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Investigación social, cibernética y utopía



  1. Introducción
  2. Sujeto e investigación social
  3. Reflexividad e investigación social
  4. Hacia una transformación de la investigación social
  5. Bibliografía

Introducción

El elemento central de la obra de Ibáñez es el sujeto humano, y por ello su sociología es, primordialmente, una sociología del sujeto. Para Ibáñez, todo «hecho social» ha sido realizado por alguien, es el producto de un sujeto y quien quiera dar cuenta de los procesos de la vida social debe hacer del sujeto humano el centro de su reflexión. En esta vía, su obra se muestra como una permanente lucha por la búsqueda de vías alternas al "estructuralismo cultural" y al positivismo sociológico en el que tradicionalmente se ha desarrollado el pensamiento social, donde se ha desarrolado una posición objetivista, acrítica y técnica en la que se hace posible una investigación social rígida centrada en el procesamiento de la información.

Ibáñez intenta construir un camino para investigación social, guiado por una posición dialéctica y crítica que dé cuenta de la complejidad del fenómeno social, que recupere la capacidad transformadora del sujeto social en la sociedad: "La reinvidicación de la subjetividad, además de la dimensión epistemológica, es una reivindicación eminentemente política […], en tanto que tal, revolucionaría, entendiendo la palabra no desde la perspectiva del mero fantasma, sino en el sentido transformador de las reglas de juego con las que juegan con nosotros" (Ibáñez 1994).

Sujeto e investigación social

Desde esta preocupación, Ibáñez realiza un tránsito por las bases de la teoría social, en busca de las fuentes epistemológicas y ontológicas que la constituyen, para mostrar la manera como, precisamente, se ha instaurado el sujeto social allí.

Un sujeto que, contrariamente a lo que pregona la visión moderna, en la que se caracteriza por la autodeterminación, se halla sujetado por el orden social, sometido al poder político, explotado por el económico y desorientado por las ideologías.

La teoría social no es ajena a la sujeción del sujeto moderno; ésta puede contribuir tanto a su dominación como a su libertad. Es por ello que sólo una epistemología renovada, guiada por el ejercicio reflexivo permanente entre lo teórico y práctico, puede ser el instrumento fundamental de su libertad puede constituir un instrumento eficaz de ese autoconocimiento liberador del sujeto.

Asumir desde esta postura al sujeto y hacerlo centro de la reflexión sociológica implica lo que Ibáñez llama un "desdoblamiento reflexivo" en la tradición sociológica, en el cual el sujeto que interesa no sólo es el sujeto del enunciado, aquél que el sociólogo investiga, sino también el sujeto de la enunciación: el sociólogo mismo.

En este punto, la epistemología clásica, guiada por la objetividad, se vuelve un obstáculo, pues nos sitúa ante un sujeto puro, aislado del mundo que lo rodea y de los objetos que lo constituyen.

La posibilidad de esta disyunción entre el sujeto y el objeto produce no sólo una completa cosificación aquel, sino también su el encadenamiento a una única posibilidad de conocer y ser en el mundo: la que él mismo genera como objetividad. De este modo, la objetividad clásica se convierte en el mecanismo de control más sutil –por invisible– del sujeto moderno: "un sujeto sujetado por su propio objeto epistémico" (Ibáñez 1985).

El positivismo sociológico, al compartir esta postura epistemológica, recrea una imagen cerrada y objetiva de la sociedad y se constituye en un instrumento de dominación que coarta las posibilidades de comprensión de los procesos sociales y del propio ser humano que es a la vez objeto y sujeto de los mismos.

Para Ibáñez, sólo una apuesta epistemológica que reconozca y describa adecuadamente la complejidad de esos procesos puede cumplir, hoy, una función auténticamente liberadora de nuestras conciencias y de nuestra acción.

3. CIBERNÉTICA E INVESTIGACIÓN SOCIAL

Esta vía se encuentra en la "cibernética de segundo orden", la cual asume plenamente la ruptura de las distinciones clásicas que preservaban la desconexión entre el sujeto y el objeto, y de este modo inaugura una nueva epistemología.

La cibernética de segundo orden pretende investigar sistemas que incluyen aspectos tanto objetivos como subjetivos. Son sistemas en los cuales es la subjetividad la productora de la objetividad y, viceversa, es la objetividad la que genera la subjetividad. En tales sistemas, el objeto puede incluir sujetos que, a su vez incluyen objetos, y viceversa.

Esta perspectiva que se denomina objetividad reflexiva, a diferencia de la objetividad clásica desborda el objeto e incluye en su radio de acción al sujeto, que así debe dar cuenta de sí mismo en los términos de los que es producto: la objetividad por él constituida.

Una de las implicaciones más importantes de la objetividad reflexiva sobre los métodos de investigación es que lleva, por medio del ejercicio reflexivo, a poner en diálogo las diversas formas de investigación social.

Para Ibáñez, el paradigma tradicional de la investigación social es dominador por cuanto es un dispositivo de control que reproduce un orden preestablecido en la sociedad. Ello es posible al asumir ciertos postulados del método positivista:

POSTULADOS

DEFINICIÓN

Objetividad

Presupone que los fenómenos sociales a investigar existen «objetivamente», independientemente de las percepciones individuales de los investigadores.

Transparencia

Los fenómenos investigados se conocen inequívoca y pragmáticamente por los investigadores. Es decir, son realidades con el mismo grado de accesibilidad en el acto de conocer y son relevantes en términos pragmáticos o agenciales.

Universalidad

El conocimiento de los fenómenos sociales investigados se presenta de manera generalizada entre los investigadores.

Los anteriores postulados definen la labor de la investigación social: identificar diferentes variables cuantificables y establecer correlaciones entre ellas como vía para acceder a un conocimiento objetivo de los fenómenos sociales.

El partir de la objetividad reflexiva se hace necesario considerar la
existencia de múltiples universos de significación que pueden,
sin afectarse, coexistir, y cada uno de las cuales puede constituir un dominio
de significación, así como cuestionar la escisión entre
lo cuantitativo y lo cualitativo como visiones separadas que dan cuenta de dos
mundos distintos: el mundo, natural, objetivo y el humano, subjetivo.

Reflexividad e investigación social

Ibáñez, entonces, partiendo de la cibernética de segundo orden, propone, como vía para la construcción de un nuevo paradigma en investigación social, asumir la existencia de tres niveles y tres perspectivas que permiten superar las limitaciones de los análisis cualitativo y cuantitativo. Los cuales, además, deben ser anudados de manera integral en el ejercicio investigativo.

Las tres perspectivas metodológicas: distributiva, estructural y dialéctica, integran un eje horizontal que se cruza con un eje vertical formado por tres niveles de investigación, tecnológica, metodológica y epistemológica, correspondientes a tres grupos de instrumentos por excelencia: las encuestas, el grupo de discusión y el socioanálisis.

La encuesta tradicional: Desde una perspectiva distributiva1 mantiene un nivel tecnológico algorítmico, en el sentido de que describe/prescribe en una sola vía (quien encuesta) como se hace la investigación social. Mantiene un nivel metodológico referencial, en el sentido de que apela a la muestra como unidad que clasifica y ordena lo investigado y es definida por el encuestador mismo. En el nivel epistemológico sólo toca las relaciones entre los elementos, sus regularidades; nos lleva a juegos de lenguaje cerrados, regulados (pregunta/respuesta), donde la respuesta contiene la pregunta.

———–

1 Es un juego de control, pues el poder lo tiene quien pregunta, en un juego monológico dominado por la pregunta.

Las técnicas de grupo: Desde una perspectiva estructural2 apelan al componente simbólico del sujeto, en el sentido que preguntan por qué se hace así. Mantienen un nivel tecnológico regulado por la conversación grupal. En el nivel metodológico, tocan las relaciones entre las estructuras, las significaciones. En el nivel epistemológico sólo se utiliza la cara semántica del lenguaje, se producen juegos de lenguaje abiertos, parcialmente regulados, donde se puede cuestionar la pregunta o hacer otras; se abren espacios de interlocución.

El socioanálisis: Desde una perspectiva dialéctica3 apela al componente semiótico del sujeto, en el sentido que pregunta para qué y para quién. Mantiene un nivel tecnológico que es de tipo dialéctico y de construcción de sentido. En el nivel epistemológico toca las relaciones entre relaciones, se producen juegos de lenguaje reflexivos y desregulados que pueden ser conducentes a la acción.

Perspectivas metodológicas en investigación social

PERSPECTIVAS

NIVELES

Tecnológico

Metodológico

Epistemológico

Distributiva

Pregunta-respuesta

Encuesta

Función referencial del lenguaje

Juegos de lenguaje

cerrados

Estructural

Conversación

Grupo de discusión

Función estructural del lenguaje

Juegos de lenguaje

parcialmente regulados

Dialéctica

Asamblea

Socioanálisis

Función pragmática crítica del lenguaje

Juegos de lenguaje reflexivos,

conducentes a la

acción

———-

2 Es un juego parcialmente controlado, desregulado mediante la conversación; se da libertad discursiva pero se inhibe la acción: se puede decir todo, con tal de que no se haga nada.

3 Es un juego reflexivo, ideal para que se de un análisis seguido de acción, pero de manera fragmentaria; por sí mismo, el contexto lingüístico pierde el componente semiótico; se pierde el horizonte situacional y degenera en un juego de lenguaje pregunta/respuesta.

El uso tradicional de estas tres perspectivas, de manera fragmentada, degenera en ejercicios de dominación, donde el contexto situacional es dejado de lado, donde el investigador somete a los otros. Con su uso del lenguaje especializado, objetiva la realidad y al otro.

Hacia una transformación de la investigación social

Es necesario dialogizar de manera complementaria los tres niveles, lo cual se inicia desde una transformación de estos en sí: de instrumentos meramente "semánticos", de lectura social, hacia dispositivos "pragmáticos", articulados, de escritura, que, en vez de reproducir identidad, produzcan variedad.

El inicio de este cambio parte de la encuesta. Reconocer la encuesta como texto. Darse cuenta de que la encuesta tiene un texto cruzado por las tensiones interpretativas inducidas por la pluralidad de sujetos que en ella se expresan. Concebir la encuesta no como lugar en el que se dan cita un conjunto de significados objetivos y universalmente compartidos, sino como instrumento de refracción de los significados sociales, de diferenciación entre las concepciones cualitativamente distintas que los sujetos producen acerca de la realidad social.

Se hace necesario un ejercicio reflexivo sobre la manera como se pregunta y el uso de diversas maneras del preguntar, a fin de mostrar lo que Ibáñez llama la "tensión estructural" de la encuesta, que se muestra cambiando el contexto tradicionalmente lineal y programático de la encuesta mediante una estructura en cierto modo arbórea, que utilice diversos modos de preguntar, donde las variaciones experimentadas a lo largo de los distintos recorridos que permite el cuestionario podrían considerarse como un indicio de la "tensión" que la estructura del mismo genera en los entrevistados.

Cabría entender esas variaciones como expresión de las
diversas posiciones interpretativas con que los sujetos investigados abordan
las cuestiones que les son propuestas y de la mayor o menor discrepancia entre
esas interpretaciones y la que les impone «oficialmente» el cuestionario.

En el caso de los grupos de discusión, es importante reconocerlos como mecanismos de reflexión grupal y deconstrucción social, lo cual se inicia desde un proceso de estructurar y desestructurar reflexivamente los hechos lingüísticos que allí se recogen, a fin de rastrear el contexto conversacional y dar cuenta de su contexto temporal dándole libertad al entrevistado, de crear el espacio para que profundice y exponga su perspectiva sobre los aspectos preguntados.

De esta manera se abre la oportunidad, con cada una de las preguntas previamente formuladas, de explorar de manera inestructurada (esto es, no preparada de antemano pero sí sistemáticamente) aspectos que se derivan de las respuestas proporcionadas por el investigador, pues la conversación se asume como un juego dialógico que entreteje en un marco conceptual unitario las dos dimensiones fundamentales de la comunicación humana: la gente que comunica (el aspecto quién de la comunicación) y el contenido comunicado (el aspecto qué de la comunicación).

Los individuos comunican semánticamente a través de conceptos, y los conceptos "comunican" socialmente a través de los individuos. Los individuos se encuentran conectados (son unidades potencialmente ínteractuantes) a través de los conceptos que poseen en común; y los conceptos se hallan conectados a través de los individuos que los comparten.

Por último, el socioanálisis, que hace referencia a aquellas técnicas "tipo asamblea", debe pasar de ser dispositivo de control a liberador, por medio del cambio del papel del investigador como controlador de la investigación en la cual el grupo-objeto debe responder y donde la pregunta-tema obtiene la respuesta en términos esperados, hacia un ejercicio de conversacional de iguales, creador de sentidos y posibilidades pragmáticas y reflexivas, donde la información se devuelve al grupo, se "decodifica" y se produce una "pedagogía de la información".

Se utiliza en este caso lo que Ibáñez denomina una táctica asimétrica, en el sentido de que se está más preocupado por lograr resultados con el grupo (precisar contradicciones, lograr consensos, propiciar acciones concertadas) que por llegar a los resultados y visiones que el investigador de antemano se propone, por la "simetría de la asamblea"·

Adicionalmente a su transformación interna, se hace necesario el ejercicio de "complemetaridad concurrente", que implica el anudar los tres niveles de investigación social y así dotar a la teoría social de una nueva serie de posibilidades que parten del hecho de que lo más interesante de una investigación, entonces, no son la uniformidad y el consenso, sino las diferentes posiciones, fortalezas y debilidades de sus argumentos, afectos hacia uno y hacia otros, miedos y agradecimientos, etc. No solo lo que dice sino, sobre todo, lo que contradice, refuerza o desdice.

Lo interesante de este ejercicio de relectura y visión de las técnicas se da, para Ibáñez, en la posibilidad de transformación de las sujeciones del sujeto, de dominadoras a liberadoras, creativas y emancipatorias, conducentes a acciones de transformación social.

Los sujetos son los mismos; más o menos, pero si rompen algunas sujeciones y se dinamizan conjuntos de acciones transversales, sinérgicas, etc., los procesos sociales se convierten en instituyentes, yendo más allá de lo instituido, siendo creativos y no sólo repetitivos.

Aquí la metodología se desplaza de una función puramente descriptiva de la realidad social, centrando su preocupación en la capacidad de justificación por sí misma frente a un contexto social concreto. De ser explicable, transmisible y reproducible en algún grado a tener una conciencia interna de su hacer y a poder colaborar en los procesos sociales.

El papel del investigador, entonces no es situarse fuera de los campos observados, como si esto fuera posible. Desde dentro ha de tomar alguna distancia y examinar las relaciones que lo motivan, pues está obligado a ser estratega más que juez, a crear sentidos, pues lo que construye con su quehacer es el sentido de las cosas, no tanto o sólo las cosas mismas, pues éstas se vienen desarrollando irreversiblemente con o sin su presencia.

Esta posición permite a la investigación social volver
a un contexto de valoraciones de conciencia y de sistemas democráticos
a los que debe servir. Pues la construcción de sentidos posibles para
la humanidad es cosa de todos los implicados y no sólo de unos pocos.

Bibliografía

Alvarez-Uria, F. 1997. Jesús Ibáñez, teoría y práctica. Endymón, Madrid.

Ibáñez, Jesús. 1979. Mas allá de la sociología. Siglo XXI. Madrid.

Ibáñez Jesús. 1985. Del algoritmo al sujeto. Perspectivas de la investigación social. Siglo XXI. Madrid.

Ibáñez Jesús (compilador). 1990. Nuevos avances en investigación social I y II: La investigación social de segundo orden, Proyecto A. Madrid.

Ibáñez Jesús. 1994. El regreso del sujeto: la investigación social del segundo orden. Siglo XXI. Madrid.

 

Enviado por:

Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.

"NO A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE INFORMACION"®

www.monografias.com/usuario/perfiles/ing_lic_yunior_andra_s_castillo_s/monografias

Santiago de los Caballeros,

República Dominicana,

2015.

"DIOS, JUAN PABLO DUARTE Y JUAN BOSCH – POR SIEMPRE"®

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