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Krugman, Stiglitz y la reestructuración de la deuda griega (Parte II) (página 9)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10

Para la mayoría de los economistas y comentaristas políticos, el último rescate griego ha sido poco más que analgésico. Aliviará el dolor durante un breve periodo, pero los problemas arraigados del euro mostrarán una metástasis y auguran un diagnóstico grave para la moneda única e incluso para la Unión Europea en sí.

Claro que la sabiduría convencional podría estar errada. El acuerdo entre Grecia y las autoridades europeas es, en efecto, satisfactorio para ambas partes. En lugar de señalar el comienzo de una nueva fase para la crisis del euro, el acuerdo podrá recordarse como la culminación de una larga serie de compromisos políticos que, al corregir algunos de los peores defectos de diseño del euro, sentó las condiciones para la recuperación económica europea.

Expresar un optimismo cauteloso respecto al acuerdo griego no equivale a condonar la arrogancia provocativa del exministro griego de Finanzas, Yanis Varufakis, ni la vengatividad inútil de su homólogo alemán, Wolfgang Schäuble. Tampoco es cuestión de negar las críticas económicas a las cláusulas del rescate que presentaron progresistas como Joseph Stiglitz y conservadores como Hans-Werner Sinn.

Los argumentos contra la creación de una moneda única europea y permitir que Grecia ingresara a base de engaños tenían validez en los años noventa y, en teoría, todavía la tienen. Pero eso no significa que desmontar el euro sea deseable ni tolerable siquiera. Unirse al euro supuso la ruina para Grecia pero siempre hay "una gran cantidad de ruina en cualquier nación", como indicaba Adam Smith hace 250 años cuando perder las colonias americanas parecía amenazar a Gran Bretaña con una catástrofe financiera.

Capitalismo adaptable

La gran virtud del capitalismo es que se adapta a las condiciones ruinosas e incluso encuentra la forma de beneficiarse de ellas. A mediados del siglo XIX Estados Unidos no estaba preparado para una moneda única y una misma estructura económica, como quedó comprobado en la Guerra de Secesión, provocada tanto por las tensiones de la moneda única como por la execración moral de la esclavitud. Italia probablemente estaría mejor hoy si Garibaldi no hubiera impulsado la unificación. Pero cuando ya ha ocurrido, la molestia de desmantelar la organización política y económica suele ensombrecer las ganancias aparentes de la ruptura. Parece ser el caso de Europa y así lo están diciendo amplias mayorías de votantes en todos los países de la eurozona, incluida Alemania y Grecia.

La cuestión nunca ha sido si la moneda única se va a romper sino qué reveses políticos, sacrificios económicos y subterfugios legales ocurrirían para mantenerla. La buena noticia es que Europa ya tiene respuestas persuasivas.

En efecto, Europa ha superado lo que puede describirse como el "pecado original" del proyecto de la moneda única: la prohibición del Tratado de Maastricht de "financiar monetariamente" déficits estatales por parte del BCE y la prohibición derivada del apoyo mutuo de los gobiernos nacionales respecto a las cargas de deuda de otro. En enero, el presidente del BCE Mario Draghi esquivó efectivamente ambos obstáculos al lanzar un programa de flexibilización cuantitativa tan importante que financiará déficits enteros de todos los gobiernos de la eurozona (incluida Grecia) y mutualizará una parte importante de sus obligaciones pendientes.

El principio fundamental

Es más, los Gobiernos europeos han entendido por fin el principio más fundamental de las finanzas públicas. Las deudas estatales no tienen que devolverse nunca si pueden ampliarse de forma cooperativa o ser compradas con dinero nuevo, emitido por un banco central creíble.

Pero para que eso sea posible, los pagos de intereses hay que hacerlos a tiempo y la santidad de los contratos de deuda debe tomar prioridad en cualquier caso sobre las promesas electorales en materia de pensiones, salarios y gasto público. Ahora que el Ejecutivo del primer ministro Alexis Tsipras se ha visto forzado a admitir la prioridad absoluta de pagar la deuda y puede beneficiarse del apoyo monetario ilimitado del BCE, Grecia no debería tener problemas para soportar su carga de la deuda, que no es mayor que la de Japón o Italia.

Por último, Alemania, España, Italia y varios países más del norte de Europa han exigido, por cuestiones de política interna, la humillación ritual de unos políticos y votantes griegos radicales que desafiaron abiertamente a las instituciones de la UE y sus exigencias de austeridad. Una vez logrado, a los líderes de la UE ya no les quedan motivos para imponer la austeridad en Grecia ni exigir estrictamente los términos del último rescate. Al contrario, le sobran incentivos para demostrar el éxito de sus políticas férreas, relajando la austeridad para acelerar el crecimiento económico no solo en Grecia sino en toda la eurozona.

Hipocresía constructiva

Aquí surge una cuestión fundamental que ni el Gobierno de Tsipras ni tantos otros han entendido durante la crisis de Grecia: el papel de la hipocresía constructiva de la economía política de Europa. Las lagunas entre las declaraciones públicas y las intenciones privadas se abren en todo sistema político, pero se vuelven enormes en una estructura multinacional compleja como es la UE. Sobre el papel, el rescate griego impone medidas estrictas fiscales que agravan el bajón económico del país. En la práctica, se va a dejar sin duda que no se alcancen los objetivos presupuestarios, siempre y cuando el Gobierno cumpla sus promesas de privatización, mercados laborales y reforma de pensiones.

Estas reformas estructurales son mucho más importantes que los objetivos fiscales, tanto en términos simbólicos para el resto de Europa como para la economía griega. Además, la ampliación del apoyo monetario del BCE a Grecia transformará las condiciones financieras: los tipos de interés se hundirán, los bancos recapitalizarán y el crédito privado se volverá disponible gradualmente por primera vez desde 2010. Si los supervisores del rescate exigieran los objetivos presupuestarios al pie de la letra, lo que parece improbable, la mejora de las condiciones para los prestatarios privados podría compensar fácilmente cualquier endurecimiento modesto de la política fiscal.

En resumidas cuentas, parece que ya se han establecido las condiciones para la recuperación sostenible de Grecia. La sabiduría convencional de los economistas e inversores tiene un largo historial de no vislumbrar los grandes puntos de inflexión.

Por eso la creencia casi universal hoy en día de que Grecia se enfrenta a una depresión permanente no es motivo para desesperar.

(Anatole Kaletsky is Chief Economist and Co-Chairman of Gavekal Dragonomics and Chairman of the Institute for New Economic Thinking. A former columnist at the Times of London, the International New York Times and the Financial Times, he is the author of Capitalism 4.0, The Birth of a New Economy, which anticipated many of the post-crisis transformations of the global economy. His 1985 book, Costs of Default, became an influential primer for Latin American and Asian governments negotiating debt defaults and restructurings with banks and the IMF)

– La crisis del euro del FMI (Project Syndicate – 27/7/15)

Oxford.- En las últimas décadas, el Fondo Monetario Internacional ha aprendido seis lecciones importantes sobre cómo manejar las crisis de deuda gubernamental. Sin embargo, en su respuesta a la crisis en Grecia, se ignoraron todas y cada una de esas lecciones.

La participación del Fondo en el esfuerzo por rescatar a la eurozona puede haber elevado su perfil y jugado a su favor en Europa. Pero su incapacidad, y la de sus accionistas europeos, para adherir a sus mejores prácticas puede terminar resultando un paso en falso fatal.

Una lección clave que fue ignorada en la debacle de Grecia es que cuando un rescate se vuelve necesario, se lo debe implementar de una vez y para siempre. El FMI aprendió esto en 1997, cuando un rescate inadecuado de Corea del Sur exigió una segunda ronda de negociaciones. En Grecia, el problema es inclusive peor, ya que el plan de 86.000 millones de euros (94.000 millones de dólares) que se está discutiendo hoy surge después de un rescate de 110.000 millones de euros en 2010 y otro de 130.000 millones de euros en 2012.

El FMI, por sí solo, está sumamente limitado. Sus préstamos están restringidos a un múltiplo de los aportes de un país a su capital y, según esta medición, sus préstamos a Grecia son superiores a cualquiera en su historia. Los gobiernos de la eurozona, en cambio, no enfrentan estas restricciones y, por ende, estaban en libertad de implementar un programa que habría sido sustentable.

Otra lección que se ignoró es que a los bancos no se los rescata. El FMI aprendió esto a base de cometer errores en los años 1980, cuando transfirió préstamos bancarios de cobro dudoso otorgados a gobiernos latinoamericanos a sus propios libros y a los de otros gobiernos. En Grecia, los préstamos de cobro dudoso emitidos por bancos franceses y alemanes fueron trasladados a los libros públicos, transfiriendo la exposición no sólo a los contribuyentes europeos, sino a todos los miembros del FMI.

La tercera lección que el FMI no pudo aplicar en Grecia es que la austeridad suele derivar en un círculo vicioso, en tanto los recortes del gasto hacen que la economía se contraiga mucho más de lo que se habría contraído de no haber existido. Como el FMI presta dinero en el corto plazo, existía un incentivo para ignorar los efectos de la austeridad a fin de alcanzar proyecciones de crecimiento que implicasen una capacidad de pago. Mientras tanto, a los otros miembros de la eurozona, en un intento por justificar un menor financiamiento, también les pareció conveniente pasar por alto el impacto calamitoso de la austeridad.

Cuarto, el FMI aprendió que lo más probable es que las reformas se implementen cuando son pocas y están cuidadosamente centradas en puntos específicos. Cuando un país requiere asistencia, los prestamistas se sienten tentados a insistir en una larga lista de reformas. Pero un gobierno aquejado por la crisis tendrá problemas para lidiar con múltiples demandas.

En Grecia, el FMI, junto con sus socios europeos, exigió que el gobierno no sólo recortara los gastos, sino que emprendiera reformas impositivas, del sistema de pensiones, judiciales y del mercado laboral, todas de amplio alcance. Y si bien las medidas que se necesitan con mayor urgencia no tendrán un efecto inmediato en las finanzas de Grecia, al FMI no le quedan muchas más opciones que insistir con los recortes del gasto a corto plazo que favorecen sus chances de cobrar -inclusive cuando esto implica que las reformas a más largo plazo resultan más difíciles de implementar.

Una quinta lección es que es improbable que las reformas resulten exitosas si el gobierno no está comprometido con su implementación. Cuando se percibe que las condiciones son impuestas desde el exterior, es casi una certeza que fracasarán. En el caso de Grecia, las consideraciones políticas internas llevaron a los gobiernos europeos a fingir que tenían al gobierno contra las cuerdas. El FMI también intentó demostrar que estaba siendo tan duro con Grecia como lo ha sido con Brasil, Indonesia y Zambia -aún si esto, en definitiva, resultaba contraproducente.

La sexta lección que el FMI ha pasado por alto es que rescatar a países que no controlan plenamente sus monedas conlleva riesgos adicionales. Como el Fondo aprendió en Argentina y África Occidental, estos países carecen de una de las maneras más fáciles de ajustarse a una crisis de deuda: una devaluación.

Al no haber podido alertar a Grecia, Portugal, Irlanda y España sobre los peligros de sumarse a un bloque monetario, el FMI debería haber considerado si era apropiado o necesario intervenir en la crisis de la eurozona. Su razonamiento para hacerlo pone de manifiesto los riesgos asociados con su decisión.

La razón más obvia para el accionar del FMI es que Europa no estaba pudiendo enfrentar sus propios problemas, y tenía el poder y la influencia para involucrar al Fondo. El director del FMI siempre ha sido europeo, y los países europeos cuentan con una participación desproporcionada de votos en el directorio del FMI.

Igualmente importante, sin embargo, es el hecho de que el FMI tomó su decisión al mismo tiempo que enfrentaba una crisis existencial. Históricamente, la mayor amenaza para el FMI ha sido la irrelevancia. Casi se lo declara redundante en los años 1970, cuando Estados Unidos hizo flotar el dólar, y recién fue salvado en 1982 gracias a la crisis de deuda mexicana, que lo impulsó al papel de socorrista financiero global.

Una década después, la relevancia del FMI había comenzado a esfumarse nuevamente, pero su resurrección vino de la mano del papel que jugó en la transformación de las economías del ex bloque soviético. Cuando se produjo la crisis del euro, el Fondo estaba trastabillando una vez más como consecuencia de la crisis del este de Asia, en tanto sus clientes que pagaban honorarios no hicieron nada a su alcance para evitar recurrir a él.

La participación del FMI en la crisis de la eurozona ahora les ha dado a las economías emergentes poderosas otra razón para sentirse decepcionadas. Después de que Estados Unidos obstaculizó sus demandas de una mayor participación dentro del Fondo, ahora se dan cuenta de que la organización ha estado obedeciendo las órdenes de Europa. Al FMI le resultará difícil recuperar la confianza de estos miembros cada vez más prominentes. A menos que Estados Unidos y la UE aflojen la cuerda, la puja más reciente del Fondo para ser relevante bien podría resultar la última.

(Ngaire Woods is Dean of the Blavatnik School of Government and Director of the Global Economic Governance Program at the University of Oxford)

– Hay algo que no funciona en el reino del euro (Expansión – FT – 28/7/15)

(Por Yanis Varufakis FT)

Los cimientos de la eurozona esconden una paradoja. Los gobiernos de la Unión Monetaria carecen de un banco central que los respalde y el Banco Central carece del apoyo de los gobiernos.

Esta paradoja no puede eliminarse sin cambios institucionales fundamentales. No obstante, hay pasos que los estados miembros pueden tomar para reducir algunos de estos efectos negativos. Uno de los que contemplamos durante mi mandato como ministro de Finanzas griego fue la escasez crónica de liquidez de un sector público con problemas financieros y las consecuencias que esto tendría en el sector privado.

Dada la ausencia de un banco central que preste apoyo a las iniciativas del Estado, los atrasos en el pago del Ejecutivo heleno al sector privado –empresas y particulares- no han hecho más que empeorar desde 2008. De hecho, las deudas han superado el 3% del PIB durante cinco años. Además, el efecto de retroalimentación aumenta los atrasos tributarios que, a su vez, perpetúan el ciclo de falta de liquidez. Nuestra idea era permitir la cancelación multilateral de los atrasos entre el Estado y el sector privado utilizando la actual plataforma de pagos online de la Agencia Tributaria. Podría crearse una cuenta reserva por número de archivo fiscal en la página web de la Agencia Tributaria en la que se ingresaran los atrasos del Estado a un particular o a una empresa. De esta forma, los titulares de un número de registro fiscal podrían transferir créditos desde su cuenta reserva al Estado o a otra cuenta reserva con otro número fiscal.

Supongamos, por ejemplo, que a la Empresa A, el Estado le debe 1 millón de euros y ésta debe 30.000 euros a un empleado y otros 500.000 a una Empresa B, que le suministraba bienes y servicios. El empleado y la Empresa B deben respectivamente 10.000 y 200.000 euros en impuestos al Estado. En este caso, según nuestra propuesta, podría cancelarse de forma inmediata el pago de, como mínimo, 210.000 euros en atrasos. De la noche a la mañana, una economía como la de Grecia adquiriría un importante grado de libertad dentro de la actual Unión Monetaria Europea. En la segunda fase que no tuvimos tiempo de estudiar en profundidad, se ampliaría el acceso de este sistema a los smartphones y a las tarjetas de los ciudadanos garantizando el uso del mismo.

Este sistema de pagos se desarrollaría con la idea de cubrir de algún modo la ausencia de mercados de deuda pública a pleno rendimiento, sobre todo durante una crisis crediticia como la que ha vivido Grecia desde 2010. Los agentes del sector privado podrían comprar créditos de la interfaz de la web de la Agencia Tributaria, utilizando sus cuentas bancarias habituales y añadirlos a su cuenta reserva. Estos créditos se podrían usar después de un año para conseguir descuentos en futuros impuestos de, por ejemplo, el 10%.

Siempre que los créditos tributarios totales se limitasen, y su cuantía fuera totalmente transparente, el resultado sería un aumento fiscalmente responsable de la liquidez de Gobierno y una vuelta más rápida a los mercados a los que Gobiernos como el de Grecia han perdido el acceso. Cuando cedí mi puesto como ministro de Finanzas a mi amigo Euclid Tsakalotos el 6 de julio, expuse una descripción completa de los proyectos del ministerio, prioridades y mejoras durante mis cinco meses al cargo. El nuevo sistema de pagos aquí descrito formaba parte de esa presentación. Ningún miembro de la prensa lo reflejó.

Pero cuando se filtró una conversación telefónica posterior con un gran número de inversores internacionales, organizada por mis amigos Norman Lamont y Davi Marsh del foro oficial de instituciones financieras y monetarias (OMFIF por sus siglas en inglés), la prensa se frotó las manos. Haciendo gala de mi compromiso con la transparencia total, autoricé a OMFIF a divulgar las cintas.

Aunque comprendo el entusiasmo de la prensa por los temas que se trataron en el encuentro, como que haya tenido que recurrir a medios poco ortodoxos de obtener acceso a mis propios sistemas del ministerio, solo hay un aspecto importante para el interés público. Hay una gran restricción de soberanía nacional impuesta por la troika a los ministros griegos, a quienes se les niega el acceso a los departamentos de sus ministerios que son fundamentales para aplicar políticas innovadoras. Cuando se pierde la soberanía, debido a una deuda oficial insostenible y a planteamientos equivocados para países que ya atraviesan una grave crisis, uno sabe que hay algo que no funciona en el reino del euro.

– No prestes a tus amigos del euro (Project Syndicate – 28/7/15)

Múnich.- Tras meses de juegos y actitudes políticas temerarias y sólo una semana después de que los votantes griegos rechazaran las condiciones para un plan de rescate de 7.500 millones de euros (8.200 millones de dólares), el final llegó rápidamente. Los dirigentes políticos de la zona del euro acordaron iniciar negociaciones con un plan mucho mayor, que asciende a 86.000 millones de euros, casi la mitad del PIB de Grecia. Lamentablemente, el acuerdo revela la evidente determinación de Europa de volver a representar la misma tragedia en el futuro.

A lo largo de los cinco últimos años, nada menos que 344.000 millones de euros han pasado de los acreedores oficiales, como el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional a las arcas del Estado griego y a los bancos comerciales de este país, pero, seis meses después de negociaciones casi fútiles, se había llegado al agotamiento y las vacaciones estaban al caer, por lo que se prestó poca atención a las condiciones reales para un nuevo rescate de Grecia. Aunque el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera había declarado oficialmente en quiebra a Grecia el 3 de julio, los dirigentes de la zona del euro volvieron a aplazar el asunto de la insolvencia.

El último acuerdo sí que detuvo -o al menos interrumpió- la mayor crisis de la zona del euro hasta la fecha, lo que puso fin a un período sin precedentes de antipatía, oprobio, humillación, incordios y chantaje dentro de Europa. De hecho, Grecia se libró por los pelos de salir de la zona del euro.

El ex ministro de Hacienda de Grecia Yanis Varoufakis reveló que, después de tomar posesión de su cargo, montó un grupo, con el consentimiento del Primer Ministro, Alexis Tsipras, que se reunió en secreto para preparar la introducción de una moneda paralela y la toma del control del Banco Central de Grecia: la salida, en realidad, de la zona del euro. El Gobierno de Alemania estaba dispuesto también a aceptar lo que parecía inevitable. Si el Presidente de Francia, François Hollande, no hubiera asesorado a Grecia, a espaldas de la Canciller de Alemania, Angela Merkel, sobre cómo negociar, los acontecimientos habrían seguido un rumbo totalmente distinto.

La enconada disputa dentro del Eurogrupo (compuesto por los ministros de Hacienda de la zona del euro) no sólo creó tensiones en las relaciones entre los miembros de la unión monetaria, sino que, además, avivó las existentes dentro de los gobiernos nacionales. Muchos dirigentes europeos siguen sintiendo el escozor y lamiéndose las heridas, pero éste debería ser también el momento de que reflexionaran sobre lo sucedido y sus causas.

El rifirrafe fue la consecuencia de un intento de colocar la política por encima de las leyes de la economía. El dogma de la infalibilidad de las autoridades europeas y la irrevocabilidad de todos los avances hacia la integración chocaron con la realidad.

Si Europa sigue aplicando el mismo planteamiento a sus problemas de deuda que ha utilizado en el caso de Grecia, afrontará muchos conflictos en el futuro. El error fundamental se produjo en abril y mayo de 2010, cuando los prestadores oficiales -en forma de los demás Estados miembros de la zona del euro- substituyeron a los acreedores privados de Grecia.

Propuso ese plan el entonces Presidente del BCE Jean-Claude Trichet, con una clara violación de la regla del Tratado de Maastricht que prohibía los rescates de países y que había sido la condición fundamental de Alemania para abandonar el marco alemán, pero el Presidente francés Nicolas Sarkozy amenazó con abandonar el euro (como más adelante reveló el ex Primer Ministro de España, José Luis Rodríguez Zapatero, al periódico El País), a no ser que Alemania firmara el acuerdo sobre el rescate. Christine Lagarde, la ministra de Hacienda de Francia en aquel momento, dijo: "Violamos todas las reglas porque queríamos cerrar filas y rescatar de verdad a la zona del euro".

Se violaron las reglas, en efecto, pero está por ver si la decisión sobre el rescate rescató el euro. Desde luego, rescató a muchos bancos comerciales, que en el primer trimestre de 2010 corrían grandes riesgos en relación con el Estado griego. Los bancos griegos habían sido los que habían prestado más al Estado griego (29.000 millones de euros), seguidos por los bancos franceses (20.000 millones de euros), los bancos alemanes (17.000 millones de euros) y los bancos de los EEUU (4.000 millones de euros).

Con el rescate se rescató también al BCE, en la medida en que el crédito fiscal substituyó parte de su crédito Target, acumulado desde el comienzo de 2008. En aquel momento, la economía griega afrontó una interrupción repentina de las entradas de capitales privados y el Banco Central de Grecia financió todo el déficit por cuenta corriente del país con un crédito suplementario de refinanciación procedente de su imprenta electrónica local.

Pero rescatar a bancos no es lo mismo que rescatar el euro. Además, rescatar el euro no es lo mismo que rescatar el proyecto europeo.

La decisión sobre el rescate de 2010 transformó una controversia comercial normal entre acreedores y deudores -que siempre surge cuando los deudores dejan de saldar su deuda- en una disputa entre Estados soberanos. Con ello se creó animosidad entre los pueblos de Europa y se proporcionaron armas a partidos radicales de toda clase, lo que dañó gravemente el proceso de integración europea.

Sin la socialización de la deuda brindada por los planes de rescate, Varoufakis o quienquiera que hubiese dirigido el Ministerio de Hacienda de Grecia habría tenido que declararse insolvente y después afrontar a los acreedores privados de una diversidad de países. Después los gobiernos de éstos se habrían visto obligados a rescatar a bancos tambaleantes con el dinero de sus contribuyentes.

Desde luego, el rescate de bancos locales no habría sido un paseo por el parque, pero habría ahorrado a Europa el espectáculo de los gobiernos de sus Estados miembros enseñándose los dientes unos a otros. En 2008, Alemania rescató a Hypo Real Estate y en 2011 Bélgica, Francia y Luxemburgo rescataron a Dexia Bank. Como indican estos casos, se podría haber hecho la limpieza de la casa propia sin gran alboroto o al menos sin provocar tensiones internacionales.

Los bancos y quienes los apoyan en los medios de comunicación siempre predicen desastres cuando se ciernen deudas incobrables. Entonces los políticos suelen acceder, temblorosos, a sus peticiones y meten en un apuro a sus contribuyentes, pero las más de 180 suspensiones de pagos soberanas que ha habido desde 1945 no hicieron caer a los incumplidores por un precipicio. Al contrario: por lo general, tuvieron una nueva oportunidad. En realidad, los peligros que ahora afronta Europa a consecuencia de la socialización de las deudas son mucho mayores que los planteados por una posible y simple crisis financiera.

La enseñanza que se desprende del desastre griego es la de que la zona del euro debe formular procedimientos para abordar las insolvencias soberanas lo antes posible para impedir que otros soberanos pasen a ser acreedores mediante la mutualización de la deuda. Si los gobiernos nacionales de la Unión Europea quieren ayudarse unos a otros en una crisis, deben prestar ayuda humanitaria unilateralmente, sin condiciones y sin rescate. Si prestas a un amigo, dejará de ser tu amigo. Si no se tiene en cuenta ese principio de sensatez, será imposible mantener unida a Europa.

(Hans-Werner Sinn, Professor of Economics and Public Finance at the University of Munich, is President of the Ifo Institute for Economic Research and serves on the German economy ministry"s Advisory Council. He is the author, most recently, of The Euro Trap: On Bursting Bubbles, Budgets, and Beliefs)

– En defensa de Varoufakis (Project Syndicate – 29/7/15)

Londres.- Se ha puesto de moda menospreciar a Yanis Varoufakis, ex ministro de Hacienda de Grecia: desde culparlo por el nuevo desplome de la economía griega hasta acusarlo de tramar ilegalmente la salida de Grecia de la zona del euro. Aunque no lo he conocido ni he hablado con él, creo que está recibiendo un rapapolvo (cada vez más fuerte) que no se merece. En ese proceso, se está desviando la atención de las cuestiones fundamentales relativas a la capacidad de Grecia para recuperarse y prosperar, tanto si permanece en la zona del euro como si decide salir de ella.

Ésa es la razón por la que es importante tomar nota de las ideas que Varoufakis sigue encarnando. Los griegos y otros pueden criticarlo por aplicar su programa con demasiada poca cortesía mientras ocupó su puesto, pero la esencia de dicho programa era -y sigue siendo- en gran medida correcta.

Tras una impresionante victoria en las elecciones de su partido Syriza en el pasado mes de enero, el Primer Ministro de Grecia, Alexis Tsipras, nombró a Varoufakis para que dirigiera las delicadas negociaciones con los acreedores del país. Su mandato era el de renovar totalmente la relación de dos formas importantes: volver sus condiciones más favorables para el crecimiento económico y la creación de empleo y restablecer el equilibrio y la dignidad en el trato a Grecia por parte de sus socios europeos y el Fondo Monetario Internacional.

Esos objetivos reflejaban la frustración y la decepción experimentadas por Grecia con dos planes de rescate administrados por "las instituciones" (la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI). En su aplicación, Varoufakis se sintió respaldado por la magnitud de la victoria electoral de Syriza y obligado por la lógica económica a insistir en tres cuestiones que, según creen muchos economistas, se deben abordar, si se quiere restablecer un crecimiento sostenido: una austeridad menor y más inteligente, reformas estructurales que estén más al servicio de objetivos sociales y reducción de la deuda.

Dichas cuestiones siguen siendo pertinentes hoy, cuando Varoufakis ya no está en el Gobierno, como lo eran cuando las planteaba durante sus visitas a las capitales europeas y en unas tensas negociaciones hasta las tantas de la noche en Bruselas. De hecho, muchos observadores consideran el acuerdo para un tercer programa de rescate al que llegó Grecia con sus acreedores -apenas una semana después de que Varoufakis dimitiera- como más de lo mismo simplemente. En el mejor de los casos, el acuerdo dará un respiro, que probablemente resultará ser corto y vacío.

En parte, las críticas a Varoufakis reflejan menos la sustancia de sus propuestas que la forma como se dirigió a sus interlocutores. Rehuyendo la tradicional dualidad de franqueza en los debates privados y contención en los comentarios públicos, expuso enérgicamente sus posiciones a las claras y lo hizo de un modo cada vez más personal.

Ya se la considere ingenua o beligerante, no cabe duda de que esa actitud molestó e irritó a los políticos europeos. En lugar de modificar un marco normativo que durante cinco años no había cumplido sus objetivos declarados, se reafirmaron en sus posiciones y acabaron recurriendo al equivalente económico de la diplomacia de la cañonera y en su momento dijeron con claridad al jefe de Varoufakis, Tsipras, que el futuro de las negociaciones dependía de que se deshiciera de su heterodoxo ministro, cosa que hizo primero encargando a otra persona la dirección de las negociaciones y después nombrando a un nuevo ministro de Hacienda.

Ahora que ya no ocupa su cargo, se está culpando a Varoufakis de mucho más que de no haber adaptado su actitud a la realidad política. Algunos lo consideran el responsable del nuevo desplome de la economía griega, el cierre sin precedentes del sistema bancario y la imposición de unos controles de capitales asfixiantes. Otros piden investigaciones penales, al considerar equivalente a una traición la labor que dirigió sobre un plan B (por el cual Grecia introduciría un nuevo sistema de pagos paralelo o substituto del euro).

Pero, ya se lo ame o se lo odie (y, al parecer, pocas personas que lo han tratado se muestran indiferentes), Varoufakis nunca fue el árbitro del destino de Grecia. Es cierto que debería haber adoptado un estilo más conciliador y haber mostrado un mayor aprecio de las normas que rigen las negociaciones europeas y también que sobreestimó la capacidad de negociación de Grecia, al suponer erróneamente que recurriendo a la amenaza de su salida obligaría a sus socios europeos a reconsiderar sus posiciones, muy arraigadas, pero, respecto de la situación macroeconómica, esas cuestiones son de menor importancia.

Varoufakis no tuvo el menor control del lío económico que Syriza heredó cuando llegó al poder, caracterizado, entre otras cosas, por una tasa de desempleo que rondaba el 25 por ciento y un paro juvenil que había ascendido a más del 50 por ciento durante un largo período. No pudo influir en medida alguna en las opiniones que habían echado profundas raíces en otros países europeos y, por tanto, socavaban la capacidad de dichos países para modificarlos. No pudo contrarrestar la opinión profesada por algunos políticos de que el éxito de Syriza envalentonaría y fortalecería a otros partidos no tradicionales de toda Europa.

También habría sido irresponsable que Varoufakis no hubiera preparado, a puerta cerrada, un plan B. Al fin y al cabo, el destino de Grecia en la zona del euro estaba en gran medida -y sigue estando- en manos de otros (en particular, Alemania, el BCE y el FMI) y todavía no se ha demostrado que Varoufakis violara ley alguna al preparar junto con sus colegas su plan de contingencia.

A la hora de la verdad, Varoufakis afrontó la difícil disyuntiva de continuar con más de lo mismo, pese a saber que fracasaría, o intentar adoptar un nuevo planteamiento. Optó valerosamente por esto último. Si bien su desparpajo socavó los resultados, sería una verdadera tragedia perder de vista sus argumentos (que han expuesto también muchos otros).

Para que Grecia tenga una posibilidad realista de recuperación económica a largo plazo y haga realidad las aspiraciones legítimas de sus ciudadanos, las autoridades deben renovar totalmente su programa de austeridad, combinar sus reformas en pro del crecimiento con una mayor justicia social y lograr un alivio suplementario de la deuda y, para que Grecia permanezca en la zona del euro (cosa aún muy hipotética, aun después del último acuerdo), no sólo debe ganarse el respeto de sus pares, sino que, además, éstos deben tratarla con mayor respeto.

(Mohamed A. El-Erian, Chief Economic Adviser at Allianz and a member of its International Executive Committee, is Chairman of US President Barack Obama"s Global Development Council. He previously served as CEO and co-Chief Investment Officer of PIMCO. He was named one of Foreign Policy's Global Thinkers in 2009, 2010, 2011, and 2012)

(De la entrevista realizada a Yanis Varoufakis por el diario El País, publicada el 2/8/15)

El tercer rescate a Grecia, vaticina, no va a funcionar; "está diseñado para fracasar" y es el punto final a una especie de "golpe de Estado" de los acreedores. Berlín tiene un plan para llevar a la troika hasta París, "el premio gordo". Y la Europa que atemoriza con la salida de Grecia del euro, sostiene, va camino de convertirse en una idea siniestra, con fuertes dosis de prejuicios morales y un pésimo diagnóstico de la crisis que ha llevado a recetar políticas profundamente equivocadas una y otra vez…

Schäuble quiere dejar de lado a la Comisión y crear una especie de autoridad fiscal con capacidad para echar abajo los presupuestos nacionales, incluso en países que no estén bajo programa. Es como poner a todos los socios bajo programa. El plan Schäuble es imponer la troika en todas partes. En Madrid y en Roma. Pero especialmente en París…

Lo ocurrido en Grecia es un golpe de Estado: la asfixia de un país a través de restricciones de liquidez. En Bruselas nunca hubo interés por ofrecer un pacto mutuamente beneficioso. Las ayudas no llegaban; había que hacer frente a continuos pagos al FMI y al BCE, y al final nos quedamos sin dinero. Luego nos dieron un ultimátum y nos vimos obligados a cerrar los bancos. El resultado es el mismo que haber derrocado a un Gobierno o haberle forzado a derrocarse a sí mismo…

El euro estaba mal diseñado, como se vio tras el colapso de Lehman. Desde entonces, Europa vive en estado de negación y ha hecho lo contrario de lo que debía…

Europa corre el riesgo de convertirse en una jaula de hierro: espero que la canciller Merkel no quiera dejar esa herencia…

Grecia para adultos: la verdad de la milanesa (despilfarro e hipocresía sobre el fondo de una crisis poliédrica: moral, económica, social, política e institucional)

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When they begin the beguine: la quiebra que Grecia supo conseguir y quiere que la continúen pagando los alemanes y demás socios de la eurozona

Las cifras del III Rescate a Grecia

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Un TAC de la crisis (los "daños colaterales" en Grecia y su comparación con otros países)

Fuente: Los Desequilibrios de la Recuperación (J. Ignacio Conde-Ruiz e Ignacio Marra – Fedea – 24/3/15)

Grafico 1. Tasa de Empleo 16-64 (%)

Monografias.com

Fuente: Eurostat

Gráfico 2. Diferencias en productividad por hora trabajada con respecto a otros países (% de diferencia respecto a productividad española)

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Fuente: OECD

Gráfico 3. Evolución del déficit público

Monografias.com

Fuente: Eurostat

Gráfico 4. Incremento de la Deuda Pública desde 2008

Monografias.com

Fuente: Eurostat

 Grafico 5-A. Déficit Primario (% GDP, 2006 vs- 2014)

Monografias.com

Fuente: ECB Statistics. *2014 Q4: estimación propia.

Gráfico 5-B. Déficit Primario (% GDP, evolución 2006-2014)

Monografias.com

Fuente: ECB Statistics. *2014 Q4: estimación propia.

 Gráfico 6. Posición Neta de Inversión Internacional (NIIP) como porcentaje del PIB en 2013

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Fuente: FMI

Gráfico 7. Número de veces que el 20% con más ingresos es más rico que el 20% con menos ingresos – Ratio 80-20 (por países, 1995-2013) 

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Fuente: Eurostat

Gráfico 8. % de población en riesgo de exclusión social en 2013 (límite definido como el 70% de la mediana de la renta disponible equivalente)

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Fuente: Eurostat

Iniciar una recuperación es siempre positivo, pero la preocupación aparece tan pronto como analizamos los desequilibrios que estamos generando con ella. Precariedad laboral, aumento de las deudas para las futuras generaciones y frente al exterior y sobre todo un crecimiento no inclusivo que, por un lado, está dejando atrás colectivos importantes como los parados de larga duración, y por otro lado, provoca ajustes salariales desproporcionados.

Sin una política económica adecuada, estos desequilibrios lastrarán el crecimiento futuro y continuarán llevándonos a un crecimiento de la desigualdad sin precedentes.

(20/7/15) Las fatales consecuencias del parón económico de los últimos meses

El PIB griego se hunde y la banca sufre una morosidad del 70% del crédito

A Grecia le queda por delante un ajuste muy duro, una recesión profunda y larga durante un año, y hasta una previsible quita en los depósitos bancarios. Es la impresión generalizada entre los medios y analistas internacionales, que dan por seguro que la economía ahondará su recesión en el segundo trimestre y acabará 2015 con una caída del Producto Interior Bruto (PIB) que puede llegar al 4%. De darse este pronóstico, Grecia encadenaría tres trimestres de crecimiento negativo tras las contracciones del -0,2% entre enero y marzo y el retroceso del -0,4% en el último trimestre de 2014.

Son las fatales consecuencias del parón económico sufrido en los dos últimos meses y agravado por el corralito y los controles financieros, de los que se cumplen tres semanas. Además, un factor empeorará este panorama: el repunte de los créditos morosos de la banca helena (impagos por más de 90 días), que alcanzan los 100.000 millones. Según recoge la prensa local, el Banco de Grecia calcula que los créditos morosos fueron el 40% del total en 2014, un porcentaje que ahora llegaría al 70%.

Y es que, en las últimas semanas, cientos de hogares y empresas dejaron de devolver préstamos, por imposibilidad real o miedo al referéndum. Los analistas consideran que esto es un problema enorme para la banca, pero más aún para el BCE, ya que no hay mucho que este último pueda hacer para controlar los fallidos. Sobre todo, cuando las entidades registran una mera provisión de 40.000 millones para cubrir los impagos.

Retos: rigor fiscal y deuda

La clave de Grecia para salir del túnel pasa por el rigor fiscal, como detalla Miguel Ángel Bernal, profesor del IEB. "Lucha contra la evasión fiscal, equilibrio presupuestario, adelgazamiento del aparato gubernamental y cesión de competencias a la voluntad privada" son reformas claves. Sólo así podrá el Gobierno heleno satisfacer una de las grandes exigencias de los acreedores: mantener superávits primarios hasta 2018 (desde el 1% en 2015 al 3,5% en 2018), lo que exige severos ajustes en pensiones, laboral y reforma fiscal.

Capítulo aparte merece la deuda pública, que suma 270.000 millones (1,8 veces el PIB) y está en su mayor parte en manos de organismos públicos europeos. Ahora bien, cuando se materialice el tercer rescate, el pasivo de Grecia escalará al 200% del PIB en dos años, según un informe del FMI.

Por su parte, el banco estadounidense JP Morgan prevé que, incluso con las conversaciones ya en marcha, la probabilidad de un Grexit sigue siendo del 25%. Un informe de los estrategas de renta variable del banco afirma que las probabilidades de una salida se dispararán al 60% en 2015, incluso con el rescate. Los expertos inciden en que sólo hay un 15% de probabilidades de que Grecia siga en el euro a largo plazo.

JP Morgan estima que el acuerdo con los acreedores es "poco satisfactorio" para ambas partes, pues los objetivos de crecimiento y superávit primario "no son realistas". David Aserkoff, estratega del banco, dice que si Europa no claudica y acepta la idea del exministro de Finanzas, Yanis Varufakis, de imponer un bono de deuda perpetuo con un cupón a cero, existe un elevado potencial para un impago heleno con la Eurozona.

En estos momentos, el ratio de deuda de Grecia asciende al 177% del PIB. Sólo un 30% está en manos de acreedores privados, un 11% en manos del FMI y el 135 por ciento restante en entidades europeas. Esto no incluye los cerca de 89.000 millones en líneas de emergencia inyectadas a la banca (cerca del 50% del PIB).

El alivio a la deuda griega se negociará con el rescate (el BCE y también el FMI -la conocida como troika- pilotarán la discusión)

Los socios del euro despejaron el 19 de junio, los últimos obstáculos técnicos para arrancar las complicadas negociaciones del tercer rescate para Grecia, con las que evitar una salida del país del euro.

El Consejo de Gobierno del Mecanismo Europeo de Estabilidad, formado por los ministros de Finanzas de la Eurozona, dio su visto bueno para comenzar la discusión del programa de ajustes y reformas que se adjuntará al préstamo para Atenas, que se espera que ronde los 50.000 millones de euros para los próximos tres años.

La Comisión Europea, el BCE y también el FMI (la conocida como troika) pilotarán la discusión por el lado de los acreedores, que volverán a la capital griega tal y como concedió el Gobierno de Alexis Tsipras tras resistirse medio año a tal posibilidad.

Por primera vez, la Comisión Europea indicó que el alivio del endeudamiento griego también formará parte de las negociaciones, que Bruselas espera concluir para mediados de agosto. "Definitivamente, el tema está de nuevo en la agenda", reconoció ayer el Vicepresidente de la Comisión, Valdis Dombrovskis. El comisario letón dijo que desconoce "cómo exactamente" se aplicará este alivio, ya que no está en posición de comentar, pues el Ejecutivo comunitario no ha contribuido con los 240.000 millones prestados a Grecia hasta ahora. Sin embargo, comentó que esperaba que formara parte de las negociaciones "porque es algo en lo que insiste el FMI y también es claro en las conclusiones de la cumbre de líderes de la eurozona que el FMI debe formar parte del tercer programa". El Fondo ha indicado que, sin una quita sustancial de la deuda griega, no se involucraría en un nuevo programa de rescate.

El comentario de Dombrovskis llegó a rebufo de las palabras del presidente del BCE, Mario Draghi, quien el jueves subrayó que "no es controvertida" la necesidad de un alivio de la deuda en Grecia, "la cuestión es cómo hacerla dentro del marco legal". Esta renegociación de la deuda ha sido el gran caballo de batalla no sólo de Tsipras, sino también del FMI.

Washington estima que el endeudamiento heleno alcanzará niveles insostenibles de hasta el 200 por ciento del PIB durante los próximos dos años, por lo que es necesario no sólo un nuevo retraso de los vencimientos, sino incluso una quita. Sin embargo, el Gobierno alemán se muestra totalmente opuesto a un recorte del principal, tal y como ya se hizo con el endeudamiento de Grecia con el sector privado. La propia Comisión estima que, en un escenario adverso, la deuda helena podría alcanzar el 187 por ciento del PIB en 2020, y mantenerse aún en un 142 por ciento en 2030.

7.160 millones para FMI y BCE

Junto a la decisión de abrir las negociaciones de un nuevo programa hasta 2018, los socios europeos también aprobaron los 7.160 millones de euros que Grecia necesita urgentemente para pagar este lunes al Fondo Monetario Internacional y al Banco Central Europeo, sin los que cometería un default con Fráncfort que derivaría en un "Grexit".

Los países de fuera de la zona euro aceptaron recurrir al Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera (Mede), que también ellos apoyan. Eso sí, para proteger estos préstamos, respaldados por los fondos de la UE, se proveerá como garantía cantidades prometidas a Atenas en un futuro (ya sean los beneficios en manos del BCE por la compra de los bonos griegos o fondos comunitarios adjudicados a Grecia para los próximos años).

Dombrovskis señaló que se espera concluir no sólo la negociación del nuevo programa, sino también la aplicación de las primeras reformas y su revisión por parte de los acreedores en las próximas tres semanas. Por eso, dijo que se podrá recurrir a los fondos del tercer rescate para cubrir los 5.000 millones de euros en vencimientos que encara el país el 20 de agosto. Si no, los países europeos dejarán abierta la puerta a recurrir de nuevo al Mede.

No obstante, en esta ocasión resultaría más complicado encontrar los avales que piden los socios fuera del euro para proteger su involucración, lo que de nuevo volverá a poner a Grecia al borde de un impago. El fantasma del Grexit no termina de alejarse.

– Sin intención de cancelar las deudas (El Confidencial – 21/7/15)

(Por Jesús Sánchez Quiñones)

Hoy en día no existe en la práctica totalidad de los gobiernos occidentales la mínima intención de reducir la deuda púbica, de cancelar deudas; solamente se pretende refinanciarla de forma permanente. 

El incremento de los niveles de deuda pública ha sido la norma en todos los países occidentales desde el inicio de la crisis. Para reducir dicho nivel de deuda es imprescindible, primero, acabar con los déficits públicos y, posteriormente, generar superávits. Nada más lejos de la realidad. Mientras siga habiendo déficits públicos seguirá incrementándose la deuda pública en nivel absoluto, aunque en términos de PIB pueda dejar de hacerlo. 

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La actuación de los principales bancos centrales, Banco de Japón, Reserva Federal, Banco de Inglaterra y BCE, comprando ingentes cantidades de bonos soberanos directamente, o prestando a los bancos a tipos mínimos para que estos a su vez compren la deuda pública, ha creado la ilusoria percepción de que la deuda pública no se cancela nunca, sólo hay que refinanciarla. Si en el momento de su vencimiento no hay inversores dispuestos a adquirir nuevos bonos soberanos, entonces el banco central correspondiente lo hará o financiará a los bancos para que sean ellos quienes lo hagan en su lugar.

Una vez dados los primeros pasos para la puesta en marcha del tercer rescate a Grecia, surge la controversia sobre la sostenibilidad del nivel de deuda griega y la eventual necesidad de una quita. Dado el actual nivel de pagos por intereses de la economía helena, cabe poner en duda dicha necesidad de alivio en el principal de la deuda. Los dos rescates anteriores incluían un largo periodo de carencia y una extensión de los vencimientos. 

El FMI no puede participar en un rescate si considera que el nivel de deuda pública de un país no es sostenible. A su vez, las normas del BCE no permiten realizar una quita a la deuda soberana de un Estado con el organismo. La solución, previsiblemente, será renovar la deuda con un aplazamiento a larguísimo plazo de los vencimientos y unos tipos de interés ínfimos. 

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Los niveles de deuda pública de todos los países del euro, incluido Alemania, se sitúan muy por encima del límite máximo establecido en el examen de entrada en el euro de finales de los noventa (60% del PIB). Los Estados europeos se han acostumbrado a vivir altamente endeudados, sin que exista una intención de repagar dichas deudas, sino solamente de refinanciarlas con la inestimable ayuda del BCE. 

Cada vez es mayor el nivel de deuda pública que se considera deuda estructural o permanente, pero la deuda no puede crecer de forma indefinida. A su vez, los tipos no estarán siempre en los bajos niveles actuales. Cuando suban se convertirán en una pesada carga que lastrará el crecimiento. Es fácil entender por qué cada vez más inversores se sienten más seguros adquiriendo bonos corporativos en lugar de deuda pública. 

– ¿Por qué Grecia se hunde una y otra vez a pesar del rescate? (Cinco Días – 26/7/15)

(Por Bernardo de Miguel)

La venganza de la economía. Así podría titularse la historia de los dos rescates fallidos de Grecia, que en cinco años se han tragado más de 200.000 millones de euros de los contribuyentes europeos. El Eurogrupo (ministros de Economía de la zona euro) se ha empeñado en tratar la crisis griega como si fuera el bache coyuntural de un país que ha perdido la gracia de los mercados de manera temporal. Esa decisión política se ha estrellado contra la realidad económica de un país que ya estaba hundido y era insolvente antes la llegada de la troika (CE, BCE y FMI) en mayo de 2010.

En otros países rescatados, el coste de financiación se disparó como consecuencia del estallido de una burbuja inmobiliaria (Irlanda) o por contagio de las turbulencias de la zona euro (Portugal y Chipre). Pero Grecia ya llevaba año y medio sumida en la recesión cuando el 23 de abril de 2010 el entonces primer ministro, George Papandreu, pidió ayuda a la zona euro y al Fondo Monetario Internacional.

Para colmo se había descubierto que las cifras de déficit público estaban trucadas y eran casi el triple de las oficiales. Nada más entrar en el euro (2001), ya se detectó en Grecia un fraude similar. Pero la banca francesa y alemana prefirió ignorar entonces el aviso y siguieron comprando bonos griegos con la misma prima de riesgo que si fueran bunds alemanes. En 2010, cundió el miedo y la estampida fue inevitable.

Los expertos creen que en ese momento debió acometerse la reestructuración de la deuda griega, para borrar hasta dos tercios, según cálculos del economista estadounidense Barren Eichengreen. Las quitas deberían haberse negociado en un plazo máximo de cinco meses para que el coste de los rescates hubiera recaído en parte en los inversores internacionales y no solo en los contribuyentes griegos, primero, y europeos, después.

Pero Grecia no era un Estado con moneda propia, sino un miembro de un experimento tan ambicioso y singular como la Unión Monetaria Europea. Ni siquiera el FMI sabía cómo gestionar una reestructuración de deuda en ese contexto, por lo que se impuso el criterio del BCE y de la Comisión europea, organismos contrarios a que un socio de la zona euro impusiese quitas a los inversores. ¿Se sacrificó a Grecia para salvar al euro?

En todo caso, un año después, la economía se vengó por primera vez y Bruselas y Fráncfort admitieron a regañadientes una reestructuración de la deuda. Pero llegó tan tarde y con tantas cortapisas que la reducción real de la deuda griega fue muy limitada (pasó de 355.000 millones a 304.000 millones) y la caída del PIB se comió la diferencia. En 2013, Grecia cerraba con el 175% de deuda (en relación con el PIB), 30 puntos más que antes del rescate.

El desastre se agravó por los errores garrafales de la troika, que minusvaloró el impacto de los ajustes en un país tan cerrado como Grecia. "A veces hemos tratado a Grecia como si fuera Suecia y otras, como si fuera Gabón, pero el país no está en ninguno de los dos extremos", lamenta un alto cargo de la CE.

La troika erró sobre el alcance de las reformas necesarias y la voluntad (escasa) de las sucesivas administraciones para llevarlas a cabo. Cinco años después del primer rescate, Atenas sigue sin un catastro en condiciones, sin una autoridad fiscal y estadísticas verdaderamente independientes, y sin un modelo de recaudación de impuestos propio del siglo XXI. De poco ha servido subir la presión media del IVA hasta el 13%, el doble que en España (7%). En lugar de impulsar la modernización del país, Bruselas ha dado vueltas de tuerca a unos objetivos presupuestarios más contraproducentes que beneficiosos. La troika calculó que en los primeros años del rescate (hasta 2013), el PIB griego caería un 3,5%; el desplome fue del 20,6%; que el paro no pasaría del 14%, pero dobló esa cifra.

El parón de la economía griega no tiene precedentes en el resto de Europa, ni siquiera en los países que han llevado a cabo grandes ajustes. El consumo energético, un indicador que suele reflejar bastante fielmente la evolución de la actividad, cayó un 25% en Grecia entre 2009 y 2013, frente a una caída media del 3% en la UE.

En esos años, Grecia llevó a cabo un ajuste presupuestario descomunal y sin precedentes, pasando del 15% de déficit a poco más del 3% en cinco años. En el mismo tiempo, Francia solo ha reducido un punto nominal su déficit y la Comisión Europea, para no dañar la economía francesa, acaba de conceder a París otro año más, hasta 2017, para situarse por debajo del límite del 3% previsto en el Pacto de Estabilidad.

Atenas pensaba sacar provecho de ese esfuerzo e incluso soñó con volver al mercado a finales de 2014. Nada más lejos de la realidad. El Gobierno de Samaras tuvo que aceptar una prórroga del segundo rescate. Y el de Tsipras, un tercer rescate, de hasta 86.000 millones de euros, que tiene el aspecto de ser otro flotador lleno de plomo.

Fórmulas mágicas: hay tecnicismos que son pura y dura ideología

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Extend and pretend, un término que, más que en su acepción económica, debe ser utilizado en su sentido original: intentar curar la resaca bebiendo.

La ideología "progresista" actual tiene que ver mucho más con las creencias absolutas de ciertos tecnócratas en que solo hay una fórmula, que tiene poderes increíbles y que tienen que llevarla hasta el final porque así conseguirán un mundo mucho más saludable que con alternativas políticas con un contenido concreto.

A pesar que mucha gente tiene la sensación de que esta UE sólo sirve a intereses alemanes, de que los países del sur van a salir perdiendo y que, si seguimos por este camino, dentro de varios años los problemas seguirán estando ahí, sólo que manifestándose mucho más crudamente. Pero esto ocurre siempre que la tecnocracia se encierra en sí misma y no confía más que en su ortodoxia. Esto es, cuando se convierte en una burocracia que no tolera el disenso. O, por decirlo de otro modo, cuando se convierte en ideología.

Si un estado sigue tirando de déficits -más deuda- anuales del 7-8%, la bola vuelve a aumentar. Si no se reforma y se mantiene el estado hipertrofiado, el crédito generado por el rescate se usa para cubrir gastos corrientes. Si no se incentiva el crecimiento, entonces la deuda se dispara igualmente.

Es curioso que se acuse a la austeridad del aumento de la deuda. Es como acusar a la dieta de que engorde. Lo que ha hecho que el agujero griego volviese a máximos en pocos años es una reducción de gasto insuficiente y cosmética que no ha atacado los problemas de competitividad, intervencionismo y dificultad para crear empresas, que es lo que impide crecer a Grecia.

El problema es que una progresía manirrota equipara los conceptos democracia y dignidad, con déficit y crédito. Y no lo son. Precisamente si lo que quieren es "no depender de los mercados" y liberarse del "yugo de los bancos" lo que deberían defender es la austeridad. Pero no, aquí estamos para que nos presten mucho y baratito y si no queremos, declaramos la deuda odiosa y no pagamos. Pero que nos presten más. La solidaridad con el dinero de los demás.

Mientras Bernanke, la jode… (Bernie, "calladito" estás mejor)

"Hace una semana, el ex presidente de la Reserva Federal Norteamericana, Benjamin Bernanke, la lió en su último post. En él, el que para algunos ha sido el mejor presidente de la FED, argumentaba que el euro no ha funcionado como debiera, y entre muchas otras razones, debido a que durante la crisis Alemania no había jugado el papel que se esperaba de ella: gastar"… Bernanke, la que has liado (Vozpópuli – 27/7/15)

Automáticamente muchos economistas, tuiteros, analistas de primer, segundo y tercer nivel, y un puñado de tertulianos mediáticos, se hacían eco de estas palabras, indignados unos, descolocados otros, incrédulos todos.

La mayoría de comentarios poseían un mismo denominador común: ¿cómo osa culpar a la única economía que lo ha hecho bien en estos años? ¿Cómo es posible que los alemanes, ahorradores como nadie; luteranos, calvinistas o católicos como ningunos otros, que se esfuerzan día a día, sean culpables de que los vividores sureños hayan sufrido estos años de zozobra? Para muchos, el mundo al revés.

Hay razón en aquellos que entienden que no es posible criticar a Alemania como parte culpable de la crisis del sur. Los alemanes no han decidido, al menos sus ciudadanos de a pie, si la crisis económica de los periféricos, que se inició hace ya más de 7 años, deba ser más o menos intensa. La culpa, pensarán, es de aquellos que no hicieron el esfuerzo, el duro sacrificio, que nosotros sí hicimos, y por ello han pagado las consecuencias.

…y Varufakis sigue justificando lo injustificable… (otro que no acierta ni cuando rectifica)

"Dada la ausencia de un banco central que preste apoyo a las iniciativas del Estado, los atrasos en el pago del Ejecutivo heleno al sector privado -empresas y particulares- no han hecho más que empeorar desde 2008. De hecho, las deudas han superado el 3% del PIB durante cinco años. Además, el efecto de retroalimentación aumenta los atrasos tributarios que, a su vez, perpetúan el ciclo de falta de liquidez. Nuestra idea era permitir la cancelación multilateral de los atrasos entre el Estado y el sector privado utilizando la actual plataforma de pagos online de la Agencia Tributaria. Podría crearse una cuenta reserva por número de archivo fiscal en la página web de la Agencia Tributaria en la que se ingresaran los atrasos del Estado a un particular o a una empresa. De esta forma, los titulares de un número de registro fiscal podrían transferir créditos desde su cuenta reserva al Estado o a otra cuenta reserva con otro número fiscal.

Este sistema de pagos se desarrollaría con la idea de cubrir de algún modo la ausencia de mercados de deuda pública a pleno rendimiento, sobre todo durante una crisis crediticia como la que ha vivido Grecia desde 2010. Los agentes del sector privado podrían comprar créditos de la interfaz de la web de la Agencia Tributaria, utilizando sus cuentas bancarias habituales y añadirlos a su cuenta reserva. Estos créditos se podrían usar después de un año para conseguir descuentos en futuros impuestos de, por ejemplo, el 10%…

Siempre que los créditos tributarios totales se limitasen, y su cuantía fuera totalmente transparente, el resultado sería un aumento fiscalmente responsable de la liquidez de Gobierno y una vuelta más rápida a los mercados a los que Gobiernos como el de Grecia han perdido el acceso. Cuando cedí mi puesto como ministro de Finanzas a mi amigo Euclid Tsakalotos el 6 de julio, expuse una descripción completa de los proyectos del ministerio, prioridades y mejoras durante mis cinco meses al cargo. El nuevo sistema de pagos aquí descrito formaba parte de esa presentación. Ningún miembro de la prensa lo reflejó.

Pero cuando se filtró una conversación telefónica posterior con un gran número de inversores internacionales, organizada por mis amigos Norman Lamont y Davi Marsh del foro oficial de instituciones financieras y monetarias (OMFIF por sus siglas en inglés), la prensa se frotó las manos. Haciendo gala de mi compromiso con la transparencia total, autoricé a OMFIF a divulgar las cintas"… Hay algo que no funciona en el reino del euro (Expansión – FT – 28/7/15)

…el pueblo griego le responde al "teórico de los juegos", con una denuncia por "alta traición"… (al paredón)

"La Fiscalía del Tribunal Supremo griego ha transferido hoy al Parlamento griego una demanda contra el exministro de Finanzas Yanis Varufakis por su "actuación durante la negociación" con los acreedores, que en su opinión podría constituir un delito de "alta traición". La Cámara deberá evaluar ahora si sus actos estuvieron dentro de los límites del cargo de ministro de Finanzas o si hay motivos suficientes para iniciar una investigación al diputado, para lo que se le retiraría la inmunidad parlamentaria"… Yanis Varufakis se enfrenta a una denuncia por "alta traición" a Grecia (El Economista – 28/7/15)

Concretamente, los demandantes consideran que Varufakis incurrió en el delito de alta traición al haber violado con su actuación durante todas las negociaciones el mandato del pueblo tras las elecciones, que era negociar con los acreedores un acuerdo para sacar el país de la recesión.

Mientras el Parlamento delibera sobre esta primera demanda, un grupo de cinco abogados prepara un segundo pliego de acusaciones, el cual sí está relacionado directamente con las recientes revelaciones publicadas en el diario griego Kathimerini sobre el supuesto "plan B'" para que Grecia saliera del euro y regresara al dracma que podrían constituir el delito de revelación de datos personales.

En concreto, el rotativo heleno aseguraba que Varufakis había preparado un sistema de pagos y una banca paralela que permitiría cambiar del euro al dracma automáticamente ante la posibilidad de que la troika forzara el cierre de los bancos. El plan preveía la apropiación del NIF de contribuyentes y empresas mediante el "pirateo" de la web de la Secretaría General de Ingresos Públicos, un organismo bajo control absoluto de la troika. Este sistema Esto permitiría la creación de un sistema paralelo que podría funcionar en caso de que los bancos fueran obligados a cerrar y haría posible también realizar pagos entre terceros y el Estado, además de poder establecer de forma eventual la creación de un sistema bancario paralelo.

Hay algo que no funciona en el reino de Varufakis (cuando la realidad no encaja en la "teoría de los juegos")

En una encuesta reciente (15/7/15) se refleja que alrededor de un 51% de los consultados en este sondeo, realizado en 13 regiones de Grecia, recibe positivamente el acuerdo entre el Gobierno heleno y los acreedores. Y un porcentaje mucho mayor dice que el acuerdo era "necesario": un 72% frente a un 25% que no concuerda. Un porcentaje parecido al que apoya que este se apruebe en el Parlamento: 70 contra 25. Una muestra de que, a pesar del rechazo general a la austeridad, el pueblo griego está harto de la tensión y de la amenaza de la salida del euro.

Facta, non verba

Aunque Lagarde (FMI) vuelva a la carga: "hay que reestructurar la deuda griega"…

"Hay una creciente aceptación entre los acreedores de Grecia de que es inevitable una reestructuración de la deuda del país, indicó la directora gerente del Fondo Monetario Internacional el miércoles, pero esto sólo ocurrirá si Grecia asume su responsabilidad en el programa de rescate al aprobar duros recortes presupuestales y profundas reformas económicas"… Una reestructuración de la deuda griega es inevitable, dice directora del FMI (The Wall Street Journal – 29/7/15)

Tanto el compromiso de Grecia con un controversial programa de rescate y la dedicación de Europa a la reestructuración de la deuda del país aún suscitan dudas, lo cual mantiene sobre la mesa la posibilidad de una salida del país de la eurozona. En Atenas la discordia política aún amenaza con hundir el acuerdo tentativo de rescate y en Alemania, el mayor acreedor de Grecia, los funcionarios aún tienen que dar su apoyo irrestricto a la reestructuración de deuda.

"Lo que sería crítico, a mi parecer, es lo que las autoridades griegas están preparadas para hacer, no las palabras a su alrededor ni el ruido político que lo rodea… sino que demuestren compromiso y demuestren determinación" dijo la directora gerente del FMI Christine Lagarde en una conferencia de prensa virtual, "por lo tanto, actos, no palabras".

Eso requiere no sólo que Atenas apruebe un programa de recortes de presupuesto y reformas de políticas, sino que las implemente, dijo. Eso es algo que los gobiernos anteriores no lograron hacer en los últimos cinco años.

El FMI también ha sido más duro con los acreedores de Grecia en las últimas semanas, asegurando que no participará en un nuevo rescate sin una reestructuración de deuda. "Para que Grecia tenga éxito y para qué cualquier programa despegue, una reestructuración significativa de deuda debe ocurrir", dijo Lagarde.

Ese mensaje está ganando terreno en Europa, dijo. "se está convirtiendo en algo común y aceptado… es inevitable que haya un elemento de reestructuración de deuda".

… o amenace con "descolgarse" del tercer rescate… (buscando "presionar" a Alemania)

"Las negociaciones entre el Gobierno de Grecia y sus acreedores para cerrar los detalles del tercer rescate podrían complicarse. Después de alcanzar el acuerdo in extremis en una maratoniana Cumbre europea, ahora faltan por concretarse los detalles. Esta semana han empezado en Atenas las negociaciones. Y parece que podría complicarse ante las dudas del FMI. Según publica hoy el Financial Times, el organismo presidido por Christine Lagarde podría apearse del tercer programa de asistencia al país heleno, con un valor de unos 86.000 millones de euros"… El FMI podría no participar en el tercer rescate a Grecia (Cinco Días – 30/7/15)

En concreto, el diario financiero cita unos documentos del FMI según los cuales la institución le habría dicho a Grecia que no puede participar en un nuevo rescate ante los elevados niveles de deuda del país y la falta de avances en la aplicación de las reformas impuestas por la troika. Hace unas semanas, el FMI afirmó que Grecia necesitaba una reestructuración de deuda para hacerla sostenible.

El organismo presidido por Christine Lagarde seguiría participando en las negociaciones para el tercer rescate, pero no decidiría hasta dentro de unos meses, tal vez el próximo año, si participa o no en el programa de asistencia. El papel del FMI puede ser relevante en el futuro de las negociaciones, puesto que Alemania puso como condición para aceptar el nuevo rescate que esta institución siga participando en la ayuda.

El FMI tomará la decisión cuando Grecia apruebe las reformas solicitadas y, especialmente, cuando sus socios europeos aprueben alguna clase de alivio de la deuda, según el documento citado por el diario británico. Este segundo punto podría ser conflictivo, dada la cerrazón de los países europeos a aprobar una nueva reestructuración de su deuda.

… los cinco sabios alemanes ("erre que erre"), se ratifican en lo dicho: plantean "la quiebra de los estados no cooperativos" (¡ahí es nada!)

"El Consejo Asesor de Economistas del Gobierno alemán, los llamados "cinco sabios", plantean una reforma radical de la arquitectura de la Eurozona, que incluiría una reglamentación de quiebras estatales y la posibilidad de que "estados no cooperativos" abandonasen el euro. "Un estado a largo plazo no cooperativo no debe amenazar la existencia del euro. Por eso, en opinión del consejo, la salida de un estado de la unión monetaria tiene que ser posible como último recurso", señalan los "sabios" en un comunicado en el que presentan un informe especial sobre la Eurozona"… Los "sabios" alemanes plantean una reforma radical de la Eurozona (El Economista – 28/7/15)

El informe Lecciones de la crisis griega para una eurozona estable parte de la constatación de que la crisis griega puso de relieve fallos en la arquitectura de la Eurozona, que debe fortalecerse profundizando la unión bancaria.

Además, se propone remodelar los mecanismos de manejo de las crisis para que sea posible "una insolvencia estatal ordenada", de manera que se pueda hacer frente a la falta de cooperación de un estado.

El informe rechaza además la posibilidad de una mutualización de la deuda, a través de eurobonos o mecanismos alternativos, mientras no haya una unión política, para lo cual, de momento, no hay voluntad en los estados miembros.

"Para mantener la cohesión de la unión monetaria hay que reconocer que los votantes en los países acreedores no están dispuestos a financiar a largo plazo a los países deudores", señala el presidente del Consejo, Christoph M. Schmidt.

Además, también se rechazan medidas que pueden ser efectivas a corto plazo, como la creación de un seguro de desempleo europeo o de un gobierno económico, ya que, en opinión de los sabios, generarían inestabilidad a medio plazo al no estar acompañadas de una cesión de soberanía por parte de los estados miembros.

"Traspasar costos potenciales a la comunidad sin una cesión de soberanía en la política económica y financiera por parte de los estados miembros llevarían tarde o temprano a más inestabilidad", advierten los "sabios".

La gestión ha sido exitosa

Pese a la necesidad de reformas en la Eurozona, estos expertos creen que la política de gestión de la crisis ha tenido éxitos claros, que pueden perderse de vista debido a los problemas particulares del caso griego.

"En primer lugar, se conjuró una crisis financiera sistémica que hubiera podido perjudicar gravemente a todos los miembros de la eurozona", dice el informe.

Además, se crearon instituciones importantes como el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) y, según los "sabios", los programas de rescate paliaron los efectos de la crisis en los países afectados.

"Sin la ayuda de los socios europeos y del FMI, los países en crisis se hubieran visto forzados a hacer ajustes mucho más dolorosos", aseguró Schmidt.

"Los créditos de ayuda extendieron a varios años la consolidación de los presupuestos. Por eso los programas de rescate ayudaron a evitar una política de austeridad más dura", agregó.

Se puede decir más alto, pero no más claro…

Hipótesis falsas y paradojas económicas (el "principio" de la historia)

En un artículo titulado en Vozpópuli (29//7/15), "La inevitable esquizofrenia alemana", Roger Senserrich, un politólogo residente en New Haven, Connecticut, EEUU, dice:

(…)

Los líderes europeos acabaron por ir a la guerra para contener a Alemania en 1914, impusieron una paz draconiana para desarmarla en 1919, y acabaron con el continente en ruinas apenas dos décadas más tarde. La partición fue de nuevo otro intento de desactivar el problema germano, pero a principios de los años cincuenta la República Federal Alemana no tardo en eclipsar de nuevo a las economías de sus vecinos.

La respuesta de los líderes europeos y de la propia Alemania, sin embargo, esta vez fue distinta. Lejos de formar alianzas que actuaran como contrapeso o crear fórmulas para limitar su crecimiento, Europa y Estados Unidos buscaron estrategias para poner al coloso alemán al servicio de una causa común. Adenauer y la República Federal aceptaron renunciar a tener una política exterior autónoma, dejando de lado una parte considerable de su soberanía, a cambio de convertirse en el motor económico del continente. De este modo Francia podía seguir jugando a ser un país importante gracias a su asociación con sus vecinos del este, y los alemanes podían dedicarse a reconstruir el país sin el riesgo de ser considerados un peligro público para la humanidad.

Tras setenta años de fracasos, el acuerdo funcionó. El sistema institucional de las instituciones europeas, los tratados militares con Estados Unidos y todo el andamiaje del continente se construyó bajo estos supuestos. Alemania aceptó su papel de centro económico del continente, con voz pero sin voto, a cambio de dejar de ser considerado un apestado. La Europa de postguerra es, en gran medida, la historia de una estructura institucional diseñada para evitar que Alemania fuera la potencia hegemónica del continente, y fue un éxito admirable.

Lo que nos lleva a la Unión Europea del 2015, y los problemas de la eurozona. Con contadas excepciones, las instituciones del continente siguen diseñadas bajo estos mismos principios. El euro, sin ir más lejos, fue una de las condiciones de Mitterrand para permitir la reunificación alemana; Francia quiso retirar el control de la moneda a sus vecinos para evitar que el marco fuera aún más dominante. El BCE está diseñado a imagen y semejanza del Bundesbank, pero no se limita a velar sólo por los intereses de Berlín. La ampliación de la UE hacia el este fue lenta y deliberada, con los germanos de nuevo pagando la mayor parte de la factura. Las votaciones dentro del Consejo Europeo siguen primando los estados, limitando el enorme peso demográfico de Alemania y sus aliados naturales, ahora dentro de la Unión.

La crisis del euro, sin embargo, ha hecho evidente los problemas de este modelo. Las instituciones europeas están diseñadas para evitar que Alemania actúe como una potencia hegemónica e imponga al continente sus soluciones. En un momento en que cualquier solución a los problemas del euro pasa necesariamente por Alemania, estamos ante un escenario en que todo el mundo pide que den un paso adelante para arreglar las cosas, pero bajo unas instituciones que no están diseñadas para responder a su liderazgo.

Los problemas institucionales del euro nacen en parte por su diseño como un instrumento para limitar a Alemania. La moneda única se crea para evitar que Berlín utilice el privilegio de ser la moneda de reserva del continente y su envidiable posición comercial para dictar la política monetaria a sus vecinos. Con el euro, Alemania conservó su posición comercial pero perdió su vieja capacidad de forzar devaluaciones en la periferia europea cuando las cosas se salían de madre. Grecia, España, Portugal e Italia ahora sufren/disfrutan los desequilibrios en la balanza de pagos (sea en forma de burbuja o el crash posterior) como antes, pero Alemania ya no puede pedirles educadamente que se empobrezcan depreciando su moneda si se portan mal. La hegemonía económica sigue ahí, pero la UE ha creado un mecanismo para evitar que puedan ejercerla.

Dado que la estructura de la moneda única se basa en desconfiar de las imposiciones alemanas, esto hace que Alemania desconfíe de las decisiones del resto del continente: aunque ellos son los que acaban pagando la factura, las instituciones están construidas para que no puedan hacer efectiva su posición dominante. El resultado es una negociación absurda donde Merkel nunca va a atreverse a dar concesiones significativas ya que nunca tiene instrumentos válidos para hacer cumplir sus condiciones.

Paradójicamente, es posible que la única forma de arreglar los problemas de la eurozona sea dar más poder de decisión a Alemania, no menos. Si la solución de los problemas del continente pasa porque Alemania pague más ya que es la potencia económica del continente, es necesario también que se le permita ejercer un liderazgo político. En la eurozona llevamos años pidiendo al país más poderoso que ponga dinero sobre la mesa y que renuncie a su capacidad de controlarlo. Si queremos reformar las instituciones europeas de forma efectiva, es hora de dejar de lado la vieja política de intentar contener a Alemania, y darle los instrumentos para poder solucionar los problemas, no sólo para crearlos.

A medio plazo, esto requerirá una renuncia real de la soberanía de los estados de la eurozona hacia el centro. El euro "desarmó" a Alemania; es hora de crear unas instituciones democráticas europeas (que estarán dominadas por los países del norte, no nos engañemos – el centro demográfico de la Unión está ahí) que permitan hacer una política de transferencias a cambio de reformas efectivas.

Sí solo Merkel y los alemanes pueden solucionar los problemas del euro, es hora de darles las herramientas para que puedan hacerlo. Eso significa más democracia en la UE, y más concretamente, una democracia en la que la mayoría del norte nos impone reformas a los países del sur. Esa será la única manera de que Alemania acceda a financiar a la periferia sin imponer austeridad, y una de las pocas vías de escape realistas para salir de la crisis.

Cuando los "Apóstoles" utilizan distintas varas de medir (un sesgo sospechoso)

Se cruza en mi camino (esa bendita hemeroteca, que tanto odian los políticos… ¿y algunos "académicos"?), una última noticia sobre la "quiebra" de Puerto Rico, que no me resisto a compartir con ustedes (pacientes lectores), para que puedan comprobar las significativas coincidencias con el caso griego, lo que confirmaría la sorpresa (alarma intelectual), que causa la "bipolaridad" de Krugman y Stiglitz, en su actitud beligerante para el "perdón" de la deuda de Grecia y el "silencio sepulcral" frente al tratamiento de la deuda de Puerto Rico. ¿Será que el pueblo griego sufre la pobreza, de forma diferente que el pueblo puertorriquense? ¿Será que a los Apóstoles, les preocupa más los que ocurre "lejos de casa", que en su "patio trasero"? That is the question…

– Puerto Rico, cerca de un vencimiento clave (The Wall Street Journal – 30/7/15)

(Por Aaron Kuriloff)

Los inversionistas se están preparando para que Puerto Rico incumpla el pago de alrededor de US$ 58 millones en un vencimiento de sus bonos en los próximos días, mientras ese estado asociado de Estados Unidos intenta reestructurar una deuda de US$ 72.000 millones.

La fecha límite del sábado podría marcar el primer pago a los tenedores de bonos que Puerto Rico se saltea desde que el gobernador Alejandro García Padilla dijo el mes pasado que las deudas de la isla eran insostenibles e instó a negociar con los acreedores. Dado que el sábado es parte del fin de semana, el pago puede hacerse lunes, dijo una portavoz de Puerto Rico.

Public Finance Corp., una unidad de financiamiento del gobierno de Puerto Rico, notificó este mes a los tenedores de bonos de apropiación, por lo general aquellos destinados para financiar fines específicos, que no había transferido dinero al fideicomiso encargado de pagar un vencimiento de comienzos de agosto. La corporación dijo que la legislatura de la isla no había asignado los fondos para el pago. La transferencia omitida llevó a algunas firmas de calificación crediticia a decir que era muy probable que Puerto Rico entrara en default.

Algunos bonos de Public Finance Corp. con vencimiento en 2031 tocaron un mínimo histórico por debajo de 12 centavos de dólar esta semana, de acuerdo con el sitio web de Electronic Municipal Market Access.

Los inversionistas se han preparó para una cascada de impagos desde el mes pasado, cuando García Padilla pidió negociar con los tenedores de bonos para retrasar algunos vencimientos.

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