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Stauros – teologia de la cruz (página 3)



Partes: 1, 2, 3

En estos años, entre 1720 y 1730, Pablo alcanza el grado más elevado de la unión mística con Dios, el "matrimonio espiritual". Es una confirmación de su primera investidura como fundador. En una visión, María y el Niño Jesús le colocan en el dedo un anillo de oro, adornado con los instrumentos de la Pasión y "sintió que se le decía que esto debía recordarle continuamente la acerbísima Pasión de Jesucristo 22

Lo que interesa sobre todo es la originalidad pasiocéntrica del hecho. Pablo vivió desde entonces más unido a la Cruz, en una noche oscura que duró unos cincuenta años. Es un dato que no se puede olvidar al hablar de la espiritualidad de Pablo de la Cruz, pues "presenta una tipología mística que rompe los modelos clásicos y tradicionales, por lo menos de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz, a pesar de haber sido éstos sus maestros preferidos".23

Pablo de la Cruz aparece como el maestro de una espiritualidad centrada en la fe más pura, rompiendo con la idea de una mísitca fácil, que puede dar pie a toda suerte de ilusiones y engaños.

Al término de este período, Pablo y su hermano Juan Bautista (ordenados sacerdotes en 1727, en Roma) se establecen al año siguiente en el Monte Argentario, donde fundarán el retiro de la Presentación, el primer convento pasionista. En 1730 comienzan el ministerio de las misiones populares, que será luego típico de los Pasionistas, juntamente con el de los ejercicios espirituales. Así se fragua, en su cuna, la espiritualidad pasionista.

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21. V. M. Di S. Paolo: Vita del ven. Servo de Dio P, Paolo della Croce, Roma 1786, pág. 147 (citado por F. Giorgini, o. c., pág. 114).

22. Testimonio de Rosa Calabresi, en I processi di beatifizaciones e canonizzazione di San Paolo della Croce, vol. W, Roma 1979, pág. 154 (citado por C. Brovetto, 1. c., pág. 34).

23. E. Pacho, o. c., pág 87 (citado por C. Brovetto, ibid.).

III. El pasiocentrismo de Pablo de la Cruz

"La espiritualidad que Pablo vivió y transmitió a la Congregación, como parte de su carisma, está totalmente centrada en Cristo, frecuentemente llamado por Pablo con el simple nombre de 'Amor Crucificado'. Con este apelativo expresaba tanto la relación interpersonal entre el religioso y Cristo, como la realidad del hacer memoria de la Pasión de Jesús, que significa pensar con agradecido afecto en el amor con que Dios tanto amó al hombre, que le dio su hijo unigénito".24 Limitándose sólo a algunos aspectos, trataré tres puntos de este tema central .25

a) La Pasión de Jesús, obra de amor

Es tal la insistencia de Pablo en este punto, que hay que situarlo entre sus intuiciones y experiencias fundamentales. Al mismo tiempo, la experiencia espiritual de Pablo destaca por su originalidad en el ambiente pasiocéntrico del siglo XVIII, puesto que la Pasión se consideraba sobre todo desde las penas y tormentos que sufrió Jesús. A partir de ahí se utilizaba la Pasión como motivo para provocar la compasión y la conversión moral, con evidente riesgo de manipularla y de quedarse en lo más superficial.

Pablo descubre que la cruz de Cristo es delicia para el alma. No se cansa de repetir que la Pasión de Jesús es toda ella obra de amor, la maravilla más grande del amor de Dios. En este sentido, se pueden encontrar en sus cartas algunas expresiones que revelan una profunda experiencia. Se lee en una carta que la Pasión de Jesucristo es "la obra más grande y admirable del divino amor".26 Y escribiendo a Lucía Burlini, le dice que las penas de Jesús "son la maravilla de las maravillas del amor de Dios".27 Escribe a una religiosa que "los sufrimientos de Cristo son pura obra de amor".28 En otra ocasión, trata de explicar su pensamiento con una comparación: "Dios es un mar de amor, del que sale el mar de los sufrimientos santísimos de Jesús. Pero, en realidad, los dos mares no son más que uno solo".29

Si Pablo centró su espiritualidad y su obra en la Pasión de Cristo, es porque percibió en ella el "tonus maior" del evangelio de la gracia, en la línea del apóstol Juan cuando dice: "Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único" Un 3,16). Dicho de otro modo, de esa comprensión privilegiada de la Pasión de Jesús nace la síntesis carismática de la Congregación pasionista y de su espiritualidad, conjugando soledad-oración-penitencia-pobreza-apostolado.

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24. F. Giorgini, o. c., pág. 298s.

25. Cf. O. Domínguez: Espiritualidad pasiocéntrica de San Pablo de la Cruz, en "Teología Espiritual", vol. 19 (1975), págs. 353-377; M. Biaias, o. c., págs. 153-190; A. Artola: El morir de Cristo y su participación mística, Desclée de Brouwer, Bilbao 1990, págs. 49-74.

26. Lettere, ll, 499.

27. Ibid. 931; cf. Ibid., 499 y 726.

28. Ibid. ill, 481.

29. Ibid. 11, 717.

b) la memoria y la meditación de la Pasión

Hacia el final de su vida, en 1768, Pablo de la Cruz sintetiza así su obra: "El medio eficacísimo para la conversión de los pecadores y para la santificación de las almas es la frecuente memoria de la Pasión de Jesucristo, de cuyo olvido provienen deplorables males y desórdenes (…) A este efecto, después del año de probación, añaden los religiosos a los tres acostumbrados votos de pobreza, castidad y obediencia, el cuarto de promover la devoción a la Pasión dolorosísima del Redentor".30 Se trata de una espiritualidad misionera que brota de la contemplación de la Pasión como misterio de amor y de redención.

La Regla de 1746 habla del "voto de promover el religioso culto y la memoria de la Pasión y Muerte de Jesucristo, nuestro Señor", mientras que los textos de 1736 y 1741 dicen "promover la devoción a la Pasión y Muerte de Jesucristo, Señor nuestro". Tanto en las cartas como en las diversas redacciones de la Regla, usa indistintamente las dos expresiones: "hacer memoria" y "promover la devoción" a la Pasión de Jesús. En el fondo, tiene idéntico significado, aunque con matices diferentes. Con todo, Pablo prefiere hablar de "hacer grata memoria", para expresar la gratitud y el gozo de quien recuerda y actualiza con su vida la Pasión de Jesús. Este voto expresa la realidad del carisma pasionista y la finalidad de la Congregación dentro de la Iglesia. No se trata de un voto para hacer algunos ejercicios de piedad, sino que incide directamente en la acción apostólica, abrazando la vida de los miembros de la Congregación en toda su existencia.31 Las Constituciones actuales de la Congregación, al hablar del voto especial, dicen que "por él nos comprometemos a promover la memoria de la Pasión de Cristo con la palabra y con las obras, a fin de propagar un conocimiento más efectivo de su valor para cada hombre y para la vida del mundo". 32

Muy unida a la memoria de la Pasión, está la meditación. la pedagogía espiritual de Pablo está basada principalmente en la meditación de la Pasión. Sus cartas son un testimonio elocuente en este sentido. Por otra parte, es interesante recordar la innovación que introdujo en las misiones populares: después del sermón de las verdades eternas, solía dirigir a la gente una meditación sobre la Pasión de Cristo que duraba de quince a treinta minutos.33

"¡Un Dios crucificado por mí!" Esta es la clave de tal meditación. A Dios se le descubre en el amor de Cristo crucificado. A medida que se va profundizando en la cruz de Cristo, se va entrando en el misterio insondable del amor de Dios.

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30. La Congregación de la Pasión de Jesús. Qué es y qué quiere, en "Ricerche di Storia e Spiritualità passionista", Roma 1978, pág. 17.

31. Cf. F. Gorgini, o. c,, págs. 306ss.; A. M. Artola: La memoria de la Pasión y el voto especial de los Pasionistas, en "Teología Espiritual", vol. 19, págs. 569-580; C. Brovetto: Estructura apostólica de la Congregación de los Pasionistas, en "Ricerche di Storia e Spiritualità passionista", Roma 1978. 32. Regla de San Pablo de la Cruz, Barcelona 1985, n.' 6, pág. 80.

33. Cf. Prediche di San Paolo della Croce. Son sermones de Pablo de la Cruz; la mayor parte están inéditos. Se conservan en Roma, en el Archivo de la Curia Generalicia de la Congregación Pasionista.

Pero si Pablo insistía tanto en la meditación de la Pasión, es porque estaba convencido de su gran eficacia. La experiencia le enseñó que la meditación de la Pasión es el camino mejor para conducir a las almas por el camino de la santidad. En cualquier etapa de la vida espiritual, esta meditación conserva plena vigencia.

Pero hay otro motivo por el que recomendaba encarecidamente la meditación de la Pasión. Y es que la Pasión del Señor es un camino seguro, sin peligro de engaño. La vida espiritual es un campo minado por muchas ilusiones vacías. La contemplación de Cristo crucificado nos pone en el camino verdadero y nos lleva a la unión con Dios. Por eso la recomendaba a toda clase de personas.

Al mismo tiempo, la meditación de la Pasión es un buen crisol para la fe. En esa escuela se aprende a crecer a pesar de todo y a esperar contra toda esperanza. Ahí es donde se aprende a creer en el Dios siempre mayor, que está más allá de nuestras imágenes y gustos personales. Su propia experiencia de la noche oscura, que se prolongó durante unos cincuenta años de su vida, le llevó a insistir más todavía en este tema.

La meditación de la Pasión y las experiencias místicas con que Dios le regaló hicieron que la Pasión de Jesús quedara impresa en su espíritu. De ahí nació esta expresión, que quedó como lema sagrado para la Congregación: "La Pasión de nuestro Señor Jesucristo esté siempre grabada en nuestros corazones".

No se trata de masoquismo ni de un dolorismo preconcebido, sino de abandonarse en Dios y alimentarse de su voluntad, en la línea más pura del evangelio. La espiritualidad pasionista asume, en la práctica, los tonos serenos y alentadores de San Francisco de Sales del que Pablo era asiduo lector.

En realidad, Pablo utiliza de un modo muy personal los temas clásicos de la mística. Siente una predilección particular por Taulero, porque le ayuda a explicar cómo en el "fondo" último del hombre es donde se verifica la gran transformación en Dios. Al mismo tiempo, esta búsqueda de la imagen de Dios en el fondo de nuestro ser nos ayuda a comprender la verdad última de la propia vida y de la propia identidad, a la luz de Cristo crucificado. La espiritualidad pasionista lleva a valorar el centro de la persona y a buscar en la profundidad de nuestro ser la unión con Dios en Cristo crucificado. No se trata de divagaciones abstractas, sino de un camino de vida para "renacer en el Verbo Divino". 34

c) Participar en la Pasión de Jesús

En el fondo, la vida espiritual de Pablo consiste en una mística de participación en el misterio salvador de la cruz de Cristo. Esa es la experiencia central de la que procede todo lo demás.

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34. C. Brovetto considera que el principio "muerte mística-divino nacimiento" es la forma mentis del pensamiento teológico-espiritual de Pablo de la Cruz: Cf. C. Brovetto: Introduziones alla Spiritualità di S. Paolo della Croce. Morte Mistica e Divina Natività, Edizioni "Eco", Isola del Liri, 1955.

En este punto, habría que citar el interesante estudio de Stanislas Breton que ha tenido tan buena acogida entre los críticos.35 El autor ve en la participación de la Pasión el principio que da unidad a la mística de Pablo de la Cruz. Según Breton, la originalidad de Pablo de la Cruz está en la confluencia que se da en él entre la espiritualidad afectiva de la escuela franciscana y la mística de interiorización de la escuela renano-flamenca. Este contacto se dio a través de Juan Taulero, a quien Pablo leía en el latín de Surio. En todo caso, las expresiones taulerianas no aparecen en nuestro santo hasta bastante tarde, hacia 1748.36

En este sentido, no ha tenido buena acogida entre la mayoría de los especialistas la tesis de R. Garrigou-Lagrange, que considera a Pablo de la Cruz como el portaestandarte de la mística de reparación, hablando de la "vocación reparadora" del santo y de "noche del espíritu reparador".37 El pensamiento de la reparación aflora de vez en cuando en las Cartas y en el Diario Espiritual, pero no ocupa el primer plano de su espiritualidad.38 El elemento predominante es, sin duda, la participación en la Pasión.

Profundizando en el tema, en el último capítulo de su libro, Breton hace un estudio de las diversas fases de ese proceso de participación en la Pasión hasta la plena identificación de Pablo con Cristo crucificado. Según él, Pablo vivió primeramente como siervo fiel las penas del Señor con compasión externa; luego se adentró como amigo en la comunión interior de las mismas; de ahí pasó a una más honda aproximación esponsal en la total donación y olvido de sí mismo; sigue después la identificación con el Hijo en su pura referencia al Padre, cuya expresión mejor está en el abandono de la Cruz; y finalmente, se adentró en el abismo sin fondo del Infinito en el estupor y júbilo del éxtasis.39

Esta participación de Pablo en el amor y en el dolor de Jesús fue puro don de Dios. Los "tormentos infusos en el alma", la práctica de las virtudes del Señor paciente y la disponibilidad para el sufrimiento, son las formas de participar en la cruz de Jesús. Esa experiencia de participación tiene su culmen en la muerte mística de la que tanto habla el santo.40

Pero esta mística de participación en la Pasión no es una mera experiencia interior, sino que lleva al ejercicio de las virtudes: el estar compenetrado de los dolores de Jesús despierta en la persona un vivo deseo de imitar sus virtudes. Así, vida interior y ejercicio de las virtudes se apoyan y complementan.

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35. La Mística de la Pasión, Herder, 1969. 36. Cf. La Mística de la Pasión, págs. 59 y 81ss.

37. Cf. Nuit de l"esprit réparatrice en saint Paul de la Croix, en "Etudes Carmelitaines", 2, 1983, págs. 287-293; recogido en: Las tres edades de la vida interior, ll, Buenos Aires 1945, págs. 553-560.

38. Cf. S. Breton, o. c., págs. 69 y 135ss.

39. Cf. Ibid., págs. 237-251.

40. Cf. San Paolo Della Croce, Morte Mística, Bilbao 1976. Se trata de un opúsculo, descubierto el 26 de junio de 1976 en el monasterio de las Monjas Pasionistas de Bilbao. Se supone que fue enviado por Pablo a Sor Angela María Magdalena de los Siete Dolores, religiosa de las carmelitas de Vetralla, para su Profesión, entre los años 1760 y 1762. Cf. C. Brovetto, o. c., pág. 24, y el estudio crítico de A. M. Artola, La muerte mística según San Pablo de la Cruz, Universidad de Deusto, Bilbao 1986.

La experiencia de participación en la Pasión de Jesús es el eje central en el que se entretejen los distintos aspectos de la espiritualidad de Pablo. En ese centro confluyen los grandes polos de su vida espiritual, tales como la sumisión a la voluntad de Dios, la muerte mística y el divino nacimiento. En realidad, son experiencias que se recubren unas a otras.

El Señor regaló a Pablo el carisma de vivir la vida como participación de la Pasión y Muerte de Jesús.41 El misterio de anonadamiento-exaltación del himno de Filipenses (2,5-11), vivido en clave de muerte mística y divino nacimiento, fue el eje dinamizador de su experiencia espiritual. Uniendo ese pasaje con los textos de envío de los Doce y de los Sesenta y dos (cf. Mc 6,7-13; Mt 10,5-116; l—c9,1-6; 10,1-12), tenemos el arquetipo del carisma pasionista.

La meta final de este pasiocentrismo, como la de toda vida cristiana, es la unión con Dios, reposar en el seno del Padre en fe y amor. El camino y la puerta de acceso es el Cristo paciente y crucificado, según aquello de san Pablo apóstol: "Estoy crucificado con Cristo; vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí" (Gal 2,19-20). Este fue el lema de Pablo de la Cruz.

IV. Perspectivas de la espiritualidad pasionista

La espiritualidad pasionista ha cumplido ya una trayectoria de más de doscientos cincuenta años, formando una escuela peculiar. Eulogio Pacho llega a afirmar que "si San Alfonso es el maestro indiscutible de la ascética genuina, San Pablo de la Cruz lo es de la mística sana y prudente".42 El teólogo italiano Divo Barsotti ha escrito: "En estos dos últimos siglos, la mística católica está en gran parte ligada a la Congregación de la Pasión".43

No puedo detenerme aquí a señalar los grandes hitos de esta escuela de espiritualidad .44 Sólo quiero apuntar, a grandes trazos, algunas perspectivas que se ofrecen a esta espiritualidad en la Iglesia y en el mundo de hoy.

Ante todo, hay que reconocer el acierto del Vaticano II que ha puesto en el centro de su síntesis teológico-espiritual el misterio pascual de Cristo, iluminando y recentrando la vida eclesial y la experiencia cristiana en su conjunto. Posteriormente la renovación litúrgica y la teología han dado un gran impulso a esta visión del Concilio. Especialmente la Teología de la Cruz ha tenido un desarrollo importante en las últimas décadas.45 Por su parte, el Sínodo Extraordinario de los Obispos, en 1985, hizo algunas referencias muy significativas al misterio de la Cruz. Basten dos citas, tomadas del Documento Final.

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41. No hace falta decir que Pablo de la Cruz vive la Pasión y Muerte de Jesús como misterio de redención. Por eso mismo, su vivencia de la Pasión y Muerte de la resurrección. Cf. M. Bialas, o. c., págs. 215-260.

42. 0. c., pág. 89.

43. Citado por A. M. Artola, en "Teología Espiritual", vol. 19, pág. 560.

44. Cf. C. Brovetto: San Pablo de la Cruz y la espiritualidad pasionista, en Boletín "Stauros", 1987-7, págs. 37-40.

45. Cf. J. Moltmann: El Dios crucificado, Sígueme, Salamanca 1975; Varios: Teología de la Cruz, Sígueme, Salamanca 1979.

"La Iglesia se hace más creíble si, hablando menos de sí misma, predica más y más a Cristo crucificado (cf. 1 Cor 2,2) y lo testifica con su vida".46 "Nos parece que en las dificultades actuales Dios quiere enseñarnos, de manera más profunda, el valor, la importancia y la centralidad de la cruz de Jesucristo. Por ello hay que explicar a la luz del misterio pascual la relación entre la historia humana y la historia de la salvación. Ciertamente, la teología de la cruz no excluye en r-nodo alguno la teología de la creación y de la encarnación, sino que, como es obvio, la presupone. Cuando los cristianos hablamos de la cruz, no merecemos el apelativo de pesimismo, pues nos colocamos en el realismo de la esperanza cristiana" .47

Por otra parte, el proceso de renovación que se abrió para la Vida Religiosa a partir del Decreto conciliar "Perfectae Caritatis" ha aportado nuevas profundizaciones y perspectivas al carisma pasionista. las nuevas Constituciones de la Congregación, aprobadas en 1984, recogen la gran labor de vuelta a las fuentes y de adecuada renovación que fue preconizada por él Concilio.

Se puede decir que la "Memoria Passionis" se ha convertido en el punto focal de la identidad pasionista. Ya no se habla del cuarto voto, corno se hacía anteriormente, sino de "nuestra consagración a la Pasión de Jesucristo", como algo que engloba y dinamiza toda la vida pasionista. De ahí que en el capítulo primero de las Constituciones, donde se habla de Ios fundamentos de nuestra vida", se dice lo siguiente: "Buscamos la unidad de nuestra vida y de nuestro apostolado en la Pasión de Jesucristo".48 "Nuestra participación en la Pasión de Cristo, que ha de ser personal, comunitaria y apostólica, se expresa con un voto especial. Por él nos comprometemos a promover la memoria de la Pasión de Cristo con la palabra y con las obras, a fin- de propagar un conocimiento más efectivo de su valor para cada hombre y para la vida del mundo".49

Pero no se puede hacer "memoria de la Pasión" prescindiendo de las realidades humanas, especialmente de las graves situaciones de pobreza e injusticia del mundo. También este aspecto está integrado en las Constituciones: "Nosotros, los pasionistas, tenemos el Misterio Pascual como centro de nuestra vida. Nos dedicamos con amor al seguimiento de Jesús Crucificado, y nos preparamos con espíritu de fe y caridad a anunciar su pasión y muerte, no sólo como acontecimiento histórico pasado, sino como realidad, ciertamente presente, en la vida de los hombres que 'hoy son crucificados' por la injusticia, por la ausencia de un sentido profundo de la vida humana, y por el hambre de paz, de verdad y de vida".50 Esta perspectiva está teniendo una resonancia especial en toda la Congregación, particularmente en América Latina .51

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46. Relación final, ll, A. 2. 47. Ibid. ll, D. 2.

48. Constituciones de la Congregación de la Pasión, nº. 5.

49. Ibid., n. 1 6.

50. Ibid., n.º 65.

51. Cf. H. GiI y Equipo: La Teología de la Cruz desde América Latina (2.ª ed.(, Ediciones Paulinas Bogotá 1989. Como ejemplo de la impostación latinoamericana del carisma pasionista, puede vers, el último número del Boletín de la CLAP (Conferencia Latinoamericana Pasionista), año 3, n.º 1, marzo 1994.

El Capítulo General de la Congregación, celebrado en 1988, recogió y lanzó los tres grandes retos con que se enfrenta hoy el carisma pasionista: la injusticia y el hambre de justicia, el olvido de Dios (increencia) y el hambre de Dios, y el reto que supone para nosotros la misma "Memoria Passionis", es decir, vivir y anunciar la Pasión de Cristo.52 Estos tres retos han pasado a formar parte de la conciencia colectiva y de la programación de la Congregación.

La espiritualidad pasionista está llamada, sin exclusivas ni acaparamientos, a mantener en la Iglesia el "cantus firmus" del misterio pascual, así como la esencia evangélica de la sabiduría de la Cruz; y todo ello en clave de participación en la Pasión y Muerte de Jesucristo. La Cruz de Cristo interpela fuertemente a la Iglesia y al creyente. Es un llamado urgente a ir al fondo de la fe, sin vaciarla de su contenido fundamental y sin dejarse llevar por modas pasajeras. La Cruz nos anuncia y recuerda "que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras" (1 Co 15,3), que "fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación" (Rom 4,25).

La Cruz de Cristo es, al mismo tiempo, un camino para purificar la fe amenazada siempre de peligros e ilusiones vanas, y apunta al "Deus semper maior" que no se deja manipular por nuestros intereses creados. La Cruz de Cristo es una crítica despiadada de nuestras idolatrías, antiguas y modernas, y una invitación apremiante a defender al hombre por el que Cristo ha dado su vida.

La espiritualidad pasionista se siente seriamente interpelada por las situaciones de dolor e injusticia que son tan flagrantes en la "aldea planetaria" en que vivimos. Y es que no se puede separar la Cruz de Cristo de las cruces de los hombres. En esta situación epocal de sufrimiento humano y de cierto eclipse de Dios, los casi cincuenta años de noche oscura que vivió Pablo de la Cruz compartiendo el abandono de Jesús en la cruz, pueden arrojar una luz pálida pero necesaria para la vivencia de la fe en nuestro tiempo. En efecto, nos toca vivir en la fe la noche del Calvario, el silencio de Dios, que es de alguna manera una de las características principales de nuestra situación de cristianos en el mundo de hoy.

Me parece que la espiritualidad pasionista debe seguir enriqueciéndose con las mejores aportaciones de la Teología de la Cruz y del Misterio Pascual, haciendo de ellas una especie de mistagogía en el misterio de Dios. El carisma pasionista será siempre un reto a hacer de la Cruz de Cristo un punto de referencia clave en la vivencia cristiana, ya que la cruz es la "forma" en que se vive normalmente la fe en este mundo (fides sub forma crucis). En cualquier caso, el carisma pasionista no puede dejar de lado esa veta contemplativo-mística que la ha caracterizado desde su nacimiento, aunque con una proyección netamente apostólica. En mi opinión, la Iglesia de hoy necesita urgentemente una inyección de mística, y el carisma pasionista, juntamente con otros, podría y debería hacer una aportación en este sentido.

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52. Cf. Los Pasionistas ante los desafíos del mundo de hoy, Roma 1988 (para uso privado).

Las palabras del apóstol Pablo son todo un programa de vida para los pasionistas: "Así, mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles, mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios" (1 Co 1,22-24). "Pues no quise saber entre vosotros sino a Jesucristo y éste crucificado (1 Co 2,2).

Santo Domingo, 14 junio 1994

Tercer congreso staurológico internacional "La cruz de Cristo, única esperanza"

ROMA (9-13 enero 1995)

Como clausura a las celebraciones del III Centenario del nacimiento de san Pablo de la Cruz, del 9 al 13 de enero, se ha celebrado en el Pontificio Ateneo Antonianum, de Roma, el III Congreso Staurológico Internacional bajo el lema: "La cruz de Cristo, única esperanza". La conferencia de apertura estuvo a cargo del superior general de los pasionistas, José Agustín Orbegozo, sobre "Un alba profética: a trescientos años del nacimiento de san Pablo de la Cruz" (1694-1994). "Precisamente -dijo- en la época de mayor expansión del optimismo iluminista y como por inspiración profética, Pablo de la Cruz inició un movimiento que centra toda su atención en el sufrimiento de Cristo, en el dolor mismo de Dios Padre y en el padecer existencial del hombre… Toda su experiencia, como sucede a menudo, ha tenido resonancia en la teología, en la filosofía y en otras ciencias humanas… "Pablo de la Cruz no se cansaba de repetir que la pasión de jesús es la obra más grande y estupenda del amor de Dios". Esto es lo que necesita el mundo: Amor. Y esto es lo que ofrecía y continúa ofreciendo san Pablo de la Cruz al proponernos la cruz: Amor, así, con mayúscula, esto es, a Dios, fuente y garantía de toda esperanza y de todo bien.

El cardenal Fiorenzo Angelini, Presidente del Consejo Pontificio para los Operadores Sanitarios, ya al principio del Congreso, felicitando a los organizadores, dijo que se necesita coraje para celebrar un Congreso de este tipo. Somos pocos -dijo-, porque vamos a hablar de la Cruz. Si el Congreso fuera sobre la guerra en Bosnia, Chechenia o Ruanda, u otros temas más llamativos y atrayentes, seríamos muchos más. Sin embargo, el Congreso aborda el tema fundamental de nuestra esperanzala cruz, que llenó toda la vida de Cristo desde su nacimiento hasta su muerte. Sobre la misma cueva de Belén se proyectaba ya la sombra de la cruz.

Luego expresó sus deseos y esperanzas de que los participantes al Congreso, fieles al dogma, puedan ofrecer esta gran riqueza al mundo con un lenguaje actual, bien inteligible al hombre de hoy.

El verdadero templo universal -dijo también- no es ni la Basílica de San Pedro, ni san Pablo ni… Por ellos pasa una minoría de la humanidad. El verdadero templo universal es el hospital. Por él pasamos, tarde o temprano, casi todos los hombres y mujeres del mundo industrial izado. En este templo nos encontramos con Dios en el camino del sufrimiento, y él (Dios) nos acompaña en nuestro viaje a la eternidad.

El profesor Stanislas Breton, emérito del Instituto Católico de París, dio una brillante conferencia sobre l~ "Ciencia del mundo y Sabiduría de la Cruz". Ciencia sin conciencia -dijo- lleva al desastre. Recordemos las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Que no tengamos necesidad de más bombas para alcanzar la conciencia de nuestra responsabilidad, de la única verdadera ciencia según Dios. No podemos hacer ídolos de la ciencia. Nuestra idolatría nos llevaría al desastre total de la humanidad y del mundo. Nosotros somos los guardianes y responsables del mundo, actual y futuro. Tenemos vocación de universo. Pero somos responsables no sólo del mundo, sino también del uso de nuestra propia responsabilidad. El mal uso de los avances en la genética -por ejemplo- puede llevarnos a un desastre mucho mayor que el de las bombas atómicas de 1945, en Japón.

El sermón de las Bienaventuranzas comienza con "Bienaventurados los pobres en el espíritu". la vivencia de esta Bienaventuranza podría asemejar a la divina kénosis de que trata la Carta a los Filipenses. El reducirse a nada es condición indispensable para una visión de las cosas desde lo más alto y más lejano. Así se imitaría a Dios. De esta bienaventuranza brotan, como de su fuente todas las demás bienaventuranzas y todo el cumplimiento del Evangelio. Ella da serenidad y dominio de todo. También sed, necesidad: de trabajar por la justicia; de dar de comer al hambriento y de beber al que tiene sed; de vestir al desnudo, etc.

Luego, relacionando las filosofías paganas con la filosofía de Dios, sobre todo la revelada en el N. T., dijo que el cristianismo hace honor al paganismo y al judaísmo. Discurrió sobre la muerte de Sócrates, la pasión del Siervo de Jahvé y la del pueblo hebreo en el holocausto de la II Guerra Mundial.

La única esperanza nuestra y de la humanidad es la cruz de Cristo. Sólo en ella está la salvación.

El profesor Massimo Borghesi, de la facultad de teología en el "Seraphicum", de Roma, nos presentó a Prometeo sufriente, encadenado entre rocas por haber amado demasiado a los hombres, por-Zeus, el padre de los dioses. La inocencia se hace culpa. Prometeo no es anticristiano, sino el titán ambiguo precristiano. El es la persona pagana que prefigura a Cristo, el titán clavado sobre la roca por haber amado demasiado a la humanidad. De esta realidad griega o pagana se pasa a Cristo a través del A.T. (Sansón, etc.) El Cristo pantocrator (crucificado, pero rey) es el Cristo muerto y triunfante, clavado pero "titán". El vino a traernos fuego del cielo, para dar luz y calor a esta humanidad fría y en tinieblas.

leo Scheffczyk, profesor emérito de Munich, insistió sobre este mismo punto y dijo que la muerte de jesús en la cruz no es sólo para nuestra redención, sino también para ofrecernos una idea nueva de Dios. Este sufre en Cristo y sufre "en" y con" los hombres que sufren. Revolución total de la idea de Dios.

Con la muerte de Cristo en la cruz, sufrió Dios su muerte y la de todos los hombres. Por su actitud ante los potentes, éstos le dieron muerte, aunque él no quería la muerte. No hemos sido redimidos por la muerte de jesús en la cruz, sino a pesar de esa muerte en la cruz.

La Iglesia es abogada de la necedad de la cruz, contra los que quieren eliminar del mundo la cruz. San Pablo no tiene miedo a predicar a los hombres la necedad de Dios. ¡Escandaloso, incomprensible al hombre y al mundo el misterio de la salvación! No es lógica humana, programática…

Hoy se habla mucho de las estructuras de pecado. Las estructuras pueden ser verdaderas o falsas y el hombre tiene de ello el mérito o la culpa. Pero el pecado es siempre algo personal, nunca estructural; el hombre es el pecador, no las estructuras.

La teología de la liberación habla mucho del amor de Cristo que muere en la cruz por los pobres y los que sufren, pero habla poco del amor al Cristo de la cruz y en la cruz. Se habla de que Cristo nos ha redimido por la cru;, pero se habla poco de que el hombre se salva también por la cruz. Cristo nos salva por la cruz sufrida por nosotros; nosotros nos salvamos no solamente por esta cruz, sino también por la nuestra llevada con él y por él.

El profesor Germán Rovira, de Essen, Alemania, dijo que tenemos que aprender de la Iglesia primitiva a predicar la cruz no sólo con la palabra, sino también y sobre todo con la vida. El mundo y la Iglesia tienen necesidad de este testimonio. Cristiano es sólo aquello que nos lleva a la referencia a la cruz de Cristo, porque en esa cruz es como nos redimió Cristo.

Así como hay soldados desconocidos, en nuestro tiempo hay también muchos mártires, a menudo desconocidos. Merecen reconocimiento y honor de parte nuestra y de la Iglesia. Pero también hoy son muchos los que no quieren oír hablar de mortificación, ascesis, renuncia y sacrificio, incluso entre los cristianos. No puede desconcertarnos, por citar sólo unos ejemplos, que en los índices de diccionarios de pastoral o de cuestiones teológicas de actualidad escritos por cristianos para cristianos, no se encuentra la voz "cruz" (citó varios de ellos), pues tampoco encontramos las voces: cruz, mortificación, renuncia o sacrificio en un "Manual de trabajo para el uso del Catecismo de la Iglesia Católica" (por A. Lápple, Arbeitsbuch zum Katechismus der Katholischen Kirche, Ausburg 1993, pp. 468, 544, y el índice temático, pp. 650-661), publicado inmediatamente después de la aparición del Catecismo, y a la voz "ascesis", que incluye en su índice de materias, se refiera únicamente en relación con las exigencias ecológicas o socio-políticas del estado moderno, como "ascesis democrática".

Los profesores Stefano Leoni y Heinz-Meinholf Stamm, en una de las muchas comunicaciones al Congreso, hablaron sobre la teología de la cruz en Lutero. El centro de la teología de Lutero es la cruz. Para Lutero lo importante no es lo que Dios es ' sino lo que Dios es "para nosotros". Por esto la cruz de Cristo es el nudo de todo, en lo que se apoya y lo que da unidad a toda la teología.

"Toda la teología de Lutero se modela sobre la paradógica dialéctica de la acción de Dios, que se revela sub contraria specie en nosotros, escondiendo el amor y el perdón bajo la ira y el castigo, y en Cristo, escondiendo la divinidad y la gloria bajo la ignominia y la cruz". '1a única verdadera teología es, para Lutero, la cristología como theologia crucis. De hecho, es en la cruz donde se realiza el amor como ser

de Dios extra se et pro nobis… Según Lutero, Dios es para nosotros crux Christi; su amor es para nosotros amor crucis y la fe que opera en nosotros es fides crucis: 'crux sola est nostra theologia'

Luis Diez es profesor de arameo y lenguas semíticas en la universidad de Barcelona. De su comunicación extraemos las ideas siguientes: Toda la creación es para el hombre. Hasta las estrellas del cielo le sirven de luz, de orientación y de reloj para medir el tiempo. Y todo está vinculado al hombre. Así, aunque el que peca es sólo el hombre, como si toda la creación hubiera pecado y necesitase de redención y de purificación. Al hombre nuevo corresponde cielo y tierra nuevos.

Cristo es la clave hermenéutica del universo.

Dios nos ha dado dos libros: el libro de la Sagrada Escritura y el libro de la creación.

El profesor Thomas Barry, de los Estados Unidos, habla sobre "El misterio de la cruz en la pacificación de las etnias, las culturas y la creación". La cruz -dijo- es nuestra única esperanza también para salvar al cosmos. Ella es la esperanza para conciliar y armonizar:

– lo divino y lo humano;

– odas las diferencias sociales, organizaciones humanas, etc.;

– el hombre y la tierra.

El contemplar las estrellas del cielo es para que con nuestro corazón veamos lo que hay más allá y detrás de ellas, esto es, a Dios. Las estrellas son como agujeros en el firmamento físico y cósmico, para que, por ellos y con el telescopio de la fe, podamos ver un destello del cielo real y teológico.

La relación entre la cruz de Cristo y la ecología es muy estrecha. Dado el fenómeno del consumismo actual, la teología de la cruz puede ayudar a vivir con sobriedad y austeridad y así reducir el consumo que echa a perder a la naturaleza. También puede reducir el ansia de poder, de poseer, de dominar, que saquea y agota y arruina a la creación en sus inmensas reservas. Inmensas, no infinitas, ni inagotables, ni invulnerables.

Por vivir en un hermoso y rico planeta, nosotros podemos llegar a tener una idea grande de Dios: su hermosura, su fecundidad, su grandeza, su riqueza y variedad dentro de la unidad. Si nos hubiera puesto en la luna, nuestra idea de Dios sería de soledad, aridez, desolación, pequeñez y lejanía. Nuestra idea de Dios sería más pobre.

Jacques Dupuis, de la Pontificia Universidad Gregoriana, Roma, disertó sobre "La teología de la Cruz y el diálogo interreligioso: dimensión kenótica de Jesucristo y de la Iglesia". No es suficiente -dijo- conocer que Cristo ha sufrido la muerte por nosotros, que el Dios de la vida ha sufrido por nosotros la muerte. Hay que conocer que ha sufrido la muerte en la cruz. Más, que ha muerto por nosotros en la cruz, pero condenado como un malhechor, con lo que al dolor inmenso, físico y moral, se añade todavía una ignominia mayor.

La Iglesia no es fin en sí misma, es sacramento. Debe llevar a Dios por medio de Cristo. La Iglesia no debe estar centrada en sí misma, sino en Cristo o en el Reino de Dios. El Reino de Dios, ya presente en la historia, es más amplio que la Iglesia.

Sólo una Iglesia que se hace humilde sierva del Reino de Dios por la humildad, puede empeñarse con credibilidad en el diálogo interreligioso con los miembros de las demás tradiciones religiosas. Si la Iglesia quiere entrar en diálogo con las otras religiones del mundo, debe hacerlo en humildad, sin pretender que ella tiene el monopolio de la verdad. Debe caminar juntamente con las otras religiones hacia la verdad plena.

Sólo una Iglesia evangelizada puede evangelizar al mundo. Sólo una Iglesia pobre puede hablar de pobreza. La Iglesia no es sólo una Iglesia "para" los pobres, sino sobre todo una Iglesia "de" los pobres. Por eso ella misma ha deser una Iglesia pobre. El diálogo no puede ir separado del testimonio. "¿Pueden los pobres, especialmente los no cristianos, reconocer en la Iglesia y en las Iglesias, una Iglesia sierva del Reino, que reproduce en sí misma la kénosis y la muerte de su Señor?"

Para que el Congreso no quedara sólo en planteamientos teóricos y doctrinales, se había invitado a algunas personas significativas para que dieran testimonio de su experiencia de la Cruz como única esperanza nuestra y del mundo. Así, llamó poderosamente la atención el testimonio vivo que ofreció Miloslav Vlk, hablando de su experiencia humana y sacerdotal durante la dictadura comunista. De sacerdote lavacristales de los escaparates de Praga, en poco tiempo llegó a ser arzobispo de esta ciudad, presidente de las Conferencias Episcopales Europeas y, desde hacía sólo unas semanas, cardenal de la santa Iglesia. Toda su espiritualidad y su única esperanza fue y es siempre la cruz.

Otro testimonio interesante fue el de Mons. Antonio Riboldi, obispo de Acerra, Italia, hablando de su lucha contra el crimen organizado y la camorra, un fenómeno más grave del que se piensa, pues está basado en una profunda distorsión de la conciencia.

También intervino el sacerdote Pierino Gelmini, fundador y director del movimiento "Encuentro", que tiene 150 comunidades en Italia y unas 50 fuera de Italia. Se dedica a la recuperación de toxicómanos y a la ayuda a los enfermos del sida. Precisamente al día siguiente de su intervención en el Congreso, viajaba a Brasilia a abrir dos centros de acogida para los "meninos da rua", los niños que vagan por las calles de las grandes ciudades de Brasil. Una cosa -dijo- es hablar de la cruz y otra es llevar la cruz, estar crucificado, como una cosa es hablar de la muerte y otra morir. Luego ofreció varios testimonios de cruz en nuestra sociedad actual. Leyó una carta en la que un joven le decía que, al querer entregarse a Dios, su padre le puso en la disyuntiva: "O él o yo". "Opté por él, por Jesucristo. Y tuve que vivir en la calle, de limosna y sin nombre, como tantos otros en nuestras grandes ciudades". En la parte posterior del sobre estaba escrito el remite así:

Rmte: Sin nombre

Calle de la vida, n.º 1000 ……..

Cualquier población

Y otra carta de una mujer. Marido, droga y sida. Después de tres meses de terrible agonía, muere en el hospital. Ella todo el tiempo con él. Pero también ella era drogadicta y con sida. Tenían un niño. Antes de morir, su mayor pena era mirar al niño, también seropositivo, y pensar que no podría verlo crecer como niño, adolescente, joven, hombre… sano y feliz. "No le veré crecer. Y aunque le viera, nunca le podría ver crecer sano, vivir sano. Vivirá siempre…"

El verdadero problema no es la droga -dijo don Pierino-, sino la cultura de la droga: el querer vivir sin trabajar, el divertirse, el placer, el dinero. Yo doy mucha importancia a la Cristoterapia, preventiva y curativa.

A pesar de que no pudieron asistir algunos invitados, tales como la Madre Teresa de Calcuta y Bruno Hussar, los testimonios dieron una nota de realismo, de crudeza y de esperanza al tema de la cruz y del dolor.

No es posible condensar en unas breves páginas toda la riqueza de cuanto se dijo y se vivió en el Congreso, pero para terminar, quiero reseñar todavía algunos otros pensamientos que a mí me parecieron valiosos.

– La cruz es la sanción de un comportamiento: el haberse enfrentado a todos los poderes para defender, salvar y liberar al hombre y que se cumpliese la voluntad de Dios sobre él.

– En el A. T. se habla de Dios como trascendente y se prohíbe hacer representaciones de Dios, pero Dios se presenta como hombre. En el N. T. se hizo hombre.

– De la teología de la cruz nos viene la luz que ilumina todas las demás teologías o todos los demás aspectos de la teología, ya que no hay más que una sola teología: la que habla de Dios.

– lo que hicieron los autores del N. T. fue consignar por escrito lo que vivían. Hoy se había y se discute mucho sobre la pasión, cruz, muerte y resurrección de Cristo y sobre Cristo mismo. Necesitamos menos teología, menos discursos, escritos, etc, y más narradores de experiencia del misterio de la cruz en su persona y en la de su comunidad.

Estos fueron algunos de los aspectos más destacados de este III Congreso Staurológico Internacional que tenía por tema: la cruz de Cristo, única esperanza. Se está preparando la publicación en italiano de las Actas del Congreso, con todas las conferencias y comunicaciones del mismo.

PABLO GARCIA, C.P.

Recensiones

Carlo María Martini, Relatos de la Pasión. Ed. San Pablo, Madrid, pág. 170.

Con esta serie de meditaciones Carlo María Martini intenta adentrarnos en el fondo de ese "mar de amargura" que es la Pasión de Cristo, siguiendo cada uno de los relatos de los cuatro evangelistas. Y lo va a hacer a través de tres vías, que desembocarán en ese "mar": la histórico-afectiva, la existencia-salvífica y la contemplación trinitaria.

Relato de Mateo. A través de distintos personajes de la Pasión, se facilita al lector la posibilidad de "encarnarse" en cada uno de ellos para que sea él mismo el que se identifique, se autoposicione y saque sus propias conclusiones al contrastar su propia vida con cada uno de los personajes con los que ha tratado de identificarse.

la debilidad de Dios se manifiesta en la humanidad sufriente de su Hijo y resalta la paradoja mediante una doble vía. "El reconocimiento de Dios en el pequeño y en el débil, y el reconocimiento, en la debilidad, de Cristo, fuerza de Dios". Así pues, a través de la reflexión, meditación y oración, el lector, en un encuentro personal con Cristo, actualiza y hace suya la Pasión.

Relato de Marcos. la finalidad del evangelio de Marcos es el anuncio del Reino de Dios. Para ello Marcos divide su evangelio en dos partes: la primera consiste en la comprensión del Reino, y la segunda en la forma de entrar en el mismo.

Las predicciones de la Pasión introducen al discípulo, gradualmente, en el misterio de la Pasión, invitando a éste a "seguir" al Maestro: "El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mc 8, 34).

Este seguimiento se realiza a través de una serie de cuadros, en los que diversos personajes entran en confrontación directa con Jesús, viviendo cada uno el misterio de su llamada y de su toma de posición cara al Reino. El autor presenta, como en un Viacrucis, una galería de personas que se confrontan con la semilla del Reino, que es Jesús mismo. Cada uno, en su identificación con los distintos personajes, dará su respuesta libre y responsable a esa invitación a entrar en el Reino de Dios.

Relato de Lucas. Martini, como anteriormente lo hizo con el relato de Marcos, arranca con las predicciones de la Pasión, pero haciendo hincapié de forma especial en la incomprensión de los discípulos.

Para adquirir el justo sentido de la cruz, el autor se servirá de Pedro para que el lector se meta dentro del personaje, para ver y vivir la cruz desde su punto de vista, de su experiencia, de su llanto amargo, hasta llegar hasta laq confesión final: "Verdaderamente el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón" (Lc 24, 34).

El otro personaje que sirve como prototipo para une mejor comprensión de la Pasión es María, la madre de Jesús. El camino de María se despliega entre dos extremos: el primero en Nazaret, y el segundo en compañía de los discípulos en Jerusalén. El

"sí" de la encarnación se consagra en el "sí" de María junto a la cruz, cuando recibe a Juan como hijo y abre su corazón para una nueva maternidad: ser madre nuestra.

Relato de Juan. Dos son los pasos que ha escogido Martini para acercarnos al relato de Juan: uno, al que él llama "inteligencia espiritual de la Pasión", que sirve de tema introductorio asentado en tres puntos: gloria, exaltación y "hora"; otro, la presencia de Jesús ante Pilato.

La gloria y exaltación le vienen a jesús a través de la "hora" de su Pasión: "Ha llegado la hora en que va a ser glorificado el Hijo del hombre" (Jn 12, 23). Juan contempla el significado cósmico del misterio del Crucificado como centro de atracción de la historia, revelación de la existencia humana y de la misma existencia de Dios.

En la escena ante Pilato el interés de Juan se centra en la realeza de Jesús y culmina con la frase "aquí está vuestro rey" (Jn 19, 14), unida a la de "aquí está el hombre" (v. 5) con la que alude al Hijo del hombre y evoca el poder judicial y real del Mesías. Mediante los ojos de Juan, el lector contempla en la humillación de Jesús el signo del poder misterioso del Hijo del hombre presente en la tierra. Todo el que sabe leer en clave de cruz su propia pobreza y desamparo siente la certeza de ser amado por Dios.

Como Conclusión, el autor hace al lector una llamada a la experiencia, puesto que el Resucitado vive y te llama por tu nombre, para poder participar de su Reino.

Pablo María Martini, con esta serie de meditaciones, ha conseguido hacer que el lector se sienta protagonista y actor dentro del misterioso escenario de la Pasión, y no se contente contemplando la escena como un simple espectador.

MANUEL CHICO

Gustavo Gutiérrez, En busca de los pobres de Jesucristo. El pensamiento de Bartolomé de las Casas. Ed. Sígueme, Salamanca, 1993. 716 p. (Colección «Verdad e imagen» n.' 126). ISBN 84-301-1198-0.

Este volumen recoge veinte años de reflexión de un teólogo de la calidad de Gustavo Gutiérrez y supone, sin duda, una obra de madurez teológica, en continuidad con su principal obra «Teología de la liberación», formando un cuerpo con ella. Gutiérrez no se limita a narrar la historia del ilustre obispo dominico Bartolomé de las Casas (1484-1566), sino que analiza en profundidad el pensamiento de Bartolomé y las controversias que se suscitaron, así como la evolución que tomaron posteriormente conceptos tan importantes como son: el concepto de Dios, la evangelización, el método teológico, la libertad religiosa, la guerra «justa»…

El tema fundamental de la teología de Gustavo Gutiérrez y, por lo tanto de esta obra, es la evangelización de los pobres. Se trata de acercar el Evangelio a los pobres y los pobres al Evangelio. La Teología de la Liberación se define así como «una comprensión de la fe al servicio de la misión evangelizadora de la Iglesia». Este tema fundamental es compartido por Las Casas y queda reflejado en la pregunta ¿cómo anunciar el Evangelio del Dios de la vida en medio de una muerte injusta y sobrecoge dora?

Bartolomé de las Casas no fue solamente un hombre de acción. Fue un pensador. Mejor aún, fue ambas cosas. Articuló teoría (inteligencia de la fe) y práctica en su camino de «buscar los pobres de Jesucristo», como lo hiciera a inicios del siglo XVII el indio peruano Guamán Poma de Ayala, que relató las desventuras de su pueblo en un libro tan lúcido como desgarrador, «para que no se menosprecie y persiga a los pobres de Jesucristo». Es precisamente Guamán Poma quien le inspira el título del libro. Guamán Poma y Bartolomé de las Casas emprendieron el camino de la solidaridad con los marginados y oprimidos. La vida de Bartolomé de las Casas fue una «larga marcha» como dice J. B. Lasségue.

1. PARTES DE LA OBRA

La obra consta de cinco partes. En la primera describe la fuente del pensamiento de Bartolomé de las Casas, de ahí el título «el fontano lugar». El origen del pensamiento lascasiano está en asumir el punto de vista del indio, narra la historia asumiendo el enfoque de las víctimas, y no de los vencedores. Asume el punto de vista de los «últimos de la historia». Trata de ver las cosas «como si fuese indio». Busca entender el mundo indígena desde dentro.

En la segunda parte, «¿Qué tiene que ver el Evangelio con los cañones?», aborda el tema de la guerra «justa» y un tema importante como es el de la libertad religiosa. las Casas manifiesta un gran respeto por la religión y el mundo cultural de los indios. La tercera parte, «La memoria de Dios», presenta el concepto de Dios, que en Bartolomé de las Casas tiene una profunda raigambre bíblica y es el Dios de Jesucristo, amigo de la vida y de los pobres, que escucha el clamor de su pueblo y no olvida la opresión del pueblo: «Del más chiquito y el más olvidado, tiene Dios la memoria muy reciente y muy viva», repite constantemente. El único modo de traer a todos los pueblos a la verdadera religión es la evangelización pacífica, único método evangelizador.

En la cuarta parte, «Una república cavadora», analiza en profundidad el sistema de la Encomienda, constatando que el mal está en el sistema y no sólo en las personas tomadas individualmente. Confronta el pensamiento de Las Casas con el de F. Vitoria y otros pensadores de la época.

En la quinta parte, «Dios o el oro», ya conocida porque apareció publicada en 1989, trata específicamente el régimen colonial en el Perú. Denuncia proféticamente la idolatría de los conquistadores que tienen al oro como el verdadero Dios y por la codicia del oro matan a los indios. «El oro es el verdadero Dios de quienes maltratan a los indios». Cristo no vino a morir por el oro.

2. CLAVES HERMENEUTICAS PARA COMPRENDER EL PENSAMIENTO LASCASIANO

Las Casas aparece movido por un total y comprometido amor a los indios expoliados y maltratados, porqueveen ellos la figura de Jesucristo doliente. Repetirá constantemente la expresión «los Cristos azotados de las Indias». Los indios son personas

amadas por Dios y redimidos por la sangre de Cristo: atentar contra su libertad, hacerles gratuitamente la guerra, atropellar sus legítimas instituciones o expoliarles de sus bienes, es ofender al mismo Dios, porque Cristo se identifica con el indio. El indio oprimido es el pobre de la Biblia

Amor preferencial de Dios por los pobres: «Del más chiquito y el más olvidado, tiene Dios la memoria muy reciente y muy viva». Será el principal defensor de la vida y la libertad de los indios. Vida y libertad son elementos fundamentales del Evangeho. La percepción de que el mal está en el sistema: la situación objetiva de la encomienda. La conversión reclama un cambio radical de esa situación. La perspectiva de poder versus la perspectiva del indio.

3. ACTUALIDAD DE BARTOLOME DE LAS CASAS

Gustavo Gutiérrez repasa la historia de la tesonera actividad de Bartolomé de las Casas, pero va más allá del mero relato histórico. Actualiza a Bartolomé de las Casas. La lección más saludable que puede sacarse de este libro es la de desenmascarar la increíble capacidad de autoengaño que pueden tener hombres aparentemente bienintencionados en la defensa de intereses inconfesables, bajo los que se oculta la única razón de todo: la codicia de oro y de poder.

Es un gran aporte al debate abierto sobre modelos de evangelización: Bartolomé de las Casas nos enseña las limitaciones del proyecto misionero restaurador que domina hoy en la Iglesia actual.

4. LIMITACIONES DE ESTA OBRA

Hay muchas repeticiones a lo largo del libro, tal vez sea por ser un libro escrito a lo largo de muchos años y por la voluminosidad de la obra. No cabe duda que el tratamiento de las controversias teológicas es siempre muy complejo, pero a veces da la impresión de que el abundante aparato crítico dificulta la agilidad de la lectura. Hay que resaltar, no obstante, la abundancia y la calidad de las citas, donde se contrasta las diferentes posturas con bastante objetividad.

La figura de Bartolomé de las Casas es francamente admirable y digna de todo encomio, pero a veces he tenido la impresión de que le ha ensalzado sobremanera, me habría gustado más ver a un Las Casas más «normal», con capacidad de poder equivocarse sin necesidad de ser disculpado.

En conclusión: Creo que es una obra sistemática, científica y muy seria, donde se conjuga el rigor científico de uno de los mejores especialistas lascasianos, con la preocupación pastoral, se articula con rigor teología e historia y sobre todo se actualiza la problemática teológica tratada con precisión y profundidad. Su lectura es muy recomendable por tratarse de una de las principales obras teológicas aparecidas últimamente.

JESUS M.,ª ARISTIN

Mier, Francisco de, Hora Cero. Relato autobiográfico de la pasión de Jesús, Ed. San Pablo, Madrid 1994, 236 págs.

Esta nueva obra de Francisco Mier da un paso más en relación con las anteriores. En sus obras anteriores narraba implicándose la "hora" del Huerto, del juicio y de la Cruz. Penetraba en el misterio ofreciéndonos de él la carga de vida para nuestra "hora", que la de Jesús nos ofrece. Esta nueva obra, Hora Cero, es una penetración autobiográfica allí donde todas las "horas" de Jesús son el aspecto de la "relación ínfima" con el Dios amante del hombre. Con un gesto atrevido que creo logrado, pone en primera persona lo vivido por Jesús.

La obra ofrece una reconstrucción de la vivencia de los acontecimientos de la pasión desde la "pasión" (Hora Cero), que constituye la conciencia de Jesús. El estilo cálido y directo hace que el lector no pueda permanecer indiferente ante la vivencia de los acontecimientos.

la narración está críticamente construida. Una lectura atenta permite ver cómo el autor ha incorporado la reflexión exegética y teológica. Subyacen las interpretaciones de la Cena presentadas por Schürmann; los estudios de Leon-Dufour a la hora de elaborar la reflexión sobre el Huerto y el Calvario; los estudios sobre los relatos de la pasión y las posibles claves interpretativas ofrecidas por J. Jeremías y el P. De la Potterie.

El Jesús presentado podríamos calificarle como el Jesús 'Joánico" con incrustación de los elementos parenéticos de Lucas. Es el Jesús que va ofreciendo sentido salvador y solidario a todo su actuar y, cuando se hace difícil esta percepción, pone el sentido en manos del Abba: "Dios mío, ya que no comprendo su sentido, dáselo tú" (pág. 229). Sobresale la categoría de Abba, Reino y la autoconsideración como el "Servidor del Reino". Se han personalizado las teorías interpretativas que se ofrecen para tratar de penetrar en cómo vivió Jesús su propia muerte: esquema-de "cordero sacrificado"; esquema de "profeta o siervo" (en la línea de los profetas injustamente tratados y -no resaltada explícitamente- la línea del siervo de Isaías). Otra categoría teológica que define hoy la realidad de Jesús y que aparece en el trasfondo de la obra es la consideración de su ser y actuar como "ser para los demás". la obra supera el esquema de "víctima", erróneamente interpretado, que aparecía en algunas obras de meditación de la pasión. Siendo una lectura autobiográfica, ha superado el dolorismo por una parte y el intimismo por otra al proponer una lectura lo más fiel posible a los datos.

Ofrece la obra, como texto sagrado, la mirada universal que debemos creer teológicamente presente en Jesús. Es la anticipación del efecto salvador universal de todo lo por él vivido. Aparece así el Jesús profundamente solidario con todos los crucificados. Su autobiografía es la de uno de los crucificados de la historia, que él hizo, unido al Abba, historia solidaria y llena de sentido salvador. El Jesús de Hora Cero dialoga con el Padre y con todo hombre: el cercano y el alejado.

Estas sencillas notas, después de una primera lectura, solamente pueden ofrecer unas claves de lecturas que pienso están a la base de la obra. Su lectura ofrece una penetración creyente, con profunda base bíblica, en la conciencia de Jesús. Y como lectura creyente, nos abre el camino para penetrar en la donación del Hijo que el Padre nos hace.

JOSE LUIS QUINTERO

 

Enviado por:

Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.

"NO A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE INFORMACION"®

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Santiago de los Caballeros,

República Dominicana,

2015.

"DIOS, JUAN PABLO DUARTE Y JUAN BOSCH – POR SIEMPRE"®

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