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Fundamentos de la educación artística en la actualidad latinoamericana




Enviado por Eugenia Sol



  1. Contemporaneidad y educación artística
  2. Fundamentos de la educación artística en la actualidad latinoamericana
  3. La educación artística y la nueva Ley de Educación Nacional

Contemporaneidad y educación artística

Las transformaciones económicas, sociales, políticas y culturales de las últimas décadas muestran una cotidianeidad inmensamente distinta a la del siglo XIX, cuando se construyeran los Estados Nacionales y los Sistemas Educativos bajo el estatuto de la modernidad. Modernidad de razón objetivada, razón totalizante y pretenciosa de verdad universal, capaz de clasificar y dividir: conocimiento intelectual como ciencia, expresivo como arte y aún, normativo como ética o política.

Bajo esta concepción, la escuela ha privilegiado el pensamiento fragmentado, estimulando aprendizajes que separan la historia de la geografía, las artes de la ciencia. La hora de música, de matemática o de lengua, han discurrido sin que nada ni nadie las vincule; como si fueran realidades ajenas e inconexas. Si se enseña a aislar los objetos, se promueve un tipo de pensamiento disyuntivo y reductor. Aún hasta nuestros días ciertos paradigmas del siglo XIX se reproducen en las representaciones sociales e institucionales sobre el Arte y, consecuentemente, sobre la Educación Artística. En virtud de ello deviene imprescindible abordar las necesidades de los nuevos paradigmas de la contemporaneidad.

Los avances tecnológicos y, fundamentalmente los de la comunicación, han acentuado los procesos de globalización y los términos de las interrelaciones entre las naciones, incidiendo fuertemente al interior de las mismas. Estos procesos no se restringen sólo a determinados aspectos de las distintas sociedades, sino que se dan en forma integral resultando, en estos términos, estratégica la capacidad de interpretación crítica de la realidad sociohistórica por parte de los ciudadanos, como también las producciones culturales e identitarias de los pueblos. No se trata de eliminar las diferencias, ni de negar los nuevos procesos de globalización, sino de reconocerlos e interpretarlos bajo una mirada crítica y comprometida que posibilite los cambios y modos de participación autónomos y solidarios de cada sociedad.

Las condiciones en las que se despliega el pensamiento y la actividad humana, sin dudas han cambiado respecto del contexto moderno. En el presente, los sujetos conviven con los mas -medias, con la diversidad de lenguas y contextos y con realidades tecno – producidas. Saturación de espectáculos y escenografías; mundos que se confunden con la ficción, realidades reiteradas y fragmentadas, dando lugar a interpretaciones y posiciones diferentes.

Frente a los emergentes de esta contemporaneidad, y aunque se persigan enfoques basados fuertemente en lo disciplinar, se requiere de propuestas pedagógicas capaces de propiciar las relaciones entre los conocimientos presentados de manera contextualizada. Los proyectos educativos necesitan organizarse considerando el pluralismo, el interculturalismo, la diversidad, los diferentes campos del saber científico, artístico y sus relaciones para abordar la comprensión de la realidad.

En este contexto, la Educación Artística tiene un papel relevante dentro del proyecto educativo, como ámbito específico para posibilitar la apropiación de saberes y desarrollar competencias que permitan abordar diferentes interpretaciones de la realidad, para que todos puedan reconocerse con sus diferencias, logren un acceso más justo a los saberes y producciones materiales y simbólicas. La formación democrática de los ciudadanos debe anclar en lo nacional, pero en el marco de proyectos regionales y con enfoques que favorezcan una participación crítica y autónoma en la cultura nacional. En este sentido se requiere desarrollar una línea educativa que contemple la diversidad como algo inherente y enriquecedor y no como barrera para justificar la desigualdad social. Es decir, propiciando el desarrollo y la apropiación de competencias que posibiliten poder relacionar, interpretar la realidad y aprender a lo largo de la vida, favoreciendo la participación crítica y comprometida en sociedad, como asimismo un criterio de desarrollo humano que contenga la potencialidad de la producción artístico – cultural en todos sus aspectos (sociales, políticos y económicos), vinculándola también al mundo del trabajo.

Fundamentos de la educación artística en la actualidad latinoamericana

A lo largo de la construcción histórica de la Educación Artística en la escuela ésta ha asumido diferentes sentidos, propósitos y finalidades sustentadas en ideologías estético – pedagógicas identificables que pueden resumirse como sigue:

  • La Educación Artística desarrolla aspectos emocionales y afectivos de las personas, brindando a los alumnos un espacio para la autoexpresión.

  • Proporciona ocasiones para el entretenimiento y el buen uso del tiempo libre, ofreciendo herramientas para optimizar las elecciones recreativas de los sujetos.

  • Es considerada un área de apoyatura a las asignaturas académicas de la currícula escolar, generando un estado de distensión en respuesta a la exigencia institucional sobre esas asignaturas o, en el mejor de los casos, ayudando a los alumnos a comprender mejor los contenidos de dichas materias.

  • Se define como el espacio educativo que permite acrecentar la creatividad individual.

  • Ejercita las capacidades sensoriales y psicomotrices de las personas centrándose en la enseñanza de técnicas, herramientas y destrezas fundamentales dirigida a los alumnos con determinadas condiciones para el arte, a fin de potenciar sus aptitudes naturales.

Las posiciones teóricas que sustentaron las concepciones de la Educación Artística enunciadas precedentemente constituyeron aportes valiosos para la construcción del área en la escuela. Sin embargo, resultan actualmente insuficientes para dar cuenta de la especificidad que fundamente y justifique la enseñanza del arte en las instituciones escolares.

Parecería obvio afirmar que el arte existe al margen de la educación formal y que los niños ingresan a la escuela con un bagaje de experiencias y conocimientos que, la mayoría de las veces, han resultado modos placenteros y significativos de apropiación. Si bien es cierto que no todos los saberes culturales son susceptibles de transformarse en contenidos curriculares, muchos de ellos requieren de una intervención ineludible por parte de la educación formal. De allí deriva la necesidad de interrogarnos acerca de cuál puede ser el papel específico de la enseñanza del arte en las instituciones educativas.

Es posible aceptar la contribución de la Educación Artística al desarrollo de la creatividad, de la expresión y de los aspectos emocionales. Más aún, un enfoque psicoanalítico podría considerarla como un interesante medio de "autoexpresión creativa" para canalizar conflictos y sentimientos. Pero cuando el interés recae sobre los procesos formales de enseñanza y aprendizaje, estos enfoques encuentran inevitablemente dos obstáculos: Por un lado, el "decir" de un sujeto sobre sus emociones y cómo el arte lo afecta, puede significar cosas diferentes según se produzcan asociaciones espontáneas con ciertas experiencias de la historia individual. Limitar el proceso de enseñanza – aprendizaje a esta perspectiva, implica diluir los contenidos que se consideran significativos de ser enseñados y aprendidos en el ámbito escolar. Por otro lado, las actividades que derivan de estas posturas son difícilmente evaluables desde un punto de vista pedagógico.

Asimismo, las tendencias que colocaron el acento en la transmisión de técnicas y en el desarrollo de destrezas tampoco lograron resolver el problema. Aunque estas cuestiones resulten necesarias para el aprendizaje artístico, una educación centrada casi exclusivamente en ellas puede también obstaculizar la comprensión del discurso artístico.

Tal vez, los esfuerzos por jerarquizar la enseñanza del arte hayan tropezado con algunas interpretaciones de estas ideas que marcaron una ruptura con los procesos cognitivos al circunscribir los objetivos de la Educación Artística al desarrollo de destrezas, o a las respuestas emocionales y afectivas. Éstas ciertamente se vinculan con las experiencias estéticas, pero resultan difíciles de sostener como los saberes privilegiados de su enseñanza en la escuela e insustanciales para definir el área y para afrontar el compromiso que tiene la educación pública en la formación de la dimensión estética de los alumnos.

Insistir en estas posiciones desdibuja el sentido de la Educación Artística, cuyo fin no se limita a la transmisión de determinadas técnicas o al desarrollo de la creatividad, sino que compromete y estimula una serie de competencias que no son abordadas por otros saberes disciplinares.

Está claro que una tradicional concepción del conocimiento "científico" -la sola racionalidad teórica- no alcanza ya para conocer ni analizar la totalidad de la "realidad". La alfabetización en los lenguajes artísticos, el manejo de la metáfora, la doble lectura y la apropiación de significados y valores culturales son considerados hoy saberes fundamentales a la hora de interpretar la complejidad del mundo en el que vivimos. Y en este sentido, se sostiene que el arte es una campo de conocimiento, en tanto produce sentido estéticamente comunicable en un contexto cultural determinado. El mismo se constituye por diversos lenguajes simbólicos; modos elaborados de comunicación humana verbal y no verbal que configuran procesos de enseñanza-aprendizaje.

Las producciones artísticas ponen en cuestión el problema de la diversidad y la divergencia. El arte sabe de antemano que pocas son las certezas y convive siempre con la incertidumbre. El conocimiento artístico no es una forma excéntrica de la razón, sino un modo de pensar por el cual se percibe la síntesis, las diferencias y la globalidad. Y esta cualidad no es exclusiva de algunos elegidos. Es una competencia humana que necesariamente debe ser considerada en los proyectos educativos de modo de posibilitar una plena participación en la cultura, manifestando las singularidades. La Educación Artística resulta un espacio estratégico para contribuir con sus aportes a la formación del sujeto dentro del contexto contemporáneo.

Acercar a la escuela a la realidad vivida por cada uno favorece el tránsito hacia otros saberes, vinculando las experiencias concretas y locales con miradas de corte global. En este sentido, la denominada cultura popular o de masas debiera formar parte de los contenidos escolares como andamiaje y motivación para el intercambio cultural, facilitando las conexiones con saberes provenientes de los diversos campos del conocimiento.

¿Cuál debe ser el papel del arte en la escuela para contribuir a la formación de ciudadanos capaces de intervenir y participar plenamente en la sociedad?.

Este interrogante abre a la cuestión de si nuestra educación puede constituir un canal de redistribución de bienes materiales, simbólicos y políticos a través de la formación de sujetos que pueden acceder a la misma, construir una identidad común, interpretar su realidad socio histórica, realizar la crítica sobre ésta, y operar sobre ella soberanamente con el conjunto para transformarla. O, si por el contrario, esta relación no puede superar la reproducción de orden hegemónico de cada etapa histórico social, y fundamentalmente la propia.

La producción audiovisual tiene un lugar predominante en los medios de comunicación masiva. Su industria en la actualidad, se presenta como una de las más redituables y el mercado se encuentra en expansión. Los bienes y mensajes que produce, frecuentemente no forman parte del patrimonio nacional, constituyendo una de las tendencias actuales globalizadoras más fuertes. La complejidad del lenguaje audiovisual y su alta difusión requiere de sujetos capaces de interpretarlos bajo diversas miradas. La alfabetización en las diferentes disciplinas artísticas – música, plástica, danza, teatro, entre otras – resulta fundamental para posibilitar un análisis crítico de estas realidades y evitar quedar sometidos pasivamente a las necesidades impuestas por una lógica de concentración económica. En todo caso, se trata de interpretarlas como manifestaciones de un mundo complejo y portadoras de planteos estéticos – que contienen valores e ideologías – para luego ser capaces de elegir y tomar decisiones.

Por otra parte, formar competencias interpretativas supone favorecer la producción de sentido. Es sabido que el discurso artístico nunca es totalmente agotado desde una interpretación literal. Por el contrario, es propio del arte eludir, ocultar, sugerir, metaforizar. La actitud interpretativa atraviesa la totalidad del proceso artístico: desde el momento de la producción de la obra hasta que ésta, una vez concretada, inicia el diálogo con el público. En este sentido, el realizador también es un intérprete en tanto elige, selecciona, decide los recursos y los criterios con los que cuenta para producir la obra.

Si bien la función de la Educación Artística en el sistema educativo no ha sido centralmente procurar la formación de artistas, el conocimiento de las técnicas, los recursos y elementos formales y su organización, la posibilidad de expresarse, la voluntad comunicativa, cobran especial interés en tanto se orienten a la producción de sentido y a la comprensión, más allá de lo literal, de los diferentes discursos propios del hombre.

Ahora bien, cabe detenernos aquí en una cuestión que resulta hoy insoslayable para la proyección del desarrollo social, económico y político, y que se presenta cada vez con mayor fuerza en tanto aspecto a tener en cuenta para la definición estratégica de los fines de la Educación Artística en nuestro país. Nos referimos al impacto de las industrias culturales en las definiciones curriculares.

Veamos, el sostenimiento y la reproducción de las diferencias entre grupos y clases sociales tienen como eje privilegiado la influencia de la cultura y la educación. En este sentido, ya en 1982 la UNESCO consideraba a la cultura como "el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias".

En esta línea de pensamiento, debe tenerse en cuenta que actualmente gran parte de la producción cultural se comunica a través de una producción industrial mediante circuitos comerciales masivos.

Las Industrias Culturales o de Contenido articulan la creación, producción y comercialización de bienes y servicios basados en contenidos intangibles de carácter cultural. Es decir, produce objetos con una doble composición: lo tangible, el objeto producido en sí mismo (un disco, un libro, una película) y el componente intangible – la potencialidad de esos objetos de construir valores e identidades-.

La conformación de identidades culturales resulta vital en la organización de la significación social en un período histórico, sobre todo en sociedades que como la nuestra se han visto sometidas a un proceso de desarticulación del tejido social. Las comunicaciones masivas en forma creciente alumbran el patrimonio común, las tradiciones y creencias desde las cuales se puede construir el discurso y mantener los intercambios que, a su vez, reproducen simbólicamente a la comunidad. (George Yúdice. 2002).

Allí reside su valor estratégico, ya que además de los aspectos económicos (inversiones, producción e ingresos) y su dimensión social (empleo, entre otros) conlleva un aspecto específico: expresar y activar el capital simbólico de las sociedades.

Este valor estratégico ha tomado nuevos alcances en el mundo, sobre todo en las últimas décadas, a partir del desarrollo tecnológico y comunicacional, y de la reconocida importancia económica y simbólica de la actividad cultural, determinando un proceso global de concentración de las denominadas industrias culturales, fundamentalmente en el campo audiovisual (medio de difusión y reproducción cultural por excelencia en la contemporaneidad).

Este estado de situación impacta superlativamente en el desarrollo de las identidades y de las culturas de los pueblos. Es creciente la centralidad de los mass-media y de las industrias culturales en la producción y circulación de los bienes simbólicos constitutivos de aquellas categorías de percepción. Así García Canclini ha señalado que "La posibilidad de reconstruir un imaginario común para las experiencias urbanas debe combinar los arraigos territoriales de barrios o grupos con la participación solidaria en la información y el desarrollo cultural propiciado por medios masivos de comunicación, en la medida que éstos hagan presentes los intereses públicos. La ciudadanía ya no se constituye sólo en relación con movimientos sociales locales, sino también en procesos comunicacionales masivos".

El riesgo de la homogeneización de la oferta cultural en detrimento de la diversidad de contenidos y sentidos hoy golpea nuestras puertas. Aproximadamente el 90% del flujo audiovisual que ingresa en la Región del MERCOSUR tiene como origen los Estados Unidos, cuya industria constituye el segundo rubro en los ingresos por exportaciones de ese país.

Esta concentración desigual en la producción cultural se da paralelamente en la generación de ingresos. Así, de las ganancias producidas por los bienes culturales y comunicacionales EE.UU. concentra el 55%, la Unión Europea el 25%, Japón y Asia el 15% y, Latinoamérica solo el 5% (cuando, en cantidad de población parlante, el español es la tercera lengua mundial).

En la Argentina, el conjunto de las Industrias Culturales conforma cerca del 3% de su PBI, signadas a partir de los años 90" por una fuerte extranjerización, alta concentración en casi todas las fases de los procesos productivos, afluencia de capitales financieros e instalación de los principales actores transnacionales.

Sin embargo, el 95% de las empresas del sector está representado por PyMEs que, paradójicamente participa en aproximadamente el 50% del total de facturación, conteniendo el 60% del empleo formal y más del 80% del empleo – incluido el informal-. (Observatorio de Industrias Culturales (OIC). Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. 2004).

No obstante ello este sector que, conjuntamente con las minorías étnicas, las ongs., etc, permiten la existencia de la diversidad y la multiplicidad, condición insoslayable para cualquier estrategia de desarrollo sustentable, se encuentra amenazado por los procesos de concentración económica transnacional. El impulso fundamental del sector privado determina hoy la lógica en que se enmarca: una lógica económica de comercio.

En este contexto, el intercambio de valores y experiencias, en una comunicación privilegiada a través de las artes y las industrias culturales más que por otros medios, se erige en un campo de disputa político, económico y de construcción de sentidos, que les otorga un lugar de creciente importancia social y económica y que, en consecuencia, hace indispensable la definición de políticas públicas que otorguen una orientación estratégica.

Por ello, junto a otras políticas públicas (culturales, económicas, sociales, etc.), sin dudas la Educación Artística y sus vinculaciones con el mundo del trabajo, particularmente la Educación Artístico Técnico Profesional, cobra especial trascendencia en el proyecto de desarrollo humano y social en nuestro país, frente a estos desafíos que nos presenta la contemporaneidad. El proyecto político educativo, en su conjunto (Ley Nacional de Educación, Ley de Educación Técnico Profesional, Ley de Financiamiento Educativo), debe abordar esta cuestión, toda vez que el mismo encarna la proyección social, política y económica nacional de las próximas décadas.

La educación artística y la nueva Ley de Educación Nacional

ALGUNAS REFLEXIONES

Como señalamos a lo largo del presente documento, el arte ha ocupado un importante lugar en la vida de los grupos sociales y en la construcción del pensamiento humano en los distintos contextos sociohistóricos.

Hoy, las corrientes estéticas coinciden en sostener que el arte es una forma específica de conocimiento, constituido por diversos lenguajes simbólicos, cuyo aprendizaje contribuye a alcanzar competencias complejas que permiten desarrollar la capacidad de abstracción, la construcción de un pensamiento crítico y divergente, la apropiación de significados, valores culturales y la elaboración e interpretación de mensajes significativos. Los aportes que, con esta significación, la Educación Artística puede realizar a los proyectos educativos frente a los desafíos de la contemporaneidad hacen que ésta merezca ocupar un lugar fundamental como campo de conocimiento, coadyuvando a la construcción de un sujeto capaz de interpretar sus realidades, elegir, hacer respetar sus derechos y sentirse parte vital de una fuerza social transformadora.

En este marco conceptual, entendemos respecto de la elaboración de la nueva Ley de Educación Nacional, que debieran considerarse con especial interés las siguientes cuestiones:

  • Los fines de la Educación Artística deben integrar los principios generales de la política educativa nacional. (Son omitidas en Título II de la Ley Federal de Educación).

  • La Educación Artística, en tanto campo de conocimiento, debiera formar parte de la currícula de la Educación Inicial, Primaria y Secundaria. (En el Título III de la Ley Federal de Educación se encuentra presente en los objetivos de la Educación Inicial, en forma inconsistente en los objetivos de la Educación General Básica y omitida en los objetivos de la Educación Polimodal).

  • Además de las orientaciones humanística, social, científica y técnica, debiera incorporarse la artística como orientación para la Educación Secundaria.

  • La Educación Artística debiera formar parte también de la currícula de los desarrollos específicos para la Educación Especial, y para la Educación de Jóvenes y Adultos.

  • La Educación Artística, como campo de conocimiento, también debiera integrar los Programas de Formación Docente de Grado para los distintos niveles del sistema educativo, incluyendo el desarrollo de los saberes de los distintos lenguajes artísticos.

  • Las clases de Educación Artística en todos los niveles, ciclos y modalidades del sistema educativo deben estar a cargo de docentes egresados de instituciones de Arte de Nivel Superior.

  • Resulta imprescindible que las jurisdicciones propicien el desarrollo de programas especiales y de jornada extendida, promoviendo la creación de instituciones de Educación Artística en vinculación con los niveles Inicial, Primario y Secundario, con posibilidad de acreditar Trayectos de Formación Básica para el acceso al Nivel Superior Especializado en Arte.

  • Resultará también necesario que las jurisdicciones procuren la articulación de la formación específica y técnico profesional en Arte con el mundo del trabajo, vinculándola con la realidad socio – productiva local, regional y nacional.

  • Asimismo, las jurisdicciones debieran considerar estructuras orgánicas para la gestión de la Educación Artística dependientes del área educativa, propendiendo a la articulación con las áreas de Cultura.

  • Finalmente, resultará muy beneficioso que pueda establecerse en el ámbito del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación un área orgánica específica de Educación Artística.

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