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Indígenas del municipio de Nahuizalco (El Salvador) (página 2)



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La pericia del agricultor indígena fue reconocida por los españoles que se dieron cuenta que el cacao era "tan tierno árbol que con cualquiera extremos se pierde y seca"[29] Los métodos indios de cultivo, prescritos por su ritual religioso, usaban técnicas avanzadas y obtenían rendimientos elevados. El cacahual, huerto de cacao, se preparaba y mantenía con grandes cuidados: los granos se sembraban individualmente a mano; la frondosa madrecacao se intercalaba ente los árboles frutales jóvenes, para protegerles del sol y la lluvia; los arroyos que corrían hacia el sur, desde las tierras altas centrales, se desviaban para el riego durante la estación seca y el reemplazo de los árboles que no producían, y la desyerba eran actividades de todo el año.[30] A la vez que prohibían las ceremonias paganas más notorias asociadas a la producción del cacao, los españoles reconocieron el valor de los métodos indios, y dejaron el cultivo y cosecha de éste a los agricultores nativos, contentándose ellos con la recolección de los granos de cacao y la organización de su venta.

Con la intensificación de la demanda de cacao subió el valor de su comercio. A finales del siglo XVI, la bebida india Chocolatl se había convertido en la más popular de Nueva España y Guatemala, y su popularidad crecía en España.

Los pueblos más importantes de Nahuizalco e Izalco en la descripción colonial dieron a este distrito su nombre de "Los Izalcos". La zona era prolongación de la llanura costera de Guatemala, donde las provincias de Escuintla y Suchitepequez y Soconusco fueron centros importantes de cultivo del cacao, hasta principios del siglo XVII. La región que rodeaba Izalco era eminentemente adecuada para el cultivo del cacao, por sus espesos suelos volcánicos, sus arroyos primaverales que corrían hacia el sur durante todo el año, y el clima cálido y húmedo de las tierras bajas. Aunque la planta se había cultivado aquí antes que arribaran los españoles, no hay datos sobre la magnitud de su producción. Sin embargo, durante el período de colonización, la producción de cacao de este distrito era mayor que la de cualquier otra parte de América. Y constituía algo más de un tercio de la producción total de la Audiencia de Guatemala.[31]

Si se considera que el cultivo pre-hispánico del cacao, estaba extendió por todo El Salvador, es significativo que después de la conquista la provincia de Izalco se especializara tanto en su producción. Esto no se explica solamente por las condiciones del clima y suelo y por la importante población india, pues tales condiciones existían por todo el país. Más importante fue la presencia de influyentes organizaciones comerciales españolas de esta provincia.

Como es natural, los mercaderes españoles atraídos al distrito por las oportunidades comerciales del cacao, buscaron la protección de sus intereses, de los cuales el principal era que el cultivo del cacao por los indios se continuara y protegiera. Los primeros tratantes se establecieron en Izalco, convirtiendo a esta ciudad indígena en el centro de sus operaciones. Los indígenas llevaban allí el cacao y el bálsamo desde los pueblos vecinos, bien para su trueque o venta; alternativamente los españoles o sus empleados iban a las comunidades nativas para obtener estos productos, hasta que les prohibieron hacerlo debido a las quejas de los indios de abuso y malos tratos.[32] Los mercaderes fundaron su propio centro en Sonsonate en 1555 y su crecimiento rápido, que la convirtió en la ciudad mayor y más próspera de la colonia, indica el éxito y la prosperidad de los mercaderes. El cacao se llevaba a Sonsonate desde los pueblos dispersos, ahí se le empacaba y embarcaba desde el cercano puerto de Acajutla, con destino a Acapulco en Nueva España (El Virreynato de Nueva España se ubicaba en la actual ciudad de México).

Los mercaderes de Sonsonate resentían el control que ejercía ciudad de Guatemala sobre la provincia de Izalco y en 1558 se creó la Alcaldía Mayor de Sonsonate, separada de Guatemala, pero al querer expandirse a las zonas circundantes, volvieron a confrontarse con la Ciudad de Guatemala. Elevaron una petición al Consejo de Indias y se acordó que el alcalde mayor de Sonsonate debía ser nombrado directamente por el Rey previa consulta con el Consejo.

Una descripción de esta "tierra de cacao", escrita en 1585, sugiere el porqué los encomenderos y mercaderes trataban de controlarla. Se informaba que esta era "la cosa más rica y gruesa que V.M. tiene en estas partes… después que están en Vuestra Real Corona, con la libertad que tienen de bello y tratallo, que de cada provincia principalmente de su comarca se provee la Nueva España… En solo cuatro lugares de los Izalcos, debe sr, más de 50 mil cargas, que un precio común, valen quinientos mil pesos de oro… ocupan todos ellos con sus huertos dos leguas en cuadro, de lo cual se infiere no se saben tales leguas de árboles, huertas que fructifiquen, y den tanto valor.[33]

Esta prosperidad no duro mucho tiempo. El mismo año en que se escribió esta descripción, el presidente de la Audiencia de Guatemala trataba de informarse sobre la declinación de la producción del cacao de la provincia de Soconusco, causada por la falta de trabajadores y la despoblación. A finales del siglo, se informó una disminución similar en la producción de Sonsonate ya los indios de la localidad de les prohibió talar árboles jóvenes del cacao.

Aunque el cacao no volvió a recobrar su importancia primitiva en la región de Sonsonate, continuó cultivándose allí durante los siglos XI y XVII. Hay referencias de que en 1722 la ceniza de la erupción del volcán de Izalco había arruinado muchos huertos de cacao, y el alcalde ordeno a los indios que los replantaran so pena de fuetes multas si no lo hacían.

Sólo es posible conjeturar sobre las razones de la desaparición casi completa del cultivo del cacao y la recolección del bálsamo en El Salvador. Parece claro que la reducción drástica de la población primero por las epidemias de viruela y de sarampión y más tarde por la endemia de malaria y posiblemente de fiebre amarilla en las zonas bajas de la región fue la causa principal de la disminución vertiginosa de la producción. Desde luego, el distrito de Izalco sufrió también una severa disminución de población, pero las descripciones de la zona a mediados y finales del siglo XVI, no indican una despoblación a escala parecida. De igual forma, los datos censales de la zona indican que la reducción de la población no fue allí tan marcada como en otras partes:

Tributos de los pueblos de la Alcaldía Mayor de Sonsonate,

1550, 1683, 1770[34]

Pueblo

Tributarios

1550

1683

1770

Izalco

900

640

1845

Caluco

140

94

100

Guaymoco

220

171

383

Nahuizalco

280

200

865

Juayúa

60

46

117

Apaneca

100

154

241

Ataco

160

183

303

Tacuba

100

120

351

Santa catarían Masahuat

80

48

154

Santo Domingo

160

58

64

Nahuilingo

200

43

100

Guaymango

100

100

145

Jujutla

37

15

31

2.537

1.872

4.696

Se puede observar en el cuadro anterior que Nahuizalco fue el segundo pueblo más grande después de Izalco, de la Alcaldía Mayor de Sonsonate.

El cacao había sido un fruto de profundo significado místico para el indígena pre hispánico. Después de la conquista, los españoles habían fomentado su cultivo por el indígena y protegido sus comunidades y sus huertas de cacao. Los naturales respondieron; aumentó la producción de cacao y los españoles explotaron su valor comercial aunque prescindiendo del significado espiritual que tenía para el nativo. Cuando, debido a la llegada de las enfermedades y a la política comercial, que estaba mas allá de la compresión del aborigen, éste abandonó sus huertos y descendió la demanda de cacao y cuando los sacerdotes cristianos condenaron las ceremonias sagradas del cultivo del cacao, el agricultor indígena sufrió una doble desilusión, el cacao dejó de tener valor económico, y debido a la influencia de la Iglesia, su significado religioso se había minimizado y destruido. Esta es una de las razones como observó García Redondo, por la que los indígenas se retiraron a sus cultivos de subsistencia, a la inactividad y al alcohol. El pueblo indígena, para completar la observación de García Redondo, "cuando se encuentra en esta condición fatal se preocupa sólo de sus necesidades inmediatas… trabajará únicamente cuando se le fuerce a ello y calculará cuál es el mínimo de trabajo necesario".[35]

Posterior a la época el cacao, se dio la lucha por las tierras y se fueron formando diferentes formas de posesión y la sociedad fue cambiando.

Durante los tres primeros siglos de gobierno colonial, a los indígenas no les había ido tan bien. Sobrevivieron restos de la sociedad indígena que eran étnica y culturalmente distintos, aunque a finales del siglo XVIII los efectos acumulativos de trescientos años de explotación económica y quebrantamiento social se habían hecho manifiestos. La cultura española predominaba sobre la indígena: aunque el Nahuatl, Quiché y Pocomán eran el lenguaje de una importante mayoría de la población, el español era ahora el idioma de la administración y era comprendido por todo el país. El gobierno local era de estructura española, con una administración municipal de los pueblos encabezada por un alcalde y la clasificación jerárquica de la colonización en ciudades, villas y pueblos, habían reemplazado a las estructuras tribales mas informales.

Los efectos de esta paulatina revolución cultural no fueron uniformes en toda la zona: el grupo de indígenas de Izalco en el suroeste, las comunidades de indígenas de los alrededores de San Salvador y los indígenas Nonualcos, situados mas al este, pueden considerarse como núcleos de resistencia. Pero es evidente que en su mayor parte, las sociedades de indígenas habían abandonado sus identidades étnicas, culturales y económicas.

Cortés y Larráz estaba impresionado con la decadencia económica y social que encontró en los pueblos de todo el país y por el abismo que separaba a los sectores indígena y español de la sociedad: "Supongo que estos infelices son los mas dignos de compasión entre cuantas criaturas racionales he visto… Algunos los compadecen por ser el oprobio de todos; otros porque siendo los que mas trabajan, nunca salen de la indigencia y la miseria, desnudos, mal comidos, durmiendo en el suelo, cargados por los caminos, si ser dueños de cosa alguna, flagelados frecuentemente en las picotas. Otros los compadecen por su extrema sumisión, postrados de rodillas en tierra retorciendo sus manos nudosas delante de sus dioses antiguos o presentando sus memoriales a sus superiores… es cierto que son el oprobio de todos, pero me parece que también todos son el oprobio de ellos… tienen a los españoles y ladinos por forasteros y usurpadores de sus dominios, y por eso los miran con odio implacable. No quieren cosa alguna de los españoles, ni su religión, ni sus costumbres".[36]

Hubo un intento por mejorar las condiciones entre españoles, ladinos e indígenas, pero la explotación y los impuestos que debían pagar hicieron la vida del indígena muy precaria. Los impuestos opresivos iban a menudo acompañados de brutales método de extorsión y de gran injusticia. Los maltratos a los indígenas eran infringidos mas comúnmente por otros indios que por los españoles o los ladinos. El robo y la extorsión de los funcionarios indígenas, en las comunidades alrededor de Izalco, alcanzaron tales proporciones que, en 1726, se ordenó al alcalde mayor de Sonsonate que interviniera, mientras que en 1770 Cortes describía que la situación general en la mayoría de los pueblos mostraba que los indios vivían en el abandono y el miedo a los españoles, ladinos, y en especial, de los de su misma clase, pues todo el mundo les castigaba y en particular su propia gente. Los alcaldes indígenas tenían poderes dictatoriales y arbitrarios en sus comunidades. Cortés describió la estructura del gobierno del pueblo como "monárquica", y sus descripciones de varios poblados revelan la índole autoritaria de su administración: Los indígenas de Nahuizalco, se dice que temían "la vara del alcalde más que el cayado del Sacerdote".

Durante el otoño de 1879 los gobernadores departamentales enviaron al gobierno central la información proporcionada por las alcaldías de cada pueblo sobre el uso de la tierra. En la información sobre la medición de tierras de 1879 se indicaba la existencia de cierta norma respecto del tamaño y la distribución de las tierras comunes. Era notoria una concentración de las tierras comunes a lo largo de la sección occidental de las tierras altas centrales, que corresponde a las reclamaciones de los numerosos pueblos que hay al pie de las laderas de ésta cadena volcánica.

Los "pueblos de cacao", como los de los alrededores de Izalco y Nahuizalco, habían tenido una temprana protección y autonomía económica durante el comienzo del período colonial, lo cual les permitió conservar gran parte de su estructura económica y social tradicional.

La esencia de las reclamaciones de tierras comunes en lo que podría llamarse el "eje Izalco-Nonualco", muestra la perdurable subsistencia de actitudes mas conservadora respecto del uso y tenencia de la tierra. Las respuestas de muchas de las alcaldías de estos pueblos se dieron con gran detalle, y se nota que sus concejos tenían clara idea de la tierra que les pertenecía y de los derechos que tenían sobre ella. Se intuye en general que los continuos esfuerzos que hicieron estos centros habitados para preservar sus derechos a la tierra en contra de la usurpación de los pueblos y haciendas privadas, vecinas, y las reclamaciones de tierra fértil de la zona por parte de los pueblos y haciendas, que durante siglos, se habían probado y vuelto a probar en numerosos litigios judiciales, y la formulación de convenios no escritos produjeron una idea mas clara y definida de cuál tierra poseía exactamente cada quien.

Entre la mayoría de los pueblos de la zona, se hacía distinción entre los miembros de la comunidad local, "naturales", que tenían automáticamente derecho a usar la tierra de los alrededores del pueblo, libres de pago, y los que no eran miembros de la comunidad, "avecindados", que pagaban una renta por usar la tierra del pueblo. Nahuizalco consideraba que las 6,949.44 Manz. de tierras que le circundaban eran de su propiedad y en ellas los naturales podían cultivar sus cosechas y cortar madera sin tener que pagar por ello, pero los cultivadores ladinos tenían que abonar una renta anual, y el pueblo imponía un gravamen al pastoreo de sus tierras.

Posterior al período de independencia de Centroamérica, de la corona española, la situación del indígena no observó mayores cambios a su favor, el tema de la tierra fue nuevamente crucial en este período.

Tras la colonia las tierras empezaron a dividirse en pequeños latifundios, tierras ejidales y tierras comunales. Los ancianos recuerdan que los que no tenían terreno donde cultivar lo hacían en los terrenos de "la imagen" o el santo pues la cofradía tenía su terreno designado, este terreno contaba con sus títulos ejidales validados en la municipalidad, con el decaimiento de las cofradías los terrenos se fueron perdiendo y las pocas tierras de trabajo colectivo para "los sin tierra" se vieron negadas, esto influyó en su precaria situación económica.[37]

Después de los primeros intentos de transformar la estructura de la tenencia de la tierra con fines comerciales, un gobierno de cafetaleros tomó la decisión de abolir todo aspecto de tenencia, uso o asentamiento del hombre que pudiera obstaculizar el rápido establecimiento de plantaciones de café.

El resultado principal de esta decisión fue la abolición de la posesión comunal de la tierra, a favor de la propiedad individual. Con una serie de decretos que se aprobaron en muy corto tiempo, el gobierno procuró desarticular la estructura agraria, que había evolucionado gradualmente durante cuatro siglos, y substituirla con un sistema fundado exclusivamente en la propiedad privada de la tierra y lo que es aún más importante, a base de un concepto que consideraba a la tierra y a sus habitantes, como los recursos capitales, que debían emplearse con eficacia, para extremar las fortunas personales.

El gobierno nacional de El Salvador heredó de la Corona Española el papel de autoridad máxima en las cuestiones de propiedad de la tierra. En lo que respecta a la tierra común, su autoridad era mas elevada que el mero derecho de conferir títulos de propiedad y a arbitrar en los litigios; comprendía cierto grado de control en la venta, distribución, jurisdicción y aun uso de la tierra común.

Previo la abolición de las tierras ejidales por decreto legislativo en 1881, las tierras que se dividían en ejidales y comunales se van poco a poco convirtiendo en pequeñas haciendas y latifundios que se dedicarían al pujante monocultivo del café que mantuvo a flote la economía durante el primer tercio del siglo XX, considerado una etapa decisiva para la conformación de la elite cafetalera.[38]

Alrededor de Sonsonate y de Izalco hubo numerosos casos de hacendados que gozaban de la tierra ejidal, como si fuese de su propiedad, utilizándola como garantía para los créditos.[39]

Muchas y muchos indígenas se tuvieron que emplear en los beneficios de café y las haciendas. Las tierras que antiguamente se trabajaban de manera colectiva sufrieron un resquebrajamiento que llevó a individualizar las parcelas y a dejar a muchos pobladores solamente con los terrenos donde construirían sus casas, las tierras de cultivo serían arrendadas a los nuevos dueños[40]

El decreto del 26 de febrero de 1881 fue en el resultado de la presión por cambiar el uso y la tenencia de la tierra. El preámbulo del decreto establecía que: "la existencia de tierras bajo la propiedad de las Comunidades impide el desarrollo agrícola, estorba la circulación de la riqueza y debilita los lazos familiares y la independencia del individuo. Su existencia contraría los principios económicos y sociales que la república ha adoptado. [41]

Por estos motivos se abolió el sistema de tierras comunales. El administrador de cada Comunidad recibió órdenes de dividir toda la tierra común entre los miembros, basándose en el principio de que todo aquel que la usara en calidad de comuneros, arrendatarios o individuos con otro tipo de convenios, debían ser considerados como propietarios de la zona que ocupaban. De un plumazo, el gobierno consideró abolida una forma de posesión de tierra común y se congratuló de haber "destruido este sistema anticuado y perjudicial.

La promulgación de esta ley sugirió varios conatos violentos en forma de levantamientos indígenas como las reportadas en 1884 y 1885 (Tilley, 2005). Luego del período del florecimiento cafetalero, llego la depresión económica mundial de 1929, que fue un duro revés a la economía nacional, llevando a grandes perdidas en el café, lo que produjo una gran carestía y descontento que desembocaría en el levantamiento y subsiguiente masacre de los indígenas. Así, la tierra ha sugerido muchas luchas por su defensa.[42]

Sucesos de 1932

"He visto que todas las partes coinciden que los pueblos indígenas en El Salvador han sufrido en el pasado serias violaciones de derechos humanos y que el efecto de estas violaciones continúan manifestándose en combinación con condiciones generalizadas de desventaja en el presente. En casi todas las reuniones que sostuve con representantes de pueblos indígenas, se hizo mención de la masacre infame de 1932, en la cual miles de personas indígenas fallecieron a manos de efectivos del ejército. En Izalco pude pisar el terreno en que ocurrió una de las matanzas de este episodio y ver algunos restos humanos que no lograban quedarse enterrados en la fosa común en ese lugar.

"La matanza de 1932 marca una política de opresión hacia los pueblos indígenas que luchaban por sus derechos así como una política del entonces y gobiernos sucesivos de abolir a la identidad indígena. El terror causado por la matanza siguió viviendo en la memoria colectiva de los pueblos indígenas junto con décadas de marginación y la negación de la práctica de los pueblos indígenas de sus lenguas y de las otras manifestaciones de sus culturas diferenciadas.

"Un paso importante ha sido el pedido de perdón del Presidente en nombre del Estado salvadoreño por 'el exterminio y la persecución de los que han sido victimas los pueblos indígenas' del país a los largo de la historia."

Declaración a los medios del Relator Especial de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, James Anaya, al concluir su visita a El Salvador

Jorge Barraza Ibarra identifica en su estudio "La historia de la Economía de la Provincia del Salvador desde el siglo XVI hasta nuestros días", los antecedentes de la rebelión campesina diciendo que la identidad social y política de los campesinos descansaba sobre dos instituciones tradicionales: la cofradía y el cacique. Las cofradías, en su carácter de sociedades religiosas, tenían una influencia determinante sobre el resto de actividades de la comunidad, jugaron un importante papel en el período anterior a 1932, porque fue a través de ellas que se organizó el movimiento rebelde, además que sirvió de canal de comunicación de las enseñanzas comunistas a la comunidad indígena.

La crisis en la que cayó el país en los años 1930 -1932, las condiciones económicas y sociales de la población rural y la caída catastrófica de los precios del café provocaron la rebelión de 1932.

En diciembre de 1931, con apenas 9 meses en el gobierno, el presidente Arturo Araujo fue derrocado por un movimiento militar. Los golpistas constituyeron al principio un Directorio Militar, pero muy pronto nombraron a un sucesor y así llamaron al Vicepresidente y Ministro de Guerra General Maximiliano Hernández Martínez para ocupar interinamente la silla presidencial.

En ese momento, el gobierno norteamericano no reconoce al nuevo presidente y le obstaculiza el reconocimiento de otros países, el tipo de cambio se dispara en detrimento del colón, los bancos suspenden los créditos a los caficultores, las cosechas de café se ponen en peligro por la falta de braceros, los trabajadores exigen aumentos de salarios y los dueños de las fincas argumentan que no pueden pagarlos debido a la crisis económica, el movimiento comunista comienza a accionar en ciudades como Armenia. Los campesinos pedían aumentos de salario y mejoramiento de las raciones alimentarias.

El 21 de enero de 1932 se aborta un complot comunista contra los cuarteles de la ciudad y el gobierno responde decretando estado de sitio en seis departamentos. El 23 de enero se da de alta en los cuarteles a todos los que tuvieran intereses particulares, para defenderlos por si mismos de los ataques comunistas y el 24 de enero el gobierno reprime con fuerza el llamado "movimiento comunista"; se arrasan con el ejército los alzamientos armados en Ahuachapán, Sonsonate y Colón, y se establece el estado de sitio en toda la república. El 25 de enero se recupera la ciudad de Izalco, último reducto del movimiento, con una fuerza de quinientos hombres bajo el mando del General Bran. Para el 26 de enero, el gobierno informa que ha sido totalmente dominado el movimiento comunista, derrotando a los grupos subversivos en Juayúa, Izalco, Tacuba, Teotepeque, Salcoatitán, Nahuizalco y Colón.

Las causas de la rebelión campesina las atribuye Barraza Ibarra a la toma de conciencia de la situación en la que se encontraban las grandes masas de campesinos, el evaluar sus condiciones de pobreza frente a la opulencia de los terratenientes y, en alguna forma, intuir que podía haber una solución mediante la protesta organizada, o incluso la lucha armada. Los resultados fueron desastrosos. Murieron aproximadamente 35,000 campesinos y sus dirigentes fueron ahorcados o fusilados. La barbarie estuvo igualmente presente en las acciones de ambos bandos, pero la peor parte la llevaron los campesinos e indígenas, sujetos en los años siguientes a mantener una posición servil y sin esperanzas en la estructura social del país.

Además de una impactante desigualdad económica, Barraza Ibarra identifica otras causas que también incidían en el malestar generalizado de la población, y especialmente, de los campesinos: 1) un profundo antagonismo, que se mantenía internamente oculto, entre los campesinos y los terratenientes; 2) en algunas zonas como Sonsonate, Izalco y Juayúa había un choque cultural ente los ladinos y los indígenas; 3) como factor económico de peso, se señalan los efectos negativos del monocultivo, que fue sensiblemente vulnerable ante la gran depresión mundial; 4) en el campo político, debe señalarse la animadversión popular y el rechazo generalizado a los regímenes dictatoriales del período y 5) la corrupción y la incompetencia administrativa gubernamental.

El MUPI, rescata la memoria violenta del 32 de los recuerdos de los pobladores de Nahuizalco y destaca que 1932, se ha convertido en una fecha simbólica y referente dentro de la memoria colectiva de los pobladores de Nahuizalco. El halo de muerte, terror y miedo dejado, nombra a este suceso como "la bulla del comunismo", "el tiempo de la matanza", o simplemente "la matazón". Muchos pobladores que sobrepasan los ochenta años recuerdan las calles de Nahuizalco teñidas de sangre, y cómo el Ejército abrió zanjas, para lanzar decenas de fusilados, como si fueran "pantes de leña".

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En su Investigación el MUPI realiza entrevistas a adultos mayores residentes en el lugar, a mayoría de entrevistados tenían corta edad cuando sucedió la masacre, muchos integraron la generación de niñas y niños huérfanos del 32, que callaron sus memorias pues en el seno familiar se trató de no mencionar a sus propios muertos por temor de ser considerados "comunistas".

La Verdad es que de todos los cantones los fueron matando: de Sabana Grande, San Juan, Tajcuilujlan, Pushtan, Nahuizalco ni se diga, allí pasconearon las puertas del Panteón, se fueron haciendo grandes zanjas donde fueron tirando los muertos como si tiraran caña. Ramón Esquina.

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En esta calle principal y allá arriba (de allí por las cruces) mire allí estaban los muertos, ya no se sabe ni cuantos muertos, por allí por la tienda de Manuel, por allí hicieron zanjas y allí quedaron los muertos, pero eso fue por todo el pueblo. La gente no decía nada. La gente quedó con miedo porque uno tenía que pasar en medio de los muertos. Solo quedaron los cipotillos y nosotras. Juana Tepas.

Recientes investigaciones en el campo de las ciencias sociales proponen este suceso como un etnocidio, ya que los masacrados fueron en su mayoría de la población indígena, cuya captura y asesinato se ejecutaba solo por sus rasgos visibles como la vestimenta y el habla nahuat, y por vivir en cantones. Las secuelas de ésto fueron el miedo y la negación de su adscripción étnica. Se generó una especie de vergüenza ante la figura del vencedor, y un sentimiento de engaño:

Yo fui huérfano, de chiquitiyo me quedé huérfano, mi mamá me deja como de cinco años, a mi papá lo mataron en el tiempo del treinta y dos, donde don Gabino Mata los engañó, les dijeron vayan donde don Gabino y allí les van a dar sus carnetes para que anden libres, la pobre gente, el gentío, por lo menos, algunos mil quizá más se quedaron esperando que le van a dar sus carnetes, después del almuerzo les dijeron pónganse en fila. Ahí terminó mi papá, y mi abuelo el se escapó, por allí lo balearon Braulio Aguilar, 77 años.

Fueron al menos diez mil personas masacradas, en algunos lugares fueron fusilados todos los varones mayores de 14 años. Estos años marcarían la apertura de una década que traería grandes infortunios donde la mujer tuvo un papel importante pues fue ella quien sacó adelante a la familia, esta tarea no fue fácil ya que en algunos casos fue utilizada y engañada por los terratenientes locales que se aprovecharon de su situación y les arrebataron sus tierras aduciendo moras en los pagos de arrendamiento:

Aquí mataron a casi todos los hombres, y solo mujeres quedaron, mi mamá sola quedo, nosotras trabajamos y defendimos el pedazo, pero nos embargaron aquí porque nos atrasamos en el pago. María Antonia Pérez.

Por otra parte, se habla de un corte generacional en la transmisión donde la vergüenza, el engaño, el miedo y el odio llevaron a que las generaciones siguientes tuvieran actitudes de poca participación en las organizaciones sociales o políticas, provocando la desconfianza en las instituciones y en el poder local. En los años setenta cuando en El Salvador el movimiento campesino y obrero reactivó su organización reivindicativa por sus derechos, las fuerzas gubernamentales respondieron con represiones selectivas en el occidente del país, como en el cercano cantón El Carrizal en la Comunidad de las Hojas en San Antonio del Monte. Recogimos testimonios sobre constantes cateos y desapariciones forzosas en los cantones de Nahuizalco, lo que motivo que los abuelos advirtieran a los jóvenes de no comprometerse en ninguna forma organizativa y de lucha política:

Por eso es que a mí en estos tiempos hay gente que me dice, mire don Ramón organícese con nosotros, que si ganamos le vamos a dar una su parcelita, pero yo digo no, yo en política no me meto, porque eso trae muerte. Ramón Esquina

Fenómenos Naturales[43]

A la masacre de 1932 se le unirían otros recuerdos de dolor y perdida que el imaginario popular los catalogó como "castigo divino" como la gran inundación de junio de 1934 que acabo con gran parte de los sembradíos, o la plaga del chapulín a finales de junio de 1936.

La memoria sobre los fenómenos naturales que se convirtieron en desastres les hace recordar la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran, y enumeran la cantidad de vicisitudes debido a erupciones volcánicas, inundaciones, plagas etc. Toda esta ola de desastres modificó su relación con el entorno y su dieta, pues tuvieron que valerse de tubérculos para su alimentación, así la yuca, la malanga y el ojushte se conciben como una comida ligada a tiempos de carestía.

La plaga de chapulín fue un poco después, yo ya estaba grandecita, estaba cuidando una milpa, mire los palos quedaban sin hojas, no quedaba la milpa, tratamos defender, con ramas defendíamos, pero mire no quedó palito con hoja. Para ese tiempo se comía yame y ojushte, molían y hacían tortillas, mucha gente moría de hambre porque aquí se sufrió hambre. María Antonia Pérez.

El chapulín cuando vino se colgaba de los palos y los dejaba sin nada, eso no dejaban ni un poquito de milpa. Fueron quizá unos quince días y eso lo dejó sin nada. Mire la gente empezó a ver que comía, comenzó a comer malanga, yuca y ojushte, que ese ya casi no se ve. Juana Tepas.

El volcán de Izalco se mantuvo en constante actividad provocando una serie de erupciones, algunas veces abruptas, que levantaban una nube de ceniza que les llevó a perder muchas cosechas.

Yo me acuerdo cuando fue ese cenicero, del volcán y quedó la ceniza que pasaba de los pies, mire todas las siembras se perdieron, las de tule y de maíz, pero eso fue varias veces. Natalia Isidro.

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Conflicto Armado

El Salvador vivió durante más de 12 años una guerra civil que costó la vida de al menos 75,000 personas[44]Se trató de un conflicto bélico interno que enfrentó al Ejército Gubernamental denominado Fuerza Armada de El Salvador, contra las fuerzas guerrilleras del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.

Si bien nunca se declaró oficialmente la guerra, pero el conflicto estima que se recrudeció a partir del asesinato del Arzobispo de San Salvador, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, en el año de 1980, lo que provocó el estallido del ambiente de crisis política y social que se venía incrementando desde la década del 70.

Durante este conflicto, si bien la comunidad indígena tuvo mucho recelo en participar debido a la experiencia sufrida en 1932, el municipio de Nahuizalco puso nuevamente su cuota de sangre.

El 13 de julio de 1980, un grupo paramilitar irrumpió fusil en mano, en las humildes viviendas del cantón El Carrizal para asesinar a 29 personas denominados por ellos como guerrilleros. Esta masacre quedó como muchas otras en la impunidad, sin ser investigada.

El 15 de julio de 2008 el tema fue retomado por el Diario Colatino, bajo el título Dos historias con un mismo final, y en el escriben:

Es domingo y Nahuizalco está colmado de gente, pobladores de los cantones vecinos han venido a misa, y aprovechan el viaje para hacer las compras necesarias. La alegría del trajín se esfuma cuando algún cuerpo refajado quiere ser captado por la lente de la cámara.

La forma sigilosa con que se escapan asombra, parece que fue ayer la masacre, no obstante se remonta a hace 23 años, y sus recuerdos les han enseñado a escaparse para sobrevivir, ellos consideran que retratarlos significa lucro para el que lo hace o es una amenaza directa para ellos.

En sus ojos aún se evidencia el pasado, un pasado que constantemente los ha alcanzado, y es que el Cantón El Carrizal escribió las páginas de su historia con su propia sangre.

Era un domingo, cuando el alba anunciaba el inicio de un nuevo día, de pronto unos hombres negros "con grandes palos", como identificó la población en un primer momento a los fusiles, entraban a las casas y revolvían todo. Con lista en mano, miembros del ejército sacaban de sus casas a los señalados como guerrilleros.

La historia es similar a las masacres más amplias perpetradas por el Ejército Nacional durante la época del conflicto armado, tortura y muerte violenta eran señales inconfundibles de sus acciones.

"Aquí fue un silencio, la tragedia no se nos olvida porque es una comunidad muy sufrida", afirma Aníbal Hernández, cuyo padre fue asesinado en esa masacre que involucró a veintiocho víctimas más.

Tal como sucedió hace veintitrés años, es domingo y la misa de conmemoración se realiza en la escuela del cantón, se reúnen en su mayoría personas mayores, varias ancianas refajadas se sientan en silencio mientras cubren sus cabezas.

La misa es acompañada por un grupo de jóvenes, como una premonición quizás de que la vida no se puede terminar así por así.

Tierra, árbol y Biblia fueron presentados en el ofertorio como símbolo de continuidad, mientras familiares de los mártires colocaban velas encendidas en señal de fe.

Rostros curtidos por el sol y el arduo trabajo elevaron plegarias por los que partieron, sin rencor pero con la esperanza plena de justicia y cambio.

"Nos sentimos orgullosos y comprometidos con esta causa noble de conmemorarlos, que nos hace crecer y afirmar a los que derramaron su sangre que nada es en vano", afirma Aníbal Hernández.

El MUPI, también rescata otras experiencias vividas en Nahuizalco que se liga a una memoria de represión, fue el período de pre-guerra donde escuadrones de la muerte y guardia nacional llegaron a "buscar" a varios pobladores para asesinarles o desaparecerles. María Antonia Pérez, huérfana de padre masacrado en 1932, relata como en los años ochentas nuevamente el terror de la persecución marcó a la comunidad.

Para el tiempo de esta última Guerra se puso peligroso, a un mi yerno lo vinieron a sacar; allí en el parque había camiones y los llenaban de gente, de muchachos que los sacaban. Yo solo a Dios le pedía, mire aquí en mi casa vinieron de noche, y nos sacaron a los muchachos, ellos no decían nada solo andaban buscando … ah viera aquí se ha sufrido, mire allí en la calle sacaban los muchachos, se llevaron sobrinos, hijos de vecino, de las casas los sacaron, esos fueron los comandantes de los cuarteles. Maria Antonia Pérez.

Su hija María Eduviges Pérez, relata la brutalidad en las acciones de paramilitares que se llevaron a su esposo y a varios jóvenes de Tajcuilujlan y otros cantones vecinos

El día viernes vinieron los del escuadrón de la muerte, a buscar a mi esposo aquí a mi casita y se lo llevaron, lo golpearon, y a mí me contaron que lo andaban en la calle y ya le habían quitado una mejía, pero también se llevaron a otros muchachos de aquí de la comunidad que dicen que los andaban por los caminos golpeándolos y les quitaban una mejilla. Maria Eduviges.

1992 marcó el fin del conflicto armado, el cual se logró tras un proceso de dialogo y la firma de un Acuerdo de Paz entre el Gobierno y el FMLN.

Actualidad

El pueblo indígena originario de Nahuizalco, 488 años después de la conquista de su territorio por parte de los españoles, no ha logrado recuperar lo más preciado y sagrado para ellos, como lo es la tierra y los elementos que la componen y le dan vida, como el agua.

Se encuentran aún sin ser dueños de la tierra, con problemas para cultivar su sustento y perdiendo cada día más los recursos hídricos, la flora y la fauna que tanto han cuidado y respetado.

Sin embargo, una ventana de esperanza se abre, con la creación de la Ordenanza Municipal sobre Derechos de las Comunidades Indígenas en el Municipio de Nahuizalco, de ellos depende ahora, hacerla cumplir y sacar de ella el mejor provecho para la conservación y respeto de su cultura.

  • a. La tierra

Muchos de los miembros de la comunidad indígena de Nahuizalco fueron despojados de sus tierras para cultivo. La primera gran pérdida se dio por la abolición de las tierras ejidales y comunales, en 1882, y la segunda fue relacionada con los acontecimientos de 1932, donde muchos perdieron sus tierras por diversas causas, entre las que cuenta la población indígena están: cuando los invitaron a "fiestas" en las haciendas de los terratenientes del lugar, donde les pidieron que llevaran sus escrituras y algunos hasta que llevaran gallinas para celebrar, sin embargo, al llegar les quitaron las escrituras de propiedad y luego los asesinaron; otros cuentan que las perdieron porque les ofrecieron "guardárselas" debido a la inestabilidad del momento, otros aseguran que engañaron a las viudas de los asesinados, diciéndoles que las cuidarían y cuidarían de sus documentos y una semana después las enviaban a vivir a la orilla de las calles y no les devolvieron sus escrituras, otros afirman que se las daban a los abogados a cambio de que les cambiaran los apellidos indígenas por apellidos ladinos, por miedo a que los mataran.

Cualquiera haya sido la causa, el hecho concreto es que el indígena de Nahuizalco, aunque aun conserve sus escrituras, le paga a las familias que dicen ser los actuales dueños, para que les permitan cultivar, y prefieren callar por miedo a ser asesinados o desaparecidos.

El tipo de tenencia de tierra en Nahuizalco comprende pequeñas parcelas donde los pobladores construyen sus casas, los terrenos de cultivo los arriendan a altos precios a los dueños de terrenos, existen por lo menos dos familias que son las dueñas de los terrenos de cultivo a quienes los pobladores llaman terratenientes, y quienes por lo regular no viven en la zona sino en el casco urbano o en Sonsonate[45]

Leda Peretti, en el 2002, ubicaba la tenencia por parte de los habitantes de los cantones de Nahuizalco, de la siguiente manera:

Cuadro No. 29

Nahuizalco: Propiedad de la Tierra por Cantón.

CANTÓN

% DE FAMILIAS CON APELLIDO INDÍGENA

COLONOS/

ARRENDATARIOS

PROPIETARIOS

Tajcuilujlan

69%

80% arrendatarios

10% colonos

10% de 5 tareas

Pushtan

59%

80% arrendatarios

20% de 5 tareas

Anal Arriba

48%

100% arrendatarios

Sabana Grande

32%

70% arrendatarios

10% colonos

20% de 3 tareas

La Guacamaya

21%

10% colonos

20% de 1,500 mts2

Cusamaluco

21%

100% arrendatarios

El Cerrito

14%

50% arrendatarios

50% colonos

Sisimetepe

10%

75% arrendatarios

8% colonos

San Juan Abajo

9%

5% colonos

80% de parcelas de 800 Mts.2

El Arenal

7%

1% colonos

40% arrendatarios

Anal Abajo

7%

6% colonos

20% arrendatarios

El Carrizal

5%

10% colonos

90% de 6 tareas

El Chaparrón

2%

90% de 2 manz.

10% de 8 tareas

El Canelo

1%

10% colonos

80% de 1,000m2

San Juan Arriba

0%

10% colonos

20% arrendatarios

40% de max.10 manz.

Partes: 1, 2, 3, 4
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