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La poesía española en el Siglo XX (página 2)




Enviado por Eugenia Sol



Partes: 1, 2, 3

  • Tras la guerra aparecerán en América dos libros de poemas: El contemplado (1946) y Todo más claro (1949). Después de su muerte, se publica en España Confianza (1955). En todos ellos aparece una lucha entre su fe en la vida y los signos angustiosos que ve a su alrededor.

  • Significación

    La poesía de Salinas es ingeniosa y bella. Pero lo que más sobresale es su autenticidad. Por debajo de su perfección, se aprecia siempre una cálida sensibilidad humana. Y, por encima de todo, Salinas queda como gran poeta del amor, dentro de su grupo poético. La poesía es para él un modo de acceso a las honduras de la realidad, a la esencia de las cosas y experiencias vitales.

    Su lenguaje poético es, aunque solo en apariencia, sencillo: por eso Lorca llamaba «prosías» a los poemas de Salinas. También su métrica es sencilla: prefiere los versos cortos, la silva, pero renuncia casi siempre a la rima. Se trata de una lengua y unos versos rigurosamente trabajados.

    Jorge Guillén

    Poética y obras

    Guillén fue el máximo representante de la poesía pura. Su estilo está al servicio de dicha depuración. Usa un lenguaje sumamente elaborado, sometido a un riguroso proceso de eliminación y de selección; renuncia a la musicalidad fácil y a otros recursos que podrían tocar directamente la sensibilidad del lector. Por ello, su poesía puede producir en el lector una primera impresión de frialdad y resulta frecuentemente difícil, dada su extrema condensación.

    • Cántico: Las cinco partes en que este se divide presentan un desarrollo paralelo: entre un amanecer y un anochecer, se desarrolla un proceso poético luminoso, centrado en un radiante poema de mediodía. La palabra Cántico, que le da título, supone acción de gracias o de alabanza. La poesía de Guillén, en este libro, es expresión de entusiasmo ante el mundo y ante la vida. El amor no es sufrimiento, sino suprema cima del vivir. Y, ante la muerte, adopta una actitud de aceptación serena.

    • Clamor: Clamor se opone, en cierto modo, a Cántico; el título equivale ahora a gritos de protesta ante los horrores y las miserias del momento histórico. El optimismo del poeta no le impide ver las «discordancias» del mundo. Así, los poemas de este nuevo ciclo dan testimonio del mal, del desorden; el poeta clama contra la confusión, las injusticias, la miseria, las torturas, las persecuciones, la opresión, el colonialismo, las guerras y el terror atómico; el tema de España se halla especialmente presente. Sin embargo, ante todo ello, la poesía de Guillén no será una poesía de angustia o desesperanza, sino de protesta, actitud positiva. La denuncia no empaña su fe en el hombre y en la vida. No cede nunca al desánimo. El estilo sigue siendo tan riguroso como antes, pero está ya lejos de la «poesía pura».

    • Homenaje, Y otros poemas, Final: Si Cántico y Clamor formaban como un díptico —cara y cruz de la realidad—, en 1967 se añade Homenaje, de contenido muy distinto: recoge poemas a diversas figuras de la historia, las artes y las letras, desde Homero a los contemporáneos. Y otros poemas y Final dan fe de la incesante creación de Guillén y contienen páginas hermosas, aunque no añaden nada esencial a su obra.

    Significación

    La obra de Guillén es un caso infrecuente de poesía equilibrada, llena de «salud espiritual». En definitiva, y según sus propias palabras, es «cántico a pesar de clamor». Su prestigio fue inmenso en su generación. Hoy la crítica ve en él a uno de nuestros máximos poetas contemporáneos, y Cántico es considerado como uno de los libros más importantes de la lírica europea del siglo XX.

    Gerardo Diego

    Poética y obras

    La poesía de Gerardo Diego sorprende, ante todo, por su inusitada variedad de temas, de tonos y de estilos. Su obra presenta dos direcciones: la poesía de vanguardia y la poesía «clásica» o «tradicional». Ambas modalidades han sido cultivadas paralelamente por el autor, aunque con un progresivo dominio de la segunda.

    • El romancero de la novia, compuesto en 1918, está impregnado aún de un tono becqueriano. Pero ese mismo año comienzan sus experiencias vanguardistas. Como dijimos, Gerardo Diego destaca como representante español del creacionismo. Así, en Imagen y Manual de espumas, compuestos entre 1918 y 1922, encontramos esa poesía de libre imaginación, al margen de toda lógica y de referencias precisas a la realidad inmediata.

    • Sin embargo, por los mismos años, prosigue su obra de corte tradicional. Versos humanos (1918-1924) reúne canciones, glosas, sonetos.

    • En 1941, Gerardo Diego publicó la Primera antología de sus versos. Gracias a esta y otras antologías conocemos muestras de otros libros que han ido quedando inéditos. De entre los publicados posteriormente a aquella fecha están Biografía incompleta (1953), Paisajes con figuras (1956) y La suerte o la muerte (1963).

    Significación

    Variedad, gracia y perfección son los atributos con que esta poeta se sitúa en el grupo del 27, ejemplo de la síntesis entre tradición y renovación. Una gran maestría técnica, un absoluto conocimiento de los recursos del verso y del lenguaje caracterizan su obra de uno u otro tipo. Con igual dominio aborda los temas ligeros y los asuntos profundos. Sabiduría y sensibilidad confieren su unidad y valor a una obra tan amplia y variada como la de Gerardo Diego.

    Dámaso Alonso

    Poética y obras

    Dámaso Alonso se ha llamado a sí mismo «poeta a rachas». Sus momentos de creación intensa se hallan separados por largos lapsos de tiempo. Por ello ocupa una posición muy particular con respecto al grupo del 27. Fue compañero de aquellos poetas, pero su producción más importante desborda los cauces poéticos del momento y desemboca en nuevas preocupaciones.

    • Fue un pionero de la poesía pura. Su primer libro, escrito entre 1918 y 1921, lleva el significativo título de Poemas puros, poemillas de la ciudad. Y el mismo carácter tiene su libro siguiente, El viento y el verso (1923-1924). No se trata, con todo, de poesía deshumanizada; su «pureza» radica más bien en su sencillez, en su transparencia, a veces voluntariamente ingenua. Algunos poemas son entrañables juegos líricos; otros son muestra de hondura religiosa.

    • Veinte años más tarde, en 1944, Dámaso Alonso sorprende con un libro estremecedor: Hijos de la ira. Obra fundamental de la posguerra, se sitúa en el centro de lo que su mismo autor ha llamado «poesía desarraigada»; es decir, la que componen aquellos para quienes el mundo es «un caos y una angustia, y la poesía, una frenética búsqueda de ordenación y de ancla». Se trata, pues, de una poesía existencial. Hijos de la ira es, por una parte, un inmenso grito de protesta, contra la crueldad, el odio, la injusticia. Por otra, una serie de angustiadas preguntas a Dios sobre el sentido de la vida y sobre la mísera condición del hombre.

    • Del mismo año (1944) es Oscura noticia, impregnado igualmente de angustia y desazón. Hasta 1955 no aparecerá el libro Hombre y Dios, que sigue respondiendo a un diálogo apasionado con el Creador, acerca de los eternos temas del vivir humano.

    Vicente Aleixandre

    Poética y obras

    Atendiendo a la visión del mundo que subyace en sus poemas, se distinguen en su trayectoria tres etapas:

    Primera etapa

    Su visión inicial del hombre es radicalmente pesimista: el hombre es solo imperfección, dolor, angustia; un ser frágil y vulnerable. Aleixandre parece envidiar al vegetal, al mineral. Y su aspiración profunda sería volver a la tierra, fundirse con la Naturaleza para participar, insensible, de su gloriosa unidad.

    Siete libros corresponden a esta etapa, pero, entre todos ellos, destacan dos grandes obras: La destrucción o el amor (1932-1933), donde la pasión amorosa se confunde con la pasión por una muerte liberadora. Encierra esta obra algunos de los poemas amorosos más intensos que se han escrito en nuestra lengua y en nuestro tiempo; Sombra del Paraíso (1939-1943) es, sin duda, la obra cumbre de Aleixandre. Desde este destierro, el poeta recuerda o imagina un prodigioso edén, libre de sufrimiento y de muerte.

    Segunda etapa

    Entre 1945 y 1953, escribe Historia del corazón, libro que supone «una nueva mirada y una nueva concepción». La novedad, o cambio profundo, radica en que el hombre es mirado ahora positivamente. Sigue siendo una criatura desvalida, que sufre, pero ahora el poeta admira «su quehacer valiente y doloroso». La palabra clave de esta etapa sería solidaridad.

    Tercera etapa

    A los setenta años, sorprende Aleixandre con un nuevo giro y una nueva cima de su obra: Poemas de la consumación (1968). En él, ve la juventud como «la única vida» y canta con un tono a la vez sereno y trágico la consumación de su existir. El estilo se ha hecho más escueto, más denso, y vuelve a dar entrada a elementos ilógicos y surrealistas de incalculable hondura. Y no sabemos qué admirar más, si tal plenitud del personaje poético o la impresionante entereza humana del autor.

    Rafael Alberti

    Poética y obras

    La poesía de Alberti asombra por la gran variedad de temas, tonos y estilos. En su producción alternan la poesía pura, lo tradicional, lo barroco y lo vanguardista; el humor, el juego, la angustia y la pasión política.

    • Marinero en tierra (1924) es un libro magistral. Su inspiración básica es la nostalgia de su tierra gaditana, de su mar y de sus salinas, recordados desde Madrid con vehemente deseo de evasión. Los versos rezuman luz, blancura y color. En su mayor parte, se inspiran en aquellas formas ligeras de lírica tradicional. Pero hay también sonetos perfectos.

    • Entre 1926 y 1927, escribe Cal y canto, libro que supone un notable giro hacia el barroquismo culto y la vanguardia. Por una parte, rinde tributo a la moda gongorina con sonetos, composiciones en tercetos, romances cultos y hasta una «Soledad tercera», en homenaje a Góngora. Por otra parte, también incluye poemas vanguardistas.

    • Sobre los ángeles es uno de los libros claves de su generación; en esta época las ideas y las creencias del poeta se tambalean. Lo primero que en él se aprecia es la singularidad del lenguaje poético; sigue en la órbita del vanguardismo, pero la técnica usada ahora es surrealista. Como en el caso de Lorca, a quien Alberti se anticipa, la imagen surrealista se presta para expresar una honda zozobra interior. Los «ángeles» simbolizan, entre otras cosas, la crueldad, la tristeza, la desesperanza y la muerte. Así se advierte en algunos títulos: «El ángel de la ira», «Los ángeles bélicos», «Los ángeles crueles», etc.

    • Poesía «civil»: En 1931 inicia Alberti una línea de poesía social y política («civil» la llama él). Uno de sus nuevos libros lleva el significativo título de El poeta en la calle (1931-1936). Le siguen De un momento a otro (1932-1938), Entre el clavel y la espada (1939-1940), etc. Se trata, en general, de una «poesía de urgencia», menos atenta a lo estético, a veces panfletaria.

    • Poesía del exilio: La obra compuesta durante su largo exilio es extensa (se ha publicado en España una amplia selección titulada Poemas del destierro y de la espera). Prosigue con la «poesía civil» (Coplas de Juan Panadero, La primavera de los pueblos, etc. Por otra parte, su añoranza de España se ve reflejada en Retornos de lo vivo lejano (1948-1956) o Baladas y canciones del Paraná (1953-1954).

    Luis Cernuda

    Poética y obras

    Se caracteriza por una personalidad solitaria y dolorida, por una sensibilidad exacerbada y vulnerable. Ni en su vida ni en su poesía ocultó su condición de homosexual, y su conciencia de ser una criatura marginada por ello explica, en gran parte, su desacuerdo con el mundo y su rebeldía. Y admite ser un «inadaptado», con «cierta vena protestante y rebelde». Su singularidad y su aislamiento explican también el lugar especial que ocupa dentro del grupo del 27.

    Le singulariza, ante todo, el sustrato romántico de su mundo poético. Su centro temático es un doloroso divorcio entre su anhelo de realización personal (el deseo) y los límites impuestos por el mundo que lo rodea (la realidad). Sus temas dominantes serán la soledad, la añoranza de un mundo habitable, el ansia de belleza perfecta y, sobre todo, el amor.

    Su nueva lengua poética surge de un triple rechazo. Desecha los ritmos demasiado marcados; en especial, cultiva el versículo, aunque volverá a veces a metros tradicionales. Rechaza también la rima. Y, sobre todo, huye del lenguaje brillante y rico en imágenes, para ceñirse al «lenguaje hablado y el tono coloquial»: se percibe sutilmente la lectura constante de sus dos poetas españoles preferidos: Garcilaso y Bécquer.

    Desde 1936, Cernuda reunió sus diversos libros bajo un título común: La realidad y el deseo.

    • Su primera producción fue Perfil del aire (1924-1927), dentro de la línea de poesía pura, con versos cortos y tono adolescente. Le sigue Égloga, elegía y oda (1927-1928), perfectas asimilaciones de nuestros metros clásicos; pero no es Góngora quien preside estos ejercicios, sino Garcilaso.

    • En su estancia en Francia, lee poesía surrealista. Surge así su libro Un río, un amor (1929), con poemas en alejandrinos sin rima, en versículos, en los que «el malestar y la osadía» que le atraían del surrealismo se mezclan con sus problemas íntimos. En la misma línea está Los placeres prohibidos (1931), que contiene algunos de los poemas más bellos de Cernuda.

    • Sin embargo, ya en este libro abandona a veces el lenguaje surrealista para encontrar su tono más personal, que se consolida en el libro siguiente: Donde habite el olvido (1932-1933), título inspirado por un desolado verso de Bécquer. Invocaciones (1934-1935) cierra su poesía anterior a la guerra. Destacan en él varios largos poemas, como «El joven marino» o «Soliloquio del farero», uno de los poemas más hermosos que se hayan escrito sobre el tema de la soledad.

    • Durante la guerra y los primeros tiempos de su destierro, compone Las nubes (1937-1940). Hay en este libro algunos poemas inspirados por la realidad del momento; así, un poema a la muerte de García Lorca y dos «Elegías españolas». Siguen, ya en el exilio, Como quien espera al alba (1941-1944), Vivir sin estar viviendo (1944-1949), Con las horas contadas (1950-1956) y Desolación de la quimera (1956-1962). Algunos de estos títulos hablan por sí solos de su incurable amargura, a veces rota por momentos pasajeros de exaltación o serenidad (sobre todo en sus últimos años). A veces aparece el tema de la patria perdida, recordada con añoranza o rechazada con desesperación de desarraigo. Otras veces evoca la Grecia clásica y pagana. En estos libros, prosigue la depuración estilística iniciada antes de la guerra y alcanza la plena madurez de una lengua poética fundada, no ya en la riqueza de imágenes, sino en sugerencias.

    Emilio Prados

    Poética y obras

    • Sus comienzos poéticos están marcados por un doble signo: las formas populares y la influencia de Juan Ramón Jiménez. Así es en los poemas que compone hasta 1928, recogidos en libros que van de Tiempo a Cuerpo perseguido. Aparecen temas como la soledad, el sueño, la «eterna pasión del tiempo» y el ansia de eternidad, entretejidos con la presencia de un cielo y un mar de resonancias simbólicas.

    • También en Prados hay una etapa surrealista que coincide (como en otros poetas del grupo) con un momento de crisis. Dos libros, escritos entre 1932 y 1935, dan testimonio de ello: La voz cautiva y Andando, andando por el mundo. En ellos ya se encuentran muestras de sus preocupaciones sociales.

    • Sigue una breve etapa de poesía política. Así, el libro Llanto en la sangre (1933- 1937) incluye romances sobre la revolución minera de Asturias en 1934 («Llanto de octubre») o sobre la Guerra Civil (se hizo famoso el que comienza «Tengo un hermano en el frente»). Igualmente, entre 1936 y 1937 compone el Cancionero menor para los combatientes, de nuevo en ágiles metros de cancioncilla, con momentos muy hondos.

    • En el exilio, compone, entre otros, Jardín cerrado (1940-1946). Como sugiere el título, vuelve Prados a encerrarse en su intimidad y a ahondar en los problemas existenciales,y metafísicos. Junto a ello, como en otros poetas del destierro, se hace punzante su nostalgia de la tierra española. Su lengua poética alcanza una cima de condensación y de profundidad.

    Significación

    Como Altolaguirre. Prados ha sido colocado injustamente en una segunda fila dentro del grupo del 27. Es cierto que no resulta fácil penetrar en su poesía, no por retorcimientos barrocos, sino por su densidad y ensimismamiento. Es, sin embargo, una poesía muy bella y muy elaborada, incluso cuando presenta la apariencia de cantarcillos tradicionales.

    Manuel Altolaguirre

    Poética y obras

    En 1931, Altolaguirre decía que «el poeta, como todo enamorado, tiene que mirar con buenos ojos a la vida, que es la mejor musa, y con la que, al fin y al cabo, realizará sus obras». Su obra poética es cálida y transparente. Junto a su gracia andaluza, canta al amor, o a la soledad, o la muerte, con tonos que han sido calificados de románticos. Lo cierto es que no se hallarán, en su obra, huellas de la deshumanización o de las audacias vanguardistas. Reconoce las influencias de Juan Ramón, de Aleixandre, de Cernuda y de Prados, y también de Lorca y Alberti.

    Rasgo sobresaliente de su producción es la musicalidad. Ello es patente en todas las formas que cultivó, con predominio de los versos cortos, y las estrofas leves de raíz tradicional.

    Destaca, entre sus libros, Las islas invitadas, publicado en 1926 e incrementado con nuevos poemas en los años sucesivos (1936, 1944, 1946). Otros títulos de su primera época son Ejemplo (1927), Poesía (1930-1931) y Soledades juntas (1931).

    Federico García Lorca

    Se estudia en el capítulo siguiente.

    La poesía de Federico García Lorca: Poética. Evolución (del Libro de poemas a los Sonetos del amor oscuro)

    EL AUTOR

    Nació en Fuentevaqueros (Granada) en 1898. En Granada inició las carreras de Letras y Derecho (solo terminaría la segunda). Además, estudió música con pasión y fue amigo entrañable de Manuel de Falla. En 1919 se instala en la Residencia de Estudiantes de Madrid, y traba relaciones con escritores consagrados (Juan Ramón), con artistas jóvenes (Dalí, Buñuel…) y con los poetas que constituirán su grupo poético. Su person alidad y su obra pronto lo pondrán a la cabeza del grupo.

    Durante el curso 1929-1930 marcha a Nueva York como becario, experiencia que lo marcará profundamente. De regreso a España, funda en 1932 La Barraca, grupo teatral universitario con el que recorre los pueblos de España representando obras clásicas. En 1933 hace un viaje triunfal a Buenos Aires, donde sus dramas obtienen un gran éxito. Y, de nuevo en España, prosigue su trabajo de poeta, autor dramático, director escénico, conferenciante…

    Su labor le ha granjeado la máxima admiración y numerosos homenajes, pero también mezquinas envidias. Y su acercamiento cada vez mayor al pueblo le atrae odios, que condujeron a su asesinato a comienzos de la Guerra Civil, en agosto de 1936.

    La personalidad de Lorca ofrece una doble cara: por un lado su vitalidad
    arrolladora, desbordante de simpatía; por otro, un íntimo malestar,
    un dolor de vivir, un sentimiento de frustración, como anuncio de su
    trágico destino.

    POÉTICA

    García Lorca se mueve en un campo de tensión dialéctica entre dos fuerzas principales, vanguardia y tradición. La vanguardia ha de situarse en primer lugar porque es el hecho nuevo con el que se encuentra el escritor en el panorama de su tiempo. A su vez, vanguardia implica presente y futuro, atención a lo nuevo, invención como actitud enfrentada a la idea del arte como imitación o copia de la realidad.

    En el plano de la escritura, el procedimiento privilegiado para reflejar esa voluntad de crear en vez de copiar, el vehículo de la autonomía del objeto estético, es la metáfora, la imagen. Lorca advertirá que Góngora «inventa por primera vez en el castellano un nuevo método para cazar y plasmar las metáforas y piensa sin decirlo que la eternidad de un poema depende de la calidad de sus imágenes.

    Un resultado de ese impulso hacia lo nuevo y hacia lo concreto consiste en una forma nueva de atención hacia el pasado. Mira a la tradición, en sus dos vertientes, popular y culta, con ojos de vanguardista. El arte nuevo, además de por sí mismo, sirve de filtro para seleccionar el diálogo con el pasado y verlo en función del presente.

    En esa perspectiva se encuadra el interés de García Lorca por las formas del arte popular y por el Romancero, despertado por la obra de Menéndez Pidal (Lorca le ayudó a recoger romances en Granada en 1920). Y en otro plano quizá más importante, las lecciones de estilización del material proporcionadas por Juan Ramón Jiménez y por Falla, quien daba una «importancia capital» a la «evocación» de «la verdad sin la autenticidad». Universalidad por singularización, esta es la idea.

    García Lorca, por un lado, adquirió un gran conocimiento de España, del paisaje, de sus gentes y de sus costumbres. Por otro, produce originalidad dentro de formas tradicionales. Además, García Lorca fue un artista muy polifacético y versátil, poeta, dramaturgo, dibujante, periodista y músico. Es un artista completo, por ser consciente de que todas estas actividades obedecen a un impulso común a los diferentes medios expresivos.

    El malestar y la frustración conviven en toda su obra junto a manifestaciones contrarias de creación bulliciosa y alegre. Pero será el tema del destino trágico, la imposibilidad de realización, el elemento que da unidad profunda a su producción poética y también teatral.

    Conjuga inspiración y trabajo, así surge una poesía donde convive la pasión y la perfección, la tradición y la vanguardia, lo popular y lo culto.

    EVOLUCIÓN

    Libro de poemas

    La aparición de Libro de poemas (1921), aunque procede de una selección entre materiales escritos en 1918, 1919 y 1920, tiene todo el valor de un libro adolescente, en cuanto a exposición de posibilidades; lo compuso entre los 19 y los 22 años y se publicó en 1921.

    Expresa la rebeldía del artista contra la norma social y moral. En el libro integra los modelos de Rubén Darío, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez y ciertas huellas de la greguería, del ultraísmo y del creacionismo.

    Domina ya un hondo malestar, evoca con nostalgia su infancia, «paraíso perdido», y frente a su «alma antigua de niño» habla de su «corazón nuevo», dolorido. Parece atravesar una gran crisis juvenil provocada por unas profundas contradicciones vitales.

    Poema del cante jondo

    Escrito en 1921 y publicado diez años más tarde, es el libro de «la Andalucía del llanto». Lorca expresa su propio dolor de vivir a través del dolor que rezuman los cantes «hondos» de su tierra. Lorca quiere hacer una obra, popular y a la vez estéticamente culta, apartándose del repertorio del «colorismo» y el descriptivismo modernista. Frente a esa visión exterior, acierta con una fórmula llena de vida: Pureza frente a la civilización corruptora. Para transmitir esto, se remonta al ideal becqueriano de la poesía natural y breve, actualizado por la economía de medios de las escuelas de vanguardia. No hay aquí telegramas, automóviles o aviones, sino retratos de cantaores antiguos, poemas de la siguiriya, la soleá, la saeta y la petenera.

    Suites

    Está compuesto de manuscritos del archivo García Lorca, de versiones publicadas en revistas de poesía, de textos citados en cartas y de tres suites. Las Suites son un testimonio de sus inquietudes humanas y estéticas. Son temas fundamentalmente que exploran el tiempo, la muerte, todo en un tono pesimista; se han relacionado con el teatro «imposible». Utiliza una métrica menor y los paisajes son melancólicos y transmiten obsesiones como la pérdida del paraíso, el tiempo, la luna, compañera de la muerte. No hay descanso en la naturaleza, ni en el yo, convertido en reflejo de deseos incumplidos.

    Canciones

    Hay aquí poesía pura, vanguardismo, brillantez… pero persiste su nostalgia de la niñez, de la pureza, del mismo modo que se advierte su sensibilidad para los temas trágicos.

    Romancero gitano

    Ver estudio de la obra.

    Oda a Salvador Dalí

    Oda a Salvador Dalí (1926) es un poema inseparable de su amor por Dalí y de su debate con el pintor catalán, que se refleja también en la imagen poética de don Luis de Góngora. En el poema, junto con la métrica de los alejandrinos, hay también un léxico frío y distante.

    Poeta en Nueva York

    La historia textual de Poeta en Nueva York es complicada por las distintas intenciones de su autor entre 1930 y 1936 sobre qué poemas incluir y cómo estructurar y titular el libro.

    Poeta en Nueva York desplaza la mirada y la voz hacia dos terrenos desconocidos: la metrópolis y el propio yo. La ciudad gigantesca es el germen de un cambio radical. Se abre al verso libre, casi versículo en ocasiones, y no busca ser un libro descriptivo aunque parta de impresiones inmediatas: «Geografía extrahumana y ritmo furioso. Geometría y angustia. En una primera ojeada, el ritmo puede parecer alegría, pero, cuando se observa el mecanismo de la vida social, la esclavitud dolorosa de hombre y máquina juntos, se comprende aquella típica angustia vacía que hace imperdonable, por evasión, hasta el crimen y el bandidaje».

    El primer rasgo de ese mundo es carecer de «raíz». De ahí que un tópico tradicionalmente consolador como el amanecer se transforme en la renovación de una pesadilla («La aurora»). Pero esa «angustia dibujada» invade también al yo poético, que ve confusa su identidad («Vuelta de paseo»). En «Asesinado por el cielo», el yo inmerso en la ciudad comprende ahora la imposibilidad del retorno al paraíso, ya sea el de la infancia o el de un mundo comprensible racionalmente.

    Al mismo tiempo se le abre la posibilidad del encuentro con sus semejantes: los negros, los oprimidos, los individuos que pueblan la cara oculta de la urbe.

    El poder del dinero, la esclavitud del hombre por la máquina, la injusticia social, la deshumanización serán los temas de este libro. Una de sus partes está dedicada a los negros, otra raza marginada, y en la que el poeta ve lo más espiritual y delicado del aquel mundo.

    Él mismo dice que un «acento social» se incorpora a su obra. Los poemas son desgarrados gritos de dolor y violenta protesta. La soledad, la frustración y la angustia no son solo del poeta, hay millones de personas que también sufren.

    Formalmente, la conmoción espiritual y la protesta se funden en la técnica surrealista. El verso amplio y las imágenes le sirven para expresar al mundo absurdo e ilógico y para construir visiones apocalípticas. Con este libro, Lorca renueva su lenguaje.

    De entre los treinta y cinco poemas que integran el libro, hay varios que constituyen el eje central: «La aurora» sintetiza toda su visión de Nueva York; también hay que destacar tres odas: «Oda al rey de Harlem», «Oda a Walt Whitman» que aborda el tema de la homosexualidad en términos contradictorios, y «Grito hacia Roma» donde lo religioso y lo social, lo metafísico y lo histórico se funden.

    Poeta en Nueva York es, en definitiva, una implacable denuncia de la sociedad capitalista, en la que todo queda subordinado al poder del dinero, Lorca proyecta en este ambiente, en el que predomina la insolidaridad, la explotación y el racismo, sus propias obsesiones y conflictos fecundos; son el desarraigo afectivo, la pérdida de la identidad personal, la proclamación de la libertad del homosexual. Se identifica con el otro, de ahí el tono de dolor y protesta de la voz del poeta que clama contra las injusticias que percibe y siente.

    Supera en Poeta en Nueva York la estética populista de la poesía tradicional y busca nuevos cauces expresivos en el verso libre de raíz surrealista.

    La influencia surrealista se advierte también en la libertad expresiva,
    la desinhibición erótica en las imágenes visionarias,
    metáforas alucinantes, en el hermetismo e ilogicidad de muchos versos.
    A pesar de todo esto, el sentido general no se pierde nunca y siempre hay una
    estructura que guía el poema mediante repeticiones, símbolos,
    etc.

    Diván del Tamarit

    Lo escribirá entre 1930 y 1935 y se publicará póstumamente en 1940. La poesía árabe clásica sirve de cauce a un lirismo intimista y atormentado que el poeta muestra en estos versos.

    Diván del Tamarit tiene la perfección de la madurez. Ya hemos visto al poeta tratar con todas las versiones de la vanguardia europea y ponerlas en un contacto fructífero con los principales géneros y procedimientos de la tradición hispánica, culta y popular, de los romances a la oda, del flamenco a los versículos de la Biblia, de la escritura automática al rigor gongorino, de los cancioneros a la greguería ultraísta.

    Se ha especulado sobre el papel de la poesía árabe en la construcción del libro. Sabemos que leyó los Poemas arábigo-andaluces, traducidos por Emilio García Gómez (1930) con el estilo de su generación. De esas lecturas pueden venir algunas impresiones.

    Algunas palabras tienen un efecto árabe fascinador. Diván significa «colección de poemas». El Tamarit es el nombre de una huerta vecina a la de San Vicente y propiedad de unos parientes suyos.

    De este modo quiso conjugar lo próximo y lo remoto, lo perdido y lo presente, la vega y la ciudad, en un paisaje extraño y familiar al mismo tiempo, análogo al choque con que se presentan los monumentos árabes a los granadinos, próximos desde la infancia y al mismo tiempo misteriosos.

    Es una voz trágica, donde se condensa el tema sustancial de su mundo, el deseo incesante, solo interrumpido por la catástrofe de la muerte, la dramática movilidad de ese proceso repetido una y otra vez.

    El deseo encarna en el cuerpo con sensualidad apasionada hasta la violencia. La muerte viene de la mano del tiempo, desde sus comienzos, desde la infancia. El tema del niño muerto, procedente de la mitología romántica, se reitera por el libro.

    Llanto por Ignacio Sánchez Mejías

    La elegía por la muerte de su amigo el torero Ignacio Sánchez Mejías (1891-1934) se escribe muy poco después de la cogida mortal y se publica en 1935.

    En sus cuatro partes, de ritmos distintos, vuelven a combinarse lo popular y lo culto; el ritmo de romance o de «soleá» alternan con el verso largo y la expresión directa de imágenes de aire surrealista.

    De la elegía funeral conserva todos los elementos genéricos, excepto el ubi sunt: presentación del acontecimiento, lamento, invitación y magnificación del llanto, panegírico y consolación.

    Sonetos del amor oscuro

    La mayor parte de los sonetos se escribió en Valencia, en 1935. El título Sonetos del amor oscuro es el que ha cristalizado. No se conocían íntegramente hasta hace pocos años. Expresan su experiencia amorosa personal, siempre debatiéndose entre el gozo y el dolor.

    No es automática la identificación «amor oscuro» con «amor homosexual». Aleixandre precisó el sentido de «oscuro»: «Para él era el amor de la difícil pasión, de la pasión maltrecha, de la pasión oscura y dolorosa, no correspondida o malvivida… oscuro por el siniestro destino del amor sin destino, sin futuro». Para Mario Hernández (1984), «el amor cantado es oscuro porque se ofrece, indefectiblemente, asociado a la muerte». José Ángel Valente dice que hay una forma primitiva de la muerte que es la imposibilidad de engendrar, que puede unirse a la «naturaleza no germinativa del amor homosexual».

    Lo oscuro se liga al tema, tratado en toda la obra lorquiana. Sin duda, hay una confesión amorosa muy directa, pero formalmente está contenida en el molde rígido del soneto. Así pues, Lorca vuelve a experimentar con la tradición.

    Sonetos del amor oscuro son una conjunción de elementos procedentes de la insatisfacción del eros: el amor secreto, el amor como muerte y a la vez el amor como vida.

    El Romancero gitano: los personajes, el espacio, los símbolos, la métrica, el estilo

    El Romancero gitano fue publicado por primera vez en Madrid en 1928, en la Revista de Occidente. Lorca debió madurar la idea de escribir sobre el mundo gitano y andaluz durante el verano de 1924; la elaboración fue lenta y coincide en el tiempo con movimientos renovadores en la poesía española y europea.

    El éxito de la publicación en 1928 fue rotundo; después se hizo una segunda edición en 1929 en la misma revista y continuaron otras en 1933, 1935 y 1936.

    En sus obras poéticas anteriores se muestran ya algunos de los temas, símbolos y personajes lorquianos más recurrentes que utilizará en el Romancero gitano: la luna, el gitano, los niños, las mujeres, lo andaluz, la sexualidad, los sueños… ya aparecen en el Libro de poemas; en el Poema del cante jondo recoge la tradición andaluza popular: es una poesía más descriptiva y también más dramática con paisajes, personajes y costumbres que definen el alma andaluza, con temas destacados como la soledad, la angustia existencial, la pasión trágica, el menosprecio por el mundo, el destino y la muerte. Incluso podemos encontrar poemas que anticipan algunos de los romances del Romancero gitano. «Escena del Teniente Coronel de la Guardia Civil» tiene su correspondencia con el «Romance de la Guardia Civil española»; el «Diálogo del Amargo» se relaciona con ei «Romance del Emplazado»; y «La baladilla de los tres ríos» y los poemas de la sección «Tres ciudades» anticiparán los romances de los arcángeles «San Miguel.», «San Gabriel» y «San Rafael». Además, la protagonista de «Amparo» es el mismo tipo femenino de «La monja gitana» y de Soledad Montoya en «Romance de la pena negra»

    Dice el propio Lorca, acerca del Romancero gitano, lo siguiente:

    El libro, en conjunto, aunque se llama gitano, es el poema de Andalucía, y lo llamo gitano porque el gitano es lo más elevado, lo más profundo, más aristocrático de mi país, lo más representativo de su modo y el que guarda el ascua, la sangre y el alfabeto de la verdad andaluza y universal. Así pues, el libro es un retablo de la Andalucía, con gitanos, caballos, arcángeles, planetas, con su brisa judía, con su brisa romana, con ríos, con crímenes, con la nota vulgar del contrabandista, y la nota celeste de los niños desnudos de Córdoba que burlan a San Rafael. Un libro donde apenas si está expresada la Andalucía que se ve, pero donde está temblando la que no se ve. Y ahora lo voy a decir. Un libro antípintoresco, antifolklórico, antiflamenco. Donde no hay ni una chaquetilla corta ni un traje de torero, ni un sombrero plano ni una pandereta, donde las figuras sirven a fondos milenarios y donde no hay más que un solo personaje grande y oscuro como un cielo de estío, un solo personaje que es la Pena que se filtra en el tuétano de los huesos y en la savia de los árboles, y que no tiene nada que ver con la melancolía ni con la nostalgia ni con ninguna aflicción o dolencia de ánimo, que es un sentimiento más celeste que terrestre; pena andaluza que es una lucha de la inteligencia amorosa con el misterio que la rodea y no puede comprender.

    Lorca continúa con la tradición renacentista española de dar a un conjunto de romances el nombre de romancero. No imita un género de poesía popular sino que lo utiliza para crear una poesía personal y culta insertada en la forma tradicional del romance con una narración lírica subjetiva y una visión original de la realidad.

    El título íntegro del libro, Primer romancero gitano, lleva en su adjetivo inicial la marca de novedad artística y significa «primer romancero escrito sobre el mundo gitano». Más tarde se abrevió y a partir de la tercera edición apareció como Romancero gitano, quizá para evitar cualquier expectativa de una posible continuación del poemario.

    El adjetivo propuesto, «gitano», está presente de manera explícita e implícita en todo el Romancero, unas veces de forma directa y otra como detalle.

    Como él mismo apuntaba ya en la cita anterior, el Romancero gitano intenta desmitificar la Andalucía folclorista, la Andalucía del tópico, y lo llamó «gitano» porque para Lorca era el elemento más representativo de la «verdad andaluza».

    Estructura y clasificación

    El libro presenta dos bloques desiguales:

    1) Es el más extenso y consta de quince poemas (del uno al quince). Son los romances propiamente gitanos y contienen la visión personal de Lorca sobre esta raza. El mundo que nos describe es un mundo cerrado que no se parece a ninguna realidad existente. El poeta empezó a crear este mundo imaginado ya en su primer romance cuando vio a la luna acercarse a la fragua para llevarse consigo al niño gitano. Una luna llena que atrae y fascina pero que conduce a la tragedia. En el poema cuarto, la luna no está llena, como en el primero, sino menguante. ¿Qué significa esto? Que este mundo creado se va cerrando; ya no hay salida, solo destrucción («Romance de la Guardia Civil española»).

    2) El segundo bloque lo conforman tres poemas históricos que le sirven al autor para dar su visión subjetiva de momentos históricos legendarios de extracción literaria o contenido religioso.

    Temática

    – El mundo andaluz

    García Lorca recrea la realidad andaluza: tipos, costumbres y actitudes de los gitanos en su paisaje andaluz. Se inspira en su infancia, en sus experiencias y en leyendas de la tierra. Expresa con palabras lo pintoresco de una manera colorista y simbólica, y además penetra en lo étnico y en la esencia misma de la raza.

    El paisaje andaluz sirve de fondo para todas las figuras humanas y actitudes que aparecen en los romances; Córdoba, Sevilla, Granada, el Guadalquivir, etc., delimitan la geografía del Romancero.

    El elemento gitano es el común denominador de todo el libro y representa la libertad, la aventura, la fantasía, la ensoñación y también lo que está al margen de la ley. Hay en todo ello un componente antisocial si tenemos en cuenta que para Lorca lo gitaneas un ideal de conducta: el instinto sexual, el primitivismo, la fatalidad, la violencia, el desprecio a la autoridad, la ruptura de reglas, el amor ilícito.

    Lorca evoca el mundo andaluz y gitano sensorial y sentimentalmente, y recorre un elemento de la tradición viva de un pueblo. Nos muestra al gitano idealizado, convertido en mito, y materializa en él el prototipo de hombre libre que trata de afirmar su individualidad frente al mundo y que sucumbe ante un destino trágico e implacable del que no puede escapar.

    – Denuncia social

    Este tema está muy presente en el libro a través de la figura del gitano y de la Guardia Civil, figuras opuestas que establecen dos extremos del mundo lorquiano. El romance de «La monja gitana» manifiesta otro tipo de denuncia, la represión religiosa de los instintos.

    – El amor, el erotismo y el sexo

    Podemos encontrar en el libro diferentes conceptos de amor: amor frustrado, amor ansiado, amor prohibido, amor imposible, amor incestuoso. Todo el libro está creado sobre una realidad amorosa frustrada.

    El amor en el gitano lorquiano se desprende de sentimentalismo y queda reducido a deseo. No hay un equilibrio entre amante y amado. El ser amado es el objeto de la violencia sexual del amante en muchas ocasiones. El amor físico del gitano tiene mucho de mito. El individuo de Lorca es un individuo marcado por el instinto, el erotismo y el sexo.

    Podríamos hablar de una dualidad sexo-muerte que está muy presente en Lorca. Lo que es símbolo de vida: el deseo, la pasión y el sexo, será precisamente lo que amenaza y anuncia la muerte.

    En el cuerpo del individuo se manifestará esa violencia física y sexual; por ello podemos atribuirle muchos significados: representa lo erótico, lo instintivo, lo biológico, lo social y lo político, pero será en el ámbito erótico donde podemos relacionarlo con el otro.

    La homosexualidad tiene un papel muy importante en este contexto porque es un tabú social y es, en definitiva, una manifestación individual ante una rigidez social que está representada en el Romancero gitano por la Guardia Civil.

    Lorca desafía a toda una ideología considerando al homosexual como el individuo más liberado y a la vez más reprimido de la humanidad. El homosexual es el otro y es la figura del dolor. Lo erótico, el amor homosexual que presenta Lorca en su poesía no es una manifestación positiva exclusivamente del cuerpo y de la libertad individual del ser humano, es también una denuncia de la moralidad represora, es, además, frustración y sentimiento de culpa, es una obsesión por el deseo.

    El amor homosexual está condenado al fracaso y el deseo es reprimido por una sociedad que limita al ser humano y lo «castra».

    – La violencia y la muerte

    La violencia dirigida hacia los marginados irrumpe todo el tiempo en el paisaje poético lorquiano. Tanta violencia aislada, tanta muerte individual desembocarán en la destrucción y muerte colectiva, por ejemplo, en el «Romance de la Guardia Civil española».

    Cuerpos heridos, mutilados que manifiestan esta violencia física son también violencia represiva contra la ideología cultural.

    La sangre es la esencia de la vida y su derramamiento es la esencia de la muerte. Esa expresión que aparece en algunos de los poemas del Romancero, «sangre ardiente» puede entenderse en el contexto de los dos opuestos: deseo sexual = vida, y violencia física = muerte.

    Lorca transmite el dolor y la frustración a través de la palabra y nos muestra una oposición recurrente en la poesía lorquiana: el conflicto entre las instituciones opresivas, por un lado, y el deseo de libertad del individuo, por otro.

    El dolor de los personajes que Lorca nos muestra a través de su poesía manifiesta la opresión y la soledad del individuo. Presenta un mundo donde los personajes van perdiendo su identidad, son despojados de lo material y también se pierden o buscan sin encontrar sentimientos. Nada los ata a este mundo para permanecer en él.

    – El destino trágico

    El tema del destino trágico aparece bien definido en el libro y centrado en el personaje de la Pena. Muchos de los romances se adentran en el mundo de las fuerzas ocultas y del destino trágico del hombre.

    PERSONAJES

    Los personajes del Romancero son tipos individuales que representan al colectivo de su raza, la gitana. Son seres instintivos en los que destaca el primitivismo.

    Lorca describe diferentes tipos humanos en sus romances: el niño, el adolescente, la soltera, la casada infiel, la madre, el hombre con sus instintos más primitivos, la figura opresiva representada por la Guardia Civil; pero, en definitiva, existen tres personajes principales que engloban todos los tipos. El gitano, como personaje que atraviesa todos los romances; la mujer, gitana también, y la «pena», imagen simbólica personificada y que recorre todo el poemario.

    También podríamos hablar de un personaje colectivo, opresivo, represor, la Guardia Civil, que representa lo civilizado frente a lo primitivo de los anteriores. La ley y la norma frente a la libertad y al individualismo.

    Antes de pasar a hacer un análisis más detallado de estos «personajes» del Romancero anticipemos una visión global de los mismos:

    La mujer del Romancero está movida por el deseo, por la frustración o por el dolor; el hombre actúa por el instinto, la dominación y la «pena», esa «pena negra», «pena andaluza», que recorrerá cada verso como hilo conductor humanizándose en cada uno de los tipos descritos y personificándose como un personaje más del Romancero. Será el amor, la envidia, el ansia de libertad y el destino trágico lo que determina la actitud de cada uno.

    – El elemento gitano es el común denominador de todo el libro y representa la libertad, la fantasía y la ensoñación, lo trasgresor y lo que es está fuera de la ley, pero a la vez es para Lorca un ideal de conducta, por lo que podemos ver un matiz antisocial fuertemente arraigado: desprecio a la autoridad, instinto sexual desatado, amor ¡lícito, ruptura de reglas, fatalidad, violencia y muerte.

    – Lo que mueve a los personajes del Romancero es el valor y la ausencia de miedo; la aceptación de la realidad y del destino no se cuestiona. Son anárquicos, se sienten libres aunque el instinto los arrastra hasta la tragedia; el impulso sexual y el deseo traspasan los límites de lo permitido.

    – Los personajes de Lorca conviven en un mundo de constantes transformaciones donde lo natural y lo sobrenatural van juntos y se metamorfosean creando imágenes sorprendentes, amalgamando imaginación y realidad, subjetividad y objetividad, lirismo y narración-descripción, con su trasfondo dramático que traspasa todas las fronteras apareciendo en todos los romances.

    – Elementos naturales se personifican y nos acercan a la mitología.

    – Lorca utiliza a sus personajes para objetivar y a la vez expresar sus sentimientos en ideales. Cada uno de ellos representa diferentes momentos emocionales del poeta. Son los alter ego del poeta.

    – Los personajes se mueven por diferentes fuerzas que determinan sus conductas: el sexo, la pasión, el instinto, las emociones. Se mueven por ilusiones, o mejor dicho, por falta de ellas; no entran en conflictos morales.

    – Cada personaje del libro es conducido por hilos invisibles que lo lleva inevitablemente a la fatalidad. Asumen el destino y este los conduce a la tragedia; no hay lugar para la esperanza. Son primitivos, instintivos, están en conexión con la naturaleza. Tradición y costumbre guiarán su destino.

    A los personajes del Romancero los sitúa en un plano vital individual y colectivo.

    El gitano

    El gitano es personaje pero también es tema de la obra de Lorca, del Romancero gitano. En Lorca es muy difícil separar lo gitano de lo andaluz.

    Lorca llega al tema gitano a través del cante; desde niño había crecido en un ambiente propicio para ello.

    El Romancero gitano lo escribe después de Poema del cante jondo. Aquí el poeta habría profundizado en el alma y en la esencia del cante jondo, lo que es lo mismo que decir en el alma gitana y andaluza. Después, en el Romancero gitano, reviste esas almas con un cuerpo y las dota de individualidad: Soledad Montoya, la casada infiel, Antoñíto el Camborio, etc.

    El gitano que Lorca poetiza no es el gitano que roba, sucio y sin moral; describe al gitano que refleja la raza marginada y que lucha por la libertad de su pueblo y por conservar sus orígenes. El gitano lorquiano es un individuo esencial que vive y siente sin perder nunca de vista lo que es y lo que implican sus raíces.

    Aunque en algunas ocasiones Lorca quiera ser restrictivo y manifestar que «no todo el libro es gitano», rezuma andalucismo por los cuatro costados: personajes, descripciones de ambientes, lugares, símbolos, contextos, alusiones, etc.

    El gitano se idealiza y se convierte en mito. Lorca busca en él el origen y la esencia. Para él simboliza lo primitivo y también lo civilizado, el instinto y la razón. Es el prototipo de libertad que marca su individualidad y singularidad frente al mundo y que está marcado por un destino trágico del que no puede escapar. Marca el contrapunto ante la represión. Su vida estará marcada por la frustración y la tragedia.

    La mujer

    Las mujeres protagonizan los romances. La mujer del Romancero es una mujer que sueña, que ama, que sufre y que vive intensamente pero que está abocada a un destino claro: a la frustración, a la tragedia y a la muerte.

    El hombre primitivo impone su masculinidad sobre la mujer, quedando esta como un ser pasivo y subordinado ante el impulso sexual del varón.

    En «Preciosa y el aire», la mujer es el objeto del deseo sexual del viento: el viento sopla enfurecido y levanta las faldas a Preciosa; se vuelve agresivo por ella y su presencia despierta en él los instintos más agresivos para poseerla. Se inicia la persecución pero Preciosa lo vence y se refugia, aunque la violencia del viento se deja sentir sobre el tejado de la casa donde ella se cobija.

    «Romance sonámbulo». Aparece otra gitana importante en el Romancero: la gitana que siempre espera a su amante en el mismo lugar, esa gitana de cara fresca y negro pelo que está en la baranda y parece encontrarse en un estado de ensoñación, hipnotizada por la luna. La gitana se transforma, sus características físicas se amalgaman con los elementos naturales y su pelo es ahora verde, como los árboles. La gitana quiere acercarse a la luna y en el intento de fusionarse mágicamente con ella, muere.

    «La monja gitana». Aquí el personaje femenino aparece desdoblado a través de la luz. La monja teje y a la vez se traslada a un mundo imaginario donde le lleva la fantasía, que no es otra que la del amor, pero enseguida se da cuenta de que no puede recorrer ese mundo; para ella está prohibido y vuelve a su labor; entonces la luz ya no presenta el desdoblamiento anterior sino que se refleja a través de los rectángulos de la ventana.

    «La casada infiel». Dominado por la anécdota, el romance nos presenta una angustia amorosa, un adulterio, todo descrito mediante una sucesión de metáforas relacionadas con la naturaleza, los lugares, el tiempo, las personas, etc. Todo se metamorfosea, incluido el cuerpo de la gitana:

    «Romance de la pena negra». Es «lo más representativo del libro», según opina el mismo Lorca. Soledad Montoya es la figura arquetípica gitana. La figura femenina encarna la soledad. Se convierte en la pena negra, se metamorfosea en dolor, en un dolor negro. Pero la pena se torna más oscura cada vez y llega el día. Para ella no hay madrugada, no hay claridad ni esperanza.

    «San Gabriel». Aquí el personaje femenino se nos muestra con otro aire bien distinto a los analizados hasta ahora. Se nos presenta una gitana feliz. Esta gitana es «bien honrada» y experimenta la felicidad del goce maternal y el sentido familiar entrañable de los gitanos.

    «Martirio de Santa Olalla». En un paisaje romántico cargado de tensión se suceden las metáforas que anuncian la madrugada. La mujer es aquí víctima del martirio. Olalla está muerta en el árbol, y está a punto de darse la metamorfosis final. Cae la nieve y lo negro mutilado se convierte en blanco luminoso, donde el cosmos la santifica.

    «Thamar y Amnón». Es el poema de la sensualidad, de la pasión pecaminosa entre hermanos, del incesto. De nuevo encontramos la influencia embriagadora de la luna. Amnón ve a su hermana reflejada en ella, sensual, provocativa. La luna hace de espejo de lo femenino, cómplice del deseo y del incesto de la hermosa Thamar: la figura femenina fuerza el arrebato de su hermano, concretamente sus pechos. Esta parte del cuerpo es muy recurrente en la poesía de Lorca; es símbolo de feminidad, de fecundidad, de sensualidad, de erotismo, de atracción sexual, pero también de vida, de instinto maternal. Al violar a su hermana, viola no solo el cuerpo sino también el alma, comete un sacrilegio.

    Además de la mujeres protagonistas de los romances que se han visto, encontramos también en otros elementos de los poemas referencias a la mujer; pero es, sin duda, la figura de la luna el elemento femenino más importante que aparece a lo largo de todos los poemas del Romancero, y que rige el destino trágico del hombre. La luna, arquetipo de la feminidad, ejerce fatales influencias que los acerca al ritual del sacrificio. Es en el «Romance de la luna, luna» donde encontramos esa interacción plena entre lo cósmico y lo humano. La luz de la luna fascina, hechiza y arrastra en una atracción irresistible. El elemento cósmico es la brillantez y la blancura.

    Como hemos podido comprobar, la mujer está enlazada con otro tema fundamental en la poesía lorquiana, el amor, pero cargado de innumerables matices y una intensidad estremecedora.

    La «pena negra»

    En cuanto a la «pena negra», podríamos decir que es el personaje principal y que nada tiene que ver esta pena con ningún sentimiento de melancolía ni nostalgia ni aflicción. Es una pena andaluza.

    Para Lorca el único personaje real del libro es «la pena». El mundo que recrea en sus romances está configurado por tipos humanos que sienten, que viven, que sufren y que tienen unos valores. Cada uno de ellos vive en un espacio rural o urbano, personajes de carne y hueso inmersos en un mundo frustrante y que se enfrentan a diferentes modos de vivir y de morir.

    La Guardia Civil

    El tema del gitano y la Guardia Civil es el más controvertido del Romancero gitano, por las relaciones tan conflictivas que existían entre ambos. Lorca muestra una actitud cercana y benévola hacia los gitanos y de rechazo hacia la Guardia Civil. La Guardia Civil es, pues, al igual que la violencia, la muerte y el erotismo, símbolo y elemento que conforma el mundo lorquiano del Romancero gitano.

    La Guardia Civil aparece en «Preciosa y el aire»: esos «carabineros que guardan las blancas torres / donde viven los ingleses» son elementos pasivos que presencian el ataque lujurioso del viento a Preciosa. En «Reyerta» los «señores guardias civiles» son testigos de que «aquí pasó lo de siempre».

    En «Romance sonámbulo», la Guardia Civil persigue a los compadres, guardias civiles borrachos en un ambiente de misterio y tragedia.

    El «Romance de la Guardia Civil española» es el primero y único romance que tiene como personaje principal a la Guardia Civil. Son la destrucción y la muerte.

    Para Miguel García-Posada este poema sería «la primera gran creación poética en que, si no la revolución, sí es la represión implacable la que se manifiesta rotundamente… La imaginación, el juego, la libertad, son sacrificados por la ley de una civilización siniestra… Hay que esperar al Guernica picassiano para encontrar otro testimonio artístico semejante de masacre».

    Pedro Salinas señala: «Inventa Lorca en el "Romance de la Guardia Civil" una de las más fabulosas urbes de confitería y de tragedia, juego y sino, artificio y misericordia […] y luego la Guardia Civil, símbolo aquí de la fuerza destructiva, que arrasa las torres de canela y las inocentes alegrías. Ni siquiera esta ciudad, obra de la imaginación, se evade de la fatalidad de la muerte. La visión de la vida y de lo humano, que en Lorca luce y se trasluce en la muerte»

    ESPACIO

    Andalucía se convierte en el cosmos de múltiples planos: lo terrestre y lo cósmico; lo mágico y sobrenatural con lo real y tangible; lo objetivo y lo subjetivo. Todo ello nos lleva a una nueva realidad creada por Lorca donde el escenario principal es esa Andalucía mítica y profunda que es el reflejo del alma del poeta.

    Tiempo y espacio se entrelazan porque no es un libro atado al presente, sino que recorre la historia y busca las raíces y la cultura del espacio andaluz, llegando incluso a remontarse al pasado romano («San Rafael», «Martirio de Santa Olalla», «Romance del Emplazado»), judío («Thamar y Amnón») e islámico («San Rafael»).

    Tres romances se dedican a tres ciudades andaluzas (Granada: «San Miguel»; Córdoba: «San Rafael»; Sevilla: «San Gabriel»), aunque a lo largo de todos los poemas Lorca hace un recorrido poético por la geografía andaluza: paisajes de olivares, caballos, cañaverales, nieve, bosques de pinos, el Guadalquivir.

    Granada, ligada estrechamente a la infancia y primera juventud del poeta, aparece en su obra como un espacio recurrente. Exalta el universo granadino, que aparece como un locus amoenus dotado de cualidades positivas y de un espíritu propio.

    Convierte su tierra natal en expresión máxima del mundo andaluz. Pero no presenta alusiones directas al entorno real; solo en «San Miguel» aparecen algunos elementos denotativos, como las «barandas», el «monte» o la descripción de «San Miguel».

    Se podría decir que el autor construye un gran universo sin hacer casi referencias concretas al escenario granadino: «Ciudad de dolor y almizcle, con las torres de canela», imágenes que sufren un proceso de desrealización cuando aparece el elemento subjetivo del autor: «¡Oh ciudad de los gitanos! / ¿Quién te vio y no te recuerda? / Que te busquen en mi frente. / Juego de luna y arena».

    Sevilla es la ciudad del amor que hiere: «¡Siempre Sevilla para herir!» («San Gabriel»). Ciudad que, con su aire festivo, de guitarras y procesiones, se relaciona también con Jerez de la Frontera, lugar de Andalucía la Baja.

    «Reyerta» tiene lugar cerca de Montilla. En el «Romance sonámbulo» el protagonista llega sangrando a Granada, hasta el Albaicín; en un convento también del Albaicín sueña la monja gitana; en tierra de aceitunas transcurre el «Romance de la pena negra»; detienen al Camborio «a mitad de camino» entre Granada y Sevilla, y lo asesinan «cerca del Guadalquivir», a poca distancia de Benamejí, en la serranía de Córdoba; en «La casada infiel» todo transcurre en «noche de Vega Alta»; aunque no aparezcan referencias geográficas concretas en «Muerto de amor» ni en «Romance del Emplazado», el paisaje está lleno de olivares y caballos, paisaje granadino; en «Romance de la luna, luna», aparecen fraguas típicas de Granada; «Preciosa y el aire» está ubicado entre cañaverales y también entre bosques de pinos y nieve.

    La ciudad es el espacio de una experiencia humana colectiva y también de una experiencia literaria individual en Lorca; es ausencia y es presencia a la vez vacía, y llena; es lugar de amor y de desamor, de frustración, de libertad, de represión, de soledad, de violencia y de muerte. Por el contrario, el campo, la naturaleza es el ámbito natural en que se desenvuelve la vida de los gitanos, que a veces parecen fusionados con la misma, en un claro símbolo de naturalidad, de instinto, de enfrentamiento a las convenciones sociales marcadas por las ciudades… de libertad.

    El mundo para Lorca es Andalucía; esa Andalucía profunda y esencial es el microcosmos creado y representado en sus poemas en donde nos muestra un equilibrio perfecto entre lo particular y lo universal, entre lo real y lo imaginario, entre la tradición y la vanguardia.

    SÍMBOLOS

    LOS COLORES

    El verde

    El color verde está asociado con vida. En la obra lorquiana está asociado con elementos sexuales y contiene en muchos casos connotaciones dolorosas, de frustración erótica: «¡Preciosa, corre, Preciosa / que te coge el viento verde!».

    Lo verde se relaciona con la luna, el mar, lo carnal, los niños muertos, la sangre y las espinas, la fruta helada, todos ellos símbolos de esterilidad, frustración y muerte. El amor también se relaciona con lo verde, pero un amor amargo, sin fruto: «Verde que te quiero verde. / Verde viento. Verdes ramas».

    Lo verde también se relaciona con el viento como elemento cósmico. El aire en movimiento se relaciona con el aliento vital: cuando cesa aparece la muerte y, por lo tanto, el cuerpo sin vida, con el color verde asociado también a los cadáveres.

    Podemos concluir entonces que es símbolo de vida, de naturaleza dinámica pero también de muerte.

    El blanco

    Es el color de la pureza, de la revelación y de la transfiguración.

    El negro

    Simbólicamente es negativo, está asociado a muerte, a tragedia, a tinieblas, a la noche, a la angustia y al mal.

    El rojo

    Es el color del fuego y de la sangre; está ligado al principio de la vida, a la pasión.

    EL VIENTO

    Es símbolo de erotismo. También simboliza violencia y muerte, que en la poesía de Lorca van de la mano con el erotismo.

    El viento es un elemento activo y masculino. Lorca descubre en el viento el lugar intermedio entre el cielo y la tierra.

    EL AGUA

    Es fuente de vida, medio de purificación y centro de regeneración pero también puede ser un elemento de disolución y símbolo de abismo y de muerte: «Un carámbano de luna / la sostiene sobre el agua» («Romance sonámbulo»).

    El río

    La presencia del agua como río es una constante en la poesía lorquiana. Los ríos cruzan la tierra, que es la base y el fundamento de todos los elementos.

    El mar

    Al igual que el caballo, es un símbolo sexual, símbolo de fecundidad.

    El mar significa frustración erótica. El mar y el río ahogan al amante lorquiano. El mar es lo azul, color que simboliza la masculinidad, opuesto a lo rosa que es lo femenino. El mar incluye a Venus, y Venus incluye lo verde, por lo tanto, todo nos lleva a lo mismo, caballo y mar asociados, barco sobre la mar y caballo en la montaña representan símbolos fúnebres, aunque el caballo sea emblema sexual, unido al mar se asocia con la muerte. «El barco sobre la mar / y el caballo en la montaña» («Romance sonámbulo»).

    LA TIERRA

    Es la fuerza y la fertilidad. Simboliza el elemento femenino. Junto con el cielo conforma una dualidad que simboliza una unión sexual. La tierra espera la energía que la fecunde: la lluvia, el agua y hasta la sangre derramada.

    EL CABALLO

    Es símbolo de pasión. Podría interpretarse como el instinto, y el jinete, como la razón que los guía. Es la lucha del instinto frente a la ley. Se asocia también con |a muerte, el viento, el fuego, la luz o la esterilidad. El caballo es la libertad que debe ser controlada.

    El caballo es símbolo de deseo, de fuerza, de poder creador, de juventud, símbolo de vigor sexual y de instinto. Símbolo erótico que también aparece en el «Romance de la pena negra»:

    Cobre amarillo, su carne, huele a caballo y a sombra.

    El olor a caballo se mezcla con el olor de la carne sugiriéndonos una atmósfera sensual y erótica que va intensificándose.

    EL TORO

    El toro es potencia por sí mismo. Indomable. Es el emblema de la ceremonia, la fiesta de la muerte. Está asociado a la sangre y al valor: «El toro de la reyerta / se sube por las paredes» («Reyerta»).

    EL GRILLO

    En la cultura china es símbolo de vida, de muerte y resurrección.

    En «La casada infiel» Lorca relata una historia de amor en medio de los grillos:

    Tiene la noche de Santiago y casi por compromiso.

    Se apagaron los faroles y se encendieron los grillos.

    Aparece el dualismo oscuridad/luz, y a medida que avanza el poema las imágenes expresadas nos llevan a ese ardor encendido del amante y de la mujer infiel.

    EL GALLO

    En el «Romance de la pena negra» Lorca asocia el gallo y la aurora.

    LA SANGRE

    La sangre se considera el vehículo de la vida y simboliza el calor vital y corporal. Algunas sociedades primitivas la consideraban el vehículo del alma. La sangre derramada simboliza el sacrificio.

    EL CUERPO. Símbolos eróticos:

    Muslos. Simbolizan el deseo, el ansia por alcanzar la plenitud.

    Cintura. Normalmente relacionada con la fertilidad. Si aparece la sombra, simboliza esterilidad.

    Los pechos. Símbolos de maternidad y fertilidad. La mutilación de los pechos es un sacrilegio a la fecundidad.

    LA LUNA

    En el Romancero gitano la luna es portadora de dolor, tragedia y muerte. Luna y muerte son inseparables: la luna es dueña y su símbolo. Por eso existe toda una categoría de mitos primitivos destinados a explicar el origen de la muerte en los que la luna es presentada como autora, inventora y distribuidora de la muerte.

    La luna personifica a una mujer encantadora pero que oculta malos presagios:

    En el aire conmovido mueve la luna sus brazos

    y enseña, lúbrica y pura, sus senos de duro estaño

    La luna como símbolo cósmico esconde el mundo de la realidad y crea una visión del universo y del destino del ser humano.

    También podemos encontrar un símbolo de fecundidad asociándola a los ciclos, un simbolismo, en definitiva, femenino, de nacimiento y de muerte, de principio y fin.

    LOS METALES

    El metal y la muerte se fusionan en la obra lorquiana.

    Queda establecida una clara relación en el Romancero gitano entre luna-metal- muerte. El metal, sólido y frío, se extiende a todo lo que participa de las cualidades de duro y helado.

    LOS ESPEJOS

    El simbolismo del espejo se relaciona con el agua y el mito de Narciso.

    El espejo reproduce imágenes, y también podríamos decir que las contiene y las absorbe.

    Lorca utiliza este elemento como símbolo de unión mágica del alma del poeta con el alma de las cosas y del cosmos. El espejo proyecta la realidad vivida, la refleja, la desdobla y le otorga espíritu. En el espejo Lorca busca su propio ser; instintos, sueños, recuerdos y sentimientos penetran en él y hace que se refleje no solo la naturaleza de los objetos sino también la de su propia conciencia. Muestra, por tanto, nuestro interior.

    De igual modo, se manifiesta como puerta entre dos mundos: encontramos un espejo menos objetivo, más metaforizado, con significado cósmico y mágico, que refleja otra realidad escondida al otro lado, y por ello se vale de diferentes imágenes y elementos que proyecta el gran espejo cósmico.

    El agua. Este es el espejo natural por excelencia. El agua aparece de una forma continua en la obra de Lorca, como fuente, como río, como estanque, etc. Al servirle de espejo los astros se acercan a la tierra y la fecundan y humanizan.

    El cielo y los astros. En «Thamar y Amnón» la luna se aproxima a la tierra para servir de espejo a la hermosa Thamar:

    Los ojos. Los ojos reflejan no solo el amor sino otros muchos sentimientos y expresiones del tiempo y del espacio. Con ellos se penetra en los «espejos». Popularmente escuchamos muchas veces que «los ojos son el espejo del alma». El poeta mira a través de los ojos y, con ellos, traspasa la «puerta»; le sirven de espejo para reflejar estados y sentimientos.

    LOS ÁNGELES

    Son seres intermediarios entre Dios y el mundo, espirituales, mensajeros, guardianes y conductores.

    García Lorca relaciona lo religioso y espiritual con el mundo andaluz. Con ellos, también se simboliza la pureza.

    LA SOMBRA

    La sombra posee connotaciones negativas, como las del «mar» y «lo verde». La sombra, lo oscuro es lo estéril, lo que no da fruto.

    Sombra y cintura se relacionan con una actitud vital con significado opuesto. La sombra refleja la vida oscura, la esterilidad, y la cintura, la atracción, el deseo vital.

    EL GITANO

    También puede considerarse, además de tema y personaje, símbolo del hombre primitivo, de la fuerza elemental de la naturaleza, de lo antisocial. Se lo vincula al mito, a la leyenda, al rito, al destino y al folklore andaluz.

    Expresa el alma de Andalucía y, también, el dolor y la tragedia, igualmente evoca el mundo de la superstición y de la raza.

    EL POZO

    Es el símbolo de la pasión frustrada, retorno, agua estancada en un fondo oscuro; es la muerte.

    EL LIRIO

    El lirio simboliza pureza y se asocia a la Virgen María. El jardín se asocia a lo femenino. También se relaciona con el elemento natural.

    EL LAUREL

    Está consagrado a Apolo y a la victoria. Aparece en «Preciosa y el aire»:

    EL LIMÓN

    En «Prendimiento de Antoñito el Camborio en el camino de Sevilla» Lorca menciona esta fruta como símbolo de lo ácido y amargo que representa el momento de marchar hacia Sevilla.

    EL MIMBRE

    La expresión «vara de mimbre» simboliza la nobleza, la protección y, también, es símbolo de poder.

    LA ROSA

    Es el símbolo del amor, de la pasión y de la regeneración.

    Las rosas morenas son rosas manchadas de sangre, imagen de dolor y muerte.

    EL CÁLIZ

    Es un símbolo religioso que sirve para conmemorar la eucaristía y la última cena: símbolo, por tanto, de la tradición cristiana.

    MÉTRICA

    Como se puede extraer del título de la obra, se trata de un conjunto de romances, que son, por definición, series indefinidas de versos octosílabos con rima asonante en los pares. El octosílabo de Lorca es escaso en encabalgamientos y en acumulación de acentos prosódicos. Hace un uso escaso de licencias métricas salvo en algún caso excepcional. Solo recurre a ellas cuando quiere producir un efecto musical con valor expresivo pero nunca fuerza la medida del verso.

    Sin embargo, más allá de la rima y la medida de los versos, hemos de tener en cuenta el ritmo acentual que les impone Lorca, ritmo que marcará con las secuencias de acentos. El octosílabo, con su regular e invariable medida, en realidad es una abstracción que se concretó en cuatro variedades distintas: dos de ritmo uniforme: trocaico[2]y dactílico[3]y otras dos de ritmo mixto: trocaico-dactílico y dactílico-trocaico.

    A cada modalidad de octosílabo le corresponde un determinado valor expresivo. La forma trocaica denota equilibrio y serenidad; la dactílica, exaltación: la trocaico- dactílica, tensión ascendente; la dactílico-trocaica, tensión descendente.

    Para una situación apacible y lírica, el tipo más acorde es el trocaico; para el drama, el dactílico; y para la reflexión y controversia, el mixto.

    Todas las modalidades del octosílabo tienen en común el apoyo rítmico fijo sobre la sílaba séptima. Se diferencian entre sí por la acción de un apoyo anterior, el cual, en la modalidad dactílica lo recibe de la primera sílaba («Voces de muerte sonaron»;), en los mixtos, de la segunda («Antonio Torres Heredia»,) y en la trocaica, de la tercera («Las piquetas de los gallos»;). También puede darse otro apoyo más débil que suele recaer sobre la cuarta sílaba en la modalidad dactílica y sobre la quinta en la trocaica; las mixtas se distinguen entre sí por el acento secundario de la cuarta sílaba en el caso de la forma trocaico-dactílica, y de la quinta en el de la dactílico-trocaica.

    En la estructura del octosílabo son igualmente indispensables el acento fijo de la sílaba séptima y el variable de la primera, segunda o tercera. El de la séptima por sí solo es insuficiente.

    En conjunto, en todo el libro se puede afirmar que la modalidad trocaica representa un cuarenta por ciento, la mixta, un treinta y cinco por ciento, y la dactílica, un veinticinco por ciento. La suma de la dactílica y la mixta, un sesenta por ciento, refleja el predominio del elemento emocional.

    Partes: 1, 2, 3
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