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El crimen, los medios y la justicia



  1. Introducción
  2. La globalización
  3. Los medios y los cambios culturales en la realidad actual
  4. La percepción mediática de lo social
  5. Los medios, la seguridad y el delito

Introducción

Si bien este panel se refiere al derecho en su relación con el "espacio público", yo abordaré el tema desde la Criminología, una disciplina que se desprendió de una originaria dependencia del derecho penal. Es mucho, por cierto, lo que puede decirse desde la criminología sobre el tema central de esta jornada y poco el tiempo disponible para hacerlo. En consecuencia, me concentraré en tres cuestiones centrales:

a) la globalización , b) los medios y los cambios culturales y c) la percepción social de la seguridad y el delito. Por último, como consecuencia de esos factores, propiciaré la búsqueda democrática de espacios públicos alternativos.

La globalización

El concepto poco claro y multívoco de "globalización" ( 1 ) expresa, en términos técnicos, un incremento de los flujos financieros internacionales, la des – estructuración de los antiguos sistemas productivos y la búsqueda de nuevos regímenes de crecimiento y de regulación económica internacional, mediante una competencia sin límites. La globalización en curso ha sido ofrecida como el futuro de la economía mundial, o como su realización definitiva. Este nuevo orden global sería irreversible, y resultaría el máximo grado de liberalización que puede alcanzar un proceso expansivo mundial, posibilitando, a largo plazo, un florecimiento sin par de las economías… que alcancen buenos niveles competitivos. Éste no sería un proceso impuesto por voluntad de ningún centro de poder, sino una consecuencia lógica de los progresos técnicos e informáticos, y de una lógica productiva "postfordista" (2), con nuevas modalidades : automatización, robotización, reducción de pérdidas de tiempo, integración decisoria a todos los niveles de producción, flexibilización inédita en la calidad de los productos con bajos costos, etc. (3). El costo social de este cambio es enorme, porque estos sistemas generan desocupación en masa y desestabilizan las condiciones previas del trabajo, a contrapelo de una evolución jurídica laboral de un siglo (4). De hecho, las empresas que más ganancias acumulan y mejor situadas están , son las que logran despedir a gran parte de su personal y sortear las leyes y beneficios sociales que protejan a los empleados todavía activos. A esto se le llama "racionalización laboral". Reconozco – muy a pesar mío – que el establecimiento de la globalización a través del modelo neoliberal y la revolución de las comunicaciones son hechos consumados de un proceso a cuyo fin la Modernidad será, posiblemente, un recuerdo lejano e irrecuperable. En el derecho penal ya se aprecian claras muestras de estos cambios filosóficos y los principios jurídicos fundamentales de la Ilustración son cada vez más ignorados. Se nos impone, entonces, admitir una coexistencia con las reglas establecidas, aún cuando debamos hacerlo sin entrenamiento, ni adaptación cultural o social previa . En otras palabras, se trata de entender este "nuevo modelo de mundo" sin mucha claridad acerca de la conveniencia de convalidarlo, porque ya estamos globalizados, y debemos poner en actividad tres procesos simultáneos, frecuentemente contradictorios: comprensión, adaptación y eventualmente , resistencia.

Los medios y los cambios culturales en la realidad actual

En 1981 se fabricó la primera computadora personal, generando una revolución tecnológica que empalidece lo logrado a partir de la utilización de la rueda o el vapor. En menos de veinte años, ya casi no hay actividad gráfica, contable, administrativa, científica, pública o privada que no se valga de la computadora. A partir de ella se expandieron las técnicas digitales , destacándose el desarrollo de redes informáticas que posibilitan la consulta de bibliotecas a distancia, diálogos instantáneos por computadora, la transmisión óptica de textos, juegos de realidad virtual y todo tipo de entretenimientos. En minutos, pueden obtenerse miles de informaciones y documentos e intercambios de mensajes. Sin embargo, la era digital parece abrir otra fuente de intoxicación audiovisual: la avalancha informativa de imposible asimilación o retención por una persona. Recientes estudios realizados en Estados Unidos demuestran que son cada vez más quienes están dispuestos a gastar dinero en juegos interactivos, antes que en libros. Esta es, precisamente, una fuerte crítica de los teóricos en contra de los multimedia: que la infinita composición y recomposición de imágenes sin contexto de la "realidad virtual" no pasará del nivel de pasatiempo y que hará perder a sus usuarios intensivos el sentido de la realidad (5).

En América Latina, no cabe duda que la preeminencia de la televisión está asegurada, al menos por la próxima década, y que los sectores mayoritarios de la población (los menos pudientes) no accederán en el siglo XXI a la computadora personal ni al dominio de las técnicas interactivas.

Ello profundizará la brecha que los separa de la minoría cultural que puede pagar su acceso a la red,. Sin embargo, pese a esta realidad, se sigue subrayando lo beneficioso que será para la humanidad el proceso globalizador, por su capacidad de nivelar, de generalizar la información y el saber, por su potencial democratizador, etc. Entre las voces disonantes, de la visión rosa, Mario Bunge se pregunta si es cierto que las personas y las naciones nos igualamos a medida que nos enchufamos a la red y que Internet perfeccionará la democracia , dando por supuesto de que sólo la información es importante y que es universalmente accesible. Este autor afirma que: "los datos estadísticos no dan pie a la tesis del igualamiento socioeconómico y de la uniformación política como efecto de la revolución informática y la globalización. Todas nuestras sociedades siguen estando profundamente divididas y en casi todos los casos, estas divisiones se han acentuado. Esto vale especialmente para las sociedades latinoamericanas y las ex – soviéticas" ( 6 ).

Bunge considera absurda la idea de que todos los vínculos sociales puedan reducirse a la comunicación, que es , apenas, un medio, destacando que todos necesitamos ver a nuestros interlocutores , estrecharles la mano y caminar juntos. En suma, que la "relación entre pantallas" puede complementar, pero jamás reemplazar a la relación cara a cara. Comparto este punto de vista, que adquirirá especial importancia en las conclusiones de este trabajo.

No puedo negar que la utilización de la red cambia los usos y costumbres y establece nuevos valores, pero ya hay quienes sostienen que estos cambios de hábitos, modos de vida, lenguajes y decisiones conforman, incluso, un cambio en la estructura psico – cultural del " homo sapiens ". Uno de estos pensadores es Giovanni Sartori, quien se ocupó del efecto de los medios audiovisuales en las personas (en particular en referencia a la televisión) y sostiene que los medios de comunicación están provocando un cambio genético, que denomina "pasaje del homo sapiens, al homo videns" . Según este autor italiano, el homo videns sustituye el lenguaje abstracto (conceptual) por el perceptivo (concreto) que es mucho más pobre, no sólo en cuanto al número y jerarquía de las palabras, sino, especialmente, en cuanto a la riqueza de significado, es decir, de capacidad connotativa ( 7 ).

Una noticia reciente sobre su país, parece darle plena razón: se dio a conocer, en Roma, que el 65% de los italianos se encuentran cerca del analfabetismo (¡dos de cada tres! ). El estudio, realizado en Italia por el Centro Europeo de Educación, señaló que la mayoría de los ciudadanos es "incapaz" o tiene que realizar "un gran esfuerzo" para comprender o utilizar información contenida en textos escritos. Para los expertos, el dominio del lenguaje televisivo, sencillo y basado en imágenes, es la principal causa de la escasa afición a la lectura, especialmente entre los jóvenes. Para colmo, según el informe, las dificultades de escritura alcanzan al 8,5% de los graduados universitarios ( 8 ).

La percepción mediática de lo social

Veamos ahora, mediante ejemplos, como inciden los medios en las vivencias sociales de la población. A un promedio de dos horas de TV diarias desde los seis años, cabe calcular que al alcanzar 70 años de edad, una persona habría visto 46.720 horas, o sea que habría contemplado pasivamente el mundo durante 1946 días, esto es, unos cinco años. Aceptemos que se descuente un año por los momentos en que el sujeto "perdió" la posibilidad de mirar programas y nos quedan cuatro. No parece mucho biológicamente, pero en lo cultural equivale a la duración formativa de la escuela primaria en los países europeos. Se sostiene que la aceptación de la violencia, como un dato neutro de la realidad, surge de un entrenamiento en la contemplación de ese tipo de situaciones. Si calculamos la cantidad de crímenes presenciados por el público, a razón de tres por día, se habrían visto, en aquél lapso de vida, 1080 por año, o sea 5.400 en cinco años. Es, ciertamente, una estimación modesta, porque la cantidad de muertes supera con amplitud las tres diarias, en apenas unas horas de televisión. Un estudio argentino, tomado como base para las Primeras Jornadas sobre violencia en la programación televisiva infantil, celebradas en Buenos Aires en 1995, analizó 534 emisiones de programas infantiles, exhibidos entre abril y septiembre de 1994, con un total de 242 horas, en las que se pudieron computar 4703 escenas violentas, con desenlaces mortales en 987 escenas. ( 9 ).

El interrogante acerca de los efectos reales que produce este tratamiento audiovisual en la psiquis humana no es una cuestión menor. En el área anglosajona llevaron a cabo investigaciones importantes, cuyo balance no pudo probar una relación de causa a efecto, pero sí la enorme influencia que la televisión produce en los espectadores. Se ha demostrado también, que ciertas exhibiciones operaron como detonantes de conductas destructivas, como suicidios o atentados, a cargo de los espectadores. ( 10 ).

La televisión impone, con rapidez fulminante, modas, estilos de comportamiento, neologismos y temas de conversación. Su efecto es altamente homogeneizante . En la última década se verificó también un retroceso del análisis de temas sociales en las emisiones. La complejidad de los problemas sociales es resuelta para el espectador mediante propuestas maniqueas, emocionalmente dirigidas para que provoquen descargas reactivas inmediatas. La televisión , mediante sus recursos de atracción del público, produce sobre – diversión como método para no pensar, sobre – información como método para desinformar, e hiper – oferta de bienes, servicios e ilusiones, hasta conformar una colonización alienante del tiempo libre de millones y millones de seres de todas las latitudes, simultáneamente.

Para los latinoamericanos, la concentración de la producción televisiva constituye, además, un problema de importancia trascendental: el de las consecuencias culturales que provoca el dominio norteamericano de la programación. El factor económico, unido al monopolio de las emisiones por aire, cable o satélite, han puesto la cultura de masas de nuestros países en las manos de la cosmovisión central, que llega constantemente a todos los rincones abasteciéndonos de diversión, deportes, películas, noticieros, comentarios y propaganda, muchas veces simultáneamente con los centros de producción televisiva estadounidense. No es necesario, entonces, abundar en argumentos para demostrar el formidable poder de concientización y transculturación que representa este mecanismo transmisor . Conviene tener presente la observación de Larraín , según quien, las consecuencias de esa relación son estilos de vida, consumo y pensamiento orientadas a la imitación del modelo central y la devaluación de tradiciones, en algunos casos milenarias. ( 11 ).

El futuro inmediato nos develará hasta dónde puede llegar este proceso; por ahora, ignorar que existe y es eficaz, equivale a desentenderse de la interpretación de nuestra realidad.

Los medios, la seguridad y el delito

A partir de la influencia psicológica, cultural e ideológica de los medios, en especial de la televisión, se producen interacciones y procesos sociales de gran interés para la criminología . Ciertamente, la televisión es el recurso más preocupante y digno de análisis del conjunto de los medios de comunicación masivos, por su notable influencia en la presentación del crimen, su control, la sensación de inseguridad y los temas político criminales en general. Es casi obvio afirmar que la televisión perpetúa en nuestras sociedades una disposición irracional hacia los temas del crimen, elaborados desde el temor del ser humano a ser víctima de agresiones de terceros. Por ello, la influencia de los medios en la creación de normas penales es un aspecto que merece mucha dedicación ( 12 ), porque , en la práctica, la percepción subjetiva de amenazas o males inminentes genera reclamos de protección inmediata a las autoridades, circunstancia habitualmente aprovechada por políticos, legisladores, policías, etc., para imponer finalidades corporativas coyunturales. Como regla general se recurre a un repertorio de medidas conocidas, como más rigor contra los menores de edad, ampliación de edictos policiales, aumento de las escalas penales, mayores poderes a la policía, reducción de ventajas procesales (excarcelaciones o permisos transitorios a los presos ), etc. Los medios, concentrándose en lo espectacular del delito, dejan casi siempre de lado los contextos sociales y las biografías de los participantes. Transmiten un esquema unilateral de la realidad, que remite todas las responsabilidades a un desconocido que pertenece al bando réprobo que desafía la ley, y ello justifica que la reacción en su contra sea fuertemente vengativa.

Mientras tanto, las contradicciones sociales se tornan cada vez más violentas, acentuando el deterioro de la calidad de vida posible en los países latinoamericanos, insertos en un mundo globalizado y tecnotrónico del siglo XXI, pero en medio de consecuencias sociales calamitosas. V).- En busca de espacios alternativos Como dije, los medios de comunicación determinan el espacio y la ideas en que debe darse la discusión sobre la seguridad del siglo XXI . Se hace necesario, entonces, un debate capaz de quitarles ese poder . Por cierto, la responsabilidad de semejante lucha excede el esfuerzo de un puñado de criminólogos humanistas y democráticos. El desafío nos reta a todos, en nuestras diversas disciplinas, a participar en un activismo humanista, que tome como presupuesto moral la solidaridad en las comunidades sociales, deteniendo el actual retroceso ético y cultural de la humanidad. No es humano un mundo destinado al disfrute de una excelsa minoría de afortunados . Por cierto, buscar los caminos no será sencillo, pero comparto el punto de vista del sociólogo noruego Thomas Mathiesen, cuando afirma que "La clave es contribuir a la creación de un espacio público alternativo, ubicado fuera de la órbita de los medios de comunicación y especialmente de la televisión, en el cual la argumentación, la crítica bien fundada y el pensamiento basado en principios, representen valores predominantes" (13 ). Se trata, ciertamente, de buscar protagonismos alternativos a la no – existencia que impone la realidad virtual creada por la televisión; esto obliga a generar movimientos de base, asambleas, organismos no gubernamentales , redes de opinión e información originales. Mathiesen propone, como ejemplo, preparar encuentros anuales, en forma de grandes conferencias, para discutir la política criminal, con participación de todos quienes tengan que ver con el fenómeno, incluidos los presos.

Iniciativas como el foro anti – globalización de Porto Alegre, adquieren una importancia trascendental para generar conciencias colectivas que se desarrollen por fuera de la estandardización sistemática y la construcción unilateral de la realidad, alimentadas desde empresas que dominan las redes globales de comunicación social.

Por otra parte, es preciso admitir que recién empezamos a conocer los efectos de los cambios comunicativos. Estamos presenciando un proceso que destruye los valores de la Modernidad o lo que es lo mismo, de la cultura precedente, pero sin implantar presupuestos axiológicos sustitutivos. La cultura globalizada ya ha difundido ampliamente su única utopía: la de la cultura total, homogénea, superadora de las particularidades y por ende, democratizadora. Somos muchos los que sostenemos que esta utopía se ha revelado como falsa. Filosóficamente ( recordemos a Hegel ) , la superación implica la reunión en una tercera alternativa de aquellas que se afirmaron y negaron; sin embargo, el proceso en curso afirma sus propios intereses y niega, excluye, aparta, silencia a quienes no son "funcionales al sistema". O sea, quienes no acceden a la jerarquía de consumidores. Dicho en un ejemplo: el mundo que relata la CNN no comprende ni integra a las tribus del Amazonas, o a las culturas originales de Africa o Asia. Ni siquiera integra los particularismos de los habitantes de la actual ciudad de México. El desembarco global piensa como Cortés frente a Moctezuma, desde una visión que no comprende a "los otros" ni los considera necesarios para la realidad (considerada absoluta y verdadera) que se quiere imponer. En consecuencia, la defensa de los regionalismos y particularidades culturales es una tarea imperiosa para proteger las identidades periféricas, como una brújula que oriente la construcción de nuestros espacios alternativos. No es posible aceptar con resignación la amplitud que está alcanzando el fenómeno latinoamericano de exclusión social y cultural. La exclusión, en el campo del derecho penal y la criminología , se expresa también en los modelos de políticas de seguridad (antes llamadas "políticas criminales"). En este sentido, es interesante contraponer dos fenómenos argentinos actuales: la criminalización de la protesta social por una parte, y la instalación mediática del "fenómeno Blumberg", por el otro. Allí se enfrentan modelos de sectores sociales opuestos, unos en pos de la recuperación de protagonismo social y otros que imaginan una seguridad absoluta para los sectores integrados. Habrá que utilizar espacios nuevos que se ganen con esfuerzo, para que vuelva a respetarse la dignidad individual y social de millones de personas que hoy no pueden concretar ni el derecho a comer una dieta sana que supere la ocasional, de pura supervivencia. Por último, está claro que el derecho debe tomar nota de esta lucha contra el pensamiento único, ampliando su tutela y defensa de los particularismos, y reconociendo las limitaciones sociales, en el campo de la ley y la justicia.

Probablemente estemos en el comienzo de una nueva era, con valores y conflictos que no conocemos aún totalmente ; sin embargo, está a la vista todo lo que ya se ha perdido y la necesidad de un gran esfuerzo de recuperación cultural y jurídica, para que las ilusiones virtuales y anónimas sean sustituidas por una realidad tangible, compartida por personas concretas.

Citas:

(1).- Ver Bauman, Zygmunt: "La globalización, consecuencias humanas" Fondo de Cultura Económica , Buenos Aires, 1999, pag. 106.

(2 ).- Ver "Las reglas del juego: América Latina, globalización y regionalismo" , Autores varios, Ed. Corregidor, Buenos Aires, 1994.

(3).- Sobre la evolución histórica de los sistemas productivos y sus técnicas puede verse Arocena, Rodrigo: "Ciencia, tecnología y sociedad, cambio tecnológico y desarrollo", Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1993.

(4).-Ver: "El fin del trabajo. Nuevas tecnologías contra puestos de trabajo: el nacimiento de una nueva era", de Jeremy Rifkin , Paidós, Buenos aires, 1997.

( 5).- Bunge, Mario: "Tres mitos de nuestro tiempo: virtualidad, globalización, igualamiento". Universidad Nacional del Litoral, Argentina, 2001.

( 6 ).- Ídem, página 47.

( 7 ).- Sartori, Giovanni: "Homo videns. La sociedad teledirigida", Taurus, Buenos Aires, 1998.

( 8 )."Clarín", Buenos Aires, 3.11.1993.

( 9 ).- "Página 12", Buenos Aires, 5.8.1995 y "Clarín", Buenos Aires,1.3.1998.

(10).- El film "La naranja mecánica" fue retirado de exhibición en Gran Bretaña, por decisión de su director, Stanley Kubrick, cuando desató una ola de delitos violentos de bandas que imitaban en detalle las acciones violentas de los personajes del film.

( 11).- En Larraín Jorge: "Modernidad, razón e identidad en América Latina", Ed. Andrés Bello, Santiago de Chile, 1996, pag.30.

( 12 ).- Berger, Peter y Luckmann, Thomas, "La creación social de la realidad" , Amorrortu editores, Buenos Aires, 1998.

( 13 ).- Mathiesen, Thomas: "Juicio a la prisión", EDIAR , Buenos Aires, 2003, pág. 304.

EL CRIMEN, LOS MEDIOS Y LA JUSTICIA, POR CARLOS ALBERTO ELBERT. (Conferencia leída en las jornadas argentino – alemanas sobre "El espacio püblico" (Panel: El derecho y el espacio público) el 30.11.2004, en la Facultad de Derecho de Buenos Aires).

Enviado por Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.

"NO A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE INFORMACION"® www.monografias.com/usuario/perfiles/ing_lic_yunior_andra_s_castillo_s/monografias Santiago de los Caballeros, República Dominicana, 2015.

"DIOS, JUAN PABLO DUARTE Y JUAN BOSCH – POR SIEMPRE"®

 

 

Autor:

AndrésCastillo Silverio.

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