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Arguedas y Cortázar – Por Gracía Morales Orti (página 2)



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Esta carencia va a tener repercusiones inevitables en sus obras literarias. Arguedas y Cortázar, ante las preguntas anteriores plantean respuestas diferentes, y cada uno de ellos presentará una alternativa en clara consonancia con las características propias de sus países de origen. En Arguedas esa apelación a una memoria le llevará a situarse en la tradición del pueblo quechua. Ahora bien, según hemos indicado, su pretensión no es la de una vuelta a los orígenes, sino la de avanzar hacia un tiempo inalcanzado, donde quepa esa tradición[36]Ya vimos la fuerte carga de sacrificio y de tergiversación que este proceso de modernización causa, inevitablemente, en un sistema cultural sustentado sobre determinados elementos que ya no encajan en el esquema de pensamiento burgués: ni la oralidad, ni la colectividad, ni la influencia de lo mágico-mítico en la vida cotidiana, etc.

Cortázar, en cambio, representa la carencia de un pasado propio, coherentemente construido. Según sabemos, la Argentina se forma con inmigrantes europeos, que al llegar allí tratan de conservar buena parte de sus costumbres y sus formas de vida. Hemos definido varias veces a este ámbito como caótico, laberíntico, amalgama de tradiciones distintas, sin que ninguna sea sentida como propia; Cortázar, como otros autores argentinos, se inventa entonces una realidad diferente, pero profundamente humana, a partir de la ecléctica conjunción de esos retazos de experiencias culturales ajenas, y entre ellos dejará profundos vacíos. Su construcción de una memoria es la construcción de un laberinto.

Por todo lo señalado, nos adherimos a la propuesta de Ángel Rama de entender a estos autores como integrantes de dos ámbitos culturales y humanos muy diferentes. Arguedas representaría la opción propia de un "pueblo-testimonio", siguiendo la terminología de Darcy Ribeiro; es decir, la de la zona mesoamericana y andina, a la que también denomina "indoamérica": "cordillera de los Andes, pisos términos de zonas templadas y frías, fuerte composición indígena, agricultura y minería, dominación hispánica, religión católica". La obra de Cortázar, por su parte, responde a las circunstancias específicas de un "pueblo-transplantado", es decir, de los de la región rioplatense. A ella se refiere también como "Iberoamérica": "región templada del sur, tardía colonización, inmigración europea, escaso aporte indígena, régimen de explotación burgués."[37]

Pero, tanto en uno como en otro caso, y esa circunstancia se evidencia incluso en la terminología que hemos citado anteriormente, estas naciones se caracterizan por su inevitable relación con un espacio ajeno, del que proceden en parte, pero del que también siguen siendo víctimas. La nociones de "pueblo-testimonio", "pueblo-transplantado" o "pueblo-nuevo" (como se denomina a la zona brasileña, grancolombiana antillana y chilena) siguen arrastrando hasta el presente la conciencia de que estos países se conformaron por un proceso de conquista y colonización. Y superar definitivamente esa fase, hallando unas características propias, es la función de la literatura en aquel subcontinente desde sus inicios hasta nuestros días.

Por eso es una literatura que tiende hacia el futuro: esa realidad postulada sólo tiene sentido en el porvenir. Él es el que legitima la confianza en esa labor renovadora y forjadora de una identidad. Los dos autores que hemos estudiado persiguen esa misma meta, por caminos distintos, aunque paralelos: la defensa de una literatura auténtica que esté extraída de, e influya sobre, la vida; el encuentro con los orígenes (lo quechua, en el caso de Arguedas; lo inconsciente-arquetípico, en Cortázar); la ruptura con la normatividad europea (por inclusión de la cosmovisión indígena en el primero, por cuestionamiento y negación sistemáticos en el segundo)… En resumen, la necesaria lucha por una existencia propia.

Ahora bien, y volviendo a una reflexión ya sugerida, todas las herramientas de las cuales se sirven en esa búsqueda son prestadas. No sólo el lenguaje y los patrones formales novelescos o cuentísticos, sino incluso la misma definición de lo literario que utilizan tanto ellos como el público a quien va dirigido su mensaje, provienen de ese horizonte del cual se está intentado salir; se trata, entonces, de un anhelo que nunca acaba por cumplirse. En esta especie de frustración radica, según creemos, el motor que lleva a estos narradores a estar cuestionando siempre sus herramientas discursivas, en un avance ininterrumpido que tiene algo de autodestructivo. Esta conciencia compleja y contradictoria de cómo su literatura influye o no sobre la realidad, de cómo es o no radicalmente propia, de cómo los identifica o no, etc., les lleva a un continuo movimiento de indagación, que ha convertido a la narrativa del siglo XX en aquel subcontinente en una de las más ricas y sugerentes. En ese sentido, afirma Rama en su análisis de la obra de García Márquez:

En los hechos, el proceso que sigue la narrativa de García Márquez para ir delineando el proyecto, es un proceso que yo llamaría dialéctico; un proceso en el cual no hay una primera composición de elementos que se van desarrollando de forma armónica y gradual, tal como querría en general una concepción crítica lineal, sino que es un proyecto en el cual se hacen planteamientos que son directamente rebatidos y destruidos posteriormente y reemplazados por nuevas formas. Un avance dialéctico del conocimiento, un avance dialéctico en el campo de la literatura corresponde efectivamente al enfrentamiento de materiales que se destruyen a sí mismos, y que, simultáneamente, generan la posibilidad de unas formas superiores de las cuales emerja la línea interna zigzagueante que va desarrollando la cultura.[38]

Paradójicamente entonces, es esa situación precaria e inestable que tratan de resolver la que, finalmente, les termina capacitando para construir una literatura realmente diferente, con unas señas de identidad específicas.

Para concluir, deseamos recordar que nosotros, a la hora de abordar este trabajo, pretendimos reconciliar la postura de Arguedas y Cortázar y destacar cómo estas características señaladas como comunes manifiestan cuál es la verdadera y radical problemática de aquellos países. Consideramos incluso que el empecinamiento de algunos estudiosos en mantener como irreconciliables las posiciones que hemos denominado "regionalista" (o "transculturada") y "cosmopolita", está perjudicando la comprensión del mensaje profundo que tanto una como otra transmiten. Es cierto que sus características son diferentes y que cada una es deudora de las especificidades de dos regiones distintas, pero con las herramientas que esos espacios culturales les aportan, ambos están persiguiendo lo mismo: la posibilidad de una identidad propia, necesaria para superar la situación de subdesarrollo, desconcierto y violencia que impera en sus países. En esa lucha, los dos están partiendo de similares bases ideológicas provenientes de Europa, y a su vez están tratando de superarlas. Finalmente, los dos vuelven, una y otra vez, a revisar su propio estilo, a resquebrajarlo nuevamente, en el intento nunca alcanzado de hallar una voz totalmente propia y totalmente libre.

Conclusiones

Llega ya el momento de conectar los dos autores que hasta ahora hemos estado tratando por separado. En las páginas dedicadas a cada uno de ellos tratamos de establecer sus especificidades particulares, basadas fundamentalmente en su pertenencia a dos regiones culturales diferentes: la de la zona andina frente a la rioplatense. Ciertamente, estas diferencias existen, pero además la crítica ha tendido a hacerlas aún más profundas, separando tajantemente una y otra obra como irreconciliables. Es significativo, por ejemplo, que, según se ha podido ir viendo a lo largo del trabajo y en la bibliografía final, se da una marcada tendencia en los estudiosos a especializarse en uno de los dos movimientos que, según Rama, representan estos autores: Arguedas como emblema de la literatura transculturada y Cortázar como modelo de la cosmopolita[39]

Nosotros, en cambio, queremos ahora destacar los nexos de unión
que encontramos en sus producciones. No se trata tanto de elaborar una teoría
en contra de la opinión de especialistas en este campo, sino de ofrecer
una mirada que entronque ambas voces bajo una circunstancia común: su
latinoamericanismo. Con esta finalidad, vamos a establecer tres núcleos
de análisis centrales, que ya han sido tratados en el grueso del trabajo:
la relación literatura / vida; la relación con la lengua y la
tradición y la idea de búsqueda como anhelo de futuro.

 

Enviado por:

Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.

"NO A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE INFORMACION"®

www.monografias.com/usuario/perfiles/ing_lic_yunior_andra_s_castillo_s/monografias

Santiago de los Caballeros,

República Dominicana,

2015.

"DIOS, JUAN PABLO DUARTE Y JUAN BOSCH – POR SIEMPRE"®

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