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Construcción ético-social del campesinado con relación al uso de semillas tradicionales (Colombia) (página 4)




Enviado por Marisol Vásquez



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La falta de acceso legal a la tierra y la falta de capital impiden una producción competitiva en la cual las pequeñas fincas retomen su importancia económica y social, dicha dificultad ha conllevado a la desintegración de la tradicional familia campesina, la cual se vincula actualmente con el campo como obreros agrícolas, en la mayoría de los casos residiendo fuera de la unidad de producción o laborando en predios aledaños, sin embargo el ideal de estos campesinos es poder laborar dentro de sus parcelas obteniendo algún margen de ganancia de lo que siembran, pero principalmente que garantice la subsistencia de todos los miembros de la familia, ya que sus sistema de vida no esta orientado tanto por el mercado, como si lo es en la agroindustria y en las explotaciones comerciales.

El fin primordial del pequeño campesino es garantizar la soberanía alimentaria, pues esta le permite continuar con el ritmo de vida acostumbrado, que si bien, visto desde una óptica capitalista y bajo unos criterios sesgados, es ineficiente para el mercado, es totalmente eficiente a nivel humano y social, pues garantiza la subsistencia familiar, es ecológico, por lo que no afecta al resto de sociedad y genera un legado no solo cultural sino también factico, en cuanto mantiene un sistema de producción sostenible a largo plazo, pues se lega una tierra libre de químicos bajo la cual se puede conservar la forma de vida de un campesino tradicional.

Ecologismo Práctico. Entre lo Alterno y lo Tradicional.

Tratar de comprender las dinámicas del campo desde una orientación totalizante, en la cual no se diferencie las distintas formas de campesinado, sino por el contrario, se asuma un único concepto, con el cual se de por entendido lo que es el campesino, es ignorar las dinámicas de comportamiento y estructuración que se generan en los distintos espacios geográficos, donde habita población rural, para el caso de Santuario Risaralda, donde se lleva a cabo la presente investigación, se puede evidenciar la insuficiencia del concepto "productor rural" para describir la población de estudio, ya que las formas de vida campesina van mas allá de la producción y en algunos casos, se siembra para el autoconsumo, sin obedecer a lógicas de mercado, ni siquiera para la venta local. Son campesinos que han establecido dinámicas de vida, que no puede limitarse a la mera función de productor, pues prevalecen valores y tradiciones que guían su comportamiento habitual.

Desde la teoría de Llambí (2012) se pueden observar distintas formas de campesinado dadas por las múltiples combinaciones de factores físico-naturales y sociales, por lo tanto existe una heterogeneidad rural que depende de los criterios de análisis del investigador y su capacidad para reconocer la multiplicidad del campesinado real y no construcciones teorías abstractas, o exclusivas dinámicas de mercado que limitan al campesino a simple productor agrícola.

Sin embargo, aunque los campesinos del municipio de Santuario Risaralda, están inmiscuidos en un contexto de mercado que no pueden ignorar y este es el del monocultivo de café y la utilización de insumos agroquímicos, para una producción acelerada que cumpla con las exigencias del mercado, no se limitan a estas formas de producción, pues no son ajenos al reconocimiento de los cambios que sufre la naturaleza, en especial la fertilidad de los suelos frente a estas prácticas.

En la mayoría de los casos de campesinos que han optado por conservar formas de producción tradicionales, donde prevalece la agrobiodiversidad por encima del contexto común de los monocultivos, se puede evidenciar una cultura intrínseca de amor por la tierra y el cuidado de la salud humana y los animales, que bien podría considerarse una cultura ecológica, y aunque el 50% de los campesinos encuestados afirma desconocer lo que es la agroecología, el 71% de ellos utilizan este tipo de prácticas de producción, aun cuando no tienen un conocimiento teórico sobre la misma, sin embargo, buscan permanentemente lograr un equilibrio entre la explotación del medio para su subsistencia y la sostenibilidad y respeto por las demás especies, ya que su actuar también esta condicionado por factores de pertenencia hacia la tierra y hacia valores culturales conservacionista que dejaron los abuelos. En algunos casos también se tiene en cuenta el cuidado de los demás seres humanos, pues se es consciente del peligro que representan los venenos para la salud humana. Como bien lo menciona Don José, Productor de mora de santuario, es una cuestión de sanidad y respeto por los otros

-"Con insumos biológicos se protege el organismo. A mi no me gustan los agroquímicos, porque a medida que voy recolectando, voy comiendo y no me gusta comer veneno. Si protejo mi vida, debo proteger la de los demás, los consumidores" (J. Trujillo, comunicación personal, 9 de agosto de 2014)

El modo de producción de los campesinos que hicieron parte de la presente investigación, esta acompañado de una forma de pensamiento que define su concepción de la vida y de una cultura campesina tradicional que aun se conserva en algunas veredas, al no ser absorbidas en su totalidad por las grandes extensiones de monocultivo de café. Esto se debe en parte a la riqueza biológica que ofrecen las veredas donde habitan los campesinos, pues todos pertenecían a zonas altas, donde la producción de café no es tan efectiva, por ende se opta por una variedad de cultivos y sistemas agrícolas, pues "dependiendo de los activos a los que tiene acceso, los hogares utilizan una variedad de actividades, agrícolas y no agrícolas, como parte de sus estrategias de vida." (Llambí, 2012)

Si bien la producción de café esta acompañada de incentivos económicos, como lo es la garantía que ofrece el mercado para la compra de la cosecha, algunos campesinos prefieren la garantía de tener alimentos y proteger los bienes naturales que han hecho comunales, como lo son aguas, bosques y organismos del suelo, que son indispensables para la vida humana, pero que actualmente están en riesgos por el uso indiscriminado de químicos, la sobrexplotación y desgaste del suelo, la perdida de agrobiodiversidad y la tala de los bosques, entre otros factores.

Éste es un ecologismo intrínseco y representa una tradición cultural, donde los abuelos cumplen una función social importante, dada la enseñanza de prácticas campesinas acordes a su estilo de vida, que han sido divulgadas constantemente entre vecinos y familiares, para conservar formas de producción donde el control de plagas y enfermedades puede ser tratado con insumos de la misma finca, donde se reconoce el beneficio de cada planta y se economiza la producción sin necesidad de agentes externos a su cultura. Este es un ecologismo diferente al de la academia, donde se desarrolla una corriente teórica, la cual responde a un ecologismo urbano de clase media que se empezó a expandir a mediados de la década del 50 (Siglo XX), en los países occidentales.

Para el caso de los campesinos santuareños, no se identifican como ecologistas, a pesar de llevar dicho pensamiento a la práctica, pues reconocen la necesidad de conservar los recursos, empero, no logran una identidad con los movimientos globales conservacionistas ya que ambas partes utilizan un lenguaje diferenciado y hay una falta de comunicación que impide informar a los campesinos de lo que sucede mas allá de su región. Esto dificulta que se realice una construcción unificada de políticas sociales homogéneas en pro de procesos de desarrollo alternos a la economía actual.

Tampoco se puede decir que estos campesinos están organizados, sin embargo, a la hora de proteger su medio natural, de manera individual muestran igual o mayor interés que cualquier movimiento social urbano, pues para ellos representa más que una corriente ideológica, ya que de la naturaleza depende su vida. Es una lucha por la supervivencia y por una cultura campesina que no se ha limitado a las dinámicas actuales de la agricultura convencional moderna, bien sea porque impera una economía moral que la rechaza o porque sus capacidades económicas los marginan de estos procesos.

Su forma de pensar y posicionarse frente a la vida, esta más enmarcado en lo que los pensadores sociales denominan antropocentrismo. A diferencia del biocentrismo que no ve en la posición del hombre un ente de superioridad en la naturaleza, el antropocentrismo justifica la acción de éste como eje dominante, ya que ve en las demás especies un medio de bienestar para la población humana, dicho pensamiento ha llevado al sometimiento del hombre por el hombre, a través de la dominación por supuesta superioridad económica, étnica, intelectual o de fuerza física o armada, para el caso santuareño la principal causa de dominación del hombre por el hombre, esta dado en la tenencia de grandes extensiones de tierra, lo cual conlleva a la limitación del disfrute de la misma, y por ende al sometimiento económico, convirtiendo una población campesina en obreros agrícolas, que solo encuentran participación económica en los tiempos de cosecha. Otra forma de expresión antropocéntrica, la cual se presenta como la mas común, es el dominio de las demás especies, las cuales son utilizadas como entes económicos, pues a pesar de que los campesinos manifiestan cierta culpabilidad al sacrificar animales, aprueban estas prácticas, dado el beneficio económico que genera; también son cuidadosos de proteger los microorganismos del suelo, evitando agrotóxicos, ya que estos animales garantizan la fertilidad y por ende contribuyen a la obtención de buenas cosechas y economizan la producción, pues gracias a ellos no se da la necesidad de fertilizar con químicos la tierra.

A pesar de que en los campesinos impere esta concepción antropocéntrica, reconocen que la mayoría de problemas socio-ambientales, son causados por malas prácticas del hombre, por lo cual procuran actuar de una manera menos nociva, pues no desconocen que también las demás especies tienen derecho a vivir sanamente, ya que de la estabilidad natural, depende la supervivencia del hombre

Pese a manifestarse implícitamente una ideología de tipo antropocentrista por parte de los campesinos, se puede evidenciar que en su pensamiento también hay influencia de corrientes teocentristas, pues existe para ellos una relación estrecha entre Dios- naturaleza-hombre, según la cual la naturaleza es todo aquello que les rodea en el campo y fue creada por Dios para el disfrute y aprovechamiento del hombre.

Este tipo de pensamiento articula todo el proceso de producción agrícola que han mantenido en el municipio, pues esta es la forma en que se materializa la subjetividad de los pobladores rurales, cuya forma de estructuración social y económica va ligada a la apropiación simbólica de la cultura campesina tradicional santuareña.

La tradición campesina del municipio no está lejos de las demás prácticas que prevalecen en otras regiones del país, donde aun se conserva la agricultura tradicional y la cultura de sus pobladores, evitando la opresión total de los monocultivos, la sobrexplotación del suelo y el uso indiscriminado de agentes sinteticos.

La producción tradicional se resiste a buscar un desarrollo por esta vía, pues aunque pueda ofrecer bastantes beneficios en términos de producción, como resistencia a plagas, tolerancia a herbicidas, crecimiento acelerado de plantas y animales, también genera deterioros sociales y ambientales, a través de la implementación de agrotóxicos, biopiratería, uso de OMGs, perdida de diversidad biológica y concentración de la tierra, que terminan recalcando la desigualdad social, aniquilando la cultura tradicional y expulsando campesinos de sus tierras.

Esta forma de producción campesina tradicional representa un estilo de vida en la que constantemente se tiene que luchar contra las presiones que el mercado genera frente a la tenencia de la tierra y el uso de paquetes tecnológicos, incluyendo semillas modificadas, que crean una perdida del conocimiento, soberanía y dominio ancestral frente a las mismas. Ante esta situación los campesinos tienen prácticas emancipadoras, como lo son la construcción de bancos vivos de germoplasma, protección de semillas criollas, procesos de agrobiodiversidad, reutilización de desechos orgánicos, soberanía alimentaria, entre otros.

Todos estos procesos son analizados en la mayoría de teorías de la sociología rural y del ecologismo, las cuales optan por un razonamiento que resalta una lucha campesina, la cual se defiende de manera consciente de un sistema disgregador y destructor (sistema económico capitalista), pero que además, optan por la construcción, por establecer formas alternas de habitar este mundo y relacionarse con el, para esto se requiere una apropiación del territorio y la cultura, y posicionarse como agentes activos, que llevan sus propias dinámicas, se necesita un nivel de conciencia y acción mayor, que en casos puede ser tildada de rebelde, la cual es perseguida y saboteada por quienes solo aceptan una forma de vida convencional. Es por esto que estas prácticas campesinas, en teoría son consideradas como alternas y transformadoras, pero más allá del discurso y después de haber observado de cerca la forma de vida de los campesinos tradicionales del municipio de Santuario (Risaralda), se puede deducir que su lucha es mas bien un compromiso cultural conservacionista, que se hace tangible en la protección de espacios y saberes comunales, mas que una confrontación contra el sistema capitalista o por defender una ideología ecologista alternativa.

Esta actitud conservacionista, que se diferencia de una actitud rebelde y alternativa, esta regulada por unas condiciones de vida tradicionales, según las cuales los campesinos no actúan por oposición a los demás sistemas, sino por satisfacción con el modelo agrícola que siempre han desarrollado, que aunque ha sufrido los cambios exigidos por la historia, se complementan con su estilo de existencia y las dinámicas veredales que en el municipio se desarrollan. Es de recordar que "los actores no toman

decisiones y actúan como si fueran átomos, independientemente de su contexto social. Sus intentos de actuación intencional siempre están inmersos en sistemas de relaciones sociales concretos y cambiantes y son restringidos por dichas relaciones sociales" (Llambí, 2007)

Si bien no se puede negar que hay una lucha interior por el reconocimiento y la autodeterminación de sus formas de vida, tampoco se puede caer en romanticismos y pretender creer que su pensamiento esta orientado por una conciencia rebelde que intenta luchar contra el sistema imperante, pues la mayoría de estos campesinos no están inmersos en las dinámicas de la agricultura convencional moderna, no porque vayan en contra de ellas, sino porque su tradición ha sido otra, no quieren, o simplemente porque su capacidad adquisitiva no les permite hacer una reconversión en su modelo productivo, aunque la gran mayoría manifiestan que lo hacen por un arraigo tradicional, pues son personas muy apegadas a lo que han enseñado los abuelos, no solo en la forma en que se trabaja el campo, sino también en valores católicos y conservadores.

Con esto no se desmerita el trabajo de la academia a la hora de comprender la subjetivación del campesinado como actor político, ni se niega que existan una gran diversidad de grupos campesinos con una ideología eminentemente ecológica, o modelos rurales que quieran desarrollar proceso alternativos de desarrollo, pero en Santuario Risaralda no se dan estos casos, y esto conlleva a plantearse una pregunta académica y política frente a que es lo alternativo y si realmente las prácticas tradicionales que se dan en el campo, son respuestas alternativas al modelo económico neoliberal. Según lo observado en el continuo proceso de la presente investigación diría que no.

Al observar las prácticas y costumbres campesinas del municipio, entendidas como un continuo proceso de construcción cultural local, no se entiende porque la agricultura que procura conservar los medios naturales para ser sustentable, la recuperación y difusión de semillas criollas, el aprendizaje de las dietas tradicionales, los mercados locales y en general todas las eco-técnicas de producción y vivencias del campo, deben ser entendidas como lo alterno y contestatario, ya que esto ha sido lo tradicional y milenario. Por el contrario, es la biotecnología, los OMG, la agroindustria transnacional moderna, los agrotóxicos de Monsanto los que ingresan trasgrediendo un sistema que de manera sustentable han desarrollado los campesinos, comunidades afros e indígenas. Son estas nuevas formas de producción y su conocimiento asociado las que se han impuesto sobre el conocimiento ancestral y se presentan como una forma de producción alterna y perturbadora a la producción campesina agrodiversa y ecológica, lo cual ha acarreado costos sociales y ambientales demasiado grandes.

Teniendo en cuenta estos factores, se puede considerar que la producción campesina tradicional de Santuario y en general las formas de vida campesinas, indígenas y de comunidades afros, que enriquecen la cultura del país y permiten una relación amigable con el medio social y natural, no deben entenderse como lo alterno, como lo otro, sino como lo propio y principal en la agricultura, pues se presenta en un proceso de construcción histórica dominante, dado su legado, sostenibilidad y pertinencia para los pueblos campesinos.

Lo que debe entenderse como lo otro, que se presentó como una alternativa, no propiamente para los campesinos, sino para sectores industriales, comerciales y científicos, es la agricultura convencional moderna, la cual transformó las formas de producción y relación con el campo.

Algunos campesinos del municipio, pese a no tener gran acceso a medios de comunicación, centros educativos, bibliotecas, entre otros, han comprendido la dinámica que alberga la producción agrícola convencional y aunque no se vayan a levantar en contra del sistema capitalista que ha penetrado en el campo, han optado por continuar con formas diferentes de habitar en este mundo, donde para ellos el hecho de pasar a obreros agrícolas, no es una opción de vida, pues prefieren la diversidad de su fincas, que aunque pequeñas, les garantiza su supervivencia, sin necesidad de limitarse a condicionantes de la agricultura convencional, pues consideran que las semillas son libres y la tierra es fértil y ningún agente externo debe intervenir para apropiarse de estos factores con los cuales los campesinos alimentan la población santuareña.

En algunos campesinos, sin representar estos una población mayoritaria, si se puede evidenciar un rechazo explicito a las formas de producción modernas, pues consideran la manipulación genética como una violación a la naturaleza, algunos manifiestan que es un negocio y en los casos mas contestatarios, declaran que es un engaño del gobierno que se vende a multinacionales para acabar con las semillas nativas y obligar al campesino a comprar agentes extraños a su cultura, sin embargo, esta población es reducida y esta altamente influenciada de grupos académicos o políticos.

Este tipo de pensamientos son comprensibles, teniendo en cuenta la relación continua que estos agentes han tenido con el campo, pues han sido testigos de los cambios que se han generado en el sector rural y como estos afectan la vida campesina, modificando sus sistemas de alimentación, producción y relación con el entorno.

CAPITULO VI

El campesinado como agente transicional

Introducción

Para conocer la realidad de la sociedad campesina que habita el municipio de santuario, es indispensable abordar una adecuada conceptualización que nos acerque al objeto de estudio, partiendo de algunas categorías abiertas e información previa, que al constatarse en campo toman validez, o se modifican permitiendo construir categorías emergentes, como la del campesinado, el cual representa en cada contexto regional, un actor diferente, con organizaciones agrícolas y sistemas culturales heterogéneos, pero que puede identificarse por elementos comunes, como su identidad por labores o percepciones compartidas frente a la cuestión agraria.

El marco teórico que aquí se presenta, pretende generar un sistema de conceptos coherentes con el desarrollo de la investigación, lo cual le permite al lector abordar el problema de estudio, incorporando postulados teóricos previamente estipulados, que dan una visión completa del tema, ya que estos conceptos, son el resulto de investigaciones previas que buscaron comprender de manera detallada, uno de los múltiples elementos que integran la realidad rural.

6.1 Teorización de las Transiciones en los Fenómenos Rurales

La orientación teórica por la cual se estructuran los datos obtenidos en campo con el análisis sociológico, se sustenta en los planteamientos de Luis Llambí, el cual permite integrar los distintos modelos de organización campesina, teniendo en cuenta procesos de cambio estructural que afectan de manera diversa en los escenarios locales, dada la heterogeneidad de agentes y participación por parte de los actores sociales.

Mediante esta teoría se pueden integrar distintos enfoques que afectan de manera directa e indirecta la vida rural, como lo son los procesos de mercado global, las estructuras jurídicas y la identidad de los campesinos, como factor esencial para la conservación de entes biológicos. Estos fenómenos tienen una incidencia diferente en cada contexto socio-espacial, por lo tanto, se abordan para analizar la realidad del municipio de Santuario, en cuanto a la estructura social, cultural y productiva que desarrollan los campesinos que conservan semillas tradicionales

El enfoque que aquí se plantea busca establecer los vínculos entre tres problemáticas epistemológicas que frecuentemente se encuentran disociadas en la literatura. Uno, la teorización de las transiciones. Es decir, la contextualización histórica de los procesos de cambio social estructurales y sus manifestaciones territoriales. Dos, la teorización de la agencia. Es decir, el análisis del papel de los diferentes actores sociales en estos procesos. Tres, la teorización del espacio. Es decir, la contextualización territorial de los procesos de cambio estructurales. (Llambí y Pérez, 2007)

La variable por la cual se guía la investigación es la construcción ético-social campesina, la cual se constituye en este trabajo por las categorías de: soberanía alimentaria, prácticas campesinas, ruralidad, campesinado y agricultura. La conceptualización de estas categorías surge de la relación directa con la comunidad de estudio y la aproximación teórica de Luis Llambí, ya que su significado depende del contexto de aplicación, pues emergen de condiciones múltiples.

Dado lo anterior, se debe tener en cuenta que la definición de campesinado depende de la construcción ético-social que estos han desarrollado, para lo cual hay que comprender que estos agentes, como todo ser humano, tienen la capacidad de apreciar el mundo que les rodea desde sus propias percepciones culturales, dadas por una forma particular de relación con la naturaleza y entorno social, lo cual genera autoconciencia y una cultura campesina que se desarrolla en un contexto histórico, personal y social. Sin embargo, definir qué se entiende por campesino puede resultar problemático, pues desde lo teórico y lo empírico, se encuentra multiplicidad de formas en que los agentes se relacionan con el entorno rural, creando esto una pluralidad y volatilidad del significado del campesinado y la ruralidad, por ende es necesario hacer una revisión frente a los acontecimientos que ha vivido la sociedad en un proceso de construcción histórica que exige la modificación de los conceptos, esto demanda a su vez nuevas pretensiones, que superan la tradicional concepción del campesino como simple proveedor de alimentos, para empezar a buscar una integración que implique participación económica, representación política y reconocimiento de su dimensión cultural, entre otras.

Al redefinir lo campesino se deben integrar distintas variables, pues no puede limitarse a su cultura, territorio o economía de manera aislada. Las relaciones campesinas por si misma tampoco dan una respuesta contundente de lo que significa ser campesino, pues como lo advierte el Informe Nacional de Desarrollo Humano (2011, p. 13) "en las tres cuartas partes de los municipios se dan relaciones de sociedades rurales" sin que ello implique que todos los sujetos relacionados sean campesinos. En los centros urbanos se encuentran procesos de producción agrícola, así como en el sector rural se generan procesos industriales, por lo tanto, es preciso entender las singularidades de la población rural según el territorio, cultivos, relaciones laborales, prácticas sociales, expresión de sus subjetividades y en general sus formas de vida, pues la teoría tiende a generar unos conceptos abstractos y universales, que reducen la heterogeneidad del campesino.

Por esto es importante que la construcción conceptual del campesinado latinoamericano se genere desde un análisis histórico y no de una teoría abstracta, pues como agentes sociales tienen unas dinámicas de cambio discontinuo (ya que no tienen un orden único de progreso definido, en términos de un desarrollo evolutivo) y por lo tanto, éstas no pueden desconocerse, al tratar de comprender la realidad, como una realidad estática, definida e inamovible.

Muestra de esta multiplicidad, son aquellos campesinos que permanecen constantemente en el campo, siendo propietarios, o bajo la figura de agregados, alimentadores, o caseros, otros viven en centros urbanos y se desplazan al campo a desempeñar allí sus funciones laborales, también hay quienes trabajan en labores diversas y se vinculan en el campo como jornaleros solo en tiempos de cosecha (temporales) y quienes se desempeñan en labores agroindustriales como operarios.

Algunos trabajos sobre el campesinado en distintas partes del mundo dan cuenta de la variedad del concepto, pues a la hora de clasificarlo, es el interés del investigador el que define el enfoque sobre ciertas particularidades que surgen de la complejidad de este grupo social. Entre las definiciones más cercanas al interés del presente trabajo, se encuentra las de Alexander Chayanov (1975) y Luis Llambí (2007).

Desde la teoría clásica, Alexander Chayanov (1975) es uno de los exponentes principales de los temas rurales, el cual focaliza su atención en la organización del trabajo dentro de la unidad económica campesina, la cual no corresponde necesariamente a una forma de vida capitalista, pues su fin principal es la supervivencia familiar, además de que no se genera una relación salarial que dé cuenta objetiva de costos de producción y ganancias.

Alexander Chayanov hace un reconocimiento especial de la naturaleza intrínseca del campesinado y como gracias a esta naturaleza resisten en una sociedad capitalista. Estos postulados resultan ampliamente importantes como enfoque teórico, pues deja claro la importancia del reconocimiento particular de la sociedad campesina, la cual no puede ser abordada desde las relaciones capitalistas que imperan en la sociedad, sino desde las relaciones internas que se construyen en el escenario rural, sin embargo, aunque se resalta este planteamiento, se toma distancia de él, en cuanto tampoco puede entenderse la población rural, aislada del contexto de producción dominante, pues la población a investigar está inmersa en procesos de economía capitalista de competencia, productividad y relaciones salariales, sin embargo, la definición de campesino no se limita a estos factores, sino que adopta otros elementos de gran relevancia, como cultura, entorno físico, e ideales, por ende, la presente investigación no se circunscribe en la teoría de Chayanov, aunque rescata el hecho de no entender la población rural desde un enfoque economicista.

Dada esta multiplicidad de factores, que implican un cambio en el acercamiento teórico, se entenderá lo rural en el presente trabajo, como un concepto complejo que hace referencia al escenario donde se desarrollan formas de vida, identidades y relaciones económicas, vinculadas a la producción agropecuaria; lo cual conforma un sistema político, donde participan instituciones públicas y privadas; económico, donde participan propietarios, trabajadores, agentes de producción y distribución; y sociocultural, en el cual se integran las personas que tienen una relación con el campo, a través de formas productivas, identidades y conocimiento.

Y por campesino se tomara como guía conceptual, la construcción teórica de Luis LLambí (2007) según el cual

La noción de campesinado no equivale a una categoría social homogénea. Los clásicos de la economía política concebían al campesinado como una categoría social, internamente heterogénea que abarca tanto a una variedad de trabajadores dependientes (siervos, aparceros, arrendatarios) como a pequeños agricultores independientes. Lenin, sobre la base de la prognosis de Marx en relación a la tendencia hacia la polarización de las clases sociales en una economía de mercado, argumentó que el destino irremediable de los campesinos históricos sería convertirse en burgueses o proletarios.

En general, en la economía política marxista, la noción de campesinado define a una clase social: un actor social colectivo inserto en procesos históricos concretos. No obstante, lo que realmente puede unificar a diferentes actores sociales rurales, y convertirlos en un campesinado histórico (real y no teórico), no es la existencia de una sociedad, cultura o economía típicamente campesinas, sino las múltiples relaciones sociales que vinculan a estos actores con proyectos comunes, sustentados en la construcción de una identidad colectiva. (p. 51)

Con todo esto se puede deducir la diversidad de las formas de vida campesina, pero, ya que el interés de la presente investigación está encaminado a la construcción ético- social con relación al uso de semillas tradicionales, solo se abordaron aquellos campesinos que han sembrado o conocían prácticas y saberes sobre estas semillas y que estuvieran o hayan estado directamente relacionados con la vida campesina, en cuanto a permanencia en el campo y producción agrícola, pues en la región hay personas dedicadas al ecoturismo, manufacturas artesanales, intermediarios y mercaderes rurales, entre otros, que no responden directamente al interés de la investigación.

En cuanto a la construcción ético-social se entiende por ésta no una ética valorativa, donde se califique de buena o mala una acción humana, sino lo que guía el comportamiento colectivo de la comunidad rural que ha orientado su accionar a la conservación de semillas tradicionales, como elemento indispensable en la cultura campesina, y la manera en que esta forma de vida es asimilada a nivel personal. De manera mas detallada consiste en la concepción que tienen los sujetos del mundo que les rodea y como se posicionan frente a la naturaleza y la sociedad en cuanto campesinos, con identidad y prácticas diferenciadoras del resto de estructuras sociales.

En este sentido el término de identidad resulta fundamental para definir la ética campesina, ya que hace referencia al reconocimiento interno y externo y al sistema de valores que integran la cultura de estos sujetos y que puede definir lo que realmente es un campesino.

Si bien Llambí (2012) hace referencia a la dificultad que acarrea utilizar los conceptos campesino, al igual que capitalista, dada la multiplicidad de proyectos globales de mercado y las distintas formas de organización de la población rural, ya que los procesos estructurales no permean de la misma manera a nivel local, y que la participación de los agentes es diversa, al igual que el factor territorial, se hace necesario precisar que se entiende por campesino, pero no desde una teoría abstracta, sino desde la realidad que se genera en el municipio.

Uno de los factores esenciales para delimitar al campesino tradicional en el municipio de Santuario Risaralda, es su autoreferencia campesina, marcada por una producción material, que genera procesos de identificación y diferenciación con otras formas de vida, esto permite que se sepan campesinos, no por una elaboración ajena de conceptos que los referencie, sino por una conciencia práctica, que va ligada a la identidad, reconocimiento y libertad para actuar acorde a la construcción de sus subjetividades. Para conocer estos elementos y llevarlos al plano teórico, se hace necesario comprender directamente las vivencias campesinas y los fenómenos sociales que allí se presentan, entendidos desde sus propias dinámicas y así lograr una definición en la cual se integren las concepciones de los pobladores locales y la construcción teórica del investigador.

En el caso de los campesinos, existen factores que limitan la expresión material e inmaterial de estos como agentes particulares dentro del entorno social, estos factores son la concentración de la tierra, que impide al campesino tener un espacio propio para producir acorde a su conocimiento y técnicas de producción, además de la apropiación de entes biológicos mediante patentes, que impiden la reproducción de semillas y con ello generan un monopolio de la vida, pues las semillas garantizan la producción de alimentos para la población, por ende, la apropiación de estas por parte de empresas comerciales apoyadas mediante normas jurídicas, cambian la figura del campesinado y los convierten en infractores de la ley, restringen su autonomía, su soberanía alimentaria y cambian su cultura, pues la limitación en las labores de producción han ido modificando el campesino tradicional a simple productor agrícola, sometido a la dependencia frente a las empresas que suministran las semillas y demás elementos que éstas requieren para su producción, pues la semilla tradicional es sustituida por una modificada genéticamente, la cual no permite una germinación futura.

En este caso, la semilla deja de ser un elemento cultural indispensable para la supervivencia humana, para convertirse en un ente de producción, que ignora la complejidad social de las formas de vida que se desarrollan en torno a las semillas tradicionales, por ende para estudiar éstas se debe integrar los distintos elementos que la componen.

El concepto de semilla puede definirse desde distintas variables, tanto desde un enfoque biológico, como cultural o económico. Desde una definición general, "son estructuras vegetales vivas, destinadas a siembra o propagación, cuyo origen puede ser sexual o asexual, estas disponen de embrión, del que puede desarrollarse una nueva planta, bajo las condiciones apropiadas" (Perdomo y Roselló, 2010). Las semillas corresponden a las espermatofitas (plantas con semilla), sin embargo, el presente trabajo no excluye, dentro del concepto, otras formas vegetales con fines reproductivos, como plantones, vitroplantas, esquejes, entre otros, a los cuales se hace alusión como germoplasma.

La anterior definición de semilla responde a una construcción conceptual de las ciencias naturales, desde las cuales se explica su componente biológico, sin embargo no permite comprender los procesos sociales por la agencia intencional de los actores, pues la semilla pierde el interés cultural si se ignora el conocimiento y uso social que le dan los campesinos, los cuales dependen, según Llambí (2012), de la heterogeneidad de activos y estrategias de vida, es decir, despende del uso y actividades tanto agrícolas como no agrícolas que desarrollan las personas con los bienes, tangibles y no tangibles, que poseen, en este caso la semilla como bien tangible y su conocimiento asociado como intangible, elementos con los cuales los campesinos desarrollan actividades especificas que les permite definir una estrategia de vida.

Para este caso, se entenderá la semilla como elemento que integra procesos biofísicos, productivos y culturales, pues estás van evolucionando según sus necesidades de adaptación, pero son los campesinos quienes se han dedicado a buscar las condiciones más favorables para su reproducción, adaptándolas a diferentes entornos naturales y culturales, de ahí que las semillas nativas de una región han sido introducidas a otros territorios, permitiendo esto mayor riqueza biológica por cada especie, y garantizando una alimentación variada y acorde a la cultura de los pueblos.

Las semillas nativas son aquellas naturales de una región o ecosistema, es decir, son autóctonas y su presencia allí no está supeditada a la labor de adaptación que genera el hombre con las especies introducidas o naturalizadas a diferentes contextos ecológicos, a diferencia de las semillas tradicionales, las cuales por su uso en la labor agrícola adquieren el valor de tradicional, ya que se convierten en un elemento integral para los campesinos, por sus usos y costumbres, independientemente de que sean semillas nativas o no; éstas son compartidas y conservadas por la comunidad, transmitiendo así el conocimiento y técnicas de manejo a las siguientes generaciones, las cuales van introduciendo cambios a las prácticas y conocimientos adquiridos frente a las labores agrícolas y a la idiosincrasia campesina, permitiendo con ello la renovación y adaptación a nuevas formas de vida social.

Los diferentes cambios que introducen los campesinos en las técnicas de manejo y reproducción de las semillas son el resultado de largos procesos de aprendizaje y práctica, además de una adaptación no solo de las semillas, sino también de las comunidades humanas a los diferentes entornos naturales. Empero, durante el siglo XX se extendió un proceso industrial de tecnificación agrícola, que rompe con los esquemas naturales y culturales que han desarrollado las comunidades campesinas durante varios siglos; este proceso promueve la creación de Organismos Modificados Genéticamente (OMGs), entre ellos las semillas, con el fin de generar una producción masificada y resistente a plagas, acompañadas de agroquímicos para su optima producción. Las semillas transgénicas han ido desplazando las semillas tradicionales, con lo cual se ha provocado una pérdida de variedad genética y mayor dependencia de los monopolios semilleros, pues éstas son semillas que no sirven para una reproducción futura.

"Por Organismo Modificado Genéticamente (OMG), denominado también Organismo Vivo Modificado (OVM) u organismo transgénico, se entiende cualquier organismo vivo que posea una combinación nueva de material genético que se haya obtenido mediante la aplicación de la biotecnología moderna". (FAO, 2001).

Estas nuevas formas de producción determinan lo que se denomina agricultura convencional moderna, la cual se distingue de la agricultura tradicional, agricultura orgánica y agricultura ecológica, por la mecanización de las funciones agrícolas, implementación de monocultivos, uso de OMG y productos sintéticos, como fertilizantes, abonos y plaguicidas. Dentro de la agricultura convencional se puede distinguir la agricultura intensiva y extensiva.

La agricultura intensiva es un modo de producción de alimentos basado en el cultivo de plantas y la cría de ganado, con el fin de maximizar la producción en áreas reducidas. La agricultura intensiva a menudo conduce al sobrepastoreo, a los monocultivos y a la eliminación de los períodos de barbecho, lo que agota los suelos. La agricultura extensiva es un modo de cultivo que fomenta el aumento de las áreas agrícolas para poder aumentar la productividad. Los cultivos extensivos van generalmente acompañados de una deforestación importante (a fin de aumentar la superficie de las tierras cultivables) y de una gran utilización de fertilizantes (Vásquez, 2013)

La agricultura tradicional puede verse en ciertas regiones o zonas donde se han conservado formas culturales de producir y de trabajar durante tiempo más o menos prolongado; este modelo por lo general sigue los ciclos naturales del ecosistema para producir, usa muy pocos insumos externos; económicamente es de rentabilidad media o baja, pues lo que se busca, en la mayoría de los casos es la autosubsistencia (con algunos excedentes para el mercado). Su ejercicio no conlleva a la conservación consciente de los recursos naturales, ya que su consciencia es práctica; a diferencia de la sustentabilidad ambiental que promueve la agricultura ecológica.

Gaston Remmers (1993) afirma:

La agricultura tradicional se refiere a los sistemas de uso de la tierra que han sido desarrollados localmente durante largos años de experiencia empírica y experimentación campesina…Por agricultura ecológica (se refiere a) esta agricultura que surgió como movimiento de reacción a la agricultura dominante actualmente (convencional) y al patrón de consumo de la sociedad occidental. Esta agricultura procura organizar el proceso de producción de plantas y animales de tal manera que no dilapide los recursos naturales e incluso mejore el medio ambiente, buscando alternativas ecológicas a las prácticas de la agricultura convencional (p. 201-202).

La agroecología no rechaza la agricultura tradicional, por el contrario se vale del conocimiento campesino ancestral para racionalizar los procesos de producción agropecuaria mediante un proceso de consciencia ambiental y social; asume características de la agricultura tradicional, como el no uso de agrotóxicos, diversidad biológica y reutilización de los recursos.

Entre las muchas formas de agricultura, hay una que se debe distinguir especialmente de la agricultura ecológica y la tradicional, pues por lo general suele confundirse con la primera, esta es la agricultura orgánica, la cual puede ser comercial o no, intensiva o extensiva, pero no utiliza productos nocivos al ser humano, puede utilizar alta tecnología y por lo general maneja monocultivos; utiliza buena cantidad de insumos externos al medio de producción pero certificados como orgánicos, lo que la diferencia de la agroecología, la cual utiliza insumos propios del entorno y reutilizables; es una respuesta comercial a los daños y la contaminación de alimentos por el abuso de agrotóxicos en otros modelos agrícolas.

Estos distintos modelos agropecuarios representan una alternativa de producción en la cual se genera una relación más armoniosa del hombre con la naturaleza, ya que en la actualidad se han ido gestando distintas críticas y preocupaciones frente a la contaminación ambiental, la desigualdad social en el campo, generada por la mercantilización de la naturaleza, el desconocimiento de las formas no capitalistas de relación con el entorno, la pérdida de biodiversidad y de soberanía alimentaria entre otros.

Esa diversidad de formas de producción dan cuenta de la importancia de incorporar las categorías epistemológicas de tiempo, en cuanto contexto histórico de los procesos sociales, y espacio, como especificidad físico-geográfica, pues los distintos modelos agrícolas anteriormente presentados, son resultado de procesos de dominio territorial de los campesinos sobre su entorno para adaptar suelos a sus sistemas de producción, y de procesos históricos que dan cuenta de una continua construcción de formas agrícolas diversas pero concretas. Tal es el caso del campesinado tradicional del municipio de Santuario, el cual tiene unas especificidades propias, que no obedecen a construcciones teóricas abstractas, sino a las relaciones internas que se da entre los habitantes rurales, y su vinculación con los procesos globales de biotecnología y producción agroindustrial.

Desde Luis Llambí y como crítica al enfoque económico neoclásico, por la continua abstracción de la realidad y la homogenización de la agencia de los actores y su realidad, mediante supuestos formulados a priori, se propone "la gradual contextualización espacial (territorial) e intertemporal (histórica) de los procesos sociales; y sus vínculos bidireccionales con los procesos biofísicos" (2012), por lo que se busca los vínculos de la transición entre la realidad local y global y el análisis de las diferentes realidades campesinas, ya que los procesos no afectan de la misma manera en cada contexto, dada la multiplicidad de formas biológicas, geográficas, de conocimiento, etc.

Ante esta heterogeneidad de la realidad campesina, se destaca las diferentes posiciones frente al tema agroalimentario, tanto por parte de las instituciones políticas y económicas, como de los productores rurales y las comunidades locales, pues ante la constante integración de mercados, la estructura del sistema agroalimentario ha experimentado una mayor transición hacia la economía global, lo que ha ocasionado en algunos sectores nuevas oportunidades para la exportación de sus productos, o en otros casos perdida de soberanía y diversidad biológica para aquellas comunidades que no lograron incursionar en el mercado dada las desventajas comparativas.

Uno de los temas cruciales es el de soberanía alimentaria, el cual se distingue en el presente trabajo de la seguridad alimentaria, pues esta última solo garantiza el acceso a alimentos, evitando con ello el hambre. En la Cumbre Mundial de la Alimentación se define la Seguridad Alimentaria Nutricional como "el derecho de toda persona a tener acceso a alimentos sanos y nutritivos, en consonancia con el derecho a una alimentación apropiada y con el derecho fundamental de toda persona a no padecer hambre" (FAO, 1996).

La Seguridad Alimentaria garantiza el acceso, disponibilidad y uso de alimentos, empero, en el presente trabajo de investigación se maneja el concepto de soberanía alimentaria, sobre el concepto de seguridad, ya que el primer concepto asume que las comunidades no deben esperar a que el estado les garantice alimentación mediante políticas homogéneas para toda la nación, sino que la misma comunidad debe tener la capacidad y libertad de alimentar a su población acorde a su cultura, con una alimentación variada y nutritiva, pues mediante la seguridad alimentaria, se desconoce de donde viene los alimentos, en que condiciones se producen y no se tiene autonomía alimentaria; mediante la soberanía, es el pueblo y no el gobierno, quien define sus propias políticas de producción, comercialización y consumo de alimentos, acorde a patrones culturales locales.

La soberanía alimentaria va de la mano, en la mayoría de los casos, con formas de producción agroecológicas, pues, a diferencia de la seguridad alimentaria que busca el bienestar nutricional de momento, la soberanía alimentaria, es un proyecto de vida que busca el desarrollo humano sostenible e integral de momento y a futuro, respetando el papel de las mujeres en la producción, y el medio físico-social, sin necesidad de depender de empresas de suministros agrícolas.

Para La Vía Campesina (2014), la lucha por la soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a ejercer el control democrático sobre sus agroecosistemas locales, regionales y nacionales

En la Declaración final del foro Mundial sobre Soberanía Alimentaria, que se llevó a cabo en La Habana, Cuba (2001), se enfatiza sobre el agravio de las condiciones de producción de alimentos y el acceso a una nutrición sana, en los países de América Latina, debido en parte, por las políticas neoliberales impuestas por el BM, el FMI y la OMC. En este foro se sientan las bases ideológicas para no concebir los alimentos sanos y culturalmente apropiados como una mercancía, sino como un derecho.

Además se sostiene la importancia de la protección de producción local, regulando la importación de alimentos y la especulación en los precios.

Según los participantes de este foro

La soberanía alimentaria es la vía para erradicar el hambre y la malnutrición y garantizar la seguridad alimentaria duradera y sustentable para todos los pueblos. Entendemos por soberanía alimentaria el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias sustentables de producción, distribución y consumo de alimentos que garanticen el derecho a la alimentación para toda la población, con base en la pequeña y mediana producción, respetando sus propias culturas y la diversidad de los modos campesinos, pesqueros e indígenas de producción agropecuaria, de comercialización y de gestión de los espacios rurales, en los cuales la mujer desempeña un papel fundamental. (Foro Mundial Sobre Soberanía Alimentaria, 2001)

Entendida de esta manera, la soberanía alimentaria se presenta como expresión de libertad y emancipación de los pueblos. En los pequeños municipios agrícolas, como es el caso de Santuario Risaralda, donde no hay una participación institucional fuerte del Estado ni de multinacionales o empresas agroindustriales modernas, los campesinos han construido históricamente una forma de vida acorde a sus necesidades y capacidades, teniendo en cuenta la cultura y el territorio, por lo que la soberanía alimentaria es un factor fundamental, no solo para las familias campesinas, sino también para la conservación de las condiciones socio-ambientales y políticas del municipio, en cuanto autonomía, sostenibilidad y biodiversidad.

Si bien no existe una participación fuerte de instituciones estatales, ni de multinacionales o empresas agroindustriales en el municipio, no se puede entender la dinámica del mismo por fuera de los sistemas de mercado moderno que rigen a nivel regional y nacional, pues el municipio de Santuario no es una entidad aislada de los procesos estructurales, mas precisamente globales que imparte el sistema neoliberal imperante, sin embargo, la manera como el municipio adopta este sistema debe ser

analizado de manera particular, ya que existe la tendencia de generalizar los resultados del proceso capitalista en todos los entornos, sin tener en cuenta que cada contexto social tiene una trayectoria diferencial en el proceso de transición al capitalismo, a pesar de que existan elementos comunes que permiten realizar criticas al sistema.

Como lo anuncia Llambí (2012)

Los procesos globales y las políticas nacionales no afectan de la misma manera a los territorios subnacionales. Debido a su heterogeneidad de condiciones, y a diferencias históricas, culturales, y políticas relativamente autónomas, estos macroprocesos tienen efectos diferenciados a escala local, por lo que suscitan diversidad de respuestas de parte de los actores locales.

Siguiendo con los postulados de Llambí Insua, también se rechaza la concepción de exista un único proyecto de globalización y más aún que éste esté orientado a acabar con los procesos de agricultura tradicional, pues si bien existen multinacionales que se están apropiando de los entes biológicos locales, también se gestan movimientos sociales globales en pro de la protección ambiental y cultural que se desarrolla en algunas comunidades campesinas.

Teniendo en cuenta lo anterior, se entiende que el municipio de Santuario Risaralda no se encuentra exento de los procesos del capitalismo moderno y que es necesario investigar y denotar la importancia de las formas de vida campesina que allí se desarrollan, entendiendo las singularidades de la agricultura tradicional que permite conservar los recursos naturales bajo una forma de agricultura solidaria con el medio ambiente y que permite cierta estabilidad de la cultura y relaciones sociales. Esta forma de vida campesina es diferente a la que se desarrolla en un esquema de producción convencional, con implementación de monocultivos y uso de OMG, siendo este el tipo de agricultura predominante en el municipio de Santuario Risaralda, dada la importancia de la cultura cafetera que allí se desarrolla, la cual ha ido desplazando entes biológicos nativos y tradicionales, para establecer el cafeto como principal Fuente económica, llegando hasta el extremo de descuidar la siembra de otros cultivos que garantizan la soberanía alimentaria y la diversidad biológica.

No solo se genera una pérdida de agrobiodiversidad, sino que además el municipio crea una dependencia externa, al dejar perder sus entes biológicos, pues ni siquiera existen estrategias para preservar las semillas tradicionales, siendo estas esenciales para la comunidad, pues las semillas criollas, al no estar supeditadas a las patentes de las empresas biotecnológicas, ni a paquetes tecnológicos que implican el uso de fertilizantes y pesticidas, permiten una difusión libre y autónoma por parte de los campesinos, permitiendo a la vez un tipo de agricultura más económica y representativa de la región. La pérdida de las semillas tradicionales implica por lo tanto una pérdida de libertad y autonomía, de conocimiento ancestral y de agrobiodiversidad, además de la generación de dependencia a las empresas que comercializan los entes biológicos.

Dado estos motivos se hace esencial exponer la importancia que tienen las semillas tradicionales y con ella la agricultura tradicional, investigando en el municipio de Santuario Risaralda, aquellos reductos de familias campesinas que han optado por una forma de vida en el campo, diferente a la agricultura convencional moderna, rescatando sus prácticas y conocimientos locales para servir como experiencia no solo a las demás formas de vida campesina, sino también a la academia, como propuesta alterna frente a los procesos de desigualdad social, problemas ambientales y estructuración de discursos frente a la bioética, biopolítica y sistemas ecológicos.

Conclusiones

La semilla no solo es un elemento indispensable en la producción de alimentos, sino también en el mantenimiento de la cultura campesina tradicional, pues por años las comunidades agrícolas han aprendido a conservar sus semillas, adaptándolas a diferentes suelos y climas, lo que conlleva a un conocimiento mas amplio de la naturaleza; han establecido relaciones sociales encaminadas a extender sistemas agrícolas, compartir semillas y comercializar alimentos, acorde a los patrones culturales que imperan en la comunidad y a la capacidad de establecer un sistema de soberanía alimentaria.

La semilla constituye por lo tanto una base cultural, social y productiva, que permite conservar cierta autonomía en las poblaciones rurales, pues garantiza una alimentación variada y acorde a sus gustos y necesidades; genera excedentes económicos, con lo cual se crea una relación del campesinado con los centros urbanos al establecer redes de mercadeo; es a su vez una base viva de producción, pues en su ciclo natural ésta ofrece los frutos, de los cuales se extrae nuevamente la semilla para continuar con los procesos de germinación, esto en cuanto a la semilla tradicional y los sistemas agroecológicos, pues en la actualidad la agricultura convencional hace uso de agentes sintéticos indispensables para la producción, ya que las modificaciones genéticas que se le han hecho a las semillas, impiden que estas se reproduzcan sin la ayuda de fertilizantes, abonos y pesticidas.

Este tipo de agricultura opta por la implementación de monocultivos, con lo cual se pone en riesgo la soberanía alimentaria de los pueblos y la biodiversidad, además, se genera presión sobre la tierra, pues al predominar el interés económico sobre los sistemas de vida tradicional, se busca extender la superficie de siembra de cultivos comerciales, los cuales muchas veces ni siquiera están destinados a la producción de alimentos para las comunidades, sino a cultivos para forraje o biocombustibles.

El sector empresarial ha popularizado este tipo de agricultura no solo mediante la publicidad de vender semillas con resistencia a plagas y enfermedades y prometiendo un mayor rendimiento productivo, sino también mediante acuerdos con el gobierno, el cual presiona a los campesinos haciendo uso de su aparato jurídico. Para el caso Colombiano se han aprobado todo tipo de normativas que van en contra de la libertad y cultura campesina, poniendo en riesgo el conocimiento tradicional, las semillas criollas y los entes biológicos, mediante la implementación de derechos de obtentores vegetales y patentes de propiedad intelectual, con lo cual se permite privatizar entes biológicos, ya sea células, plantas, semillas, animales, entre otros. En el caso de las semillas, se otorga la patente por el hecho de generar alguna modificación en la estructura genética, con fines comerciales, con lo cual se puede decir que se puede privatizar la vida, pues la semilla es un organismo vivo, indispensable para la reproducción vegetal y el alimento de animales y humanos.

Las empresas han establecido un sinfín de tácticas para apoderarse de los entes biológicos, sin embargo, los campesinos también han hecho frente a la situación con estrategias no menos eficientes, como lo es la implementación de la agroecología, mediante la cual conservan sus semillas criollas y aplican sus saberes tradicionales, ya que no requieren de agentes químicos externos para su producción, sino del uso de todos los elementos naturales que ofrecen sus fincas.

En el caso del municipio de Santuario, la mayoría de campesinos han optado por integrar los dos sistemas de agricultura, la ecológica y la convencional, en una sola finca, distribuyendo ésta por parcelas, dentro de las cuales se distribuye un sector de la finca para un producto comercial, en forma de monocultivo y el resto para siembra de policultivos intercalados, bajo practicas ecológicas de producción y garantizando la alimentación familiar, al tiempo que se mantiene un sistema de mercado con buena rentabilidad económica. Este hecho ha generado que los campesinos del municipio no desarrollen un rechazo frente a los sistemas de agricultura moderna, como si sucede en otras comunidades con preferencias de producción notablemente ecológicas.

Si bien las comunidades rurales tradicionales como indígenas, campesinos y afros, han resistido de manera consciente a los procesos de apropiación ilegitima de los entes biológicos, ya sea conservando sus sistemas tradicionales de siembra y alimentación, o mediante acciones contestarías de tipo mas activistas, como movilizaciones y campañas de desprestigio frente a los transgénicos, el uso de agroquímicos, las patentes de propiedad intelectual, entre otros, no se puede negar que existen comunidades un poco mas despreocupadas frente al tema, como el caso del municipio de Santuario Risaralda, donde los campesinos conservan sus semillas criollas y sus dietas tradicionales no por un rechazo explicito a los nuevos sistemas agrícolas, sino por una tradición y una preferencia en cuanto sistema de vida.

Estas semillas criollas tienen una regulación que no proviene del régimen legal nacional, sino del control interno que se ejerce en las veredas de Santuario, pues los campesinos tienen la tradición de producir e intercambiar sus propias semillas, seleccionando aquellas que cumplen con las exigencias de calidad que imponen los agricultores, predominando tamaño, color y origen. De manera interna y autónoma se ha establecido un derecho colectivo sobre las semillas tradicionales, que se imparte de manera oral, este derecho les da la potestad para utilizar e intercambiar semillas, respetar las fronteras con las otras fincas, considerar el agua como componente natural colectivo, distribuir semillas sanas y de calidad, entre otras disposiciones.

En Santuario se logró evidenciar que no existe una presión legal tan fuerte frente al uso de semillas no certificadas, ni un movimiento campesino o académico que infunda algún tipo de rechazo o critica a los sistemas de agricultura convencional moderna, sin embargo existe un peligro frente a la existencia de semillas criollas y mantenimiento de la biodiversidad y saberes campesinos tradicionales, pues el uso indiscriminado de agroquímicos está degradando el suelo y eliminando especies, además, la expansión de los monocultivos, principalmente el de café, genera una disminución cada vez mayor de especies vegetales, las cuales se dejan de sembrar en la región, pues la mayoría de campesinos que optan por la agricultura moderna, siembran un solo cultivo comercial y compran su comida en el mercado urbano, con lo cual se da un desplazamiento del sistema de producción tradicional y con ello de sus saberes asociados.

Son pocas las fincas que optan por la siembra de policultivos, sin embargo pese a representar una población muy pequeña, tienen una gran importancia cultural y ambiental para el resto de comunidad, al ser bancos vivos de germoplasma y garantes de la soberanía y seguridad alimentaria, aunque ésta sea para una población muy reducida, pues pese a que el sector agrícola del municipio representa su mayor actividad económica, Santuario no tiene garantizada su alimentación, sino que depende de intermediarios que abastecen el mercado con productos de otras regiones.

El desplazamiento de las semillas campesinas por las variedades industriales, ha significado para la comunidad santuareña una perdida de diversidad y autonomía, ya que los monocultivos generan una dependencia económica frente a los agentes sintéticos indispensables para este tipo de producción, como abonos, fertilizantes y pesticidas, impide que se tenga una dieta variada, producida localmente, bajo técnicas culturalmente apropiadas y con controles de sanidad, frente al uso de químicos. Pese a estos factores negativos que traen consigo los supuestos cultivos de alto rendimiento que llegaron al país con la entrada de la Revolución Verde, el gobierno prefiere implementar programas de desarrollo agrícola basados en prácticas industriales y conocimientos técnicos ajenos a la cultura local.

En santuario la administración implementa un programa gubernamental de "buenas prácticas agrícolas" relacionado con comercialización y normas de bioseguridad, mediante este programa los ingenieros enseñan a los campesinos como cultivar, ignorando que la comunidad ya tiene establecido unos sistemas de siembra y recolección que obedecen a un conocimiento profundo de la naturaleza, pues se guían por cambios climáticos, movimientos lunares y percepciones de las propiedades organolépticas del suelo, la semilla y las plantas. No solo la administración, también el Comité de Cafeteros se encarga de difundir conocimientos técnicos no acordes a las necesidades y cultura campesina, pues se promueven prácticas ajenas al saber campesino, como el hecho de eliminar los sombríos, práctica que se extendió a las fincas no cafeteras y que en la actualidad buscan resarcir.

Estas acciones acompañadas de las leyes de obtentores vegetales y de propiedad intelectual, van en contravía de la cultura campesina, pues desconocen el seguimiento y mejoramiento biológico que por años han desarrollado los campesinos, mediante sistemas de selección de sus mejores cosechas y adaptación a los distintos sistemas bioclimáticos. En la actualidad las semillas tradicionales son tratadas como fuente de riesgo biológico, por no estar certificadas, y como elementos de baja productividad por las empresas que venden semillas transgénicas, a pesar de que la siembra de estas ultimas signifique una degradación del suelo, con el uso de químicos indispensables para su germinación, diferente a los sistemas agroecológicos que garantizan una producción continua y sostenida en el tiempo.

Estos organismos gubernamentales y empresariales reducen al campesino a simple productor económico, ignorando la complejidad de sus relaciones sociales y naturales, pues los sistemas de producción tradicional, por lo menos en el municipio de Santuario, está basado no en factores económicos, sino en un sistema de vida guiado por valores tradicionales de unidad familiar y autonomía alimentaria, además de una preferencia por los sistemas de producción amigables con el medio ambiente y la salud humana.

Recomendaciones

En cuanto las semillas representan un elemento central para la supervivencia de las comunidades campesinas, no solo por ser su principal fuente económica, sino también porque es el ente mediante el cual materializan los saberes que tienen sobre la naturaleza y sus sistemas de vida, debe generarse un mecanismo de protección de los entes biológicos que surja por las comunidades locales, diferente al impuesto por las superficies agroindustriales y los laboratorios empresariales, que mediante patentes y protección a los obtentores vegetales han logrado privatizar elementos de la naturaleza, impidiendo su uso libre a los campesinos, indígenas y afros.

Este tipo de protección local no requiere de una creación de un mecanismo legal nuevo, sino de la conciliación de las comunidades campesinas para materializarlo, pues de manera histórica se ha creado un derecho colectivo que se transmite por vía oral y que regula la cultura de los pobladores rurales que han optado por formas tradicionales de siembra.

Para generar un sistema de protección de las semillas criollas primero es indispensable reconocer el valor cultural que éstas tienen y la particularidad de la población campesina que ha establecido un sistema de vida entorno a las semillas tradicionales, por lo cual se parte de un primer elemento, que es superar la mirada economicista del campesinado, para darle una mirada holística en cuanto agente social, político y cultural.

El campesinado debe ser entendido no solo como un proveedor de alimentos, pues su vida no se limita a un factor productivo, igual sucede con la concepción que éste tiene sobre las semillas, las cuales considera un elemento de la naturaleza que no debe ser privatizado, pues esto implica una privatización de la vida misma, al ser las semillas la base de germinación de las plantas y el material indispensable para la alimentación humana.

Si bien el campesino no se limita a simple sujeto económico, si es indispensable integrarlo a las redes de mercadeo, pues tampoco es un sujeto aislado de la realidad social y de las necesidades materiales que demanda el mundo actual, ante esto es importante crear una alianza entre los campesinos y los comerciantes de verduras del sector urbano, para generar un abastecimiento local de alimentos y un incentivo a la producción diversificada en el campo.

Hay que tener en cuenta que desde la década del ochenta los municipios de la zona occidental del departamento de Risaralda, vienen gradualmente dejando de producir alimentos, al sustituir estos por el monocultivo de café, con esto se ha perdido no solo la autonomía de los pueblos, los cuales dependen del abastecimiento de la metrópoli, la cual a su vez depende de otras regiones del país e importaciones agrícolas. No solo los municipios, la mayoría de las familias campesinas también han perdido su soberanía alimentaria, pues las huertas para el consumo interno han ido desapareciendo, en parte porque la tierra ya no pertenece a los campesinos, sino a cafeteros que viven en el sector urbano y contratan con familias para el cuidado de sus fincas, con lo cual se pierde la libertad de tener huertas, pues se vive en propiedad ajena.

En las fincas que son de propiedad de los campesinos, se puede implementar nuevos sistemas de producción, generando campañas de concientización de la importancia que tiene sembrar comida, sin necesidad de acabar con los cultivos de café, ya que como lo han demostrado los campesinos que hicieron parte de la presente investigación, se puede integrar el sistema agrícola tradicional con el convencional, obteniendo así rentabilidad económica y soberanía alimentaria, además de conservar la cultura y conocimiento campesino y la diversidad en la dieta de los santuareños, al suministrarles cultivos de la región, cosechados bajo practicas agroecológicas que garantizan la salubridad de los alimentos.

Si los campesinos son consientes de la importancia de sembrar alimentos variados, independientemente de que se tenga un cultivo comercial predilecto, se puede recuperar la agrobiodiversidad que imperaba en la región, además, se pueden sortear con mayor facilidad los periodos de crisis cuando el cultivo de café se encuentre a bajos precios, pues se tiene garantizada la alimentación familiar, a la vez que se supera en cierto grado la dependencia económica de un solo cultivo.

Además de la parte comercial es indispensable recuperar los conocimientos tradicionales de los campesinos con mayor edad, pues en la actualidad estos no se encuentran escritos y solo se transmiten por vía oral a aquella población interesada en conocerlos, ya que la mayoría de jóvenes desconocen esta cultura, pues sus esfuerzos se han concentrado en mantener los cultivos de café o buscar propuestas alternas de vida, principalmente urbanas, con lo cual se está generando un problema social, al no existir un relevo generacional en el campo, y al perderse los conocimientos ancestrales, como manejo de plagas y enfermedades, ciclos lunares, fertilidad del suelo, entre otros elementos, este desconocimiento conlleva a que la población tenga que recurrir a los insumos químicos, ya que no saben como utilizar los elementos que les ofrece la naturaleza.

Como forma de mantener viva la cultura campesina tradicional se puede implementar mediante alguna organización educativa, una escuela agroecológica para personas de cualquier edad, donde se impartan los conocimientos tradicionales por la misma comunidad, al tiempo que se capacitan a las personas, dando relevancia a los saberes propios. Se debe crear una red de información donde se conozca el tipo de cultivos que se están sembrando, con que persona conseguir semilla y cual es la oferta de productos agrícolas para la región, para esto se necesita llevar un control estadístico del sector rural.

Existe otro problema que trasciende a nivel nacional e internacional, éste es la regulación de los transgénicos, pues si bien existen personas conscientes de los importante de apoyar la producción local, conservar las semillas criollas y tener conocimiento del origen de los alimentos, se ven impedidos a apoyar de manera práctica este tipo de agricultura, pues no todos los consumidores tiene acceso a un mercado local. Las grandes superficies urbanas se abastecen de lo que encuentran en los supermercados, desconociendo el origen real de los productos, ni siquiera se tiene la libertad de poder escoger entre un alimento de origen transgénico y uno de origen natural, ya que no existe una regulación rígida hacia los primeros, no se enuncia en los empaques, ni tiene un logo que permita identificarlos, por lo tanto se consume a ciegas.

Ante esta situación se debe exigir al gobierno que obligue a las empresas productoras y comercializadoras de transgénicos que pongan etiquetas visibles al producto, donde se les catalogue como tal. A la vez, debe existir mayor información sobre los riesgos ambientales y de salud que trae consigo los organismos modificados genéticamente y el uso indiscriminado de venenos y químicos para uso agrícola. Hasta que esta situación no sea reglamentada en el país lo ideal es comprar directamente a los campesinos o buscar mercados locales que se abastezcan de los municipios y valorar los productos tradicionales de la región o comúnmente conocidos como "criollos" sin dejarnos deslumbrar por las propiedades físicas de los transgénicos, los cuales se caracterizan por ser mas grandes, aunque según los campesinos entrevistados para esta investigación, no tienen el mismo sabor ni alimentan de igual manera que los cultivos criollos.

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Anexos

  • 1- Formato de Encuesta

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Preguntas de la Entrevista:

Percepciones frente a la vida campesina:

¿Qué hace diferente al campo de otros sitios?

¿Qué siente o que significa para usted su finca?

Percepciones frente a las semillas tradicionales:

¿Por qué usa semillas criollas y no híbridos o transgénicos?

¿Cómo hacían antes de que se popularizaran los agroquímicos para manejar las semillas, controlar plagas y enfermedades?

Idealizaciones del campo:

¿Cómo cree que va a estar el campo en unos 50 años?

¿Cómo debería de ser el campo en cuanto a usos del suelo y de la semilla, y vida comunitaria campesina?

 

 

 

Autor:

Marisol Vásquez Carvajal

UNIVERSIDAD DE CALDAS FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS Y SOCIALES

DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGÍA Y SOCIOLOGÍA

PROGRAMA DE SOCIOLOGÍA MANIZALES (CALDAS), 2015

Trabajo de Grado para Optar al Título de SOCIÓLOGA

ASESOR

FABIAN HERRERA MORALES

Sociólogo

Maestrando en Estudios de Familia y Desarrollo

Partes: 1, 2, 3, 4
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