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Bitácora de la utopía (anarquismo para el siglo XXI) (página 3)



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Un hecho transformador del Siglo XX fue la mutación profunda de los roles de la mujer en la sociedad; los anarquistas han apoyado desde siempre este proceso y esperan mucho del movimiento de liberación de la mujer aunque no todas las feministas sean revolucionarias. Con dolor se observa que han reproducido en su marcha los mismos vicios que criticaban en cuanto a las pautas de sometimiento a las que las mujeres estaban encadenadas, siendo muchos los casos en que sus afanes sólo procuran incorporarse con ventaja en la competencia por ganar el favor de los poderosos. La revolución feminista no consiste en que la mujer alcance igual posición que el hombre en el proyecto explotador vigente. Tenemos situaciones como en Norteamérica y Europa, con activistas pro-derechos femeninos que consideraron un triunfo que las mujeres tuvieran acceso al control de misiles nucleares o ingresaran en los cuerpos represivos de élite; mientras que en Venezuela las conductoras del movimiento han impuesto estrategias de sometimiento al Estado y han canalizado la lucha a la búsqueda de tibias reformas legales y, la mayoría de las veces, una posición de privilegio para si mismas. Alcanzar por ley un determinado porcentaje de los cargos gubernamentales no ha logrado que descienda la tasa de mortalidad de las mujeres parturientas, ni el desamparo de las madres adolescentes, ni el abuso laboral, económico y sexual.

Sin embargo, hay una valiosa corriente anarquista dentro del feminismo que enfatiza la asamblea, la autogestión y la importancia de que las mujeres acepten y comprendan sus sentimientos hacia los demás, porque la revolución feminista no diverge de la revolución general, ya que desafiar la dominación masculina debería conducir a desafiar todo tipo de dominación, pues ninguna mujer mejora su situación pasando del sometimiento a un varón insensible a la anuladora obediencia a una jefa despótica. La revolución anarquista no tiene sexo pues pretende sencillamente que hombres y mujeres sean libres, iguales y solidarios entre sí. Una exposición particularmente sintética y coherente sobre el feminismo anarquista o anarco-feminismo, está en el artículo "Feminismo y Anarquismo" de Josefa Martín Luengo , mientras que más adelante, en la sección VI.2.c, hay una reseña de la que ha sido su experiencia histórica concreta más significativa. También pueden revisarse la página web de Mujeres Creativas y la selección de documentos sobre el tema que hay en .

III.7) La escuela y la educación De lo visto hasta aquí, es fácil deducir que los anarquistas tienen gran fe en el poder de la educación, aunque desconfiando por principio de la escolaridad institucionalizada controlada por cualquier poder autoritario. Una de las mayores fuentes de esperanza para un mundo mejor es que la próxima generación, con la ayuda necesaria, crezca menos sometida y neurótica que la anterior y para ello es necesario una adecuada y fértil educación. Algunos dicen incluso que educar a los niños para la libertad es la auténtica esperanza real de crear una sociedad anarquista. Esta herencia de los pensadores de la Ilustración europea del Siglo XVIII es compartida por todos los anarquistas desde sus primeros pasos como movimiento político-social moderno, pasando por todas las alternativas que ha conocido en su trajinar histórico, hasta los actuales esfuerzos en la organización de escuelas, ateneos, bibliotecas, publicaciones, centros de discusión, etc. La urgencia por la educación sólo se iguala con la urgencia por cubrir las necesidades mínimas de supervivencia de todos, alimentos, salud, vestidos y habitación. No puede haber una revolución anarquista sin una clara conciencia revolucionaria y a ella se llega mediante el cultivo de la mente y de los corazones.

Las escuelas, así como la educación en todos sus niveles tal como existen hoy en día, se ocupan principalmente de seleccionar y dividir a niños y jóvenes en categorías con el fin de prepararlos para su futuro papel en una sociedad jerarquizada, asegurándose que asimilen al máximo la aceptación de las escalas permanentes de rango, el respeto a la autoridad y la competitividad del mercado. Por ello se han dado, y se dan, fuertes enfrentamientos para definir quien es el propietario de la educación – padres, Estado, religión, partido político, sistema económico -. Para el anarquismo los niños no son propiedad de nadie y si son responsabilidad de todos. En todo caso, si pertenecen a algo, pertenecen a su libertad futura para la cual debemos prepararlos. En cambio, el actual sistema exige que la mayoría de los niños se sientan inferiores para que lo sigan siendo cuando adultos. Por eso los anarquistas sostienen, por ejemplo, que las pruebas académicas son una medida insignificante del potencial de una persona para desde allí determinar la importancia del papel que han de cumplir en la sociedad. El culto al experto, particularmente cuando se extiende a áreas ajenas a su estricta competencia profesional, está diseñado para destruir la aptitud de valorar posibilidades y capacidades con un juicio propio.

El fundamento de la pedagogía libertaria es la libertad y por ello adversa resueltamente el castigo y toda forma de coacción física o moral en la educación. La imposición y la obligatoriedad destruyen el entusiasmo natural por saber y comprender. La verdadera educación es lo contrario a la escolarización obligatoria, donde se aprende principalmente a temer y doblegarse ante la jerarquía impuesta. Necesitamos, en cambio, que los educandos desarrollen, a la par que la indispensable capacitación, una actitud crítica para entender el mundo, para que puedan ver los cambios que es necesario hacer a fin de crear un lugar mejor para todos, y ser capaces de llevar a cabo estos cambios. Claro que esto no es sinónimo de una ausencia de responsabilidad por parte de los jóvenes, que deben comprender la que les compete en el conjunto social: prepararse de la mejor forma posible para enfrentar los retos que un futuro dinámico y en desarrollo seguramente ha de generar. Pero la responsabilidad y la preparación hacen necesaria la libertad en la realización de la tarea, ya que sin libertad no se puede ser responsable. El ejército es la única institución en la que la ciega obediencia es un mérito, pero es la institución cuya meta es la destrucción. Construir, y construir un mundo mejor, requiere de otras condiciones.

Los anarquistas también se oponen al aleccionamiento religioso y de cualquier tipo de dogma en los colegios. El miedo, la superstición y el adoctrinamiento están fuera de lugar en una instrucción ética. La educación doctrinaria debe abolirse y sustituirse por la discusión de cuestiones morales y filosóficas basadas en la preocupación y el respeto a los demás y sus posiciones. El anarquismo no acepta la persecución al que exprese creencias religiosas ni sostiene el dogma del ateísmo obligatorio, sino que promueve el conocimiento de los saberes que puedan contribuir al mejor desarrollo del individuo considerado en el seno de un colectivo. Para sintetizar el razonamiento, se repudia la conversión de la escuela en lugar para el adiestramiento político-ideológico a la orden de cualquier teoría, grupo étnico, credo o corriente de pensamiento, incluyendo la del anarquismo. Como bien lo expresa la educadora libertaria española Josefa Martín Luengo , el objetivo debe ser construir una escuela de la anarquía y nunca una "escuela anarquista".

Es una locura pensar que la educación sólo consiste en pasar parte de nuestras vidas en instituciones cerradas que nada tienen que ver con el mundo exterior. Sería mucho más saludable que nuestro período de escolaridad integrara aspectos del trabajo cotidiano y la vida social, tanto para los jóvenes como para los adultos. Así, las habilidades de cada uno podrían ser reconocidas por la sociedad y utilizadas para la educación de otros. Necesitamos destruir las líneas divisorias entre trabajo, juego e instrucción. La educación debería estar disponible en cualquier momento de nuestras vidas, en lugar de estar confinada arbitrariamente a esos años que pasamos en la escuela. Todos somos alumnos y profesores potenciales, todos tenemos habilidades que desarrollar y que enseñar durante la vida entera. Hermosa sería una escuela en que parte del plantel de profesores estuviera constituido por los mismos padres de los alumnos, ofreciendo a los jóvenes en ella – entre los cuales están sus propios hijos – la dotación de sus saberes y pericias sean cuales fueren, y donde esos padres pudiesen ocupar un lugar junto a los más jóvenes porque también necesitan y desean adquirir conocimientos, destrezas y habilidades.

Los ácratas están generalmente de acuerdo en que la completa liberación de la educación depende de la creación de una sociedad anarquista. Sin embargo, esto no ha sido impedimento para intentar crear entornos más libres donde los niños puedan crecer y aprender, aquí y ahora. Ciertos libertarios han educado a sus hijos en casa, algunos los han educado conjuntamente con otros padres e hijos y han trabajado juntos en lugar de permanecer en núcleos familiares aislados. Desde fines del Siglo XIX y en muchos lugares, las escuelas libres se han establecido basándose en principios anarquistas, y han desempeñado un servicio muy valioso demostrando de forma práctica que hay alternativas posibles. Sin embargo, han tenido que enfrentarse a constantes problemas económicos y a todos los otros retos que supone vivir en una sociedad como la existente intentando crear una sociedad mejor. Entre estos promotores de la educación libre, tal vez la figura más destacada fue el catalán Francisco Ferrer (1859-1909), quien terminó siendo fusilado por quienes no tuvieron otro modo de detener su innovadora actividad pedagógica. Experiencias contemporáneas particularmente notables, son la Escuela Paideia en Mérida, España , y el Centre d´ Education Libertaire Bonaventure en la Isla de Oléron, Francia .

No han faltado anarquistas, y otros que comparten sus puntos de vista sobre la educación, que ante la lejanía de una revolución libertaria, sostienen que debe intentarse cambiar las escuelas desde dentro, integrando en ese objetivo tanto a los padres como a los profesores, ya que ahora y en el futuro cercano la mayoría de los niños han de asistir a escuelas estatales. Esto pasó en el caso británico, donde hacia fines de los años de 1960 el aparato escolar oficial empezó a utilizar los métodos libertarios de Summerhill, la escuela experimental de Alexander O´Neill, sólo accesible para hijos de padres ricos, que se horrorizaron al ver que propuestas similares se estaban adoptando en escuelas públicas para niños de clase obrera y emigrantes. Los intentos más fructíferos se dieron en Risinghill School y en William Tyndale School de Londres, pero al llegar los años del gobierno conservador de Margaret Thatcher (década de 1980) fueron abortados por las autoridades educativas y los profesores más comprometidos terminaron expulsados, señal del éxito que tuvieron en su desarrollo. La lección a extraer para aquellos que lo intenten es que es esencial romper el aislamiento al que se somete a las escuelas respecto a la comunidad, para que los padres entiendan y participen activamente en la implantación de la pedagogía libertaria en los centros educativos.

Concluyamos este apartado señalando que las referencias sobre el tratamiento anarquista del tema de la educación son múltiples y valiosas, pero recomendamos a quienes deseen partir de lo básico los libros Breviario del Pensamiento Educativo Libertario de Tina Tomassi y La Escuela de la Anarquía de Josefa Martín Luengo (datos bibliográficos de ambos en VII.1), los artículos "¿Por qué la Educación Libertaria?" de Pauline Mc Cormack y "Paseo por los planteamientos educativos libertarios" de Julián Martínez , así como las páginas web de Aula Libre , la Revista CALIDOSCOPIO y Todo Educación .

IV.- Comunicando el ideal

El anarquismo encuentra vital educar a la gente para una nueva sociedad. Algunos incluso dirían que es todo lo que cabalmente se puede hacer, porque intentar imponer la revolución con el esforzado activismo de una minoría muy pequeña es insensato dentro de la propuesta libertaria ya que, incluso con las mejores intenciones, eso sólo podría conducir a una nueva esclavitud y así lo ha mostrado la historia. Una verdadera revolución sólo puede hacerse si una gran mayoría, por no decir todos, la quiere y participa activamente en la creación de un mundo nuevo. Y si es una mayoría, debe ser muy cuidadosa de los derechos de la minoría que se le oponga.

Por supuesto, el anarquismo parte de la base de que tendría muchas más oportunidades si la gente reflexionase sobre los problemas y cuestiones que les propone para luego organizarse en concordancia. La confianza de los anarquistas en cuanto a que lo más razonable para quienes conocen su ideal es seguirlo, hace que una de sus prioridades sea difundirlo. Para ello, la educación en todos los aspectos juega un papel importante en la aspiración anarquista a un mundo mejor. Puede que la sabiduría no nos haga felices, pero los libertarios están seguros que la ignorancia no lo logrará. Por eso es absurdo presionar a la gente con sermones de catequista, o disertaciones sabihondas, o arengas de caudillo, pues más que meros seguidores se desean individuos que piensen, conozcan, critiquen y generen alternativas. Pocas cosas hay peores para el anarquismo que presentarlo como una doctrina de certezas absolutas. El anarquista no quiere predicar, sino hablar con la gente.

Este punto es de fundamental importancia, pues queriendo los libertarios comunicarse – en el más pleno sentido de la palabra – resulta que, probablemente, el síntoma más claro de la degeneración de la sociedad actual es que la comunicación cada vez se hace más impersonal, más estandarizada y más unidireccional. La comunicación se ha convertido en un artículo adquirible, sonidos y bytes que se compran en cintas de plástico, en discos compactos o en pantallas luminosas. Casi todos los medios de comunicación contemporáneos tienen dos cosas en común: se debe pagar para obtenerlos y no hay forma de participar en ellos: se mira o se escucha, nada más. El estímulo a la pasividad del receptor es una clara estrategia para reducir la posible rebelión de los sumisos.

La creencia anarquista en la libertad lleva a exigir libertad de expresión y libertad de prensa. Esto podrá sonar común, como si se tratara de una manifestación más de quienes pelearon contra las tradicionales dictaduras militares en América Latina. Ahora bien, buena parte de esos luchadores anti-dictatoriales cesan sus luchas y parecen satisfechos cuando consiguen que estas libertades se estampen en las leyes. Pero la mayoría de las veces, esto se reduce a que ellos logran esas libertades, puesto que son inalcanzables para los comunes mortales, y menos aún para "extremistas peligrosos" como los anarquistas. Y aunque sea posible decir (casi) todo lo que nos guste, no siempre en horas de máxima audiencia, o escribir sin obstáculos lo que queramos, no siempre publicado en la gran prensa, los dignatarios de las democracias en América Latina han desarrollado una peculiar sordera y ceguera ante las opiniones contrarias, porque la gente carece de organización para castigar a dirigentes que se hacen los desentendidos. A menos que se tenga una verdadera oportunidad de ser escuchado, la libertad de expresión poco significa, y por eso no preocupa a los poderosos concederla. A su vez, hay otras libertades más trascendentes que la libertad de expresión y sobre ellas hay referencia en el apartado VI.1.b.

Los periodistas, trabajadores gráficos, escritores, técnicos y actores quizá deban jugar un papel muy importante en este aspecto de la lucha por una nueva sociedad. Está en sus manos decir la verdad (como queda en manos del público protestar cuando no se le dice) y deberían avergonzarse tanto de la basura que se ven obligados a producir, que tendrían que haber renunciado a sus trabajos si no los presionara la necesidad de subsistencia o los tranquilizase el conformismo. Pero también debería estar avergonzada la gente que adquiere esos mismos productos y con su consumo avala que se siga comerciando ese material que solo sirve para degradarnos. Es urgente que al menos una porción apreciable de la industria de la comunicación se ponga al servicio de la concientización política, y que los trabajadores y el público determinen los contenidos de sus productos y no un pequeño grupo que persigue sus mezquinos intereses. Para ello, el papel de la audiencia es determinante, porque nadie hace comida para cerdos si no hay cerdos que alimentar.

Debido a que los ámbitos comunicacionales están tan controlados por una oligarquía y un Estado que saben muy bien de la importancia de su poder, hay pocas probabilidades de difundir ideas anti-convencionales como las anarquistas a través de los espacios establecidos, por lo que se impone el esfuerzo adicional de encontrar alguna otra forma de propagar esta visión hasta que llegue el momento que la colectividad gestione los medios de comunicación. Además, la forma en que el ideal se comunica es casi tan importante como el ideal en si, ya que al permitir o promover la participación de la gente para que deje de ser mera audiencia y pueda expresarse por sí misma, el anarquismo impulsa un desafío directo a un sistema de poder que está decidido a mantener la docilidad colectiva. El anarquismo ha sido empujado a los márgenes de lo social, por lo que ha tenido que crear sus propios medios para comunicarse. Naturalmente, todo ello a pequeña escala y por eso con cada panfleto, revista, fanzine, página web, emisión radiofónica, etc. alcanza apenas a un grupo reducido de gente. La esperanza es que cada pequeña acción se vaya sumando. Después de todo, se piensa que mil panfletos o diez horas de radio no son un desperdicio si logran interesar a una sola persona de las bondades del mensaje libertario. Por otra parte, la multiplicidad de opiniones es el fundamento de la búsqueda anarquista por la mejor y más compartida solución, por lo que la diversidad de emisores – cada uno con su enfoque y su punto de vista – es siempre bienvenida, mucho más que una voz masiva y homogeneizadora.

Por lo tanto, difundir el ideal, es decir, "hacer propaganda", es y ha sido uno de los objetivos primordiales de la estrategia anarquista. Por encima de todo, una revolución anarquista requiere que la gente sepa lo que hace, por qué lo hace y que los otros estén enterados de sus motivaciones. Nadie puede ser obligado a ser libre, o se elige y se actúa por ello o no es verdadera libertad. Esta labor es más dura que la de los Testigos de Jehová, los Mormones, o cualquiera de los predicadores de diverso pelaje que van de puerta en puerta con la salvación en la mano. Para los libertarios es insuficiente decir a la gente lo que tiene que pensar: o piensan por sí mismos, o no se alcanzará el verdadero anarquismo. Siendo esto tan importante, se ha intentado en muchas ocasiones y de muchas formas distintas. He aquí varios métodos utilizados por los anarquistas para comunicar sus ideas:

IV.1) La palabra impresa El movimiento anarquista ha gastado cientos de toneladas de papel produciendo panfletos, revistas, periódicos y libros a lo largo de su historia. Sus publicaciones alcanzan las decenas de miles, algunas con una tirada excepcional y otras que apenas fueron leídas por un puñado de personas; unas pocas ocupan un lugar en la literatura universal y muchas han caído en el olvido para siempre. Una parte de esa vasta obra mantiene vigencia y debe seguir divulgándose, pero dado el carácter que hemos comentado de ser un ideal en continua re-elaboración, vivo, cambiante, siempre se necesita nuevo material libertario en cantidad y bien producido. Aquellos que quieran saber deben tener posibilidades de información a su alcance y una manera de clarificar las propias opiniones sobre el tema anarquista es tratar de exponerlas a los otros.

Autores anarquistas más representativos

  • ? "Clásicos":

William Godwin (inglés; 1756-1836), Max Stirner (alemán; 1806-1856), Pierre J. Proudhon (francés, 1809-1865), Mijail Bakunin (ruso,1814-1876), Elisée Reclus (francés; 1830-1905), Piotr Kropotkin (ruso, 1842-1921), Enrico Malatesta (italiano, 1853-1932), Ricardo Mella (español, 1861-1920), Emma Goldman (lituano-norteamericana, 1869-1940), Rudolf Rocker (alemán, 1873-1958); Herbert Read (inglés, 1893-1968).

  • ? "Clásicos" latinoamericanos:

Enrique Roig San Martín (cubano, 1843-1889), Manuel González Prada (peruano, 1844-1918), Ricardo Flores Magón (mexicano, 1873-1922), Florencio Sánchez (uruguayo; 1875-1910), Rafael Barrett (hispano-paraguayo, 1876-1910), Neno Vasco (luso-brasileño; 1878-1920), Rodolfo González Pacheco (argentino; 1881-1949), José Oiticica (brasileño, 1882-1957), Juan Lazarte (argentino, 1891-1963), Diego Abad de Santillán (hispano-argentino, 1897-1983).

  • ? Contemporáneos:

Daniel Guérin (francés; 1904-1988), Luce Fabbri (ítalo-uruguaya; 1908-2000), George Woodcock (canadiense; 1912-1995), Murray Bookchin (estadounidense; 1921- ), Edgar Rodrigues (luso-brasileño; 1921- ), Paul Feyerabend (austríaco; 1924-1994), Agustín García Calvo (español; 1926- ), Ángel Cappelletti (Argentina-Venezuela; 1927-1995), Osvaldo Bayer (argentino; 1927- ), Noam Chomsky (estadounidense; 1928- ), Carlos Díaz (español; 1944- ).

Hay un sitio en inglés del WWW llamado Anarchy Archives, que está particularmente bien provisto en cuanto a datos biográficos, imágenes y presentación de la obra de autores anarquistas de todo el mundo. Sobre los latinoamericanos la mejor referencia general es el extenso ensayo introductorio de Ángel Cappelletti para el volumen "El Anarquismo en América Latina" – que se comenta adelante, en la sección VI.2.d – y para algunos autores específicos, consultar los sitios web: M. González Prada , R. Flores Magón , F. Sánchez , R. Barrett , R. González Pacheco , D. Abad de Santillán , L. Fabbri , E. Rodrigues , y O. Bayer .

La publicación de libros y su distribución son parte importante del esfuerzo divulgativo. Para incentivar estos procesos, habría que superar el desinterés o desconocimiento que muestran tanto los editores comerciales como las bibliotecas públicas y académicas para poner obras anarquistas a la disposición de sus lectores, e incentivar la práctica de la lectura como el medio más adecuado para acceder a información sobre temas que exigen reflexión. También quedan muchos libros por escribir. En el mundo contemporáneo son absolutamente pertinentes trabajos sobre teoría del socialismo libertario, así como más análisis de la sociedad actual y de las estrategias adecuadas para su transformación radical. La ficción, la poesía, el ensayo y la crítica también entran en esta esfera de acción (Para un vistazo a la bibliografía anarquista reciente en castellano, ir a la sección VII.1 y a los "libros virtuales" anotados en VII.2.d).

Las revistas y periódicos pueden ser de dos tipos: aquellos de interés sólo para los que conocen algo de anarquismo, y los que apuntan a una multitud que todavía ignora sus propuestas. Mientras sean el refugio de grupos cerrados, la tendencia en las publicaciones ácratas ha sido concentrarse en textos para anarquistas ya convencidos, pero un signo alentador es que en sus páginas ganan cada vez más espacio los artículos destinados a sacudir las conciencias dormidas, señal del acercamiento de nuevos interesados en las soluciones anarquistas para los conflictos de hoy. Por ello, es importante mencionar el relativo renacimiento de la prensa anarquista (tanto en castellano como en otros idiomas) ocurrido desde fines del Siglo XX, además de destacar la existencia de algunos medios impresos ácratas de gran calidad, con firmas de destacados pensadores del movimiento. Por otra parte, muchos libertarios están relacionados, como trabajadores o como columnistas, con publicaciones periódicas donde es posible escribir sobre el tema (Ver una lista con los más conocidos órganos de prensa anarquista actual en castellano en la sección VII.3).

Los volantes, a menudo impresos rápidamente en fotocopia u offset para una acción concreta, son una posibilidad barata y simple. El estilo debe ser sencillo y directo; las ilustraciones, incluidas las fotografías, pueden agregarse para ganar atractivo, pero implican un gasto algo superior. Hoy día, gracias a las micro-computadoras y los sistemas de impresión conexos, cabe mejorar mucho su calidad gráfica y presentación, sin agravar los problemas de costos. De parecida hechura en la edición son los panfletos baratos y resumidos sobre temas particulares, que siempre pueden tenerse a mano cuando surja una conversación o debate sobre esos asuntos. Por ejemplo, se puede imprimir por separado la sección II.1 de esta obra ("Aclarando dudas, respondiendo objeciones") para todos aquellos que insisten en las acostumbradas preguntas sobre la viabilidad de la sociedad anarquista. Un tipo especial de panfleto libertario que en años recientes ha ganado difusión es la tira cómica ("comic" o "comix"), en algunos casos como simple parodia de los "cartoons" más conocidos, que se usa como vehículo del mensaje anarquista. A veces con ello se busca también una estética y una expresión más creativa, que quiere trascender desde lo simplemente propagandístico hacia lo artístico. Entre los ejemplos destacados en este ámbito, tenemos las tiras: "Wildcat" del inglés Donald Roum, "Arne Anka" del sueco Charlie Christensen, "Berios the polarwolf" del norteamericano Jamal Hannah y "Pedro Pico y Paco Vena" del español Carlos Azagra..

IV.2) Internet, ciencia y tecnología Ahora tenemos también las posibilidades que ofrecen las computadoras e Internet. Hay un animado debate entre muchos anarquistas respecto a los riesgos y perspectivas que entraña el uso de estas tecnologías en la difusión del ideal socialista libertario (consultar al respecto los artículos "Computadoras y Anarquismo" y "¿Existe una Tecno-Anarquía?" ); pero lo cierto es que ha sido un terreno muy concurrido y utilizado por los ácratas del mundo entero, quienes han volcado mucha creatividad en este ámbito, produciendo multitud de páginas web en diversos idiomas y con información abundante sobre el anarquismo y temas afines. También se han aprovechado otras modalidades en la red como los canales de IRC o "chat", la radio en Internet, las tele-conferencias y, de modo muy importante, el correo electrónico, que ha permitido construir foros internacionales de noticias, discusión e intercambio que figuran entre los más concurridos y animados del ciberespacio. (Ver VII.2.b para conocer los foros anarquistas de e-mail en castellano, mientras que una panorámica de la presencia mundial del anarquismo en la WWW puede cotejarse en ).

Es cierto que el problema de los costos y requerimientos de "hardware" y "software" necesarios hacen que el acceso a esta posibilidad sea en muchos casos difícil, especialmente para la generalidad de los habitantes del Tercer Mundo, aunque algunos de esos inconvenientes se han ido superando, individual o colectivamente. No hay duda de la ventaja de abrir una vía de intercomunicación instantánea entre grupos y personas anarquistas de todo el planeta, ya que esta técnica se adaptó fácilmente a una dinámica de coordinación federada que desde siempre ha existido en el movimiento libertario. Frente a las muchas dificultades de difusión masiva del ideal anarquista, Internet es un medio, en rápida expansión, que la facilita. Es de reconocer el espacio de discusión, información directa e igualdad que representa Internet, sin ningún mando que la domine todavía a pesar de los esfuerzos por controlarla y usufructuarla que se han hecho desde diversas instancias de poder.

Vale diferenciar entre la presencia anarquista en la red de redes y la ideología "cyber-libertarian", de origen derechista y neoliberal que, particularmente desde Estados Unidos, se trata de imponer como modelo intelectual dominante en Internet. Los "libertarians", anarco-capitalistas, tienen una versión particular del anarquismo en tanto que ven en el Estado la única entidad de supremacía opresora en la sociedad, sin reconocer que hay otras expresiones de dominación jerárquica como el poder de las empresas capitalistas, las instancias y usos culturales autoritarios o las religiones institucionalizadas, todas las cuales exigen para constituirse y preservarse la existencia de un régimen político-social de opresión como el que les garantiza el Estado. La abolición del Estado para el anarco-capitalismo se traduce en una privatización de las funciones que sustentan su poder, sin alterar para nada la esencia opresiva de dichas funciones, que pasan a someterse a las reglas del "libre mercado". De este modo, el libertarianismo termina siendo una interpretación extrema del liberalismo y ello lo excluye de ser considerado como anarquista, tal y como se discute mas adelante en el texto de la sección VI.1.c, que analiza las diferencias esenciales entre el anarquismo y la teoría liberal.

En Internet, los "cyber-libertarians" presentan una mítica reivindicación de la red de redes, como espacio máximo de libertad, que debe ser defendido de agresiones. Esas amenazas, según ellos, sólo provienen del poder estatal y afines, sin hacer mención de la discriminación socio-económica que caracteriza al acceso a este medio, como bien constatamos en América Latina, ni a los esfuerzos de someterlo al control y a los criterios de rentabilidad del gran capital. Sin duda que esta visión parcializada resulta de las particulares condiciones de sus expositores en un país que siendo el centro dominante disfruta de todas las ventajas que puede producir el capitalismo, muy diferente de otras regiones que pagan los costos de esa hegemonía imperial.

Como Internet es una de las expresiones más claras del papel de la ciencia y la tecnología en la sociedad en que vivimos, aprovecharemos este apartado para agregar a continuación un somero comentario sobre ese tópico según la perspectiva anarquista, no sin antes recomendar a los interesados que lean los trabajos de Murray Bookchin en referencia al tema, tanto en los libros indicados en VII.1 y en VII.2.d como en . A pesar de que muchos libertarios han encontrado medio para actuar y difundir sus perspectivas en el movimiento ecologista, donde suele predominar una visión crítica y a veces hasta negativa del tema, en la mayor parte del anarquismo siempre se ha considerado a la ciencia y a la tecnología positivamente, como ámbitos en los que también cabe expresar los ideales. Se trata de resultados de un hacer de la humanidad que deberían estar destinados a la solución de sus problemas materiales, permitiendo que pueda liberarse del yugo que implica obtener los medios para la subsistencia. El homo sapiens ha sido históricamente una especie sujeta a contingencias nacidas del entorno natural (hambre, enfermedades, desastres geológicos o meteorológicos), cuyo impacto negativo se multiplica por la opresión y desigualdad social. La ciencia y la técnica pueden ser elementos para liberarse de tales limitaciones naturales y permitirle no sólo sobrevivir sino vivir bien, trabajando menos, en condiciones más confortables, alargando su vida y disfrutando de buena salud. Por eso, es objetivo de los anarquistas que allí trabajan oponerse con todo vigor a que los procesos científico-tecnológicos se orienten según los intereses de los poderes dominantes a la creación de instrumentos de lucro y dominación, cuando podrían originar herramientas de bienestar y liberación. Como en tantos otros aspectos, el objetivo es poner estos desarrollos al servicio de la felicidad humana, no anularlos, impidiendo que sigan siendo artificios que acentúen la esclavitud y la miseria. Nada más ejemplar de lo que decimos es la injusticia que representa, frente a la masiva difusión del SIDA en África, que las vidas de millones estén supeditadas a que consigan el dinero para pagar las costosas medicinas que enriquecen groseramente a las transnacionales farmacéuticas.

Hay que mencionar la existencia del llamado anarcoprimitivismo, una tendencia dentro del movimiento ácrata actual – particularmente en Norteamérica – que expresa un drástico rechazo a cualquier posibilidad de asociar al proyecto revolucionario anarquista con el desarrollo científico-tecnológico, pues este desarrollo se vincula de modo inseparable con la opresión, alineación e infelicidad humana. Esta posición ha tenido en las publicaciones periódicas "Anarchy" y "Fifth Estate" sus medios de expresión más insistentes, pero es el relieve que los grandes medios de difusión han dado a John Zerzan – uno de sus voceros más caracterizados – lo que ha renovado el debate respecto a lo que es una posición libertaria consistente respecto al rol social de la ciencia y la tecnología. No obstante, entendemos que Murray Bookchin ha respondido cabalmente a las objeciones anarcoprimitivistas, particularmente en el ensayo (aún no traducido al castellano) Social Anarchism or Lifestyle Anarchism: an unbridgeable chasm (AK Press, San Francisco, 1996).

IV.3) Radio, cine y TV Entre los diversos espacios en que desarrollaron su actividad los movimientos libertarios de la primera parte del Siglo XX estuvieron la radio y el cine, pues claramente se entendían sus posibilidades para difundir el ideal y generar reflexión y/o adhesión. Pero al declinar la incidencia socio-cultural del anarquismo, su presencia prácticamente desapareció o fue desterrada. Caso singular es el de la TV, en la que ni siquiera pudo asomar por décadas, excepto cuando se difunden obras, originalmente destinada a otros medios, que tienen un contenido libertario.

Esa desaparición fue tan drástica que, llegando la última década del siglo, la discusión sobre enfoques teóricos críticos o posibilidades alternativas en este campo, normalmente ignoró la participación de anarquistas en los medios audiovisuales y hasta la mención de la palabra, excepto en su matiz peyorativo. Es casi seguro para cualquier lector de mediana edad que por muchos años habrá tenido en su televisión o en su radio a voceros de todas las tendencias políticas, desde militares derechistas hasta guerrilleros marxistas, religiosos recalcitrantes de diversas confesiones o ateos declarados, psicólogos sociales de todas las tendencias, a economistas neoliberales o socialistas, pero nunca escuchó o vio a un anarquista. Pero desde 1990 ocurren cambios sociales, políticos y culturales que reactivan en cierta escala al movimiento libertario y vuelven a poner en el tapete la riqueza de sus ideas y propuestas.

Pero al anarquismo tampoco se desvive por entrar en el "show business" y le interesa más que todos se involucren. Hoy surgen posibilidades tecnológicas que abaratan costos de producción, lo que confluye para que nuevamente el anarquismo pueda tener presencia – pequeña pero en sostenida expansión por todo el planeta – en la radio, el cine e inclusive en iniciativas de TV comunitarias, alternativas y hasta específicamente anarquistas. En cada vez más sitios del mundo, ante la ausencia de horizontes claros, el aporte permanente de los anarquistas en todos los órdenes (incluyendo en estos medios de comunicación colectiva) no puede ya ser ignorado.

Siendo aún limitada en cantidad y estando por lo general confinada a áreas de difusión al alcance de las posibilidades cuasi-artesanales de que dispone, la incidencia del anarquismo en la radio, el cine y la TV actuales no obstante es cualitativamente significativa en los desarrollos alternativos y experimentales más dinámicos (movimiento de las radios libres y comunitarias, cine de vanguardia, "TV de guerrilla", experiencias multimedia autogestionadas, uso de Internet como vehículo para estos medios, etc.); de manera que una propuesta que en las décadas de 1950 y 1960 se anunciaba como históricamente cancelada, ha resurgido con las más ricas posibilidades para el futuro inmediato (Véanse el apartado VII.2.c para la radio y la sección VII.4 para algunas expresiones libertarias concretas en cine y video).

IV.4) Actos públicos Hubo una época y algunos lugares en que las manifestaciones anarquistas de calle reunían a 30 o 40 mil personas en una sola ciudad. Después, pareció que esa capacidad de convocar, agitar y actuar quedaba enterrada en el pasado. Hoy, los eventos abiertos al público – en ámbitos al aire libre o en recintos cerrados de muchas partes del orbe – vuelven a dar testimonio de la restaurada actividad del movimiento libertario, bien sea participando de modo muy destacado en el ciclo de multitudinarias movilizaciones de calle abierto por la lucha anti-globalización a partir de Seattle, o en actos específicamente anarquistas, de magnitud más modesta pero que se han multiplicado en los últimos tiempos y adoptan diversos formatos: manifestaciones, conferencias, festivales, foros, presentaciones audiovisuales, etc.. Allí, de una manera u otra, se ha ido catalizando un interés creciente por la teoría y la acción anarquista, particularmente entre la gente joven, lo cual no ha dejado de ser reseñado por la TV y la prensa del poder con la alarma y el amarillismo del caso, repitiéndose con total falta de originalidad las falsificaciones, medias verdades y exageraciones contra las que ya tuvo que lidiar el movimiento libertario a comienzos del siglo XX.

La ocasión para tal revitalización de la actividad en la vía pública de los ácratas se ha abierto cuando otras agrupaciones político-sociales e ideológicas renuncian a ella, bien sea por debilitamiento, por considerar que el cultivo de una imagen mediática vale más que la relación física directa, o porque son incapaces de enfrentar abiertamente a un público inquisidor. Como quiera que sea, los anarquistas de todo el mundo aprovechan estas oportunidades para hacer notar su presencia y divulgar sus ideas, ya que darse a conocer ante la gente da pie para eliminar prejuicios y facilitar que nuevos integrantes se acerquen al movimiento, o al menos llame la atención de algunos que empiecen a preguntar y a preguntarse qué significan la bandera negra y la A dentro del círculo. Además, la estética y el espíritu dominante en las manifestaciones callejeras anarquistas ha traído irreverente aire fresco al tono de desabridas procesiones laicas que los partidos marxistas habían impuesto en las movilizaciones populares urbanas.

Mención particular en la actividad pública merece el teatro anarquista, que en años recientes ha conocido manifestaciones tan relevantes como las obras del dramaturgo italiano Dario Fo (Premio Nobel de Literatura en 1997) o los montajes del "Living Theatre" de Julian Beck y Judith Malina. En buena medida se trata de un teatro agitador, que conmueve y cuestiona, buscando ser al mismo tiempo alternativa y continuidad de la actividad pública anarquista más tradicional, pues en buena medida está concebido para la calle y para hacer de su representación acto político; y aun cuando no sea posible para todos alcanzar el nivel de calidad escénica de los mencionados, se ha abierto una posibilidad comunicacional que están explorando diversos colectivos libertarios, cuyo trabajo también indaga en otras expresiones de la escena como la danza, los títeres, el café-concert, el performance, el happening y la mímica. Esto es así por cuanto el anarquismo entiende que el arte no debe ser meramente un aspecto decorativo de la vida, sino una manifestación creativa de la misma, que debe vincularse a lo que nos conmueve o hace felices.

IV.5) Artes plásticas BASES DE LA PERSPECTIVA ESTÉTICA DEL ANARQUISMO

  • ? El arte como expresión indispensable de la vida de los pueblos, en tanto fusiona la imaginación con el trabajo – la actividad humana y humanizadora por excelencia -, habiendo sido y pudiendo ser "trabajo liberado y liberador".

  • ? El arte como libertad creadora en acción y experiencia esencial del imaginario colectivo.

  • ? Reivindicación del "arte en situación", del acto creador por encima de la obra en si, y, en síntesis, de la supresión de todo lo que separa a arte y vida.

  • ? Crítica al arte sometido a los apremios del Estado y/o las clases dominantes, planteando una relación inversa entre desarrollo artístico pleno y vigencia de poderes autoritarios en una sociedad.

  • ? Crítica al culto de la "genialidad artística" individualizada, en tanto expresa dogmatización del gusto, limitación para el desarrollo de nuevas formas de arte y la anulación de posibilidades de creación para la colectividad.

  • ? Diferencias con la estética marxista ortodoxa en cuanto a:

– visión del compromiso social del arte y el artista; exigiendo vincularse a la lucha por la libertad y la igualdad, pues el combate por la Anarquía es también por un arte libre de constricciones que lo empobrecen y someten, en lo básico originadas en el poder institucionalizado y sus normas; – relaciones entre forma y contenido en el arte; no se establecen cánones preceptivos en forma o contenido (tipo "realismo socialista"), se llama a la experimentación ("culto a lo ignoto") sin despreciar lo que hay de vital en la tradición ("culto a lo conocido"); y – interpretación del fenómeno artístico; donde aceptando que el arte tiene obvias raíces histórico-sociales, la estética anarquista reivindica la autonomía de su proceso creador, ya que explicar la actividad artística por un determinismo estrecho impide potenciar su función innovadora y subversiva.

(El desarrollo de lo esbozado en este cuadro esquemático, puede verse en el punto VI.2.a.) Las obras artísticas (pinturas, esculturas, cerámicas, etc.) expuestas en las galerías han sido descritas como arte de museo; eso quiere decir que son objetos para ser admirados a la distancia, y a lo más comprados y vendidos. De esta forma los intereses dominantes separan el arte de la vida y de la gente. Ese arte sólo justificable por nebulosas elucubraciones estéticas y secas cotizaciones de mercado, es lo mejor que este sistema puede ofrecer. El arte como actividad creadora colectiva para la transformación social no podría entenderse ni permitirse más allá de lo que pueda controlarse.

Para el anarquismo, siempre hay una necesidad imperiosa de que la gente libere sus capacidades creativas, y ha insistido en poner en práctica este principio cuando actúa. Una forma de materializar este anhelo, esta expresión de las potencialidades de los individuos es el trato con el arte. En aquellos lugares y momentos donde el socialismo libertario orientó amplios movimientos de masas, durante el primer tercio del Siglo XX, junto a sindicatos y organizaciones sociales ácratas siempre coexistió una amplia gama de instancias artístico-culturales, como los ateneos libertarios en España, Argentina, Uruguay, en los que los miembros tuvieron oportunidad de familiarizarse con las diversas formas de arte y desarrollar sus propuestas. Los anarquistas piensan que se pueden encontrar formas de trabajar para el movimiento sin excluir la creación artística, porque a través de la obra de arte se puede llegar a dimensiones que no permitirían otras maneras de expresar las propias ideas y sentimientos. Los resultados de esta actitud van desde el movimiento dadá hasta la formación de cientos de músicos populares, pintores, poetas, escritores y escultores que llenaron de belleza el mundo partiendo de una intención creadora mediada por ideales libertarios..

IV.6) Música La música rebelde o revolucionaria tiene una historia mucho más antigua que la que puedan imaginar desmemoriados jóvenes de hoy o hippies y radicales jubilados de ayer. Créase o no, muchas óperas de los Siglos XVIII y XIX giran en torno a temas revolucionarios. En el 1600 la difusión de la flauta dulce, asociada en la antigua Grecia con el dios Baco, fue considerada pecaminosa, mientras que en la década de 1730, la posesión de un instrumento musical en Inglaterra estaba vetada para los estamentos sociales más bajos. Desde la Edad Media los músicos errantes eran verdaderos agitadores sociales, llevando de un lugar a otro las noticias del descontento. A finales del XIX y en el primer tercio del Siglo XX, los payadores libertarios gauchos eran cronistas y heraldos de las luchas agrarias en el cono sur latinoamericano, mientras que muchos autores de tangos y milongas eran miembros activos del movimiento anarquista y expresaron en sus obras la fuerza de sus ideas, como así también en luchas gremiales exitosas. Las canciones de los zapatistas y los magonistas en México, aún cantadas hoy, fueron manifestación de sentimientos anarquistas. En Venezuela los toques de tambor en tiempos de la esclavitud siempre estuvieron en la mira de autoridades que los consideraban pretexto para revueltas y "rochelas" o fugas masivas, y hasta no hace mucho la gaita zuliana fue un modo de expresar descontento social, lo que pone de manifiesto que ha sido bastante la música popular protestataria de intención libertaria o afín.

Muchos anarquistas eligen la música como medio de comunicación con la gente. Es una forma de actividad llamativa para difundir las ideas, y además es divertido hacerla, por lo que ahora es casi permanente su presencia en los actos públicos. Por desgracia, bastante de la actual música que se presenta como anarquista, ni es anarquista ni es música, pero hay alguna buena, y hasta incluso muy buena. Por supuesto, la valoración de la calidad será en buena medida cuestión de gustos, particularmente con respecto a los estilos musicales que prefiera o deteste quien juzgue. Pero la gran diversidad de expresiones anarquistas en la música permite que siempre se pueda encontrar el mensaje en alguna manifestación artística que nos agrade.

La música tiene la fuerza de apelar a las emociones directamente. Es posible comunicarse de una forma más básica. También se puede utilizar para hipnotizar y manipular a la gente, pero eso no es lo que buscan los músicos anarquistas. Lo que se persigue es hacer que la música llegue a la gente, pero no sólo pasivamente, como simples consumidores, sino animarles a que cada uno pueda intentarlo, que pueda sacar a relucir su creatividad artística y la ofrezca a los demás. Lograr que cada grupo sea capaz de disfrutar la música oyéndola, pero también pudiendo interpretarla generando las destrezas y las oportunidades de hacerlo.

En este sentido las posibilidades de la grabación independiente y la distribución cooperativa son muy interesantes, en particular considerando el abaratamiento que han sufrido las tecnologías de reproducción sonora más avanzadas. Para los libertarios es necesario crear circuitos alternativos que desafíen a los oligopolios del negocio musical y para ello se debe propiciar el contacto directo entre los intérpretes y el público en conciertos y encuentros de toda clase, superando las restricciones que imponen los grandes empresarios del ramo.

Pueden citarse muchas experiencias de música libertaria contemporánea que han transitado estas sendas; por sólo anotar algunas en el ámbito de habla hispana mencionemos a las bandas de rock Apatía No de Venezuela , Farsa Realidad de Argentina y Sin Dios en España , así como al trovador Jaime Guevara en Ecuador, al cantaor José Domínguez "El Cabrero" en España y al payador Carlos Molina (1927-1998) de Uruguay.

IV.7) Otros medios de comunicación Este título tan vago quiere cubrir medios de expresión heterodoxos que van desde las chapas hasta los graffittis, pasando por las franelas o camisetas estampadas y las calcomanías o pegatinas, a los cuales han tenido que recurrir los colectivos ácratas motivados en buena medida por la escasez de recursos para asumir otras posibilidades más costosas y elaboradas de divulgación. Por su misma precariedad y limitadas dimensiones, este tipo de medios sólo permite mensajes simples, lo que para los libertarios en particular ha sido entendido como posibilidad de promover sus consignas y símbolos esenciales, tarea en la cual el anarquismo de estos tiempos se encuentra ante un resultado sorprendente para sus modestas posibilidades, pues sus signos ya comienzan a ser parte común del paisaje urbano contemporáneo y del entorno estético con que se rodea a un amplio sector de jóvenes. Ciertamente, en un momento de la historia en que tanto se ha hecho para cubrir en el olvido al movimiento, estos medios sirven porque para muchos representa la única manera de tomar conocimiento de la existencia de un tesoro de ideas que hay que descubrir.

La misma exitosa difusión de estas manifestaciones – como la presencia de la A en el redondel en cientos de paredes de calles y sitios públicos de localidades donde no hay actividad anarquista organizada, o en el atavío de multitud de adolescentes que practican la moda del anti-convencionalismo – ha impuesto a los libertarios la necesidad de multiplicar sus esfuerzos por aclarar que su propuesta no es simple pose estética de rebeldía sin causa o de nihilismo juvenil como en las películas hollywoodenses, de manera que quienes entren en contacto con la simbología y los lemas impactantes también reciban – o sepan donde encontrar – informaciones más explicativas sobre el socialismo libertario. La meta es lograr que quien porte el emblema sepa y sea consciente de lo que ese símbolo expresa.

Por su asociación con este ámbito, y con lo antes mencionado sobre el resurgimiento tanto de la prensa anarquista como de expresiones musicales y artísticas afines al ideal libertario, no se puede dejar de mencionar la proliferación de distribuidoras de material anarquista. Se trata de iniciativas casi siempre impulsadas por gente joven con poca o ninguna experiencia comercial, con recursos económicos que suelen ser muy precarios, que difícilmente subsisten más de algunos meses, pero que no obstante las dificultades han cumplido un papel sumamente eficaz – considerando sus posibilidades – en cuanto a divulgar el mensaje libertario, lo que es su prioridad por encima del beneficio económico. Con grandes sacrificios, afrontados con ánimo entusiasta y autogestión solidaria, estas distribuidoras han ofrecido salida para una producción intelectual, artística y artesanal que no encontraría vías de divulgación en los circuitos comerciales establecidos, ni siquiera en las redes que satisfacen el consumo de la izquierda exquisita. Entre los muchos ejemplos que podrían apuntarse en el área de habla castellana, baste con señalar a Noseke Records de Venezuela , KRAP Cordoba en Argentina , En Flor distribuidora en Uruguay , Rugitus Anarkus en Puerto Rico , mientras que en España tenemos a Difusora Libertaria La Idea , Sin Cadenas , Ataka y Anarxya distri .

V.- Un final que es continuación

Este texto apenas se propuso esbozar, en términos actuales y desde una óptica latinoamericana, los elementos esenciales de la teoría y la acción anarquistas. Por su declarado objetivo de ser un sumario básico e introductorio, no se hizo una consideración más detallada de cómo la teoría anarquista cuestiona al orden establecido y sus supuestos, explica la naturaleza de la sociedad a la que aspira y define su estrategia para lograr la transformación revolucionaria. Pero la idea de escribirlo y llevarlo a los lectores era estimularlos a sacar sus propias conclusiones, de manera que ellos mismos – al llegar a este punto – comenzaran a avanzar en esa profundización, que por lo demás sólo es posible si la reflexión de lo expuesto se complementa con la lectura de obras más analíticas que ésta en la expresión del ideal libertario, con el esfuerzo por enterarse de la historia rica, sorprendente y olvidada del movimiento ácrata, con el conocimiento de cómo los libertarios han hecho de sus vidas el mejor texto para leer sus ideas (ver la biografía resumida de Buenaventura Durruti en VI.2.b) y, lo que es más importante a nuestro entender, con la aproximación a la práctica contemporánea del anarquismo.

Lo expuesto nos lleva a afirmar que estas páginas no tienen final, sino en todo caso continuación. Por ello, en este punto no puede haber sino una invitación al diálogo, a la reflexión, a la acción, a ensimismarse y buscar con los otros alternativas políticas y filosóficas que impidan que el siglo XXI sea continuación de lo malo que nos trajo el siglo XX, rescatando lo positivo que la gente aportó, a pesar de todo y de unos pocos. El futuro no está allí esperándonos, tenemos que ir a buscarlo, en especial considerando que aceptar pasivamente lo que desde el Estado e instancias de poder asociadas nos han ofrecido como norte ha estado lejos de resultar en un buen itinerario. Nos toca construirlo nosotros mismos y para ello no parece que haya otra alternativa que la anarquía nuestra de cada día.

En ningún modo estamos hablando de un movimiento de existencia puramente testimonial, como escribas adversarios o desinformados insisten con curiosa vehemencia tratándose de un supuesto cadáver histórico insepulto. Careciendo por el momento de la concurrencia masiva en sus filas que tuvo en el pasado – lo que no se excluye pueda ocurrir en el futuro -, el anarquismo revive como presencia cultural e intelectual que conlleva un reto frontal frente a la estructura de poder vigente, proporcionando herramientas teóricas y opciones prácticas para quienes con fundadas razones rechazan el "happy end" de la globalización, con "fin de la historia" incluido, y la altisonante mediocridad del pensamiento único. Por lo tanto, más que en los volúmenes de sus pensadores claves, más que en la historia extraordinaria de personajes y gestas que lo han caracterizado, debe buscarse al anarquismo en su práctica de este comienzo del Siglo XXI, que es donde también podremos atisbar la posibilidad para alcanzar esa esquiva idea humana de la utopía racional y razonable de la libertad con igualdad, solidaridad mediante.

Huellas históricas fundamentales del Anarquismo

  • ? La I Internacional (1864-1872) y la Comuna de París (1871).

  • ? La "propaganda por el hecho" en Europa Occidental (décadas de 1880 y 1890).

  • ? Auge anarcosindicalista en Europa y América (1900 – 1930).

  • ? Revolución campesina (A) en Ucrania (1918-20).

  • ? Revolución Española de 1936.

  • ? Mayo francés de 1968 y el "redescubrimiento" del (A).

  • ? Incidencia anarquista en los movimientos sociales a partir de la década de 1990:

la lucha anti-globalización como ejemplo más destacado.

  • ? La nueva cultura libertaria: sus expresiones en Internet y el auge del "(A) virtual".

[Tanto en Internet como en la Bibliografía que se indica en VII.1 hay información y análisis detallados de los eventos históricos arriba mencionados y su asociación con el socialismo libertario, mayormente sobre la etapa "clásica" – desde las luchas del S. XIX hasta la Revolución Española -. Las últimas fases de la evolución del anarquismo, después del mayo francés, son quizás muy recientes como para permitir tantos y tan densos estudios como los que se han hecho de las etapas antecedentes. Como sea, volvemos a remitir a esas dos enciclopédicas referencias accesibles vía WWW: el Ateneo Libertario Virtual de España y los Anarchy Archives ].

VI.- Folios del contramaestre

Esta sección recopila artículos previamente publicados, donde hemos desarrollado de modo independiente algunos aspectos de significación para esta Bitácora, por lo que nos pareció que valía la pena presentarlos como complemento a lo expuesto. El autor de los 4 primeros textos es A. Vallota y los 4 finales son de N. Méndez. En cada caso, al final se indica la publicación y fecha original de aparición.

VI.1) Textos de Alfredo Vallota VI.1.a] Ser y parecer anarquista "Quiero seguir siendo este hombre imposible, ya que todos los que hoy son posibles no cambiaron" BAKUNIN "Ha caído la máscara odiosa, el hombre queda sin su cetro: libre, sin coerciones, hombre igualitario, sin clase, sin tribu, sin nación, exento de toda casta, culto, orden. Señor de sí mismo, justo, noble, sabio…" SHELLEY El anarquismo ha tenido entre sus teóricos y pensadores una notable característica: se ha podido condensar en una frase posiciones cuya exposición sistemática requeriría cientos de páginas. Así, tenemos expresiones como Ni Dios ni amo de Bakunin, La propiedad es un robo de Proudhon, o La pasión de destruir es una pasión creadora, del mismo Bakunin, que nos dicen más que libros y libros de sesudos análisis. Esto no es casualidad.

Las razones son varias. La primera es la capacidad de una persona brillante de plasmar, de dar forma a una sentencia que logra – superando todo el complejo de palabras y de acciones individuales y sociales, de las motivaciones mediatas e inmediatas de cada uno, del peso y los prejuicios de la historia – alcanzar el núcleo de un complejo problema.

Pero hay algo más, porque no es gratuito que esto lo expresen en su más alto grado los anarquistas. La razón es que los anarquistas son un conjunto de personas que buscan rescatar lo esencial de cada ser humano, que no es otra cosa que su libertad e igualdad. Es por ello que pueden oponer a la visión de la historia presentada por los sistemas de interpretación dominantes la espontaneidad creativa de la humanidad. Son y serán eternos buscadores, pues reconocen que por encima de cualquier doctrina acerca de la vida está la vida misma. No pretenden ser creadores de sistemas inmodificables o proyectos perfectos de sociedad, que obliguen a cada uno a ser teórico conocedor antes que práctico que participe.

Los anarquistas no temen el desorden pues confían en la fertilidad que conlleva y la rica armonía en que desemboca, armonía que no es sólo de la razón sino de la totalidad del hombre. Por eso mismo, su objetivo es una sociedad abierta, un estado de mutación permanente por la viva interacción entre el individuo y la sociedad, sin autoridad ni gobierno. Sólo así es posible para un gran intelecto individual llegar a ese núcleo, definiendo en pocas palabras un rasgo de la naturaleza humana concreta y de su aspiración.

Intentemos ahora aclarar lo que entendemos por anarquismo, tarea pertinente cuando la palabra ha tenido significaciones tan equívocas. Anarquismo es respetar al individuo y su libertad, asumir el socialismo auténtico, luchar contra el Estado y su opresión, ser crítico e irreverente; pero la inversa no necesariamente es cierta y expliquemos por qué.

Respetamos al individuo y su libertad, pero no todo individualista es anarquista. Pensamos que una persona libre no puede dejar de asumir su compromiso social pues es inherente a la condición humana vivir en comunidad. Un individuo que niegue este compromiso o que se aproveche egoístamente de lo colectivo, es individualista pero no es anarquista.

Por ello es que también somos socialistas, pero no todo socialismo es anarquismo. Ese socialismo que en nombre de lo colectivo somete, anula, sacrifica al individuo negando su libertad, impidiendo la expresión de todas sus capacidades, es una de las maneras en que se ha expuesto alguna interpretación del socialismo, pero no es anarquismo.

Enfrentamos al Estado, pero no todo el que protesta contra el Estado es anarquista. La lucha contra el Estado es un aspecto de la lucha contra todo poder permanente cualquiera que sea. Por ello, luchar contra el Estado sin luchar contra otras formas de poder como el económico, el social, el político, el religioso, el de las costumbres y prejuicios, el de la educación, no es anarquismo. Nuestra lucha contra el Estado no es coyuntural, ni contra el partido de gobierno, ni hasta lograr el poder, sino que es un aspecto en la búsqueda de una sociedad autogestionaria, fruto de la libertad e igualdad de sus miembros.

Somos irreverentes contra los ídolos que nos tratan de imponer, sean políticos, históricos, religiosos, estéticos o filosóficos. Pero no todo irreverente, tremendista o de verbo audaz, con ropas y actitudes de protesta, es anarquista. Nuestra actitud es la de rechazo a toda imposición por la fuerza, sea física, del hábito, de la educación o del chantaje moral, y por ello asumimos actitudes irreverentes. Pero la intención es construir una sociedad mejor. Sin el aspecto constructivo, el desenfado y el tremendismo no pasan de ser modas vacías, que no pocas veces ocultan la pretensión de disfrutar de ese poder contra el que dicen luchar.

Entonces, como en muchas otras cosas, ni son todos los que parecen, ni parecen todos los que son, aunque es fácil confundirse, porque de anarquista y de loco todos tenemos un poco. Aunque por ahora ese poco no sea suficiente.

(CORREO A (Caracas), # 8, pp. 9-10; febrero 1989)

VI.1.b] 4 notas sobre anarquismo, filosofía y libertad Libertad e Igualdad: fundamentos del anarquismo Una de las habituales preguntas a un anarquista es: ¿A favor de que están Uds.? Porque son buenos críticos destructivos pero lo constructivo no se les ve por ningún lado. Sin embargo no es el anarquismo un simple dar golpes a la piñata y su crítica ha sido siempre clara y precisa para quien quiera entenderla y reflexione acerca de ella, porque el anarquismo es una verdadera filosofía social y política.

Si tratamos de caracterizar a esa filosofía social y política que es el anarquismo, debemos comenzar por señalar como rasgo más destacado su íntima vinculación con una determinada ética. Es tal este enraizamiento ético que se podría decir que lo social y lo político se disuelven en lo ético-moral, y son los valores ético-morales los que se elevan por encima de todo valor pragmático. Contrariamente a lo que se dice, el anarquismo es una filosofía, quizás la única, que concibe a la sociedad como estructurada sobre valores éticos.

De los valores ético-ontológicos en los que se apoya esta filosofía destacan dos principales: la Libertad y la Igualdad. De ellos habla todo Occidente, pero no como lo hace el anarquismo, para el cual no son valores opuestos, ni contrarios, ni yuxtapuestos, ni siquiera complementarios, sino valores idénticamente necesarios el uno para el otro. No se puede ser libre sin ser igual y no podemos ser iguales sin ser libres. No podemos afirmar la libertad de nadie, y menos la nuestra, sin afirmar la igualdad de todos, y a su vez para que todos seamos iguales es necesario que afirmemos la libertad de todos y de cada uno.

Otros sistemas sostienen también ambos valores pero no les asignan la importancia que les asigna el anarquismo. El capitalismo afirma la Libertad pero lo hace sacrificando la Igualdad. Defiende la libertad del opresor pero negando la libertad del oprimido. Prueba de ello son las voces que cada tanto, cuando las diferencias se hacen muy marcadas, se alzan reclamando más democracia social y económica, es decir más Igualdad. En otras palabras, en el capitalismo hay Libertad pero no para todos, porque no todos somos iguales.

Los "socialismos reales" pecan en el otro extremo. La Libertad es algo que se puede suspender, algo derivado, algo provisional, algo que podemos dejar de lado por tiempo indeterminado. El valor supremo es la Igualdad y por ella se sacrifica a la Libertad, o al menos eso dicen intentar. A la larga, la ausencia de Libertad conlleva la aparición de nuevas desigualdades.

Para el anarquismo, Libertad e Igualdad tienen idéntico valor, ambas son igualmente necesarias, no es ni puede ser la una sin la otra, ninguna es sacrificable, ni postergable, ni segunda. En caso contrario, no hablamos de Libertad sino de explotación o no hablamos de Igualdad sino de opresión. De esta concepción ética es que emerge esa manifestación del anarquismo que es la oposición a todo tipo de poder permanente, al Estado y al Gobierno. Pero éste será tema de otro día.

(CORREO A # 5, p. 7; junio 1988) De, para y con la Libertad El término libertad encierra numerosos equívocos que permiten que todos la usen para los fines más variados. Así, la política económica de estos gobiernos que padecemos apoya un mercado libre de la interferencia estatal, cuando no hace mucho se propiciaban Estados interventores que libraran al pueblo de la codicia de los empresarios. Hay libertad de expresión pero el gobierno y los propietarios de los medios censuran los mensajes para liberarnos de la difusión de ideas contrarias al orden reinante.

De manera que es bueno hablar de la libertad y exponer algunos de nuestros puntos de vista para destacar porque no compartimos del todo la libertad de esta democracia en que vivimos. Ante todo, es preferible no hablar de la libertad como algo sustantivo, sino que preferimos referirnos a la cualidad de ser libre. Tampoco nos interesa preguntarnos si el hombre es libre, porque preferimos preguntarnos si tú, Pedro, Alicia o yo, somos libres. El hombre en general tiene tantos matices, diferencias y aun contradicciones, que bajo su amparo se admiten las más variadas respuestas.

Vamos a acercarnos al problema estableciendo algunas distinciones. Se puede ser libre de, libre para y libre con. El primer caso, libre de, es lo que se llama libertad negativa. Significa falta de coerción, de impedimento, de oposición, que puede ser de variado tipo. Por ejemplo, no somos libres de no comer por una coerción biológica. Pero en el ámbito político, cualquier régimen puede decir siempre que sus ciudadanos son libres de algo. Somos libres de comprar lo que queramos, aunque el Estado también es libre de fijar sueldos mínimos de miseria; somos libres de cambiar de empleo, aunque haya desocupación; somos libres de estudiar, aunque no haya cupo en las instituciones escolares; etc. Es bueno aclarar que la coerción no es siempre externa sino que puede ser interna, promovida a través de la educación de deseos, de prejuicios, de temores. Liberarnos de nuestros propios impedimentos es el primer paso para ser libres.

Sin embargo, si bien una amplia libertad de – ausencia de coerción – es necesaria, ella no es suficiente y debe complementarse con la llamada libertad positiva, libertad para, que es la que da significación y fundamento. Libertad para comprometernos, para fijar metas, para completarlas, para pensar y decir lo que pensamos, para sentir y actuar. Ser libre de elegir no es el fundamento de ser libre si cada uno de nosotros no elige también las alternativas. ¿Somos libres si elegimos un presidente entre dos candidatos que nos imponen y que luego no podemos ni juzgarlo, ni sacarlo, ni cambiarlo, ni protestar? Precisamente es esta libertad para la que no tenemos y la que todo régimen estatal se cuida bien de que no tengamos, aunque podamos disfrutar de mayor o menor libertad negativa. Ya Aristóteles decía que el hombre es libre si es libre para determinar su vida y sus acciones, a diferencia del esclavo a quien son otros los que le determinan su vida y sus acciones.

El tercer aspecto está muy unido a la libertad positiva ya que para hacerla efectiva debemos ser libres con otros humanos. Lo social es inherente a nuestra especie, por lo que las potencialidades de cada uno sólo pueden concretarse viviendo en relación con sus semejantes. La libertad no es un don, un regalo, sino algo que hay que hacer y, para lograrla, es menester ser con los demás y todos juntos hacernos libres. Siendo egoístas podemos alcanzar la libertad negativa. La libertad para hacer algo sólo es posible con otros, solidaria y fraternalmente unidos.

(CORREO A # 19, p. 11; mayo 1992) De la libertad y la determinación El tema de la libertad es, en la teoría y en la práctica, central en la preocupación de los anarquistas. Sin embargo no por ello es algo agotado y, por el contrario, debe ser motivo de permanente reflexión y discusión, para ir conformando lo que entendemos y anhelamos como libertad. No en vano se han registrado más de 200 significados para la palabra, y se parece al amor en tanto que ambos se enmascaran de algo distinto cada vez que nos acercamos a ellos.

Tratando de dar sentido a las afirmaciones de un compañero, he creído encontrar en él una identificación, en lo que se refiere a la conducta esperada de otra persona, entre libertad e indeterminación. En otros términos, reclamar a alguien el compromiso voluntariamente contraído que determine una conducta, exigir el cumplimiento de la palabra empeñada que determina sus acciones, o en caso contrario exigirle explicaciones, sería un acto autoritario que coartaría la libertad de ese otro.

Estimo que entender la libertad como conducta incoherente es quedarse muy corto. Más aún, esta interpretación se funda en entender al mundo como algo predeterminado, como teniendo un destino fijado de antemano por Dios, o por fuerzas místico-naturales incontrolables e insondables. En ese mundo de futuro preestablecido, la misión del anarquista (fracasada de partida) es oponerse ciegamente a toda legislación, a toda norma, convención, regla, acuerdo o expectativa. El anarquista se concibe a sí mismo como un héroe individual y trágico, libre porque se enfrenta a toda coherencia y fracasado porque la coherencia está predeterminada.

Pero si bien la contingencia, el azar, es una condición necesaria para ser libre, se queda pequeña porque no es suficiente. La indeterminación es posible porque no hay predeterminación. En consecuencia abre espacios para la libertad, pero no los llena porque es necesario determinarnos. La incoherencia rompe las ataduras de la determinación, pero con ello no basta si desconocemos para qué queremos desatarnos. Si, como decíamos arriba, se concibe al futuro como establecido e inexorable, predeterminado aunque no sepamos cuál es, el para qué no tiene sentido y debemos dedicarnos a romper sin esperanzas con el porvenir. En cambio si el futuro es pensado como algo que hay que determinar, construir, crearse entre todos, entonces la indeterminación sólo puede ser condición para determinarnos y hacernos responsables de esa determinación.

La construcción del futuro requiere de una voluntad firme, pero ello por si mismo no determina el curso de la acción, solamente nos mantiene en él. La edificación de la casa que habitaremos no es posible si a la indeterminación del futuro le sumamos la indeterminación de nuestra conducta, e interpretamos que poner un ladrillo en su construcción es quitarnos la libertad de no ponerlo. Entender que todo reclamo a nuestras incoherencias con respecto a la palabra empeñada o el compromiso adquirido es coacción o intento de arrebatarnos libertad, es equivalente al reclamo por poner un ladrillo. Es imposible dar forma al incierto porvenir fundados en la inconsistencia personal o en la falta de autodeterminación de nosotros mismos, que no es otra cosa que asumir razonadamente un comportamiento coherente y con intenciones definidas. Ser libres es ser responsables de nosotros mismos con nosotros mismos y con los demás.

(CORREO A # 26, p. 16; septiembre 1994) Libertad, verdad y posmodernidad Bastante se habla hoy de posmodernismo. Muchos lo hacen porque es la moda. Pero creo que debemos acercarnos al tema con toda seriedad porque es demasiado lo que está en juego. Propongo hacerlo con una de sus vertientes, la noción de verdad.

A lo largo de la historia, el hombre ha pensado la verdad de diversas maneras. Para los griegos la verdad estaba en las cosas y en la relación con las cosas el hombre podía acceder a ella. En el medioevo la verdad era la palabra de un ser superior, Dios, revelada a los hombres, interpretada por la Iglesia. En la modernidad la verdad viene dada por el hombre y desde él se la establece. Pero en todos los casos la verdad era única.

Con el criterio de hombre-centro se edifica la modernidad. Una modernidad que parece estar en crisis y para salir de la cual el hombre ha de edificarse una nueva casa. Ese proyecto es la posmodernidad. Como todo lo que se construye simultáneamente a algo que se destruye, no está todavía muy claro qué pertenece a la destrucción y qué a la construcción. Podemos sin embargo detectar algunos lineamientos de esa nueva casa, que pareciera contener elementos notables del pensamiento anarquista.

Es hoy moneda corriente que no hay una verdad, ni divina, ni humana (humana en tanto que el hombre quiera ocupar el lugar de Dios). Todas las verdades rigen con igual valor, y hay más de una. La consecuencia es que la convivencia ha de modificarse radicalmente. Si no hay una verdad, y no la hay ni en el reducto más sagrado de la verdad que es la ciencia, no puede haber leyes que pretendan representarla, ni podrá haber autoridad ni poder que pretende defenderla (y aprovecharla), ni podrá nadie apropiarse de ella y ser su paladín y pontificar desde ella.

Será entonces mi verdad y la de cada uno. Pero esto no nos convierte a cada uno en el centro del universo, justificando un egoísmo extremo. Seré centro pero en todo caso centrado por los otros hombres, con los que naturalmente tengo que convivir pero a quienes no podré imponer mi verdad. Y a su vez cada uno de ellos será centro – centrado en este caso por mí y los demás -. La pregunta es ¿cómo relacionarse sin verdad única, sin ley, sin autoridad, sin poder? Pensar en una sociedad tal es lo que llamamos pensar en una sociedad autogestionaria. En ella lo fundamental no es la forma en que se va a vivir sino la forma en que se va a convivir: libres, iguales y solidarios. Aunque para muchos todo tiempo pasado fue mejor, nuestra propuesta es que avancemos a esta nueva organización social. Y nadie dice que será fácil construirla.

(CORREO A # 10, p. 12; agosto 1989) VI.1.c] Liberalismo y anarquismo Qué duda cabe que luego de medio siglo de franco retroceso – entre las décadas de los 20 y los 70 de esta centuria que se acaba – el liberalismo ha vuelto por sus fueros, lo que no deja de traer alguna confusión entre muchos anarquistas. La razón es que durante años centraron su lucha en un enfrentamiento contra un Estado poderoso y ahora que las nuevas corrientes liberales lo están haciendo desaparecer, nos encontramos como el que dijo Dios ha muerto, pero que mal la estamos pasando sin Él. ¿Es el anarquismo, según se lo ha descrito, una forma exacerbada de liberalismo? Ante la interrogante, es menester discutir las similitudes y las diferencias para que no nos tomen de sorpresa cosas como el anarco-capitalismo, del que ahora comentan hasta los mismos periódicos que no hace mucho consideraban al anarquismo una mala palabra.

El liberalismo y el anarquismo, delineados en el Siglo XIX, surgen como corrientes herederas de la Ilustración. Si resumimos aquellos puntos en que coinciden podríamos enunciarlos en:

– La creencia en la capacidad humana de autodeterminación moral y desarrollo de una razón crítica.

– La creencia en que el progreso humano, concebido como la liberación de una minoría de edad que nos mantenía sometidos a fuerzas supraindividuales, es posible y lo es en todos los órdenes de la vida.

– El rechazo a todo tipo de especulación que pretenda sustraernos a una referencia con la realidad experimentable racionalmente interpretada, pues de no hacerlo marchamos inexorablemente a una irracionalidad opresora.

– Los ideales a perseguir son los de igualdad, libertad y preponderancia del individuo frente a todo tipo de institucionalización.

Estos principios, que forman parte del bagaje liberal, sin duda también son compartidos por muchos anarquistas. Sin embargo la distinción se encuentra básicamente en el último punto. Porque todo individuo vive en sociedad, vive con otros, convive. ¿Cómo debemos entender a la sociedad y a la relación que con ella deben tener individuos libres e iguales? Para el liberalismo la sociedad surge de un pacto mítico entre los individuos, por medio del cual se ceden algunos de los derechos que naturalmente nos corresponden en aras de asegurar una estabilidad y una seguridad que permite una más exitosa persecución de los fines individuales que cada uno tiene como meta. La sociedad es concebida como un mal necesario, por lo que mis deberes con ella deben ser siempre los mínimos. Necesito de la comunidad para llevar adelante mi existencia, pero mis obligaciones para con ella deben ser estrictamente las necesarias y de ninguna manera pueden entorpecer la persecución de mis fines personales. El Estado y el gobierno surgen como concreción institucional de este pacto.

Fácil es de ver aquello que el anarquismo ha denunciado reiteradamente. Porque el Estado así instituido en realidad nunca defendió al pacto como tal sino a los intereses de grupos minoritarios, en muchos casos apenas de individuos, que impusieron sus objetivos a todos los demás aprovechando esa cesión de derechos. Por eso, cuando en el Siglo XX el Estado tuvo que asumir una actitud de defensa de los intereses generales por la presión de los históricamente perjudicados, los hasta entonces favorecidos del sistema iniciaron esa feroz lucha contra la institución que les había permitido erigirse en los beneficiarios principales del esfuerzo comunitario. Ello fue posible por un debilitamiento general de los oprimidos, que en una actitud suicida e ilusionados por algunos logros obtenidos a través del Estado benefactor, optaron por abandonar toda lucha y dejar la defensa de los intereses a la misma institución que hasta entonces los había sojuzgado. Fue entonces cuando los verdaderos sustentadores del Estado decidieron disolverlo, dejando en la indefensión a grandes masas de población, y lo que es peor incapaces de asumir por sí mismos la autodefensa, al menos en forma inmediata.

Los anarquistas difieren radicalmente en este aspecto. La comunidad, la sociedad no nace de un pacto. El hombre es un ser social por naturaleza, depende de los otros, de sus padres, de su familia, de su comunidad durante por lo menos un tercio de su vida. Más que por ser incapaz de proveerse solo de los medios materiales para su subsistencia, es porque el humano es un animal educable, necesita desarrollarse física e intelectualmente para llegar a ser adulto. Además, su componente afectivo necesita de los otros durante toda su vida en la forma de amores y odios, amistades y enemistades, simpatías y antipatías. Es por ello que, si bien considera natural la persecución de fines individuales, esas metas no pueden ser ajenas al interés comunitario.

Pero ese no pueden no es impuesto, ni obligado mediante la represión de un poder que oprime, sino el resultado al que el individuo debiera llegar por su formación, por la toma de conciencia que cada uno debe hacer de que su individualidad se funda en la participación en un colectivo, un colectivo que integra sin menoscabo de su individualidad. Por ello el énfasis que siempre hemos hecho en el proceso educativo, que no se reduce a la escuela sino se extiende a la charla, al intercambio permanente de ideas, a la empresa de tareas comunes, a la solidaridad, a la ayuda mutua, a la construcción de utopías, que son las maneras en que los sentimientos comunitarios se refuerzan, se enriquecen y aprendemos a apreciarlos. De esta actitud surge naturalmente la autogestión como el mejor medio para estructurar la vida en común.

Hoy la manera en que el Estado se desarma no es para alegrarnos, porque representa la reposición a nivel local de la ley del más fuerte. Claro que para ello ha sido preciso que todos hayamos perdido totalmente conciencia de nuestra fuerza para que un grupo de débiles morales, con la fuerza del poder institucional y físico, transformasen nuestra sociedad en un coto privado de caza, en donde desde un plan de obras públicas hasta la negociación de la deuda externa, pasando por sospechosas soluciones de crisis bancarias o la organización de una cumbre presidencial, han permitido que un conjunto de antisociales, de sociópatas, se haya apropiado de las más grandes riquezas comunes, a costa del 95 % del resto de la comunidad. En este sentido nuestra actual situación no es anarquismo, ni siquiera liberalismo ilustrado, es barbarie.

(EL LIBERTARIO (Caracas), #10, enero/febrero 1998, p. 1) VI.1.d] En torno a la autogestión Explicando el concepto La autogestión es una de las metas que el anarquismo se propone. Es conveniente por tanto exponer que entendemos bajo esa idea y revisar sus problemas, alcances, posibilidades, etc. La autogestión es un proyecto o movimiento social que tiene como método y objetivo que la empresa, la economía y la sociedad entera estén dirigidas por los trabajadores de todos los sectores vinculados a la producción y distribución de bienes y servicios, propugnando la gestión y democracia directa. Examinemos lo anterior con detenimiento. La autogestión se opone a la heterogestión, que es la forma de conducir las empresas, la economía, la política o la sociedad desde fuera del conjunto de los directamente afectados, tal como ocurre ahora, que a las empresas y a la economía las dirige el Capital, a la política los partidos, a la sociedad el Estado.

La autogestión es un proyecto o movimiento, es decir no es un modelo acabado. Su estructura, organización y aun su existencia es y será fruto del deseo, el pensamiento y la acción de los miembros del grupo involucrado (una fábrica, una finca, una escuela o la sociedad toda) sin preconceptos ni imposiciones.

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