avanzada tendencia pipiola y reformista, sistema que fracasó rápidamente, por razones económicas, culturales y la permanente pugna entre las recién creadas provincias por límites más favorables, conducirían a su puesta en desuso. 3. La Constitución Liberal de 1828, desarrollada por José Joaquín de Mora, a pesar de ser una de las constituciones mejor hechas y hermosamente escritas, fue impracticable, debido a que era muy avanzada para la realidad chilena de la época- fracasaron, por tratarse de copias de esquemas extranjeros, que no correspondían a nuestra realidad a nuestra idiosincrasia, establecidas en medio de un gran optimismo (se veía en ellas una especie de panacea para nuestros problemas), pronto dejaban paso al descontento y, la frustración.

La libertad, principio fundamental que se barajó en el proceso de Independencia (el hombre era dueño y ley de sí mismo, mientras el Estado debía garantizar dicha libertad al individuo), alcanzar una ponderación tal durante la etapa de anarquía que el alto número de motines, cuartelazos, sediciones son vistas como legítimas expresiones del derecho que tiene el individuo de expresar sus puntos de vista, de allí que dichas manifestaciones reciban de parte de la autoridad una particular reacción, los involucrados solo recibían "amonestaciones paternalista".

Junto con ponderar la libertad en exceso hasta la exageración, el período de Anarquía es una etapa en donde reina el individualismo, en donde nadie se siente representado por nadie, a la vez que todos se sienten con derecho a expresar sus puntos de vista, prueba de ello es el alto número de periódicos que surgen en el período, se calculan más de 100 de estos.

Por otra parte, hacia 1829 se desarrolló en el país una revolución política, que daría como triunfante a los conservadores, en que en medio del caos, hicieron su aparición un nuevo grupo los estanqueros, bajo el liderazgo de la figura Diego José Pedro Víctor Portales Palazuelos[24]quien sacaría a Chile de la Anarquía y lo llevaría al orden, hacia un gobierno "fuerte, sólido y ordenado".

A juicio de Portales ni Chile ni Hispanoamérica, considerando que eran naciones en marcha, repúblicas nacientes o en formación, estaban preparadas para desenvolverse bajo un régimen democrático "ello era cosa de ilusos", el pueblo no tenía "virtudes" para un sistema de dichas características, de allí que su instauración sólo agravaría la anarquía reinante -motines, sediciones, cuartelazos- el Ministro participaba del régimen Democrático para más adelante, para repúblicas consolidadas

Por lo anterior, Portales postulaba un régimen Republicano cuyo gobierno estuviese dotado de un ejecutivo fuerte, autoritario, centralizado, aunque dentro de los márgenes de la ley, ello como única forma de terminar con la anarquía. Por otra parte el gobierno debía ser respetado y respetable, sus autoridades y ciudadanos en general debían ser modelos de virtud.

Participaba de un gobierno encerrado en sus fronteras es decir el país debía desarrollarse de acuerdo a sus propias ideas, a su realidad, su idiosincrasia, sin considerar esquemas extranjeros como venía ocurriendo. Proponía un gobierno impersonal en donde el presidente fuese respetado por el hecho de ser presidente no por tratarse de tal o cual persona, o sea, buscaba dignificar el cargo de presidente. La idea de gobierno impersonal tenía también otro sentido, si bien Portales reconocía el principio de soberanía popular el ejercicio de esta debía quedar restringido a la Aristocracia (gente sana-virtuosa) el Estado se arrogaría la representación del pueblo, gobernaría a nombre de ellos.

Transformándose así, en el creador de la nueva institucionalidad, a través de la Constitución Política de Chile de 1833[25]vigente hasta 1925, en que el grupo de los pelucones o conservadores se impondría durante un periodo de treinta años entre 1831 hasta 1861, periodo de la Historia de Chile conocido como la República Autoritaria o Conservadora, en que se logró alcanzar la estabilidad política, económica y social de la nación, tan anhelada por todos los conciudadanos de nuestra patria querida.

Sin embargo, un tema de carácter religioso, conocido como la "Cuestión del Sacristán"[26]en 1856, implicaría la división del partido pelucón en dos colectividades políticas: por un lado, conservadores o ultramontanos[27]cercanos al clero, y nacionales o monttvaristas[28]que defenderían la autoridad y el predominio del Estado por sobre la Iglesia.

Lo anteriormente expuesto, sobre el origen de los partidos, ha permitido ilustrar con meridiana claridad el nacimiento de los partidos políticos en Chile, desde su creación como estado nacional e independiente.

Evolución de los partidos chilenos siglo XIX

Nuestro país, a lo largo de su historia partidista, ha tenido un sistema multipartidario, constituido por unos cinco o seis partidos principales y por unos veinticinco de menor relevancia. Sistema que se ha estructurado, por lo general, en torno a conflictos o divisiones significativas en la sociedad nacional.

Es así que, durante siglo decimonónico, el principal conflicto propiciador de partido político fue el relacionado con el rol de la Iglesia Católica dentro del Estado y de las instituciones sociales -división clerical/anticlerical-, surgiendo 1857 el partido Conservador Católico[29]según el historiador René León, este partido no tuvo un programa escrito que señalara sus doctrinas y orientara sus rumbos en un sentido determinado, sin embargo los acontecimientos históricos y los electos que integraron sus filas lograron delinearle una psicología política inconfundible, estaba compuesto por los antiguos estanqueros que habían preconizado la corrección administrativa; la añosa aristocracia colonial; grupos de personas independientes, conocidos como "ultramontanos" más decididos, que respaldaban al arzobispo y rechazaban el Patronato Eclesiástico[30]y el partido Nacional[31]que quiso mantener en lo posible el espíritu de los antiguos pelucones, sentado como divisa el absoluto mantenimiento del orden público. Su lema fue "Libertad dentro del Orden". Sin embargo, el partido Nacional[32]tuvo como base vinculaciones de carácter personal, derivados de la adhesión hacia el presidente Manuel Montt Torres y su ministro Antonio Varas de la Barra [33]por eso fue llamado por sus detractores "Montt-Varistas", sostenían el autoritarismo portaliano y la primacía del Estado sobre la Iglesia.

Luego nace el partido Liberal (1859), liderado por José Victorino Lastarria Santander[34]integrado por ex-pipiolos, vialistas y errazuristas. Originariamente, inspirados por el movimiento intelectual de 1842, propugnaba la separación de la Iglesia y el Estado, la ampliación de las libertades civiles y el sufragio, y la limitación de la autoridad del Ejecutivo. Las fuerzas liberales llegaron al poder en 1861 y permanecieron en el poder hasta 1891, durante la denominada República Liberal.

El partido Liberal declara que su doctrina fundamental da predominio a la "justicia, libertad y dignidad humana", presentaba un programa político que establecía los siguientes principios o postulados, como: supresión de estados de sitio y facultades extraordinarias otorgadas al presidente de la república, promulgar de una nueva Constitución Política; abolición de la reelección presidencial; descentralización administrativa; que el poder judicial fuese elegido por el pueblo; ampliación del derecho de sufragio; libertad de imprenta, así como la abolición de los fueros. Además, es importante considerar que, el partido Liberal se opondrá constantemente al Gobierno del Presidente Montt.

A partir de estos sucesos se puede determinar que se inicia la competencia partidista en Chile, ya que, liberales, conservadores católicos y nacionales plantean programas concretos de Gobierno, dotándose de una organización permanente y compitiendo por los cargos públicos.

La segmentación del partido Pelucón en Conservadores y Nacionales dejó al gobierno de Montt Torres en una situación bastante peculiar, dado que quedaron a un lado, apoyándolo los Nacionales; pero, en cambio, quedaron en la oposición liberales y conservadores.

Así, los conservadores católicos buscaron el entendimiento con los liberales para combatir a Montt y Nacionales, surgiendo así la Fusión Liberal-Conservadora, que se enfrentaría a los gobiernistas en las elecciones parlamentarias de 1858. Las causas de la violenta oposición de la fusión obedecían al propósito común de ambos partidos de obtener una reforma constitucional que limitaba las facultades omnímodas del Poder Ejecutivo y, que garantizaba las libertades individuales, además, al deseo de terminar con las facultades extraordinarias que otorgaban al Gobierno para recluir y desterrar ciudadanos ante la menor rebelión política; y de hacer funcionar adecuadamente el sistema popular representativo. También, fue causa determinante de la oposición, la candidatura de Antonio Varas, que había levantado el partido de Gobierno para suceder al Presidente Montt.

En aquella época, subsistía aún la costumbre de impedir durante las elecciones el libre ejercicio de la soberanía popular. Pues el gobierno, desde el Presidente de la República hasta el último gobernador, dirigía y controlaban a su arbitrio los comicios electorales.

Ante la fusión Liberal-Conservadora, el gobierno de Montt reaccionó violentamente, decretando estado de sitio y endureciendo sus medidas en contra de la oposición. Así en un ambiente de descontento, estalló en enero de 1859 una revolución, la cual se propagó por Copiapó, La Serena, San Felipe, Talca, Concepción y otras ciudades. Todos los focos revolucionarios fueron rápidamente sofocados, excepto el de Copiapó, donde el Pedro León Gallo formó un pequeño ejército con el que se enfrentó a las fuerzas de gobierno. Y tras ser derrotado en la Batalla de Cerro Grande, el 29 de abril de 1859 se dirigió a Argentina, hecho que cerró la crisis revolucionaria.

La oposición temía que el presidente Montt impusiera para el próximo período presidencial a Antonio Varas. Sin embargo, en un gesto conciliador, renunció a su candidatura. Ante esta situación, el partido Nacional eligió a José Joaquín Pérez Mascayano[35]como candidato a la presidencia, saliendo elegido por unanimidad de los electores.

Posteriormente, un grupo de opositores al Gobierno de Montt rechazó la alianza con los conservadores ultramontanos y constituyó un nuevo partido político: el Partido Radical (1863). La nueva colectividad rompió con la Fusión Liberal-Conservadora, consagrando su actividad a la difusión de su programa político. Durante su periodo de origen, el partido Radical mantuvo un punto de vista liberal ortodoxo del siglo XIX, profundamente influenciado por los ideales del radicalismo francés e italiano.

Los principios básicos de dicho radicalismo eran: sufragio universal, libertad de prensa, libertad de asociación igualdad ante la ley, y educación obligatoria, gratuita y laica. El radicalismo en Chile, nació como reacción contra el autoritarismo oligárquico y por la defensa de las libertades individuales.

A poco de formarse el partido Radical, se agruparon en el partido elementos provenientes de la insipiente clase media, que en aquella época comenzaba a levantarse. Una característica importante del partido Radical fue su carácter antirreligioso, en aquella época, y especialmente después de que la fusión gobernaba al país, la influencia del clero se iba haciendo cada vez mayor.

Manuel Antonio Matta Goyenechea[36]fue elegido diputado por Copiapó en 1855 y, reelegido en 1858. Junto a algunos jóvenes reformistas, se separó del Partido Liberal, en 1857. Todos ellos se agruparon e identificaron con el nombre de radicales, en asambleas locales en Copiapó en 1853, La Serena en 1864, y Santiago y Concepción en 1865. Su mecanismo de difusión fue el periódico "La Asamblea Constituyente", obteniendo sus primeros diputados radicales en 1864. Matta había resumido sus postulados en: "Reforma de la Constitución, enseñanza laica, descentralización administrativa y libertad electoral".

Lo que no sólo dieron origen a los partidos políticos y a organizaciones sociales, sino que también a subculturas, definidas por lo general, por su cercanía o rechazo a la Iglesia y a sus opciones políticas.

A partir de 1860, la política chilena entró en un período de transformaciones, los que implicaron la aprobación de importantes reformas con un claro tilde liberal y de modernizaciones.

Entre las reformas, cabe destacar el establecimiento de la Libertad de Culto Religioso en 1865, mediante la aprobación de una Ley interpretativa del Artículo 5° de la Constitución Política de 1833. Artículo que prohibía el ejercicio público de cualquier religión que no fuera la Católica. La nueva ley autorizó el "ejercicio privado" de las denominadas religiones disidentes –protestantes-. Modificación muy bien recibida por las colonias inglesas y alemanas que residían en Chile.

Además, en este periodo se llevó a cabo la primera reforma constitucional; ella prohibió la reelección presidencial para el periodo inmediato, colocando fin a los denominados gobiernos de decenios.

Al proceso de liberalización del sistema político de la sociedad chilena, contribuyó de forma significativa el Club de la Reforma de Santiago, con filiales de esta organización en todo el país. La inauguración oficial del Club de Santiago, tuvo lugar el 4 de septiembre de 1868. Encabezado por sectores nacionales, de preferencias avanzadas, como: José Tomás y Manuel Jerónimo Urmeneta García, Ignacio Zenteno Gana, Justo y Domingo Arteaga Alemparte, Juan Pablo Urzúa, fundador del diario "El Ferrocarril", y Francisco Puelma y de jóvenes nacionales, incluso de los hijos de los vetustos Montt-Varistas, Vicente Reyes Palazuelos, Luis Martiniano Rodríguez, José Manuel Balmaceda Fernández, Augusto y Eduardo Matte, Eduardo Mac-Clure.

El Club de la Reforma, pronto se convertiría en un centro propiciador de diversas transformaciones políticas de índole liberal, como la libertad religiosa, electoral, de prensa y propiciaba además, la separación definitiva de la Iglesia y del Estado.

Dichos divergencias que giran en torno a las relaciones entre el Estado y la Iglesia, situación que ocupa varias sesiones en el Parlamento y generando expectación de pública. Finalmente, la fisura entre liberales y conservadores se origina por la Ley de Libertad de Enseñanza, dictada en 1872. Con ello las instituciones de enseñanza privada dejan de someterse a la tutela del Estado. En tanto liberales y radicales se resisten a la ley, declarándola inconstitucional, pues no respeta el principio de Estado Docente contenido en la Constitución Política de 1833. A partir de dicho conflicto los conservadores se alejan del gobierno. Tras la ruptura con los conservadores, el Presidente Errázuriz creó el Partido Liberal de Gobierno, el cual constaba de cuatro elementos distintos: 1. algunos terratenientes, representados por el senador de Maule José Manuel Encina, y el senador de Curicó Manuel Valenzuela Castillo, aportaban una base electoral auténtica o legítima, que se unía al Gobierno, en la provincia o departamento donde estaba radicada la hacienda o la influencia del patrón. 2. por hombres inteligentes y preparados, que apetecían figurar como ministros, funcionarios o diplomáticos, carentes de raíces electorales propias. 3. magistrados y funcionarios públicos, que el presidente escogía en vista de su docilidad y de las seguridades que ofrecía su adhesión, carentes de escrúpulos, tenía un alto valor moral, competencia administrativa y cierta experiencia en lo político. 4. liberales sueltos, doctrinarios, luminarias, se sometían al presidente y le aportaban el concurso de su prestigio. Algunos de sus representantes fueron: Domingo Santa María, José Victorino Lastarria y Miguel Luis Amunátegui, hasta Isidoro Errázuriz, José Manuel Balmaceda, Marcial Martínez, Mariano Sánchez Fontecilla, Augusto y Eduardo Matte, Aníbal Zañartu, Julio Zegers, entre otros. Se designaban como liberales doctrinarios, sueltos, luminarias o liberales a secas.

Al finalizar el gobierno de Aníbal Pinto Garmendia, el partido Conservador, unido a sectores disidentes de liberales y de nacionales, pretendieron llevar a la Presidencia a Manuel Baquedano González. A pesar de la indiscutible popularidad del General, la maquinaria electoral del Gobierno impuso como Presidente de Chile Domingo Santa María González.

El cual llevó, la Guerra del Pacífico en su segunda etapa y consiguió concluirla con logros importantes para el país. Ocupó Lima y firmó el Tratado de Ancón el 29 de octubre de 1883, con los que se puso término al conflicto. Un año más tarde, firmó el Pacto de Tregua con Bolivia.

A partir de los conflictos entre el Estado e la Iglesia, se llegó a un rompimiento de relaciones diplomáticas con la Santa Sede. Sin embargo, a pesar de la tenaz oposición del Partido Conservador, los liberales lograron la mayoría parlamentaria, y se promulgaron entre 1883 y 1884 las denominadas Leyes Laicas: de "inhumación de cadáveres" y la de "matrimonio civil".

Partes: 1, 2

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