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El gran Mao Tse-Tung (página 12)



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    4. Si bien la resistencia unilateral que propugna el Kuomintang es también una guerra nacional y en cierta medida es revolucionaria, su carácter revolucionario es muy limitado. Ella conduce inevitablemente a la derrota en la guerra, y de ningún modo puede defender 1a patria.

    5. En esto reside la divergencia de principio entre la posición del Partido Comunista y la actual posición del Kuomintang respecto a la Resistencia. Si los comunistas olvidan esta divergencia, no podrán dirigir correctamente la Guerra de Resistencia, serán impotentes para superar el carácter unilateral que da a esta guerra el Kuomintang, y descenderán hasta una posición sin principios, rebajando al Partido Comunista al nivel del Kuomintang. Eso sería un crimen contra la sagrada causa de la guerra revolucionaria nacional y de la defensa de la patria.

    6. En una guerra revolucionaria nacional en su pleno sentido, en una resistencia general, es indispensable poner en práctica el Programa de Diez Puntos para la Resistencia al Japón y la Salvación Nacional propuesto por el Partido Comunista, es esencial contar con un gobierno y un ejército que apliquen este Programa en su totalidad.

    7. La situación después de la caída de Shanghai y Taiyuán es como sigue:

    1) En el Norte de China, ha terminado la guerra regular en que el Kuomintang jugó el papel principal, y la guerra de guerrillas con la cual el Partido Comunista desempeña ese mismo papel ha pasado a ocupar el primer lugar. En las provincias de Chiangsú y Chechiang, las líneas del frente del Kuomintang han sido rotas, y los invasores japoneses están lanzando una ofensiva sobre Nankín y el valle del Yangtsé. Se ha demostrado que la resistencia unilateral del Kuomintang no puede durar mucho.

    2) Teniendo en cuenta sus propios intereses imperialistas, los Gobiernos de Inglaterra, los Estados Unidos y Francia han manifestado que ayudarán a China, pero hasta el momento se han limitado a una simpatía de palabra y no han dado ninguna ayuda efectiva.

    3) Los fascistas alemanes e italianos están ayudando con todas sus fuerzas al imperialismo japonés.

    4) El Kuomintang se muestra aún renuente a hacer ningún cambio de principio en su dictadura unipartidista y en su política

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autocrítica para con el pueblo, mediante las cuales está llevando acabo la resistencia unilateral.

Este es uno de los aspectos de la situación.

    El otro aspecto se presenta así:

    1) La influencia política del Partido Comunista y del VIII Ejército se extiende con amplitud y rapidez extraordinarias; uno y otro son aclamados ahora en todo el país como "los salvadores de la nación". El Partido Comunista y el VIII Ejército están resueltos a mantener la guerra de guerrillas en el Norte de China, a fin de defender todo el país y contener la ofensiva de los invasores japoneses hacia las Planicies Centrales y el Noroeste.

    2) El movimiento de masas ha dado un paso adelante.

    3) La burguesía nacional se está inclinando hacia la izquierda.

    4) Dentro del Kuomintang crecen las fuerzas que abogan por el cambio del actual estado de cosas.

    5) Se extiende entre los pueblos del mundo el movimiento contra el Japón y de ayuda a China.

    6) La Unión Soviética se prepara para dar efectiva ayuda a China.

Este es el otro aspecto de la situación.

    8. Así se ve que nos encontramos actualmente en el período de transición de una resistencia unilateral a una resistencia general. Mientras la primera no puede mantenerse más, la segunda no se ha iniciado aún. Esta transición de una a otra, este tiempo muerto, constituye un período muy crítico.

    9. En este período, la resistencia unilateral puede desarrollarse en una de estas tres direcciones:

    La primera es la terminación de la resistencia unilateral y su reemplazo por la resistencia general. Esto es lo que exige la gran mayoría de la nación, pero el Kuomintang aún no se ha decidido.

    La segunda es la terminación de la Guerra de Resistencia y su reemplazo por la capitulación. Esto es lo que exigen los agresores japoneses, los colaboracionistas y los elementos projaponeses, pero los chinos en su gran mayoría se oponen a ello.

    La tercera es la coexistencia de la resistencia armada con la capitulación. Este caso puede producirse cuando los agresores japoneses, los colaboracionistas y los elementos projaponeses, incapaces de orientar las cosas en la segunda dirección, lleven a cabo sus intrigas

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para romper el frente antijaponés de China. Ahora están maniobrando en este sentido. El peligro es realmente muy grave.

    10. A juzgar por la situación actual, están prevaleciendo aquellos factores internos e internacionales que impiden que el capitulacionismo se imponga. Estos factores son, entre otros, la persistencia del Japón en su política de subyugar a China, que no deja a ésta otra alternativa que combatir; la existencia del Partido Comunista y del VIII Ejército; los deseos del pueblo chino; los deseos de la mayoría de los miembros del Kuomintang; el temor de Inglaterra, los Estados Unidos y Francia a que la capitulación del Kuomintang perjudique sus intereses; la existencia de la Unión Soviética y su política de ayuda a China; las grandes esperanzas (que no son infundadas) del pueblo chino en la Unión Soviética. Si coordinamos y utilizamos adecuadamente estos factores, no sólo podremos evitar la capitulación y la ruptura, sino también superar los obstáculos que mantienen al país estancado en la resistencia unilateral.

    11. Por consiguiente, existe la perspectiva de pasar de la resistencia unilateral a la general. Luchar por esa perspectiva es la tarea común y urgente de todos los miembros del Partido Comunista de China, de todos los elementos progresistas del Kuomintang y de todo el pueblo chino.

    12. La guerra revolucionaria nacional antijaponesa de China atraviesa ahora por una grave crisis. Esta crisis puede prolongarse o puede ser superada con relativa rapidez. Los factores decisivos son: en lo interno, la cooperación entre el Kuomintang y el Partido Comunista y un cambio en la política del Kuomintang sobre la base de esta cooperación, y la fuerza de las masas obreras y campesinas; en lo externo, la ayuda de la Unión Soviética.

    13. La transformación política y organizativa del Kuomintang es necesaria y también posible[2]. Esto se debe principalmente a la presión del Japón, a la política de frente único del Partido Comunista de China, a las exigencias del pueblo chino y al crecimiento de las nuevas fuerzas dentro del Kuomintang. Nuestra tarea consiste en esforzarnos porque el Kuomintang realice esta transformación, que servirá de base para la del gobierno y el ejército. Dicha transformación requiere indudablemente la conformidad del Comité Ejecutivo Central del Kuomintang, y nosotros sólo estamos en situación de presentar esta sugerencia.

    14. El gobierno debe ser transformado. Hemos propuesto la institución de una asamblea nacional provisional, que es igualmente

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necesaria y posible. No cabe duda de que esta transformación requiere también la conformidad del Kuomintang.

    15. La tarea de transformación del ejército consiste en construir un nuevo ejército y transformar el viejo. Si en un plazo de seis a doce meses se logra construir un ejército de 250.000 a 300.000 hombres, impregnado de un nuevo espíritu político, la situación en el campo de batalla contra los agresores japoneses comenzará a mejorar. Este nuevo ejército influirá sobre todos los ejércitos de viejo tipo y los unirá en torno suyo. Esto constituirá, en el plano militar, una base para el paso a la contraofensiva estratégica en la Guerra de Resistencia. Tal transformación requiere asimismo la conformidad del Kuomintang. El VIII Ejército debe desempeñar un papel ejemplar en el proceso de esta transformación. Y el mismo VIII Ejército debe ser engrosado.

II. COMBATIR EL CAPITULACIONISMO TANTO

DENTRO DEL PARTIDO COMO EN TODO EL PAIS

COMBATIR DENTRO DEL PARTIDO EL CAPITULACIONISMO DE CLASE

    16. En 1927, el capitulacionismo de Chen Tu-siu condujo la revolución al fracaso. Ningún miembro de nuestro Partido debe olvidar jamás esta lección del pasado, pagada con sangre.

    17. Con respecto a la línea del Partido para un frente único nacional antijaponés, el principal peligro dentro del Partido, antes del Incidente de Lukouchiao, fue el oportunismo de "izquierda", es decir, la actitud de "puertas cerradas". Esto se debió principalmente a que el Kuomintang aún no había comenzado a resistir al Japón.

    18. Desde el Incidente de Lukouchiao, el principal peligro dentro del Partido ya no es la actitud "izquierdista" de "puertas cerradas", sino el oportunismo de derecha, es decir, el capitulacionismo. La razón principal es que el Kuomintang ha comenzado a resistir al Japón.

    19. Ya en abril, en la reunión de activistas del Partido celebrada en Yenán, luego, en mayo, en la Conferencia Nacional del Partido, y especialmente en agosto, en la reunión del Buró Político del Comité Central (Reunión de Luochuan), planteamos la siguiente cuestión: En el frente único, ¿dirigirá el proletariado a la burguesía o la burguesía al proletariado? ¿Atraerá hacia sí el Kuomintang al Partido Comu-

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nista, o el Partido Comunista al Kuomintang? En relación con la actual tarea política específica, esta cuestión quiere decir: ¿Elevar al Kuomintang al nivel del Programa de Diez Puntos para la Resistencia al Japón y la Salvación Nacional y al nivel de la resistencia general, preconizados por e! Partido Comunista, o rebajar al Partido Comunista al nivel de la dictadura terrateniente-burguesa del Kuomintang y al nivel de la resistencia unilateral?

    20. ¿Por qué planteamos tan tajantemente la cuestión? Las razones son las siguientes:

    Por un lado, la propensión de la burguesía china al compromiso; la superioridad material del Kuomintang; la declaración y decisiones de la III Sesión Plenaria del Comité Ejecutivo Central del Kuomintang que calumnian e injurian al Partido Comunista y vociferan por un "cese de la lucha de clases"; los anhelos del Kuomintang por una "capitulación del Partido Comunista" y su extensa propaganda en tal sentido; los intentos de Chiang Kai-shek de colocar al Partido Comunista bajo su control; la política del Kuomintang de restringir y debilitar al Ejército Rojo y a las bases de apoyo democráticas antijaponesas; el siniestro plan para "reducir en dos quintas partes las Fuerzas del Partido Comunista en la Guerra de Resistencia", plan fraguado en julio durante el Curso de Instrucción del Kuomintang en Lushan[3]; las tentativas del Kuomintang de seducir a cuadros del Partido Comunista ofreciéndoles posición y fortuna, y una vida de placeres; la capitulación política de ciertos pequeñoburgueses radicales (a quienes representa Chang Nai-chi[4]); etc.

    Por otro lado, el desigual nivel teórico entre los miembros del Partido Comunista; el hecho de que a muchos comunistas les falta la experiencia de la cooperación sostenida entre los dos partidos durante la Expedición al Norte; la existencia, en el seno del Partido, de un gran número de miembros de origen pequeñoburgués; la renuencia de una parte de los militantes a continuar una vida de lucha ardua; la existencia, dentro del frente único, de la tendencia a la contemporización sin principios con el Kuomintang; la aparición de la tendencia a un nuevo caudillismo militar en el VIII Ejército; el planteamiento del problema de la participación del Partido Comunista en el gobierno del Kuomintang; el surgimiento de la tendencia a la contemporización en las bases de apoyo democráticas antijaponesas; etc.

    En vista de la grave situación expuesta más arriba en sus dos aspectos, tenemos que plantear tajantemente la cuestión de quién dirige a quién, y combatir con firmeza el capitulacionismo.

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    21. Durante estos últimos meses, y principalmente desde el comienzo de la Guerra de Resistencia, el Comité Central y las organizaciones del Partido en todos los niveles han emprendido una lucha inequívoca y firme contra las tendencias capitulacionistas ya surgidas, han tomado las precauciones necesarias contra aquellas que puedan aparecer, y han logrado éxitos.

    El Comité Central ha emitido un proyecto de resolución[5] sobre el problema de la participación de los comunistas en el gobierno.

    En el VIII Ejército, ha comenzado una lucha contra la tendencia aun nuevo caudillismo militar. Esta tendencia se manifiesta en que, después del cambio de denominación del Ejército Rojo, ciertos individuos se han vuelto reacios a seguir estrictamente a la dirección del Partido Comunista, han desarrollado el heroísmo individualista, consideran como un honor el recibir nombramientos del Kuomintang (es decir, convertirse en funcionarios), etc. Esta tendencia a un nuevo caudillismo militar tiene la misma raíz (rebajamiento del Partido Comunista al nivel del Kuomintang) y las mismas consecuencias (aislamiento respecto de las masas) que la tendencia al viejo caudillismo militar, que se manifestaba en golpes e injurias, violación de la disciplina, etc.; sin embargo, es particularmente peligrosa porque surge en el período del frente único del Kuomintang y el Partido Comunista y, por lo tanto, es menester prestarle una atención especial y combatirla resueltamente. Hemos restablecido el sistema de comisarios políticos, que había sido abolido por intervención del Kuomintang, y la denominación de departamentos políticos que, por la misma razón, había sido sustituida por la de oficinas de instrucción política. Hemos formulado el nuevo principio estratégico de "sostener con independencia e iniciativa la guerra de guerrillas en las regiones montañosas" y lo hemos llevado a cabo con resolución, asegurando así básicamente los éxitos del VIII Ejército en las operaciones militares y en sus otras tareas. Hemos rechazado la demanda del Kuomintang de enviar a miembros suyos como cuadros a las unidades del VIII Ejército y sostenido el principio de dirección absoluta del Partido Comunista sobre el VIII Ejército. Asimismo, hemos formulado el principio de "independencia y autodecisión dentro del frente único" en las bases de apoyo revolucionarias antijaponesas. Hemos corregido la tendencia al "parlamentarismo"[6] (no se trata, por supuesto, del parlamentarismo de la II Internacional, que no existe en el Partido Comunista de China), y hemos persistido en la lucha contra los bandidos, espías y saboteadores.

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    En Sían hemos corregido la tendencia a la contemporización sin principios en nuestras relaciones con el Kuomintang y desplegado de nuevo la lucha de masas.

    En el Este de la provincia de Kansú, hemos hecho en general lo mismo que en Sían.

    En Shanghai hemos criticado la línea de Chang Nai-chi de "menos llamamientos y más sugerencias" y comenzado a rectificar la tendencia a la contemporización en el trabajo del movimiento por la salvación nacional.

    En las zonas guerrilleras del Sur — que son parte de los logros de nuestros diez años de cruenta guerra con el Kuomintang, puntos de apoyo estratégicos para la guerra revolucionaria nacional antijaponesa en las provincias del Sur, y fuerzas nuestras que el Kuomintang, aun después del Incidente de Sían, ha tratado de destruir mediante campañas de "cerco y aniquilamiento" y que, después del Incidente de Lukouchiao, ha intentado debilitar recurriendo a la nueva táctica de "atraer al tigre fuera de las montañas" — hemos tenido especial cuidado en lo siguiente: 1) guardarnos de la concentración incondicional de nuestras fuerzas (cosa que respondería a los deseos del Kuomintang de destruir estos puntos de apoyo); 2) rechazar el envío de gente por el Kuomintang, y 3) permanecer alerta contra el peligro de que se repita el caso de Je Ming[7] (es decir, el peligro de ser cercados y desarmados por el Kuomintang).

    En el Semanario de la Liberación [8], hemos mantenido una actitud de crítica seria.

    22. Con el objeto de perseverar en la Guerra de Resistencia y conquistar la victoria final, con el objeto de convertir la resistencia unilateral en resistencia general, es necesario sostener firmemente la línea de frente único nacional antijaponés y ampliar y fortalecer dicho frente. No se tolerará ningún planteamiento tendiente a romper este Frente del Kuomintang y el Partido Comunista. Aún debemos cuidarnos de la actitud "izquierdista" de "puertas cerradas". Pero, al mismo tiempo, debemos atenernos estrictamente al principio de independencia y autodecisión en todo nuestro trabajo de frente único. Nuestro frente único con el Kuomintang y otros grupos políticos se basa en la ejecución de un programa determinado. Sin esta base no puede haber frente único, y una cooperación así se tornaría en una acción sin principios y sería manifestación de capitulacionismo. Por eso, la clave para conducir la guerra revolucionaria nacional antijaponesa a la

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victoria consiste en explicar, aplicar y mantener el principio de "independencia y autodecisión dentro del frente único".

    23. ¿Qué objetivos perseguimos al actuar así? De un lado, conservar las posiciones ya ganadas, pues éstas representan nuestros puntos de partida estratégicos, y si se perdieran, no habría nada de que hablar. Pero nuestro principal objetivo reside en otro aspecto: ampliar nuestras posiciones y alcanzar el positivo fin de "incorporar a millones de integrantes de las masas al frente único nacional antijaponés y derrotar al imperialismo japonés". Mantener nuestras posiciones y ampliarlas son dos cosas inseparables. En los últimos meses, un número aún mayor de elementos del ala izquierda de la pequeña burguesía se han unido bajo nuestra influencia, las nuevas fuerzas en el campo del Kuomintang están creciendo, la lucha de masas en la provincia de Shansí se ha desarrollado y las organizaciones de nuestro Partido se han ampliado en muchos lugares.

    24. Pero debemos comprender claramente que, en términos generales, la fuerza de las organizaciones del Partido es aún bastante débil en el conjunto del país. La fuerza de las masas en todo el país es también muy débil, pues las masas básicas, los obreros y campesinos del país, aún no están organizadas. Todo esto se debe, por un lado, a la política de dominación y opresión del Kuomintang y, por el otro, a que ha sido ninguno o escaso nuestro propio trabajo. Esta es la debilidad esencial de nuestro Partido en la actual guerra revolucionaria nacional contra el Japón. A menos que la superemos, el imperialismo japonés no podrá ser derrotado. Para lograr este fin es indispensable aplicar el principio de "independencia y autodecisión dentro del frente único" y vencer toda tendencia al capitulacionismo o actitud acomodaticia.

COMBATIR EN TODO EL PAIS EL CAPITULACIONISMO DE NACION

    25. Lo arriba expuesto se refiere al capitulacionismo de clase. Este conduce al proletariado a acomodarse al reformismo burgués y a la inconsecuencia de la burguesía. De no superar esta tendencia, no podremos sostener con éxito la guerra revolucionaria nacional antijaponesa, ni convertir la resistencia unilateral en resistencia general, ni salvaguardar la patria.

    Pero hay también otro tipo de capitulacionismo, el de nación, que conduce a China a acomodarse a los intereses del imperialismo

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japonés, que haría del país una colonia de ese imperialismo y convertiría a los chinos en esclavos de una nación extranjera. Esta tendencia se manifiesta ahora en el ala derecha del frente único nacional antijaponés.

    26. El ala izquierda del frente único nacional antijaponés son las masas dirigidas por el Partido Comunista, que comprenden el proletariado, el campesinado y la pequeña burguesía urbana. Nuestra tarea es hacer el máximo por ampliar y consolidar esta ala. El cumplimiento de esta tarea constituye la condición fundamental para transformar el Kuomintang, el gobierno y el ejército, para establecer una república democrática unificada, para convertir la resistencia unilateral en resistencia general y para derrotar al imperialismo japonés.

    27. El sector intermedio del frente único nacional antijaponés está compuesto por la burguesía nacional y la capa superior de la pequeña burguesía. De dicho sector, aquellos a quienes representan los grandes periódicos de Shanghai tienden ahora hacia la izquierda[9], mientras una parte de los afiliados a la Sociedad Fusing han comenzado a vacilar y, a su vez, un sector del grupo C.C. está vacilando[10]. Los ejércitos que resisten al Japón han aprendido serias lecciones, y algunos de ellos han comenzado a transformarse o se preparan para ello. Nuestra tarea consiste en esforzarnos por el progreso y cambio de posición del sector intermedio.

    28. El ala derecha del frente único nacional antijaponés son los grandes terratenientes y la gran burguesía, y constituye el cuartel general del capitulacionismo de nación. Es inevitable que estos elementos tiendan a la capitulación, pues temen, por un lado, que la guerra destruya sus propiedades y, por el otro, que las masas se levanten. Un gran número de ellos son ya colaboracionistas, muchos son elementos projaponeses declarados, otros tantos se disponen a serlo o están vacilando, y sólo unos cuantos, debido a circunstancias especiales, dan muestras de firmeza. Si ciertas personas de esta ala derecha han tomado parte temporalmente en el frente único nacional, ha sido a la fuerza y con desgano. Hablando de modo general, no pasará mucho tiempo antes de que se aparten del frente único nacional antijaponés. Actualmente, muchos elementos entre los grandes terratenientes y la gran burguesía, los peores, están maquinando una ruptura en el frente único nacional antijaponés. Están fabricando rumores, y es seguro que en adelante se multiplicarán diariamente mentiras tales como "la insurrección de los comunistas" y "la retirada del VIII Ejército". Nuestra tarea es combatir resueltamente el

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capitulacionismo de nación y, en el curso de esta lucha, ampliar y consolidar el ala izquierda y esforzarnos por el progreso y cambio de posición del sector intermedio.

RELACION ENTRE EL CAPITULACIONISMO DE CLASE

Y EL CAPITULACIONISMO DE NACION

    29. En la guerra revolucionaria nacional antijaponesa, el capitulacionismo de clase es, en realidad, la reserva del capitulacionismo de nación; es una tendencia, la más nociva, que presta apoyo al campo del ala derecha y conduce a la derrota en la guerra. Con el objeto de alcanzar la liberación de la nación china y de las masas trabajadoras y a fin de sostener una lucha resuelta y vigorosa contra el capitulacionismo de nación, debemos combatir la tendencia a la capitulación de clase dentro del Partido Comunista y del proletariado y extender esta lucha a todas las esferas de nuestro trabajo.

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NOTAS

  [1] Se refiere a la "Resolución sobre la situación actual y las tareas del Partido", adoptada el 25 de agosto de 1937 por el Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China en su Reunión de Luochuan, Norte de Shensí. He aquí el texto completo:

    "1) La provocación de los invasores japoneses en Lukouchiao y su ocupación de Peiping y Tientsín no son más que el comienzo de su ofensiva en gran escala contra el territorio chino al Sur de la Gran Muralla. Los invasores japoneses han iniciado en su país la movilización general para la guerra. Su propaganda en el sentido de que no tienen 'ningún deseo de agravar la situación' es sólo una cortina de humo para encubrir su ofensiva.

    2) Presionado por los ataques de los agresores japoneses y por la indignación del pueblo chino, el gobierno de Nankín ha comenzado a manifestar su decisión de resistir. También se han empezado a tomar disposiciones generales para la defensa nacional y en diversos lugares se ha iniciado una resistencia efectiva. Es inevitable una guerra de gran magnitud entre China y el Japón. La resistencia ofrecida el 7 de julio en Lukouchiao señaló el punto de partida para la Guerra de Resistencia de China en escala nacional.

    3) La situación política de China ha entrado así en una nueva etapa: la resistencia efectiva. Ya pertenece al pasado la etapa de preparación para la resistencia. La tarea central de la actual etapa consiste en movilizar a todas las fuerzas para obtener la victoria de la Guerra de Resistencia. La tarea de conquistar la democracia, que no se cumplid en la etapa anterior debido a la renuencia del Kuomintang y a la insuficiente movilización de las masas popu-

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lares, debe cumplirse, en el futuro, en el curso de la lucha por el triunfo de la Guerra de Resistencia.

    4) En esta nueva etapa, nuestra diferencia y discusión con el Kuomintang y otros grupos políticos antijaponeses ya no consisten en si debemos o no emprender la Guerra de Resistencia, sino en cómo lograr la victoria en esta Guerra.

    5) La clave para la victoria reside hoy en desarrollar la Guerra de Resistencia ya iniciada, convirtiéndola en una guerra de resistencia general de toda la nación. Sólo mediante una guerra así, se podrá lograr la victoria final. El Programa de Diez Puntos para la Resistencia al Japón y la Salvación Nacional propuesto hoy por nuestro Partido, indica concretamente el camino de la victoria final de la Guerra de Resistencia.

    6) En la presente etapa de la Resistencia anida un gran peligro. Esto se debe principalmente a que el Kuomintang se muestra aún reacio a movilizar a todo el pueblo para que participe en la guerra; por el contrario, considera la Guerra de Resistencia como asunto exclusivo del gobierno, a cada paso teme y restringe el movimiento del pueblo por su participación en la guerra, estorba la unión del gobierno y el ejército con el pueblo, niega a éste el derecho democrático de resistir al Japón y salvar a la nación, y no quiere una transformación radical del aparato gubernamental que convierta a éste en un gobierno de defensa nacional de todo el pueblo. Una guerra de resistencia como ésta puede alcanzar victorias parciales, pero jamás la victoria final. Y en cambio, entraña la posibilidad de una grave derrota.

    7) Como en la actualidad todavía existen serias deficiencias en la Guerra de Resistencia, podrán presentarse en su curso futuro muchos descalabros, retrocesos, divisiones internas, traiciones, compromisos temporales y parciales y otras situaciones adversas. Por consiguiente, debemos tener en cuenta que esta será una guerra dura y prolongada. Pero estamos convencidos de que, gracias a los esfuerzos de nuestro Partido y del pueblo entero, la Guerra de Resistencia ya iniciada barrerá todos los obstáculos para continuar su avance y desarrollo. Debemos superar todas las dificultades y luchar firmemente por la realización del Programa de Diez Puntos, propuesto por nuestro Partido, para ganar esta guerra. Debemos oponernos resueltamente a toda política errónea que vaya en contra de este Programa y combatir al mismo tiempo el derrotismo nacional que se expresa en pesimismo y desesperación.

    8) Junto con las masas populares y fuerzas armadas dirigidas por el Partido, los miembros del Partido Comunista deben combatir activamente en la primera línea de la lucha, convertirse en el núcleo de la resistencia nacional y hacer los máximos esfuerzos por desarrollar el movimiento de masas antijaponés. No deben relajarse un instante ni desperdiciar una sola oportunidad de hacer propaganda entre las masas, organizarlas y armarlas. La victoria de la Guerra de Resistencia contra el Japón será segura siempre que podamos incorporar realmente a millones de integrantes de las masas al frente único nacional."    [pág. 55]

  [2] En el período inicial de la Guerra de Resistencia, el Kuomintang y Chiang Kai-shek, bajo la presión del pueblo, hicieron una serie de promesas de introducir diversas reformas, pero muy pronto las quebrantaron una tras otra. La "posibilidad" de que el Kuomintang introdujera las reformas deseadas entonces por el pueblo entero no se hizo realidad. Así lo expuso posteriormente el camarada Mao Tse-tung en su obra "Sobre el gobierno de coalición":

    "En aquel tiempo, todo el pueblo, nosotros los comunistas, y otros partidos y grupos democráticos, depositábamos grandes esperanzas en el gobierno del

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Kuomintang, es decir, esperábamos que el gobierno aprovechara la oportunidad del ascenso del fervor popular en un momento de crisis nacional para implantar reformas democráticas y poner en práctica los Tres Principios del Pueblo revolucionarios del Dr. Sun Yat-sen. Pero esas esperanzas se vieron frustradas."    [pág. 58]

  [3] Curso de instrucción de cuadros dirigentes superiores y medios del partido y gobierno del Kuomintang, establecido por Chiang Kai-shek en Lushan, provincia de Chiangsí, con el objeto de formar el núcleo de su régimen reaccionario.    [pág. 60]

  [4] Chang Nai-chi abogaba entonces por "menos llamamientos y más sugerencias". Pero, bajo las condiciones de opresión en que el Kuomintang mantenía al pueblo, hubiera sido inútil limitarse a presentar "sugerencias" a ese partido. Era preciso llamar directamente a las masas populares a luchar contra el Kuomintang. De otro modo habría sido imposible sostener firmemente la Guerra de Resistencia contra el Japón y hacer frente a la reacción del Kuomintang. Por consiguiente, el planteamiento de Chang Nai-chi era erróneo. Más tarde, él logró poco a poco darse cuenta de su error.    [pág. 60]

  [5] Se refiere al "Proyecto de resolución del Comité Central del Partido Comunista de China concerniente a la participación del Partido Comunista en el gobierno", redactado el 25 de septiembre de 1937. El texto íntegro es el siguiente:

    "1) La situación actual en la Guerra de Resistencia requiere urgentemente un gobierno de frente único nacional antijaponés que represente a toda la nación, pues sólo tal gobierno puede dirigir efectivamente la guerra revolucionaria nacional contra el Japón y derrotar al imperialismo japonés. El Partido Comunista está dispuesto a participar en ese gobierno, es decir, a asumir directa y oficialmente responsabilidades administrativas en el gobierno y a desempañar en él un papel activo. Pero tal gobierno no existe aún. Lo que existe hoy sigue siendo el gobierno de dictadura unipartidista del Kuomintang.

    2) El Partido Comunista de China sólo podrá participar en el gobierno cuando este deje de ser la dictadura unipartidista del Kuomintang para convertirse en un gobierno de frente único de toda la nación, esto es, cuando el actual gobierno del Kuomintang: a) acepte el contenido fundamental del Programa de Diez Puntos para la Resistencia al Japón y la Salvación Nacional propuesto por nuestro Partido y promulgue, de acuerdo con ese contenido, un programa administrativo; b) comience a mostrar en los hechos que hace sinceros esfuerzos por realizar este Programa y consiga determinados resultados al respecto, y c) permita la existencia legal de las organizaciones del Partido Comunista y garantice a éste la libertad de movilizar, organizar y educar a las masas.

    3) Antes de que el Comité Central del Partido decida participar en el Gobierno Central, los miembros del Partido Comunista no deben tomar parte, en general, en ningún gobierno local ni en ningún consejo o comité administrativo dependiente de los órganos ejecutivos del Gobierno Central o de los gobiernos locales. Pues tal participación no haría más que nublar los rasgos propios de los comunistas, prolongaría la dictadura del Kuomintang y, en vez de ayudar, perjudicaría el empeño de establecer un gobierno democrático unificado.

    4) Sin embargo, miembros del Partido Comunista pueden participar en los gobiernos locales de ciertas zonas especiales, de zonas de guerra por ejemplo, donde las viejas autoridades ya no pueden gobernar como antes y están, fundamentalmente, dispuestas a llevar a efecto los planteamientos del Partido Comunista, donde éste ha obtenido la libertad de actuar abiertamente, y donde la crítica situación actual hace de la participación de los comunistas una necesidad, tanto en opinión del pueblo como del gobierno. Y aún más, en las zonas ocupadas por

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los invasores japoneses, el Partido Comunista debe actuar abiertamente como organizador del Poder de frente único antijapones.

    5) Antes de que el Partido Comunista entre oficialmente en el gobierno, es permisible en principio que miembros del Partido Comunista participen en organismos representativos, como por ejemplo, una asamblea nacional de toda China que elabore una constitución democrática y medidas políticas para salvar a la nación. Por eso. el Partido Comunista debe esforzarse porque miembros de sus filas sean elegidos para dicha asamblea y la utilicen como tribuna para difundir los puntos de vista del Partido Comunista, a Fin de movilizar al pueblo y unirlo en torno al Partido y promover el establecimiento de un gobierno democrático unificado.

    6) Basados en un programa común determinado y ateniéndose al principio de completa igualdad, el Comité Central del Partido Comunista o sus comités locales pueden formar con el Comité Ejecutivo Central del Kuomintang o sus direcciones locales, organizaciones de frente único, tales como comités conjuntos de diferentes clases (por ejemplo, ligas revolucionarias nacionales, comités para el movimiento de masas y comités para la movilización en las zonas de guerra); el Partido Comunista debe lograr, a través de esas actividades conjuntas con el Kuomintang, la cooperación entre los dos partidos.

    7) Después de que el Ejército Rojo cambió su denominación, entrando a formar parte del Ejército Revolucionario Nacional, y de que los órganos del Poder rojo cambiaron la suya por la de Gobierno de la Región Especial, sus representantes, aprovechando el estado legal que han adquirido, pueden participar en todas las organizaciones militaras y de masas que trabajan por la resistencia al Japón y la salvación nacional.

    8) Es del todo necesario mantener absolutamente independiente la dirección del Partido Comunista sobre aquellas unidades que en su origen pertenecieron al Ejército Rojo y sobre todas las unidades guerrilleras, cuestión respecto a la cual no se permite a los comunistas ninguna vacilación de principio."    [pág. 61]

  [6] Se refiere a la opinión sostenida entonces por algunos camaradas del Partido en favor de la sustitución del sistema de conferencias de representantes del pueblo, sistema de Poder existente en las bases de apoyo revolucionarias, por el sistema parlamentario propio de los Estados burgueses.    [pág. 61]

  [7] El caso de Je Ming tuvo lugar poco después de iniciada la Guerra de Resistencia contra el Japón. Luego de que el Ejército Rojo Central se desplazó al Norte en octubre del 1934, las unidades guerrilleras del Ejército Rojo que permanecían en catorce zonas de ocho provincias del Sur: Chiangsí, Tuchién, Kuangtung, Junán, Jupei, Jonán, Chechiang y Anjui, mantuvieron con firmeza una guerra de guerrillas en circunstancias extremadamente difíciles. Cuando estalló la Guerra de Resistencia, siguiendo las instrucciones del Comité Central del Partido Comunista de China, estas unidades entraron en negociaciones con el Kuomintang para poner fin a la guerra civil, se organizaron en un solo cuerpo de ejército (el Nuevo 4.ƒ Cuerpo de Ejército, que más tarde combatió tesoneramente contra los invasores japoneses en las regiones al Sur y Norte del Yangtsé) y se dirigieron al frente para resistir al Japón. Pero Chiang Kai-shek, aprovechándose de las negociaciones, intrigó para destruir esas unidades guerrilleras. La Región Fronteriza de Fuchién-Kuangtung era entonces una de las catorce zonas guerrilleras, y Je Ming, uno de los dirigentes de las unidades guerrilleras que operaban en esta Región. Este no se precavió de la conspiración de Chiang Kai-shek, y como resultado, una vez concentrados los guerrilleros bajo su mando, que sumaban más de mil, fueron cercados y desarmados por el Kuomintang.    [pág. 62]

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  [8] Organo del Comité Central del Partido Comunista de China, fundado en Yenán en 1937. Dejó de publicarse en 1941, con la aparición del Diario de la Liberación.    [pág. 62]

  [9] Se trata de un sector de la burguesía nacional, representado en aquel tiempo por periódicos como el Shen Pao.    [pág. 64]

  [10] La Sociedad Fusing y el grupo C.C., encabezados por Chiang Kai-shek y Chen Li-fu respectivamente, eran dos organizaciones fascistas dentro del Kuomintang. Representaban los intereses de la oligarquía de los grandes terratenientes y la gran burguesía. Pero se contaban entre sus miembros muchos elementos pequeñoburgueses que se habían incorporado a estas organizaciones por coacción o engaño. Los afiliados a la Sociedad Fusing a que se refiere el autor, eran principalmente oficiales de cargos inferior y medio del ejército del Kuomintang, y el sector del grupo C.C. al que alude, se componía principalmente de aquellos que no tenían poder dentro de ese grupo.    [pág. 64]

Proclama del gobierno de la región fronteriza de Shensi-Kansu-Nlngsla y del Cuartel General de retaguardia   del VIII ejército

[*]

15 de mayo de 1938

    Desde el Incidente de Lukouchiao, todos nuestros conciudadanos patriotas han venido sosteniendo resueltamente la Guerra de Resistencia. En el frente, oficiales y soldados derraman su sangre y entregan sus vidas. Los diversos partidos y grupos políticos se han unido de buena fe. Todos los sectores del pueblo han concertado sus esfuerzos para salvar a la nación. Esto abre un camino luminoso a la nación china y constituye una firme garantía para la victoria sobre el Japón. Todos nuestros conciudadanos deben continuar adelante por este camino. El pueblo de nuestra Región Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia[1] y sus fuerzas armadas, obedeciendo a la dirección del Gobierno, han venido dedicando sus esfuerzos a la causa de la salvación nacional. Todas sus acciones han sido justas e intachables. Han luchado denodadamente y sin quejarse. Así se han granjeado el elogio unánime de todo el pueblo. Por su parte, este Gobierno y este Cuartel General de Retaguardia seguirán estimulando a las masas populares de toda la Región a continuar sus esfuerzos para llevar la lucha hasta el fin. No permitirán que nadie deje de cumplir con su deber ni que nada

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    * Proclama redactada por el camarada Mao Tse-tung con miras a combatir las actividades de zapa de la camarilla de Chiang Kai-shek. Recién establecida la cooperación entre el Kuomintang y el Partido Comunista, esta camarilla comenzó a intrigar contra las fuerzas revolucionarias dirigidas por el Partido Comunista. Las actividades de zapa contra la Región Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia formaban parte de sus intrigas. El camarada Mao Tse-tung sostenía que para defender los intereses de la revolución era necesario adoptar una posición firme al respecto. La presente proclama constituyó un golpe a la posición oportunista que en el frente único antijaponés mantenían entonces algunos miembros del Partido ante las intrigas de la camarilla de Chiang Kai-shek.

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perjudique la causa de la salvación nacional. Sin embargo, en los últimos tiempos, consta que en la Región Fronteriza, algunos individuos, haciendo caso omiso del interés público y valiéndose de diversos medios, fuerzan a los campesinos a devolver las tierras y los edificios que les han sido adjudicados, obligan a los antiguos deudores a pagar deudas ya anuladas[2], imponen al pueblo el cambio del sistema democrático ya instituido o sabotean las organizaciones militares, económicas, culturales y de masas, ya establecidas. Hay incluso quienes actúan como espías, se confabulan con los bandidos, incitan a nuestros soldados a amotinarse, levantan mapas de nuestra Región, reúnen secretamente informaciones o hacen abierta propaganda contra el Gobierno de la Región Fronteriza. Es obvio que todas estas actividades infringen el principio básico de unidad para la resistencia al Japón, contravienen la voluntad del pueblo de la Región Fronteriza, y tienen como propósito sembrar disensiones internas, romper el frente único, perjudicar los intereses del pueblo, desacreditar al Gobierno de la Región Fronteriza y crear dificultades adicionales a la movilización para la resistencia al Japón. El origen de todo esto está en que un puñado de recalcitrantes actúan inescrupulosamente pasando por encima de los intereses de la nación y el Estado. Otros individuos llegan incluso a servir a los invasores japoneses y, bajo diversos disfraces, se dedican a actividades conspirativas. Desde hace varios meses, la población de los diferentes distritos ha venido enviando informes en que nos pide poner freno a todo esto; son tantos los que llegan a diario que casi no alcanzamos a atenderlos todos. Con miras a robustecer las fuerzas antijaponesas, consolidar la retaguardia de la resistencia al Japón y proteger los intereses del pueblo, este Gobierno y este Cuartel General de Retaguardia se van en la necesidad de proscribir las actividades arriba mencionadas.

    Visto lo antedicho, proclamamos en términos inequívocos:

    1. El Gobierno de la Región Fronteriza y el Cuartel General de Retaguardia, con el objeto de proteger las conquistas del pueblo, prohiben, en las zonas bajo la jurisdicción del Gobierno de la Región Fronteriza, todo cambio no autorizado respecto a las tierras y edificios distribuidos o a las deudas anuladas antes de que se estableciera la paz interna.

    2. El Gobierno de la Región Fronteriza y el Cuartel General de Retaguardia protegerán las actividades de todas las organizaciones militares, políticas, económicas, culturales y de masas, creadas antes de que se estableciera la paz interna y transformadas y ampliadas

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desde entonces de acuerdo con el principio de frente único nacional antijaponés, promoverán su desarrollo y pondrán coto a toda actividad de zapa contra ellas.

    3. El Gobierno de la Región Fronteriza y el Cuartel General de Retaguardia, llevando resueltamente a la práctica el Programa de Resistencia Armada y Reconstrucción Nacional, promoverán de buen grado el desarrollo de todo lo que sea útil para la resistencia al Japón y la salvación nacional. Dan la bienvenida a cuantos deseen prestar sincera ayuda. Pero a fin de protegerse de los impostores y cerrar el paso a los malos elementos, prohiben a toda persona, sea cual fuere su actividad, entrar y permanecer en la Región Fronteriza sin el permiso y la autorización escrita de este Gobierno o de este Cuartel General de Retaguardia.

    4. En el presente tenso período de resistencia armada, la población está autorizada a denunciar a cualquier individuo que dentro de la Región Fronteriza realice actividades de zapa, provoque desórdenes, incite a la sedición o recoja informaciones militares. Si hay pruebas concluyentes, el individuo en cuestión puede ser arrestado en el acto. Una vez confirmada su culpabilidad, será castigado con todo el rigor de la ley.

    Estas cuatro disposiciones deben ser observadas por todos los militares y civiles de la Región Fronteriza, y no se permitirá ninguna infracción. En adelante, este Gobierno y este Cuartel General de Retaguardia actuarán según las presentes disposiciones contra todo individuo sin ley que ose conspirar y crear desórdenes, y nadie podrá alegar ignorancia.

    Que esta proclama sea cumplida al pie de la letra.

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NOTAS

  [1] Base de apoyo revolucionaria que se formó gradualmente a partir de 1931, en el curso de la guerra de guerrillas revolucionaria en el Norte de Shensí. Con la llegada del Ejército Rojo Central al cabo de la Gran Marcha, se convirtió en la base de apoyo central de la revolución y sede del Comité Central del Partido Comunista de China. Al establecerse el frente único nacional antijaponés en 1937, pasó a denominarse Región Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia, y abarcaba más de veinte distritos en los límites entre: las tres provincias.    [pág. 71]

  [2] Hacia 1936 ya se había llevado a la práctica en la mayor parte de la Región Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia la política de confiscar las tierras de los terra-

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tenientes y distribuirlas entre los campesinos, y de anular las viejas deudas de Estos. Después de 1936, con el objeto de facilitar la Formación de un amplio frente único nacional antijaponés, el Partido Comunista de China cambió, en escala nacional, su política de confiscar las tierras de los terratenientes por la de reducir los arriendos y los intereses; no obstante, protegió resueltamente las conquistas de los campesinos en la reforma agraria.    [pág. 72]

Problemas estratégicos de la guerra  de guerrillas contra el Japón

[*]

Mayo de 1938

CAPITULO I

¿POR QUE PLANTEAMOS LA CUESTION DE LA

ESTRATEGIA DE LA GUERRA DE GUERRILLAS?

    En la Guerra de Resistencia contra el Japón, la guerra regular es lo principal y la guerra de guerrillas lo auxiliar. Este punto ya lo hemos resuelto correctamente. Así, parecería que sólo existen problemas tácticos en la guerra de guerrillas; ¿por qué entonces planteamos la cuestión de la estrategia?

    Si China fuera un país pequeño donde el papel de la guerra de guerrillas no fuese sino actuar en coordinación directa y a corta distancia con las operaciones de las tropas regulares en sus campañas, es evidente que únicamente existirían problemas tácticos y no problemas estratégicos. Por otra parte, si China fuera un país tan poderoso como la Unión Soviética, de modo que cualquier invasor pudiera ser expulsado rápidamente, o, aun demorándose cierto tiempo su expulsión, aquel no pudiera ocupar extensas zonas, entonces la guerra de guerrillas también desempeñaría simplemente un papel de apoyo en las campañas, y claro está, sólo habría problemas tácticos y no problemas estratégicos.

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    * En los primeros días de la Guerra de Resistencia contra el Japón, mucha gente, tanto dentro como fuera del Partido, menospreciaba el importante papel estratégico de la guerra de guerrillas y depositaba sus esperanzas sólo en la guerra regular, especialmente en las operaciones de las tropas del Kuomintang. EL camarada Mao Tse-tung refutó ese punto de vista; además, escribió este artículo, señalando el camino correcto para el desarrollo de la guerra de guerrillas contra el Japón. Como resultado de ello, el VIII Ejército y el Nuevo 4.ƒ Cuerpo de Ejército, que contaban [cont. en pág. 76. — DJR] solamente con algo más de cuarenta mil hombres al comienzo de la Guerra de Resistencia en 1937, crecieron hasta formar un gran ejército de un millón de hombres cuando el Japón se rindió en 1905, establecieron muchas bases de apoyo revolucionarias, desempeñaron un gran papel en la Guerra de Resistencia, y así impidieron que Chiang Kai-shek se atreviera en ese período a capitular ante el Japón y a lanzar una guerra civil en escala nacional. En 1946, cuando ésta fue iniciada por Chiang Kai-shek, el Ejército Popular de Liberación, integrado por el VIII Ejército y el Nuevo 4.ƒ Cuerpo de Ejército, era ya lo bastante fuerte para hacer frente a sus ataques.

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La cuestión de la estrategia de la guerra de guerrillas surge en las siguientes circunstancias: China no es un país pequeño ni equiparable a la Unión Soviética, sino un país grande pero débil. Este país, grande y débil, se ve atacado por otro pequeño y fuerte; sin embargo, el país grande y débil se encuentra en una época de progreso. He aquí el origen de todo el problema. Es en estas circunstancias que el enemigo ha podido ocupar vastas zonas y que la guerra ha adquirido un carácter prolongado. El enemigo ocupa extensas zonas de este inmenso país, pero el Japón es un país pequeño, no posee tropas suficientes y deja muchos claros dentro de las zonas ocupadas, y por eso, nuestra guerra de guerrillas contra el Japón consiste, principalmente, no en operaciones en líneas interiores para coordinarse con las campañas de las tropas regulares, sino en operaciones independientes en líneas exteriores. Además, debido al progreso de China, es decir, a la existencia de un Fuerte ejército y amplias masas populares dirigidos por el Partido Comunista, la guerra de guerrillas contra el Japón no es una guerra en pequeña sino en gran escala. De ahí nace toda una serie de problemas, tales como la defensiva estratégica y la ofensiva estratégica. El carácter prolongado de la guerra y su consiguiente encarnizamiento han hecho imperativo que la guerra de guerrillas realice muchas tareas inusitadas. De ahí surgen los problemas de las bases de apoyo, de la transformación de la guerra de guerrillas en guerra de movimientos, etc. Por todas estas razones la guerra de guerrillas de China contra el Japón rebasa los límites de la táctica para llamar a las puertas de la estrategia, pidiendo que se la examine desde el punto de vista estratégico. El hecho que merece particular atención es que una guerra de guerrillas tan extensa y prolongada como ésta constituye un fenómeno enteramente nuevo en toda la historia de las guerras, que no puede separarse de la época en que vivimos — las décadas del 30 y 40 del siglo XX — ni de la existencia del Partido Comunista y el Ejército Rojo. Aquí radica el quid de la cuestión. Es probable que nuestro enemigo aún acaricie

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el sueño dorado de una conquista como la de la dinastía Sung por la dinastía Yuan y la de la dinastía Ming por la dinastía Ching[1], la de América del Norte y la India por Inglaterra, la de América Central y del Sur por los países latinos, etc. Pero, tal sueño no tiene ya valor práctico en la China de hoy, pues se dan ciertos factores que no concurrieron en aquellos acontecimientos históricos, siendo uno de ellos el fenómeno totalmente nuevo de la guerra de guerrillas. Si nuestro enemigo no tiene esto en cuenta, habrá de pagarlo caro.

    Estos son los motivos por los cuales la guerra de guerrillas contra el Japón, aunque desempeña un papel auxiliar en el conjunto de la Guerra de Resistencia, debe ser examinada desde el punto de vista estratégico.

    Entonces, ¿por qué no aplicar a la guerra de guerrillas los principios estratégicos generales de la Guerra de Resistencia?

    La cuestión de la estrategia de la guerra de guerrillas contra el Japón está, por cierto, estrechamente ligada a la cuestión de la estrategia de la Guerra de Resistencia en su conjunto, y ambas tienen mucho en común. Sin embargo, la guerra de guerrillas difiere de la guerra regular y tiene sus propias particularidades; de ahí que la cuestión de la estrategia de la guerra de guerrillas presente numerosos elementos peculiares. No se pueden aplicar, sin modificaciones, los principios estratégicos generales de la Guerra de Resistencia a la guerra de guerrillas, que posee características propias.

CAPITULO II

EL PRINCIPIO BASICO DE LA GUERRA ES CONSERVAR

LAS FUERZAS PROPIAS Y DESTRUIR LAS DEL ENEMIGO

    Antes de hablar concretamente de la estrategia de la guerra de guerrillas, es necesario decir unas palabras respecto al problema fundamental de la guerra.

    Todos los principios orientadores de las operaciones militares provienen de un solo principio básico: esforzarse al máximo por conservar las fuerzas propias y destruir las del enemigo. En una guerra revolucionaria, este principio está directamente ligado al principio político fundamental. Por ejemplo, el principio político fundamental de la Guerra de Resistencia de China contra el Japón, es decir, su objetivo

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político, es expulsar al imperialismo japonés y establecer una nueva China, independiente, libre y feliz. Aplicado en el terreno militar, este principio significa el empleo de fuerzas armadas para defender nuestra patria y expulsar a los invasores japoneses. Para lograr este objetivo, las tropas deben hacer, en sus operaciones, todo lo posible tanto por conservar sus propias fuerzas como por destruir las del enemigo. ¿Cómo explicar entonces el estímulo al espíritu heroico de sacrificio en la guerra? Toda guerra impone un precio, a veces sumamente elevado. ¿No se contradice esto con el principio de "conservar las fuerzas propias"? En rigor no hay contradicción alguna; para decirlo con mayor exactitud, los dos aspectos son contrarios que se condicionan entre sí. Porque el sacrificio es necesario no sólo para destruir las fuerzas del enemigo, sino también para conservar las propias; la "no conservación" parcial y temporal (sacrificio o pago del precio) es indispensable para la conservación permanente del todo. De este principio básico se desprende la serie de principios que guían todas las operaciones militares, desde los de tiro (ponerse a cubierto y emplear al máximo la potencia de fuego; lo primero para conservarse, y lo último para aniquilar al enemigo) hasta los estratégicos: todos ellos están impregnados del espíritu de ese principio básico. Todos los principios relativos a la técnica militar, a la táctica, a las campañas y a la estrategia, están orientados a asegurar la realización de este principio básico. El principio de conservar las fuerzas propias y destruir las del enemigo es la base de todos los principios militares.

CAPITULO III

SEIS PROBLEMAS ESTRATEGICOS ESPECIFICOS DE LA

GUERRA DE GUERRILLAS CONTRA EL JAPON

    Veamos ahora qué orientaciones o principios debemos adoptar en las operaciones militares de la guerra de guerrillas contra el Japón, para alcanzar el objetivo de conservar nuestras fuerzas y destruir las del enemigo. Como en la Guerra de Resistencia (y también en todas las demás guerras revolucionarias) las guerrillas generalmente surgen de la nada y se transforman de fuerza pequeña en grande, no sólo deben conservar sus fuerzas sino también desarrollarlas. En consecuencia, el problema es: ¿qué orientaciones o principios debemos adoptar

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para alcanzar el objetivo de conservar y desarrollar nuestras fuerzas y destruir las del enemigo?

    En general, las orientaciones cardinales son las siguientes:

    1) Iniciativa, flexibilidad y planificación en la realización de operaciones ofensivas dentro de la guerra defensiva, operaciones de decisión rápida dentro de la guerra prolongada y operaciones en líneas exteriores dentro de la guerra en líneas interiores;

    2) Coordinación con la guerra regular;

    3) Creación de bases de apoyo;

    4) Defensiva y ofensiva estratégicas;

    5) Transformación de la guerra de guerrillas en guerra de movimientos, y

    6) Correctas relaciones de mando.

Estos seis puntos constituyen todo el programa estratégico de la guerra de guerrillas contra el Japón y son los medios necesarios para la conservación y desarrollo de nuestras fuerzas, el aniquilamiento y expulsión del enemigo, la coordinación con la guerra regular y el logro de la victoria final.

CAPITULO IV

INICIATIVA, FLEXIBILIDAD Y PLANIFICACION EN LA

REALIZACION DE OPERACIONES OFENSIVAS DENTRO

DE LA GUERRA DEFENSIVA, OPERACIONES DE DECISION

RAPIDA DENTRO DE LA GUERRA PROLONGADA Y

OPERACIONES EN LINEAS EXTERIORES DENTRO

DE LA GUERRA EN LINEAS INTERIORES

    Este tema puede ser tratado en cuatro puntos: 1) relación entre la guerra defensiva y las operaciones ofensivas, entre la guerra prolongada y las operaciones de decisión rápida, y entre la guerra en líneas interiores y las operaciones en líneas exteriores; 2) iniciativa en todas las operaciones; 3) flexibilidad en el empleo de las fuerzas, y 4) planificación en todas las operaciones.

    Comencemos por el primer punto.

    Considerando la Guerra de Resistencia en su conjunto, el hecho de que el Japón sea un país fuerte y esté a la ofensiva, y nosotros, un

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país débil y a la defensiva, determina que estratégicamente la nuestra sea una guerra defensiva y prolongada. En lo referente a las líneas en que se realizan las acciones, el enemigo opera en líneas exteriores, y nosotros, en líneas interiores. Este es un aspecto de la situación. Pero hay otro que es justamente el reverso. Las tropas enemigas, aunque fuertes (desde el punto de vista de ciertas cualidades y condiciones de su armamento y sus efectivos), numéricamente son débiles, mientras las nuestras, aunque débiles (igualmente, sólo desde el punto de vista de ciertas cualidades y condiciones de su armamento y sus efectivos), son numéricamente muy fuertes. Además, hay que tener en cuenta que el enemigo es una nación extranjera que invade nuestro país, en tanto que nosotros resistimos a su invasión en nuestro propio suelo. Todo esto determina la siguiente orientación estratégica: es posible y necesario realizar campañas y combates ofensivos dentro de la guerra estratégicamente defensiva, sostener campañas y combates de decisión rápida dentro de la guerra estratégicamente prolongada, y conducir campañas y combates en líneas exteriores dentro de la guerra en líneas estratégicamente interiores. Esta es la orientación estratégica que debe aplicarse en toda la Guerra de Resistencia. Y es valedera tanto para la guerra regular como para la de guerrillas. La única diferencia en lo que concierne a la guerra de guerrillas consiste en el grado y la forma de su aplicación. En la guerra de guerrillas, la ofensiva toma generalmente la forma de ataques por sorpresa. En la guerra regular, si bien deben y pueden utilizarse también estos ataques, el grado de sorpresa es menor. En la guerra de guerrillas se exige, en una medida muy grande, la decisión rápida de las operaciones, y los cercos que imponemos al enemigo durante las campañas y combates en líneas exteriores son muy pequeños. Todo esto distingue a la guerra de guerrillas de la guerra regular. Así se ve que, en sus operaciones, las guerrillas deben concentrar la mayor cantidad posible de fuerzas, actuar secreta y velozmente, atacar al enemigo por sorpresa y decidir rápidamente los combates; deben evitar por todos los medios la defensa pasiva, la prolongación de los combates y la dispersión de sus fuerzas en el momento de emprender una acción. Por supuesto, la guerra de guerrillas recurre no sólo a la defensiva estratégica sino también a la defensiva táctica. Esta última comprende, entre otras cosas, las operaciones de contención y la vigilancia durante los combates, la disposición de fuerzas para la resistencia en desfiladeros, lugares de difícil acceso, ríos o aldeas, con el fin de desgastar y agotar al enemigo, y las acciones para cubrir la

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retirada. Pero el principio fundamental de la guerra de guerrillas debe ser la ofensiva; ésta es, por su carácter, más ofensiva que la guerra regular. Además, esa ofensiva debe tomar la forma de ataques por sorpresa; en la guerra de guerrillas es aún menos permisible que en la guerra regular exponernos haciendo ostentación de nuestras fuerzas. Aunque en algunas ocasiones las acciones guerrilleras pueden prolongarse varios días, como en el caso de un asalto a una pequeña fuerza enemiga aislada y privada de todo auxilio, en general, más deben decidirse los combates con rapidez en la guerra de guerrillas que en la guerra regular, a causa de que el enemigo es fuerte y nosotros, débiles. Dado su carácter disperso, la guerra de guerrillas se extiende por todas partes. Además, muchas de sus tareas, tales como el hostigamiento, la contención, el sabotaje y el trabajo de masas exigen la dispersión de las fuerzas; pero una unidad o cuerpo guerrillero debe concentrar sus fuerzas principales cuando lleva a cabo la tarea de aniquilar al enemigo, y en especial cuando trata de romper una ofensiva enemiga. "Concentrar una gran fuerza para golpear a una fuerza enemiga pequeña" sigue siendo uno de los principios para las operaciones en el campo de batalla de la guerra de guerrillas.

    Así queda claro también que, considerando la Guerra de Resistencia contra el Japón en su conjunto, no podremos alcanzar los objetivos de nuestra defensiva estratégica ni vencer definitivamente al imperialismo japonés sino después de numerosas campañas y combates ofensivos, tanto en la guerra regular como en la de guerrillas, esto es, después de haber acumulado muchas victorias en acciones ofensivas. Solamente después de numerosas campañas y combates de decisión rápida, es decir, una vez que hayamos acumulado muchas victorias por medio de la decisión rápida en campañas y combates ofensivos, podremos lograr los objetivos estratégicos de una guerra prolongada: por una parte, ganar tiempo para aumentar nuestra capacidad de resistencia, y por la otra, acelerar y a la vez aguardar los cambios en la situación internacional y el derrumbamiento interno del enemigo, a fin de lanzar una contraofensiva estratégica y expulsar de China a los invasores japoneses. Hay que concentrar fuerzas superiores en cada acción y operar en líneas exteriores en toda campaña o combate, ya sea en la fase de defensiva estratégica o en la de contraofensiva estratégica, para cercar y destruir las fuerzas enemigas: cercar una parte de ellas si no podemos cercarlas todas, destruir una parte de las fuerzas cercadas si no podemos destruir su totalidad, e infligir un elevado número de bajas a las fuerzas cercadas si no podemos hacerles

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un número grande de prisioneros. Sólo después de muchas de estas batallas de aniquilamiento podremos hacer que la situación cambie a nuestro favor, desbaratar definitivamente el cerco estratégico del enemigo, es decir, su plan de operaciones en líneas exteriores y, finalmente, en coordinación con las fuerzas internacionales y la lucha revolucionaria del pueblo japonés, cercar a los imperialistas japoneses y asustarles el golpe de gracia. Estos resultados se alcanzarán principalmente por medio de la guerra regular, en tanto que la guerra de guerrillas desempeñará sólo un papel secundario. Pero es común a las dos la acumulación de muchas pequeñas victorias para hacer de ellas una gran victoria. Precisamente en esto reside el gran papel estratégico de la guerra de guerrillas en la Guerra de Resistencia.

    Analicemos ahora el problema de la iniciativa, la flexibilidad y la planificación en la guerra de guerrillas.

    ¿En que consiste la iniciativa en la guerra de guerrillas? En toda guerra, las partes beligerantes se disputan la iniciativa en un campo de batalla, en un teatro de operaciones, en una zona de guerra e incluso en el conjunto de la guerra, ya que la iniciativa significa la libertad de acción para un ejército. Todo ejército que, perdida su iniciativa, se ve forzado a la pasividad, deja de ser libre y corre el peligro de ser derrotado o exterminado. Como es natural, ganar la iniciativa es más difícil en la defensiva estratégica y en las operaciones en líneas interiores que en las operaciones ofensivas en líneas exteriores. No obstante, el imperialismo japonés adolece de dos debilidades básicas: no tiene tropas suficientes y combate en suelo extranjero. Más aún, la subestimación de la fuerza de China y las contradicciones internas entre los militaristas japoneses han conducido al mando japonés a cometer muchos errores, tales como el aumento paulatino de sus fuerzas, la ausencia de coordinación estratégica, la Falta de una dirección principal de ataque en ciertas ocasiones, haber dejado escapar el momento propicio para algunas operaciones y no haber aniquilado las tropas cercadas. Todo esto puede ser considerado como la tercera debilidad del imperialismo japonés. Así, a pesar de la ventaja de estar a la ofensiva y de operar en líneas exteriores, los militaristas japoneses están perdiendo gradualmente la iniciativa, por su insuficiencia de tropas (el Japón es un país pequeño, de limitada población y recursos insuficientes, de tipo imperialista feudal, etc.), porque combaten en suelo extranjero (su guerra es imperialista y bárbara, y otros factores) y por su torpeza en el mando. En la actualidad, el Japón todavía no quiere ni puede concluir la guerra, y su ofen-

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siva estratégica aún no ha terminado; pero la tendencia general demuestra que su ofensiva no puede pasar de ciertos límites, lo cual es consecuencia inevitable de sus tres debilidades. El Japón no puede seguir devorando indefinidamente a China. Llegará el día en que se encuentre en una posición totalmente pasiva, cuyos signos ya empiezan a verse. China, a su vez, se encontraba en una posición bastante pasiva al inicio de la guerra, pero, habiendo adquirido experiencia, comienza ahora a adoptar una nueva orientación, la guerra de movimientos, es decir, operaciones ofensivas, de decisión rápida y en líneas exteriores en campañas y combates, lo cual, junto con la orientación de desarrollar en todas partes la guerra de guerrillas, está ayudándola a ganar la iniciativa día a día.

    La cuestión de la iniciativa es aún más vital para la guerra de guerrillas. Pues las guerrillas, en su mayoría, combaten en circunstancias muy difíciles: operan sin retaguardia, se enfrentan con sus débiles fuerzas a las poderosas fuerzas del enemigo, carecen de experiencia (cuando se trata de guerrillas recién organizadas), están aisladas unas de otras, etc. No obstante, en la guerra de guerrillas puede obtenerse la iniciativa, siendo la condición esencial explotar las tres debilidades del enemigo antes mencionadas. Sacando partido de la insuficiencia en efectivos de las fuerzas enemigas (desde el punto de vista de la guerra en su conjunto), las guerrillas pueden arrebatar y utilizar audazmente vastas zonas como terreno de operaciones. Aprovechando que el enemigo es un invasor extranjero y lleva a cabo una política de extrema barbarie, las guerrillas pueden actuar con audacia para granjearse el apoyo de millones y millones de hombres. Explotando la torpeza del mando enemigo, las guerrillas pueden dar libre curso a su ingenio. También las fuerzas regulares deben aprovechar todas estas debilidades del enemigo como ventajas para vencerlo, pero son las guerrillas las que han de prestar particular atención a este respecto. A su vez, las debilidades de las propias guerrillas pueden ser superadas de modo gradual en el curso de la lucha. Más aún, en ocasiones constituyen precisamente la condición para conquistar la iniciativa; por ejemplo, justamente porque las guerrillas son pequeñas, les es fácil operar tras las líneas enemigas apareciendo y desapareciendo en forma misteriosa, sin que el enemigo pueda hacer nada contra ellas. Una libertad de acción tan amplia jamás pueden tenerla los ejércitos regulares masivos.

    Cuando el enemigo realiza un ataque convergente desde varias direcciones, para una unidad guerrillera es difícil mantener la iniciativa

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y fácil perderla. En tal caso, si hace una apreciación incorrecta de la situación y adopta disposiciones erróneas, caerá fácilmente en una posición pasiva y, por lo tanto, no podrá desbaratar el ataque convergente del enemigo. Esto puede ocurrir también cuando el enemigo se encuentra a la defensiva y nosotros a la ofensiva. Por consiguiente, la iniciativa es producto de una correcta apreciación de la situación (tanto la del enemigo como la nuestra) y de acertadas disposiciones militares y políticas. Una apreciación pesimista, disconforme con las condiciones objetivas, y las consiguientes decisiones de carácter pasivo, nos privarán sin duda de la iniciativa y nos lanzarán a la pasividad. Del mismo modo, una apreciación demasiado optimista, disconforme con las condiciones objetivas, y las consiguientes decisiones arriesgadas (injustificadamente arriesgadas), nos privarán de la iniciativa y al Final nos conducirán al mismo camino que la apreciación pesimista. La iniciativa no es atributo innato de un genio, sino algo que un jefe inteligente alcanza mediante un estudio exento de prejuicios y una apreciación correcta de las condiciones objetivas y gracias a acertadas disposiciones militares y políticas. De ello se desprende que la iniciativa no es algo ya hecho, sino que requiere un esfuerzo consciente.

    Cuando, a consecuencia de una apreciación y disposiciones erróneas o de una presión irresistible del enemigo, una guerrilla se ve reducida a una posición pasiva, su tarea consiste en esforzarse por salir de ella. La forma de conseguirlo depende de las circunstancias. En muchos casos es necesario "marcharse". Saber marcharse es uno de los rasgos característicos de la guerrilla. Marcharse es el medio principal, pero no el único, de escapar a la pasividad y reconquistar la iniciativa. El momento en que el enemigo ejerce la máxima presión y en que nosotros afrontamos las mayores dificultades, es con frecuencia el mismo momento en que las cosas comienzan a volverse contra el enemigo y a favor nuestro. A menudo, una situación favorable reaparece y la iniciativa se recupera como resultado de los esfuerzos para "sostenerse un poco más".

    Pasemos ahora a la flexibilidad.

    La flexibilidad es la expresión concreta de la iniciativa. El empleo flexible de las fuerzas es aún más indispensable en la guerra de guerrillas que en la guerra regular.

    Es necesario que los mandos de la guerra de guerrillas comprendan que el empleo flexible de sus fuerzas es el medio más importante de hacer que la situación cambie a nuestro favor y de conseguir la iniciativa. El carácter particular de la guerra de guerrillas exige que las

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fuerzas se empleen en forma flexible, con arreglo a la tarea asignada y a condiciones tales como la situación del enemigo, el terreno y la población local. Las principales formas de utilización de las fuerzas son la dispersión, la concentración y el desplazamiento. Al emplear sus fuerzas, un jefe guerrillero ha de actuar del mismo modo que el pescador maneja su red: debe saber echarla y también recogerla. Al echar su red, el pescador tiene que averiguar bien la profundidad del agua, la velocidad de la corriente y si hay o no obstáculos. De igual manera, al dispersar sus unidades, el jefe guerrillero debe tener cuidado de no sufrir pérdidas por ignorancia de la situación y las acciones equivocadas que de ello se derivan. Así como el pescador, para recoger la red, debe sostener con firmeza la cuerda, así el jefe guerrillero ha de mantener el enlace y la comunicación con todas sus tropas y tener a su disposición una parte suficiente de sus fuerzas principales. Así como en la pesca es necesario el frecuente cambio de lugar, también para la guerrilla es necesario desplazarse frecuentemente. La dispersión, la concentración y el desplazamiento son las tres formas de empleo flexible de las fuerzas en la guerra de guerrillas.

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