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El problema del progreso social



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    El problema del progreso social – Monografias.com

    Se entiende por progreso el movimiento ascensional, el movimiento que va de lo inferior a lo superior y de lo simple a lo complejo. A la par del concepto de progreso, tenemos el concepto de regreso. Este designa el movimiento descendente, el que va de lo complejo a lo simple o de lo superior a lo inferior. La pregunta es la siguiente: ¿Qué momento se impone como tendencia general en el movimiento de la sociedad? ¿Se mueve la sociedad de una u otra forma o es la sociedad un orden de cosas estático? Estas y otras muchas interrogantes nos podemos hacer con respecto al movimiento social.

    No todos los pensadores han respondido de igual forma a estas preguntas. Según el norteamericano G. Iggers "podemos aceptar hoy la idea del progreso únicamente con grandes limitaciones. El progreso es por ahora sólo una hipótesis y, además, muy discutible"[1]. La idea del progreso social fue introducida en el siglo XVIII por los ilustradores A. Turgot, J. Condorcet y J. Herder entre otros. Y este planteamiento estaba asociado al rápido progreso del capitalismo que en este siglo tuvo lugar.

    Para que la idea de que la sociedad progresa se impusiera debía darse determinadas premisas. En primer lugar, debía darse la condición de que los cambios sociales se hicieran evidentes durante la corta vida de un individuo. Si el hombre nacía y moría, y en el lapso de su vida no se hacía evidente los cambios sociales; entonces no se imponía la idea del progreso social. La aceleración del progreso social al punto de que durante la vida de un individuo se hiciera evidente los cambios es una premisa necesaria para que la idea del progreso social se imponga. En segundo lugar, debe darse la condición de que estos cambios sociales favorezcan a la mayoría. Y si no a la mayoría al menos a una parte de la población cada día más amplia. Para que la idea del progreso social se impusiera debía darse una base social a la idea lo suficientemente amplia, de forma tal que esta base social sustantivara la idea. Los pensadores (sociólogos, historiadores, filósofos, etc.) que hoy día niegan la existencia del progreso social se deben a que los cambios sociales no les favorecen en sentido general. Las ideas que se tiene acerca de la sociedad dependen del lugar que ocupa el hombre que produce estas ideas en esta sociedad.

    No todos los filósofos, sociólogos, historiadores, etc. (en general: pensadores), que están de acuerdo en que hay progreso social, han buscado la fuente de este progreso en las mismas causas. Para Torgot y Condorcet la causa del progreso social había que buscarla en la capacidad infinita de perfeccionamiento del intelecto humano. Según Hegel la causa de este movimiento hay que buscarla en el autodesarrollo espontáneo del espíritu absoluto, que encuentra su remate en la idea de libertad. En Hegel, la realización sucesiva de la libertad es el móvil (causa) del progreso social.

    Para el marxismo, el criterio (causa) del desarrollo (progreso) de la sociedad son las fuerzas productivas. En la obra El problema agrario de la socialdemocracia en la primera revolución rusa de 1905-1907, Lenin define las fuerzas productivas como "criterio supremo del progreso social"[2]. Aquí Lenin sigue las ideas de C. Marx. Según Marx, "lo que distingue las épocas económicas unas de otras no es lo que se hace, sino el cómo se hace, con qué instrumentos de trabajo se hace"[3]. Y en el Prólogo de la contribución a la crítica de la economía política nos dice: "En la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales… Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes… De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de revolución social… Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua… A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas épocas de progreso, en la formación económica en la sociedad, el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués…"[4]. Para el marxismo, como puede leerse, la causa última del progreso social hay que buscarlo en el desarrollo de las fuerzas productivas.

    La realidad es que Marx y Engels rechazaron la concepción fatalista de la necesidad histórica como algo externo que domina sobre los hombres y sus acciones. Engels decía: "La historia no hace nada, "no posee ninguna riqueza inmensa", "no libra ninguna clase de luchas". El que hace todo esto, el que posee y lucha, es más bien el hombre, el hombre real, viviente; no es, digamos, la historia quien utiliza al hombre como medio para elaborar sus fines –como si se tratara de una persona aparte-, pues la historia no es sino la actividad del hombre que persigue sus objetivos"[5].

    Esta tirada engelsiana está dirigida fundamentalmente contra Hegel, pero es válida contra muchas teorías filosóficas. En Hegel la historia trabaja astutamente. Según Hegel los hombres creen perseguir sus fines, y lo hacen pero al hacerlo realizan la finalidad histórica. En Hegel la historia es astuta, pues "engaña" a los hombres. Según Hegel, lo que se realiza en el quehacer humano es la idea de libertad. Esta idea de libertad se encuentra, por principio fuera del hombre concreto. La libertad en Hegel es una idea abstracta, idea para la cual trabaja la historia.

    Normalmente las distintas filosofías lo que hacen es destacar un concepto cualquiera (el que más le guaste al filósofo) y presentarlo como móvil de la historia. Aquí el móvil de la historia es traído desde fuera (como la capacidad infinita de perfeccionamiento del intelecto humano de Condorcet o como la idea delibertad en Hegel) y presentado como causa última. Surge la pregunta siguiente: ¿No es, también, el desarrollo de las fuerzas productivas un criterio tomado desde fuera de la sociedad?

    Al destacar el desarrollo de las fuerzas productivas como criterio universal del progreso social, se olvida dos cosas: primero, que las fuerzas productivas las desarrollan los hombres (no se desarrollan por sí solas) y, segundo, se encuentran fuera de la sociedad. El tractor, la locomotora o la nave cósmica (encarnaciones de las fuerzas productivas) no son sociedad. Las fuerzas productivas no son sociedad. Son la prolongación del cuerpo y la mente del hombre hacia la naturaleza, incluyendo la propia mente y el propio cuerpo del hombre. Es aquello que yace entre el hombre y la naturaleza. La sociedad es el conjunto de relaciones sociales, que existen de forma actual y concreta entre los distintos individuos, y que se trasmiten de generación a generación, creando una continuidad histórica, es decir, una historia. Por tanto, no es el hombre ni sus instrumentos y objetos de trabajo.

    A nosotros nos parece que el criterio de progreso social hay que buscarlo en las relaciones sociales (lo que equivale a decir: en la sociedad). Si la sociedad es el conjunto de relaciones sociales y se trata de encontrar el criterio de progreso social (es decir, progreso en la sociedad), entonces este criterio se encuentra en la sociedad misma, es decir, en el conjunto de estas relaciones. Y no en las fuerzas productivas que, por demás, se encuentran fuera de la sociedad. El movimiento hay que entenderlo como automovimiento, el desarrollo como autodesarrollo y el progreso como autoprogreso. El criterio del progreso social hay que buscarlo en la sociedad, es decir, dentro de la sociedad, y no en las fuerzas productivas que se encuentran fuera.

    Marx se acerca a esta idea. Para Marx la sociedad (el conjunto de las relaciones sociales) es concreta. Según Marx cada época histórica tiene sus propias relaciones sociales. Según él, al morir una sociedad mueren las relaciones sociales que la caracterizaban. En Marx estas sociedades se levantan sobre la base de un determinado modo de producción, modo de producción que cambia de una época a otra y que es portador de relaciones de producción concretas. Para él, el conjunto de las relaciones de producción (elemento consustancial al modo de producción) forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura, en la cual se encuentra la moral, el derecho, la religión, etc. El sistema de la base y de la superestructura forma la sociedad en concreto, es decir, la formación económico-social o la sociedad concreta.

    El propio Marx cita a un crítico suyo en el prólogo a la primera edición de El Capital de 1873 como forma adecuada de interpretar su teoría. Este crítico nos dice: "Pero es, se dirá, que las leyes generales de la vida económica son siempre las mismas, ya se proyecten sobre el presente o sobre el pasado. Eso es precisamente lo que niega Marx. Para él, no existen tales leyes abstractas… Según su criterio, ocurre lo contrario: cada época histórica tiene sus propias leyes… Tan pronto como la vida supera una determinada fase de su desarrollo, saliendo de una etapa para entrar en otra, empieza a estar presidida por leyes distintas"[6]

    Por tanto, desde el punto de vista de la concepción concreta del progreso social de Marx, la causa última del desarrollo social (del progreso social) hay que buscarlo en la base económica, es decir, en la estructura económica de la sociedad, o lo que es lo mismo: en el conjunto de las relaciones de producción. La historia universal, desde el punto de vista de esta concepción, será, pues, la sucesión de estas sociedades concretas. Una determinada sociedad concreta, que se levantan sobre la cabeza muerta de la anterior, sirve posteriormente de cadáver de alimentación de la sociedad futura. Así, lo nuevo se impone sobre lo viejo, y lo que ahora es nuevo mañana será viejo, dando paso a otra forma más nueva. Según Marx, la historia universal conoce hasta ahora en occidente tres formaciones económico-sociales bien delimitadas: el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo.

    El marxismo trajo la idea del contenido concreto del progreso social. Marx advirtió que "en general, el concepto de progreso no se debe tomar en una abstracción ordinaria"[7]. Esto significa en Marx que cada época histórica tiene su criterio de progreso social, que el progreso social hay que analizarlo de forma concreta. Al mismo tiempo, se inclina en ocasiones por un análisis abstracto.

    La oposición entre la concepción abstracta del progreso social y su concepción concreta no siempre se ha tenido en cuenta. El propio Marx es ambivalente. Se mueve entre una y la otra. La concepción abstracta postula que para todos los tiempos y todos los lugares el criterio del progreso social es el mismo. La concepción concreta que Marx introduce (y que muchos seguidores de Marx pierden de vista) postula que el criterio de progreso social hay que analizarlo históricamente, de modo que cada formación económico social tiene su criterio.

    La ley de la correspondencia de las relaciones de producción al carácter y nivel de desarrollo de las fuerzas productivas es abstracta. Es válida para todos los tiempos y lugares. Según V. Kelle y M. Kovalzon, "esta es una ley sociológica general, que ha estado vigente a lo largo de toda la historia de la humanidad, y el análisis de dicha ley permite ver la honda esencia del progreso histórico"[8].

    Algunos teóricos tratan de salir de la oposición entre la concepción concreta y la concepción abstracta del progreso social diciendo que las leyes sociales pueden ser singulares, particulares y generales (o universales), destacándose como singular, entre otras, la ley de la plusvalía y como general la ley de la correspondencia a que hicimos referencia anteriormente. Este argumento de hecho no resuelve el problema, pues bien –una de dos- o bien el criterio del progreso social es concreto o bien es abstracto; una dialéctica de lo abstracto y lo concreto no puede ser una solución ecléctica, sino aquella donde uno es absoluto y el otro relativo.

    A nosotros nos parece que la ley de la correspondencia de las relaciones de producción al carácter y nivel de desarrollo de las fuerzas productivas a veces es mal interpretada. En carta a Annenkov fechada el 28 de diciembre de 1846 Marx nos dice: "Los hombres no renuncian nunca a lo que han conquistado, pero esto no quiere decir que no renuncien nunca a las formas sociales bajo las cuales han adquirido determinadas fuerzas productivas. Todo lo contrario. Para no verse privados del resultado adquirido, para no perder los frutos de la civilización, los hombres se ven constreñidos, desde el momento en que el tipo de comercio no corresponde ya a las fuerzas de producción adquiridas, a modificar todas sus formas sociales tradicionales"[9].

    Esta idea de Marx interpreta la relación entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción un tanto "mecanicista". En Marx, las fuerzas productivas determinan "abiertamente", directamente las relaciones de producción. En Marx las relaciones de producción nuevas se imponen por su propio peso sobre las viejas acuciadas por la "gravitación" de las fuerzas productivas. Véase al respecto a Marx en la cita del prólogo de la contribución a la crítica de la economía política antes expuesta.

    Según Kelle y Kovalzon "no se debe interpretar de modo mecanicista la tesis marxista del papel entorpecedor de las viejas relaciones de producción, como si se tratara de un freno que puede parar un tren. La producción –según ellos- , lejos de cesar completamente, no se interrumpe en su desarrollo incluso cuando rigen las viejas relaciones de producción"[10]. Estos autores, criticando la producción capitalista, señalan que esta tesis "supone únicamente que… el avance de la producción es en extremo desigual y unilateral. Las fuerzas productivas se desarrollan a través de catástrofes y crisis. Los descubrimientos de la ciencia y la técnica se ponen al servicio de la guerra, del exterminio y de la lucha contra las fuerzas del progreso… Por consiguiente, la transformación de las relaciones de producción capitalistas en freno para las fuerzas productivas no acarrea… el cese del desarrollo de las mismas"[11].

    Es evidente que entre la interpretación de estos autores de la conocida ley y la que hace Marx hay una distancia. En Marx, las viejas relaciones de producción sí frenan el desarrollo de las fuerzas productivas. Él es tajante y claro: Las viejas relaciones de producción, al llegar a determinado grado, frenan el desarrollo de las fuerzas productiva; de modo que éstas, a determinado nivel de conflicto, rompen las viejas formas (relaciones de producción) dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí y se visten de nuevas formas. La dialéctica que ve aquí Marx es la del contenido y la forma.

    La historia demuestra que el paso de una formación socioeconómica a otra es un proceso complejo, y que transcurre por varias líneas: En primer lugar, debe darse la condición de que las relaciones de producción vigentes en la vieja sociedad maduren lo suficiente, agoten las posibilidades de su desarrollo, agotamiento que nunca es absoluto, sino sólo relativo. En principio, las viejas relaciones de producción siempre tienen capacidad de autodesarrollo, y siempre abren un espacio para el subsiguiente desarrollo de las fuerzas productivas. Por ello, nunca dejan (las viejas relaciones de producción) de desarrollarse, de abrir posibilidades de desarrollo. En segundo lugar, aquí lo nuevo no cae por su propio peso de lo viejo. Lo nuevo tiene que surgir en las entrañas de lo viejo. La contradicción entre las viejas relaciones de producción y las fuerzas productivas se expresa en el hecho en que las viejas relaciones de producción engendran (paren) nuevas relaciones de producción, que son su negación. Las nuevas relaciones de producción son la realización de las posibilidades de las viejas. En un inicio, estas nueva relaciones de producción son un momento secundario de las viajas, son su continuidad, el fruto de la lógica de su desarrollo.

    Así, por ejemplo, las relaciones esclavistas de producción nacen en el seno de la sociedad gentilicia (primitiva); Las relaciones feudales (con el colonato), en el seno de las relaciones esclavistas; las relaciones capitalistas de producción, en el seno de la sociedad feudal. El conflicto, en fin, se desencadena no entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, sino entre las viejas relaciones de producción y las nuevas relaciones, que surgen en las entrañas de las viejas como su continuidad lógica.

    La sociedad gentilicia no es una formación socioeconómica en el sentido literal de la palabra. La sociedad gentilicia es el resultado al que abocó el desarrollo de la sociedad primitiva, que en términos generales es período de tránsito del reino biótico a las formas sociales del movimiento. La historia comienza, en occidente, con el esclavismo. Su forma clásica fue la cultura greco-romana.

    En la sociedad primitiva dominan los nexos consanguíneos. La familia, primero la familia por grupos (la punalúa, etc) y después por parejas (la sindiásmica), eran la base de la organización social. No había superestructura social (ni derecho, ni política, ni moral, etc.), y, por consiguiente, no había base económica (la base sin la superestructura es inconcebible). Claro que en el período de descomposición de la sociedad gentilicia van surgiendo todos estos elementos (la moral, el derecho, la política, las relaciones económicas, etc.). Pero sólo se puede entender este proceso como período de tránsito hacia la historia, es decir, como descomposición de esta sociedad (la gentilicia). El surgimiento del esclavismo, con todos sus elementos es una revolución social.

    Allá donde el hombre se separaba de la naturaleza (sociedad primitiva) no se puede hablar aun de modo de producción. El modo de producción, entendido como la unidad de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, es un producto de la civilización, al menos del período de descomposición de la sociedad gentilicia. En la sociedad gentilicia, es decir, basada en la gens y el matriarcado (última etapa de desarrollo de la sociedad primitiva, que se corresponde con la barbarie) la forma en la que se organizaba la producción es la familia. El concepto "modo de producción" se refiere a lo económico y no las relaciones familiares.

    Claro que la familia gentilicia es una determinada forma de organizar la producción, es decir, un determinado modo de producir. Pero no es el modo de producción del que se habla en economía política, en sociología, etc. El modo de producción, del que habla Marx, se refiere a la forma en que se impone la economía a partir de la entrada a la civilización (lo que se corresponde con el establecimiento de la familia monogámica y el patriarcado). Durante toda la etapa del desarrollo de la sociedad primitiva, primero el salvajismo con la familia por grupos y después la barbarie con la familia binuclear o sindiásmica lo que se impone como móvil del desarrollo social es la familia basada en los nexos consanguíneos. El factor determinante en la vida social hasta aquí es lo biológico, y no la economía. Con la entrada a la civilización y el establecimiento de la familia monogámica (basada en el dominio del hombre sobre la mujer, es decir, basada en el patriarcado) es que comienza a imponerse la economía como factor determinante de la historia.

    Al respecto Engels señala que la monogamia "fue la primera forma de familia que no se basaba en condiciones naturales, sino económicas, y concretamente en el triunfo de la propiedad privada"[12]. Para Engels, que sigue a Morgan, las formas anteriores de familia evolucionaron de acuerdo a leyes biológicas, es decir, de acuerdo a la selección natural. Él nos dice: "La selección natural había realizado su obra reduciendo cada vez más la comunidad de los matrimonios; nada le quedaba ya que hacer en este sentido. Por tanto, si no hubiera entrado en juego nuevas fuerzas motrices de orden social, no hubiera habido ninguna razón para que de la familia sindiásmica naciera otra nueva… (La nueva forma a que se refiere es la monogámica)"[13]. Es decir que para Engels, punto de vista que es correcto, la entrada en la historia (a la civilización) es el cambio de factores que actúan como móviles del desarrollo: el factor biótico (los nexos consanguíneos familiares) le cede el puesto al económico.

    En ocasiones se nos dice que las relaciones técnicas no entran en el concepto de las relaciones de producción, que son parte de las fuerzas productivas, y que estas últimas expresan las relaciones del hombre con la naturaleza[14]Esta idea no es del todo exacta. Dentro de las relaciones de producción entran tanto las relaciones técnicas y como las relaciones de propiedad. También, en ocasiones se nos habla de que en la sociedad primitiva imperaban relaciones de propiedad social en su forma más simple: la propiedad comunal[15]La propiedad no surge con el surgimiento del hombre. Es un producto del desarrollo social. En un inicio, el hombre primitivo tomaba directamente de la naturaleza los bienes de uso y consumo. No existía la propiedad. La naturaleza les pertenecía por entero, y ellos mismos eran una parte más de la naturaleza. Lo que era de todos no era de nadie. El surgimiento de formas de propiedad es un producto tardío del desarrollo de la sociedad primitiva, de su período de descomposición. Sólo son el preámbulo a las formas esclavistas de propiedad.

    Si queremos entender cómo desde el seno de la sociedad gentilicia surge el esclavismo, es preciso remitirse a la producción de bienes materiales de esta sociedad primitiva, exactamente al surgimiento del excedente. Pero no a la dialéctica de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, sino a la dialéctica de la producción y las necesidades. Para satisfacer sus necesidades, el hombre desarrolla su producción. Esta producción crea nuevas necesidades, más amplias y desarrolladas; que a su vez plantean la necesidad de desarrollar aun más la producción. El ciclo ampliado: necesidades – producción – más necesidades, tiene por resultado final la aparición del excedente.

    Las ciencias auxiliares de la historia demuestran que en el seno de la sociedad gentilicia se fue dando la producción de un excedente de bienes de consumo, dado el alto grado (para su momento) alcanzado por la producción y las necesidades. En un inicio (que pudo implicar miles de años) este excedente era guardado por la tribu para casos de emergencia (guerras, desastres climáticos, etc.). Al pasar el tiempo, este excedente fue creciendo y se hizo superfluo guardarlo todo, dándose así la posibilidad y el hecho de la apropiación personal del mismo, en un inicio por parte del cacique, del chamán, de los guerreros más fuertes, etc. Con ello se da paso al surgimiento de la desigualdad social. Para este momento del desarrollo en el seno de la tribu, hay quienes poseen más y quienes poseen menos. Si suponemos que la producción sigue creciendo, es fácil darse cuente que pronto comienzan a sobrar, también, instrumentos de trabajo, armas de combate, etc. En un inicio, estos sobrantes eran administrados por la tribu, pero al pasar el tiempo, con su incremento surge también la apropiación personal de los mismos. De este modo surge, en el seno de la sociedad gentilicia, la propiedad privada. Es el proceso de descomposición de la sociedad gentilicia.

    Sólo con la aparición de la propiedad privada cobra sentido hablar de propiedad comunal. La una no puede existir sin la otra. Son dos polos de una misma realidad (relación), lo que en un momento de la historia se impone uno y en otro momento se impone el otro.

    Para entender cómo surge el esclavismo hay que remitirse a otra línea del análisis. El estado permanente de la tribu es el de la guerra. La paz es sólo un estado temporal. Las tribus continuamente guerreaban (por territorios, áreas de casa, etc.). En un inicio, los prisioneros de guerra eran sacrificados. La tribu vencedora exterminaba a la tribu vencida y se apropiaba de sus territorios, áreas de casa, etc. Se cuenta que hasta se los comían (se practicaba el canibalismo). Pero cuando el número de miembros de la tribu fue lo suficientemente grande, se abre paso la idea de adoptar a los infantes, sacrificar a los más peligrosos pero a los menores dejarles vivir en calidad de esclavos dentro de la tribu. Estos esclavos en un comienzo eran esclavos sociales. En un inicio trabajaban para la tribu en la recolección, en la ganadería o en la alfarería. Por una parte, era mejor para la persona que le perdonaran la vida y lo aceptasen en calidad de esclavo a que le quitaran la vida. Por la otra, era mejor para la tribu tomarlo en calidad de esclavo, pues era una fuerza productiva más. En este momento de la historia la principal fuerza productiva era el hombre mismo. Con el pasar del tiempo, esta forma elemental de esclavitud se fue ampliando. Si el número de integrante de la tribu era lo suficientemente grande, se podía dar el lujo sin temor al peligro de rebelión de adoptar a todos los vencidos, sin necesidad de sacrificar a nadie. En este momento de la historia la esclavitud es un fenómeno ampliamente latente en el seno de la sociedad gentilicia.

    Al conjugarse la propiedad privada con la esclavitud social da como resultado que los propietarios de los medios fundamentales de producción: el cacique, el chamán, los guerreros, etc., se apropien de forma privada de los esclavos sociales. Surge así la propiedad privada sobre los esclavos.

    Aun aquí no hay todavía esclavitud en el sentido pleno de la palabra, es sólo un momento de las relaciones sociales. Para que la esclavitud se imponga como sistema hubo de imponerse la esclavitud para los propios miembros de la tribu. Y esto pudo implicar miles de años. Los miembros de la tribu que eran juzgados por distintos hechos ("delitos"): endeudamiento, traición, homicidio, etc., se les imponía el castigo de pasar a ser esclavos (bien de forma permanente, bien de forma parcial). Cuando la esclavitud se transforma en un hecho para los integrantes de la propia tribu vencedora y los esclavistas se apropian de la sociedad de modo que esclavos y esclavistas son la mayoría de la sociedad, entonces estamos ya en pleno esclavismo.

    La esclavitud, con su propiedad privada, es un invento de la sociedad, es un concepto que toma cuerpo en la vida social, en el sistema de las relaciones sociales; es una idea hecha sociedad. Marx descubre esto al analizar las categorías de la economía política burguesa. Él nos dice: "Estas formas –se refiere al capital, la plusvalía, el valor, etc.- son precisamente las que constituyen las categorías de la economía burguesa. Son formas mentales aceptadas por la sociedad, y por tanto, objetivas, en que se expresan las condiciones de producción de este régimen social de producción históricamente dado que es la producción de mercancías"[16].

    Por tanto, para Marx las categorías económicas son formas mentales (aceptadas por la humanidad y, por tanto, objetivas). No sólo las categorías de la economía burguesa son formas mentales, todas las categorías económicas de todas las sociedades son formas mentales, es decir, ideas objetivadas. La esclavitud, la propiedad, etc., son formas mentales. Pero en este punto Marx retroceso. En su obra El Capital él, refiriéndose a las mercancías nos dice: "su materialidad como valores es puramente social"[17]. Así que para Marx el valor es material. ¿Cómo puede ser material y una forma mental al mismo tiempo?

    Esta limitación de Marx es histórica. Marx no puede entender la naturaleza ideal de las categorías económicas porque en el momento en que le toco vivir el dinero estaba asociado al oro, era su envoltura material. Y como el valor y el dinero son la relación económica fundamental de la sociedad capitalista, entonces el resto de las categorías económicas le resultaban también materiales. Sólo cuando el presidente de los EE.UU Nixon en 1971 quitó el respaldo en oro al dólar, y sólo cuando pasado cierto tiempo esta situación pudo hacerse patente es que se puede entender que el dinero es ideal. El dólar es una forma mental aceptada por la humanidad y, por tanto, objetiva, que consiste en la credibilidad en el poder y perdurabilidad del estado.

    Lo peculiar de estas formas mentales es que se van tejiendo de forma histórica. Para que se objetiven se necesita que se plasmen en el entramado de las relaciones sociales históricamente. No son la realización de la idea de un hombre aislado, sino del conjunto de todos los hombres a lo largo de un prolongado proceso histórico, en que van conformando la idea.

    Después esta idea objetiva (a decir de Marx: esta forma mental) se transforma en un caparazón que se le impone al hombre desde fuera y lo enajena, lo aliena y domina. La historia (hasta ahora) ha sido la sucesión histórica de estas formas mentales (categorías económicas), en las que unas categorías van sucediendo y negando a las otras. El progreso social ha consistido, por tanto, en la sucesión y negación de estas categorías económicas. Cada formación socioeconómica la que hace es subsumir, "eliminar" (en el sentido hegeliano de este término), superar la forma anterior y elevar la sociedad a un nuevo y superior peldaño.

    Esta forma de entender la historia explica coherentemente el hecho de que en pleno siglo XIX en el sur de los EE.UU. y en Cuba se desarrollaran relaciones esclavistas de producción. ¿Cómo explicarse que a pesar del inmenso desarrollo de las fuerzas productivas alcanzadas para mediados del siglo XIX en Cuba y en los EE.UU, cuando ya se había introducido la máquina de vapor y los ferrocarriles, se desarrollaran, al mismo tiempo, formas esclavistas de producción en estos países? Si el desarrollo de las fuerzas productivas determina directamente el grado de desarrollo de las relaciones sociales de producción, entonces a un determinado grado de desarrollo de aquellas (las fuerzas productivas) debería corresponder un determinado grado de desarrollo de éstas (las relaciones de producción). Desde este punto de vista, para mediados del siglo XIX en Cuba y en los EE.UU deberá imponerse el capitalismo y no el esclavismo, pues el desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas lo harían caer por su propio peso.

    Así, se nos dice: "Estos últimos –se refiere a los medios de trabajo- determinan las relaciones de producción porque su carácter y nivel de desarrollo y, ante todo, de los medios e instrumentos de producción, imponen la necesidad de determinadas relaciones entre los hombres en el proceso de trabajo"[18]. Si tomamos en cuenta esta afirmación (la anterior), ¿cómo explicarse que los medios e instrumentos de trabajo, existentes para mediados del siglo XIX en Cuba y los EE.UU no impusieran relaciones de producción de vanguardia? Evidentemente, los autores anteriores no entienden bien la lógica de la historia, pues la solución que dan está en contradicción con los hechos mencionados. La solución es muy simple: En las colonias de América, a partir del 1492 se desarrolla el esclavismo porque al llegar los colonizadores la sociedad existente se encontraba en el estado primitivo, en el mejor de los casos en su período de descomposición y sólo se podía imponer un orden superior con el peldaño inmediato: el esclavismo. Sólo las relaciones esclavistas de producción podían superar al régimen primitivo existente, a pesar del desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas. Los colonizadores, a pesar de que venían con las relaciones feudales y capitalistas de producción sólo podían imponer el esclavismo.

    Son los hombres los que inventan las categorías económicas. Pero no lo hacen ni de forma arbitraria y caprichosa ni de forma subjetiva, sino de forma objetiva y lógica. Hay una lógica de la historia, pero no la que los hombres en particulares quieren, como si se le pudiera imponer una utopía a la historia. Los hombres particulares tienen aspiraciones, metas, intereses, etc., que los compulsan a actuar. Según Engels, "las relaciones económicas de una sociedad dada se manifiestan, en primer lugar, como intereses"[19].Los hombres, bajo la forma de intereses, toman conciencia de la necesidad histórica, y en un choque de muchas voluntades, en un paralelogramo de fuerzas obtienen una resultante que es el hecho histórico, es decir, la categoría económica. Esta categoría económica no es, en la práctica, lo que alguien en particular quiere; no es la realización de una voluntad, sino la resultante "natural", "ciega", etc., de la confrontación de un sinnúmero de voluntades.

    La consolidación de una categoría económica es un trabajo colectivo de muchas generaciones, en ocasiones dura miles de años, en el mejor de los casos cientos de años. Comprende toda la lucha entre los hombres por imponer sus intereses; no es, ni mucho menos, un trabajo cooperativo. La historia es lo que se hacen los hombres los unos a los otros y lo que le hacen en comunión a la naturaleza. Por eso, la categoría económica nace en el fragor de la batalla. Después que se consolidad la categoría económica, la forma mental, viene el proceso de evolución, que de nuevo dura cientos de años, en ocasiones miles de años. Desde este punto de vista, el progreso social (desarrollo) ocurre a expensas de dos momentos: el revolutivo (cambio de una formación económico-social por otra) y el evolutivo (despliegue y agotamiento de una formación socioeconómica determinada). Por tanto, el criterio del progreso social hay que buscarlo en la lógica de desarrollo de estas categorías económicas.

    También las relaciones técnicas son formas mentales. La técnica para cazar un mamut, digamos, (allá en la sociedad primitiva) era compleja para su momento. Un grupo de hombres debía apartar el mamut de la manada y espantarlo hacia el barranco, otro grupo esperar que cayera en la trampa y entonces matarlo. Esta técnica, a su vez, llevaba una preparación previa. Había que confeccionar las lanzas para matarlo, había que entrenarse en la algarabía necesaria para espantar el mamut, etc. En fin, la técnica para cazar un mamut era una idea (compleja para su momento) hecha conducta de un grupo de hombres, es decir, una forma mental.

    Lo esencial en las relaciones técnicas es que son una forma de división social del trabajo, división social del trabajo que se consolidad en los instrumentos. Cada nuevo instrumento de trabajo implica una nueva división social del trabajo; y cada nueva división social del trabajo acarrea tarde o temprano la confección de sus instrumentos de trabajo. El instrumento de trabajo cosifica, por así decirlo, la división social del trabajo. Pero este (el instrumento) y aquella (la división social) son, en última instancia, una forma mental. Como formas mentales las relaciones técnicas cuestan esfuerzo y dedicación construirlas. También se desarrollan históricamente como las categorías económicas, también se forman en un paralelogramo de fuerzas, en el choque de muchas voluntades.

    Surge la pregunta siguiente: ¿qué elemento de las relaciones de producción es el esencial en el progreso social: las relaciones técnicas o las relaciones de propiedad? Sin duda, las formas de propiedad.

    Normalmente, las relaciones de propiedad son malentendidas. Así, se nos dice: "La propiedad siempre está unida a objetos, a cosas (naturales o creadas por el trabajo humano) que integran su contenido material. Sin embargo, las cosas por sí solas no forman la propiedad. Esta puede existir solamente donde las personas entran en determinadas relaciones recíprocas, donde existe una sociedad. La propiedad es una relación social, una relación entre las personas con respecto a las cosas, y no una relación de un individuo con respecto a las cosas"[20]. Esta concepción olvida que la clase económicamente dominante tiene propiedad sobre la clase explotada, trabajadora; olvida que la propiedad no se reduce a una relación con respecto a cosas, sino que incluye también una relación entre personas con respecto a los hombres mismos, es decir, a la fuerza de trabajo.

    El esclavista tenía propiedad sobre el esclavo. Pero esta propiedad no era por esencia, de un esclavista con respecto a su esclava (aunque este momento en Grecia y Roma estaba presenta). Era de la clase de los esclavistas con relación a la clase de los esclavos. Es una relación entre clases sociales. De una clase social con respecto a la otra. Sólo por cuanto la clase social de los esclavos le pertenecían por entero a la clase de los esclavistas es que puede darse el hecho de que este esclavo en concreto sea mío. Sólo bajo el régimen social de la esclavitud puede darse el hecho de la esclavitud individual de un hombre concreto, al menos de forma permanente. De lo contrario el hombre en concreto escapa de la esclavitud. Es la situación social imperante a escala global la que somete al hombre individual.

    En todas las formaciones socioeconómicas que han existido hasta la fecha (nos referimos al esclavismo, el feudalismo y el capitalismo), la clase económicamente dominante tiene propiedad sobre la clase explotada. Sólo por cuanto tiene propiedad es que lo puede explotar. De lo contrario el hombre en concreto escaparía de la explotación. Es la relación de propiedad vigente la que somete a la clase trabajadora. El trabajador no se deja explotar porque quiere, sino porque las condiciones económicas se lo imponen. La propiedad de la clase económicamente dominante sobre la fuerza de trabajo es una forma mental aceptada por la humanidad, y, por tanto, objetiva, que se le impone a la clase explotada como una camisa de fuerza. Por tanto, la propiedad no se reduce a una relación entre los hombres con respecto a las cosas, sino que es una relación con respecto, también, a la fuerza de trabajo, al hombre que trabaja.

    Es este momento de la propiedad el que marca la esencia del criterio del progreso social. El progreso social en la historia consiste en la evolución de la propiedad sobre la fuerza de trabajo. Cada forma histórico concreta que nos vamos encontrando en la historia es un paso inmenso de progreso social.

    El hombre primitivo en un inicio trabajaba por los apremios del estómago. El punto de partida es un orden de cosas donde el hombre toma de la naturaleza circundante lo que necesita. Más tarde, al desarrollarse la producción y las necesidades comienza a desarrollarse una producción y unas necesidades cada día superiores. Son las necesidades crecientes las que lo impulsan a desarrollar su producción. El punto culminante en esta evolución es la sociedad gentilicia, es decir, basada en la gens. Ya a la altura de esta sociedad son la fuerza de las costumbres y las tradiciones los que compulsan al hombre primitivo a trabajar. En esta sociedad no reina la coerción para el trabajo. El trabajo, aquí, si nos abstraemos de los apremios sociales que se le imponían al hombre, es un acto voluntario.

    El paso al esclavismo significó un progreso inmenso en la productividad del trabajo. Ya no son la fuerza de las costumbres y las tradiciones las que compulsan al hombre a trabajar, sino el rigor del látigo, la coerción física. Un hombre coaccionado produce mucho más que el hombre que se mueve a voluntad.

    Parecería como que el orden de cosas esclavista es, en cuanto a la libertad un orden de cosas inferior al de la sociedad gentilicia. Pero nos equivocamos. La esclavitud abre una época inmensa de progreso social. En primer lugar, es preferible que te esclavicen a que te maten. En segundo lugar, el esclavista y, también por qué no, el hombre liberto gozan en esta sociedad (la esclavista) de un mayor grado de libertad que el primitivo. Al menos, en la sociedad esclavista, el hombre (no el esclavo, que no se considera hombre) domina con mayor fuerza sus condiciones de vida. El hombre de la sociedad esclavista se ha liberado del yugo de la naturaleza.

    El esclavismo da paso en occidente, con la caída de Roma, a la sociedad feudal. Ya dentro de Roma se había desarrollado el colonato como germen de la sociedad feudal, los bárbaros acabaron imponiendo este orden de cosas rápidamente. El tránsito a la propiedad feudal sobre la fuerza de trabajo es un paso inmenso de progreso social con relación a la propiedad esclavista. La fuerza de trabajo en la sociedad feudal reviste la forma de servidumbre. El siervo ya no trabaja por la coacción del látigo, sino por la sujeción personal. Él debe trabajar para el señor una gran parte de su tiempo. Pero es dueño de un lote de tierra en el cual puede trabajar para sí. Dispone de un tiempo para su renta personal. Por tanto, está más interesado en los resultados del trabajo que el esclavo. El esclavo no le interesa para nada el fruto de su trabajo; el siervo, sí. Él (el siervo) sabe que parte de lo que produce le pertenece, y, por tanto, le interesa producir. La productividad del trabajo del siervo, es superior a la del esclavo, que a su vez es superior a la del primitivo.

    El feudalismo da paso al capitalismo. En el capitalismo, la fuerza de trabajo reviste la forma de proletariado, de trabajo asalariado. El proletario, el obrero asalariado trabaja por coerción económica. Si en las formas anteriores la coerción era extraeconómica, aquí el obrero se vende porque es libre dos veces: libre jurídicamente para venderse (no hay sujeción personal) y libre de medios de producción (medios de producción que le permitan su sustento). Por tanto, el obrero está obligado a venderse. Por el trabajo, por la venta de su mercancía fuerza de trabajo el obrero recibe un pago, un salario. Con este salario debe mantenerse él y su familia. Cuanto más alto sea el salario, mayor será la satisfacción de sus necesidades. Por tanto, el obrero está interesado en trabajar mucho para cobrar mucho. Desde este punto de vista, está más interesado que el siervo en el producto de su trabajo. Por ello, la productividad aquí es mayor que en el feudalismo.

    Al elevarse la productividad del trabajo, crese la riqueza social; y con ello crese la satisfacción de las necesidades. La producción de hoy crea las necesidades de mañana; las necesidades de mañana, la producción de mañana; que crea, a su vez, las necesidades de después. Cada acto productivo crea necesidades superiores, siempre crecientes; necesidades que para satisfacerlas hay que desarrollar las fuerzas productivas existentes, pues éstas (las fuerzas productivas) no bastan en cada instante para satisfacer las necesidades siempre crecientes.

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