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Enfermedades causadas por proteínas priónicas desde una óptica molecular



  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Desarrollo
  4. Conclusiones
  5. Anexos
  6. Bibliografía

Resumen

Las enfermedades ocasionadas por proteínas priónicas (encefalopatías espongiformes) tienen por característica común la degeneración del sistema nervioso central, curso clínico silencioso, largo período de latencia, métodos diagnósticos in vivo inexistentes o de baja efectividad y un 100% de mortalidad. Su agente causal es de naturaleza proteica, carente de ácidos nucleicos y resistente a la acción de enzimas proteolíticas. Las patologías contempladas tienen como principal vía de contagio la ingestión de carne proveniente del ganado ovino, caprino y vacuno infectado lo que justifica el incremento en las medidas de control por parte de las autoridades sanitarias de estos productos. Desde el punto de vista del desarrollo científico el estudio de los priones supondría un campo prometedor, pues se explicaría con claridad el proceso de plegamiento proteico y los cambios postraduccionales asociados a la biosíntesis polipeptídica, punto que esclarecería el basamento molecular de la mayoría de los desórdenes metabólicos que padece el hombre.

Palabras Clave: priónicas, encefalopatías espongiformes, plegamiento, postraduccionales

Introducción

El proceso salud enfermedad es un ente multifactorial respecto al cual se ha llegado a cierto número de generalizaciones para poder sistematizar el conocimiento y perfilar por una línea ordenada el desarrollo científico y su posible aplicación a la solución de problemas prácticos concretos. Una de estas generalizaciones y dicho sea de paso uno de los más sólidos pilares de la medicina occidental moderna es la teoría microbiana que plantea a groso modo que los agentes causales de las enfermedades infecciosas son unidades celulares microscópicas (móneras y protistas) o subcelulares (submicroscópicas) como los virus. Este corroborado precepto operó sin objeciones de la comunidad científica hasta bien entrado el siglo XX pero a la luz de recientes descubrimientos la tesis microbiana se ha vuelto caduca y demanda una renovación .¿Cuál es el acápite que no se ajusta a lo anterior?, pues bien nos encontramos frente a una nueva categoría denominada patógenos subvíricos cuyos principales exponentes son los viriones y los priones, a estos últimos está dedicado el presente trabajo.

Para entender qué es un prion y lo enigmático e importante de su estudio comencemos con algunas definiciones básicas: cuando somos atacados por una enfermedad infecciosa se ha constatado que el agente causal tiene como mínimo una composición de al menos uno de los ácidos nucleicos y proteínas; esto viene dado porque en los ARN o ADN se almacena la información que garantiza el ensamblaje del patógeno y las proteínas son los elementos estructurales que posibilitan este proceso. Así se garantizan las dos acciones básicas de estas unidades: la infección propiamente dicha y la multiplicación de la especie agresora, indispensable para potenciar nuevas agresiones, este patrón es intrínseco incluso en los virus que no comparten todas las características para ganarse un lugar dentro del universo biótico. Pero en el caso de los priones vemos como característica peculiar a primera vista el hecho de que no cuentan con ácidos nucleicos lo que impone una barrera en el análisis lógico asumiendo como cierta y absoluta la teoría microbiana, los priones o proteínas priónicas son polipéptidos con poder infectante y que tiene la capacidad de "multiplicarse" sin un mecanismo genético. Su mecanismo de acción se fundamenta en el poder que tiene una proteína anómala de variar la estructura terciaria de otro proteína homóloga en estructura primaria. En humanos los daños por priones se han visto a nivel del sistema nervioso siendo característico en las preparaciones histológicas de los cerebros afectados un patrón que recuerda a una superficie esponjosa por la apariencia de estas al microscopio óptico por lo que las enfermedades asociadas se han nombrado de forma general encefalitis espongiformes. Estos padecimientos no son muy comunes por lo que califican como enfermedades raras y es precisamente esto un obstáculo para su correcto diagnóstico.

Cuando se aborda un fenómeno de baja incidencia social se suele
desestimar su importancia alegando su bajo impacto pues la muestra afectada
es ínfima en comparación con el tamaño de la población
pero se torna inminente esclarecer dos cuestiones que de seguro centrarán
la atención en la lectura y le restarán a la investigación
el posible apelativo de simple curiosidad académica. En primer lugar
tenemos la enfermedad de las vacas locas que en el primer lustro del nuevo milenio
cobró importantes saldos a la economía británica y acabó
con varias vidas humanas, recordemos que en esa época las alarmas sanitarias
internacionales saltaron, la comercialización de carne del ganado vacuno
y bovino estuvo mellada y como podrán inferir por el contexto del artículo
que estamos tratando esta es una enfermedad causada por priones. El segundo
caso tal vez toque más de cerca nuestra realidad: Cuba es nación
envejecida, lo que nos obliga a prepararnos para afrontar las consecuencias
de el alto índice poblacional de adultos mayores con todas sus dolencias
asociadas y entre estos pesares destaca uno que ha venido a cobrar un lugar
lamentablemente preponderante, se trata de el Párkinson, enfermedad que
a la luz de las nuevas investigaciones se ha revelado como posible ente causal
una proteína priónica por lo que el conocimiento profundo de esta
estructura se torna obligatorio para poder lidiar exitosamente con uno de los
flagelos de la humanidad. Sin más preámbulos comencemos con la
discusión de los aspectos referentes a este nuevo desafío que
se nos ofrece escabulléndoseles de las manos a los microbiólogos
y cayendo en el terreno de bioquímicos y neurocientíficos.

Objetivos

§ Explicar el basamento molecular de las enfermedades causadas por priones y sus formas de transmisión.

§ Exponer las principales vías de contagio de estas enfermedades para minimizar su proliferación.

§ Tratar el tema no solo con enfoque meramente descriptivo sino como un basamento teórico importante para comprender la etiopatogenia de otros trastornos neurodegenerativos poco investigados y así contribuir a la elevación del nivel científico de los especialistas y estudiantes.

§ Evitar con la orientación oportuna la explosión nacional de brotes de encefalopatías espongiformes.

§ Vincular a los galenos internacionalistas con un cuadro que podría presentarse como desconcertante por no ser típico en Cuba pero de incidencia muy marcada en ciertas regiones donde ofrecemos ayuda solidaria, como en el continente africano.

Desarrollo

Todos los padecimientos que vamos a discutir en la presente revisión bibliográfica tienen como agente causal a los priones (Proteinaceus Infectus Particle) que son por definición proteínas que en su estado patológico presentan un plegamiento anormal de su estructura secundaria y citamos enfáticamente que es en un estado patológico porque el prion existe como proteína constitutiva normal fundamentalmente en las estructuras suprasegmentarias del sistema nervioso central. Molecularmente un prión está constituido por una glicoproteína. Las primeras investigaciones sobre el tema son de la autoría del bioquímico y neurocientífico británico Stanley B. Prusiner. Sus trabajos tuvieron origen en 1982 mientras investigaban el prurito lumbar de las ovejas y cabras. Cuando empezaron los esfuerzos por dilucidar el origen del problema se tenía la seguridad bien fundamentada de que estaban ante una enfermedad transmisible pues así lo indicaban los patrones de aparición en el ganado que se correspondían con los de una enfermedad contagiosa y como en toda variante de estas enfermedades se buscó un hongo, virus o bacteria al que se le pudiera responsabilizar de la transmisibilidad del fenómeno, pero en cambio constataron que no se estaba ante ninguna de las variantes de agente infeccioso esperado sino ante una proteína que a la luz de los conocimientos de la época no tenía por si sola la capacidad de transmitir una infección pues para esto se sigue el razonamiento de que todo patógeno actúa replicándose a expensas de la célula para obtener de esta los recursos necesarios para el mantenimiento de su ciclo vital y en su período de hospedaje es cuando aparecen las manifestaciones clínicas de la enfermedad, para este fin se precisa de la presencia de al menos uno de los ácidos nucleicos pues son los que contienen la información necesaria para la morfogénesis de la progenie infecciosa. Sin embargo en el caso de los priones no fue posible constatar la presencia de material genético. Para probar semejante teoría se sometió a un extracto tisular de la corteza cerebral y cerebelosa de uno de los animales fallecidos por causa de la enfermedad a un proceso de purificación quedando aislada la proteína priónica que fue tratada posteriormente con endonucleasas y otras enzimas de restricción que hidrolizan el ADN y ARN en sus respectivos monómeros. La presencia de nucleótidos en solución es detectable por métodos de diversa índole pero en este caso particular los resultado analíticos fueron extraordinarios porque no evidenciaron la presencia nucleotídica. La otra forma de corroborar la acción de las endonucleasas era tomando el producto del ensayo anterior e inoculándolo en un animal sano, si había surtido efecto no debería manifestarse la enfermedad pero no fue esto lo ocurrido. Otros ensayos convencionales como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) no pusieron de manifiesto la presencia de ácidos nucleicos. A la luz de los hechos experimentales se imponía aceptar la capacidad infectante de una proteína desprovista de material portador de información genética y explicar su mecanismo replicativo.

Las pruebas se llevaron a cabo en roedores por poseer un ciclo de vida más corto y por tanto ser mas idóneos para la investigación biológica pues se acelera ostensiblemente el período de recolección de los resultados. Se infectó a varios animales de prueba con la proteína en cuestión y todos enfermaron, esto dejó claro que los niveles de infectibilidad eran elevados. Mas tarde se probó administrar cantidades diferentes de el agente infeccioso pudiéndose constatar que la concentración proteica era determinante en la velocidad con la que aparecían los signos clínicos, llegando incluso a reducirse el período de incubación de meses a unas pocas semanas. Se excluía así un mecanismo de replicación genético primeramente porque las leyes de la genética molecular son claras en cuanto a la direccionalidad de los procesos de síntesis proteica: ADN-ARN-proteína o ARN-ADN-proteína en caso de retrotranscripción pero nunca la secuencia aminoacídica de una proteína puede inducir a la transformación de la estructura primaria de un ácido nucléico para hacerlo corresponder con la estructura homónima de esta. La otra evidencia irrefutable que eliminaba toda posible duda sobre algún factor regulador genético en el proceso infectante está dado por la igualdad que existe entre las secuencias de aminoácidos de las dos variantes del prión (la normal y la patológica).

El problema radica entonces en un error postraduccional y referente a esto las investigaciones efectuadas se debaten entre dos teorías: una plantea que el error está en la glicosilación de la cadena polipeptídica y la otra que se trata de un plegamiento anormal de la estructura secundaria que causa una deformidad en la conformación tridimensional. Estas dos variantes de análisis tienen un punto de convergencia: la proteína anormal tiene la capacidad de inducir un plegamiento o glicosilación anómalo en las proteínas normales. Los mecanismos por los que esto se logra aún no se han establecido con claridad.

En base a las evidencias dadas nos inclinamos por aceptar que la causa es un error de plegamiento pues la glicosilación tendría más sentido si se vieran comprometidas las nuevas unidades proteicas sintetizadas porque es en la biosíntesis de proteínas que se lleva a cabo este paso y no hay muchas evidencias que demuestren que se efectúe en moléculas definitivamente elaboradas y cumpliendo su papel funcional con una localización hística específica; en cambio sí se ha corroborado la potencialidad de determinados agentes de inducir plegamientos en proteínas funcionalmente activas aun cuando entre su síntesis y la variación morfológica medie un lapso se tiempo considerable. Resulta interesante ver que en la velocidad del plegamiento de PrPc ejerce una influencia notable la cantidad de PrPsc (proteína priónica scrapie o infecciosa) demostrándonos inequívocamente que la cinética del proceso parece cumplir al menos en primera instancia con los principios que regulan la velocidad de las reacciones químicas pudiendo tratarse este como una isomerización.

Con los priones se presenta una situación que torna su diagnóstico in vivo en un problema desafiante: como el agente infeccioso es una isoforma de una proteína constitutiva normal no se produce una respuesta inmunológica en el organismo pues de ser así estaríamos ante un trastorno autoinmune ya que los macrófagos no discriminarían entre las dos isoformas y en fin de cuentas se presentaría al menos de forma hipotética otra situación patológica; lo anterior es extinsovo tanto a la respuesta inmune humoral como a la celular. Si no ha variaciones en los fluidos corporales de histaminas, macrófagos, linfocitos u otros representantes de la inmunidad se torna imposible la detección en el laboratorio clínico llegar al diagnóstico por medio de análisis hematológicos o de líquido cefalorraquídeo. La capacidad de comprobación diagnóstica en los laboratorios tendría valor principalmente en el caso de que se tuviera un cuadro clásico de infección por priones y aquí se presenta otra limitante: es tal la ambigüedad de los síntomas y su parecido con otros trastornos más comunes que el médico (incluso especialista en neurología o neurofisiología) probablemente nunca de decantaría por un diagnóstico de este tipo.

Otro factor que restringe enormemente la detección del problema es la epidemiología de la enfermedad que se presenta en regiones específicas del orbe como ciertos pueblos subdesarrollados de África y el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte. En esta carrera de obstáculos diagnósticos hay un último percance y es el curso clínicamente lento y silencioso de la enfermedad que puede alcanzar en términos generales hasta las cuatro décadas de evolución restringiendo aún más en el especialista la conexión entre posibles conductas de riesgo y la aparición de los síntomas. En general el diagnóstico (en los pocos casos que resulta acertado) se hace por exclusión y solamente se pensaría en una posibilidad así en una región con antecedentes de casos como el reino unido pues en países ajenos al problema como Cuba no habría motivo que indujera a un profesional de la salud a decantarse por tan exótica posibilidad lo que nos coloca en una posición de riesgo y vulnerabilidad extrema pues ante la eventualidad de que los decesos a los que se le atribuyen otras causas tuvieran como base real este agente causal nos sería imposible declarar la emergencia sanitaria y no podríamos poner freno a un asunto totalmente ignorado.

Téngase en cuenta que esto no es fruto de una prolífica imaginación ni de pensamientos catastrofistas o paranoicos sino que es una posibilidad real: la principal vía de infección es el consumo de carne del ganado ovino, bovino o caprino infectado y nuestro país en el pasado realizó importaciones de este producto provenientes de los lugares que presentaban la situación epidemiológica o bien introdujo derivados como el pienso que se elaboraba de los restos del ganado. Si bien es cierto que al saltar las alertas internacionales quedó totalmente vedada la entrada a territorio nacional de pienso o cárnicos provenientes de regiones afectadas recuérdese el curso lento de la enfermedad (de hasta 40 años) período en el que es posible se haya introducido material infectado.

Sugerimos pues que se adopten conductas como las necropsias de tejido cerebral y cerebelar de los representantes del ganado que hayan tenido muertes bajo circunstancias sospechosa que hagan pensar en enfermedades de este tipo así como a personas fallecidas a causa de alguna enfermedad neurodegenerativa para eliminar la duda razonable.

El diagnóstico de certeza se realiza in occiso principalmente pues los procedimientos implicados en el mismo implican la ablación de parte de la corteza de estructuras suprasegmentarias del sistema nerviosos central lo que puede comprometer la integridad de la vida o determinar un detrimento de su calidad, sin añadir el desconcertante hecho de que no existen alternativas terapéuticas por lo que aparentemente no estaría justificada una técnica diagnóstica muy invasiva para tener la certeza de la presencia de una enfermedad irremediablemente mortal para la cual solo es posible aplicar tratamientos sintomáticos paliativos.

El valor real de un diagnóstico fidedigno aunque sea pos morten estriba en la posibilidad de detener la propagación del flagelo. El diagnóstico de certeza se basa en la microscopía óptica del tejido afectado en la que se observan con una tinción de hematoxilina-eosina la presencia de espacios blanquecinos abundantes y regularmente espaciados correspondientes con la vacuolización de la muestra histológica y que da la idea de que se trata de una esponja por lo que de forma genérica se designa a las enfermedades priónicas como encefalopatías espongiformes.

La vacuolización se ha podido constatar es consecuencia de la acumulación de PrPsc o placas beta-amiloide que producen la lisis celular que es causada porque las PrpSc son insolubles y resistentes a las proteasas de los lisosomas. Este hecho explica la acumulación de PrpSc en los lisosomas, produciendo un aumento de volumen y la consecuente lisis de los lisosomas que acidifican la célula llevando su muerte. La presencia de la placa beta-amiloide, designada así por ser visualmente homóloga a la amilosa en el corte histológico nos ofrece otra alternativa para la identificación microscópica y es la tinción con rojo congo, un colorante histológico que presenta comportamiento metacromático al contacto con beta-amiloide; en este caso deben confluir dos circunstancias para afirmar la positividad de la prueba: la apariencia espongiforme y la tinción con el colorante, presenta la ventaja respecto al método anterior de que se verifica la causalidad de las vacuolas por scrapie minimizándose la posibilidad de confundirlas con artefactos en la muestra.

Otro método diagnóstico de más amplio espectro de aplicación pero aún poco extendido es la implementación de una técnica muy parecida a la reacción en cadena de la polimerasa denominada Western Blot que consiste en inducir el plegamiento in vitro de priones no patológicos por acción de posibles PrPsc presentes en fluidos o tejidos infectantes.

Este revolucionario procedimiento nos ofrece la posibilidad de cuantificar las concentraciones de priones presentes inicialmente con lo que nos anticiparíamos a la aparición de los síntomas, se realiza in vivo , es menos invasiva y tiene como contrapartida sus elevados costes que limitarían la extensión de su uso. Se ha implementado el uso de pruebas con anticuerpos monoclonales pero su efectividad que son menos costosas que las pruebas precedentes pero de menor sensibilidad.

La determinación de la proteína 14-3-3, un marcador de daño neuronal que se expresa de forma normal en el tejido cerebral ha mostrado un alto valor predictivo dado que en las encefalopatías espongiformes disminuye su concentración en el cerebro y aumenta en líquido cefalorraquídeo aunque se presenta la desventaja de que este desbalance en la concentración de dicha proteína puede estar asociado a otros procesos patológicos. El electroencefalograma es otra prueba de utilidad pues se ven en el trazado electroencefalográfico ondas agudas periódicas distribuidas ampliamente en los dos hemisferios cerebrales. La tomografía axial computarizada se podría usar para descartar la presencia de un tumor cerebral.

En estos momentos las investigaciones encaminadas a encontrar métodos de diagnóstico eficaces están enfocados a lograr distinguir entre las dos conformaciones de la proteína: la normal PRPc y la causante de la enfermedad PRPsc, basados fundamentalmente en sus diferentes propiedades físico-químicas. La técnica más común reconoce a PRPsc por su resistencia a la degradación por la proteinasa K o su insolubilidad en detergentes no desnaturalizantes como el sarcosil, pero estos métodos son difíciles de automatizar para ganar en rapidez.

El tratamiento fundamentalmente sintomático está basado en el uso de opiáceos para aliviar el dolor y, clonazepan y valproato de sodio para contrarrestar el mioclono. Se investiga el uso de esteroides, antibióticos y antivirales pero no se han obtenido resultados positivos; en cambio recientemente investigadores de la Universidad de California (USCD) encabezados por el Dr. Prusiner, quien ganó el premio Nobel por descubrir los priones, han obtenido resultados prometedores en células de ratones infectadas con priones al ser tratadas con quinacrina y clorpromazina, fármacos usados en el tratamiento de la malaria y la esquizofrenia respectivamente. Aunque estos resultados son preliminares pronto se comenzará un ensayo clínico para evaluar si estos medicamentos pueden utilizarse en el tratamiento.

El contagio de persona a persona es muy reducido y se limita a iatrogenia intrahospitalaria en operaciones neurológicas con instrumental infectado o en trasplantes de córnea de donantes enfermos. La vía primaria de contagio es la zoonosis principalmente proveniente del ganado vacuno. La primera explosión del brote de encefalopatía espongiforme se produjo posteriormente a la variación en los procedimientos de elaboración de pienso a partir de restos del ganado en el cual se redujo la temperatura una etapa de tratamiento térmico, engendrándose la sospecha confirmada ulteriormente en el laboratorio de la increíble resistencia térmica de la proteína en cuestión. Uniéndosele a esto una gran estabilidad ante el tratamiento alcalino y ácido del medio y la invulnerabilidad a las proteasas razón que explica por qué no sufre hidrólisis ni desnaturalización en el tracto digestivo y la engloba en la lista de las enfermedades de transmisión digestiva.

Existe tres formas generales de enfermedades priónicas: esporádicas, que aparecen sin causa aparente y actualmente no cuentan con respaldo científico; formas infecciosas que constituye la forma de mayor incidencia y se caracteriza por la infección de PrPsc sobre PrPc y finalmente una tercera forma de etiología genética que recomendaríamos incluir en la categoría de enfermedades moleculares pues el plegamiento incorrecto en este caso se fundamenta en una mutación del gen que codifica a la proteína.

Los acúmulos de placa beta-amiloide característicos de las patologías priónicas son también comunes a otras enfermedades como la enfermedad de Huntington (síndrome coreico) y el Alzheimer; elementos que justifican la investigación encaminada a esclarecer el principio molecular de funcionamiento de los priones pues aquí podría estar la clave de otras enfermedades que contrariamente a las priónicas sí presentan una marcada incidencia y no se encuentran bajo el velo del anonimato y el fallo diagnóstico.

En humanos se tiene conocimiento de la incidencia de 6 enfermedades de etiología priónica:

Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (ECJ). Es la forma más frecuente; habitualmente se presenta de forma esporádica, que representa un 90% de los casos registrados de la enfermedad (un caso por cada millón de habitantes, aproximadamente) a partir de los 50-60 años de edad.

Un 1% se considera de origen infeccioso debido a prácticas médicas, se han registrado casos de infección por vía serológica (transfusión sanguínea) y, antiguamente, por el empleo terapéutico de hormonas hipofisarias derivadas de animales o de cadáveres humanos infectados, así como ciertos injertos de duramadre, trasplantes de córnea. Pero únicamente en un 10-15 por ciento de los casos el origen es genético. Se han registrado alrededor de 20-30 mutaciones diversas del gen PRNP. La muerte sobreviene alrededor de los 4-6 meses a partir del diagnóstico.

Insomnio familiar fatal, trastorno del sueño habitualmente de origen genético, producido por una mutación N178D en la secuencia del PrP. Se conocen 40 casos hereditarios y un escaso número sin causa genética.

Nueva variante de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob. Transmitida. Se inició en Gran Bretaña en los años 90 (en el 1996 se publicaron los primeros casos) y se ha relacionado con la ingesta de productos procedentes de reses afectadas de la que, por esa razón, se denomina encefalopatía espongiforme bovina. La edad de comienzo es significativamente menor que ECJ, siendo la media de edad de 27 años, duración de la enfermedad es de aproximadamente 14 meses, produciendo la muerte del individuo.

Enfermedad de Gerstmann-Straüssler-Scheinker de origen genético.

Kuru transmitida. Restringida a poblaciones de Papúa Nueva Guinea y relacionada con prácticas caníbales. Se considera una enfermedad en extinción. Presenta un periodo de incubación muy variable que oscila desde los 4 años hasta los 40 años. Está relacionado con el consumo de cerebros humanos infectados como acto ritual.

Encefalopatía espongiforme familiar asociada a una nueva mutación en el gen PrP. Individualizada en una sola familia brasileña, es hereditaria y autosómica dominante.

De forma general todas estas enfermedades se caracterizan por un curso clínico silencioso, período largo de latencia y diagnóstico difícil; todas son irremediablemente mortales.

Para que se consume la infección por el agente es preciso que el hospedero posea una proteína homóloga a la que induce el plegamiento por lo que el contagio es factible únicamente desde nuestra propia especie y desde otras filogenéticamente cercanas. Hay que tener en cuenta que los animales que carecen del gen PRNP se desarrollan y tienen una fisiología normal.Partiendo de esta idea, se podría eliminar los genes del cerebro de los enfermos o sintetizar fármacos que bloquearan su expresión, puesto que para que los priones puedan desarrollarse es necesaria la existencia de una reserva de Prpc.El uso de fármacos que inhiban la interacción Prpc–PrpSc o cualquier producto que de alguna manera interfiera en los procesos de endocitosis, exocitosis, tráfico intracelular y degradación proteica, en particular de la Prpc podrían considerarse dentro de las medidas profilácticas, otro tratamiento para suprimir la acción de la PrpSc sería mediante intervenciones que estabilizaran las supuestas hélices alfa y de esta forma inhibir su conversión a láminas beta, con fármacos que se unan a las cuatro regiones que tiene la hélice alfa de la Prpc.

Cuba, hasta el momento, está declarado libre de EEB, no se han notificado casos de vECJ y la incidencia de la forma clásica de esta enfermedad es muy baja, se informó un caso confirmado por técnicas inmunohistoquímicas en Cienfuegos. No obstante, ante esta situación de emergencia sanitaria se han tomado una serie de medidas encaminadas a mantener este estatus y evitar la entrada al país de estas entidades. De manera general se han establecido, por parte de las autoridades competentes, las siguientes medidas:

1. Prohibición de la alimentación de animales con harinas y despojos de rumiantes, así como la importación de alimentos para consumo animal que contengan harina de carne y hueso o derivados de origen animal.

2. Prohibición de la importación de animales vivos y productos cárnicos de los países afectados.

3. Control de las importaciones de materiales de origen animal rumiante.

4. Establecimiento del Sistema Integrado de Vigilancia de las Encefalopatías
Espongiformes Transmisibles (SIVEET).

Conclusiones

Las enfermedades neurodegenerativas generalizadas como encefalopatías espongiformes tienen como agente causal a las proteínas priónicas.

Las enfermedades priónicas se transmiten por consumo de carne proveniente de animales infectados o por vía parenteral siendo el medio contaminante los fluidos infectados, material quirúrgico con deficiente esterilización o por trasplantes corneales provenientes de donantes enfermos.

Las enfermedades priónicas tienen un mecanismo molecular homólogo a otras patologías del sistema nerviosos de mayor incidencia, lo que justifica la investigación en el tema.

Anexos

Monografias.com

Corte histológico de la corteza cerebral de un paciente afectado por una encefalopatía espongiforme.

Monografias.com

Modelo molecular del plegamiento normal de un prión.

Monografias.com

Estructura secundaria de la placa beta-amiloide

Bibliografía

Lisette E Pérez Ojeda, Rafael B Pérez Cristiá. Enfermedad de Creutzfeld-Jakob, su nueva variante y las medidas de protección sanitaria. (Revisión bibliográfica). Centro para el Control Estatal de la Calidad de los Medicamentos.

Gwynivere A Davies , Adam R Bryant BSc , John D Reynolds PhD ,Frank R Jirik MD FRCPC, Keith A Sharkey PhD.Prion diseases and the gastrointestinal tract. (revision bibliográfica)

Jonatan Sanchez-Garcia 1 , Daniela Arbelaez 1,2 , Kurt Jensen 1 , Diego E. Rincon-Limas1,3,*and Pedro Fernandez-Funez1,3,*1 Department of Neurology, McKnight Brain Institute, 2 University Scholars Program and 3 Department of Neuroscience,Center for Movement Disorders and Neurorestoration, Genetics Institute and Center for Translational Research on Neurodegenerative Diseases, University of Florida, Gainesville, FL 32611, USA. Polar substitutions in helix 3 of the prion protein produce transmembrane isoforms that disturb vesicle trafficking.

Pelagia Deriziotis 1,6,7 , Ralph Andre´1,6 ,David M Smith 2,3,6 , Rob Goold 1 ,Kerri J inghorn 1 , Mark Kristiansen 4 ,James A Nathan 2 , Rina Rosenzweig 5 ,Dasha Krutauz 5 , Michael H Glickman 5 ,John Collinge 1,4 , Alfred L Goldberg 2 and Sarah J Tabrizi 1, *1 Department of Neurodegenerative Disease, University College LondonInstitute of Neurology, Queen Square, London, UK,2 Department of Cell Biology, Harvard Medical School, Boston, MA, USA, 3 Department of Biochemistry, West Virginia University School of Medicine, Medical Center Drive, Morgantown, WV, USA, 4 MRC Prion Unit, University College London Institute of Neurology, Queen Square, London, UK and 5 Department of Biology, Technion—Israel Institute of Technology, Haifa, Israel. Misfolded PrP impairs the UPS by interaction with the 20S proteasome and inhibition of substrate entry.

 

 

 

Autor:

Adalis Labrada Espinosa

Josué Felipe Reyes Fonseca

Año 2015

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