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Aristoteles – Obra Biológica (página 3)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9

Así, hay que explicar, si es posible, la constitución del hombre por su esencia, pues no puede ser sin ciertas partes[112]en su defecto, es lo que más se acerca: ya porque no puede en absoluto ser de otra forma ya porque que está bien así[113][640b] y así sucesivamente. Y, puesto que el hombre es tal, su génesis es tal, y necesariamente es así. Por eso surge primero una parte y luego otra[114]y lo mismo sirve para toda criatura natural.

Los primeros que antiguamente se dedicaron a estudiar la naturaleza, investigaban el principio y la causa materiales, qué eran y cómo eran, y cómo el universo emerge a partir de ésta y si lo que impulsa el movimiento es la discordia, el amor, la inteligencia o el azar, asumiendo que la materia subyacente tiene necesariamente una naturaleza determinada, por ejemplo, caliente en el fuego y fría en la tierra, ligera en el primero y pesada en la segunda. Así es como explican la formación del cosmos. Lo mismo dicen de la generación de los animales y de las plantas; por ejemplo, que la cavidad del estómago y todos los receptáculos de alimentación y de residuos se forman porque el agua fluye por el cuerpo, y que los agujeros de la nariz se abren debido al paso del aliento[115]

En efecto, el aire y el agua son la materia de los cuerpos y todos construyen la naturaleza a partir de dichos cuerpos[116]Pero si el hombre, los animales y también sus partes existen por naturaleza, entonces también tendríamos que hablar de la carne, del hueso, de la sangre y de todas las partes homeómeras, e igualmente de las no homeómeras[117]como el rostro, la mano, el pie, y decir cómo es cada una de ellas y en función de qué potencia se forma[118]No es suficiente explicar de qué están hechas (fuego o tierra); como ocurriría si hablásemos de una cama o algún otro objeto semejante; en este caso trataríamos de explicar su forma más que su materia (bronce o madera), o, en todo caso, la materia referida al conjunto[119]Pues una cama es tal forma en tal materia, o bien cierta materia con tal forma, de modo que también habría que hablar de su configuración y de cuál es su forma. Pues la naturaleza formal es más importante que la naturaleza material[120]

Si cada animal y cada una de sus partes no consisten más que en su configuración y en su color, Demócrito estaría en lo cierto; él parece entenderlo así. Y, según esto, dice que todos tienen claro lo que es el hombre por su forma exterior, puesto que es reconocible por su configuración y por su color[121]Pero también un cadáver tiene la misma forma aparente y, sin embargo, no es un hombre. Además, es imposible que exista una mano hecha de cualquier cosa (bronce o madera) si no es por homonimia[122][641a] como ocurre con el dibujo que representa a un médico, ya que la mano no podrá realizar su función, como tampoco las flautas de piedra ni el dibujo de un médico pueden realizar la suya.

Como en los casos anteriores, ninguna de las partes del cadáver, por ejemplo, un ojo, una mano, es ya una parte de un hombre. Por tanto, su explicación es demasiado simple; es lo mismo que si un carpintero hablase de una mano de madera[123]Los fisiólogos también hablan así de los procesos de generación y las causas de la configuración. Dicen qué fuerza los produjo. El carpintero dirá que fue el hacha o el trépano y el fisiólogo que el aire y la tierra. Pero aún es mejor la respuesta del carpintero, pues a él no le bastará con decir que un hueco o una superficie lisa fueron creadas por el golpe de su herramienta, sino que dirá la causa por la cual dio precisamente ese golpe, y su propósito: que al final surja tal o cual forma.

Por tanto, es evidente que los fisiólogos procedían erróneamente, pues hay que determinar cómo es el animal y tratar sobre ello, es decir, explicar qué es, sus propiedades y cada una de sus partes, como hicimos al hablar sobre la forma de la cama.

Si esto es el alma[124]o una parte del alma o algo que no puede existir sin alma (ya que una vez que ésta se va ya no hay un ser vivo y ninguna de las partes sigue siendo tal, excepto por su configuración, como en aquellos mitos de seres convertidos en piedra[125]pues bien, si esto es así, sería propio del estudioso de la naturaleza hablar y obtener conocimiento del alma, si no en su totalidad, al menos de aquella parte por la cual un ser vivo es tal. También debería decir qué es el alma (o esa parte), y hablar sobre los atributos de su sustancia, porque "naturaleza" se dice en dos sentidos distintos: bien como materia, bien como sustancia[126]y esta última es también el motor y el fin. Y esto, en el animal, es precisamente el alma entera o alguna parte de ella; de modo que el estudioso de la naturaleza debería tratar más sobre el alma que sobre la materia, por cuanto la materia es naturaleza gracias al alma y no al contrario, pues la madera es cama o trípode sólo en potencia.

Si repasáramos lo dicho anteriormente podrían surgir dudas sobre si el estudio de la naturaleza debe tratar sobre toda el alma o sólo sobre alguna parte, ya que si debe hacerlo sobre toda, no habrá lugar para ninguna otra filosofía fuera de la ciencia natural[127]En efecto, la inteligencia se ejerce sobre lo inteligible [641b], de modo que el estudio de la naturaleza sería un conocimiento de todas las cosas, pues a la misma ciencia compete investigar la inteligencia y lo inteligible, porque son correlativos, y todas las cosas correlativas son tratadas por la misma ciencia, tal como ocurre con la sensación y lo sensible[128]

Tal vez no toda el alma sea principio de movimiento. Ni siquiera el conjunto de sus partes, sino quizá una parte, precisamente aquélla que también tienen las plantas[129]sea principio de crecimiento; otra, la sensitiva, principio de alteración[130]y alguna otra[131]que no es la intelectual, de locomoción, ya que la locomoción puede darse en otros animales[132]pero la inteligencia, no. Así pues, es evidente que no tenemos que hablar de toda alma, porque no toda es naturaleza, sino sólamente una o varias de sus partes[133]

Además es imposible que el estudio de la naturaleza se dedique a las abstracciones, porque la naturaleza hace todo con alguna finalidad[134]Parece que del mismo modo que el arte está presente en los objetos artificiales, también en las propias cosas existe algún otro principio y causa análogos que captamos, tal como captamos el calor y el frío a partir de todo[135]Por eso es más verosimil que el cielo haya sido generado, si es que es generado[136]por tal causa, que no que sea tal la causa de que existan seres mortales. Al menos, parece que hay mucho más orden y determinación en los objetos celestes que en los que nos rodean, y que el cambio y el azar se manifiestan más bien entre los mortales.

Algunos dicen que cada uno de los seres vivos existe y llega a ser por naturaleza, y que, sin embargo, el cielo, donde no parece manifestarse ningún tipo de azar ni de desorden, se creó de forma casual y espontánea[137]

Pero decimos que algo existe con una finalidad dondequiera que pueda aparecer un término que el movimiento alcanza si nada se lo impide. Por consiguiente, resulta evidente que existe algo así, a lo cual llamamos naturaleza. Pues de cada germen no surge al azar cualquier criatura, sino tal ser de tal germen; y tampoco surge cualquier germen de cualquier cuerpo. Así pues, el germen es principio y agente de lo que surja de él, pues esto ocurre por naturaleza: al menos crece de forma natural[138]

Pero aún antes que el germen está aquello de lo cual es germen, pues el germen es un devenir y el fin una sustancia. E incluso antes que ambos está aquello que da lugar al germen. Pues hay dos tipos de germen: germen de aquello de que proviene y germen de aquello a que dará lugar. En efecto, está el germen como producto del ser del cual proviene, por ejemplo de un caballo, y el germen como principio del que surgirá a partir de él, por ejemplo, de un mulo. Se llama igual en los dos casos, pero no es lo mismo. [642a] Además el germen es en potencia algo, y conocemos la relación entre potencia y acto[139]

Existen, entonces, dos causas: la finalidad y la necesidad, pues muchas cosas se originan por necesidad. Pero podríamos preguntar a qué necesidad[140]se refieren los que hablan de ella, pues ninguna de las dos definiciones de necesidad que se dan en los tratados filosóficos[141]sirve aquí. Pero hay una tercera, al menos para los cosas que devienen. Así, no decimos que la alimentación es algo necesario en ninguno de aquellos dos sentidos, sino porque es imposible vivir sin ella. Es decir, es como una necesidad hipotética: así como el hacha, debido a que tiene que partir, debe necesariamente ser dura, y, por ello, de bronce o de hierro; así también, puesto que el cuerpo es un instrumento (pues tanto cada una de sus partes como el cuerpo entero existen con alguna finalidad), es necesario que sea de cierta manera y de cierto material si va a ser tal.

Así pues, está claro que hay dos tipos de causa y debemos en lo posible dar cuenta de ambas, o si no, al menos intentar clarificarlas, y que los que no hablan de ellas, por así decir, no están diciendo nada sobre la naturaleza. Pues la naturaleza es más principio[142]que materia.

En algunos pasajes, incluso Empédocles, guiado por la propia evidencia, da con ello y se ve obligado a afirmar que la sustancia y la naturaleza son razón[143]como cuando expone qué es el hueso[144]porque no dice que es uno de los elementos, ni dos o tres, ni todos ellos, sino que da la proporción de la mezcla. Además, es evidente que es lo mismo tanto para la carne como para las demás partes semejantes.

El motivo de que nuestros predecesores no llegaran a este método es que no disponían del concepto de esencia[145]ni de la definición de sustancia. Sin embargo, el primero que hizo mención de ello fue Demócrito; no porque lo creyese necesario para el estudio de la naturaleza, sino obligado por el asunto mismo. Esto progresó en tiempos de Sócrates[146]pero se dejó de lado la investigación sobre la naturaleza y los filósofos se ocuparon más de la virtud práctica y la política.

La exposición debe ser así: hay que mostrar, por ejemplo, que la respiración[147]existe para determinado fin, y este se produce necesariamente mediante ciertas cosas. En algunas ocasiones la necesidad significa que si la finalidad va a ser aquello, entonces es necesario que esto sea así; otras veces significa que las cosas son así y lo son por naturaleza. Por ejemplo, es necesario que el calor salga y entre de nuevo según la resistencia que encuentre, y que el aire fluya. Esto es inmediatamente necesario [642b]. Además, la entrada del aire exterior se debe a la oposición entre el calor interior y el frío. Este es, pues, el método de investigación y tales son los hechos cuyas causas hay que averiguar.

Capítulo 2

Algunos[148]tratan de alcanzar lo particular mediante la división del género en dos diferencias[149]Esto es en algunos casos difícil y en otros, imposible.

Porque en algunos casos bastará una sola diferencia y el resto serán redundantes como, por ejemplo, el estar dotado de pies y el ser bípedo, o bien estar dotado de pies y ser de pie hendido[150]La última diferencia es válida por si sola[151]pues de otro modo tenemos que repetir lo mismo varias veces.

Además, no conviene escindir los géneros, por ejemplo el de las aves, poniendo unas en una división y otras en otra, como lo hacen las divisiones escritas anteriormente[152]en las que ocurre, en efecto, que unas aves figuran en la división de los animales acuáticos y el resto en otra distinta[153]Según esta semejanza, a unas se les da el nombre de aves y a otras de peces (otras divisiones no tienen nombre, como la de los sanguíneos y la de los no sanguíneos[154]no existe, en efecto, un término común para cada uno de ellos). Si los animales del mismo género no deben separarse, entonces la división binaria sería inútil, pues tal división inevitablemente separa y escinde, por ejemplo, los de varios pies[155]en terrestres y acuáticos.

Capítulo 3

Además, serán necesarias las divisiones por privación[156]y, de hecho, así dividen los dicotomistas. Pero en una privación, en tanto que privación, no puede haber ninguna diferencia, pues no puede haber especies de lo que no es, por ejemplo, de la privación de pies o de alas, como las hay de la posesión de alas o de pies. Mas, es preciso que haya especies dentro de la diferencia general, si no, ¿en que se distinguiría la diferencia general de la particular? Algunas diferencias son generales y contienen especies, por ejemplo, la posesión de alas, pues éstas pueden ser indivisas o divididas[157]Lo mismo sucede con la posesión de pies, éstos pueden presentar varias divisiones, o sólo dos, como en los bisulcos, o ninguna hendidura, indivisos, como en los solípedos.

Por otra parte, incluso en determinadas diferencias que comportan especies, es ya difícil hacer divisiones de modo que cada animal tenga su lugar y que no figure el mismo en varios, por ejemplo, entre los alados y los no alados (pues un mismo animal puede ser ambas cosas, como la hormiga, la luciérnaga[158]y algunos otros). Pero más difícil, casi imposible, es distribuirlos según la carencia de sangre[159]Pues es preciso que cada diferencia pertenezca a un particular, y, por consiguiente, también la [643a] opuesta. Y si no es posible que una forma de ser única e indivisible se de en lo que difiere en especie, sino que siempre debe ser diferenciable (por ejemplo, es otro y diferente el bipedismo en el hombre[160]y en el ave, y si ambos son sanguíneos, entonces su sangre es diferente, de otro modo, su sangre no debe formar parte de su sustancia[161]si no, la diferencia única caracterizará a dos seres); pues bien, si es así, entonces es evidente que la privación no puede ser una diferencia.

Las diferencias serán iguales en número a los animales indivisibles[162]si es cierto que tanto éstos como las diferencias son indivisibles, y que ninguna diferencia es común. Pero, si puede haber una privación[163]no común pero sí indivisible, es evidente que, ciertamente, por cuanto es común, seres distintos formalmente podrían estar en el mismo grupo. Así, es necesario que, si las diferencias bajo las que cae cada ser indivisible son peculiares, ninguna de ellas sea común; de otro modo, distintos seres entrarán en la misma. Pero se requiere que lo idéntico e indivisible no pase de una diferencia a otra en el curso de la división, ni distintos a ser de la misma, y que todos estén incluidos[164]

Es evidente, por tanto, que no se pueden obtener especies indivisibles como hacen los dicotomistas con los seres vivos, o incluso con cualquier otro género. Según éstos, las diferencias últimas tienen que igualar en número a todos los animales específicamente indivisibles. Dado, por ejemplo, un cierto género cuya diferencia primera es relativa a la blancura[165]en cada una de las dos divisiones se manifiesta de forma diferente, y así sucesivamente hasta llegar a lo indivisible; las diferencias últimas serán cuatro o cualquier otro múltiplo de dos. Ese también será el número de especies.

Pero la diferencia es la forma en la materia[166]Pues ninguna parte de animal puede existir sin materia, ni la materia puede existir sola. En efecto, de ningún modo existirá un animal, ni ninguna de sus partes, sin cuerpo, como lo hemos dicho a menudo.

Además, debemos hacer la división siguiendo las diferencias esenciales y no por los accidentes propios, por ejemplo, como si uno dividiese las figuras geométricas porque unas tienen los ángulos iguales a dos rectos y otras a más de dos, pues es un accidente del triángulo el que sus ángulos sumen dos rectos[167]

Debemos también hacer la división con los opuestos, pues los opuestos son distintos entre sí, por ejemplo: lo blanco y lo negro, lo recto y lo curvo. Así pues, si son distintos uno de otro, habrá que dividir utilizando el opuesto y no de un lado la natación y de otro el color.

En el caso de los seres animados, no podemos distinguir siguiendo funciones comunes a cuerpo y alma[168]por ejemplo, entre los que andan [643b] y los que vuelan, como en las divisiones arriba mencionadas[169]pues hay géneros, como el de las hormigas, que tienen ambas funciones, existen como voladores y también sin alas. Tampoco debemos dividir entre salvajes y domésticos[170]ya que parecería que escindimos la misma especie[171]En efecto, todos los domésticos se pueden encontrar también en estado salvaje, como hombres, caballos, bueyes, perros en la India, cerdos, cabras, ovejas. Si cada uno lleva el mismo nombre es que no han sido divididos, y si son uno formalmente, no es posible que el estado salvaje y doméstico sean una diferencia.

En general, siempre que se divide mediante cualquier diferencia única, ocurre necesariamente esto[172]Hay que tratar de tomar los animales por géneros, tal como hace la mayoría[173]al distinguir el género ave y el género pez. Cada uno de estos queda delimitado por varias diferencias, no por dicotomía. Pues, de este modo, o bien no obtenemos nada (pues el mismo ser cae bajo varias divisiones y seres opuestos en la misma), o bien habrá sólo una diferencia y ésta, simple o compuesta, constituirá la especie última[174]

Por otra parte, si no se obtiene la diferencia de la diferencia[175]sólo se consigue una división continua tal como hacen los que dan unidad a su discurso mediante conjunciones[176]Me refiero a lo que les sucede a quienes dividen los animales en no alados y alados y, entre los alados, distinguen los domésticos y los salvajes, o bien blancos y negros; pues ni la domesticidad ni la blancura son una diferencia en la posesión de alas, sino el comienzo de nuevas divisiones y aquí resultan accidentales. Por ello, como decimos, hay que dividir inicialmente lo uno mediante varias diferencias. De este modo, también las privaciones[177]servirán como diferencias, mientras que en la dicotomía no.

Está claro que no se puede obtener ninguna especie particular por la división binaria del género, como algunos creyeron, y es por lo que sigue: los distintos particulares no pueden tener sólo una diferencia, sea ésta simple o compuesta. LLamo simple a la que no contiene otra diferencia, como el ser de pie hendido[178]y compleja a la que sí contiene otra, por ejemplo, el tener varias hendiduras en el pie con relación a tener el pie hendido. Por eso se pretende la continuidad de las diferencias obtenidas por división a partir del género, para que todo sea una unidad; pero por la forma en que se expresa parece que la última diferencia es la única, pues por ejemplo, junto a la posesión de pies con varias hendiduras o de dos pies, la posesión de pies [644a] o de varios pies son características redundantes[179]Está claro que no puede haber más de una de tales diferencias, pues si se continúa avanzando se llega a la diferencia extrema (pero no a la final, es decir, la forma). Esta diferencia es, para la división de hombre, o bien solamente el tener el pie hendido, o bien la conjunción compuesta de, por ejemplo, provisto de pies, bípedo, de pie hendido[180]Si el hombre fuese simplemente un ser de pie hendido, entonces ésta sería la única diferencia. Ahora bien, como de hecho no es así, es necesario que haya varias diferencias que no estén bajo una sola división. Por otro lado, es imposible que las diversas diferencias de un solo animal se encuentren bajo la misma dicotomía, sino que cada dicotomía debe finalizar con una sola diferencia cada vez.

Por consiguiente, es imposible alcanzar[181]ningún animal en particular mediante la división binaria.

Capítulo 4

Podríamos preguntarnos por qué los hombres no designaron, desde un principio, con un mismo nombre ni agruparon en un mismo género a los animales acuáticos y a los que vuelan, ya que tanto éstos como todos los demás animales poseen algunas características comunes[182]Sin embargo, quedan correctamente divididos de esta manera. En efecto, todos los géneros que difieren por un exceso, es decir, en el más o el menos, se reúnen bajo un sólo grupo, y todos análogos son separados[183]Me refiero a que un ave se diferencia de otra por el más, o mejor, por un exceso (unas tienen alas largas y otras, cortas), mientras que los peces difieren de las aves por analogía (lo que son plumas en éstas, son escamas en aquéllos). Pero no es fácil hacer esto con todos, ya que son muchos los animales caracterizados por analogía.

Como las sustancias, ciertamente, son las formas últimas y éstas son formalmente indivisibles, como Sócrates o Corisco[184]debemos, o bien mencionar primero sus atributos generales, o bien repetir muchas veces lo mismo, como ya hemos dicho[185](los rasgos generales son comunes, los llamamos generales porque pertenecen a muchos). La dificultad está en decidir cuál de los dos métodos hay que practicar. Pues, en tanto que la sustancia es lo formalmente indivisible, sería mejor, si fuese posible, estudiar por separado lo particular y formalmente indivisible, como hacemos al tratar sobre el hombre, y también al tratar sobre el ave (género éste que contiene especies), es decir, sobre las indivisibles, como gorrión[186]grulla o cualquier otra. Pero en la medida en que habrá que hablar muchas veces de la misma característica, pues muchos la tienen en común, resultará extraño y [644b] prolijo hablar de cada uno por separado.

Así pues, quizás lo correcto sea tratar las características comunes por géneros, bien distinguidos por la gente y que tienen especies no muy distantes y una naturaleza común, como aves, peces o cualquier otro sin nombre pero que, como género, englobe las especies que están en él. Pero todo lo que no sea así, será estudiado según lo particular, como al tratar sobre el hombre u otro similar[187]

Los géneros se han establecido, sobre todo, por la forma de las partes[188]y del cuerpo entero, cuando presentan semejanzas; por ejemplo: el género de las aves cuando se caracteriza por eso mismo, así como el de los peces, los cefalópodos[189]y las conchas[190]Las partes difieren, no por analogía, como el hueso del hombre y la espina del pez, sino más bien por las características corporales, como la grandeza o pequeñez, la blandura o la dureza, la lisura o aspereza y otras semejantes; y, en general, difieren por el más y el menos.

Hemos establecido, pues, como debe entenderse el método de la ciencia natural y de qué modo el estudio de estos problemas podría resultar más metódico y fácil. Hemos hablado también de la división y hemos dicho de qué forma se puede aprovechar para el asunto que nos ocupa, y por qué la dicotomía es, o bien imposible o bien ineficaz. Una vez establecidas estas cuestiones y dispuesto este comienzo, hablemos de las que siguen.

Capítulo 5

De los seres constituidos por la naturaleza, unos, inengendrados e incorruptibles, subsisten por toda la eternidad[191]otros, en cambio, están sujetos a la generación y la corrupción. Sobre los primeros, que son nobles, incluso divinos, sucede que sabemos menos, pues la observación proporciona a nuestros sentidos escasas evidencias de las que partir para estudiar estos seres y las cuestiones que sobre ellos deseamos saber[192]Respecto a las plantas y animales, perecederos, tenemos más medios para su conocimiento, porque convivimos con ellos. Cualquiera que se tomase la molestia podría obtener muchos datos sobre cada género.

Ambos estudios tienen su atractivo. Pues aunque sea poco lo que percibimos de los seres eternos, el valor de este conocimiento hace que resulte más satisfactorio que el de las cosas próximas a nosotros; así como ver lo que amamos, aún casual y parcialmente, es más grato que contemplar en detalle otros seres más numerosos o mayores [645a]. Pero nuestra relación con los seres vivos, como es más profunda y extensa, nos permite un conocimiento aventajado. Además, su proximidad a nosotros y afinidad de naturaleza, restablecen el equilibrio con la filosofía que trata de lo divino.

Como de los seres divinos ya hemos tratado[193]y expuesto nuestro parecer, nos resta hablar de la naturaleza de los animales, si fuese posible, sin omitir nada, sea valioso o no[194]Pues, incluso en animales poco gratos a nuestros sentidos, la naturaleza, que los construyó, también ofrece a quienes los estudian extraordinario placer, siempre que sean capaces de reconocer las causas y posean una natural inclinación al saber.

Sería ilógico y extraño que, cuando disfrutamos contemplando las imágenes de los seres vivos, porque admiramos el arte que las produjo, sea la pintura o la escultura, no apreciásemos todavía más la observación de los propios seres compuestos por la naturaleza, al menos si podemos advertir sus causas. Por eso, uno no debe sentir una pueril repugnancia al examen de los animales más sencillos, pues en todos los seres naturales hay algo de maravilloso. Así como Heráclito -según cuentan- invitó a pasar a unos visitantes extranjeros, que se detuvieron al verlo calentándose junto al horno, diciendo "aquí también hay dioses"[195], así mismo debemos acercarnos sin reparos a la exploración de cada animal, pues en todos hay algo de natural y hermoso.

No es el azar, sino la orientación hacia un fin, lo que en mayor medida se halla en las obras de la naturaleza, y el fin para el que se han constituido o generado ocupa aquí el lugar de la belleza[196]Pero, si alguno considera indigna la observación de los demás animales, de igual modo debe considerar también la de sí mismo, pues no se pueden mirar sin gran repugnancia las partes que constituyen el género humano[197]sangre, carne, huesos, venas y otras partes semejantes. Asimismo, tenemos que reconocer que, al tratar sobre cualquier parte o instrumento, no hacemos mención de la materia ni la consideramos como el objeto de estudio, sino que hablamos de la forma global, por ejemplo, acerca de una casa, no de los ladrillos, mortero o maderos. Así, respecto a la naturaleza, tratamos del compuesto y la sustancia en su conjunto, y no sobre las partes que jamás se dan separadas de la sustancia a la que pertenecen.

En primer lugar [645b], es necesario distinguir en cada género los atributos que pertenecen esencialmente a todos los animales y, después de esto, intentar precisar sus causas[198]Ya hemos dicho anteriormente que muchos atributos son comunes a un gran número de animales; unos sencillamente, como los pies, las alas, las escamas y otras características de este tipo, y otros por analogía. Entiendo por analogía[199]el hecho de que unos tienen pulmones y otros no, pero, si los unos tienen pulmones, los otros poseen otra cosa en su lugar. Así, también se da que unos tienen sangre mientras que otros poseen algo análogo, con la misma capacidad que en los sanguíneos la sangre. Pero si tratamos por separado las particularidades de cada uno, sucederá, como hemos dicho anteriormente[200]que cuando hablemos de todas las que encontremos, repetiremos muchas veces lo mismo, pues son numerosos los animales que poseen las mismas. Estos son mis puntos de vista sobre la cuestión.

Como todo instrumento[201]existe para algo, y cada parte del cuerpo tiene una finalidad, y esta finalidad es una acción, es evidente que el cuerpo en su conjunto también está constituido con vistas a la acción integral[202]En efecto, la acción de serrar no se ha producido para la sierra, sino la sierra para serrar, pues serrar es su utilidad. Por consiguiente, también el cuerpo es, de alguna manera, para el alma, así como las partes son para las funciones para las cuales nació cada una. Es preciso, pues, enunciar en primer lugar las acciones comunes a todos y después las de cada género y especie[203]Llamo comunes a las que se encuentran en todos animales, y propias de cada género a las que se dan en los que apreciamos diferencias de exceso; por ejemplo: hablo según el género de las aves y según la especie del hombre y, en términos generales, de todo cuanto no presenta ninguna diferencia. Unos, pues, poseen algo en común por analogía, otros según el género y otros según la especie.

En cuanto a las partes cuyas acciones se dan con vistas a otras acciones, es evidente que difieren entre ellas del mismo modo que las propias acciones. Igualmente, si ciertas acciones son prioritarias y constituyen el fin de otras acciones, cada una de las partes a las que corresponden estas acciones será del mismo modo. En tercer lugar, están las que se dan por necesidad[204]

Considero afecciones y acciones a la generación, el crecimiento, la cópula, la vigilia, el sueño, la locomoción y otras semejantes que poseen los animales. Llamo partes a la nariz, al ojo, al conjunto del rostro, cada una de las cuales es denominada [646a] miembro, y lo mismo sucede con las otras[205]

Queda así expuesto nuestro modo de proceder. Trataremos de enunciar las causas tanto de lo común como de lo peculiar, empezando, como hemos determinado, primero por lo que es primero.

LIBRO II

Capítulo 1

De qué y cuántas partes está constituido cada animal, ya lo hemos mostrado con suficiente claridad en las investigaciones acerca de ellos[206]Ahora, dejando de lado lo dicho allí, hay que considerar las causas por las cuales cada uno es así.

De los tres tipos de composición podría considerarse como primera la que procede de lo que algunos llaman elementos, como la tierra, el aire, el agua, el fuego. Quizá sea aún mejor hablar de potencias, pero no de todas, sino tal como lo hemos hecho anteriormente en otros apartados[207]En efecto, la humedad, la sequedad, el calor y el frío constituyen la materia de los cuerpos compuestos; y las diferencias restantes siguen a éstas, por ejemplo: la pesadez y la ligereza, la densidad y la rareza, la aspereza y la lisura y las demás características semejantes de los cuerpos. En los animales, la segunda composición a partir de los elementos primeros constituye la naturaleza de las partes homeómeras, por ejemplo: el hueso, la carne y otras semejantes. Y la tercera y última por orden es la composición de las no homeómeras, como el rostro, la mano y partes semejantes.

Por otro lado, existe una oposición entre la generación y la sustancia, ya que lo último en el proceso de formación es lo primero por naturaleza, y lo primero por naturaleza es lo último en la generación[208]En efecto, una casa no existe en función de los ladrillos y las piedras, sino éstos en función de la casa. Lo mismo ocurre con el resto de la materia. No sólo es evidente que esto es así por inducción sino también por razonamiento. Todo lo que se origina a partir de algo y para algo supone un proceso de formación, es decir va de principio a principio, desde el primer movimiento que constituye ya una cierta naturaleza, hasta una forma u otro fin semejante[209]Un hombre engendra a un hombre y una planta a una planta debido a la materia que subyace en ellos. Cronológicamente, la materia y la generación son necesariamente anteriores [646b], pero, según la razón, son la sustancia y la forma de cada uno[210]Queda claro si se explica el concepto de generación: la noción de edificación incluye la noción de casa, pero la noción de casa no incluye la de edificación. Eso mismo ocurre en los demás casos. Por consiguiente, la materia de los elementos existe necesariamente en función de las partes homeómeras ya que éstas son posteriores a aquéllas en el proceso de generación y las no homeómeras son posteriores a éstas. Pues las no homeómeras poseen ya el fin y el término porque han alcanzado el tercer tipo de composición, al igual que ocurre con la mayor parte de los procesos de generación que llegan a término.

Los animales se componen de estos dos tipos de partes; ahora bien, las homeómeras existen en función de las no homeómeras, pues las funciones y acciones son propias de éstas, por ejemplo: el ojo, la nariz, el rostro en conjunto, el dedo, la mano y el brazo entero[211]Pero como las acciones y los movimientos de los animales en conjunto y de tales partes son múltiples, es necesario que las potencias[212]que los componen sean distintas, ya que la blandura es útil para algunas mientras que la dureza lo es para otras, es decir, unas deben tener la capacidad de estirarse y otras la de doblarse.

De hecho, en las homeómeras tales potencias se hallan distribuidas de manera sucesiva (una de ellas es blanda y la otra dura, una es húmeda y otra seca, es decir, una es flexible y otra quebradiza) mientras que en las no homeómeras se hallan en grupo y combinadas las unas con las otras: la mano utiliza una fuerza distinta para apretar que para coger. Por eso, las partes instrumentales[213]están compuestas de huesos, tendones[214]carne y otras semejantes, pero no al contrario.

El modo en que hemos hablado sobre estas partes supone una causa final. Pero cuando se busca, además, por què es necesariamente así, está claro que empezaríamos por establecer entre ellas relaciones de necesidad.

En efecto, es posible que las partes no homeómeras estén compuestas de las homeómeras, no sólo de muchas, sino también de una sola, como algunas vísceras, que tienen configuraciones variadas, aunque simplemente, constan de un cuerpo homeómero. Sin embargo, es imposible que las partes homeómeras estén compuestas de aquéllas, ya que la homeómera podría constar de muchas partes no homeómeras[215][647a] Por estas causas, en los animales, unas partes son simples y homeómeras, y otras compuestas y no homeómeras.

Como en los animales hay unas partes instrumentales y otras sensoriales[216]cada una de las instrumentales constituye una parte no homeómera, como hemos dicho antes[217]mientras que la sensibilidad se produce para todos en las homeómeras debido a que cualquiera de las sensaciones es de un género único y el órgano sensorial puede percibir una sensación dada. Pero lo que está en potencia se ve afectado por lo que está en acto, de tal modo que son iguales en género; y si aquello es único, esto también; y por eso, ninguno de los fisiólogos intenta decir que una mano, un rostro o alguna parte semejante son tierra, agua y fuego. Enlazan cada órgano sensorial con cada uno de los elementos, afirmando que uno es aire y otro fuego[218]

Puesto que la sensibilidad reside en las partes simples, resulta muy razonable que el tacto se produzca en una homeómera, aunque sea el menos simple de los órganos sensoriales. Parece que precisamente éste se da en numerosos géneros, y lo perceptible por él presenta muchas oposiciones: calor-frio, seco-húmedo y cualquier otra semejante; el órgano que recibe estas sensaciones, la carne y sus análogos, es el más corporal[219]de los órganos sensoriales. Por otro lado, es imposible que exista un animal sin sensibilidad, y por ello, los animales tienen que tener necesariamente algunas partes homeómeras, ya que en éstas reside la sensibilidad, mientras que las acciones se realizan mediante las no homeómeras[220]

Puesto que en el animal la facultad de la sensación, del movimiento y de la nutrición se encuentran en la misma parte del cuerpo, como ya he dicho anteriormente en otros libros[221]es necesario que la parte que primero contiene tales principios se encuentre, en tanto que sea capaz de percibir todas las sensaciones, entre las partes simples, y en tanto que tenga la capacidad de movimiento y de actividad, entre las partes no homeómeras. Por eso, en los animales sanguíneos es el corazón y en los no sanguíneos, el análogo, ya que se divide en partes homeómeras, como cada una de las otras vísceras; pero debido a su forma exterior es no homeómera. Cada una de las restantes, llamadas vísceras, sigue su ejemplo: están compuestas de la misma materia. [647b] En efecto, la naturaleza de todas ellas es sanguínea, porque están dispuestas sobre conductos venosos y sus puntos de ramificación. Al igual que el paso del agua deja barro, las demás vísceras son como sedimentos que deja el flujo de la sangre por las venas. El corazón, por ser el principio de las venas y poseer por sí mismo la facultad primera de elaborar sangre, es razonable que también él mismo esté constituido del mismo alimento que origina[222]

Así pues, ha quedado explicado por qué las vísceras son sanguíneas en cuanto a la forma y por qué por un lado, son homeómeras y por otro, no homeómeras.

Capítulo 2

De las partes homeómeras de los animales, unas son blandas y húmedas y otras secas y duras; las húmedas, o lo son absolutamente o en tanto se hallen en su estado natural[223]por ejemplo: la sangre, el suero[224]la grasa, el sebo, la médula, el semen, la bilis, la leche en los que la tienen, la carne y las análogas a éstas. No todos los animales disponen de estas partes, pero algunos poseen algunas de las análogas a éstas[225]Otras partes homeómeras son secas y duras, como un hueso, una espina, un tendón una vena. Y, en efecto, la división de las partes homeómeras presenta una diferencia: en algunos casos, la parte es homónima al todo, por ejemplo: el segmento de una vena y una vena; pero en otros, no, en modo alguno una parte del rostro recibe el mismo nombre que el rostro.

En primer lugar, las partes húmedas y las secas constituyen muchos tipos de causas, pues unas son como materia de las partes no homeómeras (de éstas está compuesta cada una de las partes instrumentales: de huesos, tendones, carnes y otras semejantes que contribuyen, unas al ser y otras a la actividad[226]otras, las húmedas, son su alimento, pues todo el crecimiento se consigue a partir de un líquido, y otras son sus excreciones como el residuo de la nutrición seca y el de la húmeda para aquellos que poseen vejiga.

Las diferencias entre sí mismas responden a la mejor finalidad, por ejemplo: entre una sangre y otra. Pues la sangre es más fina o más espesa, más clara o más turbia, e incluso más fría o más caliente, no sólo en las partes de un mismo animal (según estas diferencias, la sangre de las partes superiores es distinta a la de las partes inferiores), sino también entre un animal y otro[227][648a] Y, en general, se da esto en los animales sanguíneos y en los que tienen alguna otra parte semejante en lugar de sangre[228]La sangre más espesa y más caliente es la que más fuerza genera, mientras que la más fina y fría da más sensibilidad e inteligencia. La misma diferencia se encuentra también en los análogos a la sangre; por eso, las abejas y otros animales semejantes son de una naturaleza más inteligente que muchos sanguíneos, y entre los sanguíneos, los que tienen la sangre fría y fina son más inteligentes que los opuestos[229]Pero los mejores son los que la tienen caliente, fina y clara, ya que tales animales están bien dotados de valor e inteligencia al mismo tiempo. Por eso también, las partes superiores presentan esa diferencia con las inferiores, y a su vez, el macho con la hembra y la parte derecha del cuerpo con la izquierda[230]

En cuanto a las otras partes, tanto las homeómeras como las no homeómeras, hay que admitir que presentan igualmente esta diferencia, unas respecto a las acciones y la existencia propia de cada animal y otras, respecto a lo mejor o lo peor, por ejemplo: unos animales son de ojos secos y otros de ojos húmedos, los unos no tienen párpados y los otros sí, como en ambos casos poseen ojos, la diferencia reside en la mayor exactitud de visión.

Una vez que hayamos tratado sobre el calor y el frío, habrá que investigar por qué los animales necesariamente tienen sangre o algo de la misma naturaleza, y también cuál es la naturaleza de la sangre, así como sus causas. La naturaleza en muchas cosas se remite a estos principios, y muchos son los que discuten sobre qué animales o qué partes son calientes o frías. Algunos dicen que los acuáticos son más calientes que los terrestres, porque afirman que el calor de su propia naturaleza compensa el mayor frío del medio en que viven[231]y que los no sanguíneos son más calientes que los sanguíneos y las hembras más que los machos, por ejemplo: Parménides[232]dice que las mujeres son más calientes que los hombres, y algunos otros que las reglas se deben al calor y a la abundancia de sangre; Empédocles[233]sin embargo, opina lo contrario. Incluso hay unos que dicen que la sangre es caliente y la bilis fría, y otros que afirman lo contrario[234]Y si hay tal discusión acerca del frío y el calor ¿qué debemos suponer respecto a lo demás? Pues éstos son lo más evidente de lo que afecta a nuestra sensibilidad.

Parece que convenimos en que esto es debido a los múltiples sentidos que se dan a "más caliente" [648b], pues cada nueva afirmación parece decir lo contrario. Por eso no debemos omitir el modo en que hay que describir el calor y el frío, la sequedad y la humedad de los compuestos naturales, puesto que éstos parecen ser, con cierta evidencia, causa no sólo de la muerte, sino también de la vida, e incluso del sueño y la vigilia, de la madurez y la vejez, y de la enfermedad y la salud, y no, la dureza, la blandura, la pesadez, la ligereza ni, por decirlo así, ninguna otra semejante. Esto resulta razonable porque, como he dicho anteriormente en otros tratados[235]los principios de los elementos naturales son éstos: el calor, el frío, la sequedad y la humedad.

¿Damos, entonces, al calor un sólo sentido o varios? Hay que averiguar cuál es el efecto de ser más caliente, o cuáles, si es que hay más de uno[236]Se dice que una cosa es más caliente en un sentido, cuando calienta más lo que toca, y en otro, cuando produce una mayor sensación al tocar, y especialmente, si va acompañada de dolor. A veces, esto parece un error ya que en algunas ocasiones la disposición del sujeto es la causa de la sensación de dolor. Además, es más caliente lo que funde mejor lo fusible y quema mejor lo combustible[237]Es más, si una misma cosa puede ser mayor o menor, la mayor será más caliente que la menor. Además, de dos objetos es más caliente el que no se enfría rápidamente sino poco a poco, y decimos que el que se calienta más deprisa es de naturaleza más caliente que el que se calienta despacio, tal como explicamos lo contrario por lejanía y lo semejante por proximidad. Le damos, pues, a "más caliente", si no muchos sentidos, al menos tantos como haya una cosa más caliente que otra: es imposible que un mismo objeto lo sea en todos los sentidos. En efecto, el agua hirviendo calienta más que una llama, pero la llama logra quemar y fundir, mientras que el agua no. Es más, el agua hirviendo es más caliente que un fuego pequeño, pero el agua caliente se enfría más y más rápidamente que el fuego pequeño, ya que el fuego no se vuelve frío pero el agua sí, completamente. Además, el agua hirviendo es más caliente al tacto, pero se enfría y se hiela más rápidamente que el aceite. La sangre es todavía más caliente al tacto que el agua y el aceite, pero se enfría con más rapidez. Incluso las piedras, el hierro y cosas semejantes se calientan más lentamente que el agua, pero queman más cuando están calientes. Pero además, de las cosas llamadas calientes, [649a] unas poseen un calor ajeno y otras propio, y presentan una gran diferencia si el calor es de ésta o aquella manera. En efecto, una de ellas está próxima a ser caliente por accidente pero no por sí misma, es como si uno afirmara, si por accidente, una persona con fiebre fuese un músico, que el músico es más caliente que un hombre con salud. Y puesto que unas cosas son calientes en sí mismas y otras por accidente, las primeras se enfrían con más lentitud, pero las otras dan a menudo más sensación de calor. Y, a su vez, lo que tiene calor en sí mismo quema más, por ejemplo: la llama quema más que el agua hirviendo, aunque el agua hirviendo, que se calienta por accidente, sea más caliente al tacto. De este modo resulta evidente que no es sencillo distinguir cuál de las dos es más caliente. Así pues, una será más caliente en un sentido y otra en otro. Pero de algunas cosas semejantes ni siquiera es posible afirmar, simplemente, que sean calientes o no. Hay casos en los que el sustrato no es permanentemente caliente, pero cuando se combina con algo caliente, sí que lo es, por ejemplo: si diésemos un nombre al agua y al hierro calientes: éste es el modo en que la sangre es caliente[238]Y tales casos, en que el sustrato es caliente por afección, hacen evidente que el frío constituye una cierta naturaleza y no una privación. Quizá la naturaleza del fuego pueda ser también de tal clase. El sustrato puede ser humo o carbón, de los cuales, el primero es siempre caliente (pues el humo es una exhalación) mientras que el carbón se queda frío cuando se apaga. Por otro lado, el aceite y la antorcha podrían llegar a ser fríos. Pero casi todas las cosas que se han consumido, como la brasa y la ceniza, los excrementos de los animales, y entre las excreciones, la bilis, se conservan más calientes por el hecho de que han ardido y ha quedado algo de calor en ellas. Son calientes en otro sentido la antorcha y las grasas porque se convierten rápidamente en fuego en acto.

Parece que el calor no sólo solidifica sino también funde. El frío solidifica todo lo que está formado sólo de agua; el fuego, todo lo que es de tierra. Y entre las cosas calientes, todas las que contienen más tierra son solidificadas rápidamente por el fuego, y de una forma indisoluble, mientras que todas las que están formadas de agua lo hacen de una forma soluble. Pero ya hemos explicado con bastante claridad en otros libros[239]cúales se solidifican y por qué causas lo hacen.

Cómo a la definición de calor y de más caliente le hemos dado muchos sentidos, [649b] no será la misma para todos los objetos, sino que habrá que especificar que tal cosa es caliente en sí misma, mientras que tal otra lo es, a menudo, por accidente, y además, que en uno el calor está en potencia y en otro en acto, y que en uno es de este modo por el hecho de que quema más al tacto y en otro, porque produce una llama y arde. Si hemos dado muchos sentidos al calor, se comprenderá claramente que también el frío se explique siguiendo el mismo razonamiento. De esta manera queda definido el calor, el frío y sus excesos.

Capítulo 3

A continuación y siguiendo con lo expuesto, tenemos que tratar también sobre lo seco y lo húmedo[240]Estos términos se dicen en muchos sentidos, por ejemplo: en un sentido están en potencia y en otro, en acto. Un hielo y todo líquido helado se denomina seco en acto y por accidente, aunque en potencia y en sí mismos sean líquidos; por otro lado, la tierra, la ceniza y sus semejantes, mezcladas con un líquido, son, en acto y por accidente, húmedas, pero en sí mismas y en potencia, secas. Pero si descomponemos estas mezclas, las partes de agua, que son fluidas[241]son en acto y en potencia, húmedas, mientras que las partes de tierra son totalmente secas, y éste es principalmente el modo de denominar lo seco de una forma propia y absoluta. Igualmente, lo húmedo también tiene, según el mismo razonamiento, un sentido propio y absoluto, incluso en las cosas calientes y frías. Definidos estos términos, es evidente que la sangre es caliente en un sentido : como esencia de la propia sangre (estamos hablando como si le diésemos un nombre determinado al agua hirviendo). Pero el sustrato, es decir, lo que permanece en la sangre, no es caliente. Y en sí misma es en un aspecto caliente y en otro, no, pues en su definición se incluirá el calor como en la definición de un hombre blanco se incluye la blancura. Por lo cual, la sangre es caliente por afección, no en sí misma.

Es lo mismo respecto a lo seco y a lo húmedo. Por eso también, algunas cosas son calientes y húmedas en estado natural, pero cuando son separadas se solidifican y parecen frías, como la sangre; y otras son calientes y espesas, como la bilis, y cuando son separadas de la criatura que los contiene evolucionan de forma contraria: se enfrían y se vuelven líquidas. En efecto, mientras que la sangre se seca más, la bilis amarilla se vuelve líquida. Pero la participación del más y el menos en los opuestos debemos considerarla como algo circunstancial.

[650a] Aproximadamente ha quedado explicado en qué sentido la naturaleza de la sangre es caliente, en qué sentido es líquida y de qué modo participa en los contrarios.

Y puesto que necesariamente todo lo que crece toma alimento, y la alimentación surge para todos de lo húmedo y lo seco y su digestión[242]y transformación se produce por influencia del calor, también necesariamente todos los animales y plantas, por ésta entre otras causas, deben tener un principio natural de calor, y éste tal como…[243] la elaboración del alimento es propia de muchas partes. En efecto, la primera operación visible en los animales se efectúa mediante la boca y sus partes, donde el alimento tiene que ser troceado. Pero ésta operación no causa ninguna digestión sino que más bien, la posibilita. Pues la división del alimento en pequeños trozos facilita bastante la acción del calor. La función de la cavidad superior e inferior[244]es realizar la digestión con ayuda del calor natural. Tal como la boca y la parte contigua llamada esófago, en los animales que la poseen, constituyen el paso del alimento sin elaborar hacia el estómago, así también, es preciso que existan otros pasos mediante los cuales el cuerpo entero reciba, como desde un pesebre[245]la alimentación desde el estómago y el conjunto de los intestinos. Las plantas reciben la alimentación ya elaborada de la tierra por las raíces (por lo cual las plantas no producen excreciones; utilizan el calor que hay en la propia tierra como estómago, mientras que la mayor parte de los animales, y evidentemente los que se trasladan, poseen dentro de sí mismos la cavidad del estómago equivalente a la tierra, desde la cual, como hacen aquellas por las raíces, tienen que recibir la alimentación por algún órgano hasta que alcance el fin de la digestión en curso. El trabajo de la boca pasa al estómago y de éste debe recibirlo necesariamente otro órgano, esto, precisamente, es lo que sucede. En efecto, los vasos sanguíneos se extienden por todo el mesenterio[246]empezando desde abajo hasta el estómago. Pero esto hay que estudiarlo a partir de las Planchas Anatómicas y la Historia Natural[247]

Puesto que hay una parte capaz de recibir todo tipo de alimentación y de residuos que se producen, y que las venas son como los vasos[248]de la sangre, es evidente que la sangre constituye, en última instancia, la alimentación de los animales sanguíneos, y lo análogo en los no sanguíneos. [650b] Por este motivo, la sangre disminuye cuando no se toma alimento y aumenta cuando se toma, es decir cuando la nutrición es buena se está sano y cuando es mala, débil. Está claro, por estas y otras consideraciones semejantes, que la sangre existe en los sanguíneos en función de la alimentación. Por eso también, no produce sensación cuando se toca, tal como ninguna otra excreción. La alimentación tampoco la produce como la carne[249]pues ésta si que la produce cuando se toca. La sangre no es contigua a ésta ni de la misma naturaleza, sino que se halla, como en un vaso, en el corazón y las venas. Pero es más apropiado tratar del modo en que las partes alcanzan el crecimiento a partir de la sangre, además de la alimentación en general, en los tratados Sobre la Generación, entre otros[250]De momento, es suficiente haber dicho (pues es todo cuanto puede ser útil aquí) que la sangre existe en función de la alimentación, es decir, de la alimentación de las partes.

Capítulo 4

En cuanto a las llamadas fibras, una sangre las contiene y otra no, como la de los ciervos y los gamos. Tal tipo de sangre no se coagula por lo siguiente: porque la parte acuosa de la sangre es más fría, de ahí que no se coagule, mientras que la parte terrosa se coagula por la evaporación del líquido[251]Las fibras son de tierra. Pero resulta que ciertos animales poseen una inteligencia más aguda, no por ser de sangre más fría sino, más bien, por tenerla más fina y clara, ya que lo que está hecho de tierra no posee ninguna de estas características. Los que poseen los humores más finos y claros tienen la sensibilidad más viva. Por eso también, algunos de los no sanguíneos tienen el alma más inteligente que algunos sanguíneos, como hemos dicho anteriormente[252]por ejemplo: la abeja, el género de las hormigas y cualquier otro que sea semejante. En cambio, los muy acuosos son más miedosos, pues el miedo enfría. Por consiguiente, los que poseen tal mezcla en el corazón están predispuestos a esta afección. El agua es solidificada por el frío. Por eso, los otros, los no sanguíneos, son, dicho de un modo general, más miedosos que los sanguíneos, permanecen inmóviles por miedo, dejan caer sus excreciones y algunos cambian su color. En cambio, los que poseen muchas y espesas fibras son de naturaleza más terrosa , tienen un temperamento pasional y se dejan arrastrar por la cólera. La cólera produce calor y los sólidos, cuando se calientan, producen más calor que los líquidos. Las fibras son sólidas [651a] y de tierra, de modo que se vuelven como fuentes de calor en la sangre y la hacen hervir en caso de cólera. Por eso los toros y los jabalíes son coléricos y se excitan fácilmente, pues su sangre es muy fibrosa, además, la del toro es la que más rápidamente se coagula de todas. Pero si se quitan estas fibras, la sangre no se coagula. Tal como el agua no se solidifica si se quita la parte terrosa del barro, así tampoco lo hace la sangre, pues las fibras son de tierra. Pero si no se quitan las fibras, sí se solidifica, como hace la tierra húmeda bajo los efectos del frío, ya que cuando el calor es consumido por el frío, lo líquido se evapora, tal como hemos dicho anteriormente[253]y se solidifica una vez desecada por el frío, no por el calor. En los cuerpos, el líquido se debe al calor que hay en los animales.

La naturaleza de la sangre es causa de numerosas diferencias, no sólo en el temperamento de los animales sino también, razonablemente, en su sensibilidad, pues es la materia del cuerpo entero. En efecto, la nutrición es materia y la sangre es la nutrición última. Por consiguiente, existe una gran diferencia si la sangre es caliente o fría, fina o espesa, turbia o clara. El suero es la parte acuosa de la sangre debido a que no ha sido todavía cocido o a que ha sido corrompido, de modo que el suero existe bien por necesidad, bien en vista de la sangre.

Capítulo 5

La diferencia entre la grasa y el sebo se corresponde con la diferencia de sangre[254]Cada uno de ellos es sangre que se ha cocido debido a una abundante alimentación, es decir, es lo que no se ha consumido en la parte carnosa de los animales pero está bien digerido y es igualmente nutritivo. Lo demuestra su untuosidad. En los líquidos, la untuosidad es una combinación de aire y de fuego. Por eso, ningún animal no sanguíneo posee grasa ni sebo, porque ni siquiera tiene sangre. Entre los sanguíneos, poseen más sebo los que tienen la sangre densa. El sebo es de tierra, por eso se solidifica como la sangre fibrosa y ciertos caldos. Contiene poca agua, pero mucha tierra. Por eso, los animales que no poseen dos filas de dientes pero tienen cuernos contienen sebo[255]Está claro que su naturaleza está llena de dicho elemento por el hecho de que tienen cuernos y astrágalos[256]En efecto, todas estas partes son de naturaleza seca y terrosa. Sin embargo, los que poseen dos filas de incisivos y dedos en los pies pero no tienen cuernos[257]contienen grasa en lugar de sebo, la cual no se solidifica ni se quiebra cuando se seca, porque su naturaleza no es de tierra.

Cuando la grasa y el sebo no son excesivos en las partes de los animales, resultan beneficiosos (no impiden la sensibilidad [651b] y ayudan a tener salud y fuerza) pero cuando son excesivamente abundantes, deterioran y perjudican. En efecto, si el cuerpo entero estuviese formado de grasa y sebo, perecería. Pues un animal existe en virtud de la parte que posee sensibilidad: la carne y la parte análoga que tenga sensibilidad[258]Pero la sangre, como hemos dicho anteriormente[259]no tiene sensibilidad ni, por consiguiente, la grasa ni el sebo, pues son sangre cocida. De este modo, si el cuerpo entero estuviese formado de esa manera, no tendría sensibilidad alguna. Por eso también, los animales muy gordos envejecen rápidamente. Tienen poca sangre porque la gastan en la grasa, y los que tienen poca sangre están predispuestos a la corrupción, pues la corrupción es una deficiencia de sangre, y el animal de poca sangre puede afectarse por cualquier frío y calor que se presente. Los animales gordos son menos fecundos, por la misma causa, ya que la parte de sangre que debería pasar al semen y al esperma se pierde en la grasa y el sebo[260]Éstos son el resultado de la cocción, por consiguiente, ninguno de estos animales produce excreciones, ya sea en absoluto o en poca cantidad.

Acerca de la sangre, el suero, la grasa y el sebo, queda explicado qué es cada uno de ellos y por qué causas existen.

Capítulo 6

La médula es también una forma de sangre, y no es como algunos piensan una potencia generativa del semen[261]Se ve claro en los animales muy jóvenes[262]En efecto, como las partes se componen de sangre y la sangre es la nutrición de los embriones, la médula del interior de los huesos también es de naturaleza sanguínea. Además, tal como las partes y las vísceras cambian de color mientras se va creciendo y madurando (pues cada una de las vísceras es excesivamente sanguínea cuando todavía se es joven), así también cambia la médula.

En los animales que contienen grasa es untuosa y parecida a la grasa, sin embargo, en todos los que la sangre, tras la cocción, no llega a ser como la grasa sino como el sebo, es semejante al sebo. Por eso, en los animales con cuernos que no presentan dos filas de dientes, es parecida al sebo, mientras que en los que tienen dos filas de dientes y son fisípedos es semejante a la grasa.

La médula espinal no puede ser una médula de esa clase porque debe ser continua y extenderse por toda la espina dorsal que se divide en vértebras. Y si fuese untuosa y parecida al sebo, tampoco sería continua sino quebradiza o líquida.

Algunos animales no tienen médula, por lo que merece la pena nombrarlos. Son aquellos cuyos huesos son fuertes y compactos, como los del [652a] león[263]Sus huesos no parecen contener médula en absoluto, porque es totalmente imperceptible. Pero como es necesario que los animales tengan un conjunto de huesos o algo análogo a éstos, por ejemplo, la espina en los animales acuáticos; necesariamente también, algunos tienen médula, por inclusión de la nutrición de la que proceden los huesos. Ya hemos dicho anteriormente[264]que, para todos, la nutrición es la sangre. Y es razonable que las médulas sean semejantes al sebo y a la grasa, pues la sangre se cuece por el calor que se produce por el aprisionamiento en los huesos, y, en sí misma, la cocción de la sangre es sebo y grasa. Entre los animales que tienen los huesos compactos y fuertes, unos, razonablemente, pueden no tenerla y otros, en poca cantidad, pues la alimentación se consume en los huesos.

En los que no tienen huesos sino espina, sólo existe la médula espinal. En efecto, resulta que son animales que por naturaleza tienen poca sangre, y sólo una espina hueca, la dorsal.

Se forma dentro de ella, porque es la única que tiene espacio y la única que requiere una unión entre la división de las vértebras. Por eso también, la médula en este caso, como hemos dicho, es muy distinta: es pegajosa porque cumple la función de broche, y parecida a un tendón para tener elasticidad.

Ha quedado explicado por qué los animales que tienen médula la tienen, también qué es la médula, a partir de lo cual resulta evidente que es la excreción de la nutrición sanguínea distribuida en los huesos y la espina[265]que se incluye en su interior una vez cocida.

Capítulo 7

A continuación podemos hablar un poco sobre el cerebro. Muchos piensan que el cerebro es la médula y el principio de la médula porque ven que la médula espinal es contigua a él. Sin embargo, su naturaleza es, por así decir, totalmente opuesta, pues el cerebro es la parte más fría del cuerpo, mientras que la médula es de naturaleza caliente[266]Lo demuestra su untuosidad y su grasa. La espina dorsal es contigua al cerebro porque la naturaleza siempre procura asociar los contrarios para compensar el exceso de cada uno, para que el exceso de uno iguale al del otro. Así pues, hay muchas cosas que demuestran que la médula es caliente. La frialdad del cerebro se manifiesta al tacto y, además, es la menos sanguínea de todas las partes húmedas del cuerpo (de hecho ni siquiera contiene sangre en sí mismo[267][652b] y la más seca. No es ni una excreción ni se clasifica entre las partes contiguas, sino que tiene una naturaleza peculiar, y es razonable que sea así. A simple vista queda claro que no tiene ninguna continuidad con las partes sensibles, y todavía queda más claro por el hecho de que, al igual que la sangre y la excreción de los animales, no produce ninguna sensación al tocarlo[268]Los animales lo tienen para salvaguardar la integridad de su naturaleza. Unos, que tienen una opinión vulgar, sostienen que el alma del animal es fuego o alguna fuerza semejante[269]quizá sea mejor decir que se forma en un cuerpo de tal clase. La causa de esto es que el calor es lo más provechoso de los cuerpos para las funciones del alma. En efecto, la nutrición y el movimiento son funciones del alma, y se producen, especialmente, debido a esta fuerza. Por consiguiente, afirmar que el alma es fuego es como decir que el carpintero o su arte son la sierra o el trépano porque la obra se realiza por colaboración entre ambos. Esto demuestra que los animales participan necesariamente del calor.

Como todo necesita una influencia contraria para alcanzar el equilibrio y la justa medida (pues en esto consiste la sustancia y la razón, y no en cada uno de los extremos por separado), por esta causa la naturaleza ha ideado el cerebro en contraposición a la región del corazón y al calor que hay en él, además gracias a esto existe esta parte en los animales, con una naturaleza común de agua y tierra, y por eso todos los sanguíneos, y ningún otro, por así decir, poseen cerebro o, en su defecto, un órgano análogo, como es el caso del pulpo. En efecto, debido a su carencia de sangre todos contienen poco calor.

Así pues, el cerebro regula el calor y la ebullición del corazón; y para que esta parte alcance un calor moderado, las venas, que parten de la vena grande[270]y de la llamada aorta, terminan en la membrana[271]que envuelve el cerebro. Pero para no perjudicar al calor, lo rodean abundantes y finas venas en lugar de unas pocas grandes, y en lugar de una sangre turbia y espesa, una fina y clara. Por eso también los flujos tienen su origen en la cabeza en aquellos cuerpos en que las partes que envuelven el cerebro tienen una temperatura más fría de lo adecuado. Puesto que la nutrición se evapora hacia arriba a través de las venas [653a], la excreción, que se enfría por la influencia de esta región, produce flujos de flema y suero. Hay que admitir, comparando una cosa pequeña con una grande, que se produce el mismo proceso que el de la lluvia. En efecto, al elevarse el vapor de la tierra y ser llevado por el calor a lo alto, cuando entra en contacto con el aire frío que hay encima de la tierra, se convierte de nuevo en agua por acción del frío y cae abajo, a la tierra[272]Pero sobre estas cosas conviene hablar en los orígenes de las enfermedades, en la medida en que la filosofía natural puede hacerlo.

En los animales que tienen cerebro es esta parte la que les produce el sueño[273]mientras que en los que no lo tienen, la análoga. En efecto, al enfriarse el flujo de la sangre que viene de la alimentación (o también mediante algunas otras causas semejantes), molesta a esa región (por eso los que tienen sueño sienten pesadez en la cabeza) y hace que el calor se vaya hacia abajo junto con la sangre. Por eso, cuando el calor se acumula totalmente en la parte inferior, produce sueño, e impide a aquellos animales que por naturaleza se mantienen de pie, que puedan hacerlo, y a otros, que mantengan la posición vertical de la cabeza. Sobre cada una de estas cosas ya hemos hablado en los tratados sobre la sensación y el sueño[274]

Que el cerebro está compuesto de agua y tierra, lo demuestran las circunstancias siguientes: cuando se cuece se vuelve seco y duro y al evaporarse el agua por la acción del calor, queda la parte terrosa, como cuando se cuecen las legumbres y otros frutos, ya que en su mayor parte son de tierra y una vez que se ha ido el líquido mezclado con ellos, éstos también se vuelven duros y totalmente terrosos.

Entre los animales, el ser humano es el que tiene el cerebro más grande en tamaño[275]y entre los humanos, los hombres más que las mujeres. Además, en el ser humano, la región del corazón y pulmón es más caliente y sanguínea. Por eso también es el único animal que permanece de pie. El calor, al cobrar fuerza, procura el crecimiento desde el centro, siguiendo el impulso de su propia naturaleza[276]Al abundante calor se opone una mayor cantidad de humedad y frío, y por esta abundancia, el hueso que rodea la cabeza, al que algunos llaman bregma, es el último en solidificar, ya que el calor tarda mucho tiempo en evaporarse[277]Pero esto no le ocurre a ningún otro animal sanguíneo. Los humanos presentan muchísimas suturas en la cabeza [653b], y los hombres más que las mujeres[278]por la misma causa, para que la región transpire fácilmente, y en especial, cuando el cerebro es mayor. En efecto, si se humedece o se seca mucho, no cumplirá su función, sino que o no transpirará o se solidificará, hasta el punto de causar enfermedades, demencias e incluso la muerte. Pues el calor, es decir, el principio del corazón, es muy simpatético[279]y cuando la sangre que rodea el cerebro sufre algún cambio o afección, se resiente rápidamente.

Así pues, hemos hablado , poco más o menos, sobre todas las partes húmedas innatas a los animales. Entre las que aparecen más tarde se encuentran las excreciones de la nutrición y el residuo de la vejiga y el vientre, y junto a éstos, el semen y la leche de los que por naturaleza los poseen. Por consiguiente, las excreciones de la nutrición, qué animales las tienen y por qué causas, tienen su tratamiento adecuado en la consideración y estudio de la nutrición[280]mientras que el esperma y la leche se han tratado en los estudios sobre la generación; pues uno es el principio de la propia generación y el otro existe gracias a ella[281]

Capítulo 8

Hay que examinar el resto de las partes homeómeras y, en primer lugar, la carne, en los animales que la tienen, y la parte análoga en los demás. Esta parte constituye en los animales un principio y lo esencial del cuerpo. Se demuestra también mediante la razón: definimos al animal por el hecho de tener sensibilidad y por tener, en primer lugar, esta sensación: el tacto, cuyo órgano es dicha parte, que, o bien es la primera, como la pupila en el caso de la vista, o bien es la parte que colabora, como en el caso de que a la pupila se sumase todo lo transparente[282]Así pues, sería imposible y totalmente inútil para la naturaleza hacer esto con las demás sensaciones, mientras que el tacto es así por necesidad. En efecto, este es el único o el más corporal de los órganos sensoriales[283]Y en relación con la sensación, resulta evidente que todas las demás partes existen para ella, me refiero, por ejemplo, a los huesos, la piel, los nervios y las venas, además de los pelos y el tipo de uñas, y cualquier otra semejante. En efecto, el conjunto de los huesos, que son duros por naturaleza, ha sido ideado para preservar las partes blandas, en los que tienen huesos, mientras que en los que no los tienen, lo ha sido la parte análoga, por ejemplo: entre los peces, unos tienen espina y otros, cartílago. Así, unos animales poseen dicho soporte en el interior, mientras que algunos [654a] no sanguíneos en el exterior, como todos los crustáceos, por ejemplo: los cangrejos y el género de las langostas, e igualmente los testáceos, como las llamadas ostras. Todos estos tienen la parte carnosa en el interior, mientras que la parte terrosa que la mantiene y guarda, está en el exterior. En efecto, para asegurar su continuidad, pues su naturaleza, al no tener sangre, contiene poco calor, la concha que lo rodea guarda, como una estufa, el calor producido. La tortuga, sin embargo, y el género de los de los emídidos[284]parecen ser como éstos, aunque su género es otro. En cuanto a los insectos y los moluscos, su constitución es contraria a aquellos e incluso opuesta entre sí. Parecen no tener ninguna parte ósea ni de tierra que se distinga, por lo cual merece la pena describirlos[285]pues bien, los moluscos son carnosos y blandos casi en su totalidad, y para que su cuerpo no pueda corromperse fácilmente, como las cosas de carne, posee una naturaleza intermedia entre la carne y el tendón. En efecto, es blando como la carne pero tiene elasticidad como el tendón. Su carne no se divide longitudinalmente sino en porciones circulares. Así puede ser de mayor utilidad para hacer fuerza. Pero entre ellos se encuentra también un análogo a las espinas de los peces, el llamado hueso de la sepia[286]y el llamado espada en los calamares[287]Por el contrario, el género de los pulpos no tiene nada semejante porque lo que llamamos cabeza es una pequeña cavidad, frente a otros cuya cabeza presenta una largura considerable. Por eso, la naturaleza ideó estas partes para que se mantuvieran erguidos e inflexibles, como el hueso de los sanguíneos y la espina de otros. Los insectos, sin embargo, se oponen a éstos y a los sanguíneos, como hemos dicho[288]En efecto, no tienen una parte determinada dura y otra blanda, sino que el cuerpo entero es duro, y la dureza es tal que es más carnosa que el hueso y más terrosa que la carne, para que su cuerpo no pueda romperse fácilmente.

Capítulo 9

La naturaleza de los huesos y la de las venas es semejante. Cada una de ellas es continua y parte de un principio único, asimismo, ningún hueso existe por sí y en sí mismo, sino que, o bien existe como parte de uno continuo o bien está unido y sujeto para que la naturaleza lo utilice [654b] ya como uno solo y continuo ya como dos divididos para la flexión. Igualmente, ninguna vena existe por sí misma y en sí misma, sino que todas son parte de una sola. Si existiese un hueso aislado, no podría cumplir la función por la que existe el conjunto de los huesos (no podría ser el causante ni de la flexión ni de ningún tipo de rectitud porque no sería continuo sino discontinuo) y además, podría causar daño a las carnes como una espina o una flecha. Y si existiese una vena aislada y no fuese continua a su principio, no podría conservar la sangre que contiene, pues el calor de aquella le impide coagularse y, por otro lado, es evidente que la sangre aislada se corrompe[289]El corazón es el principio de las venas[290]y el de los huesos, para todos los que tienen huesos, la llamada columna vertebral, a partir de la cual la naturaleza de los demás huesos es continua. En efecto, la columna vertebral es la que mantiene la largura y la rectitud de los animales. Ahora bien, como es necesario que el cuerpo del animal en movimiento se doble, es única por la continuidad y múltiple por su división en vértebras. En los animales que tienen miembros que parten de ésta y son continuos a ella, sus huesos pertenecen a la clase de las articulaciones: son los miembros que tienen flexión y están unidos entre sí por los tendones, y poseen extremos que se adaptan entre sí porque uno es hueco y otro redondo, o bien los dos son huecos y comprenden en medio, como una clavija, un huesecillo, con el fin de que se produzca la flexión y la extensión (de otra forma o sería totalmente imposible o no se podría realizar tal movimiento correctamente). Algunos, cuando el principio de uno es semejante al término de otro, quedan unidos por los tendones. Además, en éstos, existen partes cartilaginosas en medio de las articulaciones para que, como una almohadilla, impidan que se desgasten mutuamente. En torno a los huesos se desarrollan las carnes, sujetas por hilos finos y fibrosos. Para éstas existe el género de los huesos. Tal como los artistas que modelan una figura de barro o de cualquier otro compuesto húmedo, ponen como soporte un objeto duro y modelan, así, en torno a él; del mismo modo, la naturaleza ha fabricado al animal de carnes. Los huesos se hallan bajo las diferentes partes carnosas: en las partes que se mueven, para favorecer la flexión, y en las inmóviles, para proteger; por ejemplo: las costillas que rodean el pecho sirven para salvaguardar [655a] las vísceras que rodean el corazón. Sin embargo, todos los animales carecen de huesos en la zona del vientre para no impedir la hinchazón que, por necesidad, se produce en los animales después de alimentarse y el crecimiento del embrión en el interior de las hembras. Los animales vivíparos, tanto interior como exteriormente, tienen huesos de parecida fuerza y solidez. Todos estos animales son mucho más grandes que los no vivíparos si hacemos referencia a la proporción de sus cuerpos. En algunos sitios, muchos vivíparos llegan a hacerse de gran tamaño, por ejemplo: en Libia y en lugares cálidos y secos[291]Los animales grandes necesitan unos soportes más sólidos, más grandes y más duros, y, en especial, los que poseen un temperamento más violento. Por eso, los huesos de los machos son más duros que los de las hembras, y, más aún, los de los carnívoros (ya que obtienen el alimento mediante la lucha), como es el caso de los del león. Así pues, son de naturaleza tan dura que si se golpean puede salir fuego, como ocurre con las piedras[292]En el caso del delfín, no posee espinas sino huesos ya que es un animal vivíparo[293]Para los animales sanguíneos no vivíparos la naturaleza establece una ligera diferencia, como por ejemplo: las aves tienen huesos pero son más frágiles[294]Entre los peces, los ovíparos tienen espina, y en las serpientes la naturaleza de sus huesos es semejante a la espina, excepto en las que son muy grandes. Estos últimos, por las mismas razones que los vivíparos, necesitan un esqueleto más sólido para tener fuerza. Por otro lado, los llamados selacios tienen una espina de naturaleza cartilaginosa. Su movimiento tiene que ser muy fluido, por consiguiente, la naturaleza de sus soportes no debe ser quebradiza sino muy flexible; además, la naturaleza ha empleado toda la parte terrosa en hacer su piel y no puede distribuir el mismo excedente en diversos lugares a la vez. Existen también muchos huesos cartilaginosos en todos los vivíparos en los que conviene que la parte sólida sea flexible y glutinosa en vista de la carne que lo rodea; se encuentra por ejemplo, en las orejas y en las narices. En efecto, en las partes salientes, lo quebradizo se rompe en seguida. La naturaleza del cartílago y del hueso es la misma, difieren, sin embargo, en el más y el menos[295]por eso ninguna de las dos crece después de haber sido cortada. En los animales terrestres, los cartílagos no tienen médula, al menos que se distinga, pues lo que en todo hueso aparece separado es, en este caso, una mezcla y hace que la constitución del cartílago sea blanda y glutinosa. En los selacios, sin embargo, la columna vertebral [655b] es cartilaginosa y contiene médula, pues tiene esta parte en lugar de un hueso. Por el tacto, las siguientes partes se asemejan a los huesos: las uñas, los cascos, las pinzas, los cuernos y los picos de los pájaros[296]Los animales poseen todas estas partes para su defensa, pues las partes formadas enteramente del mismo tejido y que tienen el mismo nombre que sus partes, como una uña entera o un cuerno entero, están ideadas para la conservación de cada uno. El conjunto de los dientes también pertenece a este género ; en unos animales tiene como única función la elaboración del alimento y en otros, además, la de luchar, como en todos los de dientes agudos y salientes. Por necesidad, todos éstos son terrosos y de naturaleza sólida ya que tienen la misma potencia que un arma. Por eso, dichas partes se dan más en los cuadrúpedos vivíparos, porque todos ellos tienen una composición más terrosa que la especie humana[297]Sobre estas cosas y las siguientes, como la piel, la vejiga, la membrana, los pelos, las plumas, los análogos a éstas y cualquier parte semejante, hay que estudiar sus causas más tarde[298]junto a las partes no homeómeras, y por qué se encuentra cada una en los animales. Sería necesario estudiarlas a partir de sus funciones, como las partes no homeómeras. Pero como sus fragmentos reciben el mismo nombre que el todo, han sido ubicadas aquí, entre las partes homeómeras. El hueso y la carne son los principios de todas ellas. Además, respecto al semen y la leche, los hemos dejado aparte en el estudio sobre los humores y las partes homeómeras, ya que tienen su correspondiente consideración en los tratados sobre la generación: el uno es principio de los seres y la otra, la alimentación de los recién nacidos[299]

Capítulo 10

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9
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